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El Estado como objeto de estudio

Dr. Eduardo Escalona San Martín

Al acercarnos al concepto de estado nos encontramos con un concepto que hasta hoy
sigue siendo un tema debatible, en permanente tensión y confuso, esto porque existen
ciertas dificultades analíticas para su aprehensión (Abrams, 1988)1, básicamente porque
se trata de analizar un proceso de creación social con conceptos que suponen un pleno
desarrollo de todos los atributos que definen al estado, es decir se trata de abordar un
“proceso histórico” con categorías que aluden más bien a un producto final, así mismo las
categorías analíticas que se utilizan no son excluyentes, por el contrario son
complementarias y tributan recíprocamente unas a otras, finalmente tratar de definirlo es
una tarea compleja y difícil, por cuanto cualquier esfuerzo debe contener dos niveles
analíticos, uno funcional y otro institucional. A esto se debe agregar lo que Michael Mann
denomina, el “poder infraestructural del estado”, que sería la capacidad real de penetrar
en la sociedad civil y poner en ejecución las decisiones a nivel nacional (Mann, 2011). Es
durante la modernidad, a diferencia de otros momentos en la historia, en la que el estado
comienza a desarrollar la capacidad de penetrar en la vida cotidiana de los sujetos en
forma permanente, es desde esta época en que el poder infraestructural se ha ido
incrementando en un desarrollo histórico político creciente, en el caso de América Latina,
el poder infraestructural se comenzó a desarrollar desde el momento de la emancipación
y se extendió hasta bien entrado el siglo XX. Es por esta razón que estudiar el fenómeno
del estado es complejo ya que está asociado a diferentes fenómenos y según las
combinaciones sociales y económicas en diferentes estadios de desarrollo, es posible
señalar que el estado es un fenómeno “histórico” (como característica fundante), es decir
no surge por generación espontánea ni tampoco es creado, en el sentido que “alguien”
formalice su existencia mediante una liturgia, “Ciertamente, el proceso de emancipación
constituye un punto común de arranque en la experiencia estatal-nacional de América
Latina, pero el acto de ruptura con el poder imperial no significó la automática
suplantación del estado colonial por un estado nacional” (Oszlak, 2011). El estado es el
resultado de un proceso formativo a través del cual es constituido por un conjunto
imbricado de atributos que en cada momento histórico presenta distinto nivel de
desarrollo.

Entre los elementos en los que se sustenta el desarrollo estatal es la división del trabajo,
la alfabetización, lo que implica el establecimiento de un idioma único, que según
Anderson será la base de la constitución de la nación, como una comunidad imaginada, la
capacidad de transmisión de mensajes y que estos sean acatados en todo el territorio, lo
que nos podría llevar a sostener que en el estado se dan relaciones de dominación

1
Tal como lo plantea Philip Abrams “Hemos llegado a dar por sentado al estado como un objeto de práctica y de análisis
político mientras permanece siendo espectacularmente poco claro qué es el estado. Se nos conmina desde diversos frentes
a respetarlo, a destruirlo o a estudiarlo, pero por carecer de claridad acerca de su naturaleza tales proyectos continúan
plagados de dificultades”, pág. 79. Posteriormente continua el autor planteándonos que el estado concebido como una
entidad substancial separada de la sociedad, parece ser un objeto de análisis particularmente esquivo.
situadas y que el alcance de esas relaciones está definido territorialmente, unificación de
pesos, medidas y monedas, entre otros atributos.

Nuestra propuesta es insistir en la historicidad del estado, tal como lo plantea Federico
Engels en el “Origen de la familia, la propiedad privada y el estado” al decir:

“El Estado no es, en modo alguno, un Poder


impuesto desde fuera a la sociedad; ni es tampoco
‘la realidad de la idea moral’, ‘la imagen y la realidad
de la razón’, como afirma Hegel. El Estado es, más
bien, un producto de la sociedad al llegar a una
determinada fase de desarrollo; es la confesión de
que esta sociedad se ha enredado con sigo misma
en una contradicción insoluble, se ha dividido en
antagonismos irreconciliables, que ella es impotente
para conjurar. Y para que estos antagonismos,
estas clases con intereses económicos en pugna,
no se devoren a sí mismas y no devoren a la
sociedad en una lucha estéril, para eso hízose
necesario un Poder situado, aparentemente, por
encima de la sociedad y llamado a amortiguar el
conflicto, a mantenerlo dentro de los límites del
‘orden’. Y este Poder, que brota de la sociedad,
pero que se coloca por encima de ella y que se
divorcia cada vez más de ella, es el Estado”
(Engels, 1896).

