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CONTENIDO
OBJETIVOS
INTRODUCCION
1. CULTURA
Contexto alto y bajo
Los estadounidenses valoran a los negociadores que actúan de forma práctica, rápida y
dura. A la hora de obtener resultados se muestran ansiosos. Tienden a ser analíticos y los
conceptos son abstraídos rápidamente. Esto es gracias a que tienen una ética profesional
fuerte.
La posición hegemónica de los Estados Unidos, hace que muchas de sus empresas y
directivos tengan una «cierta soberbia» a la hora de negociar, aprovechando esta posición
dominante o de fuerza con la que se consideran bastante identificados.
Valorar las opiniones expertas y bien contrastadas, recurren a su apoyo muy seguido. Hay
que tener presente que es un sociedad con una compleja legislación.
Son muy rígidos en cuanto a políticas de empresa se refiere. Suelen seguir al pie de la
letra los dictados de sus jefes y superiores. Sus márgenes de maniobra suelen ser
pequeños. Su trabajo esta enfocado a la innovación ya que están orientados hacia el
futuro. Tienen una cultura etnocéntrica.
Estrategias de negociación
El empresario se caracteriza por sacar el mayor provecho posible de la negociación. Son
oportunistas, persistentes y están dispuestos a correr riesgos. Suelen explorar todas las
opciones cuando la negociación esta estancada para buscar una solución, ya que creen q
siempre existe una.
El punto central de las negociaciones radica en la rentabilidad, cuanto mayores sean los
beneficios y mas cortos sean los plazos mayor será considerada la propuesta. Se debe
utilizar un leguaje claro y directo, ya que de lo contrario podría interpretarse como falta de
sinceridad y desconfianza.
Durante una conversación mantienen un diálogo fluido, ya que es mas enriquecedor para
la negociación. Son bastante directos a la hora de demostrar su desacuerdo frente a
alguna cuestión.
Para aliviar las tensiones y crear un ambiente cómodo en una reunión se recomienda
comenzar con una breve charla informal tratando temas actuales y de interés. No es
adecuado tratar temas personales, recuerde que es una charla de negocios.
Recuerde presentar un buen plan de negocio con sus propuestas. Los analistas
americanos son grandes «admiradores» de los planes de negocio, y los tienen muy en
cuenta.
Normas de cortesía
Si bien no le dan mucha importancia como en otras culturas a las formalidades, sutilezas,
conceptos como el “quedar bien”, no se debe olvidar causar una buena impresión en la
primera reunión. A los americanos les gusta que sus ejecutivos vistan formalmente de
traje.
Se caracterizan por ser muy patriotas, por lo que no aceptan criticas externas a su cultura
y su forma de vivir (American way of live). Por lo que se recomienda tener un cuidado
especial cuando se trata con ellos.
Algunos estadounidenses asumen que su forma de trabajar es la única y la correcta. No
toman en cuenta las diversas subculturas. Al haber una gran diversidad de orígenes
étnicos, religiones y culturas se debe tratar a todos con mucho respeto y dignidad para
garantizar un exitoso viaje de negocios.
Es fundamental antes de reunirse personalmente investigar y aprender todo lo relativo a la
cultura empresarial de la empresa. Debido a la diversidad que hay en el país de culturas
entre una compañía y otra.
Tienen una cultura enfocada al logro, a la competitividad en el trabajo y prioriza la iniciativa
individual. Valora mucho el uso adecuado del tiempo, piensan rápida y decididamente. Por
lo que la información directa y puntual que se les proporciona es muy apreciada. Siempre
hay que tratar de ir al punto.
Cultura de Canadá
En general la ética de trabajo y la cultura de ser independiente son muy fuertes. Claro que
el desarrollo del país permite que haya trabajo para casi todos.
Fuera del trabajo la gente persigue sus intereses en todo lo que le sea posible. La
mentalidad canadiense está íntimamente ligada a la naturaleza y el clima. De allí que las
actividades al aire libre son muy importantes en la vida canadiense.
Como sociedad, los locales son muy amables, corteses, tradicionales y sarcásticos en el
sentido del humor. Suelen burlarse de ellos mismos, utilizando muchas veces la ironía
como herramienta. En cuanto al estilo de vida, es diferente según el estrato socio
económico.
Estrategias de negociación
La negociación debe apoyarse en datos y hechos empíricos. Es decir que las
conversaciones, siempre tratarán de ser objetivas, ajenas de argumentos subjetivos o a
consideraciones emocionales. Evítelas para conseguir una buena posición.
