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Tema X. Social Sciences (Humanidades, Ciencias Sociales,
Sociología, Antropología, Psicología, Historia)
A. Regular Paper
Autores:
Dr. Temístocles Muñoz López
Adscripción: Catedrático Titular de la Facultad de Ciencia, Educación y
Humanidades.
Dirección institucional: Facultad de Ciencia, Educación y Humanidades. Edificio N,
Unidad Campo Redondo, Saltillo, Universidad Autónoma de Coahuila. CP 25280.
Teléfono y fax: 01 (844) 41291–33 y Tel. 4101698. Correo electrónico
tmunozlopez@yahoo.com
M.C. Jaquelina Lizet Hernández Cueto
Adscripción: Catedrático Titular de la Facultad de Ciencia, Educación y
Humanidades.
Dirección institucional: Facultad de Ciencia, Educación y Humanidades. Edificio N,
Unidad Campo Redondo, Saltillo, Universidad Autónoma de Coahuila. CP 25280.
Teléfono y fax: 01 (844) 41291–33 y Tel. 4101698. Correo electrónico
jaquelina@hotmail.com
Dr. Julio CuFarfán López
Facultad de Ciencia, Educación y Humanidades, Dirección institucional: Facultad de
Ciencia, Educación y Humanidades. Universidad Autónoma de Coahuila
Edificio “N” Unidad Campo Redondo. Tel (844) 4129133 Ext. 116. Fax. Ext. 120.
Email jcufarfa@mail.uadec.mx
Palabras clave o descriptores: Violencia, estudiantes, etología,
comportamiento.
Resumen
La mayoría de las investigaciones realizadas sobre la violencia por los educadores,
subrayan en el discurso al hombre como un ser integralmente biopsicosocial,
enfatizando estos dos últimos rasgos y minimizando su naturaleza animal; además
argumentan ocasionalmente sobre la relación de sus aspectos biológicos con las
condiciones sociales que influyen sobre la conducta. Se estudian la incidencia de los
efectos de la naturaleza, la crianza y la autorregulación sobre el carácter de las
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Cítese como: Muñoz López, Temístocles, Jaquelina L. Hernández Cueto y Julio CuFarfán López.
2009. Bios y Ethos de la violencia. Tema X. Social Sciences (Humanidades, Ciencias Sociales,
Sociología, Antropología, Psicología, Historia). 3rd International Conference on Multidisciplinary
Research ICM 2009 Saltillo, Coah. Memories in CD. Tecnológico de Monterrey Campus Saltillo,
México, October 1516. 21 pp.
personas para lograr explicaciones que finalmente lleven a juicios certeros sobre el
comportamiento humano. En este trabajo se parte del estudio exhaustivo del sustrato
biológico de acuerdo a los autores y posteriormente se realiza una investigación
empírica en estudiantes adolescentes y jóvenes buscando sus relaciones con los
aspectos sociales y psicológicos. La relevancia del estudio reside en que se
contrasta y constatan las particularidades de la violencia en una población específica.
Los adolescentes y jóvenes de la muestra son 1,078 estudiantes de 14 a 22 años,
que estudian desde 3º de secundaria hasta su egreso de la licenciatura,
seleccionados de una base de datos mayor con 1,211 casos de la Facultad de
Ciencia, Educación y Humanidades de la U. A. de Coahuila, México. Se realizaron
análisis de estadística descriptiva, análisis discriminante, de regresión y factorial. De
395 variables de la base de datos original se seleccionaron 92 en función de la
consistencia del estadístico Z y el coeficiente de variabilidad. En el análisis factorial
exploratorio se encontraron las Variables Eje de la investigación, denotadas por su
alta carga factorial en el factor 1 y con ellas (Humillación, Maldad, Maltrato y Odio) se
construyó una variable dependiente categórica.
En el estudio se enfatizan la elaboración de listados de variables que se relacionan
de manera significativa con la violencia. Se hacen relevantes algunas variables
específicas con diferentes enfoques, de tal manera que podemos afirmar que para la
población estudiada la violencia tiene como variables específicas que inciden en ella,
a la Humillación, la Maldad, el Maltrato y el Odio, en tanto que asociadas están la
hipocresía, el homicidio, la hostilidad, la humillación, lo irrespetuoso, la ofensa y la
venganza. La violencia de tipo económico se muestra como la de mayor presencia y
luego otros tipos como la psicológica, la física y la familiar. Para los jóvenes la
violencia se asocia a la rebeldía como elemento generador de violencia.
Podemos afirmar también que la violencia es fisiológica y es psicológica, que es
parcialmente heredada y parcialmente aprendida. En su compleja estructura
biopsicológica se articulan las variables de el Enojo, el Mal humor, la Mentira, el
Desprecio, la Corrupción, el Fraude, la Agresión, el Homicidio, la Ofensa, el
Irrespeto, la Venganza, la Hipocresía y la Hostilidad, como factores que inciden en la
violencia y que son considerados socialmente estereotipos concomitantes a ella.
La violencia es un fenómeno preocupante individual y socialmente y tiene como la
hidra múltiples cabezas y rostros, pero sin duda es algo inherente a nuestra
naturaleza animal con lo que tenemos que vivir como con un tigre domesticado en la
sala, y que puede aparecer inesperadamente en nuestras relaciones cotidianas.
Introducción
La evidencia empírica en la ciencia a veces muestra contradicciones e
inconsistencias con las consideraciones teóricas, como sucede en el caso de la
violencia, muchas veces debido a los distintos patrones culturales, psicológicos y los
contextos, por lo que se incluyen aquí los datos obtenidos localmente para constatar
los asertos mostrados por otros investigadores.
Cuando observamos a una pandilla en una esquina muy pocas veces vemos algo
más que una amenaza, el conjunto de jóvenes con apariencia de guerreros urbanos,
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con ropa extravagante que insiste por todas sus costuras a salirse de los patrones
convencionales, una gran carga hormonal traducida a invisibles relaciones de
dominio, el cabello con insospechados colores y extraños diseños, el cuerpo plagado
de tatuajes y herrajes excepcionales que casi tienden a la mutilación, y generalmente
una música casi ritual que se acompaña de inusitados movimientos colectivos.
¿Tiene esto que ver con los rituales primitivos de defensa del territorio y el cuidado
del coto de caza? ¿Tienen acaso jerarquías como en las tribus ancestrales?
Precisando, podemos llegar a señalar que en los grupos humanos se esconden
comportamientos básicos que nos acompañan desde o antes de nuestra
caracterización como animales del género Homo. El sustrato biológico se impone si
no se refinan los comportamientos y se cultiva la persona, no en el sentido de una
domesticación social, sino, y más precisamente, en la realización plena e integral de
todas sus potencialidades (educación).
Estos comportamientos biológicos a veces se esconden en las explicaciones sociales
y psicológicas, pero siempre están presentes en nuestra conducta, como ya los
mencionaba Desmond Morris en “El mono desnudo”. Podemos observarlos porque
se repiten regular y constantemente de acuerdo a nuestra programación etológica.