Tal como lo sugieren Philip Corrigan y Derek Sayer “La teoría social admite, desde hace
tiempo, que existe algún tipo de conexión entre la formación del estado y el surgimiento
del capitalismo moderno (…)” (Corrigan & Sayer, 2007), esto permite afirmar que existiría
una clase social, en tanto dueña de los medios de producción, controlar a otra clase social
para su explotación. Para Lenin “El Estado es el producto y la manifestación del carácter
irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento
y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse.
Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son
irreconciliables” (Lenin, 1948). Para Weber el estado nacional dio la oportunidad para el
desarrollo del capitalismo comercial, puesto que el estado lo entiende como poder
legitimado, un lugar donde se consagran las exigencias de detención del monopolio del
uso legítimo de la violencia (Weber, "Obras selectas", 1998), la formación de esto es lo
que ocurre en América Latina, hay una monopolización del uso de la fuerza. Para Marx el
estado es una construcción ideológica de la sociedad burguesa que se consolida
externamente como nacionalidad, mientras que hacia el interior se organiza como estado,
todo lo anterior en un territorio delimitado y definido hasta donde llega efectivamente el
control del mismo, sería entonces no sólo un instrumento del poder burgués, sino que es
una construcción eminentemente burguesa, de ella y para ella como clase, en el
entendido tal como lo menciona Weber, se desarrolla en la sociedad capitalista y es una
relación fundamental de esta sociedad, en donde la universalización “abstracta de la
política” y la despolitización formal de la sociedad civil forman parte del mismo proceso
constitutivo. Por lo tanto el estado se constituye en un instrumento de control y
dominación al servicio de una elite que adquiere el poder legítimo para hacer ejercicio de
él sobre una gran cantidad de personas que es denominada nación2, y de la cual la elite
también forma parte, esto nos lleva a concebir al estado en una compleja relación entre
coerción y consenso, el estado se constituye en formas culturales (actividades, formas,
rutinas y ritos) y estas son reguladas por el estado (Corrigan & Sayer, 2007). El carácter
histórico del estado es determinado por su aparición en el período histórico denominado
“modernidad” y está asociado al advenimiento del capitalismo, tal como lo sugiere Víctor
Manuel Moncayo (Thwaites Rey, Mabel (Editora), 2012), pero además porque se va
desarrollando en un continuo histórico, en ningún lugar aparece en su forma actual,
incluso se podría sostener que en un primer momento es un agregado de elementos,
instituciones y atribuciones en manos de la elite que se van desarrollando y formando con
el objeto de dar cuenta del “pacto de dominación” 3, por ende el estado como fenómeno no
es neutro, como tampoco sería un agregado de aparatos utilizables por quienes detentan
el poder en un momento determinado.

Tal como lo venimos planteando el estado está construido sobre la base de la dominación
de unos sobre otros (Lenin V. , 1960), por lo tanto puede ser entendido como una relación
de poder y conjunto de estructuras resultantes de la lucha política 4, que a su alero se
desarrollan. Siguiendo a Abrams el poder de clase es ejercido por medio de instituciones
específicas que son identificadas como centros de poder, teniendo estas instituciones
funciones y existencias por sí solas, de acá surgen estructuras y organizaciones
ideológicas ocultas, y serían dichas estructuras ocultas de los centros de poder a lo que
se refiere el estado (Abrams, 1988). Es decir se puede concebir al estado como un
mecanismo de control social que es muy propio de ciertas sociedades que han alcanzado
un cierto grado de complejidad en torno a la existencia de un mercado unificado. Como
fenómeno histórico el estado aparece bajo ciertas circunstancias y se establece mediante
la acción de algunos actores que se sirven de él para imponer sus proyectos y otros
grupos sobre los cuales se ejerce dicho proyecto. A propósito de esto es relevante
considerar la tesis de Philip Abrams que sostiene que el estado sería una especie de
reclamo bajo cuya egida se intenta dar unidad, coherencia, estructura e intencionalidad a
aquello que en la práctica no son sino intentos de dominación que frecuentemente se

