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“El alfabeto mapuche unificado.

Su origen y vigencia”

Raúl Caamaño Matamala


rhcaam@uct.cl y
Arturo Hernández Sallés
artufilu@uct.cl
Universidad Católica de Temuco – Chile

Planificación lingüística, lenguas amenazadas, mapudungun, grafemarios

Área temática: Políticas lingüísticas

RESUMEN

Ya transcurridos casi treinta años de la concreción de un importante acuerdo entre los


interesados en expresar su conocimiento de la cultura y de la lengua mapuche en un sistema
de escritura práctico consensuado, como fue el resultado de un encuentro para la unificación
del alfabeto mapuche -22 y 23 de mayo de 1986- es del todo conveniente revisar los
prolegómenos de tan trascendente acuerdo, el ALFABETO MAPUCHE UNIFICADO.

El estudio del mapudungun, ya en la segunda mitad del siglo veinte, desde sus análisis
fonético-fonológicos fue dando origen a descripciones fonológicas cada vez más precisas y
acotadas, que paulatinamente derivaron en intentos planeados, intencionados de dotar a la
lengua de los mapuche de un sistema de escritura práctico que asegurara, por ejemplo, el
recaudo de sus tradiciones, solo conocidas por la oralidad.

En la ponencia se itinerarán los principales hitos o acciones que derivarían en la invitación a


una convocatoria trascendente – Encuentro para la Unificación del Alfabeto Mapuche, mayo
de 1986; así se señalará el origen de este grafemario, que da junto al alfabeto de Raguileo, el
punto de partida de prácticas de escritura del mapudungun tanto con propósitos de
enseñanza de la lengua, como de afianzamiento de sus prácticas culturales más relevantes.
Aun, a pesar de la generación de otros grafemarios, entre ellos el Azümchefe, se indicarán en
la ponencia muestras del sostenimiento del Alfabeto Mapuche Unificado, en la confianza,
también, de que se trata de un grafemario, quizás no perfecto, pero técnicamente el mejor
elaborado.
El alfabeto mapuche unificado. Su origen y vigencia.
Raúl Caamaño Matamala
rhcaam@uct.cl y
Arturo Hernández Sallés
artufilu@uct.cl
Universidad Católica de Temuco – Chile

La diversidad cultural y lingüística de América Latina y nuestro país es


una realidad evidente, y lo es de un modo singular en la vasta Región
de La Araucanía, donde habita mayoritariamente el pueblo mapuche,
lamentablemente ya muy disperso por otras regiones del país.

La diversidad cultural es un hecho social muchas veces vista como


signo de problemáticas, desigualdades o discriminación y, en tanto,
para otros, como expresión de valores, innovación y desarrollo.

Mas no todo es malo, en los últimos años, en Chile gratamente se


transita hacia un enfoque intercultural con aspiraciones de revalorizar
la riqueza cultural de los pueblos indígenas originarios lo que
redundaría en un enriquecimiento del acervo cultural como en no
pocos países indoamericanos, pues así, se incorporaría un elemento
de equidad social.
Chile no es menos en este escenario, y en el marco de esta exposición
me referiré tan solo, por ejemplo, a que la legislación chilena
distingue y protege a los pueblos originarios desde el 5 de octubre de
1993, cuando fue publicada la Ley 19.253, conocida ampliamente
como la Ley Indígena, que estableció normas de protección, fomento
y desarrollo de los indígenas en el país, y que creó además la
Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, conocida por su
acrónimo, CONADI).

Y en lo referente a la protección de las culturas y lenguas indígenas, la


así llamada Ley Indígena contempla el uso y conservación de dichas
lenguas, junto a la lengua española, en las áreas de alta densidad
indígena y el establecimiento en el sistema educativo nacional de una
unidad programática que posibilite su conocimiento adecuado. Y en la
educación superior, la ley estipula la promoción y el establecimiento
de cátedras de historia, cultura y lenguas indígenas.