Toda cita de negocios suele comenzar con una presentación formal de las partes, que no
demora mucho tiempo. Concluida, se suelen repartir las tarjetas personales de los
asistentes, en idioma francés y/o inglés. Las mismas deben contener sus datos personales
y su cargo dentro de la empresa o institución a quien representa.
En toda reunión de trabajo suelen repartirse a su vez, carpetas sobrias, en donde consten
los temas a tratar durante la misma, previamente acordados por las partes a la hora de
agendar el encuentro. Son bastante reacios a conversar sobre aspectos no previstos con
antelación.
Las conversaciones suelen darse en un ambiente cálido pero serio. Los canadienses
escuchan al interlocutor sin hacer interrupciones. Se acostumbra alternar el uso de la
palabra de forma educada. Es por ello que se sugiere, tratar de ser claro a la hora de su
exposición y dedicado para responder a las consultas de la contraparte local.
Normas de cortesía
A la hora de intentar tomar primer contacto con la contraparte canadiense, sea lo más
cortés y formal posible. Es aconsejable que envíe un correo electrónico o correspondencia
y que espere unos días hasta recibir el feed-back de la empresa, antes de iniciar el primer
contacto telefónico. Este proceso puede demorar varios días e incluso, semanas.
Una vez que arribe al país, realice una llamada a la contraparte e informe en qué hotel
está hospedándose. Ésta es una costumbre empresarial altamente difundida.
A la hora de presentarse y negociar, adopte una posición formal aunque amena. Recuerde
siempre que quien tiene sentado enfrente valora bastante la seriedad y el compromiso, en
especial en el cumplimiento de los acuerdos y de los plazos convenidos.
Cultura de Latinoamérica
2. POLITICA
3. ENTORNO LEGAL DEL CONTINENTE AMERICANO
Para realizar un negocio de forma internacional se debe tener en cuenta varios factores
que den éxito al negocio y ofrecen satisfacción a las partes interesadas, de esta forma se
dispone el numeral 1 del
artículo 3 del Reglamento 593/2008 del Parlamento Europeo y
del Consejo, de 17 de junio del 2008, sobre la ley aplicable a las
obligaciones contractuales (Roma I) (en adelante Reglamento
Roma I):
Artículo 3
Libertad de elección
1. Los contratos se regirán por la ley elegida por las partes. Esta elección
deberá ser expresa o resultar de manera segura de los términos del contrato
o de sus circunstancias.
Para esta elección, las partes podrán designar la ley aplicable a la totalidad
o solamente a una parte del contrato
4. ECONOMICO
VII.
VIII. La disminución de la tasa de pobreza en 2008, de 1,1 puntos porcentuales, es
notablemente inferior a la reducción anual de la pobreza que se produjo entre
2002 y 2007, equivalente a 2 puntos porcentuales por año. Por su parte, la tasa
de indigencia creció 0,3 puntos porcentuales, luego de haber venido
disminuyendo a un ritmo de 1,4 puntos por año. El deterioro en materia de
indigencia se originó principalmente en el alza de los precios de los alimentos,
que implicó un encarecimiento acelerado de la canasta básica de alimentos
(CEPAL, 2009b).
IX.
X. No obstante lo anterior, la expansión económica experimentada en los últimos
años responde fundamentalmente al incremento de los precios internacionales de
los recursos naturales, también llamadas materias primas o commodities. La
intensificación en su explotación y exportación ha generado buenos dividendos
para muchas economías latinoamericanas, exportadoras netas de estos
commodities. Ello conlleva a un desafío para las economías de la región: la
necesidad de cambiar el patrón productivo por uno más sostenible en el largo
plazo, de modo que estas mejoras sociales se consoliden como mejoras
permanentes en el largo plazo.
XI.
XII. Los resultados económicos positivos obtenidos en los últimos años son
altamente vulnerables e inciden en el comportamiento de los indicadores de
pobreza e indigencia. Por un lado, se experimentan ciclos con un incremento
sostenido de los precios de alimentos como maíz, trigo, arroz y oleaginosas,
entre otros, a partir de un aumento sostenido de la demanda mundial por estos
bienes, lo que influye en los índices de precios al consumidor de alimentos.
