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Literatura del siglo XIX: Romanticismo,

Realismo y Naturalismo.
Grado 9°
PROYECTO: las TICS en el
aula de Lengua
Castellana
Primera Mitad del siglo XIX: el Romanticismo
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en: - Contexto histórico y socio-cultural
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El Modelo pedagógico -
de la Inst itución INICIO DE LA CLASE (Primera sesión)
Educativa es el : Social
con enfoque Histórico –
Cultural. Conforma un grupo de dos personas y lee la siguiente información.
ESTRATEGIA DIDACTICA: Pídele a tu profesor que amplíe la temática y resuelva tus dudas.
Aprendizaje Cooperativo.
ESTANDAR: Determino en las
obras literarias latinoamericanas, Primera Mitad del siglo XIX: el Romanticismo
elementos textuales que dan El siglo XIX es el siglo del liberalismo, una ideología que se conforma como
cuenta de sus características movimiento político-social en toda Europa a partir de la Revolución Francesa
estéticas, históricas y
(1789)
sociológicas, cuando sea
pertinente.
El Romanticismo - Circunstancias históricas
Indicadores de desempeño: Los orígenes del romanticismo hay que buscarlos ya en el siglo
Identifica la literatura del
siglo XIX: Contexto y
XVIII, fundamentalmente en la filosofía y cultura alemanas, país, en
movimientos de Europa. el que se produce un movimiento llamado "Sturm und Drang"
(tempestad y pasión) que propugna la creación literaria al margen
INICIO DE LA CLASE: Se les de las reglas clásicas y revaloriza la expresión artística de vivencias y
orienta a los estudiantes
sobre la temática. Elaboran un sentimientos. Es ésta la sensibilidad prerromántica, que también se
mapa conceptual en el manifiesta muy pronto en Inglaterra y posteriormente se extiende
cuaderno por el resto de Europa.
DESARROLLO DE LA CLASE: Se El Romanticismo, fenómeno cultural correspondiente a la primera
les explica la temática a los
estudiantes y se les entrega mitad del siglo XIX, se halla vinculado con una serie de
material fotocopiado para que circunstancias históricas a las que es necesario aludir.
lean. Se les pregunta de
manera oral acerca de lo Se debe por una parte a las reacciones en toda Europa contra
leído.
el poder napoleónico que finalmente cristalizan en el Congreso de
FINALIZACIÓN DE LA CLASE: Los Viena (1815), lo cual explica el matiz conservador del
estudiantes realizan un taller Romanticismo.
en grupo de dos.
No es de olvidar que los gobiernos de la Restauración absolutista
EVALUACIÓN DE LA CLASE:
Evaluación escrita
procuraron arrancar de cuajo el espíritu liberal que Napoleón
difundió, volviendo a las ideas de tradición y religiosidad. Sin
Recursos didácticos a utilizar: embargo, junto a este Romanticismo arcaizante, tradicionalista y
el Modulo “Plan de actividades de
lengua castellana”-Fotocopias-
cristiano, toma incremento años más tarde otro de tipo
revolucionario y liberal, que pretendía la destrucción de todos los
dogmas morales, políticos y estéticos hasta entonces vigentes. Su
Correo electrónico de auge coincide con la revolución francesa de 1830 y el triunfo del
contacto:
liberalismo en la mayor parte de los países europeos. En España el
lizsandra142@hotmail.com
estudiantesinmaculada@hotmail.com comienzo del Romanticismo revolucionario se debe sobre todo a la
vuelta de los emigrados liberales con motivo de la muerte de
Fernando VII.
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La psicología del hombre romántico

El Romanticismo - como el Renacimiento o el Barroco - no se reduce a un fenómeno


literario, sino que abarca todos los aspectos de la cultura de la época - desde la política
hasta el arte, desde la literatura hasta las modas -, porque en el fondo viene a consistir en
una especial actitud frente a la vida. De ahí que deba hablarse de la psicología del hombre
romántico antes de entrar en el estilo de su producción estética.

Estos son sus rasgos principales:


 Uno de los rasgos capitales del Romanticismo reside en su espíritu individualista. El
Romanticismo equivale a la rebelión del individuo, a la violenta exaltación de la propia
personalidad. El "yo", al que ahora se le tributa un culto frenético, constituye el máximo
objetivo de toda la vida espiritual. El mundo externo apenas conserva otro valor que el de
mera proyección subjetiva. Agudo egocentrismo que tiene sus raíces en la doctrina
enciclopedista (defensora de la postura crítica intelectual) y en el mundo prerromántico
(rehabilitador del mundo de las emociones personales).

 El hombre romántico se caracteriza también por su aislamiento y soledad, temas básicos del
Romanticismo. Su individualismo está marcado sobre todo por su conciencia aguda y
dolorosa de la propia personalidad, de ser distinto de los demás, que en ciertos casos incluso
deriva en un sentimiento de superioridad - su genio, su desgracia o infelicidad mayor que las
de nadie -. Esta es la razón por la cual el yo del artista pasa a ocupar el primer plano de la
creación. Los sentimientos expresados en las obras románticas son los de sus creadores,
quienes expresan su insatisfacción con el mundo, su ansia de infinito, su búsqueda del
absoluto, su amor apasionado, su deseo vehemente de libertad, sus estados de ánimo, . Por
este motivo la poesía lírica o la música son a lo largo de todo el siglo XIX las artes supremas.

