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Asignatura: Introducción a la Psicología


Bibliografía:
Imbriano, A. (2013). ¿Qué es el Psicoanálisis? (Cap. 1, pp. 37-57). En Tratamiento
desde el alma. Lectura introductoria a la obra de Freud. Buenos Aires: Letra Viva.
Ilari Bonfico, A. (2013). Addenda. Sobre la formación de Freud (pp. 265-276). En
A. Imbriano, Tratamiento desde el alma. Lectura introductoria a la obra de Freud.
Buenos Aires: Letra Viva.

CAPITULO I

¿QUÉ ES EL PSICOANÁLISIS?

Siguiendo el método interrogativo referido en la introducción, renovaremos la pregunta de


nuestro necesario punto de partida:
¿Qué es el psicoanálisis? Es la pregunta que siempre debe realizarse, no solo en el
comienzo de un programa de estudio disciplinar, sino que debe ser una interrogación
siempre abierta, brújula para la lectura de los textos y necesaria para el porvenir del mismo.
Sigmund Freud define que es una disciplina científica, un procedimiento de indagación de
los procesos psíquicos y un método de tratamiento, y consideramos que esta caracterización
siempre debe estar en interrogación. Esa es la enseñanza que nos ha dejado, pues él ha
trabajado permanentemente en función de sostener la pregunta abierta con el objeto de que
siempre se realice una revisión teórica de sus conceptos, que su procedimiento sea
articulado rigurosamente, que como tratamiento siempre sea leal a su ética, que tenga
horizontes amplios con apertura al porvenir, al abordaje de nuevas presentaciones clínicas,
a la diversidad de aplicaciones, a la incidencia de nuevas disciplinas y a la influencia de los
cambios sociales, políticos y culturales de cada época.
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Inicialmente trabajaremos dos respuestas del autor, en dos situaciones diferentes y en dos
épocas diferentes, que se encuentran en dos escritos: “Tratamiento del alma” de 1890 y
“Dos artículos para enciclopedia: psicoanálisis y teoría de la libido” de 1922.
La expresión freudiana de 1890 nos interesa pues muchas de sus consideraciones aluden a
juicios y prejuicios que se mantienen en la actualidad. A su vez, desde una lectura
retrospectiva, nos muestra las claras elucidaciones del autor en esa época de inicio y el
origen de muchas concepciones que no serán abandonadas a lo largo de su obra, siendo el
germen de muchos conceptos que serán objeto de importantes estudios en pos del armado
del campo teórico y la práctica consecuente: el tratamiento psicoanalítico.
¿Cómo intervenir sobre lo corpóreo y lo psíquico mediante la palabra? ¿Cómo intervenir
sobre lo real desde lo simbólico? Estas son cuestiones que construyen el campo freudiano.
Respecto de los juicios sostenidos en el antiguo texto se destacan: la palabra como recurso
del tratamiento psicoanalítico, la relación de lo corporal y lo psíquico, la diferenciación
entre fenómenos patológicos y perturbaciones anímicas, el valor anímico de las
expectativas, el valor de las escenas visuales en relación al acrecentamiento de los
sentimientos, la función del sacrificio, la relación del individuo y su semejante, el efecto de
masas y la transferencia. No es poco para 1890.

TRATAMIENTO DESDE EL ALMA


La palabra como recurso
Uno de los juicios más importantes que sostiene en este escrito es que la palabra es un
recurso, un instrumento, mediante el cual se puede intervenir sobre el alma. Podemos leer
en el texto mencionado: “Un recurso de esa índole es sobre todo la palabra, y las palabras
son, en efecto, el instrumento esencial del tratamiento anímico”. 1
Freud tenía conocimientos de Psicología y de Lingüística, posiblemente adquiridos en las
lecciones de Franz Von Brentano y de Pierre Janet. Entre otros, son la base de su
investigación con pacientes afásicos en su época de estudios sobre neurología. Se encuentra

1
Freud, S. “Tratamiento del alma”. Sigmund Freud Obras completas. Amorrortu. Buenos Aires. 1976. Vol.
I. Pág.115.
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testimonio de ello en la “Monografía de las afasias” (1891), una parte de ella está referida
al valor de la palabra, -texto incluido en el “Apéndice C” de “Lo inconsciente” (1915). Allí
podemos encontrar el modo en que a partir de las disfunciones que revelan las afasias y los
modos de recuperación del lenguaje, Freud se encuentra con un “aparato del lenguaje” y su
modo de funcionamiento, más allá de lo neurofisiológico, distinguiendo dos tipos de
representaciones: representación-cosa y representación-palabra. “Para la psicología, la
unidad de la función del lenguaje es la «palabra»: una representación compleja que se
demuestra compuesta por elementos acústicos, visuales y kinestésicos. […] esta
composición se muestra más compleja cuando se entra a considerar el probable proceso
asociativo que sobreviene a raíz de cada operación lingüística”. 2
Este párrafo revela dos cosas: por un lado, el modo en que Freud construyó el psicoanálisis,
dejándose enseñar por la clínica; por otro, el conocimiento previo que tenía respecto de
Psicología, de los procesos asociativos y las operaciones lingüísticas.
Freud considera que el arte de curar lo anímico a través de la palabra es posible porque la
misma posee una gran capacidad de mediación del influjo entre los hombres, en tanto que
habitantes del lenguaje, en tanto que parlantes. “Las palabras son, sin duda, los principales
mediadores del influjo que un hombre pretende ejercer sobre los otros; las palabras son
buenos medios para provocar alteraciones anímicas en aquel a quien van dirigidas y por eso
ya no suena enigmático aseverar que el ensalmo de la palabra puede eliminar fenómenos
patológicos, tanto más aquellos que, a su vez, tienen su raíz en estados anímicos”.3

Un tratamiento de las perturbaciones del alma y del cuerpo


Otro de los juicios importantes que trasluce el escrito de referencia, es la relación alma-
cuerpo, de lo psíquico y lo somático. Rescatamos el uso de la palabra “alma” que alude a
psique, neuma, spiritu, y no solamente a mente.
¿Qué se entiende por “alma”, “psique”, “espíritu” y “anímico”? Sintetizaremos algunas
ideas advirtiendo al lector que se trata de una mínima aproximación. Los términos “alma”,

2
Freud, S. “Lo inconsciente”. Sigmund Freud Obras completas. Ob. Cit. Vol. XIV. Pág. 207.
3
Freud, S. “Tratamiento del alma”. Sigmund Freud Obras completas. Ob. Cit. Pág. 123.
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“ánima” y “psique” desde la tradición judeocristiana provienen del hebreo néfesch, del
griego psykhḗ , pasando al latín como anima, y se refieren a un principio o entidad
inmaterial e invisible que poseen los seres vivos dotados de movimiento propio, siendo su
cualidad identificatoria, cuyas propiedades y características varían según diferentes
especies de seres y según las diferentes tradiciones y perspectivas filosóficas o religiosas.
Lo importante es el pasaje de lo inerte al “moviente”. Para muchas tradiciones religiosas y
filosóficas, es el componente espiritual de los seres vivos. En esas concepciones, el alma
incorpora el principio vital o esencia interna de cada uno de esos seres vivos, gracias a la
cual estos tienen una determinada identidad, no explicable a partir de la realidad material de
sus partes. En el transcurso de la historia, el concepto "alma" pasa por diversos intentos de
explicación, siempre sobre la base de la diferenciación de dos aspectos específicos: lo
material y lo inmaterial.
Para la religión cristiana, el hombre consta de dos partes, el cuerpo (lo físico) y el alma (lo
relacionado con lo espiritual), siendo uno de los aspectos del ser humano, que lo unifica
como individuo y lo "lanza" a actividades que van más allá de lo material. Gracias al alma
el hombre es capaz de sentimientos, emociones, pensamientos y decisiones libres, así como
de volver sobre sí mismo (auto conciencia).
Desde la etimología, el verbo griego ψύχω, psycho, significa “aire frío”. A partir de este
verbo se forma el sustantivo ψυχή, que alude en un primer momento al soplo, hálito o
aliento que exhala al morir el ser humano. Dado que ese aliento permanece en el individuo
hasta su muerte, ψυχή pasa a significar la vida. Cuando la psique escapa del cadáver, lleva
una existencia autónoma: los griegos la imaginaban como una figura antropomorfa y alada,
un doble o eidolon del difunto, que generalmente iba a parar al “Hades”, donde pervivía de
modo sombrío y fantasmal.
Platón consideraba al alma como la dimensión más importante del ser humano. A veces
habla de ella como si estuviese encarcelada en un cuerpo, -idea que toma prestada del
orfismo-. Según el Timeo, el alma estaba compuesta de lo idéntico y lo diverso, sustancia
que el demiurgo usó para crear el alma cósmica y los demás astros; además, los dioses
inferiores crearon dos almas mortales: la pasional, que reside en el tórax, y la apetitiva, que
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reside en el abdomen. Por encima de las dos estaría el alma racional, que encontraría su
lugar en la cabeza. Algo parecido se narra en el Fedro, donde se expone el mito de los
caballos alados: el auriga es el alma racional, el caballo blanco representa la parte pasional
y el negro la parte de los apetitos. La tarea del auriga es mantener el caballo negro al
mismo galope que el blanco. En el Fedón, el alma es vista como una sustancia que busca
desligarse de los límites y conflictos que surgen desde su unión con el cuerpo, y
considerando que podrá vivir de modo pleno tras el momento de la muerte.
Aristóteles definió la Psyche como "determinada realización y comprensión de aquello que
posee la posibilidad de ser realizado" y por mucho tiempo el concepto fue declarado como
un enigma universal irresoluble. Según sus consideraciones, todos los seres del mundo
físico tienen una materia que es pura indeterminación y una forma sustancial que es el
principio determinativo. Estas dos realidades son inseparables, de modo que no tienen
existencia independiente. En general, la cosmovisión de la antigua Grecia, que designaba
“alma” como la fuerza vital de un individuo, unida a su cuerpo en vida y desligada de éste
tras su muerte, se mantiene en varias escuelas de psicología, perdiendo en general su valor
metafísico, convirtiéndose en la designación de todos los procesos y fenómenos que hacen
la mente humana como una unidad.
Realizaremos una brevísima alusión a otras consideraciones tales como las de Tomás de
Aquino, que basándose en Aristóteles, habla de principios, - y no de realidades opuestas-
describiendo al ser humano como material por una parte -su cuerpo- ,y no material por otra
-su alma espiritual-. El ser humano está inmerso en lo material y obedece a sus leyes
básicas de espacio y tiempo. A la vez, muestra que no es material del todo pudiendo ir más
allá del espacio y del tiempo con su razón: planificar el futuro o disponer los arreglos sobre
un espacio existente en su vida diaria. Alma y cuerpo llegan a ser co-principios en la
explicación de cómo es el ser humano. El ser humano es plenamente corporal pero tiene
algo propio que le permite ir más allá de lo corporal: su alma espiritual. Sin embargo, es el
alma la que tiene el ser en primer lugar, mientras el cuerpo existe en cuanto unido al alma.
El pensamiento occidental recayó en el dualismo entre cuerpo y alma. Esta visión
distorsiona la realidad y las consecuencias llegan a un desprecio de las realidades físicas,
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del cuerpo humano y de la sexualidad. Se imagina el alma como algo independiente, parte
de lo divino y de lo bueno, como una hoja blanca metida en un pobre sobre material del
cual urge liberarse. En forma sintética, tendremos en cuenta que Descartes define alma
como cosa pensante opuesta a cosa "extensa" – res cogitans versus res extensa-; Espinoza
se refiere al alma como atributo y modo de la substancia divina; Kant la califica de
imposibilidad de aprehender lo absoluto; para Hegel es el auto desarrollo de la idea; Jaspers
la define como "existencialidad"; Heidegger como "ser-ahí". Recomendamos seguir las
consideraciones de estos autores, pero pensamos que exceden a la intención de un texto
dedicado a una introducción al pensamiento freudiano.
Respecto del término “espíritu”, procede del latín spiritus, del verbo spirare tomando la
significación de soplo. La filosofía clásica alemana subrayaba el carácter activo del espíritu,
lo veía como actividad de la autoconciencia. Así, Hegel concebía el espíritu como unidad
de la autoconciencia y de la conciencia, unidad que se realizaba en la razón; como unidad
entre la actividad práctica y la teórica del espíritu sobre la base de la práctica: el ser del
espíritu es su hacer aunque este hacer es interpretado sólo como conocimiento. El espíritu,
según Hegel, supera lo natural y se eleva hasta sí mismo en el proceso del
autoconocimiento. La filosofía materialista considera al espíritu como lo secundario
respecto a la naturaleza. El espíritu es la parte más racional del alma, derramada por todo el
cuerpo. En los siglos XVII-XVIII (Hobbes, Locke, La Mettrie) concebían el espíritu sólo
como una variedad del conocimiento sensorial. El materialismo dialéctico no reduce lo
espiritual a la simple suma de sensaciones y rechaza la representación del espíritu como de
algo que existe con independencia de la materia. Lo espiritual es función de la materia
altamente organizada, es resultado de la actividad práctica material, histórico-social de los
hombres. La vida espiritual de la sociedad –conciencia social– aparece como ser social. En
la concepción moderna, el espíritu no es una sustancia, sino el modo de ser propio del ser
humano, cuya esencia es la libertad, plasmando la vida y el mundo, siendo la capacidad de
inter-relación que todas las cosas guardan entre sí. Conforma relaciones cada vez más
complejas, considerando que cuando se forma un campo relacional, allí se genera
“espíritu”. En cierto grado, todos los seres participan del espíritu y la singularidad del
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espíritu humano es ser reflexivo y autoconsciente. Por el espíritu, el ser humano se siente
insertado en el Todo a partir de una parte que es el cuerpo animado y, por eso, portador de
la mente. El espíritu significa subjetividad que se abre al otro, se comunica y así se
autotrasciende, gestando una comunión abierta, hasta la máxima alteridad, marcada por el
amor y el cuidado. El espíritu es relación y vida y su opuesto no es materia y cuerpo, sino
muerte y ausencia de relación. Desde esta perspectiva, espiritualidad es toda actitud y
actividad que favorece la relación, la vida, la comunión, la subjetividad y la trascendencia.
¿Cuáles son las nociones freudianas que se dejan encontrar en este texto? Su autor refiere:
“«Psique» es una palabra griega que en alemán se traduce «seele» (alma). Según esto,
«tratamiento psíquico» es lo mismo que «tratamiento del alma». Podría creerse, entonces,
que por tal se entiende tratamiento de los fenómenos patológicos de la vida anímica. Pero
no es este el significado de la expresión. «Tratamiento psíquico» quiere decir, más bien,
tratamiento desde el alma -ya sea de perturbaciones anímicas o corporales- con recursos
que de manera primaria e inmediata influyen sobre lo anímico del hombre”.4 Queda claro
en la expresión freudiana que un “tratamiento psíquico” no está referido sólo a su
aplicación a fenómenos patológicos, sino también a perturbaciones anímicas o corporales, a
través de un recurso: la palabra. Es importante destacar esta diferenc iación.
Entre otros juicios que transmite el texto de 1890, se destaca la consideración de que la
medicina, más allá de los grandes progresos científicos, tiene un gran desafío en el “arte de
curar” pues muchas perturbaciones tienen su origen emocional. Los procesos psíquicos
están relacionados entre sí pudiendo lo anímico influir sobre lo corporal. Leamos el texto:
“los signos patológicos están muy nítidamente bajo el influjo de irritaciones, emociones,
preocupaciones […] la causa inmediata de la perturbación ha de buscarse en lo anímico.
[…] Los afectos en sentido estricto se singularizan por una relación muy particular con los
procesos corporales; pero, en rigor, todos los estados anímicos, aun los que solemos
considerar «procesos de pensamiento», son en cierta medida «afectivos», y de ninguno
están ausentes las exteriorizaciones corporales y la capacidad de alterar procesos físicos.
Aun la tranquila actividad de pensar en «representaciones » provoca, según sea el contenido
4
Freud, S. “Tratamiento del alma”. Sigmund Freud Obras completas. Ob. Cit. Pág. 115.
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de estas, permanentes excitaciones […] Los procesos de la voluntad y de la atención son


