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La historia de la humanidad ha sido contantemente marcada por la

información que en ella circula. El conocimiento y la educación son elementos que


desde los inicios de la sociedad han estratificados a los grupos que se forman en
esta. Desde el invento de la imprenta, con Gutenberg en 1450, y el lento
surgimiento de la burguesía, se cimentaron las bases que darían entrada a la
modernidad y la llegada de los sistemas democráticos en el mundo donde toma
importancia la opinión pública.

La esfera pública es el espacio donde se desarrolla la opinión pública. Esta


tiene su aparición en historia cuando la sociedad burguesa se consolida, junto con
un incremento del flujo de información debido a la circulación de periódicos y
diarios, esto a la par que el capitalismo mercantil toma fuerza como sistema
económico.

En esta esfera, las personas que hacen su vida privada se reúnen para
discutir públicamente sobre temas que son de interés y relevancia para toda la
comunidad. Habermas habla de este espacio como un lugar público donde las
personas expresan libremente sus opiniones y se hace presente el lenguaje a
través de la argumentación y la confrontación de las opiniones. Es “(…) el uso
público de la razón por parte de los individuos interesados en abrir el debate y la
discusión en torno a temas e intereses de carácter general” (Marquez, 2013).

En la misma visión de Habermas, la esfera pública no es parte del Estado,


más bien es como una esfera intermedia entre la esfera de autoridad que tiene el
Estado y la esfera privada que tienen las personas en su vida. En esta esfera del
discurso es el espacio los ciudadanos pueden criticar y cuestionar las actividades
del Estado.

En el ideal, la esfera pública es un espacio completamente abierto donde


cualquier persona puede ser parte, pero esto dista en la práctica, donde el público
lector burgués eran los que hacían vida y participaban en los salones y cafeterías,
lugares que se convirtieron en los lugares de reuniones periódicas para el debate.
La revolución industrial tomó parte en el aumento del flujo de información
dentro de la esfera pública, rompiendo barreras geográficas y achicando
distancias entre los distintos sectores en la sociedad. Al menos así se creía
cuando las largas vías ferroviarias y las líneas cableadas de telégrafo tomaron
parte en el paisaje y cruzaban vastas extensiones de terreno desapareciendo en
el horizonte.

Como ya comentamos, la información ha sido de suma importancia en el


desarrollo de las sociedades en la historia conocida de la humanidad, esto lo
destaca Manuel Castells en una entrevista a la BBC. Lo nuevo no es la
información dentro de la sociedad, sino todo el aparataje tecnológico que
inventamos para el procesamiento de la misma1.

“La revolución digital está basada en la convergencia de transformaciones


profundas en la microelectrónica y en las telecomunicaciones. Por lo tanto, afecta
los programas informáticos y los sistemas de computadoras que manejan el
sistema”. (Castells, 2009)

La cantidad de dispositivos inventados a partir de los avances


microelectrónicos permite colocar mayor capacidad de procesamiento en equipos
más pequeño, cómodos y completamente móviles, que con su capacidad de
cómputo permiten la creación de más complejas aplicaciones que permiten
conectarnos en redes y expresar nuestra opinión. Desde el inicio, el teléfono
celular irrumpió en la cotidianidad de las personas, rompiendo las barreras
espaciales, permitiendo mantenerse conectado en casi cualquier lugar donde
estés, la condición es tener cobertura2.

Lo que inicio como un dispositivo que permitían enviar cortos mensajes,


luego llegó las llamadas con voz, hoy permite un sin fin de posibilidades, como
llamadas por internet de voz y video, conferencias de múltiples personas,

1
Castells, M. (19 de Noviembre de 2009). El lado oscuro de internet somos nosotros. (L. Nessi,
Entrevistador)

2
Ibíd.
conectarse en la web 2.0 compartiendo imágenes, videos, incluso transmitiendo
videos en vivo, acción que solo era exclusivo de la televisión con un complejo
aparataje de equipos técnicos y profesionales.

