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SEMANA 3: LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL SONIDO

Lección 3.1. Escucha y Sociedad: significaciones socioculturales del sonido

El sonido es un fenómeno complejo, que puede experimentarse y comprenderse en múltiples


dimensiones. Desde la perspectiva acústica, el sonido es una variación de presión en el aire que se
propaga desde una fuente determinada en todas direcciones, a través de ondas que se alimentan o
cancelan en medios que pueden ser más o menos propicios para la dispersión.

Desde una aproximación fisiológica, el sonido se percibe gracias a movimientos en el oído interno
que, respondiendo a las variaciones de presión transmitidas por el aire, hacen vibrar de manera
análoga los nervios auditivos conectados al cerebro.

Si se recurre al enfoque de la psico-acústica, la percepción sonora resulta de una decodificación de


los impulsos en el cerebro, que no puede disociarse de la significación que el sujeto hace de tales
corrientes de neurotransmisores.

Más aún, la perspectiva cognitiva, ha revelado que la escucha es una función fundamental para la
constitución del cerebro. Esto se debe a que la capacidad de decodificar sonidos del entorno está
estrechamente conectada con el instinto de sobrevivencia y con la evolución del cerebro humano.

Por ello, también se sostiene que la interpretación de los sonidos, está inherentemente vinculada a
los contextos socio-culturales en los que el cerebro del sujeto se ha formado, incluso antes de nacer.
Un factor determinante en la conformación cerebral y los procesos de decodificación auditiva es, por
ejemplo, la sonoridad de la lengua materna.

Además de ofrecer el primer repertorio de sonoridades con el que nos lanzamos a conocer el mundo,
la lengua materna modela nuestros patrones primordiales de entonación, ritmo comunicativo y de
sucesión del discurso en el habla.

De hecho, lo que identificamos como sonidos armónicos, musicales o como ruidos sin orden
alguno, está directamente relacionado con los modos de escuchar que aprendimos en nuestra
primera infancia, aunque esto puede cambiar gracias a los diversos procesos de aculturación que
sostenemos a lo largo de nuestra vida.

El sonido requiere de una fuente emisora, un medio transductor y un receptor que se encuentra
inserto en el mismo medio de dispersión (habitualmente, el aire). Por ello, el sonido es también una
experiencia táctil. Se percibe a través de la piel, en todos los órganos del cuerpo y gracias a los
patrones de resonancias con los cuerpos materiales que nos rodean. Por eso, el sonido es además
una experiencia que nos conecta los unos a los otros, aunque no siempre lo deseemos.

Las indagaciones realizadas por un equipo de investigadores encabezados por Murray Schaffer en
Vancouver, cuya labor se tituló; Proyecto Mundial de Paisaje Sonoro, se percataron de que la
denominación “ruido” no solo estaba asociada a los componentes acústicos del sonido, sino que
tenía bases profundamente subjetivas. Por ello, propusieron moderar las implicaciones negativas del
concepto de “contaminación urbana”.
Con tal fin promovieron una reflexión de carácter socio-cultural de la escucha y acuñaron el término
“paisaje sonoro”, para comprender las relaciones entre el sonido, el entorno, los contextos y las
perspectivas de percepción.

En sus inicios el término Soundscape o Paisaje Sonoro en español, se refería a los sonidos que dan
una identidad sonora a un lugar, y contribuyen a la construcción de las memorias culturales. Más
adelante, el concepto de paisaje sonoro permitió debatir los modos en que el sonido se convierte
en un fenómeno cognoscible ante nuestros oídos, cerebro y consciencia, gracias a que la escucha es
una práctica cultural.

Como hemos visto, el sonido permite vincular personas, memorias culturales, grupos sociales, grupos
etarios y generaciones enteras.

2. El paisaje sonoro y la escucha en las ciencias sociales.

El desarrollo del concepto de paisaje sonoro, ha sido de gran utilidad para los estudios de ciencias
sociales, tales como la historia, la antropología y la sociología. Más recientemente, la interpretación
del sonido como una experiencia holística y vibracional, da paso a que muchos investigadores se
interesen en como ciertos grupos culturales usan, interpretan y conviven con los sonidos de los
lugares que habitan. A esto se refiere la línea que algunos autores han identificado como
antropología del sonido.

A fines de la década de 1870, el etnomusicólogo, antropólogo y lingüista, Steven Feld, desarrolló


continuas indagaciones sobre las interacciones que los Kaluli (o Bosavi), habitantes de Papúa Nueva
Guinea, sostienen con el canto de las aves en el entorno que cohabitan. Su proyecto contribuyó al
entendimiento de las culturas auditivas como formaciones históricas de sensibilidades distintas.

Feld buscaba además comprender el papel del sonido como mediador de las relaciones
interculturales. ¿Qué conocimiento se abre o se cierra al entender los diferentes modos de escuchar
que hay entre distintas sociedades? ¿Cómo es que la experiencia de escucha constituye los sistemas
de creencias, las conductas y los conocimientos de cada cultura? ¿Cuál es el posicionamiento político
con respecto a la diversidad de las prácticas de escucha?

3. La escucha desde la perspectiva histórica

Desde el campo de la historia, numerosos historiadores han permitido reevaluar el papel del
sonido en la conformación de las sociedades del pasado y las implicaciones que las prácticas de
escucha han tenido en los cambios sociales.

Alain Corbin, en su libro; Campanas de pueblo: sonido y significado en el campo francés del siglo
XIX, describe como el toque de campanas en los pueblos franceses, entre los tiempos de la
Revolución Francesa y hasta inicios del siglo veinte, sirvió como herramienta de comunicación social,
así como de diferenciación entre el calendario secular y el religioso. Así mismo, notó que la
jurisdicción del espacio sonoro era materia de conflicto social.

Otro ejemplo lo describe John Picker, al escribir sobre los sonidos del entorno en Inglaterra y cómo
lo describieron los científicos e intelectuales durante la época Victoriana, que marcó la cúspide de la
Revolución Industrial y del Imperio británico. Al prestar especial atención a las configuraciones del
sonido y la voz en una época de tecnologías cambiantes, el autor de este texto promueve preguntas
sobre lo que significa la escucha atenta, sobre la distinción cultural entre ruido y música, sobre los
sonidos que se inscriben y perduran en la memoria social, o aquéllos que se ignoran y olvidan.

En el texto; “El paisaje sonoro de la modernidad”, Emily Thompson hace una evaluación del modo
en cómo los desarrollos tecnológicos y el entorno económico en Estados Unidos, durante las primeras
tres décadas del siglo veinte, ocasionaron cambios al entorno sonoro, causando crisis al léxico y
estrategias de clasificación sonora, así como la emergencia de actitudes de escucha y corporalidades
inéditas. Entre los cambios más notables se encuentran el desarrollo de un sentido colectivo de
participación en la modernidad, así como el surgimiento de una nueva consciencia social entre los
estadounidenses, quienes comenzaron a reconocerse como consumidores de nuevas mercancías
sonoras.

Como podemos ver o, mejor dicho, escuchar, el estudio del paisaje sonoro a lo largo de la historia
escrita más reciente de la humanidad, ha abierto nuevas investigaciones, hacia temas en dónde el rol
del sonido y la escucha tienen mucho que revelar.

Para citar este material educativo:

Bieletto Natalia (2018) “Escucha y sociedad: significaciones socioculturales


del sonido”. Material del curso “Paisaje Sonoro: escucha, experiencia y
cotidianidad”, impartido en UAbierta, Universidad de Chile.

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