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Blanca Inés Prada Márquez

GALILEO, KEPLER
Y DESCARTES
Creadores del pensamiento moderno

Con un anexo titulado: “Epistemología


y metafísica en la ciencia newtoniana”
SEGUNDA EDICIÓN
Mayo de 2019

Editorial El Libro Total Ltda.


Proyecto Cultural de Sistemas y Computadores S.A.
La Casa del Libro Total
Calle 35 # 9-81
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Bucaramanga - Colombia

ISBN:

Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra,


por cualquier medio, sin autorización escrita del autor.

Impreso en Colombia

Nota del Editor:


La corrección de la edición ha sido responsabilidad del autor.
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A mis queridos nietos Emily, Alejandro y María Camila


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Agradecimientos

Expreso mis más sinceros agradecimientos al físico y


matemático, Jimmy Mantilla, por su valiosa colaboración

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en las ilustraciones del texto y en la corrección final del
mismo.
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9
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10
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Contenido

Prólogo a la segunda edición............................................ 13


Introducción...................................................................... 17

Capítulo 1

R
Galileo Galilei Un luchador a favor de la libertad
de pensamiento................................................................. 31
O
1. La física aristotélica: carga pesada para Galileo........... 34
AD
2. El mensaje de las estrellas............................................ 54
3. La defensa galileana del sistema copernicano............. 75
RR

4. Proceso y condenación de Galileo.............................. 97


5. Galileo y el espíritu científico moderno................... 117
BO

6. Características principales del método científico


galileano...................................................................... 128

Capítulo 2
Johannes Kepler: Místico, filósofo y Astrónomo.......... 135
1. Los primeros años de la vida de Johannes
Kepler ......................................................................... 136
2. El universo perfectamente geométrico y su primera
obra: El Misterio Cosmográfico..................................... 138
3. El encuentro con Tycho Brahe y su segunda obra
La nueva astronomía ..................................................... 141

11
4. La armonía de los mundos y la tercera ley de
Kepler ......................................................................... 151
5. El método científico de Kepler. Sus diferencias
con el método científico de Galileo.......................... 156

Capítulo 3
René Descartes creador de la filosofía moderna............ 163

R
1. Renés Descartes ayer y hoy. ...................................... 163

O
2. René Descartes y la revolución en Filosofía................. 173
3. Dualismo y mecanicismo en Descartes.................... 183
AD
4. Consecuencias del mecanicismo cartesiano............. 186
5. Fundamentos de la metafísica cartesiana.................. 189
RR

Anexos............................................................................ 209
BO

1. Epistemología y metafísica en la ciencia


Newtoniana................................................................ 209
2. Grandes hitos en la historia de la astronomía........... 238
3. Dogmas y mentiras de la astrología........................... 274

Bibliografia ..................................................................... 287


Notas............................................................................... 298
Blanca Inés Prada Márquez............................................ 321

12
Prólogo a la segunda edición

Galileo, Kepler, Descartes. Creadores del pensamiento


moderno, es el resultado de muchos años de investigación,
reflexión, análisis y síntesis. Dado que la primera edición
está agotada y además salió con numerosos errores, hemos
querido ofrecer esta segunda edición que será divulgada

R
en papel y por versión virtual.
O
Nuestra segunda edición ofrece en primer lugar una
AD
larga Introducción titulada “La herencia del renacimiento”,
donde tratamos de mostrar la riqueza y todo ese desarrollo
en las artes y las humanidades, el cambio de mentalidad
RR

de los hombres del siglo XV en Europa, que vuelven su


mirada a los griegos y quieren revivir la riqueza de su
BO

pensamiento. Este renacer espiritual de la humanidad nos


condujo a la gran revolución científica y filosófica que se
desarrolló dos siglos después.
A continuación presentamos la obra de tres gigantes
del siglo XVII: el italiano Galileo Galilei (Pisa 1564–
Arcetri 1642), creador del método científico de la ciencia
moderna; el alemán Johannes Kepler (Weil der Stadt
1571–Ratisbona 1630), a quien debemos, entre otras cosas,
las tres leyes del movimiento elíptico de los planetas; y el
francés René Descartes (La Haye 1596–Estocolmo 1650),
abierto a las nuevas ideas, pero sin ninguna intención de
polemizar con la iglesia, fundó a su manera su física y

13
su metafísica y se empeño en darle nuevas herramientas
al pensamiento filosófico; es considerado el padre de la
filosofía moderna.
El primer capítulo está dedicado a Galileo. La
presentación del científico que se hace en esta edición es
mucho más filosófica, adentrándose fundamentalmente en
su defensa de la opinión copernicana y su concepción de la
nueva ciencia; en su lucha por la libertad de pensamiento,

R
enfatizando la necesidad de separar la ciencia de la teología;

O
en sus críticas a la filosofía tradicional repetidora acrítica
de Aristóteles, y en los aportes que ofrece para la puesta
AD
en práctica del método científico, que dará nacimiento a
la ciencia y a la tecnología moderna. También mostramos
RR

las difererencias que presenta Galileo en cuanto al método


tanto de Kepler como de Descartes.
El segundo capítulo está consagrado a la obra
BO

de Johannes Kepler, un científico poco estudiado y


conocido en nuestro medio, compañero de debates de
Galileo, creador de la óptica y la cosmología moderna,
apasionado defensor del copernicanismo, filósofo, místico
y astrónomo, y uno de los científicos más admirables,
porque a pesar de sus penurias económicas y familiares,
llevó sus estudios a los más altos grados de abstracción,
siendo capaz de publicar, en la época más difícil de su
vida, una de las obras más hermosas de la Astronomía, La
Armonía del mundo (1619).
En el tercer capítulo ofrecemos una semblanza de
Descartes enfrentado a la filosofía de su época, tratando de

14
entender los grandes cambios filosóficos y científicos que
se están dando, y de crear su propia filosofía donde prima
la razón pero sin renunciar a la fe. Descartes, creador de
la geometría analítica y de la filosofía moderna, sentía
un interés especial por la nueva ciencia que empezaba a
desarrollarse en su época, ofrece importantes aportes,
aunque se centró más en la problemática filosófica.
Inconforme con la metafísica tradicional buscó para ella
nuevos fundamentos, y se esforzó por fundar la nueva

R
física en la metafísica. Severo crítico de la educación
O
escolástica, mostró gran confianza en los poderes de
la razón humana cuando está se libera de los dogmas y
AD
pone toda su fuerza en el poder del pensamiento. En
este capítulo se señalan algunas críticas al mecanicismo
cartesiano mostrando sus consecuencias en el desarrollo
RR

posterior de la ciencia.
Hemos adjuntado dos anexos nuevos, uno sobre Isaac
BO

Newton y su Epistemología, y otro sobre los grandes hitos


en el desarrollo de la Astronomía.
El libro ha sido escrito para dos clases de lectores:
para aquellos que no disponen de mucho tiempo y
sólo desean conocer un poco sobre la obra de los tres
personajes, sin intención de ir más allá de lo planteado
por la autora. Estos pueden leer el libro sin consultar las
notas marginales. Pero se ha pensado también en aquellos
lectores que desean profundizar un poco más, ir más allá
de lo planteado en el libro. Para ellos se ha enriquecido el
trabajo con numerosas notas y referencias bibliográficas,

15
donde pueden encontrar temas de particular interés sobre
el nacimiento y desarrollo de la ciencia moderna, y sobre
el trabajo científico y filosófico realizado por los tres más
grandes pensadores del siglo XVII y creadores de la ciencia
y la filosofía moderna.

Bucaramanga, agosto 4 de 2018

R
O
AD
RR
BO

16
Introducción
La herencia del Renacimiento

La revolución científica y filosófica desarrollada entre


los siglos XVI y XVII, gracias fundamentalmente al
aporte de Galileo, Kepler y Descartes, no debe hacernos

R
olvidar sus antecedentes inmediatos, por ejemplo el
Renacimiento, como tampoco otros pensadores y
O
científicos muy importantes del siglo XVII, como, Viète,
AD
Francis Bacon, y Harvey.
El Renacimiento es sin duda una época crucial e
importante para comprender el desarrollo del pensamiento
RR

moderno. Su acento sobre el humanismo1, el papel de la


imprenta, la reconquista de las fuentes antiguas en ciencia
BO

y filosofía, el interés por el estudio de la naturaleza,


las inquietudes y preguntas que despertó la reforma
protestante junto con el debilitamiento del sistema feudal,
hacen del Renacimiento un periodo enciclopédico, y
muy fecundo para la preparación de los espíritus hacia
la búsqueda de nuevas explicaciones y nuevas respuestas
para las grandes incógnitas del universo.
Europa sale de la Edad Media en medio de hechos
dolorosos: guerras entre naciones y enfrentamientos
sociales y religiosos. El redescubrimiento de autores
antiguos le da el sentimiento de haber encontrado una
cultura jamás imaginada en occidente. El descubrimiento

17
del Nuevo Mundo, la invención de la imprenta, de la
pólvora y del cañón y su fe en la verdad evangélica la hacen
sentir orgullosa y triunfante. Pero este Renacimiento
debe mucho a la Edad Media, a pesar del desprecio que
empiezan a sentir por ella. Las universidades son jóvenes
todavía y muchas están en período de formación. El
hábito de recorrer a Europa para escuchar a los grandes
pensadores es una tradición medieval. Hombres como

R
Gesner en Montpellier, Paracelso en Basilea, Vesalio en

O
Pisa, Copérnico en Bologna reciben alumnos de muchas
regiones, al igual que recibirá más tarde Galileo en Italia,
AD
durante sus años de docencia tanto en Pisa como en
Venecia. Sin embargo, estas mismas universidades están
también haciendo sus cambios: se revalúa la dignidad y
RR

el tratamiento que se daba a los maestros de retórica, para


poner más énfasis en otras ciencias, abriéndose cátedras de
BO

astronomía y matemáticas en casi todas las universidades.


René Tatón considera difícil atribuir a la caída de
Constantinopla (1543) y a la llegada a Italia de sabios y
de manuscritos griegos, el desarrollo y revolución de
la cultura renacentista, como suelen hacerlo muchos
historiadores. Este progreso se debería más bien
considerar como el fruto de una lenta evolución de la
sociedad y del pensamiento medieval, y no debido a un
brutal accidente histórico. En efecto, desde el siglo XIII la
filosofía retoma los derroteros aristotélicos y el estagirita
se convertirá durante cinco siglos en el maestro del
pensamiento occidental. Naturalmente que el imperio
de un maestro pagano sobre un pensamiento cristiano

18
no dejará de ofrecer serias dificultades, que van a sentirse
desde el siglo XIV con la publicación de la gran síntesis
realizada por Tomás de Aquino, y esto, sobre todo,
porque Aristóteles era leído frecuentemente a la luz de
los comentarios hechos por el médico, jurista y filósofo
árabe Averroes (1126-1198). La filosofía de Averroes había
sido condenada en 1270, pero más o menos protegida por
la tesis de la «doble verdad»2 que separaba radicalmente
la filosofía de la revelación; el averroísmo sirvió, a pesar

R
de sus tendencias al panteísmo, para prolongar hasta
O
el siglo XVII, a través de Pomponazzi y la escuela de
Padua, un aristotelismo bastante riguroso. Testimonio
AD
de la influencia persistente del racionalismo aristotélico a
través de todo el siglo XVI son los trabajos de Fernel de
Cesalpino y de Fabricio de Acquapendente en fisiología
RR

humana, animal y vegetal3.


El averroísmo sobrevive en medio de condenaciones
BO

y críticas que poco a poco alcanzan la totalidad de la


racionalidad aristotélica. En efecto, al conocimiento
universal y racional buscado por los aristotélicos se
opondrá, desde principios del siglo XVI, Guillermo
de Occam –filósofo inglés, 1300-1349–, con la idea
del conocimiento intuitivo y experimental del hecho
individual. Sus reflexiones darán nacimiento a una ciencia
fundada sobre la observación de cosas más que sobre
el razonamiento a priori, pero, al mismo tiempo, sus
posiciones satisfacen mucho más a teólogos y creyentes,
inquietos al ver la fé cristiana convertida en carnada
para los lógicos escolásticos. René Tatón señala también

19
que una característica del pensamiento renacentista
es su individualismo. Los sabios del renacimiento son
hombres solitarios, un poco vagabundos, que gozan
a veces de la protección de los reyes pero que están
dispuestos siempre a partir en busca de nuevas aventuras,
de nuevos conocimientos. Casos como el de Giordano
Bruno, Vesalio y Paracelso pueden citarse como ejemplos.
Algunos logran al fin instalarse, por ejemplo, Tycho

R
Brahe en Dinamarca, Leonardo da Vinci en Amboise –

O
Francia–, y otros se esconden en su patria llevando una
vida oscura como la de Copérnico; pero de cualquier lado
AD
por donde se mire, se ve que los sabios del Renacimiento
son hombres solitarios, casi nunca pertenecen a una
determinada comunidad política o intelectual. Sin
RR

embargo, las ciencias en esta época van a tener –quizá


como nunca– grandes protectores. A lo largo de toda
BO

Europa se multiplican los centros de vida intelectual


abiertos a los nuevos espíritus. A los príncipes les encanta
rodearse de sabios como también de eruditos, les financian
la publicación de libros lujosos, ayudan económicamente
para la fabricación de instrumentos científicos, organizan
y protegen las bibliotecas. Las universidades también
están abiertas para los nuevos espíritus, se crean cátedras
especiales, colecciones de historia natural o jardines
botánicos. En fin, el sabio del siglo XVI no puede quejarse
de ser desconocido o despreciado4.
Pero la aventura del conocimiento sigue siendo una
aventura solitaria de hombres que se entregan a ella en su
totalidad, buscando el conocimiento, pero también paz

20
espiritual. Como lo señala Paracelso y van Helmont, es
una sola y misma aventura, porque el conocimiento del
mundo no se adquiere sin la pureza del corazón. Trabajan
solos y desconocen voluntariamente el trabajo de sus
colegas; es más, no tienen interés en darse a conocer.
Leonardo, por ejemplo, consigna sus notas en cuadernos
secretos protegidos por una escritura al revés que nadie
es capaz de comprender. Tartaglia se niega a comunicar a
Cardano su método para resolver una ecuación de tercer

R
grado, Vesalio realiza sólo su enorme obra La Fábrica del
O
cuerpo humano, y Fernel pretende realizar sólo la síntesis
de la medicina de su época. Tycho Brahe considera que
AD
no debe nada a Copérnico, Galileo ignora los trabajos de
Kepler, ignorancia que le llevó a cometer varios errores,
y Kepler debió esperar hasta la muerte de Tycho para
RR

tener acceso a los valiosos datos recogidos por éste, en


más de 30 años de pacientes observaciones astronómicas;
BO

observaciones muy precisas, y gracias a ellas logró deducir


las tres leyes del movimiento elíptico de los planetas.
Esta soledad no es solamente, como podría pensarse,
expresión de envidia, vanidad o gusto por lo misterioso;
ella puede entenderse también como esa tendencia
del sabio en el siglo XVII a no tener frente a sí sino la
naturaleza con su enorme masa de hechos y diversidad.
No le reconocen a nadie el derecho de interpretarla
en su lugar y tampoco aceptan que alguien la haya
interpretado bien antes de ellos. No parten de aquello que
ha sido universalmente admitido para hacer progresar el
conocimiento, puesto que en su época muy pocas cosas

21
eran universalmente admitidas; poco modestos y muy
ambiciosos, estos sabios del Renacimiento se consideran
responsables de construir cada uno, a su manera, el
universo entero del conocimiento.
Los científicos renacentistas buscan una ciencia de la
totalidad, y tienen un gusto exagerado por la subdivisión.
De esta misma convicción resulta la concepción del
hombre como microcosmos y la convicción de que no

R
hay ninguna distinción impenetrable entre lo natural

O
y lo sobrenatural. Dios no se concibe fuera del cosmos,
sino que penetra en todas las expresiones de éste. Nunca
AD
jamás la astrología tuvo mayor legitimidad. Parece posible
pensar que ese sentimiento profundo de la unidad de
RR

la creación haya contribuido a la ruina de la distinción


hecha por Aristóteles entre el mundo celeste y el
mundo terrestre, ruina indispensable para llevar a cabo
BO

la revolución astronómica. Para Copérnico, y sin duda


también para Kepler, fue la necesidad de poner a Dios en
el centro de la creación lo que los lleva a colocar el Sol,
imagen de Dios, en el centro del cosmos. La ciencia para
los científicos renacentistas debe ser universal, puesto
que todo se sostiene en la idea de creación; pero ella
debe ser además obra individual, puesto que está llamada
a descubrir la clave de la creación. Teología, historia y
filosofía son elementos de la ciencia universal; la ciencia
especializada y separada de la filosofía y de la teología
nacerá en el siglo XVII con Galileo.
Consideran que si la ciencia no puede ser universal, al
menos debe ser enciclopédica. Tatón señala como muestra

22
de este enciclopedismo el programa que Gargantúa asigna
a su hijo Pantagruel, la Biblioteca universal de Gesner, y las
obras de Aldrovandi, en donde todo debe ser dicho sobre
todo, y todo está puesto en el mismo plano puesto que
todo ofrece el mismo interés, todo ayuda a satisfacer la
insaciable curiosidad de aquellos eruditos y coleccionistas
de hechos5.
La ciencia renacentista nace en contra del
intelectualismo aristotélico buscando en la antigüedad la

R
manera de corregir o contradecir a Aristóteles. Ptolomeo,
O
que no era aristotélico, nunca fue tan estudiado como
AD
en la época en la cual Copérnico se dedicó a refutarlo en
nombre de astrónomos pitagóricos. El pitagorismo, al
igual que Platón, los neoplatónicos y la Cábala, fueron
RR

masivamente traducidos hacia mediados del siglo XV y


estudiados con asiduidad desde Marsilio Ficino a Jean
Godin. Pero esta revolución antiaristotélica se desarrolló
BO

dentro de una sociedad que había aprendido a pensar con


las categorías aristotélicas. Y lo más curioso es que muchos
aristotélicos, que se creían fieles a su maestro y hablaban su
lenguaje, van progresivamente destruyendo la coherencia
de su pensamiento y arruinando el pensamiento del
maestro, al que ya son incapaces de comprender.
Otra característica de estos sabios renacentistas es que
aún en sus altas elucubraciones místicas no pierden casi
nunca la preocupación por lo útil, es decir, por la acción.
Siguen siendo fieles a la revuelta antiintelectualista
que los engendró. El gusto de lo concreto contribuye
al rechazo del sistema ptolemaico. El gusto de la acción

23
inmediata dirige la actividad de todos los ingenieros
prácticos que se preocupan poco de Aristóteles, pero sí
mucho de la mecánica, porque la necesitaban. Leonardo
Da Vinci será sin duda el más ilustre de estos ingenieros,
pero quizá es todavía más importante señalar que dos de
los mejores matemáticos del siglo XVI, Rafael Bombelli6
y Simón Stevin7, salen de su escuela. Es aquí donde puede
comprenderse cómo la ciencia antigua ha puesto las bases

R
que los modernos han utilizado como punto de partida:

O
Euclides, Diofanto, y muy especialmente Arquímedes,
encontraron sus verdaderos sucesores en el siglo XVII.
AD
Pero es todavía demasiado temprano para que las
matemáticas renacentistas puedan construir una nueva
RR

racionalidad opuesta a la antigua racionalidad aristotélica.


Mientras que los aspectos místicos de la ciencia del siglo
XVI conducen a una mirada irracional sobre la naturaleza,
BO

su gusto por la observación irreflexiva del hecho concreto


y de la acción práctica enturbia el esfuerzo de abstracción
necesaria para la ciencia. De ahí que después de haber
contribuido mucho a la destrucción del orden antiguo
y enriquecido la ciencia con valiosos conocimientos, el
renacimiento se mostró incapaz de crear un orden nuevo, y
condujo a Europa a la mayor de sus crisis intelectuales. Lo
único que subsiste sólidamente todavía es el viejo mensaje
de la ciencia pitagórica, a la cual Galileo dará un nuevo
sentido: «la naturaleza está escrita en lenguaje matemático».
Esta fórmula, que aparece en su Ensayador –1623–, va a
tener connotaciones realmente revolucionarias, porque

24
–es esa nueva concepción matemática– la que va a permitir,
según el mismo Galileo, cambiar la concepción antigua de
la naturaleza –de substancias, formas y cualidades– por
una naturaleza integrada por fenómenos susceptibles de
ser observados, manipulados y cuantificados. Revolución
a la cual contribuirá también Descartes, quien sustituirá
la doctrina de las cualidades y formas substanciales por
una doctrina del mecanicismo universal, explicando todos
los fenómenos del mundo visible gracias a tres conceptos

R
solamente: la extensión, la figura y el movimiento,
O
abriendo así la posibilidad de una explicación mecánica8
de todos los fenómenos del mundo sensible, dándole un
AD
fuerte empuje a la investigación científica.
Si Galileo luchó por defender la libertad de la ciencia
RR

frente a la teología, Descartes luchará por defender la


autonomía de la filosofía frente a la misma teología.
El pensamiento cartesiano, a veces más revolucionario
BO

que el de Galileo, señala la necesidad de romper con las


exposiciones y argumentaciones propias de la escolástica,
donde la verdad se impone desde arriba, desarrollando
en su Discurso del método la duda como punto de partida
para llegar a la verdad; el hombre no debe aceptar nada
que antes no se haya presentado a su entendimiento
como claro y distinto. Sus fuertes críticas a la educación
de su tiempo, a la evidencia de los sentidos y a la lógica
escolástica darán inicio a una verdadera revolución en
filosofía tan importante como la llevada a cabo por Galileo
en la física y en la astronomía9.

25
Así pues, después de esa larga etapa tan rica en matices
como fue el Renacimiento, donde occidente logra entrar
en un estrecho contacto con la ciencia antigua, no para
copiar y reproducir sus conquistas intelectuales, sino
con verdadera capacidad imaginativa, crítica y creativa en
muchos de sus pensadores, Europa entra en el siglo XVII,
período que sí dará nacimiento a una nueva ciencia, la
cual se desarrollará rápidamente en los siglos siguientes y

R
se difundirá poco a poco por el mundo entero. Ciencia

O
que va a exigir una revolución profunda de los espíritus y
de los métodos empleados en el estudio de la naturaleza.
AD
De Gilbert, Kepler y Galileo a Huygenes,
Malembranche, Leibniz y Newton, pasando por Bacon,
RR

Harvey y Descartes, los sabios del siglo XVII fueron en


verdad los creadores de la ciencia y la filosofía moderna.
Modernidad que sin embargo no nos debe hacer olvidar
BO

que su mundo era todavía muy distinto al nuestro, y que


sólo a finales del siglo XVII y principios del XVIII, lograrán
adquirir carta de ciudadanía conceptos tan valiosos para
el desarrollo futuro de la ciencia como los de masa, o
entender la noción de cantidad de calor, y conocer algo
sobre las células del ser vivo. El estudio del magnetismo y
la electricidad están sólo en sus comienzos, como también
lo está la geología. Pero a pesar de ello, los sabios del siglo
XVII pueden seguirse aceptando como los verdaderos
iniciadores de la ciencia moderna, porque ellos pusieron
las bases fundamentales para empezar su desarrollo. Si
nos fijamos sólo en algunos de sus descubrimientos, su
aporte resulta ya impresionante: las leyes de Kepler, la

26
mecánica de Galileo, la geología de Steno, la óptica y la
astronomía de Newton, el mundo de los microbios de
Leeuwenhoek, todos estos hallazgos, entremezclados,
naturalmente, de sueños y errores, condición natural
y propia de la falibilidad humana, e inherente a todo
desarrollo científico, aún en nuestros días.
En este libro se ha trabajado sólo en torno a los
principales aportes tanto en el método como en los
descubrimientos, de Kepler, Galileo y Descartes, no

R
porque los consideremos los únicos importantes para la
O
comprensión del nacimiento de la ciencia moderna, sino
AD
porque consideramos que sus aportes metodológicos,
sobre todo los de Galileo y Descartes, fueron
fundamentales en el desarrollo de la nueva concepción
RR

del mundo y de la naturaleza, concepción que implicará


necesariamente el empleo de nuevos métodos para el
progreso y desarrollo de la investigación científica.
BO

No podemos terminar esta introducción sin recordar


que la confianza ilimitada, el entusiasmo y la aprobación
casi incondicionada que la ciencia y la técnica han logrado
a partir del siglo XVII, han sido sustituidos, a mediados
del siglo XX, por una actitud bastante recelosa de
miedo, denigración y hasta rechazo, pasando a veces del
cientificismo a la anticiencia, es decir, de la sobrevaloración
de la ciencia a considerarla como una actividad mala y
hasta peligrosa. Actitudes ambas irracionales, puesto
que demuestran, por una parte, no haber entendido la
gran importancia que la ciencia tiene para el progreso
y desarrollo de la sociedad, y por otra, no entender sus

27
limitaciones, ya que es una actividad humana, falible, y
cuyos resultados pueden ser fácilmente mal utilizados.
Lo peligroso no está en saber mucho sobre la naturaleza,
sino en no saber poner este conocimiento al servicio de la
humanidad. La ciencia, como toda actividad humana, está
sujeta a reglas y exige responsabilidad ética y compromiso
social. A nuestros investigadores hoy se les pide que,
sin perder la libertad para la investigación, libertad tan

R
defendida por Galileo, entiendan que su trabajo no es

O
completamente neutro, puesto que sus resultados pueden
ponerse al servicio de ideologías partidistas, como sucedió
AD
a mediados del siglo pasado con los descubrimientos
atómicos, y no al servicio de toda la humanidad, servicio
que debiera ayudar a la liberación y no a la alienación del
RR

ser humano10.
Como bien los señala Agazzi en su libro El bien,
BO

el mal y la ciencia11, es un auténtico compromiso ético


garantizar a la ciencia el máximo de libertad compatible
con el respeto debido a los demás valores de la sociedad.
Por eso, la protección de la libertad en la ciencia forma
parte de los deberes éticos que se refieren a ella, pero es
indispensable también la responsabilidad de la comunidad
científica hacia otros valores que están presentes en la
sociedad. La comprensión sobre el valor de la ciencia y
la tecnología en el mundo actual requiere un proceso
de maduración, de educación y de participación, lo cual
implica que la sociedad tenga mayores conocimientos
sobre los desarrollos científicos, sus límites y sus alcances,
y naturalmente, que los científicos lleguen a ser cada día

28
más sensibles respecto a la existencia y a la importancia
de valores humanos más universales, como también más
comprometidos con una ciencia que no sólo busque
el conocimiento por el conocimiento, sino también el
conocimiento para ponerlo al servicio del desarrollo y la
verdadera emancipación de los pueblos.

R
O
AD
RR
BO

29
BO
RR

30
AD
O
R
Galileo Galilei
Científico italiano: Pisa 1564 – Arcetri 1642.
Capítulo 1
Galileo Galilei
Un luchador a favor de la libertad
de pensamiento

El universo está escrito en lenguaje matemático, y las letras

R
son los triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin
O
las cuales es humanamente imposible entender una sola
palabra». (Galileo. El Ensayador (1.623)).
AD

Decimos en la Introducción a la primera edición de


RR

nuestro Galileo Galilei –que el estudio del universo se


remonta muy lejos, pues la observación de los astros fue
BO

uno de los primeros signos de la curiosidad intelectual de


la humanidad; en Egipto como en Mesopotomia, varios
siglos antes de nuestra era, podemos encontrarnos ya con
los primeros astrónomos.
Pero la observación metódica, la verdadera revolución
científica y astronómica, sólo comienza con Galileo,
quien con sus primeros y rudimentarios instrumentos
de observación, acompañados de un análisis matemático
atentamente elaborado sobre todo cuanto sus ojos
observaban, logra descubrirnos, a mediados del siglo XVII,
un universo inmensamente más grande y armonioso que
el que hasta la fecha los sabios habían descrito, imaginado
o creído.

31
La obra de Galileo se culmina con la maravillosa
síntesis elaborada por Newton, y desde entonces la
astronomía va haciendo poco a poco progresos increíbles,
gracias a la perfección de sus instrumentos de observación
y de sus métodos de análisis, llevando a dimensiones
casi infinitas, por no decir «infinitas», los límites del
universo, y encontrando a su paso cuerpos y fenómenos
extraordinarios que los sabios tratan de explicarnos a

R
través de perfeccionadas teorías matemáticas.

O
Hoy la astronomía moderna, para poder dar cuenta
de los fenómenos observados en el cielo, ha necesitado
AD
también un nuevo lenguaje: no son ya suficientes los
años luz que representan 300.000 kilómetros por segundo
RR

durante un año, cifra ya grandísima. Los astrónomos


efectúan hoy sus cálculos en pársecs, cada pársec equivale a
3,26 años luz; en kilopársecs y en megapársecs (un millón
BO

de parsecs). Perdidos nos sentimos los profanos entre


aquellas inmensísimas cifras, o como decía Teilhard de
Chardin, «envueltos en una especie de angustia metafísica;
angustia compartida también por los exploradores de
lo infinitamente pequeño: microbiologistas y físicos
nucleares».
Entusiasmado ya en el siglo XVII con la maravillosa
armonía del universo y la extraordinaria perfección de
sus fenómenos, Galileo explicaba bellamente que una
sabiduría infinita, multiplicada por el infinito, era la
única que podía haber imaginado y creado tanta belleza y
perfección–12.

32
Con Galileo nace el método experimental, el cual
combina la reflexión racionalista matemática con la
indagación empírica de los fenómenos, empleando de
manera creativa tanto la inducción como la deducción,
para lograr una explicación cada vez más aproximada
de los fenómenos de la naturaleza, y el descubrimiento
de algunas de las leyes que rigen el mecanismo oculto
de la arquitectura del universo. Hay en Galileo también
una apertura hacia la tecnología, valiéndose de todos los

R
recursos que le ofrecía la técnica de su tiempo, a fin de
O
hacer más rigurosa la observación empírica. Comprendió
el sabio italiano que sin una completa interacción entre
AD
teoría y práctica no podía haber progreso científico.
Galileo es hoy ante todo un símbolo: el del pensamiento
RR

científico moderno, según el cual, las verdades de la


ciencia son siempre incompletas, pero el científico
tiene la obligación de tender hacia la verdad, gracias a la
BO

observación atenta y responsable, a la experimentación


cuidadosa y al análisis paciente de los resultados,
eliminando en cuanto sea posible los errores.
Ya en el alba de la ciencia, los grandes sabios griegos
se distinguieron por su espíritu crítico, antidogmático,
pero será Galileo quien inaugurará la era de la libertad
de investigación, sin la cual era imposible avanzar en la
ardua y grandiosa empresa del conocimiento humano, «el
mayor milagro de nuestro universo», como dijera Popper.
Libertad que hoy, después de cuatro siglos de desarrollo
científico, nos ha llevado a lograr un extraordinario avance
del conocimiento tanto del hombre como de la naturaleza

33
en sus diversas manifestaciones, increíbles logros que
deslumbrarían hoy a Galileo, si volviera entre nosotros;
conquistas sin embargo incompletas, pues todavía no
hemos sido capaces de ponerlas universalmente al servicio
del desarrollo integral del ser humano, artífice único de
tan maravillosas conquistas.

1. La física aristotélica: carga pesada para

R
Galileo

O
El catecismo físico de la época en la cual vive Galileo
AD
estaba constituido por dos grandes obras aristotélicas: El
tratado del cielo y la Física13. La Física es uno de esos tratados
de Aristóteles reservado a pocos lectores. Fue escrita entre
RR

el –335 y el 332–, durante su segunda estadía en Atenas;


pero La Física estaba ya anunciada en La Lógica.
BO

La obra está constituida por ocho libros. En el primero


Aristóteles determina el objeto de la física que es –
según él– el estudio de los principios de los objetos de
la naturaleza. Las cosas existen y están en movimiento.
Aristóteles se pregunta por los principios, distinguiendo
tres: la materia, la forma, y la privación. El objeto de La
Física es a la vez la materia y la forma, o mejor, la forma
enganchada en la materia.
En el libro segundo estudia las causas, señalando cuatro:
causa material, formal, eficiente y final. Así por ejemplo,
una estatua tendría cuatro causas, a saber: la material, sin
la cual no habría estatua; su modelo o forma en el espíritu
del escultor; el escultor en cuanto causa eficiente; lo que

34
será la estatua al final del trabajo, cuando el ser sólo en
potencia que ella es se convertirá en ser en acto.
En el libro tercero trata del movimiento. Esto es,
el acto del aquello que está en potencia. Su análisis del
movimiento lo continúa Aristóteles en el libro quinto.
Todo movimiento tiene lugar entre dos contrarios: de
arriba a abajo, de blanco a negro. Hay pues tantos géneros
de movimiento como hay géneros de seres que admiten
contrarios.

R
En la segunda parte del libro tercero y en el libro quinto
O
Aristóteles se había propuesto definir el infinito, el lugar,
AD
el vacío y el tiempo. En el libro sexto, siguiendo el estudio
del movimiento, estudiará la divisibilidad y su división.
En el libro séptimo lo relacionado con los motores y
RR

los móviles, demuestra en primer lugar la existencia de un


primer motor: todo movimiento es movido por algo, el
BO

movido–movimiento ha sido y será siempre; ha habido


un primer motor el cual no puede ser sino inmóvil; este
principio de todos los movimientos mueve por traslación
circular.
El Tratado del cielo está dividido en cuatro libros y es
considerado como el complemento de La Física. El cielo,
y, –por cielo entendía Aristóteles no sólo la sustancia
supraterrestre que se mueve circularmente, sino el mundo
entero envuelto por el éter–, está dotado de movimiento
circular, es único, perfecto, eterno y divino. El cielo
encierra en su seno todas las cosas grandes y pequeñas.

35
En el centro del movimiento celeste se encuentra la Tierra
inmóvil.
Aristóteles refuta la hipótesis de Pitágoras sobre el
movimiento probable de la Tierra alrededor de su eje.
Trata de explicar en forma un poco curiosa cómo puede
la Tierra permanecer, a pesar de su peso, suspendida
en el centro del universo. Encima de la Tierra están los
tres elementos constitutivos del cosmos: el fuego que es

R
el más ligero, el agua y el aire. Todo en la organización

O
celeste está maravillosamente ordenado por reglas.
AD
Este voluminoso trabajo de Aristóteles tiene sobre todo
un valor histórico: él refleja la experiencia científica de la
época, ansiosa de encontrar en esta materia una explicación
RR

definitiva. Aunque la física de Aristóteles sea falsa –el


único que hasta la fecha se ha esforzado por hacerla
revivir es Pierre Duhem14 fracasando en su intento–. Sin
BO

embargo, ella sigue siendo una física, es decir, una teoría


sobre el mundo físico bien elaborada. Una doctrina que,
aunque partiendo del sentido común, somete sus datos a
una elaboración sistemática y coherente.

36
SISTEMA ARISTOTÉLICO – PTOLEMAICO

R
O
AD
RR
BO

El sistema geocéntrico fue ideado por Aristóteles, pero Claudio


Ptolomeo (siglo II d. C) le dió una interpretación matemática con la
cual se hicieron observaciones astronómicas por cerca de 16 siglos.

“La Física Aristotélica no se limita a exprimir en su lenguaje


el hecho del sentido común, ella va más allá, y la distinción
de los movimientos en naturales y violentos encuadra en
una concepción general de la realidad física, concepción en

37
la cual las notas maestras parecen estar en una creencia en la
existencia de naturalezas bien determinadas y en la creencia
en la existencia de un Cosmos, es decir, la creencia en la
existencia de principios de orden en virtud de los cuales el
conjunto de los seres reales forma un todo naturalmente bien
ordenado”15.

Todo y orden cósmico indican en Aristóteles que en

R
el universo las cosas deben estar distribuidas de una

O
manera bien determinada. En el universo aristotélico
cada cosa tiene un lugar propio, conforme con su
AD
naturaleza. La noción de ‘lugar natural’ nos expone una
concepción puramente estática del orden. En efecto, si
RR

todo estuviera en orden, todo estaría en su lugar natural


y no se movería. Por lo tanto todo movimiento implica
un desorden cósmico, una ruptura de equilibrio. De ahí
BO

que el movimiento sea un estado pasajero. El movimiento


natural cesa una vez lograda la finalidad. Aristóteles es
demasiado optimista para pensar que el movimiento
violento pueda perdurar; para él nada de cuanto va en
contra de la naturaleza “puede ser perpetuo”. Pero no es
suficiente con decir que en Aristóteles el movimiento
es algo pasajero, las cosas son en él más complicadas.
El devenir en Aristóteles tiene como término el ser; el
movimiento como término el reposo. Pero el ser conserva
la capacidad de moverse, luego el movimiento está entre
el devenir y el ser. El movimiento no dura como el reposo,
por esto el movimiento necesita una causa que explique
su persistencia. Suprimiendo la causa cesa el movimiento.

38
La ciencia aristotélica busca el conocimiento absoluto.
A partir de definiciones y de principios deduce una
serie de proposiciones rigurosamente encadenadas
para desembocar en la construcción de un edificio
perfectamente lógico. Si se modificaba una de las
definiciones, uno de los postulados, todo el edificio se veía
comprometido. De la misma manera pretendía Aristóteles
proceder con la Física que estudia el movimiento, el
cambio, la generación y la corrupción de los seres.

R
Su ciencia puramente teórica, buscaba el saber por
O
el saber sin preocuparse de las aplicaciones prácticas.
AD
Las nociones primeras, gracias a las cuales es posible
la demostración científica, se construían en Aristóteles
según el proceso llamado ‘inducción’, pero esta inducción
RR

no tiene la misma significación que hoy le da la ciencia


moderna. En Aristóteles la manera de proceder se parecía
más a lo que en psicología suele llamarse ‘abstracción’ y
BO

‘generalización’. La inducción aristotélica es la operación


mental que nos permite captar una especie bajo los rasgos
de un individuo, por ejemplo, captar la idea general de
un triángulo mirando uno en particular. La experiencia
sensible de un caso particular es para el espíritu la ocasión
de captar una verdad universal. Lo que en definitiva va a
conferir a un caso particular su realidad, es su relación con
una esencia inteligible y necesaria. A pesar que Aristóteles
cree estar empleando un rigor geométrico, su manera de
proceder es más bien de orden biológico, ella se parecerá
más a una clasificación natural que a una explicación
rigurosamente geométrica.

39
Para Aristóteles todas las ciencias especulativas estaban
jerarquizadas siguiendo el mismo tipo de clasificación
natural (individuo, especie, género). La metafísica o
teología se encontraba en la cima y ella garantizaba la
verdad de las otras ciencias, ella era la ciencia suprema que
trataba de la sustancia eterna y de las puras esencias; por lo
tanto la física aristotélica encontraba su justificación en la
teología.

R
Las modalidades mismas del conocimiento eran

O
diferentes de las que hoy son para nosotros, modalidades
que Galileo comenzaba a poner en duda; los hechos sólo
AD
tenían sentido si ellos correspondían a causas finales,
a un por qué capaz de hacerlos inteligibles. Lo que
RR

después de Galileo se llamará “prueba experimental” no


tenía allí sentido, pues antes de mostrar esto o aquello
era necesario demostrarlo por la lógica. Esta visión del
BO

mundo había sido consagrada por pensadores célebres


en la Edad Media, especialmente por Tomás de Aquino,
quién tomó la concepción aristotélica sin criticarla y la
asoció estrechamente a la revelación judeocristiana.
Tomás de Aquino es un hombre de la Edad Media,
no sólo en su concepción del mundo sino también en su
manera de creer. Era normal y natural para él que la razón
estuviera subordinada a la fe, la naturaleza a la gracia, la
filosofía a la teología, el Estado a la Iglesia. El mundo
inferior, es decir el de la filosofía y la ciencia, no debería
jamás contradecir una verdad del dominio superior,
es decir, teológico. Elabora una nueva sistematización
cosmológica que poco a poco toma un carácter dogmático

40
y es impuesta a los estudiantes en todas las universidades.
Es verdad que junto a esta escolástica de carácter religioso
se habían desarrollado otras formas de aristotelismo,
reclamándose todas fieles seguidoras del filósofo griego
y no dejándose encarcelar por las consideraciones
religiosas. Así por ejemplo, en Padua, después del siglo
XIII, la tradición averroísta, fruto de las interpretaciones
de Aristóteles realizadas por el filósofo árabe Averroes,
marcarán profundamente la filosofía italiana. Galileo

R
conoce bien la física aristotélica y se da cuenta, muy
O
temprano, de sus incoherencias. Pero él conoce además el
fanatismo de los peripatéticos y de cuánto ellos son capaces
AD
de hacer para salvaguardar la autoridad del maestro. Así
pues, lo vemos comenzar con cierta prudencia.
RR

En 1592 el sabio italiano está en Pisa, donde se ocupa


de crear y perfeccionar instrumentos; además, durante su
estadía allí escribirá la primera obra antiaristotélica: De
BO

Motu, obra que sólo verá su publicación 300 años después,


aunque gran parte de ella sea incluida en su última obra
Los Discursos sobre las dos nuevas ciencias. (1638). En De
Motu16 concibe ya Galileo una aguda crítica de la dinámica
aristotélica desde el punto de vista del ímpetus17.
En la física del ímpetus el movimiento violento y natural
se explica por una fuerza material e inherente al móvil. El
ímpetu es una especie de hábito que adquiere el móvil en
razón de la cantidad de tiempo que permanece sometido
a la acción del motor, y viene a ser una condensación del
esfuerzo muscular y del impulso. En esta concepción,
fundamentada en los datos del sentido común, el ímpetu

41
pasa del motor al móvil, lo impregna y coexiste con él. En
la física aristotélica el medio juega dos papeles: resistencia
y motor. La física del ímpetu niega la acción motriz del
medio. Benedetti, dice Koyré18, considera que la mala
comprensión del movimiento por Aristóteles se debe a
su desconocimiento de las matemáticas, y especialmente
del papel que éstas juegan en las ciencias físicas. Benedetti
considera que sólo partiendo de la filosofía matemática o

R
de Arquímedes se logrará construir una física mejor que

O
la aristotélica, y justamente será de Arquímedes de donde
partirá Galileo.
AD
En esta época Galileo comienza a desarrollar una nueva
forma de literatura científica. Profundo conocedor de
RR

la literatura latina, sabe de memoria poesías de Virgilio,


Ovidio, Horacio y Séneca, pero él no veía tales obras
como lo exigía la tradición humanística, es decir, como
BO

fuente de erudición científica y menos aún como fuente


de representación científica de la naturaleza. Admiraba el
inmenso valor estético de las obras de los poetas antiguos,
pero no veía por qué ellas deberían convertirse en fuente
de conocimientos positivos sobre el mudo natural. El
expresa la necesidad de separar la creación literaria de
la creación científica, y esto chocaba con la costumbre
propia de las obras científicas escolásticas, donde con
frecuencia se reforzaban las ideas expuestas con citas de
poetas antiguos. Ataca las alegorías, considera que todo
cuanto deseamos conocer debe sacarse de la naturaleza
misma. Si bien él es un gran precursor del racionalismo,

42
su racionalismo no se trasformará jamás en ilusión y no
perderá jamás su relación con la experiencia.
La primera intervención de Galileo sobre cuestiones
relacionadas con la ciencia y la poesía la vemos en «Due
lezzioni all’accademia Fiorentina circa la figura, sito e grandeza
del inferno di Dante». Si en estas conferencias Galileo
alterna a veces los tercetos de Dante con demostraciones
matemáticas, es claro que para él las alegorías dantescas
serán siempre alegorías, simbolizando sólo imágenes

R
religiosas, morales o políticas, pero sin que se les pueda
O
jamás atribuir un sentido cosmológico.
AD
Se interesa también Galileo durante este período por
el fenómeno del magnetismo; entusiasmado con las ideas
de William Gilbert, médico inglés, considerado como uno
RR

de los pioneros del magnetismo, tema que apasionará a


Galileo y realizará nuevas experiencias.
BO

Entusiasmado con la nueva filosofía magnética


logra sobrepasar a Gilbert multiplicando las fuerzas de
atracción de los imanes. Los de Galileo podían soportar
25 veces el mismo peso, mientras que los de Gilbert no
soportaban sino el cuádruple. Se dice incluso que Galileo
fue varias veces a rogar al duque de Toscana que comprara
una piedra de imán de cinco libras capaz de soportar
diez, que tenía su amigo Sagredo. Leibniz lamenta que
aquel imán se hubiera perdido, pues pensaba que de sus
observaciones y experiencias se hubiera podido adelantar
conocimientos sobre la filosofía magnética y comprender
algunos secretos de la naturaleza y del mundo.

43
Pero lo que más entusiasma desde ahora al sabio
italiano es el sistema copernicano, aunque siga enseñando
a Ptolomeo. El interés de esta época por el sistema
copernicano puede verse a través de la carta que le escribe
en 1597 a Kepler para agradecerle su Prodomus, obra que
este acababa de enviarle. Galileo se expresa así:

R
“Yo me he interesado en Copérnico desde hace
varios años y he deducido también fenómenos

O
naturales, todos inexplicables por hipótesis
AD
comunes. He redactado un gran número de
demostraciones y de refutaciones objetivas que no
he osado todavía publicar espantado de la suerte
RR

de Copérnico, nuestro maestro, porque si al lado


de algunos él ha adquirido la gloria inmortal, no
es para muchos otros –tan grande es el número
BO

de los tontos– sino un objeto de risa y de silbidos.


Yo publicaría ciertamente mis ideas si hubiera más
hombres como usted, pero desafortunadamente
esto no es así y por ello aplazo la publicación”.19

  El comportamiento de Galileo hacia Kepler ha sido


criticado por varios historiadores. En efecto, Kepler le
responde inmediatamente, le pide explicaciones sobre su
descubrimiento y Galileo se calla no respondiéndole hasta
1610. Aunque Galileo no necesita que lo defendamos,
la verdad es que en aquella época el racionalista Galileo
tenía muy poco qué decir al místico y pitagórico Kepler,

44
quien creía haber tocado el arpa de las siete cuerdas de
la sabiduría del creador y explicaba las distancias entre
los planetas y el Sol refiriéndose a los cinco poliedros
regulares. Según Einstein, el comportamiento de Galileo
con Kepler es una ilustración del hecho que se ve con
frecuencia en los tipos creadores. El individuo creador
es poco receptivo. Todo en Kepler no era misticismo, y si
Galileo hubiera puesto atención a su teoría sobre la órbita
elíptica de los planetas y sobre la causa de las mareas, su

R
obra habría ofrecido menos errores y la ciencia hubiera
O
ganado mucho, como mostraremos más adelante en el
capítulo dedicado a Kepler.
AD

Pero volvamos a Copérnico. ¿Cuáles eran las


enseñanzas suyas que hacían reír a los tontos y que Galileo
RR

rumiaba en silencio?
EL famoso astrónomo polonés es uno de esos hombres
BO

enigmáticos y prudentes, capaz de descubrir grandes cosas


pero incapaces de comunicarlas, se contentan también con
rumiarlas en silencio. Nicolás Copérnico (1473-1543)
resume en De Revolutionibus Orbium Celestium los grandes
principios que darán el golpe final al sistema geocéntrico
e inaugurarán el heliocéntrico. Pero consciente de la
revolución astronómica y filosófica que su sistema
encerraba, guarda su obra cerca de 50 años, contentándose
con comunicarla sólo en parte a algunos de sus íntimos
amigos.
Según Copérnico mismo, la idea del movimiento
heliocéntrico, le había venido desde la juventud, pero

45
sabiendo que ya otros pensadores anteriores a él habían
creído que el Sol era el centro del sistema planetario, y
dándose cuenta además, de que tal hipótesis aboliría
muchas complicaciones del sistema ptolemaico, se lanzó a
la tarea de organizar dicho sistema.
Desde 1514, “cuando Copérnico rehusa la invitación
de Roma, a donde él había sido llamado para colaborar
en la reforma del calendario, este gran astrónomo sabía

R
mejor que nadie que la suerte de su teoría estaba en juego.

O
Él sabía que para fortificar su sistema tenía que armarse
de nuevos fundamentos, y de observaciones más precisas
AD
que las realizadas por Ptolomeo”20.
Los seis libros de De Revolutionibus contienen, entre
RR

otros, los siguientes puntos esenciales: la demostración


de la esfericidad de la Tierra y del triple movimiento que
la anima; la definición de la esfera celeste y los teoremas
BO

sobre los triángulos esféricos; una enumeración de las


constelaciones, la definición del día y su duración y un
comentario sobre el movimiento y desaparición de las
estrellas.
En el décimo capítulo del primer libro, titulado Sobre el
orden de las orbes celestes, Copérnico lanza su hipótesis –“En
medio de todo reposa el Sol”–. Para Copérnico hay un
argumento cuya fuerza viene de la estética y que él, en
lenguaje casi poético, expresa así: “en efecto, en ese templo
espléndido ¿quién colocaría esa lámpara maravillosa en
otro lugar que no fuera el centro, desde donde ella pueda
aclararlo todo a la vez?”21.

46
El sistema de Copérnico, claro está, no es todavía
el sistema heliocéntrico como lo concebirán Kepler y
Newton; Copérnico admite por ejemplo los epiciclos
para explicar el movimiento de los cuerpos celestes. Él
no descubre todavía que el movimiento de los planetas
es elíptico, por lo tanto se ve obligado a conservar 34
epiciclos: 7 para Mercurio, 5 para Venus, 3 para la Tierra, 5
para Marte, 5 para Júpiter, 5 para Saturno y 4 para la Luna.
Para Copérnico sólo el movimiento circular es natural: los

R
cuerpos tornan porque son redondos, y a cada paso insiste
O
sobre la esfericidad universal. Así, en el capítulo primero
leemos:
AD

“En primer lugar es necesario señalar que el


mundo es esférico, sea porque esta forma es la más
RR

perfecta de todas, no teniendo necesidad de ninguna


coyuntura, sea porque ella es la forma que tiene la
capacidad más grande y que se presta mejor para
BO

contener y abrazarlo todo; sea también porque todas


las partes separadas del mundo, quiero decir el Sol
y las estrellas, son vistas bajo esta forma, en fin, sea
porque todas las cosas tienden a limitarse así como
aparece en las gotas de agua y otros cuerpos líquidos.
Por esto nadie puede dudar que la forma circular no
pertenezca a los cuerpos divinos”22.

Según el sistema de Copérnico, en el centro del universo


se encuentra el Sol, el cual está inmóvil en el espacio.
En cuanto a las órbitas circulares que giraban en torno

47
a él, no son recorridas por los planetas mismos sino por
el centro de una pequeña circunferencia a lo largo de la
cual se movían, animados de un movimiento uniforme. A
pesar de estas imperfecciones, el hecho de que Copérnico
haya establecido la doctrina del movimiento de la Tierra
con tanta evidencia que hace olvidar la ilusión de los
sentidos, constituye un notable progreso en la vida del
conocimiento exacto del sistema planetario.

R
Una vez definido que la Tierra es esférica y que el

O
movimiento de todos los cuerpos es necesariamente
circular, Copérnico pasa al examen de tres movimientos
AD
de la Tierra: en el primero la Tierra torna sobre ella
misma en veinticuatro horas de Oeste a Este llevando
RR

consigo la atmósfera y el agua que la rodea. En el segundo


movimiento la Tierra torna alrededor del Sol en un año. El
tercer movimiento lo llama “movimiento de declinación”.
BO

En su época aquellos movimientos parecían escandalosos


y ofrecían las peores resistencias.
El mundo de Copérnico se presenta así: al exterior
la esfera de los fijos (octavo cielo). Por debajo Saturno,
Júpiter, Marte, la Tierra, Venus, Mercurio y en el centro
de todo el maravilloso Sol. Sobre la finitud e infinitud del
universo Copérnico no se pronuncia, y deja este problema
a los filósofos. Sólo dirá que los cielos son inmensos en
comparación con la Tierra, tan inmensos que uno se ve
tentado a considerarlos infinitos.
Copérnico hace revivir la antigua idea del movimiento
de la Tierra, opuesta a los prejuicios y dogmas religiosos

48
de la época. Dedica sin embargo su obra al Papa Pablo III,
para no ser acusado de evitar el juicio de los hombres más
competentes, y porque, sin duda, pensaba que la autoridad
del Papa podría librarlo de las persecuciones en caso de
que éste compartiera su teoría.
Pero Copérnico calla su sistema durante mucho
tiempo. Al fin, entre sus amistades, aparece un jovencito
todo fuego, Joachin Lauchen, conocido con el nombre de
Rheticus (1514-1576), quien, enloquecido de entusiasmo

R
por el sistema copernicano se dedica a trabajar con el
O
autor. Rheticus ensaya muchas maneras para convencer a
AD
su maestro de publicar el libro, pero éste no se decide;
entonces se ofrece para redactar un comentario sobre el
sistema, trabajo que Rheticus publicará bajo su propia
RR

responsabilidad. Se dedica a la empresa con tanta pasión


que en pocos meses logra resumir 76 páginas que
contienen la mejor síntesis del tratado de Copérnico; este
BO

resumen se conoce con el nombre de Narratio Prima de


Libres Revolutionum Copernici, editado en 1540.
Aprovechando la buena acogida que recibe la Narratio
Prima, Rheticus logra al fin convencer a Copérnico
de la necesidad de publicar toda la obra original,
tranquilizándolo sobre las consecuencias que pudiera
producir dicha publicación. A cambio, Rheticus
aceptaría la cátedra de astronomía que Copérnico tenía
en Wittenberg, donde por varios años fue profesor. Pero
Rheticus, que quiere seguir de cerca la publicación de la
obra, cederá tal puesto a Osiander, un teólogo luterano
apasionado por las matemáticas.

49
Cuando la publicación de la obra llega al final,
Copérnico se encuentra gravemente enfermo y Rheticus
por el momento enredado en problemas personales.
Lo cierto es que Osiander, comprendiendo quizá la
dimensión de la teoría copernicana, aconseja al viejo
moribundo presentarla como una simple hipótesis de
trabajo. Pero Copérnico rechaza esta propuesta, ya que
consideraba haber reflexionado bastante sobre la verdad

R
de su sistema ¿Qué hacer entonces? Osiander no pierde

O
el tiempo. Aprovechando la enfermedad de Copérnico,
que se agrava cada vez más, redacta un prólogo donde
AD
trata de mostrar, en nombre del mismo Copérnico, que
el libro puede leerse sin peligro y que lo que importa
es no tomarlo en serio. El pobre Copérnico morirá sin
RR

conocer la grave traición de Osiander. Y así, para muchos,


será el prefacio de este último lo único que leerán de la
BO

obra, consiguiéndose que por más de un siglo filósofos y


teólogos pensaran que la hipótesis de Copérnico tenía el
mismo valor que la de Ptolomeo, de quien diremos ahora
unas palabras.
La teoría de Copérnico no iba solamente contra
Aristóteles, sino también contra Ptolomeo, cuya
astronomía encajaba bien con la física aristotélica y había
sido aceptada por los filósofos y teólogos de la Edad
Media, constituyendo, en la época de Galileo, el autor de
referencia obligada por astrónomos y científicos.
Claudio Ptolomeo –100 d. C. Alejandría Egipto
y muerto allí mismo en el 160 d. C.–, ofrece en su
obra El Almagesto el primero y más completo tratado de

50
astronomía. La obra está dividida en trece libros. Los
dos primeros contienen los teoremas y definiciones
principales, demostrando que la Tierra es redonda y que la
gravedad está dirigida hacia el centro. Describe la posición
de la eclíptica23 y las localidades habitadas de la Tierra.
Los fenómenos de los cuerpos celestes –afirma
Ptolomeo–, habían sido estudiados basándose en serias
observaciones y con la ayuda de métodos geométricos,
teniendo como principio lo que es evidente, real y

R
cierto. Él ofrece dos métodos nuevos para determinar
O
la oblicuidad de la eclíptica y se sirve de instrumentos
AD
apropiados para este fin. Encuentra la altura del polo, la
duración del día en diferentes épocas y traza cuadros de
ángulos y de arcos formados por las intersecciones de la
RR

eclíptica con el meridiano y el horizonte.


En el tercer libro se ocupa del movimiento del Sol y
BO

de la duración del año. El autor se fundamenta en sus


propias observaciones, que se unen a las de Hiparco24
en cuanto a la posición de los equinoccios de primavera
y de otoño y a las desigualdades en la trayectoria del Sol,
que explica por la hipótesis del movimiento excéntrico.
Ptolomeo termina este libro haciendo una clara exposición
sobre las condiciones para definir la ecuación del tiempo.
En el cuarto libro, continuando a Hiparco, expone la
teoría del movimiento de la Luna determinando el tiempo
de revolución; el quinto libro comienza con la descripción
del astrolabio de Hiparco. Ptolomeo expone enseguida
su descubrimiento más importante, aquél de la segunda

51
derivación del movimiento lunar conocido con el nombre
de evección. Para explicarla él expone las dos hipótesis
combinadas del movimiento excéntrico y del epiciclo.
Además trata de la paralaje del Sol y la Luna. Esta
cuestión es tomada también en el libro VI, donde se
encuentra el método para calcular los eclipses. Los
libros VII y VIII tienen como temas las estrellas fijas,
confirmando las observaciones de Hiparco sobre los

R
movimientos en el sentido de la longitud y sobre el

O
adelanto de los equinoccios.
AD
Ofrece un catálogo de las estrellas del hemisferio
boreal y austral con las longitudes, latitudes y tamaños
y las agrupa por constelaciones. Ese catálogo sirvió
RR

para numerosas controversias en el siglo XVII entre los


astrónomos, pues algunos identificaban este catálogo con
el que había compilado Hiparco tres siglos atrás, mientras
BO

que otros lo defendían como obra de Ptolomeo.


