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La fotografia de paisaje

La fotografía de paisaje es muy popular dado que puede


realizarse con un equipo bastante limitado y nos gusta plasmar
esos rincones de gran belleza que hay en toda nuestra
geografía. Muchos empezamos por el paisaje por su accesibilidad,
su practicidad o simplemente porque estamos de viaje
en una localización y queremos unos recuerdos o imágenes
que enseñar a la familia y amigos. No es difícil obtener
buenos resultados en forma de fotografías con un agradable
aspecto turístico. Sin embargo conseguir impactantes imágenes,
con los máximos niveles de calidad, es tarea que queda
muy lejos de estas prácticas eventuales.
Aunque muchas personas se sienten al principio intimidadas
por los equipos que consideran pesados, caros y difíciles
de manejar, así como por el aprendizaje de la técnica, la
durabilidad de los materiales y las satisfacciones nos compensarán
cualquier inversión.
Iniciarse
A la hora de empezar a fotografiar el paisaje puede ser
una buena idea aprovechar el apogeo de las estaciones,
visitar enclaves naturales y buscar plasmar la floración de la
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primavera, la sequedad del verano, los colores del otoño, así
como las nevadas y los hielos del invierno. Los fenómenos
meteorológicos o naturales nos aportarán imágenes inusuales
de las localizaciones en un estado diferente.
Los bosques caducifolios y los cauces de agua llaman nuestra
atención en otoño, los prados en primavera o las montañas
en invierno. En la costa podemos encontrar algas tapizantes
que recubren las rocas en determinadas épocas, dependiendo
de la latitud, y aprovecharemos las mareas, los temporales...
Con el tiempo veremos que todo lugar tiene múltiples
posibilidades, aunque conviene empezar con los momentos
más evidentes que despierten nuestra inspiración.
Con respecto a las horas de trabajo, no hay una regla, obtendremos
imágenes espectaculares a lo largo de todo el día.
Deberemos dosificar nuestro interés y esfuerzo y administrarnos
para sacar el máximo partido del tiempo. Generalmente
aprovecharemos todos los amaneceres, atardeceres y horas
crepusculares y nocturnas para fotografía de paisaje o de
sujetos (fauna y flora) en el paisaje. Las horas centrales de un
día soleado se suelen dedicar a localizar, aunque podemos
tener un encuentro fortuito y vernos forzados a trabajar bajo
condiciones difíciles de luz. En estos casos los valores los
aportarán las composiciones, la creatividad y suplir las carencias
del momento mediante el uso del equipo (filtros, flashes).
Es posible lograr una gran imagen a las doce del mediodía
del verano, pero no es una buena idea tratar de iniciarse con
retos difíciles. Los días nublados proporcionan numerosas
posibilidades si tenemos una surtida variedad de filtros y sabemos
cómo aplicarlos.
Equipo mínimo: Cámara. Objetivo zoom angular.
Ampliación de equipo: Trípode. Cable disparador. Objetivo
zoom focal media-larga. Flash. Filtro polarizador.
Avanzado: Cámara de altas prestaciones. Funda de lluvia.
Portafiltros y filtros degradados. Filtro de densidad neutra. Teleflash.
Difusor. Frontales de color calibrados para el flash.
Con estos accesorios bien manejados, las posibilidades se
amplían enormemente y nuestra fotografía de paisaje se verá
notablemente enriquecida, especialmente en contraluces y en
largas exposiciones.
Fotografiar el paisaje
La fotografía de paisaje nos requerirá grandes dosis de paciencia,
de previsión y de observación.
Por lo general suele ser bastante premeditada. Son raras las
ocasiones en las que, buscando localizaciones, nos encontremos
con un encuadre con posibilidades y en una hora de
luz óptima para nuestros propósitos. Normalmente se hace la
localización y se regresa a ella en las condiciones deseadas:
en días especiales de luz o si se pronostica un fenómeno
meteorológico o natural. Es así como sacaremos el máximo
partido a un lugar y transmitir las sensaciones de nuestras
vivencias: una luz dorada de atardecer tras la tormenta, una
niebla que se desvanece, un arco iris, una fuerte nevada
nos transmiten la sensación de que algo único y efímero
está sucediendo.
Para buscar encuadres, por lo menos en un inicio, resulta de
gran ayuda liberarse del peso de buena parte del equipo y
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recurrir sólo puntualmente a la cámara para afinar una idea,
mientras se dedica el tiempo necesario a una tranquila exploración
del entorno. Una vez en el momento de plasmar las
tomas hay que realizar un esfuerzo de concentración para
insistir hasta agotar las posibilidades del lugar en cuanto a
encuadres, para obtener el resultado deseado o bien para
descubrir nuevos puntos de vista. En este sentido es fundamental
el análisis de los elementos que constituyen la composición,
así como los condicionantes técnicos de la toma,
como la medición de la luz, la estabilización del equipo o la
elección de un determinado tratamiento del color.
El gran paisaje
Hay paisajes que conforman grandes escenarios, que suponen
la esencia descriptiva de una localización.
Por lo general son tomas abiertas realizadas con un gran
angular, que transmiten sensación de lugar.
Las laderas de las montañas y otros puntos elevados y dominantes,
miradores naturales, suelen ofrecernos vistas amplias
de valles, dunas y el entorno en general. Buscar una referencia
clara en el paisaje ayuda también a que la fotografía
obtenida sea representativa de un lugar, ganará mucho en
contenido. Debemos estar atentos a los perfiles reconocibles
de la orografía del terreno, un pico, un macizo montañoso, un