igualmente capaces de influir profundamente sobre los procesos corporales y de
desempeñar un importante papel como promotores o inhibidores de enfermedades físicas
[…] En ciertos estados anímicos denominados «afectos», la coparticipación del cuerpo es
tan grande”.5
Estas consideraciones son producto de prolijas observaciones clínicas que muestran una
gran variedad de signos que se relevan y sustituyen unos a otros, siendo “expresión de las
emociones”6 que alteran al cuerpo. Entre ellas Freud hace referencia a las alteraciones se
producen en la circulación y en las secreciones bajo la influencia del miedo, de la ira, de las
“cuitas del alma”, del arrobamiento sexual, así como los estados afectivos persistentes de
naturaleza penosa, como la preocupación y el duelo, que rebajan la nutrición del cuerpo en
su conjunto, causando que los cabellos encanezcan, que desaparezcan los tejidos adiposos y
las paredes de los vasos sanguíneos se alteren patológicamente. También observa que, a la
inversa, bajo la influencia de excitaciones jubilosas se observa que todo el cuerpo florece y
la persona recupera muchos rasgos de la juventud. A su vez, señala que los afectos tienen
mucho que ver con la capacidad de resistencia a las infecciones y refiere que ciertos
observadores médicos comentaron que la propensión a contraer tifus y disentería es mucho
mayor en los integrantes de un ejército derrotado que en los triunfadores, y que estados
patológicos ya desarrollados pueden ser influidos muy considerablemente por afectos
violentos, casi siempre en el sentido de un empeoramiento. Pero, también observa ejemplos
de lo contrario: un fuerte susto o una cuita repentina provocan un cambio de tono en el
organismo ejerciendo una influencia curativa sobre un estado patológico bien arraigado o
aun suprimiéndolo. Por último, señala que no hay ninguna duda de que la duración de la
vida puede ser abreviada notablemente por afectos depresivos, o que un terror violento, una

5
Freud, S. Ibídem. Pág. 119-120.
6
Freud, S. Ibídem.
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mortificación o un bochorno muy vivos pueden ponerle fin de manera repentina y que este
último efecto es observado a veces también a consecuencia de un gran júbilo inesperado. 7

El valor de las expectativas


Freud se refiere al valor de las expectativas como una serie de fuerzas anímicas eficaces por
medio de la cual pueden contraerse enfermedades o curarse, considerando varias
modalidades. Vayamos a sus consideraciones: “La expectativa angustiada no es sin duda
indiferente para el resultado; sería importante saber con certeza si su eficacia para enfermar
es tan grande como la que se le atribuye: si es verdad, por ejemplo, que en el curso de una
epidemia los más amenazados son los que tienen miedo de contraer la enfermedad. El
estado contrario, la expectativa esperanzada y confiada es una fuerza eficaz de la que en
rigor no podemos dejar de prescindir en todos nuestros ensayos de tratamiento y curación. 8
Una observación que aparece entre líneas y que no queremos pasar por alto, es la referencia
a la fe religiosa, que podemos generalizar respecto de lo que llama “expectativa
esperanzada y confiada” y en lo concerniente a la participación de las pulsiones como
fuerzas genuinas. Refiere: “el poder de la fe religiosa es reforzado en este caso por diversas
fuerzas pulsionales genuinamente humanas. 9

El valor de la escena visual, el acrecentamiento de los sentimientos y la función de los


sacrificios.
Freud se interesa por la cuestión de las curas milagrosas, -son tratadas en el texto
prudentemente-. Resulta muy interesante, por lo temprano del escrito, las observaciones
referentes a la combinación entre el valor de la escena visual, el acrecentamiento de los
sentimientos y la ejecución de sacrificios, que posibilitarían desalojar la enfermedad. Más
adelante desarrollaremos estos temas, pues estas observaciones llevarán a Freud a sostener
indagaciones, a lo largo de toda su obra, respecto del funcionamiento del aparato psíquico,

7
Freud, S. Ibídem. Pág. 119.
8
Freud, S. Ibídem. Pág. 121.
9
Freud, S. Ibídem. Pág. 121-122.
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considerando el valor de las escenas visuales, el sentimiento amoroso y su relación con el


sometimiento, la culpa y el valor del sacrificio. Vamos al texto: “se producen en creyentes
bajo la influencia de escenificaciones aptas para acrecentar los sentimientos religiosos […]
en lugares donde se venera a una imagen […] No parece fácil que la fe religiosa por sí sola
pueda desalojar (Verdrängen) fácilmente la enfermedad […] tiene que estar signado por
características particulares; en especial, el esfuerzo corporal que se impone al enfermo, los
trabajos y sacrificios del peregrinaje, están destinados a hacerlo merecedor de esa gracia”. 10

La relación del individuo respecto al efecto de masas y la imitación


A propósito del estudio de las curas milagrosas Freud observa que las mociones anímicas
pueden elevarse por el efecto de los fenómenos de masas y la imitación. Considera que la fe
se acrecienta por el entusiasmo de la multitud, y si bien la “gracia divina” es otorgada a
unos pocos, todos querrían encontrarse entre los escogidos, pues la vanidad, “que dormina
en todo individuo viene en auxilio de la fe piadosa y el afán de sobresalir y de igualarse a
los más encumbrados constituyen potentísimas fuerzas anímicas. En virtud de ese efecto de
masas, todas las mociones anímicas del individuo pueden elevarse hasta lo desmesurado
[…] es el poder de ésta el que produce su efecto”. 11
Encontramos en el párrafo precedente la mención a las mociones anímicas, concepción que
alude al aspecto cuantitativo de la función psíquica, antecedente del concepto de quantum,
tan relacionado al estudio de las pulsiones.

