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SERGE, LUKÁCS

Y EL TERROR REVOLUCIONARIO

ENTRE 1917 Y 1927

Trabajo monográfico para la materia Filosofía Política de la Cultura,


correspondiente a la Especialización en Filosofía Política de la
Universidad de General Sarmiento.

Docente: Francisco García Chicote.

Alumno: Osvaldo Ares

1
Introducción.

Lo que me propongo en el presente trabajo es analizar los modos en que se puede leer
el terror revolucionario en los textos escritos por Victor Serge y en los escritos por György
Lukács entre 1917 y 1927. 1917, año de la revolución rusa. 1927, año del Termidor
soviético1.
Por terror revolucionario se entenderá la instauración de un sistema orientado a
generar miedo o terror en una población con el fin de producir en la sociedad los cambios
necesarios para pasar del capitalismo al socialismo: pena de muerte, policía secreta,
detenciones ilegales, condenas sin juicios, ejecuciones secretas, deportaciones, secuestros,
desapariciones, ausencia de libertades individuales, etc. Terror que es ejercido desde el
Estado, una vez que se lo ha tomado. En ese sentido, dando un pequeño paso más en el
razonamiento, podemos decir que, entendiéndolo como se lo definió más arriba, el terror
revolucionario es un tipo de terrorismo de estado.
Lo que intentaré mostrar es que es posible leer en los textos de Serge y de Lukács
escritos entre 1917 y 1927 tres versiones sobre el terror revolucionario. Tres versiones que
se definirán a partir de la articulación entre dos categorías de análisis: la categoría de lo justo
y la categoría de lo necesario. Tres versiones: el terror revolucionario como racional, el terror
revolucionario como tragedia y el terror revolucionario como error gravoso.
El terror racional será algo justo y necesario (para la victoria de la revolución, para la
emancipación del proletariado, para el avance de la Historia, etc.). El terror trágico, al igual
que el racional, será algo necesario, mas ahora será algo injusto (fatídico, desgraciado). El
terror gravoso será algo injusto y, además, innecesario, es más, será algo contraproducente
respecto la concreción de los objetivos del socialismo, será un gravoso error táctico.
Intentaré mostrar que estas tres versiones podemos localizarlas en tres momentos
distintos de los diez años que van de 1917 a 1926-272: antes de tomar contacto directo con la

1
Tanto Serge como para Lukács consideraron el XV Congreso del Partido Comunista, realizado en 1927, en el
cuál se ejecutó la expulsión de la oposición de izquierda, como el Termidor Soviético. Véase: Memorias de
mundos desaparecidos (1901-1941) (Serge V., 2002) y Para una Sociología de los Intelectuales
Revolucionarios (Löwy M., 1978).
2
La referencia a 1926 y 1927 la realizo porque si bien en este trabajo ubicamos en el año 1927, en el XV
Congreso del Partido Comunista en el que se expulsa a la oposición de izquierda, un punto bisagra, concreto y

2
revolución, esto es, antes de 1919 -en 1919 Lukács, adherido al PCH, participa activamente
de la Revolución Húngara, Serge llega a Petrogrado en plena guerra civil- podemos leer en
los textos, tanto de Lukács como de Serge, una versión gravosa del terror revolucionario.
Posteriormente a este primer contacto con la revolución, y hasta 1922-23, lo que encontramos
en los textos, tanto de Lukács como de Serge, es la versión trágica del terror revolucionario,
con unas modulaciones depresiva en Serge y maniaca (mesiánica) en Lukács. Y, entre 1923
y 1926-27, la versión que podemos leer, en los escritos de ambos, es la versión racional,
versión que también podríamos llamar versión bolchevique o, versión leninista y trotskista
del terror revolucionario.

simbólico, que marca un antes y un después en las miradas sobre la revolución, y junto con ellas las miradas
sobre el terror revolucionario, en el caso de Lukács, ese cambio de miradas ya había comenzado a escribirse en
1926 con el Hes Moss…, véase Para una Sociología de los Intelectuales Revolucionarios (Löwy M., 1978),
texto que no será analizado en este trabajo. Lo que se intenta decir es que, a los fines prácticos del presente
trabajo, decidimos considerar ese texto de Lukács como perteneciente al período post-Termidor soviético,
debido a que como lo muestra Löwy en el libro citado, es un texto que marca un cambio en la mirada sobre la
revolución -nosotros agregamos: y sobre el terror revolucionario- dejando atrás una mirada racional-realista-
revolucionaria-leninista, quedando de este modo fuera de los análisis propuesto para este trabajo puesto que el
objetivo del mismo es analizar el período que va desde 1917 hasta el Termidor soviético.

3
Algunas cuestiones de las biografías de Victor Serge y de György Lukács relevantes
para el presente trabajo.

1885, nace György Lukács en Budapest. Cinco años más tarde, en 1890, nace Victor
Lvóvich Kilbálchich (Victor Serge).
En 1905, con apenas 15 años, Serge se une a la organización socialista belga Jeunes-
Gardes. Viaja a Francia junto a su familia, en Paris entra en contacto con la banda de
ilegalistas radicales de Bonnot. Entre 1908 y 1909 escribe numerosos artículos para el
periódico anarquista Le Revolté fundado por Kropotkin; sus textos de ese momento se ocupan
de otorgar un sustento teórico al anarquismo individualista.
Lukács, entre 1910 y 1915, viaja por Alemania, Francia e Italia. En 1913 se establece
en Alemania, allí conoce a Simmel, Bloch, Rickert y Weber, entre otros.
En ese mismo 1913 Serge es juzgado y condenado a cinco años de prisión en Francia
por estar implicado con los actos delictivos de la banda de los Bonnot.
1914, estalla la Gran Guerra. Esto provoca una primera radicalización política en
Lukács expresada en su rechazo al capitalismo desde una posición romántica revolucionaria,
mesiánica y trágica, basada en la concepción del mundo burgués, antes que como un sistema
de explotación, como un modo de vida inauténtico, vulgar, mediocre (Kohan N., 2004).
En 1915 Lukács regresa a Budapest, allí organiza el “Círculo de los Domingos”. En
ese mismo 1915, Serge es liberado y viaja a Barcelona donde se suma a la lucha callejera
anarquista.
En 1917 Lukács organiza la “Escuela Libre de la Ciencias del Espíritu” junto a Arnold
Hauser y Karl Mannheim, entre otros.
Estalla la Revolución Rusa. Ésta se le presenta a Lukács como el “cumplimiento
ardiente de [su] esperanza mesiánica” (Löwy M., 2014). Serge, que había regresado a
Francia, decide viajar a Rusia para adherirse a la lucha, no más callejones sin salida (Serge
V., 2002); en su viaje es detenido, acusado de bolchevique; después de unos meses, ya en
1918, es liberado en un intercambio de prisioneros con Rusia, y retoma su viaje.
En diciembre de ese mismo 1918, Lukács ingresa al Partido Comunista Húngaro
(fundado recientemente bajo el liderazgo de Béla Kun); en 1919 participa de la revolución