2
Corrigan y Sayer plantean que “La liberación de los individuos es la condición y el corolario de la privatización de la
propiedad, de su transformación en mercancía (…). Los objetos, principalmente la tierra, los medios de producción y la
fuerza de trabajo, sólo pueden volverse propiedad privada disponible en la medida en que sus dueños están libres de
disponer de ellos. Detrás del ciudadano está el burgués (…)”, en relación a nuestro continente las constituciones dictadas
en casi todos los países entregaron la ciudadanía a los pueblos originarios, en una expresión de ciudadanización universal,
pero en el fondo lo que estaban constituyendo era la sociedad burguesa.
3
Viviane Brachet-Márquez define este concepto como “el conjunto de reglas institucionalmente sancionadas y
coercitivamente respaldadas que especifican ‘quién obtiene qué’ en un momento dado y dentro de los límites de un territorio
nacional dado”, por lo tanto es posible entender este concepto como la negociación-resolución de conflicto e
institucionalidad, por un lado, y como coerción, desigualdad y antagonismo, por otro.
4
El estado es un campo de lucha pretende ser el tipo de organización social que unifica territorios y poblaciones divididas
por
encuentran desunidos y fragmentados. Por lo tanto el estado como “proyecto ideológico”
es más que una institución que vehiculiza dichos proyectos. En este proyecto ideológico
existen una diferencia entre la práctica de la política, que se entiende como el
sometimiento políticamente organizado, y la idea del estado que es una tergiversación
colectiva, dicho de otra manera “(…) el estado no es la realidad detrás de la máscara de
la práctica política. Él mismo es la máscara que nos impide ver la práctica política tal
como es”5 (Abrams, 1988).

Al atributo de la historicidad del estado, se puede agregar que en su desarrollo se


evidencia una relación de poder, que tal como lo sugiere Weber, es él un mecanismo por
medio del cual se puede mantener dominada a una parte de la población, es decir los
dominadores actúan por sobre los dominados (Weber, 1998), desde esta perspectiva, se
puede definir al estado por el monopolio del poder que ostenta. Así el estado es "un orden
jurídico administrativo al cual se orienta el obrar realizado en función del grupo por el
cuerpo administrativo y cuyo valor se reclama no sólo para los miembros de la
comunidad, sino para todo obrar que se realice en el territorio dominado", hay aquí una
concepción jurídica y otra sociológica del estado. Weber en el texto “La Ciencia como
profesión” (Weber, "La ciencia como profesión; la política como profesión", 1992) no
atiende a las funciones que cumple el estado, sino al medio específico que utiliza para
hacer cumplir sus tareas: la violencia física, dice “en última instancia, el estado moderno
puede definirse sociológicamente a partir de un medio específico que es propio de él
como de toda asociación política, la disposición al uso de la violencia física”. A esta
concepción se añaden dos consideraciones, el fin de toda acción política es la obtención
del poder, como medio o como fin para alcanzar otros objetivos. Consecuentemente con
esto el estado es entendido como una forma de dominación de unos contra otros. En
segundo lugar el estado posee el monopolio de la violencia legítima, y es legítima puesto
que el estado se sitúa como la fuente única del derecho y se arroga para sí su utilización.
La legitimidad puede ser fingida por personas o grupos en razón de sus propios intereses,
para lo cual crea una clasificación de los distintos tipos de dominación de acuerdo a su
forma de legitimación. El estado sería una elaboración que consagra la división social del
trabajo. Como consecuencia podríamos plantear que el estado es un “fenómeno
altamente especializado y que concentra en sí mismo el mantenimiento del orden. El
estado es aquella institución o conjunto de instituciones específicamente relacionadas con
la conservación del orden (aunque pueden estar relacionadas con muchas más cosas). El
estado existe allí donde agentes especializados en esa conservación, como la policía y
los tribunales, se han separado del resto de la vida social. Ellos son el estado” (Gellner,
1983).

Evitando todo reduccionismo, podríamos decir que el estado se transforma en un


mecanismo de represión al afirmarse que “el estado es una “máquina” de represión que
permite a las clases dominantes (en el siglo XIX a la clase burguesa y a la “clase” de los

5
Al referirnos al estado es posible identificar que existen funciones que se rehúsan adherirse a estructuras y estas no logran
absorber las funciones. Las funciones particulares del estado, según Abrams, económicas, ideológicas y políticas, deben
ser entendidas en relación a las funciones globales del estado de cohesión y unificación.
grandes terratenientes) asegurar su dominación sobre la clase obrera para someterla al
proceso de extorsión de la plusvalía (es decir a la explotación capitalista)” (Althusser,
1969). En este sentido el estado sería un campo de batalla, compuesto por una serie de
instituciones sociales que pretenden la reproducción social.