Están en las manifestaciones del hambre en las personas, el comportamiento
amoroso de las parejas en la calle, en los rituales del cortejo (canto, perfume, ropa) y
también, en el uso de la intimidación y la fuerza para obtener y mantener un objeto o
recurso valioso.
Si bien hemos tratado de moderar o esconder nuestros comportamientos animales,
ha sido por la necesidad de sobrevivir y de ser aceptados en sociedad, y
progresivamente tendemos a refinar la conducta desde la educación familiar, la
escolarizada, las reglas impuestas por los gobiernos y por nosotros mismos, al tener
las experiencias de vida. Nuestra piel social es construida con una educación
delicada pero constante, y cuando se rasga deja al descubierto el homínido que
puede ser violento, peligroso y hasta mortalmente agresivo. Estamos muy cerca de
comportarnos como animales cuando perdemos el control de nuestros actos, y los
instintos e impulsos emergen sin freno; por eso no preocupa conocer y comprender
la violencia y sus bases biopsicosociales, y por eso procuramos utilizar
instrumentos educativos y morales para hacer nuestras conductas socialmente
aceptables y éticamente correctas.
Para los investigadores es importante conocer también el proceso de moralización
individual y la asunción de las responsabilidades sociales. Para Leonard Kohlberg
(1976:3435) ya en el estadio 4 del desarrollo moral, se marca la transición desde
definir lo que es correcto en términos de las normas locales y el papel de las
expectativas, hasta definirlo en términos de las leyes y normas establecidas por el
sistema social. Esta es la perspectiva del miembro de la sociedad en la cual uno es
moral al llenar los requisitos de las responsabilidades sociales. Uno debe obedecer la
ley excepto en casos extremos en que la ley se ponga en conflicto con otras
prácticas y costumbres prescritas socialmente. Aquí, obedecer la ley es necesario
para mantener el sistema de leyes que los protege a todos.
La moral (gr. hticoz, lat. mos, moris: deseo, capricho, costumbre, modo de vivir) es
entendida aquí como actitud o lo pertinente a la conducta personal, sin eludir su
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evidente relación por extensión original con la ética (gr. neutro plural hqica como
ciencia de la conducta, del hqoz carácter, y del lat. éthicus) y en ambos casos por
ende, en los valores subyacentes.
En el presente escrito se enfatizan también los aspectos subyacentes al
comportamiento en los diferentes ámbitos de nuestra naturaleza biológica y sus
relaciones sociológicas y psicológicas.
Marco de referencia de la investigación
Las bases biológicas de la violencia
Es conocido en aspectos legales que el conjunto de condiciones bioquímicas afectan
el comportamiento violento. De acuerdo con S. Paul Rossby (2002) la conexión entre
los desordenes químicos y el comportamiento criminal se ilustró en el caso del
Estado contra Sanders (2000 WL 1006574, Ohio App. 2d) donde se indicó que el
defensor fue biológicamente incapaz de controlar su comportamiento violento
sufriendo una baja actividad de serotonina, alcoholismo tipo 2, baja actividad de
dopamina y tendencia a la hipoglicemia. Este caso muestra elementos importantes
para iniciar el análisis.
En 1982 Gerald L. Brown et al. en la Biological Psychiatry Branch and Laboratory of
Clinical Psychobiology, del National Institute of Mental Health de Bethesda, Maryland,
mostraron que el incremento al suicidio y la violencia impulsiva fue asociada con
actividad de serotonina anormalmente baja en el cerebro. Es conocido que los
neurotransmisores producen el movimiento, la conciencia, las emociones y la
memoria, entre otras funciones cerebrales. La serotonina organiza los sistemas
inhibitorios neuronales en el cerebro para el control del dolor, la ira y los
comportamientos impulsivos. Adicionalmente, la dopamina (químico natural del
cerebro) actúa sobre el cerebro en el "nucleus accumbens" y los “lóbulos frontales”
produciendo placeres normales asociados con el amor, el sexo, el comer, y una
reducción concomitante de la ansiedad.
La Quimia subyace al Bios de las personas, y estas condiciones de generación de la
violencia subyacen al posterior acto social y psíquico de la conducta humana.
La violencia es un producto natural de la evolución como una conducta básica, vital,
que favorece la supervivencia del individuo, de la prole, del grupo en las especies
sociales, e igual que hay patrones conductuales ofensivos hay otros que interrumpen
la agresión (expresión de miedo, sumisión...) y otros mecanismos que la inhiben,
según Alicia Salvador (2003).
En el cerebro de los humanos y otros mamíferos se localizan los principales centros
de violencia tanto ofensiva como defensiva, relacionados con la amígdala, el
hipotálamo y otras estructuras integradas a ellos por el sistema límbico. La autora
indica que la decorticación completa implica la conservación de la mayor parte de
conductas de agresión, además de la locomoción, el cuidado corporal y la
alimentación; y que la función inhibitoria se ubica en el córtex del lóbulo prefrontal o
el lóbulo temporal. Derivado de la estimulación neuronal, las hormonas,
principalmente los andrógenos como la testosterona inducen a la agresividad, los
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actos delictivos y la conducta competitiva, y la castración los disminuye, con un
importante efecto psicológico en la experiencia del éxito o derrota. El deporte en este
contexto, es una ritualización de la conducta agresiva (Nelson, 1996).
Los facilitadores de la agresión son la Dopamina, la Noradrenalina, la Acetilcolina, la
Histamina, y Sustancia P, en tanto que los Inhibidores son Serotonina y GABA. Las
causas biológicas de la violencia se encuentran entonces en la genética, en las
patologías neurológicas, en las patologías psiquiátricas y los estados transitorios que
alteran los equilibrios neuronales, hormonales o psíquicos, como el consumo de
sustancias psicoactivas y el estrés social.
Marcela Jara y Sergio Ferrer (2005) al analizar las bases genéticas de la violencia
con gemelos mono y dizigotos que vivieron juntos o aparte, incluso los adoptados en
diferentes ambientes familiares, encontraron una importante influencia de la herencia
en las conductas violentas, y reconocen la contribución relevante de los
investigadores que postulan una tesis dual, diferenciando la delincuencia juvenil que
ocurre en la adolescencia y susceptible de rehabilitación, de la delincuencia
reincidente cuya conducta agresiva comienza en los primeros años de la vida. Ellos
describen los genes que se han descubierto en familias con conductas violentas, y
las alteraciones neuroquímicas que explicarían la agresión observada en un grupo de
enfermos esquizofrénicos. Insisten en que no puede haber un gen de la violencia,
que probablemente son múltiples y que la violencia siempre es el resultado de la
interacción de ambas, las disposiciones hereditarias y de la influencia del ambiente.
