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INSTITUTO UNIVERSITARIO DE CRIMINOLOGIA

Universidad Complutense de Madrid

1998 N.O 65

Suche: https://www.mpicc.de/de/bibliothek.html
Puppe, Ingeborg Vorsatz und Zurechnung
80 1992 Deutschland B 66/2499y
Bung, Jochen Wissen und Wollen im Strafrecht
52 2009 Deutschland B 66d/2009-1 cuadernos
de política criminal

~
EDERSA

EDITORIALES DE DERECHO REUNIDAS, S. A.


Valverde,32 28004 Madrid - Apartado 4032 - Teléf. 91 521 0246
LA DISTINCION ENTRE DOLO

E IMPRUDENCIA EN LOS l)ELITOS

DE RESULTADO LESIVO.

SOBRE LA NORMATIVIZACION DEL DOLO (*)

BERNARDO FEUOO SANCHEZ


Profesor de Derecho Penal
de la Universidad Autónoma de Madrid

SUMARIO: I. Consicleraciones generales.-ll. Una concepción nor­


mativa del dolo.-m. La imputación a título de dolo.-IV. Consi­
deraciones político-criininales: IV.l. Dolo e «imputaciÓn obje­
tiva". IV.2; El 'elemento intelectual del dolo.-V. La delimitación
fáctica entre dolo e imprudencia.

1. CONSIDERACIONES GENERALES

1. La subsunción de un hecho en el tipo objetivo no es sufi­


ciente .para imputarle ese hecho a alguien como obra suya. Para

(*) . La realización de este artículo ha sido posible gracias a una beca del DAAD
(Servicio Alemán de Intercambio Académico).
Abreviaturas utilizadas: AK, Alternativ-Kommentar; ADP, Anuario de Derecho
Penal y Ciencias Penales; AP, Actualidad Penal; BayObLG, Entscheidungen des Ba­
yerischen Obersten Landesgericht in Strafsachen (sentencias del TribUnal Superior
del Land de Bav;iera en asuntos penales); BGH, Bundesgerichtshof (Tribunal Su­
premo Federal de la República Federal de Alemania); BGHSt, Entscheidungen des
Bundesgerichtshofes in Strafsachen (sentencias del Tribunal Supremo Federal ale­
mán en asuntos penales -colección oficial-); C.J., Cuadernos Jurídicos. citada
por número de revista; C.P., Código Penal; CPC, Cuadernos de Política Criminal;
DJT, Deutscher Juristentag (lornadas alemanas de juristas); EJB, Enciclopedia Ju­
rídica Básica. Madrid, 1995; -FG, Festgabe; -FS, Festschrift; GA, Golt4amrner's Ar­
chiv für Strafrecht; -GS, Gecllichtrusschrift; lA, Juristische Arbeitsblatter; JR, Juris­
tische Rundschau; Jura, Juristische Ausbildung; JuS, Juristische Schulung; JZ,
Juristenzeitung; KK-OWIG, Karlsruher Kommentar zum Gesetz über Ordnungswi­
drigkeiten; L-H, Libro-Homenaje; LK, Leipziger Kommentar zuro Strafgesetzbuch;
NJW, Neue Juristische Wochenscbrift: NK, Nomos Kommentar zum Strafgesetz­
buch; NStZ, Neue Zeitscbrift für Strafrecht; LlJZ. Ústerreichische Juristenzeitung;
OLG, Oberlandesgericht (Tribunal Superior del lugar citado a continuación); PG,
Parte General; PJ, Poder Judicial, citada por número de revista; Pte., Ponente;
ROC, Revista de Derecho de la Circulación; RIDPP, Rivista Italiana di Diritto e
Procedura Penale; S., Sentencia; SK, Systematischer Kommentar zum Strafgesetz­
buch; StV, Strafverteidiger; T.S., Tribunal Supremo: VDAT, Vergleichende Darste­
llung des deutschen und auslandischen Strafrechts, Allgemeiner Teil; WK, Wiener
Kommentar zum Strafgesetzbuch; ZStW, Zeitscbrift rur die gesamte Strarrechts­
wissenschaft, citada por número de revista.

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poder imputarle jurídico-penalmente cualquier hecho a una per­ lémica entre los partidarios de la «teona de la representación» y
sona es preciso que ese tipo o ese elemento objetivo suponga la ob­ los partidarios de la «teona de la voluntad» (5), aunque en reali­
jetivación o realización de una decisión previa de esa persona o, lo dad no exista una única teona de la voluntad o de la representa­
que es lo mismo, una objetivación o realización de su voluntad (1). ción, sino multitud de variantes. Sin embargo, la discusión actual
De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 5 del C.P., esa deci­ no tiene nada que ver, por ejemplo, con la que se desarrolló du­
sión sólo será relevante para el Derecho penal cuando se pueda ca­ rante el siglo XIX, ya que el marco dogmático es completamente
lificar como dolosa o como imprudente. Sólo si se da alguno de diferente. Los criterios de distinción entre dolo e imprudencia se
estos elementos subjetivos se podrá calificar una conducta como han visto condicionados desde entonces por el cambio de perspec­
típica. tivas doctrinales como el paso de una teona psicológica a una teo­
El injusto doloso supone la modalidad más grave de injusto. El na normativa de la culpabilidad o la objetivación del injusto que
ordenamiento jundico penal considera, en general, que el hecho está llevando a cabo en los últimos años la denominada «teona de
doloso es máS insoportable para la convivencia y más perturbador la imputación objetiva».
para la vida social; por ello contempla siempre una penalidad En este trabajo no se pretende, de forma primordial, exponer
mayor para el injusto doloso que para el imprudente equivalente el estado de la cuestión en· la actualidad, sino tomar partido por
en caso de que no varíen el resto de los requisitos de la imputa- ' una posición que, sin renunciar al elemento volitivo como ele­
ción (2). Los autores que consideran que el dolo y la imprudencia mento necesario para que exista una infracción de la norma de
no forman parte del injusto (en concreto del tipo), sino de la cul­ conducta, resalte el decisivo papel del elemento intelectual para
pabilidad, consideran que el delito doloso supone la modalidad delimitar entre imputación de un resultado lesivo a título de
más grave de delito (3). Para el análisis del problema que se pre­ dolo e imputación de un resultado lesivo a título de impru­
tende tratar en este trabajo la ubicación del dolo en un lugar u dencia.
otro carece de relevancia, aunque aquí se considere que se trata de
un elemento subjetivo del tipo (4).
2. Para la doctrina mayoritaria, el dolo consiste en conocer y
querer los elementos objetivos del tipo. Como es de sobra sabido,
n. UNA CONCEPCION NORMATIVA DEL DOLO
la concepción doctrinal del dolo ha venido determinada por la po­ 1. El dolo y la imprudencia no son conceptos ontológicos o
psicológicos, sino conceptos normativos que deben ser determina"
(1) FRIsCH: «El error como causa de exclusión del injusto y/o de la culpabili­ dos por la ciencia dogmática y por la jurisprudencia mediante la
dad en el Derecho penal alemán., Justificación y exculpación en Derecho penal, Ma­ interpretación del Derecho positivo. Dolo e imprudencia son, en
drid, 1995, pp. 196 Y ss. P. 198: «Incluso un Derecho Penal dirigido a la protección
de bienes juridicos sólo puede lograr tal protección a través de la contención o la definitiva, conceptos cuya determinación depende de las normas
supresión de determinados actos de decisión». FRIscH considera más aceptable, te­ penales (6). Es cierto que el Código Penal de 1995, al igual que el
niendo en cuenta el estado doctrinal actual, hablar de un «injusto de la decisión» anterior, no aporta muchos datos sobre lo que hay que entender
en lugar de un «injusto de la intención» tal y como es entendido por parte de los por dolo o imprudencia. Sin embargo, marca unas reglas genera­
partidarios de la «doctrina final de la acción» que incurren en un visión subjetivo­
monista del injusto. FRIsCH concibe el injusto (p. 198), al igual que se hace en este les que determinan los límites de la interpretación. El Código Pe­
trabajo, como «un injusto complejo, caracterizado por momentos objetivos y subje­ nal español, a diferencia de otros ordenamientos (7) -como el
tivos mutuamente referidos». Vui. también en el mismo sentido, aunque desde otra suizo o el austriaco-, sólo manifiesta que hay que distinguir entre
perspectiva, KOHLER: Strafrecht. Allgemeiner Teil, Berlín Y otras, 1997, pp. 115 Y ss.
Sobre las objeciones a la escuela subjetivo-monista, vid. FEuóo SÁNcHEZ: El in­
justo penal y su prevención en el nuevo Código Penal de 1995, pp. 98 Y ss. (5) Sobre.Jesta tradicional discusión: ENGISCH (nota 3), pp. 126 Y ss.; v. lfIpPEL:
(2) En el anterior C.P. se contemplaban algunos supuestos en los que el delito Fahrllissigkeit, Irrtum», VDAT I1I, pp. 487 Y 517 Y ss. Este último
doloso y el iinprudente podían recibir una misma pena como ciertas modalidades autor una contribución decisiva para que las de la voluntad» llega­
de imprudencia· profesional del artículo 565 o el artículo 358. ran a ser mayoritarias en la literatura alemana y se aposentaran definitivamente en
(3) Tradicionalmente se ha venido afirmando que el delito doloso es la moda­ la jurisprudencia de su país. Sin estos dos autores no se puede entender la evolu­
lidad más grave de delito: BINDING, Die Normen und ihre Obertretung, Band II, ción dogmática del tema que nos ocupa.
Hlllfte 1 (Zurechnungsfahigkeit, Schuld), Utrecht, 1965, pp. 324 Y SS.; ENGISCH: Un­ (6) HAssBMER: Einfühmng in die Grundlagen des Sttafrechts, 2." ed., Munich,
tersuchungen über Vorsatz und Fahrllissigkeit im Strafrecht, Munich, 1964, pp. 49 1990, p. 222: «Dolo e imprudencia no son sólo fenómenos descriptivos, sino también
Y ss., 220 y s., 241. normativos•. Vid. también el mismo: Kennzeichen des Vorsatzes, Arm. Ko.ufmann­
(4) Sobre las razones por las que se comparte una «teoria personal del in­ CS, Colonia y otras, 1989, p. 294. En sentido contrario, DRBHER: GA 71. p. 218.
justo., FElJÓO SÁNcHEZ (nota 1), pp. 17 Y ss. (7) Sobre esta opción legislativa, FElJÓO SANcHEZ, c.P.C., 97, p. 347, con nota 93.

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dolo e imprudencia sin ofrecer infonnación expresa de lo que se razón MÜNZBERG (10) al señalar que se ha acentuado tantas veces el
debe entender por dolo y lo que se debe entender por impruden­ aspecto del incumplimiento del deber sólo en el delito imprudente
cia. La distinción tiene gran relevancia práctica ya que no sólo la que «de ello se ha originado la equivocada impresión de que el he­
imprudencia tiene contemplada siempre una pena inferior, sino cho doloso no es antijurídico a causa de su discordancia con la con­
que en muchos casos la falta de dolo detennina la impunidad de ducta debida, sino per se». «El incumplimiento de un deber no es
la conducta. ningún criterio especial del hecho imprudente, sino un criterio ge­
2. La primera idea que me gustarla resaltar, antes de entrar de neral del hecho antijurídico» (11). En realidad, lo que sucede es que
lleno en los criterios de delimitación, es que el delito doloso, al la infracción del deber es tan palmaria en el dolo que no hace falta
igual que el imprudente, tiene su fundamento en la infracción de detenerse o insistir sobre este aspecto nonnativo del delito doloso.
un deber como concreción de la nonna de conducta (8). La infrac­ Es evidente que cuando el legislador define una conducta como tí­
ción de un deber no es un elemento que diferencie al injusto (de­ pica establece el deber de evitar su realización. En el delito
lito) imprudente del doloso, sino que caracteriza a ambos (9). Tiene dente, en sentido contrario, se hace continua referencia al deber de
cuidado como un deber menos evidente que, además, sirve como
criterio para detenninar los límites del injusto específicamente pe­
(8) SCHMlDRAUSER: Strafrecht. Allgemeiner Tei1: Studienbuch, 2." ed., Tubinga,
1984, 7/93, afirma que mientras la posibilidad de conocimiento equivale a una le­
nal. El autor doloso tiene el deber directo o inmediato de evitar un
sión del deber de cuidado, el conocimiento equivale a una lesión del deber de auto­ hecho típico, mientras el autor imprudente se ve afectado por un
dominio. deber de evitación más indirecto o mediato: el deber de cuidado.
Sobre el injusto como ..i nfracción de un deber que emana de la norma de con­ En nuestro C.P. el injusto doloso es el prototipo de injusto penal,
ducta dirigida a los ciudadanos, FEuóo SÁNCHEZ (nota 1), pp. 21 Y s., 91 y s., con
más referencias.
suponiendo el injusto imprudente un supuesto excepcional (12).
(9) BACIGALUPO: Principios de Derecho penal. Parte general, 4." ed., Madrid,
1997, pp. 191 Y s. BINDING: Die Schuld im deutschen Strafrecht, Leipzig, 1919, que considera que todos los institutos de la teoría jurídica del delito que han sido
p. 118; Bwy: Die Beteiligungsform als Zurechnungstypus im Strafrecht, Berlín, 1985, desarrollados para el delito imprudente son trasladables al doloso y viceversa.
pp. 226 Y ss., 257 y s.; CORCOY BlDASOLO: <<Imputación "objetiva»" en el delito impru­ Sobre los defensores más tradicionales de esta posición, PREuss: Untersuchun­
dente», Cuadernos de Derecho judicial, 94, pp. 61, 79 Y s.; DONATSCH: Sorgfaltsbemes­ gen zum erlaubten Risiko im Strafrecht, Berlín, 1974, pp. 205 Y ss.
sung und Erfolg beim Fahrllissigkeitsdelikt, Zurich, 1987, p. 123; ENGISCH (nota 3), En contra, CEREZO Mm: Curso de Derecho penal español. Parte Generalll. Teorla
pp. 345, 347 Y s.; el mismo: Der Unrechtstatbestand im Strafrecht, DJT-FS, Karls­ jurldica del delito/J, S." ed., Madrid, 1997, pp. 100 Y s.
ruhe, 1960, p. 417; GIMBERNAT ORDEIG: ADP, 62, p. 567; el mismo: ADP, 63, p. 437; ROXIN, después de haber afirmado en la 2." ed. de Taterschaft und Tatherrschaft
HERZBERG: Die Unterlassung im Strafrecht und das Garantenprinzip, Berlín, 1972, que el delito imprudente es un delito de deber distinto al doloso (eSta opinión reco­
pp. 243 Y ss.; el mismo: JR, 86, p. 7; el mismo: JZ, 87, p. 538, criticando a STRUEN­ nocida como equivocada permanece todavía en l;l.s conclusiolles finales del trabajo,
JAKOBS: Studien zum fahrlassigen Erfolgsdelikt, Berlín y Nueva York, 1972, pp. 527 Y ss.), se retractó de su opinión ante las críticas de DREHER, GA, 71, p. 218;
pp. S.; KELSEN: Hauptprobleme der staatsrechtlehre, Tubinga, 1923, pp. 133 Y HERZBERG (nota 9), pp. 137, 243 Y ss.; JAKOBS (nota 9), pp. 67 Y s.; STRATE.NWERTH,
ss.; ZStw, 76, pp. 37, 45 Y ss.; KUHLEN: Fragen einer strafreéhtlichen Pro­ Strafrecht. Allgemeiner TeilI. Die Straftat, 3." ed., Colonia y otras, 1981, núm. margo
dukthaftung, Heidelberg, 1989, pp. 29 Y s.; MAlHOFER: ZStw, 70, p. 188; MARrNUCCI: 1152 a los que se han sumado PUPPE, NK, 1516; SCHMlDHAUSER: Fahrliissige Straftat
C.P.C., 92, pp. 138 Y s., con más referencias; MARTÍNEz EsCAM!LLA: La imputación ohne SorgfaltSPflichtverletzung, Schaffstein-FS, Gotinga, 1975, p. 155 (cfr. BLOY
objetiva del resultado, Madrid, 1992, pp. 88, 123, con más referencias; M()NZBERG: -nota 9-, pp. 226 Y ss.; MAURACHiGÓSSEL: StrafrecM AlIgemeiner Teil JI, 7." ed.,
Verhalten und Erfolg als Grundlllgen der Rechtswidrigkeit und Haftung, Frankfurt, Heidelberg, 1989,47/90; PEr\iARANDA RAMos -nota 9-, pp. 275 Y s.), considerando
1966, pp. 60, nota 118, 162; OCTAVIOIHUERTA: Derecho penal. Parte general, 2." ed., en la actualidad que el deber de evitar resultados es el mismo. Sobre esta discusión
Madrid, 1986, pp. 596 (<<La lesión del deber objetivo de cuidado no sólo es una ca­ doctrinal de los afios 70 me remito a ROXIN: Tliterschaft und Tatherrschaft, S." ed.,
racterística del tipo de lo injusto del delito imprudente, sino también -de la parte Berlín y Nueva York, 1990, p. 652.
objetiva- del tipo de lo injusto del delito doloso»), 607; PEl\!ARANDA RAMos: La par­ En los últimos tiempos se ha ocupado extensamente del tema K1NDHAUSER en el
ticipación en el delito y el principio de accesoriedad, Madrid, 1990, pp. 275 Y s., con Cap. 1.0 de la parte 1." de su monografía Gefiihrdung als Straftat, Frankfurt, 1989.
abundante bibliografía; I'uPPE: ZStw, 103, pp. 14 Y ss., propugna en este artículo (10) (Nota 9), pp. 109 Y s., nota 220.
un concepto normativo de dolo; la misma, NK, antes de 13/143; la misma, Jura, 97, (11) MüNZBERG (nota 9); p. 163, nota 321. En el mismo
p. 513; RENGIER: KK-OWIG, 10/13; TRlFFTERER: Die Theorie der objektiven Zurech­ Problem der sukzessiven Beihilfe, Frankfurt, 1992, p. 263; OTTo: ZStw,
in der osterreichischen Rechtsprechung, Klug-FS TI, Colonia, 1983, p. 441, con En contra, EXNER: Das Wesen der Fahrlassigkeit, Leipzig y Vier
referencias; el mismo: Osterreichisches Strafrecht. Allgemeiner Teil, Viena, 1985, que considera que mientras el dolo es un concepto psicológico, la lmpruaencla
pp. 141, 144 Y ss., 300 y s., con más VOGEL: Norm und Pflicht bei den un concepto ético; Mm PUIG: Derecho Penal. Parte General, 4." ed., Barcelona, 19'
UlU!chte.n Unterlassungsdelikten, Berlín, 1993, p. nota 153; WEHRLE: Fahrliissige 11115: «El dolo y la imprudencia no tienen la misma naturaleza, porque el dolo es
Bttl"¡Ugung am Vorsatzdelikt-Regressveroot ?, Basilea y Frankfurt, 1986, p. 48, con un fenómeno de contenido fundamentalmente psicológico, y la imprudencia un fe­
m6t ...flrenclas; WOLTER: Strafwardigkeit und Strafbedarftigkeit in einem neuen . nómeno básicamente normativo».
~lím. 140 Jahre Goltdanuner's Archiv, Heidelberg, 1993, pp. 309 Y ss., (12) Sobre esta cuestión ya hice alguna reflexión en c.P.c., 97, pp. 303 Y ss.

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3. Esta perspectiva normativa en realidad se ha defendido bre racional y prudente ha servido como criterio flexible de valora­
siempre mediante la figura del «espectador objetivo» en el lugar ción desde el punto de vista de las exigencias de la norma. Por ello
del autor que enjuicia desde una posidón ex ante (13). Este hom­ la doctrina ha venido exigiendo, para poder imputar un hecho a
una persona, una perspectiva ex ante que contemple el hecho ob­
(13) CORCOY BlDASOLO (nota 9), pp. 252 Y S.; KINDHAUSER: GA, 94, pp. 203 Y S., jetivamente (14). De esta manera no sólo la perspectiva ex ante
208, 212; LUZÓN PENA: ElB, p. 2839; el mismo: Curso de Derecho Penal. Parte Gene­
ral, Madrid, 1996, pp. 426 Y S.; Mm PUlG: ADP, 83, pp. 12 Y S.; el mismo: ADP, 88,
del autor determina la imputación del hecho valorado como in­
p. 663; el mismo: El Derecho penal en el Estado social y democrático de Derecho, justo (15), sino que esa perspectiva es valorada por el Derecho pe­
Barcelona, 1994, pp. 232 (<<El desvalor objetivo de la conducta se debe a la peligro­ nal de acuerdo con reglas generales, Esta es la idea que subyace
sidad para el bien jurídico que un espectador objetivo (el hombre medio) puede ad­ en la exigencia de un pronóstico posterior objetivo presente en la
vertir en la conducta en el momento de realizarse, ex ante. El desvalor objetivo de teona del injusto desde el desarrollo de la «teona de la adecua­
la conducta es, en realidad, desvalor intersubjetiva ex ante»), 237, 242; el mismo
(nota 11), 6/48 Y ss., en el ¡;nismo sentido; ROXIN: «Die Lehre von der objektiven Zu­ ción» que inició el proceso de objetivación del tipo que ha desem­
rechnung», Chengchi Law Review, vol. 50, mayo 1994. Sonderausgabe zum Taiwane­ bocado en la denominada «teona de la imputación objetiva». El
sisch-Deutsch-Spanischen Strafrechtlichen Symposium, p. 232; SCHÚNEMANN: «Die autor no es el que determina con su decisión qué es injusto y a tí­
Objektivierung von Vorsatz und Schuld im Strafrecht», Chengchi Law Review, tulo de qué se le ha de imputar el hecho típico, sino que las deci­
vol. 50, mayo 1994. Sonderausgabe zum Taiwanesisch-Deutsch-Spanischen Stra­
frechtlichen Symposium, p. 277; SILVA SANCHEz: ADP, 84, p. 367, define este «espec­ siones individuales han de ser siempre valoradas objetivamente
tador objetivo» como un «criterio generalizador de base normativo-social». por el juzgador de acuerdo con los criterios recogidos de forma
Esta figura que opera racionalmente desde el punto de vista del ordenamiento expresa o tácita en el Libro 1 del C.P. (16). El comportamiento no
ha sido utilizada por un sector doctrinal no sólo en el delito imprudente, sino tam­ es enjuiciado desde el prisma de la voluntad individual, sino bajo
bién en el delito doloro: ENGISCH (nota 3), pp. 75 y SS., 169, 220, 345, 347 y ss.;
HRUSCHKA: Strafrecht nach logisch-analytischer Methode, 2." ed., Berlín y Nueva el prisma de la voluntad general plasmada en las normas (17).
York, 1988, p. 403; LUZÓN PENA (P. G., nota 13), pp. 426 y s.; MIR PUlG (Derecho pe­ Para constatar la existencia de un injusto el juzgador tiene que va­
nal, not~ 13), p. 232; el mismo (nota 11), 10/102; PUPPE, ZSt'w, 103, pp. 14 y SS.; la lorar objetivamente si una determinada persona ha infringido una
misma: Vorsatz und Zurechnung. Heidelberg, 1992, p. 74; la misma: NK, 15/89 y SS., norma de conducta penalmente relevante. Injusto equivale a in­
intentando llevar a cabo una reformulación normativa del dolo. Cfr. en ENGISCH
(nota 3), pp. 115 y ss., las referencias a autores clásicos. fracción de la norma de conducta. Y ello es igual de válido para el
(14) Vid., por todos, las importante formulaciones en Espafia de' MIR PUIG: delito doloso y para el delito imprudente.
Función de la pena y teorla del delito en el Estado social y democrático de Derecho, 4. Desde mi perspectiva (18) ese «espectador objetivo» que se
2.- ed., Barcelona, 1982, pp. 60 y ss., seíl.alando en pp. 62 y s. que «el núcleo de lo
injusto no ha de consistir, entonces, en un acto interior de desobediencia, ni en la
tipo objetivo no desempeñan ningún papel las decisiones y conocimientos del autor,
voluntad de realizar una acción prohibida, sino en la realización voluntaria de la
mientras la determinación del tipo subjetivo tiene como sustrato fáctico del jui­
conducta social que el Derecho pretende prevenir. Con esto me aparto del plantea­
cio dichos datos subjetivos. No se puede olvidar que lo que se pretende es impu­
miento originario del injusto personal del finalismo»; el mismo: ADP, 83, pp. 7
tar a una persona .concreta la infracción de una norma de conducta con relevancia
y ss.; ADP, 88, pp. 661 y s.; el mismo (Derecho penal, nota 13), p. 232 Y las formula­ penaL
ciones en Alemania de F'RIsCH: Vorsatz und Risiko, Colonia, 1983, pp. 76 y ss., 127 (15) FREUND, GA, 91, p. 392.
Y s.; el mismo: TatbestandsmaBiges Verhalten und Zurechnung des Erfolgs, Heidel­ (16) PUPPE, ZStW, 103, p. 34 y passim; la misma: NK, 15/85 Y ss.; RODRIGUE!:
berg, 1988, pp. 71 y S., con nota 6; el mismo: Stra:fr.at und Straftatsystem, Straftat, MONTAÑ.eS: Delitos de peligro, dolo e imprudencia, p. 64; la misma: El caso de la
Strafzwessung und Strafproze/J im gesamten Strafrechtssystem, Heidelberg, 1996, colza: Responsabilidad penal por productos adulterados o defectuosos, Valencia,
pp. 172 y ss. Las posiciones de F'RIsCH son desarrolladas por FREUND: Erfolgsdelikt 1995, pp. 217 y s.
und Unterlassen, Colonia y otras, 1992, pp. 54 y ss. (17) Una concepción completamente distinta en la obra de KOHLER. Vid. su
Con respecto a la doctrina mayoritaria sobre el delito imprudente, vid. por to­ tratamiento del dolo y la imprudencia en nota 1.
dos, DONATSCH (nota 9), pp. 53 y ss., 147, con abundantes referencias; WELZEL: Ab­ (18) En mi opinión, el injusto penal se debe ver orientado hacia la prevención
handlungen zum Strafrecht und zur Rechtsphilosophie, Berlín, 1975, p. 331. CORCOY general positiva. Vid. F'EIJÓO SANCHEZ (nota 0, pp. 36 Y ss. y passim. Sin embargo,
BlDASOLO (nota 9), p. 49, se refiere a un primer juicio de imputación que denomina la utilización de una'medida normativa como la que se defiende en el texto puede
"presupuesto de imputación» y que define como un juicio en el que se atribuye rele­ ser asumida desde otros puntos de partida.
vancia típica a la conducta del sujeto desde una perspectiva ex ante y objetivada. . C0Il1parten, en general, la misma perspectiva normativa: FRISCH (Vorsatz,
Esta bipartición de la «imputación objetiva» realizada por CORCOY se corresponde notá 14), pp. 46 y SS., 229; JAKOBS se ha ocupado constantemente de este aspecto en
con la tradicional distinción entre desvalor de acción (perspectiva ex ante) y desva­ su obra, pudiendo destacarse, sobre todo, sus contribuciones en Ober die Aufgabe
lor del resultado (perspectiva ex post). En este trabajo prescindo de esta distinción der subjektiven Deliktsseite im Strafrecht, Der psychiatrische Sachverstandige im Stra­
de corte ontologicista que tiene su origen ffiosófico en WELZEL y parto de una distin­ frecht, Berlín y Heidelberg, 1987, pp. 271 Y ss., ZStw, 101, pp. 516 Y SS., Y ADP, 92,
ción más vinculada al Derecho positivo entre tipo objetivo y tipo subjetivo, tal passim; KINDHJl.USER, Capítulo primero de (nota 9) y GA, 94, pp. 197 Y SS.; VOGBL
y como ya he defendido anteriormente en (nota 1), pp. 111 Y ss. En el ámbito del (nota 9), p. 71. No es ninguna casualidad que estos cuatro autores también consi­

274 275
utiliza como método auxiliar no es un «hombre medio» que se de­ III. LA IMPUTACION A TITULO DE DOLO
termine empíricamente teniendo en cuenta las características de
1. De acuerdo con lo dicho hasta ahora, el injusto doloso se
todos los ciudadanos españoles. La doctrina ha venido insistiendo
de forma convincente, sobre todo en el ámbito del delito impru­ caracterizaría porque una persona toma la decisión de realizar un
hec;ho a pesar de conocer (abarcar intelectualmente) todas las cir­
dente, en la idea de que esta figura ideal no es un estándar confi­
gurado estadísticamente conforme a un método inductivo-socioló­ cunstancias fácticas que van a convertir ese hecho en un hecho tí­
gico o empírico. La doctrina mayoritaria ha dejado siempre claro pico (20). En el injusto doloso el autor se decide con conocimiento
que el baremo del «hombre medio» no debe reducirse simple­ del alcance de su decisión por una actuación jurídico-penalmente
mente a un criterio estadístico sacado de la realidad (19). Se trata relevante. Todo ciudadano que «tiene la realización del hecho tí­
de un patrón genérico de medida que nos sirve para valorar si la pico ante los ojos» tiene el deber de evitar que se produzca ese he­
decisión del autor previa al hecho es una decisión que cabe es­
cho. Si alguien sabe que va a hacer algo lesivo para intereses ajenos
perar en un ciudadano que se presupone motivado para cum­
lo que se espera de un ciudadano que tiene en cuenta las normas
plir las normas (medida normativa). Si no es así se habrá infrin­
como máxima de conducta es decidir no llevar a cabo ese compor­
gido la norma de conducta (dolosa o imprudente -en este caso
tamiento (21). O si alguien que es garante conoce la situación con­
la norma de cuidado-) porque esa persona no debía comportarse
creta que le obliga a actuar, se espera de tal ciudadano que decida
de esa manera en esa situación. El comportamiento de esa per­
llevar a cabo el comportamiento correcto. En los delitos de resul­
sona se considera, de acuerdo con este baremo objetivo, desvalo­
tado lesivo que aquí nos interesan el autor no puede conocer desde
rado por el Derecho penal. En este juiciQ, evidentemente, no se
luego el resultado, ya que cuando el resultado ya se ha producido el
tiene en cuenta si el autor podía comprender la ilicitud ~el hecho
ordenamiento no le puede exigir que planifique nada (22). Sólo es
o se podía motivar para comportarse de acuerdo con esa com­ posible conocer el pasado o el presente, nunca el futuro. Este se
prensión. Estos requisitos de la imputación no afectan a la in­ puede calcular, prever o predecir. Antes de la realización del tipo
fracción de la norma de conducta, sino al reproche propio del sólo se puede pronosticar que el resultado se producirá o que se
juicio de culpabilidad (reproche por haber infringido la norma puede producir. Por ello para imputar un tipo de resultado a título
de conducta). Aquí sólo nos preocupa la imputación del hecho de dolo basta con que una persona tenga información de que va a
valorado como injusto penal como presupuesto positivo de la cul­ realizar lo suficiente para poder explicar un resultado de muerte,
pabilidad, pero no la declaración de culpabilidad con la consi­ lesiones o daños y, por tanto, que prevea el resultado como conse­
guiente imputación de la pena. Aunque, desde luego, la declara­ cuencia de ese riesgo. Es decir, que abarque intelectualmente el
ción de culpabilidad tiene como presupuesto la imputación del riesgo que permite explicar el posterior resultado (23) o el riesgo
hecho típico a título de dolo o imprudencia, para determinar la
infracción de la norma de conducta se puede prescindir de los (20) Parto del concepto de conocimiento propuesto por FRISCH (Vorsatz,
nota 14), pp. 169 Y ss.; «registro de la materia relevante en la conciencia».
motivos que ha tenido el autor para alejarse de lo prescrito por el DlAz PITA: El dolo eventual, Valencia, 1994, p. 291, define el conocimiento como
Derecho. la «aprehensión correcta de la situación global por parte del sujeto agente».
(21) FRISCH (Vorsatz. nota 14), pp. 98, 103, 186.

Esta idea ya había sido apuntada por BINDING (nota 3), pp. 324 Y ss.

(22) FRISCH (Vorsatz. nota 14), pp. 57, 65, con más referencias. De acuerdo con
FRISCH, MIR PUIG: «Conocimiento y voluntad en el dolo», Cuad,ernos de Derecho ju­
deren que el Derecho penal cumple una función de prevención general positiva, dicial, 94, p. 33; SILVA SANCHEz: Aproximación al Derecho penal contemporáneo, Bar­
aunque cada uno desde su perspectiva. celona, 1992, pp. 401 Y s.; ZIELINSKI: AK, 15,16/3l.
En un sentido similar, aunque desde otra perspectiva, propugna una normativi­ (23) CORCOY BIDASOLO: El delito imprudente. Criterios de imputación del resul­
zación de la imputación subjetiva, PUPPE: ZStW, 103, pp. 14 Y ss., y NK. 15/85 Y ss. tado, Barcelona, 1989, p. 268; FREUND: iR, 88, p. 117, de acuerdo con su maestro
Sobre esta tendencia normativizadora en el dolo, SCIDLD: Der strafrechtliche Vor­ FRIsCH; FRISCH (Vorsatz, nota 14), pp. 65, 101, 115,201, 341 Y passim, con más refe­
satz zwischen psychischem Sachverhalt und normativem Konstrukt, Psyche, Recht, rencias; el mismo: Vorsatz und MitbewufJtsein-Strukturen des Vorsatzes, Arm. Kauf­
Gesellschaft, 1995, pp. 132 Y ss., en sentido crítico, principalmente por su arbitra­ mann-GS, Colonia y otras, 1989, pp. 343, 350; MIR PUIG (nota 22), pp. 26 Y ss.; KÜHL:
riedad al dep~nder de la visión que cada autor tenga de las cosas. Strafrecht. Allgemeiner Teil, 1994,5/16; el mismo (nota 11),10/102; SCHLEHOFER: Vor­
(19) BURGSTALLER: Das Fahrlassigkeitsdelikt im Strafrecht, Viena, 1974, pp. 55 satz und Tatabweichung, Colonia y otras, 1996, p. 15; SILVA SANCHEZ (nota 22),
Y s.; KUHLEN (nota 9), pp. 84, nota 109, 102; LARENZ: Hegels Zurechnungslehre und p.40l.
der Begriff der Objektiven Zurechnung, Leipzig, 1927, pp. 94 Y s.; LUZÓN PEJ'lA (P. G., JAKOBS considera que, de forma paralela, la imprudencia consiste en poder
nota 13), p. 500, nota 4; ROMEO CASABONA: El médico y el Derecho Penal 1: La activi­ conocer ese mismo riesgo: (nota 9), pp. 89 Y ss., cuando utilizaba la expresión
dad curativa (Licitud y responsabilidad penal), Barcelona, 1981, p. 240.
277
276
idóneo, adecuado o suficiente para producir el resultado (24). En el diferenciar entre las dos formas de responsabilidad subjetiva: dolo
conocimiento del riesgo se encuentra implícito el conocimiento del o imprudencia. En mi opinión, más allá de la decisión de realizar
resultado (25) y, desde luego, la decisión del autor está vinculada a un hecho a pesar de que se conocen los elementos objetivos que
dicho resultado. Actúa dolosamente el que conociendo el riesgo ac­ pertenecen al tipo, no es necesario acudir a un elemento volitivo
túa u omite (siendo garante en los casos de comisión por omisión). para imputar un hecho a titulo de dolo (26). El Derecho positivo no
Si bien no se puede hablar de un «conocimiento» seguro con res­
pecto a hechos futuros, sí se puede hablar de un cálculo basado en
(26) BOITKE: Die Rechtsprobleme von AIDS, Strafrechtlíche Probleme von AIDS
el conocimiento de una serie de datos que se encuentran al alcance und der AIDS-Beklimpfung, Baden-Baden, 1988, pp. 188 Y SS.; CUELLO CONTRERAS
del autor. Para imputar la realización de un tipo a título de dolo no (nota 25), pp. 507 Y ss, de aCuerdo con las posiciones de STRUENSEE y SCHUMANN;
hace falta tener un perfecto conocimiento de la situación, sino sim­ ENGISCH (nota 3), pp. 231, 241, aunque defienda la necesidad de un elemento emo­
plemente sab,er que la realización del hecho tipico queda en manos tivo al lado del intelectual; FRISCH (Vorsatz, nota 14), pp. 56, 260 Y SS., 274 Y ss.,
280 SS., 300 Y s., 342 y s., 411, 473 Y SS., 494 Y ss. Y passim; HERZBERG: luS, 86,
del azar y que se ha hecho o se va a hacer lo suficiente o necesario pp. Y S., 258 Y s., 262; el mismo: Jz, 88, pp. 573 Y ss., Y 635 Y SS.; el mismo:
para lesionar a otro. IZ, 89, pp. 476 Y s., con más referencias; el mismo: SIDA: Desafio y piedra de toque
2. Esta posición es, desde luego, compatible con el Derecho del Derecho pe1f/.al. Problemas jurldico penales del SIDA, Barcelona, 1993, pp. 138 Y
positivo. Como ya he señalado más arriba, el Código Penal no nos ss.; HRUSCHKA: Strukturen der Zurechnung, Berlín, 1976, p. 12; el mismo (nota 12),
pp. 434 Y ss.; KARGL: Die strafrechtliche Vorsatz auf der Basís der kognítiven Hand­
ofrece una definición de lo que es dolo, sino que sólo ofrece una de­ lungstheorie, Frankfurt Y otras, 1993, passim, que considera, partiendo de conside­
finición negativa en el artículo 14. Este artículo nos dice lo que no raciones de índole filosófico y psicolÓgico, que no se puede diferenciar entre cono­
es dolo, es decir, lo que no supone la forma más grave de injusto. Y cer y querer; KlNDHAUSER: ZStw, 96, p. 22 Y passim; el mismo (nota 9), pp. 91 Y ss.;
no existe dolo cuando nos encontramos con un error sobre la reali­ LESCH: lA, 97, p. 809; PUPPE: NStZ, 91, p. 574; la misma: ZStw, 103, pp. 40 s.; la
misma: NI(, 15/26 Y ss.; RoXIN: luS, 80, p. 249; SANCINETIl: Subjetivismo e imputa­
dad que da lugar a una prognosis errónea por parte del autor; es ción objetiva en Derecho penal, Universidad Externado de Colombia, 1996, pp. 64
decir, cuando el hecho realizado por el autor no se encuentra abar­ Y ss.; SCHLEHOFER: NJW, 89, pp. 2019 Y s.; el mismo (nota 23), pp. 163 Y ss.;
cado por su conocimiento. Por tanto, una determinada conducta SCHMIDHAUSER, GA, 57, pp. 306 Y ss.; el mismo: GA, 58, passim, oponiéndose a los
sólo es considerada un injusto doloso (la modalidad más grave de intentos de introducir en el Derecho positivo alemán la exigencia de un elemento
volitivo o voluritativo; el mismo (nota 25), p. 158; SCHMOLLER: OIZ, 82, pp. 281 Y
injusto penal) cuando el autor tenía un conocimiento suficiente ss.; SCHUMANN: IZ, 89, pp. 427 Y ss., basándose en las contribuciones de STRUENSEE;
para planificar el futuro hecho tipico. El autor doloso es, al menos, SEELMANN: NI(, 13/73; STRUENSEE: IZ, 87, pp. 60, nota 89, y 541 Y ss.; WOHLLEBEN:
alguien que conoce los elementos objetivos que pertenecen al tipo; Beihilfe durch Auberlích neutrale Handlungen, Munich, 1996, pp. 121 Y ss.
es decir, que conoce las circunstancias concretas de un suceso real FRISCH (Vorsatz, nota 14), pp. 218 Y ss., no llega hasta las últimas consecuencias
que se corresponden con la abstracta descripción del tipo penal. en su posición al negar el dolo en los supuestos de autores irracionalmente optimis­
tas que conocen el riesgo tfpico pero confían en una salida no lesiva. FRISCH le de­
3. Sin embargo, el Código Penal no hace ninguna referencia al dica un tratamiento extenso a esta cuestión debido a que es consciente de que su­
elemento volitivo del dolo como elemento característico, lo que pone una laguna en su exposición y una fractura en su posición que le acerca a las
obliga a plantearse su relevancia como criterio determinante para posiciones más tradicionales. Pero el Derecho, que marca la medida racional del as­
pecto subjetivo, no tiene que verse vinculado a decisiones irracionales. En este
apartado del autor irracionalmente optimista, FRISCH hace depender la imputación
«peligro-modelo»; el mismo: Strafrecht. Allgemeíner Teil, Berlín y Nueva York, 1991, a titulo de dolo no del conocimiento, sino de la posición emotiva del autor frente a
9/16 Y ss. la consumación del ti'po. En el mismo sentido de FRISCH, FREuND:IR, 88, p. 117.
S.T.S. de 23 de abril de 1992 (Pte.: Bacigalupo). Primera parte, Considerando HERzBERG ha prestado una interesante contribución en este sentido que supera las
tercero. contradicciones de FRlsCH. Ya ToRIo LÓPEZ: «Acción peligrosa y dolo. Perspectivas
(24) BRAMMSEN, IZ, 89, p. 81; FRISCH (Vorsatz. nota 14), p. 300; STRATENWBRTIJ, jurisprudenciales y legislativas», Cuadernos de Derecho judicial, 94, p. 172, ha criti­
ZStw, 71, pp. 63 Y ss., realizó una importante contribución a finales de los años 50 cado en nuestra literatura la obra de FRISCH por razones similares a las aquí expues­
al resaltar que lo que habfa que «tomar en serio» era el peligro de que se produjera tas. La cuestión es si el autor realizó un juicio correcto en referencia al riesgo o su
el resultado y no el resultado directamente. optimismo le impidió abarcar correctamente el riesgo tfpico. El carácter optimista
(25) BINAVINCE: Die vier Momente der Fahrlassígkeít, Bielefeld, 1969, p. 156, con del autor puede influir en su valoración del hecho, pero si se lo representa correcta­
más referencias; CORCOY BIDASOLO (nota 23), p. 270; CuELLO CoNTRERAS: El Derecho mente, el optimismo no debe influir en la imputación del hecho a titulo de dolo.
Penal español. Curso de iniciaci6n. Parle General. Nociones introductorias. Teorla del Se han manifestado en contra de esta tendencia doctrinal a prescindir de un
delito 1, 2.' ed., Madrid, 1996, pp. 508 Y ss. DtAz PITA (nota 20), pp. 292 Y SS., en pro­ elemento volitivo en la imputación a titulo de dolo, BRAMMSEN: IZ, 89, passim; DtAz
fundidad, en contra de la posición de FRIsCH; SCHMIDHAUSER:Strafrechtlicher Vor­ PITA (nota 20), pp. 99 Y ss., 108,300 Y ss.; KüHL (nota 23), 5/71 Yss.; KOPER: GA. 87,
satzbegriff und Alltagssprachgebrauch, Oehler-FS, Colonia y otras, 1985, p. 155. p. 508; KÜPPER: ZStW, 100, pp. 764 Y ss.; MONGE FERNÁNDEZ: La responsabüidad pe­
No se trata, sin embargo, de una idea asentada en la doctrina. En sentido contra­ nal por en la construcción, Valencia, 1998, pp. 257 Y ss.; RODRlGUEZ MONTA­
rio, vid. por todos, Mm Puig (nota 22), pp. 26 Y SS.; SILVA SANCHEZ (nota 22), p. 401. &ÉS (Delitos peligro, nota 16), pp. 60, 141 Y passim; la misma (El caso de la colza,

278 279
exige ese elemento volitivo ni positiva ni negativamente (como tiva normativa, se quiere decir que la persona que tiene esa repre­
hace, por el contrario, con el conocimiento que es una exigencia del sentación asume el resultado o no tiene más remedio que aceptarlo
arto 14 C.P.) (27). Mientras el Código Penal contempla expresa­ (es decir, como afinna un sector de la doctrina, no existe aceptación
mente una atenuación de la pena por la menor relevancia del in­ del resultado en sentido psicológico, sino en sentido jurídico o nor­
justo cuando falta el elemento intelectual, no establece ninguna mativo). Por otro lado, el querer irracional, es decir, el querer que
consecuencia para la ausencia de un «querer» relacionado con el no está basado en el conocimiento del riesgo no fundamenta la im­
tipo objetivo (en lo que aquí interesa, con el resultado). Lo que el putación a titulo de dolo. Por ello la doctrina ha intentado desligar
sujeto intente, quiera o persiga sólo cobra relevancia cuando es ex­ del «querer» la realización del tipo el «desear» la realización del
presamente exigido por un tipo de la parte especial (28) (por ejem­ tipo corno algo irrelevante para la imputación del hecho (30). Por
plo, el arto 408 C.P.). El ordenamiento manifiesta cuales son los he­ ejemplo, CORCOY BIDASOLO (31) señala que «para que sea posible ha­
chos que no se pueden realizar, presuponiendo que los ciudadanos blar de "querer" es necesario que se reconozca la existencia de fac­
con esa declaración ya se ven motivados para no tener en cuenta tores de riesgo que hacen posible la realización típica, si el sujeto
esa posibilidad y planificar sus futuros comportamientos de no conoce el riesgo inherente a su conducta, no es posible hablar de
acuerdo con lo prescrito por el ordenamiento. Si deciden realizarlos "voluntad de realización típica", sino únicamente de "deseo de rea­
siendo conscientes del alcance de su conducta, no hace falta nada lización típica"». Pero la distinción se basa única y exclusivamente
más para considerar que existe un injusto doloso. Se puede afinnar, en lo que el autor efectivamente conoce (la materia de referencia
si se quiere, que el que sabe que va a crear un riesgo y sigue ade­ del dolo), que es lo quedetermina la existencia de un injusto do­
lante con su comportamiento o el garante que no hace nada por loso. Por todo ello considero que, además de lo que conozca, lo que
evitar un riesgo ya existente asume, acepta, aprueba o consiente el el autor «espere», «confíe» o «no desee» carece de relevancia (32).
resultado (en sentido jurídico o normativo). Pero este requisito,
más emocional que volitivo, es un «adorno» o una quantité négligea­ la decisión del autor "no juegan ningún papel a la hora de determinar la imputación
ble a efectos de imputación (29) o, en realidad, desde una perspec­ a título de dolo (cfr. D:!Az PITA -'-nota 20-, pp. 302 Y s.; RODRíGUEZ DEVESAlSE­
RRANO: Derecho penal español. Parte general, 17." ed., Madrid, 1994, p. 463; ToRío
LÓPEZ -nota 2~, p. 174; ZIELINSKl: AK, 15, 16/16 Y ss.).
nota 16), pp. 210 Y ss.; Roxrn: Strafrecht. Allgemeiner Teil, 3.' ed., Munich, 1997, En la S.T.S. de 25 de marzo de 1997 (Pte. MARTIN CANlVELL) se señala cómo no
12/66; SCHROTH: JuS, 92, p. 4; SCHUNEMANN (nota 13), pp. 268 Y SS.; TOlÚO LóPEZ debe confundirse el dolo con la motivación de la conducta «que de antiguo han
(nota 26), pp. 172 Y SS.; ZIEGERT: Vorsatz, Schuld und Vorverschulden, Berlín, 1987, sido distinguidos y diferenciados>.
pp. 124, 147 Y s. Más referencias en JESCHECK!WElGEND: Lehrbuch des Strafrechts. (30) CEREZO Mm (nota 9), p. 137: «No hay que confundir la voluntad con el
Allgemeiner Teil, S." ed., Berlín, 1996,29 II 2 YROJaN (nota 26), 12/66. simple deseo»; GÓMEZ BENfrEz: Trona jurfilica del delito. Derecho penal. Parte gene­
Resume la moderna discusión de la doctrina alemana, JANZARIK: ZStW, 104, ra~ Madrid, 1984, p. 208; OTIO: Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Strafrechtslehre,
pp. 65 y ss. S." ed., Berlín y Nueva York, 1996, 7/27; RODRíGUEZ DEVESAlSERRANO (nota 29),
(27) y de algún tipo de la parte especial como los artículos 217,280,301, 463; WELZEL: Das deutsche Strafrecht, 1 e ed., Berlín, 1969, p. 66; S.T.S. de 4 de
311.2.°,320,322,329,393,394.2,404 Y S., 413 Y ss., 446, 456,461 C.P. de 1980 (Pte.: Diaz Palos).
En los artículos 355 y 358 del anterior C.P., que eran dos de los pocos supuestos RODRíGueZ MONTA.&Bs (Delitos de peligro, nota 16), p. 62, señala, en sentido con­
de regulación individualizada de imprudencia, se equiparaba expresamente la «ne­ trario, que «en comportamientos altísimamente peligrosos y en los que no existe
gligencia» a la «ignorancia». Y no sólo eso, sino que se establecía expresamente la una posibilidad razonable de control del riesgo, la esperanza de no producción del
distinción con el dolo en el conocimiento, ya que en los correspondientes tipos do­ resultado ya no es una confianza, sino un «mero deseo».
losos se utilizaba la expresión «a sabiendas». En un sentido similar es preciso in­ Es interesante el intento de BINDING (nota 3), pp. 296 y ss., 310, de diferenciar
terpretar actualmente los artículos 329 y 331. El elemento decisivo de diferencia­ entre voluntad y deseo para fundamentar la existencia de una «voluntad no cons­
ción parece el intelectual. ciente» propia del delito imprudente.
BACIGALUPO (nota 9), p. 225; CuellO CONTRERAS (nota 25), p. 533. "(31) (Nota 23), pp. 262 y s.
(28) KrNDHAUSER (nota 9), p. 95; SCl:!l.EHOFER (nota 23), p. 163. (32) CueLLO CoNTRERAS (nota 25), p. 507, objetando a la doctrina mayoritaria
(29) La doctrina más moderna ha señalado cómo la valoración de la decisión que «la distinción entre un aspecto intelectual y otros volitivo del dolo, sin em­
como contraria a la norma de conducta no tiene nada que ver con los sentimientos bargo, no es afortunada, porque da a entender que la pura voluntad pueda ser de­
la acompañan, ya que los sentimientos no modifican el sentido de la decisión cisiva en Derecho penal 00 que choca con el principio del hecho).; FruSCH (Vorsatz,
de su ejecución: D:!Az PITA (nota 20); pp. 303, 310; HASSEMER (Arm. Kaufmann­ nota 14), pp. 268 Y S.; JAK.OES (nota 9), pp. 117 y ss., con referencias a SCHRODER y
CS, nota 6), p. 297; KARGL (nota 26), p. 55; KVHL (nota 23), 5/54, con amplias refe­ SCHMIDHAUSER; ARM. KAUFMANN: ZStW, 70, p. 75; Mm PuIG (nota 11), 10/101.
rencias; ZIEGERT (nota 26), p. 147. Tradicionalmente se afirmaba que el autor podía Para JAK.OBS (nota 9), pp. 113 y ss., el dolo no consiste en querer producir el re­
asumir o querer el resultado o la realización del tipo aunque no deseara su produc­ sultado, sino en no querer evitar la conducta típica, remitiéndose a la posición de
ción. En el marco de una teoría normativa de la culpabilidad (de la imputación ju­ ARM. KAUFMANN comentada infra, IlI.s. En un sentido similar, su discípulo LESCH:
rídico,penal), esta afirmación resulta una obviedad. Los motivos de la acción o de JA, 97, p. 809.

