Sie sind auf Seite 1von 28

PORTADA

CONTENIDO
OBJETIVOS
INTRODUCCION
1. CULTURA
Contexto alto y bajo

La cultura del continente americano esta dividida básicamente en 3 partes:

1. Cultura estado unidense.


2. Cultura canadiense y centroamericana.
3. Cultura latinoamericana.

Cultura de Estados Unidos

En comparación a otras culturas el ritmo de negociación para los estadounidenses es más


rápido, debido a que el tiempo es muy valorado, el tiempo es dinero. Por este motivo
muchas negociaciones se concretan en el primer encuentro y en caso de no ser así suelen
ceder en algunos aspectos para acelerar los resultados.

Los estadounidenses valoran a los negociadores que actúan de forma práctica, rápida y
dura. A la hora de obtener resultados se muestran ansiosos. Tienden a ser analíticos y los
conceptos son abstraídos rápidamente. Esto es gracias a que tienen una ética profesional
fuerte.

La posición hegemónica de los Estados Unidos, hace que muchas de sus empresas y
directivos tengan una «cierta soberbia» a la hora de negociar, aprovechando esta posición
dominante o de fuerza con la que se consideran bastante identificados.
Valorar las opiniones expertas y bien contrastadas, recurren a su apoyo muy seguido. Hay
que tener presente que es un sociedad con una compleja legislación.
Son muy rígidos en cuanto a políticas de empresa se refiere. Suelen seguir al pie de la
letra los dictados de sus jefes y superiores. Sus márgenes de maniobra suelen ser
pequeños. Su trabajo esta enfocado a la innovación ya que están orientados hacia el
futuro. Tienen una cultura etnocéntrica.

Estrategias de negociación
El empresario se caracteriza por sacar el mayor provecho posible de la negociación. Son
oportunistas, persistentes y están dispuestos a correr riesgos. Suelen explorar todas las
opciones cuando la negociación esta estancada para buscar una solución, ya que creen q
siempre existe una.

El punto central de las negociaciones radica en la rentabilidad, cuanto mayores sean los
beneficios y mas cortos sean los plazos mayor será considerada la propuesta. Se debe
utilizar un leguaje claro y directo, ya que de lo contrario podría interpretarse como falta de
sinceridad y desconfianza.
Durante una conversación mantienen un diálogo fluido, ya que es mas enriquecedor para
la negociación. Son bastante directos a la hora de demostrar su desacuerdo frente a
alguna cuestión.

Para aliviar las tensiones y crear un ambiente cómodo en una reunión se recomienda
comenzar con una breve charla informal tratando temas actuales y de interés. No es
adecuado tratar temas personales, recuerde que es una charla de negocios.

No hacen mucho enfoque en el intercambio de tarjetas profesionales. Reciben con agrado


las tarjetas de visita pero no en todos los casos ellos devuelven la suya. Puede que lo
hagan en un próximo encuentro si desean ponerse en contacto con usted.

Recuerde presentar un buen plan de negocio con sus propuestas. Los analistas
americanos son grandes «admiradores» de los planes de negocio, y los tienen muy en
cuenta.

Normas de cortesía
Si bien no le dan mucha importancia como en otras culturas a las formalidades, sutilezas,
conceptos como el “quedar bien”, no se debe olvidar causar una buena impresión en la
primera reunión. A los americanos les gusta que sus ejecutivos vistan formalmente de
traje.
Se caracterizan por ser muy patriotas, por lo que no aceptan criticas externas a su cultura
y su forma de vivir (American way of live). Por lo que se recomienda tener un cuidado
especial cuando se trata con ellos.
Algunos estadounidenses asumen que su forma de trabajar es la única y la correcta. No
toman en cuenta las diversas subculturas. Al haber una gran diversidad de orígenes
étnicos, religiones y culturas se debe tratar a todos con mucho respeto y dignidad para
garantizar un exitoso viaje de negocios.
Es fundamental antes de reunirse personalmente investigar y aprender todo lo relativo a la
cultura empresarial de la empresa. Debido a la diversidad que hay en el país de culturas
entre una compañía y otra.
Tienen una cultura enfocada al logro, a la competitividad en el trabajo y prioriza la iniciativa
individual. Valora mucho el uso adecuado del tiempo, piensan rápida y decididamente. Por
lo que la información directa y puntual que se les proporciona es muy apreciada. Siempre
hay que tratar de ir al punto.

Cultura de Canadá

Históricamente, la cultura canadiense ha sido influenciada por las tradiciones y costumbres


de las culturas inglesa, francesa e indígena. En todo el territorio nacional, se pueden
encontrar varias formas de expresiones culturales, lingüísticas, artísticas y musicales
distintivas de cada región.

La cultura canadiense ha sido enormemente influenciada por los inmigrantes procedentes


de todo el mundo, es por eso que la mayoría de las personas perciben a Canadá como
una nación multicultural. Sin embargo, la cultura del país también posee muchas
características de la cultura estadounidense, debido en gran parte a su proximidad y a la
alta tasa de migración entre los dos países.
Los canadienses en general, aman la vida y les gusta divertirse. Es una sociedad que
siente orgullo de su ciudadanía. Cuando viajan suelen llevar algún distintivo nacional como
prueba de su patriotismo.

En general la ética de trabajo y la cultura de ser independiente son muy fuertes. Claro que
el desarrollo del país permite que haya trabajo para casi todos.

Fuera del trabajo la gente persigue sus intereses en todo lo que le sea posible. La
mentalidad canadiense está íntimamente ligada a la naturaleza y el clima. De allí que las
actividades al aire libre son muy importantes en la vida canadiense.

Como sociedad, los locales son muy amables, corteses, tradicionales y sarcásticos en el
sentido del humor. Suelen burlarse de ellos mismos, utilizando muchas veces la ironía
como herramienta. En cuanto al estilo de vida, es diferente según el estrato socio
económico.

Estrategias de negociación
La negociación debe apoyarse en datos y hechos empíricos. Es decir que las
conversaciones, siempre tratarán de ser objetivas, ajenas de argumentos subjetivos o a
consideraciones emocionales. Evítelas para conseguir una buena posición.

Toda cita de negocios suele comenzar con una presentación formal de las partes, que no
demora mucho tiempo. Concluida, se suelen repartir las tarjetas personales de los
asistentes, en idioma francés y/o inglés. Las mismas deben contener sus datos personales
y su cargo dentro de la empresa o institución a quien representa.

En toda reunión de trabajo suelen repartirse a su vez, carpetas sobrias, en donde consten
los temas a tratar durante la misma, previamente acordados por las partes a la hora de
agendar el encuentro. Son bastante reacios a conversar sobre aspectos no previstos con
antelación.

Como contraparte, en primera instancia encontrará sentado frente a usted, al CEO de la


compañía quien estará simplemente durante los primeros minutos de ese primer
encuentro, juntamente con una junta de directivos involucrados en el negocio. En las
posteriores reuniones, posiblemente se delegue a los ejecutivos la consecución de la
negociación.

Las conversaciones suelen darse en un ambiente cálido pero serio. Los canadienses
escuchan al interlocutor sin hacer interrupciones. Se acostumbra alternar el uso de la
palabra de forma educada. Es por ello que se sugiere, tratar de ser claro a la hora de su
exposición y dedicado para responder a las consultas de la contraparte local.

El proceso de negociación no es fácil. Requiere de tiempo y paciencia. Cada documento


surgido de un encuentro como las posiciones negociadas, serán evaluadas por un grupo
de expertos, a los fines de considerar el marco legal y el impacto económico y financiero
para la compañía. Muchas veces será necesario, que realice dos o tres viajes para llegar
al acuerdo definitivo.
Esencialmente los encuentros son democráticos y a todos los participantes se les permite
expresar sus opiniones. Las negociaciones deben conducir a un plan de acción directa

Normas de cortesía
A la hora de intentar tomar primer contacto con la contraparte canadiense, sea lo más
cortés y formal posible. Es aconsejable que envíe un correo electrónico o correspondencia
y que espere unos días hasta recibir el feed-back de la empresa, antes de iniciar el primer
contacto telefónico. Este proceso puede demorar varios días e incluso, semanas.

Una vez que arribe al país, realice una llamada a la contraparte e informe en qué hotel
está hospedándose. Ésta es una costumbre empresarial altamente difundida.

La puntualidad es un aspecto altamente valorado por la cultura comercial canadiense. Es


por eso que, sería conveniente cerciorarse de llegar puntualmente a cada encuentro, y
tomar noción de las distancias y de las demoras por congestiones de tránsito y/o
tormentas de nieve, las que suelen ser usuales, en especial durante el invierno.

A la hora de presentarse y negociar, adopte una posición formal aunque amena. Recuerde
siempre que quien tiene sentado enfrente valora bastante la seriedad y el compromiso, en
especial en el cumplimiento de los acuerdos y de los plazos convenidos.

Es aconsejable que la documentación promocional –como folletos, catálogos, tarjetas, etc.-


sea impresa también en inglés y francés.

En la forma de vestir los canadienses son conservadores. Siguiendo la tradición británica


valoran la ropa de apariencia gastada, más que moda de vanguardia y los diseños
originales. Sea tradicional a la hora de vestirse para causar una buena impresión.

