LIBRO PRIMERO = CAPÍTULO II: EN LA ESCUELA EL PADRE DEL NIÑO MATOVELLE - El niño Matovelle se encuentra en la calle a un sacerdote llamado Miguel León (más tarde Obispo) el cual no conocía, y lo saluda de una manera muy alegre y respetuosa como merece un representante de Dios. - El sacerdote lo saluda, pero al verlo en tal grado de abandono, va a donde el padre de José Julio (el cual conocía) para reprocharle. Es tan eficiente el reproche, que consigue que el padre lo proteja. - Don Santiago Matovelle fue el padre de José Julio. Este era hijo de Lázaro Matovelle el cual había llegado de España y se había asentado en Cuenca junto con sus compañeros de viajes y aventuras, los españoles Esteban Iglesias y Ramón Oyervide. - Lázaro Matovelle (Abuelo del Padre Matovelle) se casó con una señora de apellido Orellana, los cuales tendrían varios hijos, entre esos Santiago e Isabel (Tía paterna que se hace cargo de José Julio hasta los 5 años cuando ella muere) - Al Padre Matovelle le falto un hogar propio, pero como era común en esa época, creció con poco conocimiento de las cosas temporales y el valor inmenso de las buenas obras para alcanzar la vida eterna. - La pobreza excesiva suele ser una condición propicia para que los niños adquirir muchos vicios, y si esta se acompaña de una carente formación religiosa y moral; conlleva a que se conviertan en hombres desesperados con odio a todo lo existente, con angustia y dolor. - Para evitar que José Julio se convirtiera en un hombre como se describe en la idea anterior, se cree que el Pbro. Miguel León gestionó para que la madre biológica (Doña Juana Maldonado) lo recibiese en su casa y que su padre Don Santiago Matovelle cubriera los gastos para su subsistencia y educación. - Doña Juana lo recibe, pero la formación moral y religiosa del niño Matovelle era un constante reproche a su conducta de madre. Por esto, pidió a María Quinde que siguiera cuidándolo como antes. Ella lo recibe, y lo sigue criando. EN LA ENSEÑANZA PRIMARIA. – DEVOCIÓN A MARÍA. – PRIMERA COMUNIÓN - Antes de los seis años, al niño Matovelle le fue puesto en casa un profesor privado para la enseñanza de las primeras letras. En este proceso fue compañero de José María (Miguel) Aguirre, Modesto y Antonia Veintimilla (más tarde madre del sacerdote jesuita Julio Íñiguez Veintimilla). - En la Biografía del P. Aguirre se la da a éste por profesores a Manuel San Martín y Serafín Sarmiento, que eran los educadores de la niñez en Cuenca - Desde 1871 en el Gobierno de Garcia Moreno se dieron normas severas para contrarrestar la promiscuidad de sexos en las escuelas mixtas privadas y públicas. Con la llegada del liberalismo, volvió a ponerse de moda las escuelas mixtas por el odio religioso. - Posteriormente, Matovelle asistió al Convento de Santo Domingo para educarse a manos del seminarista y futuro sacerdote Manuel María Cuesta. En este lugar aprendió la devoción de Nuestra Señora del Rosario. - Los Hermanos Cristianos abrieron escuelas en Cuenca el 4 de mayo de 1863; pero Matovelle no concurrió a ellas, porque estaba ya para concluir la instrucción primaria y pasar al Colegio Seminario. - En la escuela, Matovelle fue modelo de piedad, moral y aplicación. Cuando aprendió a leer, con la vida de los mártires franciscanos de Marruecos, el niño se prendió el deseo del martirio, que le llevó a hacer de su vida perpetuo holocausto. - A la edad de siete años, aprendió a rezar siete piadosas estrofas con sus correspondientes avemarías en honra de la Santísima Virgen María. Con el tiempo le añadió el himno de Stabat Mater (traduce “Estaba de pie la Madre”, es un himno atribuido al Papa Inocencio III y al franciscano Jacopone da Todi) y otras siete avemarías en honra de la soledad de la Virgen. En este momento el Padre Matovelle quiso juntar su dolor y soledad a los de María. - A los ocho años, hizo su primera comunión en el Templo de Santo Domingo y ante el altar de Nuestra Señora del Rosario. - Poco tiempo después, lee “Fabiola” obra del cardenal Ingles Nicholas Wiseman, los trabajos de los cristianos y los tormentos de Santa Inés por confesar a Cristo. Estos textos que hablan sobre la persecución de los cristianos, generar que el padre Matovelle llore y entre en místicos arrebatos de amor en la Santa Comunión. DEDICADA CONCIENCIA DEL NIÑO MATOVELLE - Matovelle tuvo mucho cuidado en escoger las lecturas. Él confiesa qué en su niñez y juventud, solo leyó una o dos obras de criterio y moral dudosos. - La