280 281
El hacer depender la imputación a título de dolo exclusivamente de cional O no fundamentada en los datos de la realidad que el autor
estos datos psíquicos incurre en la arbitrariedad obligando a tratar procesa correctamente en su cabeza. La imputación, de acuerdo
de forma desigual supuestos valorativamente idénticos. El confiar, con reglas generales, no puede depender de si el autor es un opti­
esperar o ansiar que el resultado no se produzca a pesar de saber mista empedernido o un temerario (34). Las «teorías de la volun­
que se está haciendo todo lo necesario para matar, lesionar o dañar tad» conducen a privilegiar de fonna injustificada al autor espe­
es algo irracional que no puede ser tenido en cuenta intersubjetiva­ cialmente temerario frente a otros más prudentes (35). El Derecho
mente y, por el contrario, una vez que se tiene dicho conocimiento sólo puede asumir racionalmente como relevante la confianza en la
lo que el sujeto espere o confíe no aporta nada a la valoración de un ""u"'''',,,,-,.,," del resultado cuando el autor emprende unas .medidas de
hecho como injusto doloso (33). No es admisible la confianza irra­ evitación mínimas o carece de infonnación suficiente sobre la le­
sividad de su comportamiento, pero no cuando, a pesar de saber
(33) FRIscH:'luS, 90, p. 366; HRUSCHKA (nota 13), pp. 435 Y s.: «El que mata y que va a crear un riesgo, se limita a confiar en el azar o que el re­
sabe que mata quiere también matar. Representémonos un caso en el que el juez le sultado no se producirá por razones que ya no tienen que ver con
pregunta al acusado: «¿Ha matado a O golpeándole con un hacha en la cabeza?»
Acusado: «¡Síl» Juez: «¿Supo usted que el golpe con el hacha sería mortal?» Acu­ su actuación (36). El que «tiene el hecho típico ante los ojos» ya no
sado: «Sí, supe que el golpe con el hacha mataría, pero no lo quise». El juez no le es digno de verse exonerado de responsabilidad por «haber con­
cree y precisamente no lo hace no por considerar «improbable» que el acusado co­ fiado» (37). Por ejemplo, si alguien circula con su automóvil en sen­
nociera la muerte pero no la quisiera, sino porque sería absurdo creerlo. El que
mata y sabe que mata quiere también matar; igualmente aquel que miente (es de­
cir, no dice la verdad) también quiere mentir; e igualmente aquel que se ata los za­ igual que en el dolo directo de segundo grado, el sujeto tiene que querer el resul­
patos y sabe que se ata los zapatos quiere atarse los zapatos. El ejecutar úfia acción tado necesario- aquí, le guste o no le guste. acepta el eventual resultado: tiene que
(determinada) y conocerla es una condición suficiente para querer realizar esa ac­ aceptarlo, pues no puede influir en intentar descartarlo». LUZÓN ha desarrollado
ción. De esta manera se convierte la voluntad en un elemento del tipo subjetivo, esta idea en general en (nota 13), pp. 426 Y S., denominando su posición como
«teoría restringida del consentimiento o aceptación». En este trabajo se introduce
pero es consecuencia de la ejecución de la acción y de conocer la misma. Si no esta posición entre las «teorias eclécticas». Si con este tipo de afirmaciones no se
fuera así, tendría que existir alIado de la ejecución de la acción y su conocimiento quiere caer en una mera presunción del dolo, lo que parece evidente, la cuestión es
un criterio especial adicional conforme al que se pudiera determinar si el que ac-' que con esos datos psicológicos se entiende, de acuerdo con criterios normativos,
túa también quiere realizar la acción. Tal criterio especial adicional ni existe ni que el autor ha actuado con dolo eventual, haya aceptado el resultado o. curiosa­
puede existir»; Mm PUlG: Adiciones de Derecoo españoLal Tratado de Derecoo Penal mente desde una perspectiva racional, aunque no lo haya aceptado.
de lescheck, Barcelona, 1981, pp. 428 Y s.; el mismo (nota 22), pp. 28: «Quien (34) GEPPERT: lura, 86, p. 612; SCRRora: luS, 92, p. 5.
"toma en serio" el peligro de su conducta y la quiere llevar adelante, necesaria­ (35) SCHÜNEMANN: lA, 75, p. 788.
mente acepta dicha peligrosidad en el sentido de que, 'por lo menos, "se confor­ (36) BOCKELMANNNoLK: Strafrecht. Allgemeiner Teil, 4." ed., Munich, 1987,
man con ella [ ... ] El "conformarse" con la peligroSidad de la conducta es una con­ p. 84; DfAZ PITA (nota 203, pp. 312 Y s.; FRlSCH; Gegenwartsprobleme des Vorsatzbe­
secuencia necesaria de querer dicha conducta tomando en serio su peligrosidad. griffs und der Vorsatzfeststellungen arn Beispiel der AlDS-Diskussion, Meyer-GS, Ber­
Por tanto, no es necesario exigirlo como elemento adicional», 34 y s.; el mismo lín y Nueva York, 1990, pp. 543 Y ss.; LUZÓN PEÑA (P. G., nota 13), pp. 426 Y s.; Ro­
(nota 11), 101100 Y ss.; PUPPE: ZStW; 103, p. 6, con abundantes referencias; WEI­ DlÚGUEZ MONTAl<ÉS, (Delitos de peligro, nota 16), p. 64; la misma (El caso de la coha,
GEND: ZStW; 93, pp. 668 Y ss. nota 16), pp. 214 Y ss.; ROXIN (nota 26), 12/27; SCHROTH: luS, 92, p. 8.
Desde una posición distinta a la del texto, RODRíGUEZ MONTAl<ÉS (Delitos de peli­ (37) RODRíGUEZ MONTAl<ÉS (Delitos de peligro, nota 16), pp. 62 Y ss. Y (El caso
gro, nota 16), pp. 63 Y S., afirma que «el sujeto que conoce ese nivel de riesgo y, de la colza, nota 16), pp. 214 Y ss., exige una confianza «razonable» que tenga un
pese a todo, actúa, lo hace de forma dolosa: necesariamente consiente, acepta o se minimo de fundamento o base racional. (El caso de la colza, nota 16), pp. 216 Y s.:
resigna con la eventual realización del tipo». Si ello es así, RODRíGUEZ MONTAl<ÉS no «La existencia de esa posibilidad de confiar de forma mínimamente fundada o ra­
exige que se demuestre en el que el autor ha consentido, aceptado o se ha cional en la no producción del hecho conforme a baremos objetivos es el presu­
resignado con la eventual del tipo. Es decir, no trata el elemento voli­ puesto para poder afirmar que el sujeto confiaba en sentido penalmente relevante».
tivo como un elemento típico que necesariamente tiene que ser probado. Lo que en (Delitos de peligro, nota 16), p. 62: «Esa confianza ha de ser, en mi opinión, algo
realidad afirma esta autora es que la Persona que conoce un riesgo típico y, a pesar más que la mera esperanza ciega, supersticiosa o irracional. Para que sea penal­
de ello, actúa, tiene que ser tratada normativamente como una persona que con­ mente relevante y tenga la virtualidad de excluir el dolo eventual es necesario un
siente, acepta o se resigna con la eventual realización del tipo. Es decir, como se ha mínimo de fundamento o base racional, ha de ser una confianza «razonable», lo
afirmado en el texto, el elemento volitivo opera como un adorno a efectos de impu­ que nos lleva al establecimiento de limitaciones objetivas a la posibilidad de con­
tación. En realidad, no le falta la razón a RODRíGUEZ MONTA$!ÉS cuando afirma fiar, limitaciones que vienen dadas, fundamentalmente, por el grado o magnitud
(p. 64) que «a partir de cierto nivel de riesgo, la conducta es valorada normativa­ del peligro que la acción y por las posibilidades de control del mismo•.
mente como dolosa». Lo mismo cabe decir cuando LUZÓN PEÑA: PI, 23, p. 94, En un sentido similar. PEÑA (P. G., nota 13), pp. 426 y S.
afirma, con respecto al contagio del virus VIH que «en los. casos en los que el su­ Sn.VA SANCHllZ: ADP, 87, p. 652, nota 22, señala que «si la confianza tiene un
jeto no pueda racionalmente confiar en la no producción del resultado porque, por fundamento racional, de hecho nos hallamos ante una situación de error, pues el
no haber tomado precaución alguna, p. ej. practicando el sexo sin preservativos sujeto toma nuevos elementos de conocimiento (aunque erróneos) que incorpora a
pese a conocer su infección el riesgo sea incontrolable, entonces -exactamente su conocimiento de la realidad. Si los fundamentos son irracionales, en cambio, la

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L_~

tido contrario bajo el lema «ya se apartarán los que vienen de fren­ partir de una peí'Spectiva normativa permite superar una visión de­
te», se está comportando de forma dolosa. Si el autor conoce o cal­ masiado psicologicista del dolo. La persona que de acuerdo con los
cula la situación concreta de riesgo que es imputable a él ya no es datos fácticos que se encuentran a su alcance enjuicia o procesa de
admisible desde el punto de vista de un ciudadano correctamente forma correcta (coincidente con la realidad) el riesgo o la situaciÓn
motivado que «confíe en la ausencia del resultado» o «no tome en de riesgo debe tomar en serio la producción del resultado, por lo
serio» dicho riesgo. Utilizando una expresión afortunada de HERz­ que la mera confianza en la ausencia de la lesión no le exonera ni
total ni parcialmente de responsabilidad. De acuerdo con la concep­
BERG, la distinción entre dolo eventual e imprudencia consciente no
ción normativa defendida aquí, lo decisivo es que una per:sona ca­
depende de que el autor se tome en seno un riesgo conocido, sino . nozca un hecho que, por ser típico, debe ser evitado. No existe nin­
de que conozca un riesgo que se tiene que tomar en serio (38). El guna razón atendible para que desde un punto de vista normativo el
autor «no contara con» o «no tomara en serio» el resultado en ca­
cosa es diferente, pues, en tal caso, el sujeto conoce perfectamente la realidad, lo sos como éstos. Por ejemplo, contagiar conscientemente de forma
que difícilmente pemrite hablar de error». típica el SIDA a otro no puede dejar de ser calificado como un in­
DfAz PITA (nota 29), pp. 312 Y s., argumenta que la exclusión del dolo «no puede
estar basada en creencias supersticiosas o en una confianza irracional del sujeto. justo doloso por la mera razón de que el que contagia, optimista
Antes bien, su base deben constituirla datos objetivos de la realidad que pudieran impenitente, confía en que la ciencia encontrará en un corto espa­
haber llevado racionalmente al sujeto a estimar que la situación para el bien jun­ cio de tiempo un remedio para la enfermedad (39). Esta persona
dico no implicaba ningún riesgo o, a lo sumo, un riesgo abstracto de lesiÓn». toma la decisión de realizar algo que ya permite explicar la muerte
En la doctrina alemana, FRISCH (nota 36), pp. 543 Y ss.; el mismo: NStZ, 91,
p. 24, desarrolla esta idea, exigiendo también una confianza seria o razonable. de una persona o es suficiente para matar a la otra persona dejando
Expresamente en contra de estos autores, Mm PuIG (nota 11), lO/lOO. la producción del resultado en manos del azar y no en manos de
S.T.S. de 23 de abril de 1992 (Pte.: Bacigalupo). afirma en la Primera parte, algo que él todavía pueda planificar (40).
Considerando tercero: «Tampoco asiste razón a la Defensa cuando afirma que el Por ello infringe la norma de conducta y comete un injusto do­
dolo se debería excluir, pues la Audiencia misma ha reconocido que el procesado loso. Con el siguiente ejemplo se pueden apreciar también los pro­
confiaba en que el aceite llegara a los consumidores ya regenerado. Sin embargo,
es necesario aclarar que la Audiencia sostuvo también que «esa confianza no blemas de las «teorías de la voluntad" desde un punto de vista
se apoyaba en un fundamento lo suficientemente raciona¡', y que el procesado normativo o valorativo: imaginémonos que un empresario dete­
no tomó ninguna medida que revelara algún esfuerzo por neutralizar los peli­ riora los frenos de un camión en el que viajan dos trabajadores su­
gros propios de su acción. Por lo tanto, sobre estas bases no es posible eliminar el yos porque es amante de la mujer de uno de ellos y quiere librarse
dolo, dado que, como es sabido, una esperanza infundada en la no producción
del resultado revela, en realidad la indiferencia del autor. pero en modo alguno del marido de su amante. ¿Ha de existir un homicidio doloso y
puede ser alegada corno fundamento de la exclusión del dolo. Este sólo se puede otro imprudente porque «quiere» que sólo muera el marido de su
excluir, corno dolo eventual. cuando las medidas que el autor ha tornado para amante y "desea» fervientemente que al otro le pase lo menos po­
evitar el resultado le hubieran generado un error sobre el peligro real y concreto sible? Cuando varios objetos son atacados mediante una misma
de su acción, dado que, en tales casos, habrá carecido del conocimiento de dicho modalidad de conducta con una posición interna distinta por
peligro».
En la Segunda parte, Considerando decimoctavo, afiade que «La jurisprudencia parte del autor frente a cada uno, se pone en evidencia lo arbi­
de esta Sala, sin embargo, permite admitir la existencia del dolo cuando el autor trario que resulta, desde el punto de vista del título de imputación,
somete a la víctima a situaciones peligrosas que no tiene la seguridad de controlar,
aunque no persiga el resultado típico. El dolo eventual, por lo tanto, no se excluye
simplemente por la «esperanza» de que no se producirá el resultado o porque éste sivo no es ese dato objetivo, sino el real conocimiento y toma de posición del autor
no haya sido deseado por el autor•. Este último argumento se ha convertido en un ante el peligro: que el sujeto sea consciente de que con su acción pone en concreto
peligro un bien-jundico, sin poder confiar ya en la evitación dé! peligro mismo,
argumento al que suelen recurrir las SS.T.S. que se tienen que enfrentar al pro­
pero no se conforme con el eventual resultado lesivo, sino que confíe «fundada­
blema de la delimitación entre dolo eventual e imprudencia consciente.
(38) luS, 86, p. 262; luS, 87, pp. 780 y ss.; lZ, 89. p. 476. En un sentido simi­ mente» en poder controlar el peligro y evitar la lesión».
En realidad, las coincidencias entre la postura de HERZBERG, la de RODRÍGUEZ
lar, FrusCH (Vor.satz, nota 14), pp. 484 y ss.; RODRÍGUEZ MONTAJ'iÉs (Delitos de peligro, MONTAl'iÉS y la del texto son muchas. No se puede hacer depender la imputación a
nota 16), pp. 101 Y s.; la misma (El caso de la colza, nota 16), p. 217. De acuerdo título de dolo de criterios puramente psicológicos. pero tampoco es admisible ads­
expresamente con HERZBERG, PuPPE: ZStW, 103, p. 17 YNI(, 15/57. cribir la realización del delito doloso mediante presunciones. La imputación a tí­
RODRÍGUEZ MONTAJ'iÉS (Delitos de peligro, nota 16), p. 103, le objeta. sin embargo,
tulo de dolo depende de criterios nonnativos con los que se valora el proceso psi­
a HERZBERG, que «una delimitación puramente objetiva, en la línea de HERZBERG. cológico que ha tenido lugar en la cabeza del autor. La normativización del dolo no
no puede aceptarse, pues vacía de contenido y desnaturaliza el tipo subjetivo. Es
tiene que conllevar el desprecio por los datos ontológicos o psicológicos.
correcto y necesario establecer límites objetivos a las posibilidades de confianza del
sujeto (grado de peligro, dominabilidad o posibilidad de control de riesgo, «protec­ (39) En el mismo sentido. MAYER: luS, 90. p. 785.
(40) BRAMMSEN: lZ, 89, p. 80; FRISCH: NStZ, 91. p. 24.
ción,,) [ ...] Pero, en la medida en que hablamos de elementos subjetivos, lo deci­
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el tomar en consideración elementos volitivos (o, quizás, emo­ 5. Me gustaría hacer una breve referencia a la posición de AR­
tivos) (41). MIN KAUFMANN en un artículo publicado en ZStW 70 (45), ya que
Asimismo, si alguien configura su acción de forme atípica y resulta de utilidad para lo dicho hasta el momento y por tratarse
«espera», «consiente o aprueba internamente», «asume», de un intento fallido de objetivación del dolo. Además, la posici6n
«aprueba», «acepta», «ratifica», «toma en serio o consideración», de KAUFMANN sigue teniendo relevancia en la discusión doctrinal
«ansía», «está de acuerdo con», «se resigna a", «se conforma con» de nuestro país ya que se ha inspirado en ella en nuestra doctrina
o «cuenta con» (42) el resultado no se le podrá imputar nada a esa CUELLO CONTRERAS (46). El autor alemán consideró que no puede
persona (43). Son tradicionales los ejemplos en la literatura en los
que se propugna la no imputación del resultado a título de dolo cado), entonces no se estarían castigando los hechos --que son absolutamente co­
porque el médico emprende una operación de alto riesgo o un in­ rrectos-, sino únicamente pensamientos que no se han traducido en una manifes­
geniero emprende una complicada obra de ingeniería comportán­ tación exterior que ofrezca apariencia alguna de desvaloro El tráfico aéreo, la explo­
tación de minas de carbón o las carreras de fórmula 1, cuando se realizan
dose de acuerdo con la lex artis, siendo indiferente cuál es su posi­ observando la diligencia debida, son actividades expresamente aprobadas -porque
ción personal frente a una posible lesión como consecuencia de en ellas no existe el mínimo desvalor objetivo-- por el ordenamiento jurídico; y si
dichas actividades (44). ¿Porqué unas veces el elemento volitivo el hecho realizado es una conducta correcta -por mucho que se realice con la
juega un papel decisivo y otras no? peor de las intenciones-, entonces, para un Derecho penal regido por el principio
del hecho, no existe tampoco una manifestación externa a la que se pueda vincular
una prohibición (tipificación) penal».
(41) JAKOBS (nota 9), p. 113; el mismo (nota 23),8/26. HERZBERG: NJw, 87, p. 1462, con respecto a enfermedades que no se sabe que
(42) Las expresiones existentes en la literatura son incontables, ya que el pro­ se padecen.
blema de la delimitación entre dolo e imprudencia se ha entendido en muchas oca­ En el texto se utilizan dos ejemplos tradicionales que, sin embargo, no son valo­
siones más como un juego de palabras que como un problema material de reglas rativamente comparables a pesar de las apariencias. La conducta del ingeniero es
de imputación de hechos. En la doctrina abunda el argumento circular de que el atípica teniendo en cuenta el riesgo permitido por el ordenamiento jurídico, mien­
dolo exige un «querer» además de un «conocer», pero se define como «querer» tras la del médico es típica pero se encuentra justificada (estado de necesidad y
aquel criterio que determina la existencia de dolo. De todas maneras, la descrip­ ejercicio legitimo de un oficio).
ción del elemento volitivo que se exige al lado del intelectual en el dolo parte Páginas 73 Y ss.
de la doctrina mayoritaria es un tema poco claro y controvertido (cfr. Ver­ contra de la posición de KAUFMANN, AMBROSIUS: Untersuchungen zur Vorsat­
halten, p. 255; VEPPERT: Jura, 86, p. 612). Los trabajos más recientes sobre el dolo zabgrenzung, Neuwied am Rhein y Berlín, 1966, pp. 66 Y ss.; CEREZO MIR (nota 9),
eventual insisten en la idea de que el elemento volitivo, entendido como consenti­ p. 145; DiAZ PITA (nota 20), pp. 269 y ss.; FRlsCH (Vorsatz, nota 14), pp. 14 Y s.,
miento, se ha distorsionado hasta tal punto, para poder encajar los casos de dolo 272 Y s., 277 Y ss.; el mismo (nota 36), pp. 537 y s.; HASSEMER (Arm. Kauf­
eventual en el concepto de dolo, que su significado inicial se convierte en irrecono­ mann-GS, nota 6), pp. 291 y s., con más referencias; HERZBERG: JuS, 86, p. 258;
cible (cfr. DiAZ PITA, -nota 20---, pp. 289, 322). JAKOBS (nota 23), 8/29; JESCHECI<iWEIGEND (nota 26), 29 ID 3 d) dd); KINDHAUSER
(43) FRISCH (Verhalten, nota 14), pp. 305 Y SS.; HERZBERG: JuS, 87, p. 778, con (nota 9), pp. 97 Y s., con más referencias; KOHLER: Die bewu{Jte Fahrliissigkeit,
más referencias; SCHMIDHAUSER: JuS, 80, pp. 243 Y S., con más referencias. Heidelberg, 1982, pp. 282 Y s.; PUPPE: NK, 15/46 Y S.; ROXIN: JuS, 64, pp. 55, 59,
SILVA SANCHEz: ADP, 87, p. 545: .la persecución del resultado [ ... ] que también con más referencias; el mismo: JuS, 80, p. 248; el mismo (nota 26), 12/48; STRA­
suele caracterizarse como «voluntad», es un elemento subjetivo del injusto caracte­ TENWERTH: ZStW, 71, pp. 61 y s.; WEIGEND: ZStW, 93, pp. 666 y S.; WOLFF: Die
rístico de una clase de dolo, pero, por un lado, no sustituye a la necesidad de cono­ Grenzen des dolus eventualis und der willentlíchen Verletzung, . Gallas-FS, Berlín
cimiento y, por el otro, su verdadera relevancia sólo vendrá dada por un incre­ y Nueva York, 1973, p. 204; WOLTER: Alternative und eindeutige Verurteilung auf
mento del riesgo objetivo para el bien jurídico: no por un "especial desvalor mehrdeutiger Tatsachengrundlage im Strafrecht. Zugleích eín Beitrag tur Abgrenzung
subjetivo" ». . von Vorsatz und Fahrlilssígkeit, Berlín, 1972, pp. 196 Y S.; ZlEGERT (nota 26), pp. 99
(44) BoCKELMANN: Strafrecht des Arztes, Stuttgart, 1968, p. 70; FRISCH (Vorsalt, Y ss.; ZIELINSKI: Handlungs- und Erfolgsunwert im Unrechtsbegriff, Berlín, 1973,
nota 14), pp. 141, 305 y ss.; KRAuss: ZStw, 76, pp. 46 y s.; MARINuCCl: c.p. C., 92, pp. 164 y ss.
pp. 140 y S.; H. MAYER: Strafrecht. Allgemeiner Teil, Stuttgart, 1953, p. 253; PREUSS HILLENKAMP: Dolus eventualis und Vermeidewille, Armin Kaufmann-GS, Berlín y
(nota 9), pp. 194 Y s., 213 y ss.; PUPPE: ZStw, 103, p. 32; ROMEO CASABONA (nota 19), otros, pp. 351 y ss., resume la respuesta que la teoría de KAUFMANN ha tenido en la
pp. 203 y ROXIN: JuS, 64, p. 58; ScHMIDHAUSER: GA, 58, p. 173; el mismo: JuS, doctrina alemana y los antecedentes del criterio de la «voluntad de evitación».
80, p. 243; Aufbau und Grem.en des Vorsatzbegriffs, Sauer-FS, Berlin, En el texto no me interesa repetir las críticas que se pueden encontrar en la
1949, pp. 242 oposición que encontró KAUFMANN en sus colegas, sino tener en cuenta el inte­
GIMBERNAT Estudios de Derecho penal, Madrid, 1990, p. 215: «Uno de que esta teoría puede todavía mantener vigente.
los principio del Derecho penal moderno es el del Derecho penal del hecho: (46) ADP, 83, pp. 96 y s. Realiza expresamente una defensa de KAUFMAN frente
cogítationís poenam nemo patítur, que quiere decir fundamentalmente lo siguiente: a las críticas de la doctrina alemana mayoritaria en (nota 25), pp. 509 Y S., nota 409.
El legislador no puede prohibir meros pensamientos ni intenciones si éstos no se Sin embargo, parece que CUELLO CoNTRERAS ha abandonado recientemente esta po­
han exteriorizado en un comportamiento con una IIÚnima apariencia delictiva; de sición para sumarse a las teorías cognitivas de STRUENSEE y SCHUMANN,
ahí que una acción objetivamente correcta no puede convertirse en típica por­ sigue defendiendo las de su trabajo en ADP, 83 (-nota 25-,
que vaya guiada por un mal propósito: porque si ello resultase prohibido (tipifi­ y ss.). La posición de CUELLO CONTRERAS demuestra las similitudes existen­

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I
existir dolo cuando la «voluntad de realización» se ve contrarres­ b) El único criterio de delimitación entre dolo e imprudencia
tada por una «voluntad de evitación». De una lectura detenida de acaba siendo la representación del autor o su procesa­
los argumentos de KAUFMANN se puede concluir que la cuestión no miento del riesgo residual de su actuación (49). KAUFMANN
tiene que ver directamente con el contenido de la voluntaddél podría 'haber llegado a defender una «teoria puramente in­
autor, sino con la manera de configurar el hecho. Si las medidas telectual del dolo» si no fuera porque contradecía sus pre­
que adopta el sujeto son suficientes la conducta será atípica al no misas ontológicas (50). Para KAUFMANN, la confianza en la
incrementar el riesgo general de la vida. Y si las medidas no son ausencia del resultado no puede ser asumible por el orde­
idóneas la cuestión se reduce a averiguar si el autor conocía el al­ namiento de acuerdo con criterios puramente subjetivos,
cance lesivo de su conducta. Si no lo conocía ya no se podrá ha­ sino que debe basarse en el conocimiento de datos objeti­
blar de dolo. No se trata, pues, de lo que el sujeto quiera o no vos: «la "voluntad de evitación" excluye la aceptación de
quiera (¿ Cómo se pueden ejecutar a la vez dos voluntades que se una "voluntad de realización" sólo, en verdad, si se trata de
contraponen?), sino de cómo configura éste su conducta. Con un una voluntad eficaz, es decir, si la puesta en marcha de los
ejemplo con variantes se pueden mostrar claramente, en mi opi­ contrafactores para la evitación del efecto accesorio real­
nión, cuáles son los criterios que KAuFMANN en realidad ha utili­ mente se ha realizado» (51).
zado para su teoria: a) si alguien entra en un establo lleno de paja e) Sólo se delimita el dolo del no-dolo, sin tener en cuenta si en
seca con un quinqué que pierde combustible y del que saltan chis­ ese caso el no-dolo es relevante o no a título de imprudencia.
pas siendo consciente de ello realiza un incendio doloso; b) si co­ d) No toda medida de evitación puede servir, sin más, para
loca el quinqué en úua bandeja para que el aceite no se derrame negar la imputación a título de dolo. Sobre todo si, como
de tal manera que no resulte más peligroso que una utilización de afirma KAUFMANN, la duda sobre la efectividad de la me­
un quinqué normal, la conducta será atípica (riesgo permitido, dida adoptada beneficia al autor. Por ejemplo, no varía la
cuidado necesario en el tráfico), siendo indiferente el contenido de calificación de homicidio o asesinato doloso el hecho de
la voluntad; e) si la medida resulta insuficiente (por ejemplo, la que el autor, décimas de segundo antes de disparar, avise a
bandeja no tiene suficiente capacidad para retener el aceite), sólo la víctima o de que al estrangularla para que pierda el sen­
nos plantearemos a lo sumo la imputación del incendio a título de
imprudencia. Por ello, las conclusiones de ARMIN KAUFMANN son tido no apriete con toda la intensidad con la que podria
perfectamente compatibles con lo argumentado en este trabajo: apretar y cese en cuanto la víctima pierde el sentido o que
«La delimitación de la voluntad de realización no se hace depen­ el enfermo de SIDA realice Uli contacto sexual con coitus
der ni del motivo de la acción ni del punto de vista ni de la repre­ interruptus cuando sabe que de todas maneras ha hecho lo
sentación del autor, sino de un criterio objetivo; pues la voluntad suficiente para contagiar la enfermedad. Si conocer y que­
de realización que persigue la evitación de la consecuencia secun­ rerrealizar un hecho que encierra un 50 por 100 de proba­
daria y con ello excluye la producción de dicha consecuencia bilidad de producir un resultado es un hecho doloso, cono­
como contenido posible de la voluntad de realización, tiene que cer y querer realizar un hecho que en principio encierra
consistir en una voluntad configuradora que se manifieste en un un 100 por 100 de probabilidad de producir el resultado, to­
suceso exterior» (47). A la exposición de KAUFMANN, sin embargo, mando una medida de evitación que elimina un 50 por 100,
se le pueden realizar las siguientes objeciones y puntualizaciones: también debe ser un hecho doloso. En definitiva, lo deci­
sivo es la relación del autor con el riesgo residual que se
a) KAUFMANN no ofrece ningún fundamento material para la mantiene a pesar de la medida de evitación: Si existe dolo
imputación a título de dolo o imprudencia, sino simple­ con respecto a ese riesgo residual, la conducta será dolosa.
mente una exposición casuística y fenomenológica (48). El La única forma de negar el dolo en los ejemplos menciona­
'trabajo de KAUFMANN sólo cobra interés para un determi­
nado tipo de casos. (49) HASSEMER (Arm. Kaufmann-GS, nota 6), p. 292, compara las tesis de
KAUFMANN con las tesis más modernas de HERzBERG, encuadrables en las «teorías
tes entre la teoría de su maestro alemán KAUFMANN y las «teorías de la repsenta­ de la representación»; KOHLBR (nota 45). pp. 282 Y S., resalta lo cercana que se
ción», Incluso (-nota 25-, p. 517) llega a definir expresamente la teoría de KAUF­ encuentra la posición de KAUFMANN a las «teorías de la probabilidad». Vid. nota 56.
MANN como teoría modificada de la representación. Vid. nota 49. (50) Sobre la importancia que tiene el pwIto de partida ontológico de KAUF­
(47) ZStW. 70, p. 76.
MANN en su posición, HASSEMER (Ann. KIlufrnann-GS, nota 6), p. 289.
(48). KOHLER (nota 45), p. 283.
(51) ZStW, 70, p. 74.

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dos es exigiendo que el autor consienta o asuma la produc­ puede correr el peligro de introducir en el injusto (juicio sobre la
ción del resultado. Por tanto, al final, volvemos a la discu­ infracción de la norma de conduc~) elementos que pertenecen a
sión de partida. ¿Basta con que el autor conozca el riesgo otros ámbitos de la teoría jurídica del delito. De lo que no cabe
que crea o, además, debe asumirlo de alguna manera? duda, en mi opinión, es de que estos elementos psicológicos o
e) Quedan supuestos en los que no existen medidas de evita­ emotivos pueden tener relevancia a efectos de determinación de
ción y que, sin lugar a dudas, son imprudentes. Por tanto, la pena (norma de sanción) una vez que se ha constatado la exis­
la teoría de KAUFMANN no agota las posibilidades de delimi­ tencia del dolo (infracción de una determinada norma de con­
tación, sino que se ocupa de una problemática muy con­ (53). Es decir; los pueden tener en cuenta si el autor
creta, como ya señalé al principio. ha actuado con dolo directo (de primer o segundo grado) o con
dolo eventual para imponer una mayor o menor pena dentro del
6. En muc~s ocasiones, las actitudes personales frente al re­ marco legal correspondiente. En los supuestos de dolo directo la
sultado más que determinar la modalidad de infracción de deber desautorización de la norma es más evidente y el autor se aleja to­
desvaloran los motivos de esa infracción (52). De esta manera se daVÍa más del ordenamiento. Por ejemplo, adoptar la decisión de
ejcutar un hecho conociendo con seguridad sus consecuencias no­
civas es más reprochable, en principio, que tomarla sin disponer
(52) FRrSCH (Yorsatz, nota 14), 264, de acuerdo con RUDOLPlll: SK,
ARM. KAUFMANN: ZSfW: 70, p. 69; ZStw, 103, p. 41; la misma: NK, de dicho conocimiento seguro. Pero el fundamento de la imputa­
SANCINBlTI: Teorla del delito y disvalor de acción, Buenos Aires, 1991, p. 201; ZIB­ ción a título de dolo desde una perspectiva normativa es en todos
LINSKI (DOta 45), pp. 162 Y el mismo: 15,16118. los supuestos el mismo (54), ya que se infringe la misma norma de
En este sentido es más la de la doble posición del conducta.
todo en la variante que mantiene el elemento intelectual del dolo en el
tiene en consideración en la culpabilidad los elementos emocionales o voliuvos que
7. En conclusión: toda posición que se pueda entender com­
fundamentan una mayor responsabilidad penal. Esta es la posición que, por ejem­ prendida dentro de las «teorías del consentimiento o del asen­
plo, ha mantenido SclfONEMANN: GA, 85, pp. 360 y ss., en referencia a NOWAKowsKI. timiento» o que hagan depender la imputación a título de dolo de
En contra de esta posición se ha manifestado en nuestra doctrina SILVA SANCHEZ: la actitud del autor frente al resultado es rechazable, ya que no
ADP, 87, p. 545. argumentando que «el de SclfONEMANN es criticable es más que una consecuencia de una visión psicologicista de la
como cualquiera qúe fundamente la en la valoración de elementos emocio­
nales o de la actitud interna del sujeto». imputación que da lugar a resultados arbitrarios (55). Por otro
La «teona de la doble posición del dolo» en sus diversas variantes ha tenido una
amplia aceptación en la doctrina en lengua alemana. SILVA SANcHEz: «Introduc­ (53) Sobre la distinción entre norma de conducta y norma de sanción, FElJÓO
ción» a El sistema moderno del Derecho penal: cuestiones fundamentaleS, Madrid, SANCHEZ (nota 0, pp. 88 Y ss., con amplias referencias.
1991, p. 15 Y (nota 22), pp. 400 Y s., considera que esta teona es la doctrina domi­ (54) F'RISCH (Vorsatz, nota 14), pp. 496 Y ss.; el mismo: ZSt"W; 99, pp. 765 Y ss.
nante actualmente en Alemania. Han mantenido una doble posición del dolo, en­ SANCINETTI (nota 26), p. 64, considera más acertada la denominación «dolo básico»
tre otros: GALLAS: ZStw, 67, p. 45, nota 89; el mismo: Zur Strtiktur des strafrechtli­ que «dolo eventual».
chen Unrechtsbegriffs, Bockelmann-FS, Munich, 1979, p. 170; JBSCHECKlWBIGEND (55) Sobre los partidarios de las «teorías del consentimiento o del asenti­
(nota 26), 24 III 5, 39 IV 4; LAMPE: Das personale Unrecht, Berlín, 1967, p. 234; miento» en sus distiÍÍtas formulaciones formales: BUSTOS RAMíREz: Control social y
LENCKNER: Schonke!Schroder Strafgesetzbuch Kommentar, 25." ed., Munich, 1997, sistema penal, Barcelona, 1987, pp. 236 Y S., nota 7; CEREZO MIR (nota 9), p. 140;
antes de 13 y ss.l120 y s., con más referencias; NOWAKOWSKI: WK, antes de 3/31; Ro· CORCOY BmAsoLo (nqta 23), pp. 270 Y ss.; la misma: En el límite entre dolo e impru­
XIN: Kriminalpolitik und Strafrechtssystem, 2." ed., Berlín y Nueva York, 1973, p. 42; dencia. Comentarios a la Jurisprudencia penal del Tribunal Supremo, Barcelona,
el mismo (nota 26), 12/26; RUDOLPHI: SK, 15/3; WOLTER: Objektive und personale' 1992, pp. 49 y ss.; DIAZ PITA (nota 20), p. 176; ENGISCH (nota 3), pp. 91 Y ss.; FruSCH
Zurechnung von Verhalten, Gefahr und Verletzung in einem funktionalen Straftatsys­ (Vorsatz, nota 14), pp. 4 Y ss.; GIMBERNAT ORDEIG (nota 44), pp. 246 Y ss.; el mismo:
tem, Berlín, 1981, p. 152. Introducción a la parte general del Derecho penal español, Madrid, 1979, p. 45; GRACIA
CEREZO Mm: Problemas fundamentales del Derecho penal, Madrid, 1982, pp. 200 MARTíN: Comentarios al Código Penal. Parte especial 1, Valencia, 1997,138/46; JAKOBS
Y ss., hace un estudio imparcial de las razones que pueden existir para la eventual (nota 23), 8/26; JBSCHEcKlWEIGEND (nota 26), 29 III 3 d) cc); MIR PurG (nota 11),
importación de esta teona en el Derecho penal español. 10190 Y s.; RODRlGUEZ MONTAJÍIÉS (Delitos de peligro, nota 16), p. 52, nota 82; ROXIN:
Esta «teona de la doble posición del dolo» ha carecido de aceptación en nuestra JuS, 64, pp. 54 Y s.; SCHMIDHAUSER: JuS, 80, p. 242; SCHRODER (nota 44), p. 228;
doctrina, por lo que no es preciso aquí profundizar en la misma. Se han manifes­ SCHONEMANN: JA, 75, p. 788; WELZBL (nota 30), pp. 69 Y s.
tado expresamente en contra: CEREZO MIR (nota 9), pp. 123 Y s.; GlMBERNAT ORDEIG Una recopilación de las sentencias en las que el T.S. alemán ha utilizado la
(nota 44), pp. 176 Y s., nota 44; Mm PUIG (nota 22), p. 28, nota 32; Mul'Ioz CONDE: «leona del consentimiento» en GEPPERT: Jura, 86, p. 611, Y PtJpPB: ZStw, 103, p. 6.
«Introducción» a Política criminal y sistema del Derecho penal, de ROXIN, Barcelona, En alguna ocasión se le ha reprochado también desde un punto de vista prác­
1972, pp. 12 Y ss. En la doctrina alemana también ha encontrado oposición aunque tico a las «teonas del consentimiento» que restringen en demasía el ámbito del de­
allí se encuentre mucho más extendida (vid. por todos, MAURACHlZIPF: Strafrecht. lito doloso (cfr. SCHONEMANN: JA, 75, p. 788). Es curioso que nuestro T.S. haya fun­
Allgemeiner Teil 1, 8." ed., Heidelberg, 1992,22/6, Y PUPPE: NK, 15/3). damentado muchas veces la asunción de la «leona del consentimiento» con base

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lado, nuestro Derecho positivo no determina que para imputar un rio pero tampoco lo considera despreciable o controlado? (57).
resultado típico a título de dolo el autor tenga que asumirlo o ¿La persona optimista o temeraria se sigue viendo beneficiada en
aceptarlo de alguna manera. Lo mismo cabe decir de aquellas relación al ciudadano sensato y razonable? Como ha sefialado
«teorías de la voluntad» más eclécticas y más extendidas en la ac­ PUPPE (58), la teoría de «tomarse en serio el peligro» coincide con
tualidad, tanto en Alemania como en nuestro país --cercanas en las «teorías de la voluntad" en que determina la diferencia entre
muchos aspectos a las «teorías de la representación»- que basan dolo e imprudencia de forma psicológico-descriptiva, como dife­
la imputación a título de dolo en que el autor se tome o no en se­ rencia en la posición interna'del autor con respecto al peligro que
rio el riesgo (56). ¿Qué pasa si el autor no se toma el riesgo en se- conoce. Por esta coincidencia, precisamente, es por lo que se re­
chaza esta posición en el texto. .
en este mismo razonamiento. Pero a partir de este argumento no se puede criticar Desde mipunto de vista, aliado de un elemento intelectual que
esta teoría, sino que así se constata un punto de llegada insatisfactorio. La cuestión va referido al riesgo, no es preciso un elemento volitivo dirigido al
es si nuestro C.P. restringe tanto el ámbito del dolo como pretenden las «teorías tipo objetivo, como considera la doctrina mayoritaria. Incluso aun­
del consentimiento». que éste se encuentre ya muy desdibujado (59) (o precisamente por
(56) Posición mayoritaria en la doctrina alemana (cfr. PuPPE: NK, 15/51; Scm.E­
HOPER -nota 23-, p. 24). La contribución más decisiva en este sentido es la de esa razón que atenta contra la seguridad jurídica). El elemento del
STRATENWBRTH: ZStw, 71, pp. 63 Y ss. STRATENWERTH protagonizó el acercamiento de querer se agota en querer realizar una determinada acción o una
las «teoría de la voluntad» a las .teorías de la representación» en la segunda mitad omisión (60) a pesar de tener un conocimiento suficiente sobre el
de este siglo. Otros autores representativos: JESCHEcKlWEIGEND (nota 26), 29 m 3; riesgo o sobre la situación de peligro concreto para un determi­
E. A, WOLFF (nota 45), p. 225 Y passim, pretende mejorar las tesis de STRATENWERTH; nado bien jurídico. El elemento volitivo dirigido al resultado o a la
WOLTER (nota 45), p. 85.
FRISCH (Vorsatz, nota 14), p. 17, recoge los autores que comparten esta posición, ,situación de peligro puede operar, a lo sumo, como un indicador
llevando a cabo una crítica de la misma en pp. 484 Y ss.; OTro (nota 30), 7/43, de la existencia de dolo (61). Las teorías que exigen un elemento
hace un tratamiento de esta posición, con más referencias; SCHMOLLER: OJZ, 82, psicológico, además de la previsión de la realización del tipo, sue­
pp. 282 Y s., también hace un tratamiento de esta posición; SCHROTH: JuS, 92, pp. 4 len ser teorías que intentan describir el sustrato psicológico del he­
Y s., también en sentido crítico, aunque en mi opinión, su teoría del dolo como
«asunción de las circunstancias que constituyen el injusto o constitutivas del in­ ..cho. Sin embargo, esa descripción de un proceso psicológiCO no
justo» (pp. 6 Y ss.) es una variante de esta teoría (en el mismo sentido, RoXIN
-nota 26-, 12/64 Y 65) que considera que cuando el autor no ha despreciado la si­ esta clasificación entre lo que se pueden denominar teorías clásicas y teorías mo­
tuación de peligro lo ha tomado en serio, consiguiendo así considerar que actÚl¡n dernas (donde hay que englobar a los partidarios de la «doctrina final de la ac­
dolosamfnte también aquellos autores que deciden no tomar postura con respecto ción») del consentimiento, KOlU..ER (nota 45), p. 297.
al peligro. (57) Sobre estas dificultades, JAKOBS (nota 23),8/25, con más referencias. Para
En España, GIMBEItNAT ORDEIG (nota 44), pp, 252 Y ss.; el mismo: ADP, 90, solucionar estos problemas ha propuesto SCHROTH su teoría (vid. nota anterior) en
pp. 428 Y ss., que, en mi opinión, se equivoca al ubicarse a sí mismo dentro de los la que el .elemento volitivo» como criterio de determinación de la modalidad de
partidarios de la «teoría de la probabilidad. (opina también que GIMBERNAT imputación subjetiva queda, en realidad, vacío de contenido en los «casos límite •.
no mantiene una «teoría de la probabilidad., CEREZO MIR -nota 9-, p. 144, (58) NK, 15/54.
nota 119), aunque en (nota 55), p. 46, sí defina el dolo de acuerdo a la «teoría de la (59) Vid. nota 42.
probabilidad»: «basta para afirmar la existencia de dolo que al sujeto le parezca (60) CUEllO CONTRERAS (nota 25), p. 507: «La distinción entre una parte inte­
muy probable la causación del resultado a consecuencia de su acción»); RODRíGUEZ lectual y tra volitiva menciona, en realidad, una unidad inescindible que impide
MONTAJí¡t!S (Delitos de peligro, nota 16), pp. 60 y ss. considerar por separado ambos elementos. Si de un tiempo a esta parte los autores
En este sentido se están pronunciando la mayona de las modernas sentencias han puesto el acento sobre el aspecto intelectual del dolo, ha sido para contrapesar
del T.S. sobre la distinción entre dolo eventual e imprudencia consciente, afir­ el excesivo papel que se otorgaba al elemento volitivo con anteripridad. En suma,
mando que la doctrina del T.S. ha ocupado una posición ecléctica entre las «teo­ hay que tener en cuenta que todo lo que se diga del dolo va referido a una acción
nas de la voluntad. más radicales y las «teonas de la representación. (o «teorías que se está realizando y cuyos elementos se requiere que sean conocidos por el
de la probabilidad»). Vid. nota 109. autor»; FRISeH (Vorsatz, nota 14), pp. 264 y S.; HERZBERG: JZ, 88, pp. 573 Y ss.;
Es preciso puntualizar que a veces la denominación de «teorías volitivas. se uti­ HRUSCHKA (nota 13), p. 436; KINDHAUSER: Z8tW, 96, p. 21; MIR PUIG (nota 22),
liza en un sentido muy amplio que se refiere no sólo a las teonas denominadas así pp. 26 Y ss.: «El querer suficiente para el dolo se da cuando se decide voluntaria­
tradicionalmente (y que han tenido como principal adalid desde principios de siglo mente activar la conducta cuya peligrosidad se toma en serio»; el mismo (nota 11),
a v. H!pPEL y las «teonas del consentimiento») que exigían que el autor asumiera o 10/101; QUERALT: «El dolo y el conocimiento de la antijuridicidad», Cuadernos de
quisiera el resultado, sino también a aquellas teorías más modernas y más cercana Derecho judicial, 94, p. 42; SeHMIDHAUsER: Vorsatzbegriff und Begriffjurisprudenz im
a la posición del texto que consideran que existe dolo eventual cuando el autor «se Strafrecht, Tubinga, 1968, pp. 14, 18 Y ss.; el mismo (nota 25), p. 158, con nota 62;
conforma con el resultado» o «toma en serio el peligro» o «no confía en la ausencia el mismo: JuS, 87, p. 375; SILVA SÁNCHEZ (nota 22), p. 401.
del resultado. (vid. la exposición diferenciada que realiza JAKOBS -nota 23--, entre En contra, BRAMMSBN: JZ, 89, p. 72.
las posiciones que contempla en 8/25 y las que contempla en 8/26). De acuerdo en (61) FlUSCH (Vorsatz, nota 14), pp. 333 y ss. Vid. infra, V. 3 e).

