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El documento resume los antecedentes históricos del autismo infantil. Bleuler utilizó por primera vez el término "autismo" en 1911 para referirse a un trastorno en esquizofrénicos. Kanner lo estudió en 1943 y observó problemas en el desarrollo del lenguaje en 11 casos. Desde los años 60 hubo diversificación de estudios sobre los orígenes del autismo. Las nuevas técnicas desde los años 70 han brindado un mayor entendimiento, aunque la etiología aún no está clara. Existen diferentes teorías sobre si es un tra
Originalbeschreibung:
Breve reseña sobre la historia del estudio del autismo en la edad contemporánea
El documento resume los antecedentes históricos del autismo infantil. Bleuler utilizó por primera vez el término "autismo" en 1911 para referirse a un trastorno en esquizofrénicos. Kanner lo estudió en 1943 y observó problemas en el desarrollo del lenguaje en 11 casos. Desde los años 60 hubo diversificación de estudios sobre los orígenes del autismo. Las nuevas técnicas desde los años 70 han brindado un mayor entendimiento, aunque la etiología aún no está clara. Existen diferentes teorías sobre si es un tra
El documento resume los antecedentes históricos del autismo infantil. Bleuler utilizó por primera vez el término "autismo" en 1911 para referirse a un trastorno en esquizofrénicos. Kanner lo estudió en 1943 y observó problemas en el desarrollo del lenguaje en 11 casos. Desde los años 60 hubo diversificación de estudios sobre los orígenes del autismo. Las nuevas técnicas desde los años 70 han brindado un mayor entendimiento, aunque la etiología aún no está clara. Existen diferentes teorías sobre si es un tra
Si bien aun no hay un acuerdo general para la definición sobre el Trastorno de
Espectro Autista, han habido consideraciones teóricas que merecen ser tomadas en cuenta por sus aportes históricos a un acercamiento hacia el conocimiento de dicho trastorno. El término ‘’autismo’’ fue utilizado por primera vez por Bleuler en 1911 para referirse a un trastorno poco frecuente en esquizofrénicos donde suelen hacer una autorreferencia sobre cualquier suceso que ocurre (Beloch, 2008). Sin embargo, esta definición de autismo no aplica para la descripción actual de la patología. Debido a la confusión que pudo generarse en cuanto al término empleado por Bleuler y nuevamente utilizado por Kanner, fue preciso aclarar que en el caso del primero, hacía referencia a la evitación reiterada de sujetos esquizofrénicos en cuanto a establecer relaciones sociales; en cambio en el segundo caso, fue para detallar una incapacidad constante del sujeto (niño) para establecer dichas relaciones sociales. (Balbuena, 2007). Además, se hizo un intento para delimitar lo que eran síntomas universales de los que eran específicos del autismo infantil. Así, en los síntomas generales se nombraron a: incapacidad profunda para establecer relaciones con otros, retraso en la adquisición del lenguaje que no se ajusta a lo normal de su etapa evolutiva. En cuanto a los síntomas específicos, se tuvo a movimientos reiterativos estereotipados, poca capacidad de atención, retraso en el control de esfíteres y conductas autolesivas. Leo Kanner, en 1943, descubrió que en los 11 casos que había observado, habían problemas con el desarrollo normal del lenguaje. De los cuales tres eran mudos y los demás habían aprendido a hablar a edades tardías de lo esperado. Así, se planteó cuestiones respecto a este trastorno que aún siguen dando pie a intensos debates en el área clínica: ¿Es un lenguaje alterado o simplemente retrasado?, ¿Los síntomas son parecidos a los que se observan en el retraso mental, disfasia infantil, etc.? (Beloch, 2008). Kanner lo tomó como una alteración de la vida afectiva interpersonal, principalmente. Es a partir de los años 60’ donde se empiezan a diversificar los estudios sobre los orígenes del autismo. Debido a que mediante las explicaciones desde los trastornos en el desarrollo del lenguaje no fueron suficientes para dar con los aspectos cognitivos ni sociales que son característicos del TEA, surgieron muchas controversias y debates sobre el establecimiento