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La 'vía chilena al socialismo': la presidencia de Salvador Allende, 1970-1973

Introducción:

Gobierno de Unidad Popular(UP): transformó la vida política en Chile. Creció la violencia política,
movimientos nuevos llamados poder popular expresaban una intensificación de las demandas populares que
no solo alarmaron a la oposición, sino que también debilitaban la autoridad política del gobierno. Gran
polarización de la política. El gobierno de Allende es derrocado violentamente el 11 de septiembre de 1973
por las Fuerzas Armadas (que encabezaba Augusto Pinochet).

El gobierno de la UP
Con Salvador Allende(socialista) como presidente electo democráticamente, prometió nacionalizar la
economía, implementar un masivo programa de redistribución económica, terminar la dominación de los
latifundios, transformar el sistema político mediante la creación de un Poder Legislativo unicameral,
desarrollar la participación popular en la gestión de la economía, en la elaboración de decisiones políticas y
en la administración de justicia, y procurar una política exterior genuinamente independiente. Aunque este
programa estaba al borde de lo revolucionario, el Gobierno intentó implementarlo dentro de los límites de
un sistema constitucional pre-existente.
Había bastante vaguedad acerca de los métodos para implementar tan amplio conjunto de políticas dentro
del marco institucional existente. ¿Cómo iban a ejecutarse, en cuánto tiempo y cómo iban a relacionarse las
medidas a corto, mediano y a largo plazo?

Unidad Popular era una coalición de seis partidos, y el programa mismo era un documento de negociación
elaborado para acomodar las diferentes tendencias dentro de la coalición, desde la moderación de la social
democracia del Partido Radical hasta el leninismo del segmento izquierdista del Partido Socialista. Más
importantes eran las diferencias entre los socialistas y los comunistas sobre la velocidad de la
implementación del programa y el equilibrio político entre la movilización popular, por una parte, y la
necesidad de asegurarse a los sectores de clase media, por otra.

Problemas a los que se enfrentó Allende: por un lado, a la falta de disciplina y el divisionismo de su propio
partido socialista y por otro, a la actitud ambivalente de algunos de los dirigentes políticos socialistas hacia
las actividades del MIR y la legitimidad de la violencia revolucionaria (algunos apoyaban la vía insurreccional
sobre la vía pacífica) complicaron al Gobierno de Allende y le dieron una oportunidad a la Derecha para crear
temores acerca de las intenciones de la UP. Esta situación de hostilidad política y temor se agravó con el
asesinato de un líder político demócrata-cristiano por un grupo de extrema izquierda en 1971.

Composición del Gobierno: Un importante problema causado por la existencia de tantos partidos fue la
imposición del sistema de cuoteo para nombrar los puestos gubernamentales. Éstos iban a ser distribuidos
de acuerdo con un sistema más o menos fijo, favoreciendo a los Partidos más pequeños; pero los cargos de
subordinados iban a asignarse a personas de Partidos diferentes del que militara su superior inmediato. Este
sistema fue diseñado para detener la posibilidad de que cualquier Partido colonizara un Ministerio. En la
práctica, los resultados fueron invalidantes. La autoridad del Partido supervisaba a la autoridad
administrativa; el control del ejecutivo sobre la máquina gubernamental se debilitó y el efecto en el servicio
público profesional, cuya cooperación era esencial si tal ambicioso programa de reformas iba a ser ejecutado
exitosamente, era muy adverso.

El Gobierno de la UP enfrentaba un Congreso que llegó a ser crecientemente hostil. A menos que un acuerdo
pudiera alcanzarse con el PDC (Partido Demócrata Cristiano), la única esperanza de la UP era que sus
políticas económicas fueran tan exitosas que hubiera un masivo giro a su favor. Pero, después de un año de
éxito inicial, la economía comenzó a deteriorarse.
Economía: La acción inicial del Gobierno en el frente económico fue un aumento masivo de sueldos y de
salarios. Hubo incrementos diferenciados para los sectores más pobres, pero en efecto hubo una explosión
en los sueldos y salarios más que una redistribución de los ingresos de los ricos a los pobres. Se estableció
control a los precios. Se nacionalizaron las minas de cobre, con el apoyo de la oposición, en julio de 1971; y
durante el primer año se tomaron más de 80 empresas de importantes sectores comerciales e industriales.
También se aceleró la reforma de tenencia de la tierra, pero el Gobierno tenía que actuar dentro de los
límites de la ley aprobada durante el Gobierno precedente. Se expropiaron muchos fundos. La expansión
dirigida por el Gobierno produjo una alta tasa de crecimiento económico en 1971: se logró una tasa más baja
de inflación que en el año anterior. El PIB en 1971 creció un 7,7% total, la producción industrial bruta creció
en 11% y una buena cosecha incrementó la participación de la agricultura en el PIB en un 7%. El desempleo
cayó desde un 8,3% en el año 1970 a 3,8% a fines de 1971.