A los elementos anteriores es posible agregar la idea de Pierre Bourdieu en cuanto a que
el “Estado es inseparable de un proceso de unificación de los diferentes campos sociales,
económico, cultural (o escolar), político, etc., que va parejo a la constitución progresiva de
un monopolio estatal de la violencia física y simbólica legítima. Debido a que concentra un
conjunto de recursos materiales y simbólicos, el Estado está en condiciones de regular el
funcionamiento de los diferentes campos, o bien a través de las intervenciones financieras
(como en el campo económico, las ayudas públicas a la inversión o, en el campo cultural,
las ayudas a tal o cual forma de enseñanza), o bien a través de las intervenciones
jurídicas (como las diferentes normativas del funcionamiento de las organizaciones o del
comportamiento de los agentes individuales)” (Bourdieu, 1997), lo anterior puede ser
definido como “relación de legitimación política”, este monopolio del poder simbólico por
una parte hace referencia al control de los procesos de producción de las ideas que
cohesionan, y por otra parte se trata de legitimaciones de imposiciones, de dominación y
lucha por la imposición de la dominación, lo que remite a la violencia, pero reconocida
como normal y legitima.

Al problematizar el estado, y tratando de entenderlo, es necesario introducirnos al


concepto de “hegemonía”, definido por Antonio Gramsci (Portelli, 1973) como el ejercicio
que hace un grupo dominante estableciendo un liderazgo moral político e intelectual sobre
los grupos subordinados, haciendo que sus intereses sean los de todos, en el fondo es ir
formando alianzas en torno a un grupo social definido en la defensa de sus propios
intereses por medio de la dirección moral e intelectual 6. Esto puede ser denominado
“regulación moral”, que es la normalización o naturalización de lo que es un conjunto de
premisas onto y epistemológicas de una forma particular en el desarrollo histórico del
orden social. Dicha regulación moral se hace coextensiva a la formación del estado y las
formas estatales siempre están animadas y legitimadas por un ethos moral específico.
Corrigan plantea que “(…) las agencias estatales intentan dar una expresión única y
unificadora a lo que en realidad, son experiencias históricas multifacéticas y diferenciadas
de diversos grupos dentro de la sociedad y les niegan su carácter particular” (Corrigan &
Sayer, 2007).

Guillermo O’Donnell tratando de definir el fenómeno del estado en 1977 lo concebía como
un componente específicamente político de la dominación de una sociedad
territorialmente delimitada, y por dominación entendía la capacidad, actual y potencial, de
imponer la voluntad de unos sobre otros (O'Donnell, 1977), en una especie de consenso

6
El concepto gramsciano de hegemonía es revisado por James Scott planteando que no existiría consenso
en situación de dominación, entendiendo que los dominados saben que son dominados, saben quiénes son y
cómo los dominan, por lejos en lugar de aceptar dicha dominación, inician todo tipo de maneras sutiles de vivir
con y de hablar sobre como resistir, confrontar mundos desiguales y cargados de poder, es lo que nos sugiere
William Roseberry.
en la cual unos son capaces de someterse voluntariamente mientras otros se
autoimponen el papel de ordenar y mandar, y donde lo político forma parte de un
fenómeno más general de dominación definido por el control de los medios de coerción
física excluyentemente delimitado7. Por lo tanto es posible afirmar que la relación de
dominación es una relación asimétrica. En la definición de O’Donnell se observan algunas
de las características centrales que definen a los estados. El primero y fundamental es la
posibilidad de observar “obediencia” de parte de los individuos e instituciones que se
encuentran dentro de un territorio delimitado. La dominación puede obtenerse a través del
uso de la fuerza física, pero fundamentalmente se consigue a través del control ideológico
o “convencimiento” en la legalidad y legitimidad del sistema. Sólo cuando este último
recurso da muestras de agotamiento, puede recurrirse a la coacción física.

Entonces, tal como lo sugiere O’Donell (Acuña, 2011), no se puede equiparar el estado a
un aparato estatal específico o conjunto de ellos, o en su defecto emular el mismo
concepto a lo público. Sí se puede sostener que está constituido por aparatos que forman
parte de la esfera pública, pero que no lo agotan ahí. A lo anterior se debe sumar el
conjunto de relaciones sociales que establecen un orden determinado, pero que está
respaldado por la garantía de la coacción centralizada, sobre un territorio. En el estado
existe una articulación entre las relaciones sociales y un aparto institucional, estas dos
caras de la moneda no necesariamente están coordinadas por la autonomía de lo que
Oszlak denomina “estado aparato” respecto del estado “relación social” (Oszlak, 2011).

