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Explicacion del poema Laberintos.

Sobre el título.
El horizonte en el que la vida tiene que llevar a cabo su realización no es precisamente el de una
llanura tranquila manejable, sino, todo lo contario, un mar de inquietudes y dudas que se van
bifurcando cada vez que llegamos a la certeza de un asunto en particular. No hay un camino recto o
expedito que permita comprender la existencia. Para afrontar la vida, para asumir las consecuencias
de existir en el mundo, el hombre debe encontrar la manera de sortear los senderos sinuosos y de
difícil acceso, a fin de encontrar una luz de serenidad al final de todo el trayecto. No es un solo
laberinto, pues no es una única vida la que debe enfrentarse al lenguaje indescifrable del destino, sino
que son laberintos, es decir, avatares y circunstancias que conforman una totalidad inabarcable.
Primera estrofa.
La fugacidad de la vida y las artimañas de la imaginación son elementos fundamentales en un proceso
de configuración, de dar un sentido y orientación al hecho de vivir. En pocas palabras, el tiempo se
diluye en un deseo irremisible e irreprimible por alcanzar un fin concreto.
Segunda estrofa.
A primera vista, el destino pareciera que nos devela de forma absoluta complejidad de la vida,
haciéndonos creer, en nuestra ingenuidad, que el camino hacia la trascendencia se alcanza de manera
sencilla y sin mayores complicaciones. Sin embrago, el tiempo nos demuestra las variantes claro-
oscuros que se van sucediendo en un proceso dialéctico. La existencia, por tanto, es una contradicción,
una paradoja que no encuentra un puerto diáfano en el cual atracar. Esto hace pensar de inmediato,
en la compleja relación que se establece entre el hombre y la verdad. no hay verdades ni dogmas
absolutos que puedan proporcionar seguridad a l espíritu inquiero. En eso consiste precisamente la
vida, en arreglárselas para llegar a la felicidad sin ningún tipo de certeza indubitable.
Tercera estrofa.
No tenemos total certidumbre de los acontecimientos que se han dado en la historia. No sabemos cuál
es el objetivo de haber nacido y, mucho menos, sabemos hacia qué lugar nos dirigimos cuando la
finitud llegue a su culmen. El hombre se mueve en diferentes escenarios y facetas que le van dando
ciertas características que estructuran su identidad. no obstante, no es solo la racionalidad y el uso
lógico del lenguaje y el pensamiento lo que prima en el ser humano. También hay una parte de éste
se cifra en lo irracional e incomprensible. No sabemos que produce mayor placer si el pensamiento
sistemático y estructurado o el caótico control de las sensaciones sobre el espíritu.
Cuarta estrofa.
La sangre y el sufrimiento tiende a olvidarse. Los acontecimientos históricos anulan cualquier
personaje o hacho que pueda contradecir su gloria y brillante victoria. No es el odio, ni las guerras
como máxima expresión de la barbarie, sino el amor desinteresado el que puede dirigir al hombre, a
apresar de la penumbra y de los inhóspitos laberintos, a la meta, al fin de su existencia. El tiempo no
es el que tiene la última palabra en la historia y en los seres humanos, sino el amor como forma de
lograr vislumbrar la felicidad tanto subjetiva como intersubjetiva.
Explicación del poema particularidad.

Sobre el título
Es imposible no detenerse en medio del ajetreo y turbulentas dinámicas de la realidad y la historia
para reflexionar sobre el lugar que cada sujeto cumple en el mundo. Un yo que se pregunta por su
identidad y sus circunstancias es aquel que logra reconocerse a sí mismo como una pieza fundamental
en el engranaje de lo real, pero también es capaz de dar la importancia que las coas u objetos que le
rodean. Lo esencial, por tanto, consiste en no ceder el paso a la maquinaria arrolladora de una
intersubjetividad que cumple las ordenes de un sistema de dominio y represión, para asimilar el hecho
concreto de mi vida y de situación en el mundo; no puedo permitir que mi existencia se diluya en el
anonimato de un conglomerado masificado y decadente.