 El ansia de libertad : El ya mencionado individualismo del hombre romántico produce en él


una protesta contra las trabas que hasta entonces tenían cohibido su espíritu, lo cual deriva
consiguientemente en un ansia de libertad que se refleja en todas las manifestaciones de la
época: el arte, la literatura, la música, la industria, el comercio, la conciencia,...

 Irracionalismo: Los románticos rechazan la razón y todo lo racional. Sus temas preferidos
están relacionados con lo sobrenatural, la magia y el misterio. A estos románticos les falta un
pensamiento sistemático y coherente; no comprenden ni interpretan el mundo de una forma
global.

 Subjetivismo: En el romanticismo se le concede una gran importancia a las emociones, los


sueños o las fantasías. Como formas de conocimientos principales se aceptan la intuición, la
imaginación y el instinto; es decir impulsos no racionales, marcados por los sentimientos. La
pasión se considera una fuerza superior a la razón.

 El espíritu idealista: Los románticos sienten una gran predilección por lo absoluto, lo ideal, en
conexión con la filosofía idealista, esencialmente alemana, que se impone con fuerza en
toda Europa durante la primera mitad del siglo. Por este motivo buscan desesperadamente
la perfección, lo absoluto, lo cual explica, por una parte su necesidad de acción, su vitalismo,
pero por otra, los anhelos insatisfechos que derivan en su frustración e infelicidad. Ese vago
aspirar hacia un mundo superior al de las realidades sensibles y que la razón no acierta a
definir, cristaliza a menudo en unos ideales concretos, que el romántico se impone como
norte de su vida: la Humanidad, la Patria, la Mujer. Hacia estos objetivos concretos el hombre
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romántico dirige sus ardorosos afanes: el sentimiento filantrópico, el ideal patriótico y el amor,
al que a menudo se le une un vago misticismo.

 Angustia metafísica: Al haber perdido la confianza en la razón, el ser romántico es por


naturaleza alguien inseguro e insatisfecho, lo cual da lugar a la desazón vital romántica. El
romántico siente la vida como un problema insoluble. Su instinto le denuncia la existencia de
fuerzas sobrenaturales que escapan a todo conocimiento racional y una invencible angustia
sobrecoge su ánimo. Se sabe víctima de un ciego Destino sin justificación lógica e increpa a
la Naturaleza, que contempla impasible su dolor. La idea de infinito preside su vida; de ahí su
inquietud febril y su terrible desequilibrio. Este aspecto es, sin embargo, también motor de la
creación artística en la búsqueda constante del romántico de respuestas y soluciones a las
dudas y problemas que se plantean.

 Choque con la realidad: Otro tema importante en el Romanticismo es el del desengaño que
deriva del choque entre el yo hipertrofiado romántico y la realidad prosaica y gris que no da
satisfacción a sus anhelos e ideales. El romántico - arrastrado por las imágenes que él mismo
ha creado en su interior - se encuentra con que la realidad no responde a sus ilusiones. Este
hecho lleva al hombre romántico, falto de serenidad para aceptar su ambiente, a un
violento enfrentamiento con el mundo y a rebelarse contra todas las normas morales,
sociales, políticas o religiosas.

 Evasión: Otro tema importante en el Romanticismo es el del desengaño que deriva del
choque entre el yo hipertrofiado romántico y la realidad prosaica y gris que no da
satisfacción a sus anhelos e ideales. El romántico - arrastrado por las imágenes que él mismo
ha creado en su interior - se encuentra con que la realidad no responde a sus ilusiones. Este
hecho lleva al hombre romántico, falto de serenidad para aceptar su ambiente, a un
violento enfrentamiento con el mundo y a rebelarse contra todas las normas morales,
sociales, políticas o religiosas.

 Nacionalismo: En el Romanticismo aparece una cierta obsesión por buscar las raíces de
cada pueblo en su historia, en su literatura, en su cultura, Es ahora cuando se inventa el
concepto de pueblo como entidad espiritual supraindividual a la que pertenecen individuos
concretos que comparten una serie de características comunes: lengua, costumbres,
folclore. Así se comprende la revitalización de los antiguos poemas épicos y de las leyendas y
tradiciones locales. Es evidente que estas ideas románicas se oponen frontalmente al espíritu
universalista de la Ilustración.

