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Martin Luther King

¿QUIEN ES?
Martin Luther King Jr. fue un activista y pastor baptista estadounidense del siglo XX (nació
el 15 de enero de 1929 en Atlanta y falleció el 4 de abril de 1968 en Memphis a los 39
años de edad) conocido principalmente por:

– Luchar pacíficamente contra la segregación y discriminación racial en Estados Unidos.

– Recitar el famoso discurso «I have a dream».


BIOGRAFIA

Juventud
Martin Luther King, Jr. era hijo del pastor bautista Martin Luther King, Sr. y de Alberta
Williams King, organista en una iglesia.4 Su padre se llamaba al nacer Michael King, por lo
que al futuro premio Nobel de la Paz se le puso en principio ese mismo nombre: Michael
King, Jr. Pero en un viaje a Europa que realizó la familia en 1934, el padre, durante una
visita a Alemania, decidió cambiar los nombres por Martin Luther en honor
del reformador protestante Martín Lutero (en inglés, Martin Luther).5 Tuvo una hermana
mayor, Christine King Ferris, y un hermano más joven, Alfred Daniel Williams King.

Desde pequeño, vivió la experiencia de una sociedad segregacionista;7 a los seis años, dos
amigos blancos le anunciaron que no estaban autorizados a jugar con él. 8
En 1939, cantó con el coro de su iglesia en Atlanta para la presentación de la película Lo
que el viento se llevó.
King estudió en la Booker T. Washington High School de Atlanta. No cursó ni el noveno ni
el duodécimo grado, y entró a los 15 años en el Morehouse College, una universidad
reservada a los jóvenes negros, sin haberse graduado formalmente en secundaria. En
1948, se graduó en sociología (Bachelor of Arts) en el Morehouse y se matriculó en el
Crozer Theological Seminary en Chester, en Pensilvania, de donde salió con un grado de
Bachelor of Divinity (licenciatura en teología) el 12 de junio de 1951. King comenzó en
septiembre de ese mismo año sus estudios de doctorado en Teología sistemática en
la Universidad de Boston, recibiendo el grado de Doctor en Filosofía el 5 de junio de 1955.
Se casó el 18 de junio de 1953 con Coretta Scott, que tomó su nombre para convertirse en
Coretta Scott King, en el jardín de la casa de sus padres en Heiberger, Alabama.16
Tuvieron cuatro hijos: Yolanda King, en 1955, Martin Luther King III, en 1957, Dexter Scott
King, en 1961, y Bernice King en 1963.

Montgomery: la lucha por los derechos civiles


King fue nombrado en 1954 pastor de la Iglesia bautista de la Avenida Dexter,
en Montgomery, con 25 años de edad.
El sur de los Estados Unidos se caracterizaba en esa época por la violencia que se ejercía
contra los negros, un racismo que llegaría a provocar en 1955 la muerte de tres
afroamericanos: Emmett Till, un adolescente de 14 años; el pastor activista George W.
Lee y el militante de los derechos civiles Lamar Smith (activista).
El 1 de diciembre de 1955, cuando Rosa Parks, una mujer negra, fue arrestada por haber
violado las leyes segregacionistas de la ciudad de Montgomery al no querer ceder su
asiento a un hombre blanco en un autobús, Luther King inició un boicot de autobuses con
la ayuda del pastor Ralph Abernathy y de Edgar Nixon, director local de la National
Association for the Advancement of Colored People.
La población negra apoyó y sostuvo el boicot, y organizó un sistema de viajes
compartidos. Luther King fue arrestado durante esa campaña, que duró 382 días y que
resultó extremadamente tensa a causa de los segregacionistas blancos que recurrieron a
métodos terroristas para intentar amedrentar a los negros: la casa de Martin Luther King
fue atacada con bombas incendiarias la mañana del 30 de enero de 1956, así como la de
Ralph Abernathy y cuatro iglesias.
Los boicoteadores fueron objeto constante de agresiones físicas, pero el conjunto de los
40 000 negros de la ciudad siguieron con su protesta, llegando en ocasiones a caminar
hasta 30 km para llegar a sus lugares de trabajo.
El boicot terminó gracias a una decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos del 13
de noviembre de 1956 que declaraba ilegal la segregación en los autobuses, restaurantes,
escuelas y otros lugares públicos.
Continuando con la campaña, en 1957, Luther King participó en la fundación de
la SCLC (Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano, en inglés), un grupo pacifista del que sería
presidente hasta su muerte y que se había creado para participar activamente en el
movimiento por los derechos civiles organizando a las iglesias afroamericanas en las
protestas no violentas.
King se adhirió a la filosofía de la desobediencia civil no violenta, tal como había
descrito Henry David Thoreau y como había utilizado con éxito Gandhi en
la India.21Aconsejado por el militante de los derechos civiles Bayard Rustin, decidió
utilizarla con motivo de las manifestaciones de la SCLC. Siguiendo esa misma filosofía, se
hizo vegano en 1957. King expuso en 1958 su punto de vista sobre la segregación racial y
la espiral de desigualdad y de odio que provocaba en su libro Stride toward freedom; the
Montgomery story (‘La marcha hacia la libertad; la historia de Montgomery’):
Con frecuencia, los hombres se odian unos a otros porque se tienen miedo; tienen miedo
porque no se conocen; no se conocen porque no se pueden comunicar; no se pueden
comunicar porque están separados.