El proceso de manifestación génica tiene un correlato hormonal, y la testosterona se
convierte en un eslabón de la teoría de la “violencia estructural” (cita Francisco
Muñoz, 2005) y a pesar de que reconozcamos su impresionante valor teórico y
práctico (Martín Morillas, 2003), no debemos de abandonar el esfuerzo por tener una
visión amplia, y que no esté demasiado contaminada para deformarnos
completamente la realidad, de tal manera que invisibilizamos otras conductas
(conflictivas y pacíficas). Tanto las endorfinas como la testosterona son hormonas
que forman parte de un entramado neurofisiológico del que son difíciles de separar y
hasta detectar. Steven Pinker (2003) propone que sabemos que damos
explicaciones parciales debido a los vínculos y las sinergias con todos nuestros
componentes biológicos y filogenéticos, y además, si con ellas queremos explicar
comportamientos humanos habrá que tener en cuenta, para no ser demasiado
antropocentristas, nuestra evolución biológica y cultural.
Para Alicia Salvador (op. cit.) la violencia en la perspectiva de un grado extremo de
agresión es aquella conducta manifiesta que implica la intención de inflingir daño a
otro organismo, bien a nivel físico o psicológico” (cita a Moyer, 1976). Similar punto
de vista sostienen Morris y Maisto (2001 p.322) que consideran la agresión como un
hecho intencional que incluye todas las conductas orientadas a inflingir daño físico o
psicológico a alguien. Por su parte, John P.J. Pinel (2003 p. 550) reconoce en las
conductas agresivas biológicas la función primaria de amenazar o provocar daño en
las “Zonas Objetivo” o lugares concretos de ataque corporal en otro animal. La
violencia biológica tiene diversos tipos: la Predatoria, Entre machos, la Inducida por
el miedo, la Irritable, la Defensa territorial, la Maternal, la Instrumental, y la
Relacionada con el sexo.
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Además la autora (A. Salvador) menciona que las lesiones del córtex orbitofrontal y
las regiones prefrontales adyacentes producen agresividad e impulsividad, y que el
Síndrome Lóbulo Frontal libera la impulsividad, incrementa la hostilidad y la
agresividad, y manifiesta la falta control de los impulsos según Phineas Gage (citado
por Damasio et al., 1994). En otras alteraciones cerebrales están los traumatismos
cerebrales, la arterioesclerosis cerebral, el Síndrome de Korsakoff, y el Síndrome de
LeschNyham. Esto se relaciona con enfermedades mentales como esquizofrenia,
depresión, manía y paranoia (Pincus, 2001).
Se ha observado que existe un complejo neuronal de órganos y tejidos en la base del
cerebro conocido como sistema límbico, que incluye la amígdala, que en el pasado
reciente se llegó a extraer quirúrgicamente (amigdalectomía) para el tratamiento
psicoquirúrgico de la violencia humana, con algunos efectos colaterales indeseables
sobre otras emociones (Pinel op. cit.).
Adicionalmente, se ha encontrado que el estrés (hormonal) y la agresión se
refuerzan mutuamente a nivel neuronal de los centros de control de la agresión en un
círculo vicioso (APA; Kruk, Hala´ Sz, Meelis, And Haller, 2004).
Con relación a la alimentación y la violencia, Joseph R. Hibbeln et al. (2006) revelan
en sus estudios que un déficit en ácidos grasos Omega3 propicia el surgimiento de
comportamientos agresivos, depresión, suicidios y violencia. Estos ácidos grasos
mejoran las conexiones neuronales, conociéndose que las deficiencias tempranas de
ácido docosahexaenóico (DHA) y ácido eicosapentaenóico (EPA) pueden bajar los
niveles de serotonina en períodos críticos del neurodesarrollo, y resultar en una
cascada de desarrollo subóptimo del sistema neurotransmisor limitando la regulación
del sistema límbico por el córtex frontal. Los distintos déficits del desarrollo residual
se pueden manifestar como desregulación de las respuestas simpatéticas al estrés,
incluyendo el decrecimiento de la variabilidad del ritmo cardiaco e hipertensión, que
se liga a la desregulación del comportamiento. El consumo de ácidos grasos Omega
3 en el desarrollo temprano y la adultez muestra una considerable promesa de
prevenir la agresión y la hostilidad o generar tendencias reversibles.
Aspectos biosociológicos de la violencia
La disuasión y control social de los impulsos y los instintos biológicos, desde los
orígenes humanos, posibilitó la convivencia dentro de los clanes y las tribus, al
establecerse reglas de comportamiento y penas por violarlas, tanto en el ámbito
familiar como en el de la vecindad con otros grupos. El resultado de las luchas
territoriales o vecinales (generalmente en competencia por espacio, alimento u otros
recursos vitales) siempre tuvo como resultado pérdidas de bienes y vidas aún para
los vencedores, y fue para todos importante evitarlas. En estos escenarios primitivos
es donde se busca por primera vez el desarrollo de mecanismos para prevenir, evitar
o paliar las conductas violentas y la agresión. Es el origen rudimentario de la
negociación y la política en la cultura humana.
La cultura, así como el nivel de identificación que tengamos con ella, no sólo
condiciona nuestros comportamientos, sino que también rige los patrones de la
actividad neuronal. En un estudio con individuos de dos grupos culturales diferentes,
a través de imágenes de resonancia magnética funcional, se descubrieron enormes
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diferencias entre los patrones neuronales de ambos grupos culturales, así como la
gran actividad neuronal que se despliega en las áreas cerebrales relacionadas con la
atención, cuando se emiten juicios alejados de nuestra cosmovisión cultural (Yaiza
Martínez, 2008)
Trey Hedden, et al. (2008) indican que la investigación del comportamiento muestra
que la gente de contextos de la cultura occidental se desempeña mejor en tareas que
enfatizan las dimensiones independientes (absolutas) que en las que enfatizan las
dimensiones relativas, a la inversa de los asiáticos. Terminan su informe de
investigación diciendo que el fondo cultural de un individuo y el grado en que en el
cual el individuo asigna valores culturales modera la activación en las redes del
cerebro durante tareas tan simples como las visuales y atencionales.
Pero continuando con los impactos sociales de este fenómeno, indicaremos que la
violencia se constituye desde los primeros grupos humanos en una amenaza que
requiere control para la convivencia social, y muchos investigadores la abordan para
desentrañarla en contextos más explicativos. Menciona Francisco Muñoz (2005) que
Johang Galtung en su concepción de violencia estructural termina por no concederle
la importancia debida a las interacciones causales, que es lo que mas nos acerca a
la teoría sistémica (frente al hecho de que la violencia esté en las estructuras). Dice
que los vínculos entre las diferentes violencias es lo que posibilita su existencia, y por
lo tanto este es el núcleo central de cualquier intento de explicar para desactivar las
diversas formas de violencia (esto se relaciona con la construcción de una "Teoría
General de los Conflictos"). El potente concepto de violencia estructural en caso de
ser sobredimensionado puede convertirse en estructuralista. Esto podría permitir,
hasta cierto punto, que desaparecieran de la escena los actores o sujetos de la
violencia, sus motivaciones y sus causas, en el sentido de la propuesta de la
"racionalidad agónica" de José Manuel Martín Morillas.