río, una torre vigía, un castillo. De esta forma nuestra imagen
podrá tener un título concreto, dejará de llamarse “troncos
y niebla”, o “montes y nubes”, para llamarse, por ejemplo,
“Atardecer en Picos de Europa”, o “Valle de Ordesa”.
Realizar fotos desde los impresionantes miradores naturales
no resulta difícil siempre que saquemos un buen partido a las
composiciones. Podemos enfatizar la grandeza del paisaje,
perdiendo de forma premeditada las referencias de primer
plano y encuadrando directamente a una distancia que nos
deje envolvernos en la imagen. Es posible rodearnos de
agua con sólo andar unos pasos dentro del mar, o bien flotar
entre nubes si es lo que utilizamos como primer plano del encuadre.
Esa sensación de lugar nos permite adentrarnos en la
imagen y contagiarnos de la magnificencia del espectáculo
que contemplamos.
Otra opción es ganar profundidad incorporando algún elemento
próximo como sujeto de referencia.
Perdemos la sensación de flotar o volar en el paisaje y ganamos
en composición, con mayor profundidad e interés si el
sujeto es adecuado.
La fotografía de paisaje se asocia, de forma casi inherente, a
una mayor calidad en los resultados, debido al uso de mayores
formatos de película, que permiten obtener ampliaciones
con una considerable calidad. Por ello un paisajista debe
utilizar equipos digitales con buenos tamaños de fichero y
resolución. Es cierto que el paisaje bien realizado luce mucho
en formatos de reproducción grandes, donde los detalles cobran
protagonismo y la escena en conjunto puede ser apreciada
en toda su dimensión.
Ello conlleva saber apreciar las posibilidades del encuadre,
buscar y sacar partido a esos pequeños detalles que luego
resaltarán en la reproducción. Desde el punto de vista de la
composición, de la ordenación de los elementos, es dónde el
fotógrafo se enfrenta al reto de la profusión de componentes
y a decidir cuáles aparecen en la escena y cuáles y cómo
se descartan.
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Extracciones
Fotografiar el paisaje con un teleobjetivo requiere de cierto
entrenamiento para saber ver, y sobre todo a la hora de
conseguir sensación de profundidad mediante el uso de
la perspectiva.
En muchos casos no se presenta como una vista magnífica
que abarca valles y montañas, sino que nos llama la atención
pequeños rincones y escenarios en detalle. En tales casos la
focal a emplear suele salir del rango angular para entrar en
el tele medio. Una focal entre 60 y 200 mm nos permitirá
aislar esos encuadres, en los que componer suele resultar
más sencillo, sobre todo por la posibilidad de elegir entre
unos pocos elementos de la escena. En algunos casos es
posible que echemos de menos una focal más larga, como
un 400 mm.
En muchas ocasiones una composición en un gran paisaje es
muy difícil de resolver a causa de querer mostrarlo todo. No
suele ser buena idea, dos o tres elementos bien posicionados
suelen dar como resultado una imagen agradable en su disposición.
Para componer con una focal media o larga se
hace casi imprescindible la elección de un objetivo de focal
variable, que nos permita crear de forma ágil, sin necesidad
de variar de posición.
Las extracciones permiten evitar que aparezca el cielo, o
bien todo lo contrario, mediante el posicionamiento en picado
o contrapicado. Al plasmar en el encuadre superficies
reducidas no es difícil buscar puntos de vista subjetivos o
complementar su iluminación.
Panorámicas
La imagen panorámica no presenta un aspecto en proporción
al formato 24x36 mm, es más alargada en uno de sus lados.
Hay varias formas de obtenerla:
- Seleccionando el encuadre y cortando la imagen original.
- Realizando varias tomas consecutivas y posteriormente
uniéndolas mediante un programa informático.
- Utilizando una cámara de formato panorámico.
Selección de encuadre. Esta modalidad está al alcance de
cualquiera. Se trata de elegir una composición dentro del encuadre
original y recortarla alterando sus proporciones para
que resulten más alargadas. En muchas ocasiones incluso
realizamos la toma de forma premeditada, dejando zonas
sin interés que luego serán cortadas para obtener la imagen
panorámica. Es una forma muy versátil y rápida de realizarlas.
Mi recomendación es crear dos o tres formatos de lienzo
en blanco, con una proporción que nos agrade, en mi caso
proporciones clásicas de emulsión, 2:1 y 3:1, con el ancho
o el alto de la captura de cámara, según se trate de panorámicas
horizontales o verticales. En este lienzo se coloca la
imagen y se mueve hasta encontrar el encuadre deseado. Se
acopla la imagen, se incluye la información de los campos
IPTC indicando el procedimiento de obtención y se guarda
con un nombre adecuado.
Unión de imágenes. Cuando queremos hacer fotografía panorámica
con una cámara convencional, se toman varias
imágenes ligeramente superpuestas del paisaje, con el equipo
debidamente nivelado, para después unirlas y obtener una
única imagen panorámica que podremos ampliar a gran
tamaño. Aunque es posible elaborar secuencias consecutivas
de un paisaje con un equipo normal y unirlas mediante un
software adecuado, si vamos a realizar panorámicas con
cierta asiduidad debemos plantearnos adquirir un soporte
panorámico o, mejor aún, una rótula panorámica.
· El deslizador o soporte panorámico se monta sobre la rótula
del trípode, de forma que el eje de giro se ajuste al eje
horizontal del movimiento del trípode. El deslizamiento para
encuadrar lo realiza la rótula del propio trípode. Esta montura
no permite la obtención de panorámicas verticales y sus
prestaciones son limitadas.

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