SIMPOSIO DE ENDOCRINOLOGIA OBSTETRICA Y GINECOLOGICA No.
Amenaza de Aborto y Aborto Habitual.
Diagnóstico y Tratamiento
(Traducción del Dr. G. E. P.)
Hoy usaremos el término "aborto" como se usa comunmente
en el lenguaj e médico. Discutiremos el aborto espontáneo y la amenaza de aborto, sin referirnos para nada al aborto terapéuti- co o criminal.
Es difícil establecer la incidencia del aborto espontáneo. La
cifra comunmente estimada en los Estados Unidos es aproxima- damente un 10 % de todos los embarazos; quizás sea éste un índi- ce un poco bajo, pues todos pensamos que el aborto espontáneo es quizás un poco más frecuente, y hay series en las cuales se citan cifras hasta de un 25 %. Se dice que aproximadamente el 4 % de los abortos r esulta de factores recurrentes que están presentes o tienden a estarlo en cada embarazo, y que del 12 al 15 % de los abortos espontáneos e inocentes se deben a o están asociados con la expulsión de huevos defectuosos.
En relación con la amenaza de aborto, tenemos la tendencia
a aceptar que una muj er está amenazando abortar cuando tiene a lguna pérdida sanguínea vagina l durante el embarazo, pero mu - chas veces no se establece precisamente si la hemorragia provie- ne realmente del útero ya que hay médicos que dudan si debe o no practicar se el examen vaginal en mujeres que sangran en los pri- meros m eses del embarazo. Lo que confirma el diagnóstico de la amenaza de aborto es la prueba de que la hemorragia es uterina y está asociada con contracciones del útero y comienzo de dilata- ción cervical. Muchas veces sucede que algunas de estas mujeres que sangran en los primeros m eses del em barazo no están ha- ciendo amenazas de aborto sino que están sangrando por causa de un pólipo cervical, por una proliferación anormal de la muco- sa cervical, por a lguna condición patológica local de las paredes Julio-Agosto 1960 464 Rev. Col. Obst. y Ginec.
vaginales, o porque hay en algunas una tal confu sión de la ana-
tomía que juzgan como hemorragia vaginal la sangre que puede provenir de la uretra o del recto.
Hertig estima que un 50 % de las mujeres que amenazan abor-
tar, no abortarán aunque no se haga absolutamente nada ni si- quiera indicarles reposo en cama ni ningún tratamiento, y que probablemente llegarán al término; y si recordamos que el 12 a l 15 % de las mujeres que amenazan abortar abortan de todas ma- neras porque eliminan huevos defectuosos, nuestros esfuerzos te- rapéuticos estarán dirigidos solamente a un 35% de mujeres que sería lo que podemos considerar como verdaderos casos tratables. Vol. XI Nº 3 AMENAZA DE ABORTO Y ABORTO HABITUAL 46S
se tiene con frecuencia la oportunidad de hacer investigaciones
y estudios objetivos más completos.
Debemos ponernos de acuerdo en el sig nificado de la expre-
tensión nerviosa; el 12 % a defectos y deficiencias físicas, y el
21 % no suministraron ninguna información al respecto. Hay gran tendencia a conceder importancia especial al traumatismo como causa del aborto y seguramente muchas pacientes que abor- tan nos revelan un antecedente traumático, pero de todas mane- ras yo medito muy seriamente, si el traumatismo será en realidad un factor de importancia en la etiología del aborto. Uno de los artículos más reveladores que he leído en muchos años, fue el que describía una serie bastante grande de heridas de bala en úte- ros grávidos, con reparación quirúrgica de las heridas y conti- nuación de los embarazos después del tratamiento. De aquí que yo piense que el traumatismo, y lo que acabo de relata r es real- mente traumatismo, no es de por sí un factor predominante en el aborto.