Las telecomunicaciones juegan un rol fundamental en el papel de


expansión, proveyendo conectividad a los innumerables dispositivos electrónicos
que hemos inventado, no solo ofreciendo cobertura, sino proporcionando de
mayores velocidades de conexión que satisfacen las altas demandas que los
nuevos procesadores requieren para transportar los procesos.

El catálogo de dispositivos que se conectan ahora son casi innumerables, el


internet nos ha permitido conectar en la red los más diversos equipos de la
cotidianidad, televisores, radios, impresoras, aires acondicionados, puertas, luces,
relojes, lentes y sigue la lista. Todo lo podemos conectar en un solo ambiente,
manipular desde nuestro teléfono inteligente. Esto ha aumentado el sentido de
empoderamiento que tiene las personas de controlar su entorno cotidiano como su
casa u oficina.

Esta revolución digital inicio apenas en la década de los 70, y en un tiempo


vertiginoso ha cambiado la vida de la sociedad, a tal punto que es ahora difícil
imaginarse un mundo sin la intervención de aparatos o equipos digitales. Los
cambios en la nueva era digital se producen de maneras constantes y muy
rápidas. En contraste con los cambios en las sociedades antes de la entrada de la
modernidad, e incluso antes de la revolución digital, los avances que se incorporan
en la sociedad actualmente producen efectos al corto plazo de manera drástica,
que para inicios del siglo pasado hubieran sido inimaginable.

La liberación del internet para uso público trajo consigo una gran promesa a
la sociedad que fue recibida con gran entusiasmo: la democratización de la
información en este nuevo universo de la web. Se generó un cambio en la
participación política, incrementando significativamente la intervención del
ciudadano común dentro de esta, aparente, nueva esfera pública que aparece.
En este punto es importante precisar el concepto de democratización que
estamos empleando, nos quedamos con el utilizado por Hindman en su libro El
mito de la democracia digital en el cual “democratización supone ante todo que la
tecnología amplificará la voz política de los ciudadanos comunes”. Internet, desde
este punto de vista, está ampliando la esfera pública, aumentando la participación
de los ciudadanos en las actividades políticas. Esto supone un reto a los grupos
de élites que por tradición existían (Hindman, 2008).

Manuel Castells (2009), por su parte, se refiere a internet como una


amplificación de las prácticas tradicionales que, históricamente, siempre han
existido en las sociedades humanas. “Estas redes expresan el potencial
extraordinario de comunicación y de sociabilidad que existe en nuestro mundo y
que era muy difícil de practicar cuando todos vivían en bloques de tiempo y
espacio en los que apenas era posible comunicarse”. Como refiere más adelante,
el internet lo que ha hecho es explotar esa capacidad de creatividad y de estar
unos con otros o enfrentarnos.

Los sistemas de poder, los Estados, reconocen la democratización de la


información que implica el uso de la web, en especial la web 2.0, que supone un
reto para el ejercicio de autoridad, donde los ciudadanos pueden discutir
horizontalmente libre, aparentemente, de las restricciones del Estado.

El gran entusiasmo que conllevó la llegada del internet no es un hecho


nuevo en la historia.

“La construcción de canales, vías ferroviarias, fábricas, y


plantas de energía eléctrica, así como la introducción del telégrafo,
el teléfono, el automóvil, la radio y la televisión, han estado siempre
acompañados de entusiastas proclamas sobre cómo cada
innovación proporcionaría a la gente corriente mayor acceso a los
recursos, mayor poder sobre decisiones clave, y amplias
oportunidades para la participación política” (Marquez, 2013).
Partiendo del nuestro punto de vista, finalizando la segunda década del
siglo XXI, contrastada con esta visión de las anteriores revoluciones de la
modernidad, no toma por sorpresa que en los 90 haya existido una gran utopía
sobre las capacidades que el internet traería consigo.

La postura utópica equiparaba el desarrollo tecnológico con el aumento de


la participación ciudadana en el debate político. Este desarrollo tecnológico se ve
en los computadores y las redes que internet formaba. Las personas empezaron a
profetizar una democracia que sería totalmente transparente, donde todos podían
participar de forma directa y no iban a existir jerarquización dentro de la estructura.
Así se creía el devenir de la democracia con el internet.

