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GALILEO, KEPLER
Y DESCARTES
Creadores del pensamiento moderno
ISBN:
Impreso en Colombia
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Agradecimientos
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en las ilustraciones del texto y en la corrección final del
mismo.
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Contenido
Capítulo 1
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Galileo Galilei Un luchador a favor de la libertad
de pensamiento................................................................. 31
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1. La física aristotélica: carga pesada para Galileo........... 34
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2. El mensaje de las estrellas............................................ 54
3. La defensa galileana del sistema copernicano............. 75
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Capítulo 2
Johannes Kepler: Místico, filósofo y Astrónomo.......... 135
1. Los primeros años de la vida de Johannes
Kepler ......................................................................... 136
2. El universo perfectamente geométrico y su primera
obra: El Misterio Cosmográfico..................................... 138
3. El encuentro con Tycho Brahe y su segunda obra
La nueva astronomía ..................................................... 141
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4. La armonía de los mundos y la tercera ley de
Kepler ......................................................................... 151
5. El método científico de Kepler. Sus diferencias
con el método científico de Galileo.......................... 156
Capítulo 3
René Descartes creador de la filosofía moderna............ 163
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1. Renés Descartes ayer y hoy. ...................................... 163
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2. René Descartes y la revolución en Filosofía................. 173
3. Dualismo y mecanicismo en Descartes.................... 183
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4. Consecuencias del mecanicismo cartesiano............. 186
5. Fundamentos de la metafísica cartesiana.................. 189
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Anexos............................................................................ 209
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Prólogo a la segunda edición
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en papel y por versión virtual.
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Nuestra segunda edición ofrece en primer lugar una
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larga Introducción titulada “La herencia del renacimiento”,
donde tratamos de mostrar la riqueza y todo ese desarrollo
en las artes y las humanidades, el cambio de mentalidad
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su metafísica y se empeño en darle nuevas herramientas
al pensamiento filosófico; es considerado el padre de la
filosofía moderna.
El primer capítulo está dedicado a Galileo. La
presentación del científico que se hace en esta edición es
mucho más filosófica, adentrándose fundamentalmente en
su defensa de la opinión copernicana y su concepción de la
nueva ciencia; en su lucha por la libertad de pensamiento,
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enfatizando la necesidad de separar la ciencia de la teología;
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en sus críticas a la filosofía tradicional repetidora acrítica
de Aristóteles, y en los aportes que ofrece para la puesta
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en práctica del método científico, que dará nacimiento a
la ciencia y a la tecnología moderna. También mostramos
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entender los grandes cambios filosóficos y científicos que
se están dando, y de crear su propia filosofía donde prima
la razón pero sin renunciar a la fe. Descartes, creador de
la geometría analítica y de la filosofía moderna, sentía
un interés especial por la nueva ciencia que empezaba a
desarrollarse en su época, ofrece importantes aportes,
aunque se centró más en la problemática filosófica.
Inconforme con la metafísica tradicional buscó para ella
nuevos fundamentos, y se esforzó por fundar la nueva
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física en la metafísica. Severo crítico de la educación
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escolástica, mostró gran confianza en los poderes de
la razón humana cuando está se libera de los dogmas y
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pone toda su fuerza en el poder del pensamiento. En
este capítulo se señalan algunas críticas al mecanicismo
cartesiano mostrando sus consecuencias en el desarrollo
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posterior de la ciencia.
Hemos adjuntado dos anexos nuevos, uno sobre Isaac
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donde pueden encontrar temas de particular interés sobre
el nacimiento y desarrollo de la ciencia moderna, y sobre
el trabajo científico y filosófico realizado por los tres más
grandes pensadores del siglo XVII y creadores de la ciencia
y la filosofía moderna.
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Introducción
La herencia del Renacimiento
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olvidar sus antecedentes inmediatos, por ejemplo el
Renacimiento, como tampoco otros pensadores y
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científicos muy importantes del siglo XVII, como, Viète,
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Francis Bacon, y Harvey.
El Renacimiento es sin duda una época crucial e
importante para comprender el desarrollo del pensamiento
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del Nuevo Mundo, la invención de la imprenta, de la
pólvora y del cañón y su fe en la verdad evangélica la hacen
sentir orgullosa y triunfante. Pero este Renacimiento
debe mucho a la Edad Media, a pesar del desprecio que
empiezan a sentir por ella. Las universidades son jóvenes
todavía y muchas están en período de formación. El
hábito de recorrer a Europa para escuchar a los grandes
pensadores es una tradición medieval. Hombres como
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Gesner en Montpellier, Paracelso en Basilea, Vesalio en
O
Pisa, Copérnico en Bologna reciben alumnos de muchas
regiones, al igual que recibirá más tarde Galileo en Italia,
AD
durante sus años de docencia tanto en Pisa como en
Venecia. Sin embargo, estas mismas universidades están
también haciendo sus cambios: se revalúa la dignidad y
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no dejará de ofrecer serias dificultades, que van a sentirse
desde el siglo XIV con la publicación de la gran síntesis
realizada por Tomás de Aquino, y esto, sobre todo,
porque Aristóteles era leído frecuentemente a la luz de
los comentarios hechos por el médico, jurista y filósofo
árabe Averroes (1126-1198). La filosofía de Averroes había
sido condenada en 1270, pero más o menos protegida por
la tesis de la «doble verdad»2 que separaba radicalmente
la filosofía de la revelación; el averroísmo sirvió, a pesar
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de sus tendencias al panteísmo, para prolongar hasta
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el siglo XVII, a través de Pomponazzi y la escuela de
Padua, un aristotelismo bastante riguroso. Testimonio
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de la influencia persistente del racionalismo aristotélico a
través de todo el siglo XVI son los trabajos de Fernel de
Cesalpino y de Fabricio de Acquapendente en fisiología
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que una característica del pensamiento renacentista
es su individualismo. Los sabios del renacimiento son
hombres solitarios, un poco vagabundos, que gozan
a veces de la protección de los reyes pero que están
dispuestos siempre a partir en busca de nuevas aventuras,
de nuevos conocimientos. Casos como el de Giordano
Bruno, Vesalio y Paracelso pueden citarse como ejemplos.
Algunos logran al fin instalarse, por ejemplo, Tycho
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Brahe en Dinamarca, Leonardo da Vinci en Amboise –
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Francia–, y otros se esconden en su patria llevando una
vida oscura como la de Copérnico; pero de cualquier lado
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por donde se mire, se ve que los sabios del Renacimiento
son hombres solitarios, casi nunca pertenecen a una
determinada comunidad política o intelectual. Sin
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espiritual. Como lo señala Paracelso y van Helmont, es
una sola y misma aventura, porque el conocimiento del
mundo no se adquiere sin la pureza del corazón. Trabajan
solos y desconocen voluntariamente el trabajo de sus
colegas; es más, no tienen interés en darse a conocer.
Leonardo, por ejemplo, consigna sus notas en cuadernos
secretos protegidos por una escritura al revés que nadie
es capaz de comprender. Tartaglia se niega a comunicar a
Cardano su método para resolver una ecuación de tercer
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grado, Vesalio realiza sólo su enorme obra La Fábrica del
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cuerpo humano, y Fernel pretende realizar sólo la síntesis
de la medicina de su época. Tycho Brahe considera que
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no debe nada a Copérnico, Galileo ignora los trabajos de
Kepler, ignorancia que le llevó a cometer varios errores,
y Kepler debió esperar hasta la muerte de Tycho para
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eran universalmente admitidas; poco modestos y muy
ambiciosos, estos sabios del Renacimiento se consideran
responsables de construir cada uno, a su manera, el
universo entero del conocimiento.
Los científicos renacentistas buscan una ciencia de la
totalidad, y tienen un gusto exagerado por la subdivisión.
De esta misma convicción resulta la concepción del
hombre como microcosmos y la convicción de que no
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hay ninguna distinción impenetrable entre lo natural
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y lo sobrenatural. Dios no se concibe fuera del cosmos,
sino que penetra en todas las expresiones de éste. Nunca
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jamás la astrología tuvo mayor legitimidad. Parece posible
pensar que ese sentimiento profundo de la unidad de
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de este enciclopedismo el programa que Gargantúa asigna
a su hijo Pantagruel, la Biblioteca universal de Gesner, y las
obras de Aldrovandi, en donde todo debe ser dicho sobre
todo, y todo está puesto en el mismo plano puesto que
todo ofrece el mismo interés, todo ayuda a satisfacer la
insaciable curiosidad de aquellos eruditos y coleccionistas
de hechos5.
La ciencia renacentista nace en contra del
intelectualismo aristotélico buscando en la antigüedad la
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manera de corregir o contradecir a Aristóteles. Ptolomeo,
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que no era aristotélico, nunca fue tan estudiado como
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en la época en la cual Copérnico se dedicó a refutarlo en
nombre de astrónomos pitagóricos. El pitagorismo, al
igual que Platón, los neoplatónicos y la Cábala, fueron
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inmediata dirige la actividad de todos los ingenieros
prácticos que se preocupan poco de Aristóteles, pero sí
mucho de la mecánica, porque la necesitaban. Leonardo
Da Vinci será sin duda el más ilustre de estos ingenieros,
pero quizá es todavía más importante señalar que dos de
los mejores matemáticos del siglo XVI, Rafael Bombelli6
y Simón Stevin7, salen de su escuela. Es aquí donde puede
comprenderse cómo la ciencia antigua ha puesto las bases
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que los modernos han utilizado como punto de partida:
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Euclides, Diofanto, y muy especialmente Arquímedes,
encontraron sus verdaderos sucesores en el siglo XVII.
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Pero es todavía demasiado temprano para que las
matemáticas renacentistas puedan construir una nueva
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–es esa nueva concepción matemática– la que va a permitir,
según el mismo Galileo, cambiar la concepción antigua de
la naturaleza –de substancias, formas y cualidades– por
una naturaleza integrada por fenómenos susceptibles de
ser observados, manipulados y cuantificados. Revolución
a la cual contribuirá también Descartes, quien sustituirá
la doctrina de las cualidades y formas substanciales por
una doctrina del mecanicismo universal, explicando todos
los fenómenos del mundo visible gracias a tres conceptos
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solamente: la extensión, la figura y el movimiento,
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abriendo así la posibilidad de una explicación mecánica8
de todos los fenómenos del mundo sensible, dándole un
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fuerte empuje a la investigación científica.
Si Galileo luchó por defender la libertad de la ciencia
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Así pues, después de esa larga etapa tan rica en matices
como fue el Renacimiento, donde occidente logra entrar
en un estrecho contacto con la ciencia antigua, no para
copiar y reproducir sus conquistas intelectuales, sino
con verdadera capacidad imaginativa, crítica y creativa en
muchos de sus pensadores, Europa entra en el siglo XVII,
período que sí dará nacimiento a una nueva ciencia, la
cual se desarrollará rápidamente en los siglos siguientes y
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se difundirá poco a poco por el mundo entero. Ciencia
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que va a exigir una revolución profunda de los espíritus y
de los métodos empleados en el estudio de la naturaleza.
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De Gilbert, Kepler y Galileo a Huygenes,
Malembranche, Leibniz y Newton, pasando por Bacon,
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mecánica de Galileo, la geología de Steno, la óptica y la
astronomía de Newton, el mundo de los microbios de
Leeuwenhoek, todos estos hallazgos, entremezclados,
naturalmente, de sueños y errores, condición natural
y propia de la falibilidad humana, e inherente a todo
desarrollo científico, aún en nuestros días.
En este libro se ha trabajado sólo en torno a los
principales aportes tanto en el método como en los
descubrimientos, de Kepler, Galileo y Descartes, no
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porque los consideremos los únicos importantes para la
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comprensión del nacimiento de la ciencia moderna, sino
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porque consideramos que sus aportes metodológicos,
sobre todo los de Galileo y Descartes, fueron
fundamentales en el desarrollo de la nueva concepción
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limitaciones, ya que es una actividad humana, falible, y
cuyos resultados pueden ser fácilmente mal utilizados.
Lo peligroso no está en saber mucho sobre la naturaleza,
sino en no saber poner este conocimiento al servicio de la
humanidad. La ciencia, como toda actividad humana, está
sujeta a reglas y exige responsabilidad ética y compromiso
social. A nuestros investigadores hoy se les pide que,
sin perder la libertad para la investigación, libertad tan
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defendida por Galileo, entiendan que su trabajo no es
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completamente neutro, puesto que sus resultados pueden
ponerse al servicio de ideologías partidistas, como sucedió
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a mediados del siglo pasado con los descubrimientos
atómicos, y no al servicio de toda la humanidad, servicio
que debiera ayudar a la liberación y no a la alienación del
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ser humano10.
Como bien los señala Agazzi en su libro El bien,
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más sensibles respecto a la existencia y a la importancia
de valores humanos más universales, como también más
comprometidos con una ciencia que no sólo busque
el conocimiento por el conocimiento, sino también el
conocimiento para ponerlo al servicio del desarrollo y la
verdadera emancipación de los pueblos.
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Galileo Galilei
Científico italiano: Pisa 1564 – Arcetri 1642.
Capítulo 1
Galileo Galilei
Un luchador a favor de la libertad
de pensamiento
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son los triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin
O
las cuales es humanamente imposible entender una sola
palabra». (Galileo. El Ensayador (1.623)).
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La obra de Galileo se culmina con la maravillosa
síntesis elaborada por Newton, y desde entonces la
astronomía va haciendo poco a poco progresos increíbles,
gracias a la perfección de sus instrumentos de observación
y de sus métodos de análisis, llevando a dimensiones
casi infinitas, por no decir «infinitas», los límites del
universo, y encontrando a su paso cuerpos y fenómenos
extraordinarios que los sabios tratan de explicarnos a
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través de perfeccionadas teorías matemáticas.
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Hoy la astronomía moderna, para poder dar cuenta
de los fenómenos observados en el cielo, ha necesitado
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también un nuevo lenguaje: no son ya suficientes los
años luz que representan 300.000 kilómetros por segundo
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Con Galileo nace el método experimental, el cual
combina la reflexión racionalista matemática con la
indagación empírica de los fenómenos, empleando de
manera creativa tanto la inducción como la deducción,
para lograr una explicación cada vez más aproximada
de los fenómenos de la naturaleza, y el descubrimiento
de algunas de las leyes que rigen el mecanismo oculto
de la arquitectura del universo. Hay en Galileo también
una apertura hacia la tecnología, valiéndose de todos los
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recursos que le ofrecía la técnica de su tiempo, a fin de
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hacer más rigurosa la observación empírica. Comprendió
el sabio italiano que sin una completa interacción entre
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teoría y práctica no podía haber progreso científico.
Galileo es hoy ante todo un símbolo: el del pensamiento
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en sus diversas manifestaciones, increíbles logros que
deslumbrarían hoy a Galileo, si volviera entre nosotros;
conquistas sin embargo incompletas, pues todavía no
hemos sido capaces de ponerlas universalmente al servicio
del desarrollo integral del ser humano, artífice único de
tan maravillosas conquistas.
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Galileo
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El catecismo físico de la época en la cual vive Galileo
AD
estaba constituido por dos grandes obras aristotélicas: El
tratado del cielo y la Física13. La Física es uno de esos tratados
de Aristóteles reservado a pocos lectores. Fue escrita entre
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será la estatua al final del trabajo, cuando el ser sólo en
potencia que ella es se convertirá en ser en acto.
En el libro tercero trata del movimiento. Esto es,
el acto del aquello que está en potencia. Su análisis del
movimiento lo continúa Aristóteles en el libro quinto.
Todo movimiento tiene lugar entre dos contrarios: de
arriba a abajo, de blanco a negro. Hay pues tantos géneros
de movimiento como hay géneros de seres que admiten
contrarios.
R
En la segunda parte del libro tercero y en el libro quinto
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Aristóteles se había propuesto definir el infinito, el lugar,
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el vacío y el tiempo. En el libro sexto, siguiendo el estudio
del movimiento, estudiará la divisibilidad y su división.
En el libro séptimo lo relacionado con los motores y
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En el centro del movimiento celeste se encuentra la Tierra
inmóvil.
Aristóteles refuta la hipótesis de Pitágoras sobre el
movimiento probable de la Tierra alrededor de su eje.
Trata de explicar en forma un poco curiosa cómo puede
la Tierra permanecer, a pesar de su peso, suspendida
en el centro del universo. Encima de la Tierra están los
tres elementos constitutivos del cosmos: el fuego que es
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el más ligero, el agua y el aire. Todo en la organización
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celeste está maravillosamente ordenado por reglas.
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Este voluminoso trabajo de Aristóteles tiene sobre todo
un valor histórico: él refleja la experiencia científica de la
época, ansiosa de encontrar en esta materia una explicación
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SISTEMA ARISTOTÉLICO – PTOLEMAICO
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la cual las notas maestras parecen estar en una creencia en la
existencia de naturalezas bien determinadas y en la creencia
en la existencia de un Cosmos, es decir, la creencia en la
existencia de principios de orden en virtud de los cuales el
conjunto de los seres reales forma un todo naturalmente bien
ordenado”15.
R
el universo las cosas deben estar distribuidas de una
O
manera bien determinada. En el universo aristotélico
cada cosa tiene un lugar propio, conforme con su
AD
naturaleza. La noción de ‘lugar natural’ nos expone una
concepción puramente estática del orden. En efecto, si
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La ciencia aristotélica busca el conocimiento absoluto.
A partir de definiciones y de principios deduce una
serie de proposiciones rigurosamente encadenadas
para desembocar en la construcción de un edificio
perfectamente lógico. Si se modificaba una de las
definiciones, uno de los postulados, todo el edificio se veía
comprometido. De la misma manera pretendía Aristóteles
proceder con la Física que estudia el movimiento, el
cambio, la generación y la corrupción de los seres.
R
Su ciencia puramente teórica, buscaba el saber por
O
el saber sin preocuparse de las aplicaciones prácticas.
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Las nociones primeras, gracias a las cuales es posible
la demostración científica, se construían en Aristóteles
según el proceso llamado ‘inducción’, pero esta inducción
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Para Aristóteles todas las ciencias especulativas estaban
jerarquizadas siguiendo el mismo tipo de clasificación
natural (individuo, especie, género). La metafísica o
teología se encontraba en la cima y ella garantizaba la
verdad de las otras ciencias, ella era la ciencia suprema que
trataba de la sustancia eterna y de las puras esencias; por lo
tanto la física aristotélica encontraba su justificación en la
teología.
R
Las modalidades mismas del conocimiento eran
O
diferentes de las que hoy son para nosotros, modalidades
que Galileo comenzaba a poner en duda; los hechos sólo
AD
tenían sentido si ellos correspondían a causas finales,
a un por qué capaz de hacerlos inteligibles. Lo que
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y es impuesta a los estudiantes en todas las universidades.
Es verdad que junto a esta escolástica de carácter religioso
se habían desarrollado otras formas de aristotelismo,
reclamándose todas fieles seguidoras del filósofo griego
y no dejándose encarcelar por las consideraciones
religiosas. Así por ejemplo, en Padua, después del siglo
XIII, la tradición averroísta, fruto de las interpretaciones
de Aristóteles realizadas por el filósofo árabe Averroes,
marcarán profundamente la filosofía italiana. Galileo
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conoce bien la física aristotélica y se da cuenta, muy
O
temprano, de sus incoherencias. Pero él conoce además el
fanatismo de los peripatéticos y de cuánto ellos son capaces
AD
de hacer para salvaguardar la autoridad del maestro. Así
pues, lo vemos comenzar con cierta prudencia.
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pasa del motor al móvil, lo impregna y coexiste con él. En
la física aristotélica el medio juega dos papeles: resistencia
y motor. La física del ímpetu niega la acción motriz del
medio. Benedetti, dice Koyré18, considera que la mala
comprensión del movimiento por Aristóteles se debe a
su desconocimiento de las matemáticas, y especialmente
del papel que éstas juegan en las ciencias físicas. Benedetti
considera que sólo partiendo de la filosofía matemática o
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de Arquímedes se logrará construir una física mejor que
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la aristotélica, y justamente será de Arquímedes de donde
partirá Galileo.
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En esta época Galileo comienza a desarrollar una nueva
forma de literatura científica. Profundo conocedor de
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su racionalismo no se trasformará jamás en ilusión y no
perderá jamás su relación con la experiencia.
La primera intervención de Galileo sobre cuestiones
relacionadas con la ciencia y la poesía la vemos en «Due
lezzioni all’accademia Fiorentina circa la figura, sito e grandeza
del inferno di Dante». Si en estas conferencias Galileo
alterna a veces los tercetos de Dante con demostraciones
matemáticas, es claro que para él las alegorías dantescas
serán siempre alegorías, simbolizando sólo imágenes
R
religiosas, morales o políticas, pero sin que se les pueda
O
jamás atribuir un sentido cosmológico.
AD
Se interesa también Galileo durante este período por
el fenómeno del magnetismo; entusiasmado con las ideas
de William Gilbert, médico inglés, considerado como uno
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Pero lo que más entusiasma desde ahora al sabio
italiano es el sistema copernicano, aunque siga enseñando
a Ptolomeo. El interés de esta época por el sistema
copernicano puede verse a través de la carta que le escribe
en 1597 a Kepler para agradecerle su Prodomus, obra que
este acababa de enviarle. Galileo se expresa así:
R
“Yo me he interesado en Copérnico desde hace
varios años y he deducido también fenómenos
O
naturales, todos inexplicables por hipótesis
AD
comunes. He redactado un gran número de
demostraciones y de refutaciones objetivas que no
he osado todavía publicar espantado de la suerte
RR
44
quien creía haber tocado el arpa de las siete cuerdas de
la sabiduría del creador y explicaba las distancias entre
los planetas y el Sol refiriéndose a los cinco poliedros
regulares. Según Einstein, el comportamiento de Galileo
con Kepler es una ilustración del hecho que se ve con
frecuencia en los tipos creadores. El individuo creador
es poco receptivo. Todo en Kepler no era misticismo, y si
Galileo hubiera puesto atención a su teoría sobre la órbita
elíptica de los planetas y sobre la causa de las mareas, su
R
obra habría ofrecido menos errores y la ciencia hubiera
O
ganado mucho, como mostraremos más adelante en el
capítulo dedicado a Kepler.
AD
rumiaba en silencio?
EL famoso astrónomo polonés es uno de esos hombres
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sabiendo que ya otros pensadores anteriores a él habían
creído que el Sol era el centro del sistema planetario, y
dándose cuenta además, de que tal hipótesis aboliría
muchas complicaciones del sistema ptolemaico, se lanzó a
la tarea de organizar dicho sistema.
Desde 1514, “cuando Copérnico rehusa la invitación
de Roma, a donde él había sido llamado para colaborar
en la reforma del calendario, este gran astrónomo sabía
R
mejor que nadie que la suerte de su teoría estaba en juego.
O
Él sabía que para fortificar su sistema tenía que armarse
de nuevos fundamentos, y de observaciones más precisas
AD
que las realizadas por Ptolomeo”20.
Los seis libros de De Revolutionibus contienen, entre
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46
El sistema de Copérnico, claro está, no es todavía
el sistema heliocéntrico como lo concebirán Kepler y
Newton; Copérnico admite por ejemplo los epiciclos
para explicar el movimiento de los cuerpos celestes. Él
no descubre todavía que el movimiento de los planetas
es elíptico, por lo tanto se ve obligado a conservar 34
epiciclos: 7 para Mercurio, 5 para Venus, 3 para la Tierra, 5
para Marte, 5 para Júpiter, 5 para Saturno y 4 para la Luna.
Para Copérnico sólo el movimiento circular es natural: los
R
cuerpos tornan porque son redondos, y a cada paso insiste
O
sobre la esfericidad universal. Así, en el capítulo primero
leemos:
AD
47
a él, no son recorridas por los planetas mismos sino por
el centro de una pequeña circunferencia a lo largo de la
cual se movían, animados de un movimiento uniforme. A
pesar de estas imperfecciones, el hecho de que Copérnico
haya establecido la doctrina del movimiento de la Tierra
con tanta evidencia que hace olvidar la ilusión de los
sentidos, constituye un notable progreso en la vida del
conocimiento exacto del sistema planetario.
R
Una vez definido que la Tierra es esférica y que el
O
movimiento de todos los cuerpos es necesariamente
circular, Copérnico pasa al examen de tres movimientos
AD
de la Tierra: en el primero la Tierra torna sobre ella
misma en veinticuatro horas de Oeste a Este llevando
RR
48
de la época. Dedica sin embargo su obra al Papa Pablo III,
para no ser acusado de evitar el juicio de los hombres más
competentes, y porque, sin duda, pensaba que la autoridad
del Papa podría librarlo de las persecuciones en caso de
que éste compartiera su teoría.
Pero Copérnico calla su sistema durante mucho
tiempo. Al fin, entre sus amistades, aparece un jovencito
todo fuego, Joachin Lauchen, conocido con el nombre de
Rheticus (1514-1576), quien, enloquecido de entusiasmo
R
por el sistema copernicano se dedica a trabajar con el
O
autor. Rheticus ensaya muchas maneras para convencer a
AD
su maestro de publicar el libro, pero éste no se decide;
entonces se ofrece para redactar un comentario sobre el
sistema, trabajo que Rheticus publicará bajo su propia
RR
49
Cuando la publicación de la obra llega al final,
Copérnico se encuentra gravemente enfermo y Rheticus
por el momento enredado en problemas personales.
Lo cierto es que Osiander, comprendiendo quizá la
dimensión de la teoría copernicana, aconseja al viejo
moribundo presentarla como una simple hipótesis de
trabajo. Pero Copérnico rechaza esta propuesta, ya que
consideraba haber reflexionado bastante sobre la verdad
R
de su sistema ¿Qué hacer entonces? Osiander no pierde
O
el tiempo. Aprovechando la enfermedad de Copérnico,
que se agrava cada vez más, redacta un prólogo donde
AD
trata de mostrar, en nombre del mismo Copérnico, que
el libro puede leerse sin peligro y que lo que importa
es no tomarlo en serio. El pobre Copérnico morirá sin
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astronomía. La obra está dividida en trece libros. Los
dos primeros contienen los teoremas y definiciones
principales, demostrando que la Tierra es redonda y que la
gravedad está dirigida hacia el centro. Describe la posición
de la eclíptica23 y las localidades habitadas de la Tierra.
Los fenómenos de los cuerpos celestes –afirma
Ptolomeo–, habían sido estudiados basándose en serias
observaciones y con la ayuda de métodos geométricos,
teniendo como principio lo que es evidente, real y
R
cierto. Él ofrece dos métodos nuevos para determinar
O
la oblicuidad de la eclíptica y se sirve de instrumentos
AD
apropiados para este fin. Encuentra la altura del polo, la
duración del día en diferentes épocas y traza cuadros de
ángulos y de arcos formados por las intersecciones de la
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51
derivación del movimiento lunar conocido con el nombre
de evección. Para explicarla él expone las dos hipótesis
combinadas del movimiento excéntrico y del epiciclo.
Además trata de la paralaje del Sol y la Luna. Esta
cuestión es tomada también en el libro VI, donde se
encuentra el método para calcular los eclipses. Los
libros VII y VIII tienen como temas las estrellas fijas,
confirmando las observaciones de Hiparco sobre los
R
movimientos en el sentido de la longitud y sobre el
O
adelanto de los equinoccios.
AD
Ofrece un catálogo de las estrellas del hemisferio
boreal y austral con las longitudes, latitudes y tamaños
y las agrupa por constelaciones. Ese catálogo sirvió
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Ptolomeo no habría podido justificar el complicado
movimiento de los planetas exteriores e interiores. Aplica
su teoría a cada planeta y termina su libro IX con una
explicación sobre los diversos fenómenos del planeta
Mercurio. En los libros X y XI habla igualmente de Venus
y de Júpiter, como también de Saturno.
Las afirmaciones de Ptolomeo en el libro XII sobre
el movimiento planetario son importantes, porque
ellas muestran que aún antes de él esta teoría estaba
R
suficientemente arraigada. El último libro trata del
O
movimiento de los planetas en el sentido de la latitud, de la
AD
inclinación de su órbita y de la amplitud de la inclinación.
En el capítulo segundo del libro I se encuentran los
cinco postulados fundamentales que concordaban muy
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53
• No tiene rotación ni traslación.
