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Monergismo vs. sinergismo ¿Cuál doctrina es la correcta?

por Paulo Arieu


Como cristiano reformado creo en las doctrinas de la Gracia. Pero antes de explicar
las doctrinas de la gracia, hay que explicar que es Monergismo y que es Sinergismo.
Este es un tema que ha sido acaloradamente debatido dentro de la iglesia por
siglos. No es exagerado decir que este debate concierne al núcleo mismo del
Evangelio. Primero, vamos a definir los dos términos. Cuando hablamos de
monergismo vs. sinergismo, teológicamente hablando, estamos hablando acerca de
quién realiza nuestra salvación.
Mientras que el monergismo está estrechamente asociado con Juan Calvino, el
sinergismo está asociado con Jacob Arminius, y sus opiniones han influido
grandemente en el panorama evangélico moderno. Calvino y Arminius no son los
creadores de estas creencias, pero son los proponentes más conocidos del
Calvinismo y el Arminianismo.
Estas dos posturas fueron fuertemente debatidas a principios del siglo XVII,
cuando los seguidores de Arminius publicaron Los Cinco Artículos de la
Reconvención (CAR), un documento que declara en qué parte su teología difiere de
la de Calvino y sus seguidores.
a) El monergismo: Proviene de una palabra griega compuesta que significa
“trabajar solo,” es la creencia de que solo Dios efectúa nuestra salvación. Esta
doctrina es sostenida primeramente por las tradiciones calvinistas y reformistas y
están estrechamente unidas a lo que se conoce como las “doctrinas de la gracia.”
b) El sinergismo: también proviene de una palabra griega compuesta, significa
“trabajar juntos,” y es la creencia de que Dios trabaja junto con nosotros para
efectuar la salvación. El punto crucial en este debate, está entre la doctrina
calvinista de la elección incondicional, contra la doctrina arminiana de la elección
condicional:
Si uno cree que la elección es incondicional, entonces uno se inclinará a la doctrina
monergística de la salvación. Contrariamente, si uno opina que la elección está basada
en el preconocimiento de Dios de quién va a creer en Él, entonces uno se inclinará hacia
la perspectiva sinergista.
La visión de una elección incondicional está declarada en la Confesión de Fe de
Westminster
“A aquellos que Dios ha predestinado para vida, desde antes que fuesen puestos los
fundamentos del mundo, conforme a su eterno e inmutable propósito y al consejo y
beneplácito secreto de su propia voluntad, los ha escogido en Cristo para la gloria
eterna. Dios los ha predestinado por su libre gracia y puro amor, sin previsión de su fe
o buenas obras, de su perseverancia en ellas o de cualquiera otra cosa en la criatura
como condiciones o causas que le muevan a predestinarlos; y lo ha hecho todo para
alabanza de su gloriosa gracia.” (CFW III.5, énfasis añadido).
Como podemos ver, la elección incondicional, enseña que la decisión de Dios de los
elegidos, está basada en el beneplácito de Su voluntad y nada más. Además, Su
opción en la elección, no está basada en Su presciencia de la fe de una persona o
ninguna buena obra, o perseverancia de esa persona en la fe o en buenas obras.
Hay dos pasajes bíblicos clásicos que apoyan esta doctrina.
a) El primero es Efesios 1:4-5:
“Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser
adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su
voluntad.”
De acuerdo con este pasaje, fuimos elegidos por Dios para estar en Cristo – santos
y sin mancha – antes de la creación del mundo, y esta elección estaba basada en “el
puro afecto de su voluntad”
b) El otro pasaje es Romanos 9:16:
“Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene
misericordia.”