de los síntomas primarios que caracterizan al autismo infantil. Las nuevas técnicas de exploración en neurociencias han brindado un aporte significativo para entender ciertos aspectos antes desconocidos desde la década de 1970, es en esta misma época también donde se empiezan a elaborar conceptos para el trastorno autista, ya que hasta ese tiempo no se había dado la importancia a establecer una definición, mas que todo una definición profunda. Sin embargo no ha sido suficiente para establacer la etiología del trastorno, los descubrimientos e investigaciones seguirán dándose con la rigurosidad que se ha dado hasta el momento. Si bien Kanner había dado mayor peso a las características interpersonales más que a las de lenguaje y cognitivas, Rutter atribuye una mayor ponderación en cuanto a importancia a los factores linguísticos. Las posturas actuales, la consideran más un problema de habilidades comunicativas, de cognición y psicolinguistico, que un problema emocional (Beloch, 2008). A medida que se iba obteniendo mayor conocimiento sobre el síndrome, iba cobrando más fuerza la explicación del ‘’déficit’’, relegando a un segundo plano la propuesta de ‘’trastorno mental’’. Como consecuencia, la etiología se encaminaba hacia un origen cognitivo y no social. (Beloch, 2008) En 1977, la NSAC (National Society for Autistic Children) elaboró una definición conceptual sobre el autismo consensuada por sus integrantes profesionales, detallando así que se trata de un síndrome conductual cuyos rasgos esenciales implican alteraciones del desarollo, el habla, lenguaje, capacidades cognitivas y la capacidad para relacionarse con personas, sucesos y objetos. (Beloch, 2008). Como mencionan Riviére y cols. (1988), para Rutter y colaboradores, si bien el déficit cognitivo y linguistico son esenciales en el trastorno, no conviene aislar las alteraciones de lenguaje del niño autista de otras alteraciones, entre las cuales se encuentran las sociales, conductual, comunicativo. Es decir, evitan trabajar con naturaleza excluyente de dichas alteraciones. (Citado en Beloch, 2008) Una aparente similitud entre niños con disfasia receptiva (donde hay un déficit en compresión y percepción del lenguaje) y niños autistas llevó a la teoría que éste último sería un caso de disfasia receptiva en fase avanzada (Rutter y cols., 1971). Sin embargo Bartak, Rutter y Cox (1975) encontraron, al comparar 19 niños autistas con 23 disfásicos, que en los casos de niños autistas, habían mayores déficit de socialización y conductuales, además de problemas de comprensión más graves y lenguaje más alterado. (Citado en Beloch, 2008) Por otro lado, a pesar de que en la disfasia receptiva se presentan problemas de lenguaje, éstos no están acompañados de retraimiento social, anomalías de respuestas sociales,etc., que sí se ven en el autismo infantil. En la década del 80’, Sahley y Panksepp afirmaron que el autismo obedecería a un exceso de péptidos (sustancias generadoras de placer). Dichas sustancias se activan cuando entre el niño y la madre hay muestras de afecto; sin embargo, en el niño autista, la activación (y exceso) se dan cuando no existe dicha relación. Estudios de esta postura han confirmado que mediante el el proceso de bloquear la activación de los opiáceos en mención, se reducía en parte los síntomas de autismo. (Balbuena, 2007). Los aspectos sintácticos y fonológicos, según Carroll (1984), si bien presentan un retraso, se ajustan con el desarrollo general de individuos sin problemas. En cambio, los aspectos pragmático y semánticos, son los que presentan retrasos más severos, incluso déficits mayores que individuos con retraso mental o disfásicos, siendo el aspecto pragmático, el de uso social-contextual del lenguaje, el más afectado. (Citado en Beloch et al., 2008, p. 274) BIBLIOGRAFÍA
Balbuena, F. (2007) Breve revisión histórica del autismo. Revista de la Asociación
Española de Neuropsiquiatría. 27 (100). 333-353.
Beloch, A.; Sandín, B., y Ramos, F. (2008). Manual de Psicopatología Vol. 1. Madrid, España. McGraw-Hill.
Beloch, A.; Sandín, B., y Ramos, F. (2008). Manual de Psicopatología Vol. 2. Madrid, España. McGraw-Hill.