El Almagesto tiene un valor histórico muy importante,
pues aunque inspirado en la obra de Hiparco, reúne
sin embargo todos los conocimientos astronómicos de
su tiempo y ofrece las mejores hipótesis que antes de
Copérnico sirvieron para explicar los movimientos de
los astros, como también para determinar y prever sus
posiciones en el cielo. Este maravilloso monumento de
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conocimientos comenzará a derrumbarse con la obra de
O
Copérnico, y se derrumbará totalmente con el trabajo
científico realizado por Galileo, como seguiremos
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mostrando.
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observaciones dejarán los objetos terrestres para comenzar
a observar los objetos celestes, y es entonces cuando nos
ofrecerá su Sidereus Nuncius –El mensaje de las estrellas–.
Galileo desborda de entusiasmo. A través de su
cannocchiale –anteojo astronómico no perfeccionado–,
descubrirá montañas sobre la Luna, nuevos planetas en el
cielo, un número inmenso de nuevas estrellas, en fin, una
multitud de cosas que ningún ojo humano había hasta
la fecha visto y que tampoco ninguna mente humana se
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había atrevido a imaginar ni concebir.
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Con un lenguaje bellísimo, casi diríamos poético,
AD
comienza contándonos que fue en Bélgica donde se habían
fabricado aquellos maravillosos anteojos gracias a los
cuales un objeto muy lejano podía verse casi cerca. Estando
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55
grandes partes: la primera parte está situada dentro de la
región sublunar, es decir, en los alrededores inmediatos
de la Tierra; es un mundo esencialmente corruptible,
donde los cuatro elementos, aire, tierra, agua y fuego,
actúan los unos sobre los otros; así, el aspecto de la Tierra
cambia constantemente, sus elementos se alteran. Pero
la segunda región, la región celeste limitada por la esfera
de los fijos, constituye un mundo inalterable, donde el
R
movimiento no puede en ningún caso transformarse,
O
un mundo de esferas absolutamente regulares y pulidas
que tornan alrededor de Tierra. Nada en el perfecto
AD
mundo aristotélico podía cambiar puesto que era eterno
y perfecto.
RR
Las noches del año 1610 son cortas para Galileo, quien
las pasa entre la contemplación del cielo y la meditación
en torno a la física aristotélica, que casi contra su voluntad
BO
56
de Toscana, Galileo observa con su tubo ocular el planeta
Júpiter y lo ve rodeado de estrellitas. Al día siguiente
nuevamente lo observa, pero entonces las estrellas han
cambiado de lugar. ¿Será acaso una ilusión óptica? se
pregunta el sabio, quien no cree todavía que las estrellas
puedan estar provistas de movimiento propio.
Los días pasan y las noches preciosas para Galileo le
transmiten también conocimientos preciosos. Hacia
el 13 de enero una nueva estrella aparece haciéndole
R
la corte a Júpiter, son cuatro ya sus acompañantes.27
O
Las observaciones siguen regularmente hasta el dos de
AD
marzo, sólo interrumpidas dos o tres noches de poca
claridad. Poco a poco en su mente van surgiendo fecundas
conclusiones que Galileo sintetiza al final de Sidereus
RR
Nuncius, así:
Son estas las observaciones relativas a los cuatro Astros
BO
57
de Júpiter nunca se pudieron observar dos planetas juntos;
mientras que cerca de Júpiter se encuentran agrupados
dos, tres y a veces todos ellos. Se observa además que son
más veloces las revoluciones de los planetas que describen
órbitas menores en torno a Júpiter; en efecto, las estrellas
más próximas a Júpiter con frecuencia se hallan en posición
oriental cuando la víspera aparecen hacia el este y viceversa;
mientras que el planeta que describe una órbita mayor, al
R
que estudie cuidadosamente dichas revoluciones, demostrará
O
tener un período semimensual”.
Por otra parte tenemos un excelente y clarísimo argumento
AD
para librar de escrúpulos a quienes, con aceptar
ecuánimemente el sistema de Copérnico, la revolución de
RR
58
En el museo de la Historia de las Ciencias de Florencia (Italia)
se encuentran los dos anteojos construidos por Galileo, sus
diámetros no superan los tres centímetros
y eran poco luminosos
mientras el tamaño de Júpiter y de las estrellas fijas cercanas
no se modifica en absoluto. También aparece del todo
insostenible el que se acerque tanto a la Tierra o se alejen
de ella de tal manera, que puedan causar una mutación
tan grande, pues una breve traslación circular de ninguna
manera puede producir ese resultado; y un movimiento
oval (que en este caso sería casi recto) es impensable y no
concuerda con los hechos observados”.28
R
Sidereus Nuncius saldrá el primero de abril en la prensa de
O
Venecia, dedicado al serenísimo don Cosme II, gran duque
AD
de Toscana. La extraordinaria complejidad de la obra sólo
se comprenderá más tarde, pues sus contemporáneos no
estaban preparados para aceptarla y comprenderla; para
RR
visiones de Galileo?
Algunos sabios de la época atacaban incluso los tubos
ópticos; además, ellos estaban convencidos, dentro de
su empirismo sensualista, de que sólo debía creerse en
aquello que los sentidos podían ver o tocar; a sus ojos lo
que las lentes de Galileo ofrecerían eran cosas falsas, ya
que nadie podía tocar aquellos planetas Mediceos para
cerciorarse de su existencia. Aquel instrumento engañoso
iba a desequilibrar los fundamentos de la ciencia, esto
los irritaba. Antonio Rocco llega a decir, incluso, que los
antiguos, que todo lo sabían, tenían instrumentos más
59
perfeccionados que los de Galileo, pero que ellos no los
utilizaban pues los consideraban sin valor científico.
Todos los seguidores de Aristóteles se unen para
afirmar que las lentes de Galileo truecan las figuras
y hacen ver cosas que no existen. ¿No afirman acaso
aquellas lentes que hay montañas sobre la Luna? «Nada
más ridículo e impensable para un hombre equilibrado;
la Luna es un astro celeste y según Aristóteles todos los
R
astros son perfectos», inscribía un Jesuita en la prensa
O
florentina. Algunos para salvar los fenómenos decían que
podía haber montañas sobre la Luna, pero si las hubiera
AD
ellas deberían estar cubiertas de una capa completamente
lisa y cristalina. Tal era el pensamiento del padre Clavius,
RR
60
En la introducción a la traducción francesa de Sidereus
Nuncius29. Émile Namer ofrece una serie de reflexiones
sobre el valor de la experiencia para Galileo, cuya síntesis
podría expresarse así:
La experiencia para Galileo tiene entre otras las
siguientes características.
1. Es abierta; si la experiencia cambia y exige otro
tipo de explicación, es porque la ciencia es capaz de
R
perfeccionarse.
O
2. Es unívoca, exigiendo un lenguaje sin ambigüedad,
pues no se limita ni al tiempo ni al espacio.
AD
61
de verificar. Fue éste uno de los aspectos que más
impresionara a Kant, dice Namer, el hecho de que el
sabio trate de obligar a la naturaleza a responder en
los mismos términos en que se plantee la pregunta.
7. La experiencia debe ser desde el principio privilegiada
y simplificada. Sobre este asunto es interesante la
carta de Galileo a Guidobaldo del Monte, escrita en
noviembre de 1602.
R
8. La experiencia debe resultar de una hipótesis fecunda.
O
Para desmitificar el horror del vacío, que se decía tenía
AD
la naturaleza, Galileo procede a una comparación del
nivel de elevación de los líquidos, y logró establecer
éste nivel en el vacío; claro que será su discípulo
RR
62
de sus aspectos objetivos de dimensiones, pesos
específicos, densidad, figura y movimiento. Pero la
matemática galileana no se puede confundir con la
matemática platónica. Para Galileo no se trata ni de
una matemática extraña a la física celeste o terrestre,
ni menos aún de una matemática que se substituiría
ella misma a la física convirtiéndose en metafísica.
Tampoco se puede afirmar, como hacen Koyré32
y Geymonat33, que si Galileo destruyó la física
R
aristotélica fue para fundamentar una física platónica.
O
Platón desprecia las tareas prácticas, y al revés de los
AD
naturalistas jonios que supieron valorar los inventos
técnicos y comprender que el pensamiento no es válido si
no se adapta a la realidad sensible, en lugar de considerar la
RR
63
carácter metafísico. El se sirvió de las matemáticas no para
especular, sino con el deseo de poder demostrar.
Es Kant quien mejor nos informa sobre el método y la
racionalidad de Galileo, al escribir en la Crítica de la razón
pura34 lo siguiente:
“Cuando Galileo hizo rodar sobre un plano inclinado
las bolas de billar cuyo peso había señalado, puede decirse
R
que para los físicos apareció un nuevo día. Se comprendió
que la razón sólo descubre lo que ella ha producido según
O
sus propios planes, que debe marchar por delante con
AD
los principios de sus juicios determinados según leyes
constantes, y obligar a la naturaleza a que responda a lo
que se le pregunte, en vez de ser esta última quien la dirige
RR
y maneja”.
Namer35 considera que hay mucha confusión y
BO
64
llevado a algunos historiadores a concluir que si el valor
de las matemáticas es superior al de la física, entonces se
es platónico; de lo contrario se es aristotélico. Para Namer
esas son fórmulas confusas y ambiguas.
“Es incuestionable que la traducción de percepciones
cualitativas en percepciones cuantitativas y en medidas ha
hecho posible la física matemática, pero la afirmación de
un platonismo sólo tiene sentido si se pretende que para
Galileo, como para Pitágoras y Platón, la realidad en sí es
R
número, figura geométrica, idea; como ella es átomo para
O
Demócrito o nómada para Bruno y Leibniz36.
AD
Ahora bien, nada de esto se ve en Galileo, quien
renunciando provisoriamente a conocer la substancia se
dedica primero a escoger percepciones ‘objetivas’, cómo
RR
65
es ni aristotélica ni platónica, sino, –como lo hemos dicho
varias veces a lo largo de este estudio–, arquimediana.
Pero volvamos a Galileo y a su tubo ocular. Los
descubrimientos que él realiza en el cielo con su
maravilloso instrumento pueden verse no sólo a través
de su Sidereus Nuncius, sino gracias a numerosas cartas
escritas entre 1610 y 1613 a algunos de sus amigos o
protectores. El primero de julio de 1610 Galileo observa a
R
Saturno y escribe que ha observado el planeta más lejano
O
y lo ha visto con dos cuernos39. Y en diciembre del mismo
año anuncia a Juliano de Médicis que ha descubierto las
AD
fases de Venus.
Veamos su carta:
RR
66
y entero pero muy pequeño. Comenzó luego a perder su
contorno circular en su parte oriental, la mas alejada del
Sol, retirándose de la tangente. Cuando volvió a aparecer en
la mañana lo vi bajo el aspecto de una media luna con los
cuernos en dirección opuesta al Sol y creciendo poco a poco,
tomando entonces forma circular y permaneciendo así varios
días, después de lo cual pasará bastante rápido del semicírculo
al círculo perfecto, y permanecerá así perfectamente redondo
durante varios meses. Pero su diámetro aparente es ahora
R
cinco veces más grande que en la época de su aparición
O
visperal. Esta admirable experiencia nos ha dado la
demostración sensible y cierta de dos proposiciones hasta la
AD
fecha dudosas para los más grandes espíritus del mundo. La
una es que todos los planetas son naturalmente tenebrosos
–puesto que lo que sucede a Venus le sucede también a
RR
67
ocupado con algunos gentiles hombres y, siendo ya muy
tarde, me veo obligado a terminar esta carta. Saludad por
favor en mi nombre a los señores Kepler, Hasdale y Seggret.
Saludo a vuestra señoría ilustrísima y con toda reverencia
pido a Dios que os de felicidad.
GALILEO GALILEI”.
R
O
En el mundo científico de la época, entendiendo aquí
AD
por científicos los no peripatéticos, el Mensaje de las Estrellas
había sonado muy bien. Kepler escribe “Viciste Galileae”,
y redacta un panfleto titulado “Una discusión con el
RR
68
Generalmente se creía en la época que era necesario
tocar para comprobar la existencia de aquello que se
veía. Por ejemplo, el hecho de ver una imagen en un
espejo era motivo de preocupaciones filosóficas para los
peripatéticos, pues ella mostraba que uno podía ver una
imagen en donde el objeto no se encontraba. Para Galileo,
al contrario, las lentes sólo agrandaban los objetos, pues
si no fuera así, todas las lentes reunidas serían incapaces
de crear un solo objeto de los que él había observado en
R
el cielo. Después de haber observado Venus, Galileo deja
O
Padua, porque había sido nombrado matemático de la
universidad de Pisa sin obligación de residir allí; además,
AD
había recibido el título de primer filósofo de Toscana.
Otro tema de discusión en la época era el problema
RR
69
y junio de ese año había hecho en Roma la demostración,
y el descubrimiento fue publicado un año más tarde, en
un texto que servía de prólogo al Discursi in torno alle cose
she stanno in su l’aqua et in quella si muovono.
Pero en el mes de enero de 1612 se había publicado
anónimamente una colección de cartas dirigidas a Mark
Welser, cuyo autor pretendía haber observado las manchas
solares en marzo de 1611. Tal autor era nada menos que
R
el jesuita Scheiner. Welser, amigo de Galileo, le envía el
O
opúsculo, al cual Galileo no tarda en responder en su
Storia e dimostrazioni in torno alle macchie solari, artículo que
AD
se publicó en Roma en 1613. Así comenzó una querella
entre Galileo y el padre Scheiner, quien fue uno de los
RR
70
de ahora en adelante hasta 1633, es decir, veinte años de
búsqueda.
¿Por qué la primera utilización del ‘telescopio’ y
los primeros descubrimientos que él nos proporcionó
y que fueron expuestos en Sidereus Nuncius, como en
numerosas cartas sobre este tema, son tan importantes y
hacen inmortal a Galileo? Veamos: hoy nosotros podemos
observar una parte muy grande del universo, podemos no
sólo percibir la luz visible de las estrellas refractadas por
R
los lentes, sino también otras ondas electromagnéticas.
O
El hombre puede captar hoy tantísimas cosas sobre el
AD
universo, no solo en el Sistema Solar sino fuera de éste.
Sin embargo, la descripción de Galileo con un medio tan
primitivo conserva toda su importancia. Los lentes habían
RR
71
Duque, mi Señor, cuando él sostenía mi opinión contra
el ilustrísimo cardenal de Gonzaga y de otras opiniones
contrarias a la mía. Necesité después, para obedecer al
mandato de su alteza, poner mis razones en orden sobre
el papel y hacerle enviar un ejemplar a vuestra excelencia
reverendísima con el deseo de que cuando tenga tiempo lea
lo que expongo en ese trabajo para que se de cuenta de que
no es solamente a un servidor a quien da su protección sino
R
a un buscador asiduo de la verdad.
O
Vuestra excelencia se ha enterado, sin duda, del ruido que
circula a propósito de las manchas oscuras, continuamente
AD
observadas en el Sol, gracias al «telescopio». Y como he
sabido que hombres de gran estima en Roma las tenían por
RR
72
Tabulam. Estas cartas me fueron comunicadas por Welser
mismo, quien me pregunta lo que yo pienso, y sobre todo,
lo que yo estimo se puede saber sobre la naturaleza de esas
manchas. Le escribí una carta de seis páginas sobre este
tema, refutando la opinión del pretendido Apelles y de esos
que hasta ahora habían abordado la cuestión. Finalmente
después de haberles dado vuelta en mi cabeza a una cantidad
de ideas diversas me decidí a concluir, y tengo por seguro que
tales manchas están en contacto con el cuerpo solar, que allí
R
se engendran y disuelven sin cesar; unas duran más tiempo,
O
otras menos. Unas son más densas y más oscuras, otras
menos; en general cambian de forma de un día para otro y
AD
los contornos son muy irregulares; sucede frecuentemente que
una mancha se divida en dos, en tres o más, y que otras al
principio divididas se reúnen en una sola; en fin, en razón
RR
73
he realizado, que ya no me queda otra cosa sino darlas por
ciertas; aunque muchos se burlen, como oigo decir, no me
espanta, puesto que se trata de cosas que podrían siempre
ser constatadas por una infinidad de personas en todas las
partes del mundo y que poco a poco serán reconocidas por los
mejores espíritus, como verdaderas.
Es por ello que tengo el coraje de publicar estas conclusiones
que parecen extrañas paradojas. La única cosa que me
R
disgusta es que los burlones juegan, como se dice, seguros
O
y corriendo la suerte de ganar mucho; en efecto, si lo que
yo afirmo y ellos niegan es falso, ellos podrán ufanarse de
AD
haber visto justo y sin pena alguna la verdad y mejor que
otros después de múltiples y laboriosas observaciones; y si
RR
74
Suficientemente he aburrido a vuestra excelencia
reverendísima, que gracias a su infinita benevolencia me
excuse y me siga prodigando las bondades que se digna
prodigarme. Con mi humilde saludo.
Vuestro devoto y muy obligado servidor:
Galileo Galilei”43.
R
3. La defensa galileana del sistema copernicano
O
Gracias al perfeccionamiento del telescopio y a los
AD
extraordinarios descubrimientos que Galileo realizó con
su Perspicillum: los cuatro satélites de Júpiter (o Astros
Mediceos, como él los bautizara), las machas solares, las
RR
75
felices de su vida, sin embargo, estando muy cerca de
Roma, lo estará también de la Inquisición, y con ella de
su futuro calvario.
Sin responsabilidad de dictar cátedra, el sabio puede
ahora dedicar todo su tiempo a la investigación y su fama
se extenderá por todo Europa. En Florencia escribe sus
principales obras: El Saggiatore45, Diálogos sobre los dos
máximos sistemas y los Discursos sobre las dos nuevas ciencias.
R
En la primera parte centraremos nuestra reflexión
O
en torno a un artículo poco conocido de Galileo, sus
“Consideraciones sobre la opinión Copernicana”.46 La
AD
segunda parte estará centrada en los Diálogos sobre los dos
máximos sistemas del mundo: ptolemaico y copernicano. Desde
RR
76
Sistema copernicano
del mundo perfecto y digno de aceptación en razón y en
derecho? Veamos:
La cosmología tradicional partía de la idea de un centro
único del mundo, donde los cuerpos graves encuentran su
lugar natural. Se creía en la existencia de cuerpos ligeros
al lado de los cuerpos graves, y en fin, se afirmaba que
la naturaleza de la Tierra y la de los cuerpos celestes era
diferente47.
R
La segunda cuestión que señalaba Galileo era que los
movimientos que nosotros vemos producirse a nuestro
O
alrededor no serían irremediablemente perturbados e
AD
imposibles de realizar si se le atribuyese a la Tierra un
movimiento de rotación. Galileo expone en la tercera
jornada del Diálogo la idea de que introduciendo las
RR
77
por ejemplo, se le da a una estrella de sexta magnitud la
dimensión del Sol, se le sitúa, es verdad, a una distancia
bien considerable –dos mil veces el diámetro de la órbita
terrestre, cree Galileo–, pero no infinita, y esto, pensaba,
era suficiente para explicar la ausencia de toda paralaje.
En tercer lugar señalaba Galileo que todas las nuevas
observaciones hechas con su Perspicillium se conformaban
con la teoría de Copérnico y le planteaban problemas
R
a Ptolomeo, por ejemplo: si el copernicanismo era
O
verdadero, se podía esperar que el diámetro aparente de
Marte fuese considerablemente más grande cuando está
AD
en oposición (es decir, cuando está más lejos), que en la
conjunción (es decir, cuando está más cerca); suponiendo
RR
78
Sin embargo, Galileo, cuyo método de análisis y
de investigación era profundamente serio y riguroso,
consideraba que no todas las hipótesis podían ser válidas.
El científico, según Galileo, debía y podía escoger cuando
se encontraba frente a dos teorías opuestas, y esto porque
Galileo creía en una verdad científica, que aunque relativa
e imperfecta, era sin embargo capaz de perfeccionarse. Los
criterios objetivos admitidos de común acuerdo permitían
aceptar la superioridad de una teoría sobre otra.
R
Aceptar la equivalencia de las hipótesis que le proponían
O
Belarmino y Osiander, significaba, en el contexto de la
AD
época, la aceptación del pretendido derecho de la filosofía
natural tradicional a guiar y orientar el análisis científico.
Lo que Duhem reprocha a Galileo, dice Clavelin, es
RR
79
durante mucho tiempo en el sistema geocéntrico, pero
todos lo habían abandonado y no se habían vuelto a
adherir a él, lo cual mostraba, según Galileo, que lo que él
proponía era un cambio radical de sistemas y no un mero
ensayo o un nuevo artificio para salvar los fenómenos.
Así, Galileo señala con énfasis, que la diferencia entre
copernicanos y ptolemaicos no está solamente en el
hecho de que los dos bandos se fundamentasen en teorías
R
científicas orientadas a salvar los fenómenos celestes,
O
sino en que los dos bandos se basaban en teorías que
encarnaban cosmologías diferentes, es decir, entre dos
AD
filosofías naturales inconciliables a causa de la diferencia
de sus primeros principios.
RR
80
cuerpos graves tengan como lugar natural el centro de la
Tierra, sólo él da cuenta de la diferencia de esencia entre
ésta y los cuerpos celestes.
Pero estos argumentos de los peripatéticos han perdido
todo valor para Galileo, ya que sus nuevas observaciones
lo han llevado a confirmar sin ninguna duda posible la
identidad material de la Tierra y del Cielo; y en cuanto
a la idea del lugar natural hacia el cual tienden todos los
cuerpos graves, es suficiente –piensa– el demostrar con
R
Arquímedes que, el orden según el cual los cuerpos se
O
disponen depende exclusivamente de sus respectivos
AD
pesos específicos.
Galileo había descartado todo argumento de esencia, y
la confrontación de las dos cosmologías podía efectuarse
RR
81
inteligibilidad y por lo tanto deben poseer el mismo
grado de certeza.
2. La verdad de los principios entraña la de las
construcciones, e inversamente las dificultades
encontradas para la construcción deben procurar la
transformación de los principios. Al ideal descriptivo
del ptolemismo, Galileo oponía el ideal explicativo del
copernicanismo.
R
3. La explicación científica se refiere a una realidad que
O
no tiene nada de ficción; ella busca explicar los hechos
AD
objetivamente contrastados; tales en este caso, las
sucesivas posiciones de los astros, sus respectivas
distancias y sus dimensiones aparentes.
RR
82
Ante la conciencia que se ha ido tomando en nuestro
siglo XXI sobre la falibilidad de toda teoría científica,
la actitud de Galileo parece dogmática; sin embargo es
posible también ver en ella, como lo hace Canguilhen,
la conciencia clara del poder de su método; él asumía
en su existencia humana una tarea infinita de medida y
de coordinación de experiencias, que exigían tiempo,
el tiempo de la humanidad como sujeto infinito de
sabiduría. “Nosotros sabemos hoy que esa fecundidad
R
de la física matemática era profundamente justa. La
O
ciencia de la naturaleza es progresiva, ella reúne eso que
Galileo llevó a la dignidad de ciencia: las matemáticas y la
AD
instrumentalización. Ella crea por ruptura sucesiva con el
pasado, y su constante renovación dará nacimiento a un
nuevo espíritu científico”.51
RR
83
no tienen como finalidad explicar los fenómenos sino
facilitar los cálculos y en esta forma salvar las apariencias
de los fenómenos.53 Curiosa actitud en dos filósofos
que, como medievales todavía, no buscaban en la ciencia
el dominio de la naturaleza sino su contemplación,
mientras que podría pensarse que Galileo, creador de
la ciencia moderna, lo que buscaba era el dominio de la
naturaleza. Pero no, Galileo, es un platónico, cree en el
R
valor de las matemáticas para desentrañar los secretos
O
del cosmos54, está convencido de que la ciencia puede
descubrir el maravilloso mecanismo que estructura todos
AD
los fenómenos del universo.
RR
84
sino fundamentalmente la física aristotélica. Tarea bien
difícil de realizar puesto que para derrumbar la física
aristotélica era necesario crear una nueva física, y éste será
el gran mérito de la síntesis newtoniana.
En 1630 Galileo va a Roma, donde consigue
autorización para publicar su obra. En el prefacio mismo
él explica los motivos por los cuales da a su estudio la
forma dialogada, a saber: el diálogo es el estilo propio de
la literatura; pero además, lo que lo mueve especialmente
R
es su deseo de poder expresar y discutir abiertamente sus
O
ideas, atribuyéndoselas a sus interlocutores que son tres:
AD
Salviati, Sagredo y Simplicio. El Diálogo dura cuatro días
y está dividido en cuatro partes o etapas:
* En la primera etapa se discuten ideas expuestas
RR
85
** La segunda etapa o el segundo día comienza con los
argumentos que Salviati expone en contra de las doctrinas
de Aristóteles a saber: que el movimiento diurno es
propio de la Tierra y que éste no es el origen de ningún
cambio entre los cuerpos celestes. La cuestión se anima
al tratar sobre movimiento o no movimiento de la Tierra.
Aquí son evocados los movimientos de los cuerpos y de
los proyectiles. Combinando los movimientos de la caída
R
libre con la rotación terrestre, Galileo pensaba llegar a
O
un movimiento circular uniforme, considerando que la
naturaleza sólo procede con tal movimiento. Mediante
AD
experiencias que muestran la nulidad de todas las pruebas
que tratan de negar el movimiento de la Tierra, se
encuentra explicado el principio de relatividad. El autor
RR
ni su origen ni su esencia.
Esta segunda etapa termina con una discusión en
la cual Galileo defiende las concepciones de Kepler: la
grandeza y la pequeñez de los cuerpos que intervienen en
las determinaciones de los movimientos y llevan consigo
modificaciones, las cuales no entran en juego cuando los
cuerpos están inmóviles; el orden de la naturaleza es tal
que las órbitas menores son descritas en un tiempo más
breve y las más grandes en tiempos más largos.
***En la tercera jornada se discute sobre las nuevas
estrellas y el movimiento anual de ellas. Dialoga además
sobre la distancia a la cual podría estar la estrella observada
en Casiopea (1572) por Tycho Brahe.57 Galileo concluye
86
que ella debería estar muy lejos de la Luna y situarse entre
las más lejanas estrellas fijas. A partir de este argumento
los interlocutores pasan a examinar la teoría comúnmente
admitida según la cual el movimiento anual se debería al
Sol, teoría que niegan Aristarco de Samos y Copérnico,
para trasladar ese movimiento a la Tierra misma.
El sistema de Copérnico puede entonces explicarse
–piensa Galileo–, mostrando que el estudio del
movimiento de los planetas inferiores y superiores
R
aportaba las pruebas en favor de ese sistema y que
O
debíase por lo tanto abandonar el sistema ptolemaico. El
AD
movimiento anual de la Tierra en torno al Sol podía, según
Galileo, por sí solo explicar las grandes irregularidades del
movimiento en la marcha de los cinco planetas. A esto se
RR
Copérnico.
La dimensión del universo, plantea el sabio, es
incomprensible por nuestra inteligencia, y esto muestra
el poder divino; tal incomprensibilidad resulta de la
dificultad que nosotros tenemos para medir las distancias
de las estrellas; si ellas estuvieran muy próximas deberían
presentar desplazamientos, es decir, –paralajes muy
sensibles–.58 Los interlocutores de Galileo terminan la
tercera jornada discutiendo sobre la filosofía magnética, la
composición del globo terrestre y las propiedades de los
imanes.
87
****En la cuarta jornada se discute sobre el flujo
y reflujo del mar, es decir, sobre las mareas, esto claro
está de una manera errónea, pues Galileo las explica
por las diferentes velocidades aceleradas o retardadas de
las diferentes partes del globo terrestre, oponiéndose
así a Kepler, quien fuera el primero en descubrir que el
fenómeno de las mareas se debía atribuir a la “atracción
lunar”. Este error de explicación en Galileo demuestra que
R
o bien él no había leído la obra de Kepler o bien no había
O
creído en su hipótesis; sin embargo será a este último y a
Newton –quien perfeccionará la idea de Kepler– a quienes
AD
la ciencia le dará razón.
El Diálogo sobre los dos grandes sistemas del mundo tiene
RR
88
dentro de la constelación de Serpentario, más allá de
todos los planetas ¿no desafiaba los cielos inmutables de
Aristóteles? Las manchas solares, el aspecto tenebroso
de la Luna parecido al de la Tierra, el comportamiento
de Venus, el sistema copernicano en miniatura que
representaba Júpiter con sus cuatro lunas, en fin, éstas y
otras pruebas que Galileo podía ofrecer ahora con claridad
de detalle, para que los incrédulos fueran capaces de
comprender o de creer.