La elección de Dios no depende de nada de lo que hagamos o creamos, sino que se
hace únicamente a discreción de la misericordia de Dios. La esencia del
calvinismo, y del argumento monergístico, es que Dios está en el negocio de salvar
realmente a las personas y no solo hacerlas salvables. Puesto que toda la gente
nace en pecado, y por su naturaleza caída (total depravación), ellos siempre
rechazarán a Dios; Él debe actuar salvando a los elegidos sin ninguna pre-
condición de parte de ellos, como la fe. A fin de otorgar las bendiciones de
salvación y vida eterna a los elegidos, Dios debió primero expiar sus culpas
(expiación limitada). Entonces, esta gracia y salvación debe ser aplicada a los
elegidos, y así, el Espíritu Santo aplica los efectos de la salvación en los elegidos,
por medio de la regeneración de sus espíritus y llevándolos a la salvación (gracia
irresistible). Finalmente, aquellos a quien Dios ha salvado, Él los preservará hasta
el final (perseverancia de los santos). De principio a fin, la salvación (en todos sus
aspectos) es una obra de Dios, y solo de Dios – ¡monergismo! El punto es que
textualmente la gente está siendo salvada – los elegidos. Considera Romanos 8:28-
30. En este pasaje, vemos que hay un grupo de gente a quienes Dios, “… conforme
a su propósito son llamados.” Estas personas son identificadas como “los que
aman a Dios.” Estas personas también son aquellas que en los vv. 29-30 son
preconocidas, predestinadas, llamadas, justificadas y glorificadas. Es Dios quien
está moviendo a este grupo de gente (los que aman a Dios, los elegidos) desde el
preconocimiento a la glorificación, y ninguno se pierde a lo largo del camino.
En apoyo al argumento sinergístico, volvamos nuestra atención a los Cinco
Artículos de la Reconvención:
“Que Dios, por un eterno e inmutable propósito en Jesucristo Su Hijo, antes de la
fundación del mundo, ha determinado, que de la raza caída de hombres pecadores,
salvaría en Cristo, por amor a Cristo, y a través de Cristo, a quienes, a través de la
gracia del Espíritu Santo, han de creer en éste Su hijo Jesús, y han de perseverar en esta
fe y obediencia de la fe, a través de esta gracia, incluso hasta el final; y, por otra parte,
dejar al incorregible e incrédulo en el pecado y bajo la ira, y condenarlos como alejados
de Cristo, según la palabra del Evangelio en Juan 3:36: ‘El que cree en el Hijo tiene
vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de
Dios está sobre él.’ Y también de acuerdo a otros pasajes de la Escritura” (CAR,
Artículo I, énfasis añadido).
Aquí vemos que la salvación es condicional a la fe y perseverancia del individuo. Lo
que hace la elección condicional, es colocar el factor determinante de nuestra
salvación directamente sobre nosotros, en nuestra capacidad de elegir a Jesús y
permanecer en Él. Ahora, los arminianos afirmarán que nuestra capacidad de
elegir a Jesús es el resultado de una gracia universal que Dios da primeramente a
todas las personas, que compensa los efectos de la caída, y le permite al hombre
decidir aceptar o rechazar a Cristo. En otras palabras, Dios debe hacer algo incluso
para posibilitar la elección de la salvación, pero al final es nuestra elección la que
nos salva. La referencia bíblica que proporciona el Artículo I, ciertamente afirma
que aquellos que creen tienen vida eterna y quienes se resisten a creer no tienen
vida eterna, así que parecería que hay algún apoyo bíblico para esta doctrina. Por
tanto, el argumento sinergista asegura que Dios hace posible la salvación, pero es
nuestra elección la que la hace efectiva.
Así que, mientras que el monergismo asegura que Dios es la única condición
necesaria y suficiente para nuestra salvación, el sinergismo estará de acuerdo en
que Dios es una condición necesaria, pero negará Su suficiencia. Nuestro libre
albedrío más la actividad de Dios es lo que la hace suficiente. Lógicamente
hablando, debemos ser capaces de ver el error en el argumento sinergista – que
realmente Dios no salva a nadie. Esto coloca la responsabilidad de la salvación en
nosotros, porque somos nosotros quienes tenemos que hacer realidad esa
salvación al poner nuestra fe en Cristo. Si Dios realmente no salva a nadie,
entonces es posible que nadie vaya a salvarse. Si Dios verdaderamente no salva a
nadie, ¿cómo podemos explicar pasajes tan poderosos como Romanos 8:28-30?