Estos se aceleraron en la mayoría de las economías de la región, registrando
durante 2007 un crecimiento que osciló entre 6% y 20% anual en los distintos
países. En 2007, los cereales registraron un aumento del 41%; los aceites
vegetales un 60%, y los productos lácteos un 83% y, entre marzo de 2007 y
marzo de 2008, el precio de venta del trigo se disparó 130%.
XIII.
XIV. Incrementos de un 15% en los alimentos podrían llevar a un crecimiento de la
indigencia y la pobreza en 10 millones de personas. Este panorama se complica
aún más por los efectos de los precios de los combustibles que impactan las
tarifas del transporte y de varios servicios públicos.
XV.
1. AMBIENTAL
XVI. La modalidad de desarrollo prevaleciente en los países de América Latina y el
Caribe a comienzos del siglo XXI expresa una compleja situación como
resultado de los determinantes físicos y sociales que han incidido en el
desarrollo histórico de la región.
XVII.
XVIII. La diversidad de la oferta natural se
evidencia en sus múltiples
ecosistemas, biomas y componentes.
Eso circunscribió a la región a un
papel predominante de proveedora
de recursos naturales. Por lo mismo,
la heterogeneidad de estos territorios
constituye una premisa ineludible en
el análisis de su problemática
ambiental. También son diversas las
poblaciones de la región, con raíces
muy anteriores a la conquista
europea, que incluyen desde
imperios agrícolas de distinto
origen, conformación e historia -
como los mayas, los aztecas y los incas – hasta pequeñas sociedades agrícolas y
recolectoras, habitantes de regiones litorales, insulares, de selvas, montañas y
humedales. Con ellas, sometidas, aculturizadas y mestizas, fueron forjadas las
actuales naciones en un largo proceso del siglo XVI en adelante. Muchas de las
culturas, en especial las imperiales, sobrevivieron, se adaptaron y crecieron.
Otras desaparecieron para siempre. Todo ello configuró una amalgama de
pueblos y entornos, con sus armonías y desarmonías, cuya complejidad se
corresponde con la de los ecosistemas que sostienen su existencia. En América
Latina y el Caribe están presentes la mayoría de las zonas de vida existentes en
el mundo. Esta diversidad abarca desde el gran ecosistema de la cuenca del
Amazonas, que pertenece predominantemente al trópico húmedo, hasta las
características templado-frías de la Patagonia, pasando por el Chaco, el páramo,
la prepuna, la puna, el cerrado, al alto andino, el paraense, las yungas, el
Pacífico, el venezolano, el Atlántico, las Guayanas, el central mexicano, el
desierto del Pacífico, el desierto mexicano, el centroamericano de altura, el
centroamericano del Caribe, el espinal, el monte sudamericano, la pampa, el
tropical de Centro américa, la Guajira, el subantártico, hasta el gran ecosistema
insular del Caribe.
XIX.
XX. Aspectos críticos
XXI.
XXII. La percepción y prioridad de los problemas ambientales en la América Latina y
el Caribe han evolucionado en forma sustantiva en la última década, en
particular como consecuencia de la agudización de sus impactos en la calidad de
vida de los habitantes de la región y en la integridad de su patrimonio natural,
así como de la mayor prioridad que las amenazas ambientales del planeta han
llegado a ocupar en la agenda global. Algunos de esos problemas eran conocidos
de tiempo atrás pero se han agravado como se registra en los casos de la
deforestación, el declive de la biodiversidad, el agotamiento y contaminación de
las aguas, la pérdida de los suelos, y el deterioro ambiental de los centros
urbanos. Otros temas, como el cambio climático, el agotamiento de la capa de
ozono, el aumento de los contaminantes orgánicos persistentes y la bioseguridad
han emergido como problemas críticos, cuando hasta hace unos pocas décadas
eran prácticamente desconocidos para la ciencia o apenas se contaba con
algunos indicios sobre su existencia.
XXIII.
XXIV. El BID ayuda a los países miembros a enfrentar esas exigencias financiando
actividades de mejoramiento de la gestión de las zonas protegidas, la generación
de oportunidades de ingresos para las comunidades que dependen de los
servicios de los ecosistemas, administrando los recursos costeros y marítimos y
apoyando las iniciativas de gestión del cambio climático y de los riesgos de
desastre en cuencas hídricas críticas.
XXV.
XXVI. Comercio y negociaciones ambientales
XXVII.
XXVIII. En lo referente al tema ambiental en las negociaciones comerciales, los Estados
Unidos y la Unión Europea, los principales socios comerciales de la región,
incorporan la temática en los acuerdos que firman, aunque de forma diferente.