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tiene que conllevar una detenninada valoración por parte del Dere­ a} es imposible saber lo que el autor hubiera hecho; b} el reproche
cho penal, sino que es éste el que detennina cuáles son los proce­ jurídico-penal debe ir dirigido a lo que el autor efectivamente ,ha
sos psicológicos que le interesan para definir un hecho como tí­ realizado y no tener como punto de referencia lo que el autor qui­
pico. El punto de partida adoptado al principio del trabajo tiene zás hubiera hecho en otras circunstancias (65). El sustrato de la
como consecuencia que se pueda prescindir de todas aquellas (,teo­ imputación no parte para estas teorías hipotéticas de una relación
rías de la voluntad» que sólo tienen un anclaje naturalista-psicoló­ real del autor con el hecho, sino de una relación ficticia, irreal,
gico, pero que carecen de un anclaje nonnativo. Como veremos inexistente. Este método hipotético es conocido sobre todo me­
más adelante, las «teorías de la voluntad» tienen un fondo de co­ diante la primera fónnula de FRANK, que posteriormente fue modi­
rrección, pero lo incorrecto es entender el «querer humano» como ficada ante las múltiples objeciones que recibió proponiendo este
un elemento psicológico que determina por sí mismo la imputa­ autor alemán lo que se conoce como segunda fónnula de F'RANK
ción y su modali4ad (62). Esta cuestión material es lo que me hace (<<teoría positiva del consentimiento»): "Si el autor dijo: sea así o
rechazar las «teorías de la voluntad» en todas sus variantes y no de otra manera, suceda esto o lo otro, en todo caso yo actúo, en­
sus dificultades de concreción de cara a la práctica que, aunque tonces su culpabilidad es dolosa» (66). A partir de esta segunda
evidentes, no son más que un dato accidental (63). fonnulación FRANK consideró la primera fónnula como un simple
8. Las «teorías hipotéticas del consentimiento» que se basan medio de prueba. Sin embargo, tampoco esta función es asumible.
en la consideración de lo que el autor hubiera hecho si hubiera La primera fónnula de F'RANK tiene el grave inconveniente no sólo
tenido la realización del tipo por segura carecen ya de relevancia de conducir a soluciones arbitrarias en algunos supuestos, sino
en el panorama doctrinal actual (64). Sus defectos son evidentes: también de basar realmente el reproche culpabilístico más en el
desvalor del carácter del autor que en el desvalor del hecho (67).
(62) RODRÍGUEZ MONTAFlÉS (El caso de la colza, nota 16), p. 216: «Es perfecta­
mente lícito que los conceptos de ·voluntad y confianza con los que se opera no 30 de enero de 1982 (Pte.: Garcfa Miguel); «al repartir golpes de cuchillo indiscri­
sean los conceptos puramente psicológicos, sino también normativos y que se res­ minadamente a diestro y siniestro, dadas las dimensiones de aquél, es indudable
trinja el ámbito de la confianza excluyente del dolo eventual, exigiéndole un nú­ que no pudo dejar de representarse como probable las consecuencias letales que
nimo de fundamento o base racional y estableciendo limitaciones objetivas a la po­ pudieran derivarse de su comportamiento y que hubiese procedido de la misma
sibilidad de confiar, basadas en consideraciones teleológico-valorativas y de manera aun cuando se lo hubiese representado como seguro, ya que los resultados
política criminal [ ... ] El Derecho no puede dejar a puros procesos psíquicos, a la menores realmente producidos sin duda fueron debidos, como acertadamente dice
"mente del autor", ciertas decisiones que requieren una valoración normativa». En la sentencia recurrida, o bien al azar, o bien a los propios movimientos instintivos
el núsmo sentido (Delitos de peligro, nota 16), pp. 62 y ss. de defensa hechos por los acometidos, por lo que es de apreciar la concurrencia de
(63) Cfr. PUFPE; ZStw, 103, p. 41; la núsma: NK, 15/32 Y ss. Esta autora consi­ un dolo eventual»; 16 de noviembre de 1987 (Pte.; Barbero): «¿habría actuado el
dera que la práctica demuestra que al final el elemento decisivo de distinción entre procesado de la misma forma si se hubiera representado el resultado mortal corno
dolo e imprudencia se basa en la determinación de una «confianza vaga. (dolo) o seguro?. En estas dos últimas sentencias el criterio hipotético operó como criterío
una «confianza seria. (imprudencia) en la no realización del tipo. Esta diferencia­ decisivo de la decisión judicial.
ción no es clara y conduce a soluciones arbitrarias y, lo que es peor, manipulables. La' mantiene SAINZ CANTERO; Lecciones de Derecho penal. Parle general, 3."
Por ejemplo, en sus recientes sentencias sobre el SIDA (BGHSt, 36, pp. 1 Y ss. Y 262 Barcelona, 1990, pp. 677 Y s. Una relación de aquellos autores que hacen uso
Y ss.) el T.8; alemán considera que el autor sólo tiene una confianza vaga en que no la «teoría hipotética del consentimiento. en CORCOY BIDAsoLO (nota 23), p. 278,
contagiará la enfermedad, pero confía seriamente en que como consecuencia del nota 1090.
contagio la otra persona no morirá. Pero las razones de que ello es así no son tan (65) BINDING (nota 3), pp. 397 Y ss.; FruSCH (Vorsatz, nota 14), p. 12; GRACIA
evidentes, teniendo en cuenta sobre todo que la probabilidad de contagio es muy - MARTÍN (nota 55), 138/47; H. MAYBR (nota 44), p. 252; PlJpPE: NK, 15/42, con más
pequeñ.a, pero la muerte como consecuencia del contagio es prácticamente segura. referencias; Tru:FFrE.RER (P. G., nota 9), p. 169.
El problema no sólo reside en las dificult¡l.des prácticas de delimitación, sino que (66) Strafgesetwuch, § 59 V. Sobre las fónnulas de FRANK y su utilización por
también existen razones materiales; la diferencia entre el carácter vago o serio de parte de v. ffipPEL, ENGISCH (nota 3), pp. 100 Y ss. Sobre la discusión entre FRANK,
la confianza en la ausencia del resultado implica una diferencia demasiado pe­ como defensor de una teoría normativa de la imputación y v. ffipPEL, como defen­
queña para fundamentar la importante diferencia valorativa que existe entre el in­ sor de una teoría psicológica, KORIATH; Grundlagen strafrechtlicher Zurechnung,
justo doloso y el imprudente. De acuerdo con PuPPE en sus críticas a estas senten­ Berlín, 1994, pp. 612 Y ss.
cias del T.S. alemán, SCHONEMANN; AlDS und Strafrecht-Ein ()berblick, AlDS und (67) La mera insistencia de F'RANK.; Strafgesetzbuch, § 59 V, en que no se debe
Strafrecht, Berlín, 1996, pp. 18,20, con más referencias. hacer depender el juicio del carácter del autor no modifica este grave inconve­
Sobre esta cuestión muy discutida en la doctrina alemana, vid. por todos niente de su teoría. La misma objeción han recibido siempre las denominadas
FRISCH: JuS, 90, pp. 362 Y ss.; RoXIN (nota 26), 12176 y ss.; KüHL (nota 23), 5/80, to­ «teorías del sentimiento» (cfr. sobre los defensores de esta teoría E. A. WOLFF
dos con más referencias. -nota 45-, p. 198, Y cfr. las críticas a este posición en PUPPE: ZStw, 103, p. S, con
(64) Sin embargo, se pueden ver manifestaciones de estas teorías en SS.T.S. una amplia relación bibliográfica de los autores que han criticado estas posicio­
recientes; 18 de marzo de 1980 (Pte.; Castro); 4 de julio de 1980 (Pte.; Díaz Palos); nes). Corno ya se ha señ.alado anteriormente, las razones subjetivas meramente

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«Todo ello es (autoritario) Derecho penal de autor y no (democrá­ culpabilidad por el hecho» (68). Ello es más evidente si pensamos
tico) Derecho penal de hecho, es culpabilidad por el carácter y no que no existen leyes psicológicas que nos pennitan detenninar qué
es lo que hubiera pasado en otra ocasión. Sólo enjuiciando la per­
emotivas no han sido tenidas en cuenta tradicionalmente como criterios de impu­ sonalidad del autor podemos saber cuál hubiera sido su comporta­
tación. miento en una situación que no ha existido. Ya es bastante difícil
Las criticas más tradicionales a la primera fórmula de FRANK son recogidas por muchas veces detenninar el contenido psicológico de lo que ha
ENGISCH (nota 3), pp. 192 Y s. Aunque este autor, en páginas posteriores de su mo­ pasado, como para que haya que detenninar que hubiera sucedido
nografía (en especial, pp. 198 Y ss.), defiende la utilidad práctica de dicha fórmula
como medio de determinación fáctica del dolo dentro de su teoría del dolo como en otra situación que no ha existido. En este sentido ya es tradi­
«indiferencia frente a la lesión del Derecho» (cfr. PUPPB: NK, 15/64). Esto demues­ cionalla siguiente crítica de ENGlSCH (69): «El hecho se convierte
traque su fundamento de la imputación a título de dolo no dista demasiado de la sólo en un motivo para castigar al autor o absolverle dependiendo
idea que tenía FRANK, por lo que se hace merecedor de las mismas críticas. Las dos de si (a los ojos del juez) se trata de un sujeto de"mala catadura o
fórmulas de FRANK, que tenían un puro valor probatorio del dolo, se encontraban de un ánima cándida. ¡Qué peligro para el Derecho y la justicia!».
cercanas en su fundámentación a la «teoría de la indiferencia frente a la lesión».
Esta teoría de ENGISCH (-nota 3-, pp. 186 Y ss. Y NJW, 55, pp. 1688 Y s.) sobre ENGISCH puso, además, en evidencia cómo la fónnula de FRANK
«la indiferencia frente a la lesión» nO es más que una variante más ética y menos adolecía de un defecto tradicional que padecen todas las «teorías
restringida de las «teorías del consentimiento» (v. HJpPEL), en la que se priva de re­ del consentimiento», Se introducen en la imputación del hecho
levancia al elemento volitivo por todos los inconvenientes reflejados ya en páginas elementos como, primordialmente, la posición personal del autor
anteriores. Además, frente a «las teorías extremas de la voluntad», ENGISCH preten­
dió que el reproche por esa indiferencia tuviera su base en una lesión conocida al frente al ordenamiento jurídico que tienen que ver más con la im­
menos como posible para que tuviera una base racional (cfr. NJW, 55, p.1689) putación de la pena o con el juicio de culpabilidad strictu sensu.
que, como hemos visto, es uno de los problemas de las «teorías del consenti­ Además, existe un argumento de índole práctico contra la «teoría
miento». Como ha señalado FruSCH (Vorsatz, nota 14), p. 13, esta teoría no susti­ hipotética del consentimiento»: la doctrina ha venido demos­
tuye sino que complementa las «teorías del consentimiento». Esta formulación de trando desde siempre que esta teoría de FRANK falla estrepitosa-
ENGISCH es coherente con su visión del fundamento de la culpabilidad como «cul­
pabilidad por el carácter» frente al tradicional fundamento como «culpabilidad en
virtud de la formación de la voluntad». No es extraño que ya anteriormente EXNER: p. 662; ZIEGERT (nota 26), pp. 103 y s. En tiempos más cercanos ha insistido en la
Das Wesen der Fahrllissigkeit, Leipzig y Viena, 1910, pp. 129, 131, iniciara este línea de ENGISCH de exigir al lado del elemento intelectual del dolo un elemento
mismo camino ya que tiene una visión muy similar del fundamento de la culpabili­ ,más emotivo que volitivo, GALLAS: ZStW, 67, p. 43.
dad y de la responsabilidad subjetiva. Se ha mostrado también partidario de la También v. H!PPEL: Lehrbuch des Strafrechts. Berlín, 1932, pp. 134 Y s., frente a
«teoría de la indiferencia», en tiempos recientes, SCHROEDER: LE:, 16193, señalando cuya posición como tradicional defensor de la «teoría del consentimiento» propuso
que existe dolo eventual tanto cuando el autor tiene como posible la realización del precisamente ENGISCH su teoría, utilizó también la fórmula de FRANK como método
tipo y la asume como cuando la tiene como probable y ello le resulta indiferente. Y de determinación fáctica. Esto es lógico ya que v. HIPPEL (nota 5), pp. 510 y s. y
CRAMER: Schonke/Schroder Strafgesetzbuch KiJmmentar, 25." ed., Munich, 1997, (nota 67), p. 135, fundamenta el reproche jurídico en un reproche ético al autor: el
15184, se ha manifestado cercano a esta teoría. La objeción de que esta teoría sólo egoísmo del autor doloso, que prima sus intereses frente a los lesionados. Sin em­
es plausible en el marco de una teoría de una «culpabilidad por el carácter» (DfAz bargo, éste no puede ser un criterio decisivo, ya que el egoísmo también se puede
PITA -nota 20-, p. 179; ScHRom: luS, 92, p. 3; WEIGEND: zsnv. 93, p. 661) no es predicar, y de hecho se predica en muchos trabajos y sentencias, del autor impru­
en realidad una crítica a ENGISCH o EXNER, sino una demostración de que su teoría dente (vid. por todas. S.T.S. de 28 de febrero de 1983 -Pte.: Vivas-l. Sobre los in­
de la culpabilidad permite explicar la imputación a título de dolo si las premisas de tentos de establecer una distinción entre dolo e imprudencia con base en datos psí­
dicha teoría son correctas. Por ello 10 que hay que hacer es criticar la legitimidad quicos en la literatura clásica, BINDING (nota 3), p. 280 (con referencias a TESAR, V.
de esta teoría de la culpabilidad. Así, por ejemplo, Mm PUlG (nota 22), p. 22, critica HIPPEL y STURM).
la teoría del dolo de ENGISCH señalando que esta teoría de la culpabilidad ha sido En la literatura más 'moderna se han manifestado en contra de las fórmulas de
abandonada por sus connotaciones antiliberaIes. Sobre las «teorías de la indiferen­ FRANK: AMBROSIUS (nofa 45), pp. 64 Y s., solidarizándose con líls críticas de EN­
cia», FrusCH (Vorsatz, nota 14), pp. 7 Y ss. A esta tesis de ENGISCH hay que objetarle GISCH; BOCKELMANNlVoLK (nota 36), p. 82; Busros RAMíREz (nota 55), pp. 238 Y s.;
que muchos casos de imprudencia, si no todos, se pueden fundamentar en una po­ COBoNIVES: Derecho Penal. Parte General, 4.' ed., Valencia 1996, p. 565; D:lAz PITA
sición de indiferencia del autor. Por ello habría que distinguir entre la «indiferen­ (nota 20), pp. 171 Y ss.; FRlSCH (Vorsatz, nota 14), p. 12, insistiendo también en las
cia absoluta» que determina la imputación a título de dolo y la «indiferencia rela­ críticas de ENGISCH; GIMBERNAT ORDEIG (nota 44), pp. 252 Y SS., con más referen­
tiva» que determina la imputación a título de imprudencia, lo que si no es cias; JAKOBS (nota 23), 8/27, con más referencias; KÓHLER (nota 45), p. 294, nota 9;
imposible de llevar a cabo, al menos no se ha hecho todavía (cfr. FruSCH -Vorsatz, LUZÓN PERA (P. G., nota 13), p. 421; Mm PUlG (nota 22), p. 23; PUPPE: ZStW, 103,
nota 14-, p. 8; Mm PillG -nota 22-, p. 22; SCHMOLLER: OlZ, 82, p. 285; SCHRom: pp. 3 Y s.; la misma: NI(, 15142 Y ss.; RODRlGUEZ MONTAi1!ÉS (El caso de la colza,
luS, 92, p. 3; WELZEL -nota 30-, p. 70). Con ello nos volvemos a encontrar en nota 16), p. 212; ROXIN (nota 26), 12/49 Y s.; SCHRODER (nota 44), pp. 233 Y s.;
el punto de partida. En contra de la posición de ENGISCH, argumentando estas y ScHRom: luS, 92, p. 2; WEIGEND: ZStW, 93, p. 689, nota 114.
otras razones: BUSTOS RAMíREz (nota 55), p. 240; D1AZ PITA (nota 20), p. 179; la (68) GIMBERNAT ORDEIG (nota 44), p. 253; GONZÁLEz Rus: Curso de Derecho pe­
misma: AP, 95, pp. 8 Y s., nota 15; FruSCH (Vorsatz, nota 14), pp. 474 Y SS.; Mm Pum nal españ.ol. Parte especial 1, Madrid, 1996, p. 48; SCHROEDER: LI(, 16187.
(nota 22), pp. 22 y s.; PUPPE: NI(, 15165; ROXIN (nota 26), 12/37; WEIGEND: ZStW, 93, (69) (Nota 3), p. 193.

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mente en supuestos en los que el resultado producido es incompa­ litivo para estos menesteres (como, por ejemplo, las tesis más mo­
tible con los fines del autor o los frustra (70). Por ejemplo, este de­ dernas de que «tomar en serio» l:) «contar con» el resultado' siem­
fecto práctico se puede constatar con el tradicional ejemplo de
LÓFFLER de los mendigos rusos: unos mendigos rusos compran ni­
pre es dolo, mientras que «confiar en" su ausencia o «no tomar en
ños para mutilarlos y poder conseguir así más dinero al despertar serio» el resultado sólo es imprudencia) (72). Si el dolo es la deci-
los niños una mayor compasión. Mutilan a los niños sabiendo que
sus vidas corren peligro, pero en cada caso concreto, si supieran Derecho comparado; ROXIN: JuS, 80, pp. 249 Y ss. Y passim; ScHLEHOFER (nota 23),
que el niño se va a morir preferirían venderlo o explotarlo de otra pp. 163 Y ss. Y passim; SCHMIDHAUSER (nota 60), pp. 21 Y S.; el mismo: GA, 57, pas­
sim; el mismo: GA, 58, passim; el mismo: Strafrecht. Allgemeiner Teil, 2." ed., Tubin­
manera para no perder dinero. También sirve como ejemplo cual­ ga, 1975,10/30,51,87; el mismo: JuS, 80, pp. 241 Y s., 247 y ss.; (nota 8), 7/36 Y ss.,
quier supuesto en el que se ponen en peligro los bienes jurídicos 100; el mismo (nota 25), pp. 135 Y ss.; el mismo: JuS, 87, pp. 374 Y S.; SCHRÓDER
de alguien por ganar una apuesta que consiste, precisamente, en (nota 44), passim; SEELMANN: NK, 13/73; VOGEL (nota 9), p. 71; ZIELINSKl (nota 45),
no producir el resultado o evitarlo. pp. 162 Y SS., que realiza una equiparación mdical entre dolo eventual e impruden­
cia consciente; el mismo: AK, 5,16/18.
9. En este trabajo me encuadro, pues, dentro de una línea En cierta manem aceptada por WELZEL (nota 30), p. 67.
doctrinal que considera que sólo es determinante para la diferen­ El finalismo en primer lugar, sobre todo desde la aportación de ARM. KAUFMANN:
ciación entre dolo e imprudencia el elemento cognitivo o intelec­ Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, Gotinga, 1959, pp. 66 Y SS., 110 Y ss., 149 y
tual (71), en perjuicio de la tradicional utilización del elemento vo­ ss., 369 y ss., y Unterlassung und VorsalZ, v. WEBER-FS, Bonn, 1963, pp. 207 Y ss., Y
posteriormente la doctrina mayoritaria han renunciado en el ámbito de la omisión
a un componente volitivo que dirige un curso causal: BOCKELMANNNoLK (nota 36),
(70) COBONIVES (nota 67), pp. 565 Y S.; DíAz PITA (nota 20), pp. 174 Y S.; GIM­ pp. 143 Y s.; GRACIA MARTíN (nota 55), 138/77 Y ss.; GRÜNWALD (nota 71), pp. 284 Y
BERNAT ORDEIG: ADP, 90, p. 424, pone como ejemplo actual la S.T.S. de 28 de no­ SS., que, como ya he sefialado en esta misma nota, puso en evidencia cómo en el
viembre de 1986 (pte.: Soto -«Caso Bultó»-); GONZÁLEz Rus (nota 68), p. 48; Mm delito de omisión el con~imiento de la infracción de gamnte es suficiente para la
PUIG (nota 11), 10193 y s.; el mismo (nota 22), pp. 23 Y S.; SCHROEDER: LK, 16/87; doctrina mayoritaria; ROMEO CASABONA: «Los delitos de comisión por omisión: deli­
ZUGALDÍA ESPINAR: ADP, 86, p. 398, señala, utilizando un famoso ejemplo de LAC­ mitación, insuficiencias y perspectiva político-criminal», Polftica criminal y reforma
MANN, cómo la fórmula de FRANK fracasa «en los casos en los que el resultado per­ penal, Madrid, 1993, p. 927. En gmn medida esta idea se ve influenciada por la opi­
seguido y el eventual delito se excluyen mutuamente (v. gr., alguien apuesta con nión doctrinal mayoritaria que le otorga un mayor contenido normativo a los deli­
otro a que logrará alcanzar con un disparo el vaso que tiene una muchacha en la tos de oIlúsión (especialmente a la comisión por omisión) que a los delitos de co­
mano. Aunque el sujeto aceptara plenanrente la posibilidad de ermr el disparo, es misión activa.
claro que no lo deseaba y que de haber sabido seguro que el fallo se iba a producir Entre ciertos partidarios del dolo como saber y querer realizar el tipo se ex­
hubiera perdido sentido la apuesta y no habría disparado)>>. tiende la idea de que se tmta de «una forma abreviada inexacta» o una «deflnición
En el mismo sentido, en la doctrina alemana, PUPPE: NK, 15/43 Y s., sefialando insuficiente» [CRAMER (nota 67), 15/12; LACKNER: StGB-Strafgesetzbuch mit Erlll.u­
que este no es· un inconveniente de la posición de FRANK, sino de todas las «teorías terungen, 20." ed., Munich, 1993, 15 II; DREHERlTRóNDLE: Strafgesetzbuch und Ne­
del consentimiento». bengesetze, 45." ed., Munich, 1991, 15/2].
(71) Esta posición es mantenida en Alemania por FruSCH (Vorsatz, nota 14), El citar a estos autores de forma conjunta no debe llevar a engaño. Los funda­
pp. 28, 56, 214 Y s., 260 y ss., 494 y passim; GRÜNWALD: Der Vorsatz des Unterlas­ mentos materiales de la imputación son muy variados entre la mayoría de ellos. En
sungsdelikts, H. Mayer-FS, Berlín, 1966, pp. 284 Y ss., poniendo en evidencia cómo basar la distinción entre delito doloso e imprudente en el elemento cognitivo o in­
en el delito de omisión el conocimiento de la infracción de garante es suficiente telectual es donde se encuentra formalmente la similitud.
para la doctrina mayoritaria; HERZBERG: JuS, 86, pp. 249 Y SS.; el mismo: IZ, 88, En España han mantenido una posición similar a la del texto:· BACIGALUPO
pp. 573 Y ss. Y 635 Y SS.; HRUSCHKA (nota 13), pp. 425 Y ss.; el mismo (nota 26); (nota 9), pp. 225 Y SS.; CoRCOY BlDASOLO (nota 23), p. 247; CUELLO CoNTRERAS (nota 25),
pp. 25 Y ss.; el mismo: (loor Schwierigkeiten mit dem Beweis des Vorsatzes, Kleink­ pp. 507 Y ss., de acuerdo con STRUENSEE y SCHUMANN; SILVA SANCHEZ: ADP, 87,
necht-FS, Munich, 1985, p. 192, afirma que realizar algo conociendo sus conse­ p. 545, sefialando que .10 esencial en el dolo es el conocimiento» y «la voluntad de
cuencias pero no quererlas supone un venire contra factun proprium, una contm­ la acción no es factor propio del dolo, sino precisamente de aquélla, de la acción»;
dicción consigo mismo, y que «siempre que alguien emprende una detenninada el mismo: ADP, 87, p. 651, nota 17,654; el lniS,mO (nota 22), pp. 401 Y s., cercano a
acción bajo determinadas circunstancias y conoce el carácter de la acción y las cir­ F'RIscH. En Argentina, SANClNETTI (nota 52),pp. 197 Y ss. Y (nota 26), pp. 64 Y ss.
cunstancias quiere emprender esa acción y emprenderla bajo esas circunstancias»; Curiosamente, la doctrina mayoritaria prescinde del elemento volitivo cuando
JAKOBS (nota 9), pp. 36 y SS., 113 Y ss.; el mismo: suplemento a ZStw, 1974, p. 10, se trata de los elementos subjetivos de las causas de justificación (vid. por todos,
con más referencias: el mismo (nota 23), 8/8, 22, con más referencias doctrinales y ROXIN -nota 26--, 14/94 Y ss.; SILVA SANCHEZ: A.D.P. 87, pp. 651 Y s.).
jurisprudenciales, afirmando que concurre dolo eventual cuando en el momento de Ya BINDlNG (nota 3), p. 32,7, considemba que el delito doloso y el imprudente no
la acción el autor juzga que la realización del tipo no es improbable como conse­ se diferenciaban en el injusto, sino que dolo e imprudencia eran elementos de de­
cuencia de esa acción; KINDHlí.USER: ZStw, 96, pp. 21 Y ss., desde el punto de·vista terminación de la pena. Para BINDlNG dolo e imprudencia sólo se diferenciaban en
de la teoría del lenguaje; el mismo (nota 9), pp. 91 Y SS.; el mismo: GA, 94, p. 203; el conocimiento, en la representación.
LESCH: JA, 97, p. 809; MORKEL: NStZ, 81, p. 179; PUPPE: NStZ, 91, p. 574; la misma: (72) Especialmente la «doctrina final de la acción», así como los autores más
ZStW; 103, pp. 1 Y SS.; la misma (nota 13), pp. 35y SS.; la misma: NK, 15/85 Y ss.; influenciados por las aportaciones dogmáticas de WELZEL (-nota 30-, pp. 68 Y s.),
Ross: Ober den Vorsatz, Baden-Baden, 1979, pp. 19 y SS., a partir de un estudio de utilizaron en sus primeros tiempos, con la excepción de ARM. KAUFMANN, la duali­

298 299
si6n de realizar un hecho típico disfrutando el autor de datos sufi­ trina, aunque las formulaciones sean diversas, la idea de que el
cientes para calcular dicha posibilidad, la imprudencia ha de su­ error en los delitos puros de resultado puede versar bien sobre la
poner una decisi6n de realizar un hecho típico no teniendo el efectiva peligrosidad de la conducta en el caso concreto o bien, co­
autor a su alcance todos los datos relevantes para la norma pero nocida ésta, sobre la capacidad para prevenir o evitar el resultado.
siendo esa decisión desvalorada por suponer una falta de cuidado. Mientras desde un punto de vista estrictamente psicol6gico -anor­
Actúa dolosamente aquel que opera sobre un juicio válido y serio mativo- el dolo es conocimiento de la realidad típica, la impru­
para él con respecto a la producci6n del resultado (73) o con res­ dencia es poder conocer dicha realidad típica. Expresado de una
pecto a la realizaci6n del tipo. El no-dolo (punible o no) es siem­ manera muy simple, el que conoce las circunstancias que hacen
pre un supuesto de error de tipo (74). En esta definici6n hay que que su futuro comportamiento adquiera el significado de matar,
entender el sustrato psicológico del error como el defecto de re­ lesionar o dañar merece la pena más grave por matar, lesionar o
presentaci6n sobre la realidad o la divergencia entre el suceso real dañar si se dan todos los restantes requisitos de la imputaci6n ju­
y el que se ha representado el sujeto. Y hay que entender el error rídico penal (conocimiento de la antijuridicidad y exigibilidad). La
de tipo como un error sobre las circunstancias fácticas que hacen distinción entre dolo e imprudencia reside, pues, únicamente en el
que un determinado comportamiento en un determinado contexto aspecto intelectual. La modalidad de imputaci6n no depende de lo
implique un riesgo típico o, en palabras de CORCOY BIDASOLO, "el que el autor quiera o persiga o de su posici6n anímica frente a un
posible resultado. El autor. doloso es alguien que ya no puede ver
desconocimiento de un factor que condiciona la relevancia típica
atenuada la gravedad de su hecho aludiendo a su ignorancia o
de la condw:;:ta» (75). Se encuentra bastante extendida en la doc­
desconocimiento de la realidad. Como ya he señalado más arriba,
el error que excluye la imputación a título de dolo puede consistir
dad entre «confiar en la ausencia de» / «contar con» el resultado (o «tomar en se­
rio» / «no tomar en serio» el resultado). Se trata de conceptos complementarios
en que el autor ni siquiera se dé cuenta de que está creando un
que se excluyen mutuamente. En España, esta posición es mantenida por CEREZO riesgo (por ejemplo, el médico se olvida de las consecuencias se­
Mm. (nota 9), pp. 141 y SS., con pequeños matices particulares y su discípulo GRACIA cundarias de un medicamento para un determinado paciente) o
MARTIN (nota 55), 138/49. También GÓMEZ BENlTEz (nota 30), pp. 209 Y ss. man­ reconociendo una cierta peligrosidad en su conducta cree que da­
tiene una posición en esta línea. das las circunstancias o los medios de los que ha dispuesto o dis­
En contra de estos criterios, FRIScF! (Vorsatz, nota 14), pp. 482 y ss.
En un proceso más avanzado de evolución se encuentran aquellos autores recogi­ pone la situación se encuentra bajo control (el conductor cree que
dos en la nota 56 que no consideran necesario que se tome en serio el resultado, sino dispone de espacio suficiente para adelantar) (76).
el peligro de producción del resultado (GIMBERNAT ORDEIG, JESCHECK, RODRíGUEZ Lo dicho has~ ahora no se debe entender como una pretensión
MONTAÑÉS, STRATENWERTH, como promotor de esta idea, E. A. WOLFF, WOLTER, etc.). de mantener que sólo es relevante para el dolo un conocimiento
(73) FRISCH (Vorsatz. nota 14), pp. 192 Y ss., 218 y ss.; JAKOBS (nota 9), pp. 118
Y S.; el mismo (nota 23), 8/23. seguro y que, por tanto, s6lo es dolo al menos el de segundo grado
La imaginación que no opera sobre un juicio correcto de la realidad no se o de consecuencias necesarias. Estoy de acuerdo con la doctri­
puede confundir con el conocimiento que caracteriza al dolo [JAKOBS, suplemento a na mayoritaria que no exige para la imputación a título de dolo
ZStW, 74, p. 10; el mismo (nota 23), 8/23]. El dolo no es un mero «pensar en» un que el autor disponga de conocimientos seguros o altamente pro­
suceso, sino conocerlo de'acuerdo con los elementos de juicio que se tienen.
Mm. PurG (nota 22), pp. 26 Y ss., utiliza como criterio el «tomar en serio» el peli­
gro, en un sentido distinto a como se ha venido utilizando tradicionalmente (desde (76) CoRCOY BIDASOLO (nota 23), p. 289.
la aportación de STRATENWERTH) en el ámbito de! dolo eventual. En el sentido inte­ Desde el punto de vista de la realidad típica, como objeto de referencia de la im­
lectual que lo utiliza equivale al «juicio válido y serio para e! autor» al que se hace prudencia, la imprudencia es siempre inconsciente ya que la imprudencia es siem­
referencia en el texto. El propio Mm. (p. 31) señala, en referencia a JAKOBS, que «se pre un supuesto de error sobre la realidad fáctica (vid. referencias'recogidas en
trata de una exigencia parecida a la que personalmente vengo defendiendo, según FEu60 SANCHEZ; c.P.c., 97, p. 350, nota 99). La total carencia de representación del
la cual el dolo eventual no se contenta con la conciencia de la peligrosidad estadís­ hecho tiene la misma relevancia normativa que la representación no conforme con
tica o general de la conducta, sino que requiere el pronóstico por parte del agente la realidad. Así, señala BINAVINCE (nota 25), pp. 140 Y ss., 187 Y s., que «la interpre­
de que en su caso puede producirse el resultado, pronóstico contrario al que se tación mayoritaria desconoce también la diferencia entre representación antici­
efectúa cuando se descarta que en el caso concreto vaya a tener lugar la lesión». pación. Es preciso rechazar la tesis de que la imprudencia consciente de un
En la literatura española se ha mostrada critica con esta idea, RODRíGUEZ MON­ elemento intelectual común con el dolo y que imprudencia consciente e incons­
TAÑÉS (Delitos de peligro, nota 16), pp. 81 Y ss. (en contra de la posición de JAKOBS), ciente se dejan diferenciar de esa manera. En la imprudencia consciente el autor
pp. 88 y s. (en contra de la posición de FRIseH). tampoco ha percibido, en virtud de su anticipación errónea, la realización del tipo.
(74) Vid. las referencias recogidas en FEIr60 SANCHEZ: c.P.c., 97, p. 1350, con La imprudencia consciente se diferencia de la inconsciente, en definitiva, debido a
nota 99. que la primera se remite a una anticipación errónea de las consecuencias y la se­
(75) (Nota 23), p. 288. gunda a una representación errónea de la situación objetiva».

