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190 Eó. N!NO tN ANAliSIS Y H LUGAR DE lOS PADRES 8 LAS INl{IWli.NCIONLS OH ANALISTA ,.

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se cansaba de mir:~rla. Mirada umvoca que no tiJa m venía, la INT[RVENCIONES DEL ANAUSTA CON LOS PADRES
nena <le tamo mtrar en esa d1rección pagab;t el precio de no ver.
Su clistnecu)n era con~tante Fl goce fi¡o cobraba su cuota al Finalrncnte, t¡u•cro abordJI un lema que retorna una r Otra vez
mmovilitar el cleo,eo. ~o nuralu a otro lupr :-:o quería salu- como mtcrro¡,:ante en la dinic.t cun nuíos . .\le refiero al lugar
dar a C\lr:lllm, todo qucdalld en el orden de lo familiar. Sus ju- de los padres y cumen7.tré por las prcgunt;¡s que he C>CUchado
bruetes prefcndos en la sesión eran lo:. anteojos y las lupas con con m.ís fucucnuJ ¿~:uándo l-n~r ~ lo> pJdr~:s?, ¿l·ómo pensar
lm que intcnuha mensurar la mirada en d es¡ra<:iu. las intcl'\ enciones dd .tnali,u n>n los padres>, ¿qué entende-
1\ mi entender, los ¡uguetl"> no pue,len desconocer lo:. oem- mos por mflu¡u analiuco? En delimó,·a, ¿cuál es la formaliza-
pos del su¡ero )'del objeto En ese sentido, no debemos estanda- CIÓn cfd at1.<> ;tnJhuco con ¡.., pJdrcs'
rizarlu•. pues ellos ,·alen en 1.. smgulandad. :-:o somos educado- En la mcnt'Ínn.~tb Cnr•fcrcnciJ 14 de la.~ Suct·Jslurionu J~
res, no le decimns .ti niño cómo y cnn qué ¡uguete uenc que ju- mtni<lllmon ,,¡ P"•o.tndlm•, st¡,'Utcndu la linealidad del te.\ LO, en-
g<~r No lt..., cnscñam<" " jugar Si transmitimos las reglas de un cuntr:~rnus pbntcadJ la trJnsferencia jUnto a su pl\·otc reaL la
¡uego, es p;u;t esctr dt>pomhles a que entren en juego según la rcSIStcnc•••· Refinéndusc ;t l• d•l'clcncta dd aniltsJs encre un ní-
smguhtridad del paciente. t'o se trata de un \';llor fi¡o del objero. ñu )' un Jduhu, Frcml h.ohla de ¡,,_ pJdJes;

l ..h n .... i-.u:nt..l.l'\ intcrn~r' 4..Jm.· lornlutirttu.,. c:n el :.allulto esú.n


¡Qué 1ugucte:. •ncluir cf' l.¡ esccn.¡ analitical "'U"'tltUttbt:. cll d nuin.IJ~ moi~ de l.r~ vece,, por thficuh.ade"S ex ..
tern;~.;. Cu.ll)do In' p;uln·' \C t•r¡grn en portndorc" de la rests-
Es una prc¡..runt.t tnrlmlihlc p.tr;t los .maltst~s que atendemos ni- tcnci;l, a menudo pclr[~r:J l.r mct:a del ;¡_n;ili~is u .:~te mi<;tuo, y
ño~. Al recordar t¡uc ;ltcntlemos ,,¡ mño pero nos dmgtmos al pur C"iO 'iUclc \Cr ncc:c,.trm ouuur ni ;Hltlh"irs ctd niño al!,.rtÜl in ..
'>IIJCto, clcgtmos induu en l.t escena ;lltJltuca aquellos juguetes flujo anorhtt<'<t .,obre "'U\JU'H(!t.'llrttnco.; (~ rcucl, I<Hl).
que apunt;tn al ob1cm sm¡,'ld.lr del SUJeto recono1dos en el dis-
curso} que guard;\11 rclactún con los ObJetos pulsionales. Sé que En el curso de los ;u1us, desde .u¡ud .uuculo h;"tJ nuestros
mi propucq;t ""''' cnnrnocnwmc de cua lquier burocratit.;lción días, se h.1n denrJdn de cst;l tnthrut·•ún um1 '""'"de' .mablcs
del cnt·u.tdrc. 'lo rnt· p•trccc posible wnfet'Ctonar un listado es- con rcsult;tdos lll;ÍS o 111Cilm ,¡dvciSns. Los .tnaltsras de niños
ránd~•· de .tquello que hrmos de ofrecer almño, pues no debe- han pmlidu nmst;tt;ll que es lo t¡uc no qu•c•·c decir .. influjo
mns olvubr que todos .oquello~ obJeWs que ofrc1.camos se tiñen analíuco~, s111 JU11.11 a dcfuti•. a cicndJ cierta, ruál es su ver-
como dcmantb Ctl el encuentro del analjsu con el ruño. Nada dadero ) ef('cllvu .tll.ltlrc. ,\poslJr J atuliz.ar J los padres en
es a~éptico en 1.11 enc-uentro, por eso mismo y dado que no in- lug.11 <le ;ttcn,lcr ni nuío, dnl'<>noe~cndo que no ha SidO por
tcmamns tampoco <¡ut· lo sea, será preferible atender al hecho ellos la nlllsuhJ, rcsultcí mdefcctiblcmcnle un fracaso. Deri-
de b cJrga panícula• t¡ue toma ese elemento para cada sujem. ,·arlos a ocrn anJhst.l nm Lt indtlJCI<Íil de realizar un análiSIS
Por otr;J parte, no parece mopnrruna la propuesta que hizo Me- paraldu, la má> de bs 'c<:c' quedó en el camino sin <¡ue llc-
lanie Klein de ofretcr olmñn pequeños fih¡ctos primitivos que gJran sa¡uicrl a reali1.31 unJ consulta. Ciurlns pcril>dlcamcn-
permitan 'cr transfurm.lll<>, en objeto a partir de encontrar un rC', <.:ompnunctiéncluJn, ~ unJ ~cric de entrcYistas pdutadas co-
o;oporte real p:~ra el tlcsphcguc lantJ:.mjtJL'O. Su presenoa esta· mu pntc tld an.ílísi' dcllu¡o, llevó • cumplimientos siempre
rá demnadJ J poner en juego los objetos pulsionales para en- parciale, del contrato ~ ''" cnt11ntrÓ refracunos, más aún SI
!f.!r7.3rlo, al fant;hlllJ en cuyo marco se amcular-.1 el de.eo. ~e les proponía re\Ísar >Us propias vidas o historias personales.
