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INTRODUCCION

La anulabilidad es, en derecho, una causa de invalidez de un acto jurídico, que


deriva de un vicio de la voluntad, en cuanto a la nulidad se da cuando en el
contrato falte un elemento esencial. Estos son dos factores que se puede dar
en un contrato para que este no se efectué, estas cosas fueron estipuladas en
el Derecho Romano y que son utilizados hoy en día ya que son de gran utilidad
para poder crear un vínculo jurídico entre dos personas.
En el presente trabajo nos explica más sobre cómo se puede dar estas cosas
en un contrato jurídico además de sus clasificaciones que llegan a llenar
algunos vacíos jurídicos que se nos presenten.
Objetivo.
El objetivo principal de este trabajo es aprender sobre el derecho romano sobre
los temas de nulidad y anulabilidad que son temas de suma importancia y
también aprender sobre los contratos que son importantísimos para esta
sociedad y en el derecho romano se crearon sus bases y de aquí emana su
clasificación.

Nulidad de los actos o negocios jurídicos

Nulo (inexistente) es aquel acto o negocio jurídico que existe sólo en


apariencia, o sea de hecho, pero que jurídicamente no subsiste. La nulidad es,
pues, la negación de la existencia jurídica de un acto. Así será nulo
el testamento en que fuese preterido un hijo sujeto a la patria potestad, o que
no contuviese la institución de heredero, o al que la faltase alguna solemnidad.

Cuando el acto es nulo (inexistencia) no se requiere acción alguna para


conseguir su nulidad, antes al contrario, el ejercicio de tal acción es imposible,
puesto que legalmente no existe acto o negocio alguno que haya de ser
anulado. Por consiguiente, en el caso propuesto, los herederos legítimos, en
vez de exigir que el testamento sea anulado, promoverán sin más la hereditatis
petitio, y si, por ventura, les fuese opuesto el pretendido testamento, bastará
que nieguen la existencia jurídica del mismo. En caso de controversia, el juez
deberá ciertamente resolver si el testamento tiene o no existencia jurídica; pero
tan luego como lo declare inexistente dará lugar, sin más, a la sucesión
intestada y condenará al convenido a la restitución de las cosas hereditarias,
por no existir jurídicamente el testamento en virtud del cual éste pretendía
poseerlas. En otros términos: la sentencia condenatoria se fundará en la
inexistencia del pretendido testamento, pero no se puede decir que lo anule,
porque no se puede anular lo que no existe.

- Anulabilidad de los actos o negocios jurídicos

Anulable (rescindible) es el acto o negocio jurídico que, si bien tiene existencia


jurídica, puede ser impugnado por una de las partes o por un tercero interesado
que tenga derecho a ello; a consecuencia de esta impugnación, el acto jurídico
puede ser declarado ineficaz. Hasta tanto que el acto jurídico anulable no ha
sido impugnado por quien tenga derecho para ello, continúa subsistiendo, y así,
por ejemplo, un acto jurídico realizado por dolo o por violencia ajena no es nulo,
sino que tiene existencia jurídica mientras el engañado o el amenazado no
ejerciten el derecho de exigir su anulación. Si el engañado o el amenazado no
quieren usar de su derecho de impugnar el negocio jurídico afectado del vicio
de violencia o de todo, la otra parte no puede prevalerse de la anulabilidad del
negocio.

La invalidación de un acto puede existir desde el principio o puede sobrevenir


posteriormente. El acto no es válido desde el principio, cuando le falta un
requisito esencial a su existencia, o cuando es contrario a una ley prohibitiva.
Las causas por las cuales una acto jurídico originariamente válido queda
después invalidado, son varias, según la naturaleza del acto, y no admiten una
clasificación general; por ejemplo, podemos citar el rompimiento del testamento
por el nacimiento de un postumus suus preterido.

