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- Tras la Guerra del Pacífico (1879-1883), el devenir de Arica y sus valles costeños y serranos

se vio conmovido por las pugnas locales entre peruanos y chilenos por definir, en un
territorio de frontera, cuál sería el destino de las ciudades de Tacna, Arica y sus respectivas
áreas de influencia.
- En Arica predominaba una violencia simbólica que se asentaba desde la cultura
chilenizadora y la omnipresencia del Estado. El conflicto con el “otro” estuvo mediatizado
culturalmente por una construcción ajena y supuestamente impermeable frente al
extranjero.
- El conflicto exterioriza y oculta distintos niveles de tensión entre segmentos de un todo
estructuralmente asimétrico, donde se pretende alcanzar un nuevo estado de equilibrio. El
conflicto larvado, oculto o explícito en lo físico y psicológico es portados de grados de
violencia aceptados o rechazados.
- La violencia simbólica alude al concepto de dominación, y va desde la supremacía personal
en sociedades tradicionales hasta las relaciones de dominio de naciones por sobre otras,
predominando el ejercicio de un grupo social por sobre “otro”.
- Quienes detentan el poder ejercen control sobre el capital simbólico, haciendo posible el
consenso moral y contribuyendo a la reproducción del orden social. En casos extremos, el
peso de la legitimidad puede llegar a configurar una “cultura del miedo”, en la que las
normas de convivencias están tan acotadas que lo punitivo ronda en el ámbito de las
relaciones interpersonales.
- No obstante, los subalternos configuran sus propias estrategias no solo para mitigar la
violencia ajena, sino también para alcanzar réditos cuando el poder otorga los resquicios
para penetrar en él y socavar el dominio desde su propio interior.

“Ha muerto en Putre don Antonio Mollo, ciudadano peruano que fue perseguido tenazmente por
nuestros adversarios. Sus vinculaciones en Putre, su posición económica y su patriotismo acendrado
era algo que los chilenos no podían tolerar”. La Voz del Sur, 10 de abril de 1926.

En 1913, el agente chileno Emiliano Herrera solicita terrenos de sembríos en Tojotojone. Un año
más tarde, señala que era:

“víctima de hostilidades por parte de los peruanos. Hacen pocos días, a mi regreso de Arica, me
encontré con una sorpresa bastante desagradable. Mi pequeña crianza de gallinas que poseía,
manos criminales las habían esterminado. En el patio de mi casa encontré siete hermosas pollas i
un gallo estrangulados i cuatro gallinas se robaron.

“Me asiste el derecho de creer que Antonio Mollo dirije a los criminales porque en una ocasión i a
raiz de haberse suscitado el asunto de Tojotojone, me dijo testualmente ‘como Ud. no acepta ningún
arreglo, permitiendo que yo me ubique alrededor del potrero que Ud. ha cultivado en Tojotojone i
a pesar de haber vivido Ud. tantos años en armonía con todo el pueblo i le será mui difícil seguir
viviendo en Putre.

Antonio Mollo hace mantener a sus compatriotas el odio latente contra las autoridades i contra los
chilenos en general y sin embargo este individuo ha sido beneficiario en algunas ocasiones
concediendosele permiso para pastear en los cerros fiscales sus grandes cantidades de ganados que
posee. Tal vez sin este beneficio, Mollo sería aun más hostil con el elemento chileno”. Archivo
Subdelegación de Putre, informes, 1914.

En 1925, Antonio Mollo envió el siguiente telegrama desde Charaña al embajador peruano en
Bolivia: “Pongo su conocimiento, en calidad de ciudadano peruano, que en esta misma fecha fue
arrojada violentamente, mi familia de la población de Putre, correspondiente al departamento de
Arica. Ruegole interceder y reclamar ante nuestro Gobierno de semejante atropello”. “Documentos
sobre el laudo arbitral”, Cap. XII, Ministerio de Relaciones Exteriores, Lima, Perú, 1929, pp. 86.

“A la gente peruana que había renunciado a su nacionalidad, los vigilaban, tenía que mantener
neutral, si los pillaban conversando con los contrarios o vecino, se consideraban hacer propaganda,
entonces le caía la justicia. Prohibieron toda clase de música y baile de la zona como huayno,
taquirari y canto, y todas las ceremonias ancestrales a la cosmovisión andina, que a raíz de esto, se
fueron perdiendo en el tiempo, a cambio, se impusieron las tonadas y cuecas que es el baile nacional
de Chile y destacar las epopeyas Chilenas en los actos cívicos” (Oscar Mena, 70 años).

Oficial militar solicitó la suspensión de una fiesta en el valle de Azapa, usando los siguientes
adjetivos:

“Este comando, ha podido imponerse, que con el pretexto de conmemorar fechas y homenajes a
tal o cual santo una muchedumbre harapienta y digna de verdadera lástima, se entrega en forma
desenfrenada a remoliendas que están en absoluto reñidas con la cultura de un pueblo, cuyas
autoridades y elementos representativos tratan a toda costa de levantar. En estas fiestas, no toman
parte los elementos nacionales, pues con rarísimas excepciones son los peruanos y bolivianos los
que lo llevan a la práctica. No vacilo (…) en calificar de retroceso a la civilización, y pernicioso ejemplo
el que continúe verificándose tales fiestas y considero un deber primordial hacer cesar este estado
de cosas”. Archivo Histórico “Vicente Dagnino”, oficios varios, 1926, f. 183.