,\1udm, lle¡:Jwn a t\presar su molestia y hasta >'U violencia en
•2 H NINO EN ANAUSn '1 h .,UGAfil 01 LOS f'AORE~ 1 LA~ INTt:RVENCIONfS OEl ANALI$TA ...
el intento. Por lo tamo, ¿cómo llevar a cabo d mentado «in- .. 1:\:or.l~ ~obre el niño,., lo cual dificulta mucho más nuestra in·
tlu¡o analinco»? u:r•enctón, pero cambién puede alternar como causal de deseo
,\luchos analistas optaron p<>r renunci~r al inrenro y sólo se de los padres y como goce para ello< La alternancia, que CStll·
:ahucarnn J .ucndcr únicamente al milo. es dec1r, a intervenir ría asegurada sólo en el caso de que funcJOnasc el de.<eo de los
"" lm padres en el análists de un niño; hubo otros que llega- padres entre eiiM, más allá del niño, tal como quedó expresa-
ron ;\ desarrollar teorfas en las que ""tenían la prescindencia do en el capitulo segundo, es promntorJ de nempos en la efec-
de los padres. Así, atender alnuiu como su¡eto de pleno dere- mación del sujeto, en la medida en que d niño no queda es-
dlO tlcnv6 en desconocer que e l 'liJe lo u ene nempos tanto pa- t;mco rellenando el agujero del amor, del deseo ni del goce de
r;\ 1.1 rcali1.ación ud acto cotnn p.1r:1 :~ccinn:~r con rc~ponsabili­ los padres.
dad ante el goce. Da< lo que ni la relación enrre ambos como hombre y mujer,
Fntonc.:es. ¿cómo proceder? Se tr;lla de intervenir, a mi en- ni enrre paures e hijos guarda proporción •ueal ni c~~cta, un
tender, en la linc<t de remst;tur.tr la fall.l <lnndc f.tlta Es decir, resto operante dar.l s·us frutos en la estnlctura <lel su¡eto. Claro
tlond~ encnntr;tmos una fall.l en la e"nJCtur;l. rundJmcnto mi que n<l por aceptar que no hay relac1ón ide al, hemos de desco-
propuesu en un hecho consrat:~hlc p.tra mí: In' ricmpns no se nocer c¡ue h•y relaciones y relactones D1sun enormemente las
recrean tlcbtdo a que la falta, nccco;;tnJ, !.tita posibilidades de rob¡erivación p;trJ un niño •i él e<; llamado a
.Sc.,ín mi criterio, aunu al an~h,is tlcl niño un influjo ana- ocupar ese lugu de ob¡eto en el fanusma del Orro, o 'i logra
huc.:n -.,.,hrc ¡,,_ progenitores se refiere a operar atendiendo a producir síntomas. Aun si esos síntomas responden a la verdad
cs-J presencia real de los padres en la transferencia compartida. ele b pareja de los padres, son una respue<ta que delimita )'di-
Aunar nn sigmfica adicionar 111 ~umJr ~1 Jtdhsts Jd niño el o-a- vcrstlica las intervenciones del analista
l,lmlcnro de los padres. Según cnucndo, L1 puntualidad de las De c~e modo, cuando los padres t01m1ltan y comamos con
intervenciones c.:on los l»d rcs unpht-.t otr;\ lúgtc3· IJ de la la v~rricntc stmbólica de la transferen<.'Í;1 pnr lo tanto ellos
unujn La unión es una opcracum matcm;irit-.t por la cual los buscan saber-, el analista ha de apuntar con su intervención a
elementos de dos conjuntos conlmntan un nuc''" conjunto recrear la falta en la cara signo del síntonu del niño, condu-
¡·onstimidn por los elementos tltfcrcnct;tle' de cad.1 uno de los yentlo ~u operación en la reinstallJ'3ct<\n tlcl curso de la neuro-
conjunt<l'> tmciales. De modo que nos ,tb'ottncnHls de Jnté1ferir \iS. Se debe entender, según mi perspectiva, que la infancia se
en 1~ <lin.im•ca dialéctica dd níño con s\" padre;, sólo debemos cursa con síntomas. síntomas que d.tn cuenta de la producción
h.Kerlo en lo, cstann•s enlaces tluc in,.it:~n a wmar un demen- de la ncurosi~ r que deben dis-tingUirse de lns 'intomas propios
r<> fallido en la conformación del c:onjunw famtlíar de una derenc1ón.
Ya me cxplay~ en el hecho de dt<llngltir que no siempre el Fn cambio. cuando en lugar de consult;tr,los pJdres sólo de-
l)UC trae a[ nÍño COnsulta; 3 \'CCCS <blo <Jem;lnt!J )'OtraS loman- mandan r nada quieren saber, suelen ideali1ar dcsmedidamen-
dan Pero en todos los ca~ uebcmns, wmu punto de partida, te b eficacia del analista; esperan de él la concreción de su an-
atender a qué significa el mño en cuestión. Recordemos que helo, que el niño colme sus expectatiV2~ )' no dañe su narcisis-
fue Frcud, ante~ que Lacan, el que dtjo que clntño es un lugar mo. F.n ese caso, atento al amor de transferencia, incrementa-
t·n b economía psíqUJca dd .tduho, un ohjcto ue deseo, de do por la idealización y tohogán proporctonal del odto fururo,
amor) ue goce. e l .1nalísta ha de comenzar por reintroducu 1.1 castración en el sa-
F l pequei\o puede realizar d lugJr del ohjcro en el fa ntas- ber que le es supuestO. Dado qu~ en esos casos la vertiente pre-
ma materno, ral como escrihtó Lacan a la se1iora Aubry en las dominante de la rran.~ferencia es ima!llnaria, si llegara a tomar
... H NlNO fN A.NALJS . S l' EL LUGA~ DE lOS PADRES 8 LAS INT(AV(NCIONES Ol\, ANAliSTA ·~

sobre sí la creencia poderosa que ~e le adjudica a su poder, p.1 encuen tra al sujeto aún sm disporubilidad de recursos simbóli-
gar:í el precio de ser rebajado estrepitosamente mi como ante' cos para su acrua!Jzación, sujeto que no cuenta, por su de~en­
fue elevado bajo el interesado reclamo de la demanda. que el dcncia respecto a ellos, con medios reales para tnterrump~rlo.
