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BLOQUE 3.

LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX

VIII. TEMA 5 (EBAU). POESÍA ESPAÑOLA DESDE LA G. CIVIL HASTA LA TRANSICIÓN

A. ESQUEMA
1. AÑOS CUARENTA.
Exilio, aislamiento y censura. Represión y cárcel de los “vencidos” (v.g. M. Hernández). Hambre y autarquía. Aislamiento internacional. Poetas de la
llamada “Gen´36” o “generación escindida” (poesía “arraigada” y “desarraigada”, según etiqueta de Dámaso Alonso):

a) POESÍA “ARRAIGADA”: poetas conformes con el régimen ➜en torno a las revistas «Escorial» y «Garcilaso»➜ estética clasicista y visión
armónica del mundo. Luis Rosales es el mejor representante de los poetas “garcilasistas”: La casa encendida (1949).

b) POESÍA “DESARRAIGADA”: poetas contrarios al régimen, atormentados por la realidad➜ en torno a la revista «Espadaña»➜ angustia
existencial, dramatismo, desgarro, surrealismo➜ Dámaso Alonso (Gen´27) en Hijos de la ira (1944), V. Aleixandre (Gen´27) en Sombra del paraíso
(1944) y Blas de Otero en su 1ª etapa (Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia > Ancia).
+ Miguel Hernández ➜ puente entre la Gen´27 y la Gen´36
+ Poesía del exilio➜ Emilio Prados, de la Gen´27 (El jardín cerrado, 1946) + León Felipe.

2. AÑOS CINCUENTA. Relajación de la censura y una tímida pero imparable apertura del régimen:
POESÍA SOCIAL (comprometida) ➜ anhelo de paz y justicia➜ tono cotidiano y combativo. Destacan: Gabriel Celaya (Cantos íberos) y 2ª etapa
de Blas de Otero (Pido la paz y la palabra).

Otras tendencias que no tendrán eco hasta finales de los sesenta:


- El “postismo” (imaginación, surrealismo, experimentación): Carlos Edmundo de Orly y Miguel Labordeta.
- El grupo “Cántico” (entronque con la Gen´27): Pablo García Baena.

3. AÑOS SESENTA Y PRIMEROS SETENTA. Desarrollismo, apertura, desacralización del arte - cultura pop, experimentación:
1º) GENERACIÓN DEL 50 ➜ poetas que vivieron la guerra en su infancia➜ contrarios al régimen, pero cansados de la poesía
“como arma”: abandonan el tono épico de la “poesía social” y sus temas recurrentes➜ del “nosotros” al “yo” (lo “social” es solo marco,
no tema) ➜ búsqueda de un lenguaje poético personal y la poesía como forma de conocimiento (la experiencia autobiográfica, el amor,
la metapoesía…): José Hierro, Claudio Rodríguez , Ángel González, José Ángel Valente, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo…
Destaca: Jaime Gil de Biedma.

2º) GEN´68 o GEN´70 = los “NOVÍSIMOS”: antología de José María Castellet Nueve novísimos poetas españoles (1970) ➜ arte
puro + alarde técnico y experimentación + culturalismo + incorporación de la cultura pop (mas media, cine, cómic…): M. Vázquez
Montalbán, A. Martínez Sarrión, Ana Mª Moix, Leopolodo Mª Panero, Félix de Azúa, José Mª Álvarez, Vicente Moilna Foix, Guillermo
Carnero y Pere Gimferrer.

4. LA TRANSICIÓN.
Muerte de Franco (1975). Democracia y monarquía constitucional (Constitución de 1978). Superación de un intento de golpe de Estado (1981).
Entrada en la OTAN y en la UE (1986).
Nuevas tendencias➜ heterogeneidad ➜neosurrealismo de Blanca Andreu / clasicismo vitalista y culturalista de Luis Antonio de Villena
(Hymnica) / poesía erótica de Ana Rosseti / neopurismo o poética del silencio de Jaime Siles…
Destaca: la “poesía de la experiencia” (recogida en la antología La otra sentimentalidad) ➜ absorbe el legado de la Gen´50, sobre todo de Jaime
Gil de Biedma (también Ángel González): Felipe Benítez Reyes, Benjamín Prado, el murciano Eloy Sánchez Rosillo y, sobre todo, Luis García
Montero.

