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Renacimiento

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Para otros usos de este término, véase Renacimiento (desambiguación).

Hombre de Vitruvio, dibujo de Leonardo da Vinci, expresión del canon estético renacentista

Renacimiento es el nombre dado en el siglo XIX a un amplio movimiento culturalque se


produjo en Europa Occidental durante los siglos XV y XVI. Fue un período de transición entre
la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna. Sus principales exponentes se hallan en el
campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias,
tanto naturales como humanas. La ciudad de Florencia, en Italia, fue el lugar de nacimiento y
desarrollo de este movimiento, que se extendió después por toda Europa.
El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una
nueva concepción del hombre y del mundo. El término «renacimiento» se utilizó reivindicando
ciertos elementos de la cultura clásica griega y romana, y se aplicó originariamente como una
vuelta a los valores de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza tras
siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática establecida en la
Europa medieval. En esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser
humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y
las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por el antropocentrismo.
El historiador y artista Giorgio Vasari fue el primero que utilizó la palabra "renacimiento"
(rinascita) para describir la ruptura con la tradición artística medieval, a la que calificaba como
un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el calificativo de Gótico. Vasari opinaba que las
artes habían entrado en decadencia al hundirse el Imperio Romano y solo habían sido
rescatadas por los artistas de la Toscana a partir del siglo XIII.1
El concepto actual de Renacimiento (del francés Renaissance) fue formulado a mediados del
siglo XIX por el historiador francés Jules Michelet, en su obra Renaissance et Réforme,
publicada en 1855.2 Por primera vez, Michelet usó el término en el sentido de un periodo
histórico, que abarcaría desde el descubrimiento de América hasta Galileo, y lo consideró más
importante por sus desarrollos científicos que por el arte o la cultura. Michelet, que
era nacionalista francés y republicano, le atribuyó al Renacimiento unos valores democráticos
opuestos a los de la Edad Media precedente y un protagonismo francés.3
El otro historiador que tuvo gran influencia en dar forma al concepto de Renacimiento fue el
suizo Jacob Burckhardt, quien lo definió como el periodo entre Giotto y Miguel Ángel, es decir
del siglo XIV a mediados del XVI. Buckhardt destacaba del Renacimiento el surgimiento del
espíritu individualista moderno, que la Edad Media habría cohibido.4
Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significó
una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese momento había sido «supranacional». El
Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y geográfico:
su ámbito se limitó a la cultura europea y a los territorios americanos recién descubiertos, a los
que las novedades renacentistas llegaron tardíamente. Su desarrollo coincidió con el inicio de
la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los estados europeos, los viajes
transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América, la descomposición
del feudalismo, el ascenso de la burguesía y la afirmación del capitalismo. Sin embargo,
muchos de estos fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en el tiempo el
ámbito renacentista.5

Índice

 1Aspectos generales
o 1.1Contexto histórico
o 1.2Definición
o 1.3Estética
 2Arte
o 2.1Etapas
o 2.2Italia
 2.2.1Arquitectura
 2.2.2Pintura
 2.2.3Escultura
o 2.3España
o 2.4Francia
o 2.5Alemania
o 2.6Flandes y Países Bajos
o 2.7Otros países
o 2.8Arte colonial hispanoamericano
o 2.9Artes gráficas y decorativas
o 2.10Jardinería
 3Literatura
 4Teatro
 5Música
 6Danza
 7Filosofía
 8Ciencia
 9Vida y costumbres
 10Véase también
 11Referencias
 12Bibliografía
 13Enlaces externos
Aspectos generales[editar]
Contexto histórico[editar]
Artículo principal: Edad Moderna

Véase también: Renacimiento del siglo XII

Imprenta europea del siglo XV. La difusión de la cultura gracias a la imprenta fue una de las principales
causas dinamizadoras de la nueva corriente cultural renacentista.