A veces, el acto jurídico se invalida a consecuencia de una prescripción legal


que tuvo presente el que lo realizó, pero conteniendo en sí dicho acto todos los
requisitos previstos por otra disposición legal, y puede, por tanto, ser válido en
este aspecto. En nuestro derecho, una obligación cambial, por ejemplo, puede
ser válida como obligación civil, adoleciendo, no obstante, de la falta de algún
requisito de esencia que la impide valer como obligación cambial. Puede
también valer como donación un contrato.

Asimismo, un acto inválido puede ser convalidado posteriormente. A este


respecto, preciso es distinguir el caso en que cesa la causa de invalidación, de
aquel en que el acto se ratifica.

En cuanto al primer caso, rige la regla general por la que el acto jurídico nulo
no se convalida por la cesación de la causa de nulidad. Solamente por vía de
excepción la ley admite que con posterioridad pueda añadirse válidamente el
acto lo que originariamente le faltaba para su validez, lo cual ocurre
especialmente cuando la invalidación provenía de la falta de consentimiento de
una tercera persona, posteriormente obtenido; como, por ejemplo, en derecho
romano, cuando el curador aprobaba posteriormente la venta hecha por el
menor, o cuando el padre aprobaba el mutuo de dinero hecho a su hijo de
familia.

En cuanto al segundo caso, hay que distinguir los actos nulos de los actos
anulados. Un acto jurídico nulo por defecto de formalidad o por un motivo de
orden público, no puede ser subsanado por acto alguno confirmativo; porque,
en efecto, un acto que no existe no puede ser susceptible de confirmación. Lo
que impropiamente se llama confirmación de actos nulos no es tal
confirmación, sino un acto nuevo, que, reuniendo todas las condiciones
impuestas por la ley, producirá todos sus efectos, pero sin tener fuerza
retroactiva. Un acto jurídico anulable puede, por el contrario, ser confirmado o
ratificado por quien tiene derecho a impugnarlo y llegar a ser válido por
prescripción de las acciones de nulidad o de rescisión.

La invalidación puede también ser parcial, ya respecto al contenido del


negocio, ya respecto a las personas. Un contrato que obliga sólo a una parte se
llama negotium claudicans; como sucede, por ejemplo, en la venta hecha por el
pupilo sine tutoris auctoritate, en la cual sólo se obliga el comprador.

Clasificación de los contratos.

1º Contemplados en relación con su origen se distinguen los contratos iuris


civilis (derecho civil) de los iuris gentium (derecho de gentes), según que sólo
puedan concluirse entre ciudadanos o también entre ciudadanos y extranjeros
o extranjeros entre sí. A los del último grupo, que nacieron del desarrollo de las
relaciones comerciales entre Roma y los otros países del Mediterráneo y que
se afirmaron a través de la jurisdicción del pretor peregrino, pertenecen
especialmente los cuatro contratos consensuales de venta, locación, sociedad
y mandato.

2º. Considerados desde el punto de vista del modo de formación, es decir, de


la manera como se perfeccionan, o, si se prefiere, de la causa civilis a que se
reconocía la virtud de elevar la convención al rango de contrato, se dividían en
cuatro grupos: verbis, litteris, re y solo consenso (verbales, literales, reales y
consensuales).

Los verbis, se perfeccionaban mediante el empleo de palabras solemnes o


sacramentales, como ocurría con la estipulación.

Litteris eran aquellos que, sólo quedaban concluidos mediante inscripciones o


asientos labrados en los registros o codex que llevaban los ciudadanos.

Eran re los que se perfeccionaban por el consentimiento, seguido de la entrega


de una cosa, como el mutuo, el comodato, el depósito y la prenda.
Y por último, solo consenso eran los que quedaban concluidos por el mero
cambio del consentimiento de los contratantes, sin ninguna otra formalidad,
como la venta, la locación, la sociedad y el mandato.

Contemplados desde este mismo punto de vista se dividían también los


contratos en formales y no formales. Eran formales aquellos que requerían
para su perfeccionamiento el empleo de formas solemnes, y no formales los
que no exigían formalidad alguna para su conclusión. Eran formales el nexum,
los verbis y los litteris; no formales los reales y los consensuales.