Este hito solo, establece un marco legal y norma campos de acción en


el sistema educativo, que aunque lentamente, abriga esperanzas de
recuperación y revitalización cultural y lingüística de los pueblos
indígenas originarios.
El estudio del mapudungun, ya en la segunda mitad del siglo veinte,
desde sus análisis fonético-fonológicos fue dando origen a
descripciones fonológicas cada vez más precisas y acotadas, que
paulatinamente derivaron en intentos planeados, intencionados de
dotar a la lengua de los mapuche, el mapudungun, de un sistema de
escritura práctico que asegurara, por ejemplo, el recaudo de sus
tradiciones, solo conocidas por la oralidad.

Así valoramos los trabajos lingüísticos de Jorge Suárez, de Sergio


Echeverría, de Mary Ritchie Key, de Robert Croese, Tim Sandvig,
Bryan Harmelink, del Instituto Lingüístico de Verano, de Pilar Álvarez-
Santullano, y de quien fuera nuestro formador, Adalberto Salas
Santana.

Definidora también es la propuesta que hicieran Robert Croese,


Gastón Sepúlveda y Adalberto Salas, quienes en un seminario de
investigación y enseñanza de la lingüística de Sochil dieron a conocer
una "Proposición de un sistema unificado de transcripción fonémica
para el mapudungu", que el año 1978, la RLA-Revista de Lingüística
Teórica y Aplicada lo recogiera en su número 16.
Conocemos secuencialmente, el trabajo que encabezó en la otrora
sede Temuco de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el doctor
Adalberto Salas Santana.

De sus investigaciones surgió la propuesta de realizar en el segundo


semestre de 1980 un Taller de Alfabetización de Adultos Mapuches
en Mapudungun, en el que sus participantes, hablantes mapuches
bilingües, con la asesoría de los profesores de lingüística del
Departamento de Letras, aprendieron elementos básicos de fonética
articulatoria y de análisis fonémico y los aplicaron al mapudungun,
familiarizándose con la estructura fonológica de la lengua y con los
principios clásicos de preparación de sistemas de escritura de tipo
fonemático.

Así resultó el alfabeto en que se presentó la primera edición de


¡Papeltuaiñ Mapudungu Meo!, que más tarde sirvió de base para el
llamado “Alfabeto Mapuche Unificado”, sistema de escritura en el
cual se han escrito las obras principales en araucanística, tales como
gramáticas descriptivas, gramáticas pedagógicas, diccionarios y
colecciones de textos.
Como señalé, en julio de 1981 apareció ¡Papeltuaiñ Mapudungu
Meo! Lecturas Mapuches. Es un conjunto de textos de variada
extensión cuyos temas están orientados hacia la descripción de
aspectos relevantes de la cultura mapuche tradicional: creaturas
mitológicas (como el witranalwe, el añchimalleñ o el sumpall),
ceremonias rituales (como el mapuche mafün), juegos (como el palin
o el awarkuden), instrumentos musicales (como la trutruka o la
püfüllka) y elaboración de alimentos (como el apol, el ngüllokiñ, el
kuramtraru o el muday).

Todos los autores (5) son mapuche, lo que confiere a sus textos el
carácter de documental, testimonial, de contenido vivido por sus
autores y protagonistas. Todos ellos habían fijado –desde hace años-
su residencia en ciudades y para escribir sus textos debieron hurgar
en sus recuerdos de infancia y volver a sus comunidades de origen y
hablar del pasado tradicional con sus padres y abuelos, trayendo al
presente los recuerdos de una generación que ya se va.
Las lecturas fueron pensadas y escritas en mapuche, en el vehículo
originario de los contenidos tratados. Esto significa que en este texto,
los contenidos están relativamente libres de la distorsión de una
lengua extraña. Son autores mapuches, temas mapuches y lengua
mapuche, lo que definió a la primera edición de ¡Papeltuaiñ
Mapudungu Meo!

El alfabeto propuesto en Papeltuaiñ… y el texto mismo fue remitido


en aquella ocasión al Museo del Alfabeto, en Waxhaw, Carolina del
Norte, donde se encuentra depositado.

