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El poeta en búsqueda de redención.

Palabras, marcas en la memoria, heredadas desde siempre y repetidas por uno y otro con el peso que el ser
les impone y la certeza que su mensaje se dispone a ocasionar en aquel otro que se atreve a recibirlas como
señales de esa libertad que todo ser humano anhela. Estas mismas palabras, las repetidas, las inacabables e
incansables se manifiestan en Porfirio Barba Jacob como representación mimética de la su esencia, como
una manifestación pictórica de su propia condición desarraigada y conflictiva que se erige dentro de un
espacio y tiempo conjurados para ofrecer escarnio y señalar con el peso de la intolerancia a aquel que solo
fue culpable de existir a fuerza de vivir y sufrir su condición dentro de la reprobación y el continuo martirio.
Las palabras en la poesía de Barba Jacob encierran un lamento que se extiende al entendimiento de quien
las lee, sus imágenes no son aportes gratuitos que obedecen a la métrica requerida para la confección de un
arte sometido a la forma, estas son una representación latente de todo aquello que hace parte del ser como
abstracción de su condición individual regida por la percepción y la experiencia.

La búsqueda constante por manifestar todo lo que se hace parte del ser se acoge a la fuerza que la idea
genera sobre la palabra; el poeta se entrega a la creación de su obra haciendo evidentes sus experiencias
más íntimas. La lectura de la poesía de Barba Jacob es un ejercicio en el cual no se está exento de su
accidentada existencia, como si desde cualquier perspectiva el valor biográfico se encargara de cerrar el
círculo obligatorio para la interpretación coherente de su obra. La escisión poeta-poema engendra un vacío
en el que divaga la interpretación y hace que el propósito de la obra se refunda en la lectura irresponsable
acogida en las facilidades que solo forma y métrica pueden ofrecer, el valor verdadero de las palabras del
bardo reside en el ejercicio de elucidación que se hace complejo al visualizar su vida misma, esta funciona
como el recurso temático que amplía las posibilidades de acercamiento al texto, quien se acerca a la obra de
Barba Jacob asume necesariamente un compromiso de encontrarse con él, con su posición ante el mundo,
ante la sociedad, ante el continuo exilio al que fue sometido por su naturaleza humana.
En la lectura de Barba Jacob existe un doble proceso de relación e identificación de una corporalidad en
relación con el entorno, el poeta asume su posición para vivir en su tiempo y espacio partiendo de todo
aquello que generaba la repulsión hacia él mismo; su transición se empieza a elaborar desde las memorables
experiencias bucólicas de la niñez y más adelante su pugna con la sociedad que le hace exiliarse
continuamente y cambiar su identidad. En este espacio de creación del poeta radica la primera identificación
de ese ser que se va divisando en sus páginas, como el espectro que es liberado de un exorcismo. La segunda
identificación se lleva a cabo cuando el lector se aproxima a su poesía tratando de encontrar todo aquello
que comprende su forma de vida y sus experiencias mas íntimas, la identidad del poeta inicia un proceso de
sujeción influida por la exégesis del lector quien acude a todo tipo de recursos que pueden divagar entre la
veracidad y lo ficticio.
La poética de Barba Jacob como experiencia catártica se dilucida dentro de una serie de condiciones que
trascienden la inmediatez y se aproximan a la visión crítica de la temporalidad. Para entender al poeta
dentro de su obra se requiere la sincronía y la óptica acogida dentro del sesgo que el lector le imprima a su
ejercicio interpretativo sin desconocer la historia real del poeta. Cuando el propósito consiste en identificar
el valor de las palabras reunidas para hacer un llamado a la sensibilidad humana que trasciende el tiempo y
el espacio como el único recurso posible para verse a sí mismo, la poesía se torna anacrónica, alejada de
circunstancias que le obliguen a significar uniformemente en cualquier contexto.

Las experiencias del hombre que se sabe como presa de un mundo que le atormenta y solamente le ofrece la
posibilidad de sobrevivir en él son las que constituyen la genialidad de este poeta inmerso en el sufrimiento
de la cotidianidad pero embargado del júbilo de la existencia como un paliativo que le fortalece, que le deja
experimentar el gozo de seguir adelante actuando como su naturaleza se lo indica, alejándolo de cualquier
sistematización establecida por las circunstancias del entorno.