La web 2.0 alimentó estas ideas. La posibilidad que tienen los usuarios
participar en la producción de contenido y compartirlos, ya no es solo una tarea
de las personas que programaban en la red. El surgimiento de los blogs, las redes
sociales, las wikis y otras hacen pensar en ese modelo ideal de lo que se piensa
de la esfera pública, donde hay interactividad, transparencia y participación directa
libre del control del Estado.

Ahora, los grupos sociales que antes no tenían voz, pueden ser escuchados
porque intervienen en esta esfera y ahora forman parte de los tema de discusión
política. Por eso, la web 2.0 se considera una herramienta que empodera a los
ciudadanos. Ahora se han visto nuevas expresiones de protesta y formas de
organización civil para discutir sobre temas que antes no estaban en la agenda de
los medios. Así ven en ella también una nueva forma de activismo político digita 3.

Las movilizaciones y las protestas asociales cada vez más, son


organizadas y convocadas desde las redes sociales digitales. En general, los que
apoyan la visión más utópica o integrada del internet, la web 2.0, afirman que este
nuevo entorno constituye una nueva esfera pública, donde se ha aumentad la
libertad de expresión y hay nuevas posibilidades de integración de personas que

3
Marquez, I. (2013). ¿Existe una esfera pública digital? Una reflexión crítica. En A. Navas, C. Sabino, C.
Ricaurte, & I. Máquez, Redes sociales, ciudadania y política (págs. 127-144).
están separadas geográficamente, pero pueden unirse para manifestar su
descontento u opiniones en diversos temas, incluso, convocar a realizar
manifestaciones en lugares físicos4.

Por otro lado, Hindman, en su libro El mito de la democracia digital,


concluye que “que Internet está dando mayor voz a los ciudadanos comunes en el
discurso público”5. Esta es una visión un poco integradora pero purgada de esos
deseos utópicos que produjo la llegada del internet. Esta mirada menos ingenua
toma en cuenta “los efectos que tiene la brecha digital, la influencia de las fuerzas
económicas y los gatekeepers de Internet, y el simple hecho de que todos los
sitios web no son creados iguales”6.

La brecha digital es uno de los argumentos que tienen los científicos con
una visión menos integrada, y si se quiere, apocalíptica. Se sabe que el internet
tuvo una expansión vertiginosa en los años 90, pero para 2001, hace ya 18 años
atrás, su crecimiento desaceleró. Los grupos históricamente desfavorecidos
poseían un acceso más restringido a internet, restringido porque las mismas
clases sociales donde se encuentran los rezagan en el acceso a internet. Si bien,
la web 2.0 supone una participación directa, horizontal y sin intervención de los
Estados, el acceso a internet privilegia a unos sobre otros a entrar en esta esfera
pública, donde te tienes que conectar a una red para poder existir allí.

El empoderamiento de nuevas tecnologías para acabar con las


desigualdades como lo supone las visiones utópicas se ven desalentadas por el
resultado de investigaciones que cita el mismo Hindman “Cada vez más, la
investigación ha demostrado que las habilidades necesarias para utilizar la Web
de manera efectiva son tal vez incluso más estratificadas que el acceso en sí
(Hargittai 2003, Dijk 2005, DiMaggio y otros 2004, Norris 2001)”7.

4
Ibíd.
5
Hindman, M. (2008). El mito de la democracia digital.
6
Ibíd.
7
Ibíd.
La brecha digital se amplía no solo por el acceso a internet, también por las
habilidades que hay que tener para utilizarlo. Sin embargo, en este momento
diversas empresas como Facebook y Google, por mencionar solo a dos están
trabajando en sistemas que provean internet a cada lugar habitado de la tierra que
aún no posee, cualquiera sean las razones. Ya se están lanzando pruebas con
una red de satélites que provean de cobertura a los espacios geográficos aislados.

Manuel Castells es más optimista al referirse a la brecha digital. Sostiene


que las distancias que aún existen se están cerrando, incluso en los países no
desarrollados. Se refiere a la tecnologías de las telecomunicaciones actuales
como “la tecnología de comunicación más extraordinaria de la historia en términos
de difusión y que constituye realmente un sistema mundial de comunicaciones”
(Castells, 2009).