3º Considerados desde el punto de vista de sus efectos, los contratos podían


dividirse en Roma, según la terminología impuesta por los interpretes
modernos en unilaterales y sinalagmáticos.

Eran unilaterales los que engendraban obligaciones a cargo de una sola de las
partes contratantes, como ocurría con la estipulación, en que solo se obligaba
el promitente y con el mutuo en que el único que quedaba obligado era el
mutuario.

Sinalagmáticos, en cambio, eran los que engendraban obligaciones para todas


las partes contratantes, como ocurría con la venta, la locación, etc.

Entre los sinalagmáticos se distinguieron a su vez, los perfectos de los


imperfectos. Se les llamaba sinalagmático perfecto al contrato que, desde el
momento mismo de su conclusión, engendraba obligaciones para todas las
partes, reservando la calificación sinalagmático imperfecto para aquellos otros
en que, al concluirse el contrato, sólo nacían obligaciones para una de las
partes contratantes, pero que luego, por circunstancias posteriores y
eventuales, podían engendrarlas también para la otra parte. Tenemos un
ejemplo en el comodato, el contrato al concluirse, no creaba obligaciones sino
para el comodatario: cuidar la cosa prestada y restituirla al vencimiento del
término señalado, pero si él realizaba gastos extraordinarios para su
conservación, nacía a cargo del comodante la obligación de reembolsárselos.

Los contratos sinalagmáticos imperfectos se reconocían fácilmente, porque


daban lugar a dos acciones del mismo nombre, a una de las cuales se le
agregaba el aditamento directa y a la otra el de contraria; ejemplo: actio
comodati directa y actio comodati contraria, actio mandati directa y actio
comodati contraria.

Eran sinalagmáticos perfectos la venta, la locación y la sociedad;


sinalagmáticos imperfectos el comodato, la prenda y el mandato.

4º El dualismo entre ius civile y la equitas se manifiesta también en materia


contractual con la distinción entre los contratos de derecho estricto y los de
buena fe, de donde resultaron las acciones stricti iuris y bonae fidei
respectivamente. Tratase de una clasificación en que se considera a los
contratos desde el punto de vista de los poderes de apreciación que con
relación a los mismos, se confieren al juez.

Eran contratos de derecho estricto aquellos para cuya interpretación el juez no


debía tomar en cuenta consideración alguna extraña a los términos mismos del
contrato.

Los de buena fe, en cambio eran aquellos otros para cuya interpretación y
ejecución el juez gozaba de mayor amplitud de criterio. Debía estatuir ante
todo, según la equidad, y teniendo también en cuenta la buena fe e intención
presunta de las partes.
Contratos de derecho estricto eran en Roma los verbales, los litteris y el mutuo.
De buena fe, el comodato, el depósito, la prenda y todos los consensuales.

En general todos los contratos unilaterales eran de derecho estricto; en cambio,


todos los sinalagmáticos, tanto perfectos como imperfectos, eran de buena fe.
La razón de tal diferencia radica en la circunstancia de que del contrato
unilateral sólo nacía una sola obligación, por lo cual el juez no tenia más que
encerrarse en el examen riguroso de la misma, mientras que en el contrato
sinalagmático, en cambio, la obligación del demandado era correlativa de la del
actor, por cuyo motivo era lógico que el juez investigase de qué manera había
procedido este último en el cumplimiento de la que había quedado a su cargo.
Estaba pues obligado a enfocar el contrato bajo todos sus aspectos, tomando
en consideración cuanto pudiera sugerirle la equidad.

5º Considerados desde el punto de vista de su naturaleza, se dividían los


contratos en gratuitos, como el mutuo, comodato, depósito y onerosos, como la
compraventa, locación, etc. Eran gratuitos aquellos que proporcionaban a
alguna de las partes, sea el acreedor, como el deposito, sea el deudor, como
en el comodato, una ventaja independiente de todo sacrificio o desembolso de
su parte, y onerosos aquellos que implicaban sacrificios o desembolsos
recíprocos.

6º Los contratos onerosos admitían una nueva división en conmutativos,


cuando las prestaciones a cargo de las partes eran ciertas, y aleatorios cuando
estas dependían de un acontecimiento incierto, es decir, del azar.