En términos generales, al considerar la etiología del aborto
desde un punto de vista más objetivo y médico, creo que debemos concretarnos en términos de las causas que enumero a continua- ción, teniendo el cuidado de señalar las que pueden ser recurren- tes y ejercer su influencia a través de varios embarazos consecu- tivos. El huevo defectuoso, que no hay razón para que tenga que ser necesariamente recurrente. Las enfermedades infecciosas fe- briles y agudas, que en ciertos casos pueden ser recurrentes, pues si una paciente ha tenido una nefritis aguda que reincide con mo- tivo de los embarazos subsiguientes, podemos claramente com- prender que la enfermedad febril puede ser realmente peligrosa para el huevo in útero. La nidación y albergue inadecuado del embrión por causas que paeden ser recurrentes cuando hay fun- ción luteal deficiente para poder hacer un buen endometrio pro- gestacional, o cuando el embrión encuentra en el útero un sitio que no es part icularmente favorable por causa de mala irrigación o presencia de miomas submucosos. Las varias anomalías del úte- ro como septación, úteros bicórneos, miomas submucosos, etc., to- dos son factores potenciales de aborto y pueden por supuesto ser recurrentes a no ser que sean tratados previamente. La insufi- - ciencia cervical, sea primitiva o adquirida por causa de lacera- ciones profundas, puede ser causa recurrente si no es tratada oportunamente. Los factores psicológicos, incluyendo el stress y las crisis emocionales son usualmente situaciones recurrentes, y para mí son quizás éstas las causas más comunes de los abortos habituales inexplicables sobre la base de enfermedad orgánica del Vol. XI N' 3 AMENAZA DÉ ABORTO Y ABORTO HABITUAL 467
útero o cualquiera otro factor. El hipotiroidismo, sabemos que
puede producir abortos, que produce abortos, y en tanto que no sea adecuadamente tratado, las probabilidades de aborto estarán presentes en cada embarazo. Luego, podemos tener una deficien- cia de oxitocina un cambio en el gradiente de la contractilidad ute- rina, o un exceso de actividad de la oxitocinasa, y todos estos factores pueden ser recurrentes. O la mujer puede tener muy poca oxitocina para mantener el cuello uterino suficientemnte cerrado e impedir que el útero tienda a desocuparse durante el embarazo, o el gradiente de contracción puede estar desviado y hacer su efecto lejos del cérvix en el embarazo reciente, o puede haber exceso de oxitocinasa y por consiguiente muy poca oxito- cina que produzca ese gradiente benéfico de contracción.
Estas causas no han sido enumeradas necesariamente en or-
den de frecuencia, y ya anoté que creo firmemente que los fac- tores psicógenos son factores muy importantes en el aborto habi- tual. En realidad para afirmar esto no hay que ir más lejos que leer la importante comunicación de Bevis en The Lancet de agos- to de 1951, en la cual informa sobre el tratamiento de 32 casos de aborto habitual, correctamente definidos de acuerdo con las nor- mas que establecimos al comienzo, y tratados solo con reposo en el lecho durante el tiempo que se suponía corresponderá las fallas menstruales y soporte psicológico; ningún tratamiento adicional. En su serie, Bevis consiguió 81 % de partos a término, y nadie que trate el aborto habitual por cualquiera otro sistema, inclu- yendo cualquier tipo o dosis de hormonoterapia, puede presentar una estadística mejor. Creo que esto confirma realmente la gran fuerza del factor psicológico en la mujer que aborta habitualmen- te, y la realidad de los datos presentados en el informe de Bevis es más grande que estas cifras, pues él informó específicamente sobre el terreno psicológico de las muj eres estudiadas, concluyen- do que muchas de estas mujeres en r ealidad no deseaban sus hi- jos aunque manifestaran lo contrario al médico o a sus esposos, llegando hasta presionar fuertemente al médico para que hiciera algo en el sentido de lograr la feliz culminación del embarazo, cuando subconcientemente no deseaban sus hijos. Muchas de esas mujeres presentadas por Bevis eran frígidas, y se encontraron en la mayoría de ellas desviaciones psico-sexuales muy netas. Con- cluímos, pues, que esto es más importante que la sífilis, las defi- ciencias de vitaminas, incluyendo la vitamina E y otros muchos Julio-Agosto 1960 468 Rev . Col. Obst . y Ginec .
factores largamente tenidos en cuenta y que parecen tener muy
poco o nada que ver en la etiología del aborto habitual.
