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DEPARTAMENTO DE QUÍMICA
Presentado por:
C.I: 23.467.087
El mundo sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de
una conquista que brilla a la vez por su presencia y por su ausencia. Se ha dicho
que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar y muy difícil de explicar.
Sin duda alguna uno de los pensamientos más importantes que ha sido parte
fundamental de mi conciencia desde hace muchos años es el siguiente: “No hay
nada peor que la esclavitud y nada más maravilloso que la libertad; pero nada más
terrible que aprovecharse de la libertad que nos ha sido otorgada y nada más terrible
que vivir esclavizados sin disfrutarla”.
Sin duda alguna la mayoría de los seres humanos estamos de acuerdo en que la
libertad es la base genuina para un completo desarrollo de los derechos humanos.
Sin embargo, debemos distinguir entre la libertad como una facultad del hombre y
libertad, como la realización existencial del mismo. Si damos demasiada importancia
a la libertad, podemos elegir una concepción teórica y corremos el riesgo de caer
en hipocresías. Si limitamos nuestra elección a la libertad, nos olvidamos de que el
hombre es más que sus propias decisiones y perdemos el ideal implícito de los
derechos humanos.
Hay que recordar que los derechos humanos no nacen del poder, sino que se
levantan frente a él. Entendemos mejor así como la ley positiva que los reconoce y
permite su ejercicio, gracias a la garantía que ella nos da, no puede impedir esta
acción de control sobre los gobiernos y sobre la exigencia de legitimar su acción en
cada momento.
“El viaje más placentero que usted puede tomar en la vida, es un viaje a través de
usted mismo. El único amor que permanece, es el amor a sí mismo. Cuando usted
mira hacia atrás y se fija donde ha estado, que ha hecho en su trabajo, sus amores,
su matrimonio, sus hijos, su dolor, su felicidad; y examina con detención, se dará
cuenta que la única cosa por la cual ha estado trabajando es para la consumación
de su propia identidad. Y es precisamente eso, lo que he estado tratando de hacer
toda mi vida”.
Hay que tener en cuenta un aspecto muy importante, y es que la libertad no es hacer
lo que se quiere, sino en hacer lo que se debe hacer en una sociedad, recordando
siempre que la dimensión o medida de la libertad está condicionada por la
delimitaciones que derivan del derecho de los demás, del orden público y social y
de la responsabilidad de cada quien.
Esto sin lugar a dudas representa un gran obstáculo para quienes quieren ejercer
la supremacía dentro de una sociedad. Mientras más personas formen parte del
grupo que comparte mayores similitudes en pensamiento y razonamientos, o dicho
de otra manera, que comparten una verdad común, los grupos minoritarios dentro
de esa sociedad, sea cual fuere la especie, terminara por ser oprimida por quienes
conforman el grupo mayoritario.
Esto se hace evidente en un tema claramente polémico desde hace algunos años
recientes de nuestra edad moderna, y es la identidad sexual. Tema de bastante
discusión, pues no solo la política se ha visto inmersa dentro de este tema, sino
también la parte cultural, religiosa y étnica. En donde las culturas o religiones
predominantes han creado un precedente bastante negativo con respecto a este
tema. Evitando así que los individuos en nuestra sociedad tengan la libertad de,
basados en la búsqueda de la consumación de su propia identidad y realización
personal, tengan la capacidad de demostrar, compartir, y expresar libremente y sin
miedo a ser despreciados, discriminados o apartados por el resto de la sociedad.
Lo más sorprendente de esto es que aunque existen personas que dedican su vida
y sus esfuerzos en la defensa de los valores y derechos de todos y cada uno de los
integrantes de este hermoso mundo, existen también quienes basados en la
supuesta libertad que gozan de expresar su opinión contraria al pensamiento de
estas minorías, tratan de restringir cualquier tipo de manifestación explicita y
externa, sobretodo publica, de lo que estos grupos quieren expresar.
Es bastante bochornoso incluso el comportamiento de algunos que tratan no solo
de silenciar, sino de humillar y hasta maltratar a estas personas que inevitablemente
cada vez son más, debido a que el mundo cada vez amplia más las posibilidades
para que cada quien pueda luchar y expresar su voluntad sin que nadie con una
supuesta mente superior se imponga.