Debieron transcurrir algunos años, para que en mayo de 1986, el 22 y


23, la sección de Lingüística del Departamento de Letras de la
Pontificia Universidad Católica de Chile Sede Regional Temuco y la
Sociedad Chilena de Lingüística organizaran un Encuentro para la
Unificación del Alfabeto Mapuche.

Asistieron representantes de instituciones tales como la Asociación


Nacional Nehuen Mapu, el Centro Asesor y Planificador de
Investigación y Desarrollo (CAPIDE), la Fundación Magisterio de la
Araucanía, el Instituto Lingüístico de Verano y la Organización para la
Literatura Mapuche, e investigadores y docentes de la Universidad
Austral de Chile, Universidad de Concepción, Universidad de La
Frontera, Universidad de Playa Ancha y de la universidad
organizadora. Asimismo, participaron profesores mapuche de
escuelas de Pucón, Curarrehue, Huapi y otras localidades de la región.

Es preciso señalarlo, después de dos días de trabajo buscando


consenso en los puntos de disidencia, se llegó a la unificación de los
alfabetos de utilizados por María Catrileo, de Adalberto Salas y del
ILV, basados en los mismos principios lingüísticos y socioculturales.
Por su parte, Anselmo Raguileo mantuvo su proposición original sin
modificaciones. Así las cosas, el Encuentro finalizó con dos alfabetos,
uno denominado Unificado y el otro procedente de la proposición de
Raguileo.

En lo específico el Alfabeto Mapuche Unificado cuenta con 27


grafemas segmentales, a saber

a ch d e f g i k l l ll m
n n ñ ng o p r s t t tr u
ü w y
a su vez, el Alfabeto Raguileo cuenta con 26 grafemas, pues no
reconoce la existencia fonológica del fonema interdental oclusivo
sordo:

a c d e f q i k l b j m
n h ñ g o p r s t x u
v w y

Entre los proponentes del alfabeto mapuche unificado hubo acuerdo


en utilizar el nuevo alfabeto a partir de los textos de lectura y
materiales de estudio que se produjeran en el periodo de un año,
luego de lo cual se efectuaría una evaluación.

En 1988, una nueva acción de difusión. La Sochil con el apoyo del


Departamento de Letras de la sede Temuco de la Pontificia
Universidad Católica de Chile editan un texto con artículos que
divulga, explica y da fundamento ampliado al alfabeto mapuche
unificado.

Más tarde, el año 1998, se añade el grafemario Wirilzugunwe,


diseñado por un equipo de profesores de la carrera de Pedagogía
Básica Intercultural Bilingüe de la Universidad Católica de Temuco.
Esta propuesta alfabética se estructura a partir del alfabeto
mapuche unificado y el alfabeto Raguileo y en el interés de generar
un acercamiento entre los dos estilos y fundirlo en uno solo. Esto
queda así:

a ch z e f q i k l b j m
n h ñ g o p r s t t’ x u
ü w y

Mientras, la Unidad de Cultura y Educación de la CONADI que


impulsa la idea de una educación intercultural bilingüe, propicia en
ese mismo interés la formulación de un modelo único de escritura
grafémica y además oficial, para propósitos pedagógicos de la
educación formal que hasta entonces no se había requerido.

Nace así, en 1999, el Azümchefi como producto del trabajo de


investigación de organizaciones sociopolíticas del pueblo mapuche
y el asesoramiento de lingüistas y antropólogos. En el decir de
CONADI, este trabajo fue definido por el propio pueblo mapuche y
no por el wingka.
En el año 2005, se ratifica el grafemario en cuestión y se modifica
su nombre por Azümchefe.

El grafemario Azümchefe tiene 26 grafemas segmentales básicos, a


saber:

a ch z e f q i k l lh ll m
n nh ñ g o p r s t tx u
ü w y

Al igual que el alfabeto Raguileo no reconoce el fonema interdental


oclusivo sordo. Sin embargo, considera dos grafemas
supranumerarios para casos especiales de pronunciación.