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B. DESARROLLO

1. AÑOS CUARENTA
Los primeros años de la posguerra fueron muy duros. La dictadura franquista inició una depuración política de represión de los
vencidos: ejecuciones, cárcel (v.g. Miguel Hernández) o exilio. En esa línea, instauró una férrea censura que aislaba la cultura española
del contexto internacional. A su vez, los años cuarenta están marcados por el hambre y la pobreza de la mayoría de la población (el
racionamiento de alimentos duró doce años), así como por el aislamiento internacional y la consiguiente autarquía:

RESOLUCIÓN DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU

La Asamblea General […] llega unánimemente a la conclusión de que:


(a) En origen, naturaleza, estructura y conducta general, el régimen de Franco es un régimen de carácter fascista, establecido en
gran parte gracias a la ayuda recibida de la Alemania nazi de Hitler y de la Italia fascista de Mussolini;
(b) Durante la prolongada lucha de las Naciones Unidas contra Hitler y Mussolini, Franco, a pesar de las continuas protestas de los
Aliados, prestó una ayuda considerable a las potencias enemigas. Primero, por ejemplo, de 1941 a 1945, la División de Infantería de la
Legión Azul, la Legión Española de Voluntarios y la Escuadrilla Aérea Salvador, pelearon en el frente oriental contra la Rusia soviética.
Segundo, en el verano de 1940, España se apoderó de Tánger en violación del estatuto internacional, y, debido a que España mantenía
un importante ejército en el Marruecos español, gran cantidad de tropas aliadas quedó inmovilizada en el África del Norte;
(c) Pruebas incontrovertibles demuestran que Franco fue, con Hitler y Mussolini, parte culpable en la conspiración de guerra contra
aquellos países que finalmente en el transcurso de la guerra mundial formaron el conjunto de las Naciones Unidas.

La Asamblea General,
Convencida de que el Gobierno fascista de Franco en España fue impuesto al pueblo español por la fuerza con la ayuda de las potencias del Eje
y a las cuales dio ayuda material durante la guerra, no representa al pueblo español, y que por su continuo dominio de España está haciendo
imposible la participación en asuntos internacionales del pueblo español con los pueblos de las Naciones Unidas;
Recomienda que se excluya al Gobierno español de Franco como miembro de los organismos internacionales establecidos por las
Naciones Unidas o que tengan nexos con ellas, y de la participación en conferencias u otras actividades que puedan ser emprendidas por
las Naciones Unidas o por estos organismos, hasta que se instaure en España un gobierno nuevo y aceptable.
Quincuagésima nona reunión plenaria, 12 de diciembre de 1946

Estas circunstancias determinan la trayectoria literaria de los poetas del momento, adscritos ideológicamente a uno u otro bando e
inmersos todos en la preocupación por los temas humanos frente al concepto de “poesía pura”. Son los poetas de la llamada “Gen´36” o
“generación escindida”, nacidos en la 2ª década del s. XX, que se fragmentarán en dos tendencias fundamentales: la poesía
arraigada y la poesía desarraigada. Estas etiquetas, asignadas por Dámaso Alonso, implican dos maneras distintas de vivir el momento
histórico:

A) POESÍA “ARRAIGADA”:
A esta corriente pertenecen casi todos los autores de la Generación del 36 que permanecieron en España y que se identifican con el
régimen franquista, aunque posteriormente algunos se distancien de él. Estos poetas, nacidos en torno a 1910, estuvieron vinculados a
las revistas «Garcilaso», dirigida por José García Nieto, y «Escorial». Apostaron por una poesía de corte clásico, con Garcilaso de la
Vega como inspiración y como símbolo de equilibrio y recuperación de los valores tradicionales de la nación. Su poesía se caracteriza
por una estética clasicista y por una visión del mundo distanciada de la realidad cotidiana del país. Los poetas “garcilasistas” se
cobijan en una existencia agradable y ordenada que vuelve la vista a temas tradicionales como el paisaje, el amor, , el tiempo, la
patria…; además, se percibe en ellos una religiosidad armónica en la que Dios, como elemento fundamental de orden, les aporta
serenidad y confianza.
Destacan Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo y, sobre todo, Luis Rosales (1910-1992), que destaca por su
imaginación metafórica y por su sentido del ritmo en La casa encendida (1949).