En Galtung la concepción del conflicto es limitada solamente como la antesala de la
violencia, siendo ambos, la Violencia y los Conflictos, fenómenos complejos.
La Nota Técnica 3 “Causas de la violencia” de Departamento de Desarrollo
Sostenible del Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2000), indica que los
factores genéticos y biológicos, así como el consumo de bebidas alcohólicas y
drogas aumentan la predisposición a exhibir conductas agresivas y violentas. Se
piensa que las influencias genéticas, si se documentan, involucrarán varios genes y
fuertes interacciones con el medio ambiente (Reiss y Roth, 1993). Pero los estudios
demuestran cada vez más que existe un vínculo entre la violencia y anomalías
cerebrales y neurobiológicas, la gran mayoría de ellas prevenibles. Factores que
aumentan la actividad o reactividad del cerebro (traumas) o disminuyen su capacidad
moderadora de impulsos (abuso o abandono infantil, abuso de alcohol o drogas)
aumentan la capacidad del individuo de responder en forma violenta (Perry, 1996).
Las experiencias de la infancia temprana tienen una importancia desproporcionada
en la organización del cerebro adulto.
El estrés social lleva también a una experiencia agonística de victoria o derrota, lo
que influye sobre la conducta social y no social, la emocionalidad, la vulnerabilidad a
las drogas de abuso, las estrategias de afrontamiento, los sistemas neurales (Neuro
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Transmisores, cfos), los niveles y respuesta hormonal, las funciones vegetativas e
inmunes, y se asume que la experiencia agonística afecta además sus propiedades
reforzantes (RodríguezAlarcón y Salvador, 2003).
Pero la violencia individual no solamente tiene un correlato en la convivencia social,
es también importante cuando mueve los impulsos de grandes masas
comprometidas ideológicamente con algún fin, reminiscencia de las conductas de
violencia y agresión animal de defensa del territorio y en contra de la sumisión ante
otros intereses ajenos a su cultura. No obstante, sea una violencia individual o
colectiva, inducida por motivos patrióticos o de seguridad social, la violencia es
multidimensional, siempre ha estado presente en la sociedad, a veces soterrada y
larvada, y a veces manifestada en erupciones que hacen tambalear el concepto que
ostentosamente pretendemos asumir de “humanos”.
Menciona Federico Engels (1981) que cuando los aliados entraron en Francia en
1814, precisamente en Alsacia y Lorena tropezaron con los enemigos más decididos,
con la resistencia más fuerte por parte del propio pueblo, ya que se sentía el peligro
que habría de volver a pertenecer a Alemania. Tal es el país que Bismarck y los
junkers prusianos, sostenidos, al parecer, por la reminiscencia de un romanticismo
chovinista inseparable de todas las iniciativas alemanas, se propusieron volverlo a
convertir en país alemán… Al junker prusiano le importa un comino el inmenso daño
moral que se ha causado el joven Imperio alemán proclamando abierta y
desvergonzadamente como principio básico la violencia brutal. Al contrario, le hacen
falta súbditos recalcitrantes y sometidos por la violencia, ya que éstos sirven de
prueba del crecimiento del poderío prusiano; en realidad, jamás ha tenido otros (pág.
435).
Respecto a la violencia como un fenómeno que se naturaliza e institucionaliza
socialmente, Vázquez Montalbán (2000) refiere que: “A punto de dejar tierras de
Colombia por las de Caracas y el Orinoco, reflexiono sobre la violencia porque la
prensa local no deja de hablar de la batalla multifrente entre guerrilleros,
paramilitares, narcotraficantes, y el ejército, que asola este país… Cueste la violencia
que cueste, pero que esa violencia se cobre las vidas de los ciudadanos periféricos
del imperio. En Colombia hay tanta violencia que hasta existe una especialidad de
sociólogo, el violentólogo, disciplina rigurosamente seria en un país que no ha
parado de autodestruirse desde el bogotazo de 1948”.
En otros aspectos biopsicológicos, indica el BID (2000) que la edad, la densidad
poblacional y el género influyen en la violencia a través de mecanismos distintos y
pueden servir para predecir, en forma muy general, las tendencias de violencia en la
sociedad. En América Latina, como en otras regiones del mundo, los homicidios son
perpetrados mayormente por hombres jóvenes en los grupos etarios entre 18 y 24.
Ellos también representan las mayores víctimas de la violencia criminal. Entre los
factores que predisponen a los jóvenes a escoger carreras violentas se encuentran
las altas tasas de desempleo juvenil, la impunidad en el sistema judicial, y el acceso
fácil al alcohol, las drogas y las armas de fuego. A esto se le puede añadir la cultura
de violencia en los medios de comunicación, que lleva a la imitación de la violencia y
a la disminución de las inhibiciones sociales. El crecimiento y aumento en la
densidad poblacional, especialmente en las grandes ciudades, aumentan el estrés, la
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frustración y el anonimato, que instigan la conducta violenta. Esto es visto también en
innumerables poblaciones biológicas.
Aspectos biopsicológicos de la violencia
La violencia tiene sin duda un sustrato biológico sobre el cual se desencadenan un
conjunto de reacciones psíquicas, que la promueven o inhiben. El control y la
regulación, tanto cognitiva como conductual, han sido estudiados acuciosamente
buscando desentrañar los mecanismos orgánicos y las motivaciones psíquicas
subyacentes, entendiéndose que la violencia es un fenómeno complejo que implica
lo biológico, lo social y lo psicológico de las personas, con variaciones de expresión
significativas en diferentes contextos.
La violencia emocional, afectiva e impulsiva es engendrada por la psique y pretende
intencionalmente dañar y producir dolor, estando generalmente asociada a la
frustración y el estrés, con poco control voluntario.
Algunos investigadores argumentan que la estrategia de reconsideración cognitiva
(pensar sobre lo que está pasando) tendría un impacto temprano en el proceso de
generación emocional, mientras que la represión expresiva (evitar que se note lo que
estamos sintiendo) sería una estrategia de comportamiento cuyo impacto es tardío,
dentro del proceso de generación emocional. Goldin, et al. (2008) usando imágenes
de resonancia magnética y filmación de expresiones faciales, en 17 mujeres que
vieron películas emocionales dentro de cuatro condiciones diferentes, demostraron
que las respuestas del córtex prefrontal en los primeros 4.5 segundos decrecen la
experiencia emotiva y la respuesta de la amígdala y la corteza insular, relacionadas
directamente con la actividad emocional. La supresión de las emociones en el córtex
prefrontal producida después, entre 10.5 y 15 segundos, decrece el comportamiento
de emoción negativa y la experiencia, pero incrementa las respuestas de la amígdala
y la corteza insular.
Estos hallazgos demuestran la eficacia diferencial de la valoración y supresión de la
experiencia emocional, tanto del comportamiento facial como de las respuestas
neurales, e ilumina diferencias intrigantes en la dinámica temporal de estas dos
estrategias de regulación de emociones.