Entendiendo al estado como una instancia de articulación de relaciones sociales, en


opinión de Oszlak (Acuña, 2011) cuesta pensar en un orden de relaciones sociales que
necesiten más de la articulación y garantía de su reproducción que las implicadas en una
economía de mercado plenamente desarrollada, es decir, en un sistema de producción
capitalista. La existencia del Estado presupone entonces la presencia de condiciones
materiales que posibilitan la expansión e integración del espacio económico en un
mercado, que aparece como una condición necesaria para la unidad nacional (Pérez,
2007) y la movilización de agentes sociales en el sentido de instituir relaciones de
producción e intercambio crecientemente complejas mediante el control y empleo de
recursos de dominación. Esto significa que la formación de una economía capitalista y de
un Estado nacional son aspectos de un proceso único, aunque cronológica y
espacialmente desigual. Pero además implica que esa economía en formación va
definiendo un ámbito territorial, diferenciando estructuras productivas y homogeneizando
intereses de clase que, en tanto fundamento material de la nación, contribuyen a otorgar
al Estado un carácter nacional.

A lo anterior se agrega que las relaciones están formalizadas por un sistema legal que
surge desde el estado y es respaldado por él, y al hablar de un sistema legal nos
referimos a una dimensión constitutiva del estado, este sistema legal viene a consagrar un
orden establecido por el mismo estado y garantizado en un territorio definido.

7
Este concepto es desarrollado por Federico Engels en distintos pasajes de “El Origen de la Familia, la
Propiedad Privada y el Estado”
El proceso de constitución del estado en América Latina se asocia a ciertas determinantes
sociales que confluyen en su configuración (existencia de la idea de nación, consolidación
de las relaciones sociales de producción y mercado, existencia de una ideología
predominante) y a estadios diferentes en el desarrollo de estos elementos, esto implica
que no todos tuvieron un mismo desarrollo, por el contrario “(…) a partir de la existencia
de un estado, se asisten a un proceso de creación social en el que se originan entidades y
sujetos sociales que van adquiriendo rasgos diferenciables” (Oszlak, 2011), lo que sí es
común a los estados que se comienzan a desarrollar es que en la experiencia real y
concreta nunca se ha establecido un orden igualitario, tampoco socialmente imparcial, ya
que el estado se sustenta y, además, contribuye a reproducir relaciones de poder
asimétricas, es un “orden” o “pacto de dominación”, en tanto que se combinan múltiples
relaciones sociales sobre la base de normas y expectativas estables. El orden social es
reafirmado y reproducido por el control hegemónico de unos sobre otros, lo que conlleva a
someterse voluntariamente al arbitrio de unos, como sostenía Weber, en la tradición, el
miedo al castigo, el cálculo pragmático, la habituación, la legitimidad y/o la efectividad de
la ley.

El estado, como resultado de un proceso de formación desarrollado en el devenir


histórico, surge en sociedades históricamente determinadas, con características y
atributos distintos según el nivel de desarrollo de cada ex unidad administrativa, para el
caso de América Latina, que poseen particularidades según las relaciones sociales,
políticas y económicas que lo informan, es por esto que Oszlak utiliza el concepto de
“estatidad” para hacer referencia al grado en que un sistema de dominación social va
adquiriendo un conjunto de propiedades que definen la existencia de los estados y que se
expresan en la capacidad de articular y de reproducir las relaciones sociales de
dominación (Oszlack, 2012 ), lo que nos llevaría a sostener la dificultad de que pueda
existir una teoría general que nos permita explicarnos a todos los estados (Poulantzas,
1980), para el caso de los estados que aparecen durante el siglo XIX en América Latina,
estos se organizan a partir de diversos proyectos implementados por las oligarquías
locales que se hacen con el poder en cada uno de los espacios territoriales definidos a
partir de las antiguas delimitaciones político-administrativas del imperio español,
dialécticamente el estado que surge es el resultado del conflicto entre las fuerzas
oligárquicas y terratenientes conservadoras y liberales que se enfrentan para hacerse con
el control de las ex colonias, por ende el “Estado es el producto y la manifestación del
carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el
momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente,
conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de
clase son irreconciliables” (Lenin, 1948), y en cada una de ellas las combinaciones
sociales son distintas, por lo tanto el éxito o fracaso de los primeros proyectos de
formación estatal estuvo condicionado por el grado de articulación de los intereses de los
productores agrícolas y los comerciantes urbanos, o la capacidad de uno de ellos de
imponer su propio proyecto, condiciones existentes para la integración económica del
espacio territorial (Oszlak, 2011). Si bien para Marx el estado se constituye en un órgano
de dominación de clase, en un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación
del “orden” que legaliza y afianza dicha opresión, amortiguando los choques entre las
clases. Si bien el estado posee una estructura material, y este no puede ser reducido
solamente a una dominación política, esta dominación está inserta en una
institucionalidad estatal (Poulantzas, 1980). El estado es, por tanto, articulador y
organizador de la sociedad, más allá de su condición de respaldo coactivo de las
relaciones de dominación sobre un territorio excluyentemente delimitado (O'Donnell,
1977).