Iglesia sabe lo que hace cuando manda poner en el Índice ciertos libros y prohíbe su lectura. Esto debido a que aquellas personas poco instruidas no tienen como defenderse del error y la mentira que se les brinda como verdad. - Matovelle dice que a los nueve años tuvo la desgracia de hacer una mala confesión en la Iglesia del Carmen y comulgar enseguida. Añade que no tuvo la suficiente instrucción y no se dio cuenta del pecado, sino después de haberlo cometido; que lloró mucho su falta, y en reparación hizo del Santísimo Sacramento el centro de su vida. - En un manuscrito del 2 de junio de 1879, en vísperas de vestir en el Seminario el hábito clerical, dice que por la misericordia divina nuca permaneció bajo el yugo de la culpa. Estas ingenuas confesiones de pecado y falta sólo indican el profundo conocimiento que Matovelle tenía de sí mismo. - Solo en el seno del catolicismo, algunos santos llegan a explorar su propia alma. San Francisco de Asís se cree el peor de los mortales, merecedor del infierno, porque tiene los ojos para examinar su propia alma y es ciego para examinar el alma de los demás. Santa Teresa de Jesús ve el infierno el puesto que debe ocupar por sus culpas. - Los verdaderos fariseos se creen dignos del cielo ¿Por qué? Porque el justo se examina bien a sí mismo, y el fariseo, el alma de los demás. A Matovelle hay que incluirlo entre los justos; pertenece a la escuela de San Francisco y Santa Teresa. - A los diez años enfermó de sarampión, y después le vinieron unas viruelas malignas que le dejaron con fuertes neuralgias. A pesar de su estado, tenía ansias por ser perfecto, oraba en la Iglesia del Sagrado Corazón ante el altar de Nuestra Señora de la Luz. En el fervor de su plegaria, ante esta advocación, hace el voto de perpetua castidad. DEVOCIÓN A MARÍA. – VOTO DE PERPETUA CASTIDAD. – PRODIGIOS - Desde muy niño había contraído la piadosa costumbre de rezar diariamente tres avemarías en honra de la Inmaculada Concepción, pidiéndole la virtud de la pureza. Y Dios se la concedía en grado heroico. Sin quererlo ni pretenderlo imitaba a la Beata Mariana de Jesús (Santa Marianita de Jesús de Paredes, primera persona canonizada en el Ecuador) - Cuando comprendió lo que implicaba su voto de perpetua castidad, lo ratificó y perfeccionó con plena advertencia de lo que hacía. - El amor de madre que Dios le quitó en la tierra se lo dio con creces en el Cielo. El nombre de María vino a ser grato para Matovelle en todas las advocaciones. Ante las diversas imágenes, exhaló todas sus penas, expuso todas sus alegrías, llevó sus dulces quejas y obtuvo el remedio a sus necesidades. - Matovelle pedía y clamaba a Dios que le concediese la gracia de una grande y ferviente devoción a su Santísima Madre, y Dios le concedió amar con delirio a María. - El joven Matovelle atribuye el mantener su pureza e inocencia bautismal a la Virgen María. Fue un verdadero milagro que un niño solo, pobre y abandonado se conserve inocente y puro en un ambiente que quizá no era el propicio. - “La Virgen Santísima era entonces lo que es hoy y será siempre, mi refugio y protección. ¡Cuán dulce me ha sido durante toda la vida acudir a su amparo, seguro de hallar bajo su manto, consuelo en mis penas, remedio en mis necesidades, salud en mis dolencias, luz en mis tinieblas, consejo en mis dudas, socorro eficaz en toda circunstancia” Padre Matovelle – Memorias Íntimas - María fue la que ejerció más influencia en la niñez de Matovelle. Ella fue su mejor pedagogo, la que formó su corazón, la que enrumbó sus destinos al futuro. - Matovelle se aficionó al dibujo y la pintura sólo por trasladar al papel la imagen de María, como en sus sueños de misticismo se la figuraba. - En unas vacaciones de agosto y septiembre, iban hacia Déleg a visitar a su madre, y el niño Matovelle resbala de la mula y cae al agua y se lo lleva la corriente. La señora Juana de Ávila busca personas que la ayuden a buscar el cadáver río abajo. Para sorpresa de todos, el niño aparece sano y salvo en el remanso del río, y asegura que una bellísima señora lo puso allí y le dijo que estuviese tranquilo, que pronto vendrían a buscarlo. - En otra ocasión, se encontraba delicado de salud en el campo, y por esto lo habían dejado en la casa de la hacienda. De repente un temblor derrumba la casa, y cuando todos corren presurosos pensando hallar un cadáver bajo los escombros, el niño sano y salvo les dice: no pude correr, pero la Virgen de los Dolores me salvó.