ntño "no les cause sino contento ... .-\si como el bebé no puede levanta~e de la cuna y procurarse
Por último, cuando el caso e~ que ellos no consultan ni dr el alJmento, tampoco puede apagar la radio n1 modular la m -
mandan, sino que los mandan, y se muestran poco dispuestas d tensidad de la voz que viene del Otro. F.n cada tiempo de la tn-
conmover e l saber cerrado con el que han significado al ni11o, fancia, el sujeto haUuá, o no, la vía para una respuesta, ventana
mdinados a la p~sión de lo real de la transferencia, descomen· de libertad para hacer entrar en altemanc1a la presencta Y au-
tos cuando no eno¡ados por 1~ Interrupción del goce, el anabs sencia del objeto.
ta ha de aferrar su mtcrvenetón a los senderos que abren posi Cuando la infancia está en curso. lo actual del goce se hace
b1hdades al ruilo de no quedar apresado en la telaraña parab presente con una parncularidad. En tanto los padres real.cs es-
zanre de su sub¡crtvidad. O bien el ana lista ayudn al niño a sos- tán presentes, lo Real del Otro puede o no entrar en la dlscon·
tener su síntoma, o bien apela a la mstaneta soctdl que hizo so ttnu1dad simbólica. condición sint qua non para dar luga_r a
nar la campana de alarma para obligar en lo real a interrumpir uempos producuvos de redJstribuc1ón de ~oce en la ~-onsntu-
el arrasamiento del su¡cto. ciún de la estructura. . . .
Fn defimova, sólo parece md1carse en el Cl.lr,;Q de la cura la L:t precoz conformación de la estrurtura n.o tmp1de, sm em-
intervención del analiSta con los padres cuando ellos, más allá de barg<l, localizar d1stinc10nes a mvcl del stgmficante, el ob¡~~o
las rne¡ores intenciones, se erigen, por razones a¡enas a su volun- para el goce y el acto, en cada tiempo del sujeto. Ln basculac10n
t;ld, en portadore• de la re.istenc1a, entendida como aqueUo que necesaria entre la alienación y la separactón consurunva del su-
entorpece el avance de la cura. Sólo puntualmente, en esos era- jeto depende, para cada uno de los tiempos de la infan~a, de
mos del anábs", el analista mterv1cne ron los padres. Como me una rcno\12da extracción de goce fuera del cuerpo dclmno. De
gusta decir, para <mentar. ¿Onent;Jr qué? No a lo~ padres. los ella depende, asimismo, que el su¡eto pueda responder sí Ytam-
ana listas no hacemos orientación a pndres. Jam:is podríamos bién no al niño propuesto por los p:alrcs. .
•Jrrogarnos el umón de tamaña embarcación. Sí onentamos el Es en este sentido que podemos entenrler la cnnnc1da ape-
nudo. El nudo del amor, el deseo)' el goce de los padres. lación de Lacan: que no sea el cuerpo del niño el que respon-
El influ¡o analiuco, entendido como la reoricntación del da al lugar del a (Lacan, 1991). LJ ra1.ón es simple. El jueg~_de
nudo que prop1c1a ~u buen enlace, se impone en esos momen- presencia y ausencia del goce no estoi \ólo en mano\ del nmo,
tos, cuando los p¡tdres que al consultar derivaron una porción por eso no es obviable el lugar d(• In' padres en el análisis de
de saber en el analtm, alentando la vertiente simbólica de la un mi'\o.
tran,fcrencia- dc•·icnen portadores de su costado más estanco Por la misma causa, es fundamental localizar hac1J donde se
.
mis mmó•~l. mi:. re"stencial
'
thrige el actO analinco. cuándo interviene el anahsta, )'• sobre
-\1 señalar ese tiempo de a,·ance de la cura de un n1ño, cuan- tado, a qué apunta El analista prudente nunca ha ~e mtervemr
do los padre.~ son ellos también portadores tic resistencia, en la producción del mito edipico; mtervtenc, sm embargo,
Freud cxrracta en su texto la presencia de un goce actual, aún cuando un goce hace presente el m:tl enlace de lo Re~l.
no h1storizado por el sujeto en los tiempos de la mfancia. Por razones de escrucrura, ron el mito el niño «hace frente a
Por e.o;o no se refiere a los padres de lo histonudo infantil una struación imposible por la amculación sucesi\'a de todas las
que retoma, sino al goce de los padres, real de la mfancia, que fonnas de imposibilidad de la solución,. (Lacan, Semmano 4),
••• EL. NIÑO [N ANÁUS15 Y El LUGAR OE LOS PAOilE~ t LAS INTERVENCIONES O h . ANALIIjTA i'fJ

conformando su fanusmácica. En ese caso, el analista debe entretejen con los hilos mismos del rompecabe?-"' familiar y se
ufTecer, con sumo cu1dado, su absunencia. Por el contrario, expresan en perfiles paroculares según la singularidad de cada
nuestra operación se legmma donde ~e hace presente, acrual, ,ubjeriv1dad. Por eso, la disunción pnmera, a la que el analísa
connnuo, un goce sin sustitución. esw in,;tado, consiste en focalízar su procedencia. ,Se trata de
Por último, qwero agregar algunas nous sobre el memada una resistencia que aruda en el conwn de b combmaroria sig-
mflujo analítico sobre los padres. mficante 1mpidiendo el movinuento del orden Simbólico, coa-
gltlando su dinámica, mortificando con el dogmatismo intran-
El 1nOujo analítico sobre los progenitores sigenre del superyó, en un lucha de decircs y mandaros sm ate-
nuantes? ¿Se presenta la resistencia estanca de .1lgún real fogo-
F l mflujo analítico sobre los progen itores es una operatoria so, con su negatividad fanática y su pasión empecinada por sos-
que Freud sug1ere a los p51coanaltsrns de ruños atento a la pro- tener lo nusmo, el goce idénoco de padres a ht¡os más allá de
blemáti~'ll resistencia! que los padres podrían generar en el aná- las generaliones? ¿Estamos tal vez .m te la rcststencia fabuloS11
lts•s de sus hi¡os. Lo cierto es que la mención de tal influjo no ,¡el narcts1smo que sólo aona a ofrecer la dualidad del amor o
fue retomada, dcsarroUada, ru mucho meno> formalizada por tld odio?