Breve análisis y comentario

Los cuatro grafemarios referidos tienen o han tenido diversa suerte


en su implementación o desarrollo.

No obstante, el Alfabeto Mapuche Unificado, que prontamente fue


nominado por la prensa de entonces como el alfabeto de los
académicos, es utilizado con sostenido pundonor en la Universidad
Católica de Temuco, en el Instituto Lingüístico de Verano, en la
Universidad de Concepción, en la Universidad Austral de Chile, en la
Universidad de Playa Ancha, como por tantos como fueron quienes
se comprometieron con el acuerdo, y lo han hecho, tanto en el
ejercicio académico de cursos de educación continua, como en la
elaboración de los materiales de apoyo de los mismos, en la
confianza de que se trata de un grafemario, quizás no perfecto,
pero técnicamente bien elaborado y consensuado.

El Alfabeto Raguileo propuesto desde la experiencia de enseñanza


de la lengua por parte de un hablante, es un alfabeto en el que lo
idiosincrático de su proposición se demuestra en modelar la
representación de ciertos grafemas disponibles en cualquier
alfabeto de representación fonética pero con asociaciones
perturbadoras.

A modo de ejemplo, la muy conocida “sexta vocal” del


mapudungun es representada por el grafema < v >. Es claro, es un
signo, uno más, solo que confunde en principio que una letra o
grafema tradicionalmente signado como consonante se asocie a un
fonema vocálico.

Raguileo sabía bien lo que hacía.

Otro ejemplo, el fonema /tr/ del mapudungun en su alfabeto se


conoce con el grafema < x >.

Raguileo sabía bien lo que hacía, y por qué lo hacía.

El Alfabeto Wirilzugunwe de la carrera de Educación Básica


Intercultural Bilingüe de la UCTemuco se ha irradiado entre sus
estudiantes y profesores, mas su suerte queda o resulta contenida
dado que en cuanto se traduce esta profesión en el ejercicio
institucionalizado el sistema educacional estatal provee material de
apoyo que utiliza el Alfabeto Azümchefe. Aun así, muchos
egresados de dicha carrera que ejercen en el sistema educacional
subvencionado se las arreglan para ensayar el alfabeto aprendido
en su carrera.
El Alfabeto Azümchefe, de CONADI, conformado a posteriori,
intenta recoger la visión del mundo mapuche, de sus
organizaciones y las personas relacionadas con procesos de
revitalización lingüística, como los integrantes de las Comisiones
Lingüísticas Regionales de Mapudungun. Esta propuesta tiene
ventajas y a la vez, contraindicaciones. La principal ventaja es que
está provista de importantes recursos, los estatales, y desde el
Estado, la presencia en el ámbito público es evidente. La
contraindicación esencial es que al provenir del Estado experimenta
innegable rechazo en cierto sector de la población, el dirigencial,
especialmente. Su presencia, su registro, es evidente por ejemplo
en la señalética bilingüe en ciertos servicios públicos, en las
comunicaciones oficiales, y en los textos escolares editados por el
sistema educacional institucionalizado, por supuesto.

Dada la presente relación de hechos, ¿cuál es el estado del arte


contemporáneamente?

El Alfabeto Mapuche Unificado ha contado con algunos hitos en su


sostenimiento y vigencia. Uno de gran reconocimiento es la edición
del así llamado DICCIONARIO ILUSTRADO MAPUDUNGUN-
ESPAÑOL-INGLÉS, de Arturo Hernández, Nelly Ramos y Carlos
Cárcamo. La publicación de este texto significó en su primera
edición, el año 1996, su distribución en todas las escuelas y liceos
del país. Ya cuenta con más de siete re-ediciones.

El año 2007, se publica ¡CHILLKATUAYIÑ MAPUDUNGU MEW!