El libro contiene entre otras cosas una descripción
de la Vía Láctea y el enunciado de la constitución de los
globos celestes. El resto de la obra trata de los planetas,
que según Ptolomeo están más cerca de la Tierra que las
estrellas fijas y más alejadas de la Luna.
Así expone Ptolomeo el sistema que ha tomado su
nombre y que comprende especialmente las revoluciones
trópicas y sinódicas, los períodos de movimiento directo
y los movimientos retrógrados. Puesto que la Tierra
está dada como el centro del sistema, es necesario que
intervengan los epiciclos, sin los cuales el sistema de

52
Ptolomeo no habría podido justificar el complicado
movimiento de los planetas exteriores e interiores. Aplica
su teoría a cada planeta y termina su libro IX con una
explicación sobre los diversos fenómenos del planeta
Mercurio. En los libros X y XI habla igualmente de Venus
y de Júpiter, como también de Saturno.
Las afirmaciones de Ptolomeo en el libro XII sobre
el movimiento planetario son importantes, porque
ellas muestran que aún antes de él esta teoría estaba

R
suficientemente arraigada. El último libro trata del
O
movimiento de los planetas en el sentido de la latitud, de la
AD
inclinación de su órbita y de la amplitud de la inclinación.
En el capítulo segundo del libro I se encuentran los
cinco postulados fundamentales que concordaban muy
RR

bien con el aristotelismo, y que llevaron a los filósofos a


aceptarlo sin necesidad de escudriñar todos sus enredos
BO

geométricos, matemáticos y astronómicos. Estos


postulados los enunciaba Ptolomeo así:
Antes de todo tenemos que admitir que:
• El Cielo tiene forma esférica y se mueve como una
esfera.
• La Tierra está en medio de todo el Cielo como en un
centro.
• La Tierra, por su figura y tomada en la totalidad de sus
partes, es sencillamente esferoide.
• Por su tamaño y distancia a la esfera de las estrellas fijas,
sólo es un punto.

53
• No tiene rotación ni traslación.
El Almagesto tiene un valor histórico muy importante,
pues aunque inspirado en la obra de Hiparco, reúne
sin embargo todos los conocimientos astronómicos de
su tiempo y ofrece las mejores hipótesis que antes de
Copérnico sirvieron para explicar los movimientos de
los astros, como también para determinar y prever sus
posiciones en el cielo. Este maravilloso monumento de

R
conocimientos comenzará a derrumbarse con la obra de

O
Copérnico, y se derrumbará totalmente con el trabajo
científico realizado por Galileo, como seguiremos
AD
mostrando.
RR

2. El mensaje de las estrellas


En 1604 Galileo está en posesión de la primera ley de la
BO

Física –la ley de la inercia–, aquella que es para nosotros el


fundamento de la Dinámica, pero no publicará todavía sus
descubrimientos sobre el movimiento, pues necesitaba
tener pruebas experimentales realmente evidentes con las
cuales poder defenderse de los peripatéticos; es todavía
largo el camino que debe recorrer antes de encontrar
algunas pruebas observacionales que le permitan avanzar
en sus tesis sobre la teoría copernicana.
Se dedica primero a perfeccionar el microscopio
poniéndole oculares divergentes, y emplea su tiempo en
observaciones escrupulosas sobre los componentes de la
materia y las partes de los insectos. Pero muy pronto sus

54
observaciones dejarán los objetos terrestres para comenzar
a observar los objetos celestes, y es entonces cuando nos
ofrecerá su Sidereus Nuncius –El mensaje de las estrellas–.
Galileo desborda de entusiasmo. A través de su
cannocchiale –anteojo astronómico no perfeccionado–,
descubrirá montañas sobre la Luna, nuevos planetas en el
cielo, un número inmenso de nuevas estrellas, en fin, una
multitud de cosas que ningún ojo humano había hasta
la fecha visto y que tampoco ninguna mente humana se

R
había atrevido a imaginar ni concebir.
O
Con un lenguaje bellísimo, casi diríamos poético,
AD
comienza contándonos que fue en Bélgica donde se habían
fabricado aquellos maravillosos anteojos gracias a los
cuales un objeto muy lejano podía verse casi cerca. Estando
RR

informado por un amigo, el francés Jacques Badouvere,


se propuso estudiar a fondo la cuestión encontrándole
BO

la solución al tratar de dirigir el microscopio de Jansen25


hacia el cielo para efectuar descubrimientos astronómicos.
Así, nos dice Galileo, logró descubrir que la Luna no
era perfectamente lisa, sino que su suelo estaba cubierto
de montañas, de valles, de cráteres. Trata luego de
explicarnos la manera como las montañas reciben la luz
solar y calcula incluso la altura de las más importantes.
Piensa que las grandes manchas oscuras que observa en
la Luna se deben a la presencia de agua, pero se admira
de la ausencia de las nubes. Galileo empieza con fuerza
a dudar sobre lo afirmado por Aristóteles en el Tratado del
cielo, donde se nos dice que el Cielo está dividido en dos

55
grandes partes: la primera parte está situada dentro de la
región sublunar, es decir, en los alrededores inmediatos
de la Tierra; es un mundo esencialmente corruptible,
donde los cuatro elementos, aire, tierra, agua y fuego,
actúan los unos sobre los otros; así, el aspecto de la Tierra
cambia constantemente, sus elementos se alteran. Pero
la segunda región, la región celeste limitada por la esfera
de los fijos, constituye un mundo inalterable, donde el

R
movimiento no puede en ningún caso transformarse,

O
un mundo de esferas absolutamente regulares y pulidas
que tornan alrededor de Tierra. Nada en el perfecto
AD
mundo aristotélico podía cambiar puesto que era eterno
y perfecto.
RR

Las noches del año 1610 son cortas para Galileo, quien
las pasa entre la contemplación del cielo y la meditación
en torno a la física aristotélica, que casi contra su voluntad
BO

va derrumbándose, mientras anota sus observaciones con


gran precisión, descubriendo un gran número de estrellas
muy débiles que no pueden ser vistas al ojo desnudo.
Por ejemplo, dentro de la constelación de Las Pléyades26
registra treinta y seis estrellas, mientras que al ojo desnudo
sólo podían verse seis. Establece la posición y la forma de
las nebulosas de Orión y logra señalar que las regiones
nebulosas de la Vía Láctea nos aparecen así porque están
compuestas de innumerables estrellas.
Sin embargo su principal descubrimiento será el de
los satélites de Júpiter, llamados por Galileo “Astros
Mediceos” en honor de sus protectores. El siete de enero
de 1610, en una de esas noches luminosas y estrelladas

56
de Toscana, Galileo observa con su tubo ocular el planeta
Júpiter y lo ve rodeado de estrellitas. Al día siguiente
nuevamente lo observa, pero entonces las estrellas han
cambiado de lugar. ¿Será acaso una ilusión óptica? se
pregunta el sabio, quien no cree todavía que las estrellas
puedan estar provistas de movimiento propio.
Los días pasan y las noches preciosas para Galileo le
transmiten también conocimientos preciosos. Hacia
el 13 de enero una nueva estrella aparece haciéndole

R
la corte a Júpiter, son cuatro ya sus acompañantes.27
O
Las observaciones siguen regularmente hasta el dos de
AD
marzo, sólo interrumpidas dos o tres noches de poca
claridad. Poco a poco en su mente van surgiendo fecundas
conclusiones que Galileo sintetiza al final de Sidereus
RR

Nuncius, así:
Son estas las observaciones relativas a los cuatro Astros
BO

Mediceos que acabo de ser el primero en descubrir, mediante


los cuales, aunque no sea posible todavía comparar
numéricamente los períodos de ellos, al menos podemos
poner de manifiesto ciertos hechos dignos de anotar. En
primer lugar, ya que a veces siguen y otras preceden a Júpiter
con intervalos similares, alejándose de él hacia el este o hacia
el oeste, tan sólo muy pequeñas distancias y lo acompañan
tanto en el movimiento retrógrado como en el directo, queda
fuera de duda el que cumplan sus revoluciones alrededor de
Júpiter, mientras que en torno del centro del mundo giran
todos juntamente, en un período de dos años. Por otra parte,
efectúan sus giros en órbitas desiguales, lo que se deduce
claramente del hecho de que, en los mayores alejamientos

57
de Júpiter nunca se pudieron observar dos planetas juntos;
mientras que cerca de Júpiter se encuentran agrupados
dos, tres y a veces todos ellos. Se observa además que son
más veloces las revoluciones de los planetas que describen
órbitas menores en torno a Júpiter; en efecto, las estrellas
más próximas a Júpiter con frecuencia se hallan en posición
oriental cuando la víspera aparecen hacia el este y viceversa;
mientras que el planeta que describe una órbita mayor, al

R
que estudie cuidadosamente dichas revoluciones, demostrará

O
tener un período semimensual”.
Por otra parte tenemos un excelente y clarísimo argumento
AD
para librar de escrúpulos a quienes, con aceptar
ecuánimemente el sistema de Copérnico, la revolución de
RR

los planetas en torno al sol, -se ven tan perturbados por la


traslación de la única luna alrededor de la Tierra, mientras
que ambas cumplen una revolución anual en torno al
BO

Sol- que opinan que se debe desechar como imposible este


esquema del universo: pues ahora no se trata de un solo y
único planeta que gire en torno a otros mientras que ambas
cumplen una gran órbita alrededor del Sol, sino que nuestros
sentidos nos muestran cuatro estrellas errantes alrededor de
Júpiter, así como la Luna en torno de la Tierra, al mismo
tiempo que todas ellas junto con Júpiter efectuando una gran
revolución alrededor del Sol en un período de doce años.
Además no debemos pasar por alto la causa por la cual los
Astros Mediceos, mientras cumplen en torno de Júpiter
brevísimas revoluciones, parecen a veces más del doble de
grandes. No podemos buscar dicha causa en los vapores
terrestres, pues aparecen más grandes o más pequeños

58
En el museo de la Historia de las Ciencias de Florencia (Italia)
se encuentran los dos anteojos construidos por Galileo, sus
diámetros no superan los tres centímetros
y eran poco luminosos
mientras el tamaño de Júpiter y de las estrellas fijas cercanas
no se modifica en absoluto. También aparece del todo
insostenible el que se acerque tanto a la Tierra o se alejen
de ella de tal manera, que puedan causar una mutación
tan grande, pues una breve traslación circular de ninguna
manera puede producir ese resultado; y un movimiento
oval (que en este caso sería casi recto) es impensable y no
concuerda con los hechos observados”.28

R
Sidereus Nuncius saldrá el primero de abril en la prensa de
O
Venecia, dedicado al serenísimo don Cosme II, gran duque
AD
de Toscana. La extraordinaria complejidad de la obra sólo
se comprenderá más tarde, pues sus contemporáneos no
estaban preparados para aceptarla y comprenderla; para
RR

los peripatéticos Aristóteles no había dejado nada oscuro;


en aquel mundo ideal nada podía cambiar, nada allí se
engendraba ni se corrompía. ¿Qué valor podían tener esas
BO

visiones de Galileo?
Algunos sabios de la época atacaban incluso los tubos
ópticos; además, ellos estaban convencidos, dentro de
su empirismo sensualista, de que sólo debía creerse en
aquello que los sentidos podían ver o tocar; a sus ojos lo
que las lentes de Galileo ofrecerían eran cosas falsas, ya
que nadie podía tocar aquellos planetas Mediceos para
cerciorarse de su existencia. Aquel instrumento engañoso
iba a desequilibrar los fundamentos de la ciencia, esto
los irritaba. Antonio Rocco llega a decir, incluso, que los
antiguos, que todo lo sabían, tenían instrumentos más

59
perfeccionados que los de Galileo, pero que ellos no los
utilizaban pues los consideraban sin valor científico.
Todos los seguidores de Aristóteles se unen para
afirmar que las lentes de Galileo truecan las figuras
y hacen ver cosas que no existen. ¿No afirman acaso
aquellas lentes que hay montañas sobre la Luna? «Nada
más ridículo e impensable para un hombre equilibrado;
la Luna es un astro celeste y según Aristóteles todos los

R
astros son perfectos», inscribía un Jesuita en la prensa

O
florentina. Algunos para salvar los fenómenos decían que
podía haber montañas sobre la Luna, pero si las hubiera
AD
ellas deberían estar cubiertas de una capa completamente
lisa y cristalina. Tal era el pensamiento del padre Clavius,
RR

quien agregaba: “siendo que siete es el número perfecto,


no puede haber más que siete planetas”.
Las controversias fueron muchas y varios libros
BO

saldrían si nos pusiéramos a enumerarlas todas. Dejemos


pues este aspecto quizá secundario y fijémonos en el
verdadero significado del Mensaje de las Estrellas, donde
uno imagina que un mensajero celeste viene a contarnos
cómo pasan realmente las cosas en el mundo supralunar o
cielo aristotélico.
En primer lugar, a partir de esta obra Galileo introduce
un método y un medio nuevo de observación; en segundo
lugar, gracias a instrumentos que ayudan al ojo desnudo
descubre objetos nuevos en el cielo; y en tercer lugar, a
partir de esta obra las ideas sobre el Cielo aristotélico y sus
relaciones con la Tierra van a sufrir una transformación
fundamental.

60
En la introducción a la traducción francesa de Sidereus
Nuncius29. Émile Namer ofrece una serie de reflexiones
sobre el valor de la experiencia para Galileo, cuya síntesis
podría expresarse así:
La experiencia para Galileo tiene entre otras las
siguientes características.
1. Es abierta; si la experiencia cambia y exige otro
tipo de explicación, es porque la ciencia es capaz de

R
perfeccionarse.
O
2. Es unívoca, exigiendo un lenguaje sin ambigüedad,
pues no se limita ni al tiempo ni al espacio.
AD

3. La experiencia supone la medida: para comunicarla


a otros hombres y hacer posible el progreso del
RR

conocimiento se debe tratar de determinar los hechos


de manera que podamos ofrecerlos válidos dentro de
las mismas condiciones por diferentes observadores.
BO

4. La experiencia física se refiere al aspecto cuantitativo


de las cosas; para que los fenómenos definidos y
medidos entren en rotación numérica y geométrica
con otros fenómenos es necesario que ellos se
refieran a la extensión, al movimiento, a la gravedad;
no a cualidades subjetivas como el color, el olor, el
sabor, etc.
5. La experiencia no es algo espontáneo, ella se elabora
cuidadosamente.
6. La elaboración de la experiencia es definida, ella
conlleva una idea práctica, la cual se trata precisamente

61
de verificar. Fue éste uno de los aspectos que más
impresionara a Kant, dice Namer, el hecho de que el
sabio trate de obligar a la naturaleza a responder en
los mismos términos en que se plantee la pregunta.
7. La experiencia debe ser desde el principio privilegiada
y simplificada. Sobre este asunto es interesante la
carta de Galileo a Guidobaldo del Monte, escrita en
noviembre de 1602.

R
8. La experiencia debe resultar de una hipótesis fecunda.

O
Para desmitificar el horror del vacío, que se decía tenía
AD
la naturaleza, Galileo procede a una comparación del
nivel de elevación de los líquidos, y logró establecer
éste nivel en el vacío; claro que será su discípulo
RR

Torricelli quien en 1644 unirá este fenómeno a la


presión atmosférica30.
BO

9. Para Galileo una sola experiencia puede ser decisiva si


se organiza y se realiza bien.
10. La experiencia es necesaria, ella nos confirma el
determinismo de la naturaleza, sin lo cual ninguna
ciencia sería posible. Para Galileo existía un orden
natural bien determinado, y el objeto de las leyes
físicas era explicarlo31.
11. Galileo une las matemáticas a la experiencia. Para
él las matemáticas son ante todo un instrumento de
análisis conceptual y un tipo de razonamiento mejor
adaptado que el silogismo a la física terrestre y celeste.
La realidad física, claro está, no era considerada dentro
de su substancia –en sentido filosófico–, sino dentro

62
de sus aspectos objetivos de dimensiones, pesos
específicos, densidad, figura y movimiento. Pero la
matemática galileana no se puede confundir con la
matemática platónica. Para Galileo no se trata ni de
una matemática extraña a la física celeste o terrestre,
ni menos aún de una matemática que se substituiría
ella misma a la física convirtiéndose en metafísica.
Tampoco se puede afirmar, como hacen Koyré32
y Geymonat33, que si Galileo destruyó la física

R
aristotélica fue para fundamentar una física platónica.
O
Platón desprecia las tareas prácticas, y al revés de los
AD
naturalistas jonios que supieron valorar los inventos
técnicos y comprender que el pensamiento no es válido si
no se adapta a la realidad sensible, en lugar de considerar la
RR

ciencia como un hacer que exige la unión del pensamiento


y la acción, de la teoría y la experiencia, de la reflexión y la
experimentación, él la considera como un mero pensar. Y
BO

como dice Withehead, fue el más grande de los metafísicos


pero el más pobre de los pensadores sistemáticos. Es sin
embargo loable y de gran valor el intento y el esfuerzo
realizados por Platón para explicar matemáticamente el
universo introduciendo en la física de los atomistas una
preocupación de inteligibilidad; pero esto no autoriza para
ponerlo como un precursor de Descartes y Galileo.
Como hemos dicho, para Galileo no se trata ni de una
matemática extraña a la física celeste o terrestre, ni menos
aún de una matemática que se sustituiría ella misma a
la física. Galileo no se opuso nunca a la metafísica, pero
sus preocupaciones fueron más de orden físico que de

63
carácter metafísico. El se sirvió de las matemáticas no para
especular, sino con el deseo de poder demostrar.
Es Kant quien mejor nos informa sobre el método y la
racionalidad de Galileo, al escribir en la Crítica de la razón
pura34 lo siguiente:
“Cuando Galileo hizo rodar sobre un plano inclinado
las bolas de billar cuyo peso había señalado, puede decirse

R
que para los físicos apareció un nuevo día. Se comprendió
que la razón sólo descubre lo que ella ha producido según

O
sus propios planes, que debe marchar por delante con
AD
los principios de sus juicios determinados según leyes
constantes, y obligar a la naturaleza a que responda a lo
que se le pregunte, en vez de ser esta última quien la dirige
RR

y maneja”.
Namer35 considera que hay mucha confusión y
BO

ambigüedad en ciertas fórmulas empleadas por los


historiadores de la ciencia para calificar el platonismo de
la física galileana. Se dice por ejemplo que el platonismo
de Galileo se traduce porque la realidad física no se nos da
por los sentidos, sino que ella es aprehendida por la razón;
la naturaleza es un libro escrito en lenguaje matemático
y sólo la razón puede comprenderlo; se trata por lo tanto
de reconstruir lo real empírico a partir de lo real ideal;
porque la esencia última de un cuerpo está constituida
por sus propiedades geométricas; las leyes físicas se
dirigen a una realidad inteligible y no a la observación
concreta. Todos estos anteriores conceptos son de Galileo,
conceptos que tomados de aquí y de allá en sus obras, han

64
llevado a algunos historiadores a concluir que si el valor
de las matemáticas es superior al de la física, entonces se
es platónico; de lo contrario se es aristotélico. Para Namer
esas son fórmulas confusas y ambiguas.
“Es incuestionable que la traducción de percepciones
cualitativas en percepciones cuantitativas y en medidas ha
hecho posible la física matemática, pero la afirmación de
un platonismo sólo tiene sentido si se pretende que para
Galileo, como para Pitágoras y Platón, la realidad en sí es

R
número, figura geométrica, idea; como ella es átomo para
O
Demócrito o nómada para Bruno y Leibniz36.
AD
Ahora bien, nada de esto se ve en Galileo, quien
renunciando provisoriamente a conocer la substancia se
dedica primero a escoger percepciones ‘objetivas’, cómo
RR

él mismo lo dice: “No me parece oportuno aventurarme


ahora en la búsqueda de la causa de la aceleración del
BO

movimiento natural a propósito del cual numerosos


filósofos han emitido ya diversos juicios”.37
Era ésta, continúa Namer38, la respuesta anticipada a lo
que Descartes escribiera al padre Mersenne: “Imposible
decir nada bueno y sólido relacionado con la velocidad
y el conjunto de todo el sistema del mundo”. Descartes,
a pesar de ser un gran matemático, no había admitido la
posición científica de Galileo, sino que se atenía a una
metafísica deductiva y a priori para la explicación de la
naturaleza. En fin, la tradición seguida por Galileo para
darle un estatus verdadero a la ciencia del siglo XVII no

65
es ni aristotélica ni platónica, sino, –como lo hemos dicho
varias veces a lo largo de este estudio–, arquimediana.
Pero volvamos a Galileo y a su tubo ocular. Los
descubrimientos que él realiza en el cielo con su
maravilloso instrumento pueden verse no sólo a través
de su Sidereus Nuncius, sino gracias a numerosas cartas
escritas entre 1610 y 1613 a algunos de sus amigos o
protectores. El primero de julio de 1610 Galileo observa a

R
Saturno y escribe que ha observado el planeta más lejano

O
y lo ha visto con dos cuernos39. Y en diciembre del mismo
año anuncia a Juliano de Médicis que ha descubierto las
AD
fases de Venus.
Veamos su carta:
RR

“Florencia, enero primero de 1611.


BO

Ilustrísimo, reverendísimo y honorable señor:


Es tiempo de descifrar a vuestra excelencia y por su medio
al señor Kepler las cartas enviadas hace algunas semanas.
Es tiempo digo, puesto que la verdad del hecho me es
perfectamente clara no quedándome ya el menor escrúpulo,
ni la menor duda.
Vos sabéis que hace más o menos tres meses, apareciendo
Venus en las tardes, me dediqué a observarlo cuidadosamente
con el tubo ocular a fin de ver con mis propios ojos aquello de
lo cual mi razón no dudaba. Lo vi en primer lugar redondo

66
y entero pero muy pequeño. Comenzó luego a perder su
contorno circular en su parte oriental, la mas alejada del
Sol, retirándose de la tangente. Cuando volvió a aparecer en
la mañana lo vi bajo el aspecto de una media luna con los
cuernos en dirección opuesta al Sol y creciendo poco a poco,
tomando entonces forma circular y permaneciendo así varios
días, después de lo cual pasará bastante rápido del semicírculo
al círculo perfecto, y permanecerá así perfectamente redondo
durante varios meses. Pero su diámetro aparente es ahora

R
cinco veces más grande que en la época de su aparición
O
visperal. Esta admirable experiencia nos ha dado la
demostración sensible y cierta de dos proposiciones hasta la
AD
fecha dudosas para los más grandes espíritus del mundo. La
una es que todos los planetas son naturalmente tenebrosos
–puesto que lo que sucede a Venus le sucede también a
RR

Mercurio–; la otra es, que es necesario que Venus torne


alrededor del Sol como Mercurio y todos los demás planetas,
BO

idea sobre la cual los pitagóricos, Copérnico, Kepler, y yo


estamos convencidos, pero no teníamos la prueba tangible
que ahora tenemos respecto a Venus y Mercurio. Kepler y
los otros Copernicanos tienen el honor de haber creído y
filosofado bien, aunque la mayoría de los filósofos continúen
teniéndolos por ignorantes y casi locos. Así pues, las letras
del anagrama que yo os he enviado significan que Venus
imita las fases de la Luna40.
Hace tres noches observé y no vi nada notable, sólo que
el límite de la sombra es confusa y oscura. Esto se debe a
que tal sombra proviene de la Tierra que está muy alejada.
Quería escribiros otros detalles, pero estuve largo tiempo

67
ocupado con algunos gentiles hombres y, siendo ya muy
tarde, me veo obligado a terminar esta carta. Saludad por
favor en mi nombre a los señores Kepler, Hasdale y Seggret.
Saludo a vuestra señoría ilustrísima y con toda reverencia
pido a Dios que os de felicidad.

GALILEO GALILEI”.

R
O
En el mundo científico de la época, entendiendo aquí
AD
por científicos los no peripatéticos, el Mensaje de las Estrellas
había sonado muy bien. Kepler escribe “Viciste Galileae”,
y redacta un panfleto titulado “Una discusión con el
RR

mensajero de las estrellas”. Al año siguiente en la Narratio


Prima ofrecerá un resumen de los descubrimientos de
BO

Galileo gracias a su tubo ocular. Mersenne en una carta


le escribe “Galileo, ¿quién será capaz de enumerar todos tus
descubrimientos? Con tus nuevos binóculos has encontrado mucho
más de lo que ya conocíamos”.
La mecánica fue el dominio más sólido de Galileo. Para
él no era suficiente con tener una lente de larga vista, era
necesario además creer en lo que a través de ella se veía.
En su época aún los científicos desconfiaban de lo que a
través de ella observaban. En El Experimentador publicado
en 1623 Galileo se defiende contra Sersi, quien había
escrito que los objetos vistos con sus lentes no existían
en la realidad, que eran, como ya dijimos, engaños de los
sentidos, trampas de la visión.

68
Generalmente se creía en la época que era necesario
tocar para comprobar la existencia de aquello que se
veía. Por ejemplo, el hecho de ver una imagen en un
espejo era motivo de preocupaciones filosóficas para los
peripatéticos, pues ella mostraba que uno podía ver una
imagen en donde el objeto no se encontraba. Para Galileo,
al contrario, las lentes sólo agrandaban los objetos, pues
si no fuera así, todas las lentes reunidas serían incapaces
de crear un solo objeto de los que él había observado en

R
el cielo. Después de haber observado Venus, Galileo deja
O
Padua, porque había sido nombrado matemático de la
universidad de Pisa sin obligación de residir allí; además,
AD
había recibido el título de primer filósofo de Toscana.
Otro tema de discusión en la época era el problema
RR

de las manchas solares, que Galileo expone con bastante


claridad en su carta a Maffeo Barberini el 2 de julio de
161241.
BO

La historia de las manchas solares es casi más


complicada en su desarrollo cronológico que en su
contenido histórico y lógico. Entre Galileo y el padre
jesuita Scheiner se desarrolla una querella acerca de la
prioridad en tal descubrimiento, querella que nos deja
una cantidad de textos polémicos de Galileo, en donde
se puede apreciar la resonancia que en el público habían
tenido los descubrimientos realizados por Galileo entre
1610 y 1613.
Galileo dice haber descubierto las manchas solares
mientras se encontraba en Padua, hacia 1610. Entre marzo

69
y junio de ese año había hecho en Roma la demostración,
y el descubrimiento fue publicado un año más tarde, en
un texto que servía de prólogo al Discursi in torno alle cose
she stanno in su l’aqua et in quella si muovono.
Pero en el mes de enero de 1612 se había publicado
anónimamente una colección de cartas dirigidas a Mark
Welser, cuyo autor pretendía haber observado las manchas
solares en marzo de 1611. Tal autor era nada menos que

R
el jesuita Scheiner. Welser, amigo de Galileo, le envía el

O
opúsculo, al cual Galileo no tarda en responder en su
Storia e dimostrazioni in torno alle macchie solari, artículo que
AD
se publicó en Roma en 1613. Así comenzó una querella
entre Galileo y el padre Scheiner, quien fue uno de los
RR

principales responsables de los ataques lanzados contra


Galileo por la comunidad jesuita y que desembocarán en
el trágico proceso de 1633.
BO

El padre Scheiner atribuía las manchas solares a la


interposición de cuerpos extraños entre el Sol y el objetivo
del tubo ocular, gracias a lo cual podía mantener la
realidad del fenómeno sin tocar al dogma peripatético de
la perfección del Sol. Galileo, por el contrario, consideraba
las manchas solares como formaciones existentes en
la superficie del Sol o en su atmósfera. Según él, tales
manchas eran una prueba más para el heliocentrismo. Si
bien la idea de Galileo no era exacta, esto no niega que
Galileo tenía razón al pensar que era posible encontrar
pruebas experimentales directas en favor de la verdad del
sistema copernicano. A buscar tales pruebas se dedicará

70
de ahora en adelante hasta 1633, es decir, veinte años de
búsqueda.
¿Por qué la primera utilización del ‘telescopio’ y
los primeros descubrimientos que él nos proporcionó
y que fueron expuestos en Sidereus Nuncius, como en
numerosas cartas sobre este tema, son tan importantes y
hacen inmortal a Galileo? Veamos: hoy nosotros podemos
observar una parte muy grande del universo, podemos no
sólo percibir la luz visible de las estrellas refractadas por

R
los lentes, sino también otras ondas electromagnéticas.
O
El hombre puede captar hoy tantísimas cosas sobre el
AD
universo, no solo en el Sistema Solar sino fuera de éste.
Sin embargo, la descripción de Galileo con un medio tan
primitivo conserva toda su importancia. Los lentes habían
RR

ampliado considerablemente el universo y lo habían


llevado mucho más allá de los límites conocidos en el siglo
XVI. Se ofrece a continuación la traducción de la carta de
BO

Galileo al Cardenal Maffeo Barberini, carta que permite


a los lectores saborear, en palabras del mismo Galileo, la
descripción del evento.

Florencia, junio 2 de 1612.

Ilustrísimo y reverendísimo Señor y muy estimado patrón:


Entre tantos favores que he recibido de vuestra excelencia
reverendísima, recuerdo aquel que vuestra excelencia
me hizo en la última ida a la mesa del serenísimo Gran

71
Duque, mi Señor, cuando él sostenía mi opinión contra
el ilustrísimo cardenal de Gonzaga y de otras opiniones
contrarias a la mía. Necesité después, para obedecer al
mandato de su alteza, poner mis razones en orden sobre
el papel y hacerle enviar un ejemplar a vuestra excelencia
reverendísima con el deseo de que cuando tenga tiempo lea
lo que expongo en ese trabajo para que se de cuenta de que
no es solamente a un servidor a quien da su protección sino

R
a un buscador asiduo de la verdad.

O
Vuestra excelencia se ha enterado, sin duda, del ruido que
circula a propósito de las manchas oscuras, continuamente
AD
observadas en el Sol, gracias al «telescopio». Y como he
sabido que hombres de gran estima en Roma las tenían por
RR

irrisorias, paradójicas y absurdas, me ha parecido útil hablar


a vuestra excelencia de esta cuestión.
Hace más o menos dieciocho meses, estando observando
BO

con las lentes el disco solar, un poco antes de atardecer, he


descubierto algunas manchas muy oscuras; observando
de nuevo varias tardes seguidas percibí que esas manchas
cambiaban de lugar, que no aparecían siempre las mismas,
y que no estaban siempre dispuestas en el mismo orden; que
a veces eran numerosas, otras más raras y que a veces no
se veía ninguna. Hice ver a algunos amigos este fenómeno
bizarro y lo mostré también el año pasado a varios prelados
y otras gentes estudiosas; la noticia se extendió por varios
países de Europa y desde hace cuatro meses he recibido
numerosas cartas, dibujos y en particular, tres cartas escritas
sobre este tema dirigidas al señor Mark Welser D’Augsbourg
e impresas bajo el nombre supuesto de Apelles Lateus Post

72
Tabulam. Estas cartas me fueron comunicadas por Welser
mismo, quien me pregunta lo que yo pienso, y sobre todo,
lo que yo estimo se puede saber sobre la naturaleza de esas
manchas. Le escribí una carta de seis páginas sobre este
tema, refutando la opinión del pretendido Apelles y de esos
que hasta ahora habían abordado la cuestión. Finalmente
después de haberles dado vuelta en mi cabeza a una cantidad
de ideas diversas me decidí a concluir, y tengo por seguro que
tales manchas están en contacto con el cuerpo solar, que allí

R
se engendran y disuelven sin cesar; unas duran más tiempo,
O
otras menos. Unas son más densas y más oscuras, otras
menos; en general cambian de forma de un día para otro y
AD
los contornos son muy irregulares; sucede frecuentemente que
una mancha se divida en dos, en tres o más, y que otras al
principio divididas se reúnen en una sola; en fin, en razón
RR

de su universal y común movimiento yo adquirí la certeza


de que el Sol torna sobre sí mismo de occidente a oriente, es
BO

decir, siguiendo la misma revolución que se cumple en todos


los planetas, y que su entera conversión se cumple más o
menos en el tiempo de un año lunar.
Y según lo observado, la mayoría de esas manchas nacen
entre dos círculos del globo solar que corresponden a los
trópicos, más allá de esos círculos no observados casi jamás.
En cuanto a su generación y desaparición, rarefacción y
condensación, cambio de forma y otros accidentes, si debiera
acercarlas a cualquier objeto familiar no encontraría otra
cosa con que compararlas que con las nubes. Todo cuanto
he dicho a vuestra excelencia es tan verdadero y ha sido
tantas veces confirmado por observaciones concordantes que

73
he realizado, que ya no me queda otra cosa sino darlas por
ciertas; aunque muchos se burlen, como oigo decir, no me
espanta, puesto que se trata de cosas que podrían siempre
ser constatadas por una infinidad de personas en todas las
partes del mundo y que poco a poco serán reconocidas por los
mejores espíritus, como verdaderas.
Es por ello que tengo el coraje de publicar estas conclusiones
que parecen extrañas paradojas. La única cosa que me

R
disgusta es que los burlones juegan, como se dice, seguros

O
y corriendo la suerte de ganar mucho; en efecto, si lo que
yo afirmo y ellos niegan es falso, ellos podrán ufanarse de
AD
haber visto justo y sin pena alguna la verdad y mejor que
otros después de múltiples y laboriosas observaciones; y si
RR

al contrario se impone la certeza de que todo cuanto digo


es verdadero, a ellos se les excusará de no haber dado su
asentimiento a algo tan extraño. Si vuestra excelencia no
BO

ha visto la carta del señor Apelles, yo podría enviarle una


copia de la que me envió, sobre el tema, el señor Welser.
Mientras tanto le envío algunos dibujos de las manchas
solares hechos diariamente con mucha exactitud en cuanto
al número, dimensión, forma y situación de tales manchas
en el disco solar. Si vuestra excelencia se entretiene con
hombres estudiosos sobre mi teoría, y en particular con los
peripatéticos, puede mostrárselos. Esta novedad parece ser
el último juicio a su filosofía: Suponiendo la mutabilidad
y la generación de la más excelente sustancia del cielo, esta
doctrina introduce además con la corrupción y el cambio, la
esperanza de una regeneración “in melius”.

74
Suficientemente he aburrido a vuestra excelencia
reverendísima, que gracias a su infinita benevolencia me
excuse y me siga prodigando las bondades que se digna
prodigarme. Con mi humilde saludo.
Vuestro devoto y muy obligado servidor:
Galileo Galilei”43.

R
3. La defensa galileana del sistema copernicano
O
Gracias al perfeccionamiento del telescopio y a los
AD
extraordinarios descubrimientos que Galileo realizó con
su Perspicillum: los cuatro satélites de Júpiter (o Astros
Mediceos, como él los bautizara), las machas solares, las
RR

montañas en la Luna, las fases de Venus y Mercurio, una


inmensidad casi infinita de estrellas en la Vía Láctea, más
de cincuenta estrellas en las Pléyades donde a ojo desnudo
BO

sólo podían verse siete, –todos estos descubrimientos


bellamente descritos en Sidereus Nuncius44 obra publicada
en 1610–. Por todo lo anterior señalado, Galileo fue
nombrado catedrático de la Universidad de Pisa sin
obligación de residir allí; se le da además el título de
Primer Filósofo de Toscana y recibe de los Médicis una
pensión vitalicia. Esta seguridad económica lo lleva a
instalarse en Florencia, la más bella de todas las ciudades
de Europa por aquel entonces y que ahora se encuentra
en el apogeo de su gloria y su riqueza artística. Así pues,
la Florencia de Miguel Ángel, Maquiavelo y Dante, será
también la de Galileo. Allí el sabio pasará los 20 años más

75
felices de su vida, sin embargo, estando muy cerca de
Roma, lo estará también de la Inquisición, y con ella de
su futuro calvario.
Sin responsabilidad de dictar cátedra, el sabio puede
ahora dedicar todo su tiempo a la investigación y su fama
se extenderá por todo Europa. En Florencia escribe sus
principales obras: El Saggiatore45, Diálogos sobre los dos
máximos sistemas y los Discursos sobre las dos nuevas ciencias.

R
En la primera parte centraremos nuestra reflexión

O
en torno a un artículo poco conocido de Galileo, sus
“Consideraciones sobre la opinión Copernicana”.46 La
AD
segunda parte estará centrada en los Diálogos sobre los dos
máximos sistemas del mundo: ptolemaico y copernicano. Desde
RR

la fecha de las “Consideraciones” (1615 o 16) hasta su


condenación en 1633, se debatirá Galileo en favor de la
hipótesis copernicana, tratando de aportar pruebas que
BO

hicieran aceptable científicamente la teoría heliocéntrica.

3.1 Las Consideraciones sobre la Opinión


Copernicana
La primera cuestión que Galileo señala con énfasis en
sus “Consideraciones” es la banalidad de la cosmología
tradicional, donde el geocentrismo había encontrado hasta
la fecha un soporte físico incontestable. Ya Copérnico
y Bruno habían puesto en duda esa filosofía, pero sus
argumentos eran fundamentalmente teóricos. ¿Cuáles
eran los puntos principales de la cosmología tradicional
que durante 20 siglos unieron el geocentrismo a la imagen

76
Sistema copernicano
del mundo perfecto y digno de aceptación en razón y en
derecho? Veamos:
La cosmología tradicional partía de la idea de un centro
único del mundo, donde los cuerpos graves encuentran su
lugar natural. Se creía en la existencia de cuerpos ligeros
al lado de los cuerpos graves, y en fin, se afirmaba que
la naturaleza de la Tierra y la de los cuerpos celestes era
diferente47.

R
La segunda cuestión que señalaba Galileo era que los
movimientos que nosotros vemos producirse a nuestro
O
alrededor no serían irremediablemente perturbados e
AD
imposibles de realizar si se le atribuyese a la Tierra un
movimiento de rotación. Galileo expone en la tercera
jornada del Diálogo la idea de que introduciendo las
RR

nociones de conservación del movimiento adquirido y


composición de movimientos se lograba mostrar que
BO

el movimiento no proviene de otra causa exterior. Pero


subsistía todavía otra dificultad: el diámetro aparente
de las estrellas fijas junto a la ausencia de toda paralaje48
lo obligaban a darle dimensiones que desafiaban la
imaginación y extendían casi al infinito los límites del
universo.
Galileo ensaya por todos los medios posibles explicar la
ausencia de paralaje. Utiliza su anteojo astronómico para
descartar aquella objeción, al considerar que anulando el
efecto de irradiación y disminuyendo más de veinte veces
el diámetro aparente de las estrellas fijas, se suprimiría
la necesidad de acortarles dimensiones exorbitantes. Si

77
por ejemplo, se le da a una estrella de sexta magnitud la
dimensión del Sol, se le sitúa, es verdad, a una distancia
bien considerable –dos mil veces el diámetro de la órbita
terrestre, cree Galileo–, pero no infinita, y esto, pensaba,
era suficiente para explicar la ausencia de toda paralaje.
En tercer lugar señalaba Galileo que todas las nuevas
observaciones hechas con su Perspicillium se conformaban
con la teoría de Copérnico y le planteaban problemas

R
a Ptolomeo, por ejemplo: si el copernicanismo era

O
verdadero, se podía esperar que el diámetro aparente de
Marte fuese considerablemente más grande cuando está
AD
en oposición (es decir, cuando está más lejos), que en la
conjunción (es decir, cuando está más cerca); suponiendo
RR

el efecto de la irradiación, su anteojo permitía constatar


que la diferencia era de 1 a 50. Para explicarla, el sistema
tradicional no tenía otro recurso que el de prestar a Marte
BO

un epiciclo casi tan grande como su deferente, lo que era


ilógico a los ojos de Galileo49.
Los enemigos de Galileo entendían muy poco sobre
las explicaciones científicas que el copernicanismo y
el ptolemismo ofrecían acerca de la organización del
universo; para ellos lo más importante era salvar las
Escrituras. Por lo tanto, si Galileo hubiese hablado en
forma meramente hipotética y no categórica, era posible
que las cosas hubieran pasado más tranquilamente. El
científico estaba autorizado a postular una teoría como
hipotética, pero afirmar que su postulación ofrecía una
verdad científica sólo era permitido cuando tal afirmación
no iba en contra de la verdad teológica.

78
Sin embargo, Galileo, cuyo método de análisis y
de investigación era profundamente serio y riguroso,
consideraba que no todas las hipótesis podían ser válidas.
El científico, según Galileo, debía y podía escoger cuando
se encontraba frente a dos teorías opuestas, y esto porque
Galileo creía en una verdad científica, que aunque relativa
e imperfecta, era sin embargo capaz de perfeccionarse. Los
criterios objetivos admitidos de común acuerdo permitían
aceptar la superioridad de una teoría sobre otra.

R
Aceptar la equivalencia de las hipótesis que le proponían
O
Belarmino y Osiander, significaba, en el contexto de la
AD
época, la aceptación del pretendido derecho de la filosofía
natural tradicional a guiar y orientar el análisis científico.
Lo que Duhem reprocha a Galileo, dice Clavelin, es
RR

el hecho de no haber continuado en el bando de los


peripatéticos; sin embargo, es especialmente aquí donde
se manifiesta el valor de la personalidad de Galileo. Con
BO

su apasionada adhesión al copernicanismo, él nos ofrece


toda una concepción nueva de la ciencia, de su unidad
y de su autonomía. Si Galileo escoge el copernicanismo
es porque él encuentra que esa concepción corresponde
a un ideal de inteligibilidad superior al que ofrece el
geocentrismo.
En el escrito ya mencionado, “Consideraciones sobre
la opinión copernicana”, Galileo nos muestra que cuando
se recurre a una teoría es necesario escoger, y que por lo
tanto la equivalencia de las hipótesis está en contradicción
con la ciencia. En efecto, todos los que en aquella época
defendían el heliocentrismo habían estudiado y creído

79
durante mucho tiempo en el sistema geocéntrico, pero
todos lo habían abandonado y no se habían vuelto a
adherir a él, lo cual mostraba, según Galileo, que lo que él
proponía era un cambio radical de sistemas y no un mero
ensayo o un nuevo artificio para salvar los fenómenos.
Así, Galileo señala con énfasis, que la diferencia entre
copernicanos y ptolemaicos no está solamente en el
hecho de que los dos bandos se fundamentasen en teorías

R
científicas orientadas a salvar los fenómenos celestes,

O
sino en que los dos bandos se basaban en teorías que
encarnaban cosmologías diferentes, es decir, entre dos
AD
filosofías naturales inconciliables a causa de la diferencia
de sus primeros principios.
RR

Aclara también la oposición que ofrecen dos


interpretaciones que aspiran juntas a restituir una imagen
real del mundo pero que tienen por base proposiciones
BO

contradictorias: –la Tierra está en movimiento y la


Tierra no está en movimiento–. ¿Cómo es posible,
piensa Galileo, que estas dos hipótesis puedan tener
el mismo valor? No quedaba –pensaba el sabio– otra
vía que escoger una de ellas: o bien seguir dentro de la
cosmología geocéntrica tradicional, o bien aceptar la nueva
cosmología de inspiración copernicana. ¿Pero cómo llegar
a tal escogencia?
A esta pregunta los peripatéticos ofrecían siempre la
misma respuesta: sólo el sistema geocéntrico es posible,
porque sólo él es compatible con la filosofía natural,
sólo él concuerda con el hecho, por ejemplo, de que los

80
cuerpos graves tengan como lugar natural el centro de la
Tierra, sólo él da cuenta de la diferencia de esencia entre
ésta y los cuerpos celestes.
Pero estos argumentos de los peripatéticos han perdido
todo valor para Galileo, ya que sus nuevas observaciones
lo han llevado a confirmar sin ninguna duda posible la
identidad material de la Tierra y del Cielo; y en cuanto
a la idea del lugar natural hacia el cual tienden todos los
cuerpos graves, es suficiente –piensa– el demostrar con

R
Arquímedes que, el orden según el cual los cuerpos se
O
disponen depende exclusivamente de sus respectivos
AD
pesos específicos.
Galileo había descartado todo argumento de esencia, y
la confrontación de las dos cosmologías podía efectuarse
RR

con criterios realmente significativos: por una parte la


capacidad para dar cuenta de los hechos, por otra parte la
BO

racionalidad intrínseca, o mejor, la posibilidad física de la


explicación propuesta.
Naturalmente que los dos sistemas eran capaces de
salvar los fenómenos, pero el sistema de Copérnico se
presentaba más en armonía con la naturaleza y era además
más simple y completo que el de Ptolomeo. Galileo
rechaza enérgicamente la equivalencia de las hipótesis y
ofrece tres aspectos dignos de consideración, pues ellos
son puestos en práctica por la ciencia moderna. Veamos:
1. Los principios y las explicaciones particulares están
en las mismas condiciones, revelan el mismo tipo de

81
inteligibilidad y por lo tanto deben poseer el mismo
grado de certeza.
2. La verdad de los principios entraña la de las
construcciones, e inversamente las dificultades
encontradas para la construcción deben procurar la
transformación de los principios. Al ideal descriptivo
del ptolemismo, Galileo oponía el ideal explicativo del
copernicanismo.

R
3. La explicación científica se refiere a una realidad que

O
no tiene nada de ficción; ella busca explicar los hechos
AD
objetivamente contrastados; tales en este caso, las
sucesivas posiciones de los astros, sus respectivas
distancias y sus dimensiones aparentes.
RR

Elaborando un modelo que integre los hechos o haga


inteligible su reproducción, éste debe poderse materializar
BO

sin caer en absurdos. El modelo de la astronomía


geocéntrica no era materializable, y permanecía por lo
tanto –argumenta el sabio–, como una simple especulación
geométrica.
Es cierto que Galileo a pesar de sus esfuerzos no logra
mostrar claramente la imposibilidad del geocentrismo;
este honor, como tantos otros, será también para Newton.
El hecho de que Galileo no haya aceptado la equivalencia
de las hipótesis se debe a la convicción que él tenía de estar
en la verdad. Galileo subordina su vida a la conciencia que
tiene del sentido de su obra, mostrándose capaz de dar
pruebas, si le daban tiempo para ello.50

82
Ante la conciencia que se ha ido tomando en nuestro
siglo XXI sobre la falibilidad de toda teoría científica,
la actitud de Galileo parece dogmática; sin embargo es
posible también ver en ella, como lo hace Canguilhen,
la conciencia clara del poder de su método; él asumía
en su existencia humana una tarea infinita de medida y
de coordinación de experiencias, que exigían tiempo,
el tiempo de la humanidad como sujeto infinito de
sabiduría. “Nosotros sabemos hoy que esa fecundidad

R
de la física matemática era profundamente justa. La
O
ciencia de la naturaleza es progresiva, ella reúne eso que
Galileo llevó a la dignidad de ciencia: las matemáticas y la
AD
instrumentalización. Ella crea por ruptura sucesiva con el
pasado, y su constante renovación dará nacimiento a un
nuevo espíritu científico”.51
RR

La polémica sobre la no aceptación de la equivalencia


de las hipótesis nos ofrece una característica muy clara
BO

de la epistemología galileana, es la filosofía de un realista,


en oposición a una epistemología de corte puramente
instrumentalista. Como realista Galileo está convencido,
al igual que lo estará más tarde Einstein, de que hay un
mundo objetivo real escondido detrás de los fenómenos,
mundo que podía ser comprendido por la racionalidad
humana, creencia que a los ojos de Einstein ha sido
fundamental para el desarrollo de la ciencia. “La creencia
en un mundo externo, independiente del sujeto que lo
percibe, es la base de la ciencia natural”.52 Mientras que las
concepciones de Bellarmino y Osiander aparecen ya como
tendencias instrumentalistas, donde las teorías científicas

83
no tienen como finalidad explicar los fenómenos sino
facilitar los cálculos y en esta forma salvar las apariencias
de los fenómenos.53 Curiosa actitud en dos filósofos
que, como medievales todavía, no buscaban en la ciencia
el dominio de la naturaleza sino su contemplación,
mientras que podría pensarse que Galileo, creador de
la ciencia moderna, lo que buscaba era el dominio de la
naturaleza. Pero no, Galileo, es un platónico, cree en el

R
valor de las matemáticas para desentrañar los secretos

O
del cosmos54, está convencido de que la ciencia puede
descubrir el maravilloso mecanismo que estructura todos
AD
los fenómenos del universo.
RR

3.2 La Defensa del sistema copernicano en el


Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo55
El Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, fue
BO

publicado en Florencia en 1632, escrito en su lengua


natal, el toscano, lengua que según el decir de los italianos
es la de los poetas, politiqueros y libertinos. Es una de
las obras científicas más célebres en el mundo tanto por
su método de investigación como por su contenido. El
Diálogo, como bien lo señala Alexandre Koyré, se proponía
exponer los dos sistemas rivales, pero no es sólo una obra
de Astronomía. Es ante todo una obra de crítica, polémica
y debate. Es también una obra pedagógica, filosófica y
un valioso libro de historia sobre el pensamiento de su
propio autor56. Pero además es en esta obra donde Galileo
logra plasmar con toda energía su defensa del sistema
copernicano y combatir no sólo la hipótesis geocéntrica,

84
sino fundamentalmente la física aristotélica. Tarea bien
difícil de realizar puesto que para derrumbar la física
aristotélica era necesario crear una nueva física, y éste será
el gran mérito de la síntesis newtoniana.
En 1630 Galileo va a Roma, donde consigue
autorización para publicar su obra. En el prefacio mismo
él explica los motivos por los cuales da a su estudio la
forma dialogada, a saber: el diálogo es el estilo propio de
la literatura; pero además, lo que lo mueve especialmente

R
es su deseo de poder expresar y discutir abiertamente sus
O
ideas, atribuyéndoselas a sus interlocutores que son tres:
AD
Salviati, Sagredo y Simplicio. El Diálogo dura cuatro días
y está dividido en cuatro partes o etapas:
* En la primera etapa se discuten ideas expuestas
RR

por Galileo, especialmente aquellas relacionadas con el


movimiento de los cuerpos celestes y con las características
BO

de la luz solar reflejada por la Luna. El dogma aristotélico


de la inmutabilidad es combatido. Galileo muestra que
éste es incompatible con las observaciones realizadas
sobre las montañas de la Luna, las manchas solares,
las nuevas estrellas y los cometas. La existencia de los
planetas Mediceos y las fases de Venus y Mercurio,
como también las dimensiones del diámetro aparente de
Marte, muestran que la hipótesis de Copérnico sobre el
movimiento diurno de la esfera celeste y el movimiento
de los planetas es mucho más simple que las hipótesis de
Ptolomeo, donde las complicaciones se acumulaban sin
dar resultado positivo.

85
** La segunda etapa o el segundo día comienza con los
argumentos que Salviati expone en contra de las doctrinas
de Aristóteles a saber: que el movimiento diurno es
propio de la Tierra y que éste no es el origen de ningún
cambio entre los cuerpos celestes. La cuestión se anima
al tratar sobre movimiento o no movimiento de la Tierra.
Aquí son evocados los movimientos de los cuerpos y de
los proyectiles. Combinando los movimientos de la caída

R
libre con la rotación terrestre, Galileo pensaba llegar a

O
un movimiento circular uniforme, considerando que la
naturaleza sólo procede con tal movimiento. Mediante
AD
experiencias que muestran la nulidad de todas las pruebas
que tratan de negar el movimiento de la Tierra, se
encuentra explicado el principio de relatividad. El autor
RR

se apoya luego en la oscilación del péndulo y así llega a


hablar de la gravitación universal, de la cual él no conoce
BO

ni su origen ni su esencia.
Esta segunda etapa termina con una discusión en
la cual Galileo defiende las concepciones de Kepler: la
grandeza y la pequeñez de los cuerpos que intervienen en
las determinaciones de los movimientos y llevan consigo
modificaciones, las cuales no entran en juego cuando los
cuerpos están inmóviles; el orden de la naturaleza es tal
que las órbitas menores son descritas en un tiempo más
breve y las más grandes en tiempos más largos.
***En la tercera jornada se discute sobre las nuevas
estrellas y el movimiento anual de ellas. Dialoga además
sobre la distancia a la cual podría estar la estrella observada
en Casiopea (1572) por Tycho Brahe.57 Galileo concluye

86
que ella debería estar muy lejos de la Luna y situarse entre
las más lejanas estrellas fijas. A partir de este argumento
los interlocutores pasan a examinar la teoría comúnmente
admitida según la cual el movimiento anual se debería al
Sol, teoría que niegan Aristarco de Samos y Copérnico,
para trasladar ese movimiento a la Tierra misma.
El sistema de Copérnico puede entonces explicarse
–piensa Galileo–, mostrando que el estudio del
movimiento de los planetas inferiores y superiores

R
aportaba las pruebas en favor de ese sistema y que
O
debíase por lo tanto abandonar el sistema ptolemaico. El
AD
movimiento anual de la Tierra en torno al Sol podía, según
Galileo, por sí solo explicar las grandes irregularidades del
movimiento en la marcha de los cinco planetas. A esto se
RR

podía agregar que el movimiento de las manchas solares


con todas sus particularidades probaba que el globo solar
está más o menos fijo y confirmaban la hipótesis de
BO

Copérnico.
La dimensión del universo, plantea el sabio, es
incomprensible por nuestra inteligencia, y esto muestra
el poder divino; tal incomprensibilidad resulta de la
dificultad que nosotros tenemos para medir las distancias
de las estrellas; si ellas estuvieran muy próximas deberían
presentar desplazamientos, es decir, –paralajes muy
sensibles–.58 Los interlocutores de Galileo terminan la
tercera jornada discutiendo sobre la filosofía magnética, la
composición del globo terrestre y las propiedades de los
imanes.

87
****En la cuarta jornada se discute sobre el flujo
y reflujo del mar, es decir, sobre las mareas, esto claro
está de una manera errónea, pues Galileo las explica
por las diferentes velocidades aceleradas o retardadas de
las diferentes partes del globo terrestre, oponiéndose
así a Kepler, quien fuera el primero en descubrir que el
fenómeno de las mareas se debía atribuir a la “atracción
lunar”. Este error de explicación en Galileo demuestra que

R
o bien él no había leído la obra de Kepler o bien no había

O
creído en su hipótesis; sin embargo será a este último y a
Newton –quien perfeccionará la idea de Kepler– a quienes
AD
la ciencia le dará razón.
El Diálogo sobre los dos grandes sistemas del mundo tiene
RR

una doble finalidad: destruir la antigua ciencia y construir


una nueva. Pero la pregunta que todos los historiadores
se hacen es ¿Por qué Galileo no lo había escrito antes? A
BO

tal pregunta se dan múltiples respuestas. Para algunos,


Galileo tenía miedo de la inquisición; en efecto, cuando
él escribe su primera carta a Kepler comentándole su
inclinación por el sistema Copernicano (1596), Giordano
Bruno estaba en la cárcel, Campanella compuso la Defensa
de Galileo –1616–, encerrado en una cárcel napolitana.
Pero en la época del Diálogo, la situación estaba peor,
puesto que un edicto papal había declarado desde 1623,
que la hipótesis de Copérnico contradecía las Sagradas
Escrituras.
Galileo necesitaba no sólo argumentos convincentes,
sino pruebas objetivas que nada mejor que el telescopio
podía ofrecerle. La nueva estrella observada en 1604

88
dentro de la constelación de Serpentario, más allá de
todos los planetas ¿no desafiaba los cielos inmutables de
Aristóteles? Las manchas solares, el aspecto tenebroso
de la Luna parecido al de la Tierra, el comportamiento
de Venus, el sistema copernicano en miniatura que
representaba Júpiter con sus cuatro lunas, en fin, éstas y
otras pruebas que Galileo podía ofrecer ahora con claridad
de detalle, para que los incrédulos fueran capaces de
comprender o de creer.