Un antecedente sobre el concepto de transferencia clínica


No escapa a la visión freudiana que la relación de simpatía con el médico y el poder que el
paciente le otorga tiene una importancia superlativa en el tratamiento. En este escrito, la
riqueza de sus observaciones llega a poner en consideración algunas reflexiones que más
tarde darán lugar al concepto de transferencia clínica: por un lado, confianza y simpatía, por
otro, la suposición de saber que se le confiere al médico, como operadores del amor

10
Freud, S. Ibídem. Pág. 122.
11
Freud, S. Ibídem. Pág. 125.
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transferencial. Freud resalta el poder que ello otorga y realiza advertencias respecto de la
oportunidad de cometimiento de abusos que la misma genera, preocupación que lo llevará a
una proposición: estudiar el amor transferencial científicamente. Reconoce la importancia
de no desaprovechar el aporte de la expectativa confiada, planteando que para el
tratamiento anímico ocupa el lugar de una función importante producir el “monto de
solicitación anímica con medios apropiados”. Sepamos encontrar en estas primeras
consideraciones algunos antecedentes sobre la dinámica de la transferencia y los factores
cuantitativos (monto de afecto) y cualitativos (amor) que luego compondrán el concepto.
Otro valor de este escrito, es lo concerniente a su preocupación por los efectos de las
intervenciones terapéuticas. “El efecto probable […] de una intervención […] es la
aportada por la actitud anímica del enfermo. La expectativa confiada con la cual contribuye
al influjo inmediato […] depende, por un lado, de cuán grande sea su afán de sanar, por el
otro, […] del respeto y del poder que atribuya a la persona del médico, y aun de la simpatía
puramente humana […]. Desde que los médicos han reconocido con claridad la importancia
del estado anímico para la curación, se les ocurrió la idea de no dejar ya librado al enfermo
el monto de solicitación anímica que pudiera producir, sino de conseguirlo […] buscándolo
con los medios apropiados. De este empeño nace el moderno tratamiento anímico […] por
un camino singular se ha ofrecido la posibilidad de ejercer una influencia profunda, […] y
aprovecharla con fines terapéuticos”.12

Los prejuicios sobre el psicoanálisis


El texto “Tratamiento del alma” explicita algunos prejuicios sobre el psicoanálisis que
posiblemente llegan hasta la actualidad. Entre ellos, la desconfianza y desprecio de los
científicos a un tratamiento llevado a cabo a través de palabras, sumado a que muchos legos
tienen poco respeto por las causas anímicas, sin prestar atención que las mismas producen
padecimientos verdaderos. Respecto a ello, Freud inaugura una nueva clínica en donde lo
anímico cobra respeto como causa real. Refiere: “(Los científicos) parecieran temer que si
concedían cierta autonomía a la vida anímica, dejarían de pisar el seguro terreno de la
12
Freud, S. Ibídem. Pág. 123.
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ciencia […] Los legos, que de buena gana resumen tales influencias anímicas bajo el
nombre de „imaginación‟, suelen tener poco respeto […] es una evidente injusticia,
cualquiera que sea su causa, aun la imaginación, los dolores no dejan de ser menos reales ni
menos fuertes”.13
Otro de los prejuicios es la relación que se pueda establecer con la curandería, en donde
participa la expectativa confiada. El hombre siempre se desconcierta y se rebela cuando es
atrapado por una dimensión tan real del mundo como lo siniestro, -uno de sus modos es la
enfermedad, “carácter despiadado de la naturaleza”14 - y tiende, a través de la apelación a
combinatorias imaginarias y simbólicas, salir de la encrucijada que lo avasalla. “La
comprensible insatisfacción con el auxilio que brinda el arte médico, a menudo
insuficiente”15 , hace a la posibilidad de buscar en la curandería una solución, la misma
ejerce su poder aprovechándose de la expectativa confiada.
Por último, nos interesa señalar que también se preocupa por los prejuicios que puede
generar la relación del nuevo tratamiento anímico con la hipnosis y la sugestión. Si bien
reconoce la participación de la sugestión en toda relación humana, y entonces, también en
la relación que implica el tratamiento, trata de discernir cuestiones relativas a la
dependencia y la obediencia, que ocupan un lugar de gran prejuicio social y también para
él. Señala los motivos que lo alejan de la hipnosis, el más importante es que no logra ganar
la lucha contra las poderosas fuerzas mediante las cuales la enfermedad está anclada en la
vida anímica.16 También describe otras consideraciones tales como: la participación de una
credulidad al estilo infantil, la dependencia al estilo relación amorosa con entrega plena, la
obediencia que genera, la sugestión, la convicción y la palabra como ensalmo como único
instrumento terapéutico, la imposibilidad de discrecionalidad por parte del paciente
respecto de su vida anímica.17

13
Freud, S. Ibídem. Pág. 116.
14
Freud, S. Ibídem. Pág. 122.
15
Freud, S. Ibídem. Pág. 131.
16
Freud, S. Ibídem. Pág. 131.
17
Freud, S. Ibídem. Pág. 128.
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Nos parece oportuno considerar algunas reflexiones freudianas que se encuentran en un


artículo de 1924 titulado “Las resistencias contra el psicoanálisis”18 en donde Freud analiza
diversos factores, entre ellos:
1.- Las universales resistencias frente a lo nuevo: Generalmente existe una reacción
primitiva frente a lo nuevo que se presenta como fuente de displacer, causando un alto
gasto psíquico por la generación de inseguridad que puede llevar al sujeto hasta la
expectativa angustiada. También el psicoanálisis genera resistencias como todo aquello que
es nuevo.
2.- En la ciencia hay una paradoja entre el afán de avance y el escepticismo de los
científicos: Si bien en la “empresa científica no debería haber espacio para el horror a lo
nuevo” pues la ciencia debería confiar en nuevos descubrimientos y concepciones por su
carácter eternamente incompleto e insuficiente, con el fin de no sufrir desengaños, se
abroquela en el escepticismo. Este generalmente tiene dos características: la declaración
como “sacrosanto” de lo ya consabido, y la rigidez y desestimación frente a lo nuevo aun
antes de someterlo a la indagación. “En la historia de la investigación científica las
innovaciones tropezaron a menudo con una intensa y obstinada resistencia que luego se
demostró injusta, porque la novedad era valiosa y sustantiva”.
3.- Ciertos aspectos del contenido de lo nuevo son los que provocan la resistencia:
Respecto del psicoanálisis, existe una conjunción de varios factores. En el inicio el
psicoanálisis se interesó sobre la génesis de síntomas neuróticos con una intención
terapéutica y en ello se radicó su carácter de novedad indiscutible. Pero, los resultados de
sus indagaciones avanzaron mucho más allá de su meta inicial, creando una nueva base
para toda la concepción de la vida anímica, logrando importancia para todos los campos del
saber que se fundan en la psicología. Este fue el motivo que desencadenó “una tormenta de
indignada repulsa”. En 1924 Freud comenta que la lucha en torno de la innovación que el
psicoanálisis presenta “no ha terminado todavía”. Empero, ya por esa época el autor pudo
discernir el curso que tomaría: sus opositores no logran sofocar su avance. El psicoanálisis,

18
Freud, S. “Las resistencias contra el psicoanálisis”. Sigmund Freud Obras completas. Ob. Cit. Vol. XIX,
Págs. 227-235.
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cuyo único sustentador era el propio Freud en 1900, veinte años después había encontrado
numerosos partidarios destacados entre médicos y no médicos, quienes lo practicaban
“como procedimiento para tratar enfermos nerviosos, como método de investigación
psicológica y como medio auxiliar del trabajo científico en los más diversos campos”, -
puntuaciones idénticas a las formulados en los “Dos artículos para enciclopedia”. 19
4.- El predominio de la orientación anatomista: El psicoanálisis aportó un nuevo
conocimiento respecto a que los síntomas corporales de la histeria son psicógenos,
considerándolos como sedimentos de procesos anímicos trascurridos, iniciando la pregunta
por su naturaleza. Pero, esta orientación de las investigaciones no coincidía con las ideas
dominantes de su época pues los médicos solo contemplaban los factores anatómicos,
físicos y químicos. “No estaban preparados para la apreciación de lo psíquico, y por eso
mostraron indiferencia y antipatía. Dudaban de que las cosas psíquicas admitiesen un
tratamiento exacto y científico” y juzgaron a los síntomas de las neurosis histéricas como
resultado de la simulación, y a los fenómenos del hipnotismo, como un fraude.
5.- Los psiquiatras se ocupaban de clasificar las patologías buscando causas
anatómicas o químicas: En esa época materialista -mecanicista -, la medicina realizó
grandes progresos, pero también exhibió “un miope desconocimiento” respecto de lo
psíquico.
6.- La oposición de los filósofos: Si bien ellos estaban habituados a admitir conceptos
abstractos en la cúspide de sus explicaciones del mundo, lo psíquico de los filósofos no era
lo psíquico del psicoanálisis, pues consideraban como psíquico sólo a los fenómenos de la
conciencia, tal como los legos. El filósofo se afianza en esta certidumbre, pues no conoce el
material cuyo estudio forzó al analista a creer en actos anímicos inconscientes. ¿Qué puede
decir entonces el filósofo frente a una doctrina que asevera que lo anímico es, más bien, en
sí inconsciente, y la condición de conciente no es más que una cualidad que puede
agregarse o no al acto anímico singular, y eventualmente, cuando falta, no altera nada más
en este? La posición del psicoanálisis, intermedia entre medicina y filosofía, sólo le depara

19
Freud, S. “Dos artículos de enciclopedia: Psicoanálisis y Teoría de la libido”. Sigmund Freud Obras
completas. Vol. XVIII, Pág. 131.
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desventajas. La medicina lo considera un sistema especulativo y no quiere creer que


descansa, como cualquier otra ciencia natural, en una elaboración de hechos del mundo de
la percepción; la filosofía, le reprocha que sus conceptos básicos carecen de claridad y
precisión.
7.- La acusación de “pansexualista” por la significación de las pulsiones sexuales:
Freud se cuestiona sobre la magnitud de los “estallidos de indignación, de burla y escarnio,
con menosprecio por todos los preceptos de la lógica” hacia los conceptos del psicoanálisis.
Considera que una reacción de esta índole no se puede explicar solamente como
resistencias intelectuales, sino que han surgido en relación a la gran significatividad que el
psicoanálisis concede a las pulsiones sexuales en su consideración de los síntomas como
satisfacciones sustitutivas desfiguradas de fuerzas de las mismas. Si bien para el
psicoanálisis la sexualidad no es sexo, sino mucho más, - el Eros de El banquete de Platón-,
el Eros que todo lo abraza y todo lo conserva, tan superlativa ha sido la repulsa al concepto
de pulsiones sexuales que, siguió siendo rechazado aún cuando demostró que esos mismos
componentes sexuales son susceptibles de desviarse de sus metas inmediatas y de dirigirse
a otras, aportando las más importantes contribuciones a los logros culturales del individuo y
de la comunidad. Dicha teoría fue tildada de degradación de los bienes supremos de la
cultura. Estas aseveraciones no eran enteramente nuevas, el filósofo Schopenhauer había
destacado la incomparable significatividad de la vida sexual. Pero los oponentes olvidaron
a este ilustre precursor y se arrojaron sobre el psicoanálisis como si hubiera cometido un
atentado contra la dignidad del género humano.
8.- La hipocresía cultural: La cultura humana se sostiene sobre dos pilares, tales como el
gobierno de las fuerzas de la naturaleza y la limitación de nuestras pulsiones. La sociedad
lo sabe y no quiere que se hable de ello. El psicoanálisis nunca lanzó la consigna de
desencadenar nuestras pulsiones dañinas para la comunidad; al contrario, alertó contra ello
y aconsejó su acotamiento. Pero la sociedad no quiere que se descubran estas
constelaciones, porque en más de un sentido tiene mala conciencia, un estado de
“hipocresía cultural” al que por fuerza van aparejados el sentimiento de inseguridad y la
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necesidad de proteger esa labilidad innegable, de la cual en muchos momentos saca