Qué debemos hacer en el sentido de investigar a la llamada
abortadora habitual? En primer término, preferimos ver a esta paciente cuando no está embarazada, en vez de que llegue a con- sultar porque tiene dos meses de embarazo, ha perdido sus cuatro últimos niños y quiere que hagamos algo por ella. Es preferible la paciente que, no estando embarazada, nos da la oportunidad de investigarla lo mejor posible. Si, por otra parte, llega embara- zada, todo lo que podemos hacer es animarla, y esto no es sufi- ciente. Lo primero que yo hago cuando veo una mujer que da una historia de tres o más abortos consecutivos es solicitar le que de- be acudir en compañía de su esposo con el objeto de poder con- versar ampliamente con ambos, y practicar algunos exámenes. Una de las primeras cosas que hay que manifestar a la pareja es que no se debe intentar un nuevo embarazo hasta tanto el médico no les diga que se han hecho todos los estudios y está todo listo pa- ra ello, lo mismo que expresarle que toda mujer abort adora ha- bitual debe dejar en reposo su útero por lo menos por un año an- tes de intentar un nuevo embarazo. Ciertamente vemos muchas mujeres que reportan tres o más abortos en el curso de un año, y que ponen un nuevo embarazo dentro de un útero que está des- arrollando el hábito del aborto, antes de que ese útero tenga la oportunidad de involucionar adecuadamente y regresar a su esta- do normal.
Luego manifiesto a la paciente que debemos pasar por un
estudio detallado de la pareja, y los someto a una investigación igual a la que haría 3i nunca hubieran tenido un embarazo. Una historia cuidadosa, una historia sexual muy íntima, una historia muy íntima de su vida doméstica, de sus relaciones con su espo- so, qué clase de marido es, qué tipo de traumatismo psicológico ocasiona él quizás sobre ella, algo acerca de los niños, parientes y demás personas que con ella conviven, y todos los demás facto- res que puedan intervenir para ocasionar traumatismo psicológico.
Examen físico completo, cuidadosa investigación de la fun-
ción tiroidea , registro de temperatura basal por varios meses con- secutivos para tener alguna idea sobre la duración de la fase lu- teal, y luego el histerograma, que es naturalmente t ambién una Voi. XI N' 3 AMENAZA DE ABORTO Y ABORTO HABITUAL 469
histerosalpingografía, aunque damos por garantizado que las
trompas son sanas desde que se están presentando embarazos. Lo que con esta radiografía se busca es conocer lo más posible sobre la cavidad uterina, buscando signos radiológicos de fibroma sub- mucoso, malformación uterina, etc. lo mismo que todos los datos sobre retención y evacuación del medio de contraste que permi- tan evaluar una posible insuficiencia cervical.
Después hacemos por lo menos una biopsia endometrial co-
rrelacionada con la temperatura basal, para estar seguros de que no haya una insuficiencia de cuerpo lúteo. Damos por desconta- do que hay ovulación, y sería una gran sorpresa encontrar un dé- ficit ovulatorio en una paciente que consulta por aborto habitual. En fin, la investigación psicológica de la mujer, pero no por el psiquiatra sino por el ginecólogo mismo, a medida que se va ga- nando la confianza de la paciente y va entrando en mejor contac- to con ella.
En referencia al marido, acostumbramos conversar detenida-
mente con él para averiguar cuáles son sus relaciones con su es- posa, su acoplamiento sexual, los problemas del día y todas las co- sas que puedan ser de algún interés, pues yo creo que no hay ho- gar que esté libre de crisis. Pueden éstas ser en unos más fre- cuentes que en otros, pero estoy seguro que todos las tenemos en uno u otro grado. Hacemos en el esposo un examen general, no con la esperanza de encontrar fallas fundamentales puesto que ha podido impregnar varias veces antes a su esposa. Averigua- mos sobre su función tiroidea, pues creemos que un hipotiroidis- mo puede producir espermatozoides deficientes que podrían even- tualmente contribuír a los abortos de la esposa. Si se encontrare en el hombre un hipotiroidismo, consideramos que antes de in- tentar un nuevo embarazo deberá recibir terapéutica tiroidea. Del espermograma no se esperan informaciones especiales pues- to que se presume que todos sus aspectos son más o menos nor- males, y si se encontrara en él un cierto porcentaje de formas anormales de espermatozoides, no nos inclinaríamos a relacionar- los con los abortos de su esposa, ya que el moco cervical de la mu- jer tiene la propiedad especial de filtrar las formas anormales de espermatozoides. Si se tiene un individuo con 40 a 50 % de formas anormales de espermatozoides, juzgadas morfológicamen- te por las coloraciones del líquido seminal, y luego se toma el mo- Julio-Agosto 1960 470 Rev. Col. Obst . y Ginec.
co cervical despu és del coito, no se encuentran en el moco for-
mas morfológicamente anor males. E sto no presume que los es- permatozoides no puedan ser anormales desde el punto de vista germinal, debido a hipotiroidismo o a otras causas, ya que en el examen seminal lo único que se puede juzgar es el aspecto mor- fológico del esperma.
