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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD DEL ZULIA

FACULTAD EXPERIMENTAL DE CIENCIAS

DIVISIÓN DE ESTUDIOS BÁSICOS SECTORIALES

DEPARTAMENTO DE QUÍMICA

ENSAYO: DOCUMENTAL TERRICOLAS

Presentado por:

Br. Néstor Orozco

C.I: 23.467.087

Maracaibo, Julio de 2019


Introducción

Podríamos definir la tolerancia como la aceptación de la diversidad de opinión,


social, étnica, cultural y religiosa. Es la capacidad de saber escuchar y aceptar a los
demás, valorando las distintas formas de entender y posicionarse en la vida,
siempre que no atenten contra los derechos fundamentales de la persona.

La tolerancia si es entendida como respeto y consideración hacia la diferencia, como


una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la
propia, o como una actitud de aceptación del legítimo pluralismo, es a todas luces
una virtud de enorme importancia.

El mundo sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de
una conquista que brilla a la vez por su presencia y por su ausencia. Se ha dicho
que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar y muy difícil de explicar.

La tolerancia reconoce los derechos humanos universales y las libertades


fundamentales de los otros. La gente es naturalmente diversa; solo la tolerancia
puede asegurar la supervivencia de comunidades mixtas en cada región del mundo.

La tolerancia no es solo un deber moral, sino un requerimiento político y legal para


los individuos, los grupos y los estados. Se encuentra en el marco del derecho
internacional sobre derechos humanos, elaborados en los últimos cincuenta años y
pide a los estados que legislen para proteger la igualdad de oportunidades de todos
los grupos e individuos de la sociedad.

La injusticia, la violencia, la discriminación y la marginalización son formas comunes


de intolerancia. La educación es un elemento clave para luchar contra estas formas
de exclusión y ayudar a los jóvenes a desarrollar una actitud independiente y un
comportamiento ético. La diversidad de religiones, culturas, lenguas y etnias no
debe ser motivo de conflicto sino una riqueza valorada por todos.
Desarrollo

Sin duda alguna uno de los pensamientos más importantes que ha sido parte
fundamental de mi conciencia desde hace muchos años es el siguiente: “No hay
nada peor que la esclavitud y nada más maravilloso que la libertad; pero nada más
terrible que aprovecharse de la libertad que nos ha sido otorgada y nada más terrible
que vivir esclavizados sin disfrutarla”.

Esencialmente este pensamiento servirá de base para poder fijar mi posición al


respecto sobre el tema en cuestión, reflejado a través del documental Terrícolas
(2005); y en el basare mis argumentos para tratar de explicar y fijar posición con
respecto a lo observado no solo a través del documental mencionado, sino también
al conocimiento obtenido del tema a través de lo observado y estudiado diariamente,
pues lamentablemente, es un tema de extrema relevancia en estos tiempos,
tiempos donde el pensamiento crítico, la lógica, la racionalidad y sobretodo la
humanidad deberían ser los pilares fundamentales de sostén de una sociedad sin
escrúpulos y sin ningún tipo de respeto por la diversidad, de pensamiento, de
sentimiento, de comportamiento o en mayor instancia, de razas.

Creo conveniente iniciar mi argumentación utilizando como texto de partida la


declaración expuesta en la enciclopedia jurídica acerca de los derechos de libertad
y autonomía que reza de la siguiente manera:

“Los derechos de libertad, forman el conjunto de facultades y poderes, reconocidos


constitucionalmente como fundamentales, y que hacen referencia a las condiciones
esenciales de la persona humana. Así, se encuadran entre ellos el derecho a la
vida, a la integridad personal; la libertad de ideas y religión, y la de circulación; el
derecho a la libertad y seguridad; al honor, a la intimidad personal y familiar, y a la
propia imagen; al matrimonio; la inviolabilidad de domicilio y el secreto de
comunicaciones. Las normas que aseguran su efectividad, así como de la del resto
de los derechos fundamentales, se conocen como garantías constitucionales”.

Sin duda alguna la mayoría de los seres humanos estamos de acuerdo en que la
libertad es la base genuina para un completo desarrollo de los derechos humanos.
Sin embargo, debemos distinguir entre la libertad como una facultad del hombre y
libertad, como la realización existencial del mismo. Si damos demasiada importancia
a la libertad, podemos elegir una concepción teórica y corremos el riesgo de caer
en hipocresías. Si limitamos nuestra elección a la libertad, nos olvidamos de que el
hombre es más que sus propias decisiones y perdemos el ideal implícito de los
derechos humanos.