Freud ron riglffosidad lógica. Los padres pueden erigirse en port.~elores de lo Real, de lo
Quedó pues pendtente como pregunta· ¿qué implica el m- S1moolico o de lo lmaginMio de la rc~t\tencta . Y ello ocurre ca-
flujo analítico, da vez que en la dtrecoón de b cura Je un niño se alcanz.a un
F.l mflujo analítico se a¡usta, a nu entender, a una lógtca que hno no balizado en el curso mismo de la dm;imica fantiliar, en
decide el acto analítico en operatorias de rcdtstríbución y rea- 1~ historia especifica del o-..nscurnr csrrucrural propio de ese
nuda miento de goce que no son rcducublc; J la interpretación. nulo y sus padres.
Ln otras palabras, pernuten mtervelltr en los cres registros: De modo que, así como la rran,fercn~•.t de los padres pre-
Real, Sunbólico e l.maginario, siempre y t1lando at1cncJan al 'cnt.a su ¡)luralidad simbólica, rc;~l e iumgin~rin en la consulta
tiempo y ubicación del su¡eto de 1:~ cstrucn1ra y expliciten con por un ni no, rnmbién los htlos de la rcststenctn serán trifásrcos.
clamlad qué quiere decir «aunar al ;ln;ilms del niño algún in- Al considerarlos, el analístll af)oyarj IJ JUtrlridad de su mcer-
flu¡o analítico». vcn~;tún operando en cada uno o.le ello\. {;uJado más por la lec-
En la práctica se han tnt~ntado múlttplcs variables en el en- rurJ de los enlaces y desenlaces del goce que por cualqwcr in-
t'\tenrro con los padres: hacerlo.. objeto de interpretación, ci- tuición o receta técnica.
urlos y an;llizar al ruño conjuntamente con uno de los padres, En una oporrunidad recibí la coru;ulta pnr Tomas, un niño de
echarlos, e\itarlos para que no moleqen. \le res'Ulta claro que c.:incu años. Su p<tdre había ~do el promotor de una enrre,;sta a
tle nmguna manera se tTata de eluthrlm•. Se hace preciso, más la que ~uncumeron ambos progcnnore,, a pt\ar del c:sl'ado be-
lllen. puntualizar ese momento de 1~ ntra en el c:ual ctcarlos tie- licoso en que se encontraban enrre ello'>. Se culpaban )' rcspon-
ne la fimción de destrabar las resiStencias «externas». Se rrata sabth?.aban uno a orro de los males del ntñ<>, quien padecía de
de citar a los padres sólo cuando ellos ~e engen en portadores un gran tlesorden general. No súlo sufría en 'u hogar, también
tic la reststencia. Las intervenciones son de una medida pun- e'>taba tmpcdida su tndusión en el gt upo de amigos y en toda
tua lidad, deben cesar ni b1en se relanza el rnovinuemo. acnvidad social. Así se veía al llegar a nu consultono,tirando ob-
Por otra pan e, es de destac;tr l iUC la resistencia no cncra en jetos por aquí y por allá, dejando las ll uenas abtertas, pasando
la trama del análisis bajo un solo rostro. Sus manifestaciones se dd suelo a las al roras, su cuerpo de~oricnrado en el espacio, sin
'" El NIÑO EN ANALISIS Y El lUGAR OE LOS I'AORE:S 1 LA S I NTEII.VtN C lO"''E~ Oh ANAliSTA ..
siquiera mirarme. Un par de años más rude, el an~liSlS lubu tener un padre que era una buena madre, no sólo manten.ia una
ofrecido alguno~ hilos de Ariadna. Tomás jugaba, leía y escn pésima relación con su progemrora s1n0 que carecía praco~-a­
bía, avanzaba en lo escolar, conseguía comparar con otros cha rnente de función paterna proveedora de esa l~galadad que ·~­
cos las reglas de un parodo de fútbol y habla establecido una o.roduce la castraCIÓn. La continuidad del narCISISmo padre-nl-
sostenida relación tr~nsfcrencial armada sobre andamios sutiles ,;0 se había erigido en portadora de la resistencia, emor_recien-
y delicados pero suficienrcmenre firmes como para que atinara do el avance del análisis. Era un buen momento para Citarlo, Y
a pedirme ayuda en algunas oportunidades. así Jo hice. advirtiendo que l• puntual inte.-cnción buscaba
En una se~ión trajo una revista con juegos para resolver, atarle al encuenuo la ocasaón para delettear un hueco y alo¡ar-
esos que para.ver aparecer wu figura reclama umr con ellápaz, IO en el maow ampenetrable del narcisismo
pa~ a paso, saguíendo la serie de las indicaciones. En esa opor- Suelo estar atenta, en general, al llamado anicaal No sólo a
tunidad, Tomás emprendió la tarea, luego de decirme: «A ver s1 quién lo realiza sano tarnb1én a qué dice. Por prudcncaa ensayo
podés ayudarme con esto». Como en ottas ocasaones me senté no otorgarle un senudo anuopado, pero he podado _co~statar
a su lado, un poco más atrás de él, sosteniendo expresamente que, de no desdenarlo aprcsuradam_cnre, luc~o resagmfica Y
mi mirada en aq uello que él hacía. De hecho v varias veces él vectoriza, a furum, algunas intervenciones posa bies.