El Renacimiento marca el inicio de la Edad Moderna, un período histórico que por lo general
se suele establecer entre el descubrimiento de América en 1492 y la Revolución francesa en
1789, y que, en el terreno cultural, se divide en el Renacimiento (siglos XV y XVI) y
el Barroco (siglos XVII y XVIII), con subdivisiones como el manierismo, el rococó y
el neoclasicismo. Otros historiadores sitúan la fecha de inicio en 1453, caída
de Constantinopla, o bien remarcan un hecho trascendental como la invención de
la imprenta (hacia 1440 aproximadamente, de la mano de Johannes Gutenberg).6
Los antecedentes históricos del Renacimiento cabe situarlos en la decadencia del mundo
medieval ocurrida a lo largo del siglo XV por diversos factores, como el declive del Sacro
Imperio Romano Germánico, el debilitamiento de la Iglesia católica a causa de los cismas y los
movimientos heréticos —que darían origen a la Reforma protestante—, la profunda crisis
económica derivada del anquilosamiento del sistema feudal, y la decadencia de las artes y las
ciencias, lastradas por una teología escolástica sumida en el escepticismo.7
Frente a esta decadencia, los principales centros académicos europeos buscaron regenerarse
a través del retorno a los valores de la cultura clásica grecorromana. A su vez, comenzó a
fraguarse una nueva sociedad fundamentada en el auge de los nuevos estados centralizados,
con poderosos ejércitos y administraciones burocratizadas —inicio del autoritarismo
monárquico preconizado por Maquiavelo—, así como en el crecimiento demográfico y una
economía centrada en una nueva clase social emergente, la burguesía, que puso los
cimientos del capitalismo y una economía mercantil y preindustrial; todo ello coadyuvado por
el progreso técnico y científico experimentado durante este período, fundamentado en la
imprenta y la consiguiente velocidad de difusión de las novedades.8 Surgió así una visión del
mundo más antropocéntrica, desligada de la religión y el teocentrismo medieval, en la que el
hombre y los avances científicos supondrán la nueva forma de valorar el mundo: el
humanismo, un término inicialmente aplicado a los especialistas en disciplinas grecolatinas
(derecho, retórica, teología y arte), que se haría extensivo a filósofos, artistas, científicos y
cualquier estudioso de las diversas ramas del conocimiento que comenzaron entonces a
aglutinarse en un concepto de cultura general.7
En Italia, el epicentro de la cultura renacentista, la división del territorio en ciudades-estado
con diferentes regímenes políticos —repúblicas como Florencia o Venecia, estados
monárquicos como Milán y Nápoles o el dominio papal en Roma— propició el ascenso de una
élite económica que patrocinó la cultura y el arte como instrumentos de propaganda del
estado, cada uno rivalizando con los demás en magnificencia y esplendor. La educación se
volvió más accesible, dejando de estar circunscrita al clero, y se favoreció el debate
intelectual, con la fundación de universidades y el patrocinio de la literatura.9
Por su parte, el siglo XVI estaría marcado por los grandes descubrimientos geográficos
iniciados con la llegada de Colón a América en 1492 (establecimiento de la ruta del
Cabo por Vasco da Gama, 1498; vuelta al mundo de Magallanes, 1519-1521; desembarco
de Cortés en México, 1519; conquista de Perú por Pizarro, 1530-1533), así como por la
ruptura de la unidad cristiana causada por la Reforma protestante de Martín Lutero (1520), el
desarrollo de la ciencia y la técnica (Nova Scientia de Tartaglia, 1538; De
revolutionibus de Copérnico, 1543; Anatomía de Vesalio, 1543) y la expansión del humanismo
(Erasmo de Róterdam, Giovanni Pico della Mirandola, Ludovico Ariosto, Tomás Moro, Juan
Luis Vives, François Rabelais).7
Definición[editar]

La Fornarina, pintura de Rafael, expuesta en el Palacio Barberini de Roma. En el Renacimiento se


afianza el retrato como género autónomo. Aquí se aprecia además el interés por el desnudo, procedente
del arte clásico, dando como resultado una imagen heroica de la dama representada.