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B) POESÍA “DESARRAIGADA”:
En contraposición al “arraigo”, la visión armónica del mundo, la conformidad o la evasión de la corriente anterior, la poesía
desarraigada cultiva una línea existencialista que expresa la desorientación y el caos de la vida humana, la angustia y la
desesperación de seres arrojados a un mundo absurdo y lleno de sufrimiento, de soledad, desolación y muerte. Por ello, el tono es
dramático y desgarrado, buscando la metáfora surrealista y expresionista y a veces de un coloquialismo brusco y violento; también la
métrica tradicional comienza a dar paso al verso libre y el versículo. Además, el ámbito personal cede terreno al colectivo en un intento de
solidarizarse con los que sufren; esta idea sentará, años después, las bases de la poesía social.
Atormentados por la realidad y disconformes con el régimen (el llamado “exilio interior”), los poetas “desarraigados” pertenecen a
diferentes épocas: Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre son representantes de la Gen´27; Eugenio De Nora, Victoriano Crémer,
Carlos Bousoño, José Hierro, Gabriel Celaya (1911-1991) y Blas de Otero (1916-1979) pertenecen a la Gen´36 (los dos últimos
evolucionarán posteriormente hacia la poesía social).
El año 1944 es clave para esta corriente: se crea la revista «Espadaña», dirigida por E. de Nora y V. Crémer, que reunirá a los
poetas desarraigados; Dámaso Alonso publica Hijos de la ira y V. Aleixandre, Sombra del paraíso.
De los poetas jóvenes, destaca Blas de Otero en su 1ª etapa, en la que publica Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de
conciencia (1951), obras que recogen poemas escritos entre 1945 y 1950 y que luego se fundirán en un solo volumen titulado Ancia.

Además, no debemos olvidar a los poetas en el exilio (Emilio Prados, por ejemplo, de la Gen´27, que publica en 1946 El jardín
cerrado, o León Felipe, que entona un llanto por España en tono profético al estilo de W. Whitman: Español del éxodo y el llanto) y a
Miguel Hernández, que murió en la cárcel en 1942 y representa un puente entre la Gen´27 y poesía desarraigada de la gen´36.
Siguiendo la estela de la Gen´27, M. Hernández comienza con Perito en lunas (1933), poemario en el que fusiona la vanguardia
(ultraísmo), el gongorismo y la poesía pura. En 1935, con El rayo que no cesa, influido tanto por Neruda como por Vicente
Aleixandre, se apunta a la “rehumanización de la poesía” y fusiona la tradición (soneto/Quevedo) y la vanguardia (metáfora
surrealista) para expresar el sentimiento trágico del amor. Después, con la llegada de la guerra, se embarca en la poesía social y
comprometida: Viento del pueblo y El hombre acecha. Alcanza su madurez con su último poemario, ya en la cárcel y sintiendo la
muerte, Cancionero y Romancero de ausencias (1939-1941): la voz y el amor de los vencidos.

2. AÑOS CINCUENTA
Durante los años cincuenta las circunstancias sociales y políticas empiezan a cambiar gracias al reconocimiento internacional del
régimen de Franco y a la ayuda económica de otras naciones: en 1955 España entra en la ONU empujada por las relaciones
estratégicas de EE.UU en el contexto de la “guerra fría”. Ello traerá consigo un incipiente desarrollo industrial, una cierta apertura de
las costumbres y una tímida relajación de la censura. En este nuevo contexto sociopolítico surge de nuevo, como en los años
treinta, una literatura de compromiso que se concreta en el auge de la POESÍA SOCIAL: el poeta se convierte en un testigo de su época
–al igual que ocurre en la narrativa y el teatro–, y utiliza su palabra para intentar cambiar el mundo, tomando partido ante las
circunstancias sociopolíticas del país. Así, la poesía social de los años cincuenta retomará el compromiso político que iniciaron los
autores del 27 (y Miguel Hernández), al abandonar lo personal y subjetivo y volcarse en lo colectivo y solidario. La poesía social busca
expresar su anhelo de justicia con un tono cotidiano y combativo apelando al “nosotros” (“A la inmensa mayoría”, titula un poema Blas
de Otero), con un lenguaje inmediato y desnudo de recursos retóricos propio de un “arte de urgencia” concebido para el pueblo.
La publicación en 1955 de Cantos Iberos de Gabriel Celaya (vid. el poema “La poesía es un arma cargada de futuro”) y Pido la
paz y la palabra de Blas de Otero marcará el comienzo de esta tendencia, que llega hasta los años sesenta.