R
“¡Oh, Nicolás Copérnico! Grita Sagredo, ¡qué alegría
O
habrías tú experimentado al ver tu sistema confirmado por la
AD
experiencia!”
Sin embargo, con el rudimentario desarrollo de
la ciencia de la época, era casi comprensible que las
RR

experiencias que parecían tan claras a Galileo no hubieran


aportado las suficientes y verdaderas pruebas al sistema
BO

copernicano. Las pruebas capaces de responder a las


exigencias de la ciencia moderna sólo se consiguen más
tarde: cuando la mecánica y la astrofísica dan a conocer
la enorme diferencia entre la masa de la Tierra y la del
Sol;59 Bradley observa la aberración de las estrellas fijas y
Bessel determina en 1837 una paralaje estelar –siguiendo
un método sugerido de antemano por el mismo Galileo-;
y, en fin, cuando Doppler descubra en 1843 el efecto que
lleva su nombre y que también fue previsto por Galileo.
Lo que el telescopio había mostrado a Galileo era ante
todo la falsedad del sistema ptolemaico. Los cinco planetas
hasta la fecha conocidos no giraban alrededor de la Tierra,

89
sino del Sol. Pero que la Luna hiciera lo mismo por ahora
sólo parecía razonable. Lo que se pedía a la teoría de la
época era salvar las apariencias, y la teoría de Ptolomeo las
salvaba maravillosamente.
Para convencer a todos los simplicios de la época,
Galileo, en la persona de Simplicio, humorísticamente
se enfrentaba al obstáculo más grande encontrado por la
teoría copernicana: la autoridad de Aristóteles, detrás de la

R
cual se escondía la autoridad eclesiástica. Los peripatéticos

O
habían llegado hasta a atribuir el telescopio a Aristóteles;
para ridiculizarlos Galileo les decía que “si se podía
AD
encontrar respuesta a todo en los libros de Aristóteles,
sería más sencillo buscar la respuesta a todo en las letras
RR

del alfabeto”. El chiste de Galileo fue invertido 300 años


más tarde por Huxley.60
Según Galileo, la primera virtud del científico es
BO

desconfiar de la imagen ingenua que nos dan los sentidos.


Aristóteles también quería razonar según los hechos;
él creía también que los principios de todas las cosas se
derivaban de la experiencia, pero aceptaba la observación
como un niño, sin desconfianza, tal como ella se
presentaba a primera vista.
Galileo comprende muy bien que la observación bruta
puede conducirnos al error. ¿No había creído él mismo
durante mucho tiempo que el espacio recorrido por un
cuerpo en caída libre era proporcional a la velocidad? Así
pues, la revolución de Galileo está en una nueva manera
de ver, en un cambio de perspectiva, en una nueva

90
lectura de la realidad. Una de las principales conclusiones
abordadas por las nuevas observaciones de Galileo es: no
hay diferencia entre el cielo inmutable e incorruptible
de Aristóteles, lugar ideal de las almas perfectas según el
cristianismo, y la Tierra corrompida, sumida a cambios
de toda especie. Esto, claro está, producía choques muy
fuertes en la ideología de la época.
En el Diálogo Galileo insiste mucho sobre la
incoherencia del pensamiento medieval y aristotélico

R
que divide el mundo en dos zonas diferentes ¿Por qué
O
ese odio a la corrupción? Galileo piensa que quien desea
AD
medirlo todo con nuestra escala no logra sino fantasías, y
que el odio a la muerte hace odiar la fragilidad.
En efecto, para poder poner el Sol en el centro del
RR

sistema y darle movimiento a la Tierra, Galileo se ve


obligado a demoler la oposición tradicional entre la Tierra
BO

imperfecta y el Cielo perfectísimo. Los peripatéticos se


apoyaban especialmente en la “invariabilidad”: el Cielo
es invariable luego es perfecto. Esta idea de Aristóteles
es enunciada en el diálogo por Simplicio, recibiendo
enseguida una elocuente respuesta de Sagredo:
Yo no puedo escuchar sin admiración, y aún más, sin que
mi razón se rebele, que la impasibilidad, la invariabilidad,
la indestructibilidad, etc. que se atribuye a los cuerpos
acabados del universo, sean los atributos de la nobleza
y de la perfección, y que se debe, al contrario, considerar
como símbolo de la máxima imperfección el hecho de ser
alterable, de nacer y de cambiar, etc. En cuanto a mí, yo

91
considero que la Tierra es particularmente noble y digna
de nuestra admiración gracias a todos sus cambios, a todas
sus transformaciones, a todas las generaciones que en ella se
realizan a cada instante.61
El espacio jerarquizado de Aristóteles se convierte en el
peor obstáculo para la creación de la ciencia moderna. La
mecánica terrestre como la mecánica celeste reposan sobre
la posibilidad de encontrar leyes de los movimientos de

R
los cuerpos dentro de un espacio absolutamente neutro

O
y homogéneo. Galileo no sólo termina con la división
del mundo en dos zonas diferentes, sino también con la
AD
idea de un espacio provisto de direcciones diferentes, y
de lugares privilegiados, que tuvieran una significación
RR

cósmica intrínseca.
Él levanta el error epistemológico de Aristóteles que
reinvierte el orden de los conocimientos, dejando entrar
BO

en su teoría nociones generales como alto, bajo, etc.


Estos términos –explica Sagredo–,62  no tienen sentido
sino en un mundo material acabado, puesto que ellos
no lo suponen solamente construido sino habitado por
nosotros. “Aristóteles quiere acomodar la arquitectura al edificio y
no construir el edificio según los preceptos de la arquitectura”.
Kepler también criticaba de manera análoga a
Aristóteles, por haber pensado que los cuerpos celestes
se movían hacia adelante y no hacia atrás. “Antes de haber
cuerpos, dice, no había diferencia en la dirección, no había ni
adelante ni atrás”. Pero tal crítica era ignorada por Galileo,
puesto que no lo había leído o no había valorado sus
afirmaciones.

92
La uniformidad del universo es, en el Diálogo galileano,
la condición para poder defender la causa de Copérnico.
No pudiendo experimentar con la Tierra, sus defensores se
verán obligados a experimentar sobre la Tierra. La defensa
que hace Galileo reposa en efecto sobre su convicción
de que las mismas leyes que rigen el movimiento de los
cuerpos terrestres rigen también el movimiento de los
astros. Esto lo llevará a buscar las pruebas no en el Cielo,
sino en la Tierra.

R
El punto más fuerte del Diálogo es naturalmente
O
el problema del movimiento de la Tierra. Si esta gira,
AD
deberíamos darnos cuenta, pensaban los adversarios
de Copérnico. En efecto, lo que nuestros sentidos, sin
mucho esfuerzo captan, es la aparición diaria del Sol en el
RR

oriente y su ocultamiento vespertino en el poniente, pero


el desplazamiento de la Tierra nos es imperceptible. Para
responder pues a los enemigos de Copérnico, Galileo
BO

debería haber introducido dos grandes principios: el


principio de la relatividad y el principio de la inercia. Con estos
dos principios, dice Einstein, Galileo hubiera creado de
un solo golpe la mecánica.
¿Cómo podían sus adversarios creer que la Tierra tiene
uno o varios movimientos sin que ella pierda en su loca
carrera todo cuanto se encuentra sobre ella? ¿Sin que los
pájaros y las nubes una vez en el aire puedan volverse a
encontrar en el globo? ¿Sin que una piedra tumbada desde
lo alto de una torre caiga no a sus pies sino más lejos?
Pero nada de esto sucede. La Tierra se comporta como un

93
barco anclado en el puerto y no como una embarcación
en movimiento.
Galileo trata de convencer a Simplicio de que él y
los peripatéticos se equivocan, que una piedra tirada
desde la vela de un barco en marcha cae a sus pies como
si éste estuviera en reposo, de lo cual se podía concluir
que la Tierra se mueve sin que nosotros percibamos su
movimiento. El movimiento uniforme de un sistema,

R
afirma Galileo, sea este un barco o la Tierra misma, no

O
influye en nada sobre los acontecimientos que allí se
desarrollan. En esto consiste el principio de relatividad
AD
de la física clásica, pero él implica además el principio de
inercia: “Un cuerpo en movimiento en ausencia de toda fuerza
RR

exterior se desplaza uniformemente y sin fin”. Digámoslo de


una vez, aquellos dos afortunados principios no serán
claramente formulados por Galileo sino por Newton.
BO

Algunos historiadores de la ciencia, entre otros, Alexandre


Koyré, critican a Galileo el haberse quedado sólo en
el umbral de la ley de la inercia. Sin embargo, no se
puede desconocer que para llegar a la formulación de
tales principios fueron necesarias muchas aclaraciones
posteriores y que, aún sin ellos, la obra de Galileo fue
gigantesca. Newton mismo lo dice: “Si yo he podido ver
tan lejos es gracias a los dos gigantes que me llevaron sobre sus
espaldas”. Los dos gigantes a que alude Newton son
Galileo y Kepler.
¿Cuál fue el obstáculo que impidió a Galileo formular
la ley de la inercia? Todos los estudiosos de su obra están
de acuerdo en afirmar que su obstáculo principal fue el

94
mito del movimiento circular, heredado de Platón y,
lo más curioso, también de Aristóteles. Galileo, como
los antiguos, estaba convencido de que el movimiento
circular era el que mejor convenía a los cuerpos celestes.
Para Galileo, por lo tanto, el movimiento inercial no se
efectúa a lo largo de una línea recta que llevaría un cuerpo
abandonado a sí mismo hacia el infinito, sino a lo largo
de una circunferencia. El plano horizontal real, era para él
una superficie esférica.

R
Kepler en su Nueva Astronomía (1609) había expuesto
O
dos de sus famosas leyes sobre la trayectoria elíptica de
AD
los planetas, pero Galileo, como hemos dicho, ignoraba
la teoría Kepleriana –que le hubiera sido tan útil–. Galileo
se queda en el plano de la inercia circular, y no se expresa
RR

tampoco abiertamente sobre la finitud o infinitud del


universo. Pero tampoco cree como Kepler que el mundo
necesite una túnica para que el calor del Sol no se pierda
BO

en el vacío.63
En cuanto al problema del movimiento circular, no
todos los críticos juzgan con severidad a Galileo. Emilie
Namer,64 quien consagrará toda su vida al estudio de la
filosofía italiana y en especial a la obra de Galileo, nos
dice con gran autoridad que la timidez del sabio es un
testimonio más en su favor, pues ella nos deja ver un
espíritu ávido de verdad que no quiere afirmar nada
antes de haber observado, verificado y ensayado todas
las posibles soluciones. Y en todo caso, la inercia circular
de Galileo, como lo reconocen algunos historiadores
y científicos hoy, concuerda mejor con el espacio curvo

95
de Einstein que con el espacio absoluto de Newton. El
principio de relatividad de Galileo representa el primer
jalón sobre un camino largo de investigación física y que
será en nuestro siglo veinte retomado ampliamente por
Albert Einstein.65
¿No es curioso acaso el hecho de que la teoría de la
relatividad nació de la necesidad de sacrificar un principio
descubierto por Galileo, el principio de la composición

R
de velocidades, sobre otro principio descubierto también

O
por él, el principio de relatividad, incompatible con el
primero?
AD
Hasta 1980 se pensaba que su gran pecado frente a la
autoridad eclesiástica era el de haber tratado de mostrar
RR

que si había un centro del universo en torno del cual


todo giraba, éste no era la Tierra sino el Sol. Galileo, al
igual que Giordano Bruno, no creyó jamás en un centro
BO

inmóvil del universo que sirviera de centro relacional


de todos los otros movimientos. El consideraba que el
universo en suma no tiene ningún centro. Puede haber
mil movimientos circulares y por lo tanto mil centros. En
los últimos años, nuevas investigaciones han planteado
nuevas hipótesis, donde Galileo aparece no sólo como
el defensor de la teoría heliocéntrica sino también del
atomismo, teoría ésta considerada en la época aún más
peligrosa para el dogma católico que la misma teoría
copernicana.66
Pero volvamos a su física. Para Galileo el espacio
es completamente homogéneo. Esta opinión le valdrá
los elogios de Einstein, quien muestra la analogía que

96
existe entre el rechazo de la hipótesis de un centro del
universo para explicar la caída de los cuerpos y su propio
rechazo de la hipótesis de un sistema inercial para explicar
el comportamiento inercial de la materia, base de la
relatividad generalizada.
Según Einstein,67 Galileo afirma claramente en su
Diálogo que debe haber una especie de interacción,
una tendencia de la materia formando una estrella, a
aglutinarse; esta tendencia sería la responsable de la caída

R
libre y de la forma esférica de los astros. Así pues, Einstein
O
mismo considera que Galileo estuvo a las puertas de
AD
la gravitación universal y en el umbral del principio de
inercia. Comentando el mismo problema dice Whitehead:
“Galileo se quema pero no llega”.
RR

De todos modos, algo debería quedar para sus


sucesores, y será Newton quien, después de mucho leer
BO

y releer el Diálogo y de hacer él mismo las experiencias,


pondrá las tres palabras que faltaron a Galileo: “todo cuerpo
materia”, pues si la Tierra atrae la manzana, ésta a su vez
atrae la Tierra, porque todo cuerpo atrae otros cuerpos y
es gracias a esta atracción que los planetas se mantienen en
sus órbitas.

4. Proceso y condenación de Galileo.


El proceso y condenación de Galileo, tema del que nos
ocuparemos ahora, tiene una larga historia.68 Ya desde
1611 Galileo estaba tratando de convencer a las altas
autoridades científicas y eclesiásticas de la época sobre la

97
verdad de la teoría copernicana; en el jardín Quirinal había
mostrado a numerosos hombres de Estado y de Iglesia
todos los nuevos espectáculos del cielo, especialmente
el de las manchas solares. Gracias a sus demostraciones
obtiene incluso el honor de ser inscrito en la célebre
Academia de los Linces, fundada por Federico Cesi,
marqués de Monticelli. Pero no consigue mucho en
favor de sus tesis, pues aunque los matemáticos del Sacro

R
Colegio Romano reconocieran la exactitud de ellas, no

O
aceptaban sin embargo su interpretación. Para ellos “Dios,
en su infinito poder, puede haber escogido para cada fenómeno
AD
natural una vía diferente de aquella que a nosotros nos parece ser
la mejor. Muchos hechos se presentan en favor del movimiento de
la Tierra en torno al Sol, pero es también posible que esos efectos se
RR

obtengan haciendo girar el Sol y dejando inmóvil la Tierra”, dice


el Sacro Colegio.
BO

Desde noviembre de 1612 la tranquilidad de Galileo


se ve perturbada. Primero con la carta enviada el seis
de noviembre por el padre dominicano Nicoló Lorini,
quién amigablemente explica a Galileo que, a sus ojos,
la teoría del movimiento de la Tierra no concordaba con
las Escrituras. Y en diciembre del mismo año el pintor
Cigoli -Ludovico Cardi- escribe desde Roma a Galileo
informándole sobre los rumores que corrían allí contra él.
En noviembre de 1613 Benedetto Castelli comunica
a Galileo los hechos por demás sintomáticos: Monseñor
Arturo de Elci, de la universidad, le ha recomendado
no tocar en sus cursos ni comprometerse en la opinión
relativa al movimiento de la Tierra. Castelli dice a Galileo

98
que él había respondido a Monseñor más o menos en los
siguientes términos: “Lo que recibo de usted como una
orden me fue dado como consejo por el señor Galileo,
quién en 24 años de enseñanza no ha tratado jamás
tal sujeto”. En realidad Castelli, quizá por defender a
Galileo, estaba exagerando, pues la verdad era que su
amigo había escrito en muchas ocasiones sobre la teoría
que suponía el movimiento de la Tierra, aunque no
teniendo a la mano verificaciones experimentales no había

R
realmente sostenido y defendido públicamente tal teoría
O
como verdadera. Castelli comunica también a Galileo las
impresiones de sus altezas y de Cristina de Lorena que
AD
se encontraba en Pisa. La carta de Castelli dice entre otras
cosas lo siguiente:
RR

“El jueves por la mañana, invitado a la mesa de sus


altezas, fui interrogado por el gran Duque sobre la
marcha de la Universidad; delante del informe que
BO

le di se notó satisfecho. Enseguida me preguntó si


yo tenía un telescopio, a lo cual respondí que no.
Madame serenísima quiso saber mi opinión sobre
la existencia de los planetas Mediceos, a lo cual yo
respondí que eran verdaderos y no meras trampas
del telescopio. En fin, Castelli expone a Galileo sus
discusiones sobre algunos pasajes de la escritura que
según sus altezas contradicen el movimiento de la
Tierra, a lo cual él les había respondido que jamás la
Santa Escritura puede contradecirse ni mentir”.
La comunicación de Castelli da oportunidad a Galileo
para redactar una de sus famosas y extensas cartas, que

99
nosotros hemos traducido en su totalidad porque el estilo
de galileo es muy interesante para entender la magnitud
de la tragedia de su condenación69.
Galileo no sólo era un gran científico sino también
un gran creyente. Él consideraba que a través de sus
trabajos científicos se exaltaba la belleza y la armonía del
universo; universo que a sus ojos era una perfecta obra
de Dios. Pero Galileo quiere llevar a cabo una tarea muy

R
arriesgada y peligrosa, quiere liberar a la ciencia de las

O
ataduras de la teología, para lo cual es necesario delimitar
los campos propios de cada una de ellas. Los ataques que
AD
le dirigen sus adversarios no están motivados por razones
científicas, como hubiera sido su deseo, sino por motivos
RR

teológicos; ellos van contra la autonomía de la ciencia que


él tanto quiere defender. Galileo quiere ser útil a la ciencia
y también a la Iglesia, por ello entra en varias ocasiones a
BO

considerar las relaciones entre ciencia y teología y adelanta


debates que en su época era muy arriesgado sostener.
El sabio y revolucionario se está metiendo en un crudo
debate, cual es el de tratar de poner en concordancia la
verdad de la ciencia y la verdad de la Santa Escritura.
Muchos textos muestran que Galileo no se hubiera
metido en tales cuestiones si no hubiera tenido el apoyo de
los Médicis. En efecto, éstos, después de una larga charla
con el físico Toscano Boscaglia, se resuelven a tomar
partido en el debate reconociendo no sólo la validez de las
observaciones de Galileo gracias a sus lentes astronómicas
(a su rudimentario telescopio), sino también el considerar
además como plausible y tolerable la interpretación de los

100
textos sagrados más en favor del sistema copernicano que
del aristotélico, según el sentido de la carta de Galileo a
Benedetto.
Sin embargo, es bien claro que lo que pretende Galileo
es marcar una neta posición sobre las relaciones entre la
verdad científica y la verdad religiosa. Aquí él denuncia
por primera vez lo inoportuno que es referirse a textos
sagrados tratándose de cuestiones científicas. Si es cierto
que las Escrituras no pueden mentir ni equivocarse,

R
es cierto también que su misión no es la de instruir a
O
los hombres sobre el movimiento de los astros ni sobre
AD
la constitución del universo. El mensaje Divino debe
ser comprendido por todos, y por lo tanto se vale de
imágenes donde la interpretación textual podría llevar
RR

incluso a blasfemias. Pero la Escritura no puede servir de


fundamento a esa forma superior de conocimiento de la
naturaleza que es la ciencia, la cual debe gozar de perfecta
BO

autonomía y libertad. Esta es una de las primeras veces


en donde se ve al sabio debatiéndose por la libertad en la
investigación científica.
Según Galileo, siendo inconcebible que dos verdades
distintas puedan subsistir, la verdad es una, pero ella se
explica en términos diferentes según los casos: la Biblia,
teniendo como tarea guiar con su sabia palabra las
multitudes groseras e indisciplinadas hacia la santidad;
mientras que la ciencia será la encargada de interpretar
la naturaleza, descubriendo las leyes eternas del mundo
creado por la omnipotencia y perfección divinas. La Carta
a Castelli es un manifiesto prudente pero efectivo, donde

101
se muestra que él se está realmente preparando para el
gran debate; tratando de conservar intacto el dominio de
la fe y sin reducir el campo de lo sobrenatural, no acepta
sin embargo el subordinar la filosofía y la ciencia a las
enseñanzas de la Teología, tanto más que muchos teólogos
de la época le inspiran poca confianza. Además, según él,
los descubrimientos científicos sirven para enriquecer los
textos sagrados, que incluso le dan un criterio de verdad.

R
Según la carta, el pasaje de Josué concuerda mejor con la

O
teoría copernicana que con la de Aristóteles.
Pero los teólogos de entonces no estaban preparados
AD
para aceptar semejantes ideas. Para la mayoría de ellos
la Escritura proponía una verdad literal, mientras que la
RR

ciencia sólo presentaba ingenuas construcciones capaces


de salvar los fenómenos. Además el Concilio de Trento
(1545-1563) había prohibido la libre interpretación de
BO

las Escrituras, para combatir los excesos de la reforma


protestante.
El debate que plantea Galileo va más allá de las
querellas de la escuela, puesto que cuestionaba el status
mismo del saber. Poco a poco, en Roma especialmente,
la situación comienza a empeorarse y los cardenales
a preocuparse. El más preocupado y desconfiado de
todos es el Cardenal Roberto Belarmino –superior de
los Jesuitas–. Es bajo su presencia que el cinco de mayo
de 1616 el Santo Oficio, declara filosóficamente falsa,
absurda y formalmente herética la proposición que
afirmaba que el Sol era el centro del mundo y que no

102
tenía movimiento local.70 Muchas discusiones y debates
había sostenido la Iglesia hasta la fecha, pero nadie había
pensado en condenar a Copérnico. Ahora sus obras serán
arrojadas al índice, y el Cardenal Belarmino se hace
cargo de amonestar personalmente a Galileo y de hacerlo
renunciar a sus teorías. Galileo acepta los consejos del
Cardenal, librándose así de ir a la prisión.
Las cosas –podríamos decir–, pasan tranquilamente.
Galileo regresa en julio a Florencia después de haberse

R
reunido el 11 de marzo con el Papa Pablo V. Este mismo
O
mes se publicará sin nombre del autor un artículo
AD
titulado «De situ et quiete terrae contra Copernic systema
disputatio», del Padre F. Ingoli.
Entre 1616 y 1617 las dos hijas de Galileo, Virginia
RR

y Libia, entrarán al convento, una bajo el nombre de


Arcángela, el veintiocho de octubre de 1617–, y otra bajo
BO

el nombre de María Celeste –cuatro de octubre de 1616–.


Galileo ha sido criticado por este hecho, pero parece que
en la época no le quedaba otra salida.71 El año 1617 lo
pasará Galileo experimentando, el celatone, instrumento
inventado para determinar la longitud a partir de un navío
en movimiento. En 1618 hará un peregrinaje por Loreto,
pero en este mismo año el inquieto Galileo comienza de
nuevo a meterse en líos con sus discusiones astronómicas.
La ocasión será dada por el Padre Grassi quien publica
en Roma, De tribus cometis anni MDCXVIII disputatio
astronomica, que salió a la luz pública en noviembre, sin
nombre del autor.72

103
Los acontecimientos se suceden uno tras otro.
En octubre de 1618 el Padre Grassi publicará bajo el
seudónimo de L. Sarvi La livra astronomica ac philosophica.
En 1620 el Cardenal Maffeo Barberini envía a Galileo el
poema Adulatio Perniciosa, que el había compuesto en su
honor. El mismo año Ellie Diodati, quien había ido a
Florencia con el fin de visitar a Galileo, traerá a París una
copia de la carta a la Gran Duquesa Cristina de Lorena,

R
escrita por Galileo en 1615. Esta carta constituye uno

O
de los mejores documentos no sólo para la historia del
pensamiento de Galileo, sino también para la historia
AD
de las controversias religiosas suscitadas por el sistema
copernicano. La carta nos ofrece también una visión sobre
los puntos de vista de Galileo en relación no sólo con la
RR

Escritura y las nuevas observaciones astronómicas, sino


sobre las relaciones entre la ciencia y la Sagrada Escritura.73
BO

En 1622 se publica La Apología pro Galileo, redactada


brillantemente por Campanella en 1616 durante su
permanencia en la cárcel. Y en fin, en 1623 el Cardenal
Maffeo Barberini amigo de las artes y de las letras, y
admirador de Galileo, es elegido Papa y toma el nombre
de Urbano VIII; Galileo, aprovechando la confianza que
el Cardenal siempre la había manifestado, va a Roma,
felicita al Papa y le pide revocar o atenuar, al menos, la
condenación del sistema copernicano. Pero nada consigue,
sin embargo, algunas frases del Papa le hacen comprender
que la Iglesia no había condenado la teoría copernicana
por herética, sino por temeraria; en Galileo nace de nuevo
la esperanza y se dedica a trabajar con más empeño.

104
Es quizá para ganarse la comprensión del Papa que le
dedica Il Sagiatore74. Obra escrita en lengua latina, donde
no emplea la forma dialogada, y en la cual se pueden
encontrar los fundamentos más claros de la epistemología
o filosofía de la ciencia galileana. Los amigos la acogen
con entusiasmo, pero ella despierta también una nube
de ataques por parte de sus enemigos. Galileo se decide
pues a preparar su Diálogo sobre los dos máximos sistemas del
mundo, obra con la cual esperaba callar a todos los espíritus

R
y responder a todos los que en una u otra forma le estaban
O
atacando. A principios de 1630 tiene ya listo el Diálogo y se
decide a presentarlo a los censores, quienes le hacen saber
AD
que el Papa autoriza la publicación siempre y cuando la
teoría copernicana sea presentada como una hipótesis y
no como una verdad científica.
RR

Además el Papa le sugiere quitar del Diálogo la


referencia a las mareas. En efecto, Galileo creía que las
BO

mareas se debían al movimiento de la Tierra, y por lo


tanto ellas le quitaban todo carácter convencional a la
teoría de Copérnico. Pero Galileo estaba completamente
equivocado, siendo Kepler quien tenía en este asunto la
razón, lastimosamente Galileo no lo había leído. Debido
a su error sobre las mareas, Galileo había pensado titular
su libro Del Flusso e Riflusso (del flujo y reflujo). El Papa
Urbano VIII, quien parece compartía la misma teoría
errónea que Galileo en relación con las mareas, exige que
se cambie el título y que además se anote en el libro alguna
conclusión sobre la omnipotencia divina, pues Dios había
podido crear un mundo inconcebible para el hombre; esta

105
conclusión se uniría con la idea de que las afirmaciones
humanas son meras hipótesis pragmáticas que no deben
aspirar jamás al título de verdades científicas. Así pues,
Galileo debía corregir ciertas palabras, para que a lo
largo del diálogo se viera que la teoría copernicana era
meramente hipotética.
Entonces Galileo cambia el título del Diálogo, corrige a
su manera todo cuanto cree necesario de acuerdo con los

R
consejos del Papa y, al fin, la obra aparece a la luz pública en

O
febrero de 1632 en Florencia, con el imprimátur del Sacro
Colegio y de la Inquisición de esta ciudad. Enseguida cada
AD
grupo reconocerá su parte: los admiradores de Aristóteles
lo desaprueban antes de leerlo, los copernicanos se
RR

desbordan en elogios. Campanella quien acaba de salir


de la cárcel donde había estado encerrado varios años,
escribe a Galileo en los siguientes términos: «Esta nueva
BO

verdad sobre las nuevas estrellas y los nuevos mundos es


realmente el comienzo de una nueva era». Pero el delicado
elogio de Campanella no logra cambiar el curso de los
acontecimientos. Seis meses más tarde la difusión del
libro es prohibida y el sabio recibe la orden de presentarse
en Roma.
Nuestro sabio y revolucionario es ya un anciano de
setenta años, fatigado y cansado por una labor tenaz e
infatigable, casi ciego, pues sus observaciones han afectado
gravemente su vista. Por motivos de salud sólo podrá
presentarse en febrero de 1634, y hasta el doce de abril
del mismo año comenzará a ser interrogado por el Santo
Oficio. Empieza ahora el verdadero proceso de Galileo,

106
proceso que fuera calificado por Arturo Koestler como “el
más grande escándalo del cristianismo”.75
El 17 de abril tres teólogos del Santo Oficio afirman
que en el Diálogo Galileo ha desobedecido a la orden
recibida en 1616. El veintisiete de abril el comisario del
Santo Oficio dialoga directamente con Galileo. Del 30 de
abril al diez de mayo se realizarán nuevos interrogatorios
delante del tribunal y, en fin, el 21 de junio bajo la orden
del Papa es de nuevo interrogado Galileo, pero ahora con

R
la amenaza de severas torturas. ¡Qué días interminables
O
pasará el pobre anciano, yendo de salón en salón, qué
AD
humillación más grande para un hombre que había
consagrado toda su vida a severas investigaciones, verse
ahora obligado a responder a futiles preguntas dirigidas
RR

por personas que, si merecían todo su respeto, no eran a


sus ojos competentes en la materia!
BO

Hoy, cuando leemos todos aquellos interminables


debates, parece casi increíble, y lo menos que provoca
es reír; pero en aquella época las cosas eran muy serias:
la Inquisición no era un tribunal ordinario, las víctimas
habían sido ya muchas, para que el pobre anciano pudiera
sentirse libre de una muerte atroz y de una condenación
perpetua, o de morir en la hoguera como le había sucedido
en 1600 a Giordano Bruno.
Al fin, el 22 de junio se da por terminado el vergonzoso
proceso. Galileo es conducido a la gran sala del convento
dominicano de Santa María Sopra de Minerva y allí se le
dará lectura a la sentencia que prohibe el Diálogo y condena

107
a Galileo a la cárcel. El tribunal del Santo Oficio había
preparado de antemano una fórmula de abjuración que
obligó a pronunciar a Galileo. El texto de la condenación
decía así:
“Nosotros pronunciamos, juramos y declaramos que tú,
Galileo, te has hecho sospechoso de herejía por haber creído
y sostenido una doctrina falsa y contraria a las Sagradas
Escrituras, a saber, que el Sol es el centro del universo, que él

R
no se mueve de oriente a occidente y que la Tierra se mueve

O
y no es el centro del mundo”.
AD
Galileo debía responder con la siguiente abjuración
preparada por el Santo Oficio:
“Yo, Galileo, a los setenta años de edad, constituido
RR

personalmente en justicia y teniendo frente a mis ojos los


Santos Evangelios que yo toco con mis propias manos, con
BO

corazón y fe sincera abjuro, maldigo y detesto el error, la


herejía del movimiento de la Tierra.76
El texto de la sentencia y de la abjuración fue publicado
el 2 de julio en Roma y leídos por el inquisidor a los
filósofos y matemáticos el doce de agosto en Florencia.
Los mismos textos fueron publicados a mediados de
septiembre en Bélgica, y así la noticia de la condenación
se extendió por toda Europa. En Francia no fueron
publicados los textos, pero Descartes quien ya tenía
terminado su Tratado sobre el mundo, según sus biógrafos, lo
guardó en el más escondido rincón de sus armarios y sólo
vio la luz pública varios años después de su muerte.

108
¿Por qué realmente fue condenado Galileo?
Según le Dictionnaire de thèologie catholique de Vacan,
Mangenot y Amann (publicado en fascículos entre 1899
y 1950), la condenación atacaba su obra y su persona.
Galileo había sido condenado por desobediencia y por
haber creído a una doctrina falsa y contraria a la Biblia.
Son muchísimas las investigaciones que se han hecho
sobre este tema. Las más interesantes se han desarrollado

R
en los últimos años, es decir después de 1983, cuando el
vaticano permitió entrar a los archivos de la Inquisición
O
y lograr así un trabajo centrado en las fuentes.
AD
Mencionaremos dos de las investigaciones recientes que
sobre este asunto consideramos más importantes.
La primera es el libro de Pietro Redondi, Galileo
RR

herético77. En esta apasionante obra de casi 500 páginas,


Redondi trabaja más en torno a la teoría de la materia
BO

que sobre la teoría astronómica defendida por Galileo.


Apoyado en un documento de 1624, descubierto en los
archivos del Santo Oficio, sostiene que la condenación
de Galileo no se debió tanto a la defensa del sistema
copernicano, como se venía diciendo hasta la fecha,
sino fundamentalmente al hecho de que Galileo habría
defendido también la teoría atomista de Demócrito,
la cual, según los teólogos jesuitas, quienes siendo
–vanguardias de la Contrarreforma–, consideraban que
dicha teoría socavaba el dogma tridentino de la Eucaristía.
Otra investigación muy importante es la realizada por
Francisco Bareta,78 quien demostró la dificultad de lograr

109
claridad sobre tan penoso asunto, debido a que muchos
documentos han desaparecido de los archivos, incluso el
texto mismo de la condenación.
Sepamos o no con claridad cuáles fueron los motivos
que llevaron a la condenación de Galileo, lo que sí
podemos afirmar es que la teoría copernicana sostenida por
Galileo ofrecía en aquella época una revolución terrible,
pues la cosmología toca al hombre más directamente que

R
las matemáticas. Los hombres de su época se dieron muy

O
pronto cuenta de que no se trataba de una simple hipótesis
de un sabio destinada a salvar las apariencias, sino de una
AD
realidad diferente. El hombre comenzó a sentirse perdido
en aquel universo sin límites y con diferentes centros.
RR

Numerosos filósofos y científicos admiten que el


siglo XVII sufrió y realizó una revolución espiritual
muy radical, de la que la ciencia moderna es su raíz
BO

y su fruto. Pero son los historiadores de la ciencia:


Whitehead,79, E. A. Burtt,80 Arthur O. Lovenjoy,81 y
Alexandre Koyré,82  quienes más han insistido en ello.
Uno de los más bellos trabajos de Koyré, Del mundo
cerrado al universo infinito, está especialmente consagrado a
desarrollar y mostrarnos en sus grandes líneas los aspectos
más sobresalientes de esta revolución. Hoy la idea de un
universo infinito más que asustarnos nos produce alegría
por la posibilidad de que no estemos solos en el universo,
como bellamente lo expresara ya en el siglo XVII Kepler,
al considerar que era imposible que hubiera cuatro
Lunas alrededor de Júpiter, y no hubiera en aquel planeta
personas capaces de maravillarse ante tal espectáculo; pero

110
los contemporáneos de Galileo no eran tan abiertos como
Kepler. El cambio de roles entre la Tierra y el Cielo los
asustaba, porque entre otras cosas, los obligaba a cambiar
sus concepciones frente al cosmos, y frente a la posición
misma del hombre en el universo. Cosmos que empezaba
a vislumbrase con dimensiones cuasi infinitas.
Para un cristiano la tesis de Galileo planteaba problemas
quizá más agudos que las tonterías teológicas en torno al
famoso Sol de Josué. La Tierra ocupa para los cristianos

R
un puesto único entre todos los planetas; siendo un lugar
O
de corrupción, ella ha sido sin embargo el lugar también
AD
de la redención en tanto que único lugar habitado por el
hombre, la criatura predilecta del creador. Ahora parecía
que el hombre, es decir, la obra maestra de la creación, no
RR

tenía un cuadro espacial particular que diera testimonio de


la intervención de Dios para redimirlo. No había ninguna
identificación entre el fin y el lugar.
BO

El drama de la redención era más importante para


los cristianos que el drama de la naturaleza. Además,
en aquella época la Iglesia estaba empeñada en la lucha
contra el protestantismo, lucha en la cual el más acalorado
era el Cardenal Belarmino, superior de los Jesuitas. Sin
embargo son los protestantes, los que se muestran más
en desacuerdo con Galileo. Lutero había escrito en sus
“Charlas de sobremesa”: “Ese loco de Copérnico quiere
poner al revés todo el arte de la astronomía; sin embargo,
como lo dice la Escritura Santa, Josué pide al Sol que se
pare y no a la Tierra”. El célebre versículo del Libro de
Josué (10, 12-13) era el tema preferido de los adversarios

111
de Galileo, a pesar de las claras explicaciones que él les
había dado en la carta a Benedetto Castelli y a Cristina de
Lorena.
La incomprensión de que fue víctima Galileo se deja
sentir todavía en algunos escritos contemporáneos de
orientación marxista. Así por ejemplo, A. Crowther
reprocha a Galileo el haber tenido el sentido del deber
familiar y no el sentido del deber político, dando a

R
entender que sus adversarios tenían más sentido político

O
que él. Crowther le reprocha también el no haber
buscado la clase progresista. Sobre este punto particular,
AD
Vilma Fritsch nos cita un largo pasaje donde Crowther,
criticando a Galileo, ofrece una concepción bastante
RR

curiosa sobre la autoridad y la libertad frente a la ciencia.


“La autoridad es benéfica para la ciencia cuando
aquella protege la clase dominante. La libertad
BO

es perjudicial para la ciencia cuando ayuda a los


elementos reaccionarios a aumentar su poder, y
la autoridad es perjudicial para la ciencia cuando
preserva el poder de una clase decadente. La
definición de una clase progresista depende del
análisis y del juicio político. Si el científico desea
disfrutar de su libertad, él debe ser capaz de escoger
el campo progresista. Por esta razón el científico
debe estudiar la política. La condena de Galileo es
un ejemplo clásico de lo que sucede cuando un
científico ignora la política, porque su conflicto
con la Iglesia fue un asunto esencialmente político.
El se creía suficientemente capaz de actuar por

112
persuasión intelectual y protegerse así de las fuerzas
progresistas, que no luchan solamente sino que
discuten en caso de ser necesario”.83
Pero aunque aceptemos que la condenación de
Galileo fuera en parte un asunto político debido, como
consideran algunos historiadores, a la pugna que existía
entre los Dominicanos y los Jesuitas, dos comunidades
religiosas que se disputaban no sólo el poder espiritual,
sino el poder intelectual y el poder político, no se puede

R
tampoco desconocer que la teoría de Galileo suscitó sobre
O
todo un conflicto religioso.
AD
Si fuese verdad que la palabra «herético» no figuraba en
el texto de la condenación, es también cierto que la teoría
de Galileo expuesta en el Diálogo era considerada herética
RR

desde 1616. Además, el Dictionnaire de théologie catolique


dice que es herética toda doctrina falsa y contraria a las
BO

escrituras.
Hoy día muchos estudiosos de Galileo, y especialmente
los historiadores de la Ciencia y los epistemólogos, se
esfuerzan por comprender si Galileo tenía o no pruebas
suficientemente verdaderas para sostener su tesis. Esto,
no hay duda, es hoy bastante útil. Pero en la época de
Galileo y para las autoridades que lo condenaron no había
“verdad científica objetiva” en el sentido moderno. Para
ellas las constataciones del sabio eran verdaderas si ella –la
Iglesia– las reconocía como tales. En la época de Galileo la
Iglesia tenía el privilegio de decir qué era verdadero y qué
era falso en todas las ramas del saber, aún en las ciencias
naturales.

113
Algunos filósofos y positivistas extremistas tratan
de valorizar las teorías de Belarmino y de Osiander.
Estos pretenden que todas las hipótesis científicas son
válidas, que las hipótesis son sólo lenguajes diferentes,
ni verdaderos, ni falsos. Las hipótesis, dicen aquellos,
pueden ser otra cosa, pues no hay experiencias cruciales
para eliminarlas. En Europa uno de los más conocidos es
el francés Pierre Duhem, quien en su libro Ensayo sobre la

R
noción de teoría física de Platón a Galileo llega a la siguiente

O
conclusión: “Nosotros creemos hoy, con Osiander y
Belarmino, que las hipótesis de la física no son sino
AD
artificios matemáticos para salvar los fenómenos; pero
gracias a Kepler y a Galileo, nosotros deseamos que las
hipótesis científicas salven el conjunto de los fenómenos
RR

del universo inanimado”.84


Los contradictores de Duhem afirman que nada podría
BO

identificar la escolástica con la ciencia moderna, y que


la gloria de Kepler y de Galileo está justamente en la
superación de la metafísica aristotélica y en la organización
de una ciencia física que no esté solamente fundamentada
en el “Principio de identidad”, sino sobre un principio
más vasto, reduciéndose al principio de identidad cuando
se hace abstracción de la fuerza y se consideran las figuras
geométricas en lugar de los cuerpos físicos.85
Duhem piensa que si el objeto de las teorías físicas es
la explicación de las leyes experimentales, la física teórica
no puede ser autónoma, sino que debe subordinarse a
la metafísica. La autonomía de la ciencia se obtendría
rechazándole el carácter de conocimiento y reduciéndola

114
a la mera clasificación. Duhem ha recibido severas críticas,
entre otros de Abel Rey,86 quien, proponiéndose definir la
teoría científica de Duhem, encuentra que en su tendencia
hacia una concepción cualitativa del universo material,
en su desconfianza en la posible explicación completa
de éste por sí mismo, como lo deseaba el mecanicismo,
en sus repugnancias más afirmadas que reales hacia
el escepticismo científico integral, lo que manifiesta y
expone Duhem es simplemente “la filosofía científica de

R
un creyente”, es esto, dice, lo que salta a la vista.
O
A las críticas de Rey responde Duhem que no sería
AD
razonable trabajar por el progreso de la teoría física si
esta no fuese el reflejo siempre más neto y preciso de
una metafísica; la creencia de un orden trascendental con
RR

relación a la física es –según Duhem–, la única razón para


la existencia de una teoría física.
BO

Galileo, como muchos científicos modernos, estaba


convencido de que era porque la naturaleza estaba
ordenada, porque era la obra de un ser inteligentísimo,
que el hombre podía, gracias a su capacidad intelectual,
aspirar a comprenderla, aspirar a descubrir sus leyes y
entender el mecanismo maravilloso de su organización.
Después de su condenación Galileo se dedica, en
compañía de sus dos más fieles discípulos –Viviane y
Torrichelli– a redactar su obra magistral: Los Discursos
y demostraciones matemáticas sobre las dos nuevas ciencias,
relacionadas con la mecánica y el movimiento local, publicada
en 1638 en Holanda, obra que ha sido considerada como

115
su testamento espiritual, y con la cual se dio, según
Clavelin, el golpe final a la física aristotélica, y nace la
mecánica moderna que será desarrollada rápidamente
por Descartes, Huygenes, Newton y Leibniz. La obra
reúne todos sus descubrimientos en el dominio de la
mecánica, e introduce una profunda reflexión sobre el
trabajo del físico. A pesar de su ceguera sigue escribiendo
y polemizando hasta los últimos días de su vida.

R
Galileo muere el 8 de enero de 1642, a los setenta y

O
siete años de edad en su villa de Arcetri, el mismo año
que naciera en la Villa de Woolsthorpe, en Inglaterra,
AD
Isaac Newton, el más inteligente y fiel continuador de su
obra ¡Hermosa coincidencia! La Academia de Linceo de
RR

Etrurie le dedica, según dice Mersenne en su Homenaje a


Galileo, el siguiente memorial:
BO

“A Galileo Galilei, florentino.


Filósofo y verdadero lince de la geometría,
inagotable fabricante de instrumentos y de admirables
descubrimientos”.

Galileo es hoy ante todo un símbolo: el del pensamiento


científico moderno, según el cual, la ciencia no puede
llegar a la verdad absoluta, pero debe buscar, gracias a la
observación, a la experimentación –responsable, atenta y
metódica–, al análisis crítico, y a la búsqueda paciente de
la verdad, a eliminar, en cuanto sea posible, los errores.

116
5. Galileo y el espíritu científico moderno.
Galileo es el primero y verdadero iniciador del espíritu
científico moderno.87 Otros ven en él a un representante
del empirismo y del positivismo.88 Sin embargo,
profundizando un poco en el ideal galileano de crear
una filosofía matemática de la naturaleza, se reconoce
que su actividad intelectual frente al universo es menos
empirista y menos positivista de lo que habían pensado los
exponentes más acalorados de aquellas doctrinas. Así por

R
ejemplo, Alexandre Koyré89 consagra numerosos estudios
O
a Galileo, en donde trata de minimizar la importancia
AD
que éste le da a la experiencia, sobre todo en su práctica
efectiva y en su construcción de la ciencia.
Desanti90, otro estudioso de Galileo, dice en su artículo
RR

“Galileo y la nueva concepción de la naturaleza”, que para


entender el aporte de Galileo al nuevo método de la ciencia
BO

moderna, es esencial captar la naturaleza de los métodos


empleados y señalar la novedad de los conceptos que
formula. Se ha dicho y se ha repetido siempre que Galileo
realizó la unidad de la experiencia y la matemática; sin
embargo, es necesario ver con claridad lo que semejante
fórmula significa. Se ve especialmente en los Discursos y
demostraciones matemáticas en torno a dos nuevas ciencias91, y
especialmente en el tratado en latín De Motu92 dedicado
al movimiento uniformemente acelerado. En el estudio
de la naturaleza el problema del movimiento permaneció
durante mucho tiempo como problema fundamental,
pero oscuro. Galileo es el primero en comenzar a
descifrarlo en forma correcta.

117
Todos los movimientos que observamos en la naturaleza
son muy complicados: trátese de una piedra lanzada al
aire, o de un barco que avanza, o de un carro que rueda
por la calle, etc. Si consideramos un cuerpo en reposo
vemos que para cambiarlo de posición es necesario ejercer
sobre él una cierta influencia: empujarlo, levantarlo,
o hacer actuar sobre él otros cuerpos como caballos, o
máquinas a vapor. Sucede pues que nosotros tenemos la

R
idea intuitiva de que el movimiento está en conexión con

O
los actos de empujar, levantar, tirar. Experiencias repetidas
llevaron a los científicos a arriesgar otra afirmación: que
AD
si queremos que el cuerpo se mueva más rápidamente
debemos empujarlo más fuertemente. Parece pues natural
el concluir que, cuanto más fuerte es la acción ejercida
RR

sobre un cuerpo, más grande es su velocidad.


La intuición nos dice también que el movimiento se
BO

debe esencialmente a la acción. Una falsa pista: como dice


magníficamente Einstein en su libro La evolución de las
ideas en física,93 perturba el recuento y retarda la solución
de la gran “novela de misterios” que es la naturaleza. Pues
bien, el método de razonamiento dictado por la intuición
era incorrecto y condujo a falsas concepciones sobre el
movimiento, que fueron sostenidas durante muchos
siglos. Es sobre todo la gran autoridad de Aristóteles lo
que explica por qué durante siglos en Europa se tuvo
fe en esa idea intuitiva. El descubrimiento y el empleo
del razonamiento científico por Galileo es una de las
conquistas más grandes de la historia del pensamiento
humano y marca el verdadero nacimiento de la física. Sus

118
descubrimientos nos mostraron que no debemos fiarnos
de las consideraciones intuitivas, basadas en observaciones
inmediatas, porque ellas conducen a veces a hilos
conductores perturbadores.
¿En dónde está pues el peligro de la intuición? ¿Será
posible que sea erróneo decir que un carro llevado por
cuatro caballos se desplaza más rápido que uno llevado por
dos? La concepción intuitiva nos enseña que cuanto más
grande es la acción más grande es la velocidad. El nuevo

R
hilo conductor encontrado por Galileo es: si un cuerpo no
O
es ni empujado, ni tirado, ni sufre el efecto de una acción
AD
cualquiera, o mejor, si ninguna fuerza exterior actúa sobre
él, se moverá uniformemente, es decir, siempre con la
misma velocidad a lo largo de una línea recta.
RR

La conclusión de Galileo, que es correcta, fue formulada


un siglo más tarde por Newton como la Ley de la inercia,
BO

así: Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o de movimiento


uniforme en línea recta, a menos que no sea determinado a cambiar
ese estado por fuerzas que actúen sobre él. Esta ley de la inercia
no puede derivarse directamente de la experiencia, sino
solamente por el pensamiento especulativo compatible
con la observación. La experiencia idealizada no puede
jamás realizarse efectivamente, aunque ella conduzca a
una inteligencia profunda de experiencias reales.
El movimiento uniforme es el más simple, porque
ninguna fuerza exterior actúa; una piedra que cae a lo
largo de una torre o un carro que corre por la calle no
puede moverse estrictamente con movimiento uniforme,

119
porque nosotros no podemos eliminar las fuerzas externas
que actúan sobre ellos. En nuestro intento de comprender
las leyes de la naturaleza, las explicaciones intuitivas y
perfectamente evidentes son con frecuencia incorrectas. El
pensamiento crea una imagen continuamente cambiante
del mundo. La construcción de Galileo, dice Einstein,
ha destruido la mirada intuitiva y la ha reemplazado por
una nueva, y aquí está su contribución fundamental a la

R
explicación de la naturaleza.

O
Surge otro problema: si la velocidad no es una
indicación de que fuerzas exteriores actúen sobre un
AD
cuerpo, ¿qué es entonces? Galileo es quien encuentra
también la respuesta a esta cuestión, que luego es
RR

presentada por Newton así: Si nosotros empujamos


el carro aumenta o disminuye su velocidad. Vemos pues
que no es la velocidad en sí, sino el cambio de velocidad
BO

lo que lleva al cambio o al aumento de la misma.


En Las dos nuevas ciencias Galileo escribe:
“Una velocidad cualquiera impresa a un cuerpo se
conserva rigurosamente tanto tiempo cuanto las
causas exteriores de aceleración o de disminución
son retiradas, condición que se realiza solamente
en el plano horizontal; porque en los planos
inclinados existe ya una causa de aceleración,
mientras que en los planos que montan existe una
causa de disminución. De donde se deduce que el
movimiento sobre el plano horizontal es perpetuo,
porque si la velocidad es uniforme, ella no puede
disminuirse y menos aún suprimirse”.94

120
Así pues, no es la conexión entre la fuerza y la
velocidad misma como seríamos tentados a pensar si nos
conformamos con la intuición, es decir, con el sentido
común, sino la conexión entre la fuerza y el cambio de
velocidad, como lo sugirió Galileo, y lo formuló más
tarde explícitamente Newton, lo que constituye la base de
la mecánica clásica.
La ciencia moderna nace pues con Galileo. El cambio
no consiste en el simple perfeccionamiento del método

R
experimental y la integración del mismo a una componente
O
matemática para obtener así un método científico eficaz;
AD
la nueva perspectiva introducida por Galileo, nos dice
Einstein, consistió esencialmente en la comprensión de
que un conocimiento adecuado de la naturaleza no podía
RR

obtenerse únicamente introduciendo algunos cambios


en la filosofía, sino recurriendo a investigaciones de otro
tipo, investigaciones de índole no filosófica.95
BO

Su característica más importante, y que distingue


esta corriente antigua, está en que la nueva ciencia
abandona la búsqueda de la esencia de las cosas, lo que
había constituido desde la edad clásica el móvil de toda la
filosofía.
Ya Sócrates había afirmado que a la pregunta ¿Qué es?
se debía formular una respuesta completa que expresara la
esencia universal, detallada en todos los ejemplos posibles,
pero no indentificada con ninguno. Galileo fue el primero
en afirmar de un modo explícito que, por lo menos en el
caso de los entes de la naturaleza (sustancias naturales), la

121
pretensión de satisfacer a la pregunta socrática era vana e
ilusoria.
Galileo renuncia pues a la empresa de buscar la
esencia y se conforma con en objetivo más limitado, pero
abordable: conocer lo que él llama “algunas afecciones de
los entes naturales”. En otras palabras él pretende buscar
el conocimiento exacto de las circunstancias en que tiene
lugar el desarrollo de ciertos fenómenos naturales. En sus

R
obras lo dice claramente:

O
“Puesto que, o intentamos penetrar en la esencia
AD
verdadera e intrínseca de las cosas naturales, o
aceptamos el contentarnos con llegar a conocer
algunas de sus afecciones, buscar la esencia lo tengo
RR

por empresa imposible y práctica no menos vana,


tanto en las sustancias elementales de cada día como
en aquellas remotísimas y celestes. Pero si queremos
BO

conformarnos con aprehender ciertas afecciones, no


me parece que sea imposible el conseguirlo, tanto
en los cuerpos demasiado lejanos como en los más
próximos”.96
Nuestro revolucionario empieza a comportarse con la
modestia del científico que comprende que sólo puede
conocer aspectos de la realidad pero no la totalidad de
ella. Muchos de sus contemporáneos podían pensar
que esto era en cierta forma abandonar la empresa de
buscar el verdadero conocimiento, pero no tardaron
en darse cuenta que realmente había nacido un nuevo
enfoque para la investigación científica. Sin embargo, la

122
invitación galileana a no buscar la esencia de las cosas debe
entenderse en su justo medio. Está claro que todo acto de
conocimiento busca necesariamente determinar la esencia
de alguna cosa, si por esencia se entiende, como debe
entenderse, dice Agazzi,97 el conjunto de características
por las cuales esta cosa es lo que es y resulta distinta de los
demás tipos de entes.
Por esto, cuando Galileo declara querer desviar la
atención de las investigaciones de las esencias hacia

R
los fenómenos, “las afecciones”, no puede atacar ese
O
tipo de búsqueda de la esencia, puesto que también los
AD
fenómenos tienen una esencia que les es propia, esto es,
unas ciertas características determinadas y distinguibles
de otras características, por lo que “el llegar a conocer
RR

algunas afecciones” no puede querer decir otra cosa que


llegar a conocer la esencia de estos aspectos. Puesto que
si, por ejemplo, afirmo no querer interesarme por la
BO

esencia del agua, sino contentarme con conocer algunas


de sus “afecciones”, como por ejemplo, en el hecho
de que ella puede servir como solvente, o de que se
solidifica a una cierta temperatura, etc., estoy en realidad
interesándome en la esencia de esas afecciones y admito
que es posible distinguir el fenómeno de la solidificación
del comportamiento del agua como solvente.
Es bueno, sin embargo, recordar que en la época
de Galileo no se hablaba de esencia en este sentido. La
distinción entre esencia y afección, heredada de la antigua
separación clásica entre substancia y accidente, asumía
un significado particularísimo cuyas consecuencias se

123
harán todavía sentir más tarde en los filósofos que van
de Descartes a Kant. Según este significado, la esencia
de un fenómeno será lo que está ‘debajo’ –el núcleo–
profundo de la realidad singular, el cual no se manifiesta
directamente porque se encuentra envuelto en una
multitud de representaciones o apariencias que nos
hacemos de los objetos. De ahí que los mayores esfuerzos
de los filósofos se han dirigido hacia la búsqueda de un

R
‘puente’ entre las representaciones y las cosas, entre los

O
fenómenos y las esencias; inmensos esfuerzos cuyo fracaso
se expresa en la famosa tesis kantiana según la cual “no
AD
podemos conocer las cosas en sí y debemos contentarnos
con conocer los fenómenos”.
RR

Galileo indudablemente –aún comenzando a compartir


el naciente y gratuito presupuesto dualista–, apunta en
dirección justa cuando señala lo ilusorio de un conocer
BO

que pretende continuar rigiéndose por los cánones


típicos de lo universal, para llegar a lo particular, y de una
definición de la esencia para llegar al conocimiento de las
determinaciones, es decir, un conocer que consideraba
necesario para captar la esencia en su universalidad, no
dejarse perturbar o influenciar por las consideraciones de
las determinaciones.
La ciencia moderna aceptó la invitación galileana
de desinteresarse de la tarea de abarcar, de una sola vez,
una definición universal de la realidad del tipo –género
próximo – diferencia específica–, ya que tomó conciencia
de que una tal universalidad no corresponde en realidad a
ningún contenido de conocimiento verdadero.

124
Pero la propuesta de Galileo de renunciar a la
búsqueda de las esencias contiene un segundo elemento
característico que se ha revelado después decisivo para
el progreso efectivo de la investigación científica: la
consciencia de que el saber científico es un saber limitado
y circunscrito.
La esencia de la profunda revolución llevada a cabo
por Galileo puede sintetizarse en dos aspectos: por una
parte el objeto de la investigación fundamental dejó de

R
ser la esencia íntima de las cosas para pasar a ser el de las
O
relaciones entre los fenómenos y, por otra parte, el método
AD
seguido hasta entonces por la investigación, basado en
la aplicación pura y simple de los procedimientos de
deducción lógico–formal, fue sustituido por el empleo de
RR

la inducción experimental asociada con una elaboración


matemática de los resultados de la experiencia.
BO

Galileo es el primero en comprender la naturaleza y


el papel de las matemáticas y de la experimentación. Las
matemáticas, como lo hemos dicho varias veces, son para
él, un instrumento mejor adaptado que el silogismo a la
física terrestre y celeste.
En cuanto a la experiencia, Galileo es muy consciente
de que ella sola no es suficiente, que es necesario saber
formular la pregunta, saber descifrar y comprender la
respuesta. Es también Galileo el primero en comprender
la importancia de los instrumentos científicos en el
conocimiento de la naturaleza. El ojo humano es
demasiado limitado, no alcanza a verlo todo y con

125
frecuencia desvirtúa la realidad. Sus mismas lentes de
larga vista (catalejo) fueron construidas según una teoría
óptica.
Pero este cambio de perspectiva no se impuso
bruscamente en el mundo científico. En realidad las ideas
de Galileo significaban más bien una elección respecto
a la manera correcta de investigar la naturaleza, y como
tal debían imprimirse con el tiempo, apoyándose en los

R
resultados obtenidos por su aplicación.