300 301
bables, sino que basta con la disposición de conocimientos insegU­ cisión de realizar el tipo aunque sea de forma eventual o la. reali­
ros (77). No cabe en el dolo sólo la seguridad de lesión. En este as­ zación sea insegura, decisión que no existe en los supuestos de im­
pecto es en el que se diferencia el dolo eventual del dolo directo de
segundo grado o dolo de consecuencias necesarias. Por ejemplo, el gro estadístico, si el sujeto llega a la convicción de que en su caso concreto no va a
maestro que mantiene un contacto sexual con su alumna sin saber producir el resultado. Esto es lo que sucede en la culpa consciente: en ella el peli­
si tiene once o doce años actúa dolosamente. Lo decisivo es que ya gro estadístico es conocido pero descartado y, por tanto, no tomado en serio en el
caso concreto. Para el autor el peligro estadístico que reconoce no existe como pe­
no pueda decir que desconocía el dato de la edad de la niña. En ligro concreto en su caso. Falta verdadera conciencia del peligro de la acción con­
este caso sólo puede decir que era un dato que le daba igual y que, creta».
a pesar de disponer de él, decidió realizar el hecho típico. Si la . También coincido en el rechazo de una determinada comprensión del dolo de­
niña tenía once años habrá un delito consumado si tenía doce un fendida tradicionalmente por las «teorias de la voluntad»: ««Tornar en serio» el pe­
delito en grado de tentativa. ligro es, pues, necesario para el dolo eventual. Pero, ¿hace falta además algún otro
elemento voluntatívo como el «conformarse»? Es evidente que para la realización
10. Lo afiÍmado hasta ahora no significa, sin embargo, que del tipo no basta con advertir el peligro de la conducta, sino que hace falta algún
sea el conocimiento -al menos en exclusiva- lo que fundamenta acto de voluntad que la ponga en marcha y dirija -por lo menos esto es innegable
la imputación a título de dolo. Lo que el sujeto conoce o desco­ en los delitos de acción positiva-o Se ha objetado que esta conducción voluntaria
noce es sólo una cuestión de constatación o determinación fáctica, no es elemento del dolo, sino de todo comportamiento humano. Cabe responder
que cuando esta voluntad, necesaria en toda acción, va acompañada del conoci­
pero la simple representación no puede constituir la infracción de miento de que se realiza el tipo, se convierte en voluntad consciente que (sólo) ca­
un deber. El fundamento del desvalor se encuentra en la decisión racteriza al dolo.»
de realizar algo o de omitir una conducta a pesar de 10 que se co­ Esta aceptación de las tesis de Mm no supone aceptar las tesis de otros autores
noce (78). En el delito realizado con dolo eventual ya hay una de­ que utilizan la referencia al «tomarse en serio» el peligro. Acepto este criterio en el
sentido intelectual en que lo expone Mm (p. 27, nota 29): .Ni el "tornar en serio" el
peligro, ni el "no descartarlo" o "no confiar" en su realización son elementos emo­
(77) Vid. por todos; KÜHL (nota 23), 5/9, con más referencias; PUPPE: ZStW, cionales, sino expresivos de una apreciación intelectual del peligro que efectiva­
103, p. 19; ROXIN: JuS, 80, pp. 242, 280 Y ss.; SCHMIDHi\.uSER (nota 71), 10/49; el mente existe en el caso concreto: no dicen nada de la actitud de agrado, desagrado
mismo: JuS, 80, pp. 241 Y S., 250; STRATBNWERTH: Schweizerisches Strafrecht. AUge­ o indiferencia del autor frente al hecho o frente a su peligrosidad. Lo IIÚSmo puede
meiner Teill: Die Straftat, Berna, 1982,9/61. decidirse de la convicción (corno digo en el texto) o creencia (como digo en mi De­
Nuestro T.S. hace tiempo que viene admitiendo el dolo eventual en caso de recho penal, 3." ed., pág. 265) de que "en su caso concreto" no va a producirse el
duda: SS.T.S. de 15 de junio de 1981 (Pte.: Vivas), con más referencias jurispru­ resultado, que entiendo corno un "pronóstico concreto" de carácter intelectual y
denciales; 15 de abril de 1988 (Pte.: Bacigalupo). bien alejado de la actitud emocional de! deseo, aprobación, rechazo o indiferencia
(78) BRAMMSEN: Jz, 89, pp. 78 Y 8., con base en la función de determinación de que exigen las teorías de la voluntad». MIR utiliza el criterio de «tomar en serio» en
las normas, aunque todavía desde una visión demasiado psicologizante de la impu­ el mismo sentido en el que en el texto se ha exigido que el autor opere sobre un jui­
tación; DlAz PITA (nota 20), pp. 307 Y ss., con una visión normativa de la imputa­ cio válido y serio para él con respecto a la realización del tipo.
ción subjetiva; RODRÍGUEZ MONTAJ\!ÉS (Delitos de peligro, nota 16), pp. 64, 165 Y s. Y Los matices que me distancian de la posición de Mm es que en este trabajo se
(El caso de la colza, nota 16), p. 211, también con una visión todavía influenciada entiende que el resultado forma parte del injusto (vid. PEnÓ(¡ SANCHEZ -nota 1-,
por consideraciones psicológicas; ZIEGERT (nota 26), p. 148, con una perspectiva pp. 193 Y ss.) y, por tanto, el dolo (y la imprudencia) se extiende hasta el resultado.
etizante de la distinción entre dolo e imprudencia basada en el criterio de la deci­ Con la decisión de crear el riesgo o de no evitarlo el dolo abarca también el resul­
sión contra bienes jurídicos; ZIELlNSKl: AK. 15, 16/18. tado. De acuerdo con Mm, SILVA SANCHEZ (nota 22), p. 401, que en la misma línea
S.T.S. de 8 de noviembre de 1996 (Pte.: García-Calvo): «El dolo eventual supone que FRISCH considera que «el objeto del dolo viene constituido por la conducta pe_
que el agente se representa un resultado dañoso, de posible y no necesaria origina­ nalrnente tipiea en tanto que ésta contiene un riesgo relevante de lesión de bienes
ción, no directamente querido, a pesar de lo cual se acepta, también consciente­ jurídico-penales; ni el proceso causal, ni la relación de imputación (objetiva) del re­
mente, porque no se renuncia a la ejecución de los actos pensados. La IIÚsma im­ sultado en sentido estricto, ni el resultado, queda dentro de su ámbito; sí, en cam­
putación deviene, conocida el acto y sus consecuencias, corno la voluntad de bio, todos los elementos de la conducta que hacen de ésta una conducta ex ante pe­
realizarlo y con la sola probabilidad del daño directamente no deseado (S. 6 de oc­ nalmente relevante». Estas diferencias no tienen que ver con la distinta concepción
tubre de 1995)>>. del dolo, sino con la distinta ubicación del resultado dentro de la teoria jurídica del
La posición defendida en el texto coincide en muchos aspectos con la posición delito. En mi opinión, sin tener en cuenta e! resultado no se puede saber qué es un
de Mm PUlG (nota 22), pp. 26 Y ss. [vid. también (nota 11), 10/100 Y ss.]: peligro concreto ni se puede determinar la conducta típica. Por tanto, es un ele­
«Si e! tipo objetivo exige una conducta creadora de un riesgo tipicamente rele­ mento que, aunque insuficientemente, determina el alcance del tipo objetivo.
vante, el tipo subjetivo depende de si tal riesgo ha sido conocido por el sujeto. Este ¿Cómo se puede afirmar que el dolo «requiere e! pronóstico por parte de que en su
planteamiento no atiende a la actitud interna emocional del sujeto ante el hecho, si caso puede producirse el resultado» (p. 31) Y afinnar que el dolo no tiene nada que
lo ve con agrado o con indiferencia, etc. Sí es decisivo, en cambio, que el sujeto ver con el resultado, sino sólo con la conducta tipica? Pero estas diferencias tienen
«torne en serio» el riesgo, en el sentido de que no lo descarte, puesto que de otro que ver con las distintas visiones del injusto específicamente penal y no con las di­
mado no puede decirse que el peligro para el bien jurídico sea concretame;nte ad­ ferencias en el fundamento de la imputación a titulo de dolo. El que torna la deci­
vertido por el sujeto. Para esto no hasta con saber que la conducta entrafia un peli- sión de crear un riesgo o de no evitarlo siendo garante, torna una decisión (ex ante)

302 303
i!1'1lH1H

prudencia, donde sólo se decide realizar un hecho atípico de pico si se dan una serie de circunstancias que el autor no conoce
fonna descuidada. El dolo es una decisión consciente de realizar pero con las que debería haber tenido cuidado o un mayor cui­
el hecho típico. Las nonnas no estabilizan conocimientos, salvo dado (nonna de conducta que caracteriza al delito imprudente).
cuando así lo contemplan de fonna expresa, sino voluntades. Por Esta diferencia nonnativa justifica el diferente tratamiento nonna­
tanto, el dolo no consiste sólo en un elemento intelectual que no tivo del injusto doloso e imprudente (no sólo en lo referente al me­
es más que su base fáctica, sino que además ha de dars.e un ele­ recimiento de pena, sino también en lo referente al carácter excep­
mento que tiene que ver con la voluntad del sujeto. Lo que sucede cional de la imputación a título de imprudencia). Pero esta
es que nuestro ordenamiento no valora igual aquella decisión que cuestión debe ser tratada más adelante (vid. infra, 12). Los dolos
tiene como presupuesto un conocimiento suficiente del hecho que directo de primer grado (intencional) o de segundo grado (de con­
aquella decisión que no alcanza esos niveles mínimos de procesa­ secuencias necesarias) no son más que fonnas más intensas o más
miento de la realidad (aunque en algunos casos podría hacerlo). reprochables de infringir la nonna.
No se desvalora lo que se conoce, sino lo que se decide realizar. Estas conclusiones de índole material tienen una clara conse­
En este trabajo me oriento, dentro del marco de las dos grandes cuencia procesal. La decisión no es un elemento que se tenga que
teorías que han marcado la vieja discusión doctrinal sobre la dis­ demostrar en el procedimiento. Lo que hay que demostrar; direc­
tinción entre dolo eventual e imprudencia consciente, la «teoría de tamente o por indicios, es que el autor conocía el riesgo que él
la voluntad» y la «teoría de la representación», a favor de esta úl­ creó o no evitó como garante y que posterionnente se realizó en el
tima, pero admitiendo que no les falta razón a las «teorías de la resultado. El elemento intelectual es, pues, el que debe ser pro­
voluntad»: las «teorías de la representación» no ,pueden ofrecer un bado en el proceso. Una vez demostrado éste, toda decisión de ac­
fundamento válido para la imputación a título de dolo si conside­ tuar a pesar de ese conocimiento es una infracción de la nonna de
ran que el dolo sólo está constituido por un elemento intelectual o evitar muertes, lesiones o daños. Esta afinnación coincide con
cognitivo (79). Una concepción nonnativa de la imputación a ti­ nuestra práctica procesal. El problema de la prueba del dolo en la
tulo de dolo sí puede ofertar dicho fundamento. En los supuestos práctica es siempre un problema de la prueba del elemento inte­
dolosos, el autor; debido al conocimiento del hecho típico tiene el lectual del dolo (80).
deber de evitar la realización del tipo. Si no lo hace, infringe di­ 11. En la doctrina alemana existen una serie de teorías consi­
rectamente la nonna que establece el deber de evitar los hechos tí­ deradas como eclécticas (81) -no son «teorías de la representa­
picos recogidos en la parte especial (nonna de conducta que ca­ ción» ni «teorías de la voluntad» en sentido estricto- que se en­
racteriza al delito doloso). Por el contrario, el autor imprudente cuentran en una línea similar a la de este trabajo (82) y que vienen
sólo deja de evitar una conducta que puede dar lugar al hecho' tí­ detenninando en gran medida la evolución moderna de la teoría
del delito doloso. Las más conocidas son las «teorías de la deci­
a favor de la eventual producción del resultado. La ÚIÚca posibilidad de diferenciar sión» (83). Así, por ejemplo, se ha extendido en la doctrina ale­
el conocimiento de la peligrosidad abstracta o estadística (saltarse un stop, no de­
sinfectar el material para una intervención quirúrgica, no colocar barandillas en (80) MARTíN GARCiA: «Problemas procesales del dolo: Su prueba», Cu.adernos
una obra para proteger a los obreros, etc.) que no es suficiente para el dolo de la de Derecho ju.dícÚll, 94, p. 229.
peligrosidad concreta (saltarse un stop cuando se acerca un coche al cruce, no de­ (81) CUELLO CONTRERAS: ADP, 83, p. 95, las define como «una brillante síntesis
sinfectar el material que se sabe que está infectado cuando se va a intervenir a al­ refundidora de las tesis intelectuales y volitivas tradicionales»; DiAz PITA (nota 20),
guien, colocar al obrero en un lugar en el que su supervivencia sólo depende del pp. 182 y ss., las denomina como «las nuevas tendencias».
azar, etc.) es la referencia al resultado (al objeto material concreto). Por tanto, sin (82) MIR PUIO (nota 22), p. 30, que, como ya he señalado, I\lantiene en este
referencia al eventual resultado no se dan todos los requisitos de la imputación a trabajo una postura similar a la defendida en el texto, considera que «en realidad
título de dolo porque el sujeto no llega a conocer el tipo objetivo de un delito puro no hay apenas diferencia práctica entre esta formulación de Roxin y las que consi­
de resultado. Vid. infra, IV.l. Creo que las diferencias también vienen dadas por deran suficiente querer la acción pese a tomar en serio su peligrosidad. Su acierto
una concepción distinta del carácter nonnativo del dolo y de los criterios de impu­ es subrayar que el dolo no puede ser sólo un conocer o valorar el peligro no acom­
tación en el injusto desde esa distinta perspectiva. No se trata de que el autor pañado de un acto de voluntad, de decisión, que lleve adelante la conducta».
«quiera» el resultado en sentido psicológico. Una persona -entendida en sentido (83) Lo que caracteriza a estas teorias, según PUPPE: NK, 15/26 y ss., es que
nonnativo (no meramente psicológico)- que sabe que está haciendo lo necesario utilizan el elemento volitivo no en un sentido psicológico-descriptivo, sino en un
para producir el resultado (crea el riesgo o no lo evita como garante) es responsa­ sentido que imputa normativamente. Esta es la diferencia esencial entre las anti­
ble de ese resultado por no querer evitarlo como era su deber. Su decisión de reali­ guas «teorías de la voluntad» y las «teorías de la voluntad. más modernas (vid.
zar o no realizar algo es una decisión en la que se encuentra (que abarca) la pro­ nota 56). En el marco de estas teorías el elemento volitivo pierde claridad en
ducción del resultado (aunque éste posterionnente no se produzca). cuanto a sus contornos, siendo dificil decidir cuando el resultado es querido en
(79) DlAz PITA (nota 20), pp. 101 Y ss.; SCHROTH: JuS, 92, p. 3. .sentido normativo a pesar de que el autor no lo quiera en sentido psicológico. Por

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niana más moderna la «teoria de la decisión a favor de la posible no se basa en la realidad, sino que es una metáfora. Las personas
lesi6n de bienes juridicosl> (84). Lo que sucede es que esta teoria no suelen tomar la decisi6n a favor de la posibilidad de lesionar la
vida o la salud. En realidad, esta teoria busca un fundamento nor­
ello cobra una gran relevancia en el marco de estas teorías el elemento intelectual. mativo de la imputaci6n a título de dolo sin renunciar a criterios
Desde luego tiene una mayor relevancia que para las «teorías del consentimiento». más tradicionales como el de «tomarse en serio el peligro» o «con­
Está de acuerdo en esta distinción entre el significado del «querer» en sentido fiar en la ausencia del resultado» como criterios decisivos para
psicológico descriptivo y como elemento que imputa normativamente, OTTO:
lura, 96, p. 470. Si se entiende el elemento querer como un elemento que imputa distinguir entre dolo e imprudencia. Por el contrario, yo considero
normativamente, el autor no se puede ver liberado de su responsabilidad a título que, con mayor propiedad, hay que fundamentar el dolo en una
de dolo aunque afirme que no quiso el resultado en sentido psicológico. decisi6n contra el bien juridico-penal en la forma típicamente pro­
(84) AMBRosroS (nota 45), pp. 45 Y ss., en especial 71; DiAz PITA: e.!., núm. 11, tegida por la norma penal (85). Es decir, en una decisión contraria
p. 33; la misma (nota 20), pp. 45 Ys., 301 y ss., 318 y ss. y passim; la misma: AP, 95, a lo dispuesto en la norma de conducta (dolosa) que protege bie­
pp. 8 y SS.; HAsSEMER (Arm. &ufmann-GS, nota 6), pp. 294 Y ss., que define el dolo
como una decisión a favor del injusto; KOHL (nota 23), 5/1, pp. 28 Y ss.; Orro nes juridicos. Y frente a los autores que mantienen esta posición,
(nota 30),7/5; RODRÍGUEZ MONTAlilÉS (Delitos de peligro, nota 16), pp. 59, con más re­ que siguen considerando que el elemento que caracteriza a una
ferencias, 184: «Frente al dolo, que supone la manifestación de la "decisión contra el acci6n como dolosa es el elemento volitivo -aunque éste pierde
bien jurídico", la esencia de la imprudencia radica en el "descuido", en la actuación parte de su relevancia al depender en gran medida de la represen­
peligrosa con inobservancia del cuidado objetivamente debido o del deber de con­
ducta., y passim; la misma (El caso de la. colza, nota 16), p. 211, con más referen­ tación del autor-, considero que los criterios que hacen referen­
cias; la misma: E/B, p. 3376: «Frente al dolo, que supone la manifestación de la "de­ cia a si el autor se tomó en serio el riesgo o confió en la ausencia
cisión contra el bien jurídico', la esencia de la imprudencia (o culpa) radica en el del resultado son criterios normativos u objetivos cuya delimita­
"descuido", en la actuación peligrosa con inobservancia del deber objetivo de cui­ ción depende de la información sobre la situaci6n concreta de la
dado»; ROXIN: luS, 64, pp. 59 Y ss.; el mismo: ZStW, 78, p. 256; el mismo: luS, 80, que dispusiera el autor (86).
p. 249, con una posición modificada aunque partiendo de la misma ratio de la impu­
tación a título de dolo; el mismo (nota 26), 12/23 Y ss.; RUDOLPHI: SK, 15/1,39 Y ss.;
STRATENwERTH (nota 9), núm. margo 255; el mismo: Schw. Str. 9/49, 80; ZIEGERT DíAZ PITA (nota 20), p. 304, entendiendo que «el sujeto, al decidirse en contra de un
(nota 26), pp. 144, 149, 160 Y S. Cfr. las objeciones de FRISCH (Vorsatz, nota 14), bien jurídico, lesiona, al mismo tiempo, la norma que lo protege». Lo que ya no es
pp. 98, nota 157, 111 a esta posición. asumible es otm argumento complementarlo que utiliza HAsSEMER: fundamentar la
En un sentido similar, SCHROTE: luS, 92, pp. 6 y ss., con su teoría del dolo como mayor gravedad del delito doloso en razones preventivo especiales y considerar que
«asimción de las Circunstancias que constituyen el injusw'o constitutivas del el autor imprudente, a diferencia del doloso, no necesita transformar su relación
injusto». ROXIN (nota 26), 12/64 Y 65, asume que con respecto a la teoría de SCH­ con la norma. Esta perspectiva complementarla conduce a un Derecho penal de
ROTH son mayores las similitudes que las diferencias. autor. Aunque hay que reconocer que DíAZ PITA (nota 20), p. 305, nota 22, ha seña­
HAssEMER (Binführung, nota 26), pp. 222 Y S.; el mismo: Fundamentós del Dere­ lado que «el giro normativo es entendido por Hassemer como una relación reno­
cho penal, Barcelona, 1984, pp. 277 Ys.; el mismo: ADP, 82, pp. 238 Ys., busca ade­ vada del sujeto respecto de la norma, es decir, como un aprendizaje dd mismo en
más fundamentar el mayor reproche del injusto doloso sociológicamente o victi­ el respeto al ordenamiento vigente. Ello no debe significar, sin embargo, que el su­
mológicamente desde el punto de vista de la víctima: ésta se vería más sometida y jeto asuma como suyos los valores vigentes en el ordenamiento, sino que, por lo
vejada social y personalmente, más lesionada en el núcleo de su personalidad, es­ menos en adelante, no vuelva a delinquir». La prevención especial sólo tiene en
pecialmente en aquellos delitos que podríamos calificar como más primitivos. Pero cuenta hechos futuros, por lo que no puede servir como criterio para valorar la
la objeción a este fundamento es evidente y el propio autor se ha dado cuenta de gravedad de la infracción de una norma de conducta ya realizada.
'ella: esta diferenciación entre dolo e imprudencia no es válida con respecto a los (85) En el mismo sentido, ZIEGERT (nota 26), p. 144.
delitos de origen más moderno y, especialmente, en los que se protege un interés (86) Estos autores utilizan como criterios prácticos de distinción, el «contar
comunitarlo o colectivo (delitos sin víctima desde un punto de vista victiroológico). con la producción del resultado» o «tomar en serio el riesgo» (dolo) y «confiar en
HASSEMER, a partir de esta constatación, se aproxima a la posición de este trabajo la ausencia del resultado» o «no tomar en serio el riesgo» (imprudencia), desarro­
de investigación, fundamentando el diferente tratamiento del dolo y de la impru­ llados prímordialmente por STRATENWERTH (cfr. DíAZ PITA -nota 20-, p. 309; KÜHL
dencia con base en la distinta afectación a la vigencia de la norma. Pero su posi­ (nota 23), 5/11, 72 y ss.; ROXIN, -nota 26-, 12/29, con abundantes referencias;
ción sobre los fundamentos del dolo, además de pecar de demasiaQ-o breve para un RUDOl.HI: SK, 15/43, con abundantes referencias). No es extraño que CUELLO CON­
tema dogmáticamente tan relevante, supone un conglomerado de aspectos que TRERAS: ADP, 83, p. 95, denomine esta posición como «teoría de la decisión por la
conducen a la confusión en lugar de aportar claridad. El acierto de HASSEMER con­ posible lesión tomada en serio». Así, por ejemplo, RODRÍGUEZ MONTAÑÉS (Delitos de
siste en señalar, aunque sea únicamente desde una perspectiva victimológica que peligro, nota 16), pp. 60 Y s., afirma que «probablemente la tradicional fórmula del
es una perspectiva no sólo parcial, sino también anormativa, que el autor doloso consentimiento no sea muy afortunada, desde luego me parece insostenible en la
ocasiona un mayor dafio simbólico que el imprudente, un mayor daño que el pura­ conocida fórmula hipotética de FRANK, pero existen otras formulaciones como el
mente externo o aparente que es el mismo que en el delito imprudente. Incluso en aceptar, conformarse, contar con o tomarse en serio la posibilidad de lesión del
(Arm. Kaufmann-GS, nota 6), pp. 296 Y s., se acerca más a la posición de este tra­ bien j~dico, que ponen de manifiesto esa decisión contra el bien jurídico del su­
bajo al señalar que el autor de un delito doloso no sólo lesiona el bien jurídico, jeto que, pese a todo, sigue actuaodo. Frente a esto, actúa imprudentemente quien,
sino también la norma correspondiente. Coincide con la opinión de HAsSEMER, aun siendo consciente del peligro, confía en poder evitar finalmente su materializa­

306 307
Más cercanas a la posición defendida en este trabajo se en­ cede es que es preciso destacar que estos criterios también se pue­
cuentran, por estas razones, posiciones como la de PmuPPS (deci­ den predicar del delito imprudente (90). El autor imprudente tam­
sión consciente en favor de una conducta que es incompatible con bién quiere realizar una acción que se desvía de la nonna de con­
el ordenamiento jurídico o con una máxima de riesgo válida en el ducta. Si bien es cierto que el delito doloso consiste en una
ordenamiento jurídico) (87) y, sobre todo, por su mayor concre­ decisión contra la nonna que prolúbe actuar dolosamente, el de­
ción y por ser válida para todos los tipos penales, como la de lito imprudente, por su parte, consiste en una decisión contra la
FRISCH (<<decisión por una conducta típica y, con ello, contra el norma que prohíbe actuar imprudentemente (91). Por tanto, se
bien jurídico protegido en' el tipo» o "decisión desviada de las má­ hace necesaria una distinción entre la nonna de conducta dolosa y
ximas de conducta -en beneficio del bien jurídico- presupuestas la nonna de conducta imprudente. Siendo correctas en lo esencial
en el tipo» (88) o «decisión contra el bien jurídico o que se desvía las definiciones de PHILlPPS o, en mayor medida, las de FRISCH, me
. de la nonna de conducta relevante para el tipo» (89). Lo que su­ gustaría hacer una pequeña puntualización que puede evitar ma­
lentendidos. La diferencia entre dolo e imprudencia (norma de
ción y en que todo vaya bien. La delimitación a partir de las parejas conceptuales conducta dolosa e imprudente) se encuentra en los diversos nive­
tomarse en serio (Ernstnehmen) descuido (Leichtsinn), conformarse (Sich-Abfinden les de conocimiento a la hora de tomar la decisión (92). El autor
mit), confiar (Vertrauen auf) es la más extendida hoy en la literatura alemana y se doloso se decide por una conducta típica que «tiene ante los ojos»
encuentra también bastante extendida en la espaftola. Y ello, tanto por defensores
del elemento volitivo del dolo como por la mayoría de los defensores de una teoría
cognitiva pura, que incluyen esta exigencia en e! elemento intelectivo, con lo cual, que el dolo supone no sólo conocimiento de la conducta concretamente peligrosa,
de hecho, nada cambia; estamos ante una "controversia lingüística estéril"". RODlÚ­ sino también la voluntad de llevarla adelante ••. Para FruSCH, la conducta dolosa
GUEZ MONfmás tiene razón. El eje central del problema no está en defender nomi­ también implica una decisión (elemento volitivo).
nalmente la mayor relevancia del elemento intelectual o del volitivo para distinguir (90) Esta es una de las objeciones de FruSCH a PHILIPPS (cfr. -Vorsatz,
el dolo de la imprudencia Lo decisivo es partir de una visión normativa o psicoló­ nota 14-, p. 23, nota 93). Objeción apreciada por el mismo PHlUPPS en su artículo
gica de la persona o, lo que es lo mismo, de una imputación psicologicista o ba­ (p. 38). FruSCH (Vorsatz, nota 14), pp. 217 y s., 265, considera que si el delito dóloso
sada en criterios normativos. Si se adopta una visión normativa de las personas y se caracteriza por una decisión contra el bien jurídico que es lo que fundamenta la
de la imputación, lo decisivo no es la posición personal frente al hecho, sino si de mayor penalidad del hecho doloso, el delito imprudente se caracteriza por una
acuerdo a criterios normativos esa persona ha realizado un injusto más o menos falta de cuidado.
grave. Una vez más hay que insistir en que en este trabajo se considera que lo deci­ Desde una posición distinta a la mantenida en nuestra literatura por RODRíGUEZ
sivo no es si el autor se tomó en serio el riesgo o el resultado, sino si debía tomár­ MONf~s (El caso de la colza, nota 16), p. 211, no considero que el momento de la
selo en serio y, por tanto, la única opción admisible por el ordenamiento jurídico decisión, entendida en sentido valorativo y no psicológico, sea algo característico
era no realizar su conducta (en los delitos de comisión) o realizar una conducta de! hecho doloso. Es algo característico de todo hecho delictivo. En un sentido si­
que omitió. Es decir, la norma penal no exigía un mayor cuidado, sino directa­ milar, VIVES ANTÓN: Fundamentos del Sistema penal, Valencia, 1996, p. 235.
mente la evitación del riesgo o el resultado. Si RODRíGUEZ MONfmás y el resto de (91) KOHLER (nota 1), pp. 200 y SS.; SCHÜNEMANN (nota 13), p. 269.
los autores que defienden posiciones similares a la suya tiene que acudir a un crite­ (92) BINDING (nota 2), pp. 104 Y ss., 296 Y ss., 324 Y ss., Y Die Normen und ihre
rio de confianza «razonable» con limitaciones objetivas a la posibilidad de confiar, Obertretung, Band IV (Die Fahrlassigkeit), Utrecht, 1965, pp. 357 y ss., conside­
es porque no queda otra alternativa que acudir al criterio normativo de una «per­ rando la imprudencia un supuesto de .voluntad no consciente» o de «voluntad sin
sona razonable» cuyas posibilidades de confiar están determinadas normativa­ representación» en sentido jurídico, remitiéndose a TOMÁS DE AQUINO (pp. 315 Y ss.,
mente. De esta manera el criterio volitivo o psicologicista queda sustituido por un nota 38) que influyó en BENEDICf CAPZOV a través de la obra de COVARRUBIAS; CoR­
criterio normativo, que es el decisivo a efectos de imputación jurídico-penal. Y ese COY BIDASOLO (nota 23), p. 267. Sobre el concepto jurídico de voluntad de BJNDING
critelio normativo tiene como sustrato psicológico lo que el autor efectivamente en sentido crítuco, KELSEN (nota 9), pp. 153 Y ss.
conoce. A partir de ahí su decisión se ve tasada o valorada de acuerdo con criterios Por ello, una serie de autores pretenden fundamentar desde un punto de vista
estrictamente normativos. El punto de partida normativo defendido al principio más ontológico el dolo en el abuso de un cualificado poder de e,vitación (JAKOBS
del presente artículo es la razón principal para defender que el criterio de «tomarse -nota 9-, pp. 114 y ss. y passim; FruSCH -Vorsatz, nota 14-, pp. 109 Y ss. Y pas­
en serio el riesgo» se ve determinado intelectualmente y no emotiva o volitiva­ sim; SCHONEMANN -nota 13-, p. 269). En realidad, este fundamento de la mayor
mente. Pero como se puede apreciar, son más los puntos de acuerdo que los de reprochabilidad del dolo no es nueva, sino que ya se encuentra formulado por los
desacuerdo. primeros partídarios de las «teorías de la probabilidad» (es decir, por los primeros
(87) ZStw, 85, pp. 35 y ss., en especial p. 38. partidarios de las «teorías de la representación»). Pero nadie ha explicado satisfac­
(88) (Vor:satz, nota 14), pp. 98. 170 Y passim. Sobre la «decisión contra e! bien toriamente porqué de ahí se deriva un mayor desvalor de la conducta si no se recu­
jurídico», pp. 102 Y ss. En un sentido similar, PuPPE: ZStW, 103, p. 15. rre a que ese cualificado poder de evitación implica una mayor vinculación del
(89) (Vorsatz, nota 14), pp. 102 Y ss., 106, 109 y SS., 185 y S., 259 Y SS., 280 y ss. autor doloso con el hecho por lo que tiene más motivos para distanciarse del hecho
y passim; el mismo (nota 23), pp. 325 y ss.; el mismo (nota 36), p. 544. antijurídico. En mí opinión, el tomarse en serio el peligro o realizar un juicio vá­
En este sentido, no me parece justa la critica indirecta de Mm Pum (nota 22), lido y serio para el autor sobre el mismo no amplía el poder de evitación, sino que
pp. 33 y s., al señalar las diferencias de su posición con la de FruSCH: «Coincido en es e! presupuesto de un deber de actuación u omisión más cualificado. En contra
no exigir ni querer ni conocer la producción del resultado,pel'9 creo, en cambio, también de esta ratio del dolo, SCHROTH: luS, 92, p. 6.

308 309
y el imprudente toma una decisión que se desvía de la norma de la afirmación de Mm PUlG de que lo que caracteriza al dolo es
conducta, pero carece de esa pre-visión del tipo (93). El delito im­ (sólo) la voluntad consciente (96).
prudente y el delito doloso tienen en común, desde una perspec­ 12. Desde el punto de vista de la ratio del mayor desvalor del
tiva normativa, una decisión defectuosa que según lo prescrito por injusto doloso, es lógico que una decisión de realizar el hecho tí­
la norma no se debería haber tomado. En este sentido hay que en­ pico con información suficiente (aunque no completa) sobre el al­
tender, en mi opinión, la afirmación de PUPPE (94) de que "la con­ c~nce de la acción sea considerada más grave que una decisión
ducta del autor, en unión con su conocimiento, tiene que ser la ex­ que está basada en datos equivocados o en un cálculo erróneo
presión de una decisión a favor del resultado». Coincido, pues, aunque esa decisión imprudente también se considere digna de re­
con la opinión de SILVA SÁNCHEZ (95) cuando afinna que "la volun­ probación (97). Forma parte de nuestra visión cotidiana de la vida
tariedad no es un elemento del dolo, sino un elemento de la ac­ el considerar más exonerante la expresión «no me di cuenta» que
ción, común/por tanto, a los delitos dolosos e imprudentes. Lo es­ la expresión «no me dio la gana hacer otra cosa» o «no quise ha­
pecífico del dolo frente a la imprudencia es, pues, que el sujeto cer otra COsa». Desde el punto de vista del reproche es más grave
que actúa dolosamente conoce el significado típico de la conducta no querer evitar el resultado que, queriendo evitar el resultado, no
que realiza voluntariamente y el sujeto imprudente desconoce en saber evitarlo o no disponer de la capacidad para evitarlo. No es lo
toda su dimensión ese significado». También estoy de acuerdo con mismo tomar una decisión siendo consciente de su alcance o di­
mensión que no siéndolo. y ello opera no sólo para la imputación
(93) D1Az PITA (nota 20), p. 319, sefiala cómo «con su acción, el sujeto no sólo negativa, sino también para la positiva. Por ejemplo, un gran gol
ataca al bien jurídico, sino que además pone en entredicho la vigencia de la norma no alcanza el mismo valor si el jugador, a la hora de rematar, no
penal, frustrando así su función motivadora y privando a la pena de uno de sus fi­ era consciente de la jugada que iba a consumar o estéticamente
nes fundamentales: la prevención general positiva». Cuando afirma que en el delito
doloso «el sujeto no se guía en su proceder por las máximas de riesgo y las escalas
no tiene el mismo valor elogioso un remate en semifal1o. En el in­
de valores vigentes en el ordenamiento jurídico, SIDO que antepone sus propias es­ justo doloso el autor actúa a pesar de haber realizado un pronós­
calas de valores, en las que la indemnidad del bien juridico no ocupa un .lugar pre­ tico correcto o actúa de acuerdo con un pronóstico correcto y en
dominante», la afirmación no es correcta del todo. Este es también el fundamento el imprudente se parte de un pronóstico incorrecto. Esto tiene
de la imputación a título de imprudencia. Sin embargo, llega a una solución cer­ consecuencias valorativas desde el punto de vista de la norma de
cana a la del texto: .El dolo se caracteriza por ser, ante todo, una decisión cons­
ciente del sujeto en contra del bien jurídico» (p. 320 y' s.). La, puntualización no es
sanción dirigida al juez (98). Para el Derecho penal la mayor vin­
superilua ni tiene una mera importancia teórica. En el tratamiento que realiza esta culación del autor con el hecho valorado como injusto hace que el
autora de diversos casos al final de su monografía (pp. 336 Y ss.) califica como do­ atentado contra la validez de la norma tenga una mayor entidad y,
losos muchos supuestos que, en mi opinión, son imprudentes. Y que el T.S. ha ca­ consecuentemente, se tenga que aplicar, en principio, la ultima ra­
lificado como imprudentes y que, sin lugar a dudas, para la inmensa mayoría de la tio de forma más contundente para recuperar la confianza en la
doctrina, serián imprudentes. La calificación de ciertos casos como dolosos por
parte de D1Az PITA tiene como base una argumentación que se puede predicar tam­ norma que se ha visto perturbada (99). La decisión que es cons­
bién de las conductas imprudentes. Por ejemplo, en la p. 345 se afirma de una ma­ ciente del alcance de 10 que está haciendo o de 10 que va a realizar
dre que esconde a un nifio en un armario que «los intereses personales de la ma­ conmociona en mayor medida la paz jurídica y motiva medidas
dre, sus máximas de riesgo y sus objetivos se anteponen a la integridad del bien más radicales para la reparación del Derecho como modelo de
jurídico amenazado (la vida del nifio), a la norma que 10 protege y a la considera­ conductas. Por ello, por ejemplo, el autor doloso que, de forma in­
ción por el ordenamiento (expresión de la voluntad general de la sociedad) de este
bien jurídico como extremadamente valioso y digno de la especial protección que vencible, desconoce la antijuridicidad de su hecho no precisa una
el Derecho penal otorga. La acción de Maria debe ser, por tOdo ello. considerada respuesta punitiva. No altera la paz jurídica.
como dolosamente cometida». Toda esta argumentación es trasladable también a
un hecho imprudente. (96) (Nota 22), p. 27; (nota 11), 10/73, sefialando que "lo que se quiere en el de­
Además, es preciso sefialar que el autor imprudente también pone en entredi­ lito doloso es, pues, distinto que lo que se quiere en el delito imprudente. La adición
cho la vigencia de la norma (de cuidado) y frustra la función determínadora de la del conocimiento afecta, pues, al contenido de lo querido, esto es, de la voluntad».
nOITIIa (de cuidado) y por esta razón interviene el Derecho penal cumpliendo su (97) BlNDING (nota 3), pp. 324 Y ss.
función de prevención general positiva. (98) Sobre la doble vertiente de la norma penal, FEIJÓO SÁNCHEZ (nota 1),
Critica la posición de D1Az PITA desde otra perspectiva y por otras razones, CUE­ pp. 88 Y ss.
LLO CONTRERAS (nota 25), pp. 527 Y ss. (99) FruscH (Vorsatz, nota 14), pp. 98 Y ss.; KrNDHAUSER (nota 9), pp. 105 Y s.
(94) ZStW, 103, pp. 14 Y s. En un sentido similar, ZIEUNSKI: AK; 15,16/18. Vid. Est!J. posición sobre el fundamento de la mayor gravedad del injusto doloso,
también JANZAR1K: ZStW, 104, p. 81 Ypassím, que se refiere a una .decisión cualifi­ aunque puede ser compartida desde otras perspectivas, está íntimamente relacio­
cada» como elemento delimitador. nada con una visión del injusto orientada a la prevención general positiva (FEIJÓO
(95) (Nota 22), p. 401. SÁNCHBZ -nota 1-, passim).

310 311
El autor imprudente no se aleja en general tanto del Derecho y, radical. Las consideraciones hechas aquí desde la perspectiva de la
por tanto, se puede reparar su actuación defectuosa gravando con norma de sanción deben ser tenidas en cuenta de forma general y
menos costes al autor. Desde el punto de vista de la norma de san­ con reservas. La pena a imponer no depende sólo de la entidad del
ción, el autor que yerra es un autor que no conmociona la paz ju­ injusto, sino también del conocimiento de la antijuridicidad y de
ridica de igual modo que el que no está inmerso en ningún error la exigibilidad de comportarse de acuerdo con ese conocimiento.
porque es un autor que, aunque merezca un desvalor, desde un Por eso es posible que a un delito imprudente se le imponga en al­
punto de vista estrictamente subjetivo se comporta de acuerdo con gunos casos una pena igual o inferior que a un delito doloso que
el ordenamiento (lOO). Subjetivamente se ha mantenido respe­ presupone la existencia de un injusto más grave.
tuoso con el Derecho y con los bienes juridicos ajenos. El autor También hay que tener en cuenta que de alguien del que se
imprudente nunca pone de forma directa la norma en entredi­ espera una motivación mínima de respeto hacia los demás es exi­
cho, sino que lo hace siempre sólo de forma mediata. El reproche gible una evitación proporcional al conocimiento que tenga del
culpabilístico a éste es más abstracto, indirecto y mediato que alejamiento de la regla de conducta o de la lesividad de su con­
en el delito doloso cuando se dan todos los requisitos de imputa­ ducta (103). Cuanto mayor sea el conocimiento del hecho desvalo­
ción (101). El delito imprudente afecta a ciertas condiciones nece­ rado por la norma más evidente será que el sujeto debe motivarse
sarias para la convivencia pero con su acción el autor no discute en sentido contrario. Por ello el desvalor del injusto debe ser me­
nunca la norma de forma general ya que subjetivamente la res­ nor si no se dispone de dicho conocimiento --debe ser proporcio­
nal al conocimiento del autor-o Es coherente con todo lo dicho
peta. El autor doloso queda, en principio, más alejado que el autor
hasta aquí que se pueda agravar la pena a la hora de la determina­
imprudente de lo que se espera de una persona respetuosa con el ción judicial en la medida en la que el autor tenga una mayor vin­
ordenamiento. Este es, en principio, un sujeto más tolerable desde culación subjetiva con la infracción de la norma. En este sentido
el punto de vista de lá pervivencia del sistema social (102). El de­ se puede imponer una pena mayor al que sabe con seguridad que
lito imprudente, al consistir en general en una desautorización va a lesionar o al que tiene la intención de realizar el hecho típico.
más leve de la norma, no precisa una respuesta tan contundente o Si el elemento volitivo también tiene que ver con la infracción de
la norma de conducta, la intensidad de la infracción puede deter­
(100) BINDING (nota 92), p. 453; FRrSCH (nota 1), p. 202; KINnHlluSER (nota 9), minar la gravedad de la pena, aunque no tenga que ver directa­
p. 106; MURMANN: Die Nebentii.terschaft, Berlín, 1993, p. 236; ROXIN: JuS, 64, p. 6l. mente con la determinación de un hecho como doloso o impru­
DfAz PITA (nota 20), p. 304, argumenta que en el homicidio la lesión imprudente
«no supone el desprecio a la nOTIlla que protege la vida de los demás; supone, tan dente. En definitiva, el dolo directo de primer y segundo grado y el
sólo, una falta de atención». La lesión dolosa, «por.el contrario, no sólo amenaza la dolo eventual son modalidades de infracción de una misma
vida del sujeto en particular, sino, al mismo tiempo, la vigencia de la nOTIlla que norma, pero la clasificación del dolo puede tener efectos desde el
protege esa vida». Mu¡\¡oz CONDE: Derecho Penal. Parte General, 2." ed., Valencia, punto de vista de la individualización de la pena.
1996, p. 299, destaca cómo en el delito imprudente «hay un menor grado de rebe­
lión contra el Ordenamiento jurídico y, en consecuencia, un menor grado de repro­ Desde otros puntos de vista, si la norma se concibe como una
chabilidad social». norma puramente intimidatoria, se pueden plantear problemas
(101) KÓHLER (nota 45), pp. 338, 355 y ss., en profundidad; MIR PUIG: Sobre el para fundamentar el distinto desvalor que se le otorga de lege data
principio de culpabilidad como limite de la pena, L-H a H. Kaufmann, Buenos Aires, al delito (injusto) doloso y al delito (injusto) imprudente, aunque
1985, p. 372; MURMANN (nota 100), p. 236. normalmente los partidarios de la prevención general negativa se
(102) DfAz PITA (nota 20), p. 305: «Desde el punto de vista del.ordenamiento
penal, el sujeto que actúa dolosamente resulta, por así decirlo, más "desestabiliza­ han mostrado partidarios de estas diferencias valorativas. Desde el
dor" que el que actúa imprudentemente. El sujeto que actúa con dolo no sólo des­ punto de vista de la prevención general negativa se podria postular
truye materialmente el objeto de su acción, no sólo lesiona el valor ideal del bien que los delitos imprudentes fueran amenazados con una pena ma­
juridico atacado, sino que además pone en tela de juicio la vigencia de la nOTIlla yor debido a que el autor imprudente precisa una mayor motiva­
que protege a ambos. Y con ello, priva a la nOTIlla penal de su función motivadora,
socavando, a la vez, uno de los fines de la pena: la prevención general positiva».
ción interna para hacer desaparecer su defecto. Al autor doloso le
Sin embargo, no comparto la visión de esta autora sobre el fundamento del dolo basta con dejar de querer hacer lo que está haciendo, lo cual su­
como injusto agravado. Vid. objeciones en nota 93. pone un esfuerzo psicológico mucho menor; por ello precisaría
SS.T.S. de 25 de marzo de 1996 (Pte.: García-Calvo) y 11 de marzo de 1997
(Pte.: Montero), ambas con más referencias de resoluciones en el mismo senti­
do: «Cuando nuestro Código Penal castiga los delitos dolosos, lo que sanciona es (103) Un sector de la doctrina (vid. por todos, SAMSON: SK, apéndice a 16/36),
la voluntad del autor rebelde al mandato que toda nOTIlla de este carácter im­ ha señalado por esta razón que el autor imprudente lo tiene más dificil que el
plica:». autor doloso para evitar la realización del tipo.

312 313
una coacción psicológica o intimidación menos intensa. El insistir 13. Nuestro T.S. se ha mantenido al margen de la discusión
demasiado en el aspecto tuitivo de bienes jurldicos por" parte de doctrinal y suele orientarse más bien, de acuerdo con criterios rela­
las normas penales también puede conducir a no tener en cuenta cionados con el caso concreto (lOS). CORCOY BIDASOLO ha denomi­
el distinto significado o contenido valorativo y social de ambas nado correctamente esta forma de proceder como «criterios de
modalidades de injusto. Desde el punto de vista del Derecho penal oportunidad» (06). Pero aunque tradicionalmente el T.S. se había
como un mero instrumento maximizador de bienes, la delincuen­ orientado más hacia la importancia práctica del elemento volitivo,
cia imprudente se muestra estadfsticamente como más peligrosa y utilizando «teorlas del consentimiento o del asentimiento» (107),
lesiva que la delincuencia dolosa. Por esa razón se le deberla com­
batir, desde ese punto de vista, con los mismos medios o, incluso, de sufrimiento de los delincuentes imprudentes seria inútil». En sentido contrario
con una mayor virulencia (104). a GIMBBRNAT, en la misma línea del texto: CEREZO Mm (nota 52), pp. 184 Y SS.; el
mismo: El delito como acción culpable, Dogmática penal, pollUca criminal y crimi­
nologÚl en evolución, Universidad de La Laguna, 1997, pp. 31 y s.; PÉREz MANZANO:
(104) Esta misma crítica en ZACZYK: Das Unrecht der versuchten Tal, Berlín, Culpabilidad y prevención: ÚlS teorlas de la prevención general positiva en la funda­
1989, p. 213. HASSBMER (Einfuhrung, nota 6), p. 222, conocido autor por sus inves­ mentación de la imputación subjetiva y de la pena, Madrid, 1990, p. 157, con más
tigaciones sobre la teoría de los bienes jurídicos, reconoce que desde este punto de referencias; ROXlN: c.P.c., 86, pp. 677 Y s.
vista, dolo e imprudencia no suponen ninguna diferencia. Esto pone en evidencia (l05) SS.T.S. de 28 de mayo de 1986 (Pte.: Montero); 3 de octubre de 1987
un defecto de las teorías que pretenden mantener que la única función del Derecho (Pte.: Montero), que dice no querer «entrar en polémicas doctrinales acerca de la
penal es proteger bienes jurídicos. ¿Cómo pueden los bienes jurídicos fundamentar polémica figura del dolo eventual en cuanto a si lo decisivo ha de ser la probabili­
materialmente que denominemos una conducta como delito y no desempefiar nin­ dad representativa o el consentimiento»; 24 de octubre de 1989 (Pte.: García An­
guna función en relación a las consecuencias jurídicas de ese hecho? En este caso cos): «Para construir en abstracto esa figura dolosa tiene valídez, en pripcipio,
queda claro que lo que determina la intensidad de la intervención del Derecho pe­ cualquiera de las teorías tradicionales y al uso, cual son, en esencia, la del "con­
nal no es el resultado fácticamente entendido, sino el tipo de norma infringida. sentimiento" (exige por parte del agente la aprobación o aceptación del resultado)
GIMBERNAT ORDEIG (nota 44), p. 155, defensor de la función motivadora de la y la de la "probabilidad" o "representación" (cuando las posibilidades de que el
norma mediante la prevención general negativa, se ha planteado esta cuestión, resultado se produzca han alcanzado un determinado nivel), pudiéndose aña­
aunque utilice posteriormente una serie de argumentos de sobra conocidos para dir una intermedia que, aunque por sí sola sería enormemente discutible y care­
rechazar esta consecuencia «¿Por qué no elevar la pena del homicidio culposo cería de propio sustento, sí serviría como eslabón concordante entre una inicial
hasta igualar o superar la del doloso, a fin de conseguir una mayor prudencia y, "cuasi voluntariedad" del sujeto activo y una subsiguiente representación intelec­
con ello, la disminución de accidentes? Parece que el Estado aqui podría apelar a tiva del posible resultado; nos estamos refiriendo a la teoría que podríamos de­
la necesidad, justificando así la mayor severidad en la represión de la imprudencia: nominar de "la peligrosidad", ya esbozada por algún autor, y que distingue entre
esa maYor severidad serviría para que decrecieran, lo que todos deseamos, las peligro representado "en abstracto" y peligro representado "en concreto", pu­
muertes en las carreteras». Este autor contesta a esta cuestión en pp. 155 y s.: diéndose hablar en el primer supuesto de simple acción culposa y en el segundo
«Contra una extrema severidad en la represión de la imprudencia habla, en primer de delito con dolo indirecto [ ... ] sea ello lo que fuere, y partiendo de la validez
lugar, la circunstancia a que hemos hecho referencia más arriba. de que la pena es inicial de esos postulados, que más que contradecirse se complementan, la realidad
un instrumento sumamente sensible de encauzamiento social y que no se puede es que, quizás más que en ninguna otra, es en esta cuestión, para poder ser
hacer uso de él-si no se quiere correr el peligro de destruir su efectividad y de in­ resuelta de modo adecuado, en donde hay que acudir al examen concreto de lo
troducir el desconcierto en los controles humanos de la conciencia- caótica y acaecido».
anárquicamente... ¿Es cierto que aumentando la pena de los delitos imprudentes (106) Sobre la posición de la Jurisprudencia: CORCOY BIDASOLO (nota 55),
se impediría o se reduciría su comisión? Pienso que no; pues en el delito doloso el pp. 45 y ss.; la misma (nota 23), pp. 278 y SS.; DíAZ PITA (nota 20), pp. 323 Y ss.; la
sujeto persigue directamente el resultado, $abe cuándo realiza el tipo y, por consi­ misma: AP, 95, p. 12.
guiente, la pena, al reforzar la prohibición de matar. condiciona directamente la ZUGALníA ESPINAR: ADP, 86, p. 417, después de un minucioso estudio de los cri­
inhibición del impulso de matar. Otra cosa sucede con el delito imprudente, carac­ terios teóricos utilizados por el T.S., señala como «no faltan fallos que, tras la ex­
terizado porque el sujeto no cuenta con la producción del resultado; hasta tal posición acrítica de alguna de las teorías que permiten diferenciar al dolo eventual .
punto no cuenta que muchas veces la víctima de la imprudencia es el prop,io autor de la culpa con representación, acogen todas ellas para justificar la calificación del
o sus seres queridos; si ni la posibilidad de perder la propia vida o de matar a fa­ hecho como doloso».
miliares o amigos evita -;>ürque se piensa que el resultado no va a producirse- la TOIÚO LóPEZ: Delitos de imprudencia. Cuestionario de la refonna, Estudios jurídi­
actuación peligrosa, ya podemos aumentar la pena del homicidio imprudente lo cos en homenaje al Prof. Aurelío Menéndez, Madrid, 1996, p. 5189. ha criticado
que queramos: con ello no conseguiríamos reducir el número de muertes culposas, está posición práctica: «Puede señalarse que la teoría del consentimiento y la teoría
pues todo sujeto que se comporta peligrosamente piensa que la prohibición de la de la probabilidad son recíprocamente incompatibles. Es criticable su utilización
causación imprudente no va con él. que de su comportamiento negligente no va a indiferenciada con finalidades pragmáticas. En cada teoría se manifiesta una ima­
"derivarse un delito de lesión. Resumiendo: Si la justificación de la pena es su nece­ gen distinta del Derecho penal. Ambas son significantes de estructuras jurídico-pe­
sidad. su idoneidad para lograr una vida social soportable, castigar lo mismo el ho­ nales irreconciliables».
micidio imprudente que el doloso seria un abuso de la potestad penal. ya que, dada (107) Vid. nota anterior y SS.T.S. de 16 de junio de 1976 (Pte.: Escudero); 19
la estructura del delito imprudente, con la elevación de la pena no se conseguiria de diciembre de 1978 (Pte.: Huerta); 28 de mayo de 1979 (Pte.: Castro), en la que se
una disminución de muertes culposas; desde un punto de vista social, el aumento afirma que la culpa consciente «se diferencia solamente del dolo eventual, en que