R
“¡Oh, Nicolás Copérnico! Grita Sagredo, ¡qué alegría
O
habrías tú experimentado al ver tu sistema confirmado por la
AD
experiencia!”
Sin embargo, con el rudimentario desarrollo de
la ciencia de la época, era casi comprensible que las
RR
89
sino del Sol. Pero que la Luna hiciera lo mismo por ahora
sólo parecía razonable. Lo que se pedía a la teoría de la
época era salvar las apariencias, y la teoría de Ptolomeo las
salvaba maravillosamente.
Para convencer a todos los simplicios de la época,
Galileo, en la persona de Simplicio, humorísticamente
se enfrentaba al obstáculo más grande encontrado por la
teoría copernicana: la autoridad de Aristóteles, detrás de la
R
cual se escondía la autoridad eclesiástica. Los peripatéticos
O
habían llegado hasta a atribuir el telescopio a Aristóteles;
para ridiculizarlos Galileo les decía que “si se podía
AD
encontrar respuesta a todo en los libros de Aristóteles,
sería más sencillo buscar la respuesta a todo en las letras
RR
90
lectura de la realidad. Una de las principales conclusiones
abordadas por las nuevas observaciones de Galileo es: no
hay diferencia entre el cielo inmutable e incorruptible
de Aristóteles, lugar ideal de las almas perfectas según el
cristianismo, y la Tierra corrompida, sumida a cambios
de toda especie. Esto, claro está, producía choques muy
fuertes en la ideología de la época.
En el Diálogo Galileo insiste mucho sobre la
incoherencia del pensamiento medieval y aristotélico
R
que divide el mundo en dos zonas diferentes ¿Por qué
O
ese odio a la corrupción? Galileo piensa que quien desea
AD
medirlo todo con nuestra escala no logra sino fantasías, y
que el odio a la muerte hace odiar la fragilidad.
En efecto, para poder poner el Sol en el centro del
RR
91
considero que la Tierra es particularmente noble y digna
de nuestra admiración gracias a todos sus cambios, a todas
sus transformaciones, a todas las generaciones que en ella se
realizan a cada instante.61
El espacio jerarquizado de Aristóteles se convierte en el
peor obstáculo para la creación de la ciencia moderna. La
mecánica terrestre como la mecánica celeste reposan sobre
la posibilidad de encontrar leyes de los movimientos de
R
los cuerpos dentro de un espacio absolutamente neutro
O
y homogéneo. Galileo no sólo termina con la división
del mundo en dos zonas diferentes, sino también con la
AD
idea de un espacio provisto de direcciones diferentes, y
de lugares privilegiados, que tuvieran una significación
RR
cósmica intrínseca.
Él levanta el error epistemológico de Aristóteles que
reinvierte el orden de los conocimientos, dejando entrar
BO
92
La uniformidad del universo es, en el Diálogo galileano,
la condición para poder defender la causa de Copérnico.
No pudiendo experimentar con la Tierra, sus defensores se
verán obligados a experimentar sobre la Tierra. La defensa
que hace Galileo reposa en efecto sobre su convicción
de que las mismas leyes que rigen el movimiento de los
cuerpos terrestres rigen también el movimiento de los
astros. Esto lo llevará a buscar las pruebas no en el Cielo,
sino en la Tierra.
R
El punto más fuerte del Diálogo es naturalmente
O
el problema del movimiento de la Tierra. Si esta gira,
AD
deberíamos darnos cuenta, pensaban los adversarios
de Copérnico. En efecto, lo que nuestros sentidos, sin
mucho esfuerzo captan, es la aparición diaria del Sol en el
RR
93
barco anclado en el puerto y no como una embarcación
en movimiento.
Galileo trata de convencer a Simplicio de que él y
los peripatéticos se equivocan, que una piedra tirada
desde la vela de un barco en marcha cae a sus pies como
si éste estuviera en reposo, de lo cual se podía concluir
que la Tierra se mueve sin que nosotros percibamos su
movimiento. El movimiento uniforme de un sistema,
R
afirma Galileo, sea este un barco o la Tierra misma, no
O
influye en nada sobre los acontecimientos que allí se
desarrollan. En esto consiste el principio de relatividad
AD
de la física clásica, pero él implica además el principio de
inercia: “Un cuerpo en movimiento en ausencia de toda fuerza
RR
94
mito del movimiento circular, heredado de Platón y,
lo más curioso, también de Aristóteles. Galileo, como
los antiguos, estaba convencido de que el movimiento
circular era el que mejor convenía a los cuerpos celestes.
Para Galileo, por lo tanto, el movimiento inercial no se
efectúa a lo largo de una línea recta que llevaría un cuerpo
abandonado a sí mismo hacia el infinito, sino a lo largo
de una circunferencia. El plano horizontal real, era para él
una superficie esférica.
R
Kepler en su Nueva Astronomía (1609) había expuesto
O
dos de sus famosas leyes sobre la trayectoria elíptica de
AD
los planetas, pero Galileo, como hemos dicho, ignoraba
la teoría Kepleriana –que le hubiera sido tan útil–. Galileo
se queda en el plano de la inercia circular, y no se expresa
RR
en el vacío.63
En cuanto al problema del movimiento circular, no
todos los críticos juzgan con severidad a Galileo. Emilie
Namer,64 quien consagrará toda su vida al estudio de la
filosofía italiana y en especial a la obra de Galileo, nos
dice con gran autoridad que la timidez del sabio es un
testimonio más en su favor, pues ella nos deja ver un
espíritu ávido de verdad que no quiere afirmar nada
antes de haber observado, verificado y ensayado todas
las posibles soluciones. Y en todo caso, la inercia circular
de Galileo, como lo reconocen algunos historiadores
y científicos hoy, concuerda mejor con el espacio curvo
95
de Einstein que con el espacio absoluto de Newton. El
principio de relatividad de Galileo representa el primer
jalón sobre un camino largo de investigación física y que
será en nuestro siglo veinte retomado ampliamente por
Albert Einstein.65
¿No es curioso acaso el hecho de que la teoría de la
relatividad nació de la necesidad de sacrificar un principio
descubierto por Galileo, el principio de la composición
R
de velocidades, sobre otro principio descubierto también
O
por él, el principio de relatividad, incompatible con el
primero?
AD
Hasta 1980 se pensaba que su gran pecado frente a la
autoridad eclesiástica era el de haber tratado de mostrar
RR
96
existe entre el rechazo de la hipótesis de un centro del
universo para explicar la caída de los cuerpos y su propio
rechazo de la hipótesis de un sistema inercial para explicar
el comportamiento inercial de la materia, base de la
relatividad generalizada.
Según Einstein,67 Galileo afirma claramente en su
Diálogo que debe haber una especie de interacción,
una tendencia de la materia formando una estrella, a
aglutinarse; esta tendencia sería la responsable de la caída
R
libre y de la forma esférica de los astros. Así pues, Einstein
O
mismo considera que Galileo estuvo a las puertas de
AD
la gravitación universal y en el umbral del principio de
inercia. Comentando el mismo problema dice Whitehead:
“Galileo se quema pero no llega”.
RR
97
verdad de la teoría copernicana; en el jardín Quirinal había
mostrado a numerosos hombres de Estado y de Iglesia
todos los nuevos espectáculos del cielo, especialmente
el de las manchas solares. Gracias a sus demostraciones
obtiene incluso el honor de ser inscrito en la célebre
Academia de los Linces, fundada por Federico Cesi,
marqués de Monticelli. Pero no consigue mucho en
favor de sus tesis, pues aunque los matemáticos del Sacro
R
Colegio Romano reconocieran la exactitud de ellas, no
O
aceptaban sin embargo su interpretación. Para ellos “Dios,
en su infinito poder, puede haber escogido para cada fenómeno
AD
natural una vía diferente de aquella que a nosotros nos parece ser
la mejor. Muchos hechos se presentan en favor del movimiento de
la Tierra en torno al Sol, pero es también posible que esos efectos se
RR
98
que él había respondido a Monseñor más o menos en los
siguientes términos: “Lo que recibo de usted como una
orden me fue dado como consejo por el señor Galileo,
quién en 24 años de enseñanza no ha tratado jamás
tal sujeto”. En realidad Castelli, quizá por defender a
Galileo, estaba exagerando, pues la verdad era que su
amigo había escrito en muchas ocasiones sobre la teoría
que suponía el movimiento de la Tierra, aunque no
teniendo a la mano verificaciones experimentales no había
R
realmente sostenido y defendido públicamente tal teoría
O
como verdadera. Castelli comunica también a Galileo las
impresiones de sus altezas y de Cristina de Lorena que
AD
se encontraba en Pisa. La carta de Castelli dice entre otras
cosas lo siguiente:
RR
99
nosotros hemos traducido en su totalidad porque el estilo
de galileo es muy interesante para entender la magnitud
de la tragedia de su condenación69.
Galileo no sólo era un gran científico sino también
un gran creyente. Él consideraba que a través de sus
trabajos científicos se exaltaba la belleza y la armonía del
universo; universo que a sus ojos era una perfecta obra
de Dios. Pero Galileo quiere llevar a cabo una tarea muy
R
arriesgada y peligrosa, quiere liberar a la ciencia de las
O
ataduras de la teología, para lo cual es necesario delimitar
los campos propios de cada una de ellas. Los ataques que
AD
le dirigen sus adversarios no están motivados por razones
científicas, como hubiera sido su deseo, sino por motivos
RR
100
textos sagrados más en favor del sistema copernicano que
del aristotélico, según el sentido de la carta de Galileo a
Benedetto.
Sin embargo, es bien claro que lo que pretende Galileo
es marcar una neta posición sobre las relaciones entre la
verdad científica y la verdad religiosa. Aquí él denuncia
por primera vez lo inoportuno que es referirse a textos
sagrados tratándose de cuestiones científicas. Si es cierto
que las Escrituras no pueden mentir ni equivocarse,
R
es cierto también que su misión no es la de instruir a
O
los hombres sobre el movimiento de los astros ni sobre
AD
la constitución del universo. El mensaje Divino debe
ser comprendido por todos, y por lo tanto se vale de
imágenes donde la interpretación textual podría llevar
RR
101
se muestra que él se está realmente preparando para el
gran debate; tratando de conservar intacto el dominio de
la fe y sin reducir el campo de lo sobrenatural, no acepta
sin embargo el subordinar la filosofía y la ciencia a las
enseñanzas de la Teología, tanto más que muchos teólogos
de la época le inspiran poca confianza. Además, según él,
los descubrimientos científicos sirven para enriquecer los
textos sagrados, que incluso le dan un criterio de verdad.
R
Según la carta, el pasaje de Josué concuerda mejor con la
O
teoría copernicana que con la de Aristóteles.
Pero los teólogos de entonces no estaban preparados
AD
para aceptar semejantes ideas. Para la mayoría de ellos
la Escritura proponía una verdad literal, mientras que la
RR
102
tenía movimiento local.70 Muchas discusiones y debates
había sostenido la Iglesia hasta la fecha, pero nadie había
pensado en condenar a Copérnico. Ahora sus obras serán
arrojadas al índice, y el Cardenal Belarmino se hace
cargo de amonestar personalmente a Galileo y de hacerlo
renunciar a sus teorías. Galileo acepta los consejos del
Cardenal, librándose así de ir a la prisión.
Las cosas –podríamos decir–, pasan tranquilamente.
Galileo regresa en julio a Florencia después de haberse
R
reunido el 11 de marzo con el Papa Pablo V. Este mismo
O
mes se publicará sin nombre del autor un artículo
AD
titulado «De situ et quiete terrae contra Copernic systema
disputatio», del Padre F. Ingoli.
Entre 1616 y 1617 las dos hijas de Galileo, Virginia
RR
103
Los acontecimientos se suceden uno tras otro.
En octubre de 1618 el Padre Grassi publicará bajo el
seudónimo de L. Sarvi La livra astronomica ac philosophica.
En 1620 el Cardenal Maffeo Barberini envía a Galileo el
poema Adulatio Perniciosa, que el había compuesto en su
honor. El mismo año Ellie Diodati, quien había ido a
Florencia con el fin de visitar a Galileo, traerá a París una
copia de la carta a la Gran Duquesa Cristina de Lorena,
R
escrita por Galileo en 1615. Esta carta constituye uno
O
de los mejores documentos no sólo para la historia del
pensamiento de Galileo, sino también para la historia
AD
de las controversias religiosas suscitadas por el sistema
copernicano. La carta nos ofrece también una visión sobre
los puntos de vista de Galileo en relación no sólo con la
RR
104
Es quizá para ganarse la comprensión del Papa que le
dedica Il Sagiatore74. Obra escrita en lengua latina, donde
no emplea la forma dialogada, y en la cual se pueden
encontrar los fundamentos más claros de la epistemología
o filosofía de la ciencia galileana. Los amigos la acogen
con entusiasmo, pero ella despierta también una nube
de ataques por parte de sus enemigos. Galileo se decide
pues a preparar su Diálogo sobre los dos máximos sistemas del
mundo, obra con la cual esperaba callar a todos los espíritus
R
y responder a todos los que en una u otra forma le estaban
O
atacando. A principios de 1630 tiene ya listo el Diálogo y se
decide a presentarlo a los censores, quienes le hacen saber
AD
que el Papa autoriza la publicación siempre y cuando la
teoría copernicana sea presentada como una hipótesis y
no como una verdad científica.
RR
105
conclusión se uniría con la idea de que las afirmaciones
humanas son meras hipótesis pragmáticas que no deben
aspirar jamás al título de verdades científicas. Así pues,
Galileo debía corregir ciertas palabras, para que a lo
largo del diálogo se viera que la teoría copernicana era
meramente hipotética.
Entonces Galileo cambia el título del Diálogo, corrige a
su manera todo cuanto cree necesario de acuerdo con los
R
consejos del Papa y, al fin, la obra aparece a la luz pública en
O
febrero de 1632 en Florencia, con el imprimátur del Sacro
Colegio y de la Inquisición de esta ciudad. Enseguida cada
AD
grupo reconocerá su parte: los admiradores de Aristóteles
lo desaprueban antes de leerlo, los copernicanos se
RR
106
proceso que fuera calificado por Arturo Koestler como “el
más grande escándalo del cristianismo”.75
El 17 de abril tres teólogos del Santo Oficio afirman
que en el Diálogo Galileo ha desobedecido a la orden
recibida en 1616. El veintisiete de abril el comisario del
Santo Oficio dialoga directamente con Galileo. Del 30 de
abril al diez de mayo se realizarán nuevos interrogatorios
delante del tribunal y, en fin, el 21 de junio bajo la orden
del Papa es de nuevo interrogado Galileo, pero ahora con
R
la amenaza de severas torturas. ¡Qué días interminables
O
pasará el pobre anciano, yendo de salón en salón, qué
AD
humillación más grande para un hombre que había
consagrado toda su vida a severas investigaciones, verse
ahora obligado a responder a futiles preguntas dirigidas
RR
107
a Galileo a la cárcel. El tribunal del Santo Oficio había
preparado de antemano una fórmula de abjuración que
obligó a pronunciar a Galileo. El texto de la condenación
decía así:
“Nosotros pronunciamos, juramos y declaramos que tú,
Galileo, te has hecho sospechoso de herejía por haber creído
y sostenido una doctrina falsa y contraria a las Sagradas
Escrituras, a saber, que el Sol es el centro del universo, que él
R
no se mueve de oriente a occidente y que la Tierra se mueve
O
y no es el centro del mundo”.
AD
Galileo debía responder con la siguiente abjuración
preparada por el Santo Oficio:
“Yo, Galileo, a los setenta años de edad, constituido
RR
108
¿Por qué realmente fue condenado Galileo?
Según le Dictionnaire de thèologie catholique de Vacan,
Mangenot y Amann (publicado en fascículos entre 1899
y 1950), la condenación atacaba su obra y su persona.
Galileo había sido condenado por desobediencia y por
haber creído a una doctrina falsa y contraria a la Biblia.
Son muchísimas las investigaciones que se han hecho
sobre este tema. Las más interesantes se han desarrollado
R
en los últimos años, es decir después de 1983, cuando el
vaticano permitió entrar a los archivos de la Inquisición
O
y lograr así un trabajo centrado en las fuentes.
AD
Mencionaremos dos de las investigaciones recientes que
sobre este asunto consideramos más importantes.
La primera es el libro de Pietro Redondi, Galileo
RR
109
claridad sobre tan penoso asunto, debido a que muchos
documentos han desaparecido de los archivos, incluso el
texto mismo de la condenación.
Sepamos o no con claridad cuáles fueron los motivos
que llevaron a la condenación de Galileo, lo que sí
podemos afirmar es que la teoría copernicana sostenida por
Galileo ofrecía en aquella época una revolución terrible,
pues la cosmología toca al hombre más directamente que
R
las matemáticas. Los hombres de su época se dieron muy
O
pronto cuenta de que no se trataba de una simple hipótesis
de un sabio destinada a salvar las apariencias, sino de una
AD
realidad diferente. El hombre comenzó a sentirse perdido
en aquel universo sin límites y con diferentes centros.
RR
110
los contemporáneos de Galileo no eran tan abiertos como
Kepler. El cambio de roles entre la Tierra y el Cielo los
asustaba, porque entre otras cosas, los obligaba a cambiar
sus concepciones frente al cosmos, y frente a la posición
misma del hombre en el universo. Cosmos que empezaba
a vislumbrase con dimensiones cuasi infinitas.
Para un cristiano la tesis de Galileo planteaba problemas
quizá más agudos que las tonterías teológicas en torno al
famoso Sol de Josué. La Tierra ocupa para los cristianos
R
un puesto único entre todos los planetas; siendo un lugar
O
de corrupción, ella ha sido sin embargo el lugar también
AD
de la redención en tanto que único lugar habitado por el
hombre, la criatura predilecta del creador. Ahora parecía
que el hombre, es decir, la obra maestra de la creación, no
RR
111
de Galileo, a pesar de las claras explicaciones que él les
había dado en la carta a Benedetto Castelli y a Cristina de
Lorena.
La incomprensión de que fue víctima Galileo se deja
sentir todavía en algunos escritos contemporáneos de
orientación marxista. Así por ejemplo, A. Crowther
reprocha a Galileo el haber tenido el sentido del deber
familiar y no el sentido del deber político, dando a
R
entender que sus adversarios tenían más sentido político
O
que él. Crowther le reprocha también el no haber
buscado la clase progresista. Sobre este punto particular,
AD
Vilma Fritsch nos cita un largo pasaje donde Crowther,
criticando a Galileo, ofrece una concepción bastante
RR
112
persuasión intelectual y protegerse así de las fuerzas
progresistas, que no luchan solamente sino que
discuten en caso de ser necesario”.83
Pero aunque aceptemos que la condenación de
Galileo fuera en parte un asunto político debido, como
consideran algunos historiadores, a la pugna que existía
entre los Dominicanos y los Jesuitas, dos comunidades
religiosas que se disputaban no sólo el poder espiritual,
sino el poder intelectual y el poder político, no se puede
R
tampoco desconocer que la teoría de Galileo suscitó sobre
O
todo un conflicto religioso.
AD
Si fuese verdad que la palabra «herético» no figuraba en
el texto de la condenación, es también cierto que la teoría
de Galileo expuesta en el Diálogo era considerada herética
RR
escrituras.
Hoy día muchos estudiosos de Galileo, y especialmente
los historiadores de la Ciencia y los epistemólogos, se
esfuerzan por comprender si Galileo tenía o no pruebas
suficientemente verdaderas para sostener su tesis. Esto,
no hay duda, es hoy bastante útil. Pero en la época de
Galileo y para las autoridades que lo condenaron no había
“verdad científica objetiva” en el sentido moderno. Para
ellas las constataciones del sabio eran verdaderas si ella –la
Iglesia– las reconocía como tales. En la época de Galileo la
Iglesia tenía el privilegio de decir qué era verdadero y qué
era falso en todas las ramas del saber, aún en las ciencias
naturales.
113
Algunos filósofos y positivistas extremistas tratan
de valorizar las teorías de Belarmino y de Osiander.
Estos pretenden que todas las hipótesis científicas son
válidas, que las hipótesis son sólo lenguajes diferentes,
ni verdaderos, ni falsos. Las hipótesis, dicen aquellos,
pueden ser otra cosa, pues no hay experiencias cruciales
para eliminarlas. En Europa uno de los más conocidos es
el francés Pierre Duhem, quien en su libro Ensayo sobre la
R
noción de teoría física de Platón a Galileo llega a la siguiente
O
conclusión: “Nosotros creemos hoy, con Osiander y
Belarmino, que las hipótesis de la física no son sino
AD
artificios matemáticos para salvar los fenómenos; pero
gracias a Kepler y a Galileo, nosotros deseamos que las
hipótesis científicas salven el conjunto de los fenómenos
RR
114
a la mera clasificación. Duhem ha recibido severas críticas,
entre otros de Abel Rey,86 quien, proponiéndose definir la
teoría científica de Duhem, encuentra que en su tendencia
hacia una concepción cualitativa del universo material,
en su desconfianza en la posible explicación completa
de éste por sí mismo, como lo deseaba el mecanicismo,
en sus repugnancias más afirmadas que reales hacia
el escepticismo científico integral, lo que manifiesta y
expone Duhem es simplemente “la filosofía científica de
R
un creyente”, es esto, dice, lo que salta a la vista.
O
A las críticas de Rey responde Duhem que no sería
AD
razonable trabajar por el progreso de la teoría física si
esta no fuese el reflejo siempre más neto y preciso de
una metafísica; la creencia de un orden trascendental con
RR
115
su testamento espiritual, y con la cual se dio, según
Clavelin, el golpe final a la física aristotélica, y nace la
mecánica moderna que será desarrollada rápidamente
por Descartes, Huygenes, Newton y Leibniz. La obra
reúne todos sus descubrimientos en el dominio de la
mecánica, e introduce una profunda reflexión sobre el
trabajo del físico. A pesar de su ceguera sigue escribiendo
y polemizando hasta los últimos días de su vida.
R
Galileo muere el 8 de enero de 1642, a los setenta y
O
siete años de edad en su villa de Arcetri, el mismo año
que naciera en la Villa de Woolsthorpe, en Inglaterra,
AD
Isaac Newton, el más inteligente y fiel continuador de su
obra ¡Hermosa coincidencia! La Academia de Linceo de
RR
116
5. Galileo y el espíritu científico moderno.
Galileo es el primero y verdadero iniciador del espíritu
científico moderno.87 Otros ven en él a un representante
del empirismo y del positivismo.88 Sin embargo,
profundizando un poco en el ideal galileano de crear
una filosofía matemática de la naturaleza, se reconoce
que su actividad intelectual frente al universo es menos
empirista y menos positivista de lo que habían pensado los
exponentes más acalorados de aquellas doctrinas. Así por
R
ejemplo, Alexandre Koyré89 consagra numerosos estudios
O
a Galileo, en donde trata de minimizar la importancia
AD
que éste le da a la experiencia, sobre todo en su práctica
efectiva y en su construcción de la ciencia.
Desanti90, otro estudioso de Galileo, dice en su artículo
RR
117
Todos los movimientos que observamos en la naturaleza
son muy complicados: trátese de una piedra lanzada al
aire, o de un barco que avanza, o de un carro que rueda
por la calle, etc. Si consideramos un cuerpo en reposo
vemos que para cambiarlo de posición es necesario ejercer
sobre él una cierta influencia: empujarlo, levantarlo,
o hacer actuar sobre él otros cuerpos como caballos, o
máquinas a vapor. Sucede pues que nosotros tenemos la
R
idea intuitiva de que el movimiento está en conexión con
O
los actos de empujar, levantar, tirar. Experiencias repetidas
llevaron a los científicos a arriesgar otra afirmación: que
AD
si queremos que el cuerpo se mueva más rápidamente
debemos empujarlo más fuertemente. Parece pues natural
el concluir que, cuanto más fuerte es la acción ejercida
RR
118
descubrimientos nos mostraron que no debemos fiarnos
de las consideraciones intuitivas, basadas en observaciones
inmediatas, porque ellas conducen a veces a hilos
conductores perturbadores.
¿En dónde está pues el peligro de la intuición? ¿Será
posible que sea erróneo decir que un carro llevado por
cuatro caballos se desplaza más rápido que uno llevado por
dos? La concepción intuitiva nos enseña que cuanto más
grande es la acción más grande es la velocidad. El nuevo
R
hilo conductor encontrado por Galileo es: si un cuerpo no
O
es ni empujado, ni tirado, ni sufre el efecto de una acción
AD
cualquiera, o mejor, si ninguna fuerza exterior actúa sobre
él, se moverá uniformemente, es decir, siempre con la
misma velocidad a lo largo de una línea recta.
RR
119
porque nosotros no podemos eliminar las fuerzas externas
que actúan sobre ellos. En nuestro intento de comprender
las leyes de la naturaleza, las explicaciones intuitivas y
perfectamente evidentes son con frecuencia incorrectas. El
pensamiento crea una imagen continuamente cambiante
del mundo. La construcción de Galileo, dice Einstein,
ha destruido la mirada intuitiva y la ha reemplazado por
una nueva, y aquí está su contribución fundamental a la
R
explicación de la naturaleza.
O
Surge otro problema: si la velocidad no es una
indicación de que fuerzas exteriores actúen sobre un
AD
cuerpo, ¿qué es entonces? Galileo es quien encuentra
también la respuesta a esta cuestión, que luego es
RR
120
Así pues, no es la conexión entre la fuerza y la
velocidad misma como seríamos tentados a pensar si nos
conformamos con la intuición, es decir, con el sentido
común, sino la conexión entre la fuerza y el cambio de
velocidad, como lo sugirió Galileo, y lo formuló más
tarde explícitamente Newton, lo que constituye la base de
la mecánica clásica.
La ciencia moderna nace pues con Galileo. El cambio
no consiste en el simple perfeccionamiento del método
R
experimental y la integración del mismo a una componente
O
matemática para obtener así un método científico eficaz;
AD
la nueva perspectiva introducida por Galileo, nos dice
Einstein, consistió esencialmente en la comprensión de
que un conocimiento adecuado de la naturaleza no podía
RR
121
pretensión de satisfacer a la pregunta socrática era vana e
ilusoria.
Galileo renuncia pues a la empresa de buscar la
esencia y se conforma con en objetivo más limitado, pero
abordable: conocer lo que él llama “algunas afecciones de
los entes naturales”. En otras palabras él pretende buscar
el conocimiento exacto de las circunstancias en que tiene
lugar el desarrollo de ciertos fenómenos naturales. En sus
R
obras lo dice claramente:
O
“Puesto que, o intentamos penetrar en la esencia
AD
verdadera e intrínseca de las cosas naturales, o
aceptamos el contentarnos con llegar a conocer
algunas de sus afecciones, buscar la esencia lo tengo
RR
122
invitación galileana a no buscar la esencia de las cosas debe
entenderse en su justo medio. Está claro que todo acto de
conocimiento busca necesariamente determinar la esencia
de alguna cosa, si por esencia se entiende, como debe
entenderse, dice Agazzi,97 el conjunto de características
por las cuales esta cosa es lo que es y resulta distinta de los
demás tipos de entes.
Por esto, cuando Galileo declara querer desviar la
atención de las investigaciones de las esencias hacia
R
los fenómenos, “las afecciones”, no puede atacar ese
O
tipo de búsqueda de la esencia, puesto que también los
AD
fenómenos tienen una esencia que les es propia, esto es,
unas ciertas características determinadas y distinguibles
de otras características, por lo que “el llegar a conocer
RR
123
harán todavía sentir más tarde en los filósofos que van
de Descartes a Kant. Según este significado, la esencia
de un fenómeno será lo que está ‘debajo’ –el núcleo–
profundo de la realidad singular, el cual no se manifiesta
directamente porque se encuentra envuelto en una
multitud de representaciones o apariencias que nos
hacemos de los objetos. De ahí que los mayores esfuerzos
de los filósofos se han dirigido hacia la búsqueda de un
R
‘puente’ entre las representaciones y las cosas, entre los
O
fenómenos y las esencias; inmensos esfuerzos cuyo fracaso
se expresa en la famosa tesis kantiana según la cual “no
AD
podemos conocer las cosas en sí y debemos contentarnos
con conocer los fenómenos”.
RR
124
Pero la propuesta de Galileo de renunciar a la
búsqueda de las esencias contiene un segundo elemento
característico que se ha revelado después decisivo para
el progreso efectivo de la investigación científica: la
consciencia de que el saber científico es un saber limitado
y circunscrito.