Cultura de Latinoamérica

La esencia de la negociación para los latinos es el regateo; confrontados con culturas de


poco regateo, que utilizan otros procesos para llegar a un acuerdo, como la japonesa, el
latinoamericano se siente perplejo y casi desilusionado: “Pues yo sí fui a Tokyo, pero en
realidad no hubo negociación: ellos pidieron 450 mil dólares por esa maquinaria... y dos
semanas después cerramos en 450 mil dólares! Ahí no hubo negociación”. En otras
palabras, si no hay regateo no hay negociación, si no hay concesiones, o rebajas, el
proceso es una pérdida de tiempo. Otro elemento fundamental es que los latinos
prefieren que la negociación ocurra entre amigos, en un ambiente cordial. Esto es
idéntico a la preferencia japonesa, el aspecto que mejores puentes tiende entre las dos
culturas, pero no funciona tan bien en todas partes. A los anglosajones, por ejemplo,
esto les resulta peculiar y hasta embarazoso, pues prefieren un clima impersonal, así
sean informales el protocolo y el trato, en el cual se negocia como una representación de
intereses y no como el proceso personalizado que prefieren los latinoamericanos.
¿Cómo desarrollan confianza? Los latinoamericanos creen en su intuición sobre los
demás, especialmente influida por la cercanía personal y la semejanza: se confía en el
que puede ser amigo, se cimentan las negociaciones por relaciones de amistad. Esto es
muy extraño para otras culturas, como la anglosajona, que confía en contratos escritos y
el sistema legal; la japonesa, que desarrolla confianza lentamente a través de la
experiencia; o hasta la francesa, que tiende a ver la negociación como un debate o
confrontación, en la cual se desconfía de principio a fin. Las culturas árabes y del Medio
Oriente comparten algo de esta actitud hacia la amistad como base de la confianza en
las negociaciones.

Los latinoamericanos tienen fama de incumplidos porque son muy arriesgados: se


comprometen a hacer cosas que desde el principio saben que les va a costar mucho
trabajo cumplir. El segundo problema es que dentro de su concepción espontánea de
corto plazo no creen que deben dar explicaciones sobre su incumplimiento. “Es que no
pude hacerlo”, como explicación, causa estupor y hasta indignación a personas de otras
culturas; para los latinos prometer algo en el contexto de una negociación es meramente
una declaración de intenciones antes que un compromiso formal. En ese momento
sintieron el deseo de hacer lo que prometieron, pero los sentimientos pueden cambiar en
otro momento posterior:

2. POLITICA
3. ENTORNO LEGAL DEL CONTINENTE AMERICANO

Para realizar un negocio de forma internacional se debe tener en cuenta varios factores
que den éxito al negocio y ofrecen satisfacción a las partes interesadas, de esta forma se
dispone el numeral 1 del
artículo 3 del Reglamento 593/2008 del Parlamento Europeo y
del Consejo, de 17 de junio del 2008, sobre la ley aplicable a las
obligaciones contractuales (Roma I) (en adelante Reglamento
Roma I):

Artículo 3
Libertad de elección
1. Los contratos se regirán por la ley elegida por las partes. Esta elección
deberá ser expresa o resultar de manera segura de los términos del contrato
o de sus circunstancias.
Para esta elección, las partes podrán designar la ley aplicable a la totalidad
o solamente a una parte del contrato

la mayoría de los países americanos adoptan este sistema de negociación,


el dinero o divisas puede variar según sea el territorio, ya que la mayoría de países
americanos utilizan el dólar como moneda internacional, por otro lado si se negocia con
países europeos se puede negociar en dólar o en euro, dependiendo del país y del
continente; a continuación los sistemas legales del continente y quien es el que la rige.
1. A falta de elección realizada de conformidad con lo dispuesto en el artículo 3,
al contrato se determinará de este modo:
a) el contrato de compraventa de mercaderías se regirá por la ley del país
donde el vendedor tenga su residencia habitual;
b) el contrato de prestación de servicios se regirá por la ley del país donde
el prestador del servicio tenga su residencia habitual;
c) el contrato que tenga por objeto un derecho real inmobiliario o el arrendamiento de
un bien inmueble se regirá por la ley del país donde esté sito
el bien inmueble;
d) no obstante lo dispuesto en de la letra c), el arrendamiento de un bien
inmueble celebrado con fines de uso personal temporal para un período
máximo de seis meses consecutivos se regirá por la ley del país donde el
propietario tenga su residencia habitual, siempre que el arrendatario sea
una persona física y tenga su residencia habitual en ese mismo país;
e) el contrato de franquicia se regirá por la ley del país donde el franquiciado
tenga su residencia habitual;
f) el contrato de distribución se regirá por la ley del país donde el distribuidor
tenga su residencia habitual;

g) el contrato de venta de bienes mediante subasta se regirá por la ley del


país donde tenga lugar la subasta, si dicho lugar puede determinarse;
h) el contrato celebrado en un sistema multilateral que reúna o permita
reunir, según normas no discrecionales y regidas por una única ley, los
diversos intereses de compra y de venta sobre instrumentos financieros de
múltiples terceros, tal como estipula el artículo 4, apartado 1, punto 17, de
la Directiva 2004/39/CE, se regirá por dicha ley

4. ECONOMICO

De acuerdo al informe, prácticamente uno de cada tres trabajadores en la región es


autónomo o un pequeño empleador y contrariamente a lo que se cree popularmente, la
proporción de empresas registradas formalmente también es comparativamente grande.
Pero pocos de estos emprendedores llegan alguna vez a contratar un trabajador. La
mayoría siguen siendo muy pequeños incluso tras décadas de operación. (Banco
Mundial de la República, 2018)

El informe encuentra que la realidad empresarial en América Latina se ve entorpecida


por la baja innovación.

• Las empresas latinoamericanas introducen productos nuevos a un ritmo menor


que las empresas de otras regiones en desarrollo. Países como Ecuador, Jamaica,
México y Venezuela introducen o desarrollan productos nuevos a un ritmo que es
menos de la mitad que en países como Tailandia o Macedonia.
• Con la excepción de Brasil, que invierte el 1 por ciento de su PIB en
Investigación y Desarrollo (I+D), en promedio la región invierte mucho menos (por
debajo del 0,5 por ciento), es decir un tercio el nivel de China y un cuarto el nivel de los
países de ingreso alto. Más aun, el gobierno, en contraste con el sector privado, lleva a
cabo la mayor parte de la inversión latinoamericana en este ámbito.
• No sorprende entonces que la región vaya a la zaga de otras en términos de
patentes. En Bolivia, Paraguay, El Salvador, Honduras, Guatemala y Perú, el número de
patentes por millón de habitantes es menor a uno, muy por debajo de lo que debería ser
para su nivel de desarrollo.
• Una nueva investigación patrocinada por el Banco Mundial respecto a prácticas
de gestión halló que las empresas que emplean 100 personas o menos no utilizan los
sistemas más actualizados de gestión de talento basado en desempeño. Los datos de la
encuesta revelan que la proporción de empresas familiares (que en promedio tienden a
estar peor gestionadas que las empresas que se comercializan públicamente) en América
Latina prácticamente duplica a la de Estados Unidos.
Quizás lo más sorprendente sea que incluso las empresas más grandes de América
Latina sufren de esta falta de innovación, según el informe. Incluso en las principales
naciones exportadoras de la región, como Chile, Colombia y México, el porcentaje de
empresas que eligen exportar es mucho menor que lo esperado dado su nivel de
desarrollo.
Acuerdos
5. SOCIAL
II. situación social: pobreza y desigualdad
III.
IV. Los retos más importantes que enfrenta la región de América Latina y el Caribe
son la pobreza y la desigualdad (PNUMA, 2007). Mientras se acrecienta la
desigualdad, menor es la capacidad para reducir la pobreza. Según estimaciones
de CEPAL (2009c), la pobreza alcanza el 35.1% de la población esto es, 189
millones de pobres. En tanto se observa que un 13,7% se encuentra en situación
de indigencia (Gráfico 1.2). Asimismo, los países de la región, expresan una
persistente desigualdad en la distribución de ingresos, registrándose un
coeficiente de Gini de 0,5266 promedio para América Latina y el Caribe
(CEPAL, 2009c). Cabe destacar que se observa una tendencia hacia una mejor
distribución del ingreso. El índice de Gini, comparado con las cifras en torno a
2002, se redujo en promedio en un 5% en el período 2007-2008. El indicador
presentó caídas importantes en varios países, entre los que se destacan
Venezuela (-18%), Argentina (-10%), Perú (-9%), Estado Plurinacional de
Bolivia, Nicaragua, Panamá y Paraguay (-8% en todos ellos). Los únicos países
que presentaron incrementos en la concentración del ingreso en este período son
Colombia, Guatemala y la República Dominicana (CEPAL 2009b).
V.
VI. El crecimiento económico experimentado en la región en el período 2003-2007,
que ha significado un crecimiento del PIB por habitante de 3% promedio anual,
el más alto desde la década de los setenta, ha contribuido a la reducción de la
pobreza. Sin embargo, la irrupción de la crisis financiera internacional, marcó la
interrupción de la fase de crecimiento regional.

VII.
VIII. La disminución de la tasa de pobreza en 2008, de 1,1 puntos porcentuales, es
notablemente inferior a la reducción anual de la pobreza que se produjo entre
2002 y 2007, equivalente a 2 puntos porcentuales por año. Por su parte, la tasa
de indigencia creció 0,3 puntos porcentuales, luego de haber venido
disminuyendo a un ritmo de 1,4 puntos por año. El deterioro en materia de
indigencia se originó principalmente en el alza de los precios de los alimentos,
que implicó un encarecimiento acelerado de la canasta básica de alimentos
(CEPAL, 2009b).
IX.
X. No obstante lo anterior, la expansión económica experimentada en los últimos
años responde fundamentalmente al incremento de los precios internacionales de
los recursos naturales, también llamadas materias primas o commodities. La
intensificación en su explotación y exportación ha generado buenos dividendos
para muchas economías latinoamericanas, exportadoras netas de estos
commodities. Ello conlleva a un desafío para las economías de la región: la
necesidad de cambiar el patrón productivo por uno más sostenible en el largo
plazo, de modo que estas mejoras sociales se consoliden como mejoras
permanentes en el largo plazo.
XI.
XII. Los resultados económicos positivos obtenidos en los últimos años son
altamente vulnerables e inciden en el comportamiento de los indicadores de
pobreza e indigencia. Por un lado, se experimentan ciclos con un incremento
sostenido de los precios de alimentos como maíz, trigo, arroz y oleaginosas,
entre otros, a partir de un aumento sostenido de la demanda mundial por estos
bienes, lo que influye en los índices de precios al consumidor de alimentos.
Estos se aceleraron en la mayoría de las economías de la región, registrando
durante 2007 un crecimiento que osciló entre 6% y 20% anual en los distintos
países. En 2007, los cereales registraron un aumento del 41%; los aceites
vegetales un 60%, y los productos lácteos un 83% y, entre marzo de 2007 y
marzo de 2008, el precio de venta del trigo se disparó 130%.
XIII.
XIV. Incrementos de un 15% en los alimentos podrían llevar a un crecimiento de la
indigencia y la pobreza en 10 millones de personas. Este panorama se complica
aún más por los efectos de los precios de los combustibles que impactan las
tarifas del transporte y de varios servicios públicos.
XV.

1. AMBIENTAL
XVI. La modalidad de desarrollo prevaleciente en los países de América Latina y el
Caribe a comienzos del siglo XXI expresa una compleja situación como
resultado de los determinantes físicos y sociales que han incidido en el
desarrollo histórico de la región.
XVII.
XVIII. La diversidad de la oferta natural se
evidencia en sus múltiples
ecosistemas, biomas y componentes.
Eso circunscribió a la región a un
papel predominante de proveedora
de recursos naturales. Por lo mismo,
la heterogeneidad de estos territorios
constituye una premisa ineludible en
el análisis de su problemática
ambiental. También son diversas las
poblaciones de la región, con raíces
muy anteriores a la conquista
europea, que incluyen desde
imperios agrícolas de distinto
origen, conformación e historia -
como los mayas, los aztecas y los incas – hasta pequeñas sociedades agrícolas y
recolectoras, habitantes de regiones litorales, insulares, de selvas, montañas y
humedales. Con ellas, sometidas, aculturizadas y mestizas, fueron forjadas las
actuales naciones en un largo proceso del siglo XVI en adelante. Muchas de las
culturas, en especial las imperiales, sobrevivieron, se adaptaron y crecieron.
Otras desaparecieron para siempre. Todo ello configuró una amalgama de
pueblos y entornos, con sus armonías y desarmonías, cuya complejidad se
corresponde con la de los ecosistemas que sostienen su existencia. En América
Latina y el Caribe están presentes la mayoría de las zonas de vida existentes en
el mundo. Esta diversidad abarca desde el gran ecosistema de la cuenca del
Amazonas, que pertenece predominantemente al trópico húmedo, hasta las
características templado-frías de la Patagonia, pasando por el Chaco, el páramo,
la prepuna, la puna, el cerrado, al alto andino, el paraense, las yungas, el
Pacífico, el venezolano, el Atlántico, las Guayanas, el central mexicano, el
desierto del Pacífico, el desierto mexicano, el centroamericano de altura, el
centroamericano del Caribe, el espinal, el monte sudamericano, la pampa, el
tropical de Centro américa, la Guajira, el subantártico, hasta el gran ecosistema
insular del Caribe.
XIX.
XX. Aspectos críticos
XXI.
XXII. La percepción y prioridad de los problemas ambientales en la América Latina y
el Caribe han evolucionado en forma sustantiva en la última década, en
particular como consecuencia de la agudización de sus impactos en la calidad de
vida de los habitantes de la región y en la integridad de su patrimonio natural,
así como de la mayor prioridad que las amenazas ambientales del planeta han
llegado a ocupar en la agenda global. Algunos de esos problemas eran conocidos
de tiempo atrás pero se han agravado como se registra en los casos de la
deforestación, el declive de la biodiversidad, el agotamiento y contaminación de
las aguas, la pérdida de los suelos, y el deterioro ambiental de los centros
urbanos. Otros temas, como el cambio climático, el agotamiento de la capa de
ozono, el aumento de los contaminantes orgánicos persistentes y la bioseguridad
han emergido como problemas críticos, cuando hasta hace unos pocas décadas
eran prácticamente desconocidos para la ciencia o apenas se contaba con
algunos indicios sobre su existencia.
XXIII.
XXIV. El BID ayuda a los países miembros a enfrentar esas exigencias financiando
actividades de mejoramiento de la gestión de las zonas protegidas, la generación
de oportunidades de ingresos para las comunidades que dependen de los
servicios de los ecosistemas, administrando los recursos costeros y marítimos y
apoyando las iniciativas de gestión del cambio climático y de los riesgos de
desastre en cuencas hídricas críticas.
XXV.
XXVI. Comercio y negociaciones ambientales
XXVII.
XXVIII. En lo referente al tema ambiental en las negociaciones comerciales, los Estados
Unidos y la Unión Europea, los principales socios comerciales de la región,
incorporan la temática en los acuerdos que firman, aunque de forma diferente.
Entre aquellos que se oponen a incluir el tema ambiental en los acuerdos
comerciales, encontramos dos posiciones: los que opinan que el acuerdo no es
suficientemente fuerte o amplio en la protección, queriendo que el mismo se
convierta en un mecanismo de cumplimiento de la normativa ambiental
nacional; y los que ven en el tema una barrera no arancelaria, que por lo tanto no
debería ser parte del acuerdo. Sin embargo, el incluir el tema ambiental en los
acuerdos comerciales es reconocer que hay una relación estrecha entre ambos
temas. En el tema de acceso a mercados y ambiente, la tendencia actual de los
países desarrollados es el establecimiento de normativa más estricta sobre el
tema ambiental y de salud; y lo que es más llamativo es que buena parte de estos
requisitos vienen del sector privado de estos países. De acuerdo a las reglas de la
Organización Mundial del Comercio (OMC), los países son soberanos para
establecer los requisitos que deseen a los productos que entran a sus mercados,
siempre y cuando no discriminen. Y esto es lo que está sucediendo; si los países
de la región desean exportar a esos mercados tienen que cumplir con los
requisitos que se exigen. Un ejemplo de ello es EurepGAP, un programa que
establece una serie de requisitos sociales, laborales y ambientales a los
productos que son comercializados por las cadenas de supermercados que
forman parte de este programa. En consecuencia, los productores y exportadores
de la región han tenido que invertir y adecuar sus procesos productivos y de
comercialización a estos nuevos estándares. Es frecuente encontrar como
complemento a los acuerdos comerciales, programas de cooperación ambiental
enfocados a fortalecer las capacidades institucionales ambientales de los países
en desarrollo. Estos programas contemplan asistencia técnica, financiamiento e
incentivos comerciales para una mejor gestión ambiental. En el campo de la
OMC se han dado algunos pasos sustantivos, entre los que se deben mencionar:
la búsqueda de una articulación entre las disciplinas comerciales con las
obligaciones impuestas por los acuerdos ambientales multilaterales; se inicia una
discusión sobre bienes y servicios ambientales; se busca delimitar
procedimientos transparentes para invocar medidas ambientales como
restricciones al comercio internacional de manera que no constituyan barreras
encubiertas; y se desarrolla una fuerte discusión sobre el comercio agropecuario
-lo que tiene relevantes impactos en América Latina-. Diversos aspectos de esta
discusión están en marcha en la actualidad en el marco de la llamada Ronda de
Doha de la OMC. Además, en el marco de la OMC, los países de Latinoamérica
y el Caribe han desarrollado y profundizado diversos acuerdos de
complementación o liberalización comercial.

7 TECNOLOGICO

El secretario general de la Asociación Iberoamericana de Centros de Investigación y


Empresas de Telecomunicaciones, Pablo Bello Arellano, dijo que ha habido un "salto
cuantitativo y cualitativo en democratización del acceso a la tecnología" en la región.

Arellano explicó que la penetración de la telefonía móvil en Latinoamérica es superior


al cien por ciento y que el número de usuarios de internet en los últimos siete años se ha
multiplicado por cien.

"Es importante que el desarrollo tecnológico involucre a todos los actores", dijo y para
eliminar estas diferencias, Arellano aseguró que habrá una inversión de 400.000
millones de dólares en el continente hasta 2020.

Por su parte, la periodista especializada en temas tecnológicos Esther Paniagua resaltó


la mejora de las telecomunicaciones en la región y se refirió a ella como "resiliente" por
su capacidad de "trabajar con recursos escasos".
Paniagua transmitió en el panel las preocupaciones de algunos jóvenes respecto al
desarrollo tecnológico como son el "monopolio de servicios en compañías, los
gobiernos que encarecen el acceso a internet y la censura y el control en redes sociales".

La directora de Telefónica Open Future, Ana Segurado, expresó que en Latinoamérica


"hay mucho talento y es una sociedad receptiva a la innovacion tecnologica".

El panel Iberoamérica en la era digital se celebró dentro del foro Latinoamérica Global ,
un espacio de discusión en la Casa de América de Madrid paralelo al X Foro
Económico
De acuerdo con un reporte de 2016 de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología,
México, Brasil y Argentina representan el 91 por ciento de las inversiones en el sector,
siendo el país amazónico el predominante con el 65 por ciento, mientras que México tan
sólo tiene el 16 por ciento.

Es fundamental aumentar la inversión en estas áreas, pero también atraer mayores


capitales en el ramo. En los últimos años Jalisco, México (el Silicon Valley de AL) se
ha convertido en un oasis receptor de empresas de tecnología y de desarrolladores con
nombres como IBM, Oracle, Intel, HP, o Dell, con eventos como el Campus Party
México o proyectos como Ciudad Creativa Digital. El curso siguiente será convertir la
región en un polo de creadores de startups y desarrolladores.Mundial sobre América
Latina, que se llevará a cabo del 6 al 8 de mayo en México y que reunirá cinco
mandatarios, veinte ministros de once países y quiniento líderes empresariales. (I)

La estrategia para Latinoamérica debe estar centrada en un modelo de triple hélice


(universidad, gobierno, empresas). Asumir de manera conjunta la revolución 4.0 es
básico, así como reducir la brecha digital, es decir, que el acceso a internet alcance a
todos los sectores sociales.

Un término económico, el del efecto multiplicador de la inversión, funciona a la


perfección cuando hablamos del desarrollo tecnológico. Es vital entender que un
cambio, por más pequeño que sea, dentro de una variable al inicio de un proceso, puede
tener un impacto mayor del otro lado de la ecuación, al final de ese mismo proceso.
8 DESARROLLO EMPRESARIAL

Desarrollo y desigualdad

No hay duda que la región ha avanzado en su desarrollo. Ello se refleja en el avance de


la producción por habitante, la mejora en los indicadores de desarrollo humano y la
reducción en los niveles de pobreza. Pero este proceso ha sido desigual a lo largo del
tiempo y de la geografía regional.

La periodización que hemos utilizado en este libro nos sirve para analizar los ritmos de
este proceso a lo largo de los dos siglos analizados. Hemos diferenciado cuatro fases
principales: (1) las décadas posteriores a la Independencia del grueso de los países; (2)
la fase de desarrollo primario-exportador en el marco de la llamada primera
globalización, que cubre las últimas décadas del siglo XIX y las tres primeras del siglo
XX; (3) la industrialización dirigida por el Estado (término que preferimos al imperfecto
de industrialización por sustitución de importaciones), que se enmarca entre dos grandes
crisis: la Gran Depresión de los años 1930 y la “década perdida” del decenio de 1980; y
(4) la etapa de reformas de mercado desde los años 1980, que coincide a nivel
internacional con la segunda globalización. Dada la diversidad de América Latina, estas
fases no se inician ni culminan simultáneamente en todos los países, por lo que una
periodización más precisa puede ser diferente en algunos casos.

En términos generales, la primera fase fue de retroceso en relación con lo que hoy es el
mundo industrializado, aunque de avance en relación con el grueso de las regiones que
hoy se consideran parte del mundo en desarrollo. La última fase también fue de
retroceso relativo, ahora no solamente con el mundo industrializado, sino también con
respecto al promedio mundial y, especialmente, a los países en desarrollo de Asia.

Por el contrario, durante la fase de desarrollo primario-exportador, América Latina fue,


con la Europa central y meridional, una de las regiones de la periferia de la economía
mundial que lograron insertarse en forma más temprana al proceso de crecimiento
económico, lo que la convirtió en una especie de “clase media” del mundo. Durante la
industrialización dirigida por el Estado, la economía latinoamericana siguió creciendo
más que el promedio y aumentando su participación en la producción mundial. Sin
embargo, ni en una ni en otra etapa de éxito relativo, América Latina logró recortar más
que marginalmente la distancia que ya la separaba en 1870 del mundo desarrollado, e
incluso durante la “edad de oro” del mundo industrializado, entre 1950 y 1973, se
rezagó en relación con Europa Occidental. Si nos concentramos en la segunda y en la
cuarta, que coinciden con los procesos modernos de globalización, se puede decir que
América Latina fue ganadora durante la primera globalización, pero no se ha podido
beneficiar durante la segunda, sino que incluso ha perdido terreno en términos relativos.

En materia social, los progresos vinieron con más rezago. El lastimoso estado de la
educación a comienzos del siglo XX, incluso en los países que lideraron el desarrollo
regional, es una muestra de ello. Los indicadores de desarrollo humano comenzaron a
mejorar hacia la tercera década del siglo XX y tuvieron sus mayores avances durante la
etapa de industrialización dirigida por el Estado y han mostrado durante las fases de
reformas económicas un estancamiento en relación con el mundo industrializado,
aunque con un continuado avance en educación. En materia de reducción de la pobreza,
los mayores avances durante el siglo XX se dieron nuevamente durante la
industrialización dirigida por el Estado. Después de un cuarto de siglo (y no solo una
década) perdido en esta materia a partir de los años 1980, lo más promisorio es el
avance sustancial que se experimentó en reducción de la pobreza entre 2002 y 2008, que
coincidió con una mejoría en la distribución del ingreso en un conjunto amplio de
países. Los datos existentes, todavía incompletos, indican que estas mejorías se han
mantenido, en general, en años más recientes.

La historia de la desigualdad interna es una historia compleja y diversa, que por lo


demás no sigue un patrón único en la región. La herencia colonial de sociedades
altamente segmentadas económica y socialmente sigue pesando sobre el desarrollo
regional, algo en lo que hizo énfasis la literatura estructuralista latinoamericana desde
los años 1950 y que ha señalado el nuevo institucionalismo en épocas más recientes. El
hecho, resaltado una y otra vez, de que los países latinoamericanos tienen la peor
distribución del ingreso del mundo es la demostración más patente de ello. Pero la mera
referencia a la herencia colonial sirve de poco, porque los procesos que median entre el
colapso colonial y el presente también han sido importantes y no han jugado de la
misma manera en los distintos países.

Algunos de estos procesos han sido adversos en materia distributiva y han tenido
efectos más o menos uniformes en la región: la primera globalización tuvo efectos
distributivos desfavorables; la crisis de la deuda de los años 1980 también los tuvo, y lo
mismo puede decirse de los efectos iniciales de la liberalización económica de fines del
siglo XX. Para los países con fuertes excedentes de mano de obra, la presión hacia abajo
que éstos generaron durante una buena parte del siglo XX tuvo también efectos
negativos en materia distributiva. A ello se ha sumado el sello adverso que han dejado
muchas dictaduras militares.

Pero también ha habido fuerzas positivas. A la postre, las mayores ganancias en materia
de igualdad social han sido la abolición de la esclavitud, que ocurrió en forma muy
tardía en algunos países (Brasil y Cuba) y la más lenta erosión de las formas serviles de
trabajo rural que predominaban incluso a comienzos del siglo XX en el grueso de los
países latinoamericanos y siguieron teniendo incidencia por mucho tiempo. La
urbanización sirvió mucho para dar nuevas oportunidades a poblaciones rurales que
habían vivido bajo el signo de la fuerte segmentación social que caracterizaba las
sociedades rurales de la región. El avance tardío de la educación fue también una fuerza
igualadora, que se han materializado en varios países en la mejora distributiva de
comienzos del siglo XXI. Este avance ha sido, sin embargo, incompleto, como se refleja
en los rezagos y desigualdades en términos de la calidad de la educación a la cual
accede el grueso de los latinoamericanos.

Otros procesos con efectos favorables sobre la equidad han tenido resultados menos
homogéneos en la región. La gran migración europea a los países del Cono Sur, aunque
presionó inicialmente los salarios a la baja, tuvo a la larga efectos distributivos
favorables, entre otras cosas porque los inmigrantes trajeron consigo habilidades,
conocimientos y, muy especialmente, instituciones (entre las que se destaca el
sindicalismo) que contribuyeron a difundir los beneficios de los procesos de desarrollo.
Su impacto más benéfico se obtuvo durante las primeras fases de la industrialización
dirigida por el Estado, pero estas ganancias serían posteriormente revertidas en los años
1960 y 1970 por cruentas dictaduras que debilitaron los mecanismos institucionales que
habían servido de base a la mejoría de la equidad. Otros países han tenido giros
institucionales hacia la equidad, muy notablemente los que tuvieron lugar en Costa Rica
a mediados del siglo XX o en Cuba con su revolución. Las reformas agrarias, de muy
diverso alcance, hicieron en general menos de lo esperado en materia de redistribución
de la tierra, pero ayudaron a erosionar las formas serviles de trabajo rural. El
agotamiento de los excedentes de mano de obra rural mezclado con la mejora en los
niveles educativos permitió también mejoras distributivas en algunos países en los años
1960 y 1970.

¿Cuál ha sido el resultado neto de dichas tendencias sobre la distribución del ingreso y
de la riqueza?
La historia es muy diversa y no existe la información para corroborarlo con plenitud,
pero es posible hablar de cuatro fases. La primera fue de deterioro, hasta comienzos del
siglo XX o incluso después en economías con excedentes de mano de obra. A ella se
sucedió una de mejoría, que se dio en forma temprana (desde la década de 1920) en el
Cono Sur por los factores institucionales mencionados, en forma más tardía (en los años
1960 o 1970) en otros (Colombia, Costa Rica, México y Venezuela), pero que no se
produjo nunca en algunos países (Brasil). La tercera fase, de deterioro, la inauguraron
nuevamente los países del Cono Sur, pero se generalizó a fines del siglo XX con la
década perdida y las reformas de mercado. Finalmente, unas dos terceras partes de los
países han experimentado una mejora distributiva en la primera década del siglo XXI, o
quizás desde un poco antes. A largo plazo, puede decirse que la desigualdad en la
distribución del ingreso en América Latina, aparte de ser estructuralmente alta, lo cual
es ampliamente reconocido, es quizás peor hoy que cuando se inició el proceso de
rápido crecimiento económico en la segunda mitad del siglo XIX. De hecho, y pese a la
mejora distributiva de comienzos del siglo XXI, el nivel promedio de desigualdad sigue
siendo peor que el de 1980.

La desigualdad también es evidente en la forma como se difundió el desarrollo en la


geografía regional. Aun durante las décadas de pobre desempeño posteriores a la
Independencia hubo avances en algunos países: los del Cono Sur y quizás en algunas
otras partes (Costa Rica y algunas regiones exitosas dentro de algunos países, como el
norte de México y Antioquia en Colombia) y un crecimiento extensivo en las dos
economías que mantuvieron la oprobiosa institución de la esclavitud, en parte porque no
hubo allí una ruptura colonial propiamente dicha (Brasil y Cuba). Durante la segunda de
las etapas mencionadas, estas tendencias a la divergencia en el desarrollo se
profundizaron, al menos hasta la Primera Guerra Mundial. Para entonces, los países del
Cono Sur y, en menor medida Cuba, habían logrado ampliar sus ventajas en relación al
resto. Desde entonces se inició un proceso de convergencia regional, producto tanto del
éxito tardío de otros países como del rezago que comenzaron a experimentar los líderes,
y dejando de todas maneras atrás a algunas pocas naciones (Bolivia y Nicaragua son los
casos más destacados). Este proceso de convergencia regional se detuvo durante la
década perdida de los años 1980 y en las últimas décadas retornó la tendencia
divergente.

En síntesis, puede sostenerse que el panorama de la equidad ha sido sombrío: tanto


porque aumentaron las diferencias en relación a los países desarrollados, como por
mantenerse altas y tal vez crecientes las desigualdades internas. Solamente en la
desigualdad entre países latinoamericanos se nota cierta disminución en el largo plazo.

Inestabilidad macroeconómica, desarrollo institucional y modelos de desarrollo


El rezago de los líderes de la región después de la Primera Guerra Mundial, es una
demostración de otro hecho destacado del desarrollo latinoamericano: la existencia de
importantes vaivenes en el proceso de desarrollo. Uno de ellos es la tendencia de los
países latinoamericanos a experimentar prolongadas fases de rápido crecimiento, que
reducen por un tiempo la brecha de ingresos con los países industrializados, pero que
son sucedidas por grandes retrocesos relativos. A este patrón lo hemos denominado
convergencia truncada o alternancia de regímenes de convergencia y divergencia. Cuba
es quizás el caso más temprano y destacado: después de haber sido uno de los grandes
éxitos exportadores del siglo XIX y comienzos del XX, experimentó un virtual
estancamiento de su ingreso por habitante desde mediados de la segunda década del
siglo XX. La historia del Cono Sur es similar: un gran avance hasta la Primera Guerra
Mundial y retroceso relativo posterior.

Esto fue particularmente notorio en Argentina, uno de los grandes éxitos de desarrollo a
nivel mundial durante la primera globalización. Le sigue en la lista Venezuela, el mayor
éxito latinoamericano entre las décadas de 1920 y 1960, gracias a su despegue petrolero
y su capacidad de “sembrar” parcialmente sus beneficios, que ha sido sucedido por un
fuerte retroceso relativo posterior. Brasil y México, los grandes éxitos de la
industrialización dirigida por el Estado, siguieron esta ruta poco después, con un
retroceso relativo pronunciado desde la década de 1980. Puede decirse quizás que la
ausencia de “milagros” pero también de grandes crisis y, por ello, la capacidad de tener
un desarrollo pausado pero estable, es el curioso secreto de Colombia. Este patrón de
mayor estabilidad también está presente, aunque con menor fuerza, en Costa Rica y
Panamá, dos de los tres países pequeños más exitosos a largo plazo; el tercero es
Uruguay, pero en este caso en medio de grandes vaivenes en el proceso de desarrollo.

Como se percibe por las consideraciones anteriores, las historias del desarrollo y de la
desigualdad en la distribución del ingreso no han sido paralelas. En los países del Cono
Sur, por ejemplo, las mayores fuerzas hacia la equidad en la distribución del ingreso se
dieron durante la fase en que experimentaron un rezago relativo en materia de desarrollo
económico. Pero a veces los períodos de retroceso han generado efectos distributivos
adversos; el caso más destacado es la década perdida. Así mismo, en algunas ocasiones
los períodos de éxito han sido de deterioro distributivo (la primera globalización en el
grueso de los países, y el “milagro” brasileño, por ejemplo), pero en otras, crecimiento y
equidad han coincidido (como en el auge económico de 2004-2008 y quizás durante
años más recientes).

Los vaivenes más frecuentes y generalizados han estado asociados a la vulnerabilidad


externa de las economías latinoamericanas y la volatilidad del crecimiento económico
que ha resultado de ella. El factor que ha tenido efectos permanentes a lo largo de los
dos siglos que hemos analizado ha sido la dependencia de productos básicos, sujetos a
una fuerte volatilidad de los precios, que además se ha agudizado en algunas coyunturas
históricas de alcance mundial: entre la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión, y
desde comienzos o mediados de los años 1970. A ello se agrega la volatilidad aun más
pronunciada que ha resultado del acceso muy irregular y fuertemente procíclico al
financiamiento externo, que ha generado algunos de los ciclos más pronunciados: en
particular, el auge de la segunda mitad de los años 1920, sucedido por la dura
contracción y moratoria virtualmente generalizada de la deuda externa de los 1930 y el
auge de la segunda mitad de la década de 1970, sucedido por la década perdida de los
años 1980.

Esta última ha sido la crisis más severa que ha experimentado América Latina como
región, no solo por la intensidad y durabilidad de algunas de las perturbaciones en los
mercados internacionales (la elevación de las tasas de interés relevantes y la caída de los
precios de productos básicos, que perduraron por poco más de dos décadas), sino
también porque la región debió enfrentar un verdadero cartel de acreedores respaldados
por los principales países industrializados y organismos financieros internacionales, que
implicó que ésta fue la primera vez en que no se hizo uso (excepto por períodos breves)
del principal mecanismo para manejar las crisis financieras que se había utilizado en el
pasado: la suspensión del servicio de la deuda.

Esta inestabilidad ha estado acompañada, por último, por aquéllas de carácter


institucional y por grandes cambios en las políticas y los modelos de desarrollo. La
inestabilidad institucional fue uno de los fenómenos más graves en las décadas que
sucedieron a la Independencia, que se superaron en algunos países más adelante en el
siglo XIX, aunque acudiendo con excesiva frecuencia a regímenes autoritarios. Las
rupturas revolucionarias o la fuerte conflictividad social fueron una característica
destacada de todos los países que experimentaron un lento crecimiento durante la
industrialización dirigida por el Estado. Apareció después como un fenómeno
relativamente generalizado en la región centroamericana (con excepción de Costa Rica
y Panamá) en los años 1970 y 1980.

Además, como ya lo había indicado la experiencia de fines del siglo XIX, que se
reiteraría a lo largo del XX, el recurso a regímenes autoritarios ha sido frecuente a lo
largo de la historia. Una forma de decirlo es que el triunfo del liberalismo económico,
mucho más gradual y lento que el de las expectativas que se generaron a raíz de la
Independencia, ciertamente no coincidió con el triunfo del liberalismo político, excepto
(y con debilidades) en un puñado de naciones. Por eso, un hecho que se debe destacar es
que desde los años 1980 la región ha vivido por primera vez la inédita coincidencia de
liberalismo económico y liberalismo político.

Los grandes cambios en los modelos de desarrollo han sido tal vez el tema más
destacado en la historiografía económica tradicional sobre América Latina. Aunque
siguiendo las tipologías más tradicionales, esta obra ha mostrado importantes matices.
Se ha mostrado que en varias de las principales economías, en la etapa primario-
exportadora el desarrollo exportador no se concibió como antagónico de la
industrialización moderna promovida a través de aranceles altos. En efecto, América
Latina tuvo entonces, con Estados Unidos y Australia, los aranceles más elevados del
mundo. Aunque la razón fue esencialmente fiscal, muchos países de la región no
pudieron resistir la tentación de usar los aranceles también con motivos de protección.
En cualquier caso, el cambio estructural que se produjo durante esta etapa del desarrollo
fue muy moderado y dejó a América Latina con un inmenso rezago educativo y muy
bajos niveles de industrialización, participando solamente de forma marginal y tardía en
lo que se ha llamado la segunda revolución industrial, después de haber estado al
margen de la primera.

Durante la etapa de industrialización dirigida por el Estado, América Latina se


aproximó más al modelo de economía mixta europeo y, por ello, fue menos estatista que
el resto del mundo en desarrollo, un hecho que se ignora a menudo. Además, hemos
señalado que en varios países medianos y, sobre todo, pequeños, el proceso de
industrialización se instaló sobre lo que siguió siendo en lo fundamental un modelo
primario-exportador. Aun en los más grandes, los sectores primario-exportadores
siguieron jugando un papel importante, por lo cual los intereses industrialistas nunca
alcanzaron la hegemonía que habían tenido en los procesos de desarrollo tardío
europeos o los que tendrían más recientemente en Asia Oriental. Por último, en la fase
reciente, aparte de acciones de apertura al comercio y a los capitales extranjeros, existen
muchos matices en la forma como se dio la liberalización económica, por lo que hemos
preferido hablar de “reformas de mercado”, con una amplia variedad regional, antes que
de un modelo “neo-liberal” uniforme.

Muchas de las consideraciones previas dejan claro que la “leyenda negra” sobre la fase
de industrialización dirigida por el Estado que ha tejido la economía ortodoxa está
basada más en percepciones ideológicas que en una observación de los resultados
económicos y sociales de dicho modelo. Esta no solo ha sido la etapa de crecimiento
más rápido y estable por un período prolongado, sino también una fase de fuerte
reducción de la pobreza y avance en materia de desarrollo humano. También hemos
argumentado que la crisis de la deuda no fue tanto el resultado de los problemas que
generó dicho modelo de desarrollo sino del ciclo financiero externo agudo que
experimentó la economía latinoamericana en los años 1970 y 1980. El hecho de que las
economías del Cono Sur, que ya habían iniciado el ciclo de liberalización económica,
hayan sido las más afectadas, es tal vez la mejor demostración de ello. Pero tampoco se
puede crear un mito en torno a los éxitos del modelo de industrialización dirigida por el
Estado o pensar en la ilusa idea de volver a un pasado que respondió en sus orígenes al
colapso de la primera globalización más que cualquier otro factor y que, por lo tanto,
resultaría anacrónico bajo la segunda globalización que vivimos hoy.

La principal deficiencia de dicho modelo fue su incapacidad para crear una base
tecnológica sólida. Esta incapacidad tiene profundas raíces, ya que se remonta al rezago
industrial experimentado durante la primera globalización, a los rezagos educativos
acumulados y los aún mayores en construir una base científico-tecnológica propia. A
ello se agregó, desde mediados del decenio de 1970, la reversión del proceso de
industrialización en una etapa todavía temprana del desarrollo, que se reflejó en un
freno e incluso una reversión de la tendencia ascendente de los niveles de productividad
que venía experimentado el grueso de las economías latinoamericanas; esa reversión
tuvo lugar pese al avance de empresas y sectores específicos bajo las reformas de
mercado. En nuestra interpretación, el truncamiento temprano de los procesos de
convergencia de los países líderes de la región, tiene su origen fundamental en estos
fenómenos de carácter estructural. A ello había que agregar que, en los países del Cono
Sur, el fuerte contraste entre la orientación hacia el mercado interno y la debilidad del
desarrollo exportador resultó fatal durante la industrialización dirigida por el Estado, en
tanto que en el otro caso de convergencia truncada, Cuba, el problema fue posiblemente
el opuesto, es decir la excesiva orientación exportadora.

El “sesgo antiexportador” fue un problema que afectó a muchas de las economías más
grandes durante la industrialización dirigida por el Estado, pero un problema que fue
reconocido y dio lugar desde mediados de la década de 1960 a un “modelo mixto” que
combinaba protección con diversificación de las exportaciones e integración regional.
El avance exportador ha sido, por lo demás, el gran éxito de la fase de reformas de
mercado, pero uno cuyos beneficios en materia de desarrollo general siguen sin
materializarse plenamente.

Cabría agregar que, en contra de la validez parcial del concepto de “sesgo


antiexportador”, no encontramos bases sólidas para afirmar que la fase de la
industrialización dirigida por el Estado generó un “sesgo contra la agricultura” o una
indisciplina macroeconómica generalizada. El crecimiento de la agricultura fue de
hecho superior para el conjunto de la región durante esa fase del desarrollo de lo que ha
sido con posterioridad bajo las reformas de mercado, pero esta comparación en realidad
promedia experiencias muy diversas en uno y otro caso. Sobre la indisciplina
macroeconómica, hemos mostrado que la propensión a la inflación era una característica
casi exclusiva del Cono Sur y Brasil hasta comienzos de los años 1970 y que la
indisciplina fiscal solo se generalizó en la fase de abundancia de financiamiento externo
de la segunda mitad de dicha década. Por ello, el desborde inflacionario fue más un
efecto que una causa de la crisis de la deuda de la década de 1980. Los logros en ambas
materias son, por supuesto, un éxito del manejo macroeconómico de las dos últimas
décadas, que ha sido un avance histórico neto para Brasil y el Cono Sur, pero más bien
un retorno a lo que era típico hasta la década de 1960 para el resto de los países.
Los retos a la luz de la historia
De estas consideraciones históricas se derivan al menos cuatro conclusiones importantes
para el futuro. La primera se refiere a los logros en manejo macroeconómico. Lo
conseguido en materia de inflación y sostenibilidad fiscal debe consolidarse. Pero
también es evidente que queda el inmenso desafío de manejar la histórica vulnerabilidad
externa de las economías latinoamericanas. La respuesta a la crisis global de 2008-2009
fue positiva en muchos sentidos para América Latina: no hubo crisis financieras
externas o internas, ni desbordes inflacionarios. Sin embargo, no se pudo evitar una
fuerte contracción inicial del PIB regional, afortunadamente superada muy pronto, con
lo cual la región (y, en especial, Sudamérica) volvió a experimentar un crecimiento
positivo en 2010 y 2011 . Y, más aún, el auge que precedió a la crisis mundial reciente,
así como el retorno de los capitales y de precios altos de productos básicos desde
mediados de 2009, han mostrado que todavía falta mucho en materia de aprender a
manejar las bonanzas, evitando en particular la tendencia cíclica a la revaluación de las
monedas (que resulta particularmente ilógica en economías con vocación exportadora),
al aumento del gasto público cuando los recursos son abundantes y, aún más, al rápido
crecimiento del crédito y del gasto privado que caracterizan estos períodos.

La segunda lección se refiere al crecimiento económico, que ha sido frustrante en el


grueso de los países latinoamericanos durante la fase de reformas de mercado. La
historia indica que el objetivo de alcanzar altas tasas de crecimiento no se logrará
únicamente con una macroeconomía sana ni con la mera especialización acorde con las
ventajas comparativas estáticas. Se requieren también políticas productivas activas, un
tema que fue explícitamente excluido de la agenda de los gobiernos durante la fase de
reformas de mercado. Y más aún, se requiere un salto en el diseño de políticas
tecnológicas activas, un área donde hubo también un déficit claro durante la fase de
industrialización dirigida por el Estado. Este esfuerzo debe estar complementado con la
consolidación de los logros en materia educativa y le reversión de sus falencias,
especialmente en materia de calidad y de articulación con las necesidades de
transformación del sistema productivo.

La tercera conclusión se relaciona con el desarrollo institucional y, en especial, con una


de sus dimensiones, que ha sido objeto de largas polémicas históricas: la relación entre
Estado y mercado. Más allá de esta tensión, una dimensión particular del desarrollo
latinoamericano es la tendencia al rentismo, que alternativamente ha recaído de la
dependencia de las rentas de los recursos naturales o las que proporciona la relación
privilegiada con el Estado. La educación y el desarrollo tecnológico, los dos hechos
destacados en el párrafo anterior, son la manera más apropiada de superar esta
característica acentuada de las instituciones latinoamericanas. Para ello, la experiencia
internacional enseña que una combinación adecuada entre Estado y mercado es esencial,
pero también que no hay un diseño único para lograr sinergias positivas entre uno y
otro.
En contra de las visiones de las últimas décadas, las mayores debilidades en este campo
se presentan quizás en el desarrollo de las capacidades del Estado, un proceso que no
deja de tener antecedentes en las épocas tempranas de la construcción de las repúblicas
latinoamericanas. Los mayores logros se obtuvieron durante la fase de industrialización
dirigida por el Estado, aun cuando el Estado que se construyó entonces fue muchas
veces víctima de sus ineficiencias y de su debilidad ante el peso de diversos grupos
corporativos. Es evidente que en este campo América Latina acumuló un atraso, no solo
en relación con los países industrializados sino también con los asiáticos, donde la
tradición de desarrollo estatal tiene raíces históricas profundas. Que es posible avanzar
lo demuestra la historia. Ahí donde ponen su acento las políticas se logran avances
importantes, como los de los aparatos de provisión de servicios sociales y de promoción
del desarrollo productivo durante la etapa de industrialización dirigida por el Estado, o
los Ministerios de Hacienda y el aparato de asistencia social durante la fase de reformas
de mercado, o los bancos centrales durante ambas. La agenda de reforma del Estado,
especialmente en relación con la educación y el desarrollo tecnológico debe estar, por lo
tanto, en el centro de atención hacia el futuro.

La última conclusión, y la más importante, se refiere a la enorme deuda social que ha


acumulado América Latina a lo largo de la historia. La herencia colonial de alta
desigualdad económica y social, que analizaron los clásicos de la historiografía
económica latinoamericana, se ha reproducido y, en algunos casos, ampliado en las
etapas posteriores, que le han impreso nuevas dimensiones. Durante las últimas
décadas, los retrocesos en este último frente han sido más frecuentes y en materia de
reducción de la pobreza se perdió un cuarto de siglo antes de que retomara una
dirección positiva entre 2002 y 2008. Más aún, el contraste entre estos resultados y los
avances en materia de desarrollo humano indican que los logros en la política social no
son suficientes para lograr avances en materia de equidad si el sistema económico
produce y reproduce altos niveles de desigualdad en la distribución del ingreso.

Aquí yace, sin duda, la principal deuda histórica de América Latina. El retorno de la
agenda de la equidad social, el nuevo discurso de “cohesión social” y las tendencias
positivas observadas en este campo en la primera década del siglo XXI son signos
promisorios. El futuro nos dirá si ellas materializaron o no en el inicio de la corrección
de la mayor aberración histórica del desarrollo latinoamericano. De todas formas, y
siguiendo las enseñanzas de la historia, los avances en este plano no serán duraderos si
no se articulan con las necesarias transformaciones educativas, tecnológicas y
productivas, que hagan posible una inserción más dinámica de América Latina en la
economía mundial, de la mano de una profundización de su integración económica y
social.

9 FORMA DE NEGOCIAR
10 COMPETITIVIDAD EN AMÉRICA
América Latina (AL) ha vivido momentos de bonanzas y crecimiento económico, ha
mejorado indicadores en los últimos años tales como pobreza, desigualdad, acceso a la
educación, inversión etc., y aunque ha mejorado en ciertos aspectos, a duras penas se ha
mantenido constante en la posición frente a los países desarrollados, es decir, si bien no
ha subido la brecha entre países, esta tampoco ha disminuido. América Latina tiene
grandes retos y oportunidades para aprovechar en beneficio de la comunidad y su
territorio, en específico para mejorar sus indicadores de competitividad mejorando la
calidad de vida de sus habitantes.

AL presenta actualmente muchos desafíos para ser una región competitiva ya que tiene
deficiencias en términos de ahorro e inversión, presiones inflacionarias, monedas
sobrevaluadas, debilidades en infraestructura económica y social, bajos niveles de
innovación y atrasos en la inversión en investigación y desarrollo como en otros
aspectos, por lo tanto, se debe concentrar en mejorar cada una de estas con el fin de
poder competir, desarrollar sus estructuras productivas y mejorar sus cifras frente al
resto del mundo.

El índice de competitividad Global desarrollado y publicado por el Foro Económico


Mundial y que busca principalmente medir la habilidad que tienen los países para
proveer altos niveles de prosperidad a sus ciudadanos, presenta 12 pilares
fundamentales que miden la competitividad de cada uno de los territorios en el mundo;
así mismo, el informe global de competitividad 2016 menciona que “la competitividad
está definida como el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el
nivel de productividad de un país”. Siendo así la oportunidad de incorporar todos los
factores relevantes y de impacto en la competitividad de los países con el fin de poder
medir la productividad de cada uno de ellos.

Por lo tanto, para que un país sea competitivo frente a otros, este debe saber optimizar al
máximo sus recursos a partir de la combinación de diversos factores como por ejemplo
capital humano, investigación, capital físico y desarrollo e innovación con el fin de ser
más productivo en la elaboración y producción de bienes y servicios.

Para el caso AL es importante que no descuide ninguno de los 12 pilares que se


encuentran clasificados en tres subíndices; sin embargo, la región debe fortalecer con
mayor rapidez algunos de estos que describiremos a continuación:

El primer pilar que trata los temas de institución; el segundo pilar que se encarga de
evaluar la infraestructura y que para el es importante, ya que esto define en cierto grado
la competitividad de los países; el tercer pilar que es el entorno macroeconómico, ya
que permitiría una mayor regulación y competitividad de la moneda frente al mundo; el
sexto pilar que evalúa la eficiencia de los mercados de bienes así como el octavo pilar
que se encarga de la eficiencia de los mercado financieros y por último, pero no siendo
el menos importante, es el pilar de la innovación ya que AL se ha quedado rezagada y es
una de las regiones en la que menos invierte en innovación, investigación y desarrollo.
Creo que AL concentrándose un poco más en estos pilares puede llegar a mejorar sus
índices, pero sobre todo mejorar el nivel de vida, su crecimiento y desarrollo
económico. (Marcos Gómez, 2017)

4.23 PIB AMÉRICA LATINA


http://laeconomia.com.mx/pib-de-america-latina/

América Latina se ha caracterizado por un gran crecimiento en los últimos años, pero
México ha dado la nota nuevamente.
En 2015 los mexicanos tendrán un PIB per cápita menor que el de los ciudadanos de
países como Chile, Argentina y Uruguay, de acuerdo con datos del Fondo Monetario
Internacional (FMI).
México ocupa la posición 66, de un total de 188 naciones, con un PIB per cápita
estimado en 18,370 dólares para 2015 y de 22,818 dólares para 2018.

¿Cuáles son los países con PIB per cápita más alto?
Qatar se ubica en el primer lugar con un PIB per cápita anual de 143,532 dólares para
este año, le sigue Luxemburgo, Singapur y el Estado de Brunéi Darussalam. Mientras
que Estados Unidos está en la posición 11, con 56,421 dólares.
El Fondo mide el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita con la paridad de poder de
compra, es decir, al eliminar las distorsiones que crean los diferentes niveles de precios.
De acuerdo con el Banco Mundial, esta estimación es el PIB convertido a dólares
internacionales utilizando las tasas de paridad del poder adquisitivo. Un dólar
internacional tiene el mismo poder adquisitivo sobre el PIB que el que posee el dólar de
los Estados Unidos en ese país y los datos se expresan en dólares internacionales
corrientes.
Los datos indican que el PIB per cápita ajustado tendrá un crecimiento promedio de
4.4% anual de 2015 a 2020, mientras que el de Chile crecerá en 4.6%.
El aumento en la productividad tiene un impacto positivo en el PIB per cápita, ya que
aumenta la capacidad de pagar mayores sueldos, bajar costos de las empresas y de
generar más utilidades. El Banco de México indicó en su último reporte de inflación que
el ingreso promedio real de la población ocupada ha ido a la baja pese a una tendencia
creciente presentada por la productividad laboral.

11. ENTONOR INTERNACIONAL

Los países latinoamericanos han tenido un desempeño comercial favorable, registrando