altísimo provecho (por ej., en la guerra).
9.- El ideal ético: La sociedad ha entronizado un elevado ideal de eticidad. Si bien
“eticidad” es limitación de las pulsiones, y su cumplimiento se exige a todos sus miembros,
queda librado a ellos hallar los caminos que le permitan procurarse una compensación
suficiente a cambio del sacrificio impuesto, a fin de preservar su equilibrio anímico. El
hombre vive psicológicamente por encima de sus recursos, y sus exigencias pulsionales
insatisfechas –sobre todo la pulsión de muerte- hacen que sienta como una presión
permanente los reclamos de la cultura.
10.- En algunos humanos las pulsiones están domeñadas de manera insuficiente y
psicológicamente incorrecta, de suerte que son las más prontas a desplegarse. El
psicoanálisis descubre los puntos débiles de este sistema, y aconseja modificarlo. Propone
aflojar la severidad de la represión de las pulsiones y, a cambio, dejar más sitio a la
veracidad. En el caso de ciertas mociones pulsionales en cuya sofocación la sociedad ha ido
demasiado lejos, debe admitirse una medida mayor de satisfacción; en cuanto a otras, los
métodos inadecuados de la sofocación por vía represiva deben sustituirse por un
procedimiento mejor y más seguro. A consecuencia de esta crítica, se sintió al psicoanálisis
como “enemigo de la cultura” y se lo proscribió como peligro social. “Hasta ahora la
actitud de los hombres hacia el psicoanálisis sigue gobernada por esa angustia que desata
las pasiones y menoscaba los requisitos de la argumentación lógica”.
11.- La revelación de la sexualidad infantil: El psicoanálisis puso fin a las
consideraciones sobre el carácter asexual de la infancia, demostrando que en el niño
pequeño, desde el comienzo de la vida, se registran intereses y prácticas sexuales. Puso de
manifiesto las trasmudaciones que estos experimentan, el modo en que hacia el quinto año
de vida sucumben a una inhibición, para que después, a partir de la pubertad, entrar al
servicio de la función de reproducción. Discernió que la vida sexual de la primera infancia
culmina en el llamado Complejo de Edipo. Esto es tan fácil de comprobar que se necesitó
realmente de un gran esfuerzo para conseguir no verlo. De hecho -sostuvo el psicoanálisis-,
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todo individuo ha recorrido esta fase, pero luego reprimió y olvidó su contenido con
enérgico esfuerzo. El horror al incesto y una potente conciencia de culpa eran los relictos de
esta prehistoria individual. Los comienzos de la eticidad, de la religión y del orden social se
enlazan de la manera más íntima con la superación de esa época primordial. No estaba
permitido hacerle conocer al adulto esa prehistoria, que más tarde le pareció tan
deshonrosa, por ello rechazó al psicoanálisis cuando quiso descorrer el velo de la amnesia
de su infancia. Sólo quedó entonces un camino: lo que el psicoanálisis aseveraba tenía que
ser falso, y esta supuesta nueva ciencia no era otra cosa que un tejido de espejismos y
desfiguraciones. Por tanto, las intensas resistencias al psicoanálisis no eran de naturaleza
intelectual, sino que brotaban de fuentes afectivas.
12.- La necesidad de análisis del psicoanalista: También ha contribuido a reforzar la
resistencia al psicoanálisis el hecho de que no es fácil que se forme un juicio autónomo en
materia de análisis quien no lo haya experimentado en su persona, pues es imposible su
práctica sin haber aprendido una técnica precisa, harto difícil, en su propia experiencia. No
hay ninguna oportunidad cómoda y accesible de aprender el psicoanálisis y su técnica.
13.- Por último, el autor, con las reservas del caso, se otorga el derecho a plantear que
quizá su propia personalidad, como judío que no quiso ocultar su judaísmo, tuvo algo
que ver en la antipatía de los contemporáneos hacia el psicoanálisis.
En síntesis, la mayoría de las resistencias contra el psicoanálisis se debieron a que el
contenido de la doctrina hería intensos sentimientos de la humanidad. El nexo entre el yo
conciente y el inconsciente significaba una grave afrenta al amor propio de los seres
humanos, afrenta que Freud llamó “psicológica”, situándola en una misma línea con la
“biológica”, infligida por la doctrina de Darwin sobre la descendencia, y con la anterior, la
“cosmológica”, lanzada por el descubrimiento de Copérnico.
Consideramos de relevante importancia sintetizar el apéndice que Freud agrega al escrito,
tratándose de un fragmento de “El mundo como voluntad y representación” de
Schopenhauer.20 Aunque más de una vez Freud insistió en que las palabras del autor eran

20
Freud, S. “Las resistencias contra el psicoanálisis”. Sigmund Freud Obras completas. Ob. Cit. Vol. XIX,
Págs. 236-237. Texto del fragmento recortado por Freud y agregado al escrito por Strachey.
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“de un acento inolvidable” o “capaces de producir una intensa impresión”, nunca citó el
correspondiente pasaje ni indicó su fuente. Empero, parece probable que tuviera en mente
el fragmento que reproducimos. Inmediatamente antes, Schopenhauer había examinado el
peculiar carácter del apetito sexual.
“La importancia del papel que desempeña en el mundo la relación de los sexos, resorte
oculto de toda la actividad humana, y que se trasparenta por doquier pese al velo con que la
encubrimos. Enciende la guerra y pone fin a la paz; aparece en el trasfondo de toda cuestión
seria y de toda diversión; es fuente inagotable de chistes y agudezas, clave de toda alusión,
intención secreta de toda insinuación o de toda proposición inexpresada. Es la significación
de las miradas a hurtadillas, la aspiración de los jóvenes y también de los viejos; la
preocupación incesante del libertino y el ensueño involuntario que asedia la mente del
casto; es materia siempre dispuesta para la chanza, y todo porque es, entre todas las cosas,
la más seria. Lo que le da un viso cómico que hace reír a las gentes es que, siendo un asunto
capital para todos, es conducido con el mayor misterio y parecería que nadie piensa en él.
Pero en la realidad de la vida es el amo legítimo del universo, con cuya omnipotencia
constantemente nos tropezamos, y apoyado en sus seculares derechos le vemos tomar
posesión de su trono hereditario, mofándose de los esfuerzos con que se ha intentado
sacudir su dominio. El poder de esta propensión es tan grande que por mucho que se afanen
los hombres para domarla, para encadenarla, para disminuirla, para disimularla todo lo
posible o al menos para dominarla lo bastante, con el fin de reducirla a una cuestión apenas
secundaria en su existencia, todas esas tentativas serán siempre vanas. Y el secreto de esto
radica en que el instinto sexual es la esencia misma de la voluntad de vivir, y por tanto la
concentración de todo deseo; […] llamé a los órganos genitales el foco de la volición. El
hombre es, por decirlo así, una concreción del instinto sexual; viene al mundo por un acto
de cópula, el mayor de sus anhelos es la cópula, y esta es en definitiva aquello que envuelve
y perpetúa toda su existencia fenoménica. La voluntad de vivir se manifiesta, en primer
lugar, en el instinto de la conservación individual; pero este no es más que el primer
escalón de la tendencia a la conservación de la especie, y esta última será siempre la más
fuerte, debido a la mayor importancia que reviste la vida de la especie en cuanto a duración,
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extensión y valor. Por eso el instinto sexual es la manifestación más perfecta y el tipo
propio de la voluntad de vivir, lo cual no sólo concuerda con el hecho de que a él deben los
hombres su existencia, sino también con su primacía sobre las demás inclinaciones del
hombre natural”.21

El método psicoanalítico como psicoterapia


Ya que el escrito en trabajo, por decisión de Freud, fue publicado en 1905, los invitamos a
leer dos escritos de 1904 en donde también encontrarán alguna respuesta a nuestra pregunta
de inicio respecto del psicoanálisis. Son tales: “El método psicoanalítico de Freud” y
“Sobre psicoterapia” (Conferencia en el Colegio Médico de Viena). Puntuaremos algunos
de sus contenidos. Los mismos son muy simples, pero no por ello menos importantes para
orientarse.
“El método psicoanalítico de Freud”22 se puede considerar como el primer escrito de la
serie de los técnicos, en los cuales se dedica a transmitir algunas reglas de la aplicación del
método. Define algunas cuestiones tales como:
Premisa de trabajo: ampliación del campo de la conciencia retrayendo al paciente al
estado psíquico en el cual habían surgido los síntomas. Cuando el paciente comunica los
procesos anímicos en cuestión, entre intensas manifestaciones afectivas, quedan vencidos
los síntomas. Freud realiza un alegato a favor de la premisa de trabajo que se sostiene en
tres puntos: 1.- El síntoma representa una sustitución de procesos psíquicos que no han
podido llegar a la conciencia, o sea, es una transformación; 2.- el afecto concomitante a lo
“represado” se deriva en el síntoma; 3.- el síntoma no deriva de una única impresión
traumática sino de una serie. En “Sobre psicoterapia”23 aclara algunas cuestiones teóricas al
respecto: 1.- la acción patógena de los traumas psíquicos es consecuencia de la retención

21
Ibídem. Complementos del libro cuarto de El inundo como voluntad y representación, capítulo XLII, «La
vida de la especie», citado por Strachey.
22
Freud, S. “El método psicoanalítico de Freud”. Sigmund Freud Obras completas. Ob. Cit. Vol. VII, Pág.
237.
23
Freud, S. “Sobre psicoterapia”. Sigmund Freud Obras completas. Ob. Cit. Vol. VII, Pág. 247.
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del afecto; 2.- los síntomas corporales de la histeria son resultado de una excitación
transferida desde lo anímico a lo somático.
Regla fundamental analítica: se invita al paciente a comunicar todas las ocurrencias
espontáneas, asociaciones involuntarias, sin apartar ninguna aunque lo juzgue secundario,
impertinente o incoherente. Por el valor histórico, además de clínico, nos referiremos
directamente a las palabras del autor: “El tratamiento se inicia exhortando al paciente a que
se ponga en la situación de un atento y desapasionado observador de sí mismo, a que
espigue únicamente en la superficie de su conciencia y se obligue, por una parte, a la
sinceridad más total, y por la otra a no excluir de la comunicación ocurrencia alguna, por
más que la sienta asaz desagradable, no pueda menos que juzgarla disparatado, la considere
demasiado nimia o piense que no viene al caso respecto de lo que se busca. O sea, se
solicita al paciente que hable todo cuanto pasa por su mente, y aún más, que deje que las
palabras fluyan”.
Material: ocurrencias, asociaciones libres, sueños, actos involuntarios, actos sintomáticos,
errores o fallidos, gestos, posiciones, movimientos.
Resistencias: todo paciente tiene ciertas lagunas en su memoria, olvido de hechos reales,
confusiones, que son producto de la resistencia que se opone a la reconstrucción del
recuerdo. Cuanto más intensa sea la resistencia mayor deformación sintomática y es
necesario deducir de ellas lo deformado. La resistencia es consecuencia de que los
pacientes se aferran a su enfermedad. La emergencia de lo inconsciente se produce
conjuntamente con sensaciones de displacer y por esa razón el paciente rechaza el
tratamiento. Lo rechazado surge como consecuencia automática de la regulación del
principio del placer.
Objetivo del tratamiento: Lograr vencer las resistencias, destruir las represiones, suprimir
las amnesias, hacer accesible a la conciencia lo inconsciente. Además de la cura, el
tratamiento debe proponerse el restablecimiento de la capacidad de trabajar y amar.
Indicaciones: las divide en dos tipos. 1.- En cuanto a lo psicopatológico: psiconeurosis
crónicas, entre ellas, todas las formas de histerias y neurosis obsesivas con fobias, abulias,
formas somáticas acompañantes de estas perturbaciones (advierte la derivación adecuada
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cuando es necesaria la atención sintomática de urgencia). 2.- En cuanto al sujeto: el