O
Ilustres contemporáneos de Galileo prefirieron seguir
AD
con las investigaciones de tipo filosófico, siendo el más
significativo René Descartes (1596-1650), quien propuso
la clasificación de todos los seres existentes de acuerdo
RR

con dos esencias fundamentales: “res cogitans” y “res


extensa”; la primera abarcando el entero universo de la
sustancia espiritual y la segunda el mundo de los entes
BO

materiales.
Con el mecanicismo geocéntrico cartesiano se pierde
la conciencia de limitación inherente a toda investigación
científica. El suponer que todos los fenómenos de
la naturaleza deben recibir una explicación de tipo
mecánico, implica el abandonar la cautela metodológica
que había precedido el nacimiento de la ciencia moderna
para colocarse en una perspectiva ‘mecanicista’ y como tal
dogmática, como mostraremos más adelante.
En Galileo la idea de la autenticidad intensiva del
conocimiento hace pareja con la idea de un conocimiento
extensivo, infinitamente pequeño, en relación con la

126
vía infinita que se extiende delante de la ciencia. Esta
limitación humana que nos impide conocerlo todo fue
repetida muchas veces por Galileo, y aún dos años antes
de su muerte en la respuesta a los argumentos que Liceti
empleaba para explicar en forma definitiva sus ideas sobre
la naturaleza de la luz, Galileo escribe:
“Estaría contento de mi destino si descifrando
la naturaleza del fuego o de la luz, pudiera
comprender cómo en un pequeño puñado de

R
pólvora fría y negra se encuentran escondidos veinte
O
toneladas de fuego y muchos millones de toneladas
AD
de luz (...). Yo no me siento culpable cuando se
me reprocha de no estar satisfecho con la realidad
de los hechos afirmados por la experiencia. A tales
RR

reproches podría responder que la observación de


los fenómenos naturales me convence de que ellos
existen pero no de cómo existen”.98
BO

En muchas ocasiones Alexandre Koyré, en sus


comparaciones entre Galileo y Descartes, acusa a Galileo
de haber ido menos lejos que su héroe, Descartes.
Confesamos que aquí no podemos estar de acuerdo con el
ilustre historiador francés de la ciencia, tan famoso hoy día
especialmente por sus estudios sobre Galileo y Newton.
Escribe Koyre: “Galileo se pregunta ¿Cómo, en efecto,
procede la naturaleza? y Descartes ¿cómo debe ella
constituirse y actuar? Galileo, físico tanto como geómetra,
se para delante del hecho, se deja doblegar por la realidad.
Descartes, matemático, ante todo, rehusa conocer el
hecho”.99

127
Parece que Koyré hubiera querido ver en Galileo un
dictador de la ciencia como lo fueron más tarde algunos
de sus continuadores, quienes no contentándose con su
misión de científicos, quisieron convertirse también en
metafísicos y considerarse capaces de demostrar las causas
últimas de todos los fenómenos.
A nuestra manera de ver, al contrario, uno de los
grandes méritos de Galileo y de sus mejores aportes a la

R
epistemología, fue el de mostrar siempre la prudencia y

O
el espíritu crítico que debe acompañar al explorador de
la naturaleza, para no adelantar verdades antes de que
AD
una serie, repetida, consciente y analítica experiencia,
acompañada del análisis matemático, le haya ofrecido
RR

pruebas si no ciertas, al menos probables.

6. Características principales del método


BO

científico galileano
El espíritu científico moderno en la investigación de
la naturaleza, iniciado por Galileo, tiene entre otras las
siguientes características:
1). Desconfianza frente a las concepciones del
mundo meramente intuitivas, basadas en observaciones
inmediatas, porque ellas pueden llevarnos a conclusiones
falsas. Los sentidos siempre nos engañan, como también
lo sostendrá Descartes. Aristóteles por ejemplo, para
explicar el movimiento partía de una idea intuitiva del
sentido común: para que un cuerpo se mueva es necesario
empujarlo. Galileo va a pensar de otra manera: si un

128
cuerpo no es empujado ni halado por nada se moverá
uniformemente, es decir, siempre con la misma velocidad.
Galileo intuye pues la ley de la inercia cuya formulación
será realizada primero por Descartes y luego por Newton,
así: todo cuerpo persevera en su estado de reposo o de movimiento
uniforme en línea recta, a menos que sea determinado a cambiar ese
estado por fuerzas que actúen sobre él. Aquí nos encontramos
con una idea especulativa que debe confirmarse por la
observación.

R
2). Separación de la ciencia y la filosofía: abandono de
O
la búsqueda esencias, para poder, al menos en el ámbito
AD
de los fenómenos de la naturaleza, “conocer algunas de
las afecciones de los entes naturales”,–como dirá Galileo–.
La ciencia empieza a especializarse. Para Galileo el
RR

saber científico es un saber limitado y circunscrito.


No se puede pretender que una sola ciencia explique la
BO

totalidad del mundo, se necesita de la especialización.


Especialización que ha sido seriamente cuestionada
en las últimas décadas del siglo XX por los mismos
científicos, que ven cómo la atomización del saber ha
hecho olvidar a muchos las interrelaciones necesarias
que existen entre los diversos saberes. Se aboga hoy por
una apertura científica a lo diverso, a lo variable en el
tiempo, a la complejidad, mostrándose la necesidad de
mantener diálogos abiertos entre las diversas ciencias y
canales de comunicación entre la ciencia y la sociedad.100
Se postula la posibilidad y la necesidad de unificar las
ciencias en torno a parámetros heterogéneos donde lo

129
físico, lo biológico y lo antropológico se reencuentren y se
complementen.101
3). Instrumentalización: Galileo va a ser el primero en
demostrar la importancia de los instrumentos científicos
en el conocimiento de la naturaleza. El ojo humano es
importante pero muy limitado, necesita ayudarse de lentes,
caso por ejemplo del telescopio para el conocimiento del
macrocosmos y del microscopio para el conocimiento

R
del microcosmos. Del simple y rudimentario catalejo de

O
Galileo a los radiotelescopios y telescopios espaciales de
hoy podríamos decir que hay un abismo casi infinito,
AD
pero sin duda el invento de Galileo fue para la ciencia de
su época verdaderamente revolucionario.102
RR

4). Espíritu crítico. Uno de los mejores aportes de


Galileo a la epistemología fue el de haber mostrado la
necesidad de ir a los antiguos con espíritu crítico. Cuando
BO

se trata de explorar la naturaleza no hay que confiar en


la autoridad, hay que buscar y descubrir por sí mismo.
La gran crítica que él le hacía a los peripatéticos era
la de haber aceptado al pie de la letra lo que enseñaba
Aristóteles. Los epistemólogos modernos, especialmente
Popper y Bachelard, hacen mucho énfasis en el papel
que juega la crítica para el avance del conocimiento, al
punto de considerar que lo que realmente diferencia
el conocimiento científico de cualquier otro tipo de
conocimiento es su “apertura a la crítica”; la humilde
aceptación de que toda verdad científica es falible, es
una verdad provisional, exige el perfeccionamiento
permanente de sus postulados.103

130
5). Especulación matemática con análisis experimental.
Según Galileo, cuando se trata de explorar la naturaleza
no se deben adelantar verdades antes de que una
serie repetida, consciente y analítica de experiencias,
acompañadas de análisis matemáticos, hayan ofrecido
pruebas, si no ciertas, sí al menos probables de aquello que
nuestras hipótesis plantean. Las hipótesis no tienen que
partir necesariamente de la observación, podrían incluso
partir de nuestra imaginación, pero para demostrarlas

R
hay que confrontarlas con la realidad de los hechos. Pero
O
Galileo es consciente de que la experiencia no basta, hay
que saber formular las preguntas, porque, como dirá
AD
más tarde Kant, la naturaleza responde a aquello que el
hombre es capaz de preguntarle.
RR

6). Rechazo explícito a los argumentos de autoridad.


Hoy se acepta que Galileo es un símbolo del pensamiento
científico moderno, según el cual la ciencia no puede llegar
BO

a la verdad absoluta, pero con la observación cuidadosa, el


análisis matemático, la reflexión y la argumentación crítica
permanente debe tender siempre hacia la verdad, tratando
de eliminar en cuanto sea posible los errores. La lucha
de Galileo con la Iglesia de su época se entiende hoy
como una lucha por la libertad de pensamiento. Así
lo reconoció su Santidad Juan Pablo II, en las palabras
que dirigió el 30 de agosto de 1983 a los integrantes del
Simposio Internacional celebrado en las cinco ciudades
italianas donde transcurrió la vida y la obra de Galileo
(Pisa, Siena, Florencia, Venecia y Roma), con ocasión del
350 aniversario de la publicación de los Diálogos sobre los
dos máximos sistemas.104

131
Como realista que era, Galileo creía en la posibilidad
de encontrar una hipótesis que explicara mejor la realidad
de los hechos observados; por ello no podía aceptar que la
hipótesis del copernicanismo se tomará solamente como
una hipótesis más cómoda para el establecimiento de los
cálculos matemáticos. Él buscaba la verdad y pretendía
dar pruebas experimentales a favor de su hipótesis.
Hoy sabemos que la aceptación del sistema copernicano

R
exigía muchas más pruebas de las que pretendía ofrecer

O
Galileo. Pero en donde sí estaba nuestro científico en
lo cierto era en su empeño por mostrar que la verdad
AD
científica no podía depender del criterio de una autoridad.
Tanto Galileo como la inquisición buscaban la verdad,
RR

pero mientras para la ciencia la autoridad son la razón y


la experiencia, para el catolicismo, la autoridad estaba en
la revelación. Tanto él como los otros buscaban la verdad,
BO

sólo se diferenciaban en cómo evaluar las proposiciones en


relación con su verdad, en relación con su probabilidad.105
Como bien dijera Popper, parafraseando a Russell,
“ninguna autoridad puede establecer la verdad por decreto,
pero todos debemos someternos a la verdad, puesto que la
verdad está por encima de toda autoridad humana”;106 lo
cual no significa que las fuentes de nuestro conocimiento
sean sobrehumanas, sino que no hay fuentes seguras del
conocimiento; que todo conocimiento es humano, y
que por lo tanto la misión de todo investigador, de todo
científico, es tratar de buscar por todos los medios el
acercamiento a la verdad. “La ciencia no tiene ni por meta
ni por fundamento la acción. Si ella es útil es porque es

132
verdadera, pero no es verdadera porque sea útil. Ella no
tiene otro fin que ella misma: el conocimiento, la búsqueda
desinteresada de la verdad”.107 En un mundo como el
nuestro, con tantos problemas prácticos para resolver y
donde el presupuesto para la investigación es siempre muy
reducido, las palabras de Poincaré pueden aparecer como
utópicas, puesto que lo que se exige a los investigadores es
resultados prácticos e inmediatos, lo cual explica por qué
es tan difícil hablar en nuestro medio de un “verdadero

R
espíritu científico”. Nuestros científicos, formados como
O
científicos normales, es decir, entrenados para –resolver
enigmas–, según la terminología kuhnniana, no para
AD
revolucionar el saber, no para avanzar en la búsqueda de
la verdad, pueden ofrecer de pronto algunas soluciones
a pequeños problemas, soluciones que a la larga podrían
RR

resultar peligrosas por falta de fundamentación y el poco


soporte teórico que conllevan.
BO

La lucha de Galileo contra una posición puramente


instrumentalista de la ciencia sigue siendo importante
en nuestro medio, donde la ciencia se ve más como
la presentaban Bacon y Comte. Bacon, para quien
“saber es poder” y Comte, para quien “saber es prever”
–subrayando la utilidad pragmática de la ciencia– y
no la función teórica gracias a la cual se logra una
prodigiosa unificación de los conocimientos, se ensancha
el pensamiento, se amplían los límites del universo
conocido, se logra entender el mecanismo oculto de la
naturaleza y se descubre que bajo la infinita variedad de
las apariencias, de los cambios, de los fenómenos, actúa

133
un corto número de leyes inmutables, convicción que ha
llevado a muchos hombres de ciencia a entregar toda su
vida a la búsqueda desinteresada del conocimiento, para
lograr la comprensión y explicación del mundo.108

R
O
AD
RR
BO

134
Johannes Kepler
Weil der Stadt (Alemania) 27 de diciembre de 1571,
Ratisbona 15 de noviembre de 1630.
Capítulo 2
Johannes Kepler:
Místico, filósofo y Astrónomo

Johannes Kepler reúne en sí, mejor que ningún otro

R
astrónomo, ciertas características propias del amante de
O
la astronomía, o del amigo de entender los secretos del
cosmos: una profunda orientación mística, el sentimiento
AD
estético y el deseo de entender la estructura matemática
del universo, a la vez que su configuración física.
RR

Uno de los hechos que lleva a algunas personas a


motivarse hacia la astronomía es la belleza y armonía de
los fenómenos celestes ¡Quién no se ha sentido realmente
BO

maravillado en una noche tachonada de estrellas! De


ahí que los antiguos se divirtieran imaginando las más
variadas imágenes en el cielo, y Kepler tratara de escuchar,
en el silencio de la noche, las notas de una celestial
música producida por el vaivén de los astros, música
imperceptible y casi divina.
¿Acaso cuando reflexionamos sobre esa inmensidad
casi infinita de seres que pueblan el universo nocturno,
cada uno, tornando alrededor de centros diferentes, sin
perder jamás su ruta y sin detenerse jamás en su camino,
no nos hemos preguntado, como los antiguos, a quién o

135
a qué obedece todo este orden, perfección y belleza? Los
griegos fueron los primeros en identificar Cosmos con
orden, y orden para ellos significaba ley y la ley debía
tener necesariamente un legislador.
O quizá nos hemos aficionado a la astronomía atraídos
como Tycho Brahe y Johannes Kepler por la perfección
y el alcance de las matemáticas, al darnos cuenta de que
gracias a ellas y mediante una paciente observación y unos

R
cálculos muy rigurosos podemos medir, calcular y prever

O
muchos de los fenómenos celestes.
AD
1. Los primeros años de la vida de Johannes
Kepler
RR

Nació Kepler el 27 de diciembre de 1571 en Weil, en


el reino de Wuttemberg. Tuvo una infancia triste y poco
BO

propicia para el desarrollo intelectual. Su padre, inestable


y vagabundo, lo abandonará muy temprano al cuidado de
su madre, quien también había sido abandonada por sus
padres y puesta al cuidado de una tía, que terminará en la
hoguera acusada de brujería.
Tres de sus seis hermanos morirán muy pequeños, y
el cuarto, que sufre de epilepsia, terminará mendigando
en las calles. Kepler mismo durante toda su infancia será
un niño enfermo: furúnculos, varicela, frecuentes fiebres,
dolor de cabeza, poco apetito y, como si algo faltase
todavía, terriblemente miope.
Pero en medio de tantas desdichas su madre tiene un
día la afortunada idea de llevarlo a una colina para observar

136
un eclipse de Luna ¡Qué espectáculo maravilloso! dirá
más tarde Kepler, entusiasmado, como Tycho Brahe, al
saber que aquel fenómeno no sólo podía observarse sino
también predecirse con admirable precisión gracias a la
observación y a los cálculos matemáticos; Kepler tiene
entonces 11 años.
Para fortuna suya y de la astronomía el Conde de
Wuttemberg es un príncipe amante de la ciencia, las artes
y las letras, y acaba de ordenar que a todos los niños de su

R
reino con dotes intelectuales, aunque sean pobres se les den
O
estudios superiores en las universidades protestantes de su
AD
reino: Wuttemberg y Tubingen, a través de subvenciones
patrocinadas por el reino. Es así como logra Kepler entrar
a los 13 años al seminario de Adelberg. Arturo Koestler,109
RR

uno de los mejores biógrafos de Kepler, nos lo presenta


como un niño muy inteligente pero acomplejado, con
tendencias masoquistas y con grandes dificultades para
BO

adaptarse a las rudezas de la disciplina germánica.


Pese a todos esos contratiempos Kepler logra salir
adelante en sus estudios, y el 23 de abril de 1594, a
los 23 años, entrará como profesor de ciencias en la
Universidad Protestante de Graz. Desde el discurso
inaugural de su cátedra muestra Kepler su aceptación
del sistema Copernicano con ese estilo místico que
siempre lo caracterizará –“Es un tesoro de comprensión
verdaderamente divino del orden maravilloso del mundo
y de todos los cuerpos que hay en él”–.

137
2. El universo perfectamente geométrico y su
primera obra: El Misterio Cosmográfico.
El nueve de julio de 1595 Kepler se encuentra sólo en
su clase reflexionando sobre el tema que va a exponer a
sus alumnos. De pronto, casi sin darse cuenta, traza sobre
la hoja de papel blanca que tiene delante de sus ojos una
figura geométrica: un triángulo equilátero rodeado de
un círculo que toca sus tres vértices, y en el interior del

R
triángulo inscribe otro círculo. Kepler contempla algunos

O
minutos aquella figura y se siente lleno de emoción.
AD
Inmediatamente relaciona los radios de los dos círculos
con los de Júpiter y Saturno. En la fecha se pensaba que
estos dos planetas eran los más alejados de la Tierra, y el
RR

triángulo era considerado la figura más simple. Kepler se


entretiene tratando de inscribir en el interior del pequeño
círculo otras figuras: un cuadrado, un pentágono, un
BO

hexágono, y de relacionarlos con los planetas.


Al diablo con la clase de aquel día. Kepler no puede
concentrar su atención sino en ese pequeño universo
que acaba de concebir, pensando que no puede ser
otra la imagen que Dios –el más grande de todos los
matemáticos– le haya dado al universo. Con cierta
sencillez e ingenuidad Kepler nos cuenta en sus cartas que
realmente aquel día creyó haber descubierto la clave del
universo.
Pero aquella imagen estaba sólo esquematizada en su
mente. Con pasión se consagra a construir tal universo,
sin lograr jamás un resultado satisfactorio. Pero en su
mente surge otra genial idea: la geometría plana no puede

138
explicar todos los fenómenos del universo. Es necesario
volverse a la geometría del espacio. Se dispone entonces
a trabajar sobre sólidos regulares llegando al máximo de
entusiasmo cuando, después de muchas manipulaciones,
logra intercalar los cinco poliedros regulares dentro de
seis esferas concéntricas, que representaban las órbitas de
los seis planetas conocidos hasta entonces, como bien lo
muestra la figura adjunta.

R
O
AD
RR
BO

Toda su vida Kepler soñó con este sistema del mundo, el cual resultó
ser solamente una ilusión, consecuencia de su pitagorismo. En su
última obra La Nueva astrónomia (1619) Kepler aceptó los hechos
de la experiencia y renunció a su pitagórico sistema.

139
Esos cinco sólidos, a saber el cubo, el tetraedro, el
dodecaedro, el icosaedro, el octaedro, eran los únicos
que se adaptaban perfectamente a su imagen. Como lo
muestra el gráfico: la esfera de Saturno rodea el cubo, al
interior del cual se inscribe la esfera de Júpiter. Después
vienen sucesivamente: el tetraedro y la esfera de Marte, el
dodecaedro y la esfera de la Tierra, el icosaedro y la esfera
de Venus, el octaedro y la esfera de Mercurio.

R
Tan maravilloso descubrimiento nos lo contará Kepler

O
en su Prodomus dissertatorum cosmographicarum continens
mysterium Cosmographicum. Obra que conocemos como el
AD
El Misterio Cosmográfico, publicada en 1596. En esta obra
Kepler muestra su interés en la acción animadora del
RR

Sol. Mientras que Copérnico se contentaba con constatar


que el Sol estaba en el centro del universo, Kepler busca
una explicación del fenómeno observado, una causa
BO

que explique por qué los planetas giran alrededor del


Sol. Reflexiona también sobre las razones que podrían
explicar por qué los planetas van más rápido mientras
más se acercan al Sol, sin encontrar todavía respuestas
satisfactorias.
Con gran número de detalles y con un estilo difícil,
pleno de imaginaciones y metáforas, alusiones místicas,
astrológicas y reflexiones filosóficas –motivo por el cual
sus obras han sido un rompecabezas para muchos lectores,
siendo sus traducciones muy escasas–, Kepler examina
todas las ventajas del sistema copernicano y las desventajas
del ptolemaico.

140
Sus estudiosos piensan que la idea más genial del
Misterio Cosmográfico es la de hacer intervenir los cinco
poliedros regulares –llamados todavía platónicos–, en la
arquitectura del sistema del mundo. Kepler pensaba que
Dios en su perfección y sabiduría infinitas no podía crear
sino el más bello de todos los mundos, y ¿qué elementos
podían ser mas acertados que la línea y la esfera?

3. El encuentro con Tycho Brahe y su segunda

R
obra La nueva astronomía.
O
Como Kepler mismo lo reconoce, una de sus mayores
AD
fortunas fue el encuentro con Tycho Brahe en 1600. Tycho
tenía entonces 54 años, de los cuales más de 30 los había
pasado haciendo observaciones astronómicas. De familia
RR

noble, este sueco nacido en Dinamarca en el condado


de Schonen rechazó la idea familiar de hacerlo abogado
BO

para darle rienda suelta a su pasión por la astronomía,


ciencia –decía– que permite observar, calcular y prever
con admirable precisión las posiciones de los planetas en
el cielo, y con ello un desarrollo mayor de la navegación,
algo que mucho interesaba a su familia.
Aprovechando la fortuna familiar Tycho construye un
cuadrante de dos metros de radio, instrumento que le
permite descubrir varios errores en las tablas alfonsinas
que eran utilizadas en la época por todos los navegantes.
Desde el comienzo de su trabajo astronómico manifestará
un gran esfuerzo por la precisión. Por ejemplo: mientras
para la medición de los ángulos Copérnico se contentaba

141
con aproximaciones de diez minutos, Tycho piensa
en segundos. Anota todas sus observaciones sobre un
inmenso globo de 1,70 m. de diámetro.
Más tarde observa la famosa supernova de 1572,
siguiendo su evolución desde el 11 de noviembre, durante
17 meses, dejando constancia de sus observaciones con
esmerada precisión. Empieza Tycho a darse cuenta de
que en el cielo imperturbable de Aristóteles y Ptolomeo

R
sucedían fenómenos extraordinarios. Dos años más tarde

O
publica La Nova Stella anno 1572, su primera obra. Esta le
dará la gloria de ser considerado el mejor astrónomo de la
AD
época.
En 1576 otro fenómeno perturbará las noches de Tycho:
RR

se trata del famoso cometa del mismo nombre, objeto


brillante con una gigantesca cola, que Tycho observará
durante 10 meses, midiendo su paralaje y constatando su
BO

pequeñez, deduciendo al final que debería encontrarse


mucho mas allá de la órbita de la Luna, contrariando
con esto lo dicho por Aristóteles, para quien los cometas
eran fenómenos meteorológicos que se desarrollaban
muy cerca de la Tierra, en la región sublunar, región de
tinieblas y de corrupción.
Por otra parte en su época se creía –basados también
en la autoridad de Aristóteles– que los planetas
evolucionaban sobre esferas sólidas. Cómo podía ser esto
cierto, pensaba Tycho, si él había visto al cometa atravesar
las órbitas planetarias sin ninguna dificultad. Publica más
tarde sus observaciones sobre el cometa de 1576 y su fama
se acrecienta.

142
El mismo año, gracias al ofrecimiento del rey Federico
II de Dinamarca, se instala en la isla de Hven, donde
disfrutará de abundantes recursos para fundar allí el mejor
observatorio de la época. Con mezcla de todos los estilos
construye dos castillos llamados “El Castillo del Cielo” y
“El Castillo de las Estrellas”, dotados de terrazas, amplios
locales de trabajo, habitaciones, y variados instrumentos
como sextantes, esferas armilares, e instrumentos
paralácticos, construidos en madera y metal –todos

R
naturalmente sin parte óptica–, y relojes de diferentes
tipos.
O
AD
Pero Tycho Brahe no sólo es un loco por la astronomía,
sino también un hombre extrovertido que pasa la mayoría
de los días en estruendosos festines, gastando grandes
RR

sumas de dinero y obligando a los campesinos a pagarle


cada día mayores impuestos.
BO

Veinte años pasará en el famoso “paraíso de la


astronomía”, hasta que el rey Christian IV, hijo de
Federico, fatigado por tantas quejas de los campesinos, y
cansado de sus extravagancias, le retira la ayuda y lo obliga
a alejarse de la isla. Durante dos años anda errante por los
castillos de Europa, con su cohorte de 20 servidores, sus
encumbrados instrumentos –hay que añadir que tenía
también su propia imprenta y un gigante cronómetro–.
Logra al fin en 1598 que el emperador Rodolfo II de
Habsburgo le ceda el castillo de Benátky a 35 km. de la
ciudad de Praga, y lo nombra matemático imperial con un
sueldo de 3000 florines (en la misma época Kepler sólo
gana 200 como profesor en la universidad de Graz).

143
Instalado en Benátky escucha Tycho hablar del talento
de Kepler y lee el Misterio Cosmográfico, dándose cuenta de
su capacidad teórica, capacidad que él no posee. Como
desde hacía años venía buscando alguien que interpretara
sus observaciones, se decide a invitarlo, escribiéndole
primero numerosas cartas, y proponiéndole una
posible asociación. Al fin, en 1600, los dos más grandes
astrónomos de la época logran abrazarse, disimulando

R
entre sus sonrisas su mutua desconfianza. Sólo dos cosas

O
unen realmente a Tycho y Kepler: una gran pasión por la
astronomía y un temperamento muy sensible e irritable,
AD
dice Arturo Koestler en Los Sonámbulos.110
Debemos anotar, de paso, que el 17 de febrero del
RR

mismo año un triste acontecimiento enlutará la historia


de la ciencia. En Roma, Giordano Bruno es quemado vivo
por el sacrosanto tribunal de la inquisición.
BO

Tycho y Kepler están en total desacuerdo. Por una parte,


Kepler desde sus primeros estudios, se ha manifestado
un ardiente seguidor de Copérnico, en quien ve una
concepción del universo mucho más simple, coherente
y armónica que la propuesta por Ptolomeo, y comienza
también a dudar sobre el movimiento totalmente circular
de los planetas. Tycho, al contrario, está encerrado en la
idea del movimiento circular; por otra parte nunca ha
logrado medir la paralaje de las estrellas fijas a pesar de
haber hecho muchas observaciones, motivo por el cual
no quiso aceptar totalmente el sistema Copernicano, sino
que se imaginó uno que combinaba los dos modelos: el
Ptolemaico y el Copernicano; así, para Tycho, la Tierra

144
sigue siendo el centro del universo, alrededor de la cual
gira el Sol y la Luna, mientras que Mercurio, Venus,
Marte, Júpiter y Saturno giran alrededor del Sol. Kepler
encontrará siempre esta imagen del universo carente de
armonía y de belleza.111
Pero los dos astrónomos saben que se necesitan
mutuamente. Kepler necesita las numerosas y precisas
observaciones de Tycho para lograr completar su teoría
del movimiento planetario y Tycho necesita de un teórico

R
de la talla de Kepler, capaz de interpretar todos sus datos.
O
Peleas van, peleas vienen. Se dice que muchas veces
AD
Kepler sale triste y desilusionado, resuelto a no trabajar
un día mas con el imponente y altivo Tycho, pero vuelve
a las pocas horas, como un niño arrepentido a continuar
RR

su trabajo. La situación sin embargo no dura mucho


tiempo, pues el 24 de octubre de 1601 Tycho muere sin
BO

haber logrado ver el fruto de su obra. Ahora la suerte


parece estar del lado de Kepler. El 6 de noviembre del
mismo año, el emperador lo nombrará sucesor de Tycho
en la cátedra de matemáticas de Praga y heredero de sus
archivos, instrumentos y observaciones. Desde el inicio
de su extraordinario ascenso Kepler se sentirá un servidor
de la humanidad, no del emperador, así lo dice en carta a
un amigo:
Los honores y las distinciones no existen a mis ojos. Yo vivo
aquí como una persona privada y cuando logro arrancarle a
la corte al menos una parte de mi salario me siento feliz de
no tener que vivir toda la vida de mis propios medios. Pero
me conduzco como si sirviera no sólo al emperador sino a

145
la humanidad entera en su posteridad. Con cierto orgullo
secreto, fruto de esa esperanza, miro con desdén todos los
honores y distinciones humanas y con frecuencia hasta a
aquellos que me las dispensan. El sólo y real favor que me
ha sido hecho por la Divina Providencia es el de haberme
dado acceso a las observaciones de Tycho Brahe”.112
Instalado en su nuevo puesto, Kepler se dedica
en primer lugar a terminar un tratado de astronomía

R
empezado por Tycho en 1588 y que se titulaba Astronomiae

O
Instauratae Programatae. Pero desde 1602 su preocupación
principal será su segunda obra La nueva astronomía, donde
AD
aparecen dos de sus famosas leyes. Terminado la obra
de Tycho se dedica Kepler al estudio del movimiento
RR

del planeta Marte. Las teorías elaboradas por Tycho y


Longomontamus daban la longitud de Marte con una
aproximación de 2 segundos, pero fracasaban en las
BO

latitudes. Kepler retoma esta teoría y demuestra que


refiriendo las medidas al verdadero Sol, y no al centro de
la órbita terrestre como lo hacía Copérnico:
* El plano de la órbita de Marte estaba inclinado un
grado, 50 segundos sobre el plano de la eclíptica.
* Dicho plano pasaba por el Sol verdadero.
* La inclinación era constante. Si a Tycho le había
parecido variable era porque él suponía que el plano
pasaba por el centro de la órbita terrestre.
Continuando su estudio del movimiento de Marte,
Kepler vuelve a tomar, bajo el nombre de “hipótesis

146
El Sistema planetario de Tycho Brahe: la Tierra sigue siendo
el centro del universo, alrededor de ella giran el Sol y la Luna,
mientras que Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno giran
alrededor del Sol.
suplente” la idea del punto ecuante inventado por
Ptolomeo.113   Es precisamente este punto ecuante lo que
tanto repugnará a Copérnico y lo llevará a buscar un nuevo
sistema para explicar la organización del universo. Por
lo tanto resulta un poco paradójico que un copernicano
como Kepler comience empleando el punto ecuante en
su afán de acceder a la comprensión de las variaciones de
velocidad de los planetas.114
Qué cálculos más largos y penosos los que Kepler se ve

R
obligado a realizar. Él acumula más de 900 páginas, al cabo
O
de las cuales nos advierte:
AD
“Si esta incómoda manera de trabajar os disgusta, vosotros
debéis tener piedad de mí que debí hacer estos cálculos más de
70 veces con mucha pérdida de tiempo. No debéis admiraros
RR

que yo me encuentre desde hace cinco años luchando contra


Marte”. (En la Introduccion a la Nueva Astronomía).115
BO

Pero Kepler no se desanima como lo había hecho


Longomontamus (astrónomo danés, 1562-1647), quien
decía: “Marte es realmente un planeta reacio”. La verdad
era que los movimientos de Marte, más que los de
cualquier otro de los planetas, rehusaban sistemáticamente
conformarse con la tesis pitagórica del movimiento
circular.
Kepler tiene la costumbre de ir narrando paso a paso las
peripecias de sus investigaciones, de ahí que sus obras sean
un tesoro para los historiadores de la ciencia, porque él
sabe mostrarnos cómo un hallazgo científico es de verdad
una conquista difícil de alcanzar. Después de cuatro años

147
de trabajo, hacia 1604, logra reproducir sobre un círculo
las posiciones del perihelio y del afelio de Marte, con
un error inferior a minuto y medio de arco. Pero loco
de alegría no tardará en desconcertarse cuando se da
cuenta de que él ha querido colocar en el mismo círculo
después del perihelio y el afelio las cuadraturas de esas
dos posiciones tal como ellas habían sido observadas por
Tycho. Y encuentra allí una diferencia de ocho minutos

R
de arco. En otra época se habría aceptado tal diferencia,

O
pero después de Tycho y su pasión por la exactitud, tal
error sería imperdonable.
AD
¿Qué sucede? ¿Por qué no logra Kepler encontrar la
solución que tanto busca? Él está todavía encerrado en
RR

la idea del movimiento circular, dogma intocable desde


Pitágoras. El movimiento circular había parecido ser el
más perfecto no sólo a Pitágoras, sino a Platón, Aristóteles,
BO

Ptolomeo y Copérnico y aún en el siglo XVII el mismo


Galileo seguirá defendiéndolo.
Varias veces repite Kepler en La Nueva Astronomía:
“tendré que volver a comenzar”. Al fin, en el capítulo 44
llega a la siguiente conclusión: “La órbita de Marte no es
un círculo, ella se curva hacia el interior de los dos lados
y hacia el exterior en las dos extremidades. Una tal curva
se llama óvalo. La órbita de Marte no es por lo tanto un
círculo sino un óvalo”.
Ahora deberá determinar de qué óvalo se trata. Siguen
seis capítulos de laboriosos exámenes. Se diría que todavía
no está bien convencido, incluso escribe a su amigo

148
Fabricius en 1604: ¡Todo sería tan fácil si la órbita de
Marte fuera una elipse!
Kepler se decide al fin a aceptar que si Tycho no vio el
óvalo era porque estaba demasiado encerrado en el dogma
del movimiento circular. Y así exclama:
¡Ah! ¡Qué tonto he sido hasta ahora! Parece que me
estuviera despertando de un largo sueño (...). Marte es
realmente el poderoso vencedor de la indagación humana, el

R
que se burló de todas las estrategias, el que hizo inútiles sus
instrumentos, el que derrotó sus empeños y de esta manera
O
guardó su secreto durante todos los siglos y siguió su curso
AD
con absoluta libertad”.116
Una vez convencido de que la órbita de Marte es una
elipse, se decide a formular las dos primeras leyes:
RR

La primera, llamada Ley de las órbitas elípticas, la


enuncia así: “Un planeta al girar alrededor del Sol describe en su
BO

órbita una figura geométrica llamada elipse, en uno de cuyos focos


se encuentra el Sol”.
La segunda, llamada Ley de las areas, la enuncia así:
“Al seguir la trayectoria de su órbita, la línea que une el centro del
planeta con el Sol (radio vector) barre áreas iguales en tiempos
iguales”. (Observar gráfico sobre las leyes Kepler más
adelante).
Kepler plantea además que si el movimiento no
es uniforme se debe a que del Sol emana una fuerza
misteriosa, que él no puede todavía definir exactamente,

149
pero que es una especie de pre–ciencia de la “Ley de la
gravitación universal”.
Uno de los grandes méritos de Kepler fue haber
desembarazado a la astronomía de los epiciclos que
desde la antigüedad habían envenenado los movimientos
planetarios, y en una carta a Longomontamus escribe:
“He limpiado por fin las caballerizas de Augusto”.117

R
 

O
Gráfico de las dos primeras leyes de Kepler
AD
RR
BO

150
Estamos en 1609, año de la publicación de La nueva
astronomía. Este mismo año Galileo levanta por primera
vez su «cannochiale» hacia el cielo y descubre cosas
admirables, jamás vistas ni imaginadas por mente alguna:
montañas sobre la Luna, millares de estrellas en la Vía
Láctea, a la que define como “una polvareda de estrellas”:
cuatro satélites girando alrededor de Júpiter, manchas en
el Sol, las fases de Venus, un algo misterioso que rodea a
Saturno y que Galileo no fue capaz de describir, y como

R
si esto fuera poco, algunos estudios modernos al tratar de
O
descifrar el diario llevado por Galileo entre 1609 y 1613
afirman que Galileo observó también a Neptuno, 234
AD
años antes de ser descubierto, sin imaginar jamás que
pudiera ser un nuevo planeta.118
RR

En fin, todas aquellas maravillosas cosas que Galileo


nos describe tan sencilla y bellamente en su famoso
librito de 1610 titulado Siderius Nuncius, y en muchas de
BO

sus cartas. Aquel libro que hace exclamar a Kepler: ¡Vicisti


Galilea! y, que lo llevará a escribir una epístola titulada
Discusiones con el mensajero de los Astros, en donde imagina a
Galileo como un mensajero celeste que viene a contarnos
a los mortales las cosas extrañas e inimaginadas que se
pasan cada día en ese mundo supralunar que hasta la fecha
habíase creído inalterable, eterno y divino.119

4. La armonía de los mundos y la tercera ley


de Kepler
Kepler no parece haber nacido para la gloria sino para
el sufrimiento. No sólo debió luchar contra la pobreza

151
sino también contra la incomprensión de sus dos esposas:
Bárbara, quien jamás supo comprenderlo, y luego Susana,
su segunda esposa, quien a pesar de haberle dado siete
hijos, entendía y valoraba muy poco sus actividades.
Cuatro de los hijos mueren muy pequeños, y a ninguno
de los sobrevivientes logrará darle una educación
adecuada. La vida de Kepler es una lucha continua, de
ciudad en ciudad a causa de los cambios de puesto y de

R
los problemas de la guerra. La tragedia real de Kepler

O
comienza sin embargo hacia 1611, con la guerra civil en
Praga y la abdicación de su protector Rodolfo II.
AD
Se ve entonces obligado a dejar la ciudad y a trasladarse
a Linz, donde le dan un modesto empleo de matemático.
RR

Pronto estallarán las guerras de religión, viéndose


de nuevo interrumpida su tranquilidad. Primero es
perseguido por los católicos, luego lo harán los luteranos
BO

que lo acusan de tendencias calvinistas. El místico Kepler


está muy por encima de las querellas religiosas de aquella
época.
Es la época también de la caza de brujas, cualquiera
puede ser acusado de brujería y condenado a morir en la
hoguera. Entre 1615 y 1629, en el pequeño pueblo de Weil,
38 personas serán quemadas vivas por tales acusaciones.
Es allí donde comienza también el calvario de Catalina, la
madre de Kepler, quien después de una disputa con una
de sus vecinas, ésta la acusa de haberle dado una bebida
prohibida, acusación suficiente para que se le levante un
proceso, al que se añaden 49 acusaciones en su contra.

152
Kepler lucha cerca de 14 meses por salvarle la vida, al cabo
de los cuales la dejan libre y muere poco después.
En medio de tantas tormentas Kepler no cesará de
trabajar. Hacia 1619 aparece su extensa obra La Armonía del
mundo. Este libro, síntesis de todos los conocimientos de
su época en astronomía, astrología, música y matemáticas,
ha sido calificado por los estudiosos como el mejor himno
cuasi pitagórico dedicado a su Dios, al que él imagina
como un gran matemático, creador y arquitecto del

R
universo. En dicho libro y casi escondida, se encuentra
O
en su quinta parte, la tercera ley, aquella que durante
AD
20 años Kepler ha buscado y la que servirá de punto de
partida a Newton para enunciar la ley de la Gravitación
universal.
RR

Dicha ley la enuncia así: “El cuadrado del período que tarda
un planeta en describir su órbita completa es proporcional al cubo
BO

de la longitud del semieje mayor de dicha órbita”.

T2 = k.r3

Kepler dio a su obra el título de la La armonía del mundo


porque pensaba que la velocidad máxima y mínima de los
planetas en sus órbitas debía ser armónica en el sentido
musical. 
La vida de Kepler, sembrada de problemas, angustias e
incomprensiones, es también una vida de contemplación.

153
Contemplación de un hombre visionario y valiente frente
al admirable espectáculo de la armonía del universo. El
título mismo de su más importante obra, escrita en la
época más dolorosa de su existencia es ya muy diciente:
La armonia del mundo, en cuyo prefacio escribe:
“Hace 18 meses la primera aurora se elevó para
mí. Hace tres meses amaneció y hace sólo algunos
días yo me vi al fin iluminado por el Sol bajo una

R
hermosa visión. Me dejé llevar hacia una maravillosa

O
explosión de júbilo. Ahora lanzo un desafío a los
mortales ofreciéndoles esta confesión pública: he
AD
robado la nave de oro de los egipcios para construir
un tabernáculo a mi Dios, bien lejos de sus
RR

fronteras. Si vosotros me perdonáis seré dichoso,


si no, lo soportaré con paciencia. Y bien, los dados
han sido lanzados. Escribo este libro para mis
BO

contemporáneos, y ¿por qué no para la posteridad?


¿Dios no esperó también él, seis mil años, hasta que
un hombre lograra al fin contemplar y comprender
su obra?”120
Para unos la introducción que Kepler dió a su libro
refleja orgullo, otros la han calificado de magnífica, mística
y poética. De todos modos lo que podemos deducir de
ella, es que Kepler está seguro de ser el primero en haber
comprendido la maravillosa obra divina, o en palabras
menos místicas, la secreta estructura del universo.
Invitamos a nuestros lectores a leer el bellísimo
artículo de Carlos Calderón Urreiztieta, que se encuentra

154
en internet titulado “Experiencia estética y formulación
científica. El caso de Harmonices mundi de Johannes
Kepler”, cuyo link colocamos. Además se puede bajar
gratis de Internet.
h ttp://anuariomusical.revistas.csic.es/index.php/anuariomusical/
article/viewFile/149/150

Hacia 1620 aparece otra importante obra de Kepler,


Epitome Astronomie Copernicanae, en la cual trata de

R
alejarse de sus desviaciones astrológicas y explicará la
astronomía desde el punto de vista de Copérnico, con
O
los descubrimientos de Galileo y los suyos propios. Allí
AD
universaliza las leyes de los planetas, afirmando que
las leyes fundamentales encontradas para Marte valen
también para la Luna que gira alrededor de la Tierra, como
RR

para los planetas medios que giran alrededor de Júpiter y


para todos los demás planetas.
BO

En 1627 publica las Tablas Rudolfinas llamadas así en


honor de su protector Rodolfo II. En ellas utiliza por
primera vez los logaritmos, descubiertos unos años antes
por Neper o John Napier (1550-1617), matemático
escocés. Las Tablas Rudolfinas de Kepler se difundirán
rápidamente por toda Europa, particularmente en
Alemania.
Y así, poco a poco se va apagando la vida de este gran
matemático, místico y astrónomo. Muere Kepler en
Ratisbona, después de un desastroso viaje invernal, el 15
de noviembre de 1630, a los 59 años. Sobre su tumba se

155
escribió el siguiente epitafio para cumplir con un expreso
deseo suyo:

“Medí los cielos, ahora mido las sombras.


Mi mente tenía por límites los cielos.
Mi cuerpo yace encerrado en esta tumba”.

5. El método científico de Kepler.

R
Sus diferencias con el método científico de
Galileo
O
AD
Los historiadores de la ciencia no han ahorrado sus
críticas a Galileo, por haber descuidado la lectura de las
obras de Kepler, quien con sus intuiciones y leyes le habría
RR

evitado algunos de sus más crasos errores. Sin embargo,


analizando un poco más detenidamente los métodos de
BO

trabajo de cada uno de estos dos genios podemos entender


mejor el desconcierto que produce en Galileo el estilo de
Kepler.
En 1596 Kepler envía a Galileo su primera obra El
Misterio Cosmográfico (Prodomus), y Galileo le responde
enseguida con una larga carta en la cual se declara
abiertamente copernicano:
“(... ) Yo me he interesado en Copérnico desde hace varios
años y he deducido también la causa de gran número de
fenómenos naturales, todos inexplicables por hipótesis
comunes. He redactado un gran número de demostraciones
y de refutaciones objetivas que no he osado todavía publicar,
espantado de la suerte de Copérnico, nuestro maestro, porque

156
si al lado de algunos él ha adquirido la gloria inmortal,
no es para muchos otros –tan grande es el número de los
tontos– sino un objeto de risa y de silbidos. Yo publicaría
ciertamente mis ideas si hubiera más hombres como usted,
pero desafortunadamente esto no es así y por ello aplazo la
publicación”.121
¿Leyó Galileo la obra de Kepler? La mayoría de los
historiadores afirman que no. La verdad es que en aquella
época el racionalista Galileo tiene muy poco que conversar

R
con el místico y pitagórico Kepler. O como dice Einstein
O
tratando de defender a Galileo: “Los hombres creadores
AD
son poco receptivos”.
En 1609 Kepler envía a Galileo su Nueva astronomía, y
este le responde en 1610 enviándole Sidereus Nuncius (El
RR

mensajero celeste), expresándole el vivo deseo de conocer


sus opiniones.
BO

Kepler queda maravillado con los descubrimientos de


Galileo, y antes de tener la oportunidad de ver a través del
anteojo tales maravillas, le responde con una larga epístola
titulada Disertaciones con el mensajero celeste, en la cual
expone sus dudas sobre la real existencia de los satélites
jovianos. Copernicano convencido, afirma en efecto que
el Sol es el centro del mundo, su corazón, la fuente de
luz y calor, el origen de la vida, pero le parece imposible
que habiendo satélites alrededor de Júpiter no haya en él
personas capaces de admirar tan maravilloso espectáculo.
Argumento méramente especulativo, que naturalmente
disgusta al racionalista Galileo.

157
Solicita además a Galileo un “Cannocchiale”
(Catalejo), para poder hacer el mismo las observaciones
y constatar lo que aquel había descubierto. En posesión
de tal instrumento –aunque confesando la gran dificultad
que encontraba para apuntar a Júpiter– se convierte
rápidamente en un seguidor de Galileo, escribiendo poco
después un breve escrito titulado Narratio de observatis a
sequator Jovis Satellitibus erronibus, donde se dirige al amigo

R
lector, le comunica sus observaciones, que confirman

O
los maravillosos descubrimientos de Galileo e invita a
admirarlos, no cesando de dar gracias a Dios por sus obras.
AD
Por otra parte, es bueno aclarar que Kepler sabía más
de óptica que Galileo, y que si lo hubiese deseado habría
RR

podido fabricarse un “anteojo” más perfecto que el del


sabio italiano. Unos años antes del invento del telescopio
Kepler publicó un tratadito titulado Astronomiae pars óptica,
BO

la cual contenía conceptos fundamentales sobre la teoría


de la visión, como la definición del rayo luminoso, que se
adoptó más tarde en óptica geométrica.
Reflexionando después sobre los aportes del anteojo
astronómico publicó en 1611 La Dioptrice, o “Demostraciones
de aquellas cosas jamás vistas por nadie y que se observan gracias
al telescopio”. Esta obra ha hecho que se considere a Kepler
como el iniciador de la óptica moderna.
Pero fuera de explicar brillantemente la función de
las lentes y de sus diferentes combinaciones, él se libra a
elogios desmedidos sobre el “anteojo”. “El tubo óptico,
dice, es tan precioso como un cetro; quien observa por
él se convierte en un rey, y puede comprender la obra

158
de Dios”. Además, en la mencionada obra se entrega
a especulaciones astrológicas sobre las fases de Venus,
comparándolo con una enamorada que no puede alejarse
jamás de su amado. Quien haya leído algunas obras de
Galileo comprenderá lo diferente de los dos estilos.
Galileo escribe como un científico moderno mostrando
los resultados, no el camino que lo llevó a ellos.
Por otra parte, parece ser que Kepler, más por necesidad
económica que por su tendencia a la especulación mística,

R
se dedicó durante varios años al ejercicio de la astrología,
O
disculpándose del ejercicio de tal actividad con estas
AD
palabras: “La Astrología es una hija loca. Pero ¡Gran
Dios! ¿dónde estaría la astronomía, tan juiciosa y sabia,
sin esa hija demente? Los productos de la matemática
RR

son tan débiles que la astronomía moriría de hambre


si su hija loca no le diera subsistencia”. Galileo fue un
gran combatiente contra la astrología, y las tendencias
BO

astrológicas keplerianas debieron disgustarle.


Kepler y Galileo ofrecen dos concepciones muy
diferentes sobre las ciencias naturales. Mientras ellas
son para el astrónomo alemán un medio para elevar el
espíritu, encontrar la paz y la consolación dentro de la
contemplación de la perfección eterna de la creación,
para el sabio italiano serán, al contrario, un instrumento
para comprender el mecanismo de la naturaleza y poder
ponerla al servicio del hombre logrando así el bienestar
material, el desarrollo de la técnica, ayudándolo a instalarse
mejor en este mundo.

159
Debemos añadir que Kepler tiene cierto desprecio
por todo cuanto es empírico. La experiencia a sus ojos
no es sino un descubrimiento fortuito de relaciones que
puede aprehenderse con una certeza más o menos grande
gracias a la comprensión de las razones a priori. En La
Armonía del mundo, por ejemplo, la idea fundamental es la
concordancia perfecta entre el orden de las cosas sensibles
–obra de Dios– y el de las leyes matemáticas que según

R
él son el –pensamiento de Dios–. Heisemberg dice en su

O
obra La Imagen de la naturaleza en la física actual (1955), que
motivos platónicos y neoplatónicos condujeron a Kepler
AD
a pensar que la lectura de la obra de Dios –la lectura de
la naturaleza– no es otra cosa que el reconocimiento de
las relaciones existentes entre las cualidades de las figuras
RR

geométricas y la perfección de la obra de Dios, esto es de la


naturaleza, como bien lo expresa en la Armonía del mundo
BO

con las siguientes palabras: “La geometría, eterna como


Dios e irradiante del espíritu divino, ha suministrado
a Dios las imágenes para formar el mundo a fin de que
este la convirtiera en el más bello y más semejante al
creador”122

160
Leyes de Kepler

R
O
AD
RR
BO

Para Galileo en cambio las preguntas y las respuestas,


las observaciones y las determinaciones no pueden
seguirse haciendo sólo en función de principios
metafísicos, teológicos o de orden general, sino que ellas
deben delimitarse con mucha modestia por el análisis
matemático, la observación y la experimentación.
Mientras que Kepler atribuía a los fenómenos
–independientemente de las observaciones– un carácter
eterno, Galileo defiende la posición contraria. En Kepler
las ciencias naturales son completamente ahistóricas, pero
con Galileo adquieren una dimensión histórica, pues las
propiedades de los fenómenos serán demostradas dentro

161
de un cuadro de hipótesis establecidas, por los hombres
no por Dios.
Galileo renuncia a la empresa de buscar la esencia de
los fenómenos y piensa que la ciencia, al contrario de la
filosofía, debe contentarse con un objetivo limitado, pero
abordable: conocer lo que él llama “algunas afecciones de
los entes naturales”. En otras palabras, Galileo pretende
obtener el conocimiento lo más exacto posible de las

R
circunstancias en que se desarrollan determinados
fenómenos de la naturaleza.
O
AD
Kepler, al contrario, no separa el método científico del
método filosófico, no se contenta con la mera descripción
de los fenómenos, sino que quiere buscar sus causas,
RR

y por esto llegó a imaginar una fuerza motriz en el Sol,


especulación que resultó afortunada. Su rica imaginación,
sus magníficas intuiciones y sus especulaciones místico–
BO

filosóficas le ayudaron, sin duda, a encontrar las famosas


leyes del movimiento planetario, entrando así a formar
parte de la élite de los grandes astrónomos, de aquellos
que pusieron las bases para el desarrollo de la cosmología
moderna.

162
René Descartes: la Haye (Francia) 1596 - Estocolmo (Suecia)
en 1650.
Capítulo 3

René Descartes creador


de la filosofía moderna

1. Renés Descartes ayer y hoy.

R
Hablar de un pensador como Descartes en pocas
O
páginas no es fácil, pero trataré de hacerlo. Nuestro
AD
filósofo francés encarna el nacimiento del racionalismo
moderno, algunos consideran que es también el padre del
ateismo. Nace el 31 de marzo de 1596 en la Haye, pequeña
RR

ciudad en la Touraine, una de las regiones más bellas de


Francia, bañada por el gran río Loire, lugar preferido por
señores feudales y reyes, quienes la embellecieron con
BO

hermosos castillos.
Recibe una profunda formación primero con los
Jesuitas en la Flèche y después en la universidad de
Potieres, donde se gradua de abogado. Paga su servicio
militar y se instala en Holanda. La época de Descartes se
caracteriza por una profunda crisis intelectual, pero es
también una época de renacimiento. Alexandre Koyré –
filósofo e historiador de la ciencia– dice que es una época
de “incertidumbre y desarraigo”. Europa está pasando por
grandes tensiones que podríamos resumir así:

163
Tradición / Renacimiento. Poco a poco la tradición y
el pensamiento medieval van dando paso al pensamiento
renacentista, abierto, volcado sobre los pensadores griegos
y romanos, donde se valora mucho más lo humano que lo
religioso, dándole a todas las manifestaciones artísticas y
literarias una connotación humanista.
Reforma / Contrarreforma. Francia juega un
papel protagónico en los conflictos religiosos que

R
se desarrollaron entre 1559 y 1598 entre católicos y

O
protestantes –llamados hugonotes conducidos por el
duque de Navarra–.
AD
Nobleza / Burguesía. El feudalismo ha ido poco a
poco cayendo y surge una nueva clase social que se dedica
RR

al comercio y que con sentido más liberal propicia el


desarrollo de las universidades.
BO

Geocentrismo / Heliocentrismo. Copérnico publica


en 1543 La revolución de las orbes celestes donde plantea
una nueva concepción del universo contraria a la que se
había presentado desde Aristóteles y Ptolomeo, esta obra
empieza a divulgarse en el siglo XVII con Galileo Galilei.  
Teocentrismo / Antropocentrismo: En la
Edad Media todo está centrado en Dios. A partir del
Renacimiento todo se va a centrar en el hombre, nace el
humanismo.
Fe / Razón. En la Edad Media se consideraba que la
fe estaba por encima de la razón, o como enseñaba Tomás
de Aquino quien planteaba que si las dos no lograban
ponerse de acuerdo, la razón debía doblegarse a la fe.

164
Galileo –contrario a esta idea– plantea la necesidad de
separar religión y ciencia porque sus verdades tienen
diversos fines: la una gracias a la fe enseñaría al hombre
como ir al cielo, la otra gracias a la investigación racional
mostraría cómo está constituido el universo, o eso que el
vulgo llama cielo. Descartes irá más lejos planteando que
todo debe descubrirse y aprobarse a la luz de la razón,
incluso las cuestiones de fe.
En Holanda Descartes se consagra al estudio de todas las

R
ciencias pero particularmente a la física, las matemáticas,
O
la geometría, el álgebra, y la medicina, encontrando que
AD
entre más estudia la ciencia más dudas surgen en su
espíritu y más inquieto se siente frente al conocimiento
del mundo y sus grandes enigmas.  Le Monde ou traté de
RR

la Lumiére, fue su primera obra, donde comparte las


ideas copernicanas, pero al saber la condenación de
Galileo (1634) por sostener el heliocentrismo decidió
BO

esconder su obra para no tener problemas con la Iglesia


y disfrutar de paz interior y exterior para poder dedicarse
a sus investigaciones. Se consagra entonces a redactar
su más conocida obra Discours de la méthode pour bien
conduire la raison et chercher la verité dans les science, conocida
simplemente como El Discurso del método. La obra fue
publicada en Leiden en 1637 junto con tres tratados
científicos: La Dioptrique, Les Météores y la Géométrie.
El Discurso del método es considerado como su  gran obra
filosófica. Se presenta en total ruptura con el pensamiento
medieval y se constituye en la puerta de entrada a la
modernidad. Allí Descartes formula una servera crítica

165
a todos los conocimientos de su época, incluso a las
matemáticas porque le molestaba verlas convertidas en
meras fórmulas solo útiles para aplicaciones mecánicas.
Cuestiona todo lo que le han enseñado, todo lo encuentra
incierto y plantea su famosa duda metódica. Es decir, la
duda como método no como punto de llegada. Descartes
duda pero cree en la posibilidad de llegar a la verdad, no
cae en el escepticismo de Montaigne y otros pensadores

R
de su época.