'. '
giraba la ~uya lm~ndo la presencia de la mía Asl, él avanzaba, Por ejemplo, al pap.1 de LuiS, un mño de cinco anos, se le
acompañando cada logro con una expre~•on enrusaasta: •¡Sú- hacía dafíol hacer;e pre,ente en situaciones urgentes y en !as
per!,. y declamando cada tropaezo con una franca decepción, al cuales su hiJO sen tia verdaderamente su ausencu. l·ue pr~ctSO
punto de dejar caer su cuerpo casi dewitalaZ3do y repetir convocarlo y rcirerar elllam~do para cada ~ucva oportunadad
•¿Por qué?, ¿por qué? ... Ante tamaña e~pectauva de inmuru- Cómo no recordar el mensaJe que haba a de pelo grabado en tru
dad, yo le respondia "¿Por qué no?, epor que no iba a pasarte ~onrestador autom~tico para consultarme? La dntJ rcproJucia
lo que le ocurrt >1 todos los chicos, que a vece~ le~ ~al e bien y a luego del nombre, un.1 aclaración: «Si usted puede llamar no
veces mal?». Pero el msastÍ;I en las única~ dos opc1ones en las hay ningún prnhlcma». Efccuvamenrc, fue lo {IUC hace var~as
que atina na a responder: súper o el abismo, la calda estrepitosa veces. El mcnsa¡c llegaba a destino. Ante nu llam¡¡clo no solo
de su narcisismo no enlazado a la castracaón. Tirado en la silla acudía sin problema, también requería mi llamado par•• r~pon­
luego de una nueva equavocación y repitiendo .. (Por qué?, ¿por der a los verdaderos problemas acarreados por su a~encaa_
qué?», le pedi que 'e parara, pues qucria verlo. Cuando lo hi- Por ultimo cabe resaltar que en gran medida los padres con-
zo, lomaré de ;lmb~ abajo y le dije: ..\eo un nene de ocho años sultan en cierta posición de impotencia respecto al so:;tén de~
que ~abe escribar, jug~r al fútbol y dibuJar No veo que seas Sú- función. El análisí~ de un niño puede oc:~sionar un saber ano-
perman y tengas que hacer siempre todo baen .., «me pediste cipado sobre la anconmtcncia del Otro y esto no es sm conse-
que te ayude y te .1yudo diciéndote esto que veo, que sos un ne- cuencias para el suJeto a la hora de cscnrurar, en otro uempo,
ne no un Slipen•. En ese momento me pareció pertmente citar la incomplerud del Oun. Es imprescindable no rasgar el velo
al pad re. La fijeza de la faba opción narcisistas~ mantenía con- imaginario que cubre lo Real. Es necesario tener presente, pa-
tinua, sin atenuantes. ra cada uempo, el sostén de la consistencaa. Por lo t.ln:o, para
El papá de Tom~s había sido criado sólo por su madre, con el psicoanalista, aceptar o autorizar ese lugar ele mconstste~oa
qmen IIUnten!a una afinidad cuasi idencificatoria. J.\ a su vez, 0 desfallecimiento antiopado del Otro puede a \'ecelo ser ne:-
había sido el sostc!n narcisísoco de su hiJo, alojándolo en su de- goso. Cons1dero prudente tenerlo en cuenta al mtervemr, ~ba­
~eo, tal como lo hace una madre. Lo cierto es que el niño, al cando 51 el goce que se h~ce presente, tanto del lado del SUJeto
El N . r\10 EN ANAII4¡1<; Y El liJCAR OE lOS PAORES 1 lAS INT(RVENCIONES DEL ANALI~ f A

como del lado del Orro, es o no es un goce en vía de redisrri- una acutud rcstricuva en extremo obsesJVa. No habta altctn.ui •
bución. C!ertJ camela e~ tmprescindible a la hora de acepcar a •-a: todo era rransgrcsttin o todo era esrricto orden. La ht¡.t, nu
un niño o '' un ¡oven en ;tn.ílisis y defimr la meruda de nuestra dre de IDI paciente, onentada hacta la versión patema, no .llt ·
1nr:enención. naba mh que J obedecer a una ley stn atenuantes. EnrregadJ •
En ~lgunas ~siones los paclr~-s no se autOrizan como pa- la ímnn~tgencia de su htjo, t'UJndo vino a verme, intentó en·
dres pues algo l.,.; rcnene en orra posición. De ser así, por =garme. J su vez, el lugar ele la maternidad.
c¡cmplo, decimos que una madre como madre puede ser una Apunté, en pnmer lugu, a reinrroductrla y ,.,..'orarla com~
buena hi¡a. En unJ ocasión recibí la consulta por Mariano, un madre a través de preguntas. C•tla vez. que paralizada ante ntt
niño de siete añO'>. Lt madre, quien vino ~la a venne, pues el esperaba un veredicm det~stvo, simplemente le preguntaba:
padre del ntño estaba internado hacía nempo, encontraba va- "·Y la madre de ,\ 1amno qué opina?,., o cmbién «¿Usred que
rias wficultad~ para ;Jtender a los reclamos que le hacían los e:rudió magtstcno cómo pensaría esto o aquello?». Sin hacer
maesrros re,pecto a su ht¡o. Pttr lo tanto, ella derivaba los lla- referencia alguna a su histona, pues no era mi imención anali-
mad<" automauc~mente a mi. Temerosa e tndefensa, evitaba zarla, me aboque poco a poco a perforar d tenso )' compacto
rod,t SIOaación en la que era tnvooda como madre. Como una supcryó que unes veces 'C nutre de las iallas del nombre del
mña ohedtenre ettmplia, csmct:Hncnre, con todos los detalles padre. Cuando el padre no agenciJ su lugar de operador del
tnrltcadm por aquellos que revestían para ella alguna amoridad. nombre, surge el Superyó, como vcrsl(ín, haciendo uso y abu-
Nunca confront.1ha, <·onrradecí<t, ni ctte.stionaba la esr:ri= le- ,0 de una trauu .,tmbóltc:t stn 31(UJCrcar. No e.' el padre de la
galidad. Su hi¡n 1.1 tlt;tiOneaba y por supuesto intentaba exten- ley stno el del goce (Vegh, 100ó) d que unpide, en numerosas
der a su entorno la prcp(ltenci,t que lo caractenzaba, pag:lndo ocasiones, trJnsttar el Cólnllno, ak,\nL;Jr tiempo a uempo las po-
elevados costos por su desenfreno. stciones del su¡eto.