paciente debe ser capaz de un estado psíquico normal, cierto grado de inteligencia, cierto
nivel ético, menor de 50 años.
Contraindicaciones: también las divides en dos tipos: 1.- En cuanto a lo psicopatológico:
psicosis narcisistas, casos agudos de histeria, agotamiento nervioso, confusión mental,
melancolía profunda. 2.- En cuanto al sujeto: incapaces de estados psíquicos normales,
deteriores de inteligencia, deteriores éticos, deformaciones graves del carácter,
constituciones degeneradas, edad próxima a los 50 años o más, considerando que las
personas mayores de esa edad tienen poca plasticidad en los procesos anímicos y a su vez
mucha acumulación de material psíquico. También señala que no es aplicable a personas
que no se sometan voluntariamente, que no posean cierto nivel cultural o que sean no
educables, así como a personas que presentan cuadros amenazadores. Duración del
tratamiento: el promedio de la duración en los tratamientos llevados adelante por Freud ha
sido entre 6 meses y 3 años. El tratamiento no es rápido, plantea grandes exigencias al
paciente y al analista: para el paciente resulta largo y costoso, (costos de dinero y de
trabajo); para el analista requiere estudio, arte, paciencia, ciencia y pasar por la experiencia
propia del análisis.
Respecto del cambio de técnica, de la hipnosis al método analítico, Freud lo justifica por las
siguientes cuestiones: 1.- porque no todos los pacientes son hipnotizables; 2.- porque no
todos los profesionales son buenos hipnólogos; 3.- porque la ampliación del campo de la
conciencia quedaba supeditada al acto terapéutico (hipnosis) del cual el paciente no siempre
recuerda; 4.- porque la hipnosis encubre las resistencias que tienen los pacientes a conocer
las fuerzas psíquicas que lo enfermaron y así se aumenta la resistencia a la cura, -esta
última justificación es muy explícita y decisiva-. A su vez, en “Sobre psicoterapia” aclara
con una metáfora muy apropiada, la distinción entre la hipnosis y la nueva técnica:
Leonardo Da Vinci dice que la pintura opera per vía de porre y la escultura opera per vía di
levare, la pintura va poniendo colores donde antes no los había y la escultura va quitando
de la piedra la masa que encubre la estatua que está en ella. La hipnosis y las técnicas
sugestivas son como la pintura y el método analítico como la escultura. La nueva técnica de
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psicoterapia que propone es científica, y se debe lograr la disposición psíquica del paciente
en forma científica, y no por influencia amorosa personal. El profesional debe tratar a los
pacientes sin someterlos a su influencia personal, haciéndoles adoptar una postura cómoda
sobre un diván, situándose a su espalda, fuera del alcance de su vista, sin pedirle que
cierren los ojos y evitando todo mayor contacto; la sesión transcurre como “un diálogo
entre dos personas igualmente dueñas de sí” en donde “una evita distraer o perturbar la
concentración de la otra sobre la atención de su propia actividad anímica”.

DEFINICIÓN DEL PSICOANÁLISIS EN LA ENCICLOPEDIA BRITÁNICA


Definición
Nos interesa continuar estas primeras consideraciones introductorias a la teoría del
psicoanálisis con una definición escrita por Sigmund Freud en el verano de 1922. Si bien ha
dado varias definiciones, en diferentes oportunidades y escritos, en particular tomaremos la
que se encuentra en un trabajo denominado ¨Dos artículos para enciclopedia: psicoanálisis
y teoría de la libido¨ pues es inmediatamente anterior a un artículo de 1923, ¨El yo y el
ello¨, que ya estaba en preparación, en donde realiza una nueva presentación teórica,
denominada “segunda tópica” en donde presenta una nueva teoría de los lugares psíquicos.
Trataremos de ser fieles al carácter didáctico que tiene la definición brindada por Freud en
ocasión de escribir para la Enciclopedia Británica. También les brindaremos la posibilidad
de conocer las palabras del autor, de gran claridad y rigor conceptual, dedicadas al público
en general, puesto que se trata de una definición escrita para una enciclopedia generalista.
Queremos acompañarlos a descubrir los escritos freudianos, su modo accesible logrado a
través de una formulación lógica impecable, que no requiere de magias ocultas como
aquellos trucos en donde se oscurecen las aguas para que parezcan profundas. Primero, un
compromiso de rigor, ir a la fuente, a la cita bibliográfica:
¨Psicoanálisis es el nombre: 1) de un procedimiento que sirve para indagar procesos
anímicos difícilmente accesibles por otras vías; 2) de un método de tratamiento de
perturbaciones neuróticas, fundado en esa indagación; 3) de una serie de intelecciones
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psicológicas, ganadas por ese camino, que poco a poco se han ido coligando en una nueva
24
disciplina científica¨.
En esta definición cabe destacar el lugar resaltado respecto de que el Psicoanálisis es: un
procedimiento, un método de tratamiento y una nueva disciplina científica. En 1925, en la
Presentación autobiográfica refiere: “Ya no caben dudas que el psicoanálisis continuará, ha
probado sus capacidades de sobrevivencia y de desarrollarse tanto como rama del saber y
como método terapéutico”.
Un procedimiento
Freud se refiere a “un procedimiento que sirve para indagar procesos”. Todas las veces que
nos parezca necesario los incitaremos a usar el Diccionario de la Real Academia de la
25
Lengua Española para encontrar allí las distintas acepciones de las palabras, otras
deberemos ir a textos más específicos como diccionarios etimológicos o libros específicos
de diversas disciplinas. En este caso, buscaremos los términos “procedimiento”, “proceso”
e “indagación”. El término ¨Procedimiento¨ se refiere a la ¨acción de proceder” (del latín
procedére) cuyas acepciones aluden a los modos, la forma y el orden de gobernar acciones
que requieren de una disciplina pues forman una serie, existen precedentes, entonces cada
acción debe guardar cierto orden al respecto de las otras; ¨Proceso¨ (del latín "processus")
tiene por primera acepción “progreso”, y las otras acepciones aluden a “acción de seguir
una serie de cosas”; “Indagación”, (del latín “indagatio”) alude a “Acción y efecto de
indagar”, y este último (del latín “indagare”) significa “intentar averiguar, inquirir algo
discurriendo o con preguntas”.
Sigmund Freud, en esta definición del Psicoanálisis, a través de estas primeras palabras
refiere el modo de trabajo que ha llevado adelante: un modo disciplinado, lo cual equivale a
pensar, un modo regulado por el método científico de investigación a la luz de las ciencias
naturales, - método en el cual él se ha formado desde estudiante y en el que ha trabajado
como investigador. Nos interesa poner de relieve: 1.- Que Freud parte de la consideración
sobre los ¨procesos anímicos¨ bajo la influencia de Von Brentano, autor que consideró los

24
Freud, S. ¨Dos artículos de enciclopedia: Psicoanálisis y Teoría de la libido¨. Ob. Cit. Pág. 231.
25
Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. Décima quinta edición. Madrid. 1925.
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fenómenos psíquicos como procesos y no estados, y que desarrolló la concepción de


“intencionalidad de la conciencia” en relación a la dirección de la misma hacia sus
objetos;26 2.- Que el trabajo clínico lo ha confrontado con procesos anímicos que ofrecen
mucha dificultad para ser indagados, pues se muestran a través de un modo que los oculta y
que la genialidad de Freud fue justamente descubrir que ese modo que los oculta también
los revela; 3.- Que muchos de estos procesos eran despreciados por los neurólogos y
psiquiatras de la época; 4.- Que se trata de un procedimiento basado en la indagación
clínica; 5.- Que partiendo de una formación estrictamente científica, proveniente de las
ciencias naturales, Freud no cesó de interrogarse por el sufrimiento de aquellos que
padeciendo malestares no explicados por la ciencia del momento eran dejados de lado, -
con suerte - , pues otras veces eran objeto de desprecio siendo tratados como simuladores,
no sin pasar por la categoría de incurables; 6.- Que sin abandonar el diálogo con los
grandes científicos a los que reconoce como sus maestros, Freud tuvo la fuerza suficiente
para no rechazar su deseo de asistir a estos enfermos, y que ello inspira su investigación, sin
apartarse de los cánones de rigor metodológico; 7.- Que trabajando con excelencia
semiológica supo realizar una cuidadosa y detallada lectura de los síntomas y signos de los
enfermos en cuestión; 8.- Que la indagación tuvo como principal objetivo la búsqueda de
un tratamiento de los padecimientos manifestados por los enfermos sin dejar de lado un alto
rigor científico que sirvió de empuje incesante a la investigación. La misma estuvo muy
marcada por los procedimientos metodológicos científicos referentes a las ciencias
naturales, lo cual lo lleva en sus comienzos a delimitar con precisión el campo de la
experiencia, siendo esto una de las razones (hay otras) por lo cual Freud propone el método
solamente para pacientes neuróticos de determinadas características restringidas. Es un
modo de conformar una población testigo lo más estable posible tal como lo exige el
método científico clínico. Es por esta razón, a nuestro entender, que especifica indicaciones
y contraindicaciones que en la clínica psicoanalítica actual pueden desdecirse. Hoy
sabemos muy bien que el psicoanálisis se ofrece a todo aquél que solicite ser escuchado, y
que se ha avanzado tanto en los conocimientos teóricos, como técnicos y clínicos y se
26
Brentano, F. La classificazione delle attivitá psichiche. Lanciano.1922.
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practica el psicoanálisis con niños, con psicóticos, en la anorexia, en las adicciones, en los
niños deficientes, en los gerontes, y en muchas otras perturbaciones. Actualmente,
siguiendo las enseñanzas reformuladas por J. Lacan, el psicoanálisis es una clínica del
sujeto (y no de enfermedades o cuadros psicopatológicos) que implica el tratamiento de lo
real por lo simbólico.
Un método de tratamiento
Freud busca incansablemente un tratamiento a través de un método científico, lo cual
implica que un tratamiento analítico tiene un método. Como científico conoce que lo
simbólico ordena el universo, que a través de lo simbólico se puede operar en espacios que
no se ven ni se tocan. Ejemplo de ello son los avances, en su época, de la neurología
respecto de la sinapsis, en donde la microscopía de la época no permitía ver los botones
neuronales calculados por los investigadores y que luego la microscopía electrónica
comprobó. Entonces, Freud, que ya conocía esa posibilidad de los métodos científicos,
pudo calcular la posibilidad de operar sobre lo real del sufrimiento humano a través de lo
simbólico. Ya veremos más adelante que en el “Proyecto de psicología científica”, en 1895,
otorgando validez al espacio de virtualidad, diagramó un aparato que le permitió armar un
primer esquema del funcionar psíquico. A partir de esta concepción, coherente con ella,
instituyó para el método analítico la “regla fundamental analítica¨ que consiste en el
procedimiento de la asociación libre. El tratamiento analítico tiene una dirección sostenida
por el analista, y Freud se preocupa por su ética, y también por el desarrollo cuidadoso de
una estrategia y una táctica coherentes con esa ética. La ética consiste en la posición del
analista (que ha devenido tal como producto de su análisis), posición que le permite
abstenerse de todo prejuicio y hasta de sus juicios más íntimos, (indicación freudiana sobre
la regla de abstención, contraparte de la “regla fundamental analítica”) para habilitar un
lugar de escucha, su oferta es ¡hable!. Esta ética del psicoanálisis se sostiene de lo que
Jacques Lacan ha denominado la “docta ignorancia” o “el saber del psicoanalista”, que no
es otra cosa que el saber respecto de las diferencias (castración) y sobre la pulsión de
muerte, para expresarlo en términos sencillos.
Una nueva disciplina
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A través de ese procedimiento que implica un método, Freud logra una serie de
intelecciones referidas a los modos del funcionamiento psíquico, velando por encontrar una
coherencia rigurosa entre cada una de ellas. Ello lo llevó a interrogarse infatigablemente y
revisar cada una de sus intelecciones, cada vez que no lograban una relación coherente
entre ellas. Esta metodología de trabajo es la causa de su constante revisión de conceptos,
siendo lo que le posibilita construir una teoría que lo sorprende en la creación de una nueva
disciplina partiendo de la experiencia clínica y extrayendo de ella nuevas concepciones
sobre el acaecer psíquico. Se refiere a intelecciones (inteligere) que le posibilitan la
construcción de supuestos lógicos que conforman un nuevo enfoque epistemológico del
espacio de configuración de lo psíquico.
Para la creación de esta nueva disciplina, toma soportes científicos, para la construcción del
aparato psíquico, entre otros: la biología y sus concepciones sobre lo orgánico
constitucional y las leyes del metabolismo; la fisiología y los conceptos de la física
aplicados a ella, tales como la teoría sobre los aparatos y sistemas fisiológicos, el concepto
de función y las leyes de la termodinámica; la neurología, con su reciente teoría neuronal,
la sinapsis, las vías aferentes y eferentes, y la reflexología; la psiquiatría y el concepto de
series complementarias, proveniente de la infectología, aplicada a la ecuación etiológica de
la enfermedad. Si realizamos algunas elucidaciones, resulta manifiestamente claro que el
concepto de represión surge del modelo de la hidráulica; el concepto de energía libre y
ligada surge de la termodinámica, el principio de constancia es un derivado del principio de
inercia neuronal, los conceptos de proceso primario y secundario y el de sublimación
derivan de la química.
Para referirse al aparato psíquico no solo como teoría de las localidades (punto de vista
tópico), sino teniendo en cuenta una mecánica respecto a un juego de lucha de fuerzas
(punto de vista dinámico) y la distribución de los factores cuantitativos (punto de vista
económico), Freud inventa un término: metapsicología, neologismo creado por Freud por
primera vez el 13 de febrero de 1896 en una carta a Fliess (Carta 41) refiriéndose al oscuro
discernimiento de factores psíquicos y constelaciones de lo inconsciente en la construcción
de la realidad suprasensible que la ciencia debe volver a mudar en la psicología de lo
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inconsciente. En la mencionada metapsicología, -para decirlo simplemente-, Freud se


proponía investigar lo que está más allá de la psicología, pues ésta se dedica al estudio de
los fenómenos de la conciencia. En ella están incluidos distintos modelos científicos tales
como el anátomo-fisiológico de Brucke, el desciframiento del psiquismo postulado por
Herbart, y las teorías físicas aplicadas a la fisiología de Hemholtz, por mencionar algunas.
Freud no imita a ninguno de ellos pero estos han sido algunos de sus maestros.

ADDENDA

SOBRE LA FORMACIÓN DE FREUD

Los comienzos en la zoología y la fisiología

En su “Contribuciones a la historia del movimiento psicoanalítico” 27 , Freud afirma:


El psicoanálisis es creación mía, yo fui durante diez años el único que se ocupó de él,
y todo el disgusto que el nuevo fenómeno provocó en los contemporáneos se descargó
sobre mi cabeza en forma de crítica (…) nadie puede saber mejor que yo lo que el
psicoanálisis es, en qué se distingue de otros modos de explorar la vida anímica, qué
debe correr bajo su nombre y qué sería mejor llamar de otra manera.

Freud creó el psicoanálisis, desarrolló su cuerpo teórico y su praxis, siendo él el maestro de


los futuros analistas. Pero, ¿quién formó a Freud?, ¿quiénes fueron sus maestros? No todos
sus mentores se encuentran en el campo de las ciencias biológicas. Freud, también ha sido
influenciado por la filosofía de su época. Sin querer que estas líneas se conviertan en un

27 Freud, S. Contribuciones a la historia del movimiento psicoanalítico. 1914. Traducción de J. L.


Etcheverry. En Obras Completas. Amorrortu Ediciones. Buenos Aires, 2008. Tomo XIV, pág. 7.
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análisis meticuloso de la vida de Freud, pretendemos dar cuenta de cuál ha sido el camino
que ha seguido Freud en su formación profesional y quiénes han oficiado de guía.
Durante la década de 1870, Freud se encontraba en la Universidad de Viena cursando sus
estudios de medicina, carrera que inició en 1873 y finalizó en 1881, a la edad de 25 años.
Durante el primer año de su vida universitaria, se dedicó a estudiar temas humanísticos que,
aparentemente, nada tenían que ver con su futura profesión de médico 28 . Movido por un
gran interés en lo humano, más allá de lo biológico, Freud se dedico a la lectura de la
filosofía. Animado por su curiosidad y apetito de saber, que sostendrá hasta sus últimos
días de vida, Freud se introdujo en el ambiente del filósofo Franz Brentano (1842-1925),
un ex sacerdote y exponente claro de la filosofía aristotélica y la psicología empírica.
Siguiendo la investigación biográfica de Roudinesco –gran historiadora del psicoanálisis y
sus representantes–, nos enteramos que Freud obtuvo un doctorado en filosofía bajo la
dirección de Brentano29 . Resulta llamativo que en su “Presentación autobiográfica”, Freud
no mencione en modo alguno nada acerca de este doctorado y de su paso por las clases de
Brentano. Sin embargo, sus historiadores han sabido dar cuenta de la influencia que este
primer maestro tuvo en la formación de Freud, influencia que no pasa desapercibida en su
construcción teórica.
Para Freud, Brentano se trató de un maestro que supo estimular a sus estudiantes,
mostrando sin tapujos su creencia en Dios y un sumo respeto por las teorías de Darwin.
Según los biógrafos de Freud, Brentano logró que el padre del psicoanálisis se cuestionara
sobre sus convicciones ateas que había llevado consigo a la Universidad.
Pero a fines de 1874, el romance con las ideas de su primer mentor comenzó a decaer. En
una carta fechada en noviembre de ese año, Freud le confesó a su amigo Silverstein que se
veía a sí mismo como “un estudiante de medicina empirista y sin Dios”30 . En aquella época,
Freud volvió a su incredulidad y permaneció en ella. Pareciera ser que se había
decepcionado de la filosofía en general, ya que la consideraba demasiado especulativa. Sin

28 Gay, Peter. Freud. Vida y legado de un precursor. Editorial Paidós, España, 2010. Pág. 52.
29 Roudinesco, E. & Plon, M. Diccionario de psicoanálisis, 2° ed. revisada y actualizada. Paidós, Argentina.
2008. Pág. 142.
30 Gay, P. Freud. Vida y legado de un precursor. Pág. 53.
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embargo, a pesar de este temprano desencanto, Brentano había logrado dejar huella en el
pensamiento freudiano, sobre todo con sus escritos de psicología.
Luego de haberse alejado de los caminos de Brentano y de la filosofía, Freud encamino su
interés nuevamente hacia las ciencias médicas. En aquella década de 1870, la Universidad
de Viena también contaba con un cuerpo docente de primera línea en ciencias biológicas.
Entre ellos se encontraba Carl Claus (1835-1899), médico y zoólogo alemán, director del
Instituto de Anatomía Comparada, y quien había introducido en Austria el pensamiento
darwiniano.
En 1875 Freud se encontraba trabajando en el laboratorio de Claus. Impulsado por su
maestro, obtuvo una beca para estudiar en Trieste la vida de las anguilas macho de río. Así,
en marzo de 1876 Freud partió a su nuevo destino. Durante su estadía en Trieste, mientras
se centraba en la búsqueda de las gónadas de las anguilas, Freud se adiestró en la
observación precisa y tranquila; el tipo de atención concentrada tan indispensable que
necesitaría para escuchar a sus pacientes 31 .
Luego de dos estadías en Trieste, en 1977, Freud publicó un artículo sobre sus
investigaciones. Según Roudinesco32 , en ese texto se observa cómo Freud trabaja en la
elaboración de una teoría de las células nerviosas (las futuras neuronas), teoría cuyas
huellas se encontrarán en el “Proyecto de Psicología” de 1895.
Pero Claus no era el único docente conocedor y defensor de las ideas de Darwin en la
Universidad de Viena. Para esa misma época, Ernst Brücke (1819-1892), un famoso
fisiólogo, impartía clases en esa casa de altos estudios. Durante los seis años que Freud se
dedicó a trabajar en su laboratorio de fisiología, entre 1876 y 1882, su actividad estuvo
centrada en el desciframiento del sistema nervioso, primero de peces inferiores y después
de seres humanos.
En su “Presentación autobiográfica”, Freud afirma que estando en el laboratorio de
fisiología de Brücke halló “sosiego y satisfacción plena, así como las personas a quienes

31 Gay, P. Freud. Vida y legado de un precursor. Pág. 56.


32 Roudinesco, E. & Plon, M. Diccionario de psicoanálisis. Pág. 384.
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podía respetar y tomar como modelos”33 . De hecho, en el epílogo de “¿Pueden los legos
ejercer el psicoanálisis?”, no quedan lugar a dudas del lugar que ocupo este nuevo mentor
en Freud: se trata de la máxima autoridad que ha influido en él34 . ¿Qué fue lo que
deslumbró a Freud?
Como dijimos, Brücke también era un defensor de la teoría de Darwin. Claramente, esta
postura teórica ejerció una gran atracción en Freud, ya que él mismo confesó su
“Presentación autobiográfica”, haber sido muy entusiasta con los postulados darwinianos,
dado que prometían un extraordinario avance en la compresión del universo 35 . “Con el
riguroso trabajo histológico sobre el sistema nervioso que Freud realizó para Brücke,
participaba en el vasto esfuerzo colectivo tendiente a demostrar las huellas de la
evolución”36 . Algunos de los primeros trabajos publicados de Freud, escritos entre
1877 y 1883, detallan descubrimientos que están lejos de ser triviales. Confirman el
proceso evolutivo revelado en las estructuras nerviosas del pez que examinaba en el
microscopio.
Pero no solo fue Darwin los que unió a estos dos investigadores. Brücke era considerado el
más brillante representante de la escuela positivista en Viena 37 . Los devotos del positivismo
esperaban poder aplicar los métodos y descubrimientos de las ciencias naturales, a la
investigación de toda acción y todo pensamiento humano. Freud compartía con Brücke este
modo de pensar el mundo. Y encontramos en el “Proyecto”, escrito 13 años después de
haber trabajado con Brücke, las huellas que su mentor imprimió en el joven Freud.
No podemos cerrar este apartado sin hacer mención a una magnífica monografía escrita
Freud, que resulto ser su primer libro publicado en 1891: La concepción de las afasias
(Estudio crítico). Se trata de un trabajo netamente neurológico, pero entre “sus abundantes
y completamente documentadas citas de autoridades, Freud esparció significativamente

33 Freud, S. Presentación autobiográfica. 1925. Traducción de José Luis Etcheverry. En Obras Completas.
Amorrortu Ediciones. Buenos Aires, 2008. Tomo XX, pág. 9.
34 Freud, S. ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? 1926. Traducción de José Luis Etcheverry. En Obras
Completas. Amorrortu Ediciones. Buenos Aires, 2008, Tomo XX, p. 237.
35 Freud, S. Presentación autobiográfica. Pág. 8
36 Gay, P. Freud. Vida y legado de un precursor. Pág. 60.
37 Roudinesco, E. & Plon, M. Diccionario de psicoanálisis. Pág. 146.
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referencias a filósofos como John Stuart Mill y psicólogos como Hughlings Jackson (…) El
intento de Freud, que tiende a subvertir una teoría de las perturbaciones del lenguaje
cómoda y atractiva, llegaba a introducir un elemento psicológico en el cuadro
clínico”38 . Para aquella época, los especialistas consideraban que el deterioro afásico del
lenguaje o la comprensión del mismo, tenían su fundamento en lesiones cerebrales
localizadas. Por el contrario, Freud se orientó “por el reconocimiento de que la
significación del elemento de localización [fisiología del cerebro] ha sido sobreestimado en
la afasia y de que es justo que nos preocupemos una vez por más por las condiciones
funcionales del aparato del lenguaje”39 . Rodeado por neurólogos, Freud estaba
comenzando a buscar causas psicológicas para los efectos psicológicos.