El BID (op. cit.) indica que las experiencias de la infancia temprana tienen una
importancia desproporcionada en la organización del cerebro adulto. Ambas, la
negligencia física y/o la emocional en las etapas prenatal y de la infancia temprana,
como la exposición del infante a la violencia traumática, alteran el desarrollo del
sistema nervioso central, predisponiendo a la violencia. Estos eventos también
contribuyen a su aprendizaje, subrayando la interacción entre lo biológico y lo
ambiental. Aun cuando el daño cerebral de por sí, o el abuso infantil de por sí no
conducen necesariamente a la violencia, y la violencia se da sin la presencia de daño
cerebral o abuso previo, la combinación de anomalías cerebrales y abuso infantil
aumenta significativamente las probabilidades de una futura conducta violenta.
A este respecto, se ha demostrado que la conducta violenta se aprende de acuerdo a
su Nota Técnica 3, y numerosos investigadores han insistido en este hecho
(Bandura, 1973; Berkowitz, 1996; Dahlberg, 1998) y que uno de los factores
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pronosticadores más fuertes de la violencia futura es la violencia pasada (la violencia
genera violencia). Un historial familiar violento predice violencia individual
(Huesmann and Eron, 1986). Los conflictos civiles o las guerras predicen el aumento
de la violencia criminal (Archer y Gartner, 1984). Por ejemplo, una investigación
realizada con pandillas o “maras” juveniles en El Salvador considera que el hecho de
que éstos niños crecieron durante la guerra es factor crítico para explicar la
preferencia que tienen por conductas violentas (Cruz y Romano, 1998). Los factores
que explican que la violencia genere violencia incluyen el aprendizaje de la conducta
violenta a través de observación o imitación; el debilitamiento del control social que
conlleva la violencia; cambios en los incentivos y costos esperados derivados de
participar en actos violentos; y, en el caso de la violencia que surge después del
término de conflictos civiles, la mayor disponibilidad de armas entre civiles y las altas
tasas de desocupación de hombres jóvenes que suelen seguir a estos conflictos.
Menciona el BID (op. cit.) que las frustraciones y el estrés, por un lado, y los
estímulos agresivos por otro, aumentan la posibilidad de que la violencia se
desencadene. Los estímulos violentos que instigan violencia en individuos que están
predispuestos a comportarse violentamente incluyen escenas violentas en los
medios de comunicación, particularmente aquellas que premian conductas violentas.
Se piensa que las armas de fuego, además de hacer la violencia más letal, también
pueden instigarla, actuando como un estímulo violento. En América Latina, las armas
de fuego están presentes en entre el 70% y el 95% de los homicidios (Sanjuan,
1999).
En el caso de la supresión moral de los impulsos menciona Sigmund Freud (1998)
que los adultos se permiten regularmente hacer cualquier mal que les ofrezca
ventajas, siempre que estén seguros de que la autoridad no los descubrirá o nada
podrá hacerles, de modo que su temor se refiere exclusivamente a la posibilidad de
ser descubiertos. Lo anterior manifestado por Freud implica la falta de desarrollo de
la autovigilancia en el mencionado adulto, que tiene un cambio fundamental cuando
la autoridad es internalizada al establecerse un superyó. Con ello, sólo entonces se
tiene derecho a hablar de conciencia moral y del sentimiento de culpabilidad. En esta
fase también deja de actuar el temor de ser descubierto y la diferencia entre hacer y
querer el mal, pues nada puede ocultarse ante el superyó, ni siquiera los
pensamientos.
Continúa dicendo: Pero en el fondo todo queda como era al principio. El superyó
tortura al pecaminoso yo con las mismas sensaciones de angustia y está al acecho
de oportunidades para hacerlo castigar por el mundo exterior. En esta segunda fase
evolutiva, la conciencia moral se comporta tanto más severa y desconfiadamente
cuanto más virtuoso es el hombre.
Metodología del estudio
Los adolescentes y jóvenes de la muestra son 1,078 estudiantes de 14 a 22 años,
cuyas edades que comúnmente refiere a sujetos que estudian desde 3º de
secundaria hasta su egreso de la licenciatura, motivo por el que se seleccionaron de
una muestra mayor, que va de los 13 a 64 años pero con menos casos por rango de
edad. La muestra total era de 1,211 casos de donde se recortaron las edades
10
menores y mayores a la población aquí estudiada. Para los análisis de regresión y
factorial los casos se redujeron aún más a 459 debido a la anulación de las variables
y casos con alta cantidad de valores perdidos.
De 395 variables de la base de datos original se seleccionaron 92 en función de la
consistencia del estadístico Z y el coeficiente de variabilidad, dado que existen
numerosos casos perdidos durante la aplicación del instrumento. En el análisis
factorial exploratorio se encontraron las Variables Eje de la investigación, denotadas
por su alta carga factorial en el factor 1 y con ellas (Humillación, Maldad, Maltrato y
Odio) se construyó una variable dependiente categórica.
Resultados
La evidencia empírica en la ciencia a veces muestra contradicciones e
inconsistencias con las consideraciones teóricas, como sucede en el caso de la
violencia, muchas veces debido a los distintos patrones culturales, psicológicos y los
contextos, por lo que se incluyen aquí los datos obtenidos localmente para constatar
los asertos mostrados por otros investigadores.
Tanto el análisis factorial como la regresión múltiple hacen relevantes algunas
variables específicas con diferentes enfoques, de tal manera que podemos afirmar
que para la población de jóvenes estudiados la violencia tiene como variables
relevantes que inciden en ella a la Humillación, la Maldad, el Maltrato y el Odio, en
tanto que asociadas en la regresión múltiple están la hipocresía, el homicidio, la
hostilidad, la humillación, lo irrespetuoso, la ofensa y la venganza. La violencia de
tipo económico se muestra como la de mayor presencia y luego otros tipos como la
psicológica, la física y la familiar. Destaca que para los jóvenes la violencia se asocia
a la rebeldía como elemento generador de violencia.
Definición de variables en función de distintas perspectivas
Con la selección multivariada de variables se obtuvieron 10 variables, que en orden
de importancia del modelo fueron la Venganza, el Enojo, el Homicidio, el Mal humor,
la Ofensa, la Mentira, el Desprecio, la Hipocresía, el Irrespeto y la Hostilidad. Todas
estas se relacionan con patrones biopsicológicos y complejos de asociaciones
centradas o identificadas con el Yo de manera inmediata.
Con la regresión Stepwise se obtiene también un listado coincidente y
complementario del anterior, que incluye las variables Corrupción, Fraude, Agresión,
Homicidio, Ofensa, Irrespeto, Venganza, Hipocresía y Hostilidad, considerados por
los jóvenes como factores que inciden en la violencia y que por lo general son
considerados socialmente estereotipos concomitantes a la misma.
La percepción de la naturaleza de la violencia, sus factores y condiciones
generadores, así como sus constituyentes, es variable dependiendo del punto de
vista que se encuadre el fenómeno, esto es, de la perspectiva en que se observe.