Entre aquellos que se oponen a incluir el tema ambiental en los acuerdos
comerciales, encontramos dos posiciones: los que opinan que el acuerdo no es
suficientemente fuerte o amplio en la protección, queriendo que el mismo se
convierta en un mecanismo de cumplimiento de la normativa ambiental
nacional; y los que ven en el tema una barrera no arancelaria, que por lo tanto no
debería ser parte del acuerdo. Sin embargo, el incluir el tema ambiental en los
acuerdos comerciales es reconocer que hay una relación estrecha entre ambos
temas. En el tema de acceso a mercados y ambiente, la tendencia actual de los
países desarrollados es el establecimiento de normativa más estricta sobre el
tema ambiental y de salud; y lo que es más llamativo es que buena parte de estos
requisitos vienen del sector privado de estos países. De acuerdo a las reglas de la
Organización Mundial del Comercio (OMC), los países son soberanos para
establecer los requisitos que deseen a los productos que entran a sus mercados,
siempre y cuando no discriminen. Y esto es lo que está sucediendo; si los países
de la región desean exportar a esos mercados tienen que cumplir con los
requisitos que se exigen. Un ejemplo de ello es EurepGAP, un programa que
establece una serie de requisitos sociales, laborales y ambientales a los
productos que son comercializados por las cadenas de supermercados que
forman parte de este programa. En consecuencia, los productores y exportadores
de la región han tenido que invertir y adecuar sus procesos productivos y de
comercialización a estos nuevos estándares. Es frecuente encontrar como
complemento a los acuerdos comerciales, programas de cooperación ambiental
enfocados a fortalecer las capacidades institucionales ambientales de los países
en desarrollo. Estos programas contemplan asistencia técnica, financiamiento e
incentivos comerciales para una mejor gestión ambiental. En el campo de la
OMC se han dado algunos pasos sustantivos, entre los que se deben mencionar:
la búsqueda de una articulación entre las disciplinas comerciales con las
obligaciones impuestas por los acuerdos ambientales multilaterales; se inicia una
discusión sobre bienes y servicios ambientales; se busca delimitar
procedimientos transparentes para invocar medidas ambientales como
restricciones al comercio internacional de manera que no constituyan barreras
encubiertas; y se desarrolla una fuerte discusión sobre el comercio agropecuario
-lo que tiene relevantes impactos en América Latina-. Diversos aspectos de esta
discusión están en marcha en la actualidad en el marco de la llamada Ronda de
Doha de la OMC. Además, en el marco de la OMC, los países de Latinoamérica
y el Caribe han desarrollado y profundizado diversos acuerdos de
complementación o liberalización comercial.
7 TECNOLOGICO
"Es importante que el desarrollo tecnológico involucre a todos los actores", dijo y para
eliminar estas diferencias, Arellano aseguró que habrá una inversión de 400.000
millones de dólares en el continente hasta 2020.
El panel Iberoamérica en la era digital se celebró dentro del foro Latinoamérica Global ,
un espacio de discusión en la Casa de América de Madrid paralelo al X Foro
Económico
De acuerdo con un reporte de 2016 de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología,
México, Brasil y Argentina representan el 91 por ciento de las inversiones en el sector,
siendo el país amazónico el predominante con el 65 por ciento, mientras que México tan
sólo tiene el 16 por ciento.
Desarrollo y desigualdad
La periodización que hemos utilizado en este libro nos sirve para analizar los ritmos de
este proceso a lo largo de los dos siglos analizados. Hemos diferenciado cuatro fases
principales: (1) las décadas posteriores a la Independencia del grueso de los países; (2)
la fase de desarrollo primario-exportador en el marco de la llamada primera
globalización, que cubre las últimas décadas del siglo XIX y las tres primeras del siglo
XX; (3) la industrialización dirigida por el Estado (término que preferimos al imperfecto
de industrialización por sustitución de importaciones), que se enmarca entre dos grandes
crisis: la Gran Depresión de los años 1930 y la “década perdida” del decenio de 1980; y
(4) la etapa de reformas de mercado desde los años 1980, que coincide a nivel
internacional con la segunda globalización. Dada la diversidad de América Latina, estas
fases no se inician ni culminan simultáneamente en todos los países, por lo que una
periodización más precisa puede ser diferente en algunos casos.