El término «Renacimiento» procede del italiano Rinascita y fue acuñado por el artista e
historiador Giorgio Vasari en sus Vidas (1542–1550), en alusión al renacer de la cultura
clásica tras el oscurantismo medieval. Como tal, supone un fenómeno tanto social como
político y cultural que abarcó todo el continente europeo durante los siglos XV y XVI.7 En la
historiografía moderna, la primera definición del Renacimiento procede del historiador
francés Jules Michelet (La Renaissance, 1855),10 mientras que la visión actual del mundo
renacentista fue forjada por Jacob Burckhardt en su ensayo La cultura del Renacimiento en
Italia (1860).8
Aunque se suele situar el inicio del Renacimiento en el siglo XV numerosos historiadores lo
retrotraen al siglo XIV o aun al XIII, a la obra de algunos artistas considerados precursores,
como Cimabue y Giotto en pintura o Nicola Pisano en escultura. Estos sentaron las bases de
los primeros artistas plenamente renacentistas en la Florencia del primer cuarto del siglo XV,
como el pintor Masaccio, el escultor Donatello o el arquitecto Brunelleschi, todos ellos
interesados en el naturalismo, la armonía y las proporciones matemáticas. 11
En este clima cultural de renovación, basado en modelos de la antigüedad clásica, surgió a
principios del siglo XV un movimiento artístico en Italia de gran vitalidad, que se extendería de
inmediato a otros países de Europa.12 El artista tomó conciencia de individuo con valores
intrínsecos, se sintió atraído por la cultura y el saber en general, y comenzó a estudiar los
modelos de la antigüedad, a la vez que estudiaba disciplinas como la anatomía e investigaba
nuevas técnicas, como el claroscuro y la perspectiva, desarrollándose enormemente las
formas de representar el mundo natural con fidelidad. El paradigma de esta nueva actitud
es Leonardo da Vinci, quien se interesó por múltiples ramas del saber, pero del mismo
modo Miguel Ángel Buonarroti, Rafael Sanzio, Sandro Botticelli y Bramante fueron artistas
conmovidos por la imagen de la antigüedad y preocupados por desarrollar nuevas técnicas
escultóricas, pictóricas y arquitectónicas, así como por la música, la poesía y la nueva
sensibilidad humanística.13
No cabe duda de que el Renacimiento evolucionó en buena medida del arte medieval, una
parte del cual no había dejado de valorar e imitar el arte clásico; pero el artista renacentista
buscó imperiosamente distanciarse de la etapa posterior, a la que menospreciaban por su
supeditación a los valores religiosos y por su estilo antinaturalista, proveniente no de una falta
de habilidad técnica en imitar a la naturaleza, sino de una voluntad propia de eludirla para
enfatizar otros valores más subjetivos, ligados a la espiritualidad. Sin embargo, el propio
artista renacentista no valoró este hecho y se sintió distinto, «renacido»; así, Lorenzo
Valla llegó a afirmar que no sabía por qué las artes «habían decaído hasta tal punto, y casi
muerto; ni tampoco por qué habían resurgido en esa época; apareciendo y triunfando tantos
buenos artistas y escritores».14
David (1440), de Donatello, Museo Nazionale del Bargello, Florencia. En esta obra se representa un
personaje bíblico como un héroe de la Antigüedad clásica, una clara muestra del nuevo concepto
renacentista del arte.