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Con todo, hay otras tendencias poéticas en los años cuarenta y cincuenta que no tendrán eco hasta finales de los sesenta, con
la llegada de los poetas “novísimos”:
– El “postismo” (abreviatura de “postsurrealismo”), creado por Carlos Edmundo de Ory en 1945, pretende cultivar un
“surrealismo ibérico” y enlaza con la experimentación vanguardista: reivindica la libertad expresiva, la imaginación, lo lúdico… Destaca
Miguel Labordeta. Aunque con una trayectoria muy personal, también Gloria Fuertes experimentará con el sentido lúdico del postismo.
– El “grupo Cántico”, surgido en torno a la revista del mismo nombre fundada en Córdoba (1947), de tendencia intimista e imágenes
brillantes, mantuvo el entronque con la Gen´27, sobre todo con Luis Cernuda. Destaca Pablo García Baena.

3. AÑOS SESENTA Y PRIMEROS SETENTA


En los años sesenta se produjo en España un desarrollo económico acompañado de una cierta liberalización social. Se elaboraron
los llamados Planes de Desarrollo; se fomentó el turismo; entran divisas en el país, no solo por el “boom” del turismo, sino también por la
emigración a Europa; se aprobó la Ley de prensa de 1966 que suprimía la censura previa para los periódicos; las protestas por motivos
políticos, laborales y académicos se hicieron cada vez más frecuentes, aunque fueron reprimidas policialmente. Es la etapa final del
franquismo, conocida como la del “desarrollismo”.

Dos generaciones se suceden en el panorama poético español:


1ª) GENERACIÓN DEL 50:
Los poetas jóvenes muestran un cierto cansancio con relación a la estética de la poesía social, a la que reprochan su excesivo
prosaísmo y la ausencia de lo personal en sus poemas. Se trata de los poetas de la llamada generación del 50: nacidos entre 1924 y
1936, y unidos entre sí por lazos de amistad, comienza a publicar a finales de la década de los cincuenta. Son «los niños de la
guerra», que vivieron la contienda civil en su niñez o adolescencia, por lo que este tema estará también presente en su obra, pero desde
una perspectiva distinta.
Conciben la poesía como un modo de conocimiento propio y del mundo que les rodea. Por ello, les interesa lo subjetivo, la indagación
en el alma del individuo; sus versos adoptan un tono reflexivo y recuperan la experiencia personal, los acontecimientos de la vida
cotidiana: la evocación de la infancia y la adolescencia como un paraíso roto o perdido, el fluir del tiempo y la conciencia de la
transitoriedad de la vida, el amor como un fuerte sentimiento vitalista, la amistad, la propia experiencia de la escritura…Abandonan el tono
épico de la poesía social y sus pretensiones políticas, pero en su tránsito del “nosotros” al “yo”, no rehúyen el compromiso moral con su
realidad y su tiempo, adoptando a veces una actitud crítica ante la sociedad a través de la ironía y la sátira.
Destacan poetas como José Hierro (Libro de las alucinaciones); Claudio Rodríguez (Alianza y condena); Ángel González, el más
“social” (Sin esperanza, con convencimiento); José Ángel Valente (La memoria y los signos); Carlos Barral; José Agustín Goytisolo;
Félix Grande; y, sobre todo, Jaime Gil de Biedma, el más influyente, pues será modelo para la “poesía de la experiencia” posterior: en
sus poemas recrea la experiencia vital (el amor, el paso del tiempo, la nostalgia, la incertidumbre, los fracasos…) desde la más profunda
emoción y desde la distancia irónica de la razón, fundiendo la metáfora con el realismo cotidiano de la vida misma. Reunió bajo el título
Las personas del verbo sus poemarios Compañeros de viaje, Moralidades y Poemas póstumos.

2ª) GEN´68 o de GEN´70: los “NOVÍSIMOS”


En la segunda mitad de la década de los sesenta, un grupo de jóvenes poetas, nacidos entre 1939 y principios de los cincuenta,
comienza su andadura con una actitud de ruptura con la estética anterior. Comienzan su actividad en pleno desarrollo económico; se