La esencia de la profunda revolución llevada a cabo
por Galileo puede sintetizarse en dos aspectos: por una
parte el objeto de la investigación fundamental dejó de
R
ser la esencia íntima de las cosas para pasar a ser el de las
O
relaciones entre los fenómenos y, por otra parte, el método
AD
seguido hasta entonces por la investigación, basado en
la aplicación pura y simple de los procedimientos de
deducción lógico–formal, fue sustituido por el empleo de
RR
125
frecuencia desvirtúa la realidad. Sus mismas lentes de
larga vista (catalejo) fueron construidas según una teoría
óptica.
Pero este cambio de perspectiva no se impuso
bruscamente en el mundo científico. En realidad las ideas
de Galileo significaban más bien una elección respecto
a la manera correcta de investigar la naturaleza, y como
tal debían imprimirse con el tiempo, apoyándose en los
R
resultados obtenidos por su aplicación.
O
Ilustres contemporáneos de Galileo prefirieron seguir
AD
con las investigaciones de tipo filosófico, siendo el más
significativo René Descartes (1596-1650), quien propuso
la clasificación de todos los seres existentes de acuerdo
RR
materiales.
Con el mecanicismo geocéntrico cartesiano se pierde
la conciencia de limitación inherente a toda investigación
científica. El suponer que todos los fenómenos de
la naturaleza deben recibir una explicación de tipo
mecánico, implica el abandonar la cautela metodológica
que había precedido el nacimiento de la ciencia moderna
para colocarse en una perspectiva ‘mecanicista’ y como tal
dogmática, como mostraremos más adelante.
En Galileo la idea de la autenticidad intensiva del
conocimiento hace pareja con la idea de un conocimiento
extensivo, infinitamente pequeño, en relación con la
126
vía infinita que se extiende delante de la ciencia. Esta
limitación humana que nos impide conocerlo todo fue
repetida muchas veces por Galileo, y aún dos años antes
de su muerte en la respuesta a los argumentos que Liceti
empleaba para explicar en forma definitiva sus ideas sobre
la naturaleza de la luz, Galileo escribe:
“Estaría contento de mi destino si descifrando
la naturaleza del fuego o de la luz, pudiera
comprender cómo en un pequeño puñado de
R
pólvora fría y negra se encuentran escondidos veinte
O
toneladas de fuego y muchos millones de toneladas
AD
de luz (...). Yo no me siento culpable cuando se
me reprocha de no estar satisfecho con la realidad
de los hechos afirmados por la experiencia. A tales
RR
127
Parece que Koyré hubiera querido ver en Galileo un
dictador de la ciencia como lo fueron más tarde algunos
de sus continuadores, quienes no contentándose con su
misión de científicos, quisieron convertirse también en
metafísicos y considerarse capaces de demostrar las causas
últimas de todos los fenómenos.
A nuestra manera de ver, al contrario, uno de los
grandes méritos de Galileo y de sus mejores aportes a la
R
epistemología, fue el de mostrar siempre la prudencia y
O
el espíritu crítico que debe acompañar al explorador de
la naturaleza, para no adelantar verdades antes de que
AD
una serie, repetida, consciente y analítica experiencia,
acompañada del análisis matemático, le haya ofrecido
RR
científico galileano
El espíritu científico moderno en la investigación de
la naturaleza, iniciado por Galileo, tiene entre otras las
siguientes características:
1). Desconfianza frente a las concepciones del
mundo meramente intuitivas, basadas en observaciones
inmediatas, porque ellas pueden llevarnos a conclusiones
falsas. Los sentidos siempre nos engañan, como también
lo sostendrá Descartes. Aristóteles por ejemplo, para
explicar el movimiento partía de una idea intuitiva del
sentido común: para que un cuerpo se mueva es necesario
empujarlo. Galileo va a pensar de otra manera: si un
128
cuerpo no es empujado ni halado por nada se moverá
uniformemente, es decir, siempre con la misma velocidad.
Galileo intuye pues la ley de la inercia cuya formulación
será realizada primero por Descartes y luego por Newton,
así: todo cuerpo persevera en su estado de reposo o de movimiento
uniforme en línea recta, a menos que sea determinado a cambiar ese
estado por fuerzas que actúen sobre él. Aquí nos encontramos
con una idea especulativa que debe confirmarse por la
observación.
R
2). Separación de la ciencia y la filosofía: abandono de
O
la búsqueda esencias, para poder, al menos en el ámbito
AD
de los fenómenos de la naturaleza, “conocer algunas de
las afecciones de los entes naturales”,–como dirá Galileo–.
La ciencia empieza a especializarse. Para Galileo el
RR
129
físico, lo biológico y lo antropológico se reencuentren y se
complementen.101
3). Instrumentalización: Galileo va a ser el primero en
demostrar la importancia de los instrumentos científicos
en el conocimiento de la naturaleza. El ojo humano es
importante pero muy limitado, necesita ayudarse de lentes,
caso por ejemplo del telescopio para el conocimiento del
macrocosmos y del microscopio para el conocimiento
R
del microcosmos. Del simple y rudimentario catalejo de
O
Galileo a los radiotelescopios y telescopios espaciales de
hoy podríamos decir que hay un abismo casi infinito,
AD
pero sin duda el invento de Galileo fue para la ciencia de
su época verdaderamente revolucionario.102
RR
130
5). Especulación matemática con análisis experimental.
Según Galileo, cuando se trata de explorar la naturaleza
no se deben adelantar verdades antes de que una
serie repetida, consciente y analítica de experiencias,
acompañadas de análisis matemáticos, hayan ofrecido
pruebas, si no ciertas, sí al menos probables de aquello que
nuestras hipótesis plantean. Las hipótesis no tienen que
partir necesariamente de la observación, podrían incluso
partir de nuestra imaginación, pero para demostrarlas
R
hay que confrontarlas con la realidad de los hechos. Pero
O
Galileo es consciente de que la experiencia no basta, hay
que saber formular las preguntas, porque, como dirá
AD
más tarde Kant, la naturaleza responde a aquello que el
hombre es capaz de preguntarle.
RR
131
Como realista que era, Galileo creía en la posibilidad
de encontrar una hipótesis que explicara mejor la realidad
de los hechos observados; por ello no podía aceptar que la
hipótesis del copernicanismo se tomará solamente como
una hipótesis más cómoda para el establecimiento de los
cálculos matemáticos. Él buscaba la verdad y pretendía
dar pruebas experimentales a favor de su hipótesis.
Hoy sabemos que la aceptación del sistema copernicano
R
exigía muchas más pruebas de las que pretendía ofrecer
O
Galileo. Pero en donde sí estaba nuestro científico en
lo cierto era en su empeño por mostrar que la verdad
AD
científica no podía depender del criterio de una autoridad.
Tanto Galileo como la inquisición buscaban la verdad,
RR
132
verdadera, pero no es verdadera porque sea útil. Ella no
tiene otro fin que ella misma: el conocimiento, la búsqueda
desinteresada de la verdad”.107 En un mundo como el
nuestro, con tantos problemas prácticos para resolver y
donde el presupuesto para la investigación es siempre muy
reducido, las palabras de Poincaré pueden aparecer como
utópicas, puesto que lo que se exige a los investigadores es
resultados prácticos e inmediatos, lo cual explica por qué
es tan difícil hablar en nuestro medio de un “verdadero
R
espíritu científico”. Nuestros científicos, formados como
O
científicos normales, es decir, entrenados para –resolver
enigmas–, según la terminología kuhnniana, no para
AD
revolucionar el saber, no para avanzar en la búsqueda de
la verdad, pueden ofrecer de pronto algunas soluciones
a pequeños problemas, soluciones que a la larga podrían
RR
133
un corto número de leyes inmutables, convicción que ha
llevado a muchos hombres de ciencia a entregar toda su
vida a la búsqueda desinteresada del conocimiento, para
lograr la comprensión y explicación del mundo.108
R
O
AD
RR
BO
134
Johannes Kepler
Weil der Stadt (Alemania) 27 de diciembre de 1571,
Ratisbona 15 de noviembre de 1630.
Capítulo 2
Johannes Kepler:
Místico, filósofo y Astrónomo
R
astrónomo, ciertas características propias del amante de
O
la astronomía, o del amigo de entender los secretos del
cosmos: una profunda orientación mística, el sentimiento
AD
estético y el deseo de entender la estructura matemática
del universo, a la vez que su configuración física.
RR
135
a qué obedece todo este orden, perfección y belleza? Los
griegos fueron los primeros en identificar Cosmos con
orden, y orden para ellos significaba ley y la ley debía
tener necesariamente un legislador.
O quizá nos hemos aficionado a la astronomía atraídos
como Tycho Brahe y Johannes Kepler por la perfección
y el alcance de las matemáticas, al darnos cuenta de que
gracias a ellas y mediante una paciente observación y unos
R
cálculos muy rigurosos podemos medir, calcular y prever
O
muchos de los fenómenos celestes.
AD
1. Los primeros años de la vida de Johannes
Kepler
RR
136
un eclipse de Luna ¡Qué espectáculo maravilloso! dirá
más tarde Kepler, entusiasmado, como Tycho Brahe, al
saber que aquel fenómeno no sólo podía observarse sino
también predecirse con admirable precisión gracias a la
observación y a los cálculos matemáticos; Kepler tiene
entonces 11 años.
Para fortuna suya y de la astronomía el Conde de
Wuttemberg es un príncipe amante de la ciencia, las artes
y las letras, y acaba de ordenar que a todos los niños de su
R
reino con dotes intelectuales, aunque sean pobres se les den
O
estudios superiores en las universidades protestantes de su
AD
reino: Wuttemberg y Tubingen, a través de subvenciones
patrocinadas por el reino. Es así como logra Kepler entrar
a los 13 años al seminario de Adelberg. Arturo Koestler,109
RR
137
2. El universo perfectamente geométrico y su
primera obra: El Misterio Cosmográfico.
El nueve de julio de 1595 Kepler se encuentra sólo en
su clase reflexionando sobre el tema que va a exponer a
sus alumnos. De pronto, casi sin darse cuenta, traza sobre
la hoja de papel blanca que tiene delante de sus ojos una
figura geométrica: un triángulo equilátero rodeado de
un círculo que toca sus tres vértices, y en el interior del
R
triángulo inscribe otro círculo. Kepler contempla algunos
O
minutos aquella figura y se siente lleno de emoción.
AD
Inmediatamente relaciona los radios de los dos círculos
con los de Júpiter y Saturno. En la fecha se pensaba que
estos dos planetas eran los más alejados de la Tierra, y el
RR
138
explicar todos los fenómenos del universo. Es necesario
volverse a la geometría del espacio. Se dispone entonces
a trabajar sobre sólidos regulares llegando al máximo de
entusiasmo cuando, después de muchas manipulaciones,
logra intercalar los cinco poliedros regulares dentro de
seis esferas concéntricas, que representaban las órbitas de
los seis planetas conocidos hasta entonces, como bien lo
muestra la figura adjunta.
R
O
AD
RR
BO
Toda su vida Kepler soñó con este sistema del mundo, el cual resultó
ser solamente una ilusión, consecuencia de su pitagorismo. En su
última obra La Nueva astrónomia (1619) Kepler aceptó los hechos
de la experiencia y renunció a su pitagórico sistema.
139
Esos cinco sólidos, a saber el cubo, el tetraedro, el
dodecaedro, el icosaedro, el octaedro, eran los únicos
que se adaptaban perfectamente a su imagen. Como lo
muestra el gráfico: la esfera de Saturno rodea el cubo, al
interior del cual se inscribe la esfera de Júpiter. Después
vienen sucesivamente: el tetraedro y la esfera de Marte, el
dodecaedro y la esfera de la Tierra, el icosaedro y la esfera
de Venus, el octaedro y la esfera de Mercurio.
R
Tan maravilloso descubrimiento nos lo contará Kepler
O
en su Prodomus dissertatorum cosmographicarum continens
mysterium Cosmographicum. Obra que conocemos como el
AD
El Misterio Cosmográfico, publicada en 1596. En esta obra
Kepler muestra su interés en la acción animadora del
RR
140
Sus estudiosos piensan que la idea más genial del
Misterio Cosmográfico es la de hacer intervenir los cinco
poliedros regulares –llamados todavía platónicos–, en la
arquitectura del sistema del mundo. Kepler pensaba que
Dios en su perfección y sabiduría infinitas no podía crear
sino el más bello de todos los mundos, y ¿qué elementos
podían ser mas acertados que la línea y la esfera?
R
obra La nueva astronomía.
O
Como Kepler mismo lo reconoce, una de sus mayores
AD
fortunas fue el encuentro con Tycho Brahe en 1600. Tycho
tenía entonces 54 años, de los cuales más de 30 los había
pasado haciendo observaciones astronómicas. De familia
RR
141
con aproximaciones de diez minutos, Tycho piensa
en segundos. Anota todas sus observaciones sobre un
inmenso globo de 1,70 m. de diámetro.
Más tarde observa la famosa supernova de 1572,
siguiendo su evolución desde el 11 de noviembre, durante
17 meses, dejando constancia de sus observaciones con
esmerada precisión. Empieza Tycho a darse cuenta de
que en el cielo imperturbable de Aristóteles y Ptolomeo
R
sucedían fenómenos extraordinarios. Dos años más tarde
O
publica La Nova Stella anno 1572, su primera obra. Esta le
dará la gloria de ser considerado el mejor astrónomo de la
AD
época.
En 1576 otro fenómeno perturbará las noches de Tycho:
RR
142
El mismo año, gracias al ofrecimiento del rey Federico
II de Dinamarca, se instala en la isla de Hven, donde
disfrutará de abundantes recursos para fundar allí el mejor
observatorio de la época. Con mezcla de todos los estilos
construye dos castillos llamados “El Castillo del Cielo” y
“El Castillo de las Estrellas”, dotados de terrazas, amplios
locales de trabajo, habitaciones, y variados instrumentos
como sextantes, esferas armilares, e instrumentos
paralácticos, construidos en madera y metal –todos
R
naturalmente sin parte óptica–, y relojes de diferentes
tipos.
O
AD
Pero Tycho Brahe no sólo es un loco por la astronomía,
sino también un hombre extrovertido que pasa la mayoría
de los días en estruendosos festines, gastando grandes
RR
143
Instalado en Benátky escucha Tycho hablar del talento
de Kepler y lee el Misterio Cosmográfico, dándose cuenta de
su capacidad teórica, capacidad que él no posee. Como
desde hacía años venía buscando alguien que interpretara
sus observaciones, se decide a invitarlo, escribiéndole
primero numerosas cartas, y proponiéndole una
posible asociación. Al fin, en 1600, los dos más grandes
astrónomos de la época logran abrazarse, disimulando
R
entre sus sonrisas su mutua desconfianza. Sólo dos cosas
O
unen realmente a Tycho y Kepler: una gran pasión por la
astronomía y un temperamento muy sensible e irritable,
AD
dice Arturo Koestler en Los Sonámbulos.110
Debemos anotar, de paso, que el 17 de febrero del
RR
144
sigue siendo el centro del universo, alrededor de la cual
gira el Sol y la Luna, mientras que Mercurio, Venus,
Marte, Júpiter y Saturno giran alrededor del Sol. Kepler
encontrará siempre esta imagen del universo carente de
armonía y de belleza.111
Pero los dos astrónomos saben que se necesitan
mutuamente. Kepler necesita las numerosas y precisas
observaciones de Tycho para lograr completar su teoría
del movimiento planetario y Tycho necesita de un teórico
R
de la talla de Kepler, capaz de interpretar todos sus datos.
O
Peleas van, peleas vienen. Se dice que muchas veces
AD
Kepler sale triste y desilusionado, resuelto a no trabajar
un día mas con el imponente y altivo Tycho, pero vuelve
a las pocas horas, como un niño arrepentido a continuar
RR
145
la humanidad entera en su posteridad. Con cierto orgullo
secreto, fruto de esa esperanza, miro con desdén todos los
honores y distinciones humanas y con frecuencia hasta a
aquellos que me las dispensan. El sólo y real favor que me
ha sido hecho por la Divina Providencia es el de haberme
dado acceso a las observaciones de Tycho Brahe”.112
Instalado en su nuevo puesto, Kepler se dedica
en primer lugar a terminar un tratado de astronomía
R
empezado por Tycho en 1588 y que se titulaba Astronomiae
O
Instauratae Programatae. Pero desde 1602 su preocupación
principal será su segunda obra La nueva astronomía, donde
AD
aparecen dos de sus famosas leyes. Terminado la obra
de Tycho se dedica Kepler al estudio del movimiento
RR
146
El Sistema planetario de Tycho Brahe: la Tierra sigue siendo
el centro del universo, alrededor de ella giran el Sol y la Luna,
mientras que Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno giran
alrededor del Sol.
suplente” la idea del punto ecuante inventado por
Ptolomeo.113 Es precisamente este punto ecuante lo que
tanto repugnará a Copérnico y lo llevará a buscar un nuevo
sistema para explicar la organización del universo. Por
lo tanto resulta un poco paradójico que un copernicano
como Kepler comience empleando el punto ecuante en
su afán de acceder a la comprensión de las variaciones de
velocidad de los planetas.114
Qué cálculos más largos y penosos los que Kepler se ve
R
obligado a realizar. Él acumula más de 900 páginas, al cabo
O
de las cuales nos advierte:
AD
“Si esta incómoda manera de trabajar os disgusta, vosotros
debéis tener piedad de mí que debí hacer estos cálculos más de
70 veces con mucha pérdida de tiempo. No debéis admiraros
RR
147
de trabajo, hacia 1604, logra reproducir sobre un círculo
las posiciones del perihelio y del afelio de Marte, con
un error inferior a minuto y medio de arco. Pero loco
de alegría no tardará en desconcertarse cuando se da
cuenta de que él ha querido colocar en el mismo círculo
después del perihelio y el afelio las cuadraturas de esas
dos posiciones tal como ellas habían sido observadas por
Tycho. Y encuentra allí una diferencia de ocho minutos
R
de arco. En otra época se habría aceptado tal diferencia,
O
pero después de Tycho y su pasión por la exactitud, tal
error sería imperdonable.
AD
¿Qué sucede? ¿Por qué no logra Kepler encontrar la
solución que tanto busca? Él está todavía encerrado en
RR
148
Fabricius en 1604: ¡Todo sería tan fácil si la órbita de
Marte fuera una elipse!
Kepler se decide al fin a aceptar que si Tycho no vio el
óvalo era porque estaba demasiado encerrado en el dogma
del movimiento circular. Y así exclama:
¡Ah! ¡Qué tonto he sido hasta ahora! Parece que me
estuviera despertando de un largo sueño (...). Marte es
realmente el poderoso vencedor de la indagación humana, el
R
que se burló de todas las estrategias, el que hizo inútiles sus
instrumentos, el que derrotó sus empeños y de esta manera
O
guardó su secreto durante todos los siglos y siguió su curso
AD
con absoluta libertad”.116
Una vez convencido de que la órbita de Marte es una
elipse, se decide a formular las dos primeras leyes:
RR
149
pero que es una especie de pre–ciencia de la “Ley de la
gravitación universal”.
Uno de los grandes méritos de Kepler fue haber
desembarazado a la astronomía de los epiciclos que
desde la antigüedad habían envenenado los movimientos
planetarios, y en una carta a Longomontamus escribe:
“He limpiado por fin las caballerizas de Augusto”.117
R
O
Gráfico de las dos primeras leyes de Kepler
AD
RR
BO
150
Estamos en 1609, año de la publicación de La nueva
astronomía. Este mismo año Galileo levanta por primera
vez su «cannochiale» hacia el cielo y descubre cosas
admirables, jamás vistas ni imaginadas por mente alguna:
montañas sobre la Luna, millares de estrellas en la Vía
Láctea, a la que define como “una polvareda de estrellas”:
cuatro satélites girando alrededor de Júpiter, manchas en
el Sol, las fases de Venus, un algo misterioso que rodea a
Saturno y que Galileo no fue capaz de describir, y como
R
si esto fuera poco, algunos estudios modernos al tratar de
O
descifrar el diario llevado por Galileo entre 1609 y 1613
afirman que Galileo observó también a Neptuno, 234
AD
años antes de ser descubierto, sin imaginar jamás que
pudiera ser un nuevo planeta.118
RR
151
sino también contra la incomprensión de sus dos esposas:
Bárbara, quien jamás supo comprenderlo, y luego Susana,
su segunda esposa, quien a pesar de haberle dado siete
hijos, entendía y valoraba muy poco sus actividades.
Cuatro de los hijos mueren muy pequeños, y a ninguno
de los sobrevivientes logrará darle una educación
adecuada. La vida de Kepler es una lucha continua, de
ciudad en ciudad a causa de los cambios de puesto y de
R
los problemas de la guerra. La tragedia real de Kepler
O
comienza sin embargo hacia 1611, con la guerra civil en
Praga y la abdicación de su protector Rodolfo II.
AD
Se ve entonces obligado a dejar la ciudad y a trasladarse
a Linz, donde le dan un modesto empleo de matemático.
RR
152
Kepler lucha cerca de 14 meses por salvarle la vida, al cabo
de los cuales la dejan libre y muere poco después.
En medio de tantas tormentas Kepler no cesará de
trabajar. Hacia 1619 aparece su extensa obra La Armonía del
mundo. Este libro, síntesis de todos los conocimientos de
su época en astronomía, astrología, música y matemáticas,
ha sido calificado por los estudiosos como el mejor himno
cuasi pitagórico dedicado a su Dios, al que él imagina
como un gran matemático, creador y arquitecto del
R
universo. En dicho libro y casi escondida, se encuentra
O
en su quinta parte, la tercera ley, aquella que durante
AD
20 años Kepler ha buscado y la que servirá de punto de
partida a Newton para enunciar la ley de la Gravitación
universal.
RR
Dicha ley la enuncia así: “El cuadrado del período que tarda
un planeta en describir su órbita completa es proporcional al cubo
BO
T2 = k.r3
153
Contemplación de un hombre visionario y valiente frente
al admirable espectáculo de la armonía del universo. El
título mismo de su más importante obra, escrita en la
época más dolorosa de su existencia es ya muy diciente:
La armonia del mundo, en cuyo prefacio escribe:
“Hace 18 meses la primera aurora se elevó para
mí. Hace tres meses amaneció y hace sólo algunos
días yo me vi al fin iluminado por el Sol bajo una
R
hermosa visión. Me dejé llevar hacia una maravillosa
O
explosión de júbilo. Ahora lanzo un desafío a los
mortales ofreciéndoles esta confesión pública: he
AD
robado la nave de oro de los egipcios para construir
un tabernáculo a mi Dios, bien lejos de sus
RR
154
en internet titulado “Experiencia estética y formulación
científica. El caso de Harmonices mundi de Johannes
Kepler”, cuyo link colocamos. Además se puede bajar
gratis de Internet.
h ttp://anuariomusical.revistas.csic.es/index.php/anuariomusical/
article/viewFile/149/150
R
alejarse de sus desviaciones astrológicas y explicará la
astronomía desde el punto de vista de Copérnico, con
O
los descubrimientos de Galileo y los suyos propios. Allí
AD
universaliza las leyes de los planetas, afirmando que
las leyes fundamentales encontradas para Marte valen
también para la Luna que gira alrededor de la Tierra, como
RR
155
escribió el siguiente epitafio para cumplir con un expreso
deseo suyo:
R
Sus diferencias con el método científico de
Galileo
O
AD
Los historiadores de la ciencia no han ahorrado sus
críticas a Galileo, por haber descuidado la lectura de las
obras de Kepler, quien con sus intuiciones y leyes le habría
RR
156
si al lado de algunos él ha adquirido la gloria inmortal,
no es para muchos otros –tan grande es el número de los
tontos– sino un objeto de risa y de silbidos. Yo publicaría
ciertamente mis ideas si hubiera más hombres como usted,
pero desafortunadamente esto no es así y por ello aplazo la
publicación”.121
¿Leyó Galileo la obra de Kepler? La mayoría de los
historiadores afirman que no. La verdad es que en aquella
época el racionalista Galileo tiene muy poco que conversar
R
con el místico y pitagórico Kepler. O como dice Einstein
O
tratando de defender a Galileo: “Los hombres creadores
AD
son poco receptivos”.
En 1609 Kepler envía a Galileo su Nueva astronomía, y
este le responde en 1610 enviándole Sidereus Nuncius (El
RR
157
Solicita además a Galileo un “Cannocchiale”
(Catalejo), para poder hacer el mismo las observaciones
y constatar lo que aquel había descubierto. En posesión
de tal instrumento –aunque confesando la gran dificultad
que encontraba para apuntar a Júpiter– se convierte
rápidamente en un seguidor de Galileo, escribiendo poco
después un breve escrito titulado Narratio de observatis a
sequator Jovis Satellitibus erronibus, donde se dirige al amigo
R
lector, le comunica sus observaciones, que confirman
O
los maravillosos descubrimientos de Galileo e invita a
admirarlos, no cesando de dar gracias a Dios por sus obras.
AD
Por otra parte, es bueno aclarar que Kepler sabía más
de óptica que Galileo, y que si lo hubiese deseado habría
RR
158
de Dios”. Además, en la mencionada obra se entrega
a especulaciones astrológicas sobre las fases de Venus,
comparándolo con una enamorada que no puede alejarse
jamás de su amado. Quien haya leído algunas obras de
Galileo comprenderá lo diferente de los dos estilos.
Galileo escribe como un científico moderno mostrando
los resultados, no el camino que lo llevó a ellos.
Por otra parte, parece ser que Kepler, más por necesidad
económica que por su tendencia a la especulación mística,
R
se dedicó durante varios años al ejercicio de la astrología,
O
disculpándose del ejercicio de tal actividad con estas
AD
palabras: “La Astrología es una hija loca. Pero ¡Gran
Dios! ¿dónde estaría la astronomía, tan juiciosa y sabia,
sin esa hija demente? Los productos de la matemática
RR
159
Debemos añadir que Kepler tiene cierto desprecio
por todo cuanto es empírico. La experiencia a sus ojos
no es sino un descubrimiento fortuito de relaciones que
puede aprehenderse con una certeza más o menos grande
gracias a la comprensión de las razones a priori. En La
Armonía del mundo, por ejemplo, la idea fundamental es la
concordancia perfecta entre el orden de las cosas sensibles
–obra de Dios– y el de las leyes matemáticas que según
R
él son el –pensamiento de Dios–. Heisemberg dice en su
O
obra La Imagen de la naturaleza en la física actual (1955), que
motivos platónicos y neoplatónicos condujeron a Kepler
AD
a pensar que la lectura de la obra de Dios –la lectura de
la naturaleza– no es otra cosa que el reconocimiento de
las relaciones existentes entre las cualidades de las figuras
RR
160
Leyes de Kepler
R
O
AD
RR
BO
161
de un cuadro de hipótesis establecidas, por los hombres
no por Dios.
Galileo renuncia a la empresa de buscar la esencia de
los fenómenos y piensa que la ciencia, al contrario de la
filosofía, debe contentarse con un objetivo limitado, pero
abordable: conocer lo que él llama “algunas afecciones de
los entes naturales”. En otras palabras, Galileo pretende
obtener el conocimiento lo más exacto posible de las
R
circunstancias en que se desarrollan determinados
fenómenos de la naturaleza.
O
AD
Kepler, al contrario, no separa el método científico del
método filosófico, no se contenta con la mera descripción
de los fenómenos, sino que quiere buscar sus causas,
RR
162
René Descartes: la Haye (Francia) 1596 - Estocolmo (Suecia)
en 1650.
Capítulo 3
R
Hablar de un pensador como Descartes en pocas
O
páginas no es fácil, pero trataré de hacerlo. Nuestro
AD
filósofo francés encarna el nacimiento del racionalismo
moderno, algunos consideran que es también el padre del
ateismo. Nace el 31 de marzo de 1596 en la Haye, pequeña
RR
hermosos castillos.
Recibe una profunda formación primero con los
Jesuitas en la Flèche y después en la universidad de
Potieres, donde se gradua de abogado. Paga su servicio
militar y se instala en Holanda. La época de Descartes se
caracteriza por una profunda crisis intelectual, pero es
también una época de renacimiento. Alexandre Koyré –
filósofo e historiador de la ciencia– dice que es una época
de “incertidumbre y desarraigo”. Europa está pasando por
grandes tensiones que podríamos resumir así:
163
Tradición / Renacimiento. Poco a poco la tradición y
el pensamiento medieval van dando paso al pensamiento
renacentista, abierto, volcado sobre los pensadores griegos
y romanos, donde se valora mucho más lo humano que lo
religioso, dándole a todas las manifestaciones artísticas y
literarias una connotación humanista.