(2007). Es una versión nueva, corregida y aumentada de
¡Papeltuaiñ Mapudungu Meo!, esta vez con varios de sus textos y
otros, ahora traducidos al español y con ilustraciones. Su
publicación fue posible gracias a un aporte, del Fondo Nacional del
Libro, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Concluimos,

Percepciones y actitudes

Como queda de manifiesto, existen varios alfabetos en uso, algunos


respaldados técnica e ideológicamente, como los cuatro
anteriormente presentados, y otros, que obedecen a iniciativas de
carácter más personal.
Esta diversidad es percibida como una desventaja tanto por
mapuches como por no mapuches, porque, entre otras
consideraciones, dificulta el aprendizaje, impide un manejo común
y sistemático y afecta el prestigio de la lengua.

Así, por ejemplo, no cabe duda de que esta diversidad ha frenado la


puesta en marcha de una política más decidida de implementación
de la enseñanza de la lectoescritura en las escuelas, con apoyo de
materiales impresos.
Por otro lado, no hay que olvidar que existen mapuches,
especialmente en el contexto comunitario, como algunas machi,
longko y personas mayores, que no ven necesario que la lengua se
escriba, incluso estiman que ello resulta negativo. Esgrimen como
principal razón que el mapudungun es oral y que perdería su
esencia, se desnaturalizaría al escribirse. Además sienten que la
escritura introduce un factor de desigualdad entre los propios
mapuches: los que la manejan y los que no lo hacen. Por último,
está el hecho de que perciben la escritura como un medio que
favorece y acelera la intromisión wingka en diversos aspectos de su
cultura. La escritura es vista por estas personas entonces, como un
elemento ajeno y enajenante.
Por su parte, aquellos mapuches que sí desean que se escriba la
lengua manifiestan que “...así como otras lenguas se escriben, el
mapuche también debe hacerlo”. Obviamente, esta apreciación se
relaciona con la idea de que la escritura contribuye a elevar el
estatus de la lengua. Muchos de ellos también creen que el registro
gráfico es un medio importante para conservar y dar a conocer
aspectos de su cultura. Es necesario señalar que quienes hacen este
tipo de planteamientos son, por lo general, personas familiarizadas
con la escritura que además, coinciden con situarla en la escuela, la
ciudad, o, en general, en ámbitos y circunstancias
extracomunitarios pues están de acuerdo en que la oralidad es el
único modo válido para la comunicación tradicional. En su mayoría,
también consideran que hay contenidos culturales que no deben
ser enseñados en la escuela ni escritos.

Toda la gente que es partidaria de que se escriba la lengua quiere


que se consolide un solo sistema. Paradójicamente, este sentir se
contrapone al hecho de que cada cual desea también imponer el
alfabeto que usa.
Resultados de experiencias de aplicación de alfabetos

ALFABETO MAPUCHE UNIFICADO

Los datos recogidos, en ambientes escolares y con personas adultas


muestran que el alfabeto mapuche unificado es valorado como
seguro, fácil y rápido de aprender, lo que calza con una de las ideas
principales en las que se sustentó su creación. Nos referimos
concretamente al hecho de que, dado que la mayor parte de las
grafías tienen los mismos o similares valores que en castellano, en
niños sometidos al aprendizaje de la lectoescritura las letras con los
mismos valores refuerzan el aprendizaje de la conexión entre
sonido y letra que se está ejercitando.

No obstante lo anterior, algunos usuarios señalan que es incómodo


el uso del subrayado que propone para aquellas grafías que
representan a los sonidos interdentales: t l n

La crítica más fundada en el uso apunta al hecho de que la


utilización de las grafías dobles, ng y tr , favorecería una
pronunciación que desvirtúa el sonido real mapuche, llevándolo a
lo que en castellano son combinaciones: n+g y t+r.

Por último, y en otro plano, es necesario señalar también que el


Alfabeto Mapuche Unificado es percibido entre parte de la
población mapuche adulta como ajeno, incluso se le denomina “el
de los académicos” y por tanto encuentra resistencia, aun entre
aquellos que reconocen su mayor facilidad de aprendizaje.

