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La Minga pone a prueba la gobernabilidad de Duque

Popayán, 21 de marzo de 2019


Este artículo analiza la situación y perspectivas de la protesta social denominada la “Minga
Indígena”, que tiene semi-paralizado al Suroccidente colombiano.
Tesis inicial
En este conflicto se enfrentan las fuerzas y concepciones políticas que se disputan la hegemonía
global, cuales son: a) los globalizadores neoliberales que reconocen formalmente los derechos de
los pueblos y comunidades, pero confían que al final se impondrán las fuerzas del mercado y el
capital (Santos-Obama); b) los nacionalismos conservadores que tratan de atenuar los efectos
negativos (crisis) del proceso de globalización, apoyándose en gobiernos autoritarios y sectores
sociales tradicionalistas, clericales y patriarcales (Uribe-Trump); y c) los pueblos que luchan por
ampliar la democracia, por debilitar a los grandes monopolios financieros y construir un mundo
más equitativo y justo, respetuoso de los derechos de los pueblos y de la naturaleza. Los indígenas,
en este caso, los representan.
La coyuntura social y política
La movilización indígena que protagonizan comunidades de diversas etnias y sectores campesinos
del Cauca, Huila, Sur del Valle y Eje Cafetero, que tiene bloqueada la carretera panamericana entre
Popayán y Cali y, parcialmente incomunicada la vía que conecta a Neiva con Caquetá, ocurre en
medio de una coyuntura política en donde el presidente Duque enfrenta serios aprietos luego de
jugarse a fondo con el tema de Venezuela.
El Consejo Regional Indígena del Cauca CRIC, que es una de las organizaciones indígenas con
mayor experiencia en Latinoamérica, tomó la decisión de realizar una gran movilización social
después de evaluar la actitud del gobierno durante los últimos 6 meses. Constataron que mientras
los delegados gubernamentales dilataban las conversaciones y se negaban a llegar a acuerdos en
las mesas de concertación, paralelamente impulsaban leyes y un Plan de Desarrollo con contenidos
totalmente contrarios a los intereses de las comunidades indígenas.
Además, observaban preocupados lo que ocurría en el ámbito nacional e internacional. Vieron
cómo luego del atentado terrorista a la Escuela de Cadetes de la Policía, el presidente Duque
suspendió las negociaciones con el ELN, fortaleció su alianza con el Fiscal para desprestigiar y
acabar con la Justicia Especial de Paz JEP (eje central de los acuerdos con las Farc), y se puso al
servicio de Trump en su campaña contra Maduro. O sea, mostró la cara que mantuvo oculta durante
los primeros cinco meses de gobierno. Tal actitud afianzó la desconfianza entre los dirigentes y los
movió a organizar y realizar la protesta.
Los actores sociales y sus exigencias
El pueblo Nasa (o “paeces”) es la fuerza principal de la Minga. Habita municipios del nororiente
del Cauca y suroriente del Valle, pero tiene “avanzadas” en la cordillera occidental, Huila, Caquetá
y Putumayo, fruto de desplazamientos ocurridos durante la Guerra de los Mil Días (1899-1902),
años posteriores a la aprobación de la Ley 200 de 1936 y la avalancha del río Páez de 1994. En
total son cerca de 200 mil nativos, de los cuales se han movilizado unos 15 mil, especialmente
jóvenes.
El resto son los pueblos Misak (“guambianos”), Kokonucos, Totoróes, Polindaras, Yanaconas y
otros pueblos más pequeños del Cauca, y comunidades Embera Chamí de Risaralda y Caldas.
Además, cuentan con el apoyo de otras organizaciones sociales, afrodescendientes y campesinas
del Cauca como el Comité de Integración del Macizo Colombiano CIMA. En total, estos sectores
agrupan unas 5 mil personas movilizadas, pero tienen el respaldo de cientos de organizaciones
sociales de todo el país (https://goo.gl/jaoB1h).
Las exigencias se pueden agrupar así:
- Inclusión de las comunidades étnicas en el Plan Nacional de Desarrollo;
- Reconocimiento del campesinado como sujeto de derechos;
- Protección a los líderes sociales que están siendo asesinados;
- Respeto a la consulta previa para realizar proyectos en sus territorios (Convenio 169 OIT);
- Cumplimiento de los acuerdos firmados con las Farc, que les impacta en varios aspectos;
- Fortalecimiento de las políticas de protección del medio ambiente;
- Cumplimiento de los numerosos acuerdos firmados con otros gobiernos.
Giovanni Yule, veterano dirigente indígena afirma que “El Gobierno tiene radicados en el
Congreso unos proyectos que son totalmente agresivos con las poblaciones indígenas”. De acuerdo
con su visión, el gobierno pretende reformar la Ley 160 de 1994, que le quitaría la función
ecológica y ambiental al uso de la tierra en el país. Las comunidades consideran que se quiere
instrumentalizar la tierra y convertirla en mercancía para las multinacionales. También tienen
inquietudes sobre la reforma a la tutela, leyes para limitar la protesta social, control de los medios
de comunicación, el uso del glifosato y el fracking. (https://goo.gl/ekuyYo).
Torpe manejo del gobierno
En el primer contacto que tuvo el gobierno con la Minga, la Ministra del Interior Nancy Patricia
Gutiérrez se negó a tratar con los indígenas temas que ella considera son exclusivos del Congreso.
Ha dicho que “aquí el tema no son las inversiones; el fondo es que ellos son sectores de oposición
al Gobierno” y en tono burlón dijo que las comunidades quieren hablar “del fracking, el control a
grupos paramilitares, las objeciones a la JEP y la mortandad de peces en Hidroituango”. Para el
Gobierno las peticiones de los indígenas tienen un tinte político. (Ídem, Semana).
El actual gobierno desconoce que estos pueblos enfrentaron con relativo éxito al expresidente Uribe
en 2008. En esa ocasión lo obligaron a ir al Resguardo La María (Piendamó) después de un
frustrado encuentro en Cali. El presidente salió con megáfono en mano a un puente elevado de la
calle 5ª a llamar al diálogo a las comunidades que le dieron la espalda y lo dejaron hablando solo.
A los pocos días tuvo que ir a su territorio para arreglar ese desencuentro que fue un duro golpe
para quien en ese momento se creía imbatible.
Pero, además, el gobierno genera más desconfianza al destruir “cambuches” y comida a integrantes
de la protesta en El Cairo, sobre la panamericana; intentaron desalojarlos a mansalva y a la fuerza
de los lugares de bloqueo; el Ministro de Defensa los acusa de utilizar niños en la protesta, de usar
explosivos contra la fuerza pública y de estar “infiltrados” por grupos armados ilegales. Son
acusaciones que no corresponden con la realidad.
El mayor problema que tiene el gobierno consiste en que mientras descalifica las “vías de hecho”,
en Cúcuta el presidente Duque con el autoproclamado Guaidó, el secretario de la OEA y varios
miembros del Centro Democrático, alentaban a cientos de “guarimberos” venezolanos para atacar
con piedras y “cocteles molotov” a las fuerzas de seguridad del Estado venezolano. Los indígenas
caucanos y muchos colombianos notan esa incoherencia. Tal parece que están decididos a cobrar
con creces esa inconsistencia de Duque.
Breve recorderis histórico
Los pueblos indígenas caucanos, especialmente los Nasa, han desarrollado una lucha de resistencia
por más de 480 años. Derrotaron en su tiempo a los conquistadores españoles en Tierradentro
encabezados por “La Gaitana”. En 1700, liderados por el cacique Juan Tama, aprovecharon la
confrontación entre los encomenderos de Popayán y la Corona Española para lograr el “Título de
los 5 pueblos”, que les permitió sobrevivir y disfrutar de ciertos niveles de gobierno propio. En la
época de la independencia se aliaron con los patriotas sin ceder un ápice de su autonomía. Y en el
siglo XX, primero con Manuel Quintín Lame entre 1910-19, y luego, a partir de 1970 con el CRIC,
derrotaron a los grandes terratenientes caucanos y vallecaucanos recuperando buena parte del
territorio despojado1.
Ellos hacen parte de los pueblos que conservan una mirada de largo aliento y una infinita paciencia.
Con los mapuches de Chile y los tzotziles-tzeltales de Chiapas (México) se los considera los únicos
pueblos no vencidos de América.
Análisis y perspectivas
El presidente Duque, alentado por la “lucha contra la dictadura” que considera un éxito porque
subió algunos puntos de aceptación entre la opinión pública y basado en la creencia de que es
imparable la oleada de gobiernos “populistas de derecha”, se ha embarcado en una ofensiva interna
que tiene como objetivo derrotar a las fuerzas de la oposición de cara a las elecciones locales y
regionales.
La Minga se atravesó y puede convertirse en un escenario donde se concentren temas sensibles
como la paz, medio ambiente, cultura, memoria histórica y modelo de desarrollo. Pero también
puede ser un detonante para una rebelión popular de mayor calado contra las pretensiones
autoritarias de un gobierno que hasta ahora no ha construido mayorías ni en el Congreso ni en la
opinión pública.
El vídeo viral elaborado por creativos indígenas de la Minga con el título de “Dile a Duque que
venga al Cauca” (https://goo.gl/aEs1xy) es una muestra de un sentir generalizado que ha surgido
entre amplios sectores de la ciudadanía. Si Duque no calibra bien la respuesta y el tratamiento a
esta lucha indígena, puede crear una situación parecida a la de Santos cuando dijo su más famosa
frase: “El tal paro nacional agrario no existe”.
Pero, del otro lado, si la dirigencia indígena no logra ganar más aliados para una causa que de por
sí es general, pero que mucha gente desconoce, y si no se sensibiliza frente a los graves
inconvenientes y pérdidas que sufre la población de las ciudades afectadas por el bloqueo de la
principal carretera de la región, puede también crear condiciones para que el gobierno justifique la
represión abierta.
La Minga le mide el aceite a Duque, pero el desenlace es incierto.
E-mail: ferdorado@gmail.com / Blog: https://goo.gl/UmU76A

1
Dorado, Fernando (2017). “El Cauca en su momento de cambio – Sociedad abigarrada, pueblos rebeldes, futuros
posibles”, Editorial Raizal, Bogotá, Colombia.

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