Los estados que comienzan a estructurares en América Latina, luego de la


independencia, en las primeras décadas del siglo XIX, si bien tiene elementos comunes
con los de estados que aparecen en otras latitudes, podría ser considerado como un
hecho histórico sin muchos precedentes en el mundo, se puede agregar que incluso
anteceden a la formación de algunos estados europeos, tales como Alemania e Italia,
para la consolidación del estado como una construcción ideológica con expresión
material, se apeló a la “soberanía de la nación” 8 como elemento aglutinante de
voluntades, sin que hasta ese momento se pudiese tener mucha claridad de quienes
conformaban a la nación y de paso a la formación de un mercado unificado y delimitado
territorialmente en el cual se ejerce la dominación coactiva. Si bien es cierto existen líneas
de desarrollo similares al patrón europeo, en cuanto al surgimiento de ciertas condiciones
materiales que hacen posible el aparecimiento de un mercado nacional, como condición
previa para el aparecimiento del estado nacional.

Tal como lo señala Antonio Aninno, en un hecho inédito estos estados surgen como
consecuencia de la descomposición de “(…) dos construcciones políticas originales - la
Monarquía hispánica y el Imperio luso-brasileño - dotadas de una gran heterogeneidad
étnica, como de una extraordinaria unidad cultural” (Aninno, 2003). Siguiendo a Gabriel
Salazar el estado imperial español estaba basado en un par de ideas abstractas que
permitían la unificación, por un lado el origen divino del poder real y por otro lado la
unidad monopólica del mercado.

De lo expresado hasta ahora es posible señalar que el estado que surgió en América
Latina a partir de la ruptura con el imperio español en ningún caso significó la inmediata
suplantación del estado imperial por el estado nacional moderno, esto porque en general

8
Existe una distinción entre soberanía nacional y soberanía popular, asociadas a los conceptos políticos de conceptos de
nación política y pueblo, se debe entender que es la nación política la que ejerce la soberanía y su ejercicio necesariamente
está relacionado con la implantación de las normas fundamentales que rigen el funcionamiento del Estado.
Esto nos remite a la definición de la nación por ejemplo para Anthony D. Smith es toda comunidad humana con nombre
propio, asociada a un territorio nacional, que posee mitos comunes de antepasados, que comparte una memoria histórica,
uno o más elementos de una cultura compartida y un cierto grado de solidaridad, al menos entre sus élites. Mientras que
para Benedict Anderson esta seria toda comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana. Mientras
que para Ernest Gellner esta puede ser definida desde dos dimensiones, diciendo que 2 sujetos son de la misma nación si
comparten la misma cultura, entendiendo por cultura un sistema de ideas y signos, de asociaciones y de pautas de
conducta y comunicación. Por otra parte son nación también 2 sujetos siempre y cuando se reconocen como pertenecientes
a esa misma nación. En función del origen de las naciones Eric Hobsbawm, plantea que no son las naciones las que crean
el nacionalismo, sino a la inversa, es el nacionalismo quien inventa la nación. Es decir son las naciones las que hacen al ser
humano o connacional; las naciones son los constructos de las convicciones, fidelidades y solidaridades de los hombres.
los movimientos emancipadores fueron de carácter más bien locales o limitados a ciertas
zonas de las unidades administrativas, y que paulatinamente al ir creciendo en la base de
apoyo se fueron extendiendo hasta llegar a ser movimientos de carácter “nacionales”, en
este período proto-estatal existía un escaso conjunto de instituciones administrativas
locales, a ellas en el transcurso del siglo XIX y XX se fueron superponiendo órganos
políticos alrededor de los cuales se fue constituyendo el estado propiamente tal, se podría
afirmar que el modelo de estado moderno importado convivió con elementos heredados,
los que se fueron contrastando y/o fusionando en un proceso único, en general lo que se
aprecia para la consolidación de esta idea, de “estado”, es el resultado de un proceso de
convergencia de intereses en la constitución de la nación y de un sistema de dominación,
en un territorio definido. Así como la transformación de intereses particulares en
generales, para lo cual las instituciones estatales tendieron a apropiarse de ámbitos y
materias de actuación creados por el propio proceso de diferenciación social que tuvo un
desarrollo paralelo. En otras palabras, la ampliación del aparato estatal implicó la
apropiación y conversión de intereses “civiles”, “comunes”, en objeto de su actividad, pero
revestidos entonces de la ilegitimidad que le otorga su contraposición a la sociedad como
interés general. Además, este proceso conllevó -como contraparte material- la apropiación
de los recursos que consolidarán las bases de dominación del Estado y exteriorizarán, en
instituciones y decisiones concretas, su presencia material. La expansión del aparato
estatal deriva entonces del creciente involucramiento de sus instituciones en áreas
problemáticas (o “cuestiones”) de la sociedad, frente a las que adoptan posiciones
respaldadas por recursos de dominación, que expresan variables grados de coerción y
consenso.