Primera estrofa.
Apelar a la reflexión en la apertura de cosmos es una actividad que supone pasar de la mera
inmanencia a la trascendencia, es decir, el yo, el espíritu logra salir de sí mismo para encontrase con
aquello que es diferente de él, pero que le brinda posibilidades de configuración existencial. No
obstante, tal apertura al mundo no supone, obviamente, la pérdida del yo en la realidad, esto es, lo
universal no puede subsumir las potencialidades de lo particular y concreto.
Segunda estrofa.
La vida no es algo dado, algo que ya esté estructurado desde sus orígenes. El hombre ha de someterse
al devenir y al decurso histórico para dar una forma a su propia vida. Él está inmiscuido en las
dinámicas de la realidad y es en ella donde logra entenderse como proyecto, como algo que debe
construirse. Proyecto que toma tiempo y, por ende, el hombre debe saberse como un peregrino, un
caminante que sigue un itinerario incierto.
Tercera estrofa.
El hombre es un ser de espera y de esperanza en un cambio radical de las estructuras de la realidad y
de la historia. Aguarda con expectación el surgimiento de un discurso que esté comprometido con
una liberación verdadera, con una auténtica renovación del mundo. Esto ha de ejecutarlo en el tiempo,
en la finitud que lo acosa constantemente y en las inclemencias de la injusticia. Aun así, aunque el
hombre experimente el apogeo y la decadencia de la vida, ese suspiro entre dos nadas, se mantiene
firme en la determinación de contemplar, de percibir y sentir las caricias de lo infinito e incorruptible.
Cuarta estrofa.
El ser interior busca la manera de una adecuad expresión. La exteriorización es el gran peligro al que
está sometido el hombre cuando es arrojado a l mundo. ¿por qué mejor no permanecer en la quietud
del yo interno? Porque es precisamente el hecho de haber realizado alguna cosa mientras vivimos lo
que, al final de todos, demostrará si valió o no la pena tantos sufrimientos. El hombre es el único ser
al que siempre se le pasa el tiempo de su realización, es decir se esfuerza tanto en dejar una huella
que prolongue su existencia por los siglos que, en última instancia, todos los proyectos se estancan o,
en el peor de los casos, quedan a mitad de camino.
Explicación del poema La realidad sin lenguaje.
Sobre el título
Pareciera contra-intuitivo afirmar que la realidad puede darse sin un sistema de signos ya sea
convencionales o naturales que periman su trasmisión y comprensión. Estamos acostumbrados a
expresar las ideas o impresiones que se tiene sobre objetos de mundo a través de un conjunto de
caracteres que, dada una cierta organización, adquieren significado. Empero, es importante ver otra
acerca de la realidad y, a su vez de la función que cumple o no cumple el lenguaje, en tanto que los
límites del lenguaje pueden estar determinados por el mundo y viceversa. La realidad inexpresiva,
muda, contemplativa y extremadamente inactiva es aquella que va más allá de lo meramente
expresado en palabras, llegando a una dimensión que podríamos denominar mística, en la cual el
pensamiento y las palabras se quedan cortas ante lo inefable e incomprensible. El silencio, por tanto,
se convierte en la pieza fundamental de una nueva forma de concebir e interpretar la realidad. No
hay necesidad de hablar para transmitir un mensaje; en nuestro caso, el punto determinante está en
dejar que la mirada se pierda en un lenguaje infinito que tiene una cara de silencio y reverencia
absolutos.
Primera estrofa.
Vivir es experimentar una inseguridad casi absoluta. Constantemente nos estamos enfrentado a
diversos interrogantes que producen desasosiego y zozobra, desencadenado una suerte de sufrimiento
o angustia ante las mismas ideas que imperan en el mundo. Tanto el abismo insondable de la duda
como los óbices puestos por los sentimientos son formas en las que el hombre descubre la amplitud
de las posibilidades.
