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Thomas Hobbes - “Terceras objeciones a las Meditaciones Metafísicas de René

Descartes” (Objeciones 1-7, y 9)

Objeción primera: Acerca de la primera meditación. De las cosas que pueden


ponerse en duda
Es claro que no hay señales ciertas para distinguir el sueño de la vigilia, y que nuestros
sentidos no son prueba suficiente de que objetos exteriores realmente existan. Pero de
esto ya se han encargado muchos filósofos antiguos y hubiera yo preferido que tan
excelente autor de nuestras especulaciones se hubiese abstenido de publicar cosas tan
viejas.

Las razones para dudar de los filósofos antiguos no las usé como novedades, sino para
prepara el espíritu de los lectores a la consideración de las cosas propias del
entendimiento y las corporales, y para declarar cuán firmes y seguras son las verdades
que luego propongo.

Objeción segunda: Acerca de la segunda meditación. Sobre la naturaleza del espíritu


humano
a) Descartes dice “Soy una cosa que piensa”, y agrega “es decir, un espíritu, un alma,
un entendimiento, una razón”. O sea que identifica la cosa inteligente (sujeto), con la
intelección, que es su acto. Y no sería un buen razonamiento soy paseante, luego soy un
paseo. Descartes confunde el sujeto y sus facultades y actos.
b) Puede ocurrir que la cosa que piensa sea el sujeto del espíritu, la razón o el
entendimiento y, por tanto, sea algo corporal, lo cual se niega aquí sin prueba alguna.
c) El conocmiento de la proposición “Yo existo”, después del “Yo pienso”, y de este, a su
vez, se infiere que no podemos concebir ningún acto sin sujeto. De aquí parece seguirse
que una cosa que piensa es algo corpóreo, pues los sujetos de todos los actos parecen
concebirse bajo una razón corporal o material.

a) El pensamiento se toma a veces como facultad, a veces como acción y a veces como
la cosa en que esta facultad reside. En este sentido lo he tomado yo, y así lo he
explicitado repetidas veces.
b) Hasta la sexta meditación he dejado sin determinar la naturaleza de la cosa que
piensa. Allí pruebo que es espiritual.

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c) Los sujetos de todos estos actos se consideran siempre como substancias, o si se
quiere como materias (metafísicas), pero no por eso se han de considerar como
cuerpos. Todos los lógicos distinguen substancias materiales y espirituales.

Objeción tercera: Sobre la meditación segunda


Si Descartes mostrase que quien entiende y el entendimiento son la misa cosa,
caeríamos en esta manera escolástica de hablar: el entendimiento entiende, la vista ve,
el querer quiere, y, según una legítima analogía, el paseo se paseará; todo lo cual
serías oscuro e indigno de la acostumbrada agudeza del señor Descartes. Es decir que,
al contrario de lo que afirma Descartes, yo sostengo que yo, que pienso, me distingo de
mi pensamiento. Aunque este no está separado de mí, es diferente de mí, como el
paseo del que pasea.

No niego que yo, que pienso, me distingo de mi pensamiento como una cosa se
distingue de su modo. Pero estas maneras de pensar, que se dan en mí, no pueden
existir fuera de mí; por eso digo que no están separadas de mí.

Objeción cuarta:
a) Descartes no ha explicado suficientemente la diferencia que existe entre imaginar y
concebir con el entendimiento.
b) Si el razonamiento es un encadenamiento de nombres enlazados por la palabra “es”,
el razonamiento depende de los nombres, estos de la imaginación, y esta del
movimiento de los órganos corporales; por tanto, este movimiento sería el espíritu.

a) En la meditación segunda y en otros lados he explicado detalladamente esa


diferencia entre cómo entendemos una cosa y cómo la imaginamos.
b) El razonamiento no es un encadenamiento de nombres sino de cosas significativas.
¿Quién niega que un francés y un alemán puedan tener los mismos pensamientos o
razonamientos tocantes a las mismas cosas, aunque las palabras que conciban sean
completamente distintas? ¿No se condena a sí mismo nuestro filósofo, cuando habla
de convenciones a capricho respecto del significado de las palabras? Pues, si admite
que las palabras significan algo, ¿por qué se resiste a reconocer que nuestro
razonamientos versen sobre la cosa significada, más bien que sobre las palabras solas?

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Objeción quinta: Sobre la tercera meditación. De Dios
a) Dice Descartes que hay entre los pensamientos algunos que son como imágenes de
las cosas, y que a estos sólo se aplica con propiedad el nombre de ideas.
b) No podemos tener una imagen de Dios, por consiguiente, tampoco su idea, sino que
concluimos que hay Dios, remontándonos a la causa primera de las cosas. Al igual que
un ciego no tiene idea o imagen alguna del fuego.
El señor Descartes ha partido de la suposición de que tenemos en nosotros la idea de
Dios para probar que Dios existe. Debió explicar mejor esa idea de Dios y concluir de
ella no sólo su existencia, sino también la creación del mundo.

a) Pretende tomar por ideas sólo las imágenes de las cosas materiales pintadas por la
fantasía corpórea; ese supuesto le permite concluir que no puede haber una idea de
Dios. Yo entiendo por idea todo lo que es inmediatamente concebido por el espíritu.
b) El segundo argumento en nada viene a cuento, pues yo he probado que hay un Dios
antes de examinar un mundo creado por Él. Además, solo de que hay un Dios se sigue
que, si hay un mundo, debe haber sido creado por Él.

Objeción sexta:
a) Descartes reconoce otras formas de pensamiento, como las voluntades o afecciones
y los juicios.
El temor a un león no es otra cosa que la idea del león y el efecto que tal idea produce
en el corazón, y por lo cual nos sentimos inclinados a ese movimiento animal que se
llama huida. Ese movimiento no es un pensamiento; por lo tanto, no hay en el temor
más pensamiento que la idea de la cosa temida, y lo mismo puede decirse del querer.
b) La afirmación y la negación nada añaden al pensamiento. Cuando afirmamos que un
hombre corre, pensamos igual que un perro que ve correr a su amo.

a) Es de suyo evidente que una cosa es ver un león y otra distinta es temerle.
b) El ver correr a un hombre, del mismo modo, no es afirmar que se lo ve.
Nada aquí requiere respuesta o explicación.

Objeción séptima:
Si no hay idea de Dios (y no está probado que la haya), como en efecto, parece que no
la hay, toda esta búsqueda es inútil. Por otra parte, la idea de mí mismo procede, si se

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atiende al cuerpo, principalmente de la vista, y si al alma, no tenemos idea alguna de
ella. Mas la razón nos lleva a inferir que hay algo encerrado en el cuerpo humano que
le da el movimiento animal por el que siente y se mueve; y a eso, sea lo que fuere, sin
tener idea alguna de ello, lo llamamos alma.

Si hay una idea de Dios, toda esta objeción queda destruida; y cuando se añade que no
tenemos idea del alma, sino que esta se colige por la razón, es como si se dijera que no
hay imagen del alma puntada en la fantasía, sino que se tiene de ella esa noción que
hasta aquí venga llamando con el nombre de idea.

Objeción novena:
No podemos concebir la substancia ni tener idea de ella, aunque la podamos percibir
por sus accidentes. ¿Cómo puede decirse, entonces, que las ideas que nos representan
substancias tienen más realidad objetiva que las que nos representan accidentes?
Considere el señor Descartes lo que quiere decir con esas palabras: “tienen más
realidad” ¿Admite la realidad el más y el menos?

Muchas veces he dicho que llamo idea a aquello que nos da a conocer la razón. La
substancia es algo más que el modo. Una substancia incompleta es algo menos que
una substancia completa, pero también es algo más que el modo, y, por lo tanto, tiene
más ser o realidad, como una substancia infinita e independiente tiene más realidad
que una substancia finita y dependiente. Esto es evidente y no necesita más
explicación.

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