Hay que recordar que los derechos humanos no nacen del poder, sino que se
levantan frente a él. Entendemos mejor así como la ley positiva que los reconoce y
permite su ejercicio, gracias a la garantía que ella nos da, no puede impedir esta
acción de control sobre los gobiernos y sobre la exigencia de legitimar su acción en
cada momento.

La libertad no consiste en sustraerse a una determinación, sino a actuar sobre ella.


Requerimos de los derechos para ello, este es su sentido.

La libertad y la defensa de la misma es una demanda interior de todos los seres


humanos. Sin duda alguna es muy hermoso vivir en libertad, pero es una virtud
maravillosa saber restringirla cuando el amor, el respeto y la unidad es más
importante que nuestros derechos, que son equivalentes a los derechos de los
miembros de otra cultura, nación, raza o especie.

Dentro de la búsqueda y defensa de la libertad como valor máximo de la humanidad,


yace otra necesidad básica y elemental de todo ser humano, y es la necesidad de
encontrarnos a nosotros mismos, la búsqueda de la identidad personal como punto
de partida para la consumación de nuestra propia felicidad, otro tema de bastante
repercusión, pero sobretodo polémico, al ser variadas y ampliamente discutidas las
motivaciones correctas que el ser humano debe utilizar en el proceso de búsqueda
de ello. Quiero partir de la declaración de una artista de cine conocida como Shirley
MacLaine, ganadora de premios en el año 1977. Ese año concedió una entrevista y
en ella decía:

“El viaje más placentero que usted puede tomar en la vida, es un viaje a través de
usted mismo. El único amor que permanece, es el amor a sí mismo. Cuando usted
mira hacia atrás y se fija donde ha estado, que ha hecho en su trabajo, sus amores,
su matrimonio, sus hijos, su dolor, su felicidad; y examina con detención, se dará
cuenta que la única cosa por la cual ha estado trabajando es para la consumación
de su propia identidad. Y es precisamente eso, lo que he estado tratando de hacer
toda mi vida”.

Sin duda alguna y a pesar de que el pensamiento esencialmente tenga un carácter


hedonista en su máxima expresión, no deja de ser un argumento totalmente real y
necesario desde el punto de vista de que cada ser humano por naturaleza puede y
debe gozar de la libertad de sentirse, pensar, actuar y decidir sobre su vida y su
conciencia. Todo esto determinado por la conciencia moral del propio individuo, bien
sea en la búsqueda de su propia identidad, de su posición dentro de una sociedad,
de su lugar dentro de una raza, en la búsqueda de su propia autonomía, cada vez
más inalcanzable, debido a la inevitable injerencia de una gran cantidad de
individuos que sin temor a equivocarse, pretenden ser los poseedores de una única
verdad, o una única realidad que debe ser aceptada por todos los grupos
conformantes de su sociedad o inclusive del mundo.

Hay que tener en cuenta un aspecto muy importante, y es que la libertad no es hacer
lo que se quiere, sino en hacer lo que se debe hacer en una sociedad, recordando
siempre que la dimensión o medida de la libertad está condicionada por la
delimitaciones que derivan del derecho de los demás, del orden público y social y
de la responsabilidad de cada quien.

Esto sin lugar a dudas representa un gran obstáculo para quienes quieren ejercer
la supremacía dentro de una sociedad. Mientras más personas formen parte del
grupo que comparte mayores similitudes en pensamiento y razonamientos, o dicho
de otra manera, que comparten una verdad común, los grupos minoritarios dentro
de esa sociedad, sea cual fuere la especie, terminara por ser oprimida por quienes
conforman el grupo mayoritario.

Es importante resaltar que dentro de esa búsqueda de la propia identidad, dará


como resultado indudablemente una mayor variedad de pensamientos y grupos
sociales, lamentablemente destinados a ser oprimidos en la sociedad en que
vivimos.

Esto se hace evidente en un tema claramente polémico desde hace algunos años
recientes de nuestra edad moderna, y es la identidad sexual. Tema de bastante
discusión, pues no solo la política se ha visto inmersa dentro de este tema, sino
también la parte cultural, religiosa y étnica. En donde las culturas o religiones
predominantes han creado un precedente bastante negativo con respecto a este
tema. Evitando así que los individuos en nuestra sociedad tengan la libertad de,
basados en la búsqueda de la consumación de su propia identidad y realización
personal, tengan la capacidad de demostrar, compartir, y expresar libremente y sin
miedo a ser despreciados, discriminados o apartados por el resto de la sociedad.

