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Diego Calderón-Garrido
Universidad Internacional de La Rioja
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All content following this page was uploaded by Diego Calderón-Garrido on 16 August 2017.
El Arte está estrechamente relacionado con las emociones. Si bien esta afirmación
puede resultar ambigua, no cabe duda de que la realización o la contemplación de una
obra artística, sin entrar a juzgar la calidad estética de la misma, es un elemento
influyente en nuestro estado anímico.
Dentro del amplio abanico de expresiones artísticas, se encuentra la música como uno
de los factores más estudiados a la hora de vincular nuestro estado emocional con los
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impulsos externos. En este sentido, existen múltiples ejemplos de música orientada a
coaccionar nuestro estado anímico a través de listas diseñadas de obras o canciones para
cada momento del día (McCarthy Draper, 2002). Esta producción de emociones está
justificada por Meyer (2001) como la reacción que tiene el psiquismo humano ante la
contradicción entre la satisfacción y la frustración provocada por la continua tensión y/o
relajación propia del discurso musical. En cualquier caso, debemos de matizar esta
última aportación de Meyer al considerar dicho entendimiento de tensión y relajación
como una percepción culturalmente condicionada.
1
La adolescencia como etapa vital
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En el caso de la música la situación no es muy diferente, ya que nos centramos en una
etapa cambiante en la que las influencias que cada individuo recibe del seno familiar
durante los primeros años de vida, dejan de ser prioritarias para tomar mayor
importancia las relaciones con el grupo social, el cual influye decisivamente en la
música que cada adolescente consume (Herrera, Cremades y Lorenzo, 2010).
2
oferta de la práctica musical: la que se produce a través de la educación formal1 y la que
se oferta en el ámbito de la educación no formal2.
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colonias musicales, bandas, jóvenes bandas amateurs, jóvenes bandas de
las diferentes comunidades autónomas, bandas enmarcadas en cursos de
perfeccionamiento y colonias musicales, corales amateur y diferentes
formaciones vocales, diversas agrupaciones de cámara amateur y
profesional, Big band juveniles, Big band de diferentes centros
educativos (colegios, escuelas y academias de música), combos de
música moderna (como oferta extraescolar), grupos de música moderna,
grupos de música tradicional, grupos de percusión de prácticamente
cualquier estilo musical, proyectos sociales basados en la música, etc.
Como el lector habrá podido comprobar, la lista mostrada incluye propuestas de música
clásica, moderna y tradicional, compartiendo por nuestra parte las hipótesis de Elliott
(1995) sobre la importancia y beneficios que conlleva que el alumnado tenga una
relación directa con una amplia variedad de estilos musicales.
1
Recordamos que la educación formal es la formación que se transmite desde el sistema educativo
institucionalizado, graduado cronológicamente y estructurado jerárquicamente (Colom, 2005).
2
Recordamos que la educación no formal es toda la actividad educativa organizada, realizada fuera del
sistema oficial para facilitar determinadas clases de aprendizaje (Coombs y Ahmed, 1974).
3
Todas las propuestas que incluimos desde la educación formal se realizan en conservatorios y/o escuelas
de música regladas.
4
Al referirnos a escuelas y academias de música en el apartado no formal, nos referimos a centros
educativos no reglados.
3
En cualquiera de los casos, como podemos observar, el listado de propuestas de
participación musical es mucho más amplio desde la educación no formal que desde la
formal, dando de esta forma mayor cabida a los diferentes niveles e inquietudes
personales de cada adolescente (Calderón, 2013). Dicha oferta responde a una demanda
social orientada a cubrir los déficits de la educación formal, llenando los espacios que
ésta deja (Álvarez del Castillo, 2004). Aparte de esto, y recogiendo los estudios de
Juniu, Tedrick y Boyd (1996), existe una mayor motivación por parte del alumnado
hacia el aprendizaje musical cuando éste se realiza en el ámbito del tiempo libre, es
decir, desde la educación no formal. De dicho aspecto motivacional, y de su
importancia, hablaremos al final de este capítulo.
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más y nos referiremos exclusivamente a la música grupal, ya que ésta requiere de dos
elementos que se conjugan con igual importancia: la expresión musical (hacia fuera) y
la escucha del resto de músicos (hacia dentro). Es decir, en la interpretación colectiva se
realiza un dialogo e interacción de ambos elementos para que el resultado sea posible
(Barenboim, 2008).
4
habilidades y actitudes necesarias para realizar actividades diversas con un cierto
nivel de calidad y eficacia (Bisquerra y Pérez, 2007, p. 63). De esta forma, y
comenzando por las competencias sociales, observamos que tanto las habilidades
sociales como la empatía se ven beneficiadas de la práctica musical colectiva.