Técnica Literaria

Al tipo psicológico que acabamos de esbozar había de corresponder necesariamente


una visión del arte distinta de la que había originado la producción del siglo XVIII. Veamos sus
puntos esenciales:

 El genio creador: En el Romanticismo el arte se convierte en la forma de expresión del genio


que el creador lleva dentro. El artista pues, nace, no se hace, por lo que cobra capital
importancia lo espontáneo, lo intuitivo, lo original, aquello que es característico del genio
creador. Desde este momento la obra de arte es el resultado de un momento de inspiración
que refleja la valía de su autor. La posibilidad de desarrollo de su capacidad creativa hace
del romántico un individuo vitalista, eufórico y apasionado. El agudo individualismo del
hombre romántico da lugar en el escritor a un deseo de prescindir de las férreas normas del
clasicismo, para llegar a la creación de una obra absolutamente personal. Las viejas reglas
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son consideradas como trabas sin sentido que convierten el arte en un puro mecanismo, y se
proclama la libertad literaria con juvenil entusiasmo. El poeta se dejará llevar ahora por su
instinto, su intuición.

 En el terreno de la poesía surgen junto a la métrica tradicional nuevos tipos de versificación ,


nuevos ritmos, nuevas estrofas. Una variada polimetría es el resultado de querer dar a cada
situación su expresión musical adecuada. Además, en España, se produce una revalorización
de un metro tradicional: el romance, que adquiere ahora el máximo prestigio como forma
más indicada para la narración poética.

En el teatro se olvidan las famosas tres unidades de lugar, tiempo y acción, volviéndose en
cierto modo a la técnica de nuestro siglo XVII: la acción puede recorrer los más apartados
lugares, durar varios años y desdoblarse en dos acciones paralelas. Desaparece la unidad de
estilo y se confunden los géneros, mezclándose - con el objeto de dar mayor vivacidad a la
obra - lo trágico y lo cómico, lo sublime y lo grotesco, la prosa y el verso. Un trepidante
dinamismo invade así el teatro, que alcanza el mayor éxito de público.
 Todo el arte se enfoca ahora hacia la expresión de lo particular, del matiz individual, de lo
irregular, de lo que escapa a la norma racional. La época románica prefiere destacar lo
específico, la nota pintoresca y única.
Con las reglas desaparece también la noción del arte moralizador. El tema primordial será la
expresión del "Yo", y el objeto de la obra excitar fuertemente la sensibilidad del lector con las
más variadas emociones: la tristeza, el entusiasmo, la conmiseración, el terror, la sorpresa.

En el romanticismo se quiebra la línea clasicista, ya que se rechaza a los clásicos como


modelos insustituibles. Se rechaza todo lo clásico, sobre todo el clasicismo francés más que la
antigüedad grecolatina. La literatura preferida en el Romanticismo es aquella que por
hallarse más apartada de lo clásico, responde mejor al gusto de la época: la bíblica, la
medieval, la del siglo XVII no francés, y la contemporánea extranjera. De la Edad Media
interesan el falso Ossian, Dante, la poesía popular - el romancero español, las baladas
germánicas, .-. Del teatro se destacan los nombres de Shakespeare, Lope y Calderón. Entre
los modernos privan Goethe, Heine y Byron en la poesía, Vïctor Hugo y Dumas en el teatro,
Walter Scott en la novela.

Los Temas

 Soledad: Es propio del Romanticismo además el gusto por la soledad. Los románticos huyen de la
realidad mediante el refugio en sí mismos, lo cual justifica la preferencia por lugares solitarios como
castillos, cementerios, jardines, espacios apartados o recónditos, oscuros, ... Esta soledad del
romántico nace también de la afirmación de su yo, de su individualismo.

 Nueva Sensibilidad: Durante el Romanticismo se prolonga y amplía el sentimentalismo manifiesto ya


en muchos autores ilustrados y que sitúa en primer plano la intimidad. Resultan características la
introspección, la nostalgia, la melancolía, la tristeza y la soledad, a la vez que se extiende el
sentimiento de fugacidad e infelicidad de la vida humana, lo cual provoca la típica angustia romántica.
El gusto por lo sombrío y crepuscular es revelador de tal sensibilidad.

 Naturaleza dinámica: El artista romántico representa la naturaleza en forma dramática, en


movimiento y con preferencia por la ambientación nocturna frente a la naturaleza artificiosa y bucólica
propia del Neoclasicismo. Se oponen pues a la mesura y armonía neoclásicas el desorden y la falta de
proporción. La naturaleza se identifica en el Romanticismo con los estados de ánimo del creador, y,
según sean éstos, es turbulenta, melancólica o tétrica; es pues, una proyección de sus sentimientos. La
naturaleza está, a su vez, por encima de todo, algo que se puede apreciar claramente en el tópico
romántico de las ruinas, símbolo del predominio de la naturaleza sobre el hombre y sus obras.

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Todos los rasgos románticos anteriores permiten comprender bien que en su rechazo del mundo que les ha
tocado vivir los artistas románticos hayan podido tomar dos direcciones opuestas: la nostalgia por los
antiguos valores tradicionales (monarquía absoluta, religión, ideales caballerescos), o la rebelión no sólo
frente a su mundo sino frente al antiguo (republicanismo, anticlericalismo, ideales democráticos). Por eso
podemos hacer la distinción entre un Romanticismo tradicional o conservador y un Romanticismo liberal o
progresista.
La lírica Romántica
Gertrudis Gómez de Avellaneda
Nació en Puerto Príncipe (Cuba) a los 22 años se trasladó a España. Escribió novelas y dramas, pero se
destaca sobre todo por su obra poética. Sus temas principales son, el amor divino: La Cruz, La plegaria
a la Virgen, y el amor humano:A él, Amor y orgullo, La venganza.