Considerando el Nivel Cultural autoevaluado por los sujetos como una variable
dependiente, el conjunto de variables que seleccionan asociadas con la violencia son
las que caracterizan el perfil estereotipado del delincuente, e incluye 15 variables
obtenidas por la regresión en modalidad Stepwise (Tabla 1). La escolaridad de los
11
sujetos se relaciona con su autopercepción de su nivel cultural, y con la violencia, la
Transa, el Coraje, la Infidelidad, la Expresión oral de la violencia, la Ira, la Venganza,
el Castigo, lo Estafador, el Robo, la Violación, la Injusticia, el Ingreso económico, la
Ofensa, y la Discriminación, en ése orden de importancia.
Tabla 1. Los atributos de la violencia según el nivel cultural de la población que opina sobre
ella, y que guarda correspondencia con el estereotipo delincuencial.
Variable Independiente Nivel de Probabilidad
ESCOLARIDAD 0.00001
TRANSA 0.00045
CORAJE 0.0008
INFIDELIDAD 0.0051
ORAL 0.0041
IRA 0.0015
VENGANZA 0.0023
CASTIGO 0.0016
ESTAFADO 0.0001
ROBO 0.0066
VIOLACION 0.006
INJUSTICIA 0.011
INGRESO EC 0.015
OFENSA 0.021
DISCRIMINACION 0.037
Si buscamos una percepción del fenómeno “violencia”, ahora por el nivel de ingreso
económico, los jóvenes relacionan su ingreso con el nivel cultural y la escolaridad,
incluyendo como generadores de ella los Problemas y la Prostitución, y como los
factores que inciden en ella a la hostilidad, la mentira y lo estafador (ver Tabla 2).
Tabla 2. Los atributos de la violencia según el nivel de ingreso económico de la población que
opina, y que la define una perspectiva sintética.
Variable Independiente Nivel de Probabilidad
NIVEL CULTURAL 0.000001
HOSTILIDADx 0.000027
PROBLEMAS 0.017
ESCOLARIDADx 0.018
MENTIRASx 0.0093
ESTAFADORx 0.017
PROSTITUCIÓN 0.031
En otro enfoque (Tabla 3), ahora del entorno vital que va del urbano al rural y
marginado, predomina el primero por el origen de la mayoría los jóvenes, y delinea o
perfila la perspectiva de la violencia de su comunidad urbana. En orden decreciente
de importancia se presentan sus atributos como: el Abuso, la violencia de Expresión
Oral, la Infidelidad, la Violencia Física, lo Tramposo, el Odio, Responder a la
violencia, la Rivalidad, la Angustia, los Problemas, la Desobediencia, la expresión
con Maldiciones, la Ira, la Manipulación, la Deshonestidad, el Fraude, la violencia a
Mujeres, el Sometimiento, y la violencia a Niños.
Tabla 3. Atributos de la violencia de acuerdo al entorno vital, que de acuerdo a la población es
predominantemente urbana.
Variable Independiente Nivel de Probabilidad
ABUSO 0.00
12
ORAL 0.00019
INFIDELIDAD 0.00056
FISICA 0.0084
TRAMPOSO 0.013
ODIO 0.0054
RESPONDER 0.0068
RIVALIDAD 0.008
ANGUSTIA 0.0097
PROBLEMAS 0.0063
DESOBEDIENCIA 0.015
MALDICIONES 0.016
IRA 0.014
MANIPULACIÓN 0.023
DESHONESTIDAD 0.045
FRAUDE 0.036
A MUJERES 0.041
SOMETIMIENTO 0.045
A NIÑOS 0.032
Ejes que nuclean la violencia
El análisis factorial muestra nueve factores que explican el 49.84% del fenómeno con
rotación varimax y la modalidad de máxima semejanza. Lo anterior se observa en la
siguiente tabla, donde los factores fueron seleccionados de acuerdo a un eigenvalor
³ a 1.
Tabla 4. Factores extraídos con análisis factorial en la modalidad de máxima semejanza y con
rotación varimax.
% Varianza Eigenvalores %
Factores Eigenvalor total acumulados acumulado
1 27.23 29.60 27.23 29.60
2 7.25 7.88 34.48 37.48
3 2.43 2.65 36.92 40.13
4 2.11 2.30 39.03 42.42
5 1.71 1.86 40.74 44.29
6 1.54 1.68 42.29 45.96
7 1.28 1.39 43.57 47.36
8 1.20 1.30 44.76 48.66
9 1.09 1.18 45.85 49.84
El factor 1 “Factores del engaño que inciden” muestra que la Humillación, la Maldad,
el Maltrato y el Odio son la parte central del factor de incidencia en la violencia, con
las más altas cargas factoriales. Adicionalmente lo componen en forma relevante el
Fraude, el Chantaje, la Venganza, así como el Homicidio, la Ofensa, el Robo, la
Violación y la Hipocresía, entre otras.
El factor 2 “Tipos de violencia” denota que la violencia Psicológica, Familiar y Física
son las más comunes. El Factor 3 “Factores de Incidencia” elucida las variables que
precisan la relación con los otros, y aunque son factores de incidencia de la violencia,
en realidad refieren a factores “de los otros” que son exógenos y la catalizan, como el
Chisme, la Deshonestidad, la Prepotencia, el Egoísmo, la Envidia y la Deslealtad.
13
El Factor 4 “Condiciones generadoras” refiere a los Adolescentes y a los Jóvenes
como un entorno hostil y propicio para desatar la violencia, la agresión, o al menos
también como generador la condición de Adulto.
En el Factor 5 se refiere a las formas de expresión de la violencia, donde destacan la
Oral y las Maldiciones, así como las Señas y la respuesta a ellas. Se muestra que la
violencia genera violencia al incluir esta variable como incidente en el fenómeno
estudiado.
El Factor 6 muestra los elementos generadores de violencia y destaca como los
principales la Drogadicción, las Adicciones, la Rebeldía, la Prostitución y el Mal
humor. El Factor 7 prioriza casi exclusivamente el Castigo como un factor de
incidencia de la violencia, el Factor 8 lo Tramposo y lo Transa, y finalmente el
Desprecio como factor de incidencia y al Hombre como generador de la misma.
Agrupamientos de variables por características especiales
El Análisis discriminante por grupos de edad con la misma base de datos nos
muestra que la clasificación es adecuada para el 59.9% de los casos, que por
tratarse de encuesta de opinión resulta satisfactorio (Tabla 5).
Tabla 5. Reducción en la clasificación del error del 59.9%, o precisión de la clasificación de las
observaciones, donde las filas representan los datos observados (actual) y las columnas los
datos esperados o de la predicción.