Buena parte del surgimiento de esta nueva escala de valores, en que artistas y literatos serán
exaltados por encima de personajes de noble cuna, proviene del sistema de ciudades-estado
italianas de tipo republicano, alejadas así de los modos autoritarios de la aristocracia y el
clero, con sociedades en que se valoraba más el mérito propio que no el proveniente del
nacimiento en una determinada estirpe. En esta nueva sociedad se valora más la virtud cívica
que la caballeresca o contemplativa, el talento personal —fuese en los negocios, la ciencia o
el arte— que el rancio abolengo.15
Conviene remarcar que un factor que coadyuvó enormemente al éxito de las nuevas teorías
artísticas fue el mecenazgo, tanto de ciudades y entidades de diversa índole como de
personajes provenientes tanto de la aristocracia y el clero como de la nueva burguesía
emergente. Para estos personajes, el patronazgo de la cultura era una señal de poder y
estatus social, que otorgaba a quien lo ejercía prestigio y ostentación frente a sus semejantes.
Algunos de los mecenas más distinguidos fueron: el florentino Lorenzo de Médicis, apodado
«el Magnífico»; Federico da Montefeltro, duque de Urbino; Ludovico Gonzaga, marqués de
Mantua; Alfonso el Magnánimo, rey de Nápoles; Francesco y Ludovico Sforza, duques de
Milán; además de los papas y cardenales de la Iglesia.16
El artista renacentista es heredero de los preceptos de la cultura clásica, pero los reinterpreta
a través del humanismo, reafirmando los valores intrínsecos del mundo perceptible y del ser
humano como parte de esa realidad sensible. Aunque no renuncia a la religión y los valores de
la realidad cristiana, da preponderancia a esta nueva visión humanística por encima de la
trascendencia religiosa. Así, a la visión estática del universo preponderante durante la Edad
Media se sucede una visión dinámica que se sustenta en la experimentación y en la
revalidación del método científico como fuente de conocimiento.17 Por otro lado, los nuevos
valores supremos del artista serán la belleza y la armonía, desligadas de la religión y
sustentadas en el estudio de la naturaleza, que a través de la medida y la proporción otorgan
al artista nuevas herramientas para realizar sus obras.18
Mientras surgía en Florencia el Quattrocento o Primer Renacimiento italiano —así llamado por
desarrollarse durante los años de 1400 (siglo XV)—, originado por la búsqueda de
los cánones de belleza clásicos y de las bases científicas del arte, se produjo un fenómeno
similar y coetáneo en Flandes —especialmente en pintura—, basado principalmente en la
observación de la naturaleza. Este Primer Renacimiento tuvo gran difusión en la Europa
Oriental: la fortaleza moscovita del Kremlin, por ejemplo, fue obra de artistas italianos.13
La segunda fase del Renacimiento, o Cinquecento (siglo XVI), estuvo marcada por la
hegemonía artística de Roma, cuyos papas(Julio II, León X, Clemente VII y Paulo III, algunos
de ellos pertenecientes a la familia florentina de los Médici) apoyaron fervorosamente el
desarrollo de las artes, así como la investigación de la antigüedad clásica. Sin embargo, con
las guerras de Italia (saco de Roma en 1527), muchos de estos artistas emigraron y
propagaron las teorías renacentistas por toda Europa.13
Así, a lo largo del siglo XVI el Renacimiento italiano se extendió por toda Europa,
desde Portugal hasta Escandinavia, y desde Francia hasta Rusia. Muchos artistas viajaron en
busca de formación o mecenazgo, y las grandes cortes europeas —
como Fontainebleau, Madrid, Praga o Dresde— se llenaron de artistas de múltiples
nacionalidades. Se valoraba especialmente a los artistas italianos, pero numerosos
extranjeros que fueron a formarse a Italia adquirieron así una nueva reputación. Un factor
coadyuvante de la difusión del nuevo arte fue el grabado, cuya fabricación en serie permitió
expandir las obras de los artistas por todo el continente.19 También aumentó
considerablemente el mercado del arte, y la labor de los marchantes fue esencial para
conectar a artistas y compradores; uno de los mayores centros de mercado del arte de la
época fue Amberes.20 También creció el coleccionismo, y aparecieron las llamadas «cámaras
de arte» (Kunstkammern), generalmente pertenecientes a personajes de la aristocracia y la
realeza, unas estancias donde se exponían objetos de arte de todo tipo, libros y objetos de
toda clase, e incluso minerales o muestras naturales, de la flora y la fauna; una de las más
afamadas fue la de Rodolfo II en Praga.21
Características
De forma genérica se pueden establecer las características del Renacimiento en:

 La «vuelta a la antigüedad»: resurgieron tanto las antiguas formas arquitectónicas como el


orden clásico y la utilización de motivos formales y plásticos antiguos. Asimismo, se
tomaron como motivos temáticos la mitología clásica y la historia, así como la adopción de
antiguos elementos simbólicos. Con ello el objetivo no era efectuar una copia servil, sino
la penetración y el conocimiento de las leyes que sustentan el arte clásico. Buena parte de
esta revalorización del arte clásico vino por los hallazgos arqueológicos de piezas como
monedas, camafeos o esculturas romanas, así como la recuperación de tratados clásicos
como los de Vitruvio, esenciales en la renovación de la arquitectura.12

 Surgimiento de una nueva «relación con la naturaleza», que iba unida a una concepción
ideal y realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la principal ayuda de un
arte que se preocupa incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de belleza.
La aspiración de acceder a la verdad de la naturaleza, como en la antigüedad, no se
orienta hacia el conocimiento de fenómeno casual, sino hacia la penetración de la idea.12

 El Renacimiento hace al «hombre» medida de todas las cosas. Presupone en el artista


una formación científica, que le hace liberarse de las actitudes gremiales y mecanicistas
más propias del medievo y elevarse en la escala social. Esto supone revestir al artista de
una nueva consideración, la de «creador». La figura humana es el nuevo centro de interés
del artista, que estudia con detenimiento la anatomía para hacer una representación
fidedigna, al tiempo que valora aspectos como el movimiento y la expresión.12

 El «mecenazgo»: las clases altas patrocinaban y encargaban obras constantemente, ya


que el arte era visto como un instrumento de prestigio y refinamiento, lo que condujo a un
momento de gran brillantez en todas las disciplinas artísticas. Los principales centros de
mecenazgo fueron la Florencia de los Médicis en el Quattrocento y la Roma papal en
el Cinquecento.12
Estética[editar]
Ejemplo canónico para representar la cabeza humana acorde con La Divina Proporción de Luca Pacioli

La cultura renacentista supuso el retorno al racionalismo, al estudio de la naturaleza, la


investigación empírica, con especial influencia de la filosofía clásica grecorromana. La estética
renacentista se basó tanto en la antigüedad clásica como en la estética medieval, por lo que a
veces resultaba algo contradictoria: la belleza oscilaba entre una concepción realista de
imitación de la naturaleza y una visión ideal de perfección sobrenatural, siendo el mundo
visible el camino para ascender a una dimensión suprasensible.22
Uno de los primeros teóricos del arte renacentista fue Cennino Cennini: en su obra Il libro
dell'arte(1400) sentó las bases de la concepción artística del Renacimiento, defendiendo el
arte como una actividad intelectual creadora, y no como un simple trabajo manual. Para
Cennini el mejor método para el artista es retratar de la naturaleza (ritrarre de natura),
defendiendo la libertad del artista, que debe trabajar «como le place, según su voluntad»
(come gli piace, secondo sua volontà). También introdujo el concepto de «diseño» (disegno),
el impulso creador del artista, que forja una idea mental de su obra antes de realizarla
materialmente, concepto de vital importancia desde entonces para el arte moderno.23
En ese contexto surgieron varios tratados más acerca del arte, como los de Leon Battista
Alberti(De Pictura, 1436-1439; De re aedificatoria, 1450; y De Statua, 1460), o Los
Comentarios (1447) de Lorenzo Ghiberti. Alberti recibió la influencia aristotélica, pretendiendo
aportar una base científica al arte. También habló de decorum, el tratamiento del artista para
adecuar los objetos y temas artísticos a un sentido mesurado, perfeccionista.24 Fue Alberti
quien agrupó a la arquitectura, la escultura y la pintura en el grupo de las artes liberales, ya
que hasta entonces eran consideradas como artesanía; con ello, elevó al artista a la categoría
de creador intelectual.25 Ghiberti fue el primero en periodificar la historia del arte, distinguiendo
antigüedad clásica, período medieval y lo que llamó «renacer de las artes» (Renacimiento).26
El Renacimiento puso especial énfasis en la imitación de la naturaleza, lo que consiguió a
través de la perspectiva o de estudios de proporciones, como los realizados por Luca
Pacioli sobre la sección áurea: en De Divina Proportione (1509) habló del número áureo —
representado por la letra griega φ (fi)—, el cual posee diversas propiedades como relación o
proporción, que se encuentran tanto en algunas figuras geométricas como en la naturaleza, en
elementos tales como caracolas, nervaduras de las hojas de algunos árboles, el grosor de las
ramas, etc. Asimismo, atribuyó un carácter estético especial a los objetos que siguen la razón
áurea, así como les otorgó una importancia mística.27
Por otro lado, Giorgio Vasari, en Vida de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores
italianos desde Cimabue hasta nuestros tiempos (1542–1550), fue uno de los predecesores de
la historiografía del arte, al confeccionar una crónica de los principales artistas de su tiempo,
poniendo especial énfasis en la progresión y el desarrollo del arte.28
Arte[editar]
Artículo principal: Arte del Renacimiento