O’Donell entiende al estado como el componente específicamente político de la


dominación en una sociedad territorialmente delimitada, y por dominación se entiende la
capacidad presente y potencial, de imponer regularmente la voluntad sobre otros, pero no
necesariamente contra su resistencia (O'Donnell, 1977).

Tal como lo plantea Oscar Oszlack “La formación del estado es un aspecto constitutivo
del proceso de construcción social. De un proceso en el cual se van definiendo los
diferentes planos y componentes que estructuran la vida social organizada” (Oszlack,
2012 ), es decir que los distintos estados que se construyeron en América Latina se
constituyeron a partir de las particulares combinaciones que los fueron definiendo y de los
distintos actores que participaron en dichos procesos, esta construcción social que nos
interesa en tanto estado, posteriormente hablaremos de la nación, se transforma en la
instancia política que articula la dominación dentro de la misma sociedad, materializada
en diversas instituciones que hacen ejercicio del poder de coerción (también se puede
hablar de aparatos represivos y los aparatos ideológicos del estado). El estado se debe al
desarrollo de lo que Oszlack define como atributos de “estatidad”9, estos elementos serían

9
Tal como lo plantea el autor la “estatidad supone la adquisición (…), de una serie de propiedades: 1) capacidad de
externalizar su poder, obteniendo reconocimiento como unidad soberana dentro de un sistema de relaciones interestatales;
2) capacidad de institucionalizar su autoridad, imponiendo una estructura de relaciones de poder que garantice su
monopolio sobre los medios organizados de coerción; 3) capacidad de diferenciar su control, a través de la creación de un
conjunto funcionalmente diferenciado de instituciones públicas con reconocida legitimidad para extraer establemente
aspectos comunes a todos los estados latinoamericanos en un momento determinado, y
es que la formación del estado en un primer momento fue un proceso de
“institucionalización del poder”10.

El Estado sería entonces: “(…) una relación social, (…) instancia política que articula un
sistema de dominación social. Su manifestación material es un conjunto interdependiente
de instituciones que conforman el aparato en el que se condensa el poder y los recursos
de la dominación política.” (Oszlak, O., Formación histórica del Estado en América Latina:
elementos teóricos – metodológicos para su estudio, Buenos Aires, Cuadernos de
CEDES). Esta definición de Oszlak, también hace hincapié en la característica de la
dominación política y social, que se realiza a través de un entramado institucional dentro
de un territorio geográficamente delimitado. Para llevar adelante esta tarea, el autor
distingue algunos atributos especiales que poseen los estados, denominados “atributos de
estatidad”. Esto significa que los estados en sus procesos de construcción van
adquiriendo estos atributos, que serán utilizados para llevar adelante sus objetivos y
finalidades como parte del proyecto de los grupos dominantes.

Podemos afirmar que el estado es una relación y un conjunto de estructuras resultantes


de la lucha política. El Estado es un campo de lucha y una forma de lucha política, a la
vez que se pretende que sea la forma de unificación de territorios y poblaciones divididas
por criterios de propiedad, poder político y cultura o como lo plantea Álvaro García Linera
(García Linera, 2012) “(…) es una estructura de relaciones políticas territorializadas y, por
tanto, flujos de interrelaciones y de materializaciones pasadas de esas interrelaciones
referidas a la (…) dominación y legitimación política. La lucha política se está
desplegando fuera y dentro del Estado, un Estado dividido por el modo en que los sujetos
que gobiernan diferentes niveles y espacios relacionan las estructuras estatales con las
estructuras sociales. Se podría plantear que el estado es una construcción de monopolios
legítimos sobre ciertos recursos: coerción, recursos económicos públicos y legitimación.