4
húngara que proclama la República Soviética de Hungría; unos meses después, derrotada la
revolución, escapa a Viena, donde vivirá hasta 1929; allí trabaja en la Internacional
Comunista.
El mismo 1919 de la revolución húngara, Serge llega a Petrogrado en plena guerra
civil. A los pocos meses decide adherir, de entre todos los partidos rusos revolucionarios de
ese momento, a los bolcheviques.
Fines de 1920, comienzos de 1921, estalla la rebelión de Kronstadt. No hay
negociaciones, la rebelión es brutalmente reprimida bajo las órdenes de Lenin y Trotsky, los
rebeldes son ametrallados como conejos (Serge V., 2002). Este episodio produce una fuerte
desmoralización entre muchos revolucionarios, entre ellos Serge. La revolución se desgasta,
se esclerotiza, se hace imprescindible la revolución internacional. Serge solicita ser enviado
a Alemania para preparar la revolución alemana.
El mismo 1921 de la rebelión de Kronstadt, se realiza el III Congreso de la
Internacional Comunista en Moscú. Allí Lukács conoce personalmente a Lenin, quien había
escrito en 1920 El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo. Entre 1919 y 1923
Lukács escribe los ensayos de Historia y Conciencia de Clase, aunque ningún ensayo se
publica antes de 1922, correcciones mediante posteriores a la crítica de Lenin al izquierdismo
(Kohan N., 2004).
1923, fracasa la revolución alemana. Serge viaja a Viena para continuar trabajando
en la Internacional Comunista, allí se produce el primer encuentro entre Serge y Lukács.
1924, muere Lenin. La ola revolucionaria comienza a aplacarse. En 1925 Serge
regresa a Rusia para unirse a la oposición de izquierda liderada por Trotsky. Lukács, en
cambio, en la disputa entre la oposición de izquierda y el naciente estalinismo, se va a sentar
junto a Stalin.
1927, XV Congreso del Partido Comunista. Se ejecuta la expulsión de la oposición
de izquierda. En el corto plazo se inicia la persecución y represión estatal hacia los
“trotskistas”. GPU, arrestos, condenas sin juicios, deportaciones, exilios, fusilamientos,
desapariciones, suicidios, suicidios, más suicidios. Es el golpe de mano estalinista, el
Termidor soviético.
En 1928 Lukács escribe la Tesis de Blum, la cual es derrotada y, bajo amenazas de
expulsión del partido, se ve obligado a redactar una autocrítica. Luego de ésta, deja de

5
participar activamente en política. En ese mismo 1928, Serge sí es expulsado del partido y
detenido por unas semanas. Al salir de prisión se le veda toda posibilidad de actividad
institucional. Con la imposibilidad de actuar políticamente a través de órganos formales, se
aboca a continuar la lucha a través de la escritura. Termina de escribir El año uno de la
Revolución Rusa.
Entre 1929 y 1931 Lukács se muda a Moscú, allí trabaja en el Instituto Marx-Engels
traduciendo los escritos económicos de Marx. En esta época, en 1929, en Moscú, Lukács y
Serge tienen un segundo y último encuentro.
En 1947, en México, fallece Victor Serge. Veinticuatro años después, en 1971, muere
György Lukács en Budapest.

6
El terror revolucionario como racional

El terror como racional aparece en los textos de Lukács y de Serge entre 1922 y 1926-
27. Después de la expulsión de la oposición de izquierda, en el XV Congreso del Partido
Comunista, ya no encontramos esta versión3.
En esta versión el terror revolucionario aparece como un medio válido a la vez que
ineludible para que el proletariado consagre el destino que la historia le tiene guardado, la
sociedad sin clases. El terror aparece como necesario, inevitable, incuestionable. Aún más,
para esta versión, el terror no sólo es necesario, también es racional, en tanto la historia lo es,
y en tanto es racional, es justo. En esta versión el terror revolucionario es algo justo y
necesario.
De hecho, en esta versión, podemos considerar a las categorías de lo justo y de lo
necesario como categorías equivalentes: lo justo es necesario y lo necesario es justo. El terror,
en tanto parte inseparable de la revolución, es algo justo, pues es una consecuencia lógica del
avance de la razón, razón histórica que se corresponde con el devenir teleológico de la
Historia, Historia que busca progresar. Como el progreso de la Historia es justo -porque es
racional- el terror es justo, y lo que es justo es -incluso moralmente- necesario. Lo justo es
necesario.
A su vez, al ser parte inseparable de la revolución, el terror se vuelve necesario para
el progreso de la Historia, progreso que, ya dijimos, es justo. Así, el terror, en tanto necesario,
es justo. Lo necesario es justo.
En esta versión racional las nociones de revolución, de progreso de la Historia y de
terror revolucionario se implican mutuamente en una relación de si solo sí. Tanto el progreso,
como la revolución, como el terror son justos y necesarios. Pero este ser justos y necesarios
no pasa por una cuestión moral, no se trata de una justicia o una necesidad moral, incluso ni
si quiera ética tal vez. De lo que se trata es de una justicia y una necesidad que están más

3
Escapa al objeto del presente trabajo el estudio de como aparece el terror revolucionario en Serge y en Lukács
después de 1927. Sería tema para otro trabajo indagar la hipótesis de que entre 1927 y 1937 en Serge
encontramos una versión trágica, nuevamente -en 1937 rompe con Trotsky-, y entre 1937 y 1947 una versión
gravosa, y de que por el lado de Lukács, a partir de 1927, lo que se puede encontrar es una versión trágica,
también, nuevamente.

7
cerca de la lógica matemática que de la ética. Lo justo lo es en tanto es racional. Lo necesario
lo es del mismo modo en que, por ejemplo, en la obtención de la raíz de un número, es
necesario que el radicando no sea negativo para que esta operación pueda realizarse dentro
de los números reales. El hecho del progreso de la Historia, junto con el hecho de la
revolución, y con el hecho del terror revolucionario, son tan reales y concretos como lo es el
resultado de una operación lógico-matemática. Con esto no se está queriendo decir que, en la
versión racional, el método utilizado, dialéctico, para demostrar estos hechos se valga de
procedimientos matemáticos, no se trata de eso -de un cientificismo positivista-, al contrario.
El punto es que, dialécticamente, se logra demostrar la realidad de estos hechos con un nivel
de certeza equivalente a la certeza de que 2 + 2 es 4. El progreso, la revolución y el terror son
tan ciertos como lo es que 2 +2 es 4.