Reforma / Contrarreforma. Francia juega un
papel protagónico en los conflictos religiosos que
R
se desarrollaron entre 1559 y 1598 entre católicos y
O
protestantes –llamados hugonotes conducidos por el
duque de Navarra–.
AD
Nobleza / Burguesía. El feudalismo ha ido poco a
poco cayendo y surge una nueva clase social que se dedica
RR
164
Galileo –contrario a esta idea– plantea la necesidad de
separar religión y ciencia porque sus verdades tienen
diversos fines: la una gracias a la fe enseñaría al hombre
como ir al cielo, la otra gracias a la investigación racional
mostraría cómo está constituido el universo, o eso que el
vulgo llama cielo. Descartes irá más lejos planteando que
todo debe descubrirse y aprobarse a la luz de la razón,
incluso las cuestiones de fe.
En Holanda Descartes se consagra al estudio de todas las
R
ciencias pero particularmente a la física, las matemáticas,
O
la geometría, el álgebra, y la medicina, encontrando que
AD
entre más estudia la ciencia más dudas surgen en su
espíritu y más inquieto se siente frente al conocimiento
del mundo y sus grandes enigmas. Le Monde ou traté de
RR
165
a todos los conocimientos de su época, incluso a las
matemáticas porque le molestaba verlas convertidas en
meras fórmulas solo útiles para aplicaciones mecánicas.
Cuestiona todo lo que le han enseñado, todo lo encuentra
incierto y plantea su famosa duda metódica. Es decir, la
duda como método no como punto de llegada. Descartes
duda pero cree en la posibilidad de llegar a la verdad, no
cae en el escepticismo de Montaigne y otros pensadores
R
de su época.
O
Descartes buscaba llegar con su método a encontrar la
certeza, una certeza casi absoluta, una certeza personal.
AD
Hoy se critica el concepto de certeza pues el investigador
no busca la certeza –la cual es siempre individual–,
RR
166
la Teología, a la que más bien elogia. ¿Era sincero en sus
elogios o buscaba no tener conflcitos con la Iglesia? –Se
preguntan algunos de sus críticos–.
Lo que si es claro es que Descartes manifiesta una
inmensa confianza en el hombre y en sus facultades
intelectuales. Sobre el hombre coloca la gran
responsabilidad de encontrar la verdad sobre el mundo,
de responder por sus errores y de tratar de demostrar lo
que afirme. Considera que si el hombre utiliza bien sus
R
facultades, juzga sólo sobre lo que ve claro y distinto,
O
no se deja llevar por prejuicios ni precipitaciones puede
AD
avanzar en el conocimiento de sí mismo y del mundo.
Descartes afirma la unidad del saber en la razón humana
iluminada por la suprema veracidad del creador. Nuestro
RR
167
argumento. “Yo soy un ser que duda, esto es, que se
equivoca. Dudar es señal de imperfección, pero en mí
existe la idea de perfección, luego esta idea no puede venir
de mí mismo sino de un ser superior que la puso en mí,
ese ser es Dios”
¿Es convincente el argumento de Descartes? Ni en su
época, ni hoy nos parece convincente, en parte por ser
un argumento a-priori que como el de San Anselmo, no
R
demuestra nada. Kant dirá más tarde que –es tan difícil
O
demostrar la existencia de Dios como negar que exista–.
Pero lo que es interesante es que para Descartes Dios
AD
no debe ser impuesto por revelación sino descubierto
por reflexión y esta seguirá siendo una característica del
RR
168
pineal (epífisis) y sería ella quien le daría la vida al cuerpo.
Descartes afirma el dualismo que venía desde Aristóteles y
sigue conservando la idea de una alma inmortal, mientras
que un poco más tarde su paisano Julien de La Mettrie
(1709–1751), médico materialista francés, sostiene en su
obra El hombre máquina el mecanicismo cartesiano pero
negando que el alma sea inmortal. La Mettrie no acepta
un alma independiente del cuerpo y piensa que la materia
no es inerte, sino que en ella están todos los gérmenes de
R
la vida.
O
Hoy, con los avanzados desarrollos en el conocimiento
AD
del cerebro ha surgido entre algunos pensadores lo que
suele llamarse la filosofía de la mente.123 Un esfuerzo por
entender realmente qué es eso que llamamos “mente”
RR
169
de ese tronco son todas las demás ciencias que se
reducen a tres principales, a saber: la mecánica, la
medicina, y la moral, es decir, la moral más alta y
perfecta que presuponiendo un conocimiento
completo de las otras ciencias es el último grado de
la sabiduría”
Aquí hay varias cosas para señalar: en primer lugar la
Metafísica según Descartes juega en el conjunto de todas
R
las ciencias el papel de la raíz en el árbol. Es como el
O
soporte de todo. Lo que se puede ver es que el pensador
francés está preocupado por el derrumbe de la metafísica
AD
aristotélica en su tiempo y aboga por darle a la nueva
Física un fundamento metafísico. En segundo lugar
RR
170
bien determinados: en el siglo XVII con Galileo, Kepler
y Newton nacen la Física, la Astronomía, la Mecánica
celeste y la Óptica moderna –ciencias que venían
desarrollándose desde la antigüedad pero que ahora van
a tomar un impulso especial–. En el siglo XVIII nace la
Química, en el XIX la Biología, la Historia y en el siglo
XX todas las demás ciencias que conocemos.
Poco a poco se fue dejando a la Filosofía sin
objeto propio de estudio. Hoy la Filosofía se ocupa
R
fundamentalmente de tres cosas: la reflexión sobre
O
el comportamiento humano (Ética) que no puede
AD
separarse de la Política; una reflexión general sobre
los fundamentos de todo saber (Epistemología) que
necesariamente debe estar unido al conocimiento sobre
RR
171
al hecho de no tener filósofos con formación científica, ni
científicos con formación filosófica.
Volviendo a los aportes de nuestro pensador francés
debemos añadir que en los Principios de la filosofía aparece
también su principal contribución a la Física –la
famosa Ley de la inercia– cuyo principio fue formulado por
Galileo, pero elevado a la categoría de ley por Descartes.
R
Como Francis Bacon, Descartes expresa un gran
optimismo frente a lo que podría hacer el hombre si
O
lograra conocer, gracias al método científico, todos los
AD
secretos de la naturaleza. Rechaza la filosofía especulativa
de las escuelas y aboga por una filosofía práctica que
permita al hombre hacerse dueño y poseedor de la
RR
172
¿Qué nos queda hoy de Descartes?
Como cualquier pensador clásico Descartes sigue
enseñándonos muchas cosas. Sus obras, en particular
la Meditaciones y el Discurso del método no sólo son una
fuente de reflexión, sino también un buen ejercicio de
análisis y un placer intelectual pues Descartes es uno
de los pocos filósofos aplaudido por su excelente estilo.
Si bien algunas de sus preguntas ya han sido resueltas,
siguen en pie varios asuntos sin resolver, entre otros el
R
tema de la MENTE. No sabemos todavía qué es la mente
O
y por ende tampoco podemos decir qué es el pensamiento
AD
y menos asegurar científicamente que el alma sea mortal
o inmortal. Por otra parte, aunque la post modernidad
cuestionó severamente al racionalismo y en particular
RR
173
consecuencias, identificando virtualmente la matemática
con la ciencia y tratando de unir método, física y
matemática, proponiéndose además crear una matemática
universal liberada de números y figuras.
Descartes, casi contemporáneo de Galileo, aceptó
desde un comienzo el sistema copernicano, pero no quiso
jamás meterse en polémicas y menos con la Iglesia, para
no perder la calma que según él, le impediría llegar a la
R
verdad. Prefirió por ello instalarse en Holanda, que era por
O
aquel entonces un país de mucha tolerancia frente a las
nuevas ideas. Allí escribió casi todas sus obras, señalemos
AD
algunas:
* El Mundo o Tratado de la Luz (1633), un tratado de
RR
174
de Dios y del alma humana, las cuales van a constituir el
fundamento de su metafísica. En la quinta parte detalla
el orden que ha seguido en sus investigaciones de física
y en particular la explicación del movimiento del corazón
y algunas otras dificultades de la medicina de su tiempo,
así como también la diferencia existente, según él, entre
el hombre y los animales, en relación con el alma. En la
sexta parte expone lo que considera necesario para poder
avanzar en la investigación de la naturaleza e ir más allá
R
de donde él ha llegado, como también las razones que lo
O
llevaron a redactar el Discurso.
AD
*** Principios de filosofía (1604), publicado primero en
latín, y en 1647 en francés.
****
Meditaciones metafísicas (1641), en dichas
RR
175
La síntesis del método que lo conducirá a sus
investigaciones aparece en la primera parte del Discurso,
donde nos dirá que en lugar de los innumerables
principios de la lógica tradicional él se atendrá sólo a
cuatro, los que suelen conocerse como “las reglas del
método”:
1ª. Regla de la evidencia y distinción: consiste
en no admitir cosa alguna como verdadera si no se
R
ha conocido evidentemente como tal; evidencia que
O
debía llevarlo a evitar la precipitación y la prevención,
admitiendo exclusivamente en sus juicios aquello que se
AD
presentara tan clara y distintamente a su espíritu, que no
tuviera motivo alguno para ponerlo en duda.
RR
176
pedagógico: si se trata de exigir el orden en las notas, la
claridad en la exposición, la seguridad en los inventarios,
las revisiones frecuentes y la suspensión del juicio antes
de tener alguna certeza, nada es tan fructífero como
la lección cartesiana; pero la complejidad del mundo
moderno, el avance logrado en la comprensión de
algunos fenómenos y la conciencia sobre muchos errores
cometidos en el pasado por usar un método errado en
la búsqueda de la verdad, problematiza mucho más la
R
investigación científica. El mismo concepto de certeza,
O
tan caro a Descartes, suena hoy inaceptable cuando se
sabe que la ciencia sólo logra aproximaciones a la verdad
AD
y nunca, ni jamás la certeza absoluta. La certeza es algo
subjetivo mientras que la verdad es objetiva.
RR
177
como las que él descubría en los filósofos y científicos de
su tiempo frente a las dos concepciones del mundo: la
ptolemaica y la copernicana.
A pesar de que Descartes pone en duda todo el saber de
su época, no cae en el escepticismo, puesto que su duda
es una duda metódica: él cree en la posibilidad de llegar
a la verdad, su duda es el punto de partida para encontrar
por sí mismo la verdad. Descartes combate tanto el
R
escepticismo como el dogmatismo.
O
Al poner Descartes todo bajo el dominio de la duda
AD
se da cuenta de que al menos la propia existencia que
duda no se puede poner en duda. De ahí su famoso
“cogito ergo sum”, “Je pense donc je suis”, “pienso luego existo”
RR
178
“Honraba con un respetuoso sometimiento la
teología y, como cualquiera otro, aspiraba a merecer
el cielo, pero habiéndoseme enseñado como algo
muy seguro que su camino no es menos accesible
para los ignorantes que para los doctos y que
las verdades reveladas, que al mismo conducen,
exceden la capacidad de nuestra inteligencia, no
llegué a caer en la temeridad de someterlas al débil
análisis de mis razonamientos, pues opinaba que
R
para acometer su examen y finalizarlo con éxito era
O
necesaria alguna extraordinaria asistencia del cielo y
ser, pues, algo más que un hombre”.125
AD
179
a Dios y sosiega el espíritu al remitirse a Dios como la
fuente de todo saber; el cogito cartesiano revela al hombre,
o mejor, señala las exigencias que debe caracterizar al
pensamiento humano, y lo problematiza de tal manera,
que el hombre se ve obligado a buscar un nuevo saber. El
cogito, al revelarse como claro y distinto, pasa a convertirse
en el fundamento de las otras reglas.
Al colocar Descartes el fundamento del saber en la
R
conciencia, la pregunta que surge es: ¿cómo logra ésta salir
O
de sí misma para conocer el mundo exterior? Veamos: El
YO como ser pensante se revela como el lugar de múltiples
AD
ideas, a saber: innatas, adventicias y artificiales. La idea de
Dios es innata, en cuanto substancia infinita, inmutable,
RR
180
cognoscitivas, esto es, de su capacidad para conocer la
verdad. Al reconocer que las verdades cognoscitivas del
hombre fueron creadas por Dios, suma bondad y verdad,
se garantiza nuestra capacidad cognoscitiva, se derrota la
duda. Sólo para el ateo la duda no se vence de manera
definitiva, porque siempre puede poner en duda lo que
le indican sus facultades. Mientras que para Descartes y
los creyentes Dios no es sólo garantía de las facultades
cognoscitivas del hombre, sino que también es garantía de
R
las demás verdades claras y distintas que el hombre está en
condición de alcanzar.
O
AD
¿Por qué considera Descartes eternas las verdades
creadas libremente por Dios? Porque considera que
Dios es inmutable –algo tomado de la escolástica–. Pero
RR
181
a través de tales verdades conoce los designios de Dios.
La razón humana es finita, no divina. Pero su actividad se
halla garantizada por Dios que la creó. Ahora bien, si Dios
es veraz y no engaña ¿por qué yerra el hombre? ¿Cuál es
el origen del error?
Descartes no duda en reconocer que el origen del error
está en el hombre, no en Dios, y esto porque el hombre
no siempre es fiel a la claridad y distinción. El error
R
tiene lugar en el juicio, y para Descartes –a diferencia de
O
Kant–, pensar no es juzgar, porque en el juicio interviene
tanto el intelecto como la voluntad. El intelecto, que
AD
es el encargado de elaborar las ideas claras y distintas,
no se equivoca; pero el error está en la inadecuación
RR
182
razón humana iluminada por la suprema veracidad de su
creador.
R
y la realidad material llamada –res extensa–, propiedad que
O
se encuentra, según él, en todos los cuerpos. Él considera
que la única cualidad propia de los cuerpos materiales
AD
que puede concebir clara y distintamente es la extensión;
lo demás, color, sabor, peso o sonido, son secundarias,
ya que no pueden concebirse de manera clara y distinta.
RR
183
1ª. El principio de conservación: la cantidad de
movimiento que Dios imprimió al mundo desde su
creación permanece constante en contra de cualquier
degradación de energía o de entropía –como se acepta
hoy–.
2ª. La ley de la inercia. Un cuerpo no se detiene ni se
vuelve más lento su movimiento, si no es cediéndolo a
otro cuerpo.
R
3ª. Todo cuerpo tiende a moverse en línea recta.
O
Del movimiento rectilíneo se originan los demás
AD
movimientos.
Con estas tres leyes piensa Descartes unificar la
realidad a primera vista múltiple y variable. Por otra parte,
RR
184
esta máquina no hay que concebir su alma vegetativa ni
sensitiva, ni ningún otro principio de movimiento y de vida,
fuera de su sangre y su espíritu”.128
El universo cartesiano es completamente simple, él
no percibe la Complejidad del Mundo, su pensamiento
objetivo resulta demasiado estrecho para poder explicar
los fenómenos físicos, es un pensamiento reductivo.
El desarrollo posterior de la ciencia ha mostrado que
el mundo físico era mucho más complejo de lo que lo
R
imaginaba Descartes. Gastón Bachelard, en su excelente
O
artículo “La epistemología no cartesiana”, nos muestra
AD
cómo, tanto en el origen de la óptica como en la base de
la mecánica, se ha visto, desde los inicios de la ciencia
moderna, brotar la idea de la complejidad esencial de los
RR
185
vida y del hombre, los que jamás pueden ser entendidos
como entidades completamente aisladas, sino como una
integración de factores en armonía y complementariedad.
R
de pensar substancial que venía desde Aristóteles. La
matemática se convierte en algo central, en el modelo
O
mismo de la realidad. El mundo de los escolásticos,
AD
compuesto de cualidades, significados y fines que la
matemática no podía interpretar, se ve sustituido por un
mundo cuantificado y matematizable en el cual no hay
RR
186
se piensa que es necesario volver al reencanto del mundo,
volver a familiarizar al hombre con ese respeto casi
sagrado que los griegos tenían por la vida y el universo.130
Se dice que en cierta ocasión el teólogo inglés Henry
More le insistió tanto a Descartes para que dijera dónde
estaba Dios, que este se vio obligado a responder: “nullibi”
–en ninguna parte–, y por ello se siguió llamando a los
cartesianos nullibilistas y ateos.
R
Con Descartes nace una nueva concepción de la
naturaleza, nuevos modelos mecánicos para explicar
O
el mundo. Éste deja de ser sede de los valores. Se pasa
AD
de una ciencia contemplativa a una ciencia activa. El
proyecto baconiano puede ahora empezar a funcionar, y
ha funcionado en efecto hasta nuestros días, pero hoy este
RR
187
científico a partir de la revolución newtoniana. El mismo
título de la obra es ya un llamado al cambio de actitud:
La nueva alianza: metamorfosis de la ciencia. De ahí que
terminemos este capítulo transcribiendo la conclusión
final a la que llegaron estos dos investigadores y que
compartimos totalmente:
“Está bien muerto el mundo con finalidad, estático
y armonioso que la revolución copernicana destruyó
R
cuando lanzó la Tierra hacia los espacios infinitos.
O
Pero nuestro mundo no es tampoco el de la “alianza
moderna”. No es el mundo silencioso y monótono,
AD
abandonado por los antiguos encantos, el mundo
reloj sobre el cual habíamos recibido jurisdicción.
RR
188
5. Fundamentos de la metafísica cartesiana
Descartes mismo reconoce, al iniciar la cuarta parte
del Discurso del método, que su finalidad es exponer los
fundamentos de su metafísica. Es bueno recordar que
la palabra metafísica tiene dos sentidos: en un primer
sentido esta palabra suele aplicarse a lo alejado del mundo
sensible; pero hay un sentido más riguroso el cual hace
referencia a la ciencia del ser. La metafísica cartesiana
tiene que ver con este sentido. Dentro de esta metafísica
R
los dos puntos capitales son para Descartes Dios y el alma
O
humana, temas que él desarrollara en forma completa
AD
dentro de sus Meditaciones metafísicas, publicada en latín en
1641.
Este estudio se centrará fundamentalmente en la cuarta
RR
189
• Descubrimiento de la esencia espiritual del sujeto:
sustancia espiritual distinta de la sustancia extensa.
• La certeza del cogito como ilustración de la evidencia
(primera regla del método).
• Las pruebas de la existencia de Dios.
• Dios garantía y fundamento de la verdad de nuestras
ideas.
R
• Afirmación de la realidad del mundo externo;
O
esta afirmación es condición indispensable para la
AD
posibilidad de una ciencia física.
Se trata definitivamente en esta cuarta parte de plantear
las bases de una nueva filosofía, al mismo tiempo que
RR
190
engañan algunas veces, quise suponer que no hay cosa
alguna que fuese tal como ellos nos la presentan en la
imaginación”.132
• Los paralogismos o errores cometidos por falsos
razonamientos.
• La confusión posible entre lo que pensamos y
realizamos cuando estamos despiertos y lo que
pensamos y realizamos cuando estamos dormidos, es
R
decir, cuando soñamos.133
O
Meta o finalidad de la duda: en ningún caso la duda
cartesiana es duda escéptica. Se trata, al contrario, de
AD
una posibilidad permanente del sujeto que puede, frente
a ideas oscuras o confusas, suspender el juicio. La duda
cartesiana, como dice Jean Lacroix, “es la experiencia
RR
191
Otro ejemplo empírico que toma Descartes es el de que
hay hombres que se equivocan cuando tratan cuestiones
geométricas, porque cometen “paralogismos”.
El tercer ejemplo siempre empírico es: ”los mismos
pensamientos nos pueden venir cuando estamos
dormidos» –la época del psicoanálisis no ha llegado
todavía, y Descartes no conocía aún las teorías modernas
para explicar la naturaleza de los sueños–. La duda
R
cartesiana es racional, voluntaria y sistemática, pero su
O
naturaleza es de orden empírico.
AD
5.4. Características de la duda cartesiana
• Su duda es voluntaria: “Yo quise suponer…”
RR
192
• La duda es provisoria: una vez descubierto el principio
supremo de la “evidencia”, la duda va desapareciendo
por sí misma. “Habiendo notado –dice en Discurso IV
y Meditaciones III–, que no hay nada en esta afirmación:
‘Pienso, luego existo’, que me asegure que digo la
verdad, sino que veo claramente que para pensar es
menester existir, he juzgado que podía tomar como
regla general que las cosas que concebimos muy clara y
distintamente son todas verdaderas”.
R
• La duda cartesiana supone dos momentos: 1. El
O
reconocimiento del carácter incierto y problemático de
AD
los conocimientos a los cuales se refiere; y 2. La decisión
de suspender el asentimiento de tales conocimientos y
considerarlos provisionalmente como falsos. El primer
RR
193
la única absolutamente verdadera, pues la misma duda lo
confirma.
El cogito como principio, es decir, como proposición
inicial y fundamento de la metafísica, lo enuncia también
Descartes en los Principios: “Esta proposición, ‘pienso,
luego existo’ es la primera y la más segura que se presente
a quien sepa conducir en orden sus pensamientos”.136
R
La relación entre el cogito y la regla de la evidencia había
parecido problemática, incluso a los contemporáneos
O
de Descartes. Si el principio del cogito se acepta porque
AD
es evidente, la regla de la evidencia es anterior al mismo
cogito como fundamento de su validez; y la pretensión de
justificarla en virtud del cogito es ilusoria. Así, dice por
RR
Todo lo que piensa existe
Ahora bien, yo pienso
Luego, yo existo
Gassendi atribuye pues al “donc” (ergo) un valor causal.
Pero sobre este punto es Descartes mismo quien se
explica:
“Cuando nosotros nos percibimos como cosas que
piensan, tenemos una primera noción que no viene de
ningún silogismo; y cuando alguien dice ‘pienso, luego
existo’, ese tal no concluye su existencia bajo la fuerza del
194
silogismo, sino como algo conocido en sí: la ve por simple
inspección del espíritu”.137
Así pues, el cogito ergo sum no es una deducción, sino una
evidencia captada por la intuición. Descartes, en varias
ocasiones, afirmó decididamente el carácter intuitivo e
inmediato del cogito. Si la intuición se entiende aquí como
el acto con el cual la mente llega a ser transparente a sí
misma, la intuición primera y fundamental será aquella
con la cual llega a ser transparente a sí misma la existencia
R
de la mente, esto es, del sujeto que piensa. El cogito, como
O
evidencia existencial originaria, es la intuición existencial
AD
originaria del sujeto que piensa.
195
sustancia es un sujeto, que no es jamás atributo, es el
soporte esencial de los atributos. La sustancia es pues lo
que existe sin tener necesidad de otra cosa para existir.
La sustancia es lo que existe en sí y por sí. Definida así
no puede haber sino una sola sustancia, DIOS. Pero,
Descartes admite tres sustancias:
DIOS
EL ALMA (pensamiento)
R
EL CUERPO (extensión)
O
El filósofo francés distingue entre el plan de lo existente
AD
creado, y el plan de lo existente creador. Dentro del plan
de lo creado, pensamiento y extensión son dos sustancias
en el sentido de que ellas no tienen necesidad de otra
RR
196
decir: El YO, El ego, puede definirse de manera totalmente
independiente del cuerpo. Será más fácil conocer el alma
que el cuerpo, puesto que de ella tenemos conocimiento
directo, mientras que del cuerpo tenemos solo un
conocimiento mediato, es decir que supone una serie de
conocimientos anteriores a su aprehensión.
Ahora bien, la definición aristotélica de hombre era:
‘El hombre es un animal razonable’, es decir el hombre
era animal mas razón. En cambio, para Descartes, lo que
R
define al hombre es sólo el alma, no el compuesto alma-
O
cuerpo. Dicho de otro modo, no pertenece a la esencia
AD
del alma el estar unida al cuerpo. Así pues, el ejercicio del
pensamiento no estará ligado para Descartes a la existencia
corporal: los cuerpos aparecerán siempre más o menos,
RR
197
Hasta ahora, la única certeza que posee Descartes
es la existencia de sí mismo como “algo que piensa”.
Pero en su pensamiento se encuentran varias ideas. Se
le plantea entonces el problema de saber si a tales ideas
corresponden realidades exteriores a su pensamiento. Para
salir de la soledad del cogito tiene necesidad de encontrar la
idea que corresponda necesariamente a un ser fuera de su
yo: será esa la idea de Dios.
R
Por lo tanto, para comprender por qué Descartes
O
tenía razón de probar la existencia de Dios, es necesario
conocer un poco mejor la concepción cartesiana de las
AD
ideas. En primer lugar Descartes distingue tres géneros
de ideas –siendo definida la idea ‘como la imagen de una
RR
cosa’–. Veamos:
• Las ideas innatas, por ejemplo, el círculo, Meditación
III y Principios I.
BO
198
• La existencia objetiva: es la existencia del objeto al
interior del sujeto que lo piensa; por ejemplo, el Sol
en mí.
Ahora bien, la duda metódica excluía hasta ahora
la creencia en la existencia formal de los objetos
representados por todas las ideas, salvo una, el cogito.
Pero como la duda no se planteaba sobre la existencia
objetiva de las ideas, Descartes se encuentra frente a este
problema: tenemos ideas, la existencia objetiva de tales
R
ideas es indudable, ellas son el complemento directo del
O
cogito. ¿Será legítimo pasar de la existencia objetiva de
AD
tales ideas a la existencia formal de los objetos que ellas
representan? ¿Hay algo que autorice, por ejemplo, a creer
que la idea de Sol que hay en mí corresponde al Sol real
RR
199
no tendríamos ninguna razón que nos asegurase que ellas
tienen la perfección de ser verdaderas”.140
Descartes fundamenta la prueba de la existencia de
Dios en la idea de lo perfecto, siendo esta misma idea de
perfección la que permitirá en su filosofía discernir cuáles
son los atributos divinos. Para conocer la naturaleza
de Dios será suficiente con excluir de ella todas las
limitaciones experimentadas por nosotros, todas nuestras
R
imperfecciones. Pero si es verdad que nuestros defectos
O
nos distinguen de Dios, ellos sin embargo nos indican
que nosotros participamos de su naturaleza: nuestra
AD
voluntad que es infinita hará de nosotros seres semejantes
a Dios. Además, nuestras representaciones sensibles nos
RR
200
Por otra parte, no podemos atribuir jamás el error a Dios,
sino a la imperfección de nuestra naturaleza.
R
filósofos explican el error.
O
Para Descartes el error proviene de la diferencia que
existe entre nuestra voluntad y nuestro entendimiento:
AD
la voluntad que es infinita va más allá de los poderes del
entendimiento. Pero entendimiento y razón son sanos
siempre y cuando no vayan más allá de sus propios límites.
RR
201
al contrario, debe servir también como norma y guía
constante de las explicaciones racionales. En este punto
Pascal estará mucho más cerca de Galileo que Descartes.
La ciencia no será para él la mera deducción rigurosa de
los fenómenos gracias a unos pocos principios generales,
sino la investigación que parte de la experiencia para llegar
a los principios.
El otro límite de la razón en el campo de las ciencias,
R
según Pascal está determinado por la imposibilidad de
O
deducir los primeros principios que son fundamento del
razonamiento sin poder éste ni demostrarlos ni refutarlos.
AD
Pero volvamos al tema que nos ocupa: la diferente
manera de explicar la existencia de Dios formulada
RR
202
Dios mismo pone en el corazón, pero en todo caso, la fe
es diferente de la prueba: la prueba es humana, la fe es un
don de Dios.142
R
primera verdad, para salir del escepticismo. Si fallor sum,
es decir, si me equivoco es porque existo decía el filósofo
O
de Hipona. Pero como Descartes mismo afirmó143 San
AD
Agustín se sirvió del cogito con fines bien diferentes
a los suyos. En San Agustín el cogito se orientaba al
reconocimiento de la presencia trascendental de Dios en
RR
203
psicoanalítico tenemos el “cogito fálico” –según la expresión
de J. M. Auzias, en su libro Clefs pour le structuralisme.
Freud ha definido al hombre esencialmente como
deseo inconsciente, y en este sentido la representación
psicoanalítica del hombre es perfectamente anticartesiana.
Para Descartes el pensamiento inconsciente no era
pensamiento, pues éste no podía revelar al hombre su
propia existencia.
R
Podemos añadir el “cogito existencial” de Karl Jaspers:
O
Je choisis donc je suis, es decir, escojo, luego existo, que
hace énfasis en la libertad como determinante de la
AD
existencia humana. Para Jaspers la razón no es el único
medio para captar la existencia: ésta es ante todo libertad,
RR
204
aún más de la metafísica que sustenta dicho sistema. Hay
en él una preocupación central por mostrar la necesidad
de fundamentar la física en la metafísica.