Parafraseando a Jorge Pinto (Pinto R., 2000), que cita a Weber, nos sugiere que el estado
ha monopolizado el uso de la coerción pública en un territorio definido y delimitado, a lo
que se puede agregar en la nomenclatura de Louis Althusser (Althusser, 1969), mediante
el uso de los aparatos represivos en manos de él, como la centralización de las fuerzas
armadas y policía, el castigo a las transgresiones a los modos de convivencia social por
medio de las cárceles y los tribunales, pero también por medio del disciplinamiento

recursos de la sociedad civil, con cierto grado de profesionalización de sus funcionarios y cierta medida de control
centralizado sobre sus variadas actividades; y 4) capacidad de internalizar una identidad colectiva, mediante la emisión de
símbolos que refuerzan sentimientos de pertenencia y solidaridad social y permiten, en consecuencia, el control ideológico
como mecanismos de dominación” en “La formación del estado argentino. Orden, progreso y organización nacional”,
páginas 16 y 17.
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Oszlack sugiere que entre 1800 y 1850 los esfuerzos de los incipientes estados se dirigieron a la eliminación de cualquier
resto de de poder contestatario, la idea era la extensión de la soberanía sobre la totalidad del territorio que se reivindicaba
como propio, según el Uti Possidetis, la capacidad de ejercer el control e imponer mando efectivo y legítimo sobre los
recursos y sujetos contenidos en dichos territorios. Esta situación se complicaba por el constante enfrentamiento entre los
intereses de las elites regionales, que poseían tradiciones localista, caudillos y proyectos federativos y tendencias
centrifugas que amenazaban la integridad de los territorios pretendidamente acotados por la nación. Es por esto que en
esta etapa los estados nacientes exteriorizaran su presencia fundamentalmente como aparatos de represión y control
social, lo que se reflejaba en el mayor peso relativo de aquellas instituciones destinadas a consolidar y legitimar el poder
centralista.
colectivo, en el fondo crear sujetos leales y además obedientes, esta sería la condición
para la existencia del estado. Esta coerción se concreta por medio de los aparatos
ideológicos del estado, materializados en instituciones donde se produce la internalización
y aceptación pre-reflexiva de los procedimientos, por parte de los conciudadanos, que
transforman la imposición “naturalizándola” en habitus.

La formación del estado como proyecto totalizante debe presentar a los distintos seres
humanos situados en el territorio donde ejerce la coerción y el consenso como miembros
de una comunidad particular, como una “comunidad imaginada”, esta comunidad es la
nación, un grupo de “connacionales”, es decir, sujetos leales capaces de admitir y aceptar
la identidad social que transmiten los grupos dirigentes a través de su acción nacionalista,
esto permite categorizar a todos los “otros”, tanto internos como externos de “extranjeros”.
La idea de nación elaborada desde el estado, conjuga elementos materiales 11 e ideales12.
Crear una nación es el elemento fundamental que permite a los grupos dirigentes
transformar a la población inarticulada y heterogénea, en un cuerpo social que justifique
su acción de liderazgo y sobre el cual pueda ejercer dominación a través del estado, dicho
de otra manera, son las propias articulaciones políticas que va estableciendo el estado no
hacen más que acercarlo a la sociedad civil sobre la cual recae el poder que ejercen los
grupos dirigentes. El cuerpo social denominado “nación”, estaría sustentado en la
denominada nación política, que para algunos denominados primordialistas tendría como
base la llamada nación cultural, este concepto podría ser considerado como una realidad
histórica, capaz de otorgar a sus miembros un sentido de pertenencia, entre otras cosas
por el territorio que habitan, el pasado común que comparten y ciertas prácticas sociales
legitimadas por la misma comunidad. Las naciones culturales, según estos, surgen casi
espontáneamente, existiendo más allá de la voluntad de algunos individuos de crearla,
otorgando a sus miembros un sentido de identidad que se reconoce o se vive, sin que
medie acción alguna tendiente a establecerla, y pareciera que esto no es lo que sucede
en algunos de los estados que nacen en América Latina durante el siglo XIX, puesto que
de lo contrario no se habrían realizado esfuerzos por dar cohesión y unidad a la idea de
nación que se desarrolló en este período utilizando diversas herramientas ideológicas,
materiales, coercitivas, simbólicas, etc.

11
Lo material está relacionado con el desarrollo de intereses resultantes de la diferenciación e integración de actividades
económicas dentro de un territorio definido, también se podría sostener la creación de un mercado nacional unificado.
12
Asociado a la propagación de símbolos, valores y sentimientos de pertenencia a una comunidad diferenciada por
tradiciones que contribuyen a la construcción de una identidad colectiva, expresada en una historicidad común.

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