San Francisco de Asís) APOSTOLADO FE Y VIDA ORACIÓN , ,
MAYO 23, 2016
Escrito por H. Edgar Henríquez Carrasco
La característica que distingue a un cristiano de una
persona de otras confesiones religiosas, es el amor verdadero. Este consiste en sentirse profundamente amado por Dios y amarle a Él sobre todas las cosas. De esta concepción de la vida se desprenden otras características como el perdón, la esperanza, la fe, la verdad, etc. San Francisco de Asís, en su «Plegaria simple», nos ayuda a reflexionar sobre la gran riqueza que tenemos quienes creemos en Dios y el aporte que podemos hacer al mundo iluminando las tinieblas con la verdadera luz de Jesucristo. La oración de San Francisco expone los 8 aportes que puede llegar a hacer un cristiano al mundo cuando es coherente con su fe y auténtico en sus obras:
1. «Donde haya odio, ponga amor»
«Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen» (Mateo 5.44). En medio de las guerras, de los conflictos bélicos entre países hermanos, en medio de la soledad interior, de la depresión, de los problemas económicos, el amor es la luz que disipa las tinieblas y trae la paz, la estabilidad. Pero, ¿quién puede traer el amor a mi vida? El único es Jesucristo. Sólo en él podemos amar en plenitud. Pero el cristiano que está unido a él tiene esa facultad también, de comunicar ese amor, porque “todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (1 Juan 4.1). La próxima vez que percibas el odio, no olvides llevar el amor de Dios, así será Él mismo quien intervenga y disipe las tinieblas del mal.
2. «Donde haya ofensa, ponga
perdón» «Si (tu hermano) peca contra ti siete veces al día, y otras siete viene a decirte ‘Me arrepiento’, perdónalo» (Lucas 17.4). Amigos que se engañan, parejas que son infieles, hermanos que se alejan, esposos que se divorcian, etc., todo esto se solucionaría con el perdón. El perdón necesariamente requiere comunicación, por eso Jesús se hizo carne, para de esta forma comunicarnos su amor, perdonarnos y llevarnos a la salvación. Te pregunto: ¿El perdón se ha hecho carne en ti? Si aún no has perdonado a quien te ofendió, descuida, estás a tiempo de hacerlo. Siempre es tiempo de perdonar. No olvides, primero comunicación y luego perdón, ya verás cómo las cosas en tu interior cambiarán absolutamente.
3. «Donde haya discordia, ponga
armonía» «Miren cuán bueno y agradable es que los hermanos habiten juntos y en armonía» (Salmo 133.1). La discordia es enemiga de la concordia, su mismo significado lo expresa: «separación de corazones». Es normal tener diferencia de opiniones, pero no es normal que dos corazones se distancien por problemas, a veces, sin sentido. Nuestra sociedad parece promover la división, las redes sociales mal usadas contribuyen a esto, ya que si alguien me cae mal simplemente le elimino de mis contactos, de mi vida. Un cristiano no actúa así, él pone armonía y unidad donde no la hay. El cristiano une los corazones de los hombres para hacerlos uno en Cristo. «Un solo cuerpo y un mismo espíritu» (Efesios 4.4).
4. «Donde haya error, ponga
verdad» «(Dijo Jesús): Haz que ellos sean completamente tuyos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad» (Juan 17.17). El error nos lleva a acercarnos cada vez más a las tinieblas. Así como el odio engendra guerra, así también el error genera confusión. ¿Te sientes confundido, sin saber qué hacer? Es porque hay algo de error en tu vida. Entonces, ¿cuál es la solución? Simple: la verdad. ¿Y qué es la verdad? Esto mismo preguntó Pilato a Jesús hace 2000 años, y Jesús poco antes le había dado la respuesta: «Mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso he nacido y para eso he venido al mundo. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz» (Juan 18.37). Jesús nos dice: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14.6), si le escuchamos, si le recibimos, tendremos la verdad. Caso contrario, como sucede mucho, nos quedaremos sumidos en el error y en las tribulaciones que nos acechan.