Podemos notar inequívocamente que nuestra sociedad moderna, que aunque se


jacta de ser una sociedad amante de los derechos humanos, las garantías
personales y necesarias de un individuo, la libertad de pensamiento y expresión, la
tolerancia, el respeto por el prójimo y su manera de pensar; se caracteriza más bien
por el todavía más creciente número de personas que despreciablemente eligen
una actitud sexista sobre los demás. Quien no se encuadre dentro del estándar
considerado históricamente como lo correcto, no merece ningún tipo de
consideración, voz, voto y ni aun incluso tener derecho a gozar libertades
individuales como compartir una familia, poder tener la capacidad de conseguir
realización personal porque a vista del resto de esta sociedad sexista, ellos no son
capaces al considerarlos enfermos o desviados. Palabras que sin duda alguna
resaltan a nuestros oídos, pues es básicamente un insulto a los principios más
elementales de igualdad y libertad.

Lo más sorprendente de esto es que aunque existen personas que dedican su vida
y sus esfuerzos en la defensa de los valores y derechos de todos y cada uno de los
integrantes de este hermoso mundo, existen también quienes basados en la
supuesta libertad que gozan de expresar su opinión contraria al pensamiento de
estas minorías, tratan de restringir cualquier tipo de manifestación explicita y
externa, sobretodo publica, de lo que estos grupos quieren expresar.
Es bastante bochornoso incluso el comportamiento de algunos que tratan no solo
de silenciar, sino de humillar y hasta maltratar a estas personas que inevitablemente
cada vez son más, debido a que el mundo cada vez amplia más las posibilidades
para que cada quien pueda luchar y expresar su voluntad sin que nadie con una
supuesta mente superior se imponga.

En lo que la mayoría estamos de acuerdo es que nadie bajo ningún concepto debe
discriminar, maltratar o despreciar a nadie, todo ser humano es valioso, parte
importante de este mundo, que al igual que nosotros tiene necesidades, gustos,
intereses, metas, anhelos y al igual que todos nosotros vive en la búsqueda de su
propia realización, y al igual que no consideraríamos bajo ningún concepto que otra
persona interfiriera en nuestro camino hacia lograr nuestros objetivos, otras
personas también piensan de esta manera; en esto radica principalmente la base
del principio de derechos humanos, derechos en los cuales todos queremos vernos
protegidos y que a todos se nos garanticen para poder gozar de igualdad de
oportunidades en la búsqueda de la propia felicidad.

Hay otro concepto enmarcado dentro de este tema que es importante resaltar y
discutir, puesto que una de las teorías más ampliamente discutidas y es el origen
de las especies.

Basado en esta teoría bastantes han sido las personas que malinterpretando esta
teoría y aplicándola a su favor en pro de sus intereses egoístas y malvados, ejercen
presión y discriminan a las razas que ellos consideran no aptas, o con
características inferiores. Es lamentable que un hecho como la actividad racista sea
uno de los movimientos más ampliamente predicados y practicados por todas las
sociedades. Donde sea que nos detengamos en este mundo, encontraremos a
grupos que se creen con características superiores a otros bien sea por el color,
sexo, religión, cultura, etnia, entre otros.

Los racistas son personas que creen que características biológicas innatas y
heredadas determinan el comportamiento humano. La doctrina del racismo afirma
que la sangre es la marca de la identidad nacional-étnica y sostiene que las
características innatas determinan biológicamente el comportamiento humano.
Juzga el valor de un ser humano no por su individualidad, pero exclusivamente por
su pertenencia en una “nación colectiva de raza”. Es triste y lamentable que muchos
intelectuales, incluyendo científicos, han dado apoyo seudocientífico a las ideas
racistas. Esta es sin duda la doctrina más letal y asesina de todas a lo largo de la
historia, por eso quisiera tomar un ejemplo bastante evidente, y es la Alemania nazi
de Adolf Hitler.

Adolf Hitler, el Fuhrer (líder) del partido nazi, formulo y articulo las ideas que llegaron
a conocerse como la ideología nazi. Se consideraba a sí mismo un pensador
profundo y riguroso y estaba convencido de que había encontrado la clave para
comprender un mundo extraordinariamente complejo. Creía que las características,
actitudes, habilidades y comportamientos de una persona estaban determinados
por su presunta constitución racial. Desde el punto de vista de Hitler, todos los
grupos, razas o pueblos (usaba esos términos indistintamente) poseían rasgos
inherentes e inmutables que se transmitían de generación en generación. Ningún
individuo podía superar las cualidades innatas de la raza. Toda la historia humana
podía explicarse en términos de la lucha de razas.

Para formular su ideología de la raza, Hitler y los nazis tomaron ideas de los
darwinistas sociales alemanes de fines del siglo XIX. Al igual que los darwinistas
sociales que los precedieron, los nazis creían que los seres humanos se podían
clasificar colectivamente en “razas” y que cada una de esas razas tenia
características distintivas que se habían transmitido genéticamente desde la
primera aparición de los humanos en tiempos prehistóricos. Estas características
heredadas no solo se relacionaban con la apariencia externa y con la estructura
física, sino que también influían en la vida mental, los modos de pensar, las
habilidades creativas y organizativas, la inteligencia, el gusto y la valoración de la
cultura, la fortaleza física y la destreza militar.

Para definir una raza, los darwinistas sociales establecían estereotipos, tanto
positivos como negativos, de la apariencia, el comportamiento y la cultura de los
grupos étnicos, que supuestamente eran invariables y estaban arraigados en la
herencia biológica, eran inmutables a lo largo del tiempo e inmunes a cambios en el
entorno, el desarrollo intelectual o la socialización. Para los nazis, la asimilación de
un miembro de una raza por parte de otra cultura o grupo étnico era imposible
porque los rasgos hereditarios originales no podían cambiar; solamente se podían
degenerar a través de la llamada mezcla de razas.

El concepto ideológico de raza de los nazis, si bien clasificaba a los judíos como el
enemigo prioritario, también señalaba a otros grupos para la persecución, el
encarcelamiento y la aniquilación. Esos grupos comprendían a romaníes (gitanos),
discapacitados, polacos, prisioneros de guerra soviéticos y afro alemanes. Los nazis
también identificaron como enemigos y como un riesgo para la seguridad a los
disidentes políticos, testigos de jehová, homosexuales y presuntos antisociales, ya
sea porque se oponían conscientemente al régimen nazi o porque algún aspecto de
su comportamiento no se ajustaba a las percepciones nazis de las normas sociales.
Buscaban eliminar a los inconformistas nacionales y a las llamadas amenazas
raciales a través de una purga perpetua de la sociedad.

Para los líderes del movimiento nazi, el valor ultimo de un ser humano no yacía en
su individualidad, sino en su pertenecía a una colectividad racialmente definida. El
objetivo principal de un colectivo racial era garantizar su propia supervivencia. La
mayoría de la gente estaría de acuerdo en que los humanos tienen un instinto
individual de supervivencia, pero Hitler asumía que había un instinto colectivo de
supervivencia centrado en la pertenencia a un grupo, un pueblo o una raza (usando
estos términos indistintamente). Para los nazis, este instinto colectivo de
supervivencia siempre implicaba salvaguardar la pureza de la raza y la lucha por el
territorio contra las razas competidoras.

Para finalizar este punto, para Hitler y otros, mantener la pureza de la raza era
importante porque la mezcla de razas con el tiempo conduciría a la degradación y
degeneración de una raza hasta el punto de perder sus características distintivas y,
en efecto, perder la capacidad de defenderse efectivamente y así quedar
condenada a la extinción. Hitler insistía en que el territorio era vital porque el
crecimiento de la población de una raza lo requería. Hitler creía que, sin territorio
nuevo para sostener a una población en crecimiento, la raza terminaría
estancándose y finalmente desaparecería.

Indudablemente podemos notar que mucho de esta doctrina o ideología, como lo


quieran llamar, ha sido transferida con el paso de los años a nuevas generaciones,
y con ellas otras, y luego nosotros, manteniéndose muchas actitudes despreciables
hacia seres con nuestros mismos derechos pero con diferencias físicas, culturales
o étnicos. No es posible que en tiempos modernos como en el que vivimos, aun se
eviten las mezclas de razas, el no poder relacionarnos con otra persona porque
existen diferencias desde lo cultural a lo ideológico es inaceptable para una
sociedad que creía superada este tipo de manifestaciones xenofóbicas.

Maltratar y despreciar a un individuo por el hecho simplemente de ser de color


negro, o pertenecer a una etnia indígena, o formar parte de alguna “minoría”, es una
actitud que refleja la más baja cultura y educación en una persona. Se pueden tener
muchos estudios, mucha preparación académica, muchos títulos y reconocimientos
universitarios, pero lo que verdaderamente define la educación de un individuo es
la manera como trata a sus semejantes, tal como lo dijo una vez el actor mexicano
Mario Moreno, pensamiento con el cual concuerdo totalmente.

Ahora, y aunque ya no sea un tema muy novedoso, pues es para todos de carácter
notorio, que las tendencias al desprecio y el maltrato del ser humano es contra
quienes considera inferiores, por eso histórica y culturalmente el hombre ha
trasladado esta tendencia hostil hasta el seno de la intitucion base de la sociedad,
la familia. Históricamente el hombre el miembro de la familia considerado el “fuerte”,
ha predominado a lo largo de todas las edades todas las áreas concernientes a la
vida, despreciando y ninguneando a la otra parte esencial de la vida misma, la
mujer; sin duda alguna el obejtivo favorito de quienes desean erigirse como lideres
de una sociedad.

Eso y aunque la violencia hacia el ser humano es un fenómeno de ocurrencia


mundial, la mujer ha sido y es aun, el grupo mas vulnerable de todos, esto ha
afectado su bienestar, su seguridad, sus posibilidades de educación y de desarrollo
personal, que bien como lo discutimos al inicio de este ensayo, es básicamente una
naturaleza instintiva y elemental de todo ser humano, no importa su condición o
grupo social, todos deseamos nuestro propio bienestar y realización.

Muy poco se sabe de las personas que sufren en silencio el maltrato y el abandono
ya que quedan detrás de las puertas de sus hogares, ocultas a la vista de la
comunidad.

La violencia, en las relaciones sociales y particularmente dentro de la familia, se


convierte en uno de los obstáculos mas serios para el crecimiento de las personas,
deteriora la calidad de vida y genera muertes evitables.

Las personas agredidas, usualmente, no dejan a quienes lo hacen sufrir, porque


ven esta situación como algo natural, porque fueron victimas de la violencia cuando
niños o porque necesitan de la otra persona (económica y emocionalmente) para
poder vivir.

La violencia contra la mujer es un fenómeno muy complejo, sobretodo porque no es


correctamente identificado por toda la población y su reconocimiento seria la
primera dificultad que se debe vencer para poder enfrentarlo con la energía y
emergencia necesaria. Se necesita dar el espacio que se requiere en la conciencia
individual y colectiva para poder detectar la violencia y detenerla a tiempo.

Tal vez el grupo de edad y el nivel ocupacional lleven a las mujeres a aceptar las
normas y reglas de “otros” en el hogar, pues al no ser mujeres que se caracterizan
por desempeñarse en la vida activa de la sociedad, son dependientes a las
imposiciones o a mecanismos de poder de los mas autoritarios del hogar, pues esta
condición de amas de casa las hace perder libertad para actuar, disponer y gobernar
en otros asuntos familiares, solo las reduce a disponer de las labores hogareñas.

El poco interés por crecer culturalmente pudiera estar asociado a patrones


familiares y a la poca integración social que tienen las mujeres al estar relegadas
en el espacio hogareño y al no sentir la necesidad de superación ocupacional. Sin
lugar a dudas, a medida que las personas aumenten su nivel educacional, aumentan
también su poder y su autoridad y por tanto, reducen la probabilidad de violencia.

Lo que es innegable es que la violencia de genero que ocurre en el ámbito familiar


y social, repercute en consecuencias psicológicas, sociales, económicas y políticas,
perpetuan un sistema de discriminación y constituyen una violación de los derechos
humanos, la violencia que ocurre en el marco de las relaciones de pareja es la
expresión mas aguda de las iniquidades y desequilibrios entre los hombres y las
mujeres.

Lo que hoy en dia se considera un problema universal, comenzó desde hace


muchos años. Los estereotipos que aun persisten dentro de las sociedades
desarrolladas y subdesarrolladas, tienen sus orígenes en las culturas ancestrales
que han transmitido estas costumbres e ideologías hasta el presente.

En la antigüedad, la mujer tenia una condicion de inferioridad, y pertenecia primero


a su padre y después a su esposo. En Grecia, su función consistía en cuidar la casa,
procrear y brindar placer sexual al marido. El matrimonio era concebido por parte
del hombre, como una carga.

En la edad media, las características de la familia estaban determinadas por sus


relaciones con la tierra. El hombre tenia el papel de propietario, y era quien además
usaba las armas. La mujer no tenia dominio feudal, y era vista como indefensa.

Cuando la supremacía del poder real se impone a los señores feudales, mejora la
situación de la mujer. Si era soltera o viuda, la propiedad le conferia soberanía, y la
gobernaba con todas las facultades; en cambio, la subordinación de la mujer casada
se mantenía. El hombre continuaba como tutor de su esposa, pues el interés del
patrimonio exigia que un solo amo lo administrara.

Aunque la predica de Jesucristo introdujo un cambio en la concepción de autoridad


que poseía el hombre dentro de la familia, el cristianismo introdujo el concepto de
jerarquía en cuanto a que el hombre y la mujer tenían los mismos derechos y
obligaciones, pero siendo esta una igualdad entre gentes que no son idénticas; la
misma, no excluia la jerarquía. El hombre tenia que ser el jefe de la pareja, pues fue
el primero en ser creado y dio origen a la mujer.

El poder lo tiene el que llega primero. Si bien reconoce la presencia del amor y el
respeto hacia la mujer, la autoridad es siempre del hombre.

Un discurso de mayor peso que no hablaba del deber y de la responsabilidad, sino


del amor, la igualdad y la felicidad, viene a cambiar un poco los paradigmas hasta
entonces concebidos, y es entonces cuando aparecen en el escenario movimientos
como los del Iluminismo. De allí que la capacidad biológica reproductiva de la mujer
se transforma, a través del discurso, en la capacidad para la maternidad. Esto es,
la vuelta a la naturaleza, que significa para la mujer encontrar la tarea mas sublime
de su existencia, y la que le dara mas poder y trascendencia.

El movimiento feminista, también conocido como movimiento por la liberación de la


mujer, surgio en Europa a finales del siglo XVIII. Sin embargo, en la década de 1960,
el cambio que sufrieron los patrones demográficos, económicos y sociales de los
países occidentales favorecio la aparición de un feminismo que se centraba en
aspectos ligados a la condición sociocultural de la mujer. El descenso de los índices
de mortalidad infantil, la mayor esperanza de vida y los anticonceptivos liberaron en
gran parte a la mujer de las responsabilidades relativas al cuidado de los hijos. Todo
ello junto con la inflación (que significaba que muchas familias necesitaban dos
salarios), y un índice mayor de divorcios, propiciaron el hecho de que acudieran a
trabajar muchas mas mujeres de lo que anteriormente se había visto.

Pero aun cuando ya en 1970 la mayoría de las mujeres en el mundo habían


conseguido mejorar sus derechos, y eran vistas con mayor respeto (aumentando su
poder e influencia no solo en el ámbito familiar y en la sociedad en general), hay
aspectos tan arraigados en la sociedad que todavía no se han podido borrar.

Sin duda alguna el círculo de la violencia se convierte en un círculo vicioso que


envuelve a todas las personas involucradas, y que es difícil y en la mayoría de los
casos es imposible salir sin la ayuda profesional adecuada. Este círculo que se
repite de forma constante y que por el temor de las personas agredidas, no se
rompe, debe ser roto si la persona desea vivir una vida saludable. Nadie dentro del
círculo vicioso vive sano y es imposible desarrollarse integralmente dentro de la
familia o la sociedad en medio de un torbellino que los está destruyendo lenta y
sistemáticamente.

La pregunta que muchos que no permiten o que nunca han estado involucrados en
la violencia domestica se hacen es: ¿Qué es lo que mantiene a una victima
encerrada en su mundo de sufrimiento?. Yo hubiera salido dice la gente, ¿Por qué
no sale y se libera?, ¿Cómo es posible que una persona en su sano juicio pueda
soportar años de maltrato y nunca denunciar y salir de su jaula? La verdad es que
es el circulo vicioso de la violencia, y es una jaula y existen diferentes tipos de ella,
tristemente algunas personas viven en un resort de jaulas, un hotel de jaulas, que
le mantienen encerradas en su círculo destructivo. El serio problema es que la jaula
es jaula, sea grande o pequeña, sea de oro o de madera, de hierro oxidado o de
barro. La razón fundamental es que para que la mujer en este caso sea objeto de
maltrato y discriminación sin duda alguna es la complicidad de las mismas féminas.
De otra manera no habría forma de que se pueda sostener a través del tiempo tales
actitudes deplorables.