José de Espronceda (1802-1842) Nació en Almendralejo, Badajoz. En su adolescencia intentó crear una
sociedad secreta para vengar la muerte de Riego. A consecuencia de ello fue desterrado a un monasterio,
después salió de España y vivió en Belgica, Francia, Inglaterra, y Holanda. Vuelto a España en 1.833 formó
parte de la extrema izquierda de la izquierda liberal.
Durante su estancia en el monasterio, y alentado por su maestro Lista, comenzó a escribir el poema
histórico Pelayo, que dejó inacabado. Más tarde escribió la novela Sancho Saldaña.
Sus obras más importantes son: El poema El estudiante de Salamanca, El diablo mundo, extenso poema
lírico inacabado también. Y las poesías líricas sueltas, entre las que destacan: A Jarifa en una orgía, El
verdugo, Canción del cosaco, La canción del pirata,Himno al sol .
Rosalía de Castro (1837-1885) Nació en Santiago de Compostela. A los 19 años va a Madrid y publica
su libro de poemas La flor. Más tarde se casó con el historiador y crítico de arte Manuel Murguía . Su obra
está en gallego y castellano.
En gallego escribe sus Cantares gallegos, colección de nostálgicas canciones populares Y Follas novas
(Hojas nuevas). Su obra más importante es la colección de poemas En las orillas del Sar, escrita en
castellano.
Gustavo Adolfo Bécquer (1837-1871) Su nombre verdadero era Gustavo Adolfo Insausti Bastida. Nació
en Sevilla, murió muy joven, a los 34 años, pobre y desconocido. Su obra poética consta de 78 rimas que
logran conmover utilizando un estilo sencillo pero con gran sentimiento.
En prosa escribió:
Cartas desde mi celda, la celda que ocupó en el monasterio de Veruela donde pasó un tiempo para
reponer su salud. Y sus Leyendas, escritas con una prosa de gran lirismo y sobriedad.

Desarrollo de la clase: El romanticismo Europeo

Elabora un mapa conceptual sobre el tema anterior en un pliego de cartulina o papel periódico y socialízalo
en clases.

Finalización de la clase: El Romanticismo Europeo


Realiza la lectura de una de las siguientes leyendas de Gustavo Bécquer y socialízalas en clases:
G. A. Bécquer: Leyendas
La corza blanca
La cueva de la mora Descárgalas en
El gnomo
Maese Pérez el organista cuadernodigital.wikispaces.com
El monte de las ánimas
Los ojos verdes http://www.rinconcastellano.com/biblio/sigloxix/index.html
El rayo de luna
El miserere
Creed en Dios
El beso
El caudillo de las manos rojas

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Literatura del siglo XIX: Romanticismo

Leyenda
Una leyenda es una narración tradicional que incluye elementos ficticios, a menudo sobrenaturales, y se
transmite de generación en generación. Se ubica en un tiempo y lugar que resultan familiares a los
miembros de una comunidad, lo que aporta al relato cierta verosimilitud

Gustavo Adolfo Bécquer, Leyendas

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) no sólo inaugura la lírica moderna española sino que
además es uno de los autores románticos más destacados. Entre su obra hay que resaltar
susRimas y Leyendas. [+ información]