Tanto en Lukács como en Serge, encontramos esta versión entre 1922 y 1926, época
en la que ambos adhirieron al bolchevismo -cuando aún había, al menos explícitamente, un
solo bolchevismo4-.
En Lukács, esta versión del terror revolucionario, como algo justo y necesario,
podemos pensarla en relación con lo que Michael Löwy denomina la época realista
revolucionaria de Lukács (Löwy M., 1978). Siguiendo esta denominación podríamos llamar
a esta versión del terror, en el caso de Lukács, versión realista del terror revolucionario.
Versión en la que el terror revolucionario en tanto realista es, hegelianamente, racional, y en
tanto racional, justo, y en tanto justo, necesario -y, dialécticamente, en tanto necesario, justo-
. Textos de Lukács en los que podemos leer esta versión racional son: primero, tres
ensayos que forman parte de Historia y Conciencia de Clase: Conciencia de Clase (1920)5,
Legalidad e Ilegalidad (1920),) y Consideraciones criticas acerca de la crítica de la
revolución rusa de Rosa Luxemburgo (1922). Segundo, Lenin: un estudio sobre la unidad de
su pensamiento (1924).

4
Después de 1927, las adherencias de Serge y de Lukács dejan de coincidir. Serge adhiere al trotskismo. Lukács,
al estalinismo.
5
Hay que recordar que, cómo se dijo en la introducción, si bien los textos que forman parte de Historia y
Conciencia de Clase fueron escritos a partir de 1920, ninguno fue publicado antes de 1922, modificaciones
mediante a partir de las críticas de Lenín al izquierdismo en 1920.

8
En Conciencia de Clase (1970) encontramos:

La vocación de una clase a la dominación significa que es posible, partiendo de sus


intereses de clase, partiendo de su conciencia de clase, organizar el conjunto de la sociedad
conforme a esos intereses. Y la cuestión que decide, en último análisis, toda lucha de clase,
es ésta; ¿qué clase dispone, en el momento necesario, de esa capacidad y de esa conciencia
de clase? Esto no puede eliminar el papel de la violencia en la historia6, ni garantizar una
victoria automática de los intereses de clase llamados a la dominación y que, entonces, son
portadores de los intereses del desarrollo social. Por el contrario: en primer lugar, las
condiciones mismas para que los intereses de una clase puedan afirmarse, son creadas muy a
menudo por medio de la violencia más brutal (por ejemplo, la acumulación originaria del
capital); en segundo lugar, es precisamente cuando está en discusión la violencia, en las
situaciones en que las clases se enfrentan en la lucha por la existencia, es cuando los
problemas de la conciencia de clase constituyen los momentos finalmente decisivos. (p. 82)
La violencia, incluso la violencia más brutal, no puede ser excluida de la realidad de
la revolución. La argumentación respecto la ineluctabilidad de esta violencia, la más brutal -
podemos leer en esto: el terror- se basa en un análisis dialéctico de la totalidad. Tanto los
intereses de clase, como la conciencia de clase, como el destino de clase proletaria, que es el
destino de la revolución, que es el destino del terror revolucionario, solo se vuelve
comprensible si se puede entender la realidad de la sociedad toda, la realidad de la totalidad,
y la totalidad de la realidad. La referencia marxista a la acumulación primitiva como violencia
brutal indica cómo se piensa la violencia y el terror revolucionarios desde esta versión:
comparado con una acumulación primitiva brutal, salvaje, inconmensurable, cualquier acto
de violencia o de terror adquiere proporciones racionales. Frente a la inconmesurabilidad de
la acumulación primitiva el terror revolucionario obtiene una medida racional. Y en tanto
racional, es real, o sea, inevitable, necesariamente inevitable e inevitablemente necesario.

En Legalidad e Ilegalidad (1970) podemos leer:

Si la adhesión a toda costa a la legalidad es, en efecto, completamente característica


de los oportunistas, se caería completamente en el error al atribuir mecánicamente a los
partidos revolucionarios la voluntad contraria, a saber, la voluntad de la ilegalidad. En todo
movimiento revolucionario hay ciertos períodos en que domina o, al menos, se afirma un
cierto romanticismo de la ilegalidad. Pero ese romanticismo es claramente una enfermedad
infantil del movimiento comunista, una reacción contra la legalidad a toda costa (las razones
de ello aparecerán claramente en el curso de la exposición); ese romanticismo debe ser,
superado, y lo es seguramente por todo movimiento llegado a la madurez. (p. 260)

6
El subrayado es propio.

9
Como todo orden jurídico, el del gobierno de los consejos está fundado en su
reconocimiento como orden legal por capas de la población bastante amplias para que no se
vea obligado a recurrir a la violencia sino en casos particulares. Ahora bien, a primera vista
está claro que no puede en ningún caso contar desde el comienzo con este reconocimiento de
parte de la burguesía. Una clase habituada tradicionalmente desde numerosas generaciones a
mandar y gozar de privilegios no podrá jamás acomodarse fácilmente al mero hecho de una
derrota y soportar pacientemente y sin más el nuevo orden de cosas. Debe, primero, ser
destruida ideológicamente antes de entrar voluntariamente al servicio de la nueva sociedad y
ver en sus leves un orden jurídico y legal, y no ya simplemente la realidad brutal de una
relación provisional de fuerzas que, mañana, podrá ser invertida. Es ingenua la ilusión de
creer que esta resistencia, manifiéstese en forma de contrarrevolución abierta o en forma de
sabotaje latente, podría ser reducida por concesiones de cualquiera naturaleza que fueran.
(p.269)
En estas citas encontramos, primero, una diferenciación respecto a la versión sobre el
terror y la revolución que, como veremos más adelante, Lukács sostenía en la etapa que va
desde su primer contacto directo con la revolución, en 1919, hasta su primer contacto directo
con Lenin y su crítica al izquierdismo, en 1922, esta es, la que hemos denominado versión
trágica. Desde el ensayo Legalidad e Ilegalidad podemos leer que aquella versión trágica,
mesiánica, maníaca, ahora, es vista como una enfermedad infantil, un romanticismo que debe
ser superado. ¿En qué consistiría la superación de ese romanticismo infantil? Pues en la
madurez de la versión realista, racional, dialéctica, sobre la revolución y el terror
revolucionario.
En la segunda cita leemos que un gobierno revolucionario sólo debe recurrir a la
violencia en situaciones particulares. Es la mirada de una postura no infantil, no maníaca,
sólo en situaciones particulares. ¿Cómo es la decisión que determina cuando una situación
es una situación particular en la que es necesario recurrir a la violencia? Es una decisión
basada en el análisis dialéctico de la realidad total, de la totalidad real, análisis que sólo puede
realizarse desde una posición madura de conciencia de clase, desde una posición racional,
justa. No obstante, en la misma cita leemos que “es ingenua la ilusión de creer que esta
resistencia [la de la burguesía] podría ser reducida por concesiones…”. ¿Si no puede ser
reducida por concesiones, esta resistencia, cómo habrá de serlo? ¿De qué manera de logra
destruir ideológicamente a la burguesía entonces? Pues por la violencia a la cual se recurre
en casos particulares. ¿A partir de qué cantidad de casos particulares éstos dejan de ser eso,
casos particulares, y comienzan a acercarse ser casos normales? Pareciera que para esta
versión del terror revolucionario y de la revolución no hubiera posibilidad de que la
excepción se convierta en norma.