El placer de la existencia al que el poeta se entregaba se asemeja a la concepción del hombre de naturaleza
dionisiaca, el hombre que no se espanta por la verdad que se devela ante sus ojos como una venda que le
priva de los placeres de la existencia. El hombre que vive su vida plenamente es aquel que la mira desde un
costado identificando lo aparentemente correcto y juzgándolo desde su propia perspectiva. Barba Jacob
vive y crea desde el desgarro que ocasionan los convencionalismos de la época manteniéndose firmemente
dentro de su idea de disfrutar la existencia y enfrentarse al mundo con el rostro al desnudo, sin ocultar la
imagen de su verdadera naturaleza:

Mi vaso lleno – el vino de Anáhuac-


mi esfuerzo vano – estéril mi pasión-
soy un perdido – soy un marihuano-
A beber a danzar al son de mi canción…

En sus versos se encuentra la oposición entre el hombre que vive en un mundo diseñado por otros, en el que
es señalado, y por otra parte, ese mismo hombre desafiando los patrones de vida establecidos como
normales. El poeta se sabe perdido dentro de esa máscara de formalidades que le ofrece la época pero del
mismo modo y con todo el júbilo expresa su sentir y su vivir frente al mundo. Sus palabras se extienden
desde su propio ser como una invitación a romper los esquemas que la rigidez ofrece a quienes siguen la
letárgica marcha de la cotidianidad y el tedio:
“ reíd, danzad en báquica alegría
y haced brotar la sangre que embriaga el corazón.
la muerte viene, todo será polvo:
polvo de Augusto, polvo de Lucrecia
polvo de Numa, polvo de Nerón!”

El poeta dionisiaco jamás desconoce el destino y la finalidad de la existencia. Siempre guiado por un sino
trágico se entrega a la creación y la ofrece con la embriaguez de la belleza extendiéndola como una
invitación, esta va dirigida a todos los hombres con la frialdad que genera el anticipar un destino conocido
pero no recordado por los hombres, la dirección que le depara a cualquiera de ellos es la misma y Barba
Jacob encuentra su propia redención nombrando verdades y convidando a los demás mortales a seguir su
ejemplo, en el que de modo mesiánico pretende enseñar una verdad innegable que puede ser mitigada con el
gozo del instante pero siempre reconociendo el devenir.

Nietzsche menciona a Hamlet como héroe trágico y hombre dionisiaco por cuanto sus palabras no son
equiparables a su modo de actuar, Barba Jacob plantea en su poesía la sublimación de una belleza
representada en instantes y en momentos propios de la existencia que pueden o no ser agradables, sin
embargo, sus palabras no alcanzan a ser un reflejo mediano de la vida que el atormentado poeta vivió pero
que de igual modo exprimió, disfrutándola hasta llegar a los límites que solo el hedonismo podría ofrecer.

En Poe y Baudelaire encontramos una senda que irremediablemente nos conduce a Barba Jacob. Sus vidas
tildadas de profanas y su propia existencia como modelo del prototipo errado de ser humano nos indica
cómo sus almas no fueron develadas en su tiempo con la grandeza que debe ser reconocida la impronta de la
belleza en el arte. Y así en sus poemas cada uno dibujó sus propias debilidades, simbolizó el oscuro tono de
su alma golpeada y atormentada por su condición y sufrimiento. Un profundo aire de tristeza se aloja en
cada uno de ellos como si se tratara de la anticipación lírica del existencialismo. Sus palabras pregonan con
todo el peso de sus propias experiencias un universo que remite a uno como a todos los hombres que
sucumben ante la belleza del arte desde el llanto del infortunio y la desolación.

La huella que el poeta imprime en su poesía es señal inequívoca de su condición como ser humano, y de
este modo, al buscar en los alrededores de la lírica, lo que ofrece la obra de un poeta como Barba Jacob se
puede apreciar también como el denso y profundo vaho que otros han intentado incluir en sus palabras al
acercarse a la creación poética pero también a la redención a través del arte.
http://javiercovo.com/porfirio-barba-jacob-poeta-de-la-vida-profunda/

https://www.senalmemoria.co/articulos/porfirio-barba-jacob-el-marihuano

https://www.theguardian.com/books/2016/jan/08/anti-education-on-the-future-of-our-educational-institutions-friedrich-nietzsche-review
https://tenlladostud.blogspot.com/2011/06/baudelaire-versus-poe.html

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