Insistimos en el contacto permanente con el esposo de la
aborta dora habitual para tenerlo bajo control, hacerle notar to- do lo que sea de importancia en r elación con la mujer, tratar de hacer lo que llamamos el " lavado del cerebro", y r ecalcar le sobre la importancia de esperar lo menos un años antes del próximo em- barazo. Si existen problemas cotidianos, dificultades de uno o de otro orden, tratar de que sean alejadas de la mujer mientras es- tá embarazada; suprimir totalmente la actividad sexua l durante el embarazo, y cuando se trate de buscar el embarazo después de la autorización médica, permitir el coito únicamente en la época en que se propone que la mujer debe quedar embarazada, es de- cir en la época de la ovulación. En ningún caso debe haber acti- vidad sexual en los días anteriores a la que se supondría ser la primera falla menstrual en caso de que se hubiera conseguido el embarazo que se busca, no sea que esto pueda ser un factor trau- mático que eventualmente ocasione una nidación insegura del huevo, con el siguiente aborto.
Cuando se ha completado el estudio de la pareja, nuestros
ha llazgos deben delinear una pauta de tratamiento específico. Desgra cia damente en muchos casos el estudio de la pa r eja no da informaciones específicas sobre la causa del aborto recurrente. Si del examen se deducen situaciones específicas, deben naturalmen- te ser tratadas, sea corrigiendo la insuficiencia cervical, el mio- ma submucoso, etc. Si no se demuestran condiciones específicas, nuestro r égimen anti-abortivo se hará con base en medicina más bien empírica, basada especialmente en el soporte psicológico, en el mantenimiento de relaciones estrechas entre el médico y la pa- reja, tratando siempre de llevar a la mujer una sensación de se- guridad.
En otras palabras, lo que realmente hacemos en este rég imen
anti-abortivo es trabajar bajo la base de que los factores psicoló- gicos y psico-sexuales influyen muy profundamente en la etio- Vol. XI N' 3 AMENAZA DE ABORTO Y ABORTO HABITUAL 471
logía de los abortos de repetición. Así, lo que hacemos en rela-
ción con ese enfoque más o menos psicológico o psico-terapéutico del problema, es tranquilizar a la mujer, asegurarle que no he- mos encontrado en ella ninguna condición seria, nada que sepa- mos que pueda ocasionarle otro aborto; ya se ha dado al útero el tiempo de descanso conveniente, y creemos que el embarazo debe llegar a término. En estas condiciones, podemos darle la "luz ver- de" y manifestarle que puede buscar su nuevo embarazo, con la condición de que no debe haber coito sino exclusivamente en la fe- cha previamente establecida como época de ovulación, de acuer- do con los registros de temperatura basal. Debe advertirse que la gráfica de temperatura basal debe continuar siendo llevada es- trictamente hasta que se llegue a la plena confirmación de la existencia de embarazo. Casi siempre, la falta de descenso de la temperatura basal después de 14 días de su aspecto indica que la mujer está embarazada, y es éste un test de embarazo muy se- guro en este tipo de pacientes. Repetimos una vez m ás que no debe haber coitos durante el embarazo y que debe haber reposo absoluto en cama durante dos o tres .días cada mes, en la época de las fallas menstruales. Se proscribirán totalmente los ejercicios fatigantes, el levantar co- sas pesadas, los viajes largos aún en avión, y se buscará la coo- peración del esposo en el sentido de tratar a su mujer en forma debida, evitándole todo traumatismo psíquico, ayudándola con los niños, no quejándose en presencia de ella de estar sobregirado en los bancos, etc. El uso de drogas tranquilizadoras pueden eventual- mente ser necesario en la mujer, y en ocasiones también en el marido. Se hará terapéutica tiroidea emp1nca cada vez que haya al- guna mínima razón que la justifique, aún en pacientes que no tienen necesariamente un hipotiroidismo, pues en realidad puede tener alguna utilidad, en todo caso no ocasionará daño. La tera- péutica empírica con estrógenos-progesterona se comenzará tan pronto como se inicie el embarazo, a juzgar por la curva de tem- peratura basal y por la am enorrea, y debe continuarse durante los primeros meses del embarazo, hasta que pase la época en que usualmente se presenta el aborto. En cuanto a la dosis de esta terapéutica hormonal, en realidad no tiene importancia especial; vuelvo a pensar que por esta afirmación se me tachará nuevamen- te de nihilista terapéutico, pero esta es mi opinión. Julio-Agosto 1960 472 Rev. Col. Obst. y Ginec.