Crisis: Los gastos públicos del Gobierno central subieron mucho, más de 66% en términos nominales en
1971, la balanza de pagos pasó a estar en un gran déficit, las reservas de Chile cayeron y el gobierno estuvo
obligado a suspender el pago a los servicios de la deuda, perdiendo la renegociación. Todos los problemas
visibles ya en 1971 -límites de capacidad en el sector industrial y en otros, quiebre del sistema de
distribución, conflicto industrial, el crecimiento de un mercado negro, el descenso de la inversión privada, la
expansión monetaria descontrolada, el agotamiento de las reservas internacionales- se acumularon y
multiplicaron con terrible fuerza en 1972 y 1973. La inflación estaba fuera de control. Con el crecimiento del
mercado negro y los obstáculos parlamentarios para cambiar los impuestos, el déficit del gobierno central
subió a niveles históricos. Después de una caída en los ingresos por exportaciones con los precios del cobre
cayendo en 1972, hubo una recuperación en 1973.El total de costos por importación de alimentos era casi
cuatro veces lo que había sido en 1970. La fuerza de la oposición no era suficiente en sí misma para explicar
el retroceso económico. Había una ausencia de coordinación entre el equipo económico y los políticos, entre
la estrategia política de cambio gradual y consenso y la estrategia económica radical de redistribución.

La Reforma Agraria se aceleró durante 1972. Más del 60% de la tierra regada había sido tomada por el
Estado para redistribuirla. Notablemente, para tal proceso masivo, hubo muy poca violencia y destrucción de
la propiedad. Pero había también un gigantesco desincentivo a invertir y se produjo una seria
descapitalización, llevando a una reducción en la producción en 1972 y 1973. En el sector industrial,
continuaron las tomas por parte del Estado y la amenaza de expropiación, como las tomas espontáneas por
los obreros, condujo al cese virtual de las inversiones en el sector privado.

Uno de los mayores y permanentes logros del Gobierno de la UP fue la nacionalización de las grandes minas
del cobre. La decisión de transferir estos bienes a la Nación necesitó una enmienda constitucional y esto fue
tramitado con el apoyo de todos los partidos en el Parlamento. Se ofreció algún pago a ciertas minas, pero la
nacionalización fue intensamente atacada por las compañías y creó dificultades para el comercio
internacional de Chile. Aunque hubo problemas iniciales en la transición, y aunque los costos por unidad
subieron de forma apreciable, la producción total aumentó.

Otras reformas del período de la UP, como la distribución gratuita de leche a los niños escolares, fueron
admirables desde muchos puntos de vista.

La actitud del Gobierno hacia las demandas de sueldos era generalmente de apoyo. Después de todo, éste
era un gobierno apoyado por la clase trabajadora y que trabajaba por sus intereses. Los partidos de la UP,
luchando por la influencia, buscaban en algunos casos aumentar su apoyo estimulando las quejas por
sueldos; y los partidos de la oposición, deseando aumentar las dificultades económicas del Gobierno,
también promovían demandas excesivas de sueldos. ¿Cómo podía el Gobierno contener estas presiones? El
uso de medidas represivas que habían sido ejecutadas en el pasado era completamente inaceptable sobre la
base del campo político. Pero el resultado era desastroso.
Los aumentos de sueldos y salarios no se obtuvieron sin una lucha en el sector privado e incluso en el
público, y el período vio un aumento importante en el número de huelga. Muchas de estas huelgas en
1971 y 1972, eran preludios a tomas de fábricas o fundos por los obreros y gozaban del apoyo activo
de funcionarios del gobierno local, incluso cuando el gobierno central estaba cada vez más
preocupado. (Ya vimos que los gobiernos locales si bien eran parte de UP no necesariamente eran del
partido de Allende por lo que buscaban desarrollar cierta influencia sobre los sectores obreros)
Muchas de las empresas tomadas eran pequeñas o medianas empresas y estas
nacionalizaciones ocurrieron frecuentemente contra los deseos de Allende.
El Gobierno perdió cualquier capacidad para una planificación a largo plazo: la supervivencia, sobre una base
de día a día, fue todo lo que pudo lograrse. La oposición hizo todo lo que pudo para sabotear los planes
económicos de la UP e indudablemente contribuyó decisivamente a sus dificultades económicas. La
oposición en el Parlamento rehusó aceptar las reformas a los impuestos y los reajustes, y, en 1972, aumentó
sustancialmente el déficit fiscal por su rechazo a financiar el Presupuesto. Hubo sabotaje de la producción y
huelgas masivas, como la llamada huelga de los camioneros de octubre de 1972 y junio de 1973, que
dañaron seriamente la economía.