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han formado en una situación de apertura internacional, por lo que han podido leer la obra de escritores extranjeros y están influidos por
los mass media (radio, televisión, prensa, tebeos, canciones, cine ...) y la cultura pop. Son los jóvenes del “mayo del 68”.
En 1970, José María Castellet reúne en su antología Nueve novísimos poetas españoles a los principales autores que van a
formar la nómina de los que serán llamados “NOVÍSIMOS”: Leopoldo María Panero, Ana María Foix, Félix de Azúa, Manuel Vázquez
Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, José María Álvarez, Guillermo Carnero, Vicente Molina Foix y el más influyente y mediático, Pere
Gimferrer (La muerte en Beverly Hills y Extraña fruta).
Su ruptura con la poesía anterior entronca con la vuelta al “arte puro” de las vanguardias históricas. De ahí el rechazo de lo
anecdótico y personal (desaparece el uso del “yo”), la oposición al estilo realista y la ausencia tanto de una postura ética como de una
crítica social. Sus modelos poéticos se mueven entre los poetas ingleses contemporáneos, el simbolismo francés, el modernismo más
parnasiano y las vanguardias (surrealismo, cubismo y postismo). Su poesía experimenta con el poder creador del lenguaje con alardes
técnicos y una suerte de exhibicionismo cultural que combina elementos culturales variados. Dicho culturalismo bebe tanto de
mitologías exóticas como de mitos románticos o de referentes de la cultura de masas (cine, televisión, cómic, publicidad, series
policiacas, revistas de moda, rock…). De ahí que sus poemas acojan frases publicitarias, letras de canciones, manuales de instrucciones,
citas de otros autores…, o se llenen de nombres de ciudades o de personas que atraen por su valor fonético, de descripciones de
vestidos, disfraces, fiestas, mitos orientales o clásicos y mitos contemporáneos (Marilyn, Bogart, Che Guevara, Kennedy, etc.).

4. LA TRANSICIÓN
Con la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, se produce en nuestro país la transición hacia la democracia. Se legalizan
los partidos políticos y se convocan las primeras elecciones libres en 1977. La UCD de Adolfo Suárez, integrada por políticos reformistas
de la época anterior, consigue la victoria. Las Cortes promulgan en 1978 la nueva Constitución que define el Estado español como una
monarquía constitucional. En 1981 (23 de febrero) tiene lugar una fallida intentona golpista y un año después, en 1982, el PSOE gana las
elecciones por mayoría absoluta, lo que implicará la entrada en la OTAN y en la UE (1986).

A partir de 1975, con el comienzo de la Transición, los Novísimos evolucionarán de forma independiente y personal. Por estas mismas
fechas se dan a conocer otros poetas, pertenecientes cronológicamente a la generación de los setenta, que no habían sido tan precoces a
la hora de publicar como el primer grupo de Novísimos. Luis Antonio de Villena los llama los “poetas ocultos”: Juan Luis Panero, A.
Colinas o A. Carvajal
En esta época, la poesía se aleja de la estética novísima, del excesivo culturalismo y la exagerada experimentación lingüística, y da
paso a la heterogeneidad de tendencias: el neosurrealismo de Blanca Andreu, el clasicismo vitalista y culturalista de Luis Antonio
de Villena (Hymnica), la poesía erótica de Ana Rosseti, el neopurismo o minimalismo (la poética del silencio) de Jaime Siles o de
Andrés Sánchez Robayna…
Una de las corrientes más importantes que aparece a finales de los setenta y tendrá su desarrollo en los ochenta será la llamada
“poesía de la experiencia”: absorbe el legado de la Gen´50, sobre todo de Jaime Gil de Biedma (también Ángel González): Julio
Llamazares, Felipe Benítez Reyes, Andrés Trapiello o Benjamín Prado. La poesía elegíaca del poeta murciano Eloy Sánchez
Rosillo (Las cosas como fueron) se inscribe en esta poética. También dentro de esta tendencia, destacan los poetas granadinos que
suelen agruparse con el título de una antología común, La otra sentimentalidad (1983), cuyo máximo exponente es Luis García
Montero (El jardín extranjero, Diario cómplice).