Fn la~ entrevJst~\ con la madre ortenté mts tntetvcnciones a En otro caso se trató de uncrvcntr en lo Simbólico para
recolocar el Su¡cro supuesto Saber. ¿A qué me refiero? A que la agu¡erc<lr un superyó ltlelancoltz:mtc. La h tstoria e ra bien dis-
rransfercncia que motoriza el análisis de un niño, tal corno Jo bnta a la de Manann. La con .. ulta fue indicada por los méd t-
menciona Freud en su conferencia, es compartida con los pa- cos de Javier, luego de cnn,tatar tpt e ningún problema orgáni-
dres. Las rawncs wn estntctur.1lcs, como decía en e l capímlo co le impedía so.,tencr>c de pte. Lo cterto es que él no logra-
anterior Cuando no se desplte¡t-1 de ese modo, la cautela del ha hacerlo )',cuando lo mtcnt>tba, c•tt.\ al suelo, restringiendo
analista ha de ser mayor P.Hlrcs desa~ttonzados, que no sostie- sus movunientos J arrchtrar'c por el ptso hasta alcanzar algtin
nen ntnguna ruma de supostctón de saber, impiden el enlace tlt!splazamiento. . _
pubinnal que re<JUierc ser enhebrado a algún saber para su L.t madre ,lcJ~vicr había c>t•tdo muydcprtmtda ~'Uando el ru-
oricntotciñn . no naaó. Su marido estah.t .m!>entc en <Se momento a raíz de
Sm letra nn hay borde. stn borde hav desborde. Las inrer- una sttuactón acd<lcntal. y 1amhicn, duran re el embarazo, había
venclonc' dd an.tlista sr guiaron ¡>or la delimitación de un go- fuUcCJdo su padre. Par~ ella resulté> imposible ocuparse del bebé,
ce SJn hnradar. que fue atendido en sus neces1dades por la abuela matema, quien
Ll madre de la madrc,la abucl;t del niño, era una ~r.~nsgreso­ no de¡aba de rcproc:harlc a su lu¡a la talr.~ de cu1dados }' de res-
ra crc;nit-.a . .\temía, •msrraía objetos, nctlltaba orros, contradecía ponsabilidad. El niño no llegé> a erguir su cuerpo, falto del sos-
cuanro mtl1caha el padre de'i(-altficado en su posición. El abuelo tén narcisístico indi'1x:nsablc para que ello ocurra. Cuando escu-
del niño, por su pane contraponía, a tamaño descarrilamiento, ché lo. autorrcproches con los que la madre y el padre de Ja•;er
m El.. N IÑO EN ANÁliSIS Y El lUGAfl OE lOS PADRES 1 1.,.¡1.~ INTEq,VENCIONES OEl ,.NAI.ISTA lOl

se presentaron, puse la mira de mis intervenciones en desmel•n mtegridad. Dicho de orro modo, el velo rmagin:uío, necesario
col izarlos, recuperando la lusronuC'Ión par:a producir una nuen telón pan la estancia del sujeto en la escena, estaba rasgado, o
o;erie en el saber. Con los renovado:. :acervos signíficantes,]alllcr tal vez. su tr.ama se hallaba rnsuficientemente ruprda pua pre-
no sólo canunó erguido sino que al despedirse de mí lo luzo m .ervar la mtegridad sub¡etiva. .
rriendo al lugar donde sus padres lo esperaban. Tván no respondia al Otro. No respondía a s~ demanda, ru
Pero no SJempre los padres alcam.an ~ vislumbrar la grave ~e había alienado primeramente a ella, n1 emrua hberado su
dad de la ~iruación. Eso es lo que ocurrió en \ma opommidad. prop1a respuesta. Él no respondía. Su an:ílisis ''"só liter~men·
Los padres habían consultado rc;Jhnente preocupados pot te en In cornisa. Una tarde en que su madre lo cncerro en el
lv:ín. No sólo parecía no importarle perder materia fecal a su ~<rarto como casógo, no encontró puerta de sa lida a su. encie-
pa~o: su desafección se extentlía a una actirud de profundo y rro subjetivo y salió por la ventana: lo encontraron canunando
permanente desinterés. Salvo por las horas que pasaba sentado por los bordes exteriores de la casa lucg~ ~e abnr una ve~ran~.
frente a la computadora o la televi~ión sin buscar la compañía La$ 1mcrvencwnes fueron precrsas. C1te 3 los padres ) le di-
de otros clucos ni manifestar preferencia por algún programa 1e a la mamá que no abriera la puerta del euarto de lv:ín s~ an-
en especial, su '~da transcurría en una monómna homeostas•s r
te> golpearla, que no lo visnen desvisócn_como un muneco.
~óln interrumpida por una <lificulud permanente par:a entrar Agregue que, aunque su aCCionar le ~nmua ganar oempo, le
en d sueño. El msomnio era una con\rante que no atinJba a ser hacia correr el riesgo de perder a su h1¡o
considerado un síntoma por ,-us padres. La res"tenC'Ia ofrecia el rostro opaco de un goce que no ce-
En reahdad, lo que preocup•ba verdaderamente a la madre s.1ba y tomaba el cuerpo del ruñu como ob¡cto. Las indicacio-
era la lenrirud con que Iván resporulía a sus demandas. Se que- nes apuntaron a mtcrvenir en lo Rcoli tic un goce que nr el <tmor
jaba de la rnsistencia con c1ue debl.1 dccrrlc que se fuera a bañar ni el deseo lograban limitar.
o repetía su cansancio por aquello que firu lrz.1ba ella misma en Un p.1pa, crt cambio, vinos verme preocupad<~ po~ !..1 fa lta
lug:¡r del n1ño, bajo el signo de la impaciencia. Ella sabía aten- de l!nutes de su hijo. El mño tenía tJ I osntlra que ¡Jmas respe·
der, con diligencia, a cuanto era necesariO para la crianza, pero tah:l las indicaciones de las autondadcs escolares. Respondía a
se confesa~ insensible a los inclleros ele subjetividad prove- los llamados de atención con de sen fado y prepotencia y no se
nientes de ~u hijo. Por eso m"mo, hJb1a prefenclo seguir sien- ,1111 edrcntaba ante las sanciones m la~ amen:lt>1< de expulsión.
do elb qu1en le limpiaba la cola alrr al baño, a pesar de haber ¡\ pesar de las provocaciones que e.l niño le d1~g1a. el padr~ ¡a-
~m!llido, lv.ín, los siete años. fn su con"e~ción conmigo, mis le hahia propmado una pahza. ~-<que . ...:gun me refino, su
ann.<> a esgnm~r en su descargo que el marido "iajaba y pert112- propio pa<lre, alcohólico y vioknto, _le h_ahia dejado un profundo
necla mucho uempo sola con los b1jos. rechJt.<> a cualqUier método dtsaphnMIO que apelara a la brus-
Cuando vi a lván por pnmera ,·ez. se agreg:¡run aún más ele- quedad. L<l cons1deraba autontano y f.llt<> de e~~-acia. Por lo ~n­
menros a mi preocupación inicial. PArado en b sala de espera, ro prefería la persuasión y el trato afcuuo-o. huba convenodo
csqur\'aha con rorpe7.a, pero pe,...everanremenre, mi m1rada. No que con amor <e logra~ o me¡ ores resuh;ll(()'; Srn embargo, la ac·
l'llnrestci a mi saludo y tamb1én se negó a mrercambiar el beso urud clcl muchacho lo desconcertaba Era clcsagradccrdo y trata·
que es habrrual, en la convención ;lel ámbiro social, para res- ba con desconsideración y menosprecio ¡odas sm indicaciones.
