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DOCENTE:
2.- PRESENTACION:
Psicosocial
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del individuo es necesariamente una representación del vínculo social que le es
consustancial.
Un grupo está constituido por personas que se relacionan entre ellas por un
sentido común de pertenencia. Esta relación implica un proceso de
socialización dentro del cual, según Levine, Moreland y Ryan (1998) subyacen
importantes procesos psicológicos como la identificación y el sentido de
compromiso. A saber:
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diferentes actuaciones, para la conservación y el desarrollo del grupo, así como
para la forma de relacionarse con otros grupos.
En esta misma línea, Vargas Alfaro (1999) plantea que las características
comunes de los miembros de un grupo propician el auto reconocimiento,
afianza los vínculos entre ellos y los hace más sólidos y coherentes tanto hacia
adentro como hacia afuera del grupo. Propone, además, que el sentido de
pertenencia es elemento movilizador de la actividad grupal por lo que es
importante crear las estrategias necesarias para su efectiva construcción.
Entre las consecuencias positivas que tiene la cohesión en los grupos, puede
resaltarse la satisfacción de los miembros del grupo, aumento de la atracción,
unidad y compromiso con las tareas y aumento del rendimiento del grupo. Se
presenta entonces un camino de dos vías: el sentido de pertenencia potencia la
socialización y la cohesión grupal y a su vez, estas fortalecen el sentido de
pertenencia.
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Sobre la relación entre el sentido de pertenencia y la identidad social, Turner
(1990) concluye que la identidad social no se produce con solo pertenecer
formalmente a una colectividad, sino con sentirse pertenecer. El sentido de
pertenencia se construye sobre la base de la identificación de la persona con el
grupo, con el lugar y con la colectividad formal, cuyos valores y objetivos son
conocidos y compartidos por el grupo. Es por esto que el sentido de
pertenencia es fundamental para que se desarrollen procesos de cooperación
social, para que las sociedades puedan resistir las tendencias a la
fragmentación y para afianzar la inclusión y cohesión sociales.
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En el capítulo anterior se definió el sentido de pertenencia como una necesidad
humana básica. En muchos estudios se evidencia su importancia para el
funcionamiento y el bienestar psicológico de las personas. La satisfacción de
esta necesidad conduce a una variedad de emociones positivas como el gozo,
la calma, el entusiasmo y la felicidad (Strayhorn, 2012).
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Como la identidad social, la pertenencia determina un perfil. Asociadas a esa
pertenencia se definen expectativas sobre el comportamiento, modos de
actuación y desempeño de las personas lo cual, a su vez contribuye a sentirse
parte. A escala grupal, el sentido de pertenencia contribuirá con la integración
social de las personas así como a la realización individual, mientras que a
escala de la nación, el sentido de pertenencia juega un importante papel en
una sociedad cohesionada. Feres (2007), lo relaciona con la cohesión social.
Coincide con esto Ottone (2007), quien afirma que el sentido de pertenencia
"incluye todas aquellas expresiones psicosociales y culturales que dan cuenta
de los grados de vinculación e identificación ciudadana respecto de toda la
sociedad y de los grupos que la conforman”.
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Diversos estudios han puesto en evidencia que una oferta curricular pertinente
y actualizada así como estrategias de enseñanzas dinámicas y retadoras
implican al estudiantado, impactan su desempeño y facilitan la identificación
con la carrera y el centro de estudios (Astin, 1984; González, 2005; Ríos, 2010;
Soria, 2005; Strayhorn, 2012). De igual manera, hacen referencia a la influencia
del clima del aula y del campus en la buena actitud hacia el aprendizaje, las
relaciones sociales, la autoeficacia y en el sentido de pertenencia en general.
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La fragmentación social
El consumismo
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para experimentar y remplazar aquellos productos consumidos
tradicionalmente, por otros productos lanzados “seductoramente” al mercado.
El reto para el joven consiste entonces en salir de esa “masa” uniforme para
convertirse en un objeto vendible, en un objeto deseable que no teme perder su
antigua identidad, su cultura y sus tradiciones; joven que lucha por borrar todo
rasgo que indique pobreza o aquello que impida semejarse a la tendencia
imperante3 . El joven queda así obligado a vivir un estilo de vida acelerado sin
tiempo para detenerse en grandes asuntos o problemáticas. El mercado
requiere de un joven dispuesto al cambio y, a la vez, al acoplamiento rápido a
los códigos que el mismo mercado impone.