En una de sus cartas a Mersenne (16 de abril de
1630) habla de los temas que al principio de su reflexión
atraparon poderosamente su atención, señalando que no
hubiera podido encontrar los principios de la física, sino
los hubiera buscado en la metafísica. Más tarde, en otra
de sus cartas a Mersenne (11 de noviembre de 1640) le
R
dice que sus trabajos de metafísica contienen todos los
O
principios de la física. Y en los Principios de la Filosofía
AD
confeccionados, según él, para favorecer la enseñanza
de la filosofía vuelve a insistir en ello al establecer una
comparación entre las diversas partes del saber y las de un
RR
205
La comparación es clara: si no puede haber fruto sin
tronco y ramas, y tronco y ramas sin raíces, de igual
manera no podría afirmarse la existencia de una física
general, o de otras ciencias, sin defender la necesidad de
una metafísica. Si es la raíz la que hace posible tanto el
árbol como el fruto, podría pensarse que la metafísica
haría posible la física y las otras ciencias, y por lo tanto,
que tratar de metafísica sería tratar de aquello que hace
R
posible el saber, negando al mismo tiempo a la física su
O
capacidad de autofundamentarse.
Desmond Clarke, en La filosofía de la ciencia de Descartes,
AD
ha estudiado cuidadosamente la evolución que siguió el
pensamiento cartesiano en relación con la derivación de
RR
206
principios son deducidos a priori, muy distinta a la que
se desarrolló a partir de Galileo. Es bueno sin embargo
señalar que durante casi un siglo, fue la física cartesiana
y no la Galileana la que se enseñaba y aceptaba en las
escuelas, sobre todo en Francia, donde el cartesianismo
tenía ondas raíces. Como bien lo ha mostrado Kuhn, no
se es fácil romper con los paradigmas.
Sea que Descartes hubiera tenido éxito o no en su
esfuerzo por derivar la física de la metafísica, lo que si
R
es cierto es que después de tres siglos de desarrollo de
O
la ciencia experimental, y a pesar de los extraordinarios
AD
conocimientos que el hombre ha logrado sobre la
constitución y evolución del universo físico, sigue
siendo muy difícil desterrar a la metafísica de la ciencia,
RR
207
y científica, son conscientes que los problemas filosóficos
que se derivan de la física, son los más difíciles de resolver,
y que la física y la metafísica siguen siendo dos disciplinas
complementarias, cuyo diálogo exigirían científicos con
formación filosófica y filósofos con formación científica.
R
O
AD
RR
BO
208
Isaac Newton ( 1642 - 1727)
Anexos
1
Epistemología y metafísica en la ciencia
newtoniana147
R
Según el famoso historiador de la ciencia
O
norteamericano, Bernard Cohen (1914-2003) “El
momento culminante de los siglo XVI y XVII fue el
AD
descubrimiento realizado por Isaac Newton de la Ley de
la gravitación universal”. Y en efecto, con una simple
ley Newton logró explicar los fenómenos físicos más
RR
1 2
= 2
G
Donde F es la fuerza. G es la constante que determina
la intensidad de la fuerza y que sería medida años más
tarde por Henry Cavendish en su célebre experimento de
la balanza de torsión, m1 y m2 son las masas de los dos
cuerpos que se atraen entre sí y r es la distancia entre
ambos cuerpos.
209
Introducción:
Fue Newton sin duda el más grande científico de todos
los tiempos, capaz con una sola fórmula matemática de
explicar todos los movimientos de los cuerpos celestes
y resolver los múltiples interrogantes que desde la
antigüedad los más grandes estudiosos del cosmos se
habían planteado sin encontrar una respuesta coherente.
Sus biógrafos nos dicen que Newton era un hombre
R
tímido, sobrio, desconfiado y desde muy niño apasionado
O
por las matemáticas y por la ciencia experimental.148
AD
Nos dicen también que los primeros desarrollos
científicos los hizo antes de los 25 años, si bien sus grandes
obras fueron escritas mucho más tarde. El mismo Newton
RR
210
Newton de 24 años, abandona Cambridge y se encierra
en Lincolnshire a leer y reflexionar. Logra en su mente
una gran síntesis sobre las teorías de Copérnico, Kepler
y Galileo, y descubre la ley de la gravitación universal,
aunque todos estos resultados sólo se verán muchos años
más tarde.
Lo más admirable en Newton –según sus biógrafos– es
su extraordinario poder de concentración, como él mismo
lo dijo alguna vez con estas palabras: “Yo conservo el sujeto
R
que me ocupa continuamente en mi mente en espera de que un día
O
al despertar el alba ella se transforme poco a poco en extraordinaria
AD
luz”. Silencioso, encerrado en su alcoba, sin comunicarse
casi con sus compañeros, es el tipo de un investigador
solitario.
RR
211
que nuestro científico fue también un hombre preocupado
por otros temas como la metafísica y las Escrituras, donde
no hay demostración experimental posible. Trataremos
de este asunto en el presente ensayo, presentado como
Ponencia en 1986 en el Seminario organizado por la
Universidad de Antioquia para conmemorar los 300 años
de la publicacón de los Principia. Ensayo que fue publicado
en las Memorias del Congreso.
R
Sin pretender haber leído y comprendido en su
O
totalidad las dos obras fundamentales de Newton, la
Óptica y los Principios matemáticos de la filosofía natural,
AD
vamos a esbozar algunas ideas sobre la filosofía que
subyace detrás de estas obras, tratando de fundamentar
RR
212
jamás encontrar respuesta definitiva mediante los métodos
de las ciencias experimentales. Un Newton que se atreve
a terminar su tercera versión de la Óptica (1717) con una
velada crítica a la metafísica trinitaria y a la corrupción
de la fe con la introducción del culto a los muertos (los
santos).
R
Muchas interpretaciones ha recibido la famosa frase de
O
Isaac Newton, Hypothesis non fingo, del “Escolio general de
AD
los Principia”, incluida sólo a partir de la segunda edición
de la obra, en 1713, donde dice lo siguiente:
Hasta el presente no he logrado descubrir la causa de esas
RR
213
ediciones de los Principia, hechas en vida del autor (1687,
1713 y 1726) han mostrado que no son idénticas; las
mayores diferencias se encuentran entre la primera y la
segunda edición.
El Escolio General aparece por primera vez en la
segunda edición. Se ha dificultado mucho el estudio
comparativo entre la primera y la segunda edición, por
la falta de ejemplares de la primera. Sólo se editaron de
R
250 a 300 libros, y ni las bibliotecas, ni los coleccionistas
O
particulares, quieren exponer al público un tesoro tan
valioso. La tarea se facilitó a partir de 1954, cuando la
AD
casa editora W. Dawson e Hijos, reeditó en reproducción
fotográfica la edición de 1687.
RR
214
se refieren todas al movimiento planetario, y según la
interpretación de Koyré, esto significa que en la primera
edición de los Principia, Newton se proponía ante todo
dar la prueba de la verdad de la hipótesis copernicano-
kepleriana del movimiento planetario. Prueba de ello
es que en la reunión de la Royal Society del 28 de abril
de 1686, el libro de Newton fue presentado como el
único que ofrecía la demostración matemática de la hipótesis
copernicana propuesta por Kepler.
R
La segunda hipótesis de la primera edición aparece en
O
la segunda como la regla fundamental de la filosofía; dice
AD
así: “Por consiguiente, debemos asignar tanto como sea
posible a los mismos efectos las mismas causas” (p. 657).
La tercera desaparece de los Principia y aparece como la
RR
215
Newton’s Principia, Newton colocó una serie de cuatro
hipótesis a continuación de las definiciones de fuerza
centrípeta, de la fuerza del cuerpo y de la resistencia. En
los Principia, aquellas hipótesis se convertirán en “Los
Axiomas sobre las Leyes del Movimiento”.
R
Podemos decir que en la primera versión de los
O
Principia las hipótesis son para Newton “los principios
AD
fundamentales de su sistema cosmológico”. Koyré señala
al respecto que estas hipótesis, en las cuales los principios
generales se asocian con los datos empíricos, no son
RR
216
sentido tan amplio que incluya los principios y los
axiomas que yo llamo las leyes del movimiento.
“Estos principios son deducidos de los fenómenos,
y se generalizan por la inducción, que es la más
alta evidencia que puede tener una proposición en
filosofía. Y el término hipótesis es empleado por mí
aquí solamente para designar una proposición que
no es ni un fenómeno, ni es deducida de ningún
fenómeno, sino sólo presumida o supuesta, sin
R
ninguna prueba experimental”.153
O
En la carta a Cotes, Newton añade otro párrafo, que
AD
aparecerá también en el Escolio General de la segunda
edición y en la Cuestión 24 de la edición latina de la
Óptica (cuestión 31 de la edición inglesa). En los Principia
RR
217
hipótesis no han de ser tenidas en cuenta en la
filosofía experimental”.154
El término hipótesis no es unívoco, se presta a una gama
de interpretaciones. Puede tomarse en primer lugar como
una conjetura cuyas implicaciones pueden ser internas,
como en el caso de las hipótesis que plantea Platón en su
Parménides, o en las peticiones de Arquímedes y de Euclides,
o bien pueden ser consecuencias externas, como en el
R
caso de las ciencias naturales. También puede significar
O
el término hipótesis un conjunto de proposiciones que
se postulan para deducir de ello consecuencias lógicas,
AD
como lo hacen los matemáticos. O puede emplearse
a la manera de los astrónomos ptolemaicos, quienes
RR
218
ptolemaica. Lo explica también al principio de su Nueva
Astronomía, que se titula precisamente “De la comparación
entre las hipótesis”. Es posible que las tres hipótesis
en conflicto, la de Tycho Brahe, la de Ptolomeo y la de
Copérnico, sean todas capaces de salvar los fenómenos, y
que desde el punto de vista puramente astronómico no
haya razón para escoger; sin embargo, Kepler se inclinó
siempre por la hipótesis heliocéntrica, como se atrevió
a expresarlo desde 1594 en el Discurso inaugural de su
R
cátedra de matemáticas, cuando dijo que el “sistema de
O
Copérnico era un tesoro de comprensión verdaderamente
divino del orden maravilloso del mundo y de todos los
AD
cuerpos que él contenía”. Galileo en sus “Consideraciones
sobre la opinión copernicana”, rechaza rotundamente la
equivalencia de las hipótesis; piensa que sólo una puede
RR
219
coincidiera con las experiencias; pues de esta manera
obtendremos para la vida tanta utilidad, como del
conocimiento de la verdad misma (…).156
La idea de que con hipótesis falsas se puede llegar a
conclusiones verdaderas la continúa Descartes así: “He
de adoptar aquí algunas hipótesis que consta son falsas;
más todavía, para explicar mejor los hechos naturales
buscaré sus causas aquí, más profundamente de lo que
R
estimo haber existido nunca”157. Expresión que nos deja
O
ver claramente el divorcio que había en su época entre la
teoría (es decir las hipótesis) y la verdad.
AD
Era bien conocida en la época de Newton esa
epistemología que llevaba a las ciencias a postular lo falso
RR
220
expresando con orgullo en su Escolio General: Hypotheses
non fingo, o dicho de otra manera: No utilizo ficciones y
proposiciones falsas como premisas explicativas.
Frente al problema de las hipótesis el pensamiento de
Newton evoluciona gradualmente. En la primera edición
de los Principia, el término hipótesis parece ser empleado
como proposiciones plausibles aunque no demostrables. En este
caso la palabra hipótesis tendría una significación bien
diferente a la que tendrá en el pensamiento de Descartes
R
y Leibniz, para quienes dicho término significaba ficción:
O
ficción gratuita y necesariamente falsa, concepción que
AD
implica un divorcio entre la ciencia y la realidad.
Para Newton era sin duda muy molesto seguir
llamando hipótesis a los hechos astronómicos que él
RR
221
de la cosmología aristotélica, otros piensan que se refiere a
las afirmaciones cartesianas. En efecto, Descartes deducía
la conservación del movimiento a partir de la inmovilidad
divina, pues la ley suprema del universo cartesiano es la
ley de la persistencia. Lo que Dios ha creado lo mantiene
en su ser. La cantidad de movimiento con el cual Dios
ha impulsado al mundo no puede aumentar ni disminuir,
permanece constante, como constante es la voluntad
R
divina. El movimiento en el universo cartesiano tiene
O
realidad propia. Es creado por Dios incluso antes de las
cosas158 Las hipótesis metafísicas de que habla Newton se
AD
pueden referir a todo menos a la existencia de Dios pues
para Newton, Dios no era una hipótesis, sino una certeza,
como trataremos de mostrarlo en la última parte de éste
RR
ensayo.
Con su rechazo a las hipótesis Newton está
BO
222
cuestiones a demostrar, (…) señalando las faltas y defectos
en las conclusiones derivadas de ellos, o bien, suministrar
otros experimentos que las contradigan directamente, si
es que pueden darse”.159
Newton desprecia las hipótesis de los cartesianos por
varias razones, en primer lugar por considerarlas incapaces
de explicar los fenómenos astronómicos, es decir, las leyes
de Kepler. En efecto, el último Escolio de libro II de los
Principia comienza así: “Es evidente que los planetas no
R
son transportados por vórtices corpóreos (...)” (p. 651),
O
y explica ampliamente el por qué de esta afirmación. Y
AD
el Escolio General lo empieza con estas palabras: “Las
hipótesis de los vórtices tropiezan con muchas dificultades
(...)” (p. 813). Sigue una larga explicación donde termina
RR
223
a su planteamiento sobre la inmovilidad del centro del
Sistema Solar, pues él se da cuenta de que no puede
probarla, y que sin duda hasta podría ser falsa.
En resumen podríamos decir lo siguiente: para
Newton las hipótesis son, o bien un medio para hacerse
entender, o un procedimiento heurístico que le ayuda a
establecer los experimentos necesarios para la deducción
de proposiciones generales. En la segunda versión de
R
los Principia, que es una obra perfectamente acabada,
O
sólo aparecen tres hipótesis (p. 640, 682, 755), pero en la
Óptica, obra abierta e inacabada, las hipótesis aparecen
AD
como algo necesario en el proceso de desarrollo de la
disciplina. Pero también en la Óptica, como sucedió en
RR
224
y de la gravedad; allí plantea cuestiones ontológicas
fundamentales acerca de la composición de la naturaleza,
a base de la materia pasiva y de principios activos no
materiales; se cuestiona sobre la intervención de Dios
en el mundo con una providencia constante, sobre la
naturaleza de las fuerzas operantes en las reacciones
químicas, y sobre el carácter cíclico del cosmos.
La mayoría de las hipótesis de la Óptica, como puede
verse en las “Cuestiones”, son intentos de aplicar el
R
método transdeductivo, es decir, partir de propiedades
O
inobservables, como lo expresa en la Tercera Regla del
AD
filosofar, susceptibles de llevar a proposiciones generales
pero que, por falta de suficientes experimentos, deben
quedarse al nivel de conjeturas. En su contexto concreto,
RR
225
alcanzan usando aquellas categorías, de las cuales surgen
los propios axiomas (p. 188, nota 340). Newton está
sin duda dando un paso liberador que lo distinguirá de
todos sus anteriores predecesores, apegados más o menos
al razonamiento hipotético. De Aristóteles a Leibniz,
pasando por Copérnico, Galileo y Kepler, ningún
constructor de ciencia o de métodos de investigación de
la naturaleza, estuvo libre de certezas a priori; se podría
R
tal vez excluir a Bacon de Verulam y sus seguidores más
O
cercanos, como Huygens y Hooke, pero ninguno de
ellos construyó un sistema tan perfecto y acabado como
AD
el construido por Newton. Así pues, Newton cumplía a
cabalidad con la exigencia baconiana de estar abiertos a
las cosas y evitar cualquier prejuicio. Pero además no se
RR
226
por lo tanto evidente que el investigador, al interrogar con
astucia y rigor la naturaleza para poder obtener respuestas
objetivas (en vez de limitarse a legalizar ídolos personales
y a hacer profecías autocumplidas), no puede estar libre
de especulaciones en múltiples y obligados puntos.160
R
las razones que llevaron a Newton a aumentar su Óptica
con una serie de cuestiones añadidas al tercer libro,
O
donde no tratan problemas ópticos, sino metodológicos,
AD
epistemológicos y metafísicos. Alexandre Koyré piensa
que se debe a la publicación del libro del Dr. George
Cleyne Philosophical principles of natural religion (Londres
RR
227
de Luces y Colores, en esta nueva edición latina del
mismo. A manera de preguntas ha explicado la
explosión de la pólvora y todas las operaciones
principales de la química. Ha mostrado que la luz
no es ni una comunicación de movimiento, ni
una presión. Se inclina a pensar que son cuerpos
diminutos proyectados. Ha explicado en estas
cuestiones la doble refracción en el cristal de
R
Islandia. Lo que dudaba era si debía poner la última
O
cuestión así: ¿De qué está lleno el espacio que está
vacío de cuerpos? La verdad plena es que piensa que
AD
Dios está omnipresente en el sentido literal. Y que,
así como nosotros somos sensibles a los objetos allí
donde sus imágenes son transportadas al interior
RR
228
afectadas constantemente por todo un sistema de diversas
fuerzas no materiales, atractivas y repulsivas.
Nos detendremos un poco en la cuestión 28, donde
explica en primer lugar cómo el plenum es imposible,
puesto que un espacio completamente lleno opondría
al movimiento una resistencia tan fuerte, que el mismo
movimiento resultaría imposible y desde hace tiempo
habría cesado. También habla de la imposibilidad física,
es decir astronómica, de que los espacios celestes estén
R
llenos de un éter extremadamente fino, raro y tenue, cuya
O
densidad podemos hacer tan pequeña como queramos, y
AD
concluye la cuestión así:
Para el rechazo de tal medio, disponemos de la
autoridad de aquellos de los más antiguos y célebres
RR
229
En un manuscrito redactado entre 1704 y 1706 sobre
las Cuestiones de la Óptica, Newton se preguntaba por
medio de qué actuaban los cuerpos a distancia unos sobre
otros; decía así:
“Los antiguos filósofos sostenían el vacío y los
átomos, y atribuían la gravedad a los átomos,
diciéndonos los medios sólo a través de figuras; así,
llamaban a Dios Armonía, presentándolo junto a la
R
materia como el Dios Pan y su flauta; o llamando
O
al Sol la prisión de Júpiter, puesto que mantiene
a los planetas en sus órbitas. De ahí parece haber
AD
nacido una antigua opinión, según la cual, la materia
depende de una deidad que orienta su movimiento
RR
y su existencia”.163
En 1706 Newton atribuía la gravedad a una causa
distinta de la materia, mientras que en 1717 añade el
BO
230
en el mundo. Influencia sin duda de H. More y de R.
Goodworth.
Sobre la concepción del espacio en Henry More
podemos encontrar un amplio estudio en Del Mundo
cerrado al Universo infinito de A. Koyré, cap. VI. Koyré
nos muestra allí que no sólo los filósofos compartían la
concepción del espacio de Henri More, sino también
Newton, lo cual resulta muy importante debido a la
influencia abrumadora e incontestable que tendrá este
R
científico en la ciencia y la filosofía posterior. Henry
O
More dice que “el primer método para probar las cosas no
AD
corpóreas debe basarse en (…) la demostración de cierto
(ser) inmóvil y extenso, distinto de la materia móvil, que
comúnmente se denomina Espacio o lugar interno”. En
RR
231
vacío y quizá también muchas otras substancias que
no son materia, y que ni son tangibles ni objeto de
ninguno de nuestros sentidos.167
En la cuestión 28 también esboza Newton otras
preguntas ¿De dónde surge que la naturaleza no haga nada
en vano, y de dónde todo ese orden y belleza que vemos
en el mundo? ¿Cuál es la finalidad de los cometas? ¿A qué
se debe que todos los planetas se muevan en la misma
R
dirección, en órbitas concéntricas muy excéntricas? ¿No
O
se sigue de los fenómenos, que hay un ser incorpóreo,
viviente, inteligente, omnipresente, que ve íntimamente
AD
las cosas mismas en el espacio infinito, como si fuera en su
sensorio, percibiéndolas plenamente y comprendiéndolas
RR
232
Newton tiene, pues, interés en reforzar el teísmo con
la imagen de un Dios básicamente omnipresente y
continuamente actuando providencialmente en el mundo.
Sabemos que la disputa Leibniz-Clarke se centraba en
esto: Leibniz acusa a Newton de mermar la omnisciencia
de Dios, y Clarke acusa a Leibniz de disminuir su infinito
poder.
Aparte del argumento teleológico, una de las vías
queridas de Newton para alcanzar la primera causa es la
R
que subraya el carácter contingente de la creación, y la
O
necesidad de la intervención divina en el mundo. Esto
AD
lo vemos especialmente en la cuestión 31 de la Óptica,
al referirse a la degeneración del movimiento y a la
necesidad del arreglo divino: “(…) Debido a la tenacidad
RR
233
Para Descartes y otros filósofos continentales, Dios
crea la materia, dotada del principio de inercia, y de una
cantidad dada de movimiento que se mantiene por un
principio de conservación; Dios resulta ser así un hábil
mecánico, capaz de producir una maquinaria perfecta.
Pero a su vez, Dios se convierte en una pieza del arsenal
filosófico, que cumple un trámite en un período remoto
y único, después del cual el sistema es autónomo, y así
R
no será necesario prestar más atención a la divinidad en
O
filosofía natural. Pascal, por ejemplo, criticó fuertemente
a Descartes por su concepción de Dios, la que encontraba
AD
muy cerca del ateísmo. Newton encontrará también
cercano al ateísmo el deísmo cartesiano. Su teoría de la
materia afirmará que ésta se encuentra dotada de un
RR
234
voluntarismo y providencialismo extremo una limitación
blasfema de la inteligencia de Dios, que sería incapaz de
hacer un mundo a derechas, como se lo comenta a Louis
Bourget en su carta de marzo de 1716, donde puede
verse que Newton y Leibniz trabajan con dinámicas
diferentes.172
A manera de conclusión
R
La filosofía natural de Newton, matemática y empírica,
O
no excluye de la trama del mundo y de la composición de
los cielos las fuerzas inmateriales. A lo único que renuncia
AD
es a la discusión de su naturaleza, y ocupándose de ellas
tan solo como causas de los efectos observables, las trata
–puesto que es una filosofía natural matemática– como
RR
235
Dios; y, ¿quién sería capaz de descubrir sus secretos planes
sobre el universo?
Como bien señala Koyré, Newton termina las
cuestiones de la Óptica como un platónico de los viejos
tiempos de Cambridge, al considerar que la verdadera
filosofía ha sido revelada y luego olvidada y corrompida,
lo cual explica sus frecuentes citas de los griegos, que
sin duda consideraba como lejanos resplandores en la
R
oscuridad de la caverna platónica.173 De la lectura atenta de
O
aquellas Cuestiones y del Escolio General de los Principia
se desprende que la meta última de la ciencia, según
AD
Newton, es llegar a la Causa Primera de todas las cosas,
causa que, dirá repetidas veces, no es ni mecánica ni física.
RR
236
llamadas virtudes cardinales y, en lugar de enseñar la
transmigración de las almas y adorar al Sol, la Luna
y los héroes muertos, nos habrían enseñado el culto
al Verdadero Autor y Benefactor, del mismo modo
que lo hicieron sus antecesores bajo el gobierno de
Noé y sus hijos antes de que se corrompiesen.174
R
O
AD
RR
BO
237
2
Grandes hitos en la historia de la astronomía
R
los primeros que debió adquirir el hombre para poder
O
sobrevivir. Empezó a practicarse no tanto como ciencia,
sino como una especie de fenomenología a la cual
AD
debía consagrársele mucha atención para poder vivir
mejor en una sociedad organizada y sometida al ciclo
de las estaciones. De ahí que en las culturas antiguas
RR
238
Cuenta la leyenda que en el País Vasco los campesinos
pronunciaban todas las noches la siguiente plegaria:
¡Santo Sol, no te olvides de llegar puntual mañana!
R
la vida, ha sido quizá el fenómeno celeste que ha dado
origen a mayor número de mitos, relatos y leyendas, y
O
se ha convertido en el inspirador de los artistas de ayer
AD
y de hoy. El Sol induce a pensar en el origen y el final
de las cosas, en la victoria cotidiana sobre las tinieblas y
las angustias de la noche. Sufre también sorprendentes
RR
239
En efecto, el Sol, con sus 696.200 kilómetros de radio,
situado a 150 millones de kilómetros de nosotros, posee una
masa 333 mil veces mayor que la de la Tierra y es capaz
de transformar cada segundo 500 millardos de toneladas de
hidrógeno en helio, y de perder cada año 20 millardos de
toneladas de masa; es, sin embargo, pequeñísimo comparado
con otras estrellas, como por ejemplo Betelgueuse; se
encuentra perdido entre millardos de estrellas, a 30.000
R
años luz del centro de la Vía Láctea (nuestra galaxia).
O
2.2. Mitos en torno al Sol y desarrollos
AD
astronómicos en Egipto y Mesopotamia
En la época paleolítica nuestros antepasados
RR
240
estaban en armonía. Los egipcios consideraban a sus
faraones soles, descendientes de Ra y de Horus.
Uno de sus mitos más famosos es el del Ojo de Ra.
Según la leyenda, Ra, que reina sobre la tierra, consulta
a los dioses y estos le informan de las rebeliones y
conspiraciones de los mortales. Decidido a castigarlos les
envía a la diosa–leona Sekhmet –La Poderosa–, que era
también su ojo –el ojo solar así personificado encarna el
poder destructor del astro–, quien enfurecida quiso acabar
R
con toda la humanidad. Fue necesario que el mismo Ra
O
interviniera emborrachándola hasta dormirla y calmar así
AD
su furor.
Los egipcios no sólo adoraron al Sol, sino que fueron
los primeros pueblos en desarrollar una asidua observación
RR
241
Los egipcios dividieron el año en 360 días agrupados en 36
semanas de 10 días (la base numérica egipcia era decimal)
y comenzaba con la aparición de Sirio, que marcaba el
inicio de las inundaciones del Nilo. A ellos se añadían cinco
días suplementarios, quedando fijado el año en 365 días
ya desde los tiempos de la construcción de las pirámides Al
observar que el orto helíaco de Sirio (primera aparición en el
amanecer después de permanecer invisible) se retrasaba un
R
día cada cuatro años, con lo que dejaba de coincidir su salida
O
con la crecida del Nilo, a partir del año -238 añadieron un
nuevo día cada cuatro años, deduciendo correctamente que el
AD
año duraba no 365 días sino 365,25. Son por lo tanto los
egipcios los creadores del año bisiesto.
RR
242
Calendrio solar egipcio
minutos y del minuto en sesenta segundos. Fueron ellos
los primeros en construir un reloj de sol. La observación
de las estrellas llevó a los astrónomos mesopotámicos a
percibir el recorrido aparente del Sol, de los planetas y de
las estrellas fijas por la bóveda celeste. Asociaron cada uno
de los planetas visibles a simple vista, es decir, Mercurio
(Nabu o Situ), Marte (Nergal), Venus (Ishtart o Astarté),
Júpiter (Marduk), Saturno (Kayamunu o Ninurta), el Sol
(Utu o Shamash) y la Luna (Sin o Nanna) a un dios, y su
R
nombre sirvió para designar cada día de la semana, la cual
se fijó en siete días.
O
AD
Son además los autores del Zodíaco177 que fue luego
reconocido por los griegos. El zodíaco está dividido en
doce signos que llevan los nombres de las constelaciones
RR
243
astrología, al establecer parangones entre la situación de
los cielos y los sucesos en la Tierra. Hacia el año -540 la
astrología llegó a su cenit en Babilonia, y dos siglos más
tarde se difundirá por Grecia y luego por el resto del
mundo.
R
Trátese de los mayas, los incas o los aztecas, todos estos
pueblos hicieron del Sol el más grande y el más temible de
O
sus dioses, a quien era necesario rendirle culto y ofrecerle
AD
sacrificios. Los incas consideraban además que sus
soberanos eran hijos del Sol y el pueblo era su servidor.
Las fiestas solares de los quechuas son famosas por sus
RR
244
Calendario maya
Cuarto Movimiento, también está en permanente peligro
de desaparecer, quizá por una hambruna. De ahí que ellos
pensaran en alimentar su energía con sacrificios humanos.