La terapéutica endocrina específica depende naturalmente de
los hallazgos hechos. Si hay en la mujer o en el marido un hipoti- roidismo, debe hacerse el tratamiento correspondiente antes de intentar el nuevo embarazo, y la mujer debe continuar con tiroi- des durante todo el embarazo. Si se demuestra que hay hipopro- gestinismo, entonces la administración de est;rógenos y progeste- rona al tiempo de la ovulación, y de acuerdo con los ensayos para conseguir el embarazo, son una terapéutica racional. En realidad, si en una mujer hay un hipoprogestinismo demostrado y se le dan estrógenos y progesterona para complementar la deficiente fun- ción del cuerpo lúteo durante los intentos para lograr el embara- zo, pienso que esta mujer debe seguir recibiendo estrógenos y pro- gesterona durante el embarazo, hasta el tiempo en que podamos estar seguros de que el sistema corio-placentario puede suplir su- ficientemente la función luteal, ya que un cuerpo lúteo débil pue- de no ser capaz de extender su función durante los primeros me- ses del embarazo.
Si después de un buen estudio se llega a la conclusión de que
se justifica cualquiera otra medida o quirúrgica, debe adoptarse sin demora. Si la mujer ha sufrido una suspensión del útero, que no le permite crecer más de los tres o cuatro meses de embarazo porque está fijo en la pelvis debido a la operación anterior o a adherencias, entonces hay que liberar el útero para poder lograr un embarazo a término.
Volviendo al tema de la terapia estrógeno-progesterona, sea
que se suministra bajo indicación precisa, o simplemente porque está consagrada por el uso, no hay, hasta donde se me alcanza, una prueba concluyente de que los estrógenos o la progesterona puedan prevenir los abortos en la mayoría de las mujeres. No existe hoy en día esa prueba. Debe haber algunos casos en que es- ta terapia pueda ser útil, pero falta la prueba objetiva, salvo en el pequeño grupo de casos en que se ha demostrado un hipopro- gestinismo definitivo y que constituirían el único ejemplo de te- rapia racional con estrógenos-progesterona durante el embarazo. Si de todas maneras se va a usar este sistema de tratamiento, opi- no que deben administrarse las dos hormonas conjuntamente me- jor que cualquiera de las dos en forma aislada, puesto que ambas están formadas por el cuerpo lúteo y luego por el sistema coriopla- centario en proporciones más o menos iguales, como pudimos ver- Vol. XI N' 3 AMENAZA DE ABORTO Y ABORTO HABITUAL 473
lo en las curvas de excreción que presentamos en la conferencia
sobre fisiología del embarazo. Nunca he creído que haya razón para temer el uso de la pro- gesterona en el tratamiento del aborto habitual, como se des- prendería del informe de la escuela de Baltimore sobre la ocu- rrencia de pseudohermafroditismo femenino en las niñas nacidas de madres tratadas con progesterona para prevenir aborto. En es- te campo, se trata de atribuír un mayor riesgo a l uso de los pro- gestínicos sintéticos en relación con el uso de la hormona natu- ral. Sabemos muy bien que el pseudohermafroditismo femenino puede aparecer aunque la madre no haya recibido progesterona, y p or otra parte m uchos de los casos descritos por el grupo de Wil- kins no son verdaderos pseudohermafroditismo sino pequeñas ano- malías del clítoris y del seno urogenital. En una reunión provoca- da en Chicago en el pasado noviembre para tratar sobre los nue- vos progestínicos de síntesis y a la que asistieron más de 50 gine- cólogos y obstetras de todos los Estados Unidos, hubo acuerdo unánime en que ninguno había visto caso de pseudohermafroditis- mo femenino atribuíble al tratamiento de la madre con progeste- rona. Esto no quiere decir que eventualmente no pueda ocurrir en a lgunos casos, pero me parece que esto no debe ser motivo para prescindir del uso de progesterona en el tratamiento del aborto . Si han de usarse estrógenos como parte de la terapia estró- geno-progesterona en el tratamiento del aborto, podemos usar es- trógenos naturales o dietiles-tilbestrol, pues por una u otra razón las embarazadas parecen tolerar mejor el dietilestilbestrol, sin acusar náusea y vómito, y además es un estrógeno barato. Los es- teroides progestacionales pueden usarse oralmente o en inyección, dando indistintamente progesterona de corta acción o progestero- na de acción prolongada (Caproato de 17-hidroxi-progesterona). En cuanto a dosis, me resulta muy difícil decir a Uds. cuáles se- rían los requerimientos de cada caso, especialmente si no se está convencido del papel que estas drogas puedan tener en la preven- ción del aborto en la mayor ía de las mujeres. Creo que los estró- genos y la progesterona pueden ser dados en dosis relativamente bajas y sin necesidad de aumentos escalonados en la dosis, enten- diendo por aumentos escalonados el hecho de aumentar cada 10 días, o cada 2 semanas la dosis de la droga, con el fin de buscar niveles cada vez más altos en ellas. Un tratamiento suficiente po- dría ser algo así como una dosis de 10 a 15 miligramos de dietil- Julio-Agosto 1960 474 Rev. Col. Obst. y Ginec.