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C. POEMAS
INSOMNIO LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO
Madrid es una ciudad de más de un millón
de cadáveres (según las últimas estadísticas). Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
A veces en la noche yo me revuelvo mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro, como un pulso que golpea las tinieblas,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán,
o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna. cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
Y paso largas horas gimiendo como el huracán,
se dicen las verdades:
ladrando como un perro enfurecido, las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, piden ser, piden ritmo,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres piden ley para aquello que sienten excesivo.
en esta ciudad de Madrid,
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
por qué mil millones de cadáveres
decir que somos quien somos,
se pudren lentamente en el mundo. nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre? Estamos tocando el fondo.
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches? Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
Dámaso Alonso, Hijos de la ira (1944) que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
HOMBRE
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte, Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
al borde del abismo, estoy clamando y canto respirando.
a Dios. Y su silencio, retumbando, Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
ahoga mi voz en el vacío inerte. personales, me ensancho.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte que trabaja con otros a España en sus aceros.
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando Tal es mi poesía: poesía-herramienta
solo. Arañando sombras para verte. a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
Alzo la mano, y tú me la cercenas. con que te apunto al pecho.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas. No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas. Es algo como el aire que todos respiramos
Ser – y no ser – eternos, fugitivos. y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!
Son palabras que todos repetimos sintiendo
Blas de Otero, Ángel fieramente humano (1950) como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
EN EL PRINCIPIO Gabriel Celaya, Cantos íberos (1955)
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua, NO VOLVERÉ A SER JOVEN
si he perdido la voz en la maleza, Que la vida iba en serio
me queda la palabra. uno lo empieza a comprender más tarde
como todos los jóvenes, yo vine
Si he sufrido la sed, el hambre, todo a llevarme la vida por delante.
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio, Dejar huella quería
me queda la palabra. y marcharme entre aplausos
envejecer, morir, eran tan sólo
Si abrí los labios para ver el rostro las dimensiones del teatro.
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos, Pero ha pasado el tiempo
me queda la palabra. y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
Blas de Otero, Pido la paz y la palabra (1955) es el único argumento de la obra.
Jaime Gil de Biedma, Poemas póstumos
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EN LAS CABINAS TELEFÓNICAS


En las cabinas telefónicas
RECUERDO DE UNA TARDE DE VERANO
hay misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de labios.
Aquel temblor del muslo
Son las últimas palabras de las dulces muchachas rubias y el diminuto encaje
rozado por la yema de los dedos,
que con el escote ensangrentado se refugian allí para mo-
son el mejor recuerdo de unos días
rir. conocidos sin prisa, sin hacerse notar,
igual que amigos tímidos.
Última noche bajo el pálido neón, último día bajo el sol

alucinante, Fue la tarde anterior a la tormenta,


con truenos en el cielo.
calles recién regadas con magnolias, faros amarillentos de
Tú apareciste en el jardín, secreta,
los coches patrulla en el amanecer. vestida de otro tiempo,
Te esperaré a la una y media, cuando salgas del cine
con una extravagante manera de quererme,
jugando a ser el viento de un armario,
-y a esta hora está muerta en el Déposito aquélla cuyo la luz en seda negra
cuerpo era un ramo de orquídeas. y medias de cristal,
tan abrazadas
Herida en los tiroteos nocturnos, acorralada en las esqui- a tus muslos con fuerza,
nas por los reflectores, abofeteada en los night-clubs, con esa oscura fuerza que tuvieron
sus dueños en la vida.
Mi verdadero y dulce amor llora en mis brazos.

Una última claridad, la más delgada y nítida, Bajo el color confuso de las flores salvajes,
inesperadamente me ofrecías
parece deslizarse de los locales cerrados:
tu memoria de labios entreabiertos,
esta luz que detiene a los transeúntes unas ropas difíciles, y el rayo
apenas vislumbrado de la carne,
y les habla suavemente de su infancia.
como fuego lunático,
Músicas de otro tiempo, canción al compás de cuyas viejas como llama de almendro donde puse
la mano sin dudarlo.
notas conocimos una noche a Ava Gadner,
Por el jardín, el ruido de los últimos pájaros,
muchacha envuelta en un impermeable claro que besamos de las primeras gotas en los árboles.
una vez en el ascensor, a oscuras entre dos pisos, y te-
Aquel temblor del muslo
nía los ojos muy azules, y hablaba siempre en voz y el diminuto encaje, de vello traspasado,
su resistencia elástica
muy baja-se llamaba Nelly.
vencida con el paso de los años,
Cierra los ojos y escucha el canto de las sirenas en la noche vuelven a ser verdad, oleaje en el tacto,
plateada de anuncios luminosos. arena humedecida entre las manos,
cuando otra vez, aquí, de pensamiento,
La noche tiene cálidas avenidas azules. me abandono en la dura solución de tus ingles
Sombras abrazan sombras en piscinas y bares. y dejo de escribir
para llamarte.
En el oscuro cielo combatían astros Luis García Montero, Diario cómplice (1987)
cuando murió de amor,

y era como si oliera muy despacio

un perfume.

Pere Gimferrer, La muerte en Beverly Hills (1968)

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