En términos generales, la primera fase fue de retroceso en relación con lo que hoy es el
mundo industrializado, aunque de avance en relación con el grueso de las regiones que
hoy se consideran parte del mundo en desarrollo. La última fase también fue de
retroceso relativo, ahora no solamente con el mundo industrializado, sino también con
respecto al promedio mundial y, especialmente, a los países en desarrollo de Asia.
En materia social, los progresos vinieron con más rezago. El lastimoso estado de la
educación a comienzos del siglo XX, incluso en los países que lideraron el desarrollo
regional, es una muestra de ello. Los indicadores de desarrollo humano comenzaron a
mejorar hacia la tercera década del siglo XX y tuvieron sus mayores avances durante la
etapa de industrialización dirigida por el Estado y han mostrado durante las fases de
reformas económicas un estancamiento en relación con el mundo industrializado,
aunque con un continuado avance en educación. En materia de reducción de la pobreza,
los mayores avances durante el siglo XX se dieron nuevamente durante la
industrialización dirigida por el Estado. Después de un cuarto de siglo (y no solo una
década) perdido en esta materia a partir de los años 1980, lo más promisorio es el
avance sustancial que se experimentó en reducción de la pobreza entre 2002 y 2008, que
coincidió con una mejoría en la distribución del ingreso en un conjunto amplio de
países. Los datos existentes, todavía incompletos, indican que estas mejorías se han
mantenido, en general, en años más recientes.
Algunos de estos procesos han sido adversos en materia distributiva y han tenido
efectos más o menos uniformes en la región: la primera globalización tuvo efectos
distributivos desfavorables; la crisis de la deuda de los años 1980 también los tuvo, y lo
mismo puede decirse de los efectos iniciales de la liberalización económica de fines del
siglo XX. Para los países con fuertes excedentes de mano de obra, la presión hacia abajo
que éstos generaron durante una buena parte del siglo XX tuvo también efectos
negativos en materia distributiva. A ello se ha sumado el sello adverso que han dejado
muchas dictaduras militares.
Pero también ha habido fuerzas positivas. A la postre, las mayores ganancias en materia
de igualdad social han sido la abolición de la esclavitud, que ocurrió en forma muy
tardía en algunos países (Brasil y Cuba) y la más lenta erosión de las formas serviles de
trabajo rural que predominaban incluso a comienzos del siglo XX en el grueso de los
países latinoamericanos y siguieron teniendo incidencia por mucho tiempo. La
urbanización sirvió mucho para dar nuevas oportunidades a poblaciones rurales que
habían vivido bajo el signo de la fuerte segmentación social que caracterizaba las
sociedades rurales de la región. El avance tardío de la educación fue también una fuerza
igualadora, que se han materializado en varios países en la mejora distributiva de
comienzos del siglo XXI. Este avance ha sido, sin embargo, incompleto, como se refleja
en los rezagos y desigualdades en términos de la calidad de la educación a la cual
accede el grueso de los latinoamericanos.
Otros procesos con efectos favorables sobre la equidad han tenido resultados menos
homogéneos en la región. La gran migración europea a los países del Cono Sur, aunque
presionó inicialmente los salarios a la baja, tuvo a la larga efectos distributivos
favorables, entre otras cosas porque los inmigrantes trajeron consigo habilidades,
conocimientos y, muy especialmente, instituciones (entre las que se destaca el
sindicalismo) que contribuyeron a difundir los beneficios de los procesos de desarrollo.
Su impacto más benéfico se obtuvo durante las primeras fases de la industrialización
dirigida por el Estado, pero estas ganancias serían posteriormente revertidas en los años
1960 y 1970 por cruentas dictaduras que debilitaron los mecanismos institucionales que
habían servido de base a la mejoría de la equidad. Otros países han tenido giros
institucionales hacia la equidad, muy notablemente los que tuvieron lugar en Costa Rica
a mediados del siglo XX o en Cuba con su revolución. Las reformas agrarias, de muy
diverso alcance, hicieron en general menos de lo esperado en materia de redistribución
de la tierra, pero ayudaron a erosionar las formas serviles de trabajo rural. El
agotamiento de los excedentes de mano de obra rural mezclado con la mejora en los
niveles educativos permitió también mejoras distributivas en algunos países en los años
1960 y 1970.
¿Cuál ha sido el resultado neto de dichas tendencias sobre la distribución del ingreso y
de la riqueza?