En la sociedad que vivimos, donde cada vez hay mayores oportunidades de


expresar nuestro sentir, existen mayores posibilidades para que las mujeres
definitivamente salgan de esas jaulas en donde la sociedad las encerró por años, y
que de una u otra manera, ellas mismas permitieron. Quisiera finalizar este punto
haciendo mención de un pensamiento bastante acertado, expresado por Simone de
Beauvoir que reza de la siguiente manera:

“El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”.

El ultimo pero no menos importante grupo afectado por el virus de la intolerancia y


el egoísmo humano son los animales. Este sector, también mencionado de manera
clara y contundente a través del documental, refleja una realidad pasmosa y
lamentable de nuestra naturaleza cruel y egoísta como seres humanos, que nos
jactamos de ser la especie predominante del planeta, basado simplemente en
nuestra capacidad de razonar, pensar y hablar; pero, qué tan verdadera es esta
realidad, y a que áreas aplica. Sin duda alguna solo lo utilizamos para nuestros fines
egoístas, y astutamente seleccionamos las reglas, normas e ideas que nos
favorezcan en detrimento de estos seres, que aunque no pueden hablar, ellos
pueden sentir igual que nosotros, comparten nuestras necesidades más
elementales; el deseo de vivir, disfrutar de una vida libre, poder relacionarse con
otras especies sin restricciones y sin miedo a ser maltratados.

Capeas, encierros, corridas de toros, todas las modalidades de caza, peleas de


gallos o de perros, violencia gratuita, tiro y arrastre, burrotaxis, toros al mar o
embolados, granjas de explotación, abandonos, tiro al pichón o a la codorniz, circos
con animales, colombicultura, compraventa, perreras o rehalas.

Ninguna tradición cruel sobrevive eternamente al empuje de la civilización. Quienes


excusan el maltrato animal bajo el estéril escudo de la tradición o la cultura ignoran
que han sido las costumbres que la sociedad ha ido abandonando, cuando no
prohibiendo, en su creciente rechazo a la violencia.

Sin embargo, los animales son, una vez más, el eslabón más débil de la cadena.
En este caso a la hora de tener en cuenta su sufrimiento para abolir practicas o
tradiciones crueles.

La caza por ejemplo, se ha vinculado tradicionalmente al mundo rural, pero el


mundo rural no es solo caza. Los territorios rurales también son fértiles en cosechar
los suculentos productos que ofrece la tierra, en proteger la naturaleza que les rodea
y en algunos casos, por qué no decirlo, también en fomentar la convivencia en
armonía con la vida silvestre. El mundo rural es mucho más que el maltrato animal
que supone la caza. Además, perjudica su imagen y su economía. Quienes
maltratan animales quieren apropiarse del medio rural. Lo utilizan como excusa para
seguir matando.

La caza consiste en acudir al monte o al campo para disfrutar de una tarde o una
mañana matando animales. Una práctica que es cada vez más cuestionada.
Ninguna prueba mejor que el hecho de que los colectivos de cazadores hayan
tenido que manifestarse en defensa de su actividad.
No se ha de obviar el doble maltrato animal de las rehalas. La muerte de animales
silvestres y las condiciones en las que muchos rehaleros tienen a sus perros.
También el abandono, cuando no ejecución, al que abocan al perro que ya no les
sirve para la caza. Esto supone un problema que los políticos no piensan solucionar.
El ritmo de la civilización, sin embargo, está eliminando modalidades de caza y
prohibiéndolas en algunas comunidades. De nuevo, el camino de la sociedad y el
empuje de los colectivos animalistas ganan batallas. Aunque se deba seguir
peleando para acabar con esta lacra.

También podemos observar como ilustración de esta dura realidad, los festejos
populares en los que se maltrata animales. Caballos que cruzan hogueras, toros
con los cuernos prendidos en fuego, gansos descabezados, ratas que se arrojan
entre los vecinos, toros estresados y aterrorizados atados a una soga o lanzados al
mar o gatas precipitadas desde balcones. Nuestra sociedad no puede seguir
consintiendo este tipo de violencia que, además, se inculca desde la infancia.
Normalizar dentro de una fiesta el sufrimiento de otro ser, que siente y evidencia
dolor, no es una herramienta educativa. No ayuda a sembrar una ciudadanía mejor
y más sensible para el futuro.