Siguiendo esta lógica, no importan las dificultades o retos que los jóvenes
tengan en común, lo único importante será satisfacer aquellas “necesidades”
individuales que cada uno cree indispensable así no haya suficiente tiempo
para disfrutar de la aparente satisfacción, ya que un momento después, una
vez se obtiene el objeto deseado, el joven perderá rápidamente el interés
porque el mercado se encargará de crear la sensación de una nueva necesidad
que no puede satisfacerse con aquello adquirido, conformándose de esta
manera un círculo vicioso que nunca termina: consumir, desechar y remplazar.
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En otras palabras, el mercado crea múltiples carencias con vestimenta de
necesidades que deben ser satisfechas por los jóvenes para evitar el riesgo de
quedar excluidos de aquello que se impone momentáneamente. Para ello, los
jóvenes deben emprender una carrera constante para lograr entrar al mundo
del mercado, o sea, entran en la lógica del consumismo en la cual el joven
expresa disposición para sobresalir a si sea a costa de los otros.
Reconocer los límites del control humano sobre aquello percibido como
amenazas es aceptar también la incapacidad de las instituciones que
tradicionalmente respaldaban al ciudadano. Tal impotencia genera una
sensación de inseguridad en las personas que ha dado lugar a lo que Beck
(1997) denomina la sociedad del riesgo. En la sociedad del riesgo, el joven se
siente aislado, solitario y temeroso de la relación y contacto con los otros,
fragmentándose la colectividad, la vida en comunidad y fortaleciéndose una
sociedad basada en el miedo, la sospecha y la búsqueda exhaustiva y quizás
irreflexiva de la seguridad.
Esta situación puede verse, por ejemplo, en la película mexicana “La Zona”5 ,
la cual muestra a un sector pudiente de la sociedad refugiado en un conjunto
residencial rodeado por muros, vigilado por cámaras y custodiado por una
empresa de seguridad privada, todo ello con el objetivo de garantizar a sus
residentes la anhelada seguridad así tengan que asumir como costo el
aislamiento, casi por completo, de un contexto social problemático que los
intimida.
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La explicación ofrecida por Beck de la paranoia generada por la falta de
seguridad permite entender la situación de los jóvenes: en primer lugar, los
jóvenes en la búsqueda de seguridad tienden a separarse de lo colectivo, de lo
público, para esconderse y aislarse de aquello que les produce miedo; en
segundo lugar, la sensación de inseguridad impulsa a los jóvenes a consumir
todo tipo de productos y artefactos que conlleven la promesa de seguridad y
por tanto defensa de los temores que perciben en el medio social y, en tercer
lugar, las propuestas finalmente adoptadas, por lo general de control y
vigilancia, generan, contradictoriamente, consecuencias como la perdida de la
privacidad y la intimidad, o sea que impactan la libertad.
Entre las estrategias para enfrentar esos temores, Bauman (2002:53) formula
la de “refundir enormes miedos que no permiten hacer nada, en un conjunto de
pequeños trabajos “prácticos” cuya potencial realización no desalienten de
entrada”. En otras palabras, es preferible enfrentar pequeños problemas que
sean fáciles de controlar, a enfrentar problemas de carácter colectivo que
resultan más difíciles de afrontar. Estos pequeños problemas o pequeñas
causas conllevan a que en la actualidad exista una diáspora de grupos que
sirven de lugar de acogida para todos aquellos jóvenes que comparten un
mismo temor; y aunque se desconfía del otro, paradójicamente es en el otro
donde se identifican miedos similares.
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Los jóvenes, en medio del miedo y de las acciones que solo reivindican las
angustias y los sufrimientos individuales, se encuentran cada vez más aislados
y sin un referente que les permita sentirse protegidos, acogidos e identificados
colectivamente. En momentos como estos, los seres humanos, de acuerdo con
Alonso (2003:19), “(…) ya no saben muy bien quiénes son, a qué conjunto
pertenecen y qué es lo que los liga a unos con otros”, generándose así una
crisis de identidad y una dificultad para socializarse. Este panorama muestra la
transfiguración de la política: el miedo y la búsqueda de un enemigo común
aparecen como el móvil principal para emprender la acción y no la opción para
encontrarse con el otro y buscar colectivamente la posibilidad de construir una
alternativa a grandes problemas comunes para todos.
Individualismo y soledad
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su subjetividad, la pérdida de la privacidad vía medios informáticos y el
aislamiento o separación en el encuentro cara a cara.
La tía de una adolescente que conozco me contó que ésta había enviado hacía
poco tres mil mensajes de texto en un mes. Es decir, cien por día o uno cada
diez minutos mientras estaba despierta (mañana, tarde y noche), todos los días
de la semana, en clase, durante el almuerzo, mientras hacía las tareas y se
cepillaba los dientes. En promedio nunca está sola más de diez minutos
seguidos. Esto es, nunca está sola.
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Definida desde un punto de vista sociológico, la juventud es, hoy en día,
el largo proceso a través del cual el individuo logra integrarse y participar
en esa estructura multidimensional que es la vida social moderna.
Dicho de otro modo, la juventud es el período vital en el que se
concreta, a lo largo de cierto recorrido temporal, ese proceso
crecientemente complejo de articulación del individuo en la vida social al
que se ha hecho referencia.
La condición crecientemente compleja y exigente de ese proceso se
expresa en la duración cada vez mayor del mismo: si la etapa juvenil es
cada vez más larga, ello se debe a que el problema sociológico de
integración y participación social que debe resolverse en esa etapa,
exhibe unos perfiles cada vez más complejos.
De manera que los avatares y la misma expansión de la fase juvenil de
la vida son uno de los mejores indicadores de la complejidad creciente
que está adquiriendo nuestra vida social.
En efecto, lo que hacen los jóvenes en el largo período en el que se
comportan sociológicamente como tales es, básicamente, prepararse
para la complejidad de la vida social moderna (o, si se prefiere, anudar y
estabilizar los vínculos que han de sostener su participación personal en
ella).
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El indicado proceso de articulación es por ello similar al intento (siempre
arriesgado) de subirse a un tranvía en marcha. Un tranvía, además,
cuya velocidad y dirección va a depender en buena medida de las
actitudes, creencias y proyectos de los propios usuarios que lo toman a
la carrera.
En otras palabras: no hay un punto de llegada estable que pueda ser el
objetivo “a priori” del proceso de integración de los jóvenes en la vida
social. Ese punto de llegada se crea en el proceso mismo, y depende de
los avatares de éste.
Diseñar una propuesta sobre participación en los jóvenes que contribuya a que
se inserten a agrupaciones o colectivos académicos, sociales y/o culturales.
8.- METODOLOGIA
Los talleres realizados con los jóvenes universitarios, inician con dinámicas y
animaciones rompehielos (Herramienta 01: La telaraña, Herramienta 02: La
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hora del Drama) que propiciaran la confianza en sí mismos, entre ellos y con
los promotores sociales.
Objetivos:
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b) Herramienta 02: La hora del drama
Objetivos:
Objetivos:
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3. Repartir tarjetas para que los grupos mediante trabajo de equipo y lluvia
de ideas identifiquen las principales causas y consecuencias del
problema.
4. Requerir a los grupos, revisar las demás tarjetas para identificar si otros
problemas no son la causa del problema colocado en el centro.
5. Pedir a los grupos que coloquen las tarjetas identificadas como “causas”
en las raíces del árbol debajo de la tarjeta del problema central y las
tarjetas identificadas como “efectos/consecuencias” en la copa del árbol,
en la parte superior de la tarjeta central.
6. Finalmente pedir a cada grupo que escoja un representante para que dé
a conocer los puntos que ellos consideraron para completar el árbol.
7. Pedir a los participantes su opinión sobre el ejercicio y recibir aportes si
es que quisieran aportar algo más para mejorar el árbol de problemas,
que se ha elaborado con todos los grupos.
Objetivos:
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9.- CRONOGRAMA:
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Dinámica
12:40 pm a 1:00 pm Conclusiones generales Harens Bruno y Xiomara
del taller, despedida con López
música.
10.- PRESUPUESTO:
PRESUPUESTO
MATERIALES MONTO
Hojas bond S/. 10.00
Cartulinas S/. 5.00
Plumones S/.6.00
Papelotes S/. 4.00
Galletas S/. 10.00
Frugos S/. 25.00
Pasajes de los promotores S/. 20.00
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