Etapas[editar]

David de Miguel Ángel. Diseñada y ejecutada para presidir la plaza principal de Florencia, esta escultura
es en realidad una estudiada alegoría política bajo la apariencia del tema cristiano. La visión resulta
amplificada por las dimensiones colosales de la estatua, pensada para no perderse en el espacio de la
plaza. Hoy en día la sustituye una copia, mientras que el original está en la Academia de Florencia.

Diferentes etapas históricas marcan el desarrollo del Renacimiento: la primera tiene como
espacio cronológico todo el siglo XV: es el denominado Quattrocento, y comprende el Primer
Renacimiento —también llamado «Renacimiento temprano» o «Bajo Renacimiento»—, que se
desarrolla en Italia; la segunda surge en el siglo XVI y se denomina Cinquecento: su dominio
artístico queda referido al clasicismo o Alto Renacimiento —también llamado «Renacimiento
pleno»—, que se centra en el primer cuarto del siglo. En esta etapa surgen las grandes figuras
del Renacimiento en las artes: Leonardo, Miguel Ángel, Rafael. Es el apogeo del arte
renacentista. Este período desemboca hacia 1520-1530 en una reacción anticlásica que
conforma el manierismo, que dura hasta el final del siglo XVI. Mientras que en Italia se estaba
desarrollando el Renacimiento, en el resto de Europa se mantiene el arte gótico en sus formas
tardías, situación que se iba a mantener, exceptuando casos concretos, hasta comienzos del
siglo XVI.29
En Italia el enfrentamiento y convivencia con la antigüedad grecorromana, considerada como
un legado nacional, proporcionó una amplia base para una evolución estilística homogénea y
de validez general. Por ello, allí fue posible su surgimiento y precedió a todas las demás
naciones. Fuera de Italia, el desarrollo del Renacimiento dependería constantemente de los
impulsos marcados por Italia: artistas importados desde Italia o formados allí harían el papel
de verdaderos transmisores. Monarcas como Francisco I en Francia o Carlos I y Felipe
II en España impusieron el nuevo estilo en las construcciones que patrocinaban, influyendo en
los gustos artísticos predominantes y convirtiendo el Renacimiento en una «moda».
Italia[editar]
Arquitectura[editar]
Artículo principal: Arquitectura del Renacimiento
La Iglesia de Santa Maria Novella, en Florencia, con fachada de Leon Battista Alberti. La ordenación
geométrica que propone Aberti en el diseño queda mitigada por el empleo de mármoles polícromos,
conforme a la tradición local.