O
Descartes buscaba llegar con su método a encontrar la
certeza, una certeza casi absoluta, una certeza personal.
AD
Hoy se critica el concepto de certeza pues el investigador
no busca la certeza –la cual es siempre individual–,
RR

sino la “verdad” –entre comillas y con minúscula–, que


siempre es relativa y circunscrita. En la vida cotidiana se
puede hablar de certezas individuales, pero la verdad
BO

científica no es individual sino consensual. Alguien


puede estar convencido de tener la verdad en algún tema o
problema, pero para que su verdad pueda aceptarse como
verdad científica debe ser demostrada y aprobada por la
comunidad de los expertos en dicha temática.
Con la celebre frase del Discurso “Je pense donc je
suis” –pienso luego existo– Descartes  pretende darle
una fuerza extraordinaria al pensamiento humano. El
saber no tendrá ahora su fundamento en Dios, ni en un
ser trascendente, sino en el propio sujeto humano, en la
conciencia racional. Consciente de que es el sujeto quien
construye la verdad, Descartes somete a crítica todas las
ciencias de su época, pero curiosamente no dice nada de

166
la Teología, a la que más bien elogia. ¿Era sincero en sus
elogios o buscaba no tener conflcitos con la Iglesia? –Se
preguntan algunos de sus críticos–.
Lo que si es claro es que Descartes manifiesta una
inmensa confianza en el hombre y en sus facultades
intelectuales. Sobre el hombre coloca la gran
responsabilidad de encontrar la verdad sobre el mundo,
de responder por sus errores y de tratar de demostrar lo
que afirme. Considera que si el hombre utiliza bien sus

R
facultades, juzga sólo sobre lo que ve claro y distinto,
O
no se deja llevar por prejuicios ni precipitaciones puede
AD
avanzar en el conocimiento de sí mismo y del mundo.
Descartes afirma la unidad del saber en la razón humana
iluminada por la suprema veracidad del creador. Nuestro
RR

filósofo vive en el siglo XVII y las rupturas y los cambios


son lentos, o como dice Kuhn– no es fácil romper con
los paradigmas–. Aún en su revolucionaria filosofía, Dios
BO

sigue siendo un soporte necesario para toda verdad, aún


para las verdades humanas, pero el paso hacia la liberación
total ya está dado.
En 1640 fueron publicadas en latín Las meditaciones
metafísicas  con un titulo bien largo donde expresa que
pretende hablar de la filosofía primera y demostrar la
existencia de Dios como también la distinción real entre
el alma y el cuerpo. Y por supuesto dedica la obra a los
decanos y doctores de la Sagrada Facultad de Teología
de París. Pensando que a los no creyentes que él llama
“gentiles”, solo los convencen las demostraciones, así que
pretende demostrar la existencia de Dios con el siguiente

167
argumento. “Yo soy un ser que duda, esto es, que se
equivoca. Dudar es señal de imperfección, pero en mí
existe la idea de perfección, luego esta idea no puede venir
de mí mismo sino de un ser superior que la puso en mí,
ese ser es Dios”
¿Es convincente el argumento de Descartes? Ni en su
época, ni hoy nos parece convincente, en parte por ser
un argumento a-priori que como el de San Anselmo, no

R
demuestra nada. Kant dirá más tarde que –es tan difícil

O
demostrar la existencia de Dios como negar que exista–.
Pero lo que es interesante es que para Descartes Dios
AD
no debe ser impuesto por revelación sino descubierto
por reflexión y esta seguirá siendo una característica del
RR

hombre moderno: tratar de probarlo todo a través de la


razón. Pascal, gran matemático y profundo creyente,
criticó en muchos puntos a Descartes y en este punto
BO

particular decía: “El corazón tiene razones que la razón no


entiende”. Entre esas razones del corazón ponía Pascal la
existencia de Dios y la existencia del alma.
Otro punto importante en la filosofía cartesiana es
el mecanicismo: Mecanicismo que se expresa en la
idea del “hombre máquina” o la total separación entre
el cuerpo y el alma, que él empieza a plantearse en
las  Meditaciones, pero que desarrolla en el Tratado del
hombre, publicado después de su muerte (1664). Descartes
habla de dos clases de cosas: la res extensa (el cuerpo) que
es pura materia inerte, y se comporta como una máquina
y la res pensante (el alma) que es inmortal y su actividad
principal es el pensamiento. Coloca el alma en la glándula

168
pineal (epífisis) y sería ella quien le daría la vida al cuerpo.
Descartes afirma el dualismo que venía desde Aristóteles y
sigue conservando la idea de una alma inmortal, mientras
que un poco más tarde su paisano Julien de La Mettrie
(1709–1751), médico materialista francés, sostiene en su
obra  El hombre máquina el mecanicismo cartesiano pero
negando que el alma sea inmortal. La Mettrie no acepta
un alma independiente del cuerpo y piensa que la materia
no es inerte, sino que en ella están todos los gérmenes de

R
la  vida.
O
Hoy, con los avanzados desarrollos en el conocimiento
AD
del cerebro ha surgido entre algunos pensadores lo que
suele llamarse la filosofía de la mente.123 Un esfuerzo por
entender realmente qué es eso que llamamos “mente”
RR

o alma o Psiquis. Y unido a esto está también el deseo


de saber ¿Qué es eso que llamamos pensamiento? Sin
embargo hoy nadie defiende un dualismo al estilo
BO

cartesiano, es decir que aún los más creyentes siguen


aceptando que la mente depende del cuerpo o que sin
cuerpo no hay pensamiento, al menos un pensamiento
expresable.
Se interesó Descartes también en el asunto de la
unificación de las ciencias.  En 1644 se publicó en
Ámsterdam sus Principia philosophicae (Principios de la
filosofía), donde, entre otras cosas, plantea la necesidad de
unificar todas las ciencias. Allí dice lo siguiente:
“La filosofía es como un árbol, cuyas raíces son la
Metafísica, el tronco la Física y las ramas que salen

169
de ese tronco son todas las demás ciencias que se
reducen a tres principales, a saber: la mecánica, la
medicina, y la moral, es decir, la moral más alta y
perfecta que presuponiendo un conocimiento
completo de las otras ciencias es el último grado de
la sabiduría”
Aquí hay varias cosas para señalar: en primer lugar la
Metafísica según Descartes juega en el conjunto de todas

R
las ciencias el papel de la raíz en el árbol. Es como el

O
soporte de todo. Lo que se puede ver es que el pensador
francés está preocupado por el derrumbe de la metafísica
AD
aristotélica en su tiempo y aboga por darle a la nueva
Física un fundamento metafísico. En segundo lugar
RR

están la Mecánica y la Medicina que eran las ciencias más


desarrolladas en su época; en tercer lugar está la Moral.
Parece ser que Descartes aboga por un conocimiento
BO

científico de la moral, lo que en el siglo XX y aún hoy


han tratado de desarrollar algunos pensadores con poco
éxito. Sin embargo no puede desconocerse que un mejor
conocimiento de la Biología y de la Genética puedan
ayudar a entender también mejor la complejidad del
comportamiento humano.
El sueño cartesiano de la unificación del saber apoyado
en la Metafísica o Filosofía no logró mucho éxito en los
siglos posteriores cuando con el desarrollo de las ciencias
particulares cada una se fue separando de la Filosofía que
había sido considerada desde la antigüedad como la madre
de todas las ciencias. A partir del siglo XVII empiezan a
aparecer muchas ciencias cada una con objetos de estudio

170
bien determinados: en el siglo XVII con Galileo, Kepler
y Newton nacen la Física, la Astronomía, la Mecánica
celeste y la Óptica moderna –ciencias que venían
desarrollándose desde la antigüedad pero que ahora van
a tomar un impulso especial–. En el siglo XVIII nace la
Química, en el XIX la Biología, la Historia y en el siglo
XX todas las demás ciencias que conocemos.
Poco a poco se fue dejando a la Filosofía sin
objeto propio de estudio. Hoy la Filosofía se ocupa

R
fundamentalmente de tres cosas: la reflexión sobre
O
el comportamiento humano (Ética) que no puede
AD
separarse de la Política; una reflexión general sobre
los fundamentos de todo saber (Epistemología) que
necesariamente debe estar unido al conocimiento sobre
RR

el desarrollo y fundamento de las diversas ciencias,


entonces se habla de Epistemología de la Biología, o de la
Física, o de la Química, o de otras ciencias; una reflexión
BO

sobre el ser (Metafísica). También se han desarrollado


otras corrientes filosóficas como la Fenomenología, la
Hermenéutica y la Semántica que tienen hoy muchos
seguidores.  Pero en general todo lo que tenga que ver con
–decir algo sobre el mundo, esto es, con el conocimiento–
es responsabilidad de las diversas ciencias. Si alguien hoy
necesita saber algo sobre el mundo no acude a la Filosofía
sino a una ciencia particular.
Sin embargo se busca la interdisciplinariedad y un
fecundo diálogo entre científicos y filósofos, nada fácil
de lograr debido –arguyen pensadores como Prigogine,
Popper, Bachelard, De Broglie, Heisenberg, entre otros–

171
al hecho de no tener filósofos con formación científica, ni
científicos con formación filosófica.
Volviendo a los aportes de nuestro pensador francés
debemos añadir que en los Principios de la filosofía aparece
también su principal contribución a la Física –la
famosa Ley de la inercia– cuyo principio fue formulado por
Galileo, pero elevado a la categoría de ley por Descartes.

R
Como Francis Bacon, Descartes expresa un gran
optimismo frente a lo que podría hacer el hombre si

O
lograra conocer, gracias al método científico, todos los
AD
secretos de la naturaleza. Rechaza la filosofía especulativa
de las escuelas y aboga por una filosofía práctica que
permita al hombre hacerse dueño y poseedor de la
RR

naturaleza. Este optimismo ya había sido expresado por


Bacon en 1628 cuando escribió La Nueva Atlántida. Los dos
pensadores consideran que gracias al desarrollo científico
BO

el hombre podría alcanzar incluso la felicidad. Hoy no


somos tan optimistas pues nos hemos dado cuenta de que
el sólo desarrollo científico no basta para hacer al hombre
feliz, son necesarias muchas otras cosas más.                
La deshumanización del mundo, la contaminación
ambiental, el desarrollo encaminado más al progreso
material que a la calidad de la vida, la destrucción
progresiva de la naturaleza en aras de su dominación,
han obligado a cuestionar el proyecto científico que venía
desarrollándose desde Bacon y Galileo y que encontró vía
libre con el mecanicismo y dualismo cartesiano.

172
¿Qué nos queda hoy de Descartes? 
Como cualquier pensador clásico Descartes sigue
enseñándonos muchas cosas. Sus obras, en particular
la  Meditaciones y el Discurso del método no sólo son una
fuente de reflexión, sino también un buen ejercicio de
análisis y un placer intelectual pues Descartes es uno
de los pocos filósofos aplaudido por su excelente estilo.
Si bien algunas de sus preguntas ya han sido resueltas,
siguen en pie varios asuntos sin resolver, entre otros el

R
tema de la MENTE. No sabemos todavía qué es la mente
O
y por ende tampoco podemos decir qué es el pensamiento
AD
y menos asegurar científicamente que el alma sea mortal
o inmortal. Por otra parte, aunque la post modernidad
cuestionó severamente al racionalismo y en particular
RR

a Descartes por el papel exagerado que le dio a la razón,


hoy se sigue pensando que la única manera de construir
sociedades más justas y armónicas es dándole, incluso
BO

a la sociedad, una organización más racional y menos


pasional. A nuestra sociedad colombiana, por ejemplo, no
le caería mal una buena dosis de racionalismo, tal como
nos lo enseñó el gran pensador francés.

2. René Descartes y la revolución en Filosofía


Si Galileo es el fundador del espíritu científico
moderno, Descartes será el iniciador de la filosofía
moderna. Mientras Galileo y Kepler estaban convencidos
de que el mundo tenía una estructura matemática,
Descartes llevará tal concepción hasta las últimas

173
consecuencias, identificando virtualmente la matemática
con la ciencia y tratando de unir método, física y
matemática, proponiéndose además crear una matemática
universal liberada de números y figuras.
Descartes, casi contemporáneo de Galileo, aceptó
desde un comienzo el sistema copernicano, pero no quiso
jamás meterse en polémicas y menos con la Iglesia, para
no perder la calma que según él, le impediría llegar a la

R
verdad. Prefirió por ello instalarse en Holanda, que era por

O
aquel entonces un país de mucha tolerancia frente a las
nuevas ideas. Allí escribió casi todas sus obras, señalemos
AD
algunas:
* El Mundo o Tratado de la Luz (1633), un tratado de
RR

física que se publicará después de su muerte, puesto


que la condenación de Galileo lo llevó a esconderlo.
BO

** El Discurso del Método124 (1637), escrito –según


Descartes– “para dirigir adecuadamente la razón y
buscar la verdad en las ciencias”. El Discurso es sólo
el preámbulo a tres de sus obras más importantes: La
Dióptrica, Los Meteoros y la Geometría.
El Discurso del método, la obra más conocida de Descartes,
aunque no siempre bien asimilada, se divide en seis partes:
en la primera se encuentran diversas consideraciones
relacionas con las ciencias. En la segunda parte se
exponen las REGLAS más características de su método.
En la tercera esboza algunas consideraciones en torno
a la moral provisional. En la cuarta expone las razones
que le permiten establecer racionalmente la existencia

174
de Dios y del alma humana, las cuales van a constituir el
fundamento de su metafísica. En la quinta parte detalla
el orden que ha seguido en sus investigaciones de física
y en particular la explicación del movimiento del corazón
y algunas otras dificultades de la medicina de su tiempo,
así como también la diferencia existente, según él, entre
el hombre y los animales, en relación con el alma. En la
sexta parte expone lo que considera necesario para poder
avanzar en la investigación de la naturaleza e ir más allá

R
de donde él ha llegado, como también las razones que lo
O
llevaron a redactar el Discurso.
AD
*** Principios de filosofía (1604), publicado primero en
latín, y en 1647 en francés.
****
Meditaciones metafísicas (1641), en dichas
RR

meditaciones pretende demostrar la existencia de


Dios y la inmortalidad del alma, obra que fuera
BO

muy criticada por sus contemporáneos.


Descartes formula una severa crítica a todos los saberes
de su tiempo, a la filosofía, a la lógica, incluso a las
matemáticas a pesar de ser esta la ciencia que le inspiraba
menos desconfianza; sin embargo, le molestaba verla
convertida en meras fórmulas para aplicaciones mecánicas.
Hace un cuestionamiento general sobre todo cuanto le
habían enseñado los maestros, y descubre que en todas las
opiniones reina la incertidumbre, los paralogismos y las
contradicciones, motivo por el cual él considera que debe
dedicarse a buscar la verdad por sí mismo, poniendo entre
paréntesis todo cuanto le habían enseñado sus doctos
maestros.

175
La síntesis del método que lo conducirá a sus
investigaciones aparece en la primera parte del Discurso,
donde nos dirá que en lugar de los innumerables
principios de la lógica tradicional él se atendrá sólo a
cuatro, los que suelen conocerse como “las reglas del
método”:
1ª. Regla de la evidencia y distinción: consiste
en no admitir cosa alguna como verdadera si no se

R
ha conocido evidentemente como tal; evidencia que

O
debía llevarlo a evitar la precipitación y la prevención,
admitiendo exclusivamente en sus juicios aquello que se
AD
presentara tan clara y distintamente a su espíritu, que no
tuviera motivo alguno para ponerlo en duda.
RR

2ª. Regla de la división: exigía dividir cada una de las


dificultades a examinar en tantas parcelas cuantas fuese
necesario y posible para poderlas resolver fácilmente.
BO

3ª. Regla del orden: Se presenta como la necesidad de


conducir con orden los pensamientos, yendo de los más
simples a los más complejos y suponiendo orden incluso
donde no lo hay.
4ª. Regla de la síntesis: la cual pide hacer revisiones
amplias y frecuentes para estar seguros de no haber
omitido nada.
Las reglas cartesianas para la dirección del espíritu, si
bien no corresponden hoy a las múltiples exigencias de la
investigación científica tanto teórica como experimental,
sí siguen guardando un valor fundamentalmente

176
pedagógico: si se trata de exigir el orden en las notas, la
claridad en la exposición, la seguridad en los inventarios,
las revisiones frecuentes y la suspensión del juicio antes
de tener alguna certeza, nada es tan fructífero como
la lección cartesiana; pero la complejidad del mundo
moderno, el avance logrado en la comprensión de
algunos fenómenos y la conciencia sobre muchos errores
cometidos en el pasado por usar un método errado en
la búsqueda de la verdad, problematiza mucho más la

R
investigación científica. El mismo concepto de certeza,
O
tan caro a Descartes, suena hoy inaceptable cuando se
sabe que la ciencia sólo logra aproximaciones a la verdad
AD
y nunca, ni jamás la certeza absoluta. La certeza es algo
subjetivo mientras que la verdad es objetiva.
RR

Sin embargo, en su época, las reglas cartesianas son


revolucionarias, ya que ellas postulan en principio la idea
de que es el sujeto humano el que construye la verdad
BO

sobre el mundo y por lo tanto está obligado a desarrollar


su trabajo metódicamente, ofreciendo fundamentos y
evidencias que hagan aceptables las verdades descubiertas.
Esa fundamentación es la que busca Descartes al aplicar
sus reglas al saber tradicional para ver si es un saber firme,
o si por el contrario resulta dudoso, encontrándose con
la sorpresa de que todo el saber tradicional de su época
estaba basado en la evidencia de los sentidos. ¿Cómo,
pues, podía aceptarse como verdadero si los sentidos
casi siempre nos engañan? El mismo saber basado en
razonamientos lo encuentra Descartes dudoso, puesto
que dicho saber caía en paralogismos y contradicciones,

177
como las que él descubría en los filósofos y científicos de
su tiempo frente a las dos concepciones del mundo: la
ptolemaica y la copernicana.
A pesar de que Descartes pone en duda todo el saber de
su época, no cae en el escepticismo, puesto que su duda
es una duda metódica: él cree en la posibilidad de llegar
a la verdad, su duda es el punto de partida para encontrar
por sí mismo la verdad. Descartes combate tanto el

R
escepticismo como el dogmatismo.

O
Al poner Descartes todo bajo el dominio de la duda 
AD
se da cuenta de que al menos la propia existencia que
duda no se puede poner en duda. De ahí su famoso
“cogito ergo sum”, “Je pense donc je suis”, “pienso luego existo”
RR

El pensamiento, como vemos, aparece fundamentando


la propia existencia. Recordemos que por pensamiento
entiende Descartes todas las operaciones de la voluntad,
BO

del intelecto, de la imaginación y de los sentidos, la


naturaleza de nuestra propia existencia. La substancia
pensante es el pensamiento en acto. Con Descartes la
filosofía deja de ser la ciencia del ser para convertirse en
doctrina del conocimiento, en gnoseología. El banco de
prueba del nuevo saber filosófico es el sujeto humano, la
conciencia racional. Vemos aquí una radical humanización
del conocimiento.
Si nos atenemos a lo que el mismo Descartes dice
en el Discurso del método, lo único que èl no somete al
cuestionamiento de la duda es la teología, como podemos
ver en sus propias palabras:

178
“Honraba con un respetuoso sometimiento la
teología y, como cualquiera otro, aspiraba a merecer
el cielo, pero habiéndoseme enseñado como algo
muy seguro que su camino no es menos accesible
para los ignorantes que para los doctos y que
las verdades reveladas, que al mismo conducen,
exceden la capacidad de nuestra inteligencia, no
llegué a caer en la temeridad de someterlas al débil
análisis de mis razonamientos, pues opinaba que

R
para acometer su examen y finalizarlo con éxito era
O
necesaria alguna extraordinaria asistencia del cielo y
ser, pues, algo más que un hombre”.125
AD

Lo que desde entonces se han preguntado los críticos


es si en verdad Descartes era tan modesto frente al
RR

saber teológico de su tiempo, o si lo que él buscaba


con su prudencia era tener paz para llevar adelante sus
investigaciones, librándose de un proceso que podría
BO

llevarlo incluso a la hoguera.


Si bien es cierto que quien primero elaboró el Cogito
fue San Agustín en su polémica contra los escépticos, “Si
fallor sum”, esto es: –si dudo soy–, la duda es una forma
de pensamiento y el pensamiento no puede concebirse
fuera del ser, el cual queda reafirmado por el mismo acto
de dudar. Pero lo que quería defender San Agustín era
la primacía fundamental del ser, y por lo tanto de Dios.
En cambio Descartes utiliza la expresión cogito ergo sum
para subrayar las exigencias del pensamiento humano, las
cuales según él son la claridad y la distinción, sin ellas no
habría verdadero conocimiento. El cogito agustiniano revela

179
a Dios y sosiega el espíritu al remitirse a Dios como la
fuente de todo saber; el cogito cartesiano revela al hombre,
o mejor, señala las exigencias que debe caracterizar al
pensamiento humano, y lo problematiza de tal manera,
que el hombre se ve obligado a buscar un nuevo saber. El
cogito, al revelarse como claro y distinto, pasa a convertirse
en el fundamento de las otras reglas.
Al colocar Descartes el fundamento del saber en la

R
conciencia, la pregunta que surge es: ¿cómo logra ésta salir

O
de sí misma para conocer el mundo exterior? Veamos: El
YO como ser pensante se revela como el lugar de múltiples
AD
ideas, a saber: innatas, adventicias y artificiales. La idea de
Dios es innata, en cuanto substancia infinita, inmutable,
RR

independiente. ¿Puedo yo, se pregunta Descartes, en


cuanto ser imperfecto –puesto que dudo–, producir una
idea infinita y perfecta? Tal idea no puede provenir de mí,
BO

su causa debe ser un ser perfecto. Él argumenta así: si la


idea de un ser infinito que está en mí, procediese de mí,
¿no me habría producido yo mismo de un modo perfecto?
Pero la realidad demuestra que no lo soy, puesto que
dudo. Debe haber un ser perfecto que haya puesto la idea
de perfección en mí. Ese ser es Dios para Descartes.. No
debemos olvidar, sin embargo, que el interés del filósofo
francés por demostrar la existencia de Dios es para poner
en claro la riqueza de nuestra conciencia.
La primacía de Dios y el valor normativo de sus
preceptos es planteada por el pensador francés para
defender –dicen sus críticos– la posibilidad de la
realidad humana desde el punto de vista de las potencias

180
cognoscitivas, esto es, de su capacidad para conocer la
verdad. Al reconocer que las verdades cognoscitivas del
hombre fueron creadas por Dios, suma bondad y verdad,
se garantiza nuestra capacidad cognoscitiva, se derrota la
duda. Sólo para el ateo la duda no se vence de manera
definitiva, porque siempre puede poner en duda lo que
le indican sus facultades. Mientras que para Descartes y
los creyentes Dios no es sólo garantía de las facultades
cognoscitivas del hombre, sino que también es garantía de

R
las demás verdades claras y distintas que el hombre está en
condición de alcanzar.
O
AD
¿Por qué considera Descartes eternas las verdades
creadas libremente por Dios? Porque considera que
Dios es inmutable –algo tomado de la escolástica–. Pero
RR

curiosamente la inmutabilidad –derivada de Duns Scoto–,


que llevaba a los metafísicos a hablar de una total y radical
contingencia del mundo, y por lo tanto a considerar
BO

imposible un saber universal, lo aprovecha Descartes


para garantizar la inmutabilidad de ciertas verdades. La
inmutabilidad de Dios garantiza la inmutabilidad de
ciertas verdades, así se defiende el desarrollo de la ciencia
y su objetividad. Por ejemplo: el movimiento que Dios
imprimió al mundo y las leyes con las cuales lo creó se
conservan eternamente porque la voluntad de Dios es
inmutable, no es cambiable, como sí lo es la voluntad
humana.
Es bueno recordar que para Descartes aquellas verdades
contingentes y al mismo tiempo eternas no son una
participación de la esencia de Dios, nadie puede decir que

181
a través de tales verdades conoce los designios de Dios.
La razón humana es finita, no divina. Pero su actividad se
halla garantizada por Dios que la creó. Ahora bien, si Dios
es veraz y no engaña ¿por qué yerra el hombre? ¿Cuál es
el origen del error?
Descartes no duda en reconocer que el origen del error
está en el hombre, no en Dios, y esto porque el hombre
no siempre es fiel a la claridad y distinción. El error

R
tiene lugar en el juicio, y para Descartes –a diferencia de

O
Kant–, pensar no es juzgar, porque en el juicio interviene
tanto el intelecto como la voluntad. El intelecto, que
AD
es el encargado de elaborar las ideas claras y distintas,
no se equivoca; pero el error está en la inadecuación
RR

de la voluntad sobre el intelecto, cuando aquella juzga


como claro y distinto algo que no es. Si me abstengo de
juzgar cuando no veo claro y distinto, hago bien y no me
BO

engaño; pero si afirmo lo que no es cierto, es evidente


que me engaño. El problema está en que la claridad y
distinción de que habla Descartes es muy difícil de lograr,
y posiblemente deberíamos abstenernos casi siempre
de juzgar, si nos atuviéramos a su claridad y distinción.
Según Descartes, el error procede de mi actividad y no de
mi ser, yo soy el único responsable de él y puedo evitarlo
¡Qué lejos está Descartes de la noción de pecado original!
El gran racionalista manifiesta una inmensa confianza
en el hombre y en sus facultades intelectuales, gracias a
las cuales puede avanzar en el conocimiento del mundo
y de sí mismo. Además afirma la unidad del saber en la

182
razón humana iluminada por la suprema veracidad de su
creador.

3. Dualismo y mecanicismo en Descartes


En su análisis del mundo y del hombre Descartes
concibe dos realidades fundamentales: una realidad
espiritual, que él llama pensamiento –res cogitans–, en la
cual se encuentra la imaginación, el sentido y la voluntad;

R
y la realidad material llamada –res extensa–, propiedad que
O
se encuentra, según él, en todos los cuerpos. Él considera
que la única cualidad propia de los cuerpos materiales
AD
que puede concebir clara y distintamente es la extensión;
lo demás, color, sabor, peso o sonido, son secundarias,
ya que no pueden concebirse de manera clara y distinta.
RR

Entre las dos realidades no hay cualidades intermedias.


Con esta idea derrota las doctrinas mágicas, ocultistas,
BO

mediante las cuales en la Edad Media y en el Renacimiento


se explicaban las conexiones entre los fenómenos.126
El universo cartesiano es infinito, está constituido
en todas partes por la misma materia, es infinitamente
divisible, es un universo lleno; se rechaza el vacío y se
ataca el atomismo. Su universo está compuesto sólo de
materia en movimiento, y sus acontecimientos están
causados por el choque de partículas. Así por ejemplo,
Descartes explica el movimiento de los planetas por el
método de los torbellinos.127
El universo cartesiano se rige por tres leyes
fundamentales:

183
1ª. El principio de conservación: la cantidad de
movimiento que Dios imprimió al mundo desde su
creación permanece constante en contra de cualquier
degradación de energía o de entropía –como se acepta
hoy–.
2ª. La ley de la inercia. Un cuerpo no se detiene ni se
vuelve más lento su movimiento, si no es cediéndolo a
otro cuerpo.

R
3ª. Todo cuerpo tiende a moverse en línea recta.

O
Del movimiento rectilíneo se originan los demás
AD
movimientos.
Con estas tres leyes piensa Descartes unificar la
realidad a primera vista múltiple y variable. Por otra parte,
RR

los animales y el mismo cuerpo humano no son sino


máquinas semovientes. La vida se reduce a una especie
BO

de entidad material. En el Tratado del hombre que formaba


parte de un escrito mucho más extenso, llamado Del
Mundo o tratado de la Luz, dice:
“Supongo que el cuerpo no es más que una estatua o
máquina de tierra, formada expresamente por Dios para
asemejarla lo más posible a nosotros: y por lo tanto (...) imita
todas aquellas funciones que cabe imaginar proceden de la
materia y dependen exclusivamente de la disposición de los
órganos (...). Os ruego que consideréis que estas funciones
son una consecuencia del todo natural en dicha máquina de
la simple disposición de sus órganos, ni más ni menos que
los movimientos de un reloj o de cualquiera otro autómata
provienen de sus contrapesos y de sus ruedas; por esto en

184
esta máquina no hay que concebir su alma vegetativa ni
sensitiva, ni ningún otro principio de movimiento y de vida,
fuera de su sangre y su espíritu”.128
El universo cartesiano es completamente simple, él
no percibe la Complejidad del Mundo, su pensamiento
objetivo resulta demasiado estrecho para poder explicar
los fenómenos físicos, es un pensamiento reductivo.
El desarrollo posterior de la ciencia ha mostrado que
el mundo físico era mucho más complejo de lo que lo

R
imaginaba Descartes. Gastón Bachelard, en su excelente
O
artículo “La epistemología no cartesiana”, nos muestra
AD
cómo, tanto en el origen de la óptica como en la base de
la mecánica, se ha visto, desde los inicios de la ciencia
moderna, brotar la idea de la complejidad esencial de los
RR

fenómenos de la naturaleza; así, dice: “En tanto que la


ciencia de inspiración cartesiana construía lógicamente
lo complejo de lo simple, el pensamiento científico
BO

contemporáneo trata de leer lo complejo bajo la apariencia


simple dada por los fenómenos, se esfuerza por encontrar
el pluralismo bajo la identidad, en imaginar las ocasiones
para romper la identidad más allá de la experiencia
inmediata, demasiado pronto resumida en su aspecto de
conjunto”.129
El dualismo cartesiano dio las bases para el
mecanicismo y el determinismo de los siglos XVIII y
XIX, pero resultó fatal para la misma ciencia, que se
encerró en unos principios absolutos, y en particular fatal
para la comprensión de la complejidad del mundo, de la

185
vida y del hombre, los que jamás pueden ser entendidos
como entidades completamente aisladas, sino como una
integración de factores en armonía y complementariedad.

4. Consecuencias del mecanicismo cartesiano.


El universo cartesiano es lógico, simple y coherente
como los teoremas de Euclides. Desaparece el modo

R
de pensar substancial que venía desde Aristóteles. La
matemática se convierte en algo central, en el modelo

O
mismo de la realidad. El mundo de los escolásticos,
AD
compuesto de cualidades, significados y fines que la
matemática no podía interpretar, se ve sustituido por un
mundo cuantificado y matematizable en el cual no hay
RR

vestigios de cualidades, fines, valores, ni profundidad.


El mundo de las cualidades queda reducido a meras
BO

respuestas del sistema nervioso, ante los estímulos del


mundo exterior. “La naturaleza aparece opaca, silenciosa,
sin aroma, sin sabor, sólo en un impetuoso entrechocar de
materia sin finalidad, sin motivo”, dice Whitehead. Ya no
es posible moverse en un mundo con rasgos humanos ni
con consuelos religiosos.
Dios resulta ajeno al mundo. El Dios cartesiano es
creador y conservador del mundo, pero no tiene nada más
que compartir con este. Dios no es el alma que penetra,
vivifica y mueve al mundo; puesto que es infinito y
espiritual está fuera del mundo. Se logra la desacralización
de la naturaleza, hay un desencanto del mundo. Hoy,
cuando la ciencia y la técnica han destruido la naturaleza,

186
se piensa que es necesario volver al reencanto del mundo,
volver a familiarizar al hombre con ese respeto casi
sagrado que los griegos tenían por la vida y el universo.130
Se dice que en cierta ocasión el teólogo inglés Henry
More le insistió tanto a Descartes para que dijera dónde
estaba Dios, que este se vio obligado a responder: “nullibi”
–en ninguna parte–, y por ello se siguió llamando a los
cartesianos nullibilistas y ateos.

R
Con Descartes nace una nueva concepción de la
naturaleza, nuevos modelos mecánicos para explicar
O
el mundo. Éste deja de ser sede de los valores. Se pasa
AD
de una ciencia contemplativa a una ciencia activa. El
proyecto baconiano puede ahora empezar a funcionar, y
ha funcionado en efecto hasta nuestros días, pero hoy este
RR

proyecto está absolutamente en crisis: la deshumanización


del mundo, la contaminación ambiental, el desarrollado
BO

encaminado más al progreso material que a la calidad de


la vida, la destrucción progresiva de la naturaleza en aras
de su dominación, han obligado a cuestionar el proyecto
científico que venía desarrollándose desde Galileo y
que encontró vía libre con el mecanicismo y dualismo
cartesiano. Numerosos pensadores abogan hoy por una
ciencia unificada, por la comprensión holística de los
problemas que comporta el desarrollo científico, por
una nueva alianza entre el hombre y la naturaleza. Los
rápidos cambios que afronta la humanidad hoy hacen
necesario mantener abiertos los canales de comunicación
entre la ciencia y la sociedad, tema bellamente tratado por
Prigogine y Stengers en su estudio sobre el desarrollo

187
científico a partir de la revolución newtoniana. El mismo
título de la obra es ya un llamado al cambio de actitud:
La nueva alianza: metamorfosis de la ciencia. De ahí que
terminemos este capítulo transcribiendo la conclusión
final a la que llegaron estos dos investigadores y que
compartimos totalmente:
“Está bien muerto el mundo con finalidad, estático
y armonioso que la revolución copernicana destruyó

R
cuando lanzó la Tierra hacia los espacios infinitos.

O
Pero nuestro mundo no es tampoco el de la “alianza
moderna”. No es el mundo silencioso y monótono,
AD
abandonado por los antiguos encantos, el mundo
reloj sobre el cual habíamos recibido jurisdicción.
RR

La naturaleza no está hecha para nosotros y no se


ve entregada a nuestra voluntad. Ha llegado el
momento (...) de asumir los riesgos de la aventura de
BO

los hombres. (...) El conocimiento científico, sacado


de los sueños de una revelación inspirada, es decir,
sobrenatural, puede también descubrirse hoy en día
como “escucha poética” de la naturaleza y proceso
natural dentro de la naturaleza, proceso abierto de
producción y de invención, en un mundo abierto,
productivo e inventivo. Ha llegado el momento
de nuevas alianzas, ligadas desde siempre, durante
mucho tiempo desconocidas, entre la historia de
los hombres, la historia de sus sociedades, de sus
conocimientos y la aventura exploradora de la
naturaleza”.131

188
5. Fundamentos de la metafísica cartesiana
Descartes mismo reconoce, al iniciar la cuarta parte
del Discurso del método, que su finalidad es exponer los
fundamentos de su metafísica. Es bueno recordar que
la palabra metafísica tiene dos sentidos: en un primer
sentido esta palabra suele aplicarse a lo alejado del mundo
sensible; pero hay un sentido más riguroso el cual hace
referencia a la ciencia del ser. La metafísica cartesiana
tiene que ver con este sentido. Dentro de esta metafísica

R
los dos puntos capitales son para Descartes Dios y el alma
O
humana, temas que él desarrollara en forma completa
AD
dentro de sus Meditaciones metafísicas, publicada en latín en
1641.
Este estudio se centrará fundamentalmente en la cuarta
RR

parte del Discurso del método, considerado por los críticos de


Descartes no sólo como el fundamento de su metafísica,
BO

sino también de su epistemología.

5. 1. Esquema de la cuarta parte del Discurso del


método
En muy pocas páginas, densas y plenas de contenido,
nos presenta Descartes toda su metafísica, la cual se puede
sintetizar en los siguientes puntos:
• Necesidad de la duda metódica para llegar a la certeza.
• Desaparición de la duda gracias a la certeza indudable
descubierta por el cogito que revela al sujeto pensante
su propia existencia.

189
• Descubrimiento de la esencia espiritual del sujeto:
sustancia espiritual distinta de la sustancia extensa.
• La certeza del cogito como ilustración de la evidencia
(primera regla del método).
• Las pruebas de la existencia de Dios.
• Dios garantía y fundamento de la verdad de nuestras
ideas.

R
• Afirmación de la realidad del mundo externo;

O
esta afirmación es condición indispensable para la
AD
posibilidad de una ciencia física.
Se trata definitivamente en esta cuarta parte de plantear
las bases de una nueva filosofía, al mismo tiempo que
RR

un orden para la construcción del pensamiento. La


universalidad de la duda deja intacta la realidad del
BO

pensamiento; la primera verdad: «Je pense, donc je suis»


–pienso, luego existo–, lleva consigo la afirmación del alma
como pensamiento, lo cual permite definir un orden de
deducciones que es el orden mismo de las realidades: de
la noción del alma que piensa a la de la perfección misma,
de donde se establece la existencia de Dios; pasando luego
a la afirmación definitiva de la existencia del mundo.

5. 2. La duda cartesiana o duda metódica.


Según Descartes son tres las principales cosas que lo
han conducido a la duda:
• Los sentidos, que según él son siempre fuente de
errores: “Así, puesto que nuestros sentidos nos

190
engañan algunas veces, quise suponer que no hay cosa
alguna que fuese tal como ellos nos la presentan en la
imaginación”.132
• Los paralogismos o errores cometidos por falsos
razonamientos. 
• La confusión posible entre lo que pensamos y
realizamos cuando estamos despiertos y lo que
pensamos y realizamos cuando estamos dormidos, es

R
decir, cuando soñamos.133
O
Meta o finalidad de la duda: en ningún caso la duda
cartesiana es duda escéptica. Se trata, al contrario, de
AD
una posibilidad permanente del sujeto que puede, frente
a ideas oscuras o confusas, suspender el juicio. La duda
cartesiana, como dice Jean Lacroix, “es la experiencia
RR

misma de la libertad de un espíritu deseoso de llegar a la


verdad y preocupado por escapar a todo aquello que pueda
BO

hacerle caer en el error”.


Su meta es llegar a la certeza absoluta, pero el camino
es largo, pues antes de llegar a tal certeza es necesario
rechazar todo aquello que sea mera opinión o solamente
probable. En la primera meditación titulada “De las cosas
que pueden ponerse en duda” trata el mismo tema.134

5.3. Naturaleza de la duda cartesiana:


Descartes parte de una constatación empírica que no es
válida sino en ciertos casos: “los sentidos nos llevan a errar
algunas veces”. Mientras que Gastón Bachelard diría: “los
sentidos nos llevan siempre a equivocarnos”.

191
Otro ejemplo empírico que toma Descartes es el de que
hay hombres que se equivocan cuando tratan cuestiones
geométricas, porque cometen “paralogismos”.
El tercer ejemplo siempre empírico es: ”los mismos
pensamientos nos pueden venir cuando estamos
dormidos» –la época del psicoanálisis no ha llegado
todavía, y Descartes no conocía aún las teorías modernas
para explicar la naturaleza de los sueños–. La duda

R
cartesiana es racional, voluntaria y sistemática, pero su

O
naturaleza es de orden empírico.
AD
5.4. Características de la duda cartesiana
• Su duda es voluntaria: “Yo quise suponer…”
RR

• Su duda es radical: “Todas las opiniones que no hayan


sido el resultado de una evidencia racional, serán
BO

consideradas como falsas”.


• Su duda es hiperbólica, es decir excesiva. En las
Meditaciones Descartes irá hasta imaginar que un
maligno enemigo puede equivocarle –segunda
Meditación–. Y se pregunta: “Pero ¿Quién soy yo,
ahora que supongo que hay cierto geniecillo en
extremo poderoso y, por decirlo así, maligno y astuto,
que dedica, todas sus fuerzas y artes a engañarme?”135
• Su duda es metódica: suponiendo falsas todas las
afirmaciones, la duda se convierte en un artificio para
descubrir lo que es absolutamente verdadero.

192
• La duda es provisoria: una vez descubierto el principio
supremo de la “evidencia”, la duda va desapareciendo
por sí misma. “Habiendo notado –dice en Discurso IV
y Meditaciones III–, que no hay nada en esta afirmación:
‘Pienso, luego existo’, que me asegure que digo la
verdad, sino que veo claramente que para pensar es
menester existir, he juzgado que podía tomar como
regla general que las cosas que concebimos muy clara y
distintamente son todas verdaderas”.

R
• La duda cartesiana supone dos momentos: 1. El
O
reconocimiento del carácter incierto y problemático de
AD
los conocimientos a los cuales se refiere; y 2. La decisión
de suspender el asentimiento de tales conocimientos y
considerarlos provisionalmente como falsos. El primer
RR

momento es de carácter teórico, el segundo es práctico


y supone un acto libre de la voluntad.
BO

5.4 El cogito cartesiano: “Je Pense, donc je suis”.


El cogito es para Descartes la primera verdad, el primer
principio de la evidencia. Llevando su duda hasta el
extremo, el espíritu termina por captarse a sí mismo como
pensamiento puro. Se puede suponer que nos engañan
o somos engañados; se puede suponer que no existe
Dios, ni cielo, ni los cuerpos y que nosotros mismos
no tenemos cuerpo. Pero para engañar o ser engañados,
para dudar y para admitir que todo es falso, es menester,
necesariamente, pensar, ser algo y no simplemente, nada.
Según Descartes la proposición, “pienso, luego existo”, es

193
la única absolutamente verdadera, pues la misma duda lo
confirma.
El cogito como principio, es decir, como proposición
inicial y fundamento de la metafísica, lo enuncia también
Descartes en los Principios: “Esta proposición, ‘pienso,
luego existo’ es la primera y la más segura que se presente
a quien sepa conducir en orden sus pensamientos”.136

R
La relación entre el cogito y la regla de la evidencia había
parecido problemática, incluso a los contemporáneos

O
de Descartes. Si el principio del cogito se acepta porque
AD
es evidente, la regla de la evidencia es anterior al mismo
cogito como fundamento de su validez; y la pretensión de
justificarla en virtud del cogito es ilusoria. Así, dice por
RR

ejemplo Gassendi: “Ese primer principio no es primero;


él supone un principio anterior”. El cogito ergo sum sería un
silogismo en el cual faltaría la premisa mayor:
BO


Todo lo que piensa existe
Ahora bien, yo pienso
Luego, yo existo
Gassendi atribuye pues al “donc” (ergo) un valor causal.
Pero sobre este punto es Descartes mismo quien se
explica:
“Cuando nosotros nos percibimos como cosas que
piensan, tenemos una primera noción que no viene de
ningún silogismo; y cuando alguien dice ‘pienso, luego
existo’, ese tal no concluye su existencia bajo la fuerza del

194
silogismo, sino como algo conocido en sí: la ve por simple
inspección del espíritu”.137
Así pues, el cogito ergo sum no es una deducción, sino una
evidencia captada por la intuición. Descartes, en varias
ocasiones, afirmó decididamente el carácter intuitivo e
inmediato del cogito. Si la intuición se entiende aquí como
el acto con el cual la mente llega a ser transparente a sí
misma, la intuición primera y fundamental será aquella
con la cual llega a ser transparente a sí misma la existencia

R
de la mente, esto es, del sujeto que piensa. El cogito, como
O
evidencia existencial originaria, es la intuición existencial
AD
originaria del sujeto que piensa.

5.5. Naturaleza del sujeto y distinción de sustancias


RR

El descubrimiento del cogito nos revela también la


existencia del sujeto. El sujeto pensante, definido por
BO

la autoevidencia existencial es, según Descartes, una


sustancia. “Je connus de là que j’ étais une substance dont toute
l’essence ou la nature n’est que de penser”. Hay por lo tanto una
relación «inherente» entre la cosa que yo soy, es decir, la
sustancia, y el atributo esencial, el ‘yo pienso’.
El cogito como idea clara y distinta excluye toda otra
idea: el cuerpo y el mundo exterior están ausentes de esta
primera certeza. Por lo tanto la duda pasará todavía sobre
estos dos dominios, que corresponden a lo que Descartes
llama sustancia corporal o sustancia extensa.
¿Qué es, pues, la sustancia para Descartes? Es en
los Principios (1, 51, 52) donde mejor nos lo explica. La

195
sustancia es un sujeto, que no es jamás atributo, es el
soporte esencial de los atributos. La sustancia es pues lo
que existe sin tener necesidad de otra cosa para existir.
La sustancia es lo que existe en sí y por sí. Definida así
no puede haber sino una sola sustancia, DIOS. Pero,
Descartes admite tres sustancias:
DIOS
EL ALMA (pensamiento)

R
EL CUERPO (extensión)

O
El filósofo francés distingue entre el plan de lo existente
AD
creado, y el plan de lo existente creador. Dentro del plan
de lo creado, pensamiento y extensión son dos sustancias
en el sentido de que ellas no tienen necesidad de otra
RR

sustancia fuera de Dios, para existir. Así, para Descartes


la sustancia es la realidad última a la cual se llega al fin
del análisis: ella se califica por una esencia propia, por su
BO

atributo principal. Aquí el ergo sum plantea una sustancia


propia, de la cual el atributo principal es el cogito, lo cual
explica por qué no es un razonamiento que nos haga pasar
de la sustancia al atributo. El ergo es una res cogitans –una
cosa que piensa–, su definición comprende únicamente la
facultad de pensar.
Cree Descartes que el alma puede pensar sin el cuerpo,
pero cuando está unida a éste, lo que le pasa al cuerpo
puede llegar a perturbar el alma. En las Meditaciones explica
que si el alma no fuera independiente del cuerpo no sería
una sustancia pensante. La definición de la ‘res cogitans’
–única realidad que en este nivel de análisis nos salva de la
duda– lleva consigo una nueva definición de hombre, es

196
decir: El YO, El ego, puede definirse de manera totalmente
independiente del cuerpo. Será más fácil conocer el alma
que el cuerpo, puesto que de ella tenemos conocimiento
directo, mientras que del cuerpo tenemos solo un
conocimiento mediato, es decir que supone una serie de
conocimientos anteriores a su aprehensión.
Ahora bien, la definición aristotélica de hombre era:
‘El hombre es un animal razonable’, es decir el hombre
era animal mas razón. En cambio, para Descartes, lo que

R
define al hombre es sólo el alma, no el compuesto alma-
O
cuerpo. Dicho de otro modo, no pertenece a la esencia
AD
del alma el estar unida al cuerpo. Así pues, el ejercicio del
pensamiento no estará ligado para Descartes a la existencia
corporal: los cuerpos aparecerán siempre más o menos,
RR

como aquello que ofusca la luz natural del alma.


Por primera vez Descartes hace valer el cogito como
BO

relación originaria del yo consigo mismo, y por tanto,


como principio que hace problemática cualquier otra
realidad y, al mismo tiempo, permite justificarla.

5.6. ¿Por qué prueba Descartes la existencia de


Dios?
El principio del Cogito no encierra al hombre en la
interioridad de su yo. Es al contrario un principio de
apertura hacia el mundo, hacia una realidad que está más
allá del yo. No estamos seguros sino de nuestra existencia,
pero nuestra existencia es la de un ser que piensa, es decir,
la de un ser que tiene ideas.139

197
Hasta ahora, la única certeza que posee Descartes
es la existencia de sí mismo como “algo que piensa”.
Pero en su pensamiento se encuentran varias ideas. Se
le plantea entonces el problema de saber si a tales ideas
corresponden realidades exteriores a su pensamiento. Para
salir de la soledad del cogito tiene necesidad de encontrar la
idea que corresponda necesariamente a un ser fuera de su
yo: será esa la idea de Dios.

R
Por lo tanto, para comprender por qué Descartes

O
tenía razón de probar la existencia de Dios, es necesario
conocer un poco mejor la concepción cartesiana de las
AD
ideas. En primer lugar Descartes distingue tres géneros
de ideas –siendo definida la idea ‘como la imagen de una
RR

cosa’–. Veamos:
• Las ideas innatas, por ejemplo, el círculo, Meditación
III y Principios I.
BO

• Las ideas adventicias, las que nos vienen de afuera,


como por ejemplo: la idea de Sol.
• Las ideas fácticas, las fabricadas por mí, por ejemplo: la
idea de sirena.
En segundo lugar distingue tres modos de existencia
del objeto representado por la idea:
• La existencia formal: es la existencia efectiva del objeto
representado dentro de la idea, por ejemplo el Sol real
en sí mismo, es decir, fuera de mí.
• La existencia inminente: el Sol tal como Dios lo ha
pensado y hecho.

198
• La existencia objetiva: es la existencia del objeto al
interior del sujeto que lo piensa; por ejemplo, el Sol
en mí.
Ahora bien, la duda metódica excluía hasta ahora
la creencia en la existencia formal de los objetos
representados por todas las ideas, salvo una, el cogito.
Pero como la duda no se planteaba sobre la existencia
objetiva de las ideas, Descartes se encuentra frente a este
problema: tenemos ideas, la existencia objetiva de tales

R
ideas es indudable, ellas son el complemento directo del
O
cogito. ¿Será legítimo pasar de la existencia objetiva de
AD
tales ideas a la existencia formal de los objetos que ellas
representan? ¿Hay algo que autorice, por ejemplo, a creer
que la idea de Sol que hay en mí corresponde al Sol real
RR

que existe fuera de mí? Problema que resolverá Descartes


buscando, entre las ideas que él tiene, una cuya existencia
objetiva implique la existencia formal del objeto que ella
BO

representa. Encontrando entre todas las ideas sólo una


cuya causa está necesariamente fuera de él: esta será la
idea de Dios.
A partir del cogito, Descartes encuentra un
principio cronológicamente segundo, pero primero
ontológicamente. Tal principio es DIOS, principio de toda
realidad tanto de las ideas que están en él como de las que
están fuera de él. Tal principio será en su filosofía la única
garantía de la objetividad del conocimiento y de la ciencia
misma: “(…) Pero si no supiésemos que todo lo que es
real y verdadero en nosotros proviene de un ser perfecto
e infinito, por claras y distintas que fuesen nuestras ideas,

199
no tendríamos ninguna razón que nos asegurase que ellas
tienen la perfección de ser verdaderas”.140
Descartes fundamenta la prueba de la existencia de
Dios en la idea de lo perfecto, siendo esta misma idea de
perfección la que permitirá en su filosofía discernir cuáles
son los atributos divinos. Para conocer la naturaleza
de Dios será suficiente con excluir de ella todas las
limitaciones experimentadas por nosotros, todas nuestras

R
imperfecciones. Pero si es verdad que nuestros defectos

O
nos distinguen de Dios, ellos sin embargo nos indican
que nosotros participamos de su naturaleza: nuestra
AD
voluntad que es infinita hará de nosotros seres semejantes
a Dios. Además, nuestras representaciones sensibles nos
RR

llevan a conocer nuestra naturaleza compuesta de alma y


cuerpo, composición que será en cierta forma el índice
de nuestra dependencia. Por otra parte, Dios asegurará a
BO

cada instante, por una especie de ‘creación continua’, la


conservación del mundo.
El conocimiento de Dios y del alma supone una
conversión del espíritu que debe desconfiar de lo
meramente sensible. Él critica la fórmula empirista
de la escolástica según la cual las ideas provienen de
una información sensorial. Pero debemos desconfiar
también de la imaginación y de sus representaciones
confusas y oscuras, que no pueden asegurarnos jamás un
conocimiento cierto y evidente. La única garantía válida
de la objetividad de nuestro conocimiento será Dios,
puesto que Él es la garantía de las ideas claras y distintas.

200
Por otra parte, no podemos atribuir jamás el error a Dios,
sino a la imperfección de nuestra naturaleza.

5.7. Críticas de Pascal a Descartes en relación con


la prueba que ofrece de la existencia de Dios.
Antes de referirnos a la manera como, según Pascal,
podría aceptarse –no probarse– la existencia de Dios,
diremos dos palabras sobre la manera como los dos

R
filósofos explican el error.
O
Para Descartes el error proviene de la diferencia que
existe entre nuestra voluntad y nuestro entendimiento:
AD
la voluntad que es infinita va más allá de los poderes del
entendimiento. Pero entendimiento y razón son sanos
siempre y cuando no vayan más allá de sus propios límites.
RR

En ningún caso la razón corresponde al juicio.


Para Pascal, al contrario, la razón es orgullosa y
BO

corrompida. Él no piensa, como Descartes, que todos los


caminos estén abiertos a la razón, sino que por primera
vez reconoce los límites de la misma. Según Pascal caen
fuera de la razón y de sus alcances el mundo propiamente
humano, la vida moral, la vida social y religiosa del
hombre. Pero aún en el mundo de la naturaleza, donde la
razón es árbitro, su poder encuentra un doble límite:
El primer límite para la razón, según Pascal, es la
experiencia. La experiencia no sirve, como creía Descartes,
sólo para decidir la verdad entre dos diversas explicaciones
posibles de un fenómeno presentadas por la razón; ella,

201
al contrario, debe servir también como norma y guía
constante de las explicaciones racionales. En este punto
Pascal estará mucho más cerca de Galileo que Descartes.
La ciencia no será para él la mera deducción rigurosa de
los fenómenos gracias a unos pocos principios generales,
sino la investigación que parte de la experiencia para llegar
a los principios.
El otro límite de la razón en el campo de las ciencias,

R
según Pascal está determinado por la imposibilidad de

O
deducir los primeros principios que son fundamento del
razonamiento sin poder éste ni demostrarlos ni refutarlos.
AD
Pero volvamos al tema que nos ocupa: la diferente
manera de explicar la existencia de Dios formulada
RR

por Pascal en oposición a Descartes. Según Pascal, las


verdades religiosas fundamentales no pueden ser objeto
de demostraciones metafísicas. Las verdades de FE no
BO

pueden ser ni demostradas ni comprendidas, ellas sólo


pueden ser sentidas, captadas y aceptadas. El instrumento
que nos permite captar tales ideas no es el entendimiento
sino el corazón.
No hay, por lo tanto, ninguna relación ni aproximación
entre las verdades de la ciencia y las verdades metafísicas.
Por lo tanto, la existencia de Dios no puede ser objeto
de ninguna demostración. “Dios es sensible al corazón,
no a la razón”. La fe no puede alcanzarse en virtud de
demostraciones y de pruebas. Las pruebas que se dan de
la existencia de Dios pueden valer para los que ya tienen
la fe, pero no pueden producir la fe en quien está privado
de ella. A veces, la prueba es el instrumento de la fe que

202
Dios mismo pone en el corazón, pero en todo caso, la fe
es diferente de la prueba: la prueba es humana, la fe es un
don de Dios.142

5.8. Ejemplos del cogito a través de la historia de


las ideas
Volvamos a Descartes. Antes de él, San Agustín –siglo
IV d. C.– había ya descubierto la necesidad del cogito como

R
primera verdad, para salir del escepticismo. Si fallor sum,
es decir, si me equivoco es porque existo decía el filósofo
O
de Hipona. Pero como Descartes mismo afirmó143 San
AD
Agustín se sirvió del cogito con fines bien diferentes
a los suyos. En San Agustín el cogito se orientaba al
reconocimiento de la presencia trascendental de Dios en
RR

el hombre. Así las cosas, en el siglo XVII, como ya hemos


expuesto, tenemos el “cogito racional” de Descartes y en
el siglo XVIII se puede hablar del “cogito trascendental”
BO

de Kant: cogito ergo res sum. La fórmula no es de Kant sino


de Emile Boutroux, quien resume así su pensamiento:
“Pienso, luego las cosas son”.
También se puede hablar del “cogito muscular” de
Maine de Birán: Je fais effort, donc je suis –me esfuerzo
luego soy–. Este filósofo espiritualista, precursor de la
psicología, orienta su reflexión hacia la observación del
‘sentido íntimo’, es decir, del sentimiento de sí mismo,
del yo. Este sentido es el del esfuerzo, la actividad, el
querer. Y si seguimos podríamos hablar en el siglo XIX
del “cogito impersonal” de Shopenhauer: Cogito, ergo est –
pienso, luego hay ser–. En el siglo XX, con el pensamiento

203
psicoanalítico tenemos el “cogito fálico” –según la expresión
de J. M. Auzias, en su libro Clefs pour le structuralisme.
Freud ha definido al hombre esencialmente como
deseo inconsciente, y en este sentido la representación
psicoanalítica del hombre es perfectamente anticartesiana.
Para Descartes el pensamiento inconsciente no era
pensamiento, pues éste no podía revelar al hombre su
propia existencia.

R
Podemos añadir el “cogito existencial” de Karl Jaspers:

O
Je choisis donc je suis, es decir, escojo, luego existo, que
hace énfasis en la libertad como determinante de la
AD
existencia humana. Para Jaspers la razón no es el único
medio para captar la existencia: ésta es ante todo libertad,
RR

y de aquí que la captación de la existencia no pueda ser


absolutamente racional.
En fin, podemos hablar del cogito «colectivo» de Albert
BO

Camus: Je me revolte, donc nous sommes –me rebelo, luego


nosotros somos–. Aquí Camus hace eco de la fórmula
de Fitche, quien decía: “El yo se descubre cuando se
opone, cuando se indigna, cuando se rebela contra los
obstáculos”. En el cogito de Camus el YO se descubre no
como lo absolutamente individual, sino en relación con
los otros, en la comunicación, en la relación de oposición.

5.9. La preocupación cartesiana de fundamentar


la física en la metafísica.
Descartes comprende, mejor que muchos de sus
contemporáneos, el derrumbe de la física aristotélica y

204
aún más de la metafísica que sustenta dicho sistema. Hay
en él una preocupación central por mostrar la necesidad
de fundamentar la física en la metafísica.
En una de sus cartas a Mersenne (16 de abril de
1630) habla de los temas que al principio de su reflexión
atraparon poderosamente su atención, señalando que no
hubiera podido encontrar los principios de la física, sino
los hubiera buscado en la metafísica. Más tarde, en otra
de sus cartas a Mersenne (11 de noviembre de 1640) le

R
dice que sus trabajos de metafísica contienen todos los
O
principios de la física. Y en los Principios de la Filosofía
AD
confeccionados, según él, para favorecer la enseñanza
de la filosofía vuelve a insistir en ello al establecer una
comparación entre las diversas partes del saber y las de un
RR

árbol. Así dice “La filosofía es como un árbol, cuyas raíces


son la Metafísica, el tronco la física y las ramas que salen
de ese tronco son todas las demás ciencias que se reducen
BO

a tres principales, a saber: la medicina, la mecánica [estas


eran las dos ciencias desarrolladas en su época] y la moral,
es decir, la moral más alta y perfecta que presuponiendo
un conocimiento completo de las otras ciencias, es el
último grado de la sabiduría”.144 Según esta comparación,
la metafísica realiza en el conjunto del saber la misma
función, respecto de las ciencias, que las raíces de un
árbol respecto a las otras partes del mismo. Lo que puede
entresacarse de la comparación cartesiana es que “el
conjunto de las ciencias parece exigir una física general, y
la física general requiere una metafísica”.145

205
La comparación es clara: si no puede haber fruto sin
tronco y ramas, y tronco y ramas sin raíces, de igual
manera no podría afirmarse la existencia de una física
general, o de otras ciencias, sin defender la necesidad de
una metafísica. Si es la raíz la que hace posible tanto el
árbol como el fruto, podría pensarse que la metafísica
haría posible la física y las otras ciencias, y por lo tanto,
que tratar de metafísica sería tratar de aquello que hace

R
posible el saber, negando al mismo tiempo a la física su

O
capacidad de autofundamentarse.
Desmond Clarke, en La filosofía de la ciencia de Descartes,
AD
ha estudiado cuidadosamente la evolución que siguió el
pensamiento cartesiano en relación con la derivación de
RR

la física de la metafísica, a lo largo de sus obras, desde su


correspondencia hasta las dos obras donde el tema aparece
con mayor desarrollo, Las Meditaciones y Los Principios, y
BO

llega a la conclusión, que la derivación de la física de la


metafísica en Descartes, a pesar de que él ofrecía como
garantía de los principios generales de su física tanto su
capacidad explicativa como su acuerdo con la observación,
sólo expresan la articulación de las explicaciones
científicas dentro del cuadro de base facilitado por su
sistema metafísico, pero en modo alguno que la verdad
de las proposiciones metafísicas implicara la verdad de
los principios físicos.146 Además deja ver Clarke, que
Descartes mismo expresó, en algunas ocasiones, la
posibilidad de que su física estuviera equivocada; por otra
parte, los lectores contemporáneos de Descartes deben ser
conscientes de que él está hablando de una física cuyos

206
principios son deducidos a priori, muy distinta a la que
se desarrolló a partir de Galileo. Es bueno sin embargo
señalar que durante casi un siglo, fue la física cartesiana
y no la Galileana la que se enseñaba y aceptaba en las
escuelas, sobre todo en Francia, donde el cartesianismo
tenía ondas raíces. Como bien lo ha mostrado Kuhn, no
se es fácil romper con los paradigmas.
Sea que Descartes hubiera tenido éxito o no en su
esfuerzo por derivar la física de la metafísica, lo que si

R
es cierto es que después de tres siglos de desarrollo de
O
la ciencia experimental, y a pesar de los extraordinarios
AD
conocimientos que el hombre ha logrado sobre la
constitución y evolución del universo físico, sigue
siendo muy difícil desterrar a la metafísica de la ciencia,
RR

porque todavía hay muchos conceptos oscuros o difíciles


de esclarecer sólo con explicaciones físicas, uno de
ellos es por ejemplo el concepto de materia que tanto
BO

trabajaran Aristóteles, Descartes, Leibniz, Marx o Engels


y que hoy los físicos identifican con energía, sin saber
exactamente ¿qué es la energía? O el concepto de tiempo,
cuyo tratamiento exige ir mucho más lejos de Plotino
y Heidegger. O en fin, el concepto mismo de origen
del universo, pues a pesar de las audaces exploraciones
astrofísicas de los últimos años, sus respuestas difícilmente
se pueden expresar en términos puramente numéricos.
Muchos científicos y filósofos del siglo XX, entre ellos
Duhem, Poincaré, Meyerson, Brunschvicg, Bachelard,
Einstein, De Broglie, Heisemberg, Schrödinger,
Prigogine y Popper, entre otros, con sensibilidad filosófica

207
y científica, son conscientes que los problemas filosóficos
que se derivan de la física, son los más difíciles de resolver,
y que la física y la metafísica siguen siendo dos disciplinas
complementarias, cuyo diálogo exigirían científicos con
formación filosófica y filósofos con formación científica.

