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Influencia del Estado Una economía ideal es aquella en la que todos los
bienes y servicios se intercambian voluntariamente
por dinero. Sin embargo, ninguna economía se
conforma por completo, más bien todas las economías
de mercado tienen imperfecciones.
Por este motivo, el estado asume muchas de las
tareas en respuesta de las fallas del mecanismo de
mercado, los gobiernos pueden regular algunos
negocios (como los bancos y medicamentos) y
subvenciona otros (como la educación y la salud).
Los gobiernos tienen tres funciones económicas
principales en una economía de mercado:
Aumentan la eficiencia
Fomenta la equidad
Favorece la estabilidad y el crecimiento
macroeconómicos.
Qué es la Mano Invisible?
La Mano Invisible es el término o metáfora empleada por Adam Smith con el que expresó
la capacidad autorreguladora del libre mercado. Este término fue acuñado en su Teoría de los
Sentimientos Morales en el año 1759, y popularmente conocida gracias a su libro La Riqueza
de las Naciones de 1776 a pesar de que únicamente fue empleado una vez este término en
dicha obra.
Según Smith, la Mano Invisible expresa la capacidad de una economía de mercado en obtener
automaticamente el máximo bienestar social a través de la búsqueda del propio interés.
Así como muchos consideran el interés propio como algo malo, reflejo de egoísmo, Smith
argumenta que la búsqueda del interés propio puede ser beneficioso para el conjunto de la
sociedad. Veamos un ejemplo:
Tomemos el caso de un inventor que desarrolla un prototipo de bombilla que consume menos
energía que las demás. El inventor en parte desarrolla su bombilla para comercializarla y ganar
dinero, es decir, está buscando su interés propio. Sin embargo el conjunto de la sociedad
indirectamente saldrá beneficiada del invento ya que se necesitarán fábricas para construir las
nuevas bombillas (dando empleo a trabajadores) y en definitiva mejorando la vida de aquellos
que pueden iluminar su casa mejor y de forma más económica.
El mecanismo del mercado es, según las palabras de Adam Smith, una especie de “mano
invisible” que reglamenta las respuestas dadas a las tres cuestiones bases estudiadas por la
economía: “el qué”, “el cómo” y “para quien” es producido. En el caso de la respuesta a
cuestión “el qué” producir, cuando las familias buscan más de un bien significa que están más
predispuestas a pagar más por la misma cantidad haciendo con que el precio aumente y
criando incentivos a los productores para que ellos afecten más recursos productivos para la
producción de este mismo bien. En respecto a la cuestión de “el como” producir, también son
los precios de los bienes y de los factores productivos que reglamentan las combinaciones y
cantidades de cada factor productivo utilizado en la producción. Relativamente a la respuesta
a la cuestión “para quien” producir, también son los precios de los diferentes factores
productivos que, juntamente con las cantidades detenidas, determinan la repartición del
rendimiento y, por eso, el consumo de cada familia.
Por todo lo mencionado, fácilmente se concluye que el papel central del mecanismo del
mercado cabe a los precios. Así, es a través de los precios que el mercado consigue
compatibilizar los intereses antagónicos de productores y consumidores. De esta forma, el
mecanismo del mercado no es más que el proceso por el cual son formados los precios en el
mercado.
Según Smith (1776), la cantidad de productos que un mismo número de personas puede
confeccionar, como consecuencia de la división del trabajo, procede de tres circunstancias
distintas: primera, mayor destreza de cada obrero en particular; segunda, ahorro del tiempo
que comúnmente se pierde al pasar de una ocupación a otra, y por último, de la invención de
un gran número de máquinas.
La estabilidad fue uno de los pocos factores que mejoraron la competitividad de la economía
colombiana. Gracias a ella, los mercados redujeron las primas de riesgo del país, las
calificadoras le devolvieron el grado de inversión y los inversionistas y los consumidores le
otorgaron su confianza. Por la importancia de la inflación como ancla de la estabilidad
macroeconómica, conviene preguntarse si su desboque tiene retorno.
La devaluación de la tasa de cambio aumentó los precios de los bienes de consumo transables
y de los insumos importados, cuyo incremento se transmitió a los bienes finales. Además,
contribuyó a aumentar los costos de los bienes no transables y los de los bienes y servicios con
los precios regulados.
La tendencia al alza de la inflación tiene además efectos de segunda ronda. Por una parte,
desalinea las expectativas –como se aprecia en los pronósticos promedio de inflación de los
analistas en la encuesta del Banco de la República para diciembre de 2016 (5,7%) y marzo de
2017 (4,4%)– que superan el límite superior del rango objetivo. Por otra, la alta inflación
también repercute en los incrementos de los precios de algunos bienes y servicios en los
cuales opera la indexación.
El hecho de que la inflación básica (6,3% anual como promedio de los tres indicadores usados
por el Banco) y la de bienes no transables (4,8% anual) excedan el límite superior del rango
meta sugiere que la economía todavía tiene un exceso de demanda interna, como sostiene el
codirector Carlos Gustavo Cano. Esta hipótesis es afirmada también por la magnitud del déficit
externo del país.
En consecuencia, aunque los choques que sacaron la inflación de curso tienen efectos
temporales que se deberían desvanecer en el segundo semestre del año, después de finalizar
el Niño y al estabilizarse la tasa de cambio, la desalineación de las expectativas, la indexación y
el exceso de demanda dificultan el regreso de la inflación a la meta. Esto tampoco resulta
favorecido por los incrementos exagerados de los salarios que tuvieron lugar en 2016. Por
estos factores, la convergencia tendrá lugar solo hasta 2017, encaminada por el
estrechamiento de la postura monetaria y el crecimiento de la economía por debajo de su
potencial.