ALFABETO RAGUILEO.
Por su parte, en cambio, el alfabeto Raguileo tiene buen arraigo en
parte de la población mapuche, particularmente entre jóvenes
alfabetizados y citadinos, por cuanto ha sido elaborado por un
mapuche y entonces su uso es valorado además como muestra de
lealtad hacia la etnia. También entre ellos se aprecia el hecho de
que tenga una presencia visual claramente distintiva.

Presenta algunas dificultades en su aprendizaje, derivadas del


hecho de que es necesario hacer un proceso de conversión de
valores de las grafías, lo que va en contra de lo aprendido en el
proceso original de alfabetización que, con toda seguridad, ya se
realizó en castellano. Esto es particularmente así cuando se trata de
escolares debido a su incipiente manejo del proceso de
alfabetización. Se produce entonces un conflicto muy notorio entre
los dos códigos que se pretenden enseñar: el alfabeto castellano y
el alfabeto mapuche, en este caso Raguileo.

Se ha detectado incluso que niños que no habían sido alfabetizados


formalmente en castellano tuvieron problemas en el aprendizaje
lecto-escritor con el alfabeto Raguileo porque se encuentran
inmersos en un entorno alfabético castellano: libros, avisos,
letreros, etc. que acusa su impacto sobre los niños, aunque todavía
no lean sistemáticamente.

Un ejemplo de las dificultades experimentadas por estos


estudiantes queda de manifiesto cuando en forma repetida leen al
modo castellano el mapudungun escrito en Alfabeto Raguileo. Una
palabra como laku, escrita en Raguileo baku es leída con los valores
del castellano “baku”. La palabra wentru escrita en Raguileo wenxu
es leída como “wenksu”.
En cambio, hemos comprobado que cuando son adultos los que se
enfrentan a este alfabeto, es decir, cuando se trata de personas
que ya tienen consolidado su proceso de adquisición de la
mecánica de la lectoescritura, su aprendizaje no reviste mayores
problemas a tal punto que manejan la escritura del mapudungun y
del castellano en forma independiente, sin confusiones ni cruces.

Como se aprecia, las principales ventajas y desventajas del alfabeto


Raguileo provienen de que utiliza símbolos del alfabeto castellano
con nuevos valores, lo que es perfectamente legítimo desde el
punto de vista técnico. Sin embargo, en la memoria colectiva está el
hecho de haber aprendido a asociar ciertos sonidos con
determinadas letras y esta asociación se considera inalterable
porque se ignora que la relación fonema-grafema es meramente
convencional. Esta idea es muy difícil de introducir y comprender si
no se tiene una formación académica básica en lingüística.

En este mismo sentido, se han recogido también algunas críticas


comunes a ambos alfabetos. Una de ellas se refiere al uso de la
grafía w sobre la cual se argumenta que es una letra extranjera, no
mapuche. Quienes así opinan preferirían la escritura de los
diptongos crecientes ( wa, we, wi, wo, wu, wü ) como
tradicionalmente se ha hecho en castellano: hu+vocal. Lo mismo
referido al uso de r para la alveolar fricativa retrofleja del mapuche.
Dado que esta letra es asociada con el valor que ella tiene en
castellano, algunos proponen para diferenciarla, la escritura de una
r doble sin percatarse de que el valor que este símbolo tiene en
castellano tampoco calza con el sonido mapuche y por lo tanto el
problema sigue pendiente.

De lo expuesto anteriormente se desprenden algunas conclusiones


y sugerencias:
Es difícil hoy predecir el rumbo que tomará el proceso de
instalación de la escritura en el mapudungun en el caso de que esto
ocurra.

El tema es muy complejo dada la diversidad de factores en juego:


lingüístico-técnicos, probablemente los más fáciles de resolver;
culturales; sociopolíticos; hasta llegar a factores de tipo individual.
Sin embargo, si ponemos el problema de la escritura en el contexto
mayor de las relaciones interétnicas e interculturales, es deseable
que sean los propios mapuches los que hagan o validen una
propuesta endógena al respecto. Esto permitiría una relación más
equilibrada entre las dos culturas y lenguas en contacto. Desde esta
perspectiva el alfabeto Raguileo, o alguno de sus derivados, podría
tener en este momento las condiciones y características para
constituirse en una propuesta de grafemario único.