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en la actualidad se destaca que el criterio decisivo es lo que el trina, se ha ido perfilando una «posición ecléctica}} que palia la re­
autor conoce o, al menos, se relativiza la relevancia de lo que el levancia del elemento volitivo otorgándole gran relevancia a lo que
autor quiere, consiente o pretende (108). Al igual que en la doc­ el autor conoce (de acuerdo con los topoi (,tomar en serio el
riesgo» o «confiar en la no producción del resultado») (109). Evi­
falta la voluntad para que el resultado se produzca»; 26 de noviembre de 1979
(Pte.: Gómez de Liaño); 4 de julio de 1980 (Pte.: Dfaz Palos); 23 de septiembre de se ha impuesto en la jurisprudencia una combinación de las teorías de la probabili­
1981 (Pte.: Gómez de Liaño); 3 de mayo de 1982 (Pte.: Castro); 16 de octubre de dad y la indiferencia, como lo confirman las afirmaciones y referencias de la sen­
1986 (Pte.: Soto); 9 de junio de 1989 (Pte.: Barbero), que fundamenta la utilización tencia de la 1.' Sala de lo Penal (Strafsenat) de 4 de noviembre de 1988, en la que
de la «teoria del consentimiento» por ser la teoria más restrictiva; 27 de marzo de el BGH considera suficiente para e! dolo eventual que el sujeto se conforme con la
1990 (Pte.: Moyna); 5 de noviembre de 1990 (Pte.: Díaz Palos); 15 de abril de 1991 producción de un resultado en sí mismo indeseado o que deje a la suerte la realiza­
(Pte.: Ruiz Vadillo); 27 de enero de 1992 (Pte.: Martfnez-Pereda), que afirma que ción del peligro que conoce»; SBELMANN: NK. 13/73.
«la doctrina de esta Sala, con referencia a las diversas concepciones imperantes en (109) Cada vez más evidente a lo largo de los años 90: SS.T.S. 16 de diciembre
la dogmática sobre esta clase de dolo, ha puesto de manifiesto que en su aprecia­ de 1992 (Pte.: Cotta): «el eventual surge tanto si se acepta la teoría del consenti­
ción se ha de actuar con particular y exquisita prudencia para no ampliar su ám­ miento o de la voluntad, en su matiz de teoría hipotética de! consentimiento o teo­
bito aplicativo a otras que no son propias y ha acogido con mayor preferencia la ria positiva del consentimiento, corno si se estima la teoría de la probabilidad o de
doctrina más restrictiva, denominada del consentimiento, que exige inexcusable­ la representación, o, entre una y otra, una postura ecléctica que, para la aprecia­
mente la aceptación de la muerte en el supuesto de que se produjera (SS. 19 de di­ ción del dolo eventual, exige: a) Que el sujeto "torne en serio" la posibilidad de! de­
ciembre de 1987 [R.J. 1987, 9800J, 9 de junio de 1989 [R.J. 1989, 5066J y 5 de no­ lito, es decir, "no descarte" que se pueda producir o "cuente con" la posibilidad de
viembre de 1990 [R.J. 1990, 8667]»; 19 de mayo de 1993 (Pte.: Móner), considera la que así ocurra; y b) Que se conforme con dicha posibilidad, aunque sea a dis­
«teoría del consentimiento» la más extendida. gusto»; 31 de marzo de 1993 (Pte.: Martmez-Pereda); 19 de mayo de 1993 (Pte.:
Más referencias en CEREZO Mm. (nota 9), p. 140, nota 98; DfAz PITA (nota 20), Móner); 20 de diciembre de 1993 (Pte.: Conde-Pumpido): «Dolo eventual suficiente
p. 324; GRACIA MARTíN (nota 55), 138/46, con nota 73; MAQUEDA ABRlW: ADP, 95, para integrar los tipos que sancionan el resultado doloso de muerte y para cuya
pp. 427 y s.; ZUGALDÍA ESPINAR: ADP, 86, pp. 412 y ss., que realiza un exhaustivo es­ apreciación, dentro de las distintas corrientes dogmáticas que, con mayor apoyo en
tudio jurisprudencial. una u otra, ha venido acogiendo esta Sala, ha terminado por prevalecer el criterio
Vid. también CORCOY BIDASOLO (nota 23), pp. 278, 280, con más referencias juris­ ecléctico que conjuga, entrelazándolas, la de la probabilidad y la de la aceptación,
prudenciales; DfAz PITA (nota 20), pp. 169 y SS., 323 y ss., que llega, entre otras, a las de modo que se considera que, desde el momento en el que el contenido de la con­
siguientes conclusiones: 1. El T.S. ha aceptado mayoritariamente la teoria del con­ ducta ejecutada representa una alta probabilidad de peligro para el bien jurídico
sentimiento, tanto para rechazar corno para aceptar la presencia de dolo eventual, tutelado, la tesis de la imputación objetiva que caracteriza el tipo objetivo de los
y 2. Habiendo reconocido las teorías de la probabilidad y del sentimiento, ha recu­ delitos de resultado obliga a aceptar que quien obra con conocimiento de aquella
rrido escasas veces a las mismas y en la mayoria de los casos en combinación con la probabilidad de daílo está aceptando que éste se produzca o, en otras palabras, que
teoria del consentimiento; GIMBERNAT ORDEIG: ADP, 90, p. 421; MANZANA.RES SAMA­ obra con dolo eventual el sujeto que reconociendo o representándose la existencia
NIEGO: AP, 97, p. 1, que considera que «la jurisprudencia española se ha decantado en su obrar de un peligro serio e inmediato de que se produzca el resultado típico
finalmente por la teoría del consentimiento»; ToRio LÓPEZ (nota 106), p. 5188. (tesis de la probabilidad) no desiste pese a ello, de ejecutar su acción, asumiendo la
(l08) Según GIMBERNAT ORDEIG: ADP, 90, p. 422, a pesar de todas las declara­ posibilidad de que íal resultado se produzca (tesis de la aceptación o consenti­
ciones de principios, «lo cierto es que sobre la base de la teoria del consentimiento miento)>>; 19 de febrero de 1996 (Pte.: Martmez-Pereda), que entre otras cuestiones
seria imposible de entender la doctrina jurisprudencial sobre el dolo eventual en interesantes señala que «la jurisprudencia de esta Sala, en su propósito de acomo­
lós delitos contra la vida, lo cierto es, pues, que en realidad y de hecho, la teoría darse a los casos concretos, ha llegado a una solución ecléctica en su conjugación
que aplican nuestros Tribunales es la de la probabilidad», haciendo una demostra­ de la probabilidad con el consentimiento, estimando que el dolo eventual exige la
ción práctica de esta afirmación en las páginas siguientes mediante el análisis de doble condición de que el sujeto conozca o se represente la existencia en su acción
sentencias concretas. De acuerdo expresamente con esta opinión de GIMBERNAT, de un peligro serio e inmediato de que se produzca el resultado y que, además, se
MAQUEDA ABREU: ADP, 95, p. 428, nota 24, y BACIGALUPO (nota 9), pp. 225 Y ss., 248 conforme con tal producción y decida ejecutar la acción asumiendo la eventuali­
y ss., que después de exponer las posiciones más modernas del T.S., llega a la con­ dad de que aquel resultado se produzca, pero siendo, en todo caso, exigible la cons­
clusión de que «la distinción entre dolo y culpa ya no depende de la comprobación ciencia o conocimiento del riesgo elevado de producción de! resultado que su ac­
de la voluntad; sólo puede depender del conocimiento o desconocimiento». ción contiene. En el dolo eventual, el autor no descarta la posibilidad de que el
Vid. el resumen que realizan las SS.T.S. de 21 de enero, 14 de febrero y 15 de resultado se produzca, pero siendo, en todo caso, exigible la consciencia o conoci­
abril de 1997 (pte.: Soto) de la evolución jurisprudencíal sobre esta materia. miento del riesgo elevado de producción de! resultado que su acción contiene. El
El mismo diagnóstico de la jurisprudencia alemana realizan los siguientes auto­ autor no descarta la posibilidad de que el resultado se pueda producir, corifurmán­
res, que consideran que, a pesar de ciertas declaraciones, en la práctica el T.S. ale­ dose o resignándose con él, mientras que en la culpa consciente, aun no queriendo
mán recurre a las «teorías de la representación»: KARGL (nota 26), pp. 52 y s., con causar el daño, se advierte su posibilidad, pero se confía en que el resultado no se
más referencias; ÜTTO (nota 30), 7/41; PUPPE: NK. 15/126 Y SS., en un estudio muy producirá y en cuanto se deja de confiar en ello, nacerá el dolo eventual -Senten­
completo de la Jurisprudencia más reciente; SCHÚNEMANN: «Problemas jurídico-pe­ cia 1177/93, de 19 de mayo (R.J. 1993,4176)-»; 25 de marzo de 1996 (Pte.: Gar­
nales relacionados con el SIDA», Problemas jurídico penales del SIDA, Barcelona, cía-Calvo); 8 de noviembre de 1996 (Pte.: Garcia-Calvo): «la doctrina de esta Sala
1993, pp. 48 y s. (igual en IR, 89, p. 93), con más referencias, que afirma que «no apunta definitivamente hacia una conformación ecléctica de la figura del dolo
es sostenible la afirmación de Prittwitz de que e! BGH sigue manteniendo inalte­ eventual»; 21 de enero de 1997 (Pte.: García-Calvo); 20 de diciembre de 1996 y 20
rada.hasta el presente la teoría de la aprobación, pues en realidad hace tiempo que
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dentemente, el T.S. no ofrece ningún fundamento sólido de su po­ considero interesante reproducir aquí (111) debido a su similitud
sición ni de su evolución -condicionada de manera evidente por con la posición mantenida en trabajo: «La jurisprudencia no
la evolución de la doctrina penal española-, pero esa no es su ha dudado en admitir el dolo (por lo menos en forma eventual)
función, es la función de la ciencia juridica. En este proceso de re­ cuando el autor ha obrado conociendo el peligro concreto que se
valorización del elemento intelectual del dolo tienen gran impor­ deriva de su acción y dicho peligro supera claramente el peligro
tancia los argumentos de la S.T.S. de 23 de abril de 1992 (110) que permitido. En tales supuestos la jurisprudencia ha puesto de re­
lieve que el posible deseo del autor de que el resultado no se pro­
de enero de 1997 y 5 de febrero de 1997 (Pte.: Martínez-Pereda), en la línea ecléc­ duzca no ha sido considerado como elemento que excluya el dolo
tica desarrollada por este ponente y García-Calvo; 17 de abril de 1997 (Pte.: M6­ (eventual) (cfr. SS.T.S. 27 de diciembre de 1982 [R.J. 1982, 7869]).
ner); 19 de mayo de 1997 (Pte.: Martín Pallín), manifestando que la posición ecléc­ En la medida en la que dicha jurisprudencia ha adoptado para la
tica «es la que mayoritariamente se acepta por la jurisprudencia de esta Sala al
establecer la cOflclusión de que existe el dolo eventual cuando el autor, conociendo
caracterización del tipo objetivo (al menos en los delitos de resul­
la peligrosidad de su acción, prefiere la realización de la misma a la evitación de tado) la teoria de la imputación objetiva, será condición de la ade­
sus posibles consecuencias»; 13 de junio de 1997 (Pte.: Martín Pallfn). Como se cuación del comportamiento a dicho tipo objetivo que el autor
puede apreciar en la cita de la S.T.S. de 19 de mayo de 1997, en ciertas resolucio­ haya ejecutado una acción generadora de un peligro juridicamente
nes no existen diferencias con la posición mantenida en. este trabajo, aunque en desaprobado. Consecuentemente, obrará con dolo el autor que
otras esté claro, como en la posterior de 13 de junio, que la aceptación de las con­
secuencias sigue jugando un papel decisivo para la imputación a título de dolo. haya tenido conocimiento de dicho peligro concreto juridicamente
(110) Pte.: Bacigalupo. Anteriormente este ponente había resaltado ya la im­ desaprobado para los bienes juridicos, pues habrá tenido el co11o­
portancia del elemento íntelectual del dolo, frente a la doctrina jurisprudencial tra­ cimiento de los elementos del tipo objetivo, que caracterizan, pre­
dicional, manteniendo una «teoria moderna de la índiferencia»: 26 de diciembre de cisamente, al dolo. En tales supuestos no cabe duda que si el autor
1987, afuma que «La jurisprudencia de esta Sala ha señalado reiteradamente que conocía el peligro concreto juridicamente desaprobado y si, no
el dolo eventual no sólo requiere que el autor se haya representado la posibilidad
de la realización del tipo de una manera probable, sino que además ha exigido que obstante ello, obró en la forma en que lo hizo, su decisión equivale
éste haya aceptado las consecuencias, acaso no deseadas de su acción -confr. en a la ratificación del resultado que -con diversas intensidades- ha
la jurisprudencia más reciente, Sentencias de 28 de enero de 1986 (R. 190); 4 de fe­ exigido la jurisprudencia para la configuración del dolo eventual.
brero de 1986 (R. ~61)- o la aprobación de las mismas -Sentencia 4 de marzo de En la doctrina se ha demostrado convincentemente en los últimos
1986 (R. 1111)-. Este elemento es de estimar de acuerdo con esta jurisprudencia,
cuando el autor contó seriamente con la posibilidad de realización del tipo y asu­ tiempos que, a pesar de declaraciones programáticas que parecen
mió sus efectos o cuando obró con índiferencia respecto del resultado que se repre­ acentuar las exigencias de la teoria del consentimiento, el llibunal
sentó»; 6 de junio de 1989: «Es cierto que los precedentes jurisprudenciales de esta Supremo desde hace tiempo se acerca en sus pronunciamientos,
Sala han considerado que «el dolo eventual no sólo requiere que el autor se haya de manera cada vez más notable, a las consecuencias de la teoria
representado la posibilidad de realizar el tipo de una manera probable, sino que de la probabilidad». Al igual que en la literatura, en el ámbito de
además (se) ha exigido que éste haya aceptado las consecuencias. -SS.T.S. 28 de
enero de 1986 (R. 190); 4 de febrero de 1984 '(R. 561); 4 de marzo de 1986 la comisión por omisión le ha sido más fácil al T.S. superar las
(R. 1111), donde se habla de «aprobación de las mismas». La jurisprudencia ha
apreciado la aceptación que requiere para el dolo eventual ya cuando el autor obró consentimiento, mientras que a partir de la importante d~cisión de 23 de abril
contando «seriamente con la posibilidad de realización del tipo y asumió sus efec­ de 1992 (caso del aceite de colza) se orienta en el sentido dda teoría de l'a proba­
tos o cuando obró con indiferencia respecto del resultado que se representó» (26 bilidad, lo que supone una metamorfosis trascendental de una noción nuclear del
de diciembre de 1987)>>. sistema».
La S.T.S. de 23 de abril de 1992 ha tenido una importante incidencia en la pos­ La influencia de esta sentencia en la Jurisprudencia posterior de la Sala 2." es
terior doctrina del T.S. sobre los límites del dolo: SS.T.S. de 20 de febrero de 1993 estudiada por TOlÚO LóPEZ (nota 26), pp. 169 Y ss. Aunque señala también (p. 171)
(Pte.: Conde-Pumpido); 28 de enero de 1994 (Pte.: Granados); 20 de abril de 1994 que «no puede decirse, sin embargo, que la posición de la Sala Segunda implique
(Pte.: Granados); 27 de enero de 1997 (Pte.: Granados); 18 de marzo de 1997 (Pte.: un tránsito definitivo desde la delimitación entre dolo e imprudencia con base en el
Bacigalupo); 15 de abril de 1997 (Pte.: Soto); 27 de junio de 1997 (Pte.: Granados). elemento volitivo a la determinación entre dolo e imprudencia con base en el ele­
En esta última se llega a afumar que el dolo eventual «no queda excluido por el de­ mento intelectual». Tiene razón TOlÚO ya que el T.S. sigue haciendo referencia al
seo vehemente de que no se hubiese producido el resultado de muerte». En otras elemento volitivo como elemento decisivo de delimitación aunque la verdad es que
muchas sentencias es citada o traída a colación aunque no se mantengan los mis. se puede apreciar como en muchas ocasiones la referencia al elemento volitivo no
mas criterios para la imputación a título de dolo -vid. las defensoras de una «po. es más que una ficción. El mejor ejemplo está en las SS.T.S. más recientes que de·
sición ecléctica» recogidas en nota 109-. fienden una «teoría ecléctica» (sobre todo en las que son ponentes Garcfa-Calvo
La importancia de esta sentencia también ha sido destacada por TOlÚO LóPEZ y Martínez·Pereda) y que están recogidas en la nota 109. BACIGALUPO mantiene
(nota 106), p. 5178: «En la jurisprudencia reciente de la Sala Segunda se ha produ. en la actualidad esta posición en la 4." edición de sus Principios de Derecho penal,
cido una reorientación controvertible de la distinción entre dolo eventual culpa pp. 223 Y ss. .
con representación, que anteriormente se efectuaba de acuerdo con las del Primera Parte, Considerando tercero.

318 319
«teorías de la voluntad» o «teorías del consentimiento» como re­ dalidad dolosa (114). Sin embargo, se podría tratar de una crítica
cuerda esta misma sentencia (112): «En diversos precedentes ju­ excesivamente precipitada antes de llevar a cabo un análisis más
risprudenciales esta Sala ha establecido que la distinción entre el detallado sobre esta cuestión. En primer lugar, habría que señalar
dolo y la culpa (o imprudencia) en los delitos de omisión depende que siendo los límites entre dolo e imprudencia tan indetermina­
del conocimiento de las circunstancias que generan el deber de ac­ dos es dificil reprocharle a cualquier teoría que no respeta los lí­
tuar, de tal manera que quien ha tenido conocimiento de ellas, mites del dolo e invade el ámbito de la imprudencia. Más bien hay
obrará dolosamente, mientras quien, con la diligencia debida, hu­ que analizar si cada propuesta mantiene la modalidad de imputa­
biera podido conocerlas, obrará imprudentemente. En este sentido ción subjetiva más grave -el dolo-- dentro de unos límites razo­
se ha pronunciado esta Sala en las SS.T.S. 25 de abril de 1988 ( ... ] nables. Y sobre ello el hecho de que una teoría le otorgue mayor
(RJ. 1988,2922), 30 de junio de 1988 [ ... ] (RJ. 1988,5387) Y 24 relevancia al elemento volitivo o al elemento intelectual del dolo
de octubre de 1990 [ ... ] (RJ. 1990, 8229) (113). En esta última se no es un dato definitivo. Puede haber «teorías de la voluntad» o
señaló que «el que conoce, a) las circunstancias que generan su «teorías eclécticas» que extiendan la relevancia de la responsabili­
deber (la posición de garante y el peligro de producción del resul­ dad por dolo a casos que «teorías de la representación» consideren
tado, en los delitos impropios de omisión), y b) su propia capaci­ que todavía son imprudentes (115). El alcance del dolo se puede
dad de acción para evitar el resultado, ha omitido dolosamente». restringir tanto exigiendo un elemento volitivo que se sume al ele­
Esta doctrina, sin embargo, es una tendencia radical sobre la reva­ mento intelectual como estableciendo ciertos requisitos sobre lo
lorización del elemento intelectual del dolo para delimitar el dolo que el autor debe conocer y cómo debe conocer para para poder
eventual de la imprudencia consciente, manifestándose más bien imputar un resultado a título de dolo. Aquí se opta por esta se­
el T.S. en sus últimas resoluciones, como ya he señalado, a favor gundo camino estableciendo una relación, al igual que ha hecho la
de posiciones más eclécticas -más extendidas en nuestra litera­ S.T.S. de 23 de abril de 1992 (caso de la colza), entre la teoría del
tura-. Sin embargo, se puede apreciar como también en la doc­ dolo y la denominada «teoría de la imputación objetiva» (IV. 1).
trina del T.S. se manifiesta la clara tendencia de las teoIias moder­ Por otro lado, se pretende llamar la atención sobre una concep­
nas a otorgarle más peso al elemento intelectual del dolo y a ción demasiado amplia de los requisitos necesarios para poder en­
relativizar la importancia del elemento volitivo (en cierto sentido, tender que está presente el elemento intelectual del dolo (IV.2).
renormativizado u objetivado al no ser entendido como un dato
puramente psicológico). Se puede decir que nos encontramos en IV. l. DOLO E «IMPUTACIÓN OBJETIVA»
una fase decisiva de transición con respecto a la definición juris­
prudencial del concepto de dolo eventual. 1. La clara opción que he adoptado a favor de la «teoría de la
representación» se basa en una revalorización de la previa deter­
minación del alcance del tipo objetivo para poder imputar subjeti­
IV. CONSIDERACIONES POLITICO-CRIMINALES
(114) Sobre esta cuestión, F'Euóo SANCHEZ: e.p.c., 97, pp. 318 Y s., con más re­
1. Se podría objetar a la posición mantenida anteriormente ferencias. Recientemente, sobre la ilegítima extensión del dolo por parte de la Ju­
que conduce a conclusiones político-criminalmente insatisfacto­ risprudencia alemana en tipos que carecen de un tipo imprudente o de un tipo de
peligro que pueda operar como «tipo de recogida» en caso de constatarse la ausen­
rias ya que se extiende en exceso el ámbito del dolo. Sobre todo cia de dolo, KOHLER (nota 1), p. 169. ,
teniendo en cuenta que el nuevo sistema de numerus clausus del (115) Vid. a título de ejemplo las críticas a DlAz PITA en notas 93 y 121. Esta es
delito imprudente puede tener como consecuencia en la práctica la última monografía sobre el dolo eventual en nuestra literatura. Esta autora
que los órganos judiciales extiendan el ámbito del dolo para no adopta una posición ecléctica o una «teoría volitiva» moderna criticando a los
autores que mantienen una posición similar a la de este trabajo porque «la única
dejar impunes ciertas conductas cuando sólo está tipificada la mo­ conclusión posible y coherente que se deriva de una tesis estrictamente cognitiva,
es la ampliación del ámbito del dolo incluyendo en el mismo todos aquellos su­
(112) Segunda parte, Considerando trigésimosegundo. puestos de imprudencia consciente» (p. 351). Como se puede apreciar en las notas
(113) De las tres sentencias fue ponente el propio Bacigalupo. Posteriormente, citadas, desde una teoría más intelectual del dolo es posible calificar como impru­
ha insistido también en esta doctrina en las SS.T.S. de 27 de octubre de 1992 y 18 dentes hechos que esta autora considera ya dolosos. Existen otros criterios restric­
de marzo de 1997. Se trata de una doctrina constante sobre el dolo en los delitos tivos que no tienen que ver con lo que el autor quiera más allá de 10 que conozca.
de omisión. Vid. las recientes SS.T.S. de 15 de abril (Pte.: Soto), y 17 de abril de Critica también a DlAz PITA por esta visión demasiado radical de las «teorías inte­
1997 (Pte.: Móner) con más referencias. lectuales del dolo» CUELLO CONTRERAS (nota 25), p. 527.

320 321
vamente un resultado a una persona (116). Sólo mediante dicha re­ más modernas que el autor «se tomara en serio» la producción del
valorización del papel del tipo objetivo resulta político-criminal­ resultado. Pero con una correcta visión y determinación del tipo
mente asumible una posición como la mantenida en este trabajo.
Evidentemente, no se pueden establecer reglas generales y lo que en los trabajos de PuPPB: ZStw, 103, pp. 18 Y ss. (nota 13), pp. 35 Y ss.. 49 y ss. y
es relevante para el conocimiento -el alcance del tipo (117)-- de­ passim, y NK, 15/56,76 Y ss., que con su idea del «peligro cualificado» pretende de­
pende de cada tipo penal. Sin embargo, desde la perspectiva que subjetivizar el dolo y normativizar la teoría tradicional de la probabilidad. Para
interesa en este trabajo, los delitos de resultado lesivo, cabe señalar esta autora el dolo es el conocimiento de un peligro cualificado. PUPPB: NK, 15/85 Y
SS., considera que existe una diferencia cualitativa entre el peligro propio del dolo y
que sin un desarrollo del tipo objetivo en los delitos de resultado el peligro propio de la imprudencia y mantiene (NK, 15/61), frente a la posición
lesivo que establezca más filtros objetivos que la mera relación de mayoritaria, que «el autor no es el competente para decidir sobre la relevancia jurí­
causalidad, la posición aquí mantenida carece de sentido. Las «teo­ dica del peligro de realización del tipo que conoce, sino que el competente es el De­
recho». PUPPE parte de la idea de que las «teonas de la probabilidad» han triunfado
rías de la voluntad» utilizaban tradicionalmente el correctivo del de {acto en los fundamentos teóricos de la ciencia juridico-penal y en una gran
elemento volitivo debido a las insuficiencias de la «teoría de la parte de las decisiones judiciales (15/82). Esta autora, sin embargo, no pretende de­
representación» en su variante de las «teorías de la probabili­ terminar la cualificación del dolo con una medida probabilística al igual que las
dad» (118). Por la misma razón también se exigía por posiciones «teonas tradicionales de la probabilidad», sino con una medida normativo-racio­
nal. Según PUPPB, si el autor realiza algo (estrangular con una pañoleta a otra per­
sona) que para una persona racional o respetuosa con las normas supone una má­
(116) FR.rscH (Vorsatz, nota 14), pp. 28, 215, 489 Y S., 496 Y passim, en lo que xima de que el resultado lesivo se tiene que producir, o se puede producir, habrá
supone una de las contribuciones más importantes de su monografía que ya se ha dolo. Se imputa el resultado a título de dolo cuando una persona que piensa y ac­
convertido en una de las monografías clásicas de nuestra diSciplina y, en mi opi­ túa racionalmente situada en el lugar del autor sólo podria haber actuado así si hu­
el trabajo más decisivo sobre el dolo desde la antigua monografía de ENGISCH. biera querido realmente el resultado o lo hubiera asumido. En este intento de obje­
17) En el marco de la «leona de la imputación objetiva», algunos autores tivación y de normativización de la imputación a título de dolo de PUPPB existe un
han desgajado del criterio amplio de «fin de protección de la norma» el criterio fondo correcto. Lo que sucede es que el tipo objetivo no es una mera cuestión de
más restringido de «alcance o fin de protección del tipo penal», que todavía se en­ cantidad y calidad del peligro (ZStW, 103, p. 41), sino de configuración del tipo. La
cuentra en fase de concreción. Sobre esta cuestión: BURGSTALLER (nota 19), pp. 96 imputación a título de dolo no depende de la entidad del peligro, sino de su rele­
Y ss., en relación con pp. 105 Y SS., con el que muestra su acuerdo HERZEERG: Die vancia típica. Y dicha relevancia tiene la misma importancia para el dolo la im­
Verantwortung far Arbeitsschutz und Unfallverhatung im Betrieb, Berlín y otros, prudencia. Por ejemplo, no se puede decir que el contagio del SIDA por sexual
1984, pp. 17'5 Y S., nota 53; MARTiNEz EseAMILLA (nota 9), pp. 341 Y SS.; ROXIN: Zum sea siempre un supuesto de imprudencia al tratarse de un peligro muy pequeño,
Schutzzweck der Norm bei fahrltissigen Delikten, Gallas-FS, Berlín y Nueva York, pero que se convierte en dolo si se mantiene un determinado número (¿cuál?) de
1973, pp. 242 y s., apuntaba ya una evolución en este sentido qué corrobora relaciones sexuales con la misma persona. Se trata siempre de un riesgo típico,
en (nota 26), .11175, con nota 142; el mismo: c.P.c., 89, pp. 760 Y S.; WOLTER cuya imputación a título de dolo o imprudencia depende del conocimiento que el
(nota 52), pp. 341 Y SS., con el que FRISCH (Verhalten, nota 14), p. 82, nota 55, autor tenga de los factores de riesgo. PUPPB vuelve a plantear los problemas que
muestra su conformidad. tiene la «leona de la adecuación» con el «grado de tendencia» y vuelve a caer, con­
FR.rscH (Vorsatz, nota 14), p. 495. secuentemente, en los mismos problemas. Los principales problemas de PUPPB se
representante más genuino en Alemania de esta teona es H. MAYER (nota 44), encuentran en la falta de un desarrollo del tipo objetivo. En mi opinión, es cierto
pp. 250 Y s.: «Probabilidad significa algo más que una simple posibilidad y menos que para la imputación a título de dolo se debe tener en cuenta qué es lo que debe
que una probabilidad preponderante»; el mismo: Strafrecht. Allgemeiner Teil (Stu­ hacer una persona razonable (que se comporta de acuerdo con las normas), pero
dienbuch), Stuttgart, 1967, p. 121. Recientemente, ha sido defendida por KORIATH --a diferencia de PUPPE- creo que hay que tener en cuenta lo que sabe el autor en
(nota 66), p. 651. esa situación concreta. No se puede prescindir de la representación del autor ante
En España mantienen, en tiempos recientes, esta postura, OCTAVIO/HuBRTA el hecho que va a realizar asignándole un conocimiento' ficticio. En un sentido si­
(nota 9), p. 135: «Por dolo entendemos aquel elemento subjetivo del tipo de los de­ milar, ROXIN (nota 26), 12/45. Añaden más cnticas, que yo no comparto, a la posi­
litos dolosos que supone el conocimiento de los elementos objetivos del propio tipo ción de PlJpPE: FRBUND: JR, 88, p. 117; PIurrwrrz: Strafrecht und Risiko, Frankfurt,
y la voluntad de realización del mismo, en el dolo directo, o la consciencia de la 1993, pp. 357 Y s.; RODRÍGUEZ MONTA&ÉS (Delitos de peligro, nota 16), p. 102; Ru­
alta probabilidad de su eventual realización, en el dolo eventual.; OCTAVIO DE To­ DOLPHI: SK, 15/Sb.
LBDO: La Ley, 96, Cuadernillo nÚIIl. 4139, p. 9. Vid. también GIMBBRNAT ORDEIG Otra variante moderna de la «teona de la probabilidad. es la «leona del'peligro
(nota 55), p. 46: «Basta para afirmar la existencia de dolo que al sujeto le parezca cubierto o protegido o no cubierto o abierto» de HERZBBRG: JuS, 86, pp. 254 Y ss.;
muy probable la causación del resultado a consecuencia de su acción». JuS, 87, pp. 780 Y s.; NJW, 87, p. 1464; JZ, 88, pp. 639 y ss., y JZ, 89, p. 476. De
Sobre las «teonas de la probabilidad», en sentido cntico: AMBlI.OSIUS (nota 45), acuerdo su discípulo SCHLEHOFBR: NJW, 89, pp. 2019 s. y (nota 23), pp. 16,39 y ss.
pp. 31 y s., 60 y ss.; CORCOY BIDASOLO (nota 23), pp. 273 Y s.; ENGlsCH (nota 3), PUPPE: NK, 15/85 Y s., establece sus similitudes con la posición de HBRZ­
pp. 103 Yss.; FRIseH (Vorsatz, nota 14), pp. 19 Y SS.; el mismo: FRISCH (nota 36), pp. BBRG, aunque señale también ciertos inconvenientes de la posición de este autor. La
536 y s., la considera obsoleta; JAKOES (nota 23), 8/nota 47; JESCHECKlWEIGBND teona se puede resumir en los siguientes términos: si el peligro está eficazmente cu­
(nota 26), 29 ID 3 d) aa); KOHLER (nota 45), pp. 274 y ss.; RoXIN: JuS, 64, p. 54; bierto, estaremos ante un injusto imprudente; y si está descubierto, ante un injusto
WBLZBL (nota 30), p. 70. doloso. Además, HBRZBBRG equipara el peligro lejano al peligro cubierto. En estos
En los últimos tiempos la formulación más interesante de esta posición reside casos la lejanía del peligro hace que la calidad del peligro sea como aquel en el que

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objetivo como materia de referencia de la psique del autor no es delimitación de ámbitos de responsabilidad), la imputación a .título
preciso que lo que el autor persiga o su postura emocional ante el de dolo exige como objeto de conocimiento algo más que la mera
hecho opere como criterio regulador arbitrario (119). De acuerdo posibilidad de causar el resultado (121). Sólo se puede hablar de
con la «teoría de la imputación objetiva» que considera que al me­
nos ciertos tipos de resultado consisten en la creación de un riesgo (121) FRISCH (Vorsatz, nota 14), pp. 478 Y ss., en profundidad, mostrando las
que se realiza en un resultado, el autor debe representarse el riesgo diferencias de su posición oon la de 8cHMIDHAUSER, y p. 486, traspasando sus criti­
cas a la teona del «tomarse en serio el peligro»; el mismo (Verhalten, nota 14),
típico. No es suficiente que el autor se represente de alguna ma­ p. 587; HERZBERG: JuS, 87, p. 778; Mm PUIG (nota 22), p. 34: «El dolo exige conoci­
nera la posibilidad o probabilidad de la producción del resultado o miento de la concreta capacidad de la conducta para producir el resultado típico
cualquier tipo de peligro, sino que debe representarse la concu­ fuera del maroo del riesgo permitido. Esta peligrosidad concreta y típicamente re­
rrencia de los elementos o circunstancias que configuran cada su­ levante es la base objetiva a que debe referirse la representación intelectual necesa­
ria para el dolo.; el mismo (nota 11), 101100 Y ss.
puesto típico. Debe representarse el hecho relevante para la norma Es, por ello, absolutamente injusta la cntica de DIAz PITA (nota 20), p. 130 a
penal (120). Si el tipo objetivo de los delitos puros de resultado FRISCH: .La única conclusión posible y coherente que se deriva de una tesis estric­
exige algo más que la relación de causalidad (de acuerdo con prin­ tamente oognitiva, es la ampliación del ámbito del dolo, incluyendo en el mismo
cipios como el del riesgo, el de la autorresponsabilidad o el de la todos aquellos supuestos de imprudencia consciente». Esta autora extiende esta
critica a -todas las teonas de corte oognitivo en las que se renuncia a un elemento
volitivo en el concepto de dolo» (p. 351). Se trata de una «crítica fácil. que se
el cuidado o atención humanas operan como protección. El problema se reduce a puede predicar de las viejas teorías cognitivas (por ejemplo, SCHRODER) o posicio­
determinar si el autor consideró el peligro suficientemente protegido o lo que es lo nes radicales minoritarias oomo la de ZIBLINSKl, pero no de las nuevas posiciones
mismo si lo consider6 sólo un peligro abstracto o estadfstioo. La base de las tesis (FRISCH, JAKOBS, HERZBERG) que integran en el fundamento de la imputación a ti­
de HERZBERG es la «teona intelectual del dolo», determinando la visíón que tenía el tulo de dolo los últimos avances de la teona del tipo objetivo en los delitos de re­
autor de la clase de peligro que creaba (suficientemente protegido o no) la modali­ sultado o relacionan directamente su teoría del dolo oon una «teona de la imputa­
dad de imputación (HASSBMBR, -Ann. Kaufmann-GS, nota 6-, p. 305; JAKOBS ción objetiva». El no tener en cuenta este dato convierte la cntica de DIAz PITA en
-nota 23-, 8/nota 67 a). Mientras la diferencia entre objeto del dolo y de la im­ algo falaz que no entra en el fondo de la cuestión. No se puede criticar la teoría del
prudencia para las «teorías de la probabilidad. es cuantitativa, para HBRZBERG es dolo de estos autores sin tener en cuenta la estrecha relación que existe para ellos
cualitativa (tipos distintos/tipos de peligro distintos). En la literatura alemana entre tipo objetivo y tipo subjetivo y la relación de su teona del dolo con el des­
abundan las críticas contra esta teona de HBRZBERG, BRAMMSEN: JZ, 89, pp. 72 Yss.; arrollo llevado a cabo por ellos mismos de la «teona de la imputación objetiva».
CRAMBR, (nota 67), 15/79; FRISCH (Verhalten, nota 14), p. 40, nota 155; JAKOBS: No se puede criticar su posición sobre una parte del tipo (el tipo subjetivo) sin te­
ZStW, 101, p. 530, nota 21; el mismo (nota 23), 8/29 a; KÜPPER: ZStW, 100, pp. 781 ner en cuenta su visión global de la tipicidad. En un sentido similar, CUELLO CON­
Y ss.; PUPFB (nota 13), p. 38, oon más referencias; ROXIN (nota 26), 12/62; RUDOLPHl: TRERAS (nota 25), p. 527.
SK, 15/46 a; SCHUMANN: JZ, 89, p. 432, nota 51; SCHÚNEMANN (nota 13), p. 268; Además, esta autora, precisamente, por no determinar de forma correcta el he­
STRUEN6EE: JZ, 87, p. 60. En España, ha sido críticado por DIAz PITA (nota 20), cho típioo provoca en su exposición práctica (pp. 336 Y ss.) una expansión del dolo
pp. 233 Y ss.; RODRÍGUEZ MONTAÑÉS (Delitos de peligro, nota 16), pp. 99 Y ss. eventual. La misma autora, en sus oonclusiones, pone de manifiesto (p. 350) cómo
De acuerdo oon la teoría de HBRZBERG, un magnicidio como el de Isaac Rabin, con su posición sobre el dolo .hemos tenido ocasión de oomprobar un fenómeno a
por ejemplo, se tratarla de un supuesto de imprudencia al enoontrarse protegido primera vista paradójico: si por una parte se produce una delimitación más clara
por sus guardaespaldas, mientras el mismo atentado contra un ciudadano cual­ de los ámbitos doloso e imprudente, por otra comprobamos cómo muchos de los
quiera sería un supuesto de dolo. Esto es así, porque HERZBERG, a diferencia de AA­ casos que, oon la ayuda de las teonas tradicionales, aparecen calificados como im­
MIN KAUFMANN, considera válido para la distinción que el peligro se encuentre pro­ prudentes, resultan dolosos en base a la redefinición que aquí se propone. En otras
tegido por la víctima o un tercero. No es preciso que esté protegido por el propio palabras, delimitación conceptual frente a ampliación práctica del ámbito del
autor (cfr. PUPPE: ZStW, 103, p. 19). HERZBERG no explica porqué si alguien sabe dolo». Así, en un ejemplo concreto califica un hecho oomo doloso oon base en la si­
que ha creado un ríesgo (una situación de peligro concreto), el hecho de que la víc­ guiente argumentación: «La construcción de la síntesis psíquica, es decir, la apre­
tima o un tercero puedan desactivarlo (lo que es conocido por el autor) excluye la hensión global de la situación permite afirmar que Andrés podía tener en cuenta la
responsabilidad por dolo. Se estarla beneficiando al autor doloso por dejar el desis­ posibilidad de que una persona del grupo fuera ocultada por los 'mencionados ar­
timiento de su tentativa en manos de un tercero que no tiene que ver oon su actua­ bustos y. ante tal posibilidad, haber desviado el disparo hacia un lugar que asegu­
ción delictiva. La distinción de HBRZBERG, pues, es meramente fenomenológica rara la indemnidad de los que hufan por la ladera. Encontramos, pues, un error en
pero carece de una fundamentación normativa. Su posición sólo es asumible la percepción (puesto que, efectivamente, Andrés no ve a Jesús) junto con la previ­
cuando la persona que crea el riesgo se encuentra amparada por el principio de sión que cualquier persona razonable podrla haber tenido, dadas las circunstancias
confianza en el seno de una organización o de un grupo de trabajo. Sobre esta po­ de visibilidad, potencial lesivo de la carabina y situación de los arbustos y de las
sición de HERZBERG, vid. también infra, nota 224. personas que hufan». En este caso no existe dolo por una razón muy sencilla: An­
(119) FRISCH (Vorsatz, nota 14), pp. 257, 322 Y SS.; SANcINETTI (nota 52), p. 201: drés no «tiene ante los ojos» el hecho típico (que es «Andrés le dispara a una per­
«El verdadero problema del dolo eventual es, pues, un problema del "tipo objetivo", sona»). La argumentación de DIAz PITA sólo sirve para demostrar que Andrés debe­
y no del "tipo subjetivo", porque todo depende de si esa determinada acción está ría haber tenido más cuidado, es decir, para demostrar una infracción del deber de
alcanzada por la norma del delito doloso, desde el punto de vista objetivo». cuidado (delito imprudente). Ningún tipo penal tipifica dispararle a un arbusto por
(120) FRISCH (Verhalten, nota 14), p.587; HERZBERG: JuS, 86, pp. 253, 260 Y ss. si se encuentra una persona detrás. Se tipifica dispararle a una persona a una zona

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324
dolo de lesión cuando el autor prevé un riesgo típico que crea o por ello, no hace falta una referencia a 10 que el autor quiera como
que, por otras razones, es cosa suya (art. 11 C.P.) Y que tal y como determinante de la modalidad de imputación jurídico-penal.(123)_
lo prevé se puede realizar en un resultado. Esta sería la gran dife­ Por esta razón es mucho más evidente la innecesariedad de un ele­
rencia entre las «teorías tradicionales de la representación» y una mento volitivo referido a la consumación del tipo en los denomina­
«teoría intelectual moderna del dolo» que presupone la imputación dos delitos de mera actividad (124). En estos casos para hablar de
objetiva del hecho al autor basada en criterios no exclusivamente dolo basta el conocimiento de los elementos típicos, mientras el
causales o naturalísticos. Si se determina de forma correcta el al­ error sobre alguno de ellos elimina siempre el dolo. La supuesta
cance del tipo' objetívo y se exige la representación o prognosis ra­ confusión entre dolo eventual e imprudencia consciente que se le
cional de dicho hecho típico (tipo subjetivo), no bastando algún ha reprochado a las «teorías tradicionales de la representación»
tipo de pensamiento o referencia mental al resultado, no se puede parte de una todavía insuficiente determinación del tipo obje­
aceptar ninguna crítica de que se extiende en demasía el ámbito tivo(125) que se ha ido superando en los últimos tiempos me­
del dolo en detrimento de la imputación por imprudencia (122) y, diante el desarrollo de la denominada «teoría de la imputación ob­
jetiva». La probabilidad de producción del resultado no es 10 que
vital (Iilatar a otro). Si no se puede disparar contra arbustos sin saber si hay al­ determina el alcance del tipo, sino los criterios normativos extrai­
guien detrás es porque existe una norma de cuidado en el ámbito del homicidio.
Evidentemente, el saber que había gente cerca hace que en este caso la impruden­ (123) RODRÍGUEZ MONTAJilÉs (El caso de la colza, nota 16), p. 211, señala correc­
cia sea especialmente grave. Pero no se puede llegar a la pena del dolo. Estas consi­ tamente que el dolo consiste en una decisión consciente contra el bien juridico, ar­
deraciones demuestran que una correcta determinación del tipo objetivo permite gumentando que «esa decisión presupone el conocimiento del carácter potencial­
diferenciar claramente entre dolo e imprudencia consciente. Por ello las críticas de mente lesivo de la conducta para el bien juridico de que se trate». Pero una vez
DlAz PITA no son de recibo. Se basa en una visión unidimensional del delito doloso más, al igual que otros muchos autores, su error reside en reducir el tipo objetivo a
que no tiene en cuenta que lo que desvalora la norma penal es la realización dolosa la potencialidad de la lesión del bien juridico, cuando el tipo objetivo es algo más
de un hecho descrito en un tipo penal. Si se sustituyen los elementos riesgo típico y amplio. También la imprudencia en ciertos casos puede presuponer el conoci­
realización del riesgo en un resultado por una posibilidad'de producir un resultado, miento del carácter potencialmente lesivo de la conducta. Por esa «reducción de la
evidentemente que ello tiene como consecuencia una confusión entre dolo e impru­ importancia del tipo objetivo» le concede una importancia al elemento volitivo ma­
dencia consciente. Pero esto no tiene nada que ver ni con la posición mantenida yor que la que se le concede en este trabajo.
por FruSCH, ni con la de otras personas que recientemente han continuádo por el (124) Sobre esta cuestión, FruSCH (Vorsatz, nota 14), pp. 374 y SS.; PuPPE: NK,
camino iniciado por este autor ni con la posición mantenida por mi en este trabajo. 15/112; SlLVA SANCHEz: ADP, 87, p. 651, nota 17.
Ofrece otros argumentos contra la concepción de D1Az PITA que no son compartid9S En la interesante monografía de RODRÍGUEZ MONTAJilÉs que defiende la necesiT, .
en este trabajo, CUELLO CONTRERAS (nota 25), pp. 27 y ss. dad de un elemento volitivo para la imputación a titulo de dolo, se puede apreciar
(122) Se pueden encontrar referencias a este argumento critico en: BOCKEL­ como en pp. 165 y ss. (el elemento volitivo en el dolo de peligro), al ocuparse de ti­
MANNlVoLK (nota 36), p. 69; Busros RAMíREZ: Manual de Der~ho penal. Parte gene­ pos con conducta tasada como los delitos de peligro concreto, el elemento volitivo
ral, Barcelona, 1994, p. 289; CRAMER (nota 67), 15/12-14; DíAz PITA (nota 20), pierde su importancia y opera prácticamente como un adorno. Así, afirma como
pp. 107 Y ss., 289, 299, basando en este argumento su rechazo a toda «teona inte­ conclusión (p. 168) que «para afirmar el dolo de peligro basta con que el sujeto de­
lectual o cognitiva»; FrusCH (Vorsatz, nota 14), p. 16, con más referencias; GEPPERT: cida seguir actuando, pese a la representación del peligro concreto. Ello no signi­
Jura, 86, p. 611; GÓMEZ BEN1TBz (nota 30), p. 211; HERZBERG: Ju8, 87, p. 780; rES­ fica que se prescinda del elemento volitivo, sino tan sólo que su mínimo exigible
CHECKlWElGEl'ID (nota 26),29 Ill3 d) bb); KUPPER: ZStw, 100, pp. 758 Y S.; MAQUEPA viene implícito en la actuación pese a la, representación, lo cual puede ser de gran
ABREu: ADP, 95, pp. 432 y SS.; PAGLIARO: Ptincipi di Diritto Penale. Parte generale, utilidad práctica, sobre todo a efectos probatorios. Sólo en los supuestos de dolo
4." ed., Milán, 1993, p. 270;PHlLIPPs: ZStw, 85, p. 38; RODRÍGUEZ MONTAiWl (Delitos directo de primer grado o intención -por otra parte excepcionales-, en los que el
de pelígro, nota 16), pp. 58 y SS., que considera que «desde los planteamientos de sujeto persigue como fin de actuación precisamente la creación de la situación de
una teoria estrictamente cognitiva del dolo, que prescinde del elemento volitivo y peligro concreto, adquiere entidad propia». ,
lo reduce al «conocimiento del riesgo típico» p de la posibilidad de lesión, la única Posteriormente, en la p. 196 llega también a la conclusión de que «no obstante
conclusión coherente es la identificación del dolo de peligro, el dolo eventual de le­ y pese a las afirmaciones anteriores, no cabe duda de que el aspecto "volitivo" o de
sión y la imprudencia consciente»; ROXlN: JuS, 80, pp. 245, 248; SCHROTH: JuS, 92, decisión -el desvalor subjetivo de la acción- en el dolo de peligro es mucho me­
p. 4; VEST: ZStw, 103, p. 606; WElGEl'ID: ZStw, 93, pp. 687, 697; ZmGERT (nota 26), nos relevante, tiene un menor peso en el injusto frente al desvalor objetivo que en
p. lOS, con más referencias; S.T.S. de 4 de julio de 1980 (Pte.: Diaz Palos). el dolo de lesión».
De lo contrario, seria preciso darle la razón a aquellas críticas que consideran Incluso en el Capítulo Cuarto que se ocupa del. tipo subjetivo en los delitos de
que el conocimiento de la posibilidad abstracta de peligro sería suficiente para el peligro abstracto, desaparece toda referencia al elemento volitivo necesario, según
delito doloso y acabarla éste ocupando todo el espacio de la imprudencia con al­ RODRíGUEZ MONTAÑÉS, para afirmar la existencia de dolo.
g(m grado de consciencia sobre el peligro, quedando la imprudencia con un mar­ Por tanto, si el elemento volitivo resulta menos necesario para RODRÍGUEZ MON­
gen minimo de relevancia (cfr. KÓHLER -nota 45-, pp. 301 y ss.). Estas críticas TAIÍlÉS cuanto más descrita se encuentre la conducta típica, con el elemento volitivo
sólo son correctas para posiciones como la de SCHRODER (nota 44), p. 244, o la de se quieren resolver cuestiones que no tienen que ver directamente con el tipo sub­
ZmLINSKI (nota 45), pp. 152 y SS., que de forma expresa convi~e ~odo supuesto de jetivo, sino más bien con el alcance del tipo objetivo.
imprudencia consciente en un supuesto doloso. (125) Frusca (Vorsatz, nota 14), p. 399; ZmLINSKI: AK; 15,16n5 y s.

326 327
dos· de una interpretación teleológica de los diversos tipos de la ha residido, en mi opinión, en su carácter crítico con los aspectos
parte especiaL Por esa razón las «teorías de la probabilidad» resul­ puramente volitivos o emotivos como parámetros determinantes
tan rechazables. Ha sido siempre imposible que las «teorías de la para la imputación a título de dolo (128). Pero a partir de esas cri­
probabilidad» pudieran determinar un criterio que sirviera, en ge­ ticas es preciso desarrollar una alternativa que no se puede cons­
neral, para delimitar dolo e imprudencia, bien sobre la base de la truir a partir de las «teorías de la probabilidad».
distinción entre conceptos tan poco claros como probabilidad y Sólo mediante una correcta determinación previa del alcance
posibilidad, o bien mediante la determinación de un porcentaje del tipo correspondiente es posible imputar un hecho a titulo de
cualquiera indeterminable en la práctica. Una teoría de orígenes dolo. El tipo objetivo es el sustrato u objeto de referencia del tipo
tan remotos todavía no ha podido ofrecer unas pautas con un mí­ subjetivo. En los delitos de resultado lesivo el riesgo típico que
nimo de concreción para delimitar la imputación a título de dolo permite explicar aquél ha de ser siempre el objeto de referencia
de la imputación a título de imprudencia (126). Sólo se ofrecen del dolo y de la imprudencia. Sólo de esta manen!; resulta abarca­
fórmulas vacías manejables para cualquier tipo de solución y que ble y planificable el resultado para el autor doloso o el autor im­
no presentan al juzgador pautas objetivas concretas que posibiliten prudente (129). Por tanto, si el resultado es consecuencia de un
una distinción materialmente aceptable o mínimamente segura. riesgo o de una parte del riesgo no abarcado por el dolo, sólo se
Además, las «teorías de la probabilidad» operan sobre datos ficti­ podrá imputar a lo sumo el resultado a título de imprudencia. En .
cios: los seres humanos no toman decisiones cotidianas sobre la este trabajo no es posible desarrollar una teoría del tipo objetivo
base de un cálculo matemático de probabilidades (127). Si alguien de delitos como el homicidio, las lesiones o los daños. Simple­
desconoce si la pistola que tiene en la mano está cargada o no pero mente haré una referencia al traslado doctrinal de la <{teoria de la
dispara contra una persona, carece de sentido plantearse para cali­ imputación objetiva» al ámbito del delito doloso para demostrar
ficar la conducta como dolosa o culposa en qué porcentaje el autor que el mantenimiento del ámbito del dolo dentro de límites razo- .
había asumido que la pistola estaba cargada. Hay que reconocer nables se puede conseguir mejor mediante una normativización y
que no le falta la razón a esta teoría -yen ello se han escudado objetivización del dolo como la que se pretende plantear en este
siempre los partidarios de la misma- cuando la probabilidad de trabajo que con una utilización de criterios psicológicos que ten­
lesión no sólo es alta, sino también evidente, por lo que el autor no gan que ver con la voluntad del autor. Pretendo exponer en las lí­
tiene ninguna posibilidad de escudarse en un conocimiento erró­ neas siguientes sólo el inicio de esta tendencia decisiva para una
neo de la realidad. Pero esta teoría no es válida para todo el resto teoria moderna del tipo cuyas líneas actuales deben ser desarrolla­
de situaciones. La gran virtud de las «teorías de la probabilidad» (128) KOHLER (nota 45), p. 281 Y JAKOBS (nota 23), 8/nota 47, también les re­

conocen este mérito. Así, por ejemplo, abundan las críticas en HERZBERG: JuS. 86,

(126) AMBROSIUS (nota 45), pp. 63 Y S.; BOCKELMANNNoLK (nota 36), p. 81; pp. 253 Y s. 258 y s.; H. MAYEa (nota 44), pp. 251 Y s.

CORCOY BmASOLo, (nota 23), pp. 273, 277, 288; CAAMER (nota 67), 15/76; DíAz PITA (129) Sobre la importancia de la planificación de riesgos frente a la planilica­
(nota 20), p. 106; ENGISCH (nota 3), pp. 114 Y S.; EsERlBURKHAJÚIT: Derecho penal, Ma­ ción de resultados en la moderna teoría jurídica del delito, BRAMMSEN: JZ, 89, p. 76,
drid, 1995, p. 166 (FRlSCH: Vorsatz, nota 14), p. 20; GEPPERT: Jura, 86, p. 611; HERZ­ de acuerdo con su maestro Orro; FRISCH (Vorsatz, nota 14), pp. 68, 81 Y ss., 490,
SERG: JuS, 86, p. 251; JAKOBS (nota 23), 8/nota 47; KOHLER (nota 45), p. 281, nota 19: 504 Y s., con más referencias y passim; el mismo: Tipo penal e imputación objetiva,
•La indetenninación, es decir, la exclusiva detenninación arbitraria del grado de­ Madrid, 1995, p. 115; MARTINEZ EsCAMILLA: «La imputación objetiva del resultado.
cisivo de probabilidad es el defecto principal e imnanente de las teorías de la proba­ Una primera aproximación», Cuadernos de Derecho judicial, 94, pp. 87 Y ss.; OTro:
bilidad»; LUZÓN PEfl:A (P.G., nota 13), p. 423; MIR PUlG (nota 11), 10/96; el mismo NM, 79, p. 2415; el mismo: NM, 80, passim; el mismo: Jura, 92, p. 97, con más
(nota 22), p. 25; PuPPE: ZStW, 103, pp. 21, 42; la misma: NK, 15n4; RODRÍGUEZ referencias; SCHONEMANN: Neue Horizonte der Fah'-¡?issígkeitsdpgmatik?, Schaffstein­
DEVESAlSERRANo (nota 29), p. 467; ROlaN: JuS, 647 p. 60; el mismo: JuS, 80, p. 248; FS, Gotinga, 1975, pp. 174 Y s.; WOLTER (nota 52), pp. 68 Y ss.; ZmUNsKI: AK; 15,
SCHMOLLER: OJZ, 82, p. 282; SCHRODER (nota 44), p. 230; SCHRom: JuS, 92, p. 4. 16174. Todos ellos han desarrollado la idea de ROlaN del «principio' del riesgo»
(127) ESERlBURKHARDT (nota 126), p. 166; FRISCH (Vorsatz, nota 14), pp. 20 (Gedanken zur Problematik der Zurechnung im Strafrecht, Honig-FS, Gotinga, 1970,
Y s.; PUPPE: ZStW, 103, p. 18; la misma: NK, 15192. pp. 135 Y s. -nota 13-, pp. 234 Y s.) como principio rector de la imputación de re­
M!R PUIG (nota 22), p. 34, señala correctamente como en la imputación a título sultados, junto al «fin de protección de la norma. o al «alcance del tipo», que se
de dolo .no se trata tanto de cuantificar un detenninado grado de probabilidad ocupa de todas aquellas problemáticas que no tienen explicación a través del «prin­
-como pretende la teoría de la probabilidad-, cuanto de preguntar si el sujeto que cipio del riesgo» como, por ejemplo, la de las autopuestas en peligro o autolesio­
advierte la probabilidad del delito cree o no que en su caso puede realizarse dicha nes. Sobre el «principio del riesgo» en laa teoría de la imputación objetiva» de Ro­
probabilidad. No importa la sola concurrencia de la probabilidad, sino el pronós· laN, WOLTER: .La imputación objetiva y el sistema moderno del Derecho pena]",
tico concreto de lo que puede ocurrir en el caso particular. Es posible que el sujeto Omisión e imputación objetiva en Derecho penal, Madrid, 1994, pp. 67 Y ss.
esté convencido de que, pese a la peligrosidad estadística que advierte en la acción, Vid. las consideraciones de ROLDÁN BARBERO: Adecuación social y teona jundica
en su caso no va a dar lugar al delito». En el mismo sentido (nota 11), lO/lOO. del delito, Córdoba, 1992, pp. 104 Y S., 108.

328 329
das en otro trabajo. Baste aquí una breve referencia a la cuestión
para solventar ciertas posibles objeciones de índole político-crimi­ tipos de resultado, que son los que plantean mayores problemas,
nal a la posición defendida hasta el momento. ya que en los otros tipos la idea del bien juridico protegido había
2. El traslado de la «teona de la imputación objetiva» del de­ contribuido a desarrollar una interpretación teleológica de los ti­
lito imprudente al delito doloso supone una revolución metodoló­ pos (132). La «teoría de la imputación objetiva» empezó así a
gica del injusto doloso. Un importante hito en esta evolución es adquirir madurez como teoría global del tipo. De esta manera,
la contribución de ROXIN al libro-homenaje a HONIG con el título aunque no se dijera de forma expresa, la idea formulada anterior­
Reflexiones sobre la problemática de la imputación en el Derecho mente por GIMBERNAT de utilizar el criterio del «ámbito de protec­
penal (130). La principal aportación de ROXIN en este artículo su­ ción de la norma" tanto para el delito imprudente como el dolo­
pone, a mi entender, el traspaso de la «teona de la imputación ob­ so (133), comenzaba a cobrar cuerpo. De acuerdó con esta nueva
jetiva» al ámbito del delito doloso (131). Principahnente para los perspectiva, en los tipos dolosos el tipo objetivo tampoco se re­
duce a la causalidad. Aunque un autor quiera causar un resultado
sabiendo que puede causarlo y efectivamente lo cause no existe
(130) Pp. 133 Y ss, En español, Problemas básicos del Derecho penal, Madrid, una realización del tipo si no ha creado un riesgo juridicamente
1976, pp, 128 Y ss. Es lógico que ROXIN aprovechara la obra de HONlG para realizar
esta obra fundamental. HONlG había aprovechado en el Festgabe für Frank (1930) relevante. Al igual que no es suficiente una relación causal con
el estudio sobre la teoría de la imputación de HEGEL llevada a cabo por LARENz en un resultado y una conducta imprudente para que quede consti~
1927. Las aportaciones de estos dos autores aparecieron en el panorama doctrinal tuido un tipo imprudente, tampoco es suficiente causar un re­
cuando la «teoría de la causalidad adecuada» había triunfado ya como teoría del sultado queriendo causarlo para constituir un tipo doloso. El
tipo. La ventaja de estas dos posiciones frente a la idea de la adecuación es que di­
ferenciaban mejor las diferencias entre causalidad y tipicidad. Por esa razón, Ro­ objeto del dolo no es la causalidad, sino un riesgo desaprobado
XIN se aprovechó de este sustrato ideológico [cfr. CASTALDO: RlDPP, 87, p, 891; por una norma penal (134). El riesgo permitido desempeña,
ROXIN: c.p.e., 89, p. 751, nota 3; el mismo (nota 26), 11150]. En este mismo libro­ por consiguiente, un papel no sólo en los tipos de resultado
homenaje, l..ARENz (pp. 79 Y s.) resume su contribución y la de HONlG, aunque re­ imprudentes, sino también en los dolosos. ROXIN plantea con
saltando cómo las conclusiones de ambos varían al, desarrollar LARENZ una teoría un ejemplo, de forma gráfica, las consecuencias de su posición
de la imputación iusfilosófica y, por el contrario, centrarse HONlG en la imputación
penalmente relevante. para el delito doloso: el cirujano que realiza una operación irre­
(131) Pp. 136 Y ss. El desarrollo posterior de esta iílea en Finalitat und oh­ prochable de'acuerdo con la lex artís en la que muere el paciente,
jektive Zurechnung, Arm. Kaufmann-GS, Colonia Y otras, 1989, p. 247 Y passim y no lleva a cabo una acción homicida aunque la muerte del
(nota'13), pp. 231 Y ss. En el mismo sentido, WOLTER (nota 129), pp. 66 Y s. paciente sea una muerte querida (135). El autor alemán desarro- ­
Tradicionalmente, los estudios dogmáticos sobre el riesgo permitido o la ade­

cuación social se han caracterizado por una radical diferencia en el tratamiento


lla mediante esta «revolución» de la comprensión del tipo obje­
del delito imprudente y del doloso: CoRCOY BlDASOLO (nota 23), pp. 31, 319 Y pas­
tivo del delito doloso una serie de limites normativos que se pre­
sim; DONATSCH (nota 9), p. 161, que recoge esta cuestión; LARRAURI PUOAN: ADP,
tendieron establecer previamente mediante la idea de la adecua-
88, pp. 752, 766; OCTAVIOIHUERTA (nota 9), pp. 95 y ss.; RBHBERG: Zur Lehre vom

«erlaubte'n Risiko», Zurich, 1962, passim (especialmente, p. 233); ROEDER: Die

Einhaltung des sozialadaquaten Risikos, Berlín, 1969, pp. 34 Y ss. (40" 47);
SER (nota 71), 9/31, aunque lo entiende como una causa de justificación; ScHRODER
SCHROEDER: LK, 161160, se manifiesta en un sentido similar al de ZIPF; ZIPF:
(nota 44), pp. 239 Y s.; ZIEuNSKI (nota 45), pp. 160 y s.
ZStw, 82,' pp. 633 Y s., considera que «el marco de la libertad de acción se tras­
En lengua española, BACIGALUPO (nota 9), pp. 188 Y ss., 24(í; GIMBERNAT ORDEIG
grede si se quiere una lesión de un bien jurídico». Estas posiciones han recibido
(nota 44), pp. 215 Y s.; MARTÍNEZ ESCAMILLA (nota 9), pp. 15,3 Y ss.; la misma
las críticas de FRISCH (Verhalten, not!! 14), pp. 122 y S.; HERZBERG (nota 9),
(nota 129), p. 93; Mm PUlG (nota 11), 10149 Y SS.; REYES: Imputación objetiva, Santa
p. 246; JAKOBS (nota 23), 71nota 69, señalando que la intención no puede crear el Fé de Bogotá, 1994, pp; 96 Y ss. En contral PORTILLA CONTRERAS: e.p.e., 91, p. 736.
tipo objetivo. (132) Sólo es preciso consultar la contribución siguiente de RUIÍOLPHl a este
La idea de que el riesgo permitido (o la adecuación social) limita también el libro-homenaje sobre ciertos aspectos del bien jurídico.
ámbito del tipo doloso es una idea que va adquiriendo fuerza en la doctrina ale. GIMBERNAT ORDEIG: Delitos cualificados por el resultado y causalidad, Ma­
mana: FRISCH (Vorsatz, nota 14), pp. 82 Y ss., 139, 377, nota 69, 140, nota 72, con pp. 145, 147; el mismo: RDe, 65, pp. 680 Y s. De acuerdo en que el cri­
más referencias, 158 y s., 160 Y S.; el mismo (nota 129), pp. 71 y S.; GEPPERT: terio del «fin de protección de la norma» es de aplicación también en los delitos
dolosos, CORCOY BlDASOLO (nota 9), p. 61; Mm PurG (nota 11), 10159 Y ss., con más
Jura, 87, p. 670; HERZBERG: JuS, 86, p. 260; el mismo: JR, .86, p. 7; el mismo: JZ, 87,
p. 538; el mismo: NJW, 87, p. 1462; el mismo: Ju$, 87, p. 778; el mismo: JuS, 96, referencias.
p. 381; el mismo: GA, 96, pp. 14 Y s.; JAKOBS, en el Capítulo 7. 0 de su manual (134) ROXIN (nota 13), pp. 231 Y s.
(nota 23), antes de los Capítulos 8.0 (dolo) y 9.0 (imprudencia); KRAuss: ZStW, 76, (135) (Nota 129), p. 144.
Como ya he señalado anteriormente, en estos supuestos más que atípico el
p. 48; KüHL (nota 23), 5116; MAIWALD: Zur Leistungsftihigkeit des Begriffs «erlaubtes
riesgo está justificado (estado' de necesidad y ejercicio legitimo de un oficio). Sin
Risi/<.o" für die Strafrechtssystematik, Jescheck-FS, Berlín, 1985, pp. 422 Y s.; PREuss embargo, no creo que ello afecte de forma esencial a la idea que se pretende defen­
(nota 9), pp. 194 Y ss.; PRnTWITZ: JA, 88, p. 436; ROXIN (nota 26),11/60; SCHMIDHAu­
der en el texto.
330
331
ción (136). No se trata sólo de supuestos en los que no se crea un medio de una tormenta para que sea fulminada por un rayo (141) o
riesgo (137). Existen supuestos en los que se crea un riesgo que se el de mantener contactos sexuales con una mujer tuberculosa para
realiza en un resultado, y aun así no se realiza un tipo de forma que se quede embarazada y fallezca en el parto (142), se podría
dolosa. Tampoco se trataba de supuestos relacionados con la erró­ motivar a los autores mediante intimidación para no realizar esas
nea representación del autor doloso (supuestos problemáticos de conductas o se podría exigir otra dirección de la finalidad del autor.
error in persona, dolus generalis, error in objecto, desviación de cur­ Si se trata de comportamiento atípicos, como nos inclica la intui­
sos causales, etc_). En el delito doloso el criterio del «fin de protec­ ción, es por razones valorativas relacionadas con el alcance obje­
ción de la norma» o del «alcance del tipo» no tiene su influencia tivo del tipo. Por tanto, las posibilidades de motivación o la finali­
sólo para imputar resultados típicos, sino sobre todo para imputar dad no delimitan en un primer plano el ámbito de protección de la
riesgos típicos. En el delito doloso el método teleológico-valorativo
norma penal. En sentido contrario, el finalismo y algunos defenso­
propio de la «teoría de la imputación objetiva» se ha desarrollado
res de un injusto personal quieren solucionar estos supuestos
en el topos de la no elevación del riesgo permitido o de la falta de
un riesgo juridicamente desaprobado (138). Mediante este topos se mediante la argumentación de que el resultado queda fuera del do­
ha ido restringiendo gradualmente el alcance del tipo objetivo de
los delitos de resultado lesivo. los límites de la tipicidad: BAUMANNIWEBERlMrrscH: Strafrecht. Allgemeiner Teil,
10.· ed., Bielefeld, 1995, 14/43,70; CEREZO MlR (nota 9), pp. 101, 137 Y s.; CORCOY
ROXIN ha expuesto de forma convincente -frente a la "doctrina
BIDASOLO (nota 23), pp. 302, 443; CURADO: Comportamiento Ucito alternativo e con­
final de la acción»- la idea de que la delimitación de lo típico no curso de riscos, Lisboa, 1989, p. 65; DERKSEN: Handeln auf eigene Ge{ahr, Berlín,
tiene que ver directamente sólo con la finalidad o intención del 1992, p. 24; FREUND (nota 14), p. 174; el mismo: GA, 95, p. 6, con más referencias;
autor (139). La conclusión de esta idea es que las tradicionales crí­ FRlSCH (Vorsatz.. nota 14), p. 141; el mismo (nota 129), p. 37; GIMBERNAT ORDEIG:
ADP, 62, p. 562; HONIG: Kausalitat und objektive Zurechnung, Fránk-FG, Tubinga,
ticas que recibió el finalismo en el ámbito del delito imprudente pa­ 1930, pp. 176 Y s., 186; JESCHECK!WEIGEND, (nota 26), 28 IV 1; JESCHECK: LK, an­
saron a extenderse al delito doloso. En los conocidos ejemplos del tes de 13/61; KÜHL (nota 23), 4/48; LARRAuRI PUOAN: ADP, 88, p. 745; LENCKNER
familiar rico que es convencido por su heredero para que realice (nota 52); antes de 13/93; MArwALD: Zur strafrechtssysterno.ti:;chen Funktion des Be­
abundantes viajes en tren o en avión con la finalidad de que muera griffs der objektiven Zurechnung, Miyazawa-FS, Baden-Baden, 1995, p. 479; MIR
en un accidente (140), de la persona que es enviada a otro lugar en PUIG (nota 11), 19/44; Orro: NJW, 80, p. 419; PREUSS (nota 9), p. 194; PRITrwITz
(nota 118), p. 274; PUPPE: NK., antes de 13/143; REYES (nota 131), pp. 93 Y ss.; ROE­
DER (nota 131), p. 35, nota 22; ROMERO: c.P.c., 83, p. 164; la misma: Algunas cues­
(136) Las propuestas con base en la «teoría de la adecuación», se puede en­ tiones de Derecho penal, Buenos Aires, 1986, pp. 67 Y s.; ROXIN (nota 129), p. 137; el
contrar en OrTO: NJW, 80, p. 418, nota 19. mismo: Bemerkungen z¡¡r sozialen Adilquanz im Strafrecht, KIug-FS, Colonia, 1983,
(137) Como los supuestos de .disminución del riesgo» (p. 136), en los que se pp. 310 Y s.; el mismo: c.P.C., 89, p. 750; RUDOLPffi: SK, antes de 1/62; TOEPEL:
modifica uno ya existente disminuyendo en parte sus efectos lesivos. Kausalitat und Pflichtwidrigkeitszusammenhang beim fahrliissigen Erfolgsdelikt, Ber­
(138) En tiempos recientes esta idea ha sido desarrollada por ROXIN en su res­ lín, 1992, p. 204; TRlFFrERER (nota 9), p. 145: WOLTER (nota 9), p. 306; ZIELINSKl
puesta a un artículo de ARM. KAUFMANN -publicado en Jescheck-FS, Berlín, 1985, (nota 45), p. 161. Más referencias bibliográficas en FRlSCH (Verhalten, nota 14),
pp. 251 Y ss., en el que éste se negaba a traspasar los principios inspiradores de la p. 15, nota 31.
«imputación objetiva» al delito doloso-, en el libro en memoria de KAUFMANN bajo (141) TRAEGER: Der Kausalbegriff im Straf- und Zivilrecht, Marburgo, 1904,
el titulo Finalidad e imputación objetiva. Como se puede apreciar en esta discusión p. 172. Se trata también de un ejemplo clásico: BAUMANNIWEBERlMrrscH (nota 140),
entre ambos autores, el tema no es baladí y ha conseguido que las viejas discusio­ 14/43, 70; CASTALDO: RlDPP, 87, p. 894; CURADO (nota 140), p. 65; DERKSEN (nota
nessobre el concepto de acción hayan pasado a ser discusiones sobre el funda­ 140), p. 24; EBERT: Jura, 79, p. 569; ENGISCH (nota 3), p. 150; el mismo: Die Kausa­
mento del tipo (del injusto). La doctrina mayoritaria se ha dejado convencer por litat als Merkmal der strafrechtlichen Tatbestiinde, Tubinga, 1931, pp. 49 Y ss.;
ROXIN y no por KAUFMANN, debido a las importantes consecuencias prácticas y las FRlSCH (Verhalten, nota 14), p. 15, nota 31; el mismo (nota 129), p. 37; GIMBERNAT
ventajas político-criminales de la «teoría de la imputación objetiva» en el dolo: BA­ ORDEIG: ADP, 62, pp. 561 Y s.; el mismo (nota 133), p. 43; el mismo (nota 44),
CIGALUPO (nota 9), pp. 188 ss., 246; GÓMEZ BBN1TEZ (nota 30), pp. 188 Y s.; JES­ p. 214; HILGENDORF: Jura, 95, ,p. 521; JESCHECKlWEIGEND (nota 26), 28 IV 1; JES­
CHECK!WEIGEND (nota 26), IV 3; el mismo: LK, antes de 13/61; KOHL (nota 23), CHECK: LK, antes de 13/61; KOHL (nota 23), 4/47; MARTíNEZ ESCAMILLA (nota 9),
4/38; LENCKNER (nota 52), antes de 13/93; MAIWÁLD (nota 131), pp. 422 Y s.; p. 109; MÜNZBERG (nota 9), p. 257; MURMANN (nota 100), p. 244; Orro: Kausaldiag­
PRI'ITWTIz: JA, 88, p. 436; PUPPE: NK, antes de 13/143, con más referencias; Ru­ nose und Erfolgszurechnung im Strafrecht, Maurach-FS, Karlsruhe, 1972, p. 99; el
DOLPffi: SK, antes de 1/62; WOLTER (nota 9), p. 306, que considera que en ciertos ca­ mismo: NJW, 80, p. 419; PUPPE: NK, antes de 13/143; la misma: Jura, 97, p. 513;
sos falta el plano objetivo de la acción. ROEDER (nota 131), p. 35, nota 22; ROMERO: C.P.C., 83, p. 164; la misma (nota 140),
Muestra su acuerdo con KAUFMANN en relación a la sobrevaloración de la impu­ p. 67; ROXIN (nota 129), p. 136; el mismo (nota 131), p. 240; el mismo: c.P.c., 89,
tación objetiva en el ámbito del delito doloso KÚHLER (nota 0, p. 144, nota 26, p. 750; el mismo (nota 26), 11139; TOEPEL (nota 140), p. 204; ToRto LÓPEZ: Estudios
desde una perspectiva metodológica distinta (liberalismo sobjetivista-racional). penales y criminológicos X (1985-86), pp. 387 Y s., 390; WELZEL (nota 30), p. 66; ZIE­
(139) (Nota 129), pp. 148 Y ss. LINSKl (nota 45), pp. 124, nota 152, 161.
(40) Se trata de un ejemplo clásico sobre el que ha girado la discusión sobre (142) ROEDER (nota 131), p. 35, nota 22; WELZEL (nota 30), p. 56.

332 333
minio final del hecho (143) o que no hay dolo como voluntad tradicional ejemplo de la tormenta es que en uno se utiliza la vio­
de realización porque semejantes sucesos sólo se pueden «de­ lencia y en otro el convencimiento para una autopuesta en peligro
sear» (144) y no se puede confundir el dolo con el simple deseo. (que es un contacto socialmente adecuado o atípico). La afirma­
Pero el dominio sobre un hecho puede consistir no sólo en domi­ ción de los finalistas de que en estos supuestos no se da un dolo tí­
nar el curso lesivo natural y conducirlo hacia donde uno quiere, pico, supone más una creencia que una explicación racional. No se
sino también en conducir a una persona hacia ese curso lesivo na­ trata más que de una fundamentación aparente. No se niega que
tural. Piénsese en el siguiente ejemplo: alguien es secuestrado y lle­ exista «dolo natural», sino que se afirma que el dolo no va referido
vado a la fuerza a un lugar donde es conocido que se va a producir a un tipo penal. El autor conoce una relación de causalidad con el
un terremoto o una erupción volcánica. Evidentemente, el autor de resultado y éste se produce como él quiere (no hay desviaciones).
ese hecho no puede dominar el terremoto o la erupción volcánica, La solución se encuentra en otro lugar que no tiene nada que ver ni
pero el autor domina el riesgo ya que ha colocado a la víctima en con la causalidad ni con el dolo: la forma de favorecer esa muerte
esa situación 'de peligro. Lo único que diferencia este ejemplo del no se encuentra desvalorada por ningún tipo de homicidio o lesio­
nes. El problema es puramente valorativo (alcance del tipo), no de
(143) HIRsCH: ZStw, 74, pp. 97 Y S., 101; KÜPPER: Grenzen der normativierenden dolo (145). Se trata de un problema previo a la teoría del dolo o de
Strafrechtsdogmatik, Berlín, 1990, pp. 92 Y S.; REHBERG (nota 131), pp. 95 Y s. Do­ la imprudencia (146). En realidad, nos encontramos ante una limi­
NATSCH (nota 9), p. 108, nota 18, se refiere a una imposibilidad subjetiva. Por el
contrario, JESCHEcKJWEIGEND (nota 26), 28 IV 1, Y OEHLER: Das objektive Zweckmo­
tación objetiva de la imputación camuflada. Y esta limitación obje­
ment der rechtswidrigen Handlung, Berlín, 1959, p. 73, como partidarios de la tiva tiene la misma validez con relación al dolo que con relación a
«doctrina social de la acción», lo íntentan solucionar con la referencia a una impo­ la imprudencia del autor. Cuando en muchas ocasiones se afirma
sibilidad objetiva de dominar el suceso, de acuerdo con el criterio general de la que el autor no infringió su deber de cuidado, en realidad se está
«susceptibilidad objetiva de ser tomado como finalidad» como criterio objetivo de afirmando que el riesgo que ha creado es objetivamente permitido
imputación en el ámbito de la tipicidad en el que en cierta manera se encuentra el
origen de la «teoría de la imputación objetiva» y de la idea del «principio del o que falta algún elemento característico de los delitos de resul­
riesgo». De acuerdo, en tiempos recientes, EBERT: Jura, 79, p. 569. Cfr. GIMBERNAT tado. La argumentación de ROXIN no sólo convierte a la «doctrina
ORDEIG: ADP, 62, p. 562; el mismo: ADP, 63, p. 197. final de la acción» en una explicación sistemática del Derecho pe­
En contra, CURADO (nota 140), p. 67; ROXIN (nota 13), p. 237. nal que fue útil en el pasado, sino que supera definitivamente a la
(144) CEREZO Mm (nota 9), pp. 101, 137 Y s., para el que el simple deseo «no es «teoría de la causación adecuada». Este autor evidencia con su ar­
. suficiente para integrar el elemento volitivo del dolo» y, además, para este autor sólo
concurre el dolo «cuando el sujeto quiere el resultado delictivo como consecuencia
de su propia acción y se atribuye alguna influencia en su producciÓn»; HIRSCH: LK, (145) En el mismo sentido del texto, CASTALDO: RIDPP, 87, p. 894; FREUND
antes de 32/32, variando su posición de ZStlV; 74; el mismo: Die Entwicldung der (nota 14), pp. 174 y s.; el mismo: GA, 95, p. 6; FlUseH (Vorsatz, nota 14), pp. 13,
Strafrechtsdogmatik nach WelZe4 Univ. Koln-FS, Colonia Y otras, 1988, p. 405; ARM. 141 Y s., 211; el mismo (Verhalten, nota 14), p. 15, nota 31; HERZBERG: JZ, 87,
KAUFMANN: «Objektive Zurechnung» beim Vorsatzdelikt?, Jescheck-FS, Berlín, 1985, pp. 538 Y s.; KOHLER (nota 1), pp. 148 Y ss.; LARRAUlU PrrOAN: ADP, 88, p. 745: .Ia
pp. 266 Y s., con más referencias; WELZEL (nota 30), p ..66. Esta solución no es nueva falta o la presencia de dolo es secundaria», con abundantes referencias de biblio­
ni propia de la «doctrina final de la acción». Vid. la relación bibliográfica grafía española en el mismo sentido; Mm PurG (nota 11),10/33, nota 19, se adhiere
que presenta GIMBERNAT ÜRDEIG: ADP, 62, p. 562, consideraciones de RODlÚ- expresamente a la posición de ROXIN, mientras que en 10/44 soluciona esta proble­
GUEZ DEVESAlSERRANO (nota 29), p. 463. Tampoco está «pasada de moda»: LUZÓN mática aludiendo a la «adecuación social. del comportamiento, con lo que se
PEI\lA (P. G., nota 13), pp. 411 y s. Esta soluci.ón al problema fue ofertada por WEL­ puede apreciar que la solución al problema se encuentra en el tipo objetivo, se de­
ZEL a partir de la 8. a ed. de su manual (1963). Hasta entonces solucionaba este tipo nomine como se denomine; Prumss (nota 9), PI;' 207 y ss.; REYES (nota 131), pp. 94
de problemas medlante el criterio valorativo de la «adecuación social» no muy le­ Y S.; ROXIN (nota 129), pp. 136 Y s., 148 Y SS.; el mismo (nota 131), pp. 240 Y s.; el
jano en su finalidad de la solución de RoXIN (vid., por ejemplo, la 2. a ed. del manual mismo: e.p.e., 89, pp. 752 Y ss., respondlendo a las objeciones de ARM. KAUFMANN
de WELZEL, p. 37) como el propio RoXIN reconoce. No se puede olvidar para poder en (nota 144), pp. 266 Y s.; RUDOLPHl: SK, antes de 1/62; TRIFFrERER: Die «objektive
explicar este cambio el dato de que el articulo de HIRSCH en ZStw, 74, contra la Vorsaussehbarkeit» (des Erfolges und des Kausalverlaufs)-unverzichtbares Element
«teoría de la adecuación social» se había publicado un año antes. im Begriff der Fahrlassigkeit oder allgemeines Verbrechenselement aller Erfolgsde­
En contra, en la línea del texto, vid. por todos, CASTALDO: RIDPP, 87, p. 894; Cu­ likte?, Bockelmann-FS, Munich, 1979, pp. 213 Y s.; ZIELINSKI: Al(, 15,16/29. GIMBER­
RADO (nota 140), p. 66; Mm PUIG (nota 11),10/33, nota 19, se muestra de acuerdo NAT ORDEIG (nota 44), p. 215, nota 17, incluso afinna sin ambages que la posición
con las críticas de ROXIN, setialando que «el dolo no puede, pues, sustituir la nece­ del finalismo es «una doctrin¡l que hoy deberla considerarse superada».
saria restricción previa del tipo objetivo que postula la moderna teoría de la impu­ (146) FRIsCH (Vorsatz, nota 14), pp. 141 y s., 211; el mismo (Verhalten, nota 14),
tación objetiva»; MARTlNEZ ESCAMILLA (nota 9), pp. 156 Y S.; PREUSS (nota 9), pp. 28 Y s., GIMBERNAT ORDEIG: ADP, 62, pp. 561 y ss.; el mismo (nota 44), p. 215;
pp. 207 Y ss.; RoXIN: c.P.c., 89, p. 750: «Esta es una argumentación problemática, HERZBERG: JZ, 87, pp. 538 Y s.; KOHLER (nota 1), pp. 148 Y ss.; PAREDES CASTAI\lÓN:
ya que el sujeto quiso, en cuanto puso la causalidad natural a su servicio, alcanzar El riesgo permitido en Derecho penal, Madrid, 1995, p. 47; ROMERO: e.p.e., 83,
exactamente aquello que realmente acaeció»; el mismo (nota 13), pp. 236 Y s.; ZIE­ p. 165; la misma (nota 140), p. 68; RoXIN (nota 129), p. 137; el mismo (nota 131),
LlNSKI: Al(, 15,16/29. pp. 240 Y s.

334 335
gumentación que los problemas del tipo no tienen nada que ver picas (152). El legislador ha entendido que en nuestro Estado de
con la falta de causalidad o con la «interrupción del nexo causal», Derecho no hay motivos de entidad suficiente en estos supuestos
ya que en casos como éstos la relación causal es evidente (147). para limitar la libertad general de actuación (153). Incluso, si se
Tampoco tienen que ver con la insignificancia o inexistencia de un quiere, en alguno de estos supuestos como el de la inducción a rea­
riesgo (148), aunque, evidentemente, siempre que el riesgo no es lizar viajes se puede hablar sin más de un riesgo tolerado por la so­
mensurable (facilitarle un cigarrillo a un menor de 16 años), no se ciedad y por el ordenamiento jurídico.
puede considerar realizado el tipo correspondiente. El problema 3. La razón por la que en el delito doloso se centró el pro­
del riesgo permitido no tiene nada que ver con la medida ontoló­ blema del tipo más en la creación de riesgos que en la imputación
gica del riesgo, sino con su relevancia para la norma penal. No se de resultados es obvia: en el tipo doloso, aunque no se impute el
trata de que falte una situación de peligro, sino que en los ejemplos resultado, se puede punir la conducta como tentativa. Por ello, en
citados las creaciones o favorecimientos de riesgos no se ven des­ el delito doloso se precisaba un desarrollo de los límites normati­
aprobados por razones específicamente derivadas del ordena­ vos de las creaciones de (154). Era preciso solucionar la
miento jurídico (149). Este aspecto está claro si pensamos en su­ cuestión en el ámbito del riesgo como objeto de referencia del tipo
puestos donde la persona enviada en mitad de la tormenta es un subjetivo. De esta manera, si alguien sabe que está creando un
niño o un inimputable (150) o donde la mujer tuberculosa es em­ riesgo que no se encuentra desaprobado no hay ni siquiera tenta­
barazada de forma violenta al no acceder ésta a tener un contacto tiva, ya que estará intentando realizar algo que se encuentra fuera
sexUal debido a los riesgos que conlleva para su vida (151). Estas del ámbito de protección del tipo penal (un delito putativo). Cier­
dos variantes nos demuestran que la selección de conductas típicas tos correctivos de índole objetiva tienen como consecuencia no
no tiene que ver de forma primaria con lo que el autor quiera o co­ sólo entender el tipo como no consumado, sino que ni siquiera se
nozca, sino con que ciertas inducciones o favorecimientos de auto­ pueda entender que exista tentativa. El camino iniciado por ROXIN
puestas en peligro son consideradas por el Código Penal como atí­ ha traspasado su punto de retorno con las esenciales contribucio­
nes de FRIScH(155), que ha desarrollado esta idea.centralde la
(147) FruSCH (nota 129), p. 37. aportación de ROXIN al libro-homenaje a HONIG.
(148) Utilizan este argumento o criterio: GÓMl\Z BENírEz (nota 30), p. 188: «en­ 4. Estos han sido los comienzos y, poco a poco, la «teoría de
viar a alguien al bosque durante una tormenta tampoco crea un riesgo objetiva­
mente mensurable de muerte»; HILGENDORF: Jura, 95, pp. 521 y s., acudiendo a la la imputación objetiva» va llegando a conclusiones cada vez más
«teona de la adecuación»; LARRAURI PuOAN: ADP, 88, p. 745, considera que «esta consensuadas para limitar no sólo la responsabilidad por impru­
ausencia de riesgo jundicamente relevante se dilucida en base a un juicio de ade­ dencia, sino también la responsabilidad por dolo. Nuestro T.S_ ha
cuación, esto es, si el resultado era objetivamente previsil;>le»; LENCKNER (nota 52), utilizado también los criterios de «imputación objeti:va» que gra­
. antes de 13193; ROMERO: C.P.C., 83, pp. 164 Y s.; la nUsma (nota 140), p. 67, ROXlN:
c.P. C., 89, pp. 750 Y s.; TOEPEL (nota 140), pp. 204 Y s.; WOLTER (nota 52), p. 79;
dualmente ha ido asumiendo (creación de un riesgo no permitido y
ZIELINSKI (nota 45), p. 124, Ilota 152. En el mismo sentido del texto, KOHLER
(nota 1), p. 149. (152) BAUMANNlWEBERlMrrSCH, (nota 140), 14nl, consideran que se trata de
(149) En el nUsmo sentido del texto, ERB: JuS, 94, p. 453; Fru5CH (Verhalten, un supuesto justificado porque existe un «consentimiento en el riesgo»; DERKSEN
nota 14), p. 211; el mismo (nota 129), p. 41; GIMBERNAT OanElG (nota 44), pp. 214 (nota 140), p. 25, con más referencias deJas diversas soluciones que ha ofertado la
Y s.; con nota 13; LENCKNER (nota 52), antes de 13/93; MAIwALD (nota 140), pp. 422 doctrina;KOHLER (nota 9), p. 149, considera que el tipo queda excluido porque la
Y s.; Orro: NJW, 80, p. 422; ROXIN (nota 129), pp. 136 Y s., 148 y SS.; el mismo persona lesionada asume el riesgo; PREuss (nota 9), pp. 216 Y s.; ROXlN (nota 140),
(nota 131), pp. 245 Y ss.; RUDOLPHI: SK, antes de 1162. p. 311, nota 44; RUDOLPHI: SK, antes de 1162, en relación a las tesis de aTTO
(150) Variante propuesta .por Orro (nota 141), p. 100; el mismo: NJW, 80, (nota 141), pp. 99 Y s., Y NJW, 80, p. 422; SCHÜNEMANN (nota, 13), p. 294; WOLTER
pp. 419, 422. De esta manera arra se cuestionaba el fondo de la cuestión: ¿Por­ (nota 9), p. 306. Orro había defendido en el ejemplo del rayo que ese resultado no
qué la misma probabilidad de lesión tiene unas veces relevancia para el tipo y era dominable porque dependía de la libre voluntad de la persona que se colocaba
otras no? . en el lugar donde podía ser alcanzada por el rayo. Por tanto, esa conducta sólo podía
. (151) Este ejemplo nos demuestra que tampoco son asumibles las considera­ ser entendida coma inducción o participación en una autopuesta en peligro atípica.
ciones de ToRta LÓPEZ: ADP, 86, pp. 35 Y s., que, desde una perspectiva objetiva, En contra, TOEPEL (nota 140), pp. 204 Y s.
considera que estas acciones «no poseen las propiedades precisas para perniitir (153) WOLTER (nota 9), p. 306.
pronosticar un peligro racional, ponderable,' calculable por el hombre» y que el (154) FruSCH (Vorsatz, nota 14), pp. 142, nota 82, 210 y s.; HRUSCHKA (nota 26),
autor «no emplea medios que racionalmente pueden conducir al resultado, sino p. 60, nota 52.
que más bien acude al azar para lograr la causación». Obviando que la diferencia (155) (Vorsatz, nota 14), pp. 138 Y ss. Ypassim. Estas pp. 138 Y ss. han sido de­
entre el azar y lo planificable es una decisión normativa, hablarla en este su­ sarrolladas en la monumental monografía Tatbestandsmiípíges Verhalten und Zu­
puesto de embarazo no consentido de un «intento de lograr el resultado rechnung des Erfolgs (nota 14), que en 640 páginas logra mostrar lo fructífera que
típico»? resulta esta idea para la teoría del tipo.

336 337
fin de protección de la norma principalmente) no sólo en el ámbito
del delito imprudente, sino también en el del delito doloso (156). noce el riesgo típico (conjunto de condiciones que son idóneas
Baste aquí una pequeña indicación al respecto sobre un tema que para producir un resultado) y, por tanto, prevé el resultado. Por
precisa una mayor profundización imposible en un trabajo de es­
tas características. p. 60; el mismo: JuS, 80, pp. 245, 250; RuooLPHl: SK, 15/38; SANCINETIl (nota 52),
pp. 199 Y ss.; el mismo (nota 26), p. 66; SCHMIDHAuSER: GA, 57, pp. 312 Y ss.;
5. Por otro lado, hay que señalar que el mero conocer que se GA, 58, p. 179; el mismo (nota 71), 10/87; el mismo: JuS, 80, pp. 244 Y s., 250, 252,
está realizando algo prohibido por su peligrosidad estadística no aunque este autor hable siempre de la distinción entre posibilidad abstracta (im­
es suficiente para el dolo, ya que éste no es el hecho desvalorado prudencia) y posibilidad concreta (dolo); SCHRÓDER (nota 44), p. 231; SCHROTH:
JuS, 92, p. 8. . .
en los tipos penales de resultado. Estos no son delitos de peligro
abstracto con un resultado como condición de punibilidad. El co­ En este sentido habría que entender la teoría de HERZBERG (supra, nota 117),
que distingue entre un peligro cubierto o protegido y un peligro abierto o desprote­
nocimiento abstracto de las consecuencias que a veces conllevan gido y PUPPE (supra, nota 117) que realiza una distinción cualitativa entre peligro
determinadas actuaciones no es un conocimiento del hecho típico. propio del dolo y peligro propio de la imprudencia. Mientras la posición de los
Para que exista dolo no basta con que un conductor sepa que ha autores anteriores se pueden definir como «teorías subjetivas del peligro o del
bebido de más y se encuentra bajo la influencia de bebidas alcohó­ riesgo», las de HERZBERG y PUPPE se pueden definir, en sentido contrario, como
«teorías objetivas del peligro o del riesgo» .(cfr. Orro -nota 30-, 7143). KÜHL
licas, pudiendo provocar un accidente por esas razones. Es decir, (nota 23), 5/61 Y ss., realiza una exposición que resume las distintas propuestas de
en muchas ocasiones el mero hecho de saber que se está reali­ la doctrina alemana para distinguir entre el peligro relevante para el dolo y para la
zando una actividad o desempeñando una profesión fuera de los imprudencia.
límites tolerados o permitidos por el ordenamiento jurídico no es SS.T.s. de 3 de octubre de 1987 (Pte.: Montero); 24 de octubre de 1989 (Pte.:
García Ancos); 23 de abril de 1992 (Pte.: Bacigalupo); 20 de enero de 1997 (Pte.:
suficiente para considerar que existe un delito doloso. También en Martínez-Pereda) con abundantes referencias; 5 de febrero de 1997 (Pte.: Martfnez­
la imprudencia consciente el autor sabe que está haciendo algo no Pereda), también con abundantes referencias; 30 de abril de 1997 (Pte.: De Vega
permitido y que entraña cierta peligrosidad. Lo que normalmente Ruiz). Sobre esta cuestión en nuestra jurisprudencia, BACUGALUPO (nota 9), pp. 225
Y ss.
se denomina imprudencia consciente es el conocimiento del peli­
En sentido contrario, RODRÍGUEZ MONTAÑÉS (Delitos de peligro, nota 16), pp. 108
gro abstracto no permitido que encierra una determinada actua­ Y ss.: «A mi entender, la imprudencia consciente requiere algo más que la represen­
ción (no respetar un stop o un ceda el paso, realizar un adelanta­ tación de peligros lejanos o abstractos, que pueden resultar datos irrelevantes en la
miento en una curva sin visibilidad o en un cambio de rasante, decisión del sujeto. Requiere la representación de un peligro concreto, de una
etc.). Sólo existe dolo si el autor llega a darse cuenta de que su, ac­ cierta intensidad y proximidad idéntica a la del dolo de peligro, y que el sujeto 10
tome en serio, incorpore ese dato en el proceso de decisión por la actuación peli­
, tividad pone en peligro concreto (157) a otra persona o sus bienes grosa». No creo, como afirma RODRÍGUEZ MONTAÑÉS (p. 111), que «el sujeto que in­
y, a pesar de ello, decide seguir adelante (158). Esa persona ya 00­ corpora a una bebida o alimento una sustancia nociva para la salud, provocando
con ello varias mUeries por la ingestión del producto adulterado» actúe sólo «con
imprudencia consciente respecto de las muertes si conocía que estaba atiadiendo
(156) Vid. por todas, SS.T.S. de 21 de diciembre de 1993 (Pte.: Díaz Palos),
una mezcla cuyo uso podía resultar nocivo para la salud hasta el punto de provo­
6 de junio de 1994 (Pte.: Conde-Pumpido) y 30 de enero y 5 de febrero de 1997
car la muerte». Tampoco lo ha considerado así el T.S. en la sentencia del «caso de
(Pte.: Martínez-Pereda). '
la colza». A ello hay que añadir que en los casos en los que el autor considera que
(157) Sobre la diferencia entre peligro abstracto y concreto en la literatura ju­
rídico-penal, FRIscH (Vorsatz, nota 14), pp. 119 Y ss., l30 y S., nota 44, con más re­ aún tiene medios a su alcance para evitar la lesión, el autor ni tiene conocimiento
del ríesgo tipico ni se representa un peligro concreto, ya que las medidas de control
fe,rencias; RODRÍGUEZ MONTAÑÉS (Delitos de peligro, nota 16), pp. 238 Y ss. . y planificación son parte de la situación de peligro. El autor se representa una con­
(158) BACrGALUPO (nota 9), pp. 225 Y SS., 248; BRAMMSEN: JZ, 89, p. 80, remi­ ducta que en general es peligrosa (peligro abstracto), pero que en ese caso concreto
tiéndose a la «teoría del peligro» de su maestro OTro; CORCOY BmASoLo (nota 23), no 10 es para el autor porque considera que la tiene controlada. Por tanto, existiría
pp. 246 Y s.; CUELLO CONTRERAS (nota 25), pp. 531 Y ss., distingue entre un peligro un dolo de peligro, pero un dolo de peligro abstracto, no de peligro concreto. Por
suficiente o un peligro más inminente y «un peligro remoto, conforme a la expe­ esta razón este. dolo de peligro (abstracto) no se puede identificar con un dolo de
riencia general»; DlAZ PITA (nota 20), pp. 308, 312 Y S.; FRISCH (Vorsatz, nota 14), lesión. Lo mismo cabe decir de todas aquellas posturas que identifican todo dolo
pp. 119 Y sS., 208 Y ss.; JAKOBS, suplemento a ZStW, 74, p. 26; el mismo (nota 23), de peligro con la imprudencia consciente de lesión (recogidas por RODRÍGUEZ MON­
8/32; JBSCHECKlWEIGEND (nota 26), 29 ID 3; JOERDEN: Strukturen des strafrechtlichen TAÑÉS (Delitos de peligro, nota 16), pp. 112 y ss.). RODRÍGUEZ MONTARÉS considera
Verantwortlichkeitsbegriffs: Relationen und ihre Verkettungen, Berlín, 1988, pp. 150 que la estructura del puro dolo de peligro y de la imprudencia consciente es idén­
Y SS.; KlNDHAUSER: GA, 94, p. 221; LAscURAIN SÁNCHEZ: La protección penal de la se­ tica (p. 137): «Momento de representación del peligro concreto y momento de con­
guriMd e higiene en el trabajo, Madrid, 1994, pp. 101 Y ss.; LÓPEz BARJA DE QUIROGA: fianza fundada en la no prodUCción del resultado lesivo». Pero el que cree que ha
El delito imprudente, estudios sobre el nuevo C6digo Penal de 1995, Valencia, 1997, adoptado medidas convenientes para salvar una situación de peligro sólo conoce
p. 97; MArHOFER: ZStW, 70, pp. 191 Y s.; Mm PuIG (nota 33), p. 430, nota 31; el un peligro estadístico, no un peligro concreto. Por ejemplo, el que incendiando una
mismo. (nota 22), pp. 26 Y ss., 31; OTro: NJW, 79, p. 2415; el mismo (nota 30),7/35 casa cree que ha adoptado las medidas pertinentes para cerciorarse de que nin­
Y SS.; el mismo: Jura, 96, p. 473; PHlLIPPS: ZStW, 85, pp. 42 Y S.; ROXIN: JuS, 64, guna personase verá lesionada cuando no es así, sólo tiene un dolo de peligro abs­

338 339
ejemplo, en los supuestos tradicionales de imprudencia en el ám­ del peligro estadístico y, a la vez, de la creencia de que no va a re­
bito del tráfico rodado el conductor desconoce que mientras rea­ alizarse, es lo que permite la existencia de la culpa consciente».
liza su maniobra no permitida se va a encontrar con otro coche. Esta línea doctrinal que pretende diferenciar el tipo o nivel de pe­
No es suficiente para constatar la existencia de un dolo de lesionar ligrosidad que se tiene que representar el autor para que exista
conocer la peligrosidad abstracta o estadística de lo que se va a dolo o imprudencia viene recibiendo la denominación de «teorías
hacer; sino que se tiene que relacionar en la situación concreta ese del riesgo» o «teorías del peligro». Lo que se pretende afirmar en
peligro con una persona o con los bienes protegidos por la norma este trabajo es que, una vez constatado el tipo objetivo (se cons­
penal. Por ejemplo, el que se da cuenta de que va a provocar un tata ex post que una persona ha creado el riesgo o no ha evitado
alud en una ladera en la que hay personas que pueden ser alcanza­ como garante el riesgo que se ha realizado en el resultado), lo de­
das, actÚa ya de forma dolosa. Existirá imprudencia si el autor cisivo no es si el autor se ha representado el resultado como pro­
sólo procesa mentalmente que va a provocar un alud. Por citar bable, posible o no improbable (el problema del «grado de tenden­
otro ejemplo, imaginémonos que alguien arroja una colilla al cia» presente en la discusión sobre el injusto desde los primeros
suelo en un paseo por el bosque. Si dicha persona no es cons­ planteamientos de la "teoría de la adecuación»), sino si ha cono­
ciente de que la maleza está tan seca que esa mínima fuente de cido la peligrosidad abstracta de su actuación lo que le obligaba a
calor puede hacer surgir un incendio, sólo tendrá en cuenta un pe­ ser más cuidadoso o la peligrosidad concreta de su actuación lo
ligro estadístico y por tanto el incendio será creado imprudente­ que le obligaba directamente a no realizar ese hecho (si no está
mente. Si se da cuenta de que ha arrojado una fuente de calor su­ justificado). La distinta naturaleza del peligro conocido por el
ficiente para iniciar un incendio en esa zona, tendremos que autor tiene relevancia para una modalidad u otra de norma y, por
hablar ya de' un incendio doloso. En este último caso abarca con tanto, de injusto (de delito). Desde esta perspectiva normativa se
su dolo todas las condiciones o factores que permiten explicar un puede defender una «teoría de la representación» que supere defi- .
incendio forestal. En definitiva, no basta para la constatación del nitivamente los tradicionales problemas de las «teorías de la pro­
dolo la representación por parte del autor de cualquier tipo de pe­ babilidad».
ligro no permitido, sino que la naturaleza de ese peligro como ob­
jeto de conocimiento determina la modalidad de imputación sub­
jetiva. En un sentido similar, MIR PUIG (159) considera que «el IV.2. EL ELEMENTO INTELECTUAL DEL DOLO
dolo exige conocimiento de la concreta capacidad de la conducta
para producir el resultado típico fuera del marco del riesgo permi­ 1. Un segundo problema, importante para delimitar un al­
tido. Esta peligrosidad conoreta y típicamente relevante es la base cance político-criminalmente aceptable del delito doloso, es el de
objetiva a que debe referirse la representación intelectual necesa­ las exigencias para considerar que alguien conoce. Es decir, no
ria para el dolo. Pero no se trata tanto de cuantificar un determi­ sólo establecer cuál es la materia de conocimiento del dolo, sino
nado grado de probabilidad que deba advertir el sujeto -como también cómo debe ser la representación del autor para que se
pretende la teoría de la probabilidad-, cuanto de preguntar si el considere que ya existe la forma de injusto más grave. Este no es
sujeto que advierte la posibilidad del delito cree que en su caso un problema particular de las «teorías de la representación», sirio
puede realizarse dicha posibilidad o, por el contrario, lo descarta. de toda teoría del dolo, ya que las «teorías volitivas» y, desde
No importa la sola conciencia de la probabilidad estadística, sino luego, las «teorías eclécticas de la decisión», no renuncian a la im­
el pronóstico concreto de lo que puede ocurrir en el caso particu­ portancia del elemento intelectual, sino que consideran que se le
lar. Es posible que el sujeto esté convencido de que, pese a la peli­ debe añadir un elemento volitivo. Por tanto, se trata de analizar
grosidad objetiva que advierte en la acción, en su caso no va a dar los límites del elemento intelectual del dolo como requisito mí­
lugar al delito ... Esta posibilidad de coexistencia de la conciencia nimo para las «teorías de la voluntad» y como requisito definitivo
para las «teorías de la representación».
tracto pero no de peligro concreto. O el que realiza prácticas de tiro creyendo que
2. En el tratamiento de este tema, como en tantos otros, la
ha adoptado las, medidas pertinentes para que nadie se vea alcanzado por sus dis­ doctrina española es tributaria de la doctrina alemana. Además, al
paros sólo tiene un dolo de peligro abstracto. Para fundamentar la imprudencia en tratarse de un tema no resuelto de forma específica ni por la legis­
estos supuestos hay que detenninar porqué las medidas adoptadas fueron insufi­ lación española ni por la legislación alemana, las pautas o crite­
cientes y porqué existía un deber de ser más cuidadoso con esas actividades peli­ rios de solución pueden ser comunes para ambos ordenamientos.
grosas.
(159) (Nota 11), 10/100. Por ello es interesante hacer alguna referencia a la doctrina en

340 341
lengua alemana, que ha trabajado sobre la teoría del límite del a reflexionar sobre la misma (161). Existen una serie de
dolo y del alcance del conocimiento de forma extensa, reduciendo conceptos y relaciones sobre las que podemos pensar sin
en gran medida la importancia práctica del problema, aunque no necesidad del lenguaje. Esos dos planos del pensamiento
dejándolo, ni mucho menos, totalmente resuelto. Como se verá, son una realidad que cualquiera puede experimentar en su
un estudio detallado del tema lleva a la conclusión de que las fron­ vida cotidiana. En nuestras conductas más habituales ho
teras entre dolo e imprudencia son más difusas que lo que puede utilizamos el lenguaje como medio de pensamiento. No
aparentar un mero acercamiento superficial a esta cuestión. Ello empezamos a decimos a nosotros mismos «ahora me fijo
es debido en gran medida a que cuando el dogmático intenta de­ en esa dirección» o «tengo que girar el volante 15 grados
terminar los límites del conocimiento se muestra inseguro, ya que hacia la izquierda». La utilización del lenguaje ralentiza el
se trata de un tema perteneciente a disciplinas como la psicología, pensamiento (todo el mundo tiene la experiencia de que la
la psiquiatrla, la filosofía del lenguaje o la medicina que no do­ reflexión o la no utilización de conceptos o relaciones ya
mina. Yo mismo reconozco que debido a mi ignorancia sobre es­ aprendidos implica una mayor lentitud del pensamiento).
tos temas, sólo puedo remitirme a los aspectos de la discusión que Cuando utilizamos la expresión ¡Déjame pensar!, en reali­
considero más relevantes desde una perspectiva estrictamente jurí­ dad nos estamos refiriendo a ¡Déjame reflexionar! En mu­
dico-penal. Se trata, además, de una discusión abierta ya que, chas ocasiones, cuando un futbolista recibe una tarjeta roja
como ya he señalado, el Código Penal no ofrece ningún tipo de in­ por revolverse agresivamente ante la entrada de un contra­
formación con respecto a esta cuestión. El artículo 14 sólo exige rio en un lance del juego y esgrime que no lo pensó, está
que el autor doloso se represente correctamente el hecho típico. alegando en realidad que no reflexionó sobre el alcance de
La doctrina alemana ha realizado una importantísima contri­ su acción. Las reacciones automáticas, muchas veces nece­
bución con respecto a los dos siguientes aspectos relacionados con sarias en la vida moderna (piénsese en el tráfico viario), no
el problema del conocimiento: serían realizables si todo el pensamiento se realizara por
medio del lenguaje. O cuando en una frutería nos dirigimos
a) Por un lado, se ha diferenciado entre pensamiento pOr me­ a coger la fruta más sabrosa no solemos reflexionar sobre
dio del lenguaje o formulado lingüísticamente (conceptual) las razones por las que esas piezas nos apetecen más que
que nadie duda que ha definirse como dolo,.y aquel otro otras. Vmculamos materialmente mediante la experiencia
pensamiento en el qúe no se utiliza el lenguaje (gráfico). El una serie de características de la fruta a la satisfacción de
primero es un conocimiento que abarca el significante o nuestras apetencias. Pensamos directamente sobre la cosa
palabra que describe algo y su significado y el segundo es sin utilizar el lenguaje como medio o instrumento (aunque
un conocimiento que sólo va referido al significado o ima­ lo hayamos utilizado en un principio para el aprendizaje
gen de algo pero con independencia de su significante o del concepto o de la relación no es preciso volver a formu­
de la palabra que lo describe. Esta última distinción tiene larlos lingüísticamente). Se trata de un pensamiento di­
el origen de su tratamiento jurídico-penal en la obra de recto sobre la materia (inexplicable mediante el lenguaje)
SCHMIDHAUSER (160) que la trasladó a nuestra disciplina que en multitud de ocasiones se caracteriza por suponer un
después de su tratamiento por parte de la psicología del pensamiento paralelo o accesorio apenas perceptible por el
lenguaje y de la filosofía del lenguaje. Esta distinción ha al­ sujeto (¿Quién soy?, ¿Dónde estoy?). ROXIN (162), remitién­
canzado una considerable aceptación por parte de la doc­ dose a ARTHUR KAUFMANN, considera que la formulación de
trina alemana. Uno de los pocos aspectos que está claro en SCHMIDHAUSER no es completamente correcta. Afirma que
cuánto a los límites del dolo es que tener conocimiento o no existe un pensamiento sin lenguaje en sentido estricto.
representación de la situación típica no tiene que equivaler Se trata de un pensamiento en un lenguaje abreviado con­
forme al que una señal evoca el conjunto del significado.
(160) t1ber Aktualitiit und Potentialitiit des Un1tJchtsbewuptseins, H. Mayer-FS, Esta discusión es irrelevante, en mi opinión, desde la pers­
Berlin, 1966, pp. 322 Y ss. (nota 71), lO/54 Y s. (nota 8),7/65 Y ss. pectiva de la teoría de la imputación jurídico-penal. La opi­
Con respecto a su aceptación en la doctrina: FRISCH (Vorsatz., nota 14), pp. 175
Y ss., en profundidad; JAKOBS (nota 23), 8/11 Y S.; KOHLER (nota 0, p. 166; ROXlN:
JuS, 80, pp. 244 Y S.; ScHROEDER: LK, 16/99; ZIELlNSK!: AK; 15,16/23. (161) Vid. por todos, OTro (nota 30),7/6 Y SS.; ROXlN (nota 26), 12/111; SCHILD
Un resumen de esta posición en SCH1LD: Vorsatz als «sachgedankliches Mitbe­ (nota 160), pp. 260 Y S., 263 Y s.
wuptsein», StreelWessels-FS, Heidelberg, 1993. pp. 249 Y s. (162) ROXIN (nota 26), 12/nota 216.

342 343
nión de ROXIN y ARTHUR KAUFMANN no conlleva unas conse­ pel importante en la problemática de la imputación del resultado
cuencias para la imputación a título de dolo distintas a las a título de dolo y la mal denominada «desviación de la causali­
de ScHMIDHAusER (163). dad» (167). Para la doctrina especializada es evidente que no es
b) Por otro lado, se ha tratado la problemática de los «cono­
suficiente para la imputación a título de dolo el conocimiento po­
cimientos acompañantes», de la «co-consciencia», de los tencial, disponible o latente (168). El problema es determinar
«conocimientos implícitos» (MitbewufJtsein) o de los «co­ dónde se encuentra la frontera entre ese pensamiento potencial,
nocimientos al margen» (BewufJtsein am Rande) como co­ disponible o latente y el conocimiento actualizado. Y los tradicio­
nocimientos inmanentes a la acción que no son tenidos en nales ejemplos relacionados con la denominada «desviación de la
cuenta de una forma expresa por el autor y que se encuen­ causalidad» son buenos ejemplos para darse cuenta de la enorme
tran al límite de la consciencia, pero con los que el autor complejidad del problema.
también cuenta para su relación con la realidad, aunque En los delitos de resultado salta a veces a la cabeza la siguiente
en un segundo plano. El mejor ejem.plo para darse cuenta idea (basta imaginarse ciertos supuestos de palizas brutales o gol­
del alcance del problema es observar cómo varias personas pes en la cabeza): «¡Pero cualquiera sedaría cuenta de dicha cir­
en una calle o en una habitación conocen o se dan cuenta cunstancia!». Sin embargo, desde un punto de vista normativo ese
de cosas distintas en función de su centro de atención y es el mismo reproche que se le realiza al autor imprudente: no co­
sus preferencias, aunque dispongan de una percepción del nocer y evitar lo que habría conocido y evitado si hubiera prestado
conjunto. la atención necesaria (169). Para determinar los límites del dolo un
sector de la doctrina en lengua alemana (170) ha acudido a la teo­
En los límites de este pensamiento acompañante es donde la
doctrina comienza a tener desavenencias y donde en estos mo­ (167) HERZBERG: ZStW, 73, pp. 886 Y ss.
mentos no existen conclusiones suficientemente claras. ¿Dónde (168) BACIGALUPO (nota 9), pp. 228 Y ss.; BAUMANN/WEBERlMrrscH (nota 140),
tiene sus límites ese conocimiento casi subliminal «que en reali­ 20/11; BOCKELMANN: Bemerkungen aber das Verhiiltnis des Strafrechts zur Moral
dad no se tiene en consideración de forma explícita pero que und zur Psychologie, Radbruch-GS, Gotinga, 1968, pp. 254 Y S.; BUSTOS RAMfanz
(nota 122), p. 281; CRAMER (nota 67), 15/48; DiAz PITA (nota 20), p. 28; GÓMEZ BENÍ­
acompaña a otro contenido del conocimiento que sí se tiene en TEZ (nota 30), p. 207; JAKOBS (nota 23), 8/tO; KúHL (nota 23), 5/&98; Muf;roz
consideración, y que de forma necesaria tiene que ser tenido tam­ CONDElDiAz PITA: ElB, p. 2582; Orro (nota 30), 7/5 Y 8; ROXIN (nota 26), 12/111;
bién en cuenta de forma implícita»? (164). De todas maneras, este SCHLEHOFER (nota 23), pp. 149 y SS.; WELZEL (nota 30), p. 65.
problema tiene más que ver con las circunstancias que agravan (1-69) GRACIA MARTIN (nota 55), 138/56, hace el siguiente razonamiento criti­
determinados tipos (165) o con la cualificación como sujeto activo cando ciertas sentencias del T. S. con respecto al dolo eventual de matar: «El razo­
namiento es que "cualquier persona se hubiera percatado de que las circunstancias
de. un delito especial (166), por lo que en un principio parece no desembocarian en el resultado letal y que, por ello, el sujeto también tenía que ha­
incidir de forma directa en los delitos que preocupan en este tra­ berse percatado". Que de ahí nada se deduce sobre el dolo del autor es evidente.
bajo de forma primordial. Sin embargo, puede desempeñar un pa­ Pues aquello de lo que cualquier persona se hubiera percatado no es otra cosa que
lo objetivamente previsible».
Vid. como ejemplo de esta argumentación criticada correctamente por GRACIA,
(163) BUSTOS RAMlREZ (nota 122), p. 283, considera que la actualidad en el la S.T.S. de 20 diciembre de 1993 (Pte.: Conde-Pumpido), aunque, en mi opinión,
pensamiento «no hay que entenderla en el sentido de lo "atendido" o del "pensar en esta sentencia se opte (casualmente) por la decisión correcta. Sin embargo, la
en ello", sino sólo de lo que está presente, ya sea porque es atendido (conSCiente) o fundamentación basada en el dato de que cualquiera se hubiera dado cuenta del al­
porque se da por supuesto ("inconsciente" dominado)>>. De sus palabras parece cance de la actuación lesiva, no se puede aceptar cuando se trata de constatar la
desprenderse una posición similar a la reflejada en el texto. existencia de dolo. '
(164) CRAMER (nota 67),50/15; HERzBERG: ZStW, 73, pp. 886 Y s.; OTTO (nota 30), (170) BAUMANN/WEBERlMITSCH (nota 140), 20/10; BOCKELMANNNoLK (nota 36),
7/11; ROXIN (nota 26), 12/112; RUDOLPHI: SK, 15/24, refiriéndose todos a la obra de p. 73; GRONWALD (nota 71), pp. 294 y s.; HERZBERG: ZStw, 73, pp. 886 Y ss.; KúHL
PLATZGUMMER. Más referenciaS en SCHLEHOFER (nota 23), p. 20. (nota 23, 5/99 y SS.; NOWAKOWSKI: wz¡:; 5/3; Orro (nota 30), 7/11; ROXIN: ZStw, 78,
(165) BACIGALUPO (nota 9), p. 230, utiliza como ejemplo el artículo 241.1 C.P. pp. 248 Y SS., con encendidos elogios a PLATZGUMMER en una recensión a su obra; Ru­
que establece una agravación del robo cuando «se cometa en casa habitada. edifi­ DOLPHl: SK, 15/25; SCHMOLLER: ÚJZ, 82, pp. 281, 283, 287; SCHROEDER: LK, 16/99;
cio o local abiertos al público o en cualquiera de sus dependencias. STRATENWERTH (nota 9), núm. margo 264; el mismo (nota 77), 9/60; WELZEL (nota 30),
Sobre el problema de la circunstancia agravante de tenencia de armas en el p. 65. Posición asumida por la Jurisprudencia: BayObLG: NJW, 77, pp. 1974 Y S.;
robo del C.P. alemán (similar a nuestro anterior arto 506.1.°) con respecto a las per­ OLG KOLN: NJW, 78, pp. 652 Y s., con comentario de HRUSCHKA en p. 1338.
sonas que, como los policías, están obligadas a portar armas, HErrINGER: GA, 82, En España: BACIGALUPO (nota 9), p. 230; CUELLO CONTRERAS (nota 25), p. 557,
pp. 525 Y ss. con más referencias, se refiere a «un conocmiento que no proviene de la represen­
. (166) VENTURA PúSCHEL: PI, 29,passim. tación o estimulo actual de algún objeto exterior, sino que el sujeto lo tiene pre­

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ría del «pensamiento al margen condicionado por la percepción» «consciencia al margen') o «co-consciencia» (174), para otros auto­
del psicólogo vienés ROHRACHER introducida en el pensamiento res ha de denominarse ya subconsciente. Por ello es preciso conce­
dogmático actual mediante la obra de PLATZGUMMER (171), que rea­ derle la razón a FruSCH (175) cuando afinna que el penalista que
lizó su"propuesta antes que la de SCHMIDHAUSER ya referida (172). imputa el dolo denominado por PLATZGUMMER en referencia a ROH­
Pero a pesar de la aparente claridad del concepto que se refleja en RACHER como «conocimiento aCQmpañante» (Mítbewu[Jtsein) debe­
los manuales que lo muestran como un concepto «pacífico», se ría tener presente que denomina dolo al sustrato que según el
trata, como FRISCH ha puesto en evidencia, de una «opinión de una punto de vista de muchos psicólogos y psiquiatras no es más que
escuela que dista mucho de una aceptación general» dentro de la subconsciente (176). En la doctrina alemana ciertos autores han
psicología y la psiquiatría (173). Lo que ROHRACHER denomina identificado.Ja propuesta de PLATZGUMMER de «consciencia al mar­
,
gen» con la de SCHMIDHAUSER de que el pensamiento no tiene que
sente, incorporado, sin necesidad de actualizarlo en el momento dei hecho; GIM­ ser necesariamente conceptual (177). Dicha identificación, sin em­
BERNAT ORDEIG (nota 44), pp" 254 Y s., 260 y SS.; LUZÚN PE~A (P. G., nota 13), p. 411; bargo, es falsa (.178). El pensamiento gráfico o en imágenes, como.
Mu~oz CONDE: El error en Derecho penal, Valencia, 1989, p. 29. contrario. al pensamiento conceptual, supone una forma de ejecu­
Esta teoría de PLATZGUMMER ha tenido ya su recepci<>n por parte del T. S. (S. de tar el pensamiento (179). La figura del «pensamiento al margen»
30 de enero de 1989 -Pte.: Bacigalupo-, en la que se afirma que el dolo «no re­ busca la manera de determinar los límites del co.nocimiento y el
quiere un conocimiento reflexivo en el momento de la ejecución de la acción, sino
simplemente un conocimiento de las circunstancias del hecho que la doctrina
viene caracterizando como "conciencia acompañante" o "coconciencia", eficaz para (174) VENTURA PuSCHEL:' PI, 29, p. 167, nota 16, propone traducir MitbewujJt­
la conformación de la voluntad del autor, en tanto haya acompañado la imagen del sein por «paraconsciencia». Según este autor, este térnlino vendría a resaltar la
hecho que el autor se ha representado. Tal entendimiento del elemento cognitivo idea de «al lado de la consciencia». Pero prefiero la traducción «co-consciencia.
del dolo, como es claro, resulta suficientemente apoyado en una interpretación te­ porque PLATZGUMMER, precisamente, pretende afirmar que esa «co-consciencia» no
leolúgica de los elementos de éste»). es algo distinto a la consciencia, sino una .consciencia marginal. pero que todavía
En !Xlntra, BLI!I: Strafrecht I. Allgemeiner Teil, 18.· ed., Munich, 1983,33 IV; ha de entenderse como consciencia. Se puede traducir también como «conoci­
FIuSCH (Varsatz, nota 14). pp. 181 y ss., con más referencias, y (nota 23), pp. 317 miento colateral. (CUELLO CoNTRllRAs -nota 25-, p. 558, nota 511).
y ss., con más referencias; JAKOBS (nota 23), 8112; KÓHLER: GA, 81, passim; SCHEWE: (175) (Nota 23), p. 319.
Reflexbewegung, Handlung, Varsatz, Lübeck, 1972, p. 47. (176) ROXlN: ZStW, 78, p. 256: «El conocimiento potencial se corresponde con
En contra, J'ln España: DtAz PITA (nota 20), p. 66: «No todos los sujetos tienen la la imprudencia inconsciente y el "conocimiento al margen" con la consciente».
misma capacidad de percepción y reflexión ante una situación determinada y es (177) BOCKELMANNNoLK (nota 36), 14 III 4; CRAMER (nota 67), 15/50; DRE­
por ello que dicha teoría no nos sirve, como patrón general, para resolver todos los HI!RiTRClNDLE (nota 71), 15/3; MAURACH/ZIPF (nota 52), 22/48; ROXIN (nota 26),
problemas que el elemento interectual del dolo plantea. Una aplicación de la 12/1111 Y ss.; RUDOLPill: UnrechtsbewujJtsein, Verbotsirrtum und Vermeidbarkeit dés
misma desde un punto de vista individualizante, como propone KÓHLER, nos pa­ Verbotsirrtums, Gotinga, 1969, pp. 150 Y ss. (en especial establece la similitud
rece más acertada». Aunque en sus conclusiones (pp. 291 y s.) acabe aceptando la en pp. 154, 157), aunque se ocupe del conocimiento de la antijuridicidad y no
posición de PLATZGUMMER con matices: «Aceptamos, pues, la tesis de la co-cons­ de los elementos del tipo; el mismo: SK, 15/24 y s.; STRATENWERTH (nota 9),
ciencia pero desde una perspectiva basada en la individualidad de cada sujeto, núm. margo 264; WELZEL (nota 30), p. 65.
pues sólo la observación del sujeto concreto, es decir, de sus capacidades de per­ KClHLl!.R: GA, 81. passim, dirige sus criticas conjuntamente contra ambas posi­
cepción y enjuiciamiento y del caso concreto, nos dará la clave correcta para afir­ ciones sin distinguir. Para él ambas acaban convirtiéndose en lilla «presunción de
mar que dicho sujeto en esa detenninada situación pudo y de hecho aprehendió la dolo» y consisten en una reducción material del concepto de dolo (extensión: del
situación global de forma correcta•. Sin embargo, estas consideraciones de DtAz ámbito del dolo). La critica de KClHLER contra la innecesariedad para el dolo de lill
PITA no solucionan mucho. El problema no es que haya que probar en el caso con­ pensamiento lingüístico o conceptual me parece exagerada y propia sólo de una
creto que el autor tema una percepción marginal de la realidad, sino llegar a la posición tan psicologicista como la suya. La aceptación de lill pensamiento no lino
conclusión de que esa percepción marginal se ha de aceptar siempre como conoci­ güístico no impide tener que demostrar en cada caso concreto que el autor efecti­
miento. No se trata de una cuestión puramente procesal, sino de índole material. vamente se representó correctamente el hecho típicamente relevante.
En un sentido similar a DtAz PITA, SCHLEHOFER (nota 23), p. 159. (178) Al respecto, FIusCH (Vorsatz, nota 14), p. 178; el mismo (nota 23). p. 316,
(171) Die BewujJseinsform des Vorsatzes, Viena, 1964, pp. 138 Y ss. Ypassim. nota 33; JAKOBS, (nota 23), 8/11 y S.; SCHILD (nota 160), pp. 257, 261.
(172) Un resumen de esta posición en SCHILD (nota 160), pp. 244 Y ss. Un re­ En sentido contrario, RUDOLPill (nota 177), pp. 155, 157, que popularizó la ex­
sumen de las críticas que ha recibido PLATZGUMMER en pp. 249 Y s., desarrollando presión en la literatura penal en lengua alemana de Sachgedankliches MitbewujJt­
en pp. 251 y ss. sus propias objeciones. . sein que se podria traducir de forma poco literal como «coconsciencia sin necesi­
(173) FIuSCH (Varsatz, nota 14), p. 184; el mismo (nota 23), p. 318. dad de lenguaje». En tiempos recientes, RUDOLPHI: SK, 15/24, responde a las
FruscH"(Varsatz, nota 14), pp. 181 y ss., con más referencias y (nota 23), pp. 317 objeciones de SCXilLD.
Y ss., con más referencias, le ha asestado un duro golpe a ciertos presupuestos que Aunque SCHMIDHAUSER (nota 71), 10/55, comparte la posición de PLATZGUMMER,
la doctrina tema supuestamente claros. Su exposición crítica frente a la tesis que se lamenta (-nota 8-, 7/67) de dicha igualdad de tratamiento, indicando que se
tienen su origen en PLATZGUMMER tiene que ser asumida, en mi opinión, como im­ trata de dos fenómenos psicológicos distintos.
pecable. Otra cosa es su propuesta alternativa, como se expondrá. (179) ScHEWE (nota 170), pp. 94 Y ss.

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error. Y la doctrina ha asumido con demasiada ligereza la pro­ Sin embargo, poco más se puede afumar. Y la ciencia penal no
puesta que tiene sus fuentes en una determinada escuela (RoHRA­ puede decir nada sobre el momento a partir del cual ya concurre
CHER) (180). Esta conclusión se presenta de forma más evidente si conocimiento actual. Eso es algo que sólo las ciencias empíricas
se tiene en cuenta que ROHRACHER (que no ha tenido discípulos que (psicología, psiquiatría, medicina, etc.) pueden determinar. La doc­
continuaran su obra) no aporta datos de cuando un conocimiento trina sólo puede fijar lo que tiene que ser objeto de ese conoci­
disponible se ha de entender todavía conocimiento actual o supone miento actual para que exista un delito doloso. El problema es
únicamente un conocimiento potencial. El concepto de «conoci­ complejísimo y aquí sólo se han podido apuntar algunas cuestio­
miento al margen» es un concepto abierto que puede ser práctica­ nes (185). En un trabajo dogmático como éste sólo se puede insis­
mente utilizado para todo (quizás por esa razón haya tenido una tir en la necesidad de tener que probar la concurrencia de un dolo
aceptación tan favorable). En mi opinión, esta teoría no nos sirve que abarque toda la realización típica en cada caso concreto. «El
para delimitar en cada caso si la creación del riesgo es conocida o "conocimiento al margen" tiene que ser fundamentado en los casos
nq por el autor. O, lo que es más grave, como señala DíAz PITA (181) dudosos de conformidad con el contexto de la situación concre­
partiendo de las críticas de KOHLER, podemos estar llevando a cabo ta» (186). No puede servir para definir como conocimiento todo lo
en muchos casos «una ampliación objetivista y desproporcionada que el autor ha experimentado alguna vez como «significado» y en
del concepto de dolo». virtud de ello conoce de forma latente. Tampoco es suficiente afir­
3. El legislador, con su distinción psicologicista, coloca en mar que cualquier otro hubiera visto el tipo. En la inmensa mayo­
una situación complicada al dogmático y al juzgador cuando se ría de los delitos dolosos evidentemente no existen grandes proble­
profundiza en los «casos límite». mas. Por ejemplo, el que acuchilla a otro no puede alegar se­
La ciencia penal puede afumar, de forma genérica, que ya no riamente que no se daba cuenta de que tenía un cuchillo en la
se puede entender como dolo la falta de conocimiento o represen­ mano (187). Pero existen «casos límite» donde la distinción se con­
tación actual y presente antes de emprender la acción. Es decir, vierte en un proceso tremendamente cOI11plicado. Especialmente,
que no existe un delito doloso cuando el conocimiento o la repre­ cuando existen motivos concretos en el suceso que convierten en
sentación es tan sólo potencial, latente o disponible. Por tanto, dudosa la concurrencia de una representación actual. Así ocurre,
para que exista dolo no basta con un concepto amplio de conocer, por ejemplo, en la sentencia que critica KOHLER (188) en la que no
como cuando se dice que alguien conoce a otra persona o conoce se pudo aclarar si el superior militar maltrató al soldado subordi­
las consecuencias de determinados actos, sino que por conoci­ nado en dicha calidad o en la de amigo íntimo. Que se disponga
miento hay que entender la consciencia actual del autor con res­ del conocimiento de que alguien es un soldado no significa que en
pecto a una circunstancia, englobando en esa consciencia actual el momento de la realización típica se tenga el conocimiento actual
tanto datos presentes como futuros (182). Con el siguiente párrafo (aunque sí sea disponible) de que se está maltratando a un inferior
entresacado del manual de STRATENWERTH (183) se puede ejemplifi­ jerárquico. Cualquier otra respuesta en un caso en el que no se
car lo dicho: «Si un médico tiene la experiencia de que un medica­ haya probado el conocimiento de todas las circunstancia típicas
mento puede dar lugar a un colapso peligroso para la salud bajo que no consista en la pena correspondiente al delito imprudente
determinadas circunstancias y utiliza ese medicamento una vez (aunque sea en grado máximo) no es más que una praesumptio doli
más, posteriormente, sin pensar que se dan de nuevo las mismas o ficción de dolo que supone una infracción del principio de legali­
circunstancias, detenta en ese momento el conocimiento actuali­ dad (el dolo y la imprudencia son elementos típicos que describen
zable de que el medicamento en circunstancias como esas opera
como un "veneno" (184), pero naturalmente no tiene el conoci­ (185) Para hacerse una idea de la complejidad del problema, cfr. las diversas
miento y tampoco el dolo de suministrarle veneno al paciente». teorías recogidas por SCHILD (nota 160), pp. 262 Y s.
(186) ROXIN (nota 26), 12/116.
(187) Se sobreentiende en situaciones en los que no concurren problemas
(180) SCHILD (nota 160). p. 252. psíquicos, de embriaguez, etc., que no es posible entrar a tratar en este trabajo.
(181) (Nota 20), p. 63. En un sentido similar. VENTURA POSCHEL: Pl, 29. p. 175. Cfr., por todos, las consideraciones de FruSCH (nota 23), p. 326, Y ROXIN (nota 26),
considera que la adopción de la teoría de PLATZGUMMER «implica una rechazable 12/117, con más referencias.
objetivación de determinadas circunstancias subjetivas•. (188) BayOLG: NJW, 77, pp. 1974 Y s. Vid. KOHLER: GA, 81, pp. 285 y ss., y
(182) ROXIN: JuS, 80. p. 241. (nota 0, p. 167. Criticada expresamente también por ROXIN (nota 26), 12/116, Y
(183) (Nota 9), núm. margo 263. RUDOLPHI: SK, 15/25. Esta sentencia ha tenido una especial relevancia en la discu­
(184) STRATENWERTH se está refiriendo en este ejemplo a un tipo especial de sión de la doctrina alemana.
envenenamiento en el C.P. alemán (§ 229).
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348
con otros elementos típicos la conducta) (189). El dolo es siempre normativas y desvinculadas de la psicología de acuerdo con su fun­
conocimiento actual, sea en el plano del lenguaje o mediante imá­ damentación material del dolo: decisión contra el bien jutidico o
genes. La solución a esos «casos límite», por mucho que pueda que se desvía de la norma de conducta que fundamenta el
pesar, depende de forma absoluta del estadio de desarrollo de Para este autor el concepto de conocimiento «es un concepto pura­
ciencias empíricas extrapenales sobre el alcance del conoci­ mente normativo. Su desarrollo detallado ha de conseguirse exclu­
miento (190). Por ello, cualquier tratamiento del tema en estas pá­ sivamente de conformidad con puntos de vista n()rmativos» (194).
ginas no se podría calificar de científico, más allá de estas referen­ FRlSCH ha acertado en el núcleo del problema: dolo e imprudencia
cias genéricas. «La problemática del conocimiento y, en especial,
no precisan una fundamentación psicologicista, sino normativa.
·la cuestión de las fronteras del conocimiento se considera uno de
los ámbitos temáticos más difíciles y controvertidos de la psicolo­ Pero de lege data sólo podemos denominar autor doloso al que se
gía» (191). Sólo puedo reconocer que no se puede ofertar una solu­ decide contra la norma conociendo las circunstancias que funda­
ción general al problema de los límites del delito doloso y del delito mentan el tipo. De lo contrario, sólo nos encontramos ante un de­
imprudente. Por ello el tradicional problema de los límites de la lito imprudente. Todo lo grave que se quiera, pero imprudente. Eso
delimitación entre dolo e imprudencia, si se comparten las tesis es lo que nos dicen las reglas de imputación que determinan la im­
mantenidas hasta ahora, se convierte en un mero problema de putación a título de dolo y de no-dolo. F'RlSCH propone (195) que
prueba o determinación fáctica con respecto a la presencia o para ciertos elementos típicos (cualificación como autor -impor­
ausencia de conocimiento actual (192) (vi4. infra, V). tante para los delitos de resultado cuando se tiene una p~sición de
4. F'RlSCH (193) busca solucionar el problema desde otro punto garante-, relación autor-víctima, propiedades del objeto de ata­
de partida de acuerdo a consideraciones puramente funcionales, que, mayor peligrosidad de ciertos elementos como el portar un
arma de fuego en el hurto o robo con fuerza en las cosas, la «no
(189) Con respecto a la extensión abusiva del concepto de dolo en la práctica autorización de la víctima» en tipos como el allanamiento de mo­
para salvar problemas probatorios es donde tiene razón la crítica de K()HLER en rada, el hurto o la utilización ilegítima de vehículo de motor y, lo
GA, 81. Es preciso ser cuidadoso en los «casos limite». En el mismo sentido, DIAl que más nos interesa desde el punto de vista de los delitos de resul­
PITA (nota 20), p. 66; FRISCH (Vorsatz, nota 14), pp. 178 Y ss. (en especial, p. 181,
nota 76 c); el mismo (nota 23), p. 319; HETI'lNGER: GA, 82, pp. 550 Y s.; JAKOBS taQO, ¡ciertas desviaciones del curso causal que el autor no se re­
(nota 23), 8/12; K()HLER (nota 1), pp. 166 Y s.; OTTO (nota 30), 7/11, nota 6; ROXIN presenta de esa manera!) (196) se entienda como suficiente la per­
(nota 26), 12/116; RuuoLPm: SK, 15/25; SCHLEHOFER (nota 23), p. 159; SCHLOCHTER: manente posibilidad de actualización del conocimiento (197).
Imum über nornuttive Tatbestandsmerkmale im Strafrecht, Tubinga, 1983, pp. 29
Y S.; SCHROEDER: LK, 16/99.
LACKNER (nota 71), 15/9 reconoce las excepciones a esa exigencia (194) FRlSCH (Vorsatz; nota 14), p. 173.
. legal del «conocimiento actual» que doctrina y jurisprudencia. (195) (Vorsatz; nota 14), pp. 185 y ss. (nota 23); pp. 322 y ss. En la primera ex­
JAKOBS: ADP, 92, p. 1066, nota 22: «es preferible exponer honestamente que son posición los elementos que, según FRlSCH, no deben ser abarcados por el dolo se re­
irrelevantes a presumir inverazmente que concurre conocimiento». partían en dos grandes grupos: «circunstancias que evidencian la decisión contra el
Por la razón aludida en el texto, no es completamente admisible de lege lata la bien jurídico como un dato que provoca inseguridad o que conmueve profunda­
afirmación de HRUSCHKA (nota 71), p. 201, de que el dolo no se constata ni se mente el Derecho de forma especia¡' y ·«circunstancias que describen el círculo
prueba, sino que simplemente se imputa y de que la afirmación de que alguien se de destinatarios». Para FRlSCH en su primera propuesta en.(Vorsatz, nota 14), cier­
ha comportado dolosamente no se trata de un juicio descriptivo, sino adscriptivo. tos tipos agravados no eran tales, sino que suponían un tipo base (que sí había
y ello aunque sea preciso reconocer cierta dosis de verdad en sus afrrmaciones. de ser abarcado por el dolo) al que se sUl11l'l.ban circunstancias que afectaban sólo
Sobre ciertas propuestas en la doctrina alemana conforme a las cuales en cier­ a la punibilidad. Para realizar una distinción entre criterios que deben ser o no
tos delitos de la parte especIal es suficiente con un conocimiento potencial, FRlSCH abarcados por el dolo realiza una curiosa interpretación de la ratio legis de ciertos
(nota 23), pp. 313 Y ss. Vid. infra, IV.2.4. preceptos de la parte especial. La mejor prueba de lo insostenible de las tesis de
JAKOBS (nota 23),8/12: «Una representación actual al menos gráfica (no concep­ FRlSCH es que la propuesta recogida en el texto realizada en el Armin Kaufmann-GS
tual) es irrenunciable de lege lata». SCHüNEMANN: El sistema moderno de Derecho pe­ (nota 23) dista bastante de la oferta de solución al problema en Vorsatz
nal: cuestiones fundamentales, Madrid, 1991, p. 25, se suma a la posición de JAKOBS und Risiko (nota 14). Ello da de la inseguridad que su posición conlleva. Vid.
y se opone a la de HRUSCHKA. Con estos últimos autores coincide la posición del nota 197.
texto, ya que el problema de fondo es coincidente en el Derecho español y en el De­ (196} Sobre esta cuestión, llBRzBERG: ZStw, 73, pp. 886 Y s.
recho alemán. (197) En contra, CRAMER (nota 67), 15/50 a, criticando a FRlSCH porque no
(190) En contra FRlSCH (Vorsatz, nota 14), pp. 173 Y s. ofrece criterios claros para saber cuáles son los elementos que no necesitan un co­
(191) FRISCH (nota 23), p. 317, con más referencias. Vid. también FRlSCH (Vor­ nocimiento actual; JAKOBS (nota 23), 8/nota 9, con razón: "El tipo es una unidad de
satz, nota 14), pp. 164, 172. sentido que se falsea mediante cortes. Por ello no se puede solucionar el problema
(192) DlAz PITA (nota 20), p. 66; FRlSCH (Vorsatz, nota 14), p. 172. de la ceguera ante los hechos de forma selectiva sólo para algunos grupos de ele­
(193) (Vorsatz, nota 14), pp. 168, 173, 181 Y ss.; (nota 23), pp: 324 y ss. mentos típicos»; OTTO (nota 30), 7/11, nota 6, muestra su acuerdo con JAKOBS;

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Aunque en este trabajo no se compartan las opiniones de FrusCH, grande (199). Por ejemplo, en el caso de una paliza con finalidades
hay que reconocer que este autor alemán tiene tazón en el si­ intimidatorias, en muchos casos será difícil discernir si efectiva­
guiente aspecto que convierte a su contribución en esencial: ex­ mente hubo o no un conocimiento suficiente del riesgo que se cre­
pone valientemente la solución normativa al problema que la doc­ aba. y. de ello depende una rebaja sustancial de la pena. Es pre­
trina mayoritaria ha perseguido par la «puerta falsa» mediante la ciso, sin embargo, reconocer que en casos como éste el recurso a
alusión a las ciencias empíricas y, especialmente, a la teoría psico­ la imputación dolosa de las lesiones suele evitar diferencias tan
lógica y de la percepción del Mitbewu[Stsein. De lege ferenda pueden grandes. También en otros casos como el del delito de incendio
existir situaciones en las que el mero hecho de que el autor podría (art. 358 C.P.) el problema tiene menos importancia. Al ser la pena
haber actualizado el conocimiento no sea motivo suficiente para la inferior en grado, se puede aplicar ésta en el grado máximo po­
desgravar de responsabilidad o, al menos, pata reducir la pena de sible, consiguiéndose así acercar el desvalor en gran medida al del
forma tan considerable como lo hace en ciertos supuestos (homici­ correspondiente delito doloso. Incluso esa escasa diferencia de
dio, lesiones) nuéstro C.P. (198), tal y como ya se ha hecho en los pena puede verse motivada por razones de tipo garantista relacio­
nadas con la seguridad juridica que justifiquen esa pequeña dife­
artículos 205, 208, 456 y 510 C.P. Sin embargo, FruSCH no va mu­
cho más allá de las posiciones que él mismocritica, aunque no se rencia material.
Lo que me interesa destacar sobre todo es que el dogmático y
le puede negar el mérito de intentar ofrecer criterios válidos para el aplicador del Derecho se encuentran impotentes frente a una
delimitar aquellos elementos típi<;:os donde resulta legítimo exigir distinción no valorativa, sino psicológica. y esto sí que afecta a la
sólo un conocimiento actualizable para imputarlos a título de dolo. seguridad jurídica, radicando aquí un problema decisivo para la
5. Todo 10 dicho hasta ahora nos plantea un problema de ín­ delimitación entre dolo e imprudencia, tanto para las «teorías de
dole político-criminal. Si pensamos en las diferencias de penalidad la representación» como para las «teorías de la voluntad». Sobre
en delitos como el homicidio, que contemplan una pena de prisión todo si se tiene en cuenta que la determinación de si hu):>o o no .
superior para el· delito imprudente de cuatro años y una pena de conocimiento determina en muchos tipos la atipicidad o una boni­
prisión inferior para el delito doloso de diez años, es preciso plan­ ficación penal considerable. Como ya he señalado, he de reconocer
tearse si es legítimo que un dato o sustrato psicológico tan im­ que después de varios años intentando llegar a una conclusión
preciso y tan poco determinable para lós juristas como es el del aceptable sobre los límites del conocimiento, mi única conclusión
conocimiento, pueda determinar una diferencia de pena tan es que no he podido encontrar teorías claras que puedan servir
para solucionar los «casos límite» (200).
ROXIN (nota 26), 12/nota 214. Manifiestan sus dudas, ESERiBURKHARDT (nota 126), Sin embargo, no es suficiente con resignarse con la situación
p.153. actual. La distinción entre dolo e imprudencia, como toda cons­
La posición de FRlSCH es difícilmente comprensible después de su exposición trucción normativa, podría estar configurada de otra forma. In­
sobre el «conocimiento de la conducta típica» en (Vorsatz, nota 14), pp. 169 Y ss.
En un sentido similar, TruFFTERER (nota 9), p. 163, considera que la doctrina cluso podría configurarse de otra forma materialmente más acer­
mayoritaria en Austria, muy influenciada por PLATZGUMMER, se conforma con un tada o satisfactoria (201). El aspecto psicológico de la presencia o
conocimiento latente con respecto a ciertos elementos típicos. ausencia de conocimiento no tiene que ser tratada siempre de la
En Espafia ha mantenido la posición de FRlSCH, VENTURA PÜSCHEL: PI, 29, misma manera. La imputación jurídico-penal se basa siempre en
p. 17(>. Este autor considera acertado convenir con FRISCH en que el conocimiento
actual de todos los elementos y circqnstancias del tipo .no es necesario por moti­ una valoración que no está sometida sin más a los datos ontológi­
vos normativos relacionados con la ratio de los concretos tipos penales». Y la man­ cos, aunque éstos operen como límite. Error y c0;t0cimiento son
tiene, de forma coherente, sin ocultar ni disfrazar las consecuencias prácticas de su
posición: «Adoptar esta postura significa tanto como mantener que el legislador, al
crear ciertos delitos especiales propios, ha pensado en una estructura mixta, en la (199) ScHÜNEMANN (nota 13), p. 266.
(200) Los problemas saltan a la vista cuando uno consulta la bibliografía que
que el resultado (o la conducta típica) debe ser abarcado por el dolo en el sentido
se ha dedicado a este problema: FRISCH (Vorsatz, nota 14), pp. 162 Y ss.; PLATZGUM­
de un "pensar en ello", mientras que, con respecto al elemento objetivo de la auto­ MER (nota 171), passim; SCHMIDH.AUSER (nota 160), pp. 317 y ss.; SCHEWE (nota 170),
ría, basta para que se considere realizado el tipo, un comportamiento imprudente,
en el sentido precisamente de no pensar en ello, pudiendo hacerlo (o debiendo ha­ pp. 78 y ss.; SCHLEHOFER (nota 23), pp. 149 y ss.
(201) CUELLO CONTRERAS (nota 25), pp. 520 Y ss.; RODRÍGUEZ DEVESAlSERRANO
cerlo). Con ellp no hago otra cosa que asumir la opinión de quienes sostienen que (nota 29), p. 457: .La forma más grave de la culpabilidad es el dolo. AlIado de ella,
el dolo no debe abarcar dichos elementos». Esta posición, que tiene su origen en como segunda forma que la culpabilidad reviste, está la culpa, que tradicionalmente
FRISCH, encierra claros y graves problemas de compatibilidad con los dos primeros es de gravedad siempre menor, aunque la mecanización creciente de la vida, con los
apartados del artículo 14 C.P. considerables riesgos que origina, acaso obligue algún día a revisar ese criterio».
(198) FRISCH (Vorsatz, nota 14), p. 1.88.
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hechos psíquicos que suponen e! sustrato de la imputación, pero niendo en cuenta que e! principio procesal-penal in dubio pro reo
no vinculan la decisión valorativa sobre los mismos. No existe una obliga siempre a castigar por imprudencia en caso de que .exista
armonía preestablecida (ontológica) (202). De acuerdo con lo di­ duda. Todo lo dicho hasta ahora no significa, sin embargo, que
cho, se podría, por ejemplo, establecer otros requisitos para el para la inmensa mayoría de casos que ofrece la realidad e! instru­
dolo o considerar que no siempre todo supuesto de error sobre la mental que le ofrece el legislador al juez no sea suficiente y ade­
realidad ha de merecer un desvalor considerablemente inferior a cuado. Pero ello no debe obstaculizar el planteamiento de una dis­
los supuestos de conocimiento suficiente. Esta última posibilidad cusión que puede tener resultados fructíferos. Sobre esta cuestión
ha sido probada por nuestro C.P. en determinados tipos de la ya me he ocupado en un trabajo anterior proponiendo una agrava­
parte especial que consisten en informar a otros sobre datos de ción de la imprudencia para supuestos especialmente graves
terceros o actividades realizadas por terceros o imputar determi­ prudencia temeraria, grosera, desconsideración, etc.) frente a los
nados hechos a terceros (arts. 205, 208, 456, 510). En estos su­ que considero que el Código Penal de 1995 no ofrece una res­
puestos se equipara en gravedad el «temerario desprecio hacia la puesta correcta (207). La equiparación punitiva entre los supues­
verdad» con el conocimiento de la falsedad de los datos. Se trata tos más graves de imprudencia y los casos de dolo puede tener
de una decisión del legislador conforme a la cual el hecho psicoló­ consecuencias político-criminalmente insatisfactorias y atentar
gico de que el sujeto opere con base en un error o no, no tiene que contra la seguridad jurídica, por lo que seria suficiente para paliar
implicar sin más un desvalor distinto que·implique una atenua­ los problemas puestos de manifiesto alguna reforma puntual en la
ción de la pena. Sin embargo, como ya señalé en un trabajo ante­ parte especial que redujera las diferencias existentes.
rior (203), estos preceptos no representan un giro político-criminal 6. Es preciso señalar también que considero que una correcta
con respecto a la imputación subjetiva, sino que lo que se ha pre­ construcción de la imputación a título de dolo puede resolver casi
tendido es solucionar ciertas fricciones entre los derechos de in­ todos los casos de «ceguera ante los hechos provocados» o de gra­
formación y expresión· y otros derechos fundamentales. Aunque vísimo desprecio por bienes jurídicos fundamentales (sobre todo
estos tipos penales puedan servir como banco de pruebas, las no­ la vida) que son los realmente preocupantes como «casos límite».
vedades que introducen deben circunscribirse a delitos relaciona­ Por alguien con ánimo lúdico decidé disparar un arma de
dos con las libertades de información y de expresión. . fuego en una calle céntrica concurrida sin cerciorarse de si puede
En mi opinión, de lege ferenda se podría paliar la situación ac­ alcanzar a alguien y sin tener la intención de producir un resul­
tual buscando una mayor fleTJbilización de las modalidades de im­ tado lesivo. El autor ni se «toma en serio» el riesgo que crea ni lo
putación subjetiva que evitara la gran diferencia punitiva que le da igual o le es indiferente lo que suceda. Tal y como
existe en· muchos casos entre la imputación a título de dolo y la ya señalé más arriba, no sólo existe dolo partiendo de conocimien­
imputación a título de imprudencia (204). Los órganós judiciales tos seguros y en este caso se conoceria el riesgo que permite expli­
en «casos-lími-te» se pueden encontrar en una «situación diabó­ car el resultado lesivo con independencia de que la persona que
lica» en la que existen dudas razonable de que el autor abarcara el dispara asuma que le pueda dar o no a alguien o no se «tome en
hecho típico con su dolo, pero la pena de! delito imprudente re­ serio» el riesgo que está creando. Ese conocimiento, desde un
sulta demasiado benigna desde un punto de vista material, dadas punto de vista normativo, es suficiente para entender que se trata
las circunstancias (205). No olvidemos que los Tribunales hablan de un supuesto de dolo eventual.
muchas veces de una imprudencia temeraria lindante con e! dolo
eventual (206). Y muchas veces esta afirmación va vinculada a la
idea de una pena insuficiente en el caso concreto. Sobre todo te­

(202) JAKOBS (nota 9), p. 105. En sentido contrario, DRBHER: GA, 71, p. 218. (207) FEIJóo SANcHEz: e.p.c., 97, pp. 356 Y ss. Por ejemplo, en la S.T.S. de 19
(203) FEuóo SANcHEz: c.p. C., 97, pp. 355 Y ss. de mayo de 1997 (Pte.: Martín Pallin), que se trataba de un supuesto de culpa in­
(204) Sobre esta cuestión, FEIJóo SANCHEZ: c.p. C., 97, pp. 352 Y ss., con am­ consciente, el T.S. consideró que debido a que en el caso concreto el acusado «no
plias referencias. sólo omitió el cuidado debido y diligencia, sino que actuó totalmente despreocu­
(205) Sobre estos problemas que se presentan en la práctica, FEIIóO SANcHEz: pado de los riesgos que podía entrañar su acción agresora», el homicidio impru­
c.P.c., 97, p. 1353, con más referencias. dente -que tenía contemplada en el C.P. anterior una pena entre 6 meses y 6 aftos
(206) Vid. por todas, SS.T.S. de 19 de enero de 1972 (Pte.: Sáez) y ~8 de mayo de prisión- se merecía en el caso concreto una pena de 5 años de prisión. En la
de 1979 (Pte.: Castro). Ya en la ciencia jurídica romana se hacía referencia a una actualidad no se podría llegar a una pena tan elevada por muy desconsiderada que
imprudencia asimilable al dolo (magna culpa dolus est, culpa lata dolo equiparatur). sea la actuación del autor del delito.

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V. LA DELIMITACION FACTICA ENTRE DOLO el punto de vista procesal no es igual demostrar que el resultado
E IMPRUDENCIA (208) es concreción de un riesgo creado por el autor, que demostrar lo
que el autor conocía o desconocía. Los procesos psicológicos
1. Muchás teorías sobre la delimitación entre dolo e impru­ muestran siempre una mayor dificultad procesal. Por ello creo que
dencia no son teorías sobre los fundamentos de estas modalidades en un trabajo dogmático como el presente no se debe simplemente
de imputación, sino teorías fenomenológicas que intentan fijar cri­ fundamentar materialmente la imputación a título de dolo y sus
terios para constatar en un proceso penal si el hecho se imputa a diferencias materiales con la imprudencia, sino que es preciso co­
título de dolo o a título de imprudencia (209). Por tanto, muchas laborar en la concreción de una serie de datos que pueden prestar
de las construcciones sobre la delimitación entre dolo e impruden­ una cierta utilidad en la vida práctica. Es necesario señalar, sin
cia no son teorías que intenten explicar lo que entiende el Código embargo, antes de seguir adelante con esta cuestión, que el pro­
Penal por dolo o imprudencia, ni teorías que sirvan para todo tipo blema del fundamento material del dolo y su determinación pro­
de supuestos, sino que consisten en una búsqueda de criterios de cesal pertenecen a planos distintos, que muchas veces no se en­
delimitación que quieren ayudar al práctico del Derecho. Es decir, cuentran claramente diferenciados en la literatura (211). Aquí se
se trata de criterios fácticos -no normativos- para descubrir si da por supuesto que se han resuelto los presupuestos materiales
el autor conocía la realización del tipo o no «tenía éste ante los del dolo (212). . .
ojos». 3. Una vez dejado este aspecto claro, los siguientes indicado­
2. Para afirmar la existencia de dolo, el juzgador debe consta­ res del dolo (213), tenidos en cuenta de una forma interrelacio­
tar que el autor conocía los requisitos objetivos del tipo y que no nada, pueden, en mi opinión, ofrecer una inestimable a~da para el
se encontraba inmerso en ningún error sobre la realidad típica. La problema de la determinación fáctica del conocimiento del autor:
regulación positiva obliga a que cualquier constatación por parte
del juez de una discrepancia entre lo que se representó el autor y a la «prueba del dolo». Recientemente, la doctrina del T.S. es resumida por las
la realidad típicamente relevante, excluya el dolo. El problema es . SS.T.S. de 28 de octub~ qe 1995 (Pte.: Martín Canivell), y 1 de enero de 1997 (Pte,:
García-Calvo). Si se compara la doctrina del T.S. con las propuestas del texto se
que en realidad es imposible conocer de forma directa lo que pa­ apreciará que los indicios que se tienen en cuenta en este trahajo para imputar ún .
saba por la cabeza del autor antes de realizar el hecho o en el mo­ hecho a titulo de dolo no tienen nada que ver con los utilizados por la Jurispruden­
mento de realizarlo. Por ello es necesario constatar la base fáctica cia, de índole más objetiva (la dinámica del hecho y forma de llevarlo a cabo como
del tipo subjetivo (conocimiento) de forma indiciaria (210). Desde la dirección. número y violencia de· los golpes propinados a la víctima, la idoneidad
del anna. medio o instrumento empleado en la agresión, la zona corporal a la que
el ataque se dirige, las condiciones espacio-temporales del hecho, la actividad ante­
(208) Como ya he seiíalado, no se debe entender el dolo como un concepto rior y posterior del agente y sus relaciones con la víctima previas a la conducta
fáctico y la imprudencia como un concepto normativo (cfr. JAKOBS: CA, 71, p. 260, agresora, las palabras proferidas por el autor, la saña, energía o vigor con que se
con más referencias; WOLTER -nota 45-, pp. 160 Y s.), como consideran muchos procedió. la causa para delinquir, etc.).
de los que defienden que dolo e imprudencia se han de entender como alía. (211) En el mismo sentido,llaman la atención sobre esta cuestión: AMBROSIUS
Sin embargo. lesión no dolosa no equivale a delito imprudente. Es preciso que (nota 45). p. 19, nota 1; FRIscn. (nota 36), p. 535; HILLENKAMP (nota 45), pp. 360
la realización de ese hecho esté desvalorado por la nonna de cuidado (sea contra­ Y s.; KOHLBR (nota 45), pp. 98 Y ss.; PUPPB: NE:, 15/60; ROXIN (nota 26), 12/51.
I,ia al deber de cuidado). Lesión no dolosa equ.ivale a delito imprudente cuando, al El ejemplo más claro de la afirmación del texto es la «teoría de los indicios» de
menos, se constata la infracción de un deber de cuidado. De acuerdo. BOCKEL­ PRITrw1TZ: JA, 88, pp. 497 Y ss., orientada al proceso penal.
MANNNoLK (nota 36). p. 155; BURGSTALLER: WK, 6/18; CRAMBR (nota 67). 15/4; (212) De lo contrario, como señala PUPPB: NK, 15/60, ¿Qué es lo que tienen
PuPPE: NK, antes de 13/143; TRONDLE: LE:, 1/100 Y s. que probar los indicios?
(209) KOHLER: JZ, 81, pp. 35 Y ss.; el mismo (nota O, p. 166. (213) La expresión indicadores del dolo es utilizada por D1l\z PITA (nota 20),
(210) Sobre esta cuestión: CORCOY BIDASOLO (nota 23), p. 264; DiAZ PITA pp. 310 Y ss.; HASSEMBR (Arm. Kaufmann-CS, nota 6), pp. 305 Y ss.; KOHL (nota 23),
(nota 20), pp. 53 Y S., 71 Y SS., 310 Y ss., 321, 326 Y SS.; GRACIA MARTíN (nota 55), 5/87; Mul'loz CONDB (nota 100), p. 290; RODRÍGUEZ MONTAl'lÉS (El caso de la colza,
138/50 Y ss., con un resumen de la posición del T.S. con abundantes referencias, nota 16), p. 218; ScHEFFLB: Jura, 95, p. 355.
preocupándose sobre todo -al igual que el T.S.- de la distinción entre el dolo de En profundidad sobre la determinación forense del dolo, FRIscn (nota 36),
lesionar y el dolo de matar; HBNKBL: Die «praesumptio doli» im Strafrecht, Eb. pp. 550 Y ss.; GRACIA MARTíN (nota 55), 138/50 Y ss.; HRUSCHKA (nota 71), p. 201;
Schmidt-FS, Gotinga, 1961, pp. 578 Y ss.; JORGB BARRBIRo: Comentarios al C6digo KOHLBR (nota 1), p. 166; VEST: ZStw, 103, pp. 604 Y ss.; VOLK: Dolus ex re, Strafge­
Penal, dir. por Rodríguez Mourullo, Madrid, 1997, pp. 391 Y SS,; PÉREZ DEL VALLE: rechtigkeit (Arthur Kaufmann-FS), Heidelberg. 1993, pp. 611 Y ss.• con hase en un
Revista de Derecho Procesal. 1994, pp. 413 Y SS.; PUPPB: NE:, 15/60, con más refe­ análisis de la figura del dolus ex re; ZUGALDÍA ESPINAR: ADP, 86, pp. 404 Y ss.
rencias. La labor jurisprudencial debe prestar especial atención al desarrollo de estos in­
MARTIN GARCÍA: «Problemas procesales del dolo: Su prueba», Cuadernos de De­ dicadores del dolo, ya que la relación propuesta en el texto no es, desde luego. una
recho judicial, 94, pp. 221 Y SS., ha recopilado algunas decisiones del T.S. referentes relación cerrada.

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356
a) La amenaza de una poena natura lis (214) para el autor o toda lesión que no conlleva peligros para el que la provoca se ha
para personas estimadas por el autor (215). Es preciso señalar, sin de considerar dolosa (por ejemplo, en el ámbito de la seguridad e
embargo, que este indicador no debe ser sobredimensionado y
considerado válido para toda situación sin excepciones (216). Ni Nadie puede llevar continuamente una vida imprudente con éxito. La estupidez
no es un buen negocio.
(214) Sobre este concepto: JAKOBS (nota 18), pp. 277 Y SS., 284; el mismo Por estas razones considera JAKOBS que la ignorancia o estupidez puras o no
(nota 23), 1I7a, 815; el mismo: ZStW, 101, p. 532; el mismo: ADP, 92, pp. 1058 Y s.; provocadas, siempre desgravan de responsabilidad. Los meros defectos cognitivos
SCHMIDHAUSER (nota 9), pp. 147 Y s. siempre operan en sentido inverso a los volitivos: exoneran en mayor o menor me­
dida de responsabilidad por lo realizado (ZStW, 101, pp. 522 y ss., Y ADP, 92;
Amenaza de una poena naturalis significa que con el delito el autor se expone al
pp. 1053 Y ss.). JAKOBS, consecuentemente, se hace la siguiente pregunta: pero, en­
riesgo de salir también perjudicado del mismo, al igual que la víctima. El perjuicio
tonces, ¿porqué se pena el delito imprudente? Si el conocer correcto se estabiliza a
puede ser directo en el momento del hecho o consistir en una sanción infonnal que
sí mismo no debería ser necesaria una estabilización por parte del ordenamiento.
consista en la pérdida de prestigio" social o profesional. Igualmente puede ser su­ JAKOBS ofrece las siguientes razones (ZStW; 101, pp. 532 Ys.; ADP, 92, pp. 1066 Y s.):
frida por el autor o' por una persona cercana sentimentalmente (esposa, hijo, etc.) a} Mediante la punición de la imprudencia se persigue evitar la ignorancia se­
cuya lesión el autor experimenta como suya. lectiva; es decir, que los sujetos aprendan selectivamente cuando pueden ser im­
Una exposición sobre la diferencia entre poma naturalis y poma forensis (pena prudentes porque su imprudencia sólo peIjudica a otros.
estatal impuesta por el órgano competente) se puede encontrar en el Cap. XXVIII b) Estabilizar niveles de riesgos o estándares que deben ser respetados evi­
" del Le:viatha.n de HOBBES. Sobre la manifestación de esta idea en el artículo 158 tando la arbitrariedad subjetiva.
C.P., GRACIA MARTIN (nota 55), 158116 Y 17, en este caso para exonerar de pena. e) Garantizar conocimientos mínimos sobre riesgos, sobre todo en supuestos
(215) CORCOY BIDASOLO (nota 23), p. 174, poniendo de manifiesto que nuestra que no son normales ciertas experiencias sobre peligros.
Jurisprudencia utiliza ya este criterio; FRISCH (Vorsatz, nota 14), p. 219; el mismo La argumentación de JAKOBS, sin embargo, no me convence definitivamente por
(nota 36), p. 560; KÜHL (nota 23), 5187; ROXlN (nota 26), 12123; SCHEFFLER: Jura, 95, las siguientes razones:
p. 355; SCHüNEMANN (nota 13), p. 272; WOLTER (nota 45), p. 208, nota 314; ZUGALDÍA a} Está, sobre todo, orientada hacia la prevención general negativa Desde el
EspINAR: ADP, 86, pp. 408 Y s. ." punto de vista de una prevención general positiva importa más la posición del
Como han señalado !'u:PPE: NK, 15155, Y E. A. WOLFF (nota 45), p. 223, la infra­ autor frente al Derecho y menos el temor a las consecuencias.
valoración de un peligro para uno mismo tiene que superar, por regla general, ma· b) El delito imprudente también se basa en una decisión defectuosa del autor,
yores barreras psíquicas que la infravaloración de un peligro para otro. no sólo en que esa decisión tenga una base errónea. Precisamente ese defecto de la
(216) JAKOBS, a partir de (nota 18), p. 284, sobredimensiona la importancia voluntad es el que separa lo delictivo (injusto) de lo indiferente para el Derecho
de la poma naturalis (cfr. -nota 23-, 8/5 Y ss.). Según JAKOBS, el ordenamiento (ázar, casualidad, caso fortuito). El hecho de que se necesite la pena porque la dis­
muestra una mayor comprensión con los delitos que se deben a defectos cogniti­ posición "a comportarse de acuerdo con la norma carece de una «garantía natural»
vos y es más implacable con los defectos volitivos. Esto es así, según este autor, (JAKOBS -nota 23-, 117a) es un argumento igual de válido para el delito doloso y
porque el conocer correcto se estabiliza a sí mismo, mientras las reglas juridicas para el delito imprudente. El empresario que por ahorrarse costes en la obra no fa­
y su respeto no sufren dicha estabilización natural. Todo sujeto que opera racio­ cilita unas medidas de seguridad mínimas a sus trabajadores, no recibe una pena
nalmente busca, en su propio beneficio, atender a la realidad y adquirir mayores sólo por su "defecto cognitivo», sino también -más bien precisamente- por su
conocimientos para reducir el ámbito de lo que queda fuera de su posibilidad de «defecto volitivo», por su no querer emplear el cuidado necesario. El argumento de
dominio (JAKOBS: ADP, 92, p. 1059). Si los defectos volitivos se estabilizaran al que en un estado natural donde no existe una disposición mínima para no compor­
igual que los cognitivos, no seria precisa ninguna reacción por parte del amena­ tarse de forma contraria a la norma siempre hay motivos para comportarse en be­
miento. Los -ciudadanos tienen motivos más que suficientes, más allá del Dere­ neficio propio sin tener en cuenta nada más es igual de válido .para el dolo y para
cho, para desarrollar sus facultades intelectuales o sus posibilidades de dominar la imprudencia. Piénsese en el ejemplo anterior del empresario. El reproche en la
la realidad: la búsqueda del éxito, del poder o de las propias satisfacciones, rna­ imprudencia no se basa en la ignorancia, ésta sólo se constata para excluir el dolo,
yores posibilidades de desarrollo personal y menores poSibilidades de" fracaso en sino en un defecto en la motivación como ciudadano, como persona en el Derecho.
la organización de los propios asuntos (poma naturalis). Una mala organización Al delincuente imprudente no se le reprocha su ignorancia sin más, sino en cuanto
que deja las cosas al azar puede traer perjuicios no sólo para terceros, sino tam­ ésta es una muestra de su falta de respeto a la nonna de conducta (de cuidado).
bién para el que organiza. La ignorancia, según JAKOBS, no es una base idónea Esta es, precisamente. la diferencia con la ignorancia pura irrelevante para el Dere­
sobre la que planificar la configuración del mundo. Todo ciudadano que quiera cho penal. Con la punición del delito imprudente se quiere garantizar, por el con­
organizarse racionalmente y no dejar su futuro a expensas del azar intentará, trario, un mínimo de esfuerzo que no suponga un desprecio de otros intereses que
con independencia de la existencia del Derecho penal, simplemente para evitar no consistan en los puramente subjetivos. Tanto el autor doloso como el impru­
males mayores, no hacer cálculos erróneos. Especialmente en la sociedad actual dente desautorizan con su comportamiento el mínimo vinculante para todo orden
en la que la información y la fonnación son bienes sumamente valiosos para es­ social: estar motivado como persona en el Derecho a organizarse respetando el or­
tablecerse socialmente de fonna ventajosa. Para este autor alemán la poma na­ denamiento y los bienes juridicos ajenos. Por el contrario, JAKOBS no puede demos­
turalis estabiliza conocimientos, por eso la pena forensis (impuesta por el juez) trar el merecimiento o necesidad de la intervención del Derecho penal sólo me­
puede limitarse a estabilizar voluntades. Esto es así porque el ordenamiento se diante el recurso a que la imprudencia consiste en un «defecto cognitivo» que no
limita a prescribir sólo aquello que no es evidente (ZStW, 101, pp. 527 Y ss.). exonera totalmente. La pregunta es: ¿Porqué no exonera totalmente? Y sobre este
Puede olvidarse de lo que es evídente, porque el que víve continuamente con la aspecto el recurso a la «deficiencia cognitiva» no aporta nada.
espada de Damocles de la poena naturalis acaba, antes o después, fracasando. e} La práctica demuestra lo contrario: hay hechos dolosos que conllevan per­

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hlgiene en el trabajo), ni toda conducta delictiva en la que se pre­ siempre su supervivencia. Exceptuando ciertos supuestos eviden­
senta amenazante la desgracia para el autor se ha de dejar de con­ tes (<<conductores suicidas-homicidas», atentados terroristas suici­
siderar como dolosa (por ejemplo, los supuestos de los denomina­ das, etc.) la existencia de resultados nocivos para el autor supone
dos «conductores suicidas-homicidas») (217). Si no se relativiza la un indicador bastante fiable.
importancia de esta idea, lo lógico sería proponer la limitación de b) El error sobre la situación típica es más admisible en ám­
la poma formsis (pena impuesta por el juez en un procedimiento bitos como el tráfico viario en los que las personas se acostum­
público) a supuestos en los que el autor no ha salido perjudicado bran a ciertos riesgos desaprobados por el ordenamiento debido a
del suceso y tener en cuenta la poena naturalis como eximente o su habitualidad. La gente se acostumbra mediante sus propias ac­
atenuante. Evidentemente, esta idea no está aceptada en nuestro ciones u observando las de otras personas a que «normalmente no
Derecho positivo, por lo que el principio de equiparar delito im­ pase nada». En ciertos ámbitos sociales el resultado brilla habi­
prudente a delito que puede conllevar una poena naturalis no se tualmente por su ausencia en una serie de imprudencias leves o
puede aceptar como un principio válido sin excepciones. La única pequeños alejamientos del estándar. La habitualidad da lugar a
diferencia entre dolo e imprudencia reside en la mayor o menor una «pérdida de miedo» (219). En el plano del subconsciente y de
vinculación del sujeto con el hecho perturbador. El autor doloso se la semiconsciencia se genera un sentimiento falso de seguridad.
aleja más de su papel de persona en el Derecho que el imprudente. Los ciudadanos llegan a acostumbrarse tanto a las situaciones de
Si como consecuencia de ese mayor o menor alejamiento del De­ riesgo en las que a menudo no se produce el resultado que llegan
recho se producen o no una serie de consecuencias naturales, ello a asumirlas como si se tratara de supuestos de riesgo permitido.
es algo accesorio y carece de valor desde un punto de vista norma­ En muchas ocasiones el autor no reconoce el riesgo que crea o la
tivo (218). situación de peligro concreto porque la situación es para él una
Lo que sí es cierto y en este sentido la idea de la poena natura­ más de esas en las que «al final, todo sale bien». Y ello a pesar de
lis presta su utilidad como indicador del.dolo es que el autor que que sabe que está llevando a cabo algo que infringe normas extra­
se ve perjudicado por el riesgo que él mismo crea o que no evita penales o, incluso, sabe que existe un cierto peligro. Pero para el
ha utilizado unas «máximas de riesgo» iguales para sí mismo que autor no deja de ser un peligro estadístico o abstracto que no se
para otros, y por ello es más fácil constatar la no existencia de actualiza en esa situación concreta. La costumbre al riesgo hace
dolo, ya que todo el mundo actúa por motivos egoístas o busca que no se vincule la situación concreta ni con una lesión a terce­
ros ni con una poma naturalis. Para el autor se mantiene el peli­
juicios para sus autores y hay hechos imprudentes que no conllevan, por el contra­ gro como algo lejano o estadístico (220).
rio, ningún pe¡juicio. La diferencia se encuentra sólo, por consiguiente, en la posi­
ción del autor con respecto al Derecho y no en «datos fácticos». (219) JAKOBS, suplemento a ZStw, 74, p. 24; WOLTER (nota 45), p. 193, con
d) Muchos delitos que tienen contemplada una modalidad imprudente no más referencias.
pueden fundamentar la diferencia de tratamiento punitivo con base en una refe­ WELZEL (nota 30), pp. 149 Y ss., trató el problema sólo como un problema de
rencia a la poma naiuralis. Por ejemplo, ¿qué tiene que ver con la poma naturalis «culpabilidad por la formación defectuosa de la personalidad».
el menor castigo de la autoridad o funcionario que por imprudéncia grave mcurre (220) Sobre este amoldamiento psicológico a los riesgos: BACIGALUPO (nota 9),
en una falsedad (art. 391 C.P.)? . p. 228; FRISCH (Vorsatz, nota 14), p. 209; el mismo (nota 36). p. 557; JAKOBS, suple­
SCH1.)NEMANN (nota 13), pp. 295 Y ss., realiza también una exposición critica de mento a ZStw, 74, pp. 23 Y ss.; el mismo: Die subjektive Tatseíte van Erfolgsdelikte:n
esta posición de JAKOBS. bei Risikogewi:lhnung, Druns-FS, Colonia, 1978, pp. 31 Y ss.; el mismo (nota 23),
En nuestra doctrina,LóPEZ DARlA DE QU¡ROGA (nota 158), p. 85, comparte expre­ 8/31, 102,9/15; PUPPE: NK, 15/87; RUDOLPHI: SK, 15/46; ZmuNSKl: AK, 15. 16/105.
samente la posición de JAKOBS; SILVA SÁNCHEZ: El nuevo Código Penal: cinco cues­ SCH1.)NEMANN (nota 13), p. 273 Y (nota 63), p. 17, se equivoca al considerar que el
tiones fundamentales, Barcelona, 1997, p. 120, parece compartir la posición de JA­ dolo puede depender del mayor o menor amoldamiento general de la sociedad a
KOBS considerando que la idea de poena naturalis «se halla de modo general en la ciertos riesgos. Así, por ejemplo, señala que la sociedad se ha acostumbrado a los
base de la menor sanción de los hechos imprudentes frente a los dolosos». riesgos del tráfico viario pero no a los de infección del SIDA y ello tiene efectos para
(217) Admiten la realización dolosa de un tipo de resultado, al menos en al­ la imputación de resultados a titulo de dolo. El dolo, como elemento subjetivo del
gunos de ·estos supuestos: LUZÓN' PEÑA: Derecho Penal de la Circulación, 2." ed., injusto (del delito), sólo depende de la costumbre que tenga el autor de convivir con
Barcelona, 1990, passim; SILVA SÁNCI:IEZ: La Ley, 88, pp. 970 Y ss.; VARGAS: PJ, 14, ciertos riesgos, no la sociedad. El dolo es un problema de responsabilidad o imputa­
pp. 75 Y ss. ción subjetiva. Evidentemente, la valoración de la sociedad y el carácter ubicuo o
(218) En el texto no me estoy refiriendo a la posibilidad de tener en cuenta de cotidiano del riesgo puede condicionar la valoración personal de ciertos riesgos.
lege ferenda este aspecto a la hora de detenninar la pena o de suspender su ejecución CORCOY BIDASOLO (nota 55), pp. 46 y s.; la misma (nota 23), pp. 278 Y s.• 281 y s.,
como, por ejemplo. la tiene en cuenta el C.P. alemán. Ese es un problema de polí­ señala cómo el T.S. suele decantarse por la imprudencia en ciertos ámbitos con
tica-criminal que no tiene que ver con la imputación subjetiva de resultados a una riesgos más elevados como el tráfico rodado. En el mismo sentido, ZUGALDÍA ESPI­
persona. NAR: ADP, 86, pp. 407 Y s.
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e) La inminencia de la lesión o la magnitud del riesgo. ejemplo, puede servir de indicador en los supuestos de contagio
Cuanto más evidente se muestre el hecho de que la conducta del del SIDA mediante contactos sexuales el hecho de adoptar ciertas
autor no tenia más alternativa que la lesión, menos admisible será medidas como la utilización de preservativos (225). En estos casos
el refugio en la ignorancia (221). En cuanto indicador del dolo es donde se puede considerar que el autor, a pesar de conocer una
puede resultar útil la «teoría de la probabilidad» (222). Por ejem­ cierta peligrosidad de su conducta, confiaba en la no producción
plo, el que en una pelea da dos puñetazos puede argumentar que
del resultado. Pero como ya he señalado anteriormente, dicha con­
no se representó el resultado de muerte, pero no el que da repeti­
fianza no es asumible por el ordenamiento en beneficio del autor
das veces patadas fuertes en el abdomen a alguien que se encuen­ si éste sabía -por ser médico, por ejemplo- que la utilización de
tra tirado en el suelo.
d) Si el autor ha interpuesto medios ha~ta el final para evitar
preservativos en las relaciones sexuales reduce considerablemente
la realizaciÓn del resultado o ha intentado mantener el riesgo bajo la probabilidad de contagio pero no la hace desaparecer. Además,
control, no dejándolo abandonado a su suerte o en las manos de es evidente que no se puede asumir una confianza irracional, sino
terceros (223), ese dato puede tener relevancia desde el punto de sólo una confianza racionalmente fundada en que una determi­
vista de la responsabilidad subjetiva. En este sentido pueden tener nada medida surtirá efecto.
alguna utilidad la teoría del «peligro protegido» de HERZBERG o la Como ha señalado ZUGALDíA ESPINAR (226), este criterio indica­
de «la voluntad de evitación» de ARMIN KAUFMANN (224). Así, por dor «no puede ser utilizado por regla general "a la inversa", ya que
puede darse el caso de que el autor no haya hecho absolutamente
(221) FRlSCH (Vorsatz, nota 14), p. 231; PRITTWITZ: JA, 88,
nada para evitar la realización del tipo y, pese a todo, no se con­
núsmo: Stv, 89, p. 124; PUPPE: ZStw, 103, pp. 32, 41 Y S.; RODRíGUEZ MomANES forme con la misma, estimando erróneamente innecesaria la
caso de la colza, nota 16), pp. 210 Y SS.; WOLTER (nota 45), p. 184. adopción de precauciones específicas».
(222) Destacan el valor de esta teoría como indicio: AMBROSIUS (nota 45), e) . La relación volitiva o, incluso, emotiva con el resultado (227).
pp. 31, 63, con más JESCHECK!WElGEND (nota 26), 29 ID 3 d) aa); KOH­ f) Aspectos como los antecedentes o la personalidad del reo
LER (nota 45), p. 291; el (nota 1), p. 166; PRITrwrrz: JA, 88, p. 498; ROXIN:
JuS, 64, p. '61; el núsmo (nota 26), 12143;.STRATENWERTIl (nota 77), 9/90. no sirven como dato o indicador del dolo (228). Se trata de im­
JAlCOBS (nota 23), 8/30 Y s., intenta determinar la relevancia del riesgo para el
dolo mediante el topos de la «relevancia o envergadura decisiva». Sobre este topos, sultado es más probable, pero que no es imposible dicha seguridad en los supues­
en sentido críticq,. PRlTI'WITZ: JA, 88, pp. 498 Y s.; RODRíGUEZ MONT¡\.&t¡S (Delitos de tos en los que se deja el control del hecho en manos de un tercero. No se tJ1tta de
peligro, nota 16), p. 82; ROXIN (nota 26), 12/56 Y SS.; ZIEGE~T (nota 26), pp. 109 Y s. una cuestión de probabilidades, sino q de confianza especial garantizada nOHnati­
Todas las teorías puramente objetivas son teorías sobre la prueba del dolo y de la im­ vamente. En supuestos de reparto división de trabajo es posible confiar en princi­
prudencia en el proceso (dr. KOHLER -nota 4-, p. 318; el mismo: JZ, 81, pp. 35 Y ss.). pio, en las precauciones que otras personas en la medida en la que lo
(223) CORCOY BIDASOLO (nota 23), p. 283; KÜHL (nota 23), 5/87; PRI1TWlTZ: JA, permita el ordenamiento jurídico.
88, p. 499; PUPPE: ZStW, 103, p. 33; RODRíGUEZ MomAAAs (El caso de la colza, nota En un supuesto como el del «caso Hipercor» en el que los terroristas, después
16),pp. 210 Yss.; SCHEFFLER: Jura, 95, p. 355; ZUGALDÍA ESPINAR: ADP, 86, p. 419. de colocar un coche-bomba en un hipermercado avisan de su existencia, pero el
(224) Destacan el valor como indicador de la teoría de HERZBERG: FRlSCH supermercado no es desalojado por la Guardia Urbana de Barcelona, HERZBERG
(nota 36), pp. 556 Ys.; HAssllMER (Arm. KIlufmann-GS, nota 6), p. 308, nota 93; Mm debe negar la existencia de dolo de acuerdo con su teoría. No así KAUFMANN (por
PulG (nota 22), pp. 31 Y S.; PRlTI'WITZ: JA, 88, p. 499; el mismo: Stv, 89, p. 124. ello, no me parece justa la crítica de GIMBERNAT ORDEIG: ADP, 90, p. 426, nota 4, a
Con respecto a la teoría de KAUFMANN, en el mismo sentido: AMBROSlUS la posición de KAuFMANN). Sobre esta sentencia, GlMBERNAT ORDllIG (nota 44),
(nota 45), p. ·68, con más DlAz PITA (~ota 20), pp. 270, 272, con más pp. 39 Y ss., Y ADP, 90, pp. 424 Y ss.
referencias; FRlSCH (nota 36), pp. 556 Y S.; lESCHECKfWllIGEND (nota 26), (225) Si la persona que crea el riesgo ha sido correctamente informada de
29 ID 3 d) dd); KOHLER (nota 45), pp. Y S., 291; el mismo (nota 0, pp. 165 que el preservativo disminuye las probabilidades de contagio pero no hace desapa­
Y S.; KREuZER: ZStW, lOO, pp. 799 Y S.; PRlTTWITZ: JA, 88, p. 499; el mismo: StV; recer dicha probabilidad, habrá que seguir hablando de dolo. En el texto me re­
89, pp. 124 Y s.; ROXIN (nota 26), 12/47. En sentid.o contrario, considerando fiero sólo a indicadores, no a criterios definitivos para delimitar el dolo de la im­
que esta teoría es algo más que un indici.o a tener en cuenta, HrLLENKAMP (nota 45), prudencia.
p.369. (226) ADP, 86, p. 420. En sentido similar, KOHLER (nota 1). pp. 165 y S.; Ro­
La diferencia entre ambas teorías es que K4UFM¡\NN sólo admite como impru­ DRíGUEZ Mom~ (Delitos de peligro, nota 16), pp. 100 y s.
dencia los supuestos en los. que el propi.o autor toma medidas, mientras HllRZBERG (227) FRlsCH (Vorsatz, nota 14), pp. 333 Y ss.; KÜHL (nota 23).5/55; PRlITWITZ:
considera que existe imprudencia n.o sólo 'si el autor protege el peligro, sino tam­ JA, 88, p. 499; el mismo: StV, 89, p. 124; STRATENWERm (nota 77), 9/92.
bién,sise encuentra protegido por factores externos (un tercero, la víctima, etc.). (228) Utilizan o proponen un criterio como éste, por ejemplo. las SS.T.S. de
En el mismo sentido que HERZBllRG, SCHROTH:.JuS" 92, p. 8. En contra de la posi­ 22 de febrero de 1984 (Pte.: Vivas); 28 de febrero de 1984 (Pte.: Rodriguez López):
ción de SCHROTII, DlAz PITA (nota 20), pp. 317 Y s. HILLENKAMP (nota 45), p. 363, to de personalidad psicopática agi'avada por un traumatismo craneