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2017-5-2 "Cuando lo ilegal se repite tan dramáticamente, la gente termina acostumbrándose"

30/04/2017 - 00:01 Clarin.com Opinión

Diálogos a fondo. Lenin Forero Sánchez, antropólogo

"Cuando lo ilegal se repite tan dramáticamente, la


gente termina acostumbrándose"
Nahuel Gallotta

Lenin Forero Sánchez, antropólogo colombiano y pedagogo comunitario.

Colombia Narcotráfico

El colombiano Lenin Forero (41) se crió en un edificio de contrastes: convivía entre


prostitutas, obreros, profesionales y mujeres de ladrones internacionales. Esa vivienda
quedaba en el barrio Las Cruces, ubicado en el centro de Bogotá. Un territorio reconocido
como cuna de raperos, zapateros y ladrones internacionales que robaron, y roban, en
destinos tan antagónicos como Japón, Argentina, Rusia o Estados Unidos. Como su mamá
no lo dejaba salir a la calle, las historias de ese inquilinato fueron las de su niñez. Desde la
ventana de ese edificio, y desde las calles después, conocerá lo que luego estudiaría como
antropólogo.

¿Cómo se convierte en una cultura delincuencial el viajar a delinquir por el mundo?

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Cada ladrón tiene un status, y como en cualquier profesión, tiene que mantenerse o crecer;
nunca retroceder. Y los que se dedicaban a robar joyerías o a desvalijar departamentos en
Bogotá encontraron en viajar a hacer lo mismo, y que eso les genere mucho más dinero, una
forma de superarse. De esa manera comienzan a ser calificados como “Los
Internacionales”. Para ellos el robo, que suele ser sutil, sin armas ni violencia, no es algo
ocasional. Así como un artista vive pensando en su obra, o un escritor tejiendo ideas para su
próximo libro, el ladrón entra en la lógica del robo.

¿Y cómo los ve el vecino?

Es que hay allí una delgada línea entre el sueño del obrero, el ladrón local y el
internacional. Un sueño promovido como una lógica del deseo. El ladrón que viaja y
regresa con ese sueño cumplido, o sea ese mismo vecino que pasó tanta hambre como yo,
que usó zapatos rotos como yo, y vuelve con el sueño materializado, se convierte en un
héroe. Y tengo dos alternativas: o siento envidia o admiración. O las dos cosas juntas. Un
modelo a seguir.

Se dice que si regresan “ganados” pagan una comida para los vecinos de su cuadra. ¿Qué
representa la comida en un barrio popular?

Un síntoma de bienestar. Todos los que hayamos pasado por una experiencia de pobreza en
algún momento pasamos hambre, y eso deja cicatrices; es una consecuencia dramática. En
un barrio popular la comida siempre estará en la lista de prioridades. Muchas mamás de
estos territorios hacen del plato lleno un sinónimo de cariño, de atención. Y la pregunta, al
terminar, no es si les gustó. Es si quedaron llenitos. Porque en un barrio no importa la
presentación del plato, ni las calorías; importa quedar lleno. Y cuando hay que festejar, se
come. Los ritos más importantes están vinculados a la comida. El ejercicio de salir a comer
a un restaurante también representa algo distinto para la sociedad. Para los sectores altos es
un descanso, un reconocimiento. Para los bajos, un lujo. El día de pago es la oportunidad
que tienen de llevar a su familia y de entrar en el modelo de la sociedad. Aunque el resto
del mes tengan que comer arroz. Pero cada vez que sus hijos le reclamen algo, les dirá
“pórtense bien, que ya los llevé a comer afuera”.

En sus investigaciones habla mucho de la emoción. ¿Cuáles serían las emociones de un


obrero del barrio popular?

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La emoción es lo que hace que un individuo se configure. Y esa forma de sentir es lo que
termina convirtiéndose en la forma de pensar y de actuar. Cuando ves, y sentís, que tus
esfuerzos no tienen recompensa, te invade una sensación de desesperanza: odias a tu trabajo
y eso te genera frustración. “Por más que trabaje toda mi vida solo aspiro a una pensión”.
La emoción es una desesperanza que lleva al obrero a la resignación. Y la única alternativa
que tiene es continuar cumpliendo ese horario laboral. Si no lo hace, puede estar peor.
Ninguna resignación dignifica a la persona. Esa desesperanza se traslada del abuelo al hijo
y del hijo al nieto. Yo diría que Latinoamérica está configurando una sociedad
desesperanzada. Las brechas sociales son cada vez más amplias. Una de las emociones
positivas solo pueden ser las cervezas y la borrachera del fin de semana; por más que
represente una infelicidad en la familia, el obrero siente: “trabajé toda la semana. ¿No tengo
derecho a beber?”. Para el obrero, el beber, muchas veces es un ejercicio de catarsis.

Otro de sus términos es la naturalización de lo ilegal. ¿Puede explicarlo?

Voy a citar un ejemplo: el alcalde de Bogotá hizo campaña diciendo que tenía un doctorado
en Francia. Meses después de ganar las elecciones se descubrió que el título era falso. Pasó
medio año y todo sigue igual: no fue destituido y el hecho casi que pasó al olvido. Porque
cuando lo ilegal se repite tanto, tan dramáticamente, la gente termina acostumbrándose a
eso, y comienza a verlo como una opción. Primero, por un Estado que hace que todos los
procesos sean lentos y complicados: quieres abrir un comercio y debes inscribirte, abrir
cuentas, pagar impuestos, sacar distintos permisos; no hay facilidades, te ponen trabas. Y si
la presencia del Estado se da en esos términos puede que uno prefiera optar por no seguir la
norma y sacar su proyecto independiente. Esa es una de las maneras de entender que lo
ilegal es más fácil que lo legal. Si a eso se le suma que tenemos una clase política corrupta,
que cuando no pueden violar una ley la cambian, la sociedad entiende que la ilegalidad es
una opción. Y decide tomar esos atajos para impedir lo que legalmente le costaría mucho
tiempo y esfuerzo. De ahí se explica que exista el contrabando, comprar cosas robadas,
diplomas universitarios o licencias de conducir falsas.

Señas particulares

Lenin Forero Sánchez (41 años), antropólogo egresado de la Universidad Nacional de


Colombia. Director del Colectivo Pensar. Pedagogo comunitario. Especialista en
participación comunitaria y control social. Ha desarrollado investigaciones en el campo de
las humanidades desde una perspectiva de la producción de subjetividades y las emociones.

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Desde el sector público ha liderado la formulación y la territorialización de las políticas


públicas poblacionales.

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