10
En Consideraciones criticas acerca de la crítica de la revolución rusa de Rosa
Luxemburgo (1970) encontramos:

Esto explica que [Rosa Luxemburgo] defienda contra los bolcheviques los «derecho
a la libertad». «La libertad -dice ella- es siempre la libertad de los que piensan de otro modo.»
Es, pues, la libertad para las otras «corrientes» del movimiento obrero, para los mencheviques
y los socialistas revolucionarios. Está claro que, en Rosa Luxemburgo, jamás se trata de la
defensa vulgar de la democracia «en general». Su postura es más bien, en ese punto, la
consecuencia lógica de su error de apreciación sobre el agrupamiento de las fuerzas en el
estado actual de la revolución. Pues la postura de un revolucionario sobre los problemas de
la libertad, en la época de la dictadura del proletariado, depende en último análisis
exclusivamente de esto; ¿considera a los mencheviques como enemigos de la revolución o
como una «corriente» de revolucionarios que «divergen» sobre cuestiones particulares de
táctica, organización, etcétera? (p.290)
La naturaleza y la medida de la «libertad» dependerán, en el período de la dictadura,
del estado de la lucha de clases, del poder del enemigo, de la intensidad de la amenaza que
pesa sobre la dictadura, de las reivindicaciones de las capas que deben ser ganadas, de la
madurez de las capas aliadas y de las influidas por el proletariado. La libertad (tanto, por
ejemplo, como la socialización) no puede representar un valor en sí. Debe servir al reino del
proletariado y no a la inversa. (p.292)
En estas dos citas encontramos referencias a un aspecto constitutivo del terror
revolucionario tal como lo hemos definido al inicio de este trabajo: la ausencia de libertades
individuales. Tanto la democracia como la libertad no son un valor en sí, deben servir al
reino del proletariado y no a la inversa. La libertad de aquellos que el gobierno
revolucionario identifique como contrarios a la revolución es entendida como una libertad
burguesa, y por ende una libertad falsa, reificada, fetichizada. No es esa la verdadera libertad.
La verdadera libertad es la que se alcanzará cuando se arribe a la sociedad sin clases, y el
primer lugar por el que hay que transitar en ese recorrido es el reino del proletariado, reino
en donde la libertad y democracia burguesas quedan abolidas.

En Lenin: un estudio sobre la unidad de su pensamiento (1924):

Los7 comunistas […] tienen sobre la gran masa del proletariado la ventaja de
comprender claramente la línea de marcha, las condiciones y los últimos resultados generales
del movimiento proletario. Ellos son –en otras palabras– la encarnación tangible de la
conciencia de clase.8

7
La traducción es propia.
8
The communists [...] have the advantage over the great mass of the proletariat of clearly understanding the
line of march, the conditions and the last general results of the proletarian movement. They are - in other words
- the tangible incarnation of class consciousness.

11
Debido a que es la función del partido preparar la revolución, es, al mismo tiempo e
igual, tanto el productor como el producto, tanto la condición previa como el resultado del
movimiento de masas revolucionaria […] el partido de vanguardia del proletariado solo
puede cumplir su destino […] si siempre está un paso frente a las masas en la lucha, para
mostrarles el camino.9
La cuestión de la historia ante el proletariado no es elegir entre guerra y paz, sino
entre guerra imperialista y guerra contra esta guerra: guerra civil […] la guerra es, como lo
definió Clausewitz, solo la continuación de la política.10
El Estado mismo está expuesto como un arma de la lucha de clases, como uno de los
instrumentos más importantes para el mantenimiento del gobierno de la clase […] Los sóviets
obreros como un aparato estatal: ese es el estado como arma en la lucha de clases del
proletariado.11
… el estado proletario es el primer estado de clase en la historia que reconoce
abiertamente y no hipócritamente que es un estado de clase, un aparato represivo y un
instrumento de lucha de clases. Esta implacable honestidad y falta de hipocresía es lo que
hace posible una verdadera comprensión entre el proletariado y los otros estratos sociales en
primer lugar.12
Los comunistas como la encarnación tangible de la conciencia de clase, como la
vanguardia que debe mostrarles el camino a las masas. Vanguardia a quien, justamente por
ser vanguardia, le corresponde ejercer el gobierno de un estado que es utilizado como un
arma, como un no hipócrita aparato represivo. A diferencia de la violencia brutal de la
acumulación primitiva o de las guerras imperialistas, el terror revolucionario es
implacablemente honesto, falto total de hipocresía, y por eso es más justo, más racional.

Respecto a Víctor Serge, dos textos en los que encontramos la versión racional sobre
el terror revolucionario: uno es Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión,

9
Because it is the function of the party to prepare the revolution, it is, at the same time and equal, both the
producer and the product, both the precondition and the result of the revolutionary mass movement [...] the
vanguard party of the proletariat can only to fulfill his destiny [...] if he is always one step ahead of the masses
in the struggle, to show them the way.
10
The question of history before the proletariat is not to choose between war and peace, but between imperialist
war and war against this war: civil war [...] war is, as Clausewitz defined it, only the continuation of politics.
11
The State itself is exposed as a weapon of the class struggle, as one of the most important instruments for
maintaining the government of the class [...] The workers' soviets as a state apparatus: that is the state as a
weapon in the struggle of classes of the proletariat.
12
... the proletarian state is the first class state in history that recognizes openly and not hypocritically that it is
a class state, a repressive apparatus and an instrument of class struggle. This implacable honesty and lack of
hypocrisy is what makes true understanding possible between the proletariat and the other social strata in the
first place

12
texto publicado por primera vez en 1921, luego revisado y vuelto a publicar en 1925; el otro,
El año 1 de la Revolución Rusa, escrito entre 1925 y 1928, nunca publicado en Rusia.

En Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión (1925) podemos leer:

En verdad, nadie –salvo tal vez algún fabricante de armas y municiones– tiene
especial predilección por el uso de la metralleta. Pero la metralleta existe. Es una realidad.
Una vez recibida la orden de movilización, hay que elegir entre estar delante de esta cosa real
o estar detrás de ella, entre servirse de la simbólica máquina de matar o servirle de blanco.
Nosotros preconizamos entre los trabajadores el uso de una tercera solución: tomar este
instrumento de muerte y volverlo contra sus fabricantes. (…)
Todo lo que hemos dicho de la metralleta se aplica al Estado y a su aparato de
dominación: prisiones, tribunales, policía, servicios policíacos. La revolución no escoge las
armas. Recoge del campo ensangrentado las que la historia ha forjado, las que caen de las
manos de la clase dirigente vencida. Ayer a la burguesía, para reprimir a los explotados, le
era necesario un poderoso aparato coercitivo: ahora también un poderoso aparato represivo
le sirve a los obreros y campesinos para vencer la extrema resistencia de los poseedores
desposeídos, para impedirles retornar al poder, para mantenerlos en una constante carencia
de sus privilegios. La metralleta no desaparece: cambia de manos… (p. 41)
La diferencia fundamental entre el Estado capitalista y el Estado proletario es ésta: el
Estado de los trabajadores trabaja por su propia desaparición. La diferencia fundamental entre
la violencia-represión ejercida por la dictadura del proletariado, es que esta última
constituye un arma necesaria de la clase trabajadora para la abolición de toda violencia.
No se debe olvidar jamás. La conciencia de los fines supremos también es una fuerza. (p. 52)
La revolución no escoge sus armas, la metralleta es algo real, con la revolución no
desaparece, cambia de manos. La metralleta en este texto de Serge, esa simbólica máquina
de matar -poética manera de referirse al terror rojo- no es algo malo o bueno en sí, al igual
que en Lukács no eran algo bueno ni malo en sí la democracia, la libertad, la legalidad, la
violencia. Sin argumentaciones basadas en la dialéctica -Serge no era un teórico como lo fue
Lukács- encontramos, también en este texto, la versión racional del terror revolucionario: un
arma necesaria de la clase trabajadora para la abolición de toda violencia. Y en tanto arma
necesaria para la consecución de un objetivo justo, la abolición de toda violencia es también
un arma justa.

En El año 1 de la Revolución Rusa (2008), podemos encontrar:


Otro rasgo característico de estas jornadas es la forma que en ellas adopta la guerra
civil. Los rojos no saben todavía manejar el arma de la represión, no han aprendido
prácticamente la necesidad de la represión, tienen propensión a dejarse engañar por lo que a
la democracia socialista se refiere, dan pruebas de una deplorable mansedumbre… (p. 97)

13
Los marxistas no han olvidado jamás que la violencia, que ha de acompañar
irremediablemente al derrumbe del capitalismo, en toda su amplitud, será la partera de la
sociedad socialista. (p. 206)
… [Lenin] dedica varias páginas a justificar la dictadura del proletariado. “Se necesita
un puño de hierro.” “La dictadura es un poder férreo, audazmente revolucionario, implacable
en la represión de los explotadores y también de los holgazanes. Nuestro poder es todavía
demasiado benigno...” Se hace indispensable la violencia, lo mismo frente a la
contrarrevolución que frente al individualismo pequeñoburgués […] No existe contradicción
alguna de principio entre la democracia soviética (socialista) y el poder dictatorial de
determinadas personas”. (p. 226)
Estos atentados [contra Lenin y Trotsky] simultáneos [provocaron] la sensación de
que había sonado una hora suprema; no le quedaba a la revolución otra alternativa que matar
o dejarse matar. Para vencer a los enemigos del exterior había que vencer a los enemigos del
interior (…)
Organizar el terror es limitarlo…
… [se] decreta el Terror Rojo (…) fusilamientos en masas. (p. 459)
… no necesita justificación todo aquello que constituye una necesidad histórica. No
ha habido jamás guerra ni revolución sin terror. (p. 489)
En estas citas podemos leer una valoración positiva de la violencia, primero, a través
la valoración negativa de la no violencia, esa deplorable mansedumbre, segundo, a través de
la referencia a la máxima marxista sobre la partera de la historia. Tercero, apoyándose en
Lenin: se necesita un puño de hierro, se hace indispensable la violencia. Otra vez, es la
versión realista del terror revolucionario, aquella dónde la violencia es necesaria y justa, o al
menos no precisa justificación: “…no necesita justificación todo aquello que constituye una
necesidad histórica.”

14
El terror revolucionario como tragedia

Esta versión comparte con la anterior la interpretación del terror y la violencia como
algo necesario, ineluctable, para vencer en la guerra civil. No obstante, ahora, el terror y la
violencia no son medios de los cuáles el revolucionario deba sentirse orgulloso, ya no son
moralmente válidos, de ahí el sentido trágico del asunto. El terror y la violencia son
cuestiones tan desgraciadas como necesarias.
En esta versión lo justo y lo necesario ya no son dos categorías homologables, ya no
son dos significantes metonímicamente intercambiables. Si bien lo justo sigue siendo
necesario, no todo lo necesario, ahora, es necesariamente justo. Así, el terror revolucionario
aparece como algo injusto y necesario. Lo necesario, ahora, es entendido como lo ineludible,
como lo inevitable.
Al igual que en la versión racional, en la versión trágica el terror es parte inseparable
de la revolución, por eso es necesario, inevitable. Pero ya no es algo justo, ahora es algo
fatídico, algo desgraciado pero necesario, algo trágico. Veremos que esta versión trágica se
modula de formas distintas en Serge y en Lukács: en Serge, una versión trágica depresiva, en
Lukács, una versión trágica maníaca.

Tanto en Lukács como en Serge encontramos esta versión en textos escritos entre
1919 y 1922. 1919 es el año en que ambos, desde recorridos diferentes, toman contacto
directo con la revolución: Lukács a fines de 1918 adhiere al PCH y en 1919 participa
activamente de la Revolución Húngara, “en 1919 Lukács tenía la visión grandiosa y
mesiánica de una revolución proletaria internacional que sería la aurora de un nuevo
mundo, el renacimiento de la cultura humanista, el principio del reino de la libertad” (Lowy,
pp.216, 217), la aspiración era la de fusionar Dios y la comunidad en un colectivismo
religioso en contraposición al individualismo egoísta de la sociedad burguesa europea de ese
entonces (Lowy, 2014, p.44).
Serge, que venía viajando desde Francia hacia la Rusia revolucionaria desde 1917,
finalmente llega a Petrogrado en plena guerra civil en 1919.
Como vimos, a partir de 1922 y hasta 1926-27 la versión que encontramos es la
racional. En 1922 Lukács publica por primera vez algunos de los ensayos que luego

15
formarían parte de Historia y Conciencia de Clase, no sin antes haber realizado correcciones
a partir de la crítica de Lenin al izquierdismo (Kohan, 2004).
Respecto a Serge, en este trabajo no se indagan las posibles razones del cambio de
interpretación del terror revolucionario -y de la revolución- de una versión trágica a una
racional13. Solamente partimos del hecho de que los textos escritos entre 1922 y 1927 en los
cuáles se trata el asunto del terror revolucionario son Lo que todo revolucionario debe saber
sobre la represión y El año 1 de la Revolución Rusa (Weissmann, 1988) y, leyendo esos
textos, como ya lo vimos, lo que se encuentra es la versión racional, bolchevique, del terror.

Volvamos a la versión trágica sobre el terror revolucionario. Los textos en los que
encontramos esta versión son: Ametralladora14 (1919) y Llama en la nieve15(1921) de Serge,
y Táctica y Ética16 (1919) de Lukács.

En el poema Ametralladora (1919) encontramos:

Baja para reducir el vuelo,


la ametralladora en emboscada: victoria para el hombre de las leyes de hierro,
victoria para metal sobre la carne - y en el sueño - la ley de la muerte.
Y esta máquina, nuestras manos y nuestros cerebros construidos.
Oh padre ¿Sabíamos lo que hicimos?17
Ese lamento: “Oh padre ¿sabíamos lo que hicimos?”, ese sentimiento de culpa,
escrito en 1919, alude sin duda al terror y la violencia durante la guerra civil, a la utilización
de la ametralladora contra enemigos externos e internos. Misma ametralladora que en Lo
que todo revolucionario debe saber sobre la represión (1921-25), ya lo vimos, aparece como
un instrumento moralmente válido. Mismo terror y misma violencia que en El año uno de la
Revolución Rusa (1295-28) aparecen como asuntos que no dejan lugar a lamentos, que no
habilitan dudas sobre su justicia, que no necesitan justificación.

13
Tampoco se indagan las de Lukács, no obstante, sabemos que podemos ubicar algo de esas razones en las
críticas de Lenin al izquierdismo.
14
Machine gun.
15
Flame on the snow.
16
Tactics and Ethics
17
Low to cut down flight,
the machine-gun in ambush: victory to the man of iron laws,
victory to metal on flesh – and in the dream – the law of death.
And this machine, our hands and our brains built.
O Father! Did we know what we made?

16
En el cuento corto Llama en la nieve (1921) podemos leer:

Mañana, primavera, ganas de sonreír. La gente, en la plaza, lee el periódico que acaba
de publicarse. ¿Por qué esta palabra La verdad, esta palabra de pocas sílabas, es tan dura,
aguda, cortante, en todos los idiomas: ¿Pravda, Wahrheit, Truth, Verdad? - Un trozo de papel
batiendo en el viento. “33: Nikitor Arkadievitch Ijine, 33 años, especulador. 34: Denskaya
Elena Dmitrievna, 24 años, modista, espía. 35: Vassili Vassilievitch Onéguine, 42 años,
oficial, aristócrata, contrarrevolucionario probado... 58: Abram Abramovitch, 30 años,
funcionario, miembro del Partido Comunista, condenado por corrupción...” disparo.
¡Sesenta! dice una voz joven. Leen abstractamente, sin dejar de sonreír. Tiene veinte
años, un aspirante a rojo; Ella, diecinueve, militante a cargo de la fábrica Dynamo. ¿Cuál
será asesinado debajo de Kronstadt?
(…)
La voluntad de someterse a todo, a sufrir todo, a lograrlo todo para terminar.
Voluntad inexorable. La voluntad de vivir finalmente de acuerdo con la nueva ley, trabajo
igualitario, o morir mostrando el camino. La disposición a arar la tierra y sus almas tan bien
que la tierra será nueva mañana.
Consciencia de que el presente apenas existe; y que es necesario dar todo, a esta hora,
al futuro para que haya un presente. La conciencia de que todos nosotros no somos nada si
no estamos con nuestra clase, su humanidad está aumentando. La conciencia que trabaja por
delante no tiene límites, que requiere un millón de brazos y cerebros, que es la única
justificación de nuestras vidas. Consciente de que un mundo se derrumba y que puedes vivir
solo mientras te entregas al mundo que espera nacer.18

“Abram Abramovitch, 30 años […] disparo”, “¿Cuál será el asesinado debajo de


Kronstadt?”, es el Terror Rojo, y otra vez el mismo lamento de Serge por las muertes de la
guerra civil, ese desgarro trágico por tener que someterse a todo, sufrir todo, [para] lograrlo
todo…

18
Morning, spring, the desire to smile. People, in the square, read the paper which has just been posted.
Why this word The Truth, this word of few syllable, is it so hard, sharp, curt, in all languages: Pravda,
Wahrheit, Truth, Verdad? – a scrap of paper flapping in the wind.
“33: Nikitor Arkadievitch Ijine, 33 years old, speculator. 34: Denskaya Elena Dmitrievna, 24 years
old, dressmaker, spy. 35: Vassili Vassilievitch Onéguine, 42 years old, officer, aristocrat, proven counter-
revolutionary ... 58: Abram Abramovitch, 30 years old, civil servant, member of the Communist Party,
convicted of corruption ...” shot.
Sixty! says a young voice. They read abstractly, without ceasing to smile. He is twenty years old, an
aspiring Red; she, nineteen, militant in charge with of Dynamo factory. Which one will be killed beneath
Kronstadt?
(…)
The will to undergo everything, to suffer everything, achieve everything in order to finish. Inexorable will.
The will to live finally according to the new law, equal work, or to die showing the way. The willingness to
plough up the ground and its souls so well that the earth shall be new tomorrow.
Consciousness that the present hardly exists; and that it is necessary to give everything, at this hour,
to the future so that there may be a present. Consciousness that all of us are nothing if we are not with our
class, its humanity rising. Consciousness that work ahead does not have limits, that it requires a million arm
and brains, that it is the only justification of our lives. Consciousness that a world collapses and that you can
live only while giving yourself to the world which waits to be born.

17
En Táctica y Ética (1919) de Lukács podemos leer el siguiente pasaje, entre muchos
otros posibles:
No es tarea de la ética inventar prescripciones para la acción correcta, ni disipar o
negar los insuperables y trágicos conflictos del destino humano. Por el contrario, la
autoconciencia ética deja bastante claro que hay situaciones, situaciones trágicas, en las que
es imposible actuar sin cargar con la culpa. Pero, al mismo tiempo, nos enseña que, incluso
frente a la elección de dos formas de incurrir en culpa, todavía debemos encontrar que existe
un estándar para adjuntar acciones correctas e incorrectas. A esta norma la llamamos
sacrificio. Y así como el individuo que elige entre dos formas de culpa finalmente toma la
decisión correcta cuando sacrifica su yo inferior en el altar de la idea superior, por lo que
también se necesita fuerza para evaluar este sacrificio en términos de la acción colectiva. En
este último caso, sin embargo, la idea representa un imperativo de la situación histórico-
mundial, una misión histórico-filosófica. En una de sus novelas, Ropschin (Boris
Savinkov[1] ), el líder del grupo terrorista durante la Revolución rusa de 1904 a 19o6, expresó
el problema del terror individual en los siguientes términos:
El asesinato no está permitido, es un pecado absoluto e imperdonable; “no puede”,
pero aun así “debe” ser cometido […] él ve, no la justificación (eso es imposible) sino la raíz
moral última del acto terrorista como sacrificio por sus hermanos, no solo de su vida, sino
también de su pureza, su moral, su misma alma. […] Para expresar este sentido de la tragedia
humana más profunda en las incomparablemente hermosas palabras de Judith de Hebbel:
"Incluso si Dios hubiera puesto el pecado entre mí y el acto que me ordenó, ¿quién soy yo
para poder sustraerme de él?"
Al igual que en Serge, podemos leer una dimensión trágica del terror revolucionario 19,
el cuál implica “situaciones trágicas en las que es imposible actuar sin cargar con la culpa”,
¿Cómo se salva este dilema? A través del sacrificio del yo inferior en el altar de la idea
superior. A diferencia de Serge, en Lukács no leemos un lamento por lo trágico de esta
situación, al contrario, nos ofrece una exaltación del sacrificio, hay una excitación en ese
tener que ir más allá de la moral individual, en ese tener que recurrir al uso de la violencia y
el terror como ofrenda para el Dios del socialismo. En este sentido es que decimos que la
versión trágica de Serge está modulada con tonos depresivos, mientras que la de Lukács con
tonos maníacos.

19
La lectura que puedo hacer de este pasaje la baso en las lecturas que han hecho del mismo Francisco García
Chicote en El sujeto de la emancipación (2018) y Michael Lówy en Ideología revolucionaria y mesianismo
místico en el joven Lukács en El Marxismo Olvidado (2014).

18
El terror revolucionario como error gravoso

En esta versión el terror no es un medio moralmente válido para un revolucionario20,


en este punto hay un punto de contacto con la versión trágica. Pero ahora, no sólo no es
moralmente válido, injusto, es también innecesario, no es ineluctable, es más, es un método,
una táctica, que hay que evitar utilizar, es incompatible con la revolución socialista, utilizarlo
como medio para obtener el fin deseado -la sociedad sin clases- es un error gravoso, acaso
imperdonable. El terror es injusto e innecesario.
En esta versión del terror revolucionario lo justo y lo necesario siguen siendo dos
categorías diferenciadas, al igual que en la versión trágica.
También al igual que en la versión trágica, el terror aparece como algo injusto, algo
desgraciado, algo fatídico. Pero, como ya se dijo, en esta versión el terror no sólo es injusto,
sino que también es innecesario, algo incompatible con la revolución socialista. La novedad
está en que, a diferencia de las dos versiones anteriores, en esta versión, el terror ya no es
parte inseparable de la revolución. Tanto en la versión racional como en la trágica, el terror
y la revolución se implican mutuamente, terror revolucionario si solo si revolución, es lo
que podríamos definir como una versión jacobina del terror revolucionario y de la
revolución21. En la versión gravosa el terror y la revolución ya no son dos términos
superponibles. Del mismo modo en que antes dejaron de serlo las categorías de justicia y de
necesidad, ya no son dos significantes metonímicamente intercambiables.
La versión gravosa la encontramos en los textos de Lukács y de Serge previos a su
contacto directo con la revolución, que como vimos se produce en 1919, de manera distinta
en cada caso.
Los textos que proponemos analizar en este último apartado del trabajo son Un ensayo
crítico sobre Nietzsche22 (1917), de Victor Serge, y El bolchevismo como problema moral

20
Es verdad que, en cierto sentido, si el terror es un medio no válido para la revolución, no compatible con ella,
hablar de terror revolucionario sería un oxímoron. No obstante, para no complejizar más el desarrollo de lo que
se está intentando mostrar, y con un criterio puramente pragmático, se seguirá hablando, en esta parte del
trabajo, de terror revolucionario.
21
Versión jacobina sobre la cual el bolchevismo asumía su reivindicación.
22
A Critical Essay of Nietzsche.

19
(1918), de Gyórgy Lukács.

En Un ensayo crítico sobre Nietzsche (1917) encontramos:

[Nietzsche] A menudo confundió energía y violencia, que es solo su manifestación


más salvaje. (…) Nuestro "ideal noble por excelencia" es el hombre humilde y purificado que
vence los instintos ancestrales de la lucha bestial porque desea otra lucha, que exige no menos
coraje o fuerza, pero que es más digna de él. Uno necesita más valor para romper una espada
que para usarla; ser libre y libertario que ser un opresor.
… las sociedades fundadas en la violencia y la iniquidad decaen a través de la
violencia y la iniquidad.
(…)
¿Qué queda del concepto de justicia cuando los cañones explotan?23
Energía y violencia no son lo mismo, deja claro Serge en este texto escrito en
1917, revolución y terror no son equivalentes. Este punto es lo central de la versión
gravosa del terror: la desimplicación de la revolución en el terror y del terror en la
revolución. Nada bueno puede surgir a través de la violencia y el terror, sólo más
violencia y terror, “las sociedades fundadas en la violencia y la iniquidad decaen a
través de la violencia y la iniquidad”.

En El bolchevismo como problema moral (1918) encontramos:

La formulación ética del problema, por tanto, depende de cómo se interprete el rol de
la democracia. Es decir, si acaso la democracia se entiende como una táctica temporal del
movimiento socialista, como una herramienta útil para ser empleada en la lucha contra el
terror sancionado legalmente pero carente de ley de las clases opresoras, o si se considera
verdaderamente a la democracia como parte integrante del socialismo. Si esto último fuese el
caso, la democracia no podría ser dejada de lado sin tomar en cuenta las consecuencias
morales e ideológicas que se seguirían. Por lo tanto, todo socialista responsable y consciente
se ve enfrentado a un grave problema moral cuando considera el abandono del principio
democrático …
… El problema que enfrentan se puede plantear en estos términos: ¿es posible lograr
el bien usando medios condenables? ¿puede la libertad ser lograda mediante la opresión?
¿Es posible que un nuevo orden mundial emerja de una lucha cuyas prácticas varían sólo
técnicamente en relación a aquéllas del viejo y despreciado orden mundial? …

23
He often confused energy and violence, which is only his most savage manifestation. (...) Our "noble ideal
par excellence" is the humble and purified man who overcomes the ancestral instincts of the bestial struggle
because he desires another struggle, which demands no less courage or strength, but which is more worthy of
him. One needs more courage to break a sword than to use it; be free and libertarian to be an oppressor ...
societies founded on violence and iniquity decay through violence and iniquity. (...) What remains of the
concept of justice when cannons explode?

