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Una teoría sobre la percepción.

Por: Roque N. Zacchino.


San Isidro Julio de 2007.

Trataremos de hallar algunas precisiones acerca de las relaciones que llamamos permeabilidad de las
percepciones, en relación con factores afectivos, culturales y sociales.
Vamos a partir de una tesis sostenida por ​T. Kuhn (La estructura de las revoluciones científicas), quien
sostiene que lo que vemos y percibimos está determinado por nuestros esquemas de creencias, por
nuestras expectativas y por nuestros valores.
Es decir que la percepción de un sujeto, está sino determinada, al menos mediada por su paradigma
teórico.
Desde un punto de vista netamente psicológico ​Jerome Bruner,​ afirma que todo y cualquier
conocimiento previo incorporado por un sujeto, todas sus creencias y también sus expectativas,
indudablemente juegan un papel importante en las percepciones, y en los procesos de las mismas.
Para ponerlo en términos familiares y entendibles, las preconcepciones actúan como un filtro selectivo,
que obturan aquellas partes de lo percibido, que no son coincidentes con las propias expectativas, y en
cambio refuerzan las que satisfacen las expectativas previas con que se miran o analizan los hechos y
las cosas.
Vistas las cosas de tal modo, en primera instancia podríamos sacar conclusiones tales como que, sujetos
con diversas creencias, valores y/o expectativas, tenderán a percibir a los objetos de distinta manera al
recibir idénticas gamas de estímulos, ya sean estos visuales, auditivos, táctiles, o relacionados con el
campo de los sentimientos y los afectos.
Aun desde el punto de partida de los niveles de formación educativa que cada sujeto percipiente utiliza
para observar, hallaremos graves y notables diferencias en el impacto intelectual que la percepción juega
en el modo de procesar los datos de los sentidos y las respuestas que el sujeto en cuestión emite en
cada caso.

Volviendo a ponerlo en términos fácilmente entendibles, y a modo de relacionar la teoría con el campo
que nos ocupa en este trabajo (Formación de supervisores y formadores en servicio); deberemos al
menos suponer que “La percepción, varía dependiendo de estados anímicos, psíquicos y
biológicos tales como, si el sujeto percipiente es desocupado, atraviesa problemas emotivos,
amorosos, está enamorado, tiene hambre, mantiene una importante querella de enfrentamiento
ideológico con lo propiamente observado .” ​solo por citar algunos ejemplos.
Si en tal sentido, continuamos nuestro análisis, pero ahora refiriéndonos a la diferencias etarias de los
sujetos, mas temprano que tarde hallaremos muy claras diferencias en los modos de percibir y dar
respuestas de carácter social y personal.
El bagaje de conocimientos y de habilidades profesionales y artísticas de cada persona, está reglada por
aquellas circunstancias familiares, sociales, y laborales que constituyeron sus formas de socializaciones
primarias y secundarias, y ​que de alguna manera poseen caracteres que las hacen casi intransferibles a
las nuevas situaciones, al menos como requerimientos de adaptaciones a nuevas pautas y formas no
coincidentes con los paradigmas que se afianzaron por aquellas precisas circunstancias​.
De ahí, la fundamental importancia que tales diferencias adquieren a la hora de interpretar los profundos
cambios laborales y sociales, que reglan las relaciones profesionales y muestran un panorama siempre
cambiante en tal sentido, y que a resultas del cual cercena y descuaja constantemente las seguridades
antes arraigadas y monolíticas.

Ahora bien; si continuando en esta línea de análisis, y refiriéndonos al caso que nos ocupa como
supervisores y formadores de personal con habilidades técnicas, siempre desafiadas por nuevas
tecnologías y pautas cambiantes, cabe detenernos a reflexionar acerca de las dificultades que
deberemos enfrentar a la hora de considerar los medios para la formación permanente del personal en
servicio, como para la incorporación de nuevo personal y nuevas tecnologías.
Cabe preguntarnos acerca de tan grave cuestión, como lo es l​ a formación de los recursos humanos​,
si hemos de detenernos a considerar la posibilidad de hallar elementos para el desarrollo de una
pedagogía de la tecnología, que sea aplicable con alguna posibilidad de éxito a la formación permanente
de supervisores y formadores dentro de los procesos industriales actuales y por venir.

Aquí hallaremos un punto de partida que nunca puede tener menos que tres bases o
fundamentos que le den sustento, a saber:

Una clara intencionalidad empresarial, tendiente a satisfacer dos necesidades: Una de carácter
económico y tecnológico, que le anime a emprender una capacitación permanente a los efectos de lograr
competitividad y cualificaciones certificadas. Y la otra de carácter ético y social, tendiente a optimizar las
R.R.H.H. y el crecimiento de la calidad de vida de sus empleados a todo nivel.
La satisfacción de necesidades sociales, crecimiento intelectual y moral de los involucrados en los
procesos laborales y sus familias, lo que constituye un verdadero derecho, sustentado en un sueño que
es político y basado fundamentalmente en el análisis material de las condiciones mínimas para una vida
digna y saludable.
La posibilidad de insertar a nuestra industria en un camino de desarrollo sostenido y crítico, que resista
los vaivenes de las políticas económicas, como medio de garantizar las condiciones de empleo
permanente y sustento material de todos sus actores.

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Roque N.Zacchino.

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