Predicción
Actual 14 15 16 17 18 19 20 21 22 Total
14 27 5 2 0 0 1 0 0 0 35
15 0 36 7 4 0 0 0 0 0 47
16 3 6 38 7 1 2 1 0 1 59
17 0 10 12 81 11 4 3 4 8 133
18 2 4 5 10 45 9 3 4 8 90
19 0 1 3 2 5 22 1 1 3 38
20 0 0 0 2 1 0 25 0 4 32
21 0 0 0 0 0 0 1 10 1 12
22 0 0 1 0 0 0 0 0 10 11
Total 32 62 75 105 58 38 34 19 35 457
En la Tabla 6 se observan los datos mejor agrupados en las edades previstas con
desviaciones menores en los grupos etarios vecinos, y además cómo las
percepciones homogéneas de la violencia en los jóvenes se difunden después de los
15 años hasta una depresión de los 18 años, para recuperarse y fortalecerse la
uniformidad de la opinión a los 22 años en un 90.9% de los casos (Gráfica 1).
Tabla 6. Clasificación de los casos estudiados por grupos de edad en porcentajes.
Predicción
Actual 14 15 16 17 18 19 20 21 22 Total %
14 77.14 14.29 5.71 0 0 2.86 0 0 0 100
15 0 76.60 14.89 8.51 0 0 0 0 0 100
16 5.08 10.17 64.41 11.86 1.69 3.39 1.69 0 1.69 100
17 0 7.52 9.02 60.90 8.27 3.01 2.26 3.01 6.02 100
18 2.22 4.44 5.56 11.11 50.0 10.0 3.33 4.44 8.89 100
14
19 0 2.63 7.89 5.26 13.16 57.89 2.63 2.63 7.89 100
20 0 0 0 6.25 3.13 0 78.13 0 12.50 100
21 0 0 0 0 0 0 8.33 83.33 8.33 100
22 0 0 9.09 0 0 0 0 0 90.91 100
Se puede percibir mejor la dispersión de los casos en la gráfica por grupo de edad,
debido a su diferencia de opinión, difusión de sus nociones sobre todo en las edades
que corresponden a la educación media superior a los 18 años y el ingreso a la
licenciatura, para recuperarse y homogeneizarse progresivamente hacia los 22, que
es en promedio la edad de egreso de su carrera profesional.
100
80
14
Edad de la predicción
15
60
16
17
40 18
19
20
20
21
22
0
14 15 16 17 18 19 20 21 22
20
Edad real
Gráfica 1. Porcentajes de homogeneidad de opiniones en los jóvenes clasificados por grupo de
edad real (Eje X) y la predicción de pertenencia a un grupo de acuerdo a sus respuestas.
En el caso de las opiniones sobre la violencia, y dado que la mayoría de los jóvenes
son solteros, el porcentaje de homogeneidad de la clasificación de los casos fue del
98%, y es más claro presentarlo en porcentajes como en la Tabla 7.
Tabla 7. Reducción en la clasificación del error del 98.0%, o precisión de la clasificación de las
observaciones, donde las filas representan los datos observados (actual) y las columnas los
datos esperados o de la predicción.
Predicción
Actual Soltero U. Libre Casado Divorciado Total
Soltero 98.66 0.67 0.67 0.00 449
U. Libre 0 100 0 0 2
Casado 20 0 80 0 5
Divorciado 0 0 0 100 1
Total 444 5 7 1 457
15
Con referencia a la Violencia, las adicciones y la drogadicción, se encontraron
adicionalmente algunas concordancias, diferencias y particularidades específicas en
la misma base de datos.
Es notoria una gran preocupación por la relación entre la violencia y las adicciones
tanto a nivel nacional como internacional, por ello se han presentado ponencias de
diferentes instituciones en los congresos nacionales de Terapia Familiar (1999 y
2001); en la Reunión Binacional México Estados Unidos sobre violencia y adicciones
(Arizona, 2000); en el Congreso de la Academia Americana de Terapia Familiar en
su primera reunión internacional (Miami, 2001) y en 2001 el Instituto Latinoamericano
de Estudios de la Familia (ILEF) con ponencias en el Congreso de Trabajo Social en
el Instituto de la Comunicación Humana de México, así como en diversos foros y
medios de comunicación, con temas generados del trabajo comunitario en violencia
(Ignacio Maldonado y Flora Aurón, 2007). El mismo eje de preocupación se ha
manifestado en los organismos de la sociedad civil y los oficiales de Salud y
Educación en México y las distintas entidades federativas y municipios.
En el presente estudio se observó que de las 380 variables originales de la base de
datos de la violencia, 167 están relacionadas con ambos tópicos. 59 variables no son
comunes, dado que 47 de adicción no están en relación con la drogadicción, y 12
adicionales la particularizan al no estar presentes en las adicciones. Cabe destacar
que en 28 variables compartidas, se acentúa la relación entre la violencia y la
drogadicción en comparación con las adicciones que presentan valores de
asociación más bajos.
Es necesario denotar que en la adición hay cuatro formas de expresión: el responder,
la oral, las maldiciones y las señas, en tanto que no hay ninguna en la drogadicción,
lo que aparenta que es una condición privada que no tiende a mostrarse, al menos
no intencionalmente en estos jóvenes de 14 a 22 años.
Precisando lo establecido antes, en tanto que las adicciones se asocian en mayor
medida con 40 elementos generadores de violencia, sus más relevantes son la
drogadicción, las aficiones, la sociedad, las actitudes, la desobediencia, la rebeldía,
la discusión, el desempleo, el carácter, el dinero y la discriminación. Por otra parte,
con la drogadicción se asocian 36 elementos generadores de violencia, y los de
mayor peso son la adicción, la discusión, la rebeldía, el dinero, la prostitución, los
problemas, el mal humor, la discriminación, el desempleo, la desobediencia y la
manipulación. Ambas listas de variables están correlacionadas entre sí.
A diferencia de las adicciones podemos afirmar que la drogadicción se particulariza
por un conjunto de variables que no están asociadas a las adicciones, entre ellas,
como elementos generadores la fricción, el trabajo y la moral, y como condiciones
generadoras de ella es el joven; los elementos que inciden particularmente en la
relación entre la violencia y la drogadicción son la Decepción, la Intimidación, el
Despecho, la Desesperanza, el Egocentrismo, la Desconfianza, la Desilusión y la
Amargura.
Completando la lectura del fenómeno se puede afirmar también que la drogadicción
carece de elementos de las adicciones, entre ellos de los Tipos de Violencia
ideológica y ecológica y de los Elementos Generadores relacionados con intereses,
16
hijos, hermanos, hijas, cultura, madre y alimentación. Las Condiciones Receptoras
de violencia que inciden en las adicciones pero no en la drogadicción son el medio
marginado, la unión libre y el matrimonio. Otros Factores de Incidencia en la violencia
y se asocian a las adicciones pero no a la drogadicción son, la Humillación, el
Aborrecimiento, los Excesos, el Antagonismo, el Autoritarismo, la Irritación, la
Amedrentación, la Contrariedad, el Engreimiento, ser Engatusador, el Arrebato, la
Cólera, las Habladurías, la Irrespetuosidad, el Robo, ser Enredoso, la Difamación, la
Ira, la Traición, la Burla, la Ofensa, ser Tramposo, la Transa, la Calumnia, los
Prejuicios, la Exhibición, el Recelo, la Impotencia, ser Trinquetero, la Ofuscación y la
Hipocresía.