5. «Donde haya duda, ponga fe»
«La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven» (Hebreos 11.1). Con la relatividad parece todo el mundo dudar de incluso las cosas más básicas. Vivimos sumidos en interrogantes que parecen no encontrar respuesta ni en la ciencia ni en la experiencia. Entonces, ¿has pensado en ponerle un poquito de fe a tu vida? La fe, si bien es cierto es un Don de Dios que concede a quien quiere, pero podemos pedirla todos. Lo típico: “es que yo me basto a mí mismo, no necesito de la fe” ¡Groso error! ¿Qué tienes tú que te hace prescindir de los demás, de Dios? ¡Mucho ego y poca humildad! El que es humilde sabe que no se basta a sí mismo, que necesita de los demás y de Dios. Darse cuenta de esto puede ser el inicio de un camino de fe que te llevará a disipar toda duda en tu vida.
6. «Donde haya desesperación,
ponga esperanza» «Yo espero en el Señor con toda mi alma, confío en su palabra» (Salmo 130.5). Depresión, adicciones, crisis, problemas familiares, morales, sociales, económicos, para todo esto siempre se acude al psicólogo, a la ciencia. ¿Y Dios? ¿Puede Dios ayudarme a sanar mi alma, a cambiar? ¡Claro que sí! Para esto está la virtud teologal de la esperanza que poco recordamos y pedimos los católicos. Esta virtud nos hace confiar en Dios a pesar de las tribulaciones y dificultades de la vida. Podrán venir miles de conflictos, pero con el escudo de la esperanza nada de ello podrá quitarme la confianza en Dios.
7. «Donde haya tinieblas, ponga
luz» «Ustedes son la luz del mundo… brille su luz delante de los hombres, para que al ver sus buenas obras, den Gloria a Dios que está en el cielo» (Mateo 5:14.16). La imagen de la tiniebla evoca oscuridad, desolación, tristeza y miedo. En cambio la imagen de la luz nos llena de vida, nos ayuda a ver bien y a distinguir objetos y colores a nuestro alrededor. ¿Qué pasaría si vivieras siempre en oscuridad? No podrías hacer nada. ¡Necesitas de la luz! Así mismo nosotros, todos, necesitamos de Dios que es la verdadera luz. Quien tiene a Dios en su alma es capaz de llevar la luz al mundo sumido en la oscuridad del placer al extremo, en la oscuridad del egoísmo, en la oscuridad de la avaricia, etc. Esa luz de Cristo sin duda que es necesaria hoy en día, no podemos permitir que se apague la llama que hay en nosotros.
8. «Donde haya tristeza, ponga
alegría» «Estén alegres, les repito, estén alegres» (Filipenses 4.4). La tristeza no es ni buena ni mala en sí, dependiendo de la situación puede ayudarnos o desalentarnos. El exceso de tristeza jamás es bueno. Un corazón que está enamorado de Jesús, de su Palabra, de su Misión, no tiene por qué vivir en la tristeza. San Pablo se daba cuenta de esto y exhortaba a los filipenses a que siempre estuvieran alegres en el Señor, porque él es nuestra alegría total. El enamorado jamás está triste, solo cuando su enamorado o enamorada se aleja; caso similar pasa con los cristianos, siempre estaremos alegres mientras vivamos enamorados de Dios, y además tenemos todas las de ganar, ya que Jesús jamás se va de nuestra vida.
Estos son algunos de los aportes que podemos hacer a la
sociedad. Los cristianos tenemos un gran tesoro en la vasija de barro de nuestro corazón, basta tomarnos un poco de tiempo para encontrar lo bello que Dios ha sembrado dentro de nosotros.