Parece ser este el origen de sacrificar niños y vírgenes en
honor del Quinto Sol, pensando retardar de esta manera
el fatídico día de la destrucción del Sol.
Los aztecas y los mayas fueron, por motivos religiosos,
infatigables observadores del cielo. Los aztecas calcularon
la revolución aparente de Venus y observaron el paso de
R
los cometas. Su año solar es de 365 días, dividido en 18
O
meses de 20 días cada uno, a los cuales se añaden cinco
AD
días más, considerados terriblemente nefastos. La famosa
Piedra Solar (1324–1521), hoy conservada en el Museo de
la Ciencia de ciudad de México, representa un calendario
RR
245
2.4. La astronomía en Asia Central, India y China
Con frecuencia se habla de los mongoles como
de pueblos bárbaros que con sus temibles caballos
arrasaban las civilizaciones. Sin embargo entre ellos
también hubo amantes de la ciencia y de la astronomía.
Como ejemplo podemos mencionar a Hulagu (1217-
1265), primer soberano mongol de Irán, quien después
de haber destruido a Bagdat hizo construir en 1229 un
R
grandioso observatorio al sur de Tabriz. Otro astrónomo
O
importante fue Olugbek (1394-1449), nieto de Tamerlán,
quien fuera a la vez astrónomo, matemático, historiador
AD
y poeta. A él se le debe la construcción del observatorio
de Samarkanda, en donde reúne a varios matemáticos
RR
246
principales la elaboración de calendarios y el registro de
eventos importantes, como la explosión de supernovas,
predicción de eclipses y aparición de cometas. Según
escritos de los misioneros que visitaron China en el siglo
XVII, los registros de las observaciones astronómicas
datan desde el año –4.000, lo cual es por su puesto
imposible, dado que la escritura china aparece hasta el
siglo –XVIII. Las que merecen mayor crédito provienen
del año -400 en adelante. Entre los grandes desarrollos
R
de la astronomía china merecen mención especial los
O
registros del paso del cometa Halley en los años -240 y
–164.
AD
247
El astrónomo Shi Shen (siglo –II) realizó un catálogo
estelar que contenía información de 809 estrellas. También
se dieron cuenta los astrónomos chinos de que la cola de
los cometas apuntaba siempre en dirección contraria a
la posición del Sol. Fueron además los inventores de la
brújula hacia el siglo –II. Los chinos dividieron el Ecuador
Celeste en 28 Casas, y su número de constelaciones
ascendía a 284. El Año Nuevo chino se inicia el día de
R
la primera luna nueva después de que el Sol entra en la
O
constelación de Acuario.
La cosmología china se debate entre dos concepciones:
AD
la de Hun Thien, de un Universo esférico, sustentada por
los confucionistas, y la de Hsuan Yeh, de un Universo sin
RR
248
En la época clásica los indios entran en contacto con
Grecia y Babilonia, y descubren el desplazamiento de
los equinoccios179 y de los solsticios y empiezan el uso
de gnomon y de la esfera armilar. Ariabhatta (476-550),
quien era a su vez matemático y astrónomo, enseñaría que
la rotación de los cielos era un fenómeno aparente, debido
sin duda a la rotación de la Tierra sobre ella misma.
Delhi fue uno de los más grandes centros astronómicos
del oriente; allí se construyó en el siglo XVIII un gran
R
observatorio. Pero mucho antes, en el siglo XIII, se
O
había construido en Jaipur uno de los cinco más grandes
observatorios del mundo conocido en dicha época.
AD
Grecia
Grecia es la cuna de todas las ciencias, y naturalmente
fue allí donde empezó a desarrollarse lo que ahora
BO
249
En la escuela de Mileto (siglo VI d. C.) empezó a
desarrollarse una interrogación cuidadosa sobre todos los
fenómenos del universo, tratando de encontrar respuestas
racionales más que mitológicas. En esta escuela sobresalen
Tales, Anaximandro y Anaxímenes.
Tales desarrolló su astronomía muy semejante a la
de los egipcios; por ejemplo, pensaba que el elemento
primordial de todo el universo era el agua, y que la Tierra
R
flotaba sobre el Océano. Siempre se lo ha considerado
O
formando parte del elenco de los siete sabios de Grecia
(junto a Bias, Solón, Quilón, Plitaco, Cléobulo y
AD
Periandro). Según Platón, tenía los atributos de un sabio
distraído, ya que se habría caído en un pozo por andar
RR
250
Platón (-428/-347) concibió el mundo como la obra
del Demiurgo, gran dios artesano racional y matemático
quien habría construido el cosmos sobre principios
geométricos. El Demiurgo toma el caos primitivo lleno
de materia informe y construye con ella el cosmos,
imponiéndole un plan racional. No se trata de crear de
la nada, como en el relato judeo-cristiano de la creación,
puesto que los materiales ya están presentes y poseen
propiedades sobre las que el Demiurgo no tiene control;
R
por lo tanto el Demiurgo no es omnipotente, pero sí se
O
trata de un ser exterior y distinto al cosmos. Platón es el
primero en formular la idea de que los astros se encuentran
AD
distribuidos en el cielo en órbitas concéntricas. Dice
así: “El Sol, La Luna y las otras cinco estrellas, a las que
damos el nombre de errantes, han nacido para definir los
RR
251
El planteamiento de las órbitas, será más tarde
continuado por Eudoxo (-408 / -355), quien supone
que la Tierra permanece inmóvil en el centro, y el Sol y
los otros planetas son formas esféricas que ejecutan sus
movimientos circulares alrededor de ella. Para explicar
el movimiento de los cuerpos celestes imagina una serie
de esferas de cristal: tres esferas para el Sol y la Luna y
cuatro para cada uno de los cinco planetas. Con éstas 26
R
esferas pretende explicar los retardos y los bucles de sus
O
movimientos retrógrados, al igual que los movimientos
oblicuos a lo largo de la eclíptica. No es esto todavía un
AD
modelo astronómico, sino únicamente la perspectiva de
quien desea sólo comprender lo que observa.
RR
252
Aristarco de Samos (-310/-
230) es uno de los más famosos
astrónomos griegos. Ptolomeo
en el Almagesto lo señala como
un concienzudo observador de
los solsticios y equinoccios, y le
atribuye haber explicado estos
fenómenos por el movimiento
de la Tierra alrededor del Sol,
R
como también haber deducido
O
que era necesario que la órbita
de la Tierra estuviera inclinada para explicar los cambios
AD
de estaciones. Arquímedes en el Arenario se refiere a él en
estos términos:
RR
253
uno de los más grandes astrónomos griegos. Sus aportes a
la astronomía podrían resumirse así:
Fue uno de los primeros en promulgar la teoría
heliocéntrica.
Comenzó a medir la distancia y comparar los tamaños
relativos en la cosmología utilizando la trigonometría.
Explicó los movimientos de rotación y traslación
R
terrestre.
O
Dedujo que la órbita de la Tierra se encontraba
AD
inclinada.
Amplió el tamaño del universo conocido, aunque con
un gran margen de error ya que calculó que el Sol era
RR
254
que sirvió a Ptolomeo para
elaborar su propio catálogo.
Hiparco también calculó la
duración del año con una
precisión de 6,5 minutos;
calculó la distancia a la Luna
basándose en la observación
de un eclipse el 14 de marzo
de –190; su cálculo fue entre
R
59 y 67 radios terrestres,
O
que está muy cerca del real
(60 radios). Desarrolló un
AD
modelo teórico del movimiento de la Luna basado en
epiciclos. Rechazó la idea heliocéntrica de Aristarco de
Samos, lo que sin duda tuvo influencia sobre Ptolomeo.
RR
255
encuentran los cinco postulados fundamentales que
concordaban muy bien con el aristotelismo y que eran
aceptados por los filósofos sin preocuparse por sus enredos
matemáticos, geométricos y astronómicos. Podemos
resumir los postulados fundamentales de Ptolomeo así:
1. El cielo tiene forma esférica y se mueve como una
esfera.
R
2. La Tierra está en medio de todo el cielo como en un
centro.
O
3. La Tierra, por su figura y tomada en la totalidad de sus
AD
partes, es sencillamente esferoide.
4. Por su tamaño y distancia a la esfera de las estrellas fijas
RR
sólo es un punto.
5. No tiene rotación ni traslación.181
BO
256
la decadencia de los estudios griegos y de la entrada de
occidente en una fase de oscurantismo científico, durante
los siglos IX a XV continuaron con las investigaciones
astronómicas de los griegos, ofreciéndonos un
importante legado: tradujeron el Almagesto; nombraron y
catalogaron muchas estrellas con nombres que se utilizan
aún -Aldebarán, Rigel, Deneb– entre otras. Dentro de
los astrónomos árabes más destacados se encuentran Al
Batani (858-929), Al Sufi (903-986) y Al Farghani (siglo
R
IX). Este último es considerado una autoridad en el
O
Sistema Solar. Calculó que la distancia a Saturno era de
130 millones de kilómetros, aunque su distancia es 11
AD
veces mayor; este es un cálculo importante para la época.182
RR
257
Nicolás Copérnico resume en su famosa obra
Sobre las revoluciones de los orbes celestes (1543) los grandes
principios que darían el golpe final al sistema geocéntrico
e inaugurarían el heliocéntrico. En los seis libros de su
obra desarrolla puntos muy importantes que determinarán
el futuro progreso de la astronomía; entre otros señala los
siguientes: la demostración de la esfericidad de la Tierra
y del triple movimiento que la anima; la definición de la
R
esfera celeste y los teoremas sobre los triángulos esféricos;
O
una enumeración de las constelaciones, la definición del
día y su duración y un comentario sobre el movimiento y
AD
desaparición de las estrellas. Ya desde el segundo capítulo
aparece su grande y revolucionaria hipótesis: “En medio
de todo reposa el sol”. Su argumento es casi poético; él se
RR
258
(hoy 1,9); en cuarto lugar está la Tierra, cuya revolución
es de un año; viene en quinto lugar Venus, que vuelve
al punto de partida en nueve meses (hoy 225 días); y en
sexto lugar viene Mercurio, que se mueve en un espacio
de ochenta días (hoy se calcula en 88 días).
La obra de Copérnico no era fácil de asimilar, ya
que ella contradecía no sólo el sistema ptolemaico,
sino fundamentalmente la teoría física elaborada por
Aristóteles, la cual había sido admitida por la Iglesia y
R
aceptada como dogma irrefutable durante casi 25 siglos.
O
Así pues, el heliocentrismo defendido por Copérnico
AD
sólo empieza a tomarse en serio a partir del 1610 gracias
a los descubrimientos hechos por Galileo con su famoso
catalejo (primer telescopio); se empieza entonces a
RR
259
muestran en primer lugar que no hay dos naturalezas,
sino una sola; las montañas en la Luna y las manchas en
el Sol le hacen comprender que en los astros puede haber
también generación y corrupción, como sucede en la
Tierra; que los cuerpos celestes no eran bolas de cristal
perfectísimas como las imaginaba Aristóteles, y que en
el universo podía haber varios centros, o, quizá, como
lo planteaba Giordano Bruno, que cada punto se podía
R
tomar como centro. Con Galileo se reafirma el sistema
O
heliocéntrico ideado por Copérnico, pero la batalla no
fue fácil de librar, porque a los hombres del siglo XVII les
AD
era muy difícil aceptar que su planeta, la Tierra, dejara de
tener un sitio privilegiado en ese Cosmos que desde los
griegos, especialmente desde Pitágoras, era sinónimo de
RR
260
Johannes Kepler (1571-1670) ofrecerá un gran
aporte en relación con la comprensión del movimiento
de los cuerpos celestes, gracias, sin duda, a las cuidadosas
observaciones de Tycho Brahe (1546-1601). Con sus tres
famosas leyes sobre el movimiento elíptico, expuestas en
La Nueva Astronomía (1609) y La Armonía del mundo (1619),
romperá Kepler no sólo con la idea del movimiento
circular, mantenido como un dogma desde Pitágoras, sino
también con los enmarañados epiciclos inventados por
R
Ptolomeo y explicados con cálculos matemáticos bastante
O
precisos, para dar cuenta del movimiento retrógrado de
los planetas. Con el trabajo de Kepler, considerado el
AD
fundador de la cosmología moderna, se logró elaborar
una explicación coherente sobre el verdadero sentido
del movimiento planetario, lo cual, unido a la lucha
RR
261
además los trabajos que antes habían realizado ya Galileo y
Kepler, a quienes consideraba como los dos gigantes sobre
los cuales él se paseaba y le habían permitido llegar tan
lejos. La idea fundamental y revolucionaria de Newton
es que la misma fuerza regula todos los movimientos del
universo, trátese de una manzana que cae del árbol o de
un planeta que se desplaza alrededor del Sol. Newton
formula así su ley: La atracción entre dos cuerpos es
R
directamente proporcional a sus masas e inversamente
O
proporcional al cuadrado de la distancia que los separa, lo
cual expresado matemáticamente da la fórmula siguiente:
AD
m1 m2
F =G ,
d2
RR
262
Christian Huygens (1629-1695), gran astrónomo del
siglo XVII que recibió la herencia newtoniana, vivió en la
Holanda liberal y tolerante de aquella época. Allí se dio
albergue a los filósofos Descartes, Spinoza y Locke. Se
ofreció además asilo a Galileo, después de ser condenado
por el tribunal de la inquisición, ofrecimiento que él no
aceptó por su avanzada edad. En Holanda el tema de
investigación por aquella época era la luz, y en este campo
se hicieron grandes aportes. El físico Snell estudió las leyes
R
de la refracción, Zacharias Jansen inventó el microscopio
O
y Huygens elaboró la teoría ondulatoria de la luz. Son los
holandeses también los inventores del telescopio, aunque
AD
el haberlo adaptado para mirar al cielo se le debe a Galileo.
Huygens construyó un telescopio de cinco metros
RR
263
grande del Sistema Solar. Siguiendo los apuntes dejados
por Galileo sobre el péndulo, Huygens descubrió las
leyes del mismo y elaboró el primer reloj de péndulo,
como también cronómetros que ayudaron a perfeccionar
el estudio de las longitudes y con estas el arte de la
navegación.185
El ciclo abierto por Newton se cierra con una
espléndida serie de trabajos que se sitúan entre las
R
matemáticas y la astronomía, como son, entre otras, la
O
Mecánica analítica (1787) de Lagrange, y la Mecánica celeste
(1825) de Laplace. Entre 1750 y 1850 se acumularon las
AD
más convincentes verificaciones de la mecánica celeste.
Una de estas se produjo en el sector de los cometas. Figura
RR
un período de 76 años.
Poco a poco los astrónomos fueron descubriendo
también muchos satélites que orbitaban alrededor de
cada planeta. Como ya se dijo, en 1665 Huygens, que
había podido identificar los anillos de Saturno, descubrió
también su más grande satélite: Titán. Herschel, el
descubridor de Urano en 1781 y de sus satélites, hizo otro
sorprendente descubrimiento, a saber: que todo el Sistema
Solar se desplazaba en dirección de la constelación de
Hércules; estudió además las nebulosas y se dio cuenta de
que eran inmensos conjuntos de estrellas.
Pero según los estudiosos de la astronomía y su
desarrollo, la empresa más formidable de la mecánica
264
celeste fue el descubrimiento del planeta Neptuno,
considerado como el acontecimiento más sensacional
del siglo XIX. Urbain Le Verrier (1811-1877) y otros
matemáticos dedujeron que debía existir un planeta que
alteraba los movimientos de Urano. Le Verrier calculó
matemáticamente su posición, y el 23 de septiembre
de 1846 el astrónomo Galle, director del Observatorio
Astronómico de Berlín, centró el astro con su potente
telescopio. Era esta la prueba más prodigiosa de la ley de la
R
gravitación universal.
O
En 1849 entra a formar parte del estudio del cielo
AD
la técnica fotográfica, y ahora no sólo el ojo humano
podía ver cosas maravillosas a través del telescopio, sino
eternizarlas en una placa fotográfica. Entre 1877 y 1881
RR
265
aceptó además una creada por Tycho Brahe en 1600, once
creadas por Johanes Bayer en 1603, once creadas por
Johannes Hevelius en 1687, quince creadas por Nicolás
de Lacaille en 1752; las tres constelaciones restantes son
Popa, Quilla y Vela, que constituyeron el antiguo navío
Argos en el Almagesto de Ptolomeo.
En 1930 se ideó el telescopio Schmidt de alta
luminosidad, uno de cuyos principales ejemplares se
R
encuentra en el Monte Palomar. La astronomía amplía
O
enormemente su propio territorio, pudiendo empezar
a establecer la estructura de la Vía Láctea y de otras
AD
galaxias. Por esta fecha ya se tiene una idea muy amplia
del universo observable. Se sabe entonces que el sistema
RR
266
La espectroscopia llevó al descubrimiento de
las estrellas dobles. La radioastronomía, que venía
desarrollándose, podríamos decir, desde que Herz hizo sus
célebres exposiciones sobre las ondas electromagnéticas,
se desarrolló a partir de 1942, pudiéndose entonces captar
radioondas procedentes del Sol, de otras estrellas y de
lejanas galaxias.
La navegación espacial, que puso al primer ser humano
en el espacio en 1961 y al primer hombre en la Luna
R
en 1969, envió en 1976 los dos famosos –Viajeros Uno y
O
Dos–, errantes vagabundos del espacio destinados a visitar
AD
los más lejanos planetas. Ellos nos enviaron en 1980
magníficas fotografías de Saturno, a través de las cuales se
pudo comprender la complejidad de su sistema de anillos.
RR
267
indagan como objeto del más amplio interés científico, y
que eran completamente desconocidos hasta hace apenas
unos 35 años: los quásares, el pulsar, las radiaciones “x”
y “gamma”, de origen cósmico, las ondas de radio que
con distintas longitudes atraviesan el espacio observable,
las moléculas de materia interestelar, las fuentes de
radiaciones infrarrojas, etc.
Otro tema que apasionó a los astrónomos durante el
R
siglo XX fue el origen del universo. Hasta los años 20 se
O
pensaba que el universo consistía sólo en lo que hoy se
conoce como Vía Láctea, y que era esencialmente eterno
AD
e inmutable. Las estrellas individuales podían seguir sus
ciclos vitales y morir, pero otras nuevas nacerían para
RR
268
Einstein que describían modelos diferentes del universo,
pero todas con tendencia intrínseca a evolucionar.
Con los trabajos de Edwin Hubble y de otros
observadores se empezó a clarificar, hacia los años 20, la
relevancia de aquellos modelos cosmológicos. Se descubre
no sólo que nuestra Vía Láctea es a penas una galaxia más
entre millardos de otras, sino que las galaxias se alejan
unas de otras a medida que el universo se expande. Es
entonces cuando se empieza a comprender que el modelo
R
cosmológico más sencillo basado en las ecuaciones de
O
Einstein, sin la constante cosmológica, era una buena
AD
descripción del comportamiento del universo en general.
Entre los años 30 y 40 los cosmólogos empiezan a digerir
estos planteamientos, cuya consecuencia más importante
RR
269
fuego del universo primitivo podían haber convertido el
hidrógeno en helio, lo que explicaba las proporciones de
estos elementos en estrellas muy jóvenes, y predecían la
existencia de la radiación de fondo. Poco a poco se van
aclarando miles de interrogantes que va planteando la
teoría del universo en expansión, como también la idea
de que este universo debió tener un origen posible en el
tiempo, hasta llegar a la primavera de 1992, cuando los
R
astrónomos de la NASA anunciaron los resultados de las
O
observaciones de la radiación cósmica de fondo realizadas
por el satélite COBE, observaciones que llevaron a los
AD
cosmólogos a comprender que el universo tal como lo
conocemos ha evolucionado a partir de un estado muy
caliente y muy denso, el Big Bang.188
RR
270
Sobre el apsionante teme del origen del tiempo
nada mejor por ahora. que el libro de Ilya Prigogine El
nacimiento del tiempo (2012), cuya síntesis nos la ofrece el
editor con estas palabras:
“El nacimiento del tiempo, responde a preguntas
tan trascendentales como: ¿tiene el tiempo un
«principio»? ¿Cómo apareció el tiempo en el
universo? ¿Qué es la irreversibilidad? Y también,
¿cuál es el futuro de nuestro universo? Precedidos
R
por una larga entrevista introductoria, que tiene
O
el valor de una pequeña autobiografía científica,
AD
se recogen aquí dos conferencias recientes de IIya
Prigogine sobre uno de los temas centrales de su
investigación científica: el tiempo, ya que sobre
RR
la copernicana.
“Afirma Prigogine: «En cierto modo, Einstein se ha
convertido, contra su voluntad, en el Darwin de la
física. Darwin nos ha enseñado que el hombre está
sumergido en la evolución biológica; Einstein nos ha
enseñado que estamos sumergidos en un universo
en evolución». Lo que ha entrado en crisis es, pues,
el punto de vista atemporal de la física clásica que
rechazaba la irreversibilidad como «ilusión» y,
como tal, no permitía la investigación científica. El
alcance de los problemas que implican esta ruptura
epistemológica es enorme, y no atañen tan sólo a
271
la física, sino también a la biología, la química, la
ecología, la cosmología y la situación misma del
hombre en el universo”190.
En fin, tantos misterios y tantas cosas ofrece todavía
el universo para que las mentes más inquietas sigan
indagando. La astronomía quiere cada día ir más al fondo
de los fenómenos, para ver si logramos al fin comprender
cómo surgió y se desarrolló este maravilloso universo y
R
qué será de esta, nuestra nave esferoidal, que nos conduce
O
por los caminos del cosmos.
AD
El gran desarrollo de la astronomía en los últimos
decenios ha llevado a que muchos países se interesen por
promover el estudio de esta ciencia desde los primeros
RR
272
también la creatividad, porque su ejercicio necesita del
apoyo de instrumentos que fácilmente pueden ser hechos
por el observador. Y en fin, estos estudios despiertan
siempre gran interés en la juventud, especialmente en
aquellos jóvenes más inquietos intelectualmente y con
mayor curiosidad científica.
Es fundamental que desde los primeros años de su
formación intelectual el niño empiece a comprender
la complejidad del universo, al mismo tiempo que su
R
maravillosa vastedad. Desde la primaria el niño puede ir
O
desarrollando lo que hoy suele llamarse una “conciencia
AD
cósmica”.
RR
BO
273
3
Dogmas y mentiras de la astrología
R
no de la conjunción de todos los charlatanes. Ved ese rey y ese
O
pastor. Ambos nacieron bajo el mismo planeta. Sin embargo,
uno lleva cetro y otro cayado. ¿Quién es ese Júpiter? Un
AD
cuerpo sin conocimiento ¿Cómo podría tener influencia
sobre nosotros? ¿Cómo podría actuar diferentemente sobre
RR
274
ejemplo los Eclipses, y la astrología judicial, o individual,
que predecía lo relativo a la vida individual de los hombres.
¿De dónde nació la astrología? Sin duda que se originó
del hecho evidente que vemos cada día, es decir, que
muchos fenómenos terrestres dependen de los astros, por
ejemplo: la luz, el calor y la vida nos vienen del sol.
Los meteoros de nuestra atmósfera –tormentas, rayos,
arco iris, estrellas fugaces–, se confundieron durante
R
mucho tiempo con los fenómenos propiamente celestes
como eclipses, cometas, nuevas estrellas, etc., que poco
O
a poco fueron engendrando un supersticioso terror y
AD
llevaron a considerar el cielo como escenario de poderes
extraordinarios.
Las estaciones –primavera, verano, otoño e invierno–,
RR
275
La astrología tiene una larga historia. Floreció en
Mesopotamia, al servicio exclusivo del Estado, se vulgarizó
en Grecia y aprovechó los progresos de la Astronomía con
Ptolomeo, quien le dará su forma canónica en su famosa
obra Tetrabiblos.191 Esta obra tuvo gran difusión en el
Imperio Romano.
En la Edad Media, aunque fuertemente criticada por
la Iglesia, especialmente por San Agustín,192 la astrología
R
floreció bastante. Su fuerza en occidente empezó a partir
O
del siglo XI, cuando casi todos los reyes y príncipes
tenían astrólogos particulares. Entre los más famosos
AD
podemos mencionar a Galeotti, el astrólogo de Luis XI, a
Pugieri, consejero y astrólogo de Catalina de Médicis, y a
RR
276
humanidad.193 Cada cuarteto puede interpretarse de mil
maneras, pues para el desarrollo de los acontecimientos
que predice no da fechas ni lugares precisos. Habla por
ejemplo de “La ciudad de las siete colinas”, que podría ser
París, Roma, Jerusalén, Saigón o New York.
En el siglo XVII hombres de Ciencia como Galileo,
Kepler y Newton descubrieron las grandes leyes que rigen
el movimiento planetario y mostraron que los planetas
no eran cuerpos caprichosos, sino masas en movimiento
R
dentro del campo gravitatorio del Sol. Aunque es cierto
O
que algunos de estos hombres, Kepler y Tycho Brahe, por
AD
ejemplo, hicieron horóscopos por necesidad, ellos estaban
bien convencidos de que tales predicciones no tenían
ningún valor. Kepler mismo dice: “La Astrología es una
RR
277
A partir del siglo XVIII la astrología cae cada vez más
en desprestigio, pero no podemos negar que aún hoy día
se publican miles de artículos en revistas y periódicos y los
astrólogos siguen sacando provecho de la ignorancia que
sobre temas propiamente astronómicos tiene la mayoría
de la gente.
La astrología lleva la marca de aquellos siglos en los que
se creía que la Tierra era el centro del universo, y donde
R
el hombre pensaba que los astros habían sido creados
O
para él y dispuestos a su servicio. Los consideraban dioses
que precedían su nacimiento y dirigían su destino. La
AD
astrología implica politeísmo.
Trataremos de mostrar el valor de la astrología a través
RR
de unas preguntas:
BO
278
¿Qué significan los signos del zodiaco?
Nada, absolutamente nada. Fueron los Babilonios
los primeros en observar que el Sol salía cada mes en
una constelación distinta, le dieron caprichosamente
nombres a estas constelaciones, nombres que nos llegaron
a través de los griegos. Pero hoy sabemos que debido a
la precesión de los equinoccios, la situación del Sol en
los diferentes signos del Zodiaco varía con el correr de lo
siglos. El Primer punto Aries varía de posición debido a la
R
Precesión de los equinoccios.
O
Equinoccios: 21 de marzo y 22 de septiembre: días y
AD
noches iguales.
Precesión: Es el movimiento aparente de los polos
celestes originado por la acción gravitatoria de la Luna y
RR
279
¿Existe alguna relación entre el nombre del
planeta el planeta mismo?
Ninguna... ninguna. Los nombres de los planetas se
remontan a los griegos y romanos, quienes les dieron
nombres relacionados con sus divinidades, pero que
nada tienen que ver con ellas. Así pues Saturno no es
maligno, ni Marte Guerrero, ni Venus amoroso, ni Júpiter
regio. Chinos, Mesopotamios, Egipcios y los pueblos de
R
América precolombina, les dieron otros nombres y les
O
atribuyeron otras virtudes.
AD
Decir por ejemplo que el Sol es macho y que la Luna
es hembra no significaría nada para los alemanes, pues en
su lengua Sol es palabra femenina (Die Sunne) y la Luna
RR
280
El hombre inteligente que cree en la astrología es
algo así como un enfermo cardiaco que no puede dejar
de fumar a escondidas de su médico. Puede suceder, por
ejemplo, que haya médicos que consulten a los astros para
ver cuál sería la mejor hora para realizar una operación,
pero para fortuna de todos los pacientes éste médico, en el
momento de realizar su operación, acudirá sin duda a sus
conocimientos y no al consejo de las estrellas –a menos así
lo esperan quienes acuden a sus cuidados–.
R
O
¿Por qué los periódicos y revistas publican
AD
horóscopos diariamente?
Esta pregunta no necesita respuesta. Sabemos todos
muy bien que es necesario atraer a los clientes y estas
RR
materias.
281
responsable de su propia elección. Antes de acudir al
adivino o al astrólogo deberíamos acudir a nuestra propia
conciencia para saber qué es lo que mejor nos conviene.
El destino no está escrito delante de nosotros, el destino
lo escribe cada uno en cada instante de su existencia.