El encuentro con la neurosis


En 1882, Freud se alejó del trabajo en el laboratorio de Brücke para ocupar un puesto en el
Hospital General de Viena. Permaneció en esa institución por un lapso de tres años.
Durante ese tiempo, experimentó una variedad de especialidades médicas, al ir rotando de
un departamento a otro: cirugía, medicina interna, psiquiatría, dermatología, enfermedades
nerviosas y oftalmología.
Para mayo de 1883, Freud se encontraba trabajando en la clínica psiquiátrica de Theodor
Meynert (1833-1892). Su nuevo menor, con quien pasó unos cinco meses, era un gran
anatomista del cerebro. Pero no debe haber sido esta actividad lo que maravilló a Freud.
Meynert había desarrollado “la hipótesis de un yo primitivo y un yo secundario, que sería
retomado por Freud en 1895 en su ´Proyecto de Psicología´. Según este psiquiatra vienes, el
yo primitivo es la parte genéticamente inferior de la vida mental, que se manifiesta en el
momento en que el niño toma conciencia de la separación entre su cuerpo y el ambiente. El
yo secundario es el instrumento para el dominio de la percepción”40 . Encontramos que las
teorías desarrolladas por Meynert tuvieron cierto impacto en Freud. De hecho, si bien estas

38 Gay, P. Freud. Vida y legado de un precursor. Pág. 88.


39 Freud, S. Fragmento de la correspondencia con Fliess . Carta 70 (3 y 4 de octubre de 1897). En Obras
Completas. Amorrortu Ediciones, Buenos Aires. Tomo I.
40 Roudinesco, E. & Plon, M. Diccionario de psicoanálisis. Pág. 720.
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ideas se deslizan en el “Proyecto”, Freud las retoma 20 años después en su artículo


“Pulsiones y destino de pulsión” de 1915, donde esboza una estructuración del yo en tres
etapas.
Durante el tiempo que Freud pasó junto a Meynert, tuvo la oportunidad de observar
enfermos mentales hospitalizados que incluían casos estrictamente neurológicos y casos
psiquiátricos en el sentido moderno de la palabra41 . De a poco, Freud fue adentrándose en
la práctica clínica.
Finalmente, en septiembre de 1885, gracias al apoyo de Meynert y Brücke, obtuvo el
puesto de Privatdozent (docente adscrito). Puesto que le permitió incursionar en la
docencia, impartiendo algunos cursos de neuropatología.
El interés de Freud estaba comenzando a centrarse cada vez más en la psiquiatría y en las
enfermedades nerviosas. Pero para aquella época, el estudio y el trabajo sobre este tipo de
afecciones nerviosas, era poco practicado en Viena. Freud necesitaba más de lo que la
Viena de aquel entonces tenía para ofrecerle y “en París, en la distancia, brillaba el
gran nombre de Charcot”42 .
Movido por el interés de adentrarse por completo en el mundo de las enfermedades
nerviosas, en el otoño de 1885, tras una recomendación de Brücke, Freud recibió una beca
para viajar a París. Ingresó como alumno en el reconocido Hospital Salpêtrière, donde fue
un discípulo más de Jean Martin Charcot (1825-1893).
El nombre de Charcot es inseparable de la historia de la histeria, la hipnosis y de los
orígenes del psicoanálisis. “Último gran representante de la psiquiatría dinámica,
desempeñó un papel fundamental en la formación del joven Freud, entre octubre de 1885 y
febrero de 1886”43 . Siguiendo la investigación biográfica realizada por Peter Gay,
encontramos que fue Charcot quien apartó finalmente a Freud del microscopio y lo
impulsó hacia la psicología44 . De hecho, en una carta que Freud escribió a su esposa se
refiere a Charcot en los siguientes términos: “No sé si la semilla dará fruto algún día, pero

41 Ibíd., p. 721.
42 Freud, S. Presentación autobiográfica. Pág. 11
43 Roudinesco, E. & Plon, M. Diccionario de psicoanálisis. Pág. 166.
44 Gay, P. Freud. Vida y legado de un precursor. Pág. 74.
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estoy seguro de que ningún otro humano ha actuado nunca sobre mí de este modo”45 . Hoy,
más de 125 años después, seguimos asistiendo al fruto de esa semilla.
En su “Presentación autobiográfica”, Freud reflexiona acerca de aquello que tanto lo
impresionó sobre Charcot: “Sus últimas indagaciones acerca de la histeria”46 . Charcot había
diagnosticado la histeria como una dolencia auténtica y describió que también podía afectar
a los hombres, contradiciendo de ese modo todas las nociones tradicionales. Pero uno de
sus mayores logros, fue haber rescatado la hipnosis como herramienta al servicio de la
curación mental.
Aún hubo una lección mucho más valiosa para Freud, ya que Charcot defendía la práctica
por encima de la teoría. Existió una frase dicha por su nuevo mentor que impresionó en
grado sumo al joven Freud: “la teoría está muy bien, pero no impide que los hechos
existan”47 . Esa fue la principal enseñanza que Charcot impartía: la obediencia sumisa del
científico a la los hechos no es adversaria, sino fuente y sierva de la teoría. Y Freud fue un
excelente alumno. En más de una ocasión modificó sus elaboraciones teóricas porque
su práctica así se lo indicaba.
Más allá de la admiración que Freud tenía por Charcot, persistía en él un fuerte interrogante
acerca de la hipnosis. Por ese entonces, existían dos escuelas francesas con teorizaciones
disímiles acerca de la hipnosis. Por un lado, Charcot desde París, afirmaba que el estado
hipnótico era una condición producida artificialmente y sólo podía provocarse en pacientes
histéricos. Por otro lado, Hyppolyte Bernheim (1840-1919) en Nancy, entendía que la
hipnosis era una cuestión de sugestión, y por lo tanto, casi todas las personas podían ser
hipnotizadas48 .
En medio de ese debate académico sobre la hipnosis, Freud comenzó su actividad médica.
Para ella, “la sugestión hipnótica se convirtió en su medio principal de trabajo”49 . Pero no
pasó mucho tiempo hasta que comprendió las limitaciones que poseía esta herramienta

45 Ibíd., pág. 74.


46 Freud, S. Presentación autobiográfica. Pág. 12.
47 Gay, P. Freud. Vida y legado de un precursor. Pág. 76.
48 Ibíd. Págs. 76-77.
49 Freud, S. Presentación autobiográfica. Pág. 16.
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terapéutica. Se quejaba que no lograba hipnotizar a todos los enfermos y cuando lo lograba,
no le era posible sumirlos al estado de hipnosis profundo que hubiera deseado 50 .
Sin embargo, mientras que la hipnosis parecía ser una de las pocas herramientas útiles, a
pesar de sus limitaciones, con el propósito de mejorar su técnica hipnótica, en el verano de
1889, Freud viajó a Nancy, donde permaneció varias semanas. Sobre su estadía recuerda:
“fui testigo de los asombrosos experimentos de Bernheim con sus pacientes de hospital, y
recogí las más fuertes impresiones acerca de la posibilidad de que existieran unos potentes
procesos anímicos que, empero, permanecerían ocultos para la conciencia humana”51 . Pero
el entusiasmo por la hipnosis duraría mucho más.
De regreso en Viena, Freud debió dar cuenta de lo realizado en París al honorable Colegio
de Profesores de la Facultad de Medicina de Viena. A lo largo de este informe Freud se
dedicó a exponer los logros de Charcot en la Salpêtrière. Recordemos que Freud fue becado
en calidad de docente adscrito de neuropatología. Por tanto, resulta sumamente valiosa la
siguiente frase, la cual, evidentemente caló hondo en Freud: “Solía decir Charcot que la
anatomía, en líneas generales, ha consumado su obra, y la doctrina de las afecciones
orgánicas del sistema nervioso esta, por así decir, acabada; y que ahora le tocaba el
turno a la neurosis”52 .
Y Freud se tomó al pie de la letra que el tiempo de la neurosis había llegado. Sin lugar a
dudas, el psicoanálisis le debe mucho a Charcot, ya que fue él quien introdujo a Freud en el
mundo de la neurosis.

Las enseñanzas de Anna O.


No todos los maestros y mentores de Freud fueron académicos. Freud también aprendió
mucho de la clínica de sus pacientes. Y si bien Anna O. no fue paciente suya, ésta le marcó
el camino que el psicoanálisis debería emprender para el desarrollo de su praxis y
cuerpo teórico.

50 Ibíd. Pág. 17.


51 Ibíd. Pág. 17
52 Freud, S. Informe sobre mis estudios en París y Berlín. 1886. Traducción de José Luis Etcheverry. En
Obras Completas. Amorrortu Ediciones. Buenos Aires, 2008. Tomo I, pág. 10.
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El caso de Anna O. es considerado el caso fundador del psicoanálisis. Pero como dijimos,
no fue paciente de Freud, sino de su colega Josef Breuer (1842-1925).
Breuer formaba parte del grupo de profesionales que trabajaban en el laboratorio de
fisiología de Brücke durante la época en la cual Freud también se encontraba allí. Se
conocieron en 1877 y se hicieron muy buenos amigos. Durante los años siguientes,
intercambiaron grandes cantidades de correspondencia no solo referida a sus vidas
privadas, sino también referente a sus logros y dudas profesionales. Sobre esta amistad,
Freud reconoce haber sido el mayor beneficiado, debido a los intercambios científicos que
se produjeron entre ambos, y porque consideraba que Breuer era un hombre de una
inteligencia sobresaliente53 .
Antes de que Freud viajara a París, Breuer le informó acerca de un caso de histeria que
había tratado entre 1880 y 1882. El trabajo clínico realizado con Anna O. le permitió echar
luz sobre la causación y significado de los síntomas histéricos. Sin dudas, Breuer merece un
puesto destacado en la historia del psicoanálisis. Al confiarle la historia de Anna O., generó
en Freud una gran ebullición de ideas.
A lo largo de su producción psicoanalítica, Freud realizó numerosas menciones acerca del
caso de Anna O. Inclusive, en su viaje a Estados Unidos en 1909, cuando fue invitado por
la Clark University a dar un ciclo de conferencias, Freud decidió inaugurar sus charlas con
el caso de Anna O. a fin de dar cuenta “acerca de la historia, la génesis y el ulterior
desarrollo de este nuevo método de indagación y terapia”54 , el psicoanálisis.
El acontecimiento que precipitó la histeria de Anna fue la enfermedad mortal de su padre.
Dos meses antes de que muriera, Anna se vio obligada a dejar de cuidarlo y atenderlo,
debido a su propia enfermedad. Durante el tiempo que transcurrió su enfermedad, Anna
presentó una gran variedad de síntomas: “páralisis con rigidez de las dos extremidades del
lado derecho; perturbaciones en los movimientos oculares y múltiples deficiencias en la
visión, dificultades para sostener la cabeza, una intensa tussis nervosa, asco frente a los

