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Trataremos de hallar algunas precisiones acerca de las relaciones que llamamos permeabilidad de las
percepciones, en relación con factores afectivos, culturales y sociales.
Vamos a partir de una tesis sostenida por T. Kuhn (La estructura de las revoluciones científicas), quien
sostiene que lo que vemos y percibimos está determinado por nuestros esquemas de creencias, por
nuestras expectativas y por nuestros valores.
Es decir que la percepción de un sujeto, está sino determinada, al menos mediada por su paradigma
teórico.
Desde un punto de vista netamente psicológico Jerome Bruner, afirma que todo y cualquier
conocimiento previo incorporado por un sujeto, todas sus creencias y también sus expectativas,
indudablemente juegan un papel importante en las percepciones, y en los procesos de las mismas.
Para ponerlo en términos familiares y entendibles, las preconcepciones actúan como un filtro selectivo,
que obturan aquellas partes de lo percibido, que no son coincidentes con las propias expectativas, y en
cambio refuerzan las que satisfacen las expectativas previas con que se miran o analizan los hechos y
las cosas.
Vistas las cosas de tal modo, en primera instancia podríamos sacar conclusiones tales como que, sujetos
con diversas creencias, valores y/o expectativas, tenderán a percibir a los objetos de distinta manera al
recibir idénticas gamas de estímulos, ya sean estos visuales, auditivos, táctiles, o relacionados con el
campo de los sentimientos y los afectos.
Aun desde el punto de partida de los niveles de formación educativa que cada sujeto percipiente utiliza
para observar, hallaremos graves y notables diferencias en el impacto intelectual que la percepción juega
en el modo de procesar los datos de los sentidos y las respuestas que el sujeto en cuestión emite en
cada caso.
Volviendo a ponerlo en términos fácilmente entendibles, y a modo de relacionar la teoría con el campo
que nos ocupa en este trabajo (Formación de supervisores y formadores en servicio); deberemos al
menos suponer que “La percepción, varía dependiendo de estados anímicos, psíquicos y
biológicos tales como, si el sujeto percipiente es desocupado, atraviesa problemas emotivos,
amorosos, está enamorado, tiene hambre, mantiene una importante querella de enfrentamiento
ideológico con lo propiamente observado .” solo por citar algunos ejemplos.
Si en tal sentido, continuamos nuestro análisis, pero ahora refiriéndonos a la diferencias etarias de los
sujetos, mas temprano que tarde hallaremos muy claras diferencias en los modos de percibir y dar
respuestas de carácter social y personal.
El bagaje de conocimientos y de habilidades profesionales y artísticas de cada persona, está reglada por
aquellas circunstancias familiares, sociales, y laborales que constituyeron sus formas de socializaciones
primarias y secundarias, y que de alguna manera poseen caracteres que las hacen casi intransferibles a
las nuevas situaciones, al menos como requerimientos de adaptaciones a nuevas pautas y formas no
coincidentes con los paradigmas que se afianzaron por aquellas precisas circunstancias.
De ahí, la fundamental importancia que tales diferencias adquieren a la hora de interpretar los profundos
cambios laborales y sociales, que reglan las relaciones profesionales y muestran un panorama siempre
cambiante en tal sentido, y que a resultas del cual cercena y descuaja constantemente las seguridades
antes arraigadas y monolíticas.
Ahora bien; si continuando en esta línea de análisis, y refiriéndonos al caso que nos ocupa como
supervisores y formadores de personal con habilidades técnicas, siempre desafiadas por nuevas
tecnologías y pautas cambiantes, cabe detenernos a reflexionar acerca de las dificultades que
deberemos enfrentar a la hora de considerar los medios para la formación permanente del personal en
servicio, como para la incorporación de nuevo personal y nuevas tecnologías.
Cabe preguntarnos acerca de tan grave cuestión, como lo es l a formación de los recursos humanos,
si hemos de detenernos a considerar la posibilidad de hallar elementos para el desarrollo de una
pedagogía de la tecnología, que sea aplicable con alguna posibilidad de éxito a la formación permanente
de supervisores y formadores dentro de los procesos industriales actuales y por venir.
Aquí hallaremos un punto de partida que nunca puede tener menos que tres bases o
fundamentos que le den sustento, a saber:
Una clara intencionalidad empresarial, tendiente a satisfacer dos necesidades: Una de carácter
económico y tecnológico, que le anime a emprender una capacitación permanente a los efectos de lograr
competitividad y cualificaciones certificadas. Y la otra de carácter ético y social, tendiente a optimizar las
R.R.H.H. y el crecimiento de la calidad de vida de sus empleados a todo nivel.
La satisfacción de necesidades sociales, crecimiento intelectual y moral de los involucrados en los
procesos laborales y sus familias, lo que constituye un verdadero derecho, sustentado en un sueño que
es político y basado fundamentalmente en el análisis material de las condiciones mínimas para una vida
digna y saludable.
La posibilidad de insertar a nuestra industria en un camino de desarrollo sostenido y crítico, que resista
los vaivenes de las políticas económicas, como medio de garantizar las condiciones de empleo
permanente y sustento material de todos sus actores.
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Roque N.Zacchino.