estilbestrol por vía oral, y 25 miligramos de progesterona en acei-
te cada tercer día, o el uso de progesterona oral a dosis corres- pondientes, hasta viabilidad del feto o hasta que la mujer pase el tiempo de embarazo en el cual usualmente aborta. No puedo, en realidad decir cuál sería la manera óptima de tratar estas pa- cientes. Para Uds. es seguramente familiar el tratamiento preconi- zado por Smith y Smith de Boston. Se trata de suministrar en los casos de aborto habitual, únicamente dietilestilbestrol, sin proges- terona, por vía oral, comenzando por 5 miligramos cada dos sema- nas hasta la 15:¡i, semana, para aumentar luego 5 miligramos se- manales hasta después de la viabilidad fetal, lo que significaría que a l aproximarse el término la mujer estará tomando alrededor de 125 miligramos diarios de dietilestilbestrol. Los Smith afirman ,que por este sistema se logr a una mayor liberación de progestero- na en la embarazada, pues por una u otra razón el dietilestilbes- trol estimularía las células sinciciales placentarias para producir más progesterona. La base para esta afirmación surgió de que en las pacientes así tratadas se encontraron a umentos en la excre- ción del complejo de pregnandiol dosificado en la orina, que iban de acuerdo con la cantidad de dietilestilbestrol suministrada. El antiguo método de Venning y Browne para la determina- ción del complejo de pregnandiol en la orina supone que el preg- nandiol se excreta en forma de glucuronato de pregnandiol, y su- pone que si se lleva la orina a va rias fases de extracción se ob- tendrá un precipitado que al pesarlo indicará cuántos miligramos del complejo de pregnandiol había en la orina examinada. Cuan- do este precipitado se obtiene en cantidad suficiente, se puede hacer la determinación de su punto de fusión, y si éste está más o menos cercano del punto de fusión del glucuronato de pregnan- diol, pueden tomarse las determinaciones como mucho más segu- ras. Por supuesto, hay muchos casos en que el precipitado es in- suficiente y no se puede hacer correctamente la determinación de su punto de fusión, y digo esto con el objeto de hacer énfasis en algunas dificultades técnicas en la determinación del pregnandiol urinario. Para abreviar, lo que los Smith encontraron r ealmente aumentado en la orina de sus pacientes no fue el complejo de pregnandiol sino el glucuronato de dietilestilbestrol que aparecía en los precipitados con los mismos aspectos físicos que el comple- jo de pregnandiol, y todo lo que estaban midiendo era la canti- Vol. XI W 3 AMENAZA DE ABORTO Y ABORTO HABITUAL 475
dad de dietilestilbestrol que estaban suministrados a sus pacien-
tes. Esto destruiría químicamente su teoría, pero no tiene nada que ver con los buenos resultados que los autores dicen haber obtenido con esta terapéutica, ya que ellos han obtenido resulta- dos semejantes a los de cualquiera otro que usa la combinación de estrógenos y progesterona, o la progesterona sola. Personalmente, abrigo muchas dudas acerca del valor de las determinaciones de pregnandiol urinario, en el estudio y observa- ción de las pacientes de aborto. Esta creencia se basa en el hecho de que por tres o cuatro años consecutivos hicimos durante el em- barazo determinaciones diarias de pregnandiol urinario en todas las pacientes que habían tenido abortos previos, en todas las abor- tadoras habituales en tratamiento y en las que estaban haciendo amenazas de aborto, logrando totalizar 5.000 determinaciones de pregnandiol, lo que estimo una cantidad suficiente para concep- tuar al respecto. Se llegó a la conclusión de que no puede uno ba- sarse mucho en las cifras de pregnandiol para prever lo que va a ocurrir en los embarazos, pues tuvimos pacientes que aborta- ron con niveles