Lee la siguiente Leyenda “Rayo de luna” de Gustavo Adolfo Bécquer y responde


las siguientes preguntas: 1. Por qué se considera una leyenda 2. Qué rasgos o
temas del Romanticismo Europeo se pueden evidenciar en la siguiente leyenda. 3.
Qué cuenta la Leyenda.
exhalaciones sobre el haz de las lagunas. En
El rayo de luna (Leyenda de Soria) cualquiera parte estará menos en donde esté todo el
Yo no sé si esto es una historia que parece cuento o un mundo.
cuento que parece historia; lo que puedo decir es que
En efecto, Manrique amaba la soledad, y la amaba
en su fondo hay una verdad, una verdad muy triste,
de tal modo, que algunas veces hubiera deseado no
de la que acaso yo seré uno de los últimos en
tener sombra porque su sombra no lo siguiese a todas
aprovecharme, dadas mis condiciones de
partes.
imaginación.
Amaba la soledad porque en su seno, dando rienda
Otro, con esta idea, tal vez hubiera hecho un tomo de
suelta a la imaginación, forjaba un mundo fantástico,
filosofía lacrimosa; yo he escrito esta leyenda, que, a
habitado por extrañas creaciones, hijas de sus delirios
los que nada vean en su fondo, al menos podrá
y sus ensueños de poeta, porque Manrique era poeta,
entretenerlos un rato.
¡tanto, que nunca le habían satisfecho las formas en
Era noble; había nacido entre el estruendo de las que pudiera encerrar sus pensamientos, y nunca los
armas, y el insólito clamor de una trompa de guerra no había encerrado al escribirlos!
le hubiera hecho levantar la cabeza un instante, ni
Creía que entre las rojas ascuas del hogar habitaban
apartar sus ojos un punto del oscuro pergamino en
espíritus de fuego de mil colores, que corrían como
que leía la última carta de un trovador.
insectos de oro a lo largo de los troncos encendidos, o
Los que quisieran encontrarlo no lo debían buscar en danzaban en una luminosa ronda de chispas en la
el anchuroso patio de su castillo, donde los cúspide de las llamas, y se pasaba las horas muertas
palafreneros domaban los potros, los pajes enseñaban sentado en un escabel, junto a la alta chimenea
a volar a los halcones y los soldados se entretenían los gótica, inmóvil y con los ojos fijos en la lumbre.
días de reposo en afilar el hierro de su maza contra
Creía que en el fondo de las ondas del río, entre los
una piedra.
musgos de la fuente y sobre los vapores del lago vivían
-¿Dónde está Manrique? ¿Dónde está vuestro señor? - unas mujeres misteriosas, hadas, sílfides u ondinas, que
preguntaba algunas veces su madre. exhalaban lamentos y suspiros o cantaban y se reían
en el monótono rumor del agua, rumor que oía en
-No sabemos -respondían sus servidores-; acaso estará silencio, intentando traducirlo.
en el claustro del monasterio de la Peña; sentado al
borde de una tumba, prestando oído a ver si En las nubes, en el aire, en el fondo de los bosques, en
sorprende alguna palabra de la conversación de los las grietas de las peñas imaginaba percibir formas o
muertos; o en el puente, mirando correr una tras otra escuchar sonidos misteriosos, formas de seres
las olas del río por debajo de sus arcos; o acurrucado sobrenaturales, palabras inteligibles que no podía
en la quiebra de una roca y entretenido en contar las comprender.
estrellas del cielo, en seguir una nube con la vista o
¡Amar! Había nacido para soñar el amor, no para
contemplar los fuegos fatuos que cruzan como
sentirlo. Amaba a todas las mujeres un instante: a ésta
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Castellana
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porque era rubia, a aquélla porque tenía los labios más alto del cielo, cuando al entrar en una oscura
rojos, a la otra porque se cimbreaba al andar, como alameda que conducía desde el derruido claustro a
un junco. la margen del Duero, Manrique exhaló un grito, un
grito leve y ahogado, mezcla extraña de sorpresa, de
Algunas veces llegaba su delirio hasta el punto de temor y de júbilo.
quedarse una noche entera mirando a la luna, que
flotaba en el cielo entre un vapor de plata, o a las En el fondo de la sombría alameda había visto
estrellas, que temblaban a lo lejos como los agitarse una cosa blanca que flotó un momento y
cambiantes de las piedras preciosas. En aquellas desapareció en la oscuridad. La orla del traje de una
largas noches de poético insomnio exclamaba: mujer, de una mujer que había cruzado el sendero y
se ocultaba entre el follaje, en el mismo instante en
-Si es verdad, como el prior de la Peña me ha dicho, que el loco soñador de quimeras o imposibles
que es posible que esos puntos de luz sean mundos; si penetraba en los jardines.
es verdad que en ese globo de nácar que rueda
sobre las nubes habitan gentes, ¡qué mujeres tan -¡Una mujer desconocida!... ¡En este sitio... ¡A estas
hermosas serán las mujeres de esas regiones luminosas! horas! Esa, esa es la mujer que yo busco -exclamó
Y yo no podré verlas, y yo no podré amarlas... ¿Cómo Manrique-; y se lanzó en su seguimiento, rápido como
será su hermosura?... ¿Cómo será su amor? una saeta.

Sobre el Duero, que pasa lamiendo las carcomidas y Llegó al punto en que había visto perderse, entre la
oscuras piedras de las murallas de Soria, hay un espesura de las ramas, a la mujer misteriosa. Había
puente que conduce de la ciudad al antiguo desaparecido. ¿Por dónde? Allá lejos, muy lejos, creyó
convento de los Templarios, cuyas posesiones se divisar por entre los cruzados troncos de los árboles
extendían a lo largo de la opuesta margen del río. como una claridad o una forma blanca que se movía.