Injerencia de EEUU: La CIA fue autorizada a gastar US$8 millones de dólares para procurar el derrocamiento
de Allende; y se le dio, al mercado negro, un monto probablemente cerca de US$40 millones. Además, se
cortaron los préstamos de Estados Unidos; y este país usó su influencia para bloquear préstamos del Banco
Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo; trató de obstruir la renegociación de la deuda chilena y
las compañías estadounidenses del cobre emprendieron acciones legales contra Chile para bloquear las
exportaciones de cobre a Europa.

Crisis política: Si el proyecto de transformación social de la UP era posible sólo con el apoyo de la
mayoría de la gente, podría haberse logrado a través de elecciones, un plebiscito acerca de una
Reforma Constitucional o un acuerdo con el PDC. Siempre hubo miembros del PDC y de la UP, que
alegaban a favor de la cooperación. Hubo frecuentes intentos de llegar a un acuerdo sobre un
programa común pero los intentos de cooperación siempre se rompieron. La hostilidad de algunos
líderes del PDC hacia la cooperación con la UP los llevó realmente a dar la bienvenida al Golpe Militar.

Un elemento continuo que actuaba en contra de la cooperación fue la campaña de prensa de la


Izquierda y de la Derecha: violentos ataques sobre los políticos de ambos campos e informes
extremadamente exagerados de conspiraciones y contra-conspiraciones. La UP encontró más fácil
aceptar una presencia militar en el Gabinete para resolver la crisis de 1972 que revivir las
conversaciones con el PDC.

A medida que la parálisis económica amenazaba a Chile con la huelga de los camioneros de octubre de
1972, surgieron organizaciones de poder popular (así se le llamaba a los comandos obreros
,campesinos y campamentos que defendían los fundos y fabricas tomadas y aseguraban la
producción) sobre la base de un número de organizaciones existentes en defensa del Gobierno.

Esta vez, las tomas tenían el apoyo del Gobierno. Pero esto sólo sirvió para intensificar las acusaciones de la
oposición de que el Gobierno estaba actuando ilegalmente; y otras acusaciones de que se distribuían
armas a los trabajadores (aunque no hay evidencias de esto) llevaron a choques entre los trabajadores y el
ejército y los carabineros en su búsqueda de armas. El deslizamiento general hacia la anarquía continuó.

De alguna forma, tan impresionante como el crecimiento de los sectores populares y sus organizaciones fue
la expansión paralela de los gremios. Más de un millar de gremios(el de pequeños comerciantes por
ejemplo) estaba en activa oposición a la UP en 1973 y algunos de ellos podían contar con financiamiento
generoso de Estados Unidos. Algunos sindicatos antimarxistas, como la Confederación Marítima,
respaldaron a los gremialistas.

La UP esperaba ganar al menos algunos de estos grupos para su lado. El mismo Allende, en discurso tras
discurso, enfatizaba que los pequeños y medianos empresarios no tenían nada que temer de la UP. Aunque
muchos de ellos se beneficiaron materialmente durante los dos primeros años de la UP, el temor de perder
los privilegios, de la falta de disciplina de los trabajadores, de una toma comunista y una situación como la
de Cuba (la prolongada visita de Castro a Chile en 1971 no logró nada para tranquilizarlos) era más real que
cualesquiera atracciones que ofrecía la UP.