La historia es muy diversa y no existe la información para corroborarlo con plenitud,
pero es posible hablar de cuatro fases. La primera fue de deterioro, hasta comienzos del
siglo XX o incluso después en economías con excedentes de mano de obra. A ella se
sucedió una de mejoría, que se dio en forma temprana (desde la década de 1920) en el
Cono Sur por los factores institucionales mencionados, en forma más tardía (en los años
1960 o 1970) en otros (Colombia, Costa Rica, México y Venezuela), pero que no se
produjo nunca en algunos países (Brasil). La tercera fase, de deterioro, la inauguraron
nuevamente los países del Cono Sur, pero se generalizó a fines del siglo XX con la
década perdida y las reformas de mercado. Finalmente, unas dos terceras partes de los
países han experimentado una mejora distributiva en la primera década del siglo XXI, o
quizás desde un poco antes. A largo plazo, puede decirse que la desigualdad en la
distribución del ingreso en América Latina, aparte de ser estructuralmente alta, lo cual
es ampliamente reconocido, es quizás peor hoy que cuando se inició el proceso de
rápido crecimiento económico en la segunda mitad del siglo XIX. De hecho, y pese a la
mejora distributiva de comienzos del siglo XXI, el nivel promedio de desigualdad sigue
siendo peor que el de 1980.
Esto fue particularmente notorio en Argentina, uno de los grandes éxitos de desarrollo a
nivel mundial durante la primera globalización. Le sigue en la lista Venezuela, el mayor
éxito latinoamericano entre las décadas de 1920 y 1960, gracias a su despegue petrolero
y su capacidad de “sembrar” parcialmente sus beneficios, que ha sido sucedido por un
fuerte retroceso relativo posterior. Brasil y México, los grandes éxitos de la
industrialización dirigida por el Estado, siguieron esta ruta poco después, con un
retroceso relativo pronunciado desde la década de 1980. Puede decirse quizás que la
ausencia de “milagros” pero también de grandes crisis y, por ello, la capacidad de tener
un desarrollo pausado pero estable, es el curioso secreto de Colombia. Este patrón de
mayor estabilidad también está presente, aunque con menor fuerza, en Costa Rica y
Panamá, dos de los tres países pequeños más exitosos a largo plazo; el tercero es
Uruguay, pero en este caso en medio de grandes vaivenes en el proceso de desarrollo.
Como se percibe por las consideraciones anteriores, las historias del desarrollo y de la
desigualdad en la distribución del ingreso no han sido paralelas. En los países del Cono
Sur, por ejemplo, las mayores fuerzas hacia la equidad en la distribución del ingreso se
dieron durante la fase en que experimentaron un rezago relativo en materia de desarrollo
económico. Pero a veces los períodos de retroceso han generado efectos distributivos
adversos; el caso más destacado es la década perdida. Así mismo, en algunas ocasiones
los períodos de éxito han sido de deterioro distributivo (la primera globalización en el
grueso de los países, y el “milagro” brasileño, por ejemplo), pero en otras, crecimiento y
equidad han coincidido (como en el auge económico de 2004-2008 y quizás durante
años más recientes).
Esta última ha sido la crisis más severa que ha experimentado América Latina como
región, no solo por la intensidad y durabilidad de algunas de las perturbaciones en los
mercados internacionales (la elevación de las tasas de interés relevantes y la caída de los
precios de productos básicos, que perduraron por poco más de dos décadas), sino
también porque la región debió enfrentar un verdadero cartel de acreedores respaldados
por los principales países industrializados y organismos financieros internacionales, que
implicó que ésta fue la primera vez en que no se hizo uso (excepto por períodos breves)
del principal mecanismo para manejar las crisis financieras que se había utilizado en el
pasado: la suspensión del servicio de la deuda.
Además, como ya lo había indicado la experiencia de fines del siglo XIX, que se
reiteraría a lo largo del XX, el recurso a regímenes autoritarios ha sido frecuente a lo
largo de la historia. Una forma de decirlo es que el triunfo del liberalismo económico,
mucho más gradual y lento que el de las expectativas que se generaron a raíz de la
Independencia, ciertamente no coincidió con el triunfo del liberalismo político, excepto
(y con debilidades) en un puñado de naciones. Por eso, un hecho que se debe destacar es
que desde los años 1980 la región ha vivido por primera vez la inédita coincidencia de
liberalismo económico y liberalismo político.