La idea fundamental de la astrología es que la posición
de los astros en el preciso momento del nacimiento
influye definitivamente en el carácter y en el destino del
R
hombre. La figura del cielo en ese instante en un lugar
O
y en una latitud dada, es lo que llaman horóscopo de
nacimiento. Pero lo más curioso es que muchos de esos
AD
horóscopos se basan en datos antiguos, cuando aún no se
habían descubierto muchos fenómenos celestes y cuando
RR
282
Por otra parte, ¿qué se quiere significar cuando se dice
que el Sol está en Leo? Sencillamente que por efecto de
perspectiva, el Sol pasa delante de Leo, cuyas estrellas se
encuentran, ya lo dijimos, a miles de años luz del Sol.
Las predicciones astrológicas pueden ser vagas y
precisas. La mayoría generalmente son vagas. Así, un
astrólogo nos dirá, por ejemplo –usted verá realizados
sus deseos sentimentales a mediados del mes de enero–.
Y ¿por qué no podría cumplirse? Así como en el mes
R
de enero habrá por lo menos un día de Sol, usted podrá
O
tener al menos un momento de entendimiento con su
AD
amigo, su amante o su esposa. Las predicciones vagas
pueden realizarse siempre, aunque quien las prediga no
sea adivino o astrólogo.
RR
283
predicción fue tan precisa como mentirosa, pues después
de nueve meses de la famosa predicción, en julio de 1552,
el joven rey murió.
Otro desastre de las predicciones astrológicas famosas
se sitúa en 1499, cuando Johannes Stöfler predijo un
segundo diluvio universal para Europa, diluvio que
acaecería en 1524. Gran pánico se apoderó de todos los
habitantes del Reino del gran Emperador Romano Carlos
R
V, pero de nada les sirvió angustiarse –el año 1524 fue
O
célebre no por el agua, sino por la sequía–.
AD
Con frecuencia oímos a mucha gente decir que el
horóscopo les encaja perfectamente. Esto se explica
porque no hay nada mas vago que un horóscopo; alguien
RR
284
El psicólogo francés L.H. Courdec hizo otro
experimento similar en 1964. Se anunció como astrólogo
y a todos los que escribieron les envió un horóscopo.
Posteriormente 200 personas le respondieron felicitándole
por su extraordinaria clarividencia. La verdad era que a
todos les había enviado el mismo horóscopo.
Hoy día los astrólogos del mundo entero y en general
todos lo científicos combaten la astrología. En 1975,
por ejemplo, 186 hombres de ciencia, entre ellos 18
R
ganadores del premio Nobel, declararon públicamente
O
que había llegado el momento de refutar vigorosamente
AD
las afirmaciones de los charlatanes de la astrología.
Pero a pesar de todo, la astrología sigue siendo un
hecho alarmante en todas las sociedades. Solo en París
RR
285
problemas, sino más bien los empeora, pues lleva a las
personas a evadirse, a buscar soluciones fáciles, las inclina
al fatalismo, puede ofrecer peligros para la salud, y, en
general, no ayuda al desarrollo de actitudes correctas, que
podrían facilitar la comprensión de los factores naturales,
sociales y psicológicos que influyen en la realidad de lo
destinos individuales de los hombres. Es necesario que
la gente comprenda, dice el doctor Louis Courdec, que
R
nuestro destino no está escrito en las estrellas sino en
O
nosotros mismos.
La UNESCO en una declaración de 1985, pidió
AD
a educadores, escritores, científicos e investigadores
sociales, esclarecer y combatir por todos los medios
RR
286
Bibliografia
1. Obras de Galileo
La edición más completa y más documentada sobre
la obra de Galileo es Le opere di Galileo Galilei, Edizione
Nazionale, que bajo la dirección de Antonio Favaro se
R
publicó en Florencia en 21 volúmenes entre 1890 y 1909.
O
Una nueva edición se publicó entre 1929 y 1939 en 20
volúmenes. De esta última edición, los doce primeros
AD
tomos contienen la obra de Galileo y los ocho últimos
están consagrados a su amplia correspondencia científica.
Esta última edición se puede consultar en el Instituto de
RR
287
- Dialogues et lettres choisies. Traducción de Michel, P. H.
París, Hermann, 1966.
- Le message celeste. Traducción y presentación de Emile
Namer, París, Gauthier, 1964. De este libro hay
buenas traducciones en español, la más interesantes es
la de Alianza editorial, El mensaje y el mensajero sideral,
Madrid, 1984. Esta edición ofrece el Mensaje sideral de
Galileo, y Conversación con el mensajero sideral de Kepler.
R
- Diálogo sobre los dos sistemas máximos. Jornada primera.
O
Buenos Aires, Aguilar, 1976. La segunda y la tercera
AD
jornada fueron publicadas en 1977, y la cuarta Jornada
en 1978.
- Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo: ptolemaico
RR
288
CANGUILHEN Georges. «Galilée, la signification de
l’oeuvre et la leçon de l’homme». En Études d’ histoire et de
philosophie des sciences, París, J. Vrin, 1970.
CAROTENUTO S. Galileo, nella storia et nella legenda.
Florencia, 1970.
CLAVELIN Maurice. La philosophie naturelle de Galilée.
París, Armand Colin, 1968.
DRAKE S. Galileo at Work. His scientific biography. The
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University of Chicago Press, 1978.
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DRAKE S. «Galileo’s discovery of the law of free fall».
AD
In Scientific American, may 1973, pp. 85-92.
FRITCH Vilma. Galilée ou l’avenir de la science. Edition
Seglers, París, 1971.
RR
289
REDONDI Prieto. Galileo herético. Madrid, Alianza,
1990. El libro fue publicado en Italiano en 1983.
VARIOS. Galilée. Aspects de sa vie et de son oeuvre. P.U.F.
1988.
3. Obras de Kepler.
Mysterium cosmographicum. Le secret du monde.
R
Introducción, traducción y notas de Alain Segonds. París,
Les Belles Lettres, 1984.
O
AD
Pródromo de consideraciones cosmográficas conteniendo el
secreto del universo. Traducción, introducción y notas de
Eloy Rada García. Barcelona, Altaya, 1994.
RR
290
KOYRÉ Alexander. La révolution astronómique. Copérnic,
Kepler, Borelli. París, 1961.
PTOLOMEO C. Las hipótesis de los planetas. Traducción
de José García Blanco y Aurora Cano. Madrid, Alianza
editorial, 1987.
SIMON Gerard. Kepler, astronome et astrologe. París,
Hermann, 1979.
WILSON C. «How did Kepler discover his firts two
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laws?». In Scientific American, 266, 1972, pp. 93-106.
O
AD
5. Obras de Descartes
Discurso del método. Madrid, Alianza, 1980. Del Discurso
RR
del texto.
Discurso del método. Dióptrica, Meteoros y Geometría.
Prólogo, traducción y notas de G. Quintas Alonso,
Madrid, Alfaguara, 1981.
Meditaciones metafísicas con Objeciones y Respuestas.
Madrid, Alfaguara, 1977.
Los principios de la filosofía. Madrid, Editorial Reus, 1925.
Discours de la méthode, texte et comentaire. París, J. Vrin,
1976.
Sobre los principios de la filosofía. Traducción de E. López
y M. Graña. Gredos, 1989.
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6. Estudios sobre Descartes
ALQUIÉ F. La découverte méthaphysique de l’homme chez
Descartes. París, P.U.F. 1966.
ALVAREZ GOMEZ A. «Para leer el Discurso del
método». En Estudios sobre filosofía moderna y contemporánea.
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BLANCHET Léon. Les antécedents historiques du «Je
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pense donc je suis». París, 1920.
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CLARKE D. M. La filosofía de la ciencia de Descartes.
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VUILLEMIN J. Mathématiques et métaphysique chez
Descartes. París, P.U.F., 1960.
7. Otras de Newton.
NEWTON Isacc. El Sistema del Mundo. Madrid, Sarpe,
1983
_____________ Óptica o tratado de las reflexiones,
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refracciones, inflexiones y colores de la luz. Madrid, Alfaguara,
1977. O
_____________ Principios matemáticos de filosofía natural.
AD
Tomos I y II, Alianza , 1987.
RR
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9. Otras obras consultadas.
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ARISTOTELES. La Física. En Científicos griegos. Tomo
I. Madrid, Aguilar, 1970. Esta obra, en dos tomos, ofrece
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Aristóteles y de otros científicos griegos.
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ARANGO Iván Darío. La reconstrucción clásica del saber.
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Traducción, prólogo y notas de Angel J. Cappelletti,
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CRIBBIN John. Diccionario del Cosmos. Barcelona,
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WEINBERG Steven. Los tres primeros minutos del
universo. Madrid, Alianza, 1983.
R
O
AD
RR
BO
297
Notas
R
moral. Para autores latinos como Cicerón y Celio,
‘humanista’ significaba aproximadamente lo que los
O
griegos habían expresado con el término ‘Paideia’, es
decir: educación y formación intelectual del hombre.
AD
En esta tarea de formación espiritual del ser humano
se le daba gran importancia a las letras: poesía, retórica,
historia y filosofía
RR
298
9 Cf. QUINTAS Alonso Guillermo. En Introducción al
Discurso del método, Dióptrica, Meteoros y Geometría. Pp.
XIII-XLIII. Madrid. Ediciones Alfaguara
10 LEFORD René. “Alambradas en torno a la investigación”.
En revista El Correo de la Unesco. París, octubre 2001, pp.
24 -25.
11 AGAZZI Evandro. El bien, el mal y la ciencia: las dimensiones
éticas de la empresa científico–tecnológica. Madrid, Tecnos,
1996. Pp. 27–30.
R
12 PRADA MÁRQUEZ Blanca Inés. Prólogo a la primera
O
edición del libro Galileo Galilei. Su vida, su obra y sus aportes
al desarrollo del método de la ciencia moderna. Bogotá, Tercer
AD
mundo, 1983.
13 Sobre la Física de Aristóteles, hemos consultado los
textos traducidos del griego al francés por Paul Moraux,
RR
299
profundizado y explicado este tema. Cf. KOYRE, Op. cit.
págs. 47-60.
18 Cf. KOYRE Alexander. Etudes Galiléennes. Op. cit. p.50.
19 Carta de Galileo a Kepler, Padua, agosto 24 de 1597.
20 Cf. KESTEN Hermann, Copernic et son temps, Calmann -
Levy, 1951, capítulo XXVIII, pág. 231.
21 COPÉRNICO Nicolás. Sobre las revoluciones de las orbes
R
celestes. Trad. De Carlos Mínguez y Mercedes Testal,
Editora Nacional, Madrid, 1982, p. 118.
22
O
Cf. COPÉRNICO Op. cit. p. 99
AD
23 CF. CRIBBIN Jhon. Diccionario del Cosmos. Barcelona,
Crítica, 1997. p. 104. El plano de la órbita de la Tierra
alrededor del Sol, en la astronomía ptolemaica fue
RR
300
27 GALILEO, con su rústico instrumento, sólo puede
observar los cuatro satélites más grandes que acompañan
a Júpiter. Hoy se sabe que son más de 60 los satélites que
tornan alrededor de él, de los cuales sólo cuatro tienen
dimensiones importantes comparables con las de la Luna.
28 Cf. GALILEO Galilei. Sidereus Nuncius. Traducción
española de Fernàndes Chitt. Univ. de Buenos Aires,
p. 91.
29 NAMER E. Presentation de Galilée, Le message celeste. París,
R
Gauthier, 1964, pp. 34-39.
30 TORRICELLI O
Evangelista (1609-1647), Italiano.
Acompañó a Galileo durante los últimos años de su
AD
existencia. Torricelli publicó en 1644 una obra titulada:
De motu graviun naturaliter accelerato, que produjo
numerosas controversias.
RR
301
38 CF. NAMER E. La philosophie Italienne. Op. cit. p. 161.
39 Treinta años más tarde Huygens comprende la verdadera
constitución de Saturno y lo describe por medio de un
anagrama que va a durar mucho tiempo indescifrable:
“Anullo cingutur temo musquam caharente ad ecliptican
inclinata”, lo cual quería decir: “está rodeado de un fino
anillo que no lo toca jamás y que está inclinado sobre
la eclíptica”. Lo que Galileo sabía sobre Saturno era
realmente poco; hoy se saben muchísimas cosas sobre
R
él, entre otras que, como Júpiter, posee más de sesenta
O
satélites, de los cuales uno sólo -Titán- es de dimensión
comparable a los cuatro satélites Mediceos, llamados hoy
AD
Galileanos. Por otra parte, Galileo cree que el planeta
más lejano es Saturno. Después de él se han descubierto
Urano (1781), Neptuno (1830) y Plutón (1930), pero esto
RR
302
Ecuador celeste. Cuando esos torbellinos rompen la
atmósfera del Sol producen dos grupos de manchas de
polaridad opuesta: de un ciclo al siguiente el sentido de
rotación de los torbellinos cambia.
42 Este cardenal, amigo de Galileo, será elegido Papa en
1623 y tomará el nombre de Urbano VIII. La traducción
de la carta es nuestra.
43 Para Galileo, las manchas solares son otra prueba más
en contra de la teoría aristotélica sobre la perfección del
R
cielo, tan defendida por los peripatéticos.
44 O
Ver la magnífica traducción de Alianza editorial donde
se unen el librito de Galileo Sidereus Nuncius, con la
AD
respuesta de Kepler titulada Conversación de Juan Keplero
con el Mensajero Sideral, Madrid, 1990.
45 El Ensayista ó El experimentador (Saggiatore), publicado
RR
303
estadía de Galileo en Roma. Cf. CLAVELIN. Galilee et le
refus de l´ équivalence des hypothéses.. En: Galilée, aspects de sa
vie et de son oeuvre. P.U.F. 1968, pp. 127- 152.
47 Cf. CLAVELIN Maurice.“Galileé et la cosmologie
traditionnelle”. En: “Revue d’histoire des sciences”,
TomoXV, 1962, pp. 1-26.
48 La paralaje es el desplazamiento aparente en la posición de
un cuerpo al ser observado desde dos posiciones distintas.
R
Con los rudimentarios instrumentos de observación
empleados por Galileo era por ahora imposible encontrar
O
dicha paralaje. Cf. GRIBBIN. Op. cit. pp. 245-246.
AD
49 Cf. KUHN Thomás. La revolución copernicana. Capítulo 2.
Ariel, 1978.
50 Las pruebas que Galileo necesitaba para hacer evidente,
RR
304
53 Ayuda a la comprensión de este problema el debate
de Popper en torno al tema del realismo y el
instrumentalismo en la ciencia. Cf. POPPER Karl.
Realismo y el objetivo de la ciencia. Capítulos 14 y 15. Tecnos,
1985.
54 Cf. KOYRE Alexandre. Estudios Galileanos, Siglo XXI,
1981. Pp. 227-264.
55 El título original de la obra es: Diálogo de Galileo Galilei
Linceo, matematico sopraordinario dello studio di Pisa e filosofo e
R
matematico primario del serenissimo Gr. Duca di Toscana. Dove
ne i congressi di quatro giornate si discorre sopra i due massimi
O
sistemi del mondo, tolemaico e copernicano. In Fiorenza,
MDCXXXII.
AD
305
en una enana blanca, invisible aún a los más potentes
telescopios. Tycho Brahe publicó en 1573 De nova stella
anni 1572, en donde afirmaba que Aristóteles y Ptolomeo
se habían equivocado, que el astro misterioso era una
estrella y que por lo tanto la famosa esfera de las estrellas
fijas podía ser teatro de fenómenos imprevistos.
58 Tycho Brahe pensaba por ejemplo que la Tierra era
inmóvil, pues él, a pesar de los miles de observaciones
hechas, no logró establecer ninguna paralaje. Hoy se
R
sabe que no había paralaje observable porque las estrellas
O
están muy lejos, mucho más alejadas de lo que creía
Tycho, quien prisionero, como muchos hombres de su
AD
tiempo, en un universo cerrado, lo imaginaba demasiado
pequeño. Sólo hasta 1840 se podrá comenzar a observar
tales paralajes gracias a instrumentos capaces de medir
RR
306
relativistas cerrados el universo sigue considerándose
finito.
60 Huxley moderniza el chiste de Galileo así: “Seis monos
chusografiando sobre una máquina de escribir durante
millones de años deberían con el tiempo escribir todos
los volúmenes de la biblioteca del British Museum”.
Einstein dice en el mismo sentido: “Los conceptos no son
a la experiencia sensible lo que el caldo es al buey, sino lo
que el número del vestido es al vestier”. Cf. Einstein et la
relativité, Seghers, p. 175.
R
61 Cf. Op. G. VII, p. 83. O
62 Todo este pasaje es muy interesante. Cf. GALILEO
AD
Galilei. Diálogo sobre los sistemas máximos, Jornada primera,
Aguilar, 1955. Pp..48-51 especialmente.
63 Galileo considera que no es posible asignarle un centro al
RR
307
descubiertos en el archivo del Santo Oficio, que el motor
de la condenación de Galileo procedió del prestigioso
Colegio Romano de los Jesuitas –Vanguardia de la
Contrarreforma–, donde se exponía que las doctrinas
atomistas de Galileo socavaban el dogma tridentino de la
Eucaristía.
67 Cf. EINSTEIN Albert. La théorie de la relativité restreinte et
génerale, Gauthier - Villars, 1976.
R
68 NAMER Emilie, uno de los filósofos franceses más
profundos conocedores de la filosofía italiana, consagró
O
varios años al estudio del proceso de Giordano Bruno
AD
y Galileo directamente en los archivos del Vaticano.
Sobre el proceso de Galileo nos dejó un amplio y bien
documentado estudio histórico intitulado L’affaire Galilée,
collection archives, 1975.
RR
308
72 La aparición en 1618 de tres cometas, que vienen de nuevo
a perturbar el cielo peripatético, le abre nuevamente el
camino a Galileo para recomenzar el debate.
73 En la carta Galileo repite los argumentos tan claros que
él había expresado ya a Benedetto Castelli en 1613. Cf.:
ROUGIER Luis. «Lettre de Galilée a la Gran Duchese
de Toscane», 1615. Nouvelle Revue Francaise, 1957.
74 GALILEO Galilei. El Ensayador. Madrid, Sarpe, 1984.
Colección los grandes pensadores No. 35.
R
75 KOESTLER ha escrito varias obras de divulgación
O
científica, entre otras Los Sonámbulos, donde él, para
defender a su gran héroe que es Kepler, trata en forma
AD
ligera y un poco confusa a Galileo. Sin embargo su estilo
novelesco lo lleva a ser bien acogido por el público.
76 Cf. NAMER E. El proceso de Galileo, op. cit. p. 225.
RR
309
81 Cf. La gran cadena del Ser. Buenos Aires. 1945.
82 Cf. Del Mundo Cerrado del Universo Infinito, traducción de
Carlos Solís Santos. Siglo XXI, Madrid, 1979.
83 FRITSCH Vilma. Galilée ou L’avenir de la Science, Editorial
Seghers. P. 85.
84 El libro de DUHEM fue publicado en París en 1908.
85 Sobre el principio de identidad o tendencia causal y su
R
papel en la marcha de la ciencia, es muy interesante el
libro Identité et realité, del francés Emilio Meyerson, en
O
donde aborda ampliamente este tema.
AD
86 CF. REY Abel. La Filosofía de un Creyente. París, 1910.
87 NAMER E. Presentation de Galilée. Le message céleste, 1964.
RR
310
castellana: La evolución de las ideas en física. Barcelona,
Salvat, 1986.
94 CF. GALILEO. Op. VI, p. 480.
95 CF. EINTEIN– EINFELD. Op. Cit. p. 14.
96 GALILEO Galilei. Op. V. 1, pp. 187-188.
97 AGAZZI Evandro. Temas y problemas de filosofía de la física.
Traducida del italiano por J. Vidal, 1978, pág. 28.
98 CF. Op. G. XVIII, p. 208.
R
99 Cf. KOYRE Alexandre. Etudes Galilénnes. Hermann,
O
1980, p. 329.
AD
100 Cf. PRIGOGINE Ilya – STENGERS Isabelle. La Nueva
Alianza: metamorfosis de la ciencia, Alianza, 1983.
101 Cf. MORIN Edgar. Introducción al pensamiento complejo.
RR
Gedisa, 1996.
102 Cf. ASIMOV Isaac. Historia del telescopio, Alianza, 1986.
BO
311
109 Cf. KOESTLER Arthur. Kepler. Traducción de Domingo
Santos. Barcelona, Salvat, 1987.
110 Cf. KOESTLER Arthur. Los sonámbulos. Salvat Editores,
1994.
111 Hoy se sabe que para Tycho no había paralaje observable,
puesto que las estrellas están mucho más lejos de lo que él
–prisionero como muchos de su tiempo en un universo
cerrado– lo imaginaba. Su universo era demasiado
R
pequeño. Sólo hasta 1840 se podrán comenzar a observar
tales paralajes, gracias a instrumentos capaces de medir
O
ángulos dos mil veces más pequeños que los que podía
AD
medir Tycho con sus sofisticados instrumentos.
112 KOESTLER Arthur. Kepler. Barcelona, Salvat, 1988, p.
54.
RR
312
120 KEPLER Johannes. Harmonices mundi. (1619). En inglés
se consigue como Harmonies of the World, en varias
ediciones. En Internet se puede encontrar un artículo
bellísimo sobre esta obra, titulado “Experiencia estética
y formulación científica: El caso de Harmonices mudi,
de Johannes Keepler”, escrito por Carlos Calderón
Urreiztieta y publicado en Anuario musical, Barcelona,
2013. Confrontar también SAGAN Carl. Cosmos: en este
bellísimo libro Sagan dedica el tercer capítulo, titulado
“La armonía de los mundos”, a Kepler.
R
121 Cf. Carta de Galileo a Kepler. Padua, agosto 24 de 1597.
O
122 HEISENBERG Werner. La imagen de la naturaleza en la
física actual. 1955. Editor digital Antwan.Traducción de
AD
Gabriel Ferraté, p.52. Confrontar también. Phisique et
Philosophie. Albin Michel, 1961, p. 45.
RR
313
Descartes”. De AVESI Pablo. Universidad de Buenos
Aires, Argentina. Publicado en la Revista Ideas y Valores.
Bogotá. Agosto 2014. Se puede bajar gratis de Internet.
129 BACHELARD Gastón. “Una epistemología no
cartesiana”. En: El nuevo espíritu científico. Editorial Nueva
imagen, 1981, p.124 y siguientes.
130 Cf. PRIGOGINE Ilya y STENGERS Isabelle. “El
reencanto del mundo”. En: La nueva alianza: metamorfosis
R
de la ciencia. Alianza Universidad, 1983.
O
131 Cf. PRIGOGINE – STENGERS. Op. Cit. p. 281–282.
132 Cf. Discurso del Método. 4ª parte. Pág. 156. Las citas
AD
del presente trabajo fueron tomadas del libro:
ABENTOFAIL–DESCARTES, en donde José Bergua
nos presenta, junto con tres obras de Descartes, El
RR
314
134 Es bueno relacionar esto con lo que dice en al primera
Meditación: “De las cosas que pueden ponerse en duda”.
135 Cf. ABENTOFAIL –DESCARTES. Op. cit. p. 211.
136 Cf. DESCARTES. Principios. 1 - 10. 1ª. parte. Cap. VII.
Madrid, Gredos, 1989, p. 31.
137 Cf. DESCARTES. Carta al Marquéz de Newcastle, 1648.
“Quand nous apercevons que nous sommes des choses
qui pensent, c’est une premiére notion qui n’est tirée
d’aucun syllogisme: et lorsque quelqu’un dit: ‘je pense,
R
donc je suis’ ou ‘je existe’, il ne conclut pas son existence
O
de sa pensée comme par la force de quelque syllogisme,
mais comme une chose connue de soi: il la voit par una
AD
simple inspection de l’esprit”. Correspondencia. Tomo II,
Pág. 204.
138 Así lo explica Descartes en su carta de marzo 1638. Cf.
RR
315
uno de los mejores que se han escrito sobre él, desde mi
punto de vista.
142 Cf. RUSSIER. La foi selon Pascal. París, 1949.
143 BLANCHET Rober. Les antécedents historiques du “Je pense
donc je suis”. París, 1920.
144 Cf. DESCARTES. Principios. Gredos, 1989, p.22.
145 QUINTAS A. Guillermo. Introducción al Discurso del
R
método, Dióptrica, Meteoros y Geometría. Alfaguara, p.
XXXIX.
O
146 CLARKE Desmond. La filosofía y la ciencia de Descartes.
AD
Madrid, Alianza, 1982. Pp. 94-117.
147 Este ensayo fue presentado como ponencia en el Coloquio
Nacional Isaac Newton, con el título: “En torno a ciertos
RR
316
151 NEWTON Isaac. Óptica o tratado de las reflexiones,
refracciones y colores de la luz. Versión española por Carlos
Solís de la 4ª edición inglesa de 1730. Madrid, Alfaguara,
1977, p. 323.
152 KOYRE Alexandre. Op. Cit. p. 319.
153 EDELSTON J. Correspondence, p. 154-155.
154 NEWTON Isaac. Óptica, p. 349.
155 CLAVELIN, Maurice. “Galilée et le refus de l’equivalence
R
des hypotheses”. En: Galilée, aspects de sa vie et de son
oeuvre. Armand Colin, 1966. Vease nuestra traducción de
O
las “Consideraciones sobre la opinión copernicana”, de
Galileo en: Galileo Galilei. Su vida, su obra y sus aportes al
AD
método científico de la ciencia moderna. Segunda Edición
2017, pp. 122-131.
RR
317
162 NEWTON Isaac. Óptica. p. 319.
163 Ibid. P. 429.
164 NEWTON Isaac. Óptica. P. 319.
165 KOYRE Alexandre. Del mundo cerrado al universo infinito.
México, Siglo XXI, 1972, p. 133.
166 BURTH E. A. The Metaphysical Foundations of Modern
Science. New York. The Humanities Press, 1924.
R
167 H. G. Alexander. The Leibniz-Clark Correspondence.
O
Manchester, 1956. Cf. También: RADA Eloy. (Editor y
traductor). “Tercera respuesta de Clarke a Leibniz” En:
AD
La polémica Leibniz- Clarke. Madrid, Taurus, 1980.
168 NEWTON Isaac. Óptica, p. 320.
RR
318
83. También: CRIBBIN John. Diccionario del cosmos.
Barcelona, Crítica, 1997, pp. 306-307.
177 CF. VARIOS. L´Astronomie. Tomo II.
178 Sobre la astronomía china Cf. S. GROUEFF y J. P.
CARTIER. L´homme et le cosmos. París, Larousse, 1975,
capítulo I. Cf. también: TEMPLE Robert. El genio de
China. Barcelona, Debate, 1986, parte 2.
179 Equinoccios: época en la cual la duración del día es igual a
la de la noche (12 horas). En dichas épocas del año el Sol
R
está en los puntos en que se cortan el Ecuador celeste y la
Eclíptica. O
180 CF. VARIOS. L´Astronomie. Tomo II.
AD
319
188 Cf. WEINBERG Steven. Los tres primeros minutos del
universo. Madrid, Alianza, 1983.
189 Cf. WEINBERG Steven. Los tres primeros minutos del
universo. Madrid, Alianza, 1983.
190 Cf. PRIGOGINE Ilya. “¿El tiempo es anterior a la
existencia? En: El fin de las certidumbres, 1997. Editorisal
Andres Bello, Pp. 155-211.
191 CF. TOLOMEO Claudio. Las hipótesis de los planetas.
R
Traducción de José García Blanco y Aurora Cano.
O
Madrid, Alianza Editorial 1987.
192 Cf. Las Confesiones. Libro VII, cap. VI. San Agustín en
AD
su juventud, como muchos de sus contemporáneos,
creyó en la astrología, pero poco a poco se dio cuenta
de sus errores y en sus obras, especialmente en Las
RR
320
Blanca Inés Prada Márquez
E-mail: pradamblancaines@gmail.com
R
O
AD
Colombia).
Licenciada en Filosofía e Historia con maestría y
BO
321
3- Galileo, Kepler, Descartes. Creadores del pensamiento
moderno. Primera edición Sic. Editorial, 2001.
4- Epistemología, universidad, ética y valores. Bucaramanga,
Editorial UIS. Primera Edición 2003.
5- Ciencia y política en Karl Popper. Bucaramanga, Editorial
UIS. Primera Edición 2006. Segunda edición
Windmills Editions, California, 2018. Esta segunda
R
edición se puede conseguir en la Editorial y en www.
amazon.com
O
6- Las ciencias naturales en Colombia (1735–1967).
AD
Bucaramanga. Sic. Editorial. Primera Edición 2007.
7- Educación: un camino hacia la paz. Cartas sobre
RR
322