Amor, perdón, armonía, verdad, fe, esperanza, luz y alegría
son cualidades que San Francisco de Asís hace ocho siglos atrás ya había experimentado en su vida. Pidamos al Señor que nos de estos ocho dones para que seamos lo que Dios quiere de nosotros: auténticos y verdaderos discípulos enamorados de su Persona, de su Palabra y de su Misión. La gran aportación del cristianismo a la Filosofía griega Manuel Ocampo Ponce, el 7.07.17 a las 6:50 PM
Entre las aportaciones más importantes que el cristianismo ha hecho a la Filosofía,
está la identificación de Dios como el Ser Absoluto. Esa aportación no fue cualquier cosa, sino que trajo como consecuencia importantes ajustes en la visión del universo, porque bajo la perspectiva cristiana, en sentido estricto, sólo Dios es, puesto que todos los demás entes están sujetos al devenir. En el cristianismo, todos los entes que no son Dios no son perfectos e inmutables como lo es el Ser. De hecho, siguiendo a Aristóteles, el cristianismo sostiene que todo movimiento implica el ser e implica el no ser plenamente. Cambiar es adquirir o perder ser. Basta recordar que Aristóteles definió el movimiento como acto de lo que está en potencia en tanto que está en potencia. La potencialidad aristotélica va actualizándose progresivamente de suerte que manifiesta cierta falta de actualidad que va adquiriendo. Sin embargo, hay que observar que Aristóteles concebía un mundo eterno que dura fuera de Dios y sin Dios, y a esto la Filosofía cristiana aportó la distinción entre la esencia y el acto de ser que revolucionó el pensamiento aristotélico al afirmar que fuera de Dios, todo lo que es, podría no ser lo que es, o incluso podría simplemente no ser.[1]La contingencia del mundo es una novedad metafísica que proviene del cristianismo. Si Dios es el Ser: “Yo soy” tal y como lo presenta el Éxodo, todos los demás entes que no son Dios sólo pueden recibir su ser de Él. El Demiurgo del Timeo de Platón está muy cerca del Dios cristiano en cuanto su actividad esboza la obra creadora. Pero ese Demiurgo da todo al universo excepto el ser mismo. Por su parte, en lo que se refiere al Primer Motor inmóvil de Aristóteles, es en cierto modo la causa de todo lo que es. Sin embargo, la noción de creador no aparece en su doctrina. La doctrina platónica y aristotélica del origen del mundo explican por qué el universo es lo que es, pero nunca explican por qué es el universo.[2] Tanto Platón como Aristóteles permanecen completamente ajenos a la noción de creación.[3] Y es que lo que faltó a los griegos es saber que Dios es el Ser y que sólo en Él la esencia y el acto de ser se identifican. Por eso no pudieron deducir la necesidad de la creación o de la participación del ser. La primera línea del génesis cambió el rumbo de la historia de la Filosofía, al poner los reflectores en una verdad que era fácilmente deducible de los principios de la misma Filosofía griega pero que la Filosofía griega no alcanzó. De hecho les faltó poco porque podemos ver cómo Platón pone lo uno en el origen de lo múltiple y Aristóteles pone lo necesario en el origen de lo contingente.[4] Definitivamente los griegos se quedaron en el orden de la inteligibilidad y del devenir y no alcanzaron el orden del ser y de la existencia aun cuando sus principios eran suficientes para hacerlo.[5] Lo que produjo un cambio radical en la concepción del universo fue el darse cuenta de la creación y todas sus implicaciones metafísicas. Porque la creación implica la conservación de ese mundo por un Ser que no sólo lo conoce, sino que lo ama y lo mantiene cada instante en el ser. Los griegos no alcanzaron la inteligibilidad reflejada en este texto de san Agustín: “He dicho a todas las cosas que rodean en mis sentidos: habladme de mi Dios, vosotras que no lo sois, decidme algo de Él. Y todas gritaban con voz fuerte: ¡Él es quien nos ha hecho! Para interrogarlas, las miro y no tengo más que verlas para comprender su respuesta”.