En lo que la mayoría estamos de acuerdo es que nadie bajo ningún concepto debe
discriminar, maltratar o despreciar a nadie, todo ser humano es valioso, parte
importante de este mundo, que al igual que nosotros tiene necesidades, gustos,
intereses, metas, anhelos y al igual que todos nosotros vive en la búsqueda de su
propia realización, y al igual que no consideraríamos bajo ningún concepto que otra
persona interfiriera en nuestro camino hacia lograr nuestros objetivos, otras
personas también piensan de esta manera; en esto radica principalmente la base
del principio de derechos humanos, derechos en los cuales todos queremos vernos
protegidos y que a todos se nos garanticen para poder gozar de igualdad de
oportunidades en la búsqueda de la propia felicidad.
Hay otro concepto enmarcado dentro de este tema que es importante resaltar y
discutir, puesto que una de las teorías más ampliamente discutidas y es el origen
de las especies.
Basado en esta teoría bastantes han sido las personas que malinterpretando esta
teoría y aplicándola a su favor en pro de sus intereses egoístas y malvados, ejercen
presión y discriminan a las razas que ellos consideran no aptas, o con
características inferiores. Es lamentable que un hecho como la actividad racista sea
uno de los movimientos más ampliamente predicados y practicados por todas las
sociedades. Donde sea que nos detengamos en este mundo, encontraremos a
grupos que se creen con características superiores a otros bien sea por el color,
sexo, religión, cultura, etnia, entre otros.
Los racistas son personas que creen que características biológicas innatas y
heredadas determinan el comportamiento humano. La doctrina del racismo afirma
que la sangre es la marca de la identidad nacional-étnica y sostiene que las
características innatas determinan biológicamente el comportamiento humano.
Juzga el valor de un ser humano no por su individualidad, pero exclusivamente por
su pertenencia en una “nación colectiva de raza”. Es triste y lamentable que muchos
intelectuales, incluyendo científicos, han dado apoyo seudocientífico a las ideas
racistas. Esta es sin duda la doctrina más letal y asesina de todas a lo largo de la
historia, por eso quisiera tomar un ejemplo bastante evidente, y es la Alemania nazi
de Adolf Hitler.
Adolf Hitler, el Fuhrer (líder) del partido nazi, formulo y articulo las ideas que llegaron
a conocerse como la ideología nazi. Se consideraba a sí mismo un pensador
profundo y riguroso y estaba convencido de que había encontrado la clave para
comprender un mundo extraordinariamente complejo. Creía que las características,
actitudes, habilidades y comportamientos de una persona estaban determinados
por su presunta constitución racial. Desde el punto de vista de Hitler, todos los
grupos, razas o pueblos (usaba esos términos indistintamente) poseían rasgos
inherentes e inmutables que se transmitían de generación en generación. Ningún
individuo podía superar las cualidades innatas de la raza. Toda la historia humana
podía explicarse en términos de la lucha de razas.
Para formular su ideología de la raza, Hitler y los nazis tomaron ideas de los
darwinistas sociales alemanes de fines del siglo XIX. Al igual que los darwinistas
sociales que los precedieron, los nazis creían que los seres humanos se podían
clasificar colectivamente en “razas” y que cada una de esas razas tenia
características distintivas que se habían transmitido genéticamente desde la
primera aparición de los humanos en tiempos prehistóricos. Estas características
heredadas no solo se relacionaban con la apariencia externa y con la estructura
física, sino que también influían en la vida mental, los modos de pensar, las
habilidades creativas y organizativas, la inteligencia, el gusto y la valoración de la
cultura, la fortaleza física y la destreza militar.
Para definir una raza, los darwinistas sociales establecían estereotipos, tanto
positivos como negativos, de la apariencia, el comportamiento y la cultura de los
grupos étnicos, que supuestamente eran invariables y estaban arraigados en la
herencia biológica, eran inmutables a lo largo del tiempo e inmunes a cambios en el
entorno, el desarrollo intelectual o la socialización. Para los nazis, la asimilación de
un miembro de una raza por parte de otra cultura o grupo étnico era imposible
porque los rasgos hereditarios originales no podían cambiar; solamente se podían
degenerar a través de la llamada mezcla de razas.
El concepto ideológico de raza de los nazis, si bien clasificaba a los judíos como el
enemigo prioritario, también señalaba a otros grupos para la persecución, el
encarcelamiento y la aniquilación. Esos grupos comprendían a romaníes (gitanos),
discapacitados, polacos, prisioneros de guerra soviéticos y afro alemanes. Los nazis
también identificaron como enemigos y como un riesgo para la seguridad a los
disidentes políticos, testigos de jehová, homosexuales y presuntos antisociales, ya
sea porque se oponían conscientemente al régimen nazi o porque algún aspecto de
su comportamiento no se ajustaba a las percepciones nazis de las normas sociales.