La implementación de esta propuesta requiere estar consciente de


sus ventajas y especialmente de sus desventajas. Como éstas se
relacionan con su dificultad de aprendizaje en un entorno
alfabético castellano es posible pensar en algunas estrategias para
enfrentarlas.
Nosotros vemos dos opciones:
Una, consistiría en alfabetizar por primera vez en mapudungun
como primera lengua, a niños mapuchehablantes desde su ingreso
a la escuela. Dada la prevalencia gráfica del alfabeto castellano,
esta opción requiere de un apresto muy específico, ojalá en el nivel
parvulario, y de una contundente presencia de material gráfico
(lectura y dibujo) escrito en dicho alfabeto, tanto en la escuela
como en la casa. Esta opción obviamente será más factible en
aquellas comunidades con alta prevalencia del mapudungun.
Otra posibilidad es realizar la enseñanza del mapudungun como
segunda lengua y encarar el tema de la escritura en mapudungun,
sólo una vez que la lectoescritura en castellano esté totalmente
asentada a fin de evitar las confusiones y la evidente frustración
que ellas producen. Esta opción podría desarrollarse en aquellas
comunidades en las que el mapudungun esté en retroceso. Tiene la
ventaja de que puede ser aprendida por niños que no hablan el
mapudungun y, por cierto, puede facilitarles el aprendizaje de esta
lengua. Esta modalidad también requiere de buen y abundante
material gráfico como apoyo.
Las dos opciones planteadas pueden implementarse
simultáneamente en contextos distintos, dependiendo del grado de
competencia lingüística en mapudungun que tenga la población
escolar. De ello se desprende entonces que se requiere un buen
conocimiento previo del panorama sociolingüístico de la región.

Además de lo anterior, se requiere que los profesores que pongan


en práctica este plan, tengan un entrenamiento que les permita
realizar el proceso de enseñanza de idiomas en cualquiera de las
dos situaciones, como primera o como segunda lengua.
Acciones como la anterior y otras que sean una respuesta concreta
al tema de la escritura en mapudungun y de la enseñanza de la
lectoescritura en dicha lengua, necesitan de un proceso de
planificación lingüística real que implique seleccionar entre otras
cosas, una norma de mapudungun escrito a partir de la elección de
una variante dialectal de la lengua; difundir el alfabeto elegido;
producir material escrito y difundirlo en todos los niveles de las dos
sociedades involucradas y comprometerse en el cumplimiento de lo
acordado. Todo esto requiere personas preparadas, anuencia y
colaboración de las autoridades mapuches y “wingkas” y un monto
importante de recursos económicos.

Retomo el asunto planteado, el ALFABETO MAPUCHE UNIFICADO,


el primero propuesto en la modernidad de los estudios lingüísticos
en Chile, el mejor técnicamente articulado, persiste, perdura,
sobrevive en el uso, en la enseñanza, en los textos, en la
transmisión, a pesar de los obstáculos señalados. Los demás
alfabetos igualmente tienen sus usuarios, tienen sus recursos o
medios, mas siempre se evidencian restricciones de diverso tipo en
su empleo.
Los datos de UNESCO respecto de la vitalidad y peligro de
desaparición de las lenguas son preocupantes; sin embrago, la
revitalización lingüística y la sostenibilidad de cualquiera de los
alfabetos depende de sus practicantes, es evidente. Entre otros
factores, si hay practicantes, si hay usuarios, si hay hablantes, si hay
escritores, habrá esperanzas de revertir amenazas de extinción.

Si no respiras,
no existe el aire.

Si no caminas,
no existe la tierra.

Si no hablas,
no existe el mundo.

(Palabras, más o menos adaptadas, de un anciano navajo)

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