Los grandes cambios en los modelos de desarrollo han sido tal vez el tema más
destacado en la historiografía económica tradicional sobre América Latina. Aunque
siguiendo las tipologías más tradicionales, esta obra ha mostrado importantes matices.
Se ha mostrado que en varias de las principales economías, en la etapa primario-
exportadora el desarrollo exportador no se concibió como antagónico de la
industrialización moderna promovida a través de aranceles altos. En efecto, América
Latina tuvo entonces, con Estados Unidos y Australia, los aranceles más elevados del
mundo. Aunque la razón fue esencialmente fiscal, muchos países de la región no
pudieron resistir la tentación de usar los aranceles también con motivos de protección.
En cualquier caso, el cambio estructural que se produjo durante esta etapa del desarrollo
fue muy moderado y dejó a América Latina con un inmenso rezago educativo y muy
bajos niveles de industrialización, participando solamente de forma marginal y tardía en
lo que se ha llamado la segunda revolución industrial, después de haber estado al
margen de la primera.
Muchas de las consideraciones previas dejan claro que la “leyenda negra” sobre la fase
de industrialización dirigida por el Estado que ha tejido la economía ortodoxa está
basada más en percepciones ideológicas que en una observación de los resultados
económicos y sociales de dicho modelo. Esta no solo ha sido la etapa de crecimiento
más rápido y estable por un período prolongado, sino también una fase de fuerte
reducción de la pobreza y avance en materia de desarrollo humano. También hemos
argumentado que la crisis de la deuda no fue tanto el resultado de los problemas que
generó dicho modelo de desarrollo sino del ciclo financiero externo agudo que
experimentó la economía latinoamericana en los años 1970 y 1980. El hecho de que las
economías del Cono Sur, que ya habían iniciado el ciclo de liberalización económica,
hayan sido las más afectadas, es tal vez la mejor demostración de ello. Pero tampoco se
puede crear un mito en torno a los éxitos del modelo de industrialización dirigida por el
Estado o pensar en la ilusa idea de volver a un pasado que respondió en sus orígenes al
colapso de la primera globalización más que cualquier otro factor y que, por lo tanto,
resultaría anacrónico bajo la segunda globalización que vivimos hoy.
La principal deficiencia de dicho modelo fue su incapacidad para crear una base
tecnológica sólida. Esta incapacidad tiene profundas raíces, ya que se remonta al rezago
industrial experimentado durante la primera globalización, a los rezagos educativos
acumulados y los aún mayores en construir una base científico-tecnológica propia. A
ello se agregó, desde mediados del decenio de 1970, la reversión del proceso de
industrialización en una etapa todavía temprana del desarrollo, que se reflejó en un
freno e incluso una reversión de la tendencia ascendente de los niveles de productividad
que venía experimentado el grueso de las economías latinoamericanas; esa reversión
tuvo lugar pese al avance de empresas y sectores específicos bajo las reformas de
mercado. En nuestra interpretación, el truncamiento temprano de los procesos de
convergencia de los países líderes de la región, tiene su origen fundamental en estos
fenómenos de carácter estructural. A ello había que agregar que, en los países del Cono
Sur, el fuerte contraste entre la orientación hacia el mercado interno y la debilidad del
desarrollo exportador resultó fatal durante la industrialización dirigida por el Estado, en
tanto que en el otro caso de convergencia truncada, Cuba, el problema fue posiblemente
el opuesto, es decir la excesiva orientación exportadora.
El “sesgo antiexportador” fue un problema que afectó a muchas de las economías más
grandes durante la industrialización dirigida por el Estado, pero un problema que fue
reconocido y dio lugar desde mediados de la década de 1960 a un “modelo mixto” que
combinaba protección con diversificación de las exportaciones e integración regional.
El avance exportador ha sido, por lo demás, el gran éxito de la fase de reformas de
mercado, pero uno cuyos beneficios en materia de desarrollo general siguen sin
materializarse plenamente.
Aquí yace, sin duda, la principal deuda histórica de América Latina. El retorno de la
agenda de la equidad social, el nuevo discurso de “cohesión social” y las tendencias
positivas observadas en este campo en la primera década del siglo XXI son signos
promisorios. El futuro nos dirá si ellas materializaron o no en el inicio de la corrección
de la mayor aberración histórica del desarrollo latinoamericano. De todas formas, y
siguiendo las enseñanzas de la historia, los avances en este plano no serán duraderos si
no se articulan con las necesarias transformaciones educativas, tecnológicas y
productivas, que hagan posible una inserción más dinámica de América Latina en la
economía mundial, de la mano de una profundización de su integración económica y
social.