R
O
AD
RR
BO

208
Isaac Newton ( 1642 - 1727)
Anexos

1
Epistemología y metafísica en la ciencia
newtoniana147

R
Según el famoso historiador de la ciencia
O
norteamericano, Bernard Cohen (1914-2003) “El
momento culminante  de los siglo XVI y XVII fue el
AD
descubrimiento realizado por Isaac Newton de la Ley de
la gravitación universal”. Y en efecto, con una simple
ley Newton logró explicar los fenómenos físicos más
RR

importantes del universo observable, explicando además


las tres leyes de Kepler.
BO

1 2
= 2

G
Donde F es la fuerza. G es la constante que determina
la intensidad de la fuerza y que sería medida años más
tarde por Henry Cavendish en su célebre experimento de
la balanza de torsión, m1 y m2 son las masas de los dos
cuerpos que se atraen entre sí y r es la distancia entre
ambos cuerpos.

209
Introducción:
Fue Newton sin duda el más grande científico de todos
los tiempos, capaz con una sola fórmula matemática de
explicar todos los movimientos de los cuerpos celestes
y resolver los múltiples interrogantes que desde la
antigüedad los más grandes estudiosos del cosmos se
habían planteado sin encontrar una respuesta coherente.
Sus biógrafos nos dicen que Newton era un hombre

R
tímido, sobrio, desconfiado y desde muy niño apasionado

O
por las matemáticas y por la ciencia experimental.148
AD
Nos dicen también que los primeros desarrollos
científicos los hizo antes de los 25 años, si bien sus grandes
obras fueron escritas mucho más tarde. El mismo Newton
RR

diría en una de sus cartas póstumas que los años de 1665


y 1666, cuando debió ausentarse de la universidad a
causa de la epidemia de peste que hubo en Londres,
BO

fueron los más fecundos en invenciones: el método


de fluxiones, la teoría de los colores y las primeras
ideas sobre la gravitación universal relacionadas con la
permanencia de la Luna en su órbita en torno a la Tierra,
serían descubrimientos que empezaron a desarrollar en su
mente durante esta época.
En efecto 1666 fue un año trágico para Inglaterra,
mueren cerca de 75000 londinenses de peste, algo casi
inimaginable, algo terrible, en un solo día murieron 7000.
Y para colmo de males un voraz incendió devoró en
cuatro días 13000 casas, en ese entonces las cuatro quintas
partes de la ciudad. Pero durante esos trágicos meses,

210
Newton de 24 años, abandona Cambridge y se encierra
en Lincolnshire a leer y reflexionar. Logra en su mente
una gran síntesis sobre las teorías de Copérnico, Kepler
y Galileo, y descubre la ley de la gravitación universal,
aunque todos estos resultados sólo se verán muchos años
más tarde.
Lo más admirable en Newton –según sus biógrafos– es
su extraordinario poder de concentración, como él mismo
lo dijo alguna vez con estas palabras: “Yo conservo el sujeto

R
que me ocupa continuamente en mi mente en espera de que un día
O
al despertar el alba ella se transforme poco a poco en extraordinaria
AD
luz”. Silencioso, encerrado en su alcoba, sin comunicarse
casi con sus compañeros, es el tipo de un investigador
solitario.
RR

En torno a su carácter, a su personalidad, e incluso


en torno a su genialidad se han escrito miles de cosas, y
BO

aún hoy día muchos creen que Newton es de verdad el


símbolo del sabio racional, el hombre capaz de encerrar
todo el universo en una sola fórmula matemática, el
experimentador riguroso que descubre paso a paso la
verdad gracias a su maravilloso cerebro, pero esto no es
exactamente así.
Si bien es cierto que Newton desconfía de la poesía,
proclama la neutralidad de la ciencia, se interesa en todos
los dominios científicos de su época –óptica, astronomía,
dinámica, química–, y hasta dice que él no hace hipótesis
y que sólo se fía de las verdades demostradas con toda
evidencia, veremos en seguida que esto no es tan exacto,

211
que nuestro científico fue también un hombre preocupado
por otros temas como la metafísica y las Escrituras, donde
no hay demostración experimental posible. Trataremos
de este asunto en el presente ensayo, presentado como
Ponencia en 1986 en el Seminario organizado por la
Universidad de Antioquia para conmemorar los 300 años
de la publicacón de los Principia. Ensayo que fue publicado
en las Memorias del Congreso.

R
Sin pretender haber leído y comprendido en su

O
totalidad las dos obras fundamentales de Newton, la
Óptica y los Principios matemáticos de la filosofía natural,
AD
vamos a esbozar algunas ideas sobre la filosofía que
subyace detrás de estas obras, tratando de fundamentar
RR

nuestras afirmaciones en los textos de Newton. Nos han


ayudado mucho para este ensayo los Estudios newtonianos,
de Alexandre Koyré, y las magníficas traducciones de la
BO

Óptica, realizadas por Carlos Solís, y de los Principia, por


Escohotado y Sáenz de Heredia.
Con frecuencia se nos ha presentado a Newton como
un hombre descarnado e insensible, que no se interrogaba
jamás sobre cuestiones que no pudiera demostrar
experimentalmente, o que, si lo hacía, callaba siempre sus
opiniones. Un hombre que no planteaba hipótesis. Sin
embargo, de la lectura atenta de algunos textos de Newton,
especialmente del “Escolio general de los Principia”, y de
las “Cuestiones de la Óptica”, se descubre un Newton
mucho más sensible a la problemática filosófico-teológica
de su época. Un Newton que se interroga abiertamente
sobre muchos temas que, él sabía muy bien, no podrían

212
jamás encontrar respuesta definitiva mediante los métodos
de las ciencias experimentales. Un Newton que se atreve
a terminar su tercera versión de la Óptica (1717) con una
velada crítica a la metafísica trinitaria y a la corrupción
de la fe con la introducción del culto a los muertos (los
santos).

1.1. Las hipótesis y el papel que juegan en la obra


de Newton

R
Muchas interpretaciones ha recibido la famosa frase de
O
Isaac Newton, Hypothesis non fingo, del “Escolio general de
AD
los Principia”, incluida sólo a partir de la segunda edición
de la obra, en 1713, donde dice lo siguiente:
Hasta el presente no he logrado descubrir la causa de esas
RR

propiedades de la gravedad a partir de los fenómenos y no


finjo hipótesis. Pues todo lo no deducido a partir de los
BO

fenómenos ha de llamarse una hipótesis, y las hipótesis,


metafísicas o físicas, ya sean de cualidades ocultas o
mecánicas, carecen de lugar en la filosofía.149
Lo primero que es necesario averiguar es ¿qué era lo
que Newton entendía exactamente por hipótesis? Esta
tarea no es fácil, como ampliamente lo ha mostrado
Koyré, en sus Estudios Newtonianos150 pues no hay buenas
ediciones modernas de Newton, como sí las hay por
ejemplo de Descartes, de Huygens y de Galileo. Los
ingleses divinizaron tanto a Newton que terminaron
tratándolo como se tratan las cosas sagradas, tocándolo lo
menos posible, dice Koyré. Estudios actuales de las tres

213
ediciones de los Principia, hechas en vida del autor (1687,
1713 y 1726) han mostrado que no son idénticas; las
mayores diferencias se encuentran entre la primera y la
segunda edición.
El Escolio General aparece por primera vez en la
segunda edición. Se ha dificultado mucho el estudio
comparativo entre la primera y la segunda edición, por
la falta de ejemplares de la primera. Sólo se editaron de

R
250 a 300 libros, y ni las bibliotecas, ni los coleccionistas

O
particulares, quieren exponer al público un tesoro tan
valioso. La tarea se facilitó a partir de 1954, cuando la
AD
casa editora W. Dawson e Hijos, reeditó en reproducción
fotográfica la edición de 1687.
RR

Hay muchas ediciones de los Principia que tienen un


índice preparado por Roger Cotes para la segunda edición,
pero éste no es muy útil, pues Cotes pronuncia en forma
BO

bien dogmática algunas de sus afirmaciones; por ejemplo,


refiriéndose a las hipótesis dice “rechaza todas las hipótesis”.
Sin embargo, del estudio atento de algunos textos de
Newton se descubre que en realidad no es así. Veamos:
Al principio del libro III de los Principia, en la primera
edición, se encuentra una sección titulada HIPÓTESIS,
con una serie de nueve proposiciones llamadas todas
hipótesis; la primera de ellas dice: “No debemos para las
cosas naturales admitir más causas que las verdaderas y
suficientes para explicar los fenómenos”. Esta hipótesis
aparecerá en la segunda edición como regla I para el
filosofar (pág. 657). De la quinta a la novena hipótesis

214
se refieren todas al movimiento planetario, y según la
interpretación de Koyré, esto significa que en la primera
edición de los Principia, Newton se proponía ante todo
dar la prueba de la verdad de la hipótesis copernicano-
kepleriana del movimiento planetario. Prueba de ello
es que en la reunión de la Royal Society del 28 de abril
de 1686, el libro de Newton fue presentado como el
único que ofrecía la demostración matemática de la hipótesis
copernicana propuesta por Kepler.

R
La segunda hipótesis de la primera edición aparece en
O
la segunda como la regla fundamental de la filosofía; dice
AD
así: “Por consiguiente, debemos asignar tanto como sea
posible a los mismos efectos las mismas causas” (p. 657).
La tercera desaparece de los Principia y aparece como la
RR

última cuestión de la Óptica, la Cuestión 30, donde afirma


“la posibilidad de convertir los cuerpos en luz y la luz en
cuerpos”.151
BO

Las hipótesis quinta a novena, que dijimos se refieren


todas al movimiento planetario, aparecen en la segunda
edición como fenómenos (p. 657). La hipótesis cuarta
de la primera edición, que trata de la inmovilidad del
centro del mundo, sigue como hipótesis, y será la primera
hipótesis de la segunda edición (p. 661). Y el lema IV de la
proposición XXXVIII de la primera edición se convertirá
en la hipótesis II de la segunda edición (p. 755).
En su tratado inédito De Motu, primera versión del
libro I de los Principia, escrito a finales de 1684, y sólo
publicado en 1893 en Londres bajo el título Un essay on

215
Newton’s Principia, Newton colocó una serie de cuatro
hipótesis a continuación de las definiciones de fuerza
centrípeta, de la fuerza del cuerpo y de la resistencia. En
los Principia, aquellas hipótesis se convertirán en “Los
Axiomas sobre las Leyes del Movimiento”.

1.2. ¿Qué sentido le da Newton a la palabra


hipótesis?

R
Podemos decir que en la primera versión de los

O
Principia las hipótesis son para Newton “los principios
AD
fundamentales de su sistema cosmológico”. Koyré señala
al respecto que estas hipótesis, en las cuales los principios
generales se asocian con los datos empíricos, no son
RR

modelos de coherencia lógica.152 Veinticinco años después


de la primera edición de los Principia, Newton empleará
el término hipótesis –no en el sentido de principio ni de
BO

explicación posible o probable, como lo había hecho en


su juventud– sino como algo peyorativo, en el sentido
de “aserción gratuita, indemostrable y extracientífica”.
Aquí ya la palabra hipótesis no significará ni axioma, ni
conjetura, sino ficción. Puede entenderse así lo que
Newton escribe a Roger Cotes en 1712, cuando éste se
encontraba preparando la segunda edición de los Principia,
edición que saldrá en 1713. Dice allí lo siguiente:
“Como en la geometría el término hipótesis no
está tomado en un sentido tan amplio que abrace
los axiomas y los postulados, del mismo modo en
la filosofía experimental no debe tomarse en un

216
sentido tan amplio que incluya los principios y los
axiomas que yo llamo las leyes del movimiento.
“Estos principios son deducidos de los fenómenos,
y se generalizan por la inducción, que es la más
alta evidencia que puede tener una proposición en
filosofía. Y el término hipótesis es empleado por mí
aquí solamente para designar una proposición que
no es ni un fenómeno, ni es deducida de ningún
fenómeno, sino sólo presumida o supuesta, sin

R
ninguna prueba experimental”.153
O
En la carta a Cotes, Newton añade otro párrafo, que
AD
aparecerá también en el Escolio General de la segunda
edición y en la Cuestión 24 de la edición latina de la
Óptica (cuestión 31 de la edición inglesa). En los Principia
RR

dice Newton: “(…) pues todo lo no deducido a partir de


los fenómenos ha de llamarse hipótesis, y las hipótesis,
BO

metafísicas o físicas, ya sean de cualidades ocultas o


mecánicas, carecen de lugar en la filosofía experimental”
(p. 817). Y en la Óptica añade:
“Como en las matemáticas, en la filosofía
natural la investigación de las cosas difíciles por
el método de análisis ha de preceder siempre al
método de composición. Este análisis consiste en
realizar experimentos y observaciones, y en sacar
de ellos conclusiones generales por inducción,
y en no admitir otras objeciones en contra de
esas conclusiones que aquellas salidas de los
experimentos u otras verdades ciertas, pues las

217
hipótesis no han de ser tenidas en cuenta en la
filosofía experimental”.154
El término hipótesis no es unívoco, se presta a una gama
de interpretaciones. Puede tomarse en primer lugar como
una conjetura cuyas implicaciones pueden ser internas,
como en el caso de las hipótesis que plantea Platón en su
Parménides, o en las peticiones de Arquímedes y de Euclides,
o bien pueden ser consecuencias externas, como en el

R
caso de las ciencias naturales. También puede significar

O
el término hipótesis un conjunto de proposiciones que
se postulan para deducir de ello consecuencias lógicas,
AD
como lo hacen los matemáticos. O puede emplearse
a la manera de los astrónomos ptolemaicos, quienes
RR

llamaban hipótesis a un conjunto de proposiciones que


permitían ordenar o deducir los fenómenos celestes,
sin que ello implicara su verdad ontológica, es decir, sin
BO

pretender la verificación de esas proposiciones mediante


la observación. Es así como presentará Osciander la Teoría
Heliocéntrica de Copérnico en el Prefacio a la primera
edición de La Revolución de los orbes celestes, en 1543.
Se pensaba que con premisas diferentes era posible
llegar a las mismas conclusiones. Kepler mismo explica
esto en una carta del 22 de diciembre de 1616 a Michael
Mastlin, cuando dice que una hipótesis astronómica es
todo lo que sirve para comparar (calcular) las posiciones
planetarias, y que es posible que pueda haber varias
maneras de realizar esas comparaciones y cálculos,
pudiendo ellas ser perfectamente equivalentes. Tal
sucede con los epiciclos y las excéntricas de la astronomía

218
ptolemaica. Lo explica también al principio de su Nueva
Astronomía, que se titula precisamente “De la comparación
entre las hipótesis”. Es posible que las tres hipótesis
en conflicto, la de Tycho Brahe, la de Ptolomeo y la de
Copérnico, sean todas capaces de salvar los fenómenos, y
que desde el punto de vista puramente astronómico no
haya razón para escoger; sin embargo, Kepler se inclinó
siempre por la hipótesis heliocéntrica, como se atrevió
a expresarlo desde 1594 en el Discurso inaugural de su

R
cátedra de matemáticas, cuando dijo que el “sistema de
O
Copérnico era un tesoro de comprensión verdaderamente
divino del orden maravilloso del mundo y de todos los
AD
cuerpos que él contenía”. Galileo en sus “Consideraciones
sobre la opinión copernicana”, rechaza rotundamente la
equivalencia de las hipótesis; piensa que sólo una puede
RR

ser verdadera, y a buscar su verdad dedicará gran parte de


su vida.155
BO

Pero las hipótesis pueden considerarse también como


algo ficticio; así parece entenderlo Descartes cuando dice
en sus Principios de filosofía:
(…) quiero que sólo se tengan por hipótesis las cosas
que expondré aquí. Pero con todo, para no aparecer
tampoco demasiado arrogante, si filosofando acerca
de asuntos de tanta monta aseguráramos que fue
hallada por nosotros su verdad genuina, preferiría
dejar esto en medio y proponer como hipótesis
todo lo que necesariamente he de escribir. Aunque
se juzguen falsas, consideraré que ha valido la pena
formularlas, si todo lo que de ellas se deduzca

219
coincidiera con las experiencias; pues de esta manera
obtendremos para la vida tanta utilidad, como del
conocimiento de la verdad misma (…).156
La idea de que con hipótesis falsas se puede llegar a
conclusiones verdaderas la continúa Descartes así: “He
de adoptar aquí algunas hipótesis que consta son falsas;
más todavía, para explicar mejor los hechos naturales
buscaré sus causas aquí, más profundamente de lo que

R
estimo haber existido nunca”157. Expresión que nos deja

O
ver claramente el divorcio que había en su época entre la
teoría (es decir las hipótesis) y la verdad.
AD
Era bien conocida en la época de Newton esa
epistemología que llevaba a las ciencias a postular lo falso
RR

para de ahí deducir lo verdadero. Pierre Ramus protestaba


diciendo que era absurdo querer demostrar las cosas de
la naturaleza por falsas causas, y pedía que se hiciera una
BO

astronomía sin hipótesis; incluso ofrecía su cátedra en


el College de France (en la época College Royal) al que
lograra hacerlo. Kepler se propuso como candidato en una
carta de 1595 a su maestro Mastlin, manifestando que en
su obra El Misterio Cosmográfico no había hipótesis. Parece
que la carta llegó tarde, pues el puesto de Ramus fue
ofrecido a otro; por otra parte, la obra de Kepler estaba
bien lejos de no plantear hipótesis. Pero sin duda puede
ser a esto que se debe que Kepler despreciara siempre la
interpretación positivista de la ciencia, y exigiera de la
astronomía la búsqueda de la verdad y no sólo el saber de
las apariencias. Cien años después de Kepler, será Newton
quien se declarará abiertamente contra la hipótesis,

220
expresando con orgullo en su Escolio General: Hypotheses
non fingo, o dicho de otra manera: No utilizo ficciones y
proposiciones falsas como premisas explicativas.
Frente al problema de las hipótesis el pensamiento de
Newton evoluciona gradualmente. En la primera edición
de los Principia, el término hipótesis parece ser empleado
como proposiciones plausibles aunque no demostrables. En este
caso la palabra hipótesis tendría una significación bien
diferente a la que tendrá en el pensamiento de Descartes

R
y Leibniz, para quienes dicho término significaba ficción:
O
ficción gratuita y necesariamente falsa, concepción que
AD
implica un divorcio entre la ciencia y la realidad.
Para Newton era sin duda muy molesto seguir
llamando hipótesis a los hechos astronómicos que él
RR

pretendía demostrar. Así pues, en la segunda versión de


los Principia, tendrá más cuidado con su terminología.
BO

Establecerá una distinción entre las reglas generales lógico-


matemáticas del razonamiento en filosofía, los axiomas y
las leyes del movimiento y los datos experimentales o de la
observación, a los que llamará fenómenos. Es esto lo que
trata de explicar a Roger Cotes en su carta de 1712 (que
hemos citado anteriormente), carta en la cual se proponía
aclararle su Hypothesis non fingo del Escolio general, como
lo atestigua la cita ya comentada de la página 817 de los
Principia.
Los críticos de Newton no han logrado aclarar todavía
qué era exactamente lo que éste entendía por hipótesis
metafísica: unos pretenden que podrían ser las hipótesis

221
de la cosmología aristotélica, otros piensan que se refiere a
las afirmaciones cartesianas. En efecto, Descartes deducía
la conservación del movimiento a partir de la inmovilidad
divina, pues la ley suprema del universo cartesiano es la
ley de la persistencia. Lo que Dios ha creado lo mantiene
en su ser. La cantidad de movimiento con el cual Dios
ha impulsado al mundo no puede aumentar ni disminuir,
permanece constante, como constante es la voluntad

R
divina. El movimiento en el universo cartesiano tiene

O
realidad propia. Es creado por Dios incluso antes de las
cosas158 Las hipótesis metafísicas de que habla Newton se
AD
pueden referir a todo menos a la existencia de Dios pues
para Newton, Dios no era una hipótesis, sino una certeza,
como trataremos de mostrarlo en la última parte de éste
RR

ensayo.
Con su rechazo a las hipótesis Newton está
BO

reconociendo la diferencia que hay entre las


especulaciones imaginarias de los filósofos mecánicos
(la de los cartesianos especialmente), y las proposiciones
matemáticas, cuantitativas y rigurosas de las ciencias
matematizadas. En su segunda carta a Pardies dice: “Hay
que rechazar las hipótesis que no se puedan conciliar
con los fenómenos, aunque es una tarea fácil acomodar
las hipótesis a esta doctrina”. Una vez que el proceso
de inducción suministra proposiciones dotadas de la
positividad de las ciencias matemáticas, Newton pide la
suspensión de “(…) objeciones sacadas de las hipótesis o
de otros apartados que no sean estos dos: o bien mostrar
la insuficiencia de los experimentos para determinar las

222
cuestiones a demostrar, (…) señalando las faltas y defectos
en las conclusiones derivadas de ellos, o bien, suministrar
otros experimentos que las contradigan directamente, si
es que pueden darse”.159
Newton desprecia las hipótesis de los cartesianos por
varias razones, en primer lugar por considerarlas incapaces
de explicar los fenómenos astronómicos, es decir, las leyes
de Kepler. En efecto, el último Escolio de libro II de los
Principia comienza así: “Es evidente que los planetas no

R
son transportados por vórtices corpóreos (...)” (p. 651),
O
y explica ampliamente el por qué de esta afirmación. Y
AD
el Escolio General lo empieza con estas palabras: “Las
hipótesis de los vórtices tropiezan con muchas dificultades
(...)” (p. 813). Sigue una larga explicación donde termina
RR

señalando que tampoco a los cometas se les puede aplicar


la hipótesis de los vórtices, pues ellos son arrastrados por
todo el cielo con movimientos muy excéntricos y con
BO

una libertad que es incompatible con la noción de un


vórtice. Roger Cotes, en su amplio prefacio a la segunda
edición de los Principia, se refiere con todo lujo de detalles
a las hipótesis cartesianas y afirma lo siguiente: “Los
fenómenos no pueden en modo alguno ser explicados
mediante remolinos (…)”. (p. 215).
Para Newton y Roger Cotes hay además un argumento
muy fuerte en contra de las hipótesis mecánicas: estas
llevan, piensan ellos, a la exclusión de Dios del universo.
En cuanto a las hipótesis físicas, serían para Newton
meras ficciones, puesto que la atracción no es una fuerza
mecánica ni física. Newton continúa llamando hipótesis

223
a su planteamiento sobre la inmovilidad del centro del
Sistema Solar, pues él se da cuenta de que no puede
probarla, y que sin duda hasta podría ser falsa.
En resumen podríamos decir lo siguiente: para
Newton las hipótesis son, o bien un medio para hacerse
entender, o un procedimiento heurístico que le ayuda a
establecer los experimentos necesarios para la deducción
de proposiciones generales. En la segunda versión de

R
los Principia, que es una obra perfectamente acabada,

O
sólo aparecen tres hipótesis (p. 640, 682, 755), pero en la
Óptica, obra abierta e inacabada, las hipótesis aparecen
AD
como algo necesario en el proceso de desarrollo de la
disciplina. Pero también en la Óptica, como sucedió en
RR

los Principia, Newton va evolucionando en el empleo de


sus términos. En efecto, la acalorada polémica sostenida
desde 1672, cuando envió su famosa carta a Oldenburg,
BO

secretario de la Royal Society, exponiendo su primera


versión de la teoría sobre la luz, hasta su primera
publicación de la Óptica en 1704, llevó a Newton a tener
mucha prudencia en sus términos.
A pesar de que la Óptica empieza con una declaración
abiertamente positivista, en donde dice: “Mi propósito
en este libro no es explicar las propiedades de la luz
mediante hipótesis, sino proponerlas y demostrarlas
mediante razonamientos y experimentos”, termina, sin
embargo, su tercer libro con una serie de 31 hipótesis
(preguntas), tituladas Cuestiones, donde se descubren las
más osadas especulaciones, saltando del tema de la luz
y sus propiedades a las causas generales de las mismas

224
y de la gravedad; allí plantea cuestiones ontológicas
fundamentales acerca de la composición de la naturaleza,
a base de la materia pasiva y de principios activos no
materiales; se cuestiona sobre la intervención de Dios
en el mundo con una providencia constante, sobre la
naturaleza de las fuerzas operantes en las reacciones
químicas, y sobre el carácter cíclico del cosmos.
La mayoría de las hipótesis de la Óptica, como puede
verse en las “Cuestiones”, son intentos de aplicar el

R
método transdeductivo, es decir, partir de propiedades
O
inobservables, como lo expresa en la Tercera Regla del
AD
filosofar, susceptibles de llevar a proposiciones generales
pero que, por falta de suficientes experimentos, deben
quedarse al nivel de conjeturas. En su contexto concreto,
RR

la frase de Newton, Hypothesis non fingo, significa que él


sólo admitía las objeciones contra sus experimentos, o
nuevos experimentos que los contradijeran.
BO

Siguiendo sin duda a Bacon, Newton avanza la tesis


de que no es posible refutar filosófica o científicamente
ningún descubrimiento sólo por el hecho de que parezca
contradecir un principio general, un postulado, un
sistema o cualquiera otra hipótesis. Con los axiomas
el problema sería diferente. En el raro supuesto de
que alguno contradijese un descubrimiento, dejaría
de ser axioma y pasaría a ser una mera hipótesis; por
otra parte los axiomas reflejan modalidades operativas
del entendimiento humano y, como tales, reflejos de
categorías estructurales que no pueden verse contradichos
por los descubrimientos y certezas que los hombres

225
alcanzan usando aquellas categorías, de las cuales surgen
los propios axiomas (p. 188, nota 340). Newton está
sin duda dando un paso liberador que lo distinguirá de
todos sus anteriores predecesores, apegados más o menos
al razonamiento hipotético. De Aristóteles a Leibniz,
pasando por Copérnico, Galileo y Kepler, ningún
constructor de ciencia o de métodos de investigación de
la naturaleza, estuvo libre de certezas a priori; se podría

R
tal vez excluir a Bacon de Verulam y sus seguidores más

O
cercanos, como Huygens y Hooke, pero ninguno de
ellos construyó un sistema tan perfecto y acabado como
AD
el construido por Newton. Así pues, Newton cumplía a
cabalidad con la exigencia baconiana de estar abiertos a
las cosas y evitar cualquier prejuicio. Pero además no se
RR

restringía sólo a lo particular, ni caía en una investigación


orientada sólo a fines prácticos.
BO

Newton fue desprejuiciado y sistemático a la vez.


Después, con el correr del tiempo, las inconsecuencias
conceptuales del materialismo científico ingenuo,
anterior a Einstein, sumadas a un análisis puramente
formal de la crítica neopositivista, han sepultado lo más
positivo del antihipotetismo Newtoniano. Se pensó que
sólo había dos caminos: El de los experimentos y el de las
especulaciones por vía hipotética. Sin embargo, hoy sabemos
que es imposible construir una ciencia físico-matemática
sobre bases puramente experimentales, y jamás ha habido
proceso científico sostenido a través de meras mediciones
y recogido por datos singulares. El experimento, desde
Galileo, es una pregunta que se le hace a la naturaleza. Es

226
por lo tanto evidente que el investigador, al interrogar con
astucia y rigor la naturaleza para poder obtener respuestas
objetivas (en vez de limitarse a legalizar ídolos personales
y a hacer profecías autocumplidas), no puede estar libre
de especulaciones en múltiples y obligados puntos.160

1.3. La metafísica newtoniana


No se ha podido averiguar con claridad cuáles fueron

R
las razones que llevaron a Newton a aumentar su Óptica
con una serie de cuestiones añadidas al tercer libro,
O
donde no tratan problemas ópticos, sino metodológicos,
AD
epistemológicos y metafísicos. Alexandre Koyré piensa
que se debe a la publicación del libro del Dr. George
Cleyne Philosophical principles of natural religion (Londres
RR

1705). La segunda edición de este libro publicado bajo el


título Philosophical principles of religion natural and revelead
(Londres 1715), se dividía en dos grandes partes. En
BO

la primera se presentaban los elementos de filosofía


natural; la segunda trataba de la naturaleza y los tipos de
infinitos, de la aritmética y sus usos, como también de
los principios filosóficos de la religión revelada, que se
publicaban por primera vez. Y Cohen señala que David
Gregory, en sus Memoranda de 1705, dice que Newton le
había manifestado que las obras del Dr. Cleyne le habían
abierto la puerta para atreverse a expresar sus convicciones
más íntimas, veamos:
Sir Isaac Newton estaba conmigo y me dijo que
había puesto siete páginas de añadidos a su libro

227
de Luces y Colores, en esta nueva edición latina del
mismo. A manera de preguntas ha explicado la
explosión de la pólvora y todas las operaciones
principales de la química. Ha mostrado que la luz
no es ni una comunicación de movimiento, ni
una presión. Se inclina a pensar que son cuerpos
diminutos proyectados. Ha explicado en estas
cuestiones la doble refracción en el cristal de

R
Islandia. Lo que dudaba era si debía poner la última

O
cuestión así: ¿De qué está lleno el espacio que está
vacío de cuerpos? La verdad plena es que piensa que
AD
Dios está omnipresente en el sentido literal. Y que,
así como nosotros somos sensibles a los objetos allí
donde sus imágenes son transportadas al interior
RR

del cerebro, así Dios ha de ser sensible a todas las


cosas; pues supone que así como Dios está presente
BO

en el espacio donde no hay cuerpos, está también


presente en el espacio donde están presentes los
cuerpos.161
Las cuestiones de la Óptica son en total 31. En las
cuestiones 21, 22, 28 y 31, junto con el “Escolio General”
de los Principia, expone Newton sus concepciones sobre
el objeto y el fin de la filosofía, desarrollando a la vez su
visión general del mundo: un sistema extremadamente
interesante y bastante consistente de “filosofía
corpuscular”, ya bosquejado en sus Cartas de Benthey,
donde se afirma la unidad fundamental de la materia
y la luz, presentando los componentes materiales del
universo, esto es, las partículas duras e indivisibles, como

228
afectadas constantemente por todo un sistema de diversas
fuerzas no materiales, atractivas y repulsivas.
Nos detendremos un poco en la cuestión 28, donde
explica en primer lugar cómo el plenum es imposible,
puesto que un espacio completamente lleno opondría
al movimiento una resistencia tan fuerte, que el mismo
movimiento resultaría imposible y desde hace tiempo
habría cesado. También habla de la imposibilidad física,
es decir astronómica, de que los espacios celestes estén

R
llenos de un éter extremadamente fino, raro y tenue, cuya
O
densidad podemos hacer tan pequeña como queramos, y
AD
concluye la cuestión así:
Para el rechazo de tal medio, disponemos de la
autoridad de aquellos de los más antiguos y célebres
RR

filósofos de Grecia y Fenicia, quienes hicieron del


vacío, los átomos y la gravedad de los átomos, los
BO

primeros principios de la filosofía, atribuyendo


tácitamente la gravedad a una causa distinta de la
materia densa. Filósofos posteriores borraron de
la filosofía natural la consideración de tal causa,
imaginando hipótesis para explicar mecánicamente
todas las cosas y relegando a la metafísica todas
las demás causas. Sin embargo el objetivo básico
de la filosofía natural es argumentar a partir de
los fenómenos, sin imaginar hipótesis, y deducir
las causas a partir de los efectos, hasta alcanzar
la primerísima causa, que ciertamente no es
mecánica.162

229
En un manuscrito redactado entre 1704 y 1706 sobre
las Cuestiones de la Óptica, Newton se preguntaba por
medio de qué actuaban los cuerpos a distancia unos sobre
otros; decía así:
“Los antiguos filósofos sostenían el vacío y los
átomos, y atribuían la gravedad a los átomos,
diciéndonos los medios sólo a través de figuras; así,
llamaban a Dios Armonía, presentándolo junto a la

R
materia como el Dios Pan y su flauta; o llamando

O
al Sol la prisión de Júpiter, puesto que mantiene
a los planetas en sus órbitas. De ahí parece haber
AD
nacido una antigua opinión, según la cual, la materia
depende de una deidad que orienta su movimiento
RR

y su existencia”.163
En 1706 Newton atribuía la gravedad a una causa
distinta de la materia, mientras que en 1717 añade el
BO

adjetivo de “densa”; pero entonces creía firmemente


que la gravedad y toda actividad dependían directamente
de la voluntad divina, como reconoce D. Gregory en
su Memorandum de 1705, según el cual, Dios es lo que
llena los espacios vacíos de materia. ¿Qué hay en los
lugares casi vacíos de materia, y cómo es que el Sol y los
planetas gravitan unos hacia otros sin que haya entre ellos
materia densa? Se pregunta Newton en la cuestión 28 que
venimos comentando.164
El “casi” y el adjetivo “denso” que atribuye a la materia,
son –según el traductor español de la Óptica–, de 1717. En
1706 sólo da a entender que hay “algo” en el espacio vacío,
que no es materia, y que es responsable de la actividad

230
en el mundo. Influencia sin duda de H. More y de R.
Goodworth.
Sobre la concepción del espacio en Henry More
podemos encontrar un amplio estudio en Del Mundo
cerrado al Universo infinito de A. Koyré, cap. VI. Koyré
nos muestra allí que no sólo los filósofos compartían la
concepción del espacio de Henri More, sino también
Newton, lo cual resulta muy importante debido a la
influencia abrumadora e incontestable que tendrá este

R
científico en la ciencia y la filosofía posterior. Henry
O
More dice que “el primer método para probar las cosas no
AD
corpóreas debe basarse en (…) la demostración de cierto
(ser) inmóvil y extenso, distinto de la materia móvil, que
comúnmente se denomina Espacio o lugar interno”. En
RR

cuanto a la influencia de R. Goodworth, éste sostenía


que el atomismo llevaba a Dios, porque la materia sola
no bastaba para explicar la actividad y la vida. “Ningún
BO

cuerpo se puede mover a sí mismo. Se sigue de ello, de


manera innegable, que ha de haber algo más en el mundo
aparte de los cuerpos, de lo contrario, nunca habría habido
en él ningún movimiento”.166 En 1706 Newton cree que
ese principio activo es Dios, aunque no se puede descartar
que en algún momento entreviese la idea de fluidos
intangibles e imponderables; esto se ve claramente en la
cuarta carta de Clarke a Leibniz, donde dice:
El espacio vacío es un atributo sin sujeto, pues por
espacio vacío no queremos decir ningún espacio
vacío de toda cosa, sino tan sólo vacío de materia.
En realidad, Dios está presente en todo espacio

231
vacío y quizá también muchas otras substancias que
no son materia, y que ni son tangibles ni objeto de
ninguno de nuestros sentidos.167
En la cuestión 28 también esboza Newton otras
preguntas ¿De dónde surge que la naturaleza no haga nada
en vano, y de dónde todo ese orden y belleza que vemos
en el mundo? ¿Cuál es la finalidad de los cometas? ¿A qué
se debe que todos los planetas se muevan en la misma

R
dirección, en órbitas concéntricas muy excéntricas? ¿No

O
se sigue de los fenómenos, que hay un ser incorpóreo,
viviente, inteligente, omnipresente, que ve íntimamente
AD
las cosas mismas en el espacio infinito, como si fuera en su
sensorio, percibiéndolas plenamente y comprendiéndolas
RR

totalmente por su presencia inmediata ante Él? Y en


el Escolio General de los Prinicipia reafirma: “Este
elegantísimo sistema del Sol, los planetas y los cometas,
BO

sólo puede originarse en el consejo y dominio de un ente


inteligente y poderoso, (…) éste rige todas las cosas, no
como alma del mundo (referencia al Timeo de Platón),
sino como dueño del universo”. (p. 814).
No hay que olvidar que la revolución científica partía en
el siglo XVII del corpuscularismo y la filosofía mecánica.
Sin embargo, el atomismo estaba lleno de implicaciones
ateas. Así pues, Newton se ve en la necesidad de santificar
el epicureísmo y purgar el ataque a las cualidades
ocultas de connotaciones ateas, puesto que los filósofos
continentales, entre ellos Leibniz, inspirados en la filosofía
cartesiana, concebían la divinidad según los patrones
deístas que la reducían a una mera pieza metafísica.

232
Newton tiene, pues, interés en reforzar el teísmo con
la imagen de un Dios básicamente omnipresente y
continuamente actuando providencialmente en el mundo.
Sabemos que la disputa Leibniz-Clarke se centraba en
esto: Leibniz acusa a Newton de mermar la omnisciencia
de Dios, y Clarke acusa a Leibniz de disminuir su infinito
poder.
Aparte del argumento teleológico, una de las vías
queridas de Newton para alcanzar la primera causa es la

R
que subraya el carácter contingente de la creación, y la
O
necesidad de la intervención divina en el mundo. Esto
AD
lo vemos especialmente en la cuestión 31 de la Óptica,
al referirse a la degeneración del movimiento y a la
necesidad del arreglo divino: “(…) Debido a la tenacidad
RR

de los fluidos, el rozamiento de sus partes y a la debilidad


de la elasticidad de los cuerpos, el movimiento es mucho
más proclive a perderse que a ganarse, y siempre está
BO

extinguiéndose (…)” Y cuatro páginas más adelante


continúa:
Todas las cosas materiales parecen haber sido
formadas con base en las partículas duras y sólidas
antes mencionadas, diversamente asociadas en
la primera creación por consejo de un agente
inteligente, pues corresponde ordenarlos a aquel
que los creó. Habiéndolo hecho así, no es filosófico
buscar otro origen al mundo, o pretender que podría
haber surgido por las meras leyes de la naturaleza
y que, una vez formado, podría continuar durante
muchas eras gracias a estas leyes.170

233
Para Descartes y otros filósofos continentales, Dios
crea la materia, dotada del principio de inercia, y de una
cantidad dada de movimiento que se mantiene por un
principio de conservación; Dios resulta ser así un hábil
mecánico, capaz de producir una maquinaria perfecta.
Pero a su vez, Dios se convierte en una pieza del arsenal
filosófico, que cumple un trámite en un período remoto
y único, después del cual el sistema es autónomo, y así

R
no será necesario prestar más atención a la divinidad en

O
filosofía natural. Pascal, por ejemplo, criticó fuertemente
a Descartes por su concepción de Dios, la que encontraba
AD
muy cerca del ateísmo. Newton encontrará también
cercano al ateísmo el deísmo cartesiano. Su teoría de la
materia afirmará que ésta se encuentra dotada de un
RR

principio de inercia que, al no operar en condiciones


iguales, no es capaz de conservar el movimiento, mucho
BO

más proclive a degenerar que a aumentar. Así, es necesario


que Dios provea continuamente a la materia de principios
activos, y esporádicamente de arreglos más turbulentos y
catastróficos.
Newton, siguiendo una visión voluntarista de Dios,
propia de agustinos y franciscanos, recurre a un universo
descarnado y semivacío, incapaz de funcionar por sí
mismo, si no fuera porque Dios lo llena y lo mueve
con una providencia continua, exigida por un principio
de degradación del movimiento. Aseguró que escribió
los Principia no con el propósito de presentar un desafío
al creador, sino para reforzar y demostrar el poder y
superintendencia de un ser supremo171 Leibniz ve en ese

234
voluntarismo y providencialismo extremo una limitación
blasfema de la inteligencia de Dios, que sería incapaz de
hacer un mundo a derechas, como se lo comenta a Louis
Bourget en su carta de marzo de 1716, donde puede
verse que Newton y Leibniz trabajan con dinámicas
diferentes.172

A manera de conclusión

R
La filosofía natural de Newton, matemática y empírica,
O
no excluye de la trama del mundo y de la composición de
los cielos las fuerzas inmateriales. A lo único que renuncia
AD
es a la discusión de su naturaleza, y ocupándose de ellas
tan solo como causas de los efectos observables, las trata
–puesto que es una filosofía natural matemática– como
RR

causas o fuerzas matemáticas, es decir, como conceptos o


relaciones susceptibles de medición.
BO

Ya desde 1670 las críticas que Newton dirige contra


Descartes y Hooke no están motivadas tanto en las
hipótesis, cuanto en el hecho de no reconocer que la
verdadera filosofía consistía en estimar las leyes de la
naturaleza a partir de los fenómenos. Estas leyes debían
explicarse en términos de movimiento de la materia,
sin tratar de remontarse a la causa de ese movimiento,
que ya no es de naturaleza mecánica. Si la causa de ese
movimiento no depende de la materia, no tiene sentido,
piensa Newton, tratar de imaginar modelos al estilo
cartesiano. El límite de la filosofía natural estaría en el
descubrimiento de las fuerzas, pues más allá de ellas está

235
Dios; y, ¿quién sería capaz de descubrir sus secretos planes
sobre el universo?
Como bien señala Koyré, Newton termina las
cuestiones de la Óptica como un platónico de los viejos
tiempos de Cambridge, al considerar que la verdadera
filosofía ha sido revelada y luego olvidada y corrompida,
lo cual explica sus frecuentes citas de los griegos, que
sin duda consideraba como lejanos resplandores en la

R
oscuridad de la caverna platónica.173 De la lectura atenta de

O
aquellas Cuestiones y del Escolio General de los Principia
se desprende que la meta última de la ciencia, según
AD
Newton, es llegar a la Causa Primera de todas las cosas,
causa que, dirá repetidas veces, no es ni mecánica ni física.
RR

Se desprende de dicho estudio también, la conciencia que


el padre de la teoría de la gravitación universal tiene sobre
la necesidad de desarrollar, a través de la filosofía natural,
BO

valores éticos y valores morales. La ciencia, piensa, debe


llevar al perfeccionamiento del hombre, ayudándolo a
descubrir los deberes que tiene para consigo mismo y para
con Dios. Para comprender esto nada mejor que leer el
último párrafo de la Óptica:
En la medida en que descubramos por filosofía
natural cuál es la primera causa, qué poder tiene
sobre nosotros y qué beneficios obtendremos de
ella, en esa misma medida se nos aparecerá con la
luz natural cuál es nuestro deber hacia ella, así como
hacia nosotros mismos. No cabe duda de que, si el
culto a falsos dioses no hubiese cegado a los paganos,
su filosofía moral habría ido más lejos de las cuatro

236
llamadas virtudes cardinales y, en lugar de enseñar la
transmigración de las almas y adorar al Sol, la Luna
y los héroes muertos, nos habrían enseñado el culto
al Verdadero Autor y Benefactor, del mismo modo
que lo hicieron sus antecesores bajo el gobierno de
Noé y sus hijos antes de que se corrompiesen.174

R
O
AD
RR
BO

237
2
Grandes hitos en la historia de la astronomía

La astronomía es sin duda la madre de todas las


ciencias, como también la primera profesión socialmente
reconocida. Los conocimientos astronómicos fueron

R
los primeros que debió adquirir el hombre para poder

O
sobrevivir. Empezó a practicarse no tanto como ciencia,
sino como una especie de fenomenología a la cual
AD
debía consagrársele mucha atención para poder vivir
mejor en una sociedad organizada y sometida al ciclo
de las estaciones. De ahí que en las culturas antiguas
RR

como la china, la egipcia, la mesopotámica, la maya y


la inca se hubiera desarrollado primero el culto hacia
BO

los fenómenos celestes, sobre todo hacia el Sol, y más


tarde una verdadera observación de las regularidades de
los astros para poder calcular cuándo debía hacerse la
siembra, cuándo recolectar la cosecha, cuándo celebrar los
rituales y festividades de iniciación, etc. Hoy nos asombra
la exactitud en los cálculos realizada por los astrónomos
antiguos que hacían observaciones a ojo desnudo.
Mucho antes de que empezara a desarrollarse un
estudio científico sobre el Universo, es decir, mucho antes
de los presocráticos, los hombres de todas las culturas
empezaron a imaginar mitos para describir y tratar de
entender algunos de los fenómenos celestes más notorios,
tales como el Sol, la Luna, los planetas, las constelaciones

238
Cuenta la leyenda que en el País Vasco los campesinos
pronunciaban todas las noches la siguiente plegaria:
¡Santo Sol, no te olvides de llegar puntual mañana!

Esta plegaria cósmica señala la importancia del Sol en la vida


cotidiana, y la inquietud que se experimentaba, sobre todo
en los países de estaciones, por la ausencia del Sol.
y la bóveda celeste, pero fue sin duda el Sol el fenómeno
que más mitos inspiró al imaginario primitivo.

2.1 Una estrella llamada SOL


El Sol, por su extraordinaria luminosidad, por
su relación estrecha con el fenómeno del día y de la
noche, por su vinculación directa con el ciclo anual de
las estaciones y por la importancia para el desarrollo de

R
la vida, ha sido quizá el fenómeno celeste que ha dado
origen a mayor número de mitos, relatos y leyendas, y
O
se ha convertido en el inspirador de los artistas de ayer
AD
y de hoy. El Sol induce a pensar en el origen y el final
de las cosas, en la victoria cotidiana sobre las tinieblas y
las angustias de la noche. Sufre también sorprendentes
RR

cambios de intensidad en su recorrido de un horizonte


a otro, del amanecer al cenit y al crepúsculo repentino,
marcando tanto las direcciones del espacio, como las
BO

divisiones del tiempo. Pero sobre todo el Sol permite ver,


ilumina y calienta. El Sol es como un espejo que refleja
las culturas y los modos de pensar de la humanidad. Cada
civilización ha dejado su verdad en torno a él. Todas le
han rendido culto. Desde el alba de la humanidad y en
todos los continentes, el Sol ha sido venerado como un
Dios; sin embargo, sólo en el siglo XX pudo el hombre
comprender la extraordinaria complejidad de nuestro
Astro Rey, el cual, frente a la inmensidad del cosmos no es
más que una mediana estrella.

239
En efecto, el Sol, con sus 696.200 kilómetros de radio,
situado a 150 millones de kilómetros de nosotros, posee una
masa 333 mil veces mayor que la de la Tierra y es capaz
de transformar cada segundo 500 millardos de toneladas de
hidrógeno en helio, y de perder cada año 20 millardos de
toneladas de masa; es, sin embargo, pequeñísimo comparado
con otras estrellas, como por ejemplo Betelgueuse; se
encuentra perdido entre millardos de estrellas, a 30.000

R
años luz del centro de la Vía Láctea (nuestra galaxia).

O
2.2. Mitos en torno al Sol y desarrollos
AD
astronómicos en Egipto y Mesopotamia
En la época paleolítica nuestros antepasados
RR

prehistóricos relacionaron el Sol con la totalidad del


mundo natural: piedras, montañas, árboles, plantas,
pájaros, hombres, animales salvajes, fuego, todas las
BO

cosas de la naturaleza tenían algo que ver con él. En las


cavernas primitivas se han encontrado petroglifos de
representaciones solares en diversas formas circulares,
algunas con figuras de cabezas humanas.
Para los egipcios el Sol era el elemento central, todo
se organizaba en función de él. Ellos pensaban que el Sol
se escondía cada noche en el mar y allí se veía sometido
a pruebas hostiles por los gigantes marinos y la serpiente
Apopis. De ahí que el alba fuera cada día para los egipcios
el renacer del Sol. Cada amanecer era un momento de
creación exactamente igual que el primero, era un signo
de que el orden seguía vigente y las fuerzas del universo

240
estaban en armonía. Los egipcios consideraban a sus
faraones soles, descendientes de Ra y de Horus.
Uno de sus mitos más famosos es el del Ojo de Ra.
Según la leyenda, Ra, que reina sobre la tierra, consulta
a los dioses y estos le informan de las rebeliones y
conspiraciones de los mortales. Decidido a castigarlos les
envía a la diosa–leona Sekhmet –La Poderosa–, que era
también su ojo –el ojo solar así personificado encarna el
poder destructor del astro–, quien enfurecida quiso acabar

R
con toda la humanidad. Fue necesario que el mismo Ra
O
interviniera emborrachándola hasta dormirla y calmar así
AD
su furor.
Los egipcios no sólo adoraron al Sol, sino que fueron
los primeros pueblos en desarrollar una asidua observación
RR

del Astro Rey y de otros fenómenos celestes. Como


es bien sabido, las pirámides de Egipto, y en particular
BO

las construidas por los reyes de la IV Dinastía, Keops,


Kefrén y Micerino, erigidas en la Meseta de Giza hace
probablemente unos 4.500 años, están orientadas hacia los
cuatro puntos cardinales. Según Adrian Snodgrass, todos
los templos egipcios se hallan alineados con la posición del
Sol naciente en el solsticio, siendo el templo de Amón-
Ra en Karnak el que más tipifica el patrón recurrente.
Añade además este investigador que la entrada del pilón
del templo egipcio y del palacio de Faraón era la Puerta
del Cielo, por la que el Dios-Sol, el Radiante, apareció en
el inicio del tiempo, y este hecho volvía a representarse
cuando el Faraón salía del interior del templo o palacio
transportado en la barca solar.

241
Los egipcios dividieron el año en 360 días agrupados en 36
semanas de 10 días (la base numérica egipcia era decimal)
y comenzaba con la aparición de Sirio, que marcaba el
inicio de las inundaciones del Nilo. A ellos se añadían cinco
días suplementarios, quedando fijado el año en 365 días
ya desde los tiempos de la construcción de las pirámides Al
observar que el orto helíaco de Sirio (primera aparición en el
amanecer después de permanecer invisible) se retrasaba un

R
día cada cuatro años, con lo que dejaba de coincidir su salida

O
con la crecida del Nilo, a partir del año -238 añadieron un
nuevo día cada cuatro años, deduciendo correctamente que el
AD
año duraba no 365 días sino 365,25. Son por lo tanto los
egipcios los creadores del año bisiesto.
RR

Los mesopotámicos fueron grandes observadores del


cielo. El cultivo de los cereales, su principal fuente de
alimentación, exigía el conocimiento de las alternancias de
BO

las estaciones, y la medida exacta del tiempo, para iniciar


las labores de siembra y cosecha. Así son ellos quienes
establecen el día como la primera unidad de medida del
tiempo. Más tarde la observación de la Luna los llevó a la
creación del mes lunar –el calendario lunar suele preceder
al solar–. Sus meses constaban de 27 ó 28 días. Luego, al
constatar la imperfección del año lunar crearon el año
solar. Así, hacia el año -2000 quedó fijado el calendario
babilónico dividido en 12 meses de 30 días cada uno. Cada
seis años se añadía un mes suplementario para reajustar
el calendario. Hacia el año -1700 dividieron el día en
dos períodos de 12 horas, iniciándose con la puesta del
Sol. También son los autores de la división de la hora en

242
Calendrio solar egipcio
minutos y del minuto en sesenta segundos. Fueron ellos
los primeros en construir un reloj de sol. La observación
de las estrellas llevó a los astrónomos mesopotámicos a
percibir el recorrido aparente del Sol, de los planetas y de
las estrellas fijas por la bóveda celeste. Asociaron cada uno
de los planetas visibles a simple vista, es decir, Mercurio
(Nabu o Situ), Marte (Nergal), Venus (Ishtart o Astarté),
Júpiter (Marduk), Saturno (Kayamunu o Ninurta), el Sol
(Utu o Shamash) y la Luna (Sin o Nanna) a un dios, y su

R
nombre sirvió para designar cada día de la semana, la cual
se fijó en siete días.
O
AD
Son además los autores del Zodíaco177 que fue luego
reconocido por los griegos. El zodíaco está dividido en
doce signos que llevan los nombres de las constelaciones
RR

con las que coincidían, hace aproximadamente 2000 años,


el paso de la Luna, el Sol y los cinco grandes planetas. Es
en este círculo zodiacal donde el Sol parece describir su
BO

círculo anual –la eclíptica–.


Las primeras representaciones y catálogos de estrellas
aparecen hacia el -1700 en la astronomía babilónica,
durante el reinado de Hammurabi. Los cálculos relativos a
la Luna y a los planetas, sobre todo a Venus, corresponden
posiblemente a una preocupación astrológica.

La astronomía mesopotámica gozó de gran prestigio en


el mundo antiguo por la constatación de sus predicciones.
Por otra parte, la fijación de los datos observados en
numerosas tablillas permitió la aparición no sólo de
la primera astronomía científica, sino también de la

243
astrología, al establecer parangones entre la situación de
los cielos y los sucesos en la Tierra. Hacia el año -540 la
astrología llegó a su cenit en Babilonia, y dos siglos más
tarde se difundirá por Grecia y luego por el resto del
mundo.

2.3. Mitos solares y astronomía en Mesoamérica

R
Trátese de los mayas, los incas o los aztecas, todos estos
pueblos hicieron del Sol el más grande y el más temible de

O
sus dioses, a quien era necesario rendirle culto y ofrecerle
AD
sacrificios. Los incas consideraban además que sus
soberanos eran hijos del Sol y el pueblo era su servidor.
Las fiestas solares de los quechuas son famosas por sus
RR

hermosas máscaras solares. Los aztecas también centraron


gran parte de su historia en torno al Sol. Su cosmología
nos habla de varias etapas cósmicas, cada una de las cuales
BO

está iluminada por un Sol. Ellos imaginaron cuatro etapas


con cuatro soles antes de llegar al Sol actual; veamos:
El primer Sol fue llamado Cuatro Jaguar, que habría
brillado en la época de los gigantes. Su desaparición, al
hundirse el cielo, habría producido un cataclismo total.
El segundo, Cuatro viento, habría sido destruido por un
huracán que transformó a los hombres en monos. El tercer
Sol, llamado Cuatro Lluvia, habría sido aniquilado por
una lluvia de fuego que transformó a los seres humanos
en pavos. El cuarto Sol, llamado Cuatro Agua, desapareció
en un diluvio que se tragó las montañas y convirtió a los
humanos en peces. El quinto Sol –el nuestro–, llamado

244
Calendario maya
Cuarto Movimiento, también está en permanente peligro
de desaparecer, quizá por una hambruna. De ahí que ellos
pensaran en alimentar su energía con sacrificios humanos.
Parece ser este el origen de sacrificar niños y vírgenes en
honor del Quinto Sol, pensando retardar de esta manera
el fatídico día de la destrucción del Sol.
Los aztecas y los mayas fueron, por motivos religiosos,
infatigables observadores del cielo. Los aztecas calcularon
la revolución aparente de Venus y observaron el paso de

R
los cometas. Su año solar es de 365 días, dividido en 18
O
meses de 20 días cada uno, a los cuales se añaden cinco
AD
días más, considerados terriblemente nefastos. La famosa
Piedra Solar (1324–1521), hoy conservada en el Museo de
la Ciencia de ciudad de México, representa un calendario
RR

azteca. Parece ser que algunos de esos calendarios los


elaboraban en oro, los cuales por desgracia fueron
fundidos en lingotes por los españoles durante la época
BO

de la Conquista. Los mesoamericanos fueron también


hábiles constructores de pirámides, siendo una de sus más
célebres la de El Tajín (cultura totonaca), que tiene 364
nichos representando cada uno un día del año. Es célebre
también la puerta del Sol de la cultura Tiahuanaco
(Bolivia) que floreció entre los siglos VI y X.
Los sacerdotes mayas consignaban sus observaciones
de generación en generación, logrando obtener
sorprendentes resultados. Es así como lograron calcular
la duración del año tropical, y fueron capaces de predecir
eclipses y calcular la revolución sinódica de Venus con un
error, al parecer de sólo un día en 6000 años.

