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ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL AUTISMO INFANTIL

Si bien aun no hay un acuerdo general para la definición sobre el Trastorno de


Espectro Autista, han habido consideraciones teóricas que merecen ser tomadas en
cuenta por sus aportes históricos a un acercamiento hacia el conocimiento de dicho
trastorno.
El término ‘’autismo’’ fue utilizado por primera vez por Bleuler en 1911 para
referirse a un trastorno poco frecuente en esquizofrénicos donde suelen hacer una
autorreferencia sobre cualquier suceso que ocurre (Beloch, 2008). Sin embargo, esta
definición de autismo no aplica para la descripción actual de la patología.
Debido a la confusión que pudo generarse en cuanto al término empleado por Bleuler
y nuevamente utilizado por Kanner, fue preciso aclarar que en el caso del primero,
hacía referencia a la evitación reiterada de sujetos esquizofrénicos en cuanto a
establecer relaciones sociales; en cambio en el segundo caso, fue para detallar una
incapacidad constante del sujeto (niño) para establecer dichas relaciones sociales.
(Balbuena, 2007). Además, se hizo un intento para delimitar lo que eran síntomas
universales de los que eran específicos del autismo infantil. Así, en los síntomas
generales se nombraron a: incapacidad profunda para establecer relaciones con otros,
retraso en la adquisición del lenguaje que no se ajusta a lo normal de su etapa
evolutiva. En cuanto a los síntomas específicos, se tuvo a movimientos reiterativos
estereotipados, poca capacidad de atención, retraso en el control de esfíteres y
conductas autolesivas.
Leo Kanner, en 1943, descubrió que en los 11 casos que había observado, habían
problemas con el desarrollo normal del lenguaje. De los cuales tres eran mudos y los
demás habían aprendido a hablar a edades tardías de lo esperado. Así, se planteó
cuestiones respecto a este trastorno que aún siguen dando pie a intensos debates en el
área clínica: ¿Es un lenguaje alterado o simplemente retrasado?, ¿Los síntomas son
parecidos a los que se observan en el retraso mental, disfasia infantil, etc.? (Beloch,
2008). Kanner lo tomó como una alteración de la vida afectiva interpersonal,
principalmente.
Es a partir de los años 60’ donde se empiezan a diversificar los estudios sobre los
orígenes del autismo. Debido a que mediante las explicaciones desde los trastornos en
el desarrollo del lenguaje no fueron suficientes para dar con los aspectos cognitivos ni
sociales que son característicos del TEA, surgieron muchas controversias y debates
sobre el establecimiento de los síntomas primarios que caracterizan al autismo
infantil.
Las nuevas técnicas de exploración en neurociencias han brindado un aporte
significativo para entender ciertos aspectos antes desconocidos desde la década de
1970, es en esta misma época también donde se empiezan a elaborar conceptos para el
trastorno autista, ya que hasta ese tiempo no se había dado la importancia a establecer
una definición, mas que todo una definición profunda. Sin embargo no ha sido
suficiente para establacer la etiología del trastorno, los descubrimientos e
investigaciones seguirán dándose con la rigurosidad que se ha dado hasta el momento.
Si bien Kanner había dado mayor peso a las características interpersonales más que a
las de lenguaje y cognitivas, Rutter atribuye una mayor ponderación en cuanto a
importancia a los factores linguísticos. Las posturas actuales, la consideran más un
problema de habilidades comunicativas, de cognición y psicolinguistico, que un
problema emocional (Beloch, 2008).
A medida que se iba obteniendo mayor conocimiento sobre el síndrome, iba cobrando
más fuerza la explicación del ‘’déficit’’, relegando a un segundo plano la propuesta de
‘’trastorno mental’’. Como consecuencia, la etiología se encaminaba hacia un origen
cognitivo y no social. (Beloch, 2008)
En 1977, la NSAC (National Society for Autistic Children) elaboró una definición
conceptual sobre el autismo consensuada por sus integrantes profesionales, detallando
así que se trata de un síndrome conductual cuyos rasgos esenciales implican
alteraciones del desarollo, el habla, lenguaje, capacidades cognitivas y la capacidad
para relacionarse con personas, sucesos y objetos. (Beloch, 2008).
Como mencionan Riviére y cols. (1988), para Rutter y colaboradores, si bien el déficit
cognitivo y linguistico son esenciales en el trastorno, no conviene aislar las
alteraciones de lenguaje del niño autista de otras alteraciones, entre las cuales se
encuentran las sociales, conductual, comunicativo. Es decir, evitan trabajar con
naturaleza excluyente de dichas alteraciones. (Citado en Beloch, 2008)
Una aparente similitud entre niños con disfasia receptiva (donde hay un déficit en
compresión y percepción del lenguaje) y niños autistas llevó a la teoría que éste
último sería un caso de disfasia receptiva en fase avanzada (Rutter y cols., 1971). Sin
embargo Bartak, Rutter y Cox (1975) encontraron, al comparar 19 niños autistas con
23 disfásicos, que en los casos de niños autistas, habían mayores déficit de
socialización y conductuales, además de problemas de comprensión más graves y
lenguaje más alterado. (Citado en Beloch, 2008)
Por otro lado, a pesar de que en la disfasia receptiva se presentan problemas de
lenguaje, éstos no están acompañados de retraimiento social, anomalías de respuestas
sociales,etc., que sí se ven en el autismo infantil.
En la década del 80’, Sahley y Panksepp afirmaron que el autismo obedecería a un
exceso de péptidos (sustancias generadoras de placer). Dichas sustancias se activan
cuando entre el niño y la madre hay muestras de afecto; sin embargo, en el niño
autista, la activación (y exceso) se dan cuando no existe dicha relación. Estudios de
esta postura han confirmado que mediante el el proceso de bloquear la activación de
los opiáceos en mención, se reducía en parte los síntomas de autismo. (Balbuena,
2007).
Los aspectos sintácticos y fonológicos, según Carroll (1984), si bien presentan un
retraso, se ajustan con el desarrollo general de individuos sin problemas. En cambio,
los aspectos pragmático y semánticos, son los que presentan retrasos más severos,
incluso déficits mayores que individuos con retraso mental o disfásicos, siendo el
aspecto pragmático, el de uso social-contextual del lenguaje, el más afectado. (Citado
en Beloch et al., 2008, p. 274)
BIBLIOGRAFÍA

Balbuena, F. (2007) Breve revisión histórica del autismo. Revista de la Asociación


Española de Neuropsiquiatría. 27 (100). 333-353.

Beloch, A.; Sandín, B., y Ramos, F. (2008). Manual de Psicopatología Vol. 1. Madrid,
España. McGraw-Hill.

Beloch, A.; Sandín, B., y Ramos, F. (2008). Manual de Psicopatología Vol. 2. Madrid,
España. McGraw-Hill.

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