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alrededor que facilita la empatía se nos muestra como base de las relaciones
interpersonales, al favorecer la interacción de cada individuo con sus iguales,
permitiéndole, a su vez, sentirse integrado, lo que le aportará un bienestar personal
motivado por la pertenencia al grupo, tan importante en la adolescencia tal como vimos
anteriormente. Esa misma interacción favorecerá a su vez la disposición prosocial de los
jóvenes, al producirse una búsqueda del bien común a través del bien del compañero
(Eisenberg, 2002). En definitiva, las personas felices demuestran mayor empatía
mientras que las personas depresivas se centran en sus propias necesidades de un modo
defensivo (Seligman, 2002). En cualquiera de los casos, las habilidades relacionadas
con la empatía favorecen una mayor calidad del trabajo colectivo, sea este del tipo que
sea (Goleman, 1995).
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El otro componente de las competencias sociales lo conforman las diferentes
capacidades relacionadas con las habilidades sociales. Dichas habilidades y
capacidades nos permiten conjugar los sentimientos ajenos con los nuestro, de forma
que, y siguiendo el mismo orden descrito por Goleman5 (1998), encontramos diversas
capacidades que se ven reforzadas con la práctica musical que venimos describiendo.
Así pues, en el caso de la influencia es fácil observar como el oboe en una orquesta
emite la nota de referencia para afinar, al igual que el director de un coro se encarga de
mostrar la primera nota o el primer intervalo melódico de cada voz, siendo, todos ellos,
escuchados por el resto de músicos y tomados en consideración.
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En el caso de la comunicación, esta habilidad está presente, por ejemplo, en cada grupo
de cámara cuando uno de sus miembros da la entrada, ya sea a través de la respiración
en el caso de instrumentistas de viento o con el movimiento de cabeza en el caso de la
cuerda, al igual que está presente en los grupos de música moderna cuando el batería
marca la entrada a golpe de baqueta. En todos estos casos, y el resto que omitimos, el
mensaje ha de ser claro y convincente.
Si nos referimos al liderazgo –y dejando atrás los primeros estudios sobre dicho tema en
los cuales se relacionaba esta capacidad con la productividad, y considerándolo por
nuestra parte un componente necesario al hablar de calidad (Suárez-Zuloaga y Cáldiz,
2000)– encontramos dicha capacidad cuando vemos al guía en un grupo de batukada
realizar las llamadas a los cortes, o al solista de un grupo de jazz al iniciar su solo
sugiriendo musicalmente las dinámicas que el resto del grupo ha de adoptar, o al
concertino de una orquesta al marcar los arcos.
En el caso de la catalización del cambio, ésta queda presente en cada break de batería en
un grupo de pop-rock cada vez que vuelve a sonar el estribillo, o, y de forma más
genérica, en las decisiones que se han de tomar en el seno de cada grupo a la hora de
ensayar nuevos repertorios o componer canciones.
5
Dicho orden es influencia, comunicación, liderazgo, catalización del cambio, resolución de conflictos,
colaboración y cooperación y habilidades de equipo.
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que no haya resultado como se esperaba, y las tensiones entre los músicos se hayan
exteriorizado.
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ya que, en un contexto colectivo, o se trabaja de cara a un beneficio común, o el
resultado no será, ni parecido, al esperado.
Por otro lado, tenemos que tener claro que estas competencias sociales que hemos
descrito se desarrollan desde la propia individualidad de cada adolescente. El sentirse
cómodo dentro de un grupo, invita a cada uno de los miembros a expresarse libremente,
lo que conlleva un desarrollo y una afirmación de la personalidad de cada uno de dichos
jóvenes músicos, lo que a su vez implica una autoafirmación de sus propios valores,
descritos al inicio de este capítulo como condicionantes en el bienestar subjetivo, y un
desarrollo de las competencias personales.
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el lector sea docente, ha de vigilar y atajar dichas comparaciones, estableciendo
espacios en los cuales importe más el proceso que el resultado, a pesar de que en dicho
proceso el resultado estético resulte perjudicado.
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Por último, la importancia de la motivación de cara a la realización de las actividades
musicales. Si bien las razones que pueden llevar a cada adolescente a formar parte de un
colectivo musical son innumerables, encontramos en el propio bienestar que dicho
joven siente al verse parte de un grupo la motivación necesaria para la realización de la
actividad. De esta forma dicha motivación le lleva a participar en la agrupación musical,
retroalimentándose todo lo descrito hasta ahora.
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