Buscaban eliminar a los inconformistas nacionales y a las llamadas amenazas
raciales a través de una purga perpetua de la sociedad.
Para los líderes del movimiento nazi, el valor ultimo de un ser humano no yacía en
su individualidad, sino en su pertenecía a una colectividad racialmente definida. El
objetivo principal de un colectivo racial era garantizar su propia supervivencia. La
mayoría de la gente estaría de acuerdo en que los humanos tienen un instinto
individual de supervivencia, pero Hitler asumía que había un instinto colectivo de
supervivencia centrado en la pertenencia a un grupo, un pueblo o una raza (usando
estos términos indistintamente). Para los nazis, este instinto colectivo de
supervivencia siempre implicaba salvaguardar la pureza de la raza y la lucha por el
territorio contra las razas competidoras.
Para finalizar este punto, para Hitler y otros, mantener la pureza de la raza era
importante porque la mezcla de razas con el tiempo conduciría a la degradación y
degeneración de una raza hasta el punto de perder sus características distintivas y,
en efecto, perder la capacidad de defenderse efectivamente y así quedar
condenada a la extinción. Hitler insistía en que el territorio era vital porque el
crecimiento de la población de una raza lo requería. Hitler creía que, sin territorio
nuevo para sostener a una población en crecimiento, la raza terminaría
estancándose y finalmente desaparecería.
Ahora, y aunque ya no sea un tema muy novedoso, pues es para todos de carácter
notorio, que las tendencias al desprecio y el maltrato del ser humano es contra
quienes considera inferiores, por eso histórica y culturalmente el hombre ha
trasladado esta tendencia hostil hasta el seno de la intitucion base de la sociedad,
la familia. Históricamente el hombre el miembro de la familia considerado el “fuerte”,
ha predominado a lo largo de todas las edades todas las áreas concernientes a la
vida, despreciando y ninguneando a la otra parte esencial de la vida misma, la
mujer; sin duda alguna el obejtivo favorito de quienes desean erigirse como lideres
de una sociedad.
Muy poco se sabe de las personas que sufren en silencio el maltrato y el abandono
ya que quedan detrás de las puertas de sus hogares, ocultas a la vista de la
comunidad.
Tal vez el grupo de edad y el nivel ocupacional lleven a las mujeres a aceptar las
normas y reglas de “otros” en el hogar, pues al no ser mujeres que se caracterizan
por desempeñarse en la vida activa de la sociedad, son dependientes a las
imposiciones o a mecanismos de poder de los mas autoritarios del hogar, pues esta
condición de amas de casa las hace perder libertad para actuar, disponer y gobernar
en otros asuntos familiares, solo las reduce a disponer de las labores hogareñas.
Cuando la supremacía del poder real se impone a los señores feudales, mejora la
situación de la mujer. Si era soltera o viuda, la propiedad le conferia soberanía, y la
gobernaba con todas las facultades; en cambio, la subordinación de la mujer casada
se mantenía. El hombre continuaba como tutor de su esposa, pues el interés del
patrimonio exigia que un solo amo lo administrara.
El poder lo tiene el que llega primero. Si bien reconoce la presencia del amor y el
respeto hacia la mujer, la autoridad es siempre del hombre.
La pregunta que muchos que no permiten o que nunca han estado involucrados en
la violencia domestica se hacen es: ¿Qué es lo que mantiene a una victima
encerrada en su mundo de sufrimiento?. Yo hubiera salido dice la gente, ¿Por qué
no sale y se libera?, ¿Cómo es posible que una persona en su sano juicio pueda
soportar años de maltrato y nunca denunciar y salir de su jaula? La verdad es que
es el circulo vicioso de la violencia, y es una jaula y existen diferentes tipos de ella,
tristemente algunas personas viven en un resort de jaulas, un hotel de jaulas, que
le mantienen encerradas en su círculo destructivo. El serio problema es que la jaula
es jaula, sea grande o pequeña, sea de oro o de madera, de hierro oxidado o de
barro. La razón fundamental es que para que la mujer en este caso sea objeto de
maltrato y discriminación sin duda alguna es la complicidad de las mismas féminas.
De otra manera no habría forma de que se pueda sostener a través del tiempo tales
actitudes deplorables.
“El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”.
Sin embargo, los animales son, una vez más, el eslabón más débil de la cadena.
En este caso a la hora de tener en cuenta su sufrimiento para abolir practicas o
tradiciones crueles.
La caza consiste en acudir al monte o al campo para disfrutar de una tarde o una
mañana matando animales. Una práctica que es cada vez más cuestionada.
