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Docente frente a grupo en Escuela Normal Urbana Federal de Tlaxcala “Lic. Emilio
Sánchez Piedras”
El significado que cada quien le asigna a ser docente, puede ser muy personal y
estar entretejido con las creencias, las experiencias y -por qué no decirlo- con los
prejuicios referentes a esta profesión. Sin embargo, como todo significado, no se
puede apartar de estar situado en un tiempo y un espacio.
Desarrollo
El significado de ser docente puede tomar dos aspectos, hay que aclarar que no
son sucesiones, aunque podría ser así: el primer aspecto considera el ser docente
desde el punto de vista de la enseñanza; es decir, estamos hablando de un docente
que trata a sus estudiantes como una tavola rasa (término en italiano que quiere
decir: tabla rasa), como recipientes a los que hay que llenar.
Si se observa esta forma de actuar de manera crítica, este docente coloca etiquetas
a sus estudiantes, es excluyente, propicia la división en el aula de clase
estableciendo jerarquías y no es partidario de las nuevas formas de aprendizaje,
como se podrá deducir, tiene a sus favoritos que gozan de privilegios que otros no
podrán obtener.
Hablemos ahora del segundo aspecto que repercute en el significado del ser
docente: el aprendizaje. Cuando el maestro se centra en el aprendizaje, es obvio
que los protagonistas son los estudiantes, por ello es inclusivo, considera que todo
el mundo puede aprender, y que sus estudiantes poseen conocimientos valiosos
que se deben o tienen que rescatar.
Es importante para el maestro: saber de qué saberes tiene que partir para poder
brindar una enseñanza ajustada, pero más que eso: propiciar los aprendizajes
necesarios (Zona de Desarrollo Próximo) para poder lograr los aprendizajes
esperados (Nivel de Desarrollo Potencial), establece con claridad el objetivo a
conseguir y permite que los estudiantes vayan ganando autonomía, esto porque él
no es el protagonista sino, un mediador entre el objeto de conocimiento y el
estudiante (Vigotski, 2007). Es obvio que su desempeño como mediador debe
tender a la justicia (dar a cada quien lo que necesite).
Como se puede observar, el significado del ser docente, está impregnado de bases
filosóficas, pedagógicas y legales que delínean y enfocan esta labor noble de la que
muchos autores consideran que más que tener muchas técnicas y metodologías, es
un arte; es decir, la proporción necesaria de teoría y de práctica, guardando una
perfecta armonía.
Permita este último párrafo la referencia hacia Savater (1991), quien nos menciona
en Ética para Amador que, «En el arte de vivir, el hombre es al mismo tiempo el
artista y el objeto de su arte, es el escultor y el mármol, el médico y el paciente»,
resultado imprescindible vincularlo a la figura del docente, quien prepara a los
estudiantes para que tomen este tipo de decisiones importantes y sean virtuosos en
el “arte de vivir”.
Cada quien le asigna un significado personal al ser docente, entre los estudiantes
está muy extendida la creencia sobre que: el maestro lo sabe todo; sin embargo, en
esta era de la Sociedad del Conocimiento, cualquier estudiante con un smartphone
puede googlear los conceptos que el docente está tratando de explicar y darse
cuenta del grado de dominio que posee sobre la temática a enseñar.
Al parecer, efectivamente los saberes del docente deben tener una base firme, no
sólo para ser la figura de autoridad en el aula, sino para que propicie los
aprendizajes en sus estudiantes.
Narrar nuestras experiencias sobre los docentes que hemos tenido, puede
permitirnos analizar el tipo de docente con el que hemos interactuado.
Hay docentes muy tradicionales que, les gusta que sus alumnos se terminen los
cuadernos escribiendo todo el día, sin cuestionar para qué sirve lo que les enseña;
docentes que piensan que es más importante lo que ellos saben que, lo que saben
sus estudiantes, son docentes rígidos, poco empáticos, y pudiera ser que las clases
sean aburridas y que por más que se busca, no se encuentra aplicación en la vida,
de ese aprendizaje.
Por el contrario, puede haber docentes “buena onda” o “laissez faire”, que son
agradables, pero que no se sabe hacia dónde van, está latente la sensación de no
aprender nada y que no es tan importante la asignatura.
Y por último, los docentes que innovan: son docentes que piden que los estudiantes
se involucren en sus aprendizajes, que cuestionen, que investiguen, que descubran
el porqué de las cosas, suelen ser creativos, pero en ocasiones no comprendes
para qué quiere lo que te pide. No obstante tener un docente así, permite aprender
de forma consciente, es más, las estrategias de aprendizaje desarrolladas son
factibles de aplicar a otros aspectos, no sólo académicos.
Conclusiones
Creo que el enojo social que las actitudes (y también aptitudes) de algunos docentes
provocan, es señal de que esperan mucho de nosotros; para mí es un aliciente, un
área de oportunidad para poder atraer a la sociedad hacia nosotros. Tenemos que
hacer que, nuevamente vuelvan a creen en nosotros, no por dogma; sino porque
estamos preparando a los estudiantes para trabajos y oficios del futuro que aún no
existen, porque resolvemos los problemas comunitarios y contribuimos a mejorar el
entorno, porque nuestras clases son creativas y apasionadas, porque somos
profesionales de la educación.
Referencias bibliográficas
Savater, F. (1991). Ética para Amador. 1ª. Edición. España: Ariel. Pág. 20.
Películas y documentales
Khan, A. (2007). Taare zaamen par (Todo niño es especial). India: Aamir Khan
Productions.