20
… Permítaseme enfatizarlo nuevamente: el bolchevismo descansa sobre el supuesto
metafísico de que el mal puede engendrar el bien. O como Razumijin dice en Crimen y
Castigo de Dostoyevsky, de que sería posible mentir nuestro camino hacia la verdad.
A este autor le resulta imposible compartir esta creencia. Por consiguiente, percibe
la existencia de un problema moral insoluble en la raíz del punto de vista bolchevique. En el
caso de la democracia, “sólo” esfuerzos sobrehumanos, bajo la forma del auto sacrificio y la
renuncia, se requieren de parte de aquellos que hacen su elección conscientemente y están
preparados para perseverar en ella con honestidad. No obstante, aunque pudiese requerir una
fuerza sobrehumana, el camino democrático no nos confronta con una cuestión insoluble,
como sí sucede con el problema moral del bolchevismo.

En el texto de Serge de 1917 la pregunta era “¿Qué queda del concepto de justicia
cuando lo cañones explotan?”, en el texto de Lukács de 1918 es “¿es posible lograr el bien
utilizando medios condenables? ¿puede la libertad ser lograda mediante la opresión?”. Es
la misma pregunta: ¿es el terror parte constituyente de la revolución? Y la respuesta en este
momento es la misma en Lukács y en Serge, no. Al Lukács del 1918, previo a su conversión
religiosa al comunismo (Löwy, 2004, p. 56), le resulta imposible adherir al principio
metafísico bolchevique según el cual el mal puede engendrar el bien. No es posible lograr la
libertad mediante la opresión, no es posible lograr el bien por medios condenables. En el
mismo sentido, Serge nos dice que “hace falta más valor […] para ser libre y libertario que
un opresor”. En este momento, tanto para Serge como para Lukács, el terror no es una parte
constituyente de la revolución, aún más, revolución y terror se excluyen mutuamente.

21
Conclusiones

Lo que se intentó mostrar en este trabajo es que podemos ubicar tres distintas
versiones sobre el terror revolucionario en tres distintos momentos de la producción escrita
de Serge y de Lukács entre 1917 y 1927, y que, además, ambos recorren las tres versiones en
la misma secuencia: versión gravosa (1917 a 1919), versión trágica (1919 a 1922), versión
racional (1922 a 1926-27).
En los textos escritos antes del contacto directo con la revolución podemos leer la
versión gravosa del terror, el terror como algo injusto e incensario, algo incompatible con la
revolución. Esto lo pudimos leer en el ensayo de Serge sobre Nietzsche de 1917, y en el
escrito sobre el problema moral del bolchevismo de Lukács de 1918.
Después del primer contacto directo con la revolución en 1919, cada uno a través de
un recorrido propio -Lukács adhiriendo al PCH y participando de la revolución húngara,
Serge llegando a Petrogrado para sumarse a la revolución rusa en plena guerra civil- los textos
dejan leer una versión trágica del terror revolucionario, el terror revolucionario como algo
injusto (aún) pero necesario, el terror revolucionario como constituyente de la revolución.
Vimos que esta versión tenía dos modulaciones: en Serge aparece con unos tonos depresivos,
Ametralladora, Llama en la nieve, mientras que en Lukács muestra tonos maniacos, Táctica
y Ética. En Serge esta versión del terror revolucionario aparece acentuando el aspecto injusto
del mismo, el aspecto desgraciado, hay un lamento, una tristeza por la inevitabilidad de la
violencia. En Lukács, en cambio, hay una acentuación del aspecto de la necesariedad del
terror revolucionario, aún más, hay una especie de exaltación maníaca del terror en tanto
ubicable más allá de toda cuestión moral individual, excitación frente a la idea del sacrificio,
de ahí que se proponga pensar esta modulación como maníaca, frente a la de Serge que seria
una modulación depresiva. El Serge de este momento focaliza en el aspecto injusto del terror
revolucionario, Lukács en el aspecto necesario. Pero para ambos el terror revolucionario es
algo injusto y necesario.
A partir de 1922 y hasta el Termidor soviético de 1927, lo que encontramos en textos
de Serge y de Lukács es la versión racional del terror revolucionario, versión bolchevique

22
leninista, el terror revolucionario como algo justo y necesario, justo en tanto necesario,
necesario en tanto justo.

23
Fuentes

Serge, V. (1917) A Critical Essay of Nietzsche. Recuperado de


https://www.marxists.org/archive/serge/1917/12/nietzsche.htm

Lukács, G. (1918) El bolchevismo como problema moral. Recuperado de


https://www.scribd.com/document/169913230/Lukacs-G-El-Bolchevismo-Como-
Problema-Moral

Lukács, G. (1919) Tactics and Ethics. Recuperado de


https://www.marxists.org/archive/lukacs/works/1919/tactics-ethics.htm

Serge, V. (1919) Machine Gun. Recuperado de


https://www.marxists.org/archive/serge/1919/07/machinegun.htm

Serge, V. (1921) Flame on the snow. Recuperado de


https://www.marxists.org/archive/serge/1921/xx/flame.htm

Lukács, G. (1970) Historia y Conciencia de Clase. La Habana. Instituto del Libro.

Serge, V. (1925) Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión. Recuperado de
https://cronicon.net/paginas/Documentos/paq2/No.12.pdf

Serge, V. (2008) El año 1 de la Revolución Rusa. Ediciones Digitales de Izquierda


Revolucionaria. Recuperado de
https://facundoaguirre.files.wordpress.com/2017/01/el20ano20i20de20la20revolucion20rus
a.pdf

Serge, V. (2002) Memorias de mundos desaparecidos (1901-1941). Buenos Aires. Siglo


XXI.

24
Bibliografía

Kohan, N. (2004) La Filosofía y el Fuego (Lukács ante Lenin). Recuperado de


https://corredordelasideas.blogspot.com/2018/05/nestor-kohan-la-filosofia-y-el-fuego.html

Lowy, M. (1978) Para una Sociología de los Intelectuales Revolucionarios. México DF.
Siglo XXI.

Lowy, M. (2014) El Marxismo Olvidado (R. Luxemburgo, G. Lukács). Editorial Dynamis.


Recuperado de
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Recuperado de https://www.vientosur.info/documentos/Serge.pdf

Chicote García, F. (2018) El sujeto de la emancipación: personalidad y capitalismo en


Gyórgy Lukács y Siegfried Kracauer. Buenos Aires. Ediciones UNGS.

25

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