Modesto Mena, de la comunidad de Ticnamar, fue expulsado del territorio el 1° de noviembre de


1918, con destino al puerto de Mollendo:

“Allá en Mollendo, fue desembarcado y dejado sin dinero, solo con lo puesto, tuvo que trabajar
ocasionalmente en lo que sea para poder subsistir con la sola intención y anhelo de volver a su
querida Arica y su pueblo de Ticnamar, donde lo esperaba su señora y sus hijos. Lucho en la
clandestinidad para que las autoridades chilenas no lo pillaran, tanto en su paso por Tacna, Arica y
el pueblo de Ticnamar, así se mantuvo durante un tiempo, en la clandestinidad, pero no faltaron los
que lo denunciaron, sus propios vecinos le tenían mala” (Oscar, 70 años).

Tiburcio Ape, casado, residentes en Ticnamar, fue acusado de espionaje y ejecutado en el retén de
Guaycara como un enemigo del Estado:

“Una vez allí, don Tiburcio, levanto los brazos como se le indicaron e hizo la señal y los policías
cumpliendo la orden de ejecución, le dispararon. Así murió don Tiburcio Ape, por no saber leer ni
escribir, se entregó inocentemente para ser ejecutado. Su cuerpo desapareció por encanto, nunca
apareció hasta el día de hoy y estas noticias solo se saben porque los policías se burlaban y reían de
este trágico día cuando estaban borrachos” (Oscar, 70 años).
Julio Mena, de 25 años, desapareció una noche mientras retornaba del ensayo de la banda de
zampoñas del pueblo de Ticnamar, que se preparaba para la fiesta de 15 de Agosto:

“Él pagó las consecuencias de esta Chilenización. Un joven que estaba empezando a vivir y su vida
fue truncada a tan temprana edad, dejando en total abandono a su madre y hermanitos, porque el
como hijo mayor cargaba el peso de la casa y de la familia ya que su padre estaba en el exilio” (Oscar,
70 años).

“Don Flavio Jiménez, estaba huyendo a esconderse en la Cordillera del poblado de Sucuna, pero fue
intersectado por una patrulla de Policías. Este vecino iba con su esposa y dos hijas, que eran muy
bonitas. Entonces tuvo que transar con el Sub-oficial de cargo de patrulla, entregándole una de sus
hijas para que lo dejara libre y continuar su viaje. El Suboficial, se trajo a la joven a Codpa y más
tarde se casó con ella. Más tarde se radico en la ciudad de Iquique” (Javier, 76 años).

“Vicente Alay, natural de Tacna Perú, de 67 años de edad, zapatero, soldado en la Guerra del
Pacifico, victima de los chilenos en mi tierra natal de donde se me trajo en el trasporte ‘Apurimac’,
y llegué al Callao el 8 de julio de 1926, donde estoy domiciliado en la calle ‘Zepita’ N° 33; ante usted
con grande respeto me presento y ruego ordene que el Señor General don José Ramón Pizarro, los
Coroneles don Andrés I’reyne y don Moisés Mondoñel, y los Teniente Coroneles don José Jarrin, don
José Corbacho y don Juan C. Lapeyre y Sarjento Mayor don Maximiliano Otiura digan si es cierto que
yo fuí soldado del Escuadrón Franqueadores de Tacna y peleé en el Campo de la Alianza el 26 de
Mayo de 1880 contra los chilenos en dicho Escuadron, cuyos jefes fueron el Coronel Fidel Guerra y
Mayor Nicolás Ortiz y capitan mío el capitán Manuel Maldonado, todos como yo hijos de Tacna de
donde he rido todo por el Perú mi Patria.

Es gracia que demando de Ud. Señor Presidente.

Lima, 22 de agosto de 1927.

Vicente Alay [rubrica]”. Centro de Estudios Histórico-Militar del Perú, Personal, caja 3, expediente
119, foja 1.

“Señor Presidente de la Republica.


S. P.

Pedro Corbacho, natural de Arica, de donde por ser peruano y ademas cabo 2° del Ejercito del Sur
en la Guerra del Pacifico,- acaban de expulsarme las autoridades chilenas, despues de haberme
vejado brutalmente;- y hoy, obligado a domiciliarme en una casa s/n. del paradero de Bellavista,
ante Ud. En la forma mas respetuosa me presento y digo:
Que siendo yo como lo dejo comprobado, sobreviviente del combate de Arica, en actual retiro, sin
goces ni pensiones,- de las que ya tan gozando mis otros compañeros de armas que me han
precedido en la llegada a esta capital;- ausente de mi patria desde que combatí por su integridad
territorial en el Morro de Arica el 7 de Junio de 1880- con el heroico sacrificio que el Mundo conoce,-
sobrevivencia que la acredito ampliamente con los seis certificados que acompaño adjunto a la
presente solicitud y que para los efectos legales a que esta se contrae, me los han expedido
directamente, los siguientes jefes, oficiales y civiles señores:- Coronel German Grimaldos E., -
Teniente coronel Medardo Cornejo,- Sargento Mayor Ricardo S. Pimentel,- capitan Antonio Lobato
y teniente Antonio Garate.- El presidente y el secretario de la Sociedad “Tacna y Arica” don Raul A.
Rey y don Luis Belaunde R., respectivamente.- En merito de esa bastante y uniforme prueba
documental que acompaño y en conformidad de lo que dispone la ley 4162 de 26 de Octubre de
1920,- a Ud. Señor Presidente pido y suplico se digne disponer que se me expida la cedula de retiro
que solicito, que me corresponde en la clase de cabo 2° y con la antigüedad de la citada ley, previa
tramitacion por las oficianas respectivas.- Ademas, en el certificado que autorizo la Sociedad “Tacna
y Arica”, se acredita mi identidad personal, mi superviviencia y mi prolongada ausencia de la Patria;
Por tanto:
A Ud. Suplico deferir a mi solicitud, porque será justicia.- S. P. de R.
Lima, 15 de Mayo de 1925”. Centro de Estudios Histórico-Militar del Perú, Personal, caja 44,
expediente 724, foja 6.

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