CÁTEDRALIBREMARTÍN-BARÓ

Por una psicología con compromiso social

Álvaro Uribe Vélez o la Necropsicología

En la Política Para-limitar

Mg Edgar Barrero Cuellar

Director www.catedralibremartinbaro.org
Ganas de putearlo. Impulso inconsciente a bofetearlo. Deseo de gritarle en la
cara sobre sus crímenes y violación masiva de los derechos humanos. Impotencia y
rabia que se alcanza a escapar de la boca con insultos cotidianos. Y muchos deseos
más que aquí no se pueden nombrar. No se puede negar que todo lo anterior es el
resultado, el efecto, la reacción común que muchos tenemos al escuchar sobre el
cinismo del expresidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez; al referirse a sus
soluciones para resolver los graves conflictos sociales que hoy padece el pueblo
colombiano. Por ejemplo, llamar a la masacre con “criterio social” contra la minga
indígena o justificar los asesinatos que se cometan con “criterio moral”.
Su arma mortal son las redes sociales que sabe manejar a la perfección para
generar miedo, terror, inestabilidad psicosocial, parálisis comunitaria,
desorientación cognitiva, confusión emocional y necesidad espiritual de un líder
como él para combatir todos los males de esta sociedad. Basta con analizar
someramente sus mensajes para entender que allí hay toda una Necropsicología de
la política con intención para-limitar.
Veamos por lo menos seis formas de expresión de dicha necropsicología que
se ha impuesto en la vida política de Colombia desde que este siniestro personaje
asumió la presidencia de la Republica en 2002-2008 hasta su innegable influencia
en la colocación de otros mandatarios como Juan Manuel Santos e Iván Duque, más
conocido popularmente como el títere.
1. Excesivo amor a la guerra, la autoridad, la seguridad, la confrontación
violenta y la muerte física o simbólica de sus contradictores. Su estilo es el
de un puro macho cabrío que no se puede dar el lujo de mostrarse débil.
Pero dicho amor a la guerra y a la muerte se disfraza de un tono sereno
pero firme. Toma gotas naturales para mantener la calma. Asiste a
ceremonias religiosas para justificar ese criterio social o moral de la
masacre del otro al que considera su enemigo y por lo tanto lo estigmatiza
como terrorista.
2. Gusto intenso en la privatización deshumanizante, la protección de los
poderosos y la militarización amenazante de la vida cotidiana. Todo lo
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quiere privatizar y sacar de allí beneficios personales o familiares. No

importa que dicha privatización ponga en riesgo la vida física, psicológica
o espiritual de millones de seres humanos. Desprecia a las clases menos
favorecidas y se inclina con reverencia ante los poderosos para ganar sus
cuidados al mismo tiempo que los protege. Pero dicho despreció lo hace
ver con humildad, serenidad y justicia. De esta forma, quienes le siguen ya
enceguecidos por el poder simbólico de la figura de padre protector;
renuncian al criterio propio y le obedecen sumisamente; hasta los límites
de la aprobación de acciones violentas hacia sus contradictores. Así se
naturaliza la necropsicología como un sentimiento nacionalista de muerte
o destrucción de los otros diabólicos, terroristas o malas gentes.
3. Las frustraciones personales -incluyendo las sexuales- de quien práctica y
promueve la necropsicología son trasladas como resentimiento y odio
irracional hacia todo aquello que amenace con dejarlo por fuera del
protagonismo de los asuntos cruciales del país. Por esto no puede dejar de
trinar. Y justo allí emerge buena parte de su necropsicología; al no
ahorrarse palabras para estigmatizar, enlodar, ensuciar, afear y amenazar
directamente a quienes le contradigan. Este tipo de personas encuentra
placer extremo cuando logra que sus mensajes mortíferos se reproduzcan
a favor o en contra. Una vez liberado el mensaje violento por parte del jefe,
del padre, del mesías, del líder protector, del ángel enjuiciador; es
aceptado e incorporado por la mente, el cuerpo y los corazones de sus
seguidores; que se aprestan a defender a muerte a su futuro salvador.
4. Desprecio y asco incontrolable hacia las clases sociales y razas menos
favorecidas. Aunque posa de persona generosa para obtener el favor de
esas mayorías históricamente manoseadas. La mayoría de los discursos
uribistas se sitúan allí en el desprecio hacia los indígenas, los negros, los
campesinos, la población LGTBI, etc. Tanto el desprecio y el asco son
formas concretas de muerte psicológica en la que se acaba la humanidad
del otro. Detrás de esta psicología de la muerte se esconde unos deseos

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más profundos de eliminación física de esos seres humanos previamente

deshumanizados.
5. La necropsicología busca generar una verdadera guerra de nervios por
medio de mensajes de miedo y terror generalizado, masivo. Esto funciona
hacia los dos lados de la polarización social. De un lado, los seguidores del
gran líder que promete arrasar con el supuesto “mal” sienten miedo,
pánico, terror por las supuestas amenazas que su líder inventa y trasmite
gracias a la complicidad de los grandes medios de información y las redes
sociales. De otro lado también se ponen los nervios de punta; pues quienes
tienen mayor comprensión de los mensajes mercenarios y destructivos del
líder, sienten rabia, impotencia, frustración al no ver operar la justicia
frente a los llamados a la muerte, la masacre, la desaparición de lo diverso.
De tal modo, que el resultado efectivamente de la guerra psicológica es una
masacre nerviosa, emocional, cognitiva y espiritual. La necropsicología
instala la sociedad en una especie de esquizofrenia nacional
cuidadosamente diseñada para mantener al líder salvador en el poder y
dar la vida por él si fuera necesario; y de paso matar física o
simbólicamente todo lo que se atraviese.
6. La necropsicología que tanto práctica este señor Uribe y sus fanáticos
seguidores busca dar de baja, matar o por lo menos herir gravemente la
memoria de todo un pueblo. Esto es muy parecido a lo que Gloria Gaitán
llama brillantemente un <<memoricidio>>. Las palabras matan. Niegan.
Desaparecen. Torturan. Estigmatizan. Persiguen. También mienten y
ocultan sistemáticamente hasta lograr estados nacionales de confusión
respecto a la propia historia. Primero se mata la historia y luego se busca
instalar una nueva funcional a los intereses de los poderosos. Para ello el
gran líder debe aparentar una gran formación intelectual. La
necropsicología asesina la memoria de un pueblo para vaciarlo de
identidad y obligarlo a buscar refugio en la protección y seguridad que el
líder ofrece en su “centro democrático”.

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