[6] Por eso en la medida que los filósofos se unían a San Pablo se apartaban de la filosofía griega. Porque en el cristianismo, la causa eficiente es causa creadora. “Todo lo que es, en un sentido cualquiera, debe necesariamente su ser a Dios. De un modo general, en efecto, para todo lo que depende de un orden, se comprueba que lo que es primero y perfecto en un orden cualquiera es causa de lo que es posterior en el mismo orden. Por ejemplo: el fuego, que es el más caliente de los cuerpos, es causa del calor de los demás cuerpos calientes, pues lo imperfecto extrae siempre su origen de lo perfecto, como la simiente viene de los animales o de las plantas. Ahora bien: hemos demostrado precedentemente que Dios es el ser primero y absolutamente perfecto; debe ser, pues necesariamente, la causa que hace ser todo lo que es.”[7] La acción creadora excluye la posibilidad de toda materia preexistente. Todo, incluso la materia, depende del acto creador. Mientras el Dios cristiano es un Dios que ama, el dios de Aristóteles es un Dios que se deja amar. En Aristóteles el amor que el cielo y los astros le tienen a Dios es el que los mueve. Mientras que el amor que mueve en Santo Tomás es el amor que Dios le tiene al mundo. En Aristóteles el Primer Motor, los motores intermedios, el movimiento y los entes están ya dados. El Primer Motor no es causa del movimiento. En cambio en la Filosofía cristiana ese Primer Motor de Aristóteles que Santo Tomás llama Dios es causa de todos los movimientos y de la existencia de todos los entes del universo. [8] Dios es el creador del movimiento mismo. A diferencia de Aristóteles, Santo Tomás implica la idea de creación al movimiento dando otro sentido a la Filosofía griega que jamás tuvo. Pero, además, en lo que se refiere a la causa eficiente, la Filosofía griega no sale del orden del devenir. Aristóteles subordina a la primera causa, muchas causas segundas inmóviles como por la primera. En cambio, en Santo Tomás cuando prueba la existencia de Dios por la causa eficiente considera nuevamente la creación. La causa eficiente produce el ser por medio de sus efectos de donde se sigue que Dios es la causa eficiente de todo lo que no es Él.[9] En Santo Tomás, causa eficiente es causa creadora y, por eso, cuando se refiere a una primera causa eficiente, no puede ser otra que Dios. Santo Tomás sigue a Aristóteles, pero entiende la eficiencia de una manera muy distinta y por eso se separa por mucho de lo que propone Aristóteles. Aunque los filósofos cristianos repitan lo que dice Aristóteles, se mueven en otro plano muy distinto porque para los griegos Dios no trasciende la serie de seres animados. El cristianismo trasciende el orden físico de Aristóteles para llegar al metafísico.Alcanza lo más profundo de los principios aristotélicos elevando el pensamiento de Aristóteles a Dios que ha revelado a los filósofos la naturaleza del objeto propio de la Metafísica. El universo griego difiere del cristiano en cuanto no pasa de alcanzar un dios que puede ser causa de todo, mientras el Dios cristiano es la causa de la existencia misma del ser. En el cristianismo no se trata de un universo informado o eternamente movido, sino de un universo que inicia con un acto creador; un universo contingente en el orden del ser más que de la inteligibilidad o del devenir. Por eso el Dios cristiano es un Dios trascendente, providente, que crea el ser del orden junto con el ser de las cosas ordenadas. El Dios cristiano no se limita a una finalidad que ordena de manera inmanente a los seres. Los griegos, aunque lograron niveles grandiosos de especulación, no alcanzaron las conclusiones puramente racionales que podían extraerse de sus principios. Aunque esas conclusiones estaban incluidas en sus principios, no vieron todas las consecuencias que implicaban. Y la causa es porque no sobrepasaron el plano de la inteligibilidad para llegar al plano del ser. Como vemos, es muy importante ser conscientes de que los progresos de la Metafísica griega se dieron bajo el impulso de la revelación cristiana. Hay que comprender que el pensamiento cristiano fue el que condujo al pensamiento griego a la perfección, porque verificó la veracidad del pensamiento griego y la elevó a un plano mucho más alto. Esto es muy importante porque resulta muy destructivo para la Filosofía, pretender retornar a los griegos prescindiendo del cristianismo como si el cristianismo no hubiera aportado nada. Así, el mundo en que vivimos no sería comprensible sin su aparición, pero hemos de preguntarnos, más allá de las creencias individuales, cuales fueron las aportaciones del cristianismo que, aunque no constituya una filosofía en el sentido griego del término, su visión de la realidad y del Hombre implica una serie de conceptos fundamentales con un núcleo filosófico de primera orden:
Monoteísmo: aunque la filosofía griega había llegado a concebir la unidad
de lo divino (ej: el Bien de Platón) sólo el mensaje bíblico impone la noción de un dios único eliminando cualquier posiblidad de considerar como divino a cualquier otra cosa (politeísmo e idolatría). Creacionismo: los griegos ante el problema del origen de los seres propusieron soluciones que eran aporías (razonamientos en que surgen contradicciones o paradojas), como el Demiurgo de Platón o el Motor Inmóvil de Aristóteles. El mensaje bíblico habla de la creación a través de la palabra de Dios desde la nada y mediante su voluntad de bien. Concepto del Hombre: en la Biblia el Hombre es una privilegiada criatura de Dios hecha a su imagen y semejanza y por tanto dominadora de todas las cosas de la Creación. Entra en contradicción con el pensamiento griego cuyo concepto es cosmocéntrico, el Hombre no constituye la realidad más elevada del cosmos. El amor (eros-agape): el eros griego es el deseo de perfección que posibilita el ascenso de lo sensible a lo suprasensible, mientras que el agape cristiano es un descenso de Dios a los Hombres. Modo de vida: la humildad es la virtud fundamental para el cristiano y que le permite entrar al Reino de los Cielos, de esta manera cae el ideal griego de Hombre autárquico y autosuficiente para alcanzar el fin último. Resurrección: es la clave del cristianismo sin la cual no existiría. Para los cristianos se produce tanto del cuerpo como del alma a diferencia de la mayor parte de la filosofía griega que consideraba inmortal el alma pero el cuerpo constituía más bien un obstáculo y fuente de males (Orfismo). Sentido de la historia: la nueva concepción bíblica será histórica, apuntando al futuro, desde la Creación hasta la Caída o Juicio Final con la realización del Reino de los Cielos. ADVERTISE
portaciones del cristianismo y la edad media a la filosofía
1. 1. APORTACIONES DEL CRISTIANISMO Y LA EDAD MEDIA La filosofía (“amor a la sabiduría”) nació en el siglo VI a.C. de manos de los griegos quienes fueron los primeros en hacerse preguntas primero sobre la naturaleza del universo y luego sobre el Hombre en sí mismo. Los conocimientos e hipótesis que fueron desarrollando los distintos autores se expandieron por el Mediterráneo llegando en primer lugar a Alejandría y más tarde a Roma. Pero entre el gobierno del emperador Augusto y Tiberio vivió un hombre −dando por cierta la historicidad de su figura− cuya forma de pensamiento provocará un gran cambio en la mentalidad occidental y en tres siglos se convertirá en religión oficial del Imperio originándose su propia jerarquía con el Papa a la cabeza, que constituirá durante la Edad Media un pilar de poder fundamental. 2. 2. Así, el mundo en que vivimos no sería comprensible sin su aparición, pero hemos de preguntarnos, más allá de las creencias individuales, cuales fueron las aportaciones del cristianismo que, aunque no constituya una filosofía en el sentido griego del término, su visión de la realidad y del Hombre implica una serie de conceptos fundamentales con un núcleo filosófico de primera orden. 3. 3. SAN AGUSTIN DE HIPÓNA Nombre San agustin de Hipona Nacimiento 13 de noviembre de 354 Tagaste Fallecimiento 28 de agosto de 430 Hipona Venerado en Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Iglesias orientales 4. 