La arquitectura renacentista tuvo un carácter marcadamente profano en comparación con la


época anterior. Surgió en una ciudad en donde la arquitectura gótica apenas había
penetrado, Florencia. A pesar de ello, muchas de las obras más destacadas fueron edificios
religiosos.
Con el nuevo gusto, se buscaba ordenar y renovar los viejos burgos medievales e incluso se
proyectaban ciudades de nueva planta. La búsqueda de la «ciudad ideal», opuesta al modelo
caótico y desordenado del medievo, sería una constante preocupación de artistas y mecenas.
Así, el papa Pío II reordenó su ciudad natal, Pienza, convirtiéndola en un auténtico muestrario
del nuevo urbanismo renacentista. En sí, las ciudades se convertirían en el escenario ideal de
la renovación artística, oponiéndose al concepto medieval en el que lo rural tenía un papel
preferente gracias al monacato.
Al tomar elementos de la arquitectura clásica, los arquitectos renacentistas lo hacían de forma
selectiva, así por ejemplo en lugar de utilizar la columna dórica clásica se prefirió el orden
toscano. Igualmente se crearon formas nuevas, como la columna abalaustrada, nuevos
órdenes de capiteles o decoraciones que si bien se inspiraban en la antigüedad habían de
adaptarse al uso religioso de las iglesias. Así, los amorcillos clásicos que acompañaban
a Venus en las representaciones griegas o romanas pasan a ser angelotes (putti).
Los arquitectos emplean las proporciones modulares y la superposición de órdenes que
aparecía en los edificios romanos; las cúpulas se utilizaron mucho como elemento
monumental en iglesias y edificios públicos. A partir de este momento, el arquitecto abandona
el carácter gremial y anónimo que había tenido durante la Edad Media y se convierte en un
intelectual, un investigador. Muchos de ellos escribieron tratados y obras especulativas de
gran trascendencia, como en el caso de Leon Battista Alberti o Sebastiano Serlio.
Los elementos constructivos más característicos del estilo renacentista fueron:

 Estructurales: arco de medio punto, columnas, cúpula semiesférica, bóveda de


cañón y cubierta plana con casetones.30 Todos ellos habían sido usados en la antigüedad,
especialmente por el arte romano, y se recuperan ahora, modificándolos. Decae
paulatinamente el tradicional método de construcción del gótico, y se abandona en gran
medida las bóvedas de crucería, el arco apuntado, las naves escalonadas y, sobre todo, la
impresión de colosalismo y multiplicidad de los edificios medievales. Predominarían ahora
valores como la simetría, la claridad estructural, la sencillez y, sobre todo, la adaptación
del espacio a la medida del hombre.

 Decorativos: pilastras, frontones, pórticos,


motivos heráldicos, almohadillados, volutas, grutescos, guirnaldas, motivos
de candelieri (candelabros o pebeteros) y tondos o medallones. Algunos de estos ya se
habían utilizado en el gótico, otros son creaciones originales y la mayoría se inspiraron en
modelos romanos y griegos. En cuanto a la decoración, el Renacimiento preconizó el
despojamiento, la austeridad, el orden. Solo a finales del siglo XVI esta tendencia se
rompería en favor de la fantasía y la riqueza decorativa con el manierismo.
Por etapas, se pueden distinguir dos grandes momentos:

Basílica de San Pedro, obra de Bramante y Miguel Ángel, autor del diseño final que se ejecutó en su
mayor parte; la cúpula fue terminada por Giacomo della Porta, y la fachada es obra de Carlo Maderno,
de época barroca. Concebida inicialmente según un diseño centralizado, las variaciones en la dirección
de la obra dieron como resultado un nuevo prototipo de iglesia, llamado a extenderse con
la Contrarreforma.

 El Quattrocento tuvo su centro neurálgico en Florencia y la Toscana. La sencillez y


claridad estructural y decorativa fue el rasgo fundamental de la arquitectura de este
momento. Los modelos clásicos se someten a un proceso de estilización y se adaptan al
templo cristiano. Fue frecuente recurrir a los órdenes clásicos, con columnas y pilastras
adosadas, capiteles (con preferencia el corintio, aunque sustituyendo los caulículos por
figuras fantásticas o de animales), fustes lisos y casi omnipresencia del arco de medio
punto. Se usa también la bóveda de cañón y de arista, y cubiertas de madera con
casetones.

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