ponder ;J una llegnda o una despcdrda. F.r;r realmente evidente Recuerdo al ¡ovencito llegar a mr cnnstrl1orro como un be-
que l.1 prmrmidad de otro ser humann se le romnba arrasame. llo Norciso, alóvo y sólo concenLrado en ~LI prop1a contempla-
Y esa inm1sión no contaba con elementos para resguardar su CIÓn Fn algunas ocasiones se ausentó :1 lolS cno·cvistas porque
E.. NIN O (N ANA LISIS Y EL lUGAA. D E LOS Pof\ORE5. 11 l AS I NTfRVENC10 NE5 O H ANA LISTA

se negaba a tra\lada~ por Otro medio que el micro «diferen· La muerte por suictdio había sido la \lnica ~luc1ón que en la
cial». El «colecuvo• no ern para él Él se sentía difereme. historia familiar se babia hallado ante los problemas de la VJda.
U~a tarde el padre me telefoneó cm acongojado que opte IJn hermano, un cui1ado y una sobrina del padre habían optado
por Citarlo ese nmmo día. Al llegnr,llorando, sólo atinaba a re. por ese trág¡co fin ante los ~ufrimienros por lc1s c¡ue trnnsitaban.
petir: «Le pegué, le pegué». Lo encontré francamente desaso- A la consulta tic la madre opté por responder que st el padre
segado Y le pedí que me relamra las circunstancias; pude cons- y Jos hijos querlan encontrarse debían hacerlo Claro que ~ten­
ta~_"~· a través de '1\1 descripción de los hechos, la magnitud dra- diendo a las condiciones en que era posible ral encuentro. S•em-
maoca de la escena en que el hijo hab1a prm·ocado 13 reacción pre que Jo hteteran debía estar presente un rer<:ero. 'Junca_ el pa-
del padre. Al fi_nahtar el relato y ~;endo que volv'Ía a romper en dre solo con los hijos, hasta tanro él retomara la med1cacton Y d
llanto al repenr· «Le pegué, le pegué•, le pregunté qué había tratamiento que había abandonado en eso-; momentos.
d~<;ho el ruño al rec1bír la palita. Confieso que no me sorpren- La intervención en Jo Real apun1ó al coralón de la pulstón
diO el _desenlace _finalmente acaecido. Esa vct el hi¡o, IJorando, de muerte. Lo ~márico, sin enlace al goce fálico, encontraba
le hab1a rClipond1do: «S1 no fueras mJ pap:i te devolvería». Ele- su mpe sólu cu:tndo algún otro impedía con su prcsenc1a un
vado por su golpe al lugar de padre, ahv1ó con su estatura la desenlace fatal.
~es~esurn que con 1ltm1tado amor había 1muflado a su peque- Recuerdo la consulu de otros padres. Fn las primeras en-
no hi¡o. Su cund1ctón escolor mejnró notJblcmentc y a pCliar de trevistas relararun que el padre no había deseado tener un ht¡o
refunfuñar un rJnro, estaba notablemente ah,udo. ÚabJJ reen- )' que, al reCibir la notici•t de que su mujer estaba emb:trazada ,
c~ntrado al padre de la ley, quien por haber padecido la ver- no quiso tenerlo. Elb msi,tió r el mito nac1ó. Fmalmcnte los
ueme del padre del goce no atinaba a mtervenir y poner lími- problemas en la ¡>Jrcja llev-.u-on al divorcio aunque no a la se-
te al narc1s1Smn y al desborde pulsional de ~u querido hi¡o. paración. Scguian dist-unendo amarga y per~JStcntementc. _
En entrcvt~l.J~ wn el padre despejé, con cl,l.1 dJferencia en- Cuando llcgarun .1 mi consultono, el nuiu 1e111a unos d1e1.
U:: los benéfico~ •.pones que la autoridJd del p.l(lre dona a los año~ y estJba hJstamc !(rave. P.Hiecía de un dcs<TCil~Hento ge·
h1¡0~, de los aut~>manos abusos de poder que ln\'-al idan d cre- nernlitado y un nntorio desinterés. Se negaba a vcmr a verme
Cimiento y la IniCiativa de los niños. s:~lvo con el pap.i, a Jo que accedí.jam:ls me hablaba y ~erma­
Otros padres hJbian consult-ado porque su h 1jo •se macaba,. necía sentado e mmúv1l en las rodillas del padre, cscuchandolo
con los otros ch1c<X )' la escuela estaba a punto de expulsarlo. hablar\' hablar de ~u pequeño hijo y de su preocupación. Pero
Entre eiJos, wmo pare¡a, no estaban mejor Peleaban l3llro que lo norable para mí era escuchar al padre hablar <Id niño siem-
est~b~o al borde ele la 'eparac1ón. De hc.:ho, a pocos meses de pre por el nombre, sin referencia a la filíacuín. Cuando lo ~cu­
rec1b1r a Facundo en trat:lmiento, consun1arun el alejamiento. ché por pr1mera ve/. nombr.ulo «mi h1¡o•, me dmg¡ al nmo Y
Por supuesto, el pad1·e I]Uería scgwr \oendo a sus h1¡os, pero La le pregunté con prudencia, intentando no VIOlentarlo,~~ prefe-
madre dudaba en_ pcrmJUrlo. Las razones era n valederas y no l'ia jugar con el papt No creo que haya sido c.1sual que_~n ese
encontraba unJ v1ablc alternativa más que conrmuar asistiendo momento habla m A.~mocndo y mirándome t'OII expres1on re-
a las visir-ds del padre :1 sus hi¡os. Un día me llamó desesperada. vitalizada, d 1jo: •Qutero que mi papá me busque~. Felizmente
Su ex mando le había comunicado que, ame Id dificil situaoón el padre. que par~ entonces ~maba a su lu¡o y <lcsea~a su mejo-
había decidid<> mmr a sus hijos y luego su1c1daro,c para termi~ ría, aceptó jug.u- cl¡ucgo no wlo de buscarlo. ramb1en de nom-
nar con tamo sufnmiento. Ella dudab¡ si de¡ar o no a los mños brarlo hijo. Las co,as empezaron a ir me¡or.
un solo insl3llte a solas con el padre.