7º Según la relación de dependencia que entre ellos pudiera existir, los


contratos se dividían en principales cuando desempeñaban una función propia,
existiendo por sí mismos, como la venta, la locación o el préstamo, y
accesorios cuando su existencia no se justificaba sino en razón de otros
contratos a los cuales iban unidos como la fianza.

8º Por último, atendiendo a su calificación, los contratos se dividían en


nominados e innominados. Eran nominados aquellos a que la ley había dado
un nombre, como la venta, el comodato, etc., e innominados los que carecían
de una denominación especial.

CONCLUSIONES

- Uno de los temas más importantes del derecho privado y específicamente del
derecho civil patrimonial es el de la ineficacia de los actos jurídicos, y dentro de
ellos el de la anulabilidad.

- Un acto jurídico es eficaz cuando produce los efectos que le son inherentes,
como la creación, regulación, modificación o extinción de relaciones jurídicas,
es decir, derechos y deberes.
- Si el acto jurídico no produce sus efectos normales (todos o algunos de ellos)
es calificado de ineficaz. El acto es ineficaz tanto cuando no se dan los efectos
(sociales, económicos. etc.) perseguidos como cuando se hacen cesar, o los
efectos no pueden hacerse valer frente a ciertas personas.

- Acto jurídico válido es el que reúne todos los requisitos exigidos por ley (tanto
los comunes a todo acto jurídico como los específicos para cada acto en
particular), además de los voluntariamente añadidos por las partes, y siempre
que tales requisitos carezcan de vicios que los afecten, caso contrario, deviene
en inválido.

- La ineficacia puede provenir: 1) De la invalidez del acto jurídico; y, 2) De


causas extrañas al acto jurídico válido.

- Existen, dentro de las diversas clasificaciones de ineficacia, dos tipos de


ineficacia negocial: la ineficacia inicial o originaria (denominada también
ineficacia por causa intrínseca o ineficacia estructural) y la ineficacia
sobreviniente o funcional (denominada también ineficacia por causa
extrínseca), y es dentro de las primeras en donde se encuentra enmarcada la
anulabilidad.

- El Código civil reconoce dos formas de invalidez: la nulidad y la anulabilidad.

- La nulidad puede ser absoluta o relativa, pues a actos nulos se les denomina
actos con nulidad absoluta o nulidad radical, y a los actos anulables se les
denomina, actos con nulidad relativa o actos impugnables, en ese sentido
podríamos afirmar que la figura de la anulabilidad vendría a ser una figura que
nos lleva a la nulidad del acto jurídico y por ende una subespecie de esta.

- El acto jurídico anulable, o sea , el que padece de nulidad relativa, es aquel


que reúne los elementos esenciales o requisitos de validez, y , por tanto, es
eficaz, pero, por adolecer de un vicio, a pedido de una de las partes, puede
devenir en nulo. No ofrece, al contrario de lo que ocurre con el acto nulo,
dificultades serias en su delimitación conceptual.
- Como se ha expuesto en las características del acto anulable, declarada su
nulidad el efecto retroactivo de la sentencia lo hace nulo desde su celebración,
es decir , quedan extinguidos los efectos queridos y pretendidos y, por
consiguiente , si el derecho emergido del acto jurídico no ha sido ejercitado ni
los deberes u obligaciones cumplidos, ninguno de los sujetos puede reclamar ni
está obligado a cumplir nada respecto del otro.

- La anulabilidad sólo puede ser alegada por quienes están legitimados


especialmente para accionar

- La confirmación es un acto jurídico que tiene por finalidad convalidar un


actoanulable.

Recomendacion

Es necesario la creación de tribunales administrativos debido a que en la


actualidad los medios de impugnación se imponen contra la misma institución
que dicto el acto y esto puede dar a una desventaja para el administrado

Con la creación de tribunales administrativos se hace necesario la creación de


la ley de procedentes para que exista una mayor igualdad entre las partes y
hacer efectivo el debido proceso

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