normales de pregnandiol, pacientes que abortaron con niveles apenas un poco bajos, y otras que abortaron con ni- veles superiores a los que se consideran normales. Pudimos tam- bién observar que cuando los niveles comienzan a decrecer y van acercándose al cero, no es posible mejorarlos con el tratamiento por progesterona, cualquiera que sea la dosis. Naturalmente, cuando los valores caen a cero, las pacientes abortarán irremisi- blemente sin que la terapéutica progesterónica pueda hacer nada para evitarlo. Por estas razones en nuestra Universidad fueron suspendidas las determinaciones sistemáticas de pregnandiol, pues no daban margen para llegar a resultados terapéuticos es- pecíficos. Ahora que hemos estado mencionando el uso de las nuevas drogas progestógenas de síntesis derivados de la nor-testosterona y algunos derivados de la 17-hidroxi-progesterona, sabemos que estos derivados no aumentan .los niveles de pregnandiol urinario pues no se metabolizan en forma de pregnandiol. En nuestro país ha habido algún entusiasmo en relación con varios preparados de relaxina en el tratamiento de la amenaza de aborto y del parto prematuro. En mi opinión los informes no son convincentes pues se han basado en series relativamente peque- ñas, ya que algunos autores reportan dos o tres pacientes trata- Julio-Agosto 1960 476 Rev. Col. Obst . y Ginec .
das y creen que llegaron al término por causa del tratamiento.
No puedo darles al respecto información personal, porque la re- laxina es una droga muy costosa, los fabricantes no se han mos- trado muy generosos con ella al suministrarla para experiencias clínicas, y mu chos no nos hemos inclinado a ún a comprarla en el mercado con fines de investigación. Hay cierto interés en algunos por el uso del alfa-tocoferol o aceite de embrión de trigo en el tratamiento del aborto habitual, pero no parece tener especial influencia, aunque de todas mane- ras estoy seguro de que no hace ningún perjuicio. Se presentan en seguida a lgunas curvas de los valores típi- cos de pregnandiol, que fueron publicadas hace ya varios años. Son valores compuestos, no tomados de una sola paciente sino de grupos de pacientes que entran dentro de las diversas catego- rías. Hay un grupo que indica los niveles de pregnandiol que con- sideramos esencialmente normales. Otro grupo de pacientes que comenzaron más o menos normales en las primeras ocho semanas de embarazo y que luego comenzaron a decrecer y cayeron hasta cero, con el consigu iente e inevitable aborto a pesar de los esfuer- zos terapéuticos con progesterona. Otro grupo de pacientes con cifras no demasiado bajas a l compararlas con las normales, pero que de todas maneras abortaron. Otro grupo que tuvo abortos de muy poca edad, con cifras muy bajas, y en las que no se pudo sa- ber el nivel de pregnandiol a pesar del tratamiento. En conclu- sión, no se puede conceder a la determinación de pregnandiol ningún valor definitivo para poder seguir el curso del tratamien- to en la amenaza de aborto, o en el aborto habitual. Resumiendo, para terminar, los aspectos más importantes en el tratamiento del aborto habitual, tenemos: Reposo uterino por lo menos por un año después del último aborto; cuidadosa inves- tigación de la pareja antes de que ocurra un nuevo embarazo; tra- tamiento de los trastornos específicos del útero, cérvix, glándu- las endocrinas, y de cualquier otra anormalidad que pueda estar actuando, e institución de las medidas necesarias para suavizar- los o erradicarlos; seguridad psicológica, y psicoterapia. Finalmente, el médico debe ser honesto consigo mismo en la evaluación de su terapéutica hormonal, y debe tener siempre en la mente un gr an interroga nte : si su terapéutica hormonal es es- pecífica, o es simplemente psicoterapia.