En la época a que nos referimos, los caballeros de la -¡Es ella, es ella, que lleva alas en los pies y huye como
Orden habían ya abandonado sus históricas una sombra! -dijo, y se precipitó en su busca,
fortalezas; pero aún quedaban en pie restos de los separando con las manos las redes de piedra que se
anchos torreones de sus muros; aún se veían, como en extendían como un tapiz de unos en otros álamos.
parte se ven hoy, cubiertos de hiedra y campanillas Llegó, rompiendo por entre la maleza y las plantas
blancas, los macizos arcos de su claustro, las parásitas, hasta una especie de rellano que iluminaba
prolongadas galerías ojivales de sus patios de armas, la claridad del cielo... ¡Nadie! ¡Ah!... Por aquí, por aquí
en las que suspiraba el viento con un gemido, va -exclamó entonces-. Oigo sus pisadas sobre las
agitando las altas hierbas. hojas secas, y el crujido de su traje, que arrastra por el
suelo y roza en los arbustos -y corría, y corría como un
En los huertos y en los jardines cuyos senderos no loco, de aquí para allá, y no la veía-. Pero siguen
hollaban hacía muchos años las plantas de los sonando sus pisadas -murmuró otra vez-; creo que ha
religiosos, la vegetación, abandonada de sí misma, hablado; no hay duda, ha hablado... El viento, que
desplegaba todas sus galas, sin temor de que la mano suspira entre las ramas; las hojas, que parece que
del hombre la mutilase, creyendo embellecerla. rezan en voz baja, me han impedido oír lo que ha
Las plantas trepadoras subían encaramándose por los dicho; pero no hay duda: va por ahí, ha hablado..., ha
añosos troncos de los árboles; y las sombrías calles de hablado... ¿En qué idioma? No sé; pero es una lengua
álamos, cuyas copas se tocaban y se confundían extranjera...
entre sí, se habían cubierto de césped; los cardos Y tornó a correr en su seguimiento, unas veces
silvestres y las ortigas brotaban en medio de los creyendo verla, otras pensando oírla: ya notando que
enarenados caminos, y en los trozos de fábrica, las ramas por entre las cuales había desaparecido se
próxima a desplomarse, el jaramago, flotando al movían, ya imaginando distinguir en la arena la huella
viento como el penacho de una cimera, y las de sus breves pies; luego, firmemente persuadido de
campanillas blancas y azules, balanceándose como que un perfume especial, que aspiraba a intervalos,
en un columpio sobre sus largos y flexibles tallos, era un aroma perteneciente a aquella mujer que se
pregonaban la victoria de la destrucción y la ruina. burlaba de él complaciéndose en huirlo por entre
Era de noche; una noche de verano, templada, llena aquellas intrincadas malezas. ¡Afán inútil!
de perfumes y de rumores apacibles, y con una luna Vagó algunas horas de un lado a otro, fuera de sí,
blanca y serena en mitad de un cielo azul, luminoso y parándose para escuchar, ya deslizándose con las
transparente. mayores precauciones sobre la hierba, ya en una
Manrique, presa su imaginación de un vértigo de carrera frenética y desesperada.
poesía, después de atravesar el puente, desde donde Avanzando, avanzando por entre los inmensos jardines
contempló un momento la negra silueta de la ciudad que bordeaban la margen del río, llegó al fin al pie de
que se destacaba sobre el fondo de algunas nubes las rocas sobre las que se eleva la ermita de San
blanquecinas y ligeras arrolladas en el horizonte, se Saturio.
internó en las desiertas ruinas de los Templarios.
-Tal vez, desde esta altura podré orientarme para
La medianoche tocaba a su punto. La luna, que se seguir mis pesquisas a través de ese confuso laberinto -
había ido remontando lentamente, estaba ya en lo

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exclamó, trepando de peña en peña con la ayuda negruzco y agrietado paredón de la casa de
de su daga. enfrente.