245
2.4. La astronomía en Asia Central, India y China
Con frecuencia se habla de los mongoles como
de pueblos bárbaros que con sus temibles caballos
arrasaban las civilizaciones. Sin embargo entre ellos
también hubo amantes de la ciencia y de la astronomía.
Como ejemplo podemos mencionar a Hulagu (1217-
1265), primer soberano mongol de Irán, quien después
de haber destruido a Bagdat hizo construir en 1229 un

R
grandioso observatorio al sur de Tabriz. Otro astrónomo

O
importante fue Olugbek (1394-1449), nieto de Tamerlán,
quien fuera a la vez astrónomo, matemático, historiador
AD
y poeta. A él se le debe la construcción del observatorio
de Samarkanda, en donde reúne a varios matemáticos
RR

y astrónomos de la región con la misión de establecer


nuevas tablas astronómicas que, gracias a su perfección,
fueron durante mucho tiempo utilizadas en todo el Asia.
BO

Estas tablas, sin embargo, sólo se conocerán en Europa


en el siglo XVII, época en la cual ya Tycho Brahe había
elaborado unas mejores.
Una de las más altas cumbres de la astronomía
musulmana fue Al-Biruni (973-1048), quien calculó
el radio del globo terrestre con un error menor de 1%,
lo cual es sorprendente dados los instrumentos de que
disponían. Al-Biruni también se habría ocupado de
construir un cuadrante para determinar la latitud a partir
del cálculo de la altura del Sol.
Los chinos centran su astronomía más en la observación
que en el aspecto cosmológico, teniendo como objetivos

246
principales la elaboración de calendarios y el registro de
eventos importantes, como la explosión de supernovas,
predicción de eclipses y aparición de cometas. Según
escritos de los misioneros que visitaron China en el siglo
XVII, los registros de las observaciones astronómicas
datan desde el año –4.000, lo cual es por su puesto
imposible, dado que la escritura china aparece hasta el
siglo –XVIII. Las que merecen mayor crédito provienen
del año -400 en adelante. Entre los grandes desarrollos

R
de la astronomía china merecen mención especial los
O
registros del paso del cometa Halley en los años -240 y
–164.
AD

Durante la Dinastía Shang (siglos –XVIII/-XIII), los


chinos utilizaron un ciclo de 19 años (235 lunaciones)
RR

para medir el tiempo; en el siglo –IV lograron el primer


registro de manchas solares, a las que llamaron “motas
oscuras”. También registraron eclipses y pasos de cometas.
BO

Fueron los chinos los primeros en ofrecer registros


de supernovas; en el año 184 dejaron el registro de la
explosión de una en la constelación del Centauro, y en el
393 dejaron el registro de otra supernova en la Cola del
Dragón, actual constelación del Escorpión. En el 1006
aparece el registro de la supernova más brillante que hasta
ahora se haya reportado, situada en la constelación del
Lobo. Según los registros, esta estrella era tan brillante
que se podía observar de día. En fin, en el año 1054 los
astrónomos chinos observan y registran la explosión de
una nueva supernova, que posteriormente daría origen a
la Nebulosa del Cangrejo.178

247
El astrónomo Shi Shen (siglo –II) realizó un catálogo
estelar que contenía información de 809 estrellas. También
se dieron cuenta los astrónomos chinos de que la cola de
los cometas apuntaba siempre en dirección contraria a
la posición del Sol. Fueron además los inventores de la
brújula hacia el siglo –II. Los chinos dividieron el Ecuador
Celeste en 28 Casas, y su número de constelaciones
ascendía a 284. El Año Nuevo chino se inicia el día de

R
la primera luna nueva después de que el Sol entra en la

O
constelación de Acuario.
La cosmología china se debate entre dos concepciones:
AD
la de Hun Thien, de un Universo esférico, sustentada por
los confucionistas, y la de Hsuan Yeh, de un Universo sin
RR

forma, infinito y vacío, de corte taoísta. Para los taoistas, el


Tao era el camino de la naturaleza, del hombre y de todo
proceso cósmico. El filósofo Zhu Xi (1130-1200) describe
BO

su concepción del Universo así: un caos primordial


de materia en movimiento, con 9 esferas de vientos, en
donde la materia pesada se concentra hacia el centro y la
materia liviana en los bordes.
En la India el Sol también jugó un papel importante
en su cosmología. El dios solar Surya es descrito por los
himnos védicos como el dios que impide la oscuridad,
pero que atrae tragedias y enfermedades. Desde los
tiempos védicos los indios registran algunos progresos
en astronomía; por ejemplo, en el Yajurveda hay una lista
de 26 constelaciones; algunos astrónomos se concretaron
en el estudio del Sol, de la Luna y en la confección de
calendarios.

248
En la época clásica los indios entran en contacto con
Grecia y Babilonia, y descubren el desplazamiento de
los equinoccios179 y de los solsticios y empiezan el uso
de gnomon y de la esfera armilar. Ariabhatta (476-550),
quien era a su vez matemático y astrónomo, enseñaría que
la rotación de los cielos era un fenómeno aparente, debido
sin duda a la rotación de la Tierra sobre ella misma.
Delhi fue uno de los más grandes centros astronómicos
del oriente; allí se construyó en el siglo XVIII un gran

R
observatorio. Pero mucho antes, en el siglo XIII, se
O
había construido en Jaipur uno de los cinco más grandes
observatorios del mundo conocido en dicha época.
AD

2. 5. Grandes desarrollos de la Astronomía en


RR

Grecia
Grecia es la cuna de todas las ciencias, y naturalmente
fue allí donde empezó a desarrollarse lo que ahora
BO

conocemos como astronomía occidental. Los primitivos


griegos pensaron a la Tierra como un disco en cuyo centro
se hallaba el Olimpo y en torno suyo el Océano, o mar
universal. A igual que en otros pueblos, las observaciones
astronómicas servían de guía para los agricultores,
por lo que se trabajó intensamente en el diseño de un
calendario que fuera útil para estas actividades. Los
astrónomos griegos recibieron la valiosa herencia egipcia y
mesopotámica, pero ella fue poco a poco perfeccionándose
hasta llegar a un estudio en verdad científico del universo.

249
En la escuela de Mileto (siglo VI d. C.) empezó a
desarrollarse una interrogación cuidadosa sobre todos los
fenómenos del universo, tratando de encontrar respuestas
racionales más que mitológicas. En esta escuela sobresalen
Tales, Anaximandro y Anaxímenes.
Tales desarrolló su astronomía muy semejante a la
de los egipcios; por ejemplo, pensaba que el elemento
primordial de todo el universo era el agua, y que la Tierra

R
flotaba sobre el Océano. Siempre se lo ha considerado

O
formando parte del elenco de los siete sabios de Grecia
(junto a Bias, Solón, Quilón, Plitaco, Cléobulo y
AD
Periandro). Según Platón, tenía los atributos de un sabio
distraído, ya que se habría caído en un pozo por andar
RR

observando las estrellas (Teeteto, 174aª). Habría sido, según


la tradición, un estudioso de la geometría; se le atribuye
el descubrimiento de cinco teoremas geométricos. Sobre
BO

astronomía se le atribuye la predicción del eclipse de Sol


del año -585, pero además, según Aristóteles y Diógenes
Laercio, habría sido también el fundador de la filosofía.
Anaximandro, también de la escuela de Mileto, es
considerado por Sarton como el primer filósofo occidental
en emplear el gnomon (posiblemente ya empleado en
Babilonia y en Egipto). Según Aecio, consideraba que “los
astros son como filtros de aire, en forma de ruedas, llenos
de fuego. El Sol está en el lugar más alto; después viene la
Luna; más abajo están las estrellas fijas y los planetas. Los
astros son llevados por los círculos de las esferas, sobre los
cuales se sitúa cada uno” (Aecio, II, 37; 15,6 y 16,5).

250
Platón (-428/-347) concibió el mundo como la obra
del Demiurgo, gran dios artesano racional y matemático
quien habría construido el cosmos sobre principios
geométricos. El Demiurgo toma el caos primitivo lleno
de materia informe y construye con ella el cosmos,
imponiéndole un plan racional. No se trata de crear de
la nada, como en el relato judeo-cristiano de la creación,
puesto que los materiales ya están presentes y poseen
propiedades sobre las que el Demiurgo no tiene control;

R
por lo tanto el Demiurgo no es omnipotente, pero sí se
O
trata de un ser exterior y distinto al cosmos. Platón es el
primero en formular la idea de que los astros se encuentran
AD
distribuidos en el cielo en órbitas concéntricas. Dice
así: “El Sol, La Luna y las otras cinco estrellas, a las que
damos el nombre de errantes, han nacido para definir los
RR

números del tiempo y para garantizar su conservación.


Una vez formado el cuerpo de cada uno de ellos, el
BO

Demiurgo los ha colocado, en número de siete, en las siete


órbitas que describe la substancia de lo otro. En primer
lugar, la Luna, en la primera órbita en torno a la Tierra;
luego, el Sol, en la segunda órbita por encima de la Tierra;
la estrella de la mañana (Venus) y la que está consagrada a
Hermes (Mercurio) luego, de tal manera que recorran sus
círculos con una rapidez igual a la del Sol, pero recibiendo
un impulso de dirección contraria a la de aquel”.183 De los
otros planetas Marte, Júpiter y Saturno nada dice, porque
considera que es imposible determinar dónde los colocó
el dios, y aunque anuncia que quizá más tarde hablará
sobre esto, nunca lo hace.

251
El planteamiento de las órbitas, será más tarde
continuado por Eudoxo (-408 / -355), quien supone
que la Tierra permanece inmóvil en el centro, y el Sol y
los otros planetas son formas esféricas que ejecutan sus
movimientos circulares alrededor de ella. Para explicar
el movimiento de los cuerpos celestes imagina una serie
de esferas de cristal: tres esferas para el Sol y la Luna y
cuatro para cada uno de los cinco planetas. Con éstas 26

R
esferas pretende explicar los retardos y los bucles de sus

O
movimientos retrógrados, al igual que los movimientos
oblicuos a lo largo de la eclíptica. No es esto todavía un
AD
modelo astronómico, sino únicamente la perspectiva de
quien desea sólo comprender lo que observa.
RR

Aristóteles (-384 / -322) escribió tres libros de


cosmología: el Tratado del cielo, la Física y los Meteoros.
No sólo acepta las esferas de Eudoxo, sino que les da
BO

existencia real: las considera como cuerpos cristalinos


tridimensionales, trata de unir todas las esferas e intenta
evitar que las esferas externas arrastren a los sistemas
de las esferas interiores insertando una serie de esferas
antigiratorias entre las esferas de un sistema planetario y
el inmediatamente anterior; en total su sistema contendrá
55 esferas. Este sistema resulta muy complicado y poco
explicativo; sin embargo, a los ojos de sus seguidores fue
visto como una maquinaria cosmológica única, y más
o menos comprensible. Afirma además que la Tierra
es redonda, como redondo es el Cosmos, y que está
inmóvil en el centro, y en torno a ella se mueven el Sol
y los planetas con movimientos circulares y velocidades
uniformes.

252
Aristarco de Samos (-310/-
230) es uno de los más famosos
astrónomos griegos. Ptolomeo
en el Almagesto lo señala como
un concienzudo observador de
los solsticios y equinoccios, y le
atribuye haber explicado estos
fenómenos por el movimiento
de la Tierra alrededor del Sol,

R
como también haber deducido
O
que era necesario que la órbita
de la Tierra estuviera inclinada para explicar los cambios
AD
de estaciones. Arquímedes en el Arenario se refiere a él en
estos términos:
RR

Aristarco de Samos publicó un libro basado en


ciertas hipótesis y en el que parece que el universo es
muchas veces mayor que el que recibe ese nombre. Sus
BO

hipótesis son que las estrellas fijas y el Sol permanecen


inmóviles, que la Tierra gira alrededor del Sol siguiendo
la circunferencia de un círculo con el Sol en medio de la
órbita, y que la esfera de las estrellas fijas, también con el
Sol como centro, es tan grande que el círculo en el que se
supone que la Tierra gira guarda la misma proporción a la
distancia de las estrellas fijas que el centro de la esfera a su
superficie.180
La única obra de Aristarco que se ha conservado es
Sobre las magnitudes y las distancias del Sol y de la
Luna. La mayoría de sus aportes a las astronomía nos han
llegado a través de terceros; sin embargo, se sabe que fue

253
uno de los más grandes astrónomos griegos. Sus aportes a
la astronomía podrían resumirse así:
™™ Fue uno de los primeros en promulgar la teoría
heliocéntrica.
™™ Comenzó a medir la distancia y comparar los tamaños
relativos en la cosmología utilizando la trigonometría.
™™ Explicó los movimientos de rotación y traslación

R
terrestre.

O
™™ Dedujo que la órbita de la Tierra se encontraba
AD
inclinada.
™™ Amplió el tamaño del universo conocido, aunque con
un gran margen de error ya que calculó que el Sol era
RR

19 veces más grande que la Luna y se encontraba 19


veces más lejos. Actualmente se sabe que es 400 veces
BO

más grande y está 390 veces más lejos.


™™ Asumió que el Sol era una estrella como las otras que
se veían en el cielo nocturno.
Hiparco de Rodas (siglo –II) es uno de los
astrónomos más mencionados por Claudio Ptolomeo, y
por él sabemos que hizo muy importantes contribuciones
a la astronomía; entre ellas podemos mencionar las
siguientes: descubrió el movimiento aparente de las
estrellas fijas (precesión de los equinoccios) con una
medición de 46”, dato muy aproximado al actual que es de
50,26”; elaboró el primer catálogo celeste que contenía 850
estrellas diferenciándolas por su brillo en seis categorías o
magnitudes (clasificación que todavía se utiliza), trabajo

254
que sirvió a Ptolomeo para
elaborar su propio catálogo.
Hiparco también calculó la
duración del año con una
precisión de 6,5 minutos;
calculó la distancia a la Luna
basándose en la observación
de un eclipse el 14 de marzo
de –190; su cálculo fue entre

R
59 y 67 radios terrestres,
O
que está muy cerca del real
(60 radios). Desarrolló un
AD
modelo teórico del movimiento de la Luna basado en
epiciclos. Rechazó la idea heliocéntrica de Aristarco de
Samos, lo que sin duda tuvo influencia sobre Ptolomeo.
RR

Se lo considera además el inventor del astrolabio.


Claudio Ptolomeo, de quien no se sabe exactamente
BO

su fecha de nacimiento, sólo que hizo observaciones en


Alejandría entre los años 127 y 151 y que murió después
del 160, ofrece en su libro El Almagesto (que en árabe
significa “el grande”), el primero y más completo tratado
de astronomía. Obra amplia, dividida en trece libros,
posiblemente inspirados en la obra de Hiparco. Este libro
tiene un valor histórico muy importante porque en él
se reúnen todos los conocimientos astronómicos de su
tiempo, y se ofrecen las mejores hipótesis que antes de
Copérnico sirvieron para explicar los movimientos de
los astros, como también para determinar y prever sus
posiciones en el cielo. En el capítulo II de este libro se

255
encuentran los cinco postulados fundamentales que
concordaban muy bien con el aristotelismo y que eran
aceptados por los filósofos sin preocuparse por sus enredos
matemáticos, geométricos y astronómicos. Podemos
resumir los postulados fundamentales de Ptolomeo así:
1. El cielo tiene forma esférica y se mueve como una
esfera.

R
2. La Tierra está en medio de todo el cielo como en un
centro.

O
3. La Tierra, por su figura y tomada en la totalidad de sus
AD
partes, es sencillamente esferoide.
4. Por su tamaño y distancia a la esfera de las estrellas fijas
RR

sólo es un punto.
5. No tiene rotación ni traslación.181
BO

Ptolomeo aceptó el sistema geocéntrico propuesto por


Aristóteles como el modelo más perfecto para representar
el universo, pero le dio un cuidadoso tratamiento
matemático, gracias al cual los astrónomos pudieron
hacer observaciones muy precisas desde el siglo II hasta la
llegada de Copérnico.

2.5 La astronomía en la Edad Media


Los únicos trabajos en astronomía, más o menos
importantes, realizados en la Edad Media, son los aportes
de la cultura árabe. Fueron ellos quienes, después de

256
la decadencia de los estudios griegos y de la entrada de
occidente en una fase de oscurantismo científico, durante
los siglos IX a XV continuaron con las investigaciones
astronómicas de los griegos, ofreciéndonos un
importante legado: tradujeron el Almagesto; nombraron y
catalogaron muchas estrellas con nombres que se utilizan
aún -Aldebarán, Rigel, Deneb– entre otras. Dentro de
los astrónomos árabes más destacados se encuentran Al
Batani (858-929), Al Sufi (903-986) y Al Farghani (siglo

R
IX). Este último es considerado una autoridad en el
O
Sistema Solar. Calculó que la distancia a Saturno era de
130 millones de kilómetros, aunque su distancia es 11
AD
veces mayor; este es un cálculo importante para la época.182
RR

2.6. Desarrollos de la astronomía a partir del siglo


XVI
A pesar de todo lo dicho anteriormente, hasta el siglo
BO

XV el universo era demasiado pequeño: se reducía al


Sol, la Tierra, la Luna y una cohorte de 5 planetas, todo
envuelto por la bóveda celeste donde las estrellas se creían
fijas y no pasaban de mil. El mundo de los antiguos
era un mundo cerrado, demasiado pequeño, mientras
que el mundo que va a descubrir la humanidad a partir
de Copérnico (1473-1543), el gran revolucionario de
la astronomía, será un mundo abierto, un mundo que
podríamos llamar infinito.188 El primero en expresar
esta grandeza e infinitud del universo va a ser Giordano
Bruno (1548-1600) en su libro Sobre el universo infinito y los
mundos.

257
Nicolás Copérnico resume en su famosa obra
Sobre las revoluciones de los orbes celestes (1543) los grandes
principios que darían el golpe final al sistema geocéntrico
e inaugurarían el heliocéntrico. En los seis libros de su
obra desarrolla puntos muy importantes que determinarán
el futuro progreso de la astronomía; entre otros señala los
siguientes: la demostración de la esfericidad de la Tierra
y del triple movimiento que la anima; la definición de la

R
esfera celeste y los teoremas sobre los triángulos esféricos;

O
una enumeración de las constelaciones, la definición del
día y su duración y un comentario sobre el movimiento y
AD
desaparición de las estrellas. Ya desde el segundo capítulo
aparece su grande y revolucionaria hipótesis: “En medio
de todo reposa el sol”. Su argumento es casi poético; él se
RR

pregunta “¿Quién colocaría esa lámpara maravillosa en otro


lugar que no fuera el centro, desde donde ella pueda aclarar todo
BO

a la vez?”.183 Copérnico revoluciona el sistema del mundo


aceptado desde Aristóteles, al colocar al Sol en el centro y
pasar a la Tierra a ocupar un lugar más entre los planetas.
El mundo de Copérnico se presenta así: Al exterior la
esfera de las estrellas fijas (octavo cielo). Por debajo vienen
Saturno, Júpiter, Marte, la Tierra, Venus, Mercurio y en
el centro de todo el maravilloso Sol. Copérnico calcula
además con bastante precisión el periodo que gasta cada
astro en dar la vuelta alrededor del Sol, así: Saturno, el
primero de los astros errantes completa su circuito en
treinta años (hoy se sabe que son 29,5); después viene
Júpiter, que se mueve en una revolución de doce años
(hoy se calcula en 11,9); sigue Marte, que gira en dos años

258
(hoy 1,9); en cuarto lugar está la Tierra, cuya revolución
es de un año; viene en quinto lugar Venus, que vuelve
al punto de partida en nueve meses (hoy 225 días); y en
sexto lugar viene Mercurio, que se mueve en un espacio
de ochenta días (hoy se calcula en 88 días).
La obra de Copérnico no era fácil de asimilar, ya
que ella contradecía no sólo el sistema ptolemaico,
sino fundamentalmente la teoría física elaborada por
Aristóteles, la cual había sido admitida por la Iglesia y

R
aceptada como dogma irrefutable durante casi 25 siglos.
O
Así pues, el heliocentrismo defendido por Copérnico
AD
sólo empieza a tomarse en serio a partir del 1610 gracias
a los descubrimientos hechos por Galileo con su famoso
catalejo (primer telescopio); se empieza entonces a
RR

comprender la complejidad del cosmos.


Galileo Galilei (1564-1642), será el creador de la
BO

nueva física, y el primero en atacar de manera más fuerte


y sólida el sistema del universo aristotélico y en defender
la libertad de pensamiento. Con su anteojo astronómico
Galileo descubre montañas en la Luna, los cuatro más
grandes satélites de Júpiter, las manchas solares, más de 50
estrellas en las Pléyades, donde a simple vista solo podían
verse siete, una polvareda de estrellas en la Vía Láctea, un
algo extraño que rodeaba a Saturno, las fases de Venus
y Mercurio, en fin, un mundo mucho más complejo
que el que hasta la fecha se habían imaginado los más
grandes astrónomos como Hiparco y Ptolomeo. Los
descubrimientos de Galileo con su anteojo astronómico

259
muestran en primer lugar que no hay dos naturalezas,
sino una sola; las montañas en la Luna y las manchas en
el Sol le hacen comprender que en los astros puede haber
también generación y corrupción, como sucede en la
Tierra; que los cuerpos celestes no eran bolas de cristal
perfectísimas como las imaginaba Aristóteles, y que en
el universo podía haber varios centros, o, quizá, como
lo planteaba Giordano Bruno, que cada punto se podía

R
tomar como centro. Con Galileo se reafirma el sistema

O
heliocéntrico ideado por Copérnico, pero la batalla no
fue fácil de librar, porque a los hombres del siglo XVII les
AD
era muy difícil aceptar que su planeta, la Tierra, dejara de
tener un sitio privilegiado en ese Cosmos que desde los
griegos, especialmente desde Pitágoras, era sinónimo de
RR

orden, perfección, armonía y belleza.


El problema fundamental para los investigadores del
BO

universo en el siglo XVII era el de comprender y explicar


cómo se movían los cuerpos celestes, a qué se debía, por
ejemplo, que los planetas se mantuvieran en sus órbitas. El
tema del movimiento era un problema difícil de resolver.
Galileo logró mostrar que si sobre un cuerpo no actuaba
ninguna fuerza exterior, él se movía uniformemente,
es decir, con velocidad constante y en línea recta; esta
conclusión dará pie a la famosa ley de la inercia, que más
tarde formulará Newton así. “Un cuerpo en reposo o en
movimiento se mantendrá en reposo o en movimiento
rectilíneo y uniforme, a menos que sobre él actúen fuerzas
exteriores que lo obliguen a modificar dicho estado”.

260
Johannes Kepler (1571-1670) ofrecerá un gran
aporte en relación con la comprensión del movimiento
de los cuerpos celestes, gracias, sin duda, a las cuidadosas
observaciones de Tycho Brahe (1546-1601). Con sus tres
famosas leyes sobre el movimiento elíptico, expuestas en
La Nueva Astronomía (1609) y La Armonía del mundo (1619),
romperá Kepler no sólo con la idea del movimiento
circular, mantenido como un dogma desde Pitágoras, sino
también con los enmarañados epiciclos inventados por

R
Ptolomeo y explicados con cálculos matemáticos bastante
O
precisos, para dar cuenta del movimiento retrógrado de
los planetas. Con el trabajo de Kepler, considerado el
AD
fundador de la cosmología moderna, se logró elaborar
una explicación coherente sobre el verdadero sentido
del movimiento planetario, lo cual, unido a la lucha
RR

emprendida por Galileo para defender el sistema


heliocéntrico y la extraordinaria síntesis newtoniana,
BO

permitió elaborar una explicación coherente de los


fenómenos celestes conocidos hasta la fecha, sintetizada y
bellamente expuesta en la obra cumbre de Isaac Newton,
Principios Matemáticos de Filosofía Natural (1687), obra que
concluye el período de la reforma astronómica y pone las
bases a la astronomía clásica moderna.
El gran Isaac Newton (1642- 1727), nos ofrece en los
Principios matemáticos de filosofía natural (1687), de manera
coherente y con una sola fórmula, la respuesta a todos los
interrogantes que desde la antigüedad se venían planteando
en torno al movimiento de los cuerpos celestes. Para
lograrlo naturalmente no sólo utilizó su gran ingenio, sino

261
además los trabajos que antes habían realizado ya Galileo y
Kepler, a quienes consideraba como los dos gigantes sobre
los cuales él se paseaba y le habían permitido llegar tan
lejos. La idea fundamental y revolucionaria de Newton
es que la misma fuerza regula todos los movimientos del
universo, trátese de una manzana que cae del árbol o de
un planeta que se desplaza alrededor del Sol. Newton
formula así su ley: La atracción entre dos cuerpos es

R
directamente proporcional a sus masas e inversamente

O
proporcional al cuadrado de la distancia que los separa, lo
cual expresado matemáticamente da la fórmula siguiente:
AD
m1 m2
F =G ,
d2
RR

donde F representa la fuerza, G es una constante


universal, m1 y m2 son las magnitudes de las dos masas y d
BO

es la distancia entre los centros de las masas


Con la aplicación de la ley de la gravitación universal
y de las otras leyes de la dinámica al movimiento de los
astros nace la mecánica celeste, que ha sido definida por
J. P. Cartier como “La ciencia que explica el perenne
carrusel de los planetas, del Sol y de las estrellas; el
estudio que permite prever con exactitud un gran número
de fenómenos antes inexplicables; el substrato teórico
sobre el cual el hombre del siglo XX podrá construir
sus fantásticas exploraciones hacia la Luna y hacia otros
planetas”.184

262
Christian Huygens (1629-1695), gran astrónomo del
siglo XVII que recibió la herencia newtoniana, vivió en la
Holanda liberal y tolerante de aquella época. Allí se dio
albergue a los filósofos Descartes, Spinoza y Locke. Se
ofreció además asilo a Galileo, después de ser condenado
por el tribunal de la inquisición, ofrecimiento que él no
aceptó por su avanzada edad. En Holanda el tema de
investigación por aquella época era la luz, y en este campo
se hicieron grandes aportes. El físico Snell estudió las leyes

R
de la refracción, Zacharias Jansen inventó el microscopio
O
y Huygens elaboró la teoría ondulatoria de la luz. Son los
holandeses también los inventores del telescopio, aunque
AD
el haberlo adaptado para mirar al cielo se le debe a Galileo.
Huygens construyó un telescopio de cinco metros
RR

de longitud, y siguiendo las huellas de Eratótenes fue el


primero en medir el tamaño de un planeta. Fue también
el primero en conjeturar que Venus estaba cubierto
BO

completamente de nubes, y el primero en dibujar un


accidente de la superficie de Marte, como también el
primero en observar la aparición y desaparición de tales
rasgos mientras el planeta giraba; determinó además que
el día marciano tenía, como el nuestro, una duración
de veinticuatro horas. Fue el primero en reconocer que
Saturno estaba rodeado por un sistema de anillos que no
tocaban en ningún punto al planeta, pues aunque Galileo
observó a Saturno, lo describió como un astro con dos
cuernos, porque no entendió su verdadera constitución.
Debemos a Huygens el descubrimiento de Titán, la
mayor luna de Saturno, y como se sabe hoy, la luna más

263
grande del Sistema Solar. Siguiendo los apuntes dejados
por Galileo sobre el péndulo, Huygens descubrió las
leyes del mismo y elaboró el primer reloj de péndulo,
como también cronómetros que ayudaron a perfeccionar
el estudio de las longitudes y con estas el arte de la
navegación.185
El ciclo abierto por Newton se cierra con una
espléndida serie de trabajos que se sitúan entre las

R
matemáticas y la astronomía, como son, entre otras, la

O
Mecánica analítica (1787) de Lagrange, y la Mecánica celeste
(1825) de Laplace. Entre 1750 y 1850 se acumularon las
AD
más convincentes verificaciones de la mecánica celeste.
Una de estas se produjo en el sector de los cometas. Figura
RR

sobresaliente de esta empresa fue el astrónomo Edmund


Halley (1656-1742), quien estudió especialmente la órbita
del cometa que lleva su nombre, descubriendo que tenía
BO

un período de 76 años.
Poco a poco los astrónomos fueron descubriendo
también muchos satélites que orbitaban alrededor de
cada planeta. Como ya se dijo, en 1665 Huygens, que
había podido identificar los anillos de Saturno, descubrió
también su más grande satélite: Titán. Herschel, el
descubridor de Urano en 1781 y de sus satélites, hizo otro
sorprendente descubrimiento, a saber: que todo el Sistema
Solar se desplazaba en dirección de la constelación de
Hércules; estudió además las nebulosas y se dio cuenta de
que eran inmensos conjuntos de estrellas.
Pero según los estudiosos de la astronomía y su
desarrollo, la empresa más formidable de la mecánica

264
celeste fue el descubrimiento del planeta Neptuno,
considerado como el acontecimiento más sensacional
del siglo XIX. Urbain Le Verrier (1811-1877) y otros
matemáticos dedujeron que debía existir un planeta que
alteraba los movimientos de Urano. Le Verrier calculó
matemáticamente su posición, y el 23 de septiembre
de 1846 el astrónomo Galle, director del Observatorio
Astronómico de Berlín, centró el astro con su potente
telescopio. Era esta la prueba más prodigiosa de la ley de la

R
gravitación universal.
O
En 1849 entra a formar parte del estudio del cielo
AD
la técnica fotográfica, y ahora no sólo el ojo humano
podía ver cosas maravillosas a través del telescopio, sino
eternizarlas en una placa fotográfica. Entre 1877 y 1881
RR

se iniciaron los primeros trabajos de cartografía celeste,


aparecen las cartas fotográficas del cielo y el primer
catálogo astrográfico. Y entre salto y salto, llegamos al siglo
BO

XX, cuando con la construcción de enormes telescopios


se empieza a desarrollar un verdadero sondeo de los
fenómenos celestes.
En 1922 se organizó La Unión Astronómica
Internacional (IAU), organización que ayudó mucho al
extraordinario desarrollo de la astronomía en el siglo XX.
Una de las cosas que se decidió en el congreso astronómico
del mismo año fue ordenar las constelaciones descubiertas
hasta la fecha, agrupadas en 88, así: 47 constelaciones
antiguas, que fueron compiladas en el primer catálogo de
estrellas elaborado por Hiparco en el siglo -II y transcritas
en el Almagesto de Claudio Ptolomeo en el año 137; se

265
aceptó además una creada por Tycho Brahe en 1600, once
creadas por Johanes Bayer en 1603, once creadas por
Johannes Hevelius en 1687, quince creadas por Nicolás
de Lacaille en 1752; las tres constelaciones restantes son
Popa, Quilla y Vela, que constituyeron el antiguo navío
Argos en el Almagesto de Ptolomeo.
En 1930 se ideó el telescopio Schmidt de alta
luminosidad, uno de cuyos principales ejemplares se

R
encuentra en el Monte Palomar. La astronomía amplía

O
enormemente su propio territorio, pudiendo empezar
a establecer la estructura de la Vía Láctea y de otras
AD
galaxias. Por esta fecha ya se tiene una idea muy amplia
del universo observable. Se sabe entonces que el sistema
RR

solar forma parte de un conjunto de estrellas llamado la


Vía Láctea, que ésta es una galaxia poblada de millardos
de estrellas, tan grandes o más grandes que nuestro Sol,
BO

que muchas de aquellas estrellas podrían ofrecer sistemas


planetarios parecidos al nuestro, que nuestro sistema
solar se encuentra a unos 30.000 años luz del centro de
la galaxia y que en el universo puede haber millardos
de galaxias como la Vía Láctea. Un año antes, en 1929,
Edwin Hubble, utilizando el efecto Doppler para explicar
sus observaciones sobre las galaxias, descubrió que éstas
se alejaban a gran velocidad, empezando así a confirmarse
científicamente la teoría del universo en expansión, que,
como dice Weinberg refiriéndose al Big-Bang, “Si no es
el origen del universo, al menos sí es su encarnación más
reciente.186

266
La espectroscopia llevó al descubrimiento de
las estrellas dobles. La radioastronomía, que venía
desarrollándose, podríamos decir, desde que Herz hizo sus
célebres exposiciones sobre las ondas electromagnéticas,
se desarrolló a partir de 1942, pudiéndose entonces captar
radioondas procedentes del Sol, de otras estrellas y de
lejanas galaxias.
La navegación espacial, que puso al primer ser humano
en el espacio en 1961 y al primer hombre en la Luna

R
en 1969, envió en 1976 los dos famosos –Viajeros Uno y
O
Dos–, errantes vagabundos del espacio destinados a visitar
AD
los más lejanos planetas. Ellos nos enviaron en 1980
magníficas fotografías de Saturno, a través de las cuales se
pudo comprender la complejidad de su sistema de anillos.
RR

El 24 de enero de 1986 Viajero Dos pasó cerca de Urano


y envió datos importantes sobre las características de este
lejano planeta.187
BO

Así, podemos decir que a partir de 1957, con el envío


de satélites al espacio, la astronomía ha dado pasos
gigantescos. Tal fue la constatación hecha en la Asamblea
de la Unión Astronómica Internacional realizada en
Brighton en junio de 1970, donde los más calificados
estudiosos de los astros hicieron esta sorprendente
comprobación: “Nunca una ciencia ha tenido un progreso
comparable al que la ciencia de los astros ha tenido en los
últimos años”. Ellos, en verdad, no estaban exagerando,
pues a partir de 1970 comenzaron a aparecer, en el mundo
de la ciencia astronómica, toda esa serie de cuerpos
celestes y de fenómenos que los astrónomos de hoy

267
indagan como objeto del más amplio interés científico, y
que eran completamente desconocidos hasta hace apenas
unos 35 años: los quásares, el pulsar, las radiaciones “x”
y “gamma”, de origen cósmico, las ondas de radio que
con distintas longitudes atraviesan el espacio observable,
las moléculas de materia interestelar, las fuentes de
radiaciones infrarrojas, etc.
Otro tema que apasionó a los astrónomos durante el

R
siglo XX fue el origen del universo. Hasta los años 20 se

O
pensaba que el universo consistía sólo en lo que hoy se
conoce como Vía Láctea, y que era esencialmente eterno
AD
e inmutable. Las estrellas individuales podían seguir sus
ciclos vitales y morir, pero otras nuevas nacerían para
RR

ocupar su lugar. Con la teoría de la relatividad general, de


Albert Einstein, se encontró el primer indicio claro de que
el universo podía cambiar (evolucionar). En efecto, en
BO

1917 Einstein descubrió que cuando trataba de aplicar sus


ecuaciones para describir el espacio-tiempo en general,
ellas no describían un mundo estático e inmutable; por el
contrario, las ecuaciones le mostraban que el mundo debía
estar expandiéndose o contrayéndose, pero que no podía
estar estático. Puesto que hasta la fecha no había ninguna
prueba astronómica de la expansión, Einstein se vio
obligado a introducir un término extra en sus ecuaciones,
un factor de corrección llamado constante cosmológica (la
que él describirá más tarde como el “mayor patinazo de
su carrera”). Otros investigadores como Willem de Sitter
en Holanda y Alexandr Friedman en la Unión Soviética,
encontraron también soluciones a las ecuaciones de

268
Einstein que describían modelos diferentes del universo,
pero todas con tendencia intrínseca a evolucionar.
Con los trabajos de Edwin Hubble y de otros
observadores se empezó a clarificar, hacia los años 20, la
relevancia de aquellos modelos cosmológicos. Se descubre
no sólo que nuestra Vía Láctea es a penas una galaxia más
entre millardos de otras, sino que las galaxias se alejan
unas de otras a medida que el universo se expande. Es
entonces cuando se empieza a comprender que el modelo

R
cosmológico más sencillo basado en las ecuaciones de
O
Einstein, sin la constante cosmológica, era una buena
AD
descripción del comportamiento del universo en general.
Entre los años 30 y 40 los cosmólogos empiezan a digerir
estos planteamientos, cuya consecuencia más importante
RR

es la idea de que el universo debería tener un comienzo


definido en el tiempo. Poco a poco se llegó a lo que se
conoce como el modelo del Big Bang, cuya primera
BO

versión fue propuesta por el astrónomo belga Georges


Lemaître en 1927. Lemaître describió el nacimiento del
universo como una expansión a partir de un momento
en el que todo su contenido estaba concentrado en una
esfera 30 veces más grande que nuestro Sol, lo que él
llamó “el átomo primordial” (conocido también como “el
huevo cósmico”), el cual, según Lemaître, explotó luego,
por razones desconocidas, rompiéndose en fragmentos
los que poco a poco fueron formando el universo.
Hacia los años 40 George Gamow llevó más allá la
idea del Big Bang, puesto que demostró de qué manera
las interacciones nucleares que tenían lugar en la bola de

269
fuego del universo primitivo podían haber convertido el
hidrógeno en helio, lo que explicaba las proporciones de
estos elementos en estrellas muy jóvenes, y predecían la
existencia de la radiación de fondo. Poco a poco se van
aclarando miles de interrogantes que va planteando la
teoría del universo en expansión, como también la idea
de que este universo debió tener un origen posible en el
tiempo, hasta llegar a la primavera de 1992, cuando los

R
astrónomos de la NASA anunciaron los resultados de las

O
observaciones de la radiación cósmica de fondo realizadas
por el satélite COBE, observaciones que llevaron a los
AD
cosmólogos a comprender que el universo tal como lo
conocemos ha evolucionado a partir de un estado muy
caliente y muy denso, el Big Bang.188
RR

Pero los cosmólogos fueron mas allá, encontrando


que las minúsculas variaciones en la intensidad de la
BO

radiación de fondo de un lugar a otro del cielo, que


pronto se conocieron como “ondulaciones”, encajaban
exactamente en las predicciones de la teoría de la inflación
desarrollada durante los años 80, llegando a la conclusión
que la combinación de inflación y Big Bang caliente
quedaba establecida como la mejor descripción del
“nacimiento” del universo. Sin embargo, los cosmólogos
tienen todavía mucho por hacer en relación con el origen
del universo. Ahora dirigen su atención a saber cómo y
por qué el universo estuvo en un estado caliente y denso
inicialmente, es decir a conocer los detalles de la teoría
de la inflación. La pregunta ahora apunta a saber cómo
empezó el propio tiempo.189

270
Sobre el apsionante teme del origen del tiempo
nada mejor por ahora. que el libro de Ilya Prigogine El
nacimiento del tiempo (2012), cuya síntesis nos la ofrece el
editor con estas palabras:
“El nacimiento del tiempo, responde a preguntas
tan trascendentales como: ¿tiene el tiempo un
«principio»? ¿Cómo apareció el tiempo en el
universo? ¿Qué es la irreversibilidad? Y también,
¿cuál es el futuro de nuestro universo? Precedidos

R
por una larga entrevista introductoria, que tiene
O
el valor de una pequeña autobiografía científica,
AD
se recogen aquí dos conferencias recientes de IIya
Prigogine sobre uno de los temas centrales de su
investigación científica: el tiempo, ya que sobre
RR

él funda el autor su convicción de que nuestra


época es testigo de una revolución científica cuya
importancia es, si no mayor, sí en todo caso igual a
BO

la copernicana.
“Afirma Prigogine: «En cierto modo, Einstein se ha
convertido, contra su voluntad, en el Darwin de la
física. Darwin nos ha enseñado que el hombre está
sumergido en la evolución biológica; Einstein nos ha
enseñado que estamos sumergidos en un universo
en evolución». Lo que ha entrado en crisis es, pues,
el punto de vista atemporal de la física clásica que
rechazaba la irreversibilidad como «ilusión» y,
como tal, no permitía la investigación científica. El
alcance de los problemas que implican esta ruptura
epistemológica es enorme, y no atañen tan sólo a

271
la física, sino también a la biología, la química, la
ecología, la cosmología y la situación misma del
hombre en el universo”190.
En fin, tantos misterios y tantas cosas ofrece todavía
el universo para que las mentes más inquietas sigan
indagando. La astronomía quiere cada día ir más al fondo
de los fenómenos, para ver si logramos al fin comprender
cómo surgió y se desarrolló este maravilloso universo y

R
qué será de esta, nuestra nave esferoidal, que nos conduce

O
por los caminos del cosmos.
AD
El gran desarrollo de la astronomía en los últimos
decenios ha llevado a que muchos países se interesen por
promover el estudio de esta ciencia desde los primeros
RR

años de la educación infantil. Así por ejemplo en países


como Alemania, Francia, España, Estados Unidos, Rusia,
Japón, etc., se enseña astronomía desde la primaria,
BO

capacitando al profesorado para que aprenda a introducir


gradualmente al niño en el estudio metódico y explorativo
de los cuerpos celestes. Se organizan además grupos
de aficionados a la astronomía. En Colombia existen
ya numerosos grupos que realizan un valioso trabajo
divulgativo, facilitando así que la mayoría de la gente
se entere de las maravillas que encierra el universo, de
lo que se está haciendo para descubrirlo y de lo mucho
que en este campo aún queda por descubrir. Por otra
parte, la astronomía es una ciencia que favorece mucho
la interdisciplinariedad, pues ella, para su desarrollo,
necesita de la ayuda de casi todas las ciencias; favorece

272
también la creatividad, porque su ejercicio necesita del
apoyo de instrumentos que fácilmente pueden ser hechos
por el observador. Y en fin, estos estudios despiertan
siempre gran interés en la juventud, especialmente en
aquellos jóvenes más inquietos intelectualmente y con
mayor curiosidad científica.
Es fundamental que desde los primeros años de su
formación intelectual el niño empiece a comprender
la complejidad del universo, al mismo tiempo que su

R
maravillosa vastedad. Desde la primaria el niño puede ir
O
desarrollando lo que hoy suele llamarse una “conciencia
AD
cósmica”.
RR
BO

273
3
Dogmas y mentiras de la astrología

No veo cómo la naturaleza pudo habernos atado tanto las


manos, hasta haber escrito en los cielos nuestro destino. Éste
depende de una coyuntura de lugares, personas y tiempos,

R
no de la conjunción de todos los charlatanes. Ved ese rey y ese

O
pastor. Ambos nacieron bajo el mismo planeta. Sin embargo,
uno lleva cetro y otro cayado. ¿Quién es ese Júpiter? Un
AD
cuerpo sin conocimiento ¿Cómo podría tener influencia
sobre nosotros? ¿Cómo podría actuar diferentemente sobre
RR

aquellos dos hombres? La Fontaine. El horóscopo. Fábula


XVI, Libro VIII.
BO

Una de las tradiciones que nació del interés del hombre


por los astros es lo que hoy llamamos la astrología, es
decir –la predicción del destino de los hombres y la
determinación de los caracteres individuales por el estudio
de las influencias astrales–. Esta astrología se opone a la
Astronomía, que es el estudio de la posición, movimiento
y constitución de los cuerpos celestes.
Los astrónomos consideran hoy a la astrología como
una seudo ciencia irracional, pero hasta el siglo XVII era
considerada como una rama más de la astronomía, y se la
dividía en dos partes: la astronomía natural, que trataba
de la predicción de los fenómenos celestes, como por

274
ejemplo los Eclipses, y la astrología judicial, o individual,
que predecía lo relativo a la vida individual de los hombres.
¿De dónde nació la astrología? Sin duda que se originó
del hecho evidente que vemos cada día, es decir, que
muchos fenómenos terrestres dependen de los astros, por
ejemplo: la luz, el calor y la vida nos vienen del sol.
Los meteoros de nuestra atmósfera –tormentas, rayos,
arco iris, estrellas fugaces–, se confundieron durante

R
mucho tiempo con los fenómenos propiamente celestes
como eclipses, cometas, nuevas estrellas, etc., que poco
O
a poco fueron engendrando un supersticioso terror y
AD
llevaron a considerar el cielo como escenario de poderes
extraordinarios.
Las estaciones –primavera, verano, otoño e invierno–,
RR

se deben a la inclinación de la Tierra con respecto al


plano de su órbita alrededor del Sol. La Luna, sobre la
BO

cual se basaron los babilonios para elaborar los primeros


calendarios, engendra las mareas y participa en los eclipses.
Estos y otros hechos, llevaron a los antiguos a creer que
los astros con su poder gobernaban los asuntos humanos,
y quisieron deducir del examen del cielo el destino de los
imperios y de los reyes. Más tarde se extendió al campo
de los individuos común y corrientes, llegando a postular
que el destino de los hombres, su carácter y su vida,
estaban ligados a las configuraciones celestes. Se empezó
a pensar que la configuración del cielo en el instante del
nacimiento, jugaba un papel esencial en el destino del
individuo –el horóscopo de nacimiento–.

275
La astrología tiene una larga historia. Floreció en
Mesopotamia, al servicio exclusivo del Estado, se vulgarizó
en Grecia y aprovechó los progresos de la Astronomía con
Ptolomeo, quien le dará su forma canónica en su famosa
obra Tetrabiblos.191 Esta obra tuvo gran difusión en el
Imperio Romano.
En la Edad Media, aunque fuertemente criticada por
la Iglesia, especialmente por San Agustín,192 la astrología

R
floreció bastante. Su fuerza en occidente empezó a partir

O
del siglo XI, cuando casi todos los reyes y príncipes
tenían astrólogos particulares. Entre los más famosos
AD
podemos mencionar a Galeotti, el astrólogo de Luis XI, a
Pugieri, consejero y astrólogo de Catalina de Médicis, y a
RR

Nostradamus, astrólogo y médico de Carlos IX.


Nostradamus (1503-1566), siguiendo la costumbre
de su época, publicó almanaques en donde, por una
BO

parte proporcionaba predicciones astronómicas más o


menos bien calculadas –posiciones de los astros en las
diferentes épocas del año, predicciones de eclipses, y
otros fenómenos; pero por otra ofrecía predicciones
relativas al destino de los hombres. El más conocido de
sus escritos data de 1555, cuando aparecen sus Centurias,
serie de oscuros cuartetos donde anuncia proféticamente
el destino de Francia. Este libro parece ser el que mayor
número de ediciones ha tenido en occidente; aún en
Europa, entre 1940 a 1945, cuando no había papel para
nada, se hicieron varias ediciones, lo que muestra, en
palabras de Paul Couderc, el poco sentido crítico de la

276
humanidad.193 Cada cuarteto puede interpretarse de mil
maneras, pues para el desarrollo de los acontecimientos
que predice no da fechas ni lugares precisos. Habla por
ejemplo de “La ciudad de las siete colinas”, que podría ser
París, Roma, Jerusalén, Saigón o New York.
En el siglo XVII hombres de Ciencia como Galileo,
Kepler y Newton descubrieron las grandes leyes que rigen
el movimiento planetario y mostraron que los planetas
no eran cuerpos caprichosos, sino masas en movimiento

R
dentro del campo gravitatorio del Sol. Aunque es cierto
O
que algunos de estos hombres, Kepler y Tycho Brahe, por
AD
ejemplo, hicieron horóscopos por necesidad, ellos estaban
bien convencidos de que tales predicciones no tenían
ningún valor. Kepler mismo dice: “La Astrología es una
RR

hija loca. Pero ¡gran Dios! ¿Dónde estaría la astronomía


tan juiciosa y sabia sin esa hija demente? Los productos de
la matemática son tan débiles que la astronomía moriría
BO

de hambre si su loca hija no le diera subsistencia”.


En el prefacio de Las Tablas Rudolfinas, de Tycho Brahe,
que Kepler terminó y publicó en 1627, se ve claramente
cuál era la opinión no sólo de Brahe sino de Kepler
sobre la astrología. Dice allí Kepler: “Lo que según mi
manera de ver debe anotarse a la gloria de Tycho Brahe
es que él realizó todo su trabajo astronómico lejos de las
supersticiones astrológicas. Tanto en sus escritos como
en sus charlas cotidianas no cesó jamás de mostrar las
mentiras de los astrólogos, su ignorancia, su banalidad y
en ocasiones se burlaba de ellos”.194

277
A partir del siglo XVIII la astrología cae cada vez más
en desprestigio, pero no podemos negar que aún hoy día
se publican miles de artículos en revistas y periódicos y los
astrólogos siguen sacando provecho de la ignorancia que
sobre temas propiamente astronómicos tiene la mayoría
de la gente.
La astrología lleva la marca de aquellos siglos en los que
se creía que la Tierra era el centro del universo, y donde

R
el hombre pensaba que los astros habían sido creados

O
para él y dispuestos a su servicio. Los consideraban dioses
que precedían su nacimiento y dirigían su destino. La
AD
astrología implica politeísmo.
Trataremos de mostrar el valor de la astrología a través
RR

de unas preguntas:
BO

¿Existe alguna relación entre los astros y el


hombre?
Claro que sí. Pero veamos cuál relación. El Sol, como
ya lo dijimos, influye en la Tierra por sus propiedades
físicas; a él debemos la alternancia de las estaciones, el día
y la noche, las tormentas magnéticas, entre otros hechos.
Pero ¿qué podríamos decir de las estrellas, situadas a
miles de millones de años luz de nosotros? La atracción
gravitacional entre la Luna y la Tierra produce las marcas,
pero estos son efectos, no intervenciones.

278
¿Qué significan los signos del zodiaco?
Nada, absolutamente nada. Fueron los Babilonios
los primeros en observar que el Sol salía cada mes en
una constelación distinta, le dieron caprichosamente
nombres a estas constelaciones, nombres que nos llegaron
a través de los griegos. Pero hoy sabemos que debido a
la precesión de los equinoccios, la situación del Sol en
los diferentes signos del Zodiaco varía con el correr de lo
siglos. El Primer punto Aries varía de posición debido a la

R
Precesión de los equinoccios.
O
Equinoccios: 21 de marzo y 22 de septiembre: días y
AD
noches iguales.
Precesión: Es el movimiento aparente de los polos
celestes originado por la acción gravitatoria de la Luna y
RR

el Sol y el achatamiento de los polos de la Tierra. El polo


describe un círculo de sólo 47 grados en 25.800 años.
BO

A causa de la precesión se mueve también el Ecuador


Celeste, lo cual afecta la posición del Primer Punto Aries
–equinoccio de marzo– que se mueve hacia el este 50
segundos de arco cada año a lo largo de la eclíptica.195 Por
ello el equinoccio de primavera no se da ahora en Aries,
sino en Piscis. Y lo que hoy llamamos Estrella Polar no lo
será siempre. Dentro de algunos 13.000 años, la Estrella
Polar será la brillante Vega, de la constelación de la Lira.
En 1978 un astrónomo británico ofreció un premio de
500 libras esterlinas a la persona que pudiera comprobar
que existen las influencias del zodíaco; hasta la fecha nadie
ha podido ganarse el premio.

279
¿Existe alguna relación entre el nombre del
planeta el planeta mismo?
Ninguna... ninguna. Los nombres de los planetas se
remontan a los griegos y romanos, quienes les dieron
nombres relacionados con sus divinidades, pero que
nada tienen que ver con ellas. Así pues Saturno no es
maligno, ni Marte Guerrero, ni Venus amoroso, ni Júpiter
regio. Chinos, Mesopotamios, Egipcios y los pueblos de

R
América precolombina, les dieron otros nombres y les

O
atribuyeron otras virtudes.
AD
Decir por ejemplo que el Sol es macho y que la Luna
es hembra no significaría nada para los alemanes, pues en
su lengua Sol es palabra femenina (Die Sunne) y la Luna
RR

palabra masculina (Der Mond).


BO

¿Cómo se explica que algunos hombres eminentes


crean en la astrología?
Porque en todos nosotros existe una tendencia a
lo maravilloso, tendencia que es sin duda el origen de
la poesía. Constituye un vestigio de la infancia, una
especie de reacción espontánea ante la realidad cruda y
desencarnada de la vida, una especie de escape sicológico.
Por otra parte, todos tenemos derecho a soñar; a lo que sí
no tenemos derecho es a imponer a otros nuestros sueños
como verdades, y a aprovecharnos de la ingenuidad de los
demás.

280
El hombre inteligente que cree en la astrología es
algo así como un enfermo cardiaco que no puede dejar
de fumar a escondidas de su médico. Puede suceder, por
ejemplo, que haya médicos que consulten a los astros para
ver cuál sería la mejor hora para realizar una operación,
pero para fortuna de todos los pacientes éste médico, en el
momento de realizar su operación, acudirá sin duda a sus
conocimientos y no al consejo de las estrellas –a menos así
lo esperan quienes acuden a sus cuidados–.

R
O
¿Por qué los periódicos y revistas publican
AD
horóscopos diariamente?
Esta pregunta no necesita respuesta. Sabemos todos
muy bien que es necesario atraer a los clientes y estas
RR

publicaciones tienen mayor número de lectores que los


artículos serios sobre temas de Astronomía o de otras
BO

materias.

¿No existirá al lado de los charlatanes una


astrología seria?
No, es la respuesta de todos los Astrónomos. Es
cierto que todavía hay muchos hechos y fenómenos
que la ciencia no ha logrado explicar perfectamente, y
que posiblemente demorará mucho tiempo en lograrlo,
pero la astrología tampoco los explica en absoluto. Por
otra parte, el hombre es el artífice de su propio destino.
Cada uno sabe lo que puede y debe hacer. Cada uno es

281
responsable de su propia elección. Antes de acudir al
adivino o al astrólogo deberíamos acudir a nuestra propia
conciencia para saber qué es lo que mejor nos conviene.
El destino no está escrito delante de nosotros, el destino
lo escribe cada uno en cada instante de su existencia.
La idea fundamental de la astrología es que la posición
de los astros en el preciso momento del nacimiento
influye definitivamente en el carácter y en el destino del

R
hombre. La figura del cielo en ese instante en un lugar

O
y en una latitud dada, es lo que llaman horóscopo de
nacimiento. Pero lo más curioso es que muchos de esos
AD
horóscopos se basan en datos antiguos, cuando aún no se
habían descubierto muchos fenómenos celestes y cuando
RR

sólo se conocían cinco planetas.


Piensan los astrólogos que el Sol, la Luna, Júpiter,
Mercurio y Venus tienen influencias benignas; en cambio
BO

Marte y Saturno son malévolos. Pero se olvidan de Urano


descubierto en 1781, de Neptuno en 1846 y de Plutón en
1930, además de los muchos satélites que giran en torno a
Júpiter, a Saturno, a Urano, descubiertos en éstos últimos
años por los Viajeros.
Según los astrólogos, no son los astros los que tienen
influencia sobre los hombres, sino sus posiciones relativas;
pero la única cosa que puede medirse es la distancia
angular entre dos astros ¿Cómo establecer relaciones
entre el Sol y las estrellas que delimitan las constelaciones
y que se encuentran a miles de años luz?

282
Por otra parte, ¿qué se quiere significar cuando se dice
que el Sol está en Leo? Sencillamente que por efecto de
perspectiva, el Sol pasa delante de Leo, cuyas estrellas se
encuentran, ya lo dijimos, a miles de años luz del Sol.
Las predicciones astrológicas pueden ser vagas y
precisas. La mayoría generalmente son vagas. Así, un
astrólogo nos dirá, por ejemplo –usted verá realizados
sus deseos sentimentales a mediados del mes de enero–.
Y ¿por qué no podría cumplirse? Así como en el mes

R
de enero habrá por lo menos un día de Sol, usted podrá
O
tener al menos un momento de entendimiento con su
AD
amigo, su amante o su esposa. Las predicciones vagas
pueden realizarse siempre, aunque quien las prediga no
sea adivino o astrólogo.
RR

Y ¿qué pasa con las predicciones precisas? Quienes


sigan pensando que algunas veces también los astrólogos
BO

aciertan no sólo en las predicciones vagas sino también en


las precisas, pueden encontrar la explicación estudiando
las leyes del azar.196 
La historia da testimonio de muchos errores desastrosos
en las predicciones astrológicas. Se cuenta por ejemplo
que en 1552 el famoso médico, matemático y astrólogo
italiano, Girolamo Cardano fue llamado a la corte Inglesa
para que predijera el futuro del joven rey Eduardo VI,
que a la sazón tenía 15 años y se encontraba gravemente
enfermo. Cardano predijo para el joven una vida larga
y feliz, con sólo una sombra: “después de cumplir 53
años, tres meses y 17 días padecería diversos males”. La

283
predicción fue tan precisa como mentirosa, pues después
de nueve meses de la famosa predicción, en julio de 1552,
el joven rey murió.
Otro desastre de las predicciones astrológicas famosas
se sitúa en 1499, cuando Johannes Stöfler predijo un
segundo diluvio universal para Europa, diluvio que
acaecería en 1524. Gran pánico se apoderó de todos los
habitantes del Reino del gran Emperador Romano Carlos

R
V, pero de nada les sirvió angustiarse –el año 1524 fue

O
célebre no por el agua, sino por la sequía–.
AD
Con frecuencia oímos a mucha gente decir que el
horóscopo les encaja perfectamente. Esto se explica
porque no hay nada mas vago que un horóscopo; alguien
RR

dice que son “como los calcetines que entran en cualquier


pie”. Por otra parte, nuestra memoria es selectiva
–retenemos lo que nos agrada y olvidamos lo demás–.
BO

¿Quién no cree tener alma de músico, amor por los viajes,


gran sociabilidad, y otras virtudes? La mayoría de la gente
tiene tendencia a creer en lo que le dicen, si es bueno.
En 1949 el Psicólogo Willian Forrest realizó un
experimento revelador en la Universidad de Trinity, en
Dublín. Entregó a 39 estudiantes el mismo resumen del
carácter con 14 frases características de los horóscopos,
como por ejemplo: “Necesitas ser amado, admirado”, o,
“Tienes problemas de adaptación sexual”, y otras frases
por el estilo. Con excepción de cinco estudiantes, todos
los demás dijeron que las afirmaciones describían con
precisión su personalidad.