9 FORMA DE NEGOCIAR
10 COMPETITIVIDAD EN AMÉRICA
América Latina (AL) ha vivido momentos de bonanzas y crecimiento económico, ha
mejorado indicadores en los últimos años tales como pobreza, desigualdad, acceso a la
educación, inversión etc., y aunque ha mejorado en ciertos aspectos, a duras penas se ha
mantenido constante en la posición frente a los países desarrollados, es decir, si bien no
ha subido la brecha entre países, esta tampoco ha disminuido. América Latina tiene
grandes retos y oportunidades para aprovechar en beneficio de la comunidad y su
territorio, en específico para mejorar sus indicadores de competitividad mejorando la
calidad de vida de sus habitantes.
AL presenta actualmente muchos desafíos para ser una región competitiva ya que tiene
deficiencias en términos de ahorro e inversión, presiones inflacionarias, monedas
sobrevaluadas, debilidades en infraestructura económica y social, bajos niveles de
innovación y atrasos en la inversión en investigación y desarrollo como en otros
aspectos, por lo tanto, se debe concentrar en mejorar cada una de estas con el fin de
poder competir, desarrollar sus estructuras productivas y mejorar sus cifras frente al
resto del mundo.
Por lo tanto, para que un país sea competitivo frente a otros, este debe saber optimizar al
máximo sus recursos a partir de la combinación de diversos factores como por ejemplo
capital humano, investigación, capital físico y desarrollo e innovación con el fin de ser
más productivo en la elaboración y producción de bienes y servicios.
El primer pilar que trata los temas de institución; el segundo pilar que se encarga de
evaluar la infraestructura y que para el es importante, ya que esto define en cierto grado
la competitividad de los países; el tercer pilar que es el entorno macroeconómico, ya
que permitiría una mayor regulación y competitividad de la moneda frente al mundo; el
sexto pilar que evalúa la eficiencia de los mercados de bienes así como el octavo pilar
que se encarga de la eficiencia de los mercado financieros y por último, pero no siendo
el menos importante, es el pilar de la innovación ya que AL se ha quedado rezagada y es
una de las regiones en la que menos invierte en innovación, investigación y desarrollo.
Creo que AL concentrándose un poco más en estos pilares puede llegar a mejorar sus
índices, pero sobre todo mejorar el nivel de vida, su crecimiento y desarrollo
económico. (Marcos Gómez, 2017)
América Latina se ha caracterizado por un gran crecimiento en los últimos años, pero
México ha dado la nota nuevamente.
En 2015 los mexicanos tendrán un PIB per cápita menor que el de los ciudadanos de
países como Chile, Argentina y Uruguay, de acuerdo con datos del Fondo Monetario
Internacional (FMI).
México ocupa la posición 66, de un total de 188 naciones, con un PIB per cápita
estimado en 18,370 dólares para 2015 y de 22,818 dólares para 2018.
¿Cuáles son los países con PIB per cápita más alto?
Qatar se ubica en el primer lugar con un PIB per cápita anual de 143,532 dólares para
este año, le sigue Luxemburgo, Singapur y el Estado de Brunéi Darussalam. Mientras
que Estados Unidos está en la posición 11, con 56,421 dólares.
El Fondo mide el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita con la paridad de poder de
compra, es decir, al eliminar las distorsiones que crean los diferentes niveles de precios.
De acuerdo con el Banco Mundial, esta estimación es el PIB convertido a dólares
internacionales utilizando las tasas de paridad del poder adquisitivo. Un dólar
internacional tiene el mismo poder adquisitivo sobre el PIB que el que posee el dólar de
los Estados Unidos en ese país y los datos se expresan en dólares internacionales
corrientes.
Los datos indican que el PIB per cápita ajustado tendrá un crecimiento promedio de
4.4% anual de 2015 a 2020, mientras que el de Chile crecerá en 4.6%.
El aumento en la productividad tiene un impacto positivo en el PIB per cápita, ya que
aumenta la capacidad de pagar mayores sueldos, bajar costos de las empresas y de
generar más utilidades. El Banco de México indicó en su último reporte de inflación que
el ingreso promedio real de la población ocupada ha ido a la baja pese a una tendencia
creciente presentada por la productividad laboral.