Este lado más optimista apuesta al aumento del acceso de las tecnologías
necesarias para unirse a esta esfera digital.

También las influencias económicas se hacen presentes en internet, esto lo


observa Hindman. Quien comenta la preocupaciones de algunos autores sobre el
efecto del mercado en las empresas relacionadas con el soporte de hardware que
perjudique la apertura que tenga el internet, además que la influencia de este en
los motores de búsqueda porque estos son la ventana de tantos los que quiere
darse a escuchar, como de los que quieren soso escuchar.

Si bien para la visión integradora del internet, este ayudaría a la eliminación


de las exclusividades políticas porque nos da participación directa a todos.
Hindman concluye que internet no elimina esta exclusividad, si no, desplaza la
barrera de exclusividad y agrega maneras novedosas de filtrar la información.

Partiendo de las visiones e investigaciones que hemos presentados.


Podemos afirmar que el internet y la web 2.0 han constituido un nuevo espacio
público, donde las personas pueden elevar sus voces y opinar sobre temas que
tradicionalmente no se les daba importancia, pueden cuestionar las actividades de
gobierno y se genera un nuevo tipo de ciberactivismo en el cual se rompen las
barreras geográficas para organizarse civilmente a favor o en contra de cualquier
tema, incluso teniendo repercusiones físicas, como las convocatorias a las
protestas.

Si bien constituye un nuevo espacio público, hay que librarse de las


ingenuas utopías, ni compararlo que la esfera pública ideal que envuelve toda la
propuesta de Habermas sobre qué debía ser una esfera pública. No hay que caer
en la idealización de este nuevo universo que se construye en la red de redes, aún
existe una brecha de acceso importante que hay que combatir, y una vez saldada
ese brecha, queda por cubrir la educación que necesita para desarrollar las
habilidades necesarias para utilizar correctamente el entorno digital.
CONCLUSIÓN

En conclusión, podemos decir que la revolución digital que vivimos desde la


década de los 70 del siglo XIX ha traído cambios vertiginosos en la sociedad,
democratizando la información y permitiendo que un gran número de persona
participen de las actividades políticas de una forma directa como nunca antes se
había visto, rompiendo barreras espacio-temporales.

Se ha creado una nueva plaza del espacio público mundial que tiene
características sin precedentes en la historia de la humanidad. Sin embargo, no
hay que caer en la ingenua utopía de la llegada del internet, y en especial la web
2.0, en la cual se profetizó un futuro libre de cúpulas políticas o monopolios de la
información, donde todos los ciudadanos del mundo participaban al mismo nivel
de la vida política. Ciertamente, la red ha generado un espacio que desafía y
cuestiona a la autoridad de los Estados, sin embargo, existen brechas de acceso y
educación que aun aíslan a ciertos sectores de la sociedad que no pueden
participar de esta plaza. Sin contar a las influencias comerciales, económicas y
patrones de agenda tradicionales que afectan el contenido divulgado en el
internet.

El internet sin duda se ha convertido en una esfera pública, pero no en el


redentor de las clases desfavorecidas, ni el emancipador de la sociedad y
precursor de la democracia idílica que anhelan en la sociedad. Los avances
tecnológicos que vivimos en la sociedad, fue en su momento el ferrocarril y el
telégrafo, y antes la imprenta, son solo plataformas que permiten y crean
condiciones de las cuales las fuerzas sociales se puede aferrar para crear
cambios profundos en su estructura. Pero estas herramientas solo amplifican lo
que los seres humanos somos. La educación y el conocimiento son las mejores
armas que tenemos los seres humanos para liberarnos.
Bibliografía

Castells, M. (19 de Noviembre de 2009). El lado oscuro de internet somos nosotros. (L. Nessi,
Entrevistador)

Hindman, M. (2008). El mito de la democracia digital.

Marquez, I. (2013). ¿Existe una esfera pública digital? Una reflexión crítica. En A. Navas, C. Sabino,
C. Ricaurte, & I. Máquez, Redes sociales, ciudadania y política (págs. 127-144).

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