284
El psicólogo francés L.H. Courdec hizo otro
experimento similar en 1964. Se anunció como astrólogo
y a todos los que escribieron les envió un horóscopo.
Posteriormente 200 personas le respondieron felicitándole
por su extraordinaria clarividencia. La verdad era que a
todos les había enviado el mismo horóscopo.
Hoy día los astrólogos del mundo entero y en general
todos lo científicos combaten la astrología. En 1975,
por ejemplo, 186 hombres de ciencia, entre ellos 18

R
ganadores del premio Nobel, declararon públicamente
O
que había llegado el momento de refutar vigorosamente
AD
las afirmaciones de los charlatanes de la astrología.
Pero a pesar de todo, la astrología sigue siendo un
hecho alarmante en todas las sociedades. Solo en París
RR

se cree que hay mas de 5000 oficinas dedicadas a dar


soluciones a problemas individuales gracias al consejo de
BO

los astros. En Estados Unidos las estadísticas hablan de


50.000 astrólogos que realizan su trabajo públicamente,
con más de 20 revistas especializadas, algunas con tirajes
superiores de los 500.000 ejemplares diarios. Y ¿Qué decir
de Colombia? ¿Dónde todavía no hemos tenido tiempo
de realizar estos censos?
Los psicólogos piensan que la mayoría de la gente
que acude a los astrólogos lo hacen por ignorancia y por
el desamparo en que se encuentran para la solución de
sus problemas personales. Pero consideran también que
la astrología es un gran peligro para la sociedad, pues en
ningún momento ayuda a la solución de los verdaderos

285
problemas, sino más bien los empeora, pues lleva a las
personas a evadirse, a buscar soluciones fáciles, las inclina
al fatalismo, puede ofrecer peligros para la salud, y, en
general, no ayuda al desarrollo de actitudes correctas, que
podrían facilitar la comprensión de los factores naturales,
sociales y psicológicos que influyen en la realidad de lo
destinos individuales de los hombres. Es necesario que
la gente comprenda, dice el doctor Louis Courdec, que

R
nuestro destino no está escrito en las estrellas sino en

O
nosotros mismos.
La UNESCO en una declaración de 1985, pidió
AD
a educadores, escritores, científicos e investigadores
sociales, esclarecer y combatir por todos los medios
RR

los errores de la astrología. Claro, que como decía


irónicamente Voltaire, “los astrólogos no son los únicos
que tienen el privilegio de equivocarse siempre”.
BO

286
Bibliografia

1. Obras de Galileo
La edición más completa y más documentada sobre
la obra de Galileo es Le opere di Galileo Galilei, Edizione
Nazionale, que bajo la dirección de Antonio Favaro se

R
publicó en Florencia en 21 volúmenes entre 1890 y 1909.
O
Una nueva edición se publicó entre 1929 y 1939 en 20
volúmenes. De esta última edición, los doce primeros
AD
tomos contienen la obra de Galileo y los ocho últimos
están consagrados a su amplia correspondencia científica.
Esta última edición se puede consultar en el Instituto de
RR

Historia de la Ciencia de París I (panteón- Sorbona). Las


traducciones que ofrecemos en el libro han sido hechas
BO

sobre esta edición. Las citas se expresan así: Op. G. A


continuación va el volumen en romanos y la página en
arábigos. Pero se han consultado también algunas de las
traducciones que existen en francés y en español. En
seguida van las obras de Galileo consultadas:
- Discours concernant deux sciences nouvelles. Traducción de
Maurice Clavelin, París, Armand Colin, 1970. Hay
traducción española: Consideraciones y demostraciones
matemáticas sobre dos nuevas ciencias. Traducción,
introducción y notas de C. Solis y J. Sadaba. Madrid,
Editora Nacional, primera edición 1981.

287
- Dialogues et lettres choisies. Traducción de Michel, P. H.
París, Hermann, 1966.
- Le message celeste. Traducción y presentación de Emile
Namer, París, Gauthier, 1964. De este libro hay
buenas traducciones en español, la más interesantes es
la de Alianza editorial, El mensaje y el mensajero sideral,
Madrid, 1984. Esta edición ofrece el Mensaje sideral de
Galileo, y Conversación con el mensajero sideral de Kepler.

R
- Diálogo sobre los dos sistemas máximos. Jornada primera.

O
Buenos Aires, Aguilar, 1976. La segunda y la tercera
AD
jornada fueron publicadas en 1977, y la cuarta Jornada
en 1978.
- Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo: ptolemaico
RR

y copernicano. Excelente traducción española con


numerosas citas marginales. Madrid: Alianza. 1994.
BO

Edición de Antonio Beltrán Mari.


- El ensayador. Traducción del italiano por José Manuel
Revuelta, Madrid, Sarpe, 1984.

2. Estudios sobre Galileo


BANFI A. Vita di Galileo Galilei. Milán, 1962. Hay
traducción española. Madrid, Alianza Editorial, 1967.
BASSOLS BATALLA Marciso. Galileo ingeniero y la
libre investigación. México, F.C.E. 1995.
CLAVELIN Maurice. «Galilée et la cosmologie
traditionnelle». En Revue d’Histoire des sciences, Tomo XV,
1970.

288
CANGUILHEN Georges. «Galilée, la signification de
l’oeuvre et la leçon de l’homme». En Études d’ histoire et de
philosophie des sciences, París, J. Vrin, 1970.
CAROTENUTO S. Galileo, nella storia et nella legenda.
Florencia, 1970.
CLAVELIN Maurice. La philosophie naturelle de Galilée.
París, Armand Colin, 1968.
DRAKE S. Galileo at Work. His scientific biography. The

R
University of Chicago Press, 1978.
O
DRAKE S. «Galileo’s discovery of the law of free fall».
AD
In Scientific American, may 1973, pp. 85-92.
FRITCH Vilma. Galilée ou l’avenir de la science. Edition
Seglers, París, 1971.
RR

GEYMONAT L. Galileo Galilei. Barcelona, Editorial


península, 1969.
BO

GUSDORF George. La revolution Galiléenne. Payot,


1966. Dos volúmenes.
KOYRÉ Alexander. Etudes Galiléennes. París, Hermann,
1980. Hay traducción española: Estudios Galileanos.
Traducción de Mariano González Amboú, México, F.C.E.
1981.
NAMER Emile. L’affaire Galileo. Colletion Archives,
1975.
NAMER Emile. Le beau roman de la physique cartesiénne
et de la science exacte de Galilée. París, J. Vrin, 1979.

289
REDONDI Prieto. Galileo herético. Madrid, Alianza,
1990. El libro fue publicado en Italiano en 1983.
VARIOS. Galilée. Aspects de sa vie et de son oeuvre. P.U.F.
1988.

3. Obras de Kepler.
Mysterium cosmographicum. Le secret du monde.

R
Introducción, traducción y notas de Alain Segonds. París,
Les Belles Lettres, 1984.
O
AD
Pródromo de consideraciones cosmográficas conteniendo el
secreto del universo. Traducción, introducción y notas de
Eloy Rada García. Barcelona, Altaya, 1994.
RR

Conversación de Juan Keplero matemático imperial con el


mensajero sideral recientemente enviado a los mortales por Galileo
BO

Galilei, matemático paduano. Traducción y notas de Carlos


Solís Santos. Madrid, Alianza, 1984 (en el Mensaje y el
mensajero sideral, pp. 91-152).

4. Estudios sobre Kepler


CARTIER Raymond. L’ homme et le cosmos. París.
Editorial Larousse, 1975.
GALLUZI P. Novitá celesti e crisi del sapere. Florencia,
1984.
KOESTLER Arthur. Kepler. Traducción de domingo
Santos. Barcelona, Salvat, 1987.

290
KOYRÉ Alexander. La révolution astronómique. Copérnic,
Kepler, Borelli. París, 1961.
PTOLOMEO C. Las hipótesis de los planetas. Traducción
de José García Blanco y Aurora Cano. Madrid, Alianza
editorial, 1987.
SIMON Gerard. Kepler, astronome et astrologe. París,
Hermann, 1979.
WILSON C. «How did Kepler discover his firts two

R
laws?». In Scientific American, 266, 1972, pp. 93-106.
O
AD
5. Obras de Descartes
Discurso del método. Madrid, Alianza, 1980. Del Discurso
RR

del método hay muchas traducciones al español, pero


creemos que la mejor es la de Alianza por su riqueza en
las notas marginales que ayudan mucho a la comprensión
BO

del texto.
Discurso del método. Dióptrica, Meteoros y Geometría.
Prólogo, traducción y notas de G. Quintas Alonso,
Madrid, Alfaguara, 1981.
Meditaciones metafísicas con Objeciones y Respuestas.
Madrid, Alfaguara, 1977.
Los principios de la filosofía. Madrid, Editorial Reus, 1925.
Discours de la méthode, texte et comentaire. París, J. Vrin,
1976.
Sobre los principios de la filosofía. Traducción de E. López
y M. Graña. Gredos, 1989.

291
6. Estudios sobre Descartes
ALQUIÉ F. La découverte méthaphysique de l’homme chez
Descartes. París, P.U.F. 1966.
ALVAREZ GOMEZ A. «Para leer el Discurso del
método». En Estudios sobre filosofía moderna y contemporánea.
León, 1984.
BLANCHET Léon. Les antécedents historiques du «Je

R
pense donc je suis». París, 1920.

O
BLANCHÉ R. El método experimental y la filosofía de la
AD
física. México, F.C. E. 1972.
CLARKE D. M. La filosofía de la ciencia de Descartes.
Madrid, Alianza, 1986.
RR

HEIDEGGER M. «La época de la imagen del mundo»,


en Sendas perdidas, Buenos Aires, Losada, 1960, pp. 68-99.
BO

HUSSERL E. Meditaciones cartesianas. Madrid, Tecnos,


1985.
JASPERS K. Descartes y la filosofía. Buenos Aires, La
Pléyade, 1973.
KOYRÉ Alexander. Estudios Galileanos. México, Siglo
XXI, 1981. Koyré dedica gran parte de este libro a mostrar
la superioridad de Descartes sobre Galileo.
LAPORTE J. Le rationalisme de Descartes. París. J. Vrin,
1950.
TURRO S. Descartes. Del hermetismo a la nueva ciencia.
Prólogo de E. Lledó. Barcelona, Anthropos, 1985.

292
VUILLEMIN J. Mathématiques et métaphysique chez
Descartes. París, P.U.F., 1960.

7. Otras de Newton.
NEWTON Isacc. El Sistema del Mundo. Madrid, Sarpe,
1983
_____________ Óptica o tratado de las reflexiones,

R
refracciones, inflexiones y colores de la luz. Madrid, Alfaguara,
1977. O
_____________ Principios matemáticos de filosofía natural.
AD
Tomos I y II, Alianza , 1987.
RR

8. Libros Sobre Newton.


EINSTEIN – INFIELD. La evolución de la física.
BO

Barcelona , Salvat, 1986.


KOYRE Alexandre. Études newtoniennes. Paris,
Hermann, 1978.
_______________. Estudios de historia del pensamiento
científico. Buenos Aires, Siglo XXI, 1980.
POINCARE Henri. La Valeur de la Science. Paris.
Flammarion.1970.
RADA Eloy (editor y traductor) La polémica Leibniz-
Clarke. Madrid. Taurus. 1980.

293
9. Otras obras consultadas.
ABBAGNANO N. Bernardino Telesio. Milán, 1941.
ARISTOTELES. La Física. En Científicos griegos. Tomo
I. Madrid, Aguilar, 1970. Esta obra, en dos tomos, ofrece
una selección muy completa de las obras científicas de
Aristóteles y de otros científicos griegos.
AGAZZI Evandro. Temas y problemas de filosofía de la

R
física. Barcelona, Herder, 1978.

O
________________. El bien el mal y la ciencia. Las
AD
dimensiones éticas de la empresa científico tecnológica. Madrid,
Tecnos, 1996.
ARANGO Iván Darío. La reconstrucción clásica del saber.
RR

Copérnico, Galileo, Descartes. Medellín, Universidad de


Antioquia, 1993.
BO

BACHELARD Gaston. La formación del espíritu científico.


Buenos Aires, Siglo XXI, 1982.
BLANCHET Léon. Campanella. Alcán, 1920.
BRUNO Giordano. Cause, principe et unité. Traducción
al francés por Emile Namer, París, P.U.F., 1930.
________________. Les Fureurs heroiques. Traducción
al francés por P. H. Michel, París, Les Belles Lettres, 1954.
________________. Le banquet des Cendres. Traducción
al francés por Emile Namer, París, Gauthier - Villars,
1965. (Hay traducción española, La cena de las cenizas.
México, Editorial Swan, 1972.

294
________________. Sobre el universo infinito y los mundos.
Traducción, prólogo y notas de Angel J. Cappelletti,
Barcelona, Ediciones Orbis, 1984.
CARTIER J. y GROUEFF S. L´homme et le cosmos.
París, Larousse, 1980.
CRIBBIN John. Diccionario del Cosmos. Barcelona,
Crítica, 1997.
COPERNICO Nicolás. Sobre las revoluciones de los orbes

R
celestes. Madrid, Editora Nacional, 1982.
O
CUZZO A. Giordano Bruno. Turín, 1960.
AD
FIRPO A. Il proceso de Giordano Bruno. Turín, 1940.
FERRIS Timothy. La aventura del universo. Barcelona,
RR

Crítica, 1999.
GENTILE G. Bernardino Telesio (con bibliografía y
apéndices), Bari, 1911.
BO

KOYRÉ Alexandre. Del mundo cerrado al universo infinito.


Traducción del inglés por Carlos Solís Santos, Madrid,
Editorial Siglo XXI, 1979.
____________. Pensar la ciencia. Barcelona, Paidós 1994.
KUHN Thomás. La estructura de las revoluciones científicas.
México, F.C.E. 1970.
_____________. La Revolución Copernicana. Barcelona,
Ariel, 1981.
MANN A. The infinite Worlds of Giordano Bruno. New
York, 1952.

295
MARFELD A. F. El universo y nosotros. Madrid, Labor,
1970.
NAMER Emile. Les aspects de Dieu dans la philosophie
de Giordano Bruno. París. P.U.F., 1930. (Nueva edición, J.
Vrin, 1956).
_____________. Giordano Bruno, ou l’univers infini
comme fondement de la philosophie moderne. París, Editorial

R
Seghers, 1966.

O
_____________. La pensée de Giordano Bruno et sa
signification dans la nouvelle imagen du monde. París, 1959.
AD
POPPER Karl. Realismo y el objetivo de la ciencia. Volumen
1 de los post Scriptum a la Lógica. Madrid, Tecnos, 1985.
RR

_____________. Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del


conocimiento científico. Buenos Aires, Paidós, 1983.
BO

PRIGOGINE Ilya y STENGERS, Isabelle. La nueva


alianza. Metamorfosis de la ciencia. Madrid, Alianza, 1983.
_____________. El fin de las certidumbres. Madrid,
Taurus, 1997.
SAGAN Carl. Cosmos. Barcelona, Planeta, 1982.
SNODGRASS Adrian. El simbolismo astronómico en la
arquitectura del cercano oriente. New Delhi, 1990.
ROMÁN Colin. Los amantes de la astronomía. Barcelona,
Blume, 1982.
TEMPLE Robert K.G. El genio de China. Cuna de los
grandes descubrimientos de la humanidad. Madrid, Debate,
1987.

296
VARIOS. Científicos griegos. Madrid, Aguilar, 1970.
Tomos I y II.
VARIOS. Enciclopedia de la Astronomía. Paris, 1980,
Tomos II, IV y VII.
WEINBERG Steven. Los tres primeros minutos del
universo. Madrid, Alianza, 1983.

R
O
AD
RR
BO

297
Notas

1 El término humanista nace a mediados del siglo XV


inspirado en los términos ‘legista’, ‘jurista’, ‘canonista’, o
‘artista’, para indicar a quienes enseñaban y cultivaban la
gramática, la retórica, la poesía, la historia y la filosofía

R
moral. Para autores latinos como Cicerón y Celio,
‘humanista’ significaba aproximadamente lo que los

O
griegos habían expresado con el término ‘Paideia’, es
decir: educación y formación intelectual del hombre.
AD
En esta tarea de formación espiritual del ser humano
se le daba gran importancia a las letras: poesía, retórica,
historia y filosofía
RR

2 Sobre la “teoría de la doble verdad” Cf. MORA


FERRATER. Diccionario de filosofía, pp. 3672-3673.
BO

3 Cf. TATON René. Histoire générale des Sciences. París,


P.U.F. 1969, pp. 6-7.
4 Cf. TATON René. Op. cit. pp-6-7.
5 Ibid. p. 8.
6 BOMBELLI Rafael (1526-1572). Matemático italiano, e
ingeniero hidraúlico. Su álgebra fue texto de información
en Europa durante más de un siglo.
7 STEVIN Simón (1548-1620). Belga, gran matemático e
ingeniero militar, e hidráulico.
8 Mecanicismo cuyas consecuencias explicamos
ampliamente en el tercer capítulo de este libro.

298
9 Cf. QUINTAS Alonso Guillermo. En Introducción al
Discurso del método, Dióptrica, Meteoros y Geometría. Pp.
XIII-XLIII. Madrid. Ediciones Alfaguara
10 LEFORD René. “Alambradas en torno a la investigación”.
En revista El Correo de la Unesco. París, octubre 2001, pp.
24 -25.
11 AGAZZI Evandro. El bien, el mal y la ciencia: las dimensiones
éticas de la empresa científico–tecnológica. Madrid, Tecnos,
1996. Pp. 27–30.

R
12 PRADA MÁRQUEZ Blanca Inés. Prólogo a la primera
O
edición del libro Galileo Galilei. Su vida, su obra y sus aportes
al desarrollo del método de la ciencia moderna. Bogotá, Tercer
AD
mundo, 1983.
13 Sobre la Física de Aristóteles, hemos consultado los
textos traducidos del griego al francés por Paul Moraux,
RR

París, Les Belles Letres, 1965. Es una lástima que en la


traducción española de Los científicos griegos, de la Editorial
Aguilar, se haya omitido la traducción de estas dos obras,
BO

contentándose con transcribir dos o tres párrafos.


14 Cf. DUHEM Pierre. La teoría física, su objeto y su estructura,
Hermann, 1906.
15 KOYRE Alexandre. Etudes Galiléennes (1939). París,
Hermann, 1980, p. 17.
16 De Motu, donde Galileo expone sus puntos de vista sobre
la caída de los cuerpos; en aquella época en Pisa, entre
1589-1592, él piensa todavía que la velocidad de la caída
depende del peso específico.
17 La literatura consagrada al problema del ímpetus es
numerosa, pero son los historiadores de la ciencia
Pierre Duhem y Alexandre Koyré, quienes más han

299
profundizado y explicado este tema. Cf. KOYRE, Op. cit.
págs. 47-60.
18 Cf. KOYRE Alexander. Etudes Galiléennes. Op. cit. p.50.
19 Carta de Galileo a Kepler, Padua, agosto 24 de 1597.
20 Cf. KESTEN Hermann, Copernic et son temps, Calmann -
Levy, 1951, capítulo XXVIII, pág. 231.
21 COPÉRNICO Nicolás. Sobre las revoluciones de las orbes

R
celestes. Trad. De Carlos Mínguez y Mercedes Testal,
Editora Nacional, Madrid, 1982, p. 118.
22
O
Cf. COPÉRNICO Op. cit. p. 99
AD
23 CF. CRIBBIN Jhon. Diccionario del Cosmos. Barcelona,
Crítica, 1997. p. 104. El plano de la órbita de la Tierra
alrededor del Sol, en la astronomía ptolemaica fue
RR

introducido como círculo imaginario para explicar la


irregularidad de los movimientos aparentes de los planeta
BO

24 HIPARCO, es el más grande astrónomo de la antigüedad.


Según la tradición se cree que vivió en el siglo segundo
a. C., e hizo sus observaciones en Rodas y Alejandría.
Aporta una rectificación importante al valor aceptado
hasta la fecha sobre la duración del año. Se le debe el
primer catálogo de las estrellas que será reproducido casi
textualmente por Ptolomeo.
25 JANSEN Zacharias. Holandés, construye el primer
microscopio en 1590. Galileo será un activo utilizador de
este instrumento.
26 Pléyades, o las siete hermanas. Cúmulo estelar
abierto que contiene estrellas calientes, ubicado en la
Constelación de Tauro. Es uno de los cúmulos estelares
más cercano a la Tierra y mejor visible a siemple vista en
las noches estrelladas.

300
27 GALILEO, con su rústico instrumento, sólo puede
observar los cuatro satélites más grandes que acompañan
a Júpiter. Hoy se sabe que son más de 60 los satélites que
tornan alrededor de él, de los cuales sólo cuatro tienen
dimensiones importantes comparables con las de la Luna.
28 Cf. GALILEO Galilei. Sidereus Nuncius. Traducción
española de Fernàndes Chitt. Univ. de Buenos Aires,
p. 91.
29 NAMER E. Presentation de Galilée, Le message celeste. París,

R
Gauthier, 1964, pp. 34-39.
30 TORRICELLI O
Evangelista (1609-1647), Italiano.
Acompañó a Galileo durante los últimos años de su
AD
existencia. Torricelli publicó en 1644 una obra titulada:
De motu graviun naturaliter accelerato, que produjo
numerosas controversias.
RR

31 Cf. CLAVELIN Maurice. La philosophie naturelle de galilée.


En particular “La raison et le réel”. Armand Colin.
París.1968, pp. 390-459.
BO

32 Cf. KOYRÉ Alexander. Études Galiléenes. Tomo I. París,


Hermann, 1968.
33 CF. GEYMONAT Ludovico. Galileo Galilei, Torino,
1957.
34 Cf. KANT Emmanuel. Prefacio a la segunda edición de
la Crítica de la razón pura. Editorial Losada, Tomo I, p. 130.
35 CF. NAMER E. La philosophie italinienne. Seghers, 1970,
pp. 150-160
36 Cf. Namer E. Op. cit. p. 157.
37 CF. GALILEO G. Discusiones sobre las dos nuevas ciencias.
En Op. G. p. 202.

301
38 CF. NAMER E. La philosophie Italienne. Op. cit. p. 161.
39 Treinta años más tarde Huygens comprende la verdadera
constitución de Saturno y lo describe por medio de un
anagrama que va a durar mucho tiempo indescifrable:
“Anullo cingutur temo musquam caharente ad ecliptican
inclinata”, lo cual quería decir: “está rodeado de un fino
anillo que no lo toca jamás y que está inclinado sobre
la eclíptica”. Lo que Galileo sabía sobre Saturno era
realmente poco; hoy se saben muchísimas cosas sobre

R
él, entre otras que, como Júpiter, posee más de sesenta

O
satélites, de los cuales uno sólo -Titán- es de dimensión
comparable a los cuatro satélites Mediceos, llamados hoy
AD
Galileanos. Por otra parte, Galileo cree que el planeta
más lejano es Saturno. Después de él se han descubierto
Urano (1781), Neptuno (1830) y Plutón (1930), pero esto
RR

no disminuye en nada el mérito de Galileo quien con su


minúsculo instrumento descubre cosas tan maravillosas.
En 1981 la sociedad astronómica de Cambridge,
BO

organización encargada de determinar la presencia de


nuevos cuerpos en el espacio, estaba reuniendo todos los
antecedentes relacionados con la posible existencia de
un décimo planeta de nuestro sistema solar. Se cree en
la posible presencia de un objeto sólido cuya órbita está
más allá de la de Plutón, a una distancia de 96,6 unidades
astronómicas, –la unidad astronómica es una medida
que equivale a la distancia Tierra - Sol, más o menos 150
millones de kilómetros–.
40 Por primera vez Galileo se declara abiertamente en favor
del heliocentrismo.
41 Hoy sabemos que las manchas solares se deben a los
torbellinos que se forman en el interior del Sol. Estos
nacen hacia latitudes de 30° y se desplazan hacia el

302
Ecuador celeste. Cuando esos torbellinos rompen la
atmósfera del Sol producen dos grupos de manchas de
polaridad opuesta: de un ciclo al siguiente el sentido de
rotación de los torbellinos cambia.
42 Este cardenal, amigo de Galileo, será elegido Papa en
1623 y tomará el nombre de Urbano VIII. La traducción
de la carta es nuestra.
43 Para Galileo, las manchas solares son otra prueba más
en contra de la teoría aristotélica sobre la perfección del

R
cielo, tan defendida por los peripatéticos.
44 O
Ver la magnífica traducción de Alianza editorial donde
se unen el librito de Galileo Sidereus Nuncius, con la
AD
respuesta de Kepler titulada Conversación de Juan Keplero
con el Mensajero Sideral, Madrid, 1990.
45 El Ensayista ó El experimentador (Saggiatore), publicado
RR

en 1623, se presenta bajo la forma de una carta a Don


Virgilio Cesarini, camarero del Papa Urbano VIII y
miembro de la Academia dei Lincei. En el libro Galileo
BO

entra en abierta polémica con el jesuita Orazio Grassi


por sus desacuerdos en torno a la teoría de los Cometas.
Pero el libro es fundamentalmente un tratado de
epistemología, donde el sabio expone por primera vez las
características de su método científico. Hay traducción
castellana: Galileo, El Ensayador. Grandes pensadores,
No. 35, Altamira, 1984.
46 Según Favaro, quien publicó por primera vez el texto
que nos ocupa, se creería que Galileo lo redactó en
abril o mayo de 1615 en respuesta a la carta del cardenal
Belarmino en la que le proponía aceptar la idea de la
“equivalencia de las hipótesis”. Maurice Clavelin cree
que el texto fue redactado en 1616 durante la tercera

303
estadía de Galileo en Roma. Cf. CLAVELIN. Galilee et le
refus de l´ équivalence des hypothéses.. En: Galilée, aspects de sa
vie et de son oeuvre. P.U.F. 1968, pp. 127- 152.
47 Cf. CLAVELIN Maurice.“Galileé et la cosmologie
traditionnelle”. En: “Revue d’histoire des sciences”,
TomoXV, 1962, pp. 1-26.
48 La paralaje es el desplazamiento aparente en la posición de
un cuerpo al ser observado desde dos posiciones distintas.

R
Con los rudimentarios instrumentos de observación
empleados por Galileo era por ahora imposible encontrar

O
dicha paralaje. Cf. GRIBBIN. Op. cit. pp. 245-246.
AD
49 Cf. KUHN Thomás. La revolución copernicana. Capítulo 2.
Ariel, 1978.
50 Las pruebas que Galileo necesitaba para hacer evidente,
RR

científicamente, la teoría heliocentrica, solo se


consiguieron cuando la mecánica y la astrofísica nos
dieron a conocer la enorme diferencia entre la masa
BO

de la Tierra y la masa del Sol (el Sol es 322.500 veces


mas macizo que la Tierra, algo que Galileo ignoraba
completamente); cuando Bradley observa la aberración
de las estrellas fijas, cuando Bessel determina en 1837
una paralaje estelar con un método sugerido de antemano
por el mismo Galileo, y en fin, cuando Doppler en 1843,
descubre el efecto que lleva su nombre.
51 Cf. CANGUILHEN Georges. «Galileé, la signification
de l’oeuvre et la leçon de l’homme». En Etudes d’historie et
de philosophie des sciences, París, J. Vrin, 1970.
52 CF. EINSTEIN Albert. Mis ideas y opiniones. Op. cit. p.
238.

304
53 Ayuda a la comprensión de este problema el debate
de Popper en torno al tema del realismo y el
instrumentalismo en la ciencia. Cf. POPPER Karl.
Realismo y el objetivo de la ciencia. Capítulos 14 y 15. Tecnos,
1985.
54 Cf. KOYRE Alexandre. Estudios Galileanos, Siglo XXI,
1981. Pp. 227-264.
55 El título original de la obra es: Diálogo de Galileo Galilei
Linceo, matematico sopraordinario dello studio di Pisa e filosofo e

R
matematico primario del serenissimo Gr. Duca di Toscana. Dove
ne i congressi di quatro giornate si discorre sopra i due massimi
O
sistemi del mondo, tolemaico e copernicano. In Fiorenza,
MDCXXXII.
AD

56 Cf. KOYRE Alexander, Op. cit. Pp. 200-206.


57 Galileo se refiere al descubrimiento que hiciera el
RR

11 de noviembre de 1572 Tycho Brahe, quien ve por


primera vez aparecer bruscamente una estrella. Durante
muchos días Tycho observa su estrella notando que
BO

cambia de movimiento y de resplandor. Diecisiete meses


después de su aparición, en marzo de 1574, la estrella
desaparecerá sin dejar huellas. Hoy se sabe que se trataba
de una supernova, que es la explosión de una estrella
muy grande que aumenta bruscamente de brillo miles y
miles de veces, a tal punto que si la estrella más cercana
de la Tierra –Alpha del centauro–, se convirtiera en
una supernova, sería dos mil veces más brillante que la
Luna. En dos mil años los astrónomos no han observado
sino catorce supernovas en la vía láctea. ¿Qué pasó con
la estrella de Tycho? ¿Desapareció para siempre de la
vía láctea? Según los astrónomos, ella fue localizada de
nuevo en 1958, gracias a la radioastronomía, convertida

305
en una enana blanca, invisible aún a los más potentes
telescopios. Tycho Brahe publicó en 1573 De nova stella
anni 1572, en donde afirmaba que Aristóteles y Ptolomeo
se habían equivocado, que el astro misterioso era una
estrella y que por lo tanto la famosa esfera de las estrellas
fijas podía ser teatro de fenómenos imprevistos.
58 Tycho Brahe pensaba por ejemplo que la Tierra era
inmóvil, pues él, a pesar de los miles de observaciones
hechas, no logró establecer ninguna paralaje. Hoy se

R
sabe que no había paralaje observable porque las estrellas

O
están muy lejos, mucho más alejadas de lo que creía
Tycho, quien prisionero, como muchos hombres de su
AD
tiempo, en un universo cerrado, lo imaginaba demasiado
pequeño. Sólo hasta 1840 se podrá comenzar a observar
tales paralajes gracias a instrumentos capaces de medir
RR

ángulos dos mil veces más pequeños de los que Tycho


podía medir con sus mecánicos instrumentos.
59 En efecto, cómo sería la maravilla de Galileo si pudiera
BO

hoy dialogar con nuestros maestros de la astrofísica,


y éstos le informaran que su astro rey tiene una masa
333 mil veces mayor que la de la Tierra, que este astro
maravilloso transforma cada segundo 500 millones de
toneladas de hidrógeno en helio y pierde 4 millones
de toneladas por segundo. ¿Seguiría pensando nuestro
admirable sabio que el universo es finito si se informara
que el Sol, con sus 1.390.000 kilómetros de diámetro,
situado a 150 millones de kilómetros de nosotros, no es
sino un pequeñísimo astro, perdido entre millardos de
estrellas de nuestra galaxia a 30.000 años luz del centro
de esa misma galaxia, no siendo ésta sino una más de las
cien mil millones de galaxias que se considera pueblan el
universo? Sin olvidar, claro está, que hoy, en los modelos

306
relativistas cerrados el universo sigue considerándose
finito.
60 Huxley moderniza el chiste de Galileo así: “Seis monos
chusografiando sobre una máquina de escribir durante
millones de años deberían con el tiempo escribir todos
los volúmenes de la biblioteca del British Museum”.
Einstein dice en el mismo sentido: “Los conceptos no son
a la experiencia sensible lo que el caldo es al buey, sino lo
que el número del vestido es al vestier”. Cf. Einstein et la
relativité, Seghers, p. 175.

R
61 Cf. Op. G. VII, p. 83. O
62 Todo este pasaje es muy interesante. Cf. GALILEO
AD
Galilei. Diálogo sobre los sistemas máximos, Jornada primera,
Aguilar, 1955. Pp..48-51 especialmente.
63 Galileo considera que no es posible asignarle un centro al
RR

universo, o que, de asignárselo, sería más lógico colocarlo


en el Sol y no en la Tierra. Sin embargo, él no declara
jamás que el universo sea infinito, dice solamente que el
BO

universo es de una dimensión casi infinita si se la compara


con la orbe terrestre. Cf. Primera Jornada, Aguilar, p. 78.
64 Son muchos los estudios que NAMER consagró a
Galileo, entre otros: Galileo, Searcher of the Heavens, Mc,
Bridge, New York, 1933. Présentation de Galilée, Le message
céleste, 1964. L’affaire Galilée, collection Archives, 1975.
65 Cf. FRITCH Vilma. Galilée ou l’avenir de la science.
Editorial Seghers. París, 1976. Pp. 65-67.
66 Cf.: REDONDI Pietro. Galileo Herético. Alianza, 1990.
Redondi publicó este libro en 1983, ofreciendo en él un
pormenorizado estudio sobre el tema de la condenación
de Galileo, tratando de mostrar, basado en los documentos

307
descubiertos en el archivo del Santo Oficio, que el motor
de la condenación de Galileo procedió del prestigioso
Colegio Romano de los Jesuitas –Vanguardia de la
Contrarreforma–, donde se exponía que las doctrinas
atomistas de Galileo socavaban el dogma tridentino de la
Eucaristía.
67 Cf. EINSTEIN Albert. La théorie de la relativité restreinte et
génerale, Gauthier - Villars, 1976.

R
68 NAMER Emilie, uno de los filósofos franceses más
profundos conocedores de la filosofía italiana, consagró

O
varios años al estudio del proceso de Giordano Bruno
AD
y Galileo directamente en los archivos del Vaticano.
Sobre el proceso de Galileo nos dejó un amplio y bien
documentado estudio histórico intitulado L’affaire Galilée,
collection archives, 1975.
RR

69 Las traducciones de varias de sus cartas pueden


encontrarse en nuestro libro Galileo Galiei. Su vida, su obra
BO

y sus aportes al método científico de la ciencia moderna. Segunda


edición 2017. Divulgado en www.amazon.com.
70 Muchas cosas sucedieron antes de llegar a este primer
desenlace dramático, pero para la comprensión de
nuestro trabajo no creemos necesario exponer más
detalles-
71 Para la petite histoire diremos que Galileo no se casó jamás,
pero durante su permanencia en Padua estuvo unido a la
veneciana Marina Gamba, quien le dio tres hijos. Marina
lo abandona después de diez años de unión para casarse
con su empleado Bertoluzzo, guardando sin embargo
una profunda amistad por Galileo. Su hijo Vincenzo será
legitimado por el Duque de Toscana, y sus hijas, como
dijimos, entrarán al convento.

308
72 La aparición en 1618 de tres cometas, que vienen de nuevo
a perturbar el cielo peripatético, le abre nuevamente el
camino a Galileo para recomenzar el debate.
73 En la carta Galileo repite los argumentos tan claros que
él había expresado ya a Benedetto Castelli en 1613. Cf.:
ROUGIER Luis. «Lettre de Galilée a la Gran Duchese
de Toscane», 1615. Nouvelle Revue Francaise, 1957.
74 GALILEO Galilei. El Ensayador. Madrid, Sarpe, 1984.
Colección los grandes pensadores No. 35.

R
75 KOESTLER ha escrito varias obras de divulgación
O
científica, entre otras Los Sonámbulos, donde él, para
defender a su gran héroe que es Kepler, trata en forma
AD
ligera y un poco confusa a Galileo. Sin embargo su estilo
novelesco lo lleva a ser bien acogido por el público.
76 Cf. NAMER E. El proceso de Galileo, op. cit. p. 225.
RR

77 Alianza Editorial, 1990.


78 Cf. BARETA Francesco quien entre 1995-1998
BO

realizó una profunda investigación sobre este asunto


y sus resultados fueron publicados en la revista Science,
Philosophie et theologie. 1999, pp. 441-490. Su título era “Le
Procés de Galilée et les archives du Saint Office” (aspects
judiciares et theologiques d´une condamnation célebre),
donde se demuestra la imposibilidad de lograr claridad
sobre este tema debido a que muchos documentos
importantes y esenciales al proceso, como por ejemplo el
texto mismo de la condenación, han desaparecido de los
archivos.
79 Cf. Science and the Modern World. Nueva York, 1925.
80 Cf. Los fundamentos metafísicos de la Ciencia Moderna.
Traducción del inglés por Roberto Rojo, Buenos Aires.
1960.

309
81 Cf. La gran cadena del Ser. Buenos Aires. 1945.
82 Cf. Del Mundo Cerrado del Universo Infinito, traducción de
Carlos Solís Santos. Siglo XXI, Madrid, 1979.
83 FRITSCH Vilma. Galilée ou L’avenir de la Science, Editorial
Seghers. P. 85.
84 El libro de DUHEM fue publicado en París en 1908.
85 Sobre el principio de identidad o tendencia causal y su

R
papel en la marcha de la ciencia, es muy interesante el
libro Identité et realité, del francés Emilio Meyerson, en

O
donde aborda ampliamente este tema.
AD
86 CF. REY Abel. La Filosofía de un Creyente. París, 1910.
87 NAMER E. Presentation de Galilée. Le message céleste, 1964.
RR

88 MACH Ernst. La Mecanique, exposé historique et critique


de son developpement, trad. E. Bertrand. París, Hermann,
1904.
BO

89 KOYRE Alexandre. Etudes Galilénnes. 3 volúmenes,


París Hermann, 1939. Cf. también: Galilée et la revolution
scientifique du XVII éme siécle. Conferencia en el Palacio del
Descubrimiento, Serie D, Nº 37.
90 DESANTI Jean-Toussaint. “Galileo y la nueva
concepción de la naturaleza”. En La filosofía y el mundo
moderno, p. 63.
91 Publicados en 1688. Hay traduccón española: GALILEO
Galilei. Consideraciones y demostraciones matemáticas sobre
dos nuevas ciencias. Traducción de Javier Sádaba. Editora
Nacional, Madrid, 1981.
92 Publicados en 1688.
93 EINSTEIN - EINFELD. L´évolution des idées en physique.
Petite Bibliothéque Payot. París, 1978. Hay traducción

310
castellana: La evolución de las ideas en física. Barcelona,
Salvat, 1986.
94 CF. GALILEO. Op. VI, p. 480.
95 CF. EINTEIN– EINFELD. Op. Cit. p. 14.
96 GALILEO Galilei. Op. V. 1, pp. 187-188.
97 AGAZZI Evandro. Temas y problemas de filosofía de la física.
Traducida del italiano por J. Vidal, 1978, pág. 28.
98 CF. Op. G. XVIII, p. 208.

R
99 Cf. KOYRE Alexandre. Etudes Galilénnes. Hermann,
O
1980, p. 329.
AD
100 Cf. PRIGOGINE Ilya – STENGERS Isabelle. La Nueva
Alianza: metamorfosis de la ciencia, Alianza, 1983.
101 Cf. MORIN Edgar. Introducción al pensamiento complejo.
RR

Gedisa, 1996.
102 Cf. ASIMOV Isaac. Historia del telescopio, Alianza, 1986.
BO

103 CF. POPPER Karl. “La ciencia y la crítica”, En: En busca


de un mundo mejor. Paidós, 1993.
104 Cf. L´Obsservatore Romano, edición en lengua española, 7
de agosto de 1983, p. 2-4.
105 Cf. LAKATOS Imre. Matemáticas, ciencia, epistemología.
Alianza, 1978, p. 339.
106 Cf. POPPER Karl. “Conocimiento sin autoridad”. En:
Escritos selectos. F.C.E. 1995, p. 6.
107 Cf. POINCARE Henri. La valeur de la science.
Flammarion, 1970, p., 186.
108 Cf. FINGERMANN Gregorio. Lógica y teoría del
conocimiento. Ateneo, 1980.

311
109 Cf. KOESTLER Arthur. Kepler. Traducción de Domingo
Santos. Barcelona, Salvat, 1987.
110 Cf. KOESTLER Arthur. Los sonámbulos. Salvat Editores,
1994.
111 Hoy se sabe que para Tycho no había paralaje observable,
puesto que las estrellas están mucho más lejos de lo que él
–prisionero como muchos de su tiempo en un universo
cerrado– lo imaginaba. Su universo era demasiado

R
pequeño. Sólo hasta 1840 se podrán comenzar a observar
tales paralajes, gracias a instrumentos capaces de medir

O
ángulos dos mil veces más pequeños que los que podía
AD
medir Tycho con sus sofisticados instrumentos.
112 KOESTLER Arthur. Kepler. Barcelona, Salvat, 1988, p.
54.
RR

113 Ptolomeo se había visto obligado a introducir el punto


ecuante, ese punto diferente del centro de la Tierra con
respecto al cual la velocidad, por la deferente del centro
BO

del epiciclo de un planeta, es uniforme.


114 Cf. HANSON. Constelaciones y Conjeturas. Cf. también
KHUN, La Revolución Copernicana, p. 215.
115 Cf. KEPLER. Atronomie nouvelle. Paris, 1979.
116 Cf. KOESTLER Arthur. Les Sonnambules. Op. cit. p. 300.
Citando a Kepler en La Nueva Astronomía.
117 Cf. KOESTLER Arthur. Kepler. Op. cit. p. 95.
118 DRAKE Sillman y KOWAL Charles. “Galileo observa a
Neptuno”. En Revista Investigación y Ciencia, pp. 22–23,
1983.
119 “Conversaciones con el mensajero sideral”. En GALILEO
- KEPLER. El mensaje y el mensajero sideral. Alianza, 1990.
Introducción y notas de C. Solis Santos.

312
120 KEPLER Johannes. Harmonices mundi. (1619). En inglés
se consigue como Harmonies of the World, en varias
ediciones. En Internet se puede encontrar un artículo
bellísimo sobre esta obra, titulado “Experiencia estética
y formulación científica: El caso de Harmonices mudi,
de Johannes Keepler”, escrito por Carlos Calderón
Urreiztieta y publicado en Anuario musical, Barcelona,
2013. Confrontar también SAGAN Carl. Cosmos: en este
bellísimo libro Sagan dedica el tercer capítulo, titulado
“La armonía de los mundos”, a Kepler.

R
121 Cf. Carta de Galileo a Kepler. Padua, agosto 24 de 1597.
O
122 HEISENBERG Werner. La imagen de la naturaleza en la
física actual. 1955. Editor digital Antwan.Traducción de
AD
Gabriel Ferraté, p.52. Confrontar también. Phisique et
Philosophie. Albin Michel, 1961, p. 45.
RR

123 Cf. HIERRO–PESCADOR José. Filosofía de la mente y de


la ciencia cognitiva. Ediciones Akal, 2005.
124 Una de las mejores ediciones en español de esta obra,
BO

más tres más, es, a nuestra manera de ver, la de Alfaguara:


DESCARTES Renato. Discurso del método, Dióptrica,
Meteoros y Geometría, Madrid, 1987.
125 Cf. Discurso del método, edición citada, página 8.
126 Cf. TURRO Salvio. Descartes: del hermetismo a la nueva
ciencia. Anthropos, Barcelona, 1985.
127 CF. CLARKE Desmond. La filosofía de la ciencia de
Descartes. Alianza Universidad. 1982, p. 230 y siguientes.
128 Cf. DESCARTES. Del mundo o tratado de la luz. Tercera
parte. Se puede bajar gratis de Internet. Cf. también
PODIS L. L’Antropologie cartesienne. P.U.F. 1990. Y un
artículo muy interesante titulado “Cuerpo y sangre en

313
Descartes”. De AVESI Pablo. Universidad de Buenos
Aires, Argentina. Publicado en la Revista Ideas y Valores.
Bogotá. Agosto 2014. Se puede bajar gratis de Internet.
129 BACHELARD Gastón. “Una epistemología no
cartesiana”. En: El nuevo espíritu científico. Editorial Nueva
imagen, 1981, p.124 y siguientes.
130 Cf. PRIGOGINE Ilya y STENGERS Isabelle. “El
reencanto del mundo”. En: La nueva alianza: metamorfosis

R
de la ciencia. Alianza Universidad, 1983.

O
131 Cf. PRIGOGINE – STENGERS. Op. Cit. p. 281–282.
132 Cf. Discurso del Método. 4ª parte. Pág. 156. Las citas
AD
del presente trabajo fueron tomadas del libro:
ABENTOFAIL–DESCARTES, en donde José Bergua
nos presenta, junto con tres obras de Descartes, El
RR

Discurso del Método, Las Meditaciones y Las Reglas, la obra


de Abentofail, filósofo árabe del siglo XII, quien en El
filósofo Autodidacta presenta un análisis filosófico muy
BO

parecido al de Descartes, el que pudo sin duda haber


servido de punto de partida al cartesianismo.
133 El Discurso del Método fue editado en 1537 y es la primera
obra publicada en vida del autor. En ella Descartes
expone sistemáticamente el método que según él
debemos seguir para conducir bien la razón y buscar la
verdad en las ciencias. A nuestra manera de ver, la mejor
edición del Discurso del método en español, es la de editorial
Alianza, 1983, traducción de Rissiere Frondizi. Sus notas
marginales constituyen un verdadero estudio de la época
cartesiana. También es muy importante, aunque muy
costosa, la edición de Alfaguara: René Descartes. Discurso
del método, Dióptrica, Meteoros y Geometría. Prólogo,
traducción y notas de Guillermo Quintás Alonso,
Madrid, primera edición 1981.

314
134 Es bueno relacionar esto con lo que dice en al primera
Meditación: “De las cosas que pueden ponerse en duda”.
135 Cf. ABENTOFAIL –DESCARTES. Op. cit. p. 211.
136 Cf. DESCARTES. Principios. 1 - 10. 1ª. parte. Cap. VII.
Madrid, Gredos, 1989, p. 31.
137 Cf. DESCARTES. Carta al Marquéz de Newcastle, 1648.
“Quand nous apercevons que nous sommes des choses
qui pensent, c’est une premiére notion qui n’est tirée
d’aucun syllogisme: et lorsque quelqu’un dit: ‘je pense,

R
donc je suis’ ou ‘je existe’, il ne conclut pas son existence
O
de sa pensée comme par la force de quelque syllogisme,
mais comme une chose connue de soi: il la voit par una
AD
simple inspection de l’esprit”. Correspondencia. Tomo II,
Pág. 204.
138 Así lo explica Descartes en su carta de marzo 1638. Cf.
RR

TANNERY Adan. Descartes, Correspondencia. Tomo II,


pág. 38. Cf. también. Correspondencia con Isabel de Bohemia
y otras cartas. Barcelona: Alba Editorial, 1999. Traducción
BO

de María Teresa Gallego Urrutia. Introducción de Mateu


Cabot
139 El uso del término idea para indicar cualquier objeto del
pensamiento en general es una novedad terminológica
de Descartes. Según los escolásticos, idea era la esencia,
el arquetipo de las cosas subsistentes en la mente de
Dios. Descartes define la idea como la “forma de un
pensamiento por el cual el pensamiento tiene conciencia
de sí mismo de una manera inmediata”.
140 Cf. Discurso del método. Cuarta parte, edición citada, p.
161.
141 Cf. BRUNSCHIVIC L. Le génie de Pascal. (Pascal savant).
París, 1924. este es un libro muy interesante sobre Pascal,

315
uno de los mejores que se han escrito sobre él, desde mi
punto de vista.
142 Cf. RUSSIER. La foi selon Pascal. París, 1949.
143 BLANCHET Rober. Les antécedents historiques du “Je pense
donc je suis”. París, 1920.
144 Cf. DESCARTES. Principios. Gredos, 1989, p.22.
145 QUINTAS A. Guillermo. Introducción al Discurso del

R
método, Dióptrica, Meteoros y Geometría. Alfaguara, p.
XXXIX.

O
146 CLARKE Desmond. La filosofía y la ciencia de Descartes.
AD
Madrid, Alianza, 1982. Pp. 94-117.
147 Este ensayo fue presentado como ponencia en el Coloquio
Nacional Isaac Newton, con el título: “En torno a ciertos
RR

aspectos de la epistemología newtoniana”. Organizado


por el Departamento de Física de la Universidad de
Antioquia y la Sociedad Colombiana de Historia de las
BO

Ciencias, que tuvo lugar en el planetario de Medellín


del 6 al 10 de octubre de 1986, para conmemorar los 300
años de los Principia.
148 Cf. COHEN I. Bernard. La revolución newtoniana.
Madrid, Alianza, 1983.
149 De aquí en adelante los números de las páginas de los
Principia serán tomadas de la siguiente edición castellana:
Principios matemáticos de filosofía natural. Traducción de
Antonio Escohotado y M. Saens de Heredia. Madrid.
Editora Nacional, 1982.
150 KOYRE Alexandre. Etudes Newtoniennes. París, Gallimard,
1968.

316
151 NEWTON Isaac. Óptica o tratado de las reflexiones,
refracciones y colores de la luz. Versión española por Carlos
Solís de la 4ª edición inglesa de 1730. Madrid, Alfaguara,
1977, p. 323.
152 KOYRE Alexandre. Op. Cit. p. 319.
153 EDELSTON J. Correspondence, p. 154-155.
154 NEWTON Isaac. Óptica, p. 349.
155 CLAVELIN, Maurice. “Galilée et le refus de l’equivalence

R
des hypotheses”. En: Galilée, aspects de sa vie et de son
oeuvre. Armand Colin, 1966. Vease nuestra traducción de
O
las “Consideraciones sobre la opinión copernicana”, de
Galileo en: Galileo Galilei. Su vida, su obra y sus aportes al
AD
método científico de la ciencia moderna. Segunda Edición
2017, pp. 122-131.
RR

156 Cf. DESCARTES René. Principia Philosophicae, III, 44,45


47. Oeuvres, VIII. París. Adam y Tannery, pp. 99-101.
157 Ibid. p. 123.
BO

158 KOYRE Alexandre. Estudios Galileanos. México, Siglo


XXI, 1976. P. 306
159 COHEN Bernard. A series of queries. 1958. (citado por
Carlos Solís en su introducción a la traducción de la
Óptica).
160 Cf. POPPER Karl. “La Ciencia: Conjeturas y
refutaciones” En: Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del
conocimiento científico. Barcelona, Paidós, 1983. p. 53-87.
161 COHEN Bernard. A series of queries. 1958. Citado por
Carlos Solís en su introducción a la traducción de la
Óptica. p. 192

317
162 NEWTON Isaac. Óptica. p. 319.
163 Ibid. P. 429.
164 NEWTON Isaac. Óptica. P. 319.
165 KOYRE Alexandre. Del mundo cerrado al universo infinito.
México, Siglo XXI, 1972, p. 133.
166 BURTH E. A. The Metaphysical Foundations of Modern
Science. New York. The Humanities Press, 1924.

R
167 H. G. Alexander. The Leibniz-Clark Correspondence.

O
Manchester, 1956. Cf. También: RADA Eloy. (Editor y
traductor). “Tercera respuesta de Clarke a Leibniz” En:
AD
La polémica Leibniz- Clarke. Madrid, Taurus, 1980.
168 NEWTON Isaac. Óptica, p. 320.
RR

169 Ibid, p. 343.


170 Ibidem, p. 347.
171 Ibidem, P. 347.
BO

172 Sobre las diferencias fundamentales entre el Dios de


Leibniz y el Dios de Newton confróntese. KOYRE
Alexandre. “El Dios de los días laborales y el Dios de
Sabbath (Newton y Leibniz)”, En: Del mundo cerrado al
universo infinito. México, Siglo XXI, 1979, pp. 217-253
173 Cf. KOYRE Alexandre. “Newton, Galilée et Platón”. En:
Etudes Newtoniennes, Capítulo V.
174 NEWTON Isaac. Óptica, p. 350.
175 Este artículo fue publicado por primera vez en VARIOS,
Somos Ciudadanos del Cosmos, UIS. 2004. Capítulo 2.
176 Sobre novas y supernovas Cf. COLIN A. Román. Los
amantes de la astronomía. Barcelona, Blume, 1982, p.

318
83. También: CRIBBIN John. Diccionario del cosmos.
Barcelona, Crítica, 1997, pp. 306-307.
177 CF. VARIOS. L´Astronomie. Tomo II.
178 Sobre la astronomía china Cf. S. GROUEFF y J. P.
CARTIER. L´homme et le cosmos. París, Larousse, 1975,
capítulo I. Cf. también: TEMPLE Robert. El genio de
China. Barcelona, Debate, 1986, parte 2.
179 Equinoccios: época en la cual la duración del día es igual a
la de la noche (12 horas). En dichas épocas del año el Sol

R
está en los puntos en que se cortan el Ecuador celeste y la
Eclíptica. O
180 CF. VARIOS. L´Astronomie. Tomo II.
AD

181 CF. TOLOMEO Claudio. Las hipótesis de los planetas.


Traducción de José García Blanco y Aurora Cano.
RR

Madrid, Alianza Editorial 1987.


182 CF. RASHED Roshdi. Entre aritmetique et algebre:
Recherches sur l’ histoire ds mathematiques arabes. París. Les
BO

Belles letres, 1984.


183 Cf. Copérnico Nicolás. Sobre la revolución de las Orbes
celestes. Madrid, Editora Nacional, 1982.
184 Cf. CARTIER J. P. . L´homme et le cosmos. París, Larousse,
1975.
185 Cf. Historia de la Ciencia. Tomo l. Editorial Planeta.
186 Cf. WEINBERG Steven. Los tres primeros minutos del
universo. Madrid, Alianza, 1983.
187 Cf. SAGAN Carl. “Historias de viajeros”. En: Cosmos,
cap. 6.

319
188 Cf. WEINBERG Steven. Los tres primeros minutos del
universo. Madrid, Alianza, 1983.
189 Cf. WEINBERG Steven. Los tres primeros minutos del
universo. Madrid, Alianza, 1983.
190 Cf. PRIGOGINE Ilya. “¿El tiempo es anterior a la
existencia? En: El fin de las certidumbres, 1997. Editorisal
Andres Bello, Pp. 155-211.
191 CF. TOLOMEO Claudio. Las hipótesis de los planetas.

R
Traducción de José García Blanco y Aurora Cano.

O
Madrid, Alianza Editorial 1987.
192 Cf. Las Confesiones. Libro VII, cap. VI. San Agustín en
AD
su juventud, como muchos de sus contemporáneos,
creyó en la astrología, pero poco a poco se dio cuenta
de sus errores y en sus obras, especialmente en Las
RR

Confesiones, escribe duramente contra ella, haciendo un


profundo análisis psicológico del problema y llegando a
la conclusión de que por “azar se predice lo verdadero”.
BO

193 Cf. COURDERC. L’Astrologie. Que sais je? P.U.F. 1970,


p. 65.
194 Cf. COURDERC. L’Astrologie. Que sais je? P.U.F. 1970,
p. 65.
195 Cf. SEPÚLVEDA Alonso. Astronomía de Posición y
Coordenadas Celestes. Planetario de Medellín 1986.
196 Cf. Enciclopedia de la Astronomía. Tomo 8, p. 136.

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Blanca Inés Prada Márquez
E-mail: pradamblancaines@gmail.com

R
O
AD

Nacida el 28 de marzo de 1940 en Betulia (Santander-


RR

Colombia).
Licenciada en Filosofía e Historia con maestría y
BO

especialización en Filosofía e Historia de las ciencias.


Pensionada de la Universidad Industrial de Santander
(Bucaramanga–Colombia).
Ha publicado las siguientes obras:
1- Galileo Galilei, su vida, su obra y sus aportes al desarrollo del
método de la ciencia moderna. Primera edición Bogotá,
Tercer Mundo, 1983. Segunda edición Windmills
Editions, California, 2017. Esta segunda edición se
puede conseguir en la Editorial y en www.amazon.com
2- Ensayos en torno al pensamiento de Karl Popper. Tomo I.
Bucaramanga, Editorial UIS. Primera Edición 1994.

321
3- Galileo, Kepler, Descartes. Creadores del pensamiento
moderno. Primera edición Sic. Editorial, 2001.
4- Epistemología, universidad, ética y valores. Bucaramanga,
Editorial UIS. Primera Edición 2003.
5- Ciencia y política en Karl Popper. Bucaramanga, Editorial
UIS. Primera Edición 2006. Segunda edición
Windmills Editions, California, 2018. Esta segunda

R
edición se puede conseguir en la Editorial y en www.
amazon.com

O
6- Las ciencias naturales en Colombia (1735–1967).
AD
Bucaramanga. Sic. Editorial. Primera Edición 2007.
7- Educación: un camino hacia la paz. Cartas sobre
RR

educación, política y paz en Colombia. Bucaramanga,


Sic. Editorial. Primera Edición 2010.
BO

8- Paisajes de mi vida. Bucaramanga, Editorial UIS. Primera


Edición 2015. Segunda edición Windmills Editions.
California, 2016. Esta edición se puede conseguir en la
editorial y en www.amazon.com
También ha publicado artículos sobre Filosofía,
Historia de las ciencias, Epistemología, Ética y Política,
en revistas nacionales e internacionales y artículos
periodísticos.

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