4. • San Agustín nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, pequeña ciudad de Numidia en el África romana. Su padre, llamado Patricio, era un pequeño propietario pagano y su madre, Santa Mónica, es puesta por la Iglesia como ejemplo de "mujer cristiana", de piedad y bondad probadas, madre abnegada y preocupada siempre por el bienestar de su familia, aún bajo las circunstancias más adversas. Mónica le enseñó a su hijo los principios básicos de la religión cristiana y al ver cómo el joven Agustín se separaba del camino del cristianismo se entregó a la oración constante en medio de un gran sufrimiento. Años más tarde Agustín se llamará a sí mismo "el hijo de las lágrimas de su madre". En Tagaste, Agustín comenzó sus estudios básicos, posteriormente su padre le envía a Madaura a realizar estudio de gramática. 5. 5. SANTO THOMAS DE AQUINO Nombre: Tommaso d'Aquino Apodo: Doctor Angelico Nacimiento: 1224 o 1225 Roccasseca,Napoles, Reino de Sicilia. Fallecimiento: 7 de marzo de 1274 Abadia de Fossanouva. Lacio de Italia. Venerado: Por la Iglesia catolica. 6. 6. • Nacio el 7 de marzo de 1274) fue un teólogo y filósofo católico perteneciente a la Orden de Predicadores, el principal representante de la enseñanza escolástica, una de las mayores figuras de la teología sistemática y, a su vez, una de las mayores autoridades en metafísica, hasta el punto de, después de muerto, ser el referente de varias escuelas del pensamiento: tomista y neotomista. Es conocido también como Doctor Angélico , Doctor Común y Doctor de la Humanidad, apodos dados por la Iglesia católica, la cual lo recomienda para los estudios de filosofía y teología. 7. 7. La escolástica fue la corriente teológico-filosófica dominante del pensamiento medieval, tras la patrística de la Antigüedad tardía, y se basó en la coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía una clara subordinación de la razón a la fe (Philosophia ancilla theologiae -la filosofía es sierva de la teología-). Dominó en las escuelas catedralicias y en los estudios generales que dieron lugar a las universidades medievales europeas, en especial entre mediados del siglo XI y mediados del XV. Su formación fue, sin embargo, heterogénea, ya que acogió en su seno corrientes filosóficas no sólo grecolatinas, sino también árabes y judaicas. Esto causó en este movimiento una fundamental preocupación por consolidar y crear grandes sistemas sin contradicción interna que asimilasen toda la tradición filosófica antigua. Por otra parte, se ha señalado en la escolástica una excesiva dependencia del argumento de autoridad y el abandono de las ciencias y el empirismo. Pero la Escolástica también es un método de trabajo intelectual: todo pensamiento debía someterse al principio de autoridad, y la enseñanza se podía limitar en principio a la repetición de los textos antiguos, y sobre todo de la Biblia (principal fuente de conocimiento). A pesar de todo ello, la escolástica incentivó la especulación y el razonamiento, pues suponía someterse a un rígido armazón lógico y una estructura esquemática del discurso que debía exponerse a refutaciones y preparar defensas. 8. 8. Qué fue el Renacimiento? Este gran movimiento de ideas -en que surgen pensadores, científicos y artistas creadores de mentalidad privilegiada y visión integral de la existencia- puede ser avizorado desde diversos puntos de vista: el simplemente humanístico, que se refiere a la literatura y a las artes; el político, que alude a la historia europea y esencialmente a la desaparición del sistema y del ideario feudal, y el filosófico. Para Wilhelm Dilthey es, esencialmente, "la liberación del espíritu de los pueblos modernos por el humanismo y la Reforma". Y presenta, como aspectos esenciales los siguientes: una "renovación" o "revaloración" del pensamiento antiguo; la iniciación de una "nueva ciencia" del mundo, y el comienzo de una "filosofía de la sociedad". El primer aspecto estaría representado por los humanistas neoplatónicos, como Marsilio Ficino, y por los impugnadores de Aristóteles, como el español Luis Vives; el segundo, por Nicolás de Cusa, Teofrasto Paracelso y, posteriormente, Giordano Bruno; el tercero, por Nicolás Maquiavelo, Tomás Moro y Juan Bodin.