El N rilO (N ANALISIS Y lL LUGAR DE tOS PAOR.ES 8 lAS INTfRVENCIO~ES DEL ANALISTA 107

NO SÓLO LA INTERPRETAOÓN Fl curso de la mfancia está poblado de inhibiciones, angm


tias y síntomas que b1en pueden <cr índices de su mismo tr:ln·
¿Por qué es nccesJrio siruar el tiempo del su¡eto para decutir la mar '-:o obstante, esa misma divers1dad de marnfes12ciones es,
modalidad de nuenra intervención' ¿A qué apunta el analista en algunas ocastones, mdicaon de un estancamiento, pues la
cuando interpreta, ¡uega, habla u ordena? evolución no es na rural.
.Los recur_sos Simbólicos, par.J poner a distanCia d goce que S• hay síntomas, los hay porque lo simbólico inmixiona en lo
retiene al su¡eto en la demanda del Otro, se p•oducen en los real de la vida, tra~tom.índola sJ .:_.,ra es humana. Son los sínto-
nempos de la m fa neta paulauna y progresivamente La escena mas de la estructura, que se conforma en el desa¡u.ste que le es
lúdica que requ1ere objetos reale> para la localización del goce pmp10. En ténrunos freudianos, podríamos decir que no hay ni-
fuera dd cuerpo, da cuenta de un tránstto tendtc:nte a simboh- ños SJn síntomas. La mrenrene1ón del psicoanausra se ¡ustifica,
t.1r aquello que, en los oempos pnmeros, se juef,'<l princtpal- entonces, cuando los síntomas que dan cuenta de la operatividad
mente entre lo Rc•ll y lo lma¡,oinario (Frcsler, 19\N). de la cstnJctura muestran su detemmiento o ausencia
Lacan, se ex¡lide textualmente Reanudar, por lo tanto, es urea del analista, quien sostiene su
prat"Oca de la tmpos1b1lidad, imp<Nhilídatl que toma esta prácti-
Se dice que el mño comprende la poesía surrcah,u y abs-
ca realizable si reconoce que 'u operación mcluye un resto. Este
rncta, que .;eri:a un retorno a la in rancia. Es un;~. ui•orcz: los
rcwnocmuento dc~h.1ce b impotencia de cons1de•ar como obs·
mños dctest¡¡n b poesío surrc•li<ta y ciertas cup." de lo pin·
t~culos tanto la prcscm:ia de los paJres (y que supone, entre
mra de Pica~so les repugna. , l'or qué? Porque tmbvía no lle-
garon • IJ mctJfora, smo a la mctonim1a. Cuando apreci•n al- otros avaures, que ~>stos decidan rraer o sacar a su nuio del ami-
go en la ponruu de i'IC3S<o e; porque se trata dr metonimia hSJs), la necesanctlatl tle ob¡etos reales (como los 1uguetes) o,
(L.can, Senunarío 3). tamlnén, la importJnoa de lJ e>ccna del juego para el aborda¡e
en un tJcmpo en que el incons~1enre no ofrece nun 'u cstnJcrura
Ffecro de 1.1 re¡>rcsión nmdamc, el pasa¡e a la otra escen~ tic ficción. Deshace la creencia de que al niño le laltan palabras
permitirá la producción de ~abcr mconsciente L.a ganancia o le ~obran acctone~. A la estnJctur.t ni le falta ru le sobra, es una
rn.is apreciable de esta operac1ón seri Id eficacia del inconscien- esuu~wra que opera en la fa! u mJsma . En camh1o su f.1lla se sos-
te. Sus fonnactones, que m'11Jn 31 desciframu:nto, se ofrecen llene de la f.llt:J de la fulu, falta que es causa de ~"U tnO\Ímiemo.
como retomo poco a poco en los ñempos pnmcros del sujeto. La mrervene1ón del analist.l Jpum:lr:i a tnstaumr bs operacio-
Le¡os de la evolución na rural, el su¡eto del psicoan;ihsls es un nes in·cnliz:1das, las que son fuml.tnlcq del pasaje de una erapa a
suj:Jo enlaz~du, anudado fuertemente al orden simbólico, pero mr.t. El analísm opera en aquello que compromete la vía de rea
su mscnpc1nn dentro de él es sohdJria de uempos. ,-o es lo ht.lción del sujctCJ en los tiemp~ de la infJnciJ, donde lo en-
mmno, a la hora de 1mervemr, JborJar a un su¡eto que dispo- cucntrJ enfrentado a un defecto Jc la reprc::>ión consorutin.
ne de la p:olabra y de la escrirura, J .1quel que, aun s1endo su¡e-
to dcllengua¡c, no cuenta con ellas como reCtlf';o.
.Juego, juguete,, dibu¡os, pimuras, escultunts, entrevistas
con los padres: ¿d1cen Jc los ob>t;J<:ulos para elaborda¡e del su- INTERVENIR A RJTURO
¡cro en la inf.lnciJ por pane del psiCOAnálisis;, ¿n dan cuent.l de
una csrrucrura que o,c renuen reanudando el cngcndranüemo Intervenir, a su ,·ez, en los tiempo> de b inf.tnc1J, ~¡,,..,una pr<'-
del ob¡eto que conviene a su mcompletud) J,'"lllllJ por la clic.JCI~ y el alcance <lcl análisis dt nní<"· é'" ~1 -
JOI fl NIÑO EN ANÁLISIS Y El LUGAR OE lOS PAORES

rancc: csú referido sólo a la descnsralización de: un goce, o el


encuentro con un analtSta de¡a alguna impronu tli~tinova en la
t."!\tTUcrura?
,\li e~~ricncia, proveniente de rccíb1r adolescenttos o adul-
tus que pasaron por un análiSIS en la inf2nc1a, me hace presu-
mir que luego de un análisis en los oempo~ de la 1nfancia ad-
VIene una posición diferente del su¡ero, específicamente en re-
lación al saber como falta. Sus ganancias m:ís evidentes son el
apronte del sujeto al análiMS y un:1 articu lación distinta del sa-
ber en lo que arañe a la verdad del sujeto.
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