Mientras estaba firmando ejemplares de su libro en una tienda de Harlem, el 20 de


septiembre de ese año fue apuñalado por Izola Curry († 2015), una mujer negra que lo
acusó de ser un jefe comunista y que sería juzgada como desequilibrada. Luther King
escapó por poco de la muerte, pues la herida hecha con un cortapapeles le había rozado
la aorta. Perdonó a su agresora y en una declaración a la prensa aprovechó para subrayar
y denunciar la presencia de la violencia en la sociedad estadounidense:
El aspecto patético de esta experiencia no es la herida de un individuo. Demuestra el clima
de odio y de amargura que impregna de tal manera nuestra nación, que estos accesos de
extrema violencia deben surgir inevitablemente. Hoy soy yo. Mañana podría ser otro
dirigente o no importa quién, hombre, mujer o niño, quien sea víctima de la anarquía y la
brutalidad. Espero que esta experiencia termine por ser socialmente constructiva
demostrando la necesidad urgente de la no violencia para gobernar los asuntos de los
hombres.

En 1959 escribió el libro The measure of a man (‘La medida de un hombre’), un intento de
describir una estructura óptima de sociedad política, social y económica, libro del que se
extrajo el ensayo What is man? (¿Qué es un hombre?).
El FBI comenzó a someter a vigilancia a Martin Luther King en 1961, en la creencia de que
los comunistas intentaban infiltrarse en el movimiento de los derechos civiles. Aunque no
consiguieron ninguna prueba, la agencia utilizó ciertos detalles registrados a lo largo de
seis años para intentar apartarle de la dirección de la organización.
Luther King previó con claridad que las protestas organizadas y no violentas contra el
sistema de segregación del sur provocarían una gran cobertura mediática del conflicto por
la igualdad y el derecho al voto de las personas de piel negra.
Las reseñas de los periodistas y los reportajes de la televisión mostraron las privaciones y
humillaciones cotidianas de los afroamericanos del sur de los Estados Unidos, así como la
violencia y el acoso desplegados por los segregacionistas contra los militantes de los
derechos civiles. Como consecuencia de ello, se produjo una ola de incipiente simpatía en
el seno de la opinión pública por el movimiento, que terminaría por convertirse en el tema
político más importante de los Estados Unidos de los años sesenta.
Luther King organizó y dirigió marchas por el derecho al voto de los afroamericanos, la
desegregación, el derecho al trabajo y otros derechos del hombre básicos. La mayor parte
de ellos terminaron por ser sancionados como leyes en la Civil Rights Act of 1964 y
el Voting Rights Act de 1965.
Junto con el SCLC aplicaron con éxito los principios de manifestación no violenta eligiendo
estratégicamente los lugares y el método de protesta, consiguiendo confrontaciones
espectaculares con las autoridades segregacionistas.
“I HAVE A DREAM”

Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia la mayor
manifestación por la libertad en la historia de nuestro país.

Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la
Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de
luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una
marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de
cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del
negro es aun tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la
discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un
inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece
en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia
tierra.

Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido,
hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de
nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la
Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de
ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían
garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a
sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha
dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de
"fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya
quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la
oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el cheque que nos
colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de justicia.

También hemos venido a este lugar sagrado, para recordar a Estados Unidos de América la
urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de
tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las
promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la
segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de
la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de sacar a
nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la
hermandad.

Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle la importancia
a la decisión de los negros. Este verano, ardiente por el legítimo descontento de los
negros, no pasará hasta que no haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad.

1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los negros
necesitaran desahogarse y ya se sentirá contento, tendrán un rudo despertar si el país
retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos
hasta que a los negros se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la
rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el
esplendoroso día de la justicia. Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el
cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos
en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos
satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos
conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina.
No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y
otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física
con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad
negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de
nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a
comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente
ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa de
marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás.

Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos civiles, "¿Cuándo quedarán
satisfechos?"

Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar,
no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades. No
podremos quedar satisfechos, mientras los negros sólo podamos trasladarnos de un gueto
pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro
de Misisipí no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar.
No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que "la justicia ruede
como el agua y la rectitud como una poderosa corriente".

Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y
tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes
han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad, han sido golpeados por las
tormentas de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policíaca.
Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la
convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador.

Regresen a Misisipí, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a Louisiana,


regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que
de alguna manera esta situación puede y será cambiada. No nos revolquemos en el valle
de la desesperanza.

Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún
tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "americano".

Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo:
"Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados
iguales".
Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los
hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la
hermandad.

Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la
injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.

Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el
color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición
entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas
negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos,
como hermanos y hermanas.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los
sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios
será revelada, y se unirá todo el género humano.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos
esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos
trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de
fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel
juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres.

Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo
significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad
donde mis antecesores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la
montaña, que repique la libertad". Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que
hacerse realidad.

Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva
Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Que
repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pensilvania! ¡Que repique la
libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde
las sinuosas pendientes de California! Pero no sólo eso: ! ¡Que repique la libertad desde la
Montaña de Piedra de Georgia! ¡Que repique la libertad desde la Montaña Lookout de
Tennessee! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipí!
"De cada costado de la montaña, que repique la libertad".

Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada
estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de
Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos
y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios
omnipotente, ¡somos libres al fin!"
FRASES

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