La lectura de los datos finalmente nos indica que la relación de la violencia se
acentúa, con respecto a las adicciones, en las siguientes variables de la drogadicción
que son elementos generadores de violencia: la Discusión, la Rebeldía, el Dinero, la
Prostitución, los Problemas, el Mal humor, la Discriminación, el Desempleo y la
Manipulación.
Como se observa, la drogadicción, como una forma específica de adicción, tiene
rasgos propios de asociación con la violencia que la diferencían de la adicción, al
acentuarse en la mayoría de los diferentes tipos de violencia que comparten, al
particularizarse en algunos elementos y condiciones generadores, pero sobre todo
en los factores que inciden en ella con diferentes formas de marginación y pérdida de
expectativas.
No todos los elementos y condiciones generadores de violencia o los factores de
incidencia de ella sobre las adicciones están presentes en la drogadicción, pero ésta
tiene sus propias variables que no corresponden a las adicciones.
A manera de Conclusiones
Como hemos observado, la violencia, como fenómeno biológico, es un fenómeno
natural que se asocia con la satisfacción de las necesidades básicas de
sobrevivencia, principalmente en relación a la alimentación, la reproducción, el
mantenimiento o logro del espacio vital, o como un mecanismo de defensa.
Además, la violencia se ha transformado y refinado socialmente con el desarrollo de
la civilización y la cultura, de tal manera que las acciones violentas enmascaran el
comportamiento biológico básico que la genera y complejiza psicológicamente.
Con los evidencia empírica de la base de datos del Cuerpo Académico de Desarrollo
Humano de la Facultad de Ciencia, Educación y Humanidades, considerando
jóvenes estudiantes de 14 a 22 años, se observa a la violencia como un fenómeno
multifacético y multidimensional, que puede y requiere ser abordado desde diferentes
perspectivas y con diferentes instrumentos estadísticos y metodológicos para ser
comprendido en su real magnitud.
Podemos afirmar también que la violencia es fisiológica y es psicológica, que es
parcialmente heredada y parcialmente aprendida. En su compleja estructura
biopsicológica se articulan las variables de el Enojo, el Mal humor, la Mentira, el
Desprecio, la Corrupción, el Fraude, la Agresión, el Homicidio, la Ofensa, el
Irrespeto, la Venganza, la Hipocresía y la Hostilidad, considerados por los jóvenes
17
como factores que inciden en la violencia y que por lo general son considerados
socialmente estereotipos concomitantes a la misma.
La percepción de la naturaleza de la violencia, sus factores y condiciones
generadores, así como sus constituyentes es entonces variable dependiendo del
punto de vista y perspectiva en que se encuadre o que se observe el fenómeno.
Considerando el nivel cultural autoevaluado por los sujetos como una variable
dependiente, el conjunto de variables que seleccionan asociadas con la violencia son
las que caracterizan el perfil estereotipado del delincuente, y la escolaridad de los
sujetos se relaciona con su autopercepción de su nivel cultural y con la violencia,
integradas a la Transa, el Coraje, la Infidelidad, la Expresión Oral de la violencia, la
Ira, la Venganza, el Castigo, lo Estafador, el Robo, la Violación, la Injusticia, el
Ingreso económico, la Ofensa, y la Discriminación, en ése orden de importancia.
Desde el análisis del nivel de ingreso de los sujetos, los jóvenes relacionan su
ingreso con el nivel Cultural y la Escolaridad, incluyendo como generadores de la
violencia los Problemas y la Prostitución, y como los factores que inciden en ella a la
Hostilidad, la Mentira y lo Estafador.
Desde el entorno vital de los jóvenes estudiados con dominancia urbana, se define la
perspectiva de la violencia en la comunidad urbana, caracterizada por el Abuso, la
violencia de Expresión Oral, la Infidelidad, la violencia Física, lo Tramposo, el Odio,
Responder a la violencia, la rivalidad, la Angustia, los Problemas, la Desobediencia,
la expresión con Maldiciones, la ira, la Manipulación, la Deshonestidad, el Fraude, la
violencia a Mujeres, el Sometimiento, y la violencia a Niños.
Las aproximaciones a la violencia desde un eje compuesto por las altas cargas
factoriales de las variables Humillación, Maldad, Maltrato y Odio, se nuclean la
Hipocresía, el Homicidio, la Hostilidad, la Humillación, lo Irrespetuoso, la Ofensa y la
Venganza. En cuanto a los Tipos de violencia, la de tipo económico se muestra como
la de mayor presencia y luego otros tipos como la psicológica, la física y la familiar.
El estereotipo concomitante que socialmente se piensa que incide en la violencia
incluye a las variables Corrupción, Fraude, Agresión, Homicidio, Ofensa, Irrespeto,
Venganza, Hipocresía y Hostilidad.
En otro enfoque de la exploración de los datos se encontraron nueve factores que
agrupan variables características de cada uno de ellos, y nos muestran los “Factores
del engaño que inciden en la violencia” con el peso concentrado en la Humillación, la
Maldad, el Maltrato y el Odio y adicionalmente el Fraude, el Chantaje, la Venganza,
así como el Homicidio, la Ofensa, el Robo, la Violación y la Hipocresía, entre otras.
Los siguientes factores muestran mucho menos explicación. El factor “Tipos de
violencia” denota que la violencia psicológica, familiar y física son las más comunes.
El Factor “variables de Incidencia en la violencia” muestra las variables “de los otros”
que son exógenos y la catalizan como el Chisme, la Deshonestidad, la Prepotencia,
el Egoísmo, la Envidia y la Deslealtad. El Factor de “Condiciones generadoras”
refiere a los propios Adolescentes y a los Jóvenes y también la condición de Adulto
como un entorno hostil y propicio para la violencia. El Factor que se refiere a las
formas de expresión de la violencia destaca la Oral y las Maldiciones, así como las
18
Señas y la respuesta a ellas. Se muestra como se ha mencionado que la violencia
genera violencia al incluir esta variable como incidente en el fenómeno estudiado.
Finalmente el Factor de Elementos Generadores de violencia destaca como los
principales la Drogadicción, las Adicciones, la Rebeldía, la Prostitución y el Mal
humor, que se mencionan con posteridad al análisis estadístico. Los Factores
siguientes priorizan casi exclusivamente el Castigo como un factor de incidencia de
la violencia, adicionalmente lo Tramposo y lo Transa, y finalmente el Desprecio como
factor de incidencia y al Hombre como generador de la misma.
La violencia es un fenómeno preocupante individual y socialmente y tiene como la
hidra múltiples cabezas y rostros, pero sin duda es algo inherente a nuestra
naturaleza animal con lo que tenemos que vivir como con un tigre domesticado en la
sala, y que puede aparecer inesperadamente en nuestras relaciones cotidianas.
La biopsicología puede ayudar a los hombres, no podemos dejar al margen lo
biológico de nosotros, y tal ciencia de síntesis viene a constituirse entonces y
fundamentalmente, en la neurociencia de la conducta.
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