Una de las variaciones más comunes de maltrato es el abandono. Esto aplica para
todos esos animales que los incluimos dentro de la única red de socialización entre
humanos y animales, las mascotas. A pesar de que el abandono es otra forma de
maltrato animal es otro de los principales problemas en materia de protección
animal. Las protectoras y santuarios están desbordados ante la cantidad de
animales a los que tienen que dar refugio.

Mientras tanto, algunos ayuntamientos siguen vendiendo un hipotético fin del


sacrificio en perreras como la solución de todos los problemas. Pero obvian que el
sacrificio cero es un fin y no un medio. Es necesario llevar a cabo políticas valientes
y decididas, como el fin de la venta de animales o las campañas de esterilización,
para frenar el abandono. Solo de esta manera se puede garantizar el sacrificio cero.

Los animales que entran en la cadena de consumo humano son de los más grandes
olvidados. A menudo, sin embargo, programas de televisión como el documental
terrícolas arrojan a la cara de la sociedad los padecimientos que millones de
animales sufren en las granjas y el maltrato animal que padecen.

Son incontables las prácticas crueles a los que estas empresas someten a los
animales. Desde amputaciones sin anestesia hasta explotación sin descanso,
pasando por ejecuciones en función de sexo o gestaciones continuadas. Dejando
al margen el nefasto impacto de las granjas industriales con el medio ambiente, lo
cierto es que estos lugares en los que viven hacinados, sin atención veterinaria
exhaustiva y sin bienestar alguno, están impregnados de violencia hacia los
animales desde que nacen y son separados de su madre hasta que son ejecutados.
En numerosas ocasiones sin aturdimiento previo para cumplir con los ritos religiosos
halal y kosher.

No hay excusas para hacer sufrir a los animales por diversión. Circos, zoos,
delfinarios y acuarios los condenan a una vida de sufrimientos en búsqueda del
lucro privado. Elefantes, delfines, monos, orcas, tigres o peces manta, entre muchos
otros, recorren a diario decenas y decenas de kilómetros en libertad. Sin embargo,
en los tanques y jaulas de la industria sufren la soledad y el cautiverio. En algunos
de estos casos, además, después de haber sufrido un duro entrenamiento.

Que el principal problema de todos estos tipos de crueldad más los muchos que
quedan fuera de este artículo lo tengan las víctimas no significa que no sea un
problema de toda la sociedad. Corresponde a una sociedad sana y democrática
proteger a quienes son más débiles. Entre ellos, qué duda cabe, se encuentran los
animales. Una sociedad que tolera la crueldad hacia los animales y, por lo tanto la
violencia, es peligrosa. Permitir, consentir y legislar a favor del maltrato animal no
es ético ni favorable en términos educativos. Quienes ostentan la representación de
una sociedad democrática están obligados a paliar y erradicar cualquier tipo de
violencia.

La ley es, sin duda alguna, la herramienta más eficaz para garantizar la lucha contra
los actos violentos. Otra herramienta para luchar contra el maltrato animal es la
denuncia. Es vital que la ciudadanía actúe ante los casos de violencia y los ponga
en conocimiento de las autoridades.
La sociedad debe seguir avanzando hacia un mundo más justo con todos, animales
y las personas. Es necesario que el movimiento animalista siga empujando para
hacer ver a quienes son insensibles que los animales importan. Y que hay que poner
fin a la crueldad que se ejerce, de forma legal o ilegal, contra ellos.
Bibliografia

1.- Parent Jacquemin, Juan María La Libertad: Condición de los Derechos


Humanos Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, vol. 7, núm. 22, mayo-
agosto, 2000 Universidad Autónoma del Estado de México Toluca, México

2.- Melina bertocchi ramirez, patricia rivera marante: estrategia comunicacional


contra el maltrato a la mujer. Trabajo de grado, septiembre, 2006, universidad
católica andres bello.

3.- Horacio Gegunde R. Violencia intrafamiliar, en salud familiar. La Habana:


Editorial Ciencias Sociales; 2008.

4.- Koonz, Claudia. La conciencia nazi: la formación del fundamentalismo étnico


del Tercer Reich. Barcelona: Paidós, 2005.

5.- https://pacma.es/maltrato-animal-un-problema-de-todos/

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