Todos los verbos griegos en ese pasaje son ariosto/indicativo, significando que la
acción ahí descrita está completa; no hay ninguna potencialidad implicada en este
pasaje. Desde la perspectiva de Dios, la salvación ha ya sido efectuada. Más
adelante, el Artículo IV de la Reconvención dice que la gracia de Dios es resistible, y
el Artículo V afirma que aquellos que han elegido la gracia de Dios, también pueden
caer de esa gracia y “regresar a este mundo impío” convirtiéndose en
“desprovistos de la gracia.” Esta postura contradice la clara enseñanza de la
Escritura, respecto a la seguridad eterna del creyente.
Si ese es el caso, ¿cómo entonces respondemos al apoyo bíblico de la elección
condicional (cfr. Juan 3:36)? No se niega que la fe sea necesaria para hacer la
salvación “efectiva” en nuestra vida, pero ¿qué lugar tiene la fe en el orden de la
salvación? (Ordo Salutis) ? Nuevamente, si consideramos Romanos 8:29-30, vemos
una progresión lógica de la salvación. Justificación, la cual está a la vista cuando
consideramos la salvación por fe, es la cuarta en esa lista, precedida por el
preconocimiento, la predestinación y el llamamiento. Ahora, el llamado puede
dividirse en lo siguiente: regeneración, evangelismo, fe y arrepentimiento. En otras
palabras, el “llamado” (referido como “llamado eficaz” por los teólogos
reformados), primero debe incluir haber nacido de nuevo por el poder del Espíritu
Santo (Juan 3:3). Después viene la predicación del Evangelio (Romanos 10:14-17),
seguido por la fe y el arrepentimiento. Sin embargo, antes de que cualquiera de
esto ocurra, lógicamente debe estar precedido por el preconocimiento y la
predestinación.
Esto nos trae a la pregunta del preconocimiento. Los arminianos afirmarán que el
preconocimiento se refiere a la presciencia de Dios de la fe del elegido. Si ese es el
caso, entonces la elección de Dios ya no está basada en el “puro afecto de su
voluntad,” sino más bien en nuestra disposición de haberlo elegido,
independientemente de nuestra condición caída, la cual, de acuerdo a Romanos 8:7
es hostil hacia Dios, e incapaz de hacerlo. La visión arminiana del preconocimiento
también contradice la clara enseñanza de los pasajes arriba mencionados en apoyo
a la elección incondicional (Efesios 1:4-5 y Romanos 9:16). Esta creencia,
esencialmente le roba a Dios Su soberanía y coloca la responsabilidad de la
salvación directamente sobre los hombros de las criaturas que son totalmente
incapaces de salvarse a sí mismas.
En conclusión, el peso de la evidencia lógica y el peso de la evidencia bíblica, apoya
la creencia monergística de la salvación – Dios es el autor y consumador de nuestra
salvación (Hebreos 12:2). “Aquel que comenzó en nosotros la buena obra, la
perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” (Filipenses 1:6) El monergismo no
solo tiene un profundo impacto en la forma en que uno ve la salvación, sino
también el evangelismo. Si la salvación está basada únicamente en la gracia
salvadora de Dios, entonces no hay razón para que nos gloriemos, y toda la gloria
pertenece únicamente a Él (Efesios 2:8-9). Además, si Dios realmente salva a la
gente, entonces nuestros esfuerzos evangelísticos deben dar fruto, porque Dios ha
prometido salvar a los elegidos. ¡El monergismo es sinónimo de dar mayor gloria a
Dios!

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