Llegó a la cima, desde la que se descubren la ciudad -No cabe duda; aquí vive mi desconocida -murmuró
en lontananza y una gran parte del Duero, que se el joven en voz baja y sin apartar un punto sus ojos de
retuerce a sus pies, arrastrando una corriente la ventana gótica-; aquí vive... Ella entró por el postigo
impetuosa y oscura por entre las corvas márgenes que de San Saturio... Por el postigo de San Saturio se viene
lo encarcelan. a este barrio... En este barrio hay una casa donde,
pasada la medianoche, aún hay gente en vela... ¿En
Manrique, una vez en lo alto de las rocas, tendió la vela? ¿Quién, sino ella, que vuelve de sus nocturnas
vista a su alrededor; pero al tenderla y fijarla al cabo excursiones, puede estarlo a esas horas?... No hay
en un punto, no pudo contener una blasfemia. La luz más; ésta es su casa.
de la luna rielaba chispeando en la estela que dejaba
en pos de sí una barca que se dirigía a todo remo a la En esta firme persuasión, y revolviendo en su cabeza
orilla opuesta. las más locas y fantásticas imaginaciones, esperó el
alba frente a la ventana gótica; de la que en toda la
En aquella barca había creído distinguir una forma noche no faltó la luz ni él separó la vista un momento.
blanca y esbelta, una mujer sin duda, la mujer que
había visto en los Templarios, la mujer de sus sueños, la Cuando llegó el día, las macizas puertas del arco que
realización de sus más locas esperanzas. Se descolgó daban entrada al caserón, y sobre cuya clave se
de las peñas con la agilidad de un gamo, arrojó al veían esculpidos los blasones de su dueño, giraron
suelo la gorra, cuya redonda y larga pluma podía pesadamente sobre los goznes, con un chirrido
embarazarlo para correr, y desnudándose del ancho prolongado y agudo. Un escudero apareció en el
capotillo de terciopelo, partió como una exhalación dintel con un manojo de llaves en la mano,
hacía el puente. restregándose los ojos y enseñando al bostezar una
caja de dientes capaces de dar envidia a un
Pensaba atravesarlo y llegar a la ciudad antes que la cocodrilo.
barca tocase en la otra orilla. ¡Locura! Cuando
Manrique llegó, jadeante y cubierto de sudor, a la Verlo Manrique y lanzarse a la puerta, todo fue obra
entrada, ya los que habían atravesado el Duero por la de un instante.
parte de San Saturio entraban en Soria por una de las
puertas del muro, que en aquel tiempo llegaba hasta -¿Quién habita en esta casa? ¿Cómo se llama ella?
la margen del río, en cuyas aguas se retrataban sus ¿De dónde es? ¿A qué ha venido a Soria? ¿Tiene
pardas almenas. esposo? Responde, animal -ésta fue la salutación que,
sacudiéndole el brazo violentamente, dirigió al pobre
Aunque desvanecida su esperanza de alcanzar a los escudero, el cual, después de mirarlo un buen espacio
que habían entrado por el postigo de San Saturio, no de tiempo con los ojos espantados y estúpidos, le
por eso nuestro héroe perdió la de saber la casa que contestó con voz entrecortada por la sorpresa:
en la ciudad podía albergarlos. Fija en su mente esta
idea, penetró en la población y, dirigiéndose hacía el -En esta casa vive el muy honrado señor don Alonso
barrio de San Juan, comenzó a vagar por sus calles a de Valdecuellos, montero mayor de nuestro señor el
la ventura. rey, que, herido en la guerra contra moros, se
encuentra en esta ciudad reponiéndose de sus
Las calles de Soria eran entonces, y lo son todavía, fatigas.
oscuras y tortuosas. Un silencio profundo reinaba en
ellas, silencio que sólo interrumpían, ora el lejano -Pero, ¿y su hija? -interrumpió el joven, impaciente-. ¿Y
ladrido de un perro, ora el rumor de una puerta al su hija, o su hermana, o su esposa, o lo que sea?
cerrarse, ora el relincho de corcel que piafando hacía -No tiene ninguna mujer consigo.
sonar la cadena que lo sujetaba al pesebre en las
subterráneas caballerizas. -¡No tiene ninguna!... Pues, ¿quién duerme allí, en
aquel aposento, donde toda la noche he visto arder
Manrique, con el oído atento a estos rumores de la una luz?
noche, que unas veces le parecían los pasos de
alguna persona que había doblado ya la última -¿Allí? Allí duerme mi señor don Alonso, que, como se
esquina de un callejón desierto; otras, voces confusas halla enfermo, mantiene encendida su lámpara hasta
de gentes que hablaban a sus espaldas y que a cada que amanece.
momento esperaba ver a su lado, anduvo algunas
horas corriendo al azar de un sitio a otro. Un rayo cayendo de improviso a sus pies no le hubiera
causado más asombro que el que le causaron estas
Por último, se detuvo al pie de un caserón de piedra; palabras.
oscuro y antiquísimo, y al detenerse brillaron sus ojos
con una indescriptible expresión de alegría. En una de -Yo la he de encontrar, la he de encontrar; y si la
las altas ventanas ojivales de aquel que pudiéramos encuentro, estoy casi seguro de que he de
llamar palacio se veía un rayo de luz templada y conocerla... ¿En qué? Eso es lo que no podré decir...;
suave, que, pasando a través de unas ligeras pero he de conocerla. El eco de sus pisadas o una
colgaduras de seda color de rosa, se reflejaba en el sola palabra suya que vuelva a oír, un extremo de su

.
Lengua
Castellana
. un solo extremo que vuelva a ver, me bastarán para
traje, enamorado joven se perdió entre las intrincadas sendas de
conseguirlo. sus jardines.

