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ACTIVIDAD
R/ Isaacs, con su obra universal, deja entrever esbozos claros del romanticismo,
es, mejor dicho, una materialización magnífica del romanticismo latinoamericano.
A través de los capítulos, el autor valluno plasma con delicadeza el desarrollo de
un amor tan inocente como trágico.
“María” destaca por la sensiblería con la que logra describir cada línea
comprendidas en sus capítulos.
Con un relato autobiográfico, Isaacs plasmó el idilio vivido por Efraín y María
desde su tierna infancia hasta la adolescencia, el lector es llevado de la mano del
protagonista por cada una de las escenas de la obra, se conocen de antemano los
sucesos, pues a través de cartas o superstición, Efraín está (casi) siempre al tanto
de lo que sucede.
Por otra parte, cabe resaltar la descripción minuciosa que puede rozar con
idealizada del paisaje, desde el inicio de la novela, Efraín describe los elementos
componentes de su entorno con detalle, los árboles, montañas, el cielo, las
habitaciones, los senderos, ríos y flores del jardín pueden ser imaginadas por el
lector con tal claridad que la distancia entre las palabras impresas y la vista
pareciesen desaparecer.
Además, la descripción no se limita al ámbito natural, el autor escribe con suma
afabilidad características físicas de los personajes, especialmente la belleza
virginal de su amada María, o sentimientos desatados por los mismos, por lo que
la obra se convierte en una conexión entre sentidos y escrito, sencilla y
grandemente, inigualable.
Es importante, también, señalar el ambiente fluido y de buenas relaciones que el
autor propone en su novela, en la casa de Efraín los vínculos entre sus integrantes
son siempre de cariño y respeto, igual las que se muestran con los esclavos del
hogar y los de las haciendas, de modo que hay una calidez embargante en la
creación literaria, es tangible, a su vez, en escenas en las que Efraín describe su
sentir por sus orígenes, por el abrazo de su madre, o la sensibilidad de los esclavos
con él, hasta la relación que establece con Mayo, el perro que lo acompaña en sus
caminatas y aventuras y al que tanto pesar le da dejar ya mayor.
Isaacs, además, encierra la entrega cristiana en todo el núcleo axiológico de la
obra, la religiosidad de la familia es palpable, el linaje de Efraín constantemente
reza, al igual que los esclavos, la creencia es tal que poseen un oratorio en la casa
donde constantemente se consagran las intenciones y la protección de las
personas, lo que dota de otro rasgo estético a la novela, susurros de una fe
colombiana que maquillan las páginas de una de las obras cumbre de la literatura
colombiana.
El amor es, por supuesto, el pilar fundamental del relato, las flores nacientes de la
conexión entre dos existencias son sutil y maravilloso, desde la tierna infancia de
los protagonistas ya se daba idea de lo que se avecinaba, ya en la adolescencia a
la vuelta de Efraín de Bogotá, se corrobora la infinita calma que le produce su
prima, el lector tiene un acercamiento a un coqueteo sutil, confesiones de sofá,
celos, un amor natural, y puro, como se espera al ser el primero.
A la par del amor, está presente la muerte, después de todo María está en la vida
de Efraín a causa del fallecimiento de su madre a manos de la epilepsia, la niña ha
heredado el padecimiento de su madre de modo que al compás del amor de los
personajes danza el del final de la vida, en los párrafos se presiente una defunción
venidera que apena y asusta profundamente a cada uno de los miembros de la
familia, especialmente a los amantes, pero que termina siendo dejada de lado a
causa de la solución de los síntomas o del positivismo existente, sin embargo los
presagios imperantes en forma de pájaros negros o de ataques de ansiedad, son
implacables y se transforman en una lectura doliente de lo inevitable.
La estética de la novela, entonces, se resume a una melancolía preciosa, un amor
con presagios, encerrado en un oratorio, navegante entre Inglaterra y la Hacienda
el Paraíso, consagrado bajo los estudios de Efraín, enredado en las trenzas de
María, englobado en burbujas vallunas de romance y solemnidad en un relato que
una vez se lee se imprime en la memoria, removiendo el corazón y humedeciendo
los ojos, para siempre.