53 Freud, S. Presentación autobiográfica. Pág. 19.


54 Freud, S. Cinco conferencias sobre psicoanálisis. 1909. Traducción de José Luis Etcheverry. En Obras
Completas. Amorrortu Ediciones. Buenos Aires, 2008. Tomo XI, pág. 7.
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alimentos y en una ocasión, durante varias semanas, incapacidad para beber no obstante
una sed martirizadora; disminución de la capacidad de hablar, al punto de no poder
expresarse o no comprender su lengua materna, y, por último, estados de ausencia,
confusión, deliria, alteración de su personalidad toda”55 .
Breuer la visitaba a diario y la sumía en una suerte de hipnosis a fin de que informara
acerca de las palabras que solía decir en sus estados de ausencia, de alteración psíquica con
confusión. De este modo, “reproducía ante el médico las creaciones psíquicas que la
gobernaban durante las ausencias y se habían traslucido en esas pocas palabras
inconexas”56 . Por lo general, se trataba de fantasías muy tristes, referidas, casi todas ellas, a
situaciones en que una muchacha se encontraba ante el lecho de su padre enfermo. “Toda
vez que contaba cierto número de esas fantasías, quedaba como liberada y se veía
reconducida a la vida anímica normal”57 . Así, Breuer junto con Anna, descubrieron juntos
que este tipo de conversaciones aliviaban temporalmente sus síntomas. Anna encontró una
expresión feliz para designar ese procedimiento, al que llamó curación por la palabra
(talking cure) o, con humor, limpieza de chimenea (chimney sweeping). “Mediante ese
deshollinamiento del alma (…) se conseguía hacer desparecer los síntomas patológicos
cuando en la hipnosis se recordaba, con exteriorización de afectos, la ocasión y el asunto a
raíz del cual esos síntomas se habían presentando”58 .
El punto decisivo de la curación por la palabra sobrevino cuando Anna sufrió el trastorno
de la imposibilidad de beber. Una noche, mientras estaba en su estado hipnótico, se refirió a
su dama de compañía inglesa, a quien no amaba, y relató, “con todos los signos de la
repugnancia cómo había ido a su habitación, y ahí vio a su perrito, ese asqueroso animal,
beber de un vaso”59 . Después de que saliera a la luz ese disgusto reprimido, la hidrofobia
desapareció. Impresionado por los resultados que obtuvo, Breuer adoptó este método para

55 Ibíd. Pág. 8
56
Ibíd. Pág. 10.
57
Ibíd. Pág. 10.
58
Ibíd. Pág. 10.
59
Breuer, J. & Freud, S. Estudios sobre la histeria. 1893-1895. Traducción de José Luis Etcheverry. En
Obras Completas. Amorrortu Ediciones. Buenos Aires, 2008. Tomo II, pág. 58.
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aliviar a su paciente, pasando a investigar de manera planificada la patogénsis de los otros


síntomas.
Una de las conclusiones más importantes se refiere a que “casi todos los síntomas habían
nacido como unos restos (…) de vivencias plenas de afecto a las que por eso hemos
llamado después «traumas psíquicos». Eran determinados por las escenas cuyos restos
mnémicos ellos figuraban, y ya no se debía describirlos como unas operaciones arbitrarias o
enigmáticas de la neurosis”60 . Así, gracias a lo que Anna le enseñó, Freud comienza el
largo recorrido que lo llevará a trabajar a los síntomas de la neurosis en relación a un
sujeto, a una historia, siendo siempre el caso por caso.

Lo que las histéricas le enseñaron a Freud


La historia de los orígenes del psicoanálisis cuenta con un grupo de mujeres que le
enseñaron mucho a Freud. De hecho, fueron las que pusieron a trabajar a Freud, quienes lo
provocaron. El psicoanálisis comenzó a escribirse a partir de los historiales clínicos de estas
mujeres. Desde luego, el tratamiento que Freud aplicó a sus primeras pacientes puede
considerarse elemental teniendo en cuenta el desarrollo posterior que logró el psicoanálisis.
Pero esto no les resta mérito a ellas ni a Freud. Estas histéricas tuvieron la capacidad para
demostrarle a Freud algunos de los rudimentos más importantes del psicoanálisis.
El abanico de síntomas conversivos que enfrentó Freud en esos primeros años de su
práctica, abarcaron desde dolores en las piernas hasta escalofríos, desde estados de ánimos
depresivos hasta alucinaciones intermitentes.
Aún fiel a su formación médica y biologicista, Freud no estaba preparado para abandonar la
etiología neurológica de la histeria. Sin embargo, de poco había comenzado a comprender
que las experiencias traumáticas tempranas podrían estar implicadas en el desarrollo de la
enfermedad. De hecho, con Anna O. comenzó a madurar en él la idea de que aquellos
singulares trastornos tenían una etiología sexual.

60
Freud, S. Cinco conferencias sobre psicoanálisis. Pág. 11.
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A partir de los avances que la técnica psicoanalítica había logrado desde el caso de Anna
O., la escucha pasó a ser un método privilegiado. Fue Emmy von N. una de las tantas
pacientes que le indicó que el camino a seguir era el de la escucha. Durante 1889 y 1890,
Freud atendió a esta viuda rica de mediana edad a quien aplicó “el procedimiento de Breuer
de exploración en estado de hipnosis”61 . Padecía tics convulsivos, inhibiciones espásticas
del lenguaje y alucinaciones recurrentes y horribles sobre ratas muertas y serpientes que se
retorcían. En el curso del tratamiento emergieron recuerdos traumáticos que Freud
consideró sumamente interesantes.
En este historial, Freud relata una secuencia que reconoce, quizá, como la primera
oportunidad en que se empleó lo que más tarde sería el método de la asociación libre:
“la conversación que sostiene conmigo mientras le aplican los masajes no es un
despropósito (…) más bien incluye la reproducción, bastante completa, de los recuerdos e
impresiones nuevas que han influido sobre ella desde nuestra última plática, y a menudo
desemboca, de una manera enteramente inesperada, en reminiscencias patógenas que ella
apalabra sin que se lo pidan. Es como si se hubiera apoderado de mi procedimiento y
aprovechara la conversación, en apariencia laxa y guiada por el azar, para complementar la
hipnosis”62 .
Conjuntamente con esta escena, Emmy von N. ha pasado a la historia del psicoanálisis por
haberle exigido a Freud que dejara de preguntarle de dónde provenía esto o aquello,
sino que le permitiera decir lo que ella tenía que decir. A partir de aquí, Freud se da
cuenta que por más repetitivos y tediosos fueran los relatos de la paciente, no había
ganancia en interrumpirla, sino que debería escuchar los relatos hasta el final. Este fue un
momento decisivo, ya que lo impulsó a Freud a crear un nuevo método de tratamiento,
ya no guiado por la hipnosis como herramienta infalible, sino sustentado en la escucha
y la asociación libre. “Si hubo alguna vez un médico inclinado a convertir sus errores en
fuentes de comprensión, ése fue Freud”63 .

61 Ibíd. Pág. 71
62 Freud, S. Estudios sobre la histeria. Pág. 78.
63 Gay, P. Freud. Vida y legado de un precursor. Pág. 98.
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En el otoño de 1892, Freud comenzó el tratamiento de la señorita Elizabeth von R. La


describió del siguiente modo: “Parecía inteligente y psíquicamente normal, y sobrellevaba
con espíritu alegre su padecer, que le enervaba todo trato y todo goce; lo sobrellevaba con
la «belle indifférence» de los histéricos”64 . Pero hubo algo más que condujo a Freud a
diagnosticarla como histérica: cuando le pellizcaba u oprimía la piel y la musculatura
hiperalgésica de la pierna “su rostro cobraba una peculiar expresión, más de placer que de
dolor, lanzaba unos chillidos (…), su rostro enrojecía, echaba la cabeza hacia atrás, cerraba
los ojos, su tronco se arqueaba hacía atrás”65 . Resultaba evidente que los gestos de la
paciente no armonizaban con el dolor; probablemente se asociaban mejor “con el contenido
de los pensamientos escondidos tras ese dolor y que uno despertaba en la enferma mediante
la estimulación de las partes del cuerpo asociados con ellos”66 . Estaba experimentando el
placer sexual que se negaba en la vida consciente. De este modo, Freud descubría el
carácter sexual de los síntomas histéricos.
En este primer análisis completo de una histeria que Freud llevó a cabo, arribó a un
procedimiento que luego elevó a la condición de método: la remoción del material
patógeno estrato por estrato. Este nuevo procedimiento, Freud lo comparó con la técnica
de la exhumación de una ciudad enterrada. “Primero me hacía contar lo que a la enferma le
era consabido, poniendo cuidado en notar dónde un nexo permanecía enigmático, e iba
penetrando en estratos cada vez más profundos del recuerdo”67 .
En la “Comunicación preliminar”, fechada en 1892, Breuer y Freud habían afirmado que
los histéricos sufrían principalmente de reminiscencias68 . Por tanto, el trabajo a realizar
tenía que ver con traer a la luz esos recuerdos sumamente significativos para los pacientes,
que se resistían a recordar. Sabiendo que la hipnosis no era una de sus grandes habilidades,
Freud se vio obligado a encontrar un nuevo método que le diera los mismos o mejores
resultados. Así, recordó su pasó por Nancy, cuando Bernheim demostró que los recuerdo

64 Freud, S. Estudios sobre la histeria. Pág. 151.


65
Ibíd. Pág. 153.
66 Ibíd. Pág. 153.
67 Ibíd. Pág. 155.
68 Ibíd. Pág. 33.
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del sonambulismo sólo en apariencia están olvidados en el estado de vigilia y se lo puede


volver a convocar. Movido por este recuerdo, Freud partió de la premisa de que también
sus pacientes sabían todo aquello que pudiera tener un significado patógeno, y que
sólo era cuestión de constreñirlos a comunicarlo. Este nuevo método de trabajo le
permitió independizarse de la hipnosis y le procuró “una intelección acerca de los motivos
que son con frecuencia decisivos para el «olvido» de recuerdos”69 , y pudo comprobar que
ese olvido es a menudo deliberado, deseado y siempre, sólo en apariencia es logrado.
Las vivencias de importancia patógena, con todas sus circunstancias accesorias, son
conservadas por la memoria aun donde parecen olvidadas, donde al enfermo le falta la
capacidad para acordarse de ellas.
Así, junto con la señorita Elisabeth von R., Freud comprendió el lugar que ocupaban
las resistencias en el tratamiento psicoanalítico. Rápidamente dejó de hipnotizarla, ya
que se dio cuenta que la clave de la cura estaba en la palabra. Freud la animaba a que asocie
libremente. Cuando, durante sus silencios, él le preguntaba qué estaba sucediendo en su
cabeza, y ella contestaba “Nada”, Freud se negaba a aceptar esa respuesta, ya que sabía con
certeza que algo se le había ocurrido debido a dos razones70 :
1) O bien Elisabeth ejercía sobre su ocurrencia una crítica a la que no tenía derecho –
no lo hallaba lo bastante valioso, creía que no venía al caso como respuesta a la
pregunta planteada–;
2) O bien le horrorizaba indicarla porque le resultaba demasiado desagradable su
comunicación.
Siguiendo con su esfuerzo por lograr las comunicaciones de su paciente, Freud concluyó
que su nueva técnica armonizaba con los resultados deseados: que comunicara todo cuanto
sucedía en su cabeza. “En el curso de este difícil trabajo empecé a atribuir una
significación más profunda a las resistencias que la enferma mostraba a reproducir

69 Ibíd. Pág. 129


70 Ibíd. Pág. 168.
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sus recuerdos, y a compilar con cuidado las ocasiones a raíz de las cuales aquella se
denunciaba de un modo particularmente llamativo”71 .
A fines de 1892, Miss Lucy R. inició su tratamiento con Freud. El síntoma que aquejaba a
esta paciente era una intensa sensación olfativa de desagradable olor a pastelillos
quemados, asociado con sentimientos depresivos. En lugar de minimizar esa alucinación
perceptiva, Freud la convirtió en punto de partida del análisis, ya que sería la que lo guiaría
a los orígenes de los padecimientos de esta joven inglesa. El lenguaje de los síntomas
comenzaban a aclararse para Freud: debía haber una razón real y suficiente para que un
olor particular estuviera ligado a un estado de ánimo particular. Y el modo de llegar a ese
vínculo, era trayendo a la conciencia aquellas escenas aparentemente olvidadas, que habían
provocado el síntoma. Por tanto, con ella, Freud perfeccionó la técnica aplicada a Elisabeth
von R.: la asociación libre.
Para finales de 1892, Freud ya había reunido los rudimentos de las técnicas
psicoanalíticas: la observación atenta, la interpretación, la asociación libre no
obstaculizada por la hipnosis, atención flotante y la elaboración.

71 Ibíd. Pág. 168

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