Conflicto con camioneros y polarización: La principal confrontación con el Gobierno llegó en octubre de
1972, después de que se presentó una propuesta para aumentar el control estatal sobre los suministros a las
compañías camionaras de transportes. La importancia de este sector es obvia en un país con una geografía
como Chile. El vital sector de transportes estuvo virtualmente paralizado por un mes y había poderosas
huelgas de solidaridad por parte de otros sectores profesionales y pequeñoburgueses. Más de cien gremios
fueron a la huelga, en un movimiento que choqueó al Gobierno y que recibió el apoyo del PDC y del Partido
Nacional. Como resultado de la huelga, las Fuerzas Armadas fueron incorporadas al Gabinete, pero era
demasiado tarde para detener el proceso de polarización.

Fin del gobierno: Con el Gob. y la oposición ahora alineados uno frente al otro en una confrontación
enconada, con la economía fuera de control, con el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, General
Carlos Prats, renunciando a su comandancia en aceptación de su fracaso al mediar la crisis y controlar al
Cuerpo de Oficiales, con la Iglesia incapaz de juntar a las partes y con una creciente violencia y un aumento
en el número de asesinatos, había pocas perspectivas de una solución pacífica. El fin llegó con un violento
Golpe Militar el 11 de septiembre de 1973, en el cual La Moneda(el palacio presidencial) fue bombardeado,
el Presidente Allende murió y miles de chilenos fueron asesinados. Varios incidentes contribuyeron al
deterioro de las relaciones entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas. Éstas no eran muy entusiastas acerca de
la larga visita de Castro a Chile en 1971. El ejército y la policía resentían la existencia de un cuerpo de
guardaespaldas personales de Allende, el Grupo de Amigos del Presidente, que se formó a partir de las filas
de la extrema izquierda de la UP. Además, se intranquilizaron por los rumores de que los trabajadores
estaban siendo armados y por la presencia de muchos revolucionarios de otros países latinoamericanos,
especialmente de Cuba. Las Fuerzas Armadas permanecieron en el Gabinete para supervisar las elecciones
de marzo de 1973, pero los resultados no concluyentes convencieron a aquellos miembros de las Fuerzas
Armadas (que ya estaban conspirando) que un Golpe era la única solución.

El Chile de Pinochet: la economía de laissez-faire y el estado autoritario


El 11 de septiembre de 1973, la Fuerzas Armadas se alzaron y derrocaron al Gobierno de Salvador Allende, el
sistema democrático y la norma de la ley. Aunque la vida política de Chile había contemplado olas de
violencia, nunca había habido nada para comparar con la intensa represión que ocurrió después del Golpe
de 1973. Miles de chilenos fueron asesinados. El número exacto nunca se sabrá, pero los cálculos van entre
3 mil y 30 mil. En los primeros seis meses después del Golpe, se tomaron 80 mil prisioneros políticos. Esta
escala de represión no continuó, pero la tortura de sospechosos políticos, la prisión, el exilio e incluso
asesinatos continuaron siendo parte del sistema de control político, centralizado en la Dirección de
Inteligencia Nacional (DINA). La escala de la desintegración social y de la polarización eran muy grandes. El
sentimiento de guerra civil estaba en el aire. En estas circunstancias, los miembros de la UP fueron definidos
como el enemigo, no simplemente como adversarios políticos.

Las soluciones tenían que ser, al menos inicialmente, militares y no políticas; el Golpe fue un
movimiento contra todos los políticos y no solamente contra los de la Izquierda. El fin de los
complotadores era abolir los partidos políticos. Finalmente, la intención militar era eliminar el total de
los movimientos políticos y sociales de la vida chilena.

Aunque muchos políticos previeron el Golpe en 1973, sólo aquellos de la extrema Derecha o Izquierda
esperaban tan alto nivel de represión y tan prolongado período de control militar.

Es un error atribuir un grado demasiado uniforme de convicción ideológica a las Fuerzas Armadas o una
muy clara visión de sus fines a largo plazo. Era obvio que eran necesarias medidas urgentes de
estabilización económica y que el Golpe podía ser legitimado solamente por la adopción de un modelo
económico y político espectacularmente nuevo. La falta de consenso sobre un programa básico ayuda a
explicar por qué el poder llegó a ser tan personalizado. La cohesión de las Fuerzas Armadas surgió
desde la estructura de mando más que del acuerdo con medidas políticas.

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