Noche y día estoy mirando flotar delante de mis ojos La noche estaba serena y hermosa; la luna brillaba en toda
aquellos pliegues de una tela diáfana y blanquísima; noche su plenitud en lo más alto del cielo, y el viento suspiraba
y día me están sonando aquí dentro, dentro de la cabeza, el con un rumor dulcísimo entre las hojas de los árboles.
crujido de su traje, el confuso rumor de sus ininteligibles
palabras. ¿Qué dijo?... ¿Qué dijo?... ¡Ah!, si yo pudiera Manrique llegó al claustro, tendió la vista por su recinto y
saber lo que dijo, acaso...; pero aun sin saberlo, la miró a través de las macizas columnas de sus arcadas...
encontraré...; la encontraré; me lo da el corazón, y mi Estaba desierto.
corazón no me engaña nunca. Verdad es que ya he Salió de él, encaminó sus pasos hacia la oscura alameda
recorrido inútilmente todas las calles de Soria; que he que conduce al Duero, y aún no había penetrado en ella,
pasado noches y noches al sereno, hecho poste de una cuando de sus labios se escapó un grito de júbilo.
esquina; que he gastado más de veinte doblas de oro en Había visto flotar un instante y desaparecer el extremo del
hacer charlar a dueñas y escuderos; que he dado agua traje blanco, del traje blanco de la mujer de sus sueños, de
bendita en San Nicolás a una vieja, arrebujada con tal arte la mujer que ya amaba como un loco.
en su manto de anascote, que se me figuró una deidad; y al Corre, corre en su busca; llega al sitio en que la ha visto
salir de la Colegiata, una noche de maitines, he seguido desaparecer; pero al llegar se detiene, fija los espantados
como un tonto la litera del arcediano, creyendo que el ojos en el suelo, permanece un rato inmóvil; un ligero
extremo de sus holapandas era el del traje de mi temblor nervioso agita sus miembros, un temblor que va
desconocida; pero no importa...; yo la he de encontrar, y la creciendo, que va creciendo, y ofrece los síntomas de una
gloria de poseerla excederá seguramente al trabajo de verdadera convulsión, y prorrumpe, al fin, en una carcajada,
buscarla. en una carcajada sonora, estridente, horrible.
Aquella cosa blanca, ligera, flotante, había vuelto a brillar
¿Cómo serán sus ojos?... Deben de ser azules, azules y ante sus ojos; pero había brillado a sus pies un instante, no
húmedos como el cielo de la noche; me gustan tanto los más que un instante.
ojos de ese color...; son tan expresivos, tan melancólicos, Era un rayo de luna, un rayo de luna que penetraba a
tan... Sí..., no hay duda: azules deben de ser, azules son intervalos por entre la verde bóveda de los árboles cuando
seguramente, y sus cabellos, negros, muy negros y largos el viento movía las ramas.
para que floten... Me parece que los vi flotar aquella noche, ...
al par que su traje, y eran negros...; no me engaño, no, Habían pasado algunos años. Manrique, sentado en un
eran negros. sitial, junto a la alta chimenea gótica de su castillo, inmóvil
casi, y con una mirada vaga e inquieta como la de un idiota,
¡Y qué bien hacen unos ojos azules muy rasgados y apenas prestaba atención ni a las caricias de su madre ni a
adormidos, y una cabellera suelta, flotante y oscura, a una los consuelos de sus servidores.
mujer alta...; porque... ella es alta, alta y esbelta como esos -Tú eres joven, tú eres hermoso -le decía aquélla-. ¿Por qué
ángeles de las portadas de nuestras basílicas, cuyos te consumes en la soledad? ¿Por qué no buscas una mujer a
ovalados rostros envuelven en un misterioso crepúsculo las quien ames, y amándote pueda hacerte feliz?
sombras de sus doseles de granito!
-¡El amor!... El amor es un rayo de luna -murmuraba el joven.
¡Su voz!... Su voz la he oído...; su voz es suave como el
rumor del viento en las hojas de los álamos, y su andar -¿Por qué no despertáis de ese letargo? -le decía uno de sus
acompasado y majestuoso como las cadencias de una escuderos-. Os vestís de hierro de pies a cabeza; mandáis
música. Y esa mujer, que es hermosa como el más hermoso desplegar al aire vuestro pendón de rico hombre, y marchamos a la
de mis sueños de adolescente, que piensa como yo pienso, guerra. En la guerra se encuentra la gloria.
que gusta de lo que yo gusto, que odia lo que yo odio, que -¡La gloria!... La gloria es un rayo de luna.
es un espíritu hermano de mi espíritu, que es el
complemento de mi ser, ¿no se ha de sentir conmovida al -¿Queréis que os diga una cantiga, la última que ha compuesto
encontrarme? ¿No me ha de amar como yo la amaré, como Mosén Arnaldo, el trovador provenzal?
la amo ya, con todas las fuerzas de mi vida, con todas las -¡No! ¡No! -exclamó el joven, incorporándose colérico en su sitial-.
facultades de mi alma? No quiero nada...; es decir, sí quiero: quiero que me dejéis solo...
Cantigas..., mujeres..., glorias..., felicidad..., mentiras todo,
Vamos, vamos al sitio donde la vi la primera y única vez que fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos
la he visto... ¿Quién sabe si, caprichosa como yo, amiga de a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, ¿para qué?,
la soledad y el misterio, como todas las almas soñadoras, se ¿para qué? Para encontrar un rayo de luna. Manrique estaba loco;
complace en vagar por entre las ruinas en el silencio de la por lo menos, todo el mundo lo creía así. A mí, por el contrario,
noche?

Dos meses habían transcurrido desde que el escudero de


don Antonio de Valdecuellos desengañó al iluso Manrique;
dos meses durante los cuales en cada hora había formado
un castillo en el aire, que la realidad desvanecía con un
soplo; dos meses durante los cuales había buscado en vano
a aquella mujer desconocida, cuyo absurdo amor iba
creciendo en su alma, merced a sus aún más absurdas
imaginaciones, cuando, después de atravesar, absorto en
estas ideas, el puente que conduce a los Templarios, el

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