Ninguna prueba mejor que el hecho de que los colectivos de cazadores hayan
tenido que manifestarse en defensa de su actividad.
No se ha de obviar el doble maltrato animal de las rehalas. La muerte de animales
silvestres y las condiciones en las que muchos rehaleros tienen a sus perros.
También el abandono, cuando no ejecución, al que abocan al perro que ya no les
sirve para la caza. Esto supone un problema que los políticos no piensan solucionar.
El ritmo de la civilización, sin embargo, está eliminando modalidades de caza y
prohibiéndolas en algunas comunidades. De nuevo, el camino de la sociedad y el
empuje de los colectivos animalistas ganan batallas. Aunque se deba seguir
peleando para acabar con esta lacra.
También podemos observar como ilustración de esta dura realidad, los festejos
populares en los que se maltrata animales. Caballos que cruzan hogueras, toros
con los cuernos prendidos en fuego, gansos descabezados, ratas que se arrojan
entre los vecinos, toros estresados y aterrorizados atados a una soga o lanzados al
mar o gatas precipitadas desde balcones. Nuestra sociedad no puede seguir
consintiendo este tipo de violencia que, además, se inculca desde la infancia.
Normalizar dentro de una fiesta el sufrimiento de otro ser, que siente y evidencia
dolor, no es una herramienta educativa. No ayuda a sembrar una ciudadanía mejor
y más sensible para el futuro.
Una de las variaciones más comunes de maltrato es el abandono. Esto aplica para
todos esos animales que los incluimos dentro de la única red de socialización entre
humanos y animales, las mascotas. A pesar de que el abandono es otra forma de
maltrato animal es otro de los principales problemas en materia de protección
animal. Las protectoras y santuarios están desbordados ante la cantidad de
animales a los que tienen que dar refugio.
Los animales que entran en la cadena de consumo humano son de los más grandes
olvidados. A menudo, sin embargo, programas de televisión como el documental
terrícolas arrojan a la cara de la sociedad los padecimientos que millones de
animales sufren en las granjas y el maltrato animal que padecen.
Son incontables las prácticas crueles a los que estas empresas someten a los
animales. Desde amputaciones sin anestesia hasta explotación sin descanso,
pasando por ejecuciones en función de sexo o gestaciones continuadas. Dejando
al margen el nefasto impacto de las granjas industriales con el medio ambiente, lo
cierto es que estos lugares en los que viven hacinados, sin atención veterinaria
exhaustiva y sin bienestar alguno, están impregnados de violencia hacia los
animales desde que nacen y son separados de su madre hasta que son ejecutados.
En numerosas ocasiones sin aturdimiento previo para cumplir con los ritos religiosos
halal y kosher.
No hay excusas para hacer sufrir a los animales por diversión. Circos, zoos,
delfinarios y acuarios los condenan a una vida de sufrimientos en búsqueda del
lucro privado. Elefantes, delfines, monos, orcas, tigres o peces manta, entre muchos
otros, recorren a diario decenas y decenas de kilómetros en libertad. Sin embargo,
en los tanques y jaulas de la industria sufren la soledad y el cautiverio. En algunos
de estos casos, además, después de haber sufrido un duro entrenamiento.
Que el principal problema de todos estos tipos de crueldad más los muchos que
quedan fuera de este artículo lo tengan las víctimas no significa que no sea un
problema de toda la sociedad. Corresponde a una sociedad sana y democrática
proteger a quienes son más débiles. Entre ellos, qué duda cabe, se encuentran los
animales. Una sociedad que tolera la crueldad hacia los animales y, por lo tanto la
violencia, es peligrosa. Permitir, consentir y legislar a favor del maltrato animal no
es ético ni favorable en términos educativos. Quienes ostentan la representación de
una sociedad democrática están obligados a paliar y erradicar cualquier tipo de
violencia.
La ley es, sin duda alguna, la herramienta más eficaz para garantizar la lucha contra
los actos violentos. Otra herramienta para luchar contra el maltrato animal es la
denuncia. Es vital que la ciudadanía actúe ante los casos de violencia y los ponga
en conocimiento de las autoridades.
La sociedad debe seguir avanzando hacia un mundo más justo con todos, animales
y las personas. Es necesario que el movimiento animalista siga empujando para
hacer ver a quienes son insensibles que los animales importan. Y que hay que poner
fin a la crueldad que se ejerce, de forma legal o ilegal, contra ellos.
Bibliografia
5.- https://pacma.es/maltrato-animal-un-problema-de-todos/