Segunda estrofa.
La insoportable e infranqueable disputa entre la razón y la imaginación se prolonga sin término a lo
largo del tiempo. El pensamiento puede apagar la llama de la pasión y el gélido raciocinio puede
desmoronar el deseo de liberación que arde al interior del espíritu.
Tercera estrofa.
El universo conspira a favor del ser, de la vida que se va gestando en lo secreto y oculto. El momento
definitivo, es decir, en el que la verdad se revela como una variable, supone un terror incomparable
ante lo desconocido. El hombre teme a la inmensidad de lo posible.
Cuarta estrofa.
El lenguaje es insuficiente ante las situaciones límites de la vida. No es suficiente un discurso que
tenga por objeto la persuasión de los sentidos y el pensamiento, cuando el paso definitivo que debe
dar el hombre consiste en ejecutar el salto hacia el vacío, apropiarse del vértigo que la vida le
proporciona para buscar nuevas alternativas para redimir su dolor.
Quinta estrofa.
La mirada se pierde en un horizonte que la obliga a callan ante lo ignoto. Los ojos que lo han visto
todo, estando sumidos en la densa penumbra, sólo pueden expiar y purgar su complicidad
sometiéndose a un sentimiento que exteriorice las pasiones reprimidas. Las lágrimas son el nuevo
lenguaje mediante el cual el hombre entra en relación íntima con la realidad.
Sexta estrofa.
Cunado las esperanzas se ven cada vez más cercadas por la resignación y las frustraciones, una luz
de conformidad se eleva sobre el desnudo firmamento. Tal luz es el arma utilizad por la memoria para
no sucumbir a la aniquilación. La historia se entiende como una cadena de acontecimientos que, en
última instancia, no son más que el conglomerado de ruinas que dan forma a una civilización en un
periodo de tiempo determinado. El asunto importante está en la actitud que debe asumir el hombre
ante los hechos, es decir, no tergiversar el lenguaje para crear una realidad acorde a sus intereses más
ínfimos.
Séptima estrofa.
La vida se constituye como un camino en el que hay que decidir irremediablemente. El destino
presenta una pluralidad de senderos que implican tomar decisiones, a veces sin la reflexión adecuada.
Sin embargo, no llegamos a un consenso cuando se trata de lanzarse al fluir del tiempo o detenerse y
planear los siguientes pasos. Hay una disputa entre la permanencia y el devenir, entre lo incólume y
lo corruptible.
Octava estrofa.
En los límites de la vida, el hombre puede logar reencontrase con aquello que se le ha borrado de la
memoria. El canto de la vida y de la historia tiene una armonía que debe ser interpretada por el
hombre. No es que la realidad desaparezca o sea aniquilada por una fuerza que supera la naturaleza o
al hombre, sino que es el hombre mismo quien se encarga de dejar en un rincón atemporal aquello
que le da significado a la vida.
Novena estrofa.
Hay que vencer el temor a dejarlo todo y arriesgar la propia vida para que adquiera sentido. La lucha
contra el tiempo se devela como una carrera que determina la identidad tanto de las sensaciones
pasajeras como de los ideales por realizar. El asunto no es tanto la desaparición terrenal, como el
hecho de vagra por el mundo sin ninguna noticia que comunicar a los otros.
Décima estrofa.
Antes de la muerte las puertas de la posibilidad de abren de par en par. Es tal la magnitud del destino
que la vida se puede extraviar creyendo que ha elegido el camino correcto. La vida, en consecuencia,
se entreteje con la contingencia, con el ser y el no-ser que se debaten sin descanso. Para que la vida
pueda degustar, aunque sea en grado mínimo de la plenitud, debe abandonar sus presupuestos y
categorías para hacer uso de medidas y recursos que parecer extraños y muy poco ortodoxos para el
mundo en general.

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