en su mayoría aumentos en sus exportaciones pese a la presión de revaluación que han
sufrido sus monedas. El boom comercial de la región se explica por fuertes ventas de
materias primas y productos básicos, cuya demanda ha sido afianzada por el
crecimiento de China y varios países asiáticos. Asimismo, las negociaciones con socios
no tradicionales se han visto profundizadas dada la actual coyuntura económica en los
Estados Unidos (EE.UU) y Europa.
Latinoamérica parece estar entendiendo que la diversificación de mercados, más que
una estrategia de negociación de acuerdos comerciales es un salvavidas en épocas de
crisis. Quizás por esta situación, países como Chile o Perú no han sido fuertemente
golpeados por la crisis en los países desarrollados. La cooperación comercial entre los
países latinoamericanos, como por ejemplo la alianza del Pacífico, es vital para evitar
mayores impactos negativos desencadenados por la desaceleración económica en los
países ricos.
Negociaciones en curso
Quizás de las negociaciones comerciales en curso o que están en el horizonte, la que
más interés despierta en la región es la del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP,
por sus siglas en inglés). Nuevamente son Perú y Chile los países latinoamericanos que
buscan aprovechar la profundización del comercio entre los países del Arco Pacífico. El
grupo total de negociación está conformado por Australia, Brunéi, Chile, Estados
Unidos, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur, Vietnam y Perú.
La oportunidad que esta negociación representa no ha pasado desapercibida únicamente
para los países participantes de la región, sino que por ejemplo Brasil, la potencia
regional y uno de los países emergentes que más influyentes, se ha percatado de la
necesidad de realizar inversiones y ejecutar proyectos como el del Eje Multimodal
Manta - Manaos, por el que se quiere crear un canal de trasiego de mercancías. Este
proyecto está incluido en la cartera de proyectos de la Iniciativa para la Integración de la
Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA).
Acuerdos en vigencia suman a la oferta exportadora
En 2011 han entrado en vigencia seis acuerdos comerciales en América Latina. El
Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Chile y Turquía, negociado en 2009 pero entró
a regir a partir de marzo de este año, es el primero que una nación latinoamericana firma
con un país de mayoría musulmán, que cuenta con un mercado de más de 70 millones
de consumidores y con una posición geográfica estratégica entre Europa y Asia.
Si bien el volumen de comercio bilateral es pequeño, apenas US$ 284 millones de
exportaciones chilenas hacia el país musulmán en 2010 y US$ 88 millones en
importaciones, la fuerza del acuerdo está por ponerse a prueba en los próximos años.
En particular, ya siendo con socios grandes o pequeños Chile ha demostrado ser un país
que compite globalmente. De todos los países del área es el que más cuenta con
acuerdos comerciales, 21 vigentes, los cuales le garantizan el acceso libre y/o
preferencial de sus productos a 58 países. Datos de la Dirección General de Relaciones
Económicas Internacionales (Direcon) indican que el 92,5% del intercambio comercial
de Chile con el mundo se realiza con países con los que mantiene algún tipo de acuerdo
comercial.
Otros nuevos acuerdos que han entrado en vigencia este año han sido los suscritos entre
los países que conforman la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), a saber
Liechtenstein, Suiza, Noruega e Islandia, con dos países andinos: Perú y Colombia.
Además de los anteriores, el TLC Costa Rica - China entró en vigencia a mediados del
año, convirtiéndose así la nación centroamericana en el tercer país de la región en firmar
un acuerdo comercial con el gigante asiático, ya que los tratados con Chile y Perú
habían entrado en vigor desde 2006 y 2010 respectivamente. Aún es prematuro dar
cuentas de las bondades de estos acuerdos, más si se tiene en cuenta la crisis económica
de 2008, que ha creado un desbalance comercial en los países desarrollados, al punto
que es la demanda sostenida de los países asiáticos y emergentes la que ha mantenido el
flujo comercial.
Un acuerdo muy interesante desde el punto de vista de los beneficios adicionales que
brinda es el TLC Perú - Corea del Sur, en el que que además de la liberalización
comercial se agrega un capítulo para el libre acceso al mercado laboral coreano de
profesionales y técnicos del Perú, y viceversa. Este aspecto lo convierte en un TLC
atípico, de mayor nivel y pionero si se tienen en cuenta las restricciones que existen para
los migrantes latinoamericanos para acceder a trabajos dignos en otros países, donde
distintamente, productos como café, banano, petróleo, frutas, artesanías, entre otros,
entran con un acceso preferencial o con cero aranceles.
Finalmente, el TLC Colombia - Canadá que entró en vigencia el pasado mes de agosto
aunque las negociaciones se cerraron en 2008, fue un logro para el gobierno
colombiano, que ha tenido que lidiar con fuertes presiones por las acusaciones por el
irrespeto a los derechos humanos y delitos de lesa humanidad; todo esto en el marco de
un conflicto armado de más de 50 años. Posiblemente la puesta en marcha del acuerdo,
gracias a la aprobación del Parlamento canadiense, sumó presión al proceso de
aprobación del TLC en el Congreso de los EE.UU., pues se temía una pérdida de
puestos de trabajo dadas las mejores condiciones comerciales con las que contaban las
empresas canadienses para acceder al mercado colombiano. Ya con el reciente visto
bueno de los TLC de EE.UU. con Colombia, Panamá y Corea del Sur, tales temores
fueron disipados.
¿Una nueva oportunidad para Colombia y Panamá?
El pasado 12 de octubre finalmente el Congreso estadounidense dio trámite expedito a
los acuerdos comerciales con Panamá y Colombia, cuya negociación terminó en 2006 y
los cuales sufrieron un proceso de "estancamiento" debido a las luchas bipartidas en el
seno legislativo y dada la presión de organizaciones sindicales y no gubernamentales.
Para ambos países latinoamericanos, el acuerdo comercial alcanzado con los EE.UU.
representa una oportunidad de ponerse a la par con países de la región que ya contaban
con tratados de libre comercio con el principal mercado consumidor a nivel mundial; es
decir, México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, República Dominicana,
Costa Rica, Chile y Perú. Si bien los impactos comerciales y económicos de los
acuerdos difieren dependiendo del país, lo cierto es que "lograr" un acuerdo comercial
con los EE.UU. no necesariamente se traducirá en beneficios positivos para ambas
partes.
Es necesario entonces un análisis de las condiciones en las que se encuentran Colombia
y Panamá para afrontar la competencia de las empresas estadounidenses y aprovechar el
potencial de dicho mercado. Claramente debe haber sectores en los países que podrían
evidenciar de manera más sencilla ciertos beneficios de los acuerdos comerciales con
EE.UU., como Perú (vigente desde febrero de 2009) y Chile (vigente desde enero de
2004), pero si se hace un estudio pormenorizado podría debatirse ampliamente sobre el
"balance de la ecuación".
En el caso de Chile, por ejemplo, las exportaciones a los EE.UU en el año 2003, antes
de la entrada en vigor, eran de US$ 3.837 millones, mientras que al año siguiente los
envíos totalizaron US$ 4.956 millones, evidenciando un efecto positivo. Un análisis a
las cifras de comercio exterior del Banco Central chileno, denota que tal aumento se
debió especialmente al repunte de exportaciones del sector minería y del cobre, con el
consecuente impacto ambiental asociado. ¿Cuáles han sido entonces las ganancias para
los EE.UU.? Los datos de la balanza comercial en los primeros años de vigencia del
acuerdo con Chile muestran un resultado positivo para el sudamericano, pero a partir de
2008 la tendencia se revirtió. En 2010 el saldo fue deficitario para Chile en US$ 2.218
millones. En el 2004, EE.UU exportaba a Chile US$ 3.557 millones en mercancías,
mientras que para el 2010 la cifra fue de US$ 9.852 millones.
Con este panorama, ¿qué ganan Colombia y Panamá con los acuerdos? La respuesta no
puede ser más ambigua como el hecho de la magnificación que se le ha dado a dichos
acuerdos en la prensa y las declaraciones de representantes de ambos países confiando
en estar preparados o en proceso de mejora. Los EE.UU. ya eran un socio muy
importante para Colombia y Panamá antes del acuerdo. Lo cierto es que el TLC debería
servir para que se realicen inversiones en sectores productivos débiles. Una mayor
tecnificación y desarrollo del sector agrícola panameño será primordial si se quiere
"competir" con los productores estadounidenses fuertemente subsidiados, esto podría
verse como una oportunidad de mejora. Para el caso colombiano, estudios oficiales del
acuerdo muestran ciertos beneficios del acuerdo, como el acceso del 99,9% de la oferta
exportable en bienes industriales colombianos, sin embargo sectores como el lácteo y
algunos productos básicos como el arroz, podrían afrontar una fuerte competencia, tal
como lo ha reconocido el propio Ministro de Agricultura de Colombia Camilo Restrepo.
Oferta exportable latinoamericana
En general los países latinoamericanos exportan bienes de bajo valor agregado.
Mientras nuestra oferta exportable se mantenga dominada por petróleo, minerales,
materias primas, entre otros, seguirá pendiente el desarrollo de otros sectores
económicos con mayor valor agregado, que paguen mejores salarios a sus trabajadores,
y que permitan aumentar el nivel de su bienestar.
Es oportuno aquí resaltar partes de un informe recientemente divulgado por el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID). El estudio titulado "Korea Breaking the Mold of
the Asia-Latin America Relationship" que fue presentado en el Foro de Negocios
Corea-América Latina y el Caribe, desarrollado el pasado 21 de octubre en Seúl.
El informe destaca una cualidad del país asiático: cuenta con escasos recursos naturales,
lo que hace necesario que importe grandes cantidades de recursos naturales de América
Latina (AL), como minerales, petróleo y productos agrícolas. En cambio, las
exportaciones de bienes manufacturados coreanos hacia AL representan cerca del 30%
de lo que Corea le compra a la región, y esto se debe a que la modernización de las
industrias coreanas está más allá de los sectores de trabajo intensivo, por lo que no se
consideran una amenaza competitiva para la mayoría de industrias en Latinoamérica,
según indica el mencionado estudio. La transformación económica del país asiático le
tomó tres décadas, pero si algo deben aprender los países de la región es que contar con
los recursos naturales y ser productores de materias primas, a primera vista ya es una
ventaja no aprovechada.
El volumen de comercio intrarregional ha aumentado en un 39% en el primer semestre
del este año, según la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). Aunque si
bien es cierto que Latinoamérica está en el camino a su integración, los procesos son a
destiempo y con diversos actores liderando como líderes por separado. En un lado está
el bloque de países que integran la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra
América (ALBA), encabezados por Venezuela y Ecuador, por otro el Mercosur, y luego
están esfuerzos individuales de los países de la región en consolidar relaciones más
estrechas, no sólo de tipo comercial sino de cooperación e integración en
infraestructura, entre otros aspectos.
Mientras las cifras de crecimiento económico en la región se mantengan altas, se seguirá
escuchando la necesidad de seguir ampliando los mercados comerciales, y sin duda los
procesos de negociaciones intrarregionales estimularán el comercio de bienes y
servicios, y las inversiones que se ameritan en infraestructura. Todo lo anterior no puede
verse sólo reflejado en indicadores como el PIB, exportaciones, y demás indicadores
económicos que únicamente miden el empuje de la actividad productiva de la región.
Hay que recordar que la lucha contra la pobreza y la desigualdad son una prioridad para
que los beneficios sean equitativos y sostenibles. Latinoamérica sigue ostentando el
indecoroso primer lugar como la región más desigual del planeta, a pesar de que los
indicadores de pobreza han mejorado en varios países como Brasil, Colombia, Perú,
entre otros.
Por lo tanto, los acuerdos comerciales que se han suscrito, que están por entrar en
vigencia o bien los futuros, deben verse como un instrumento al que hay que sacarle
provecho, y no como la solución única e irremediable a nuestros problemas. Sin
políticas de implementación adecuadas se corre el riesgo de menoscabar el desarrollo de
cadenas productivas enteras, y darle al capital económico una excusa para usar
desmedidamente los recursos naturales y la mano de obra (de bajo costo), situación que
en nada serviría al desarrollo de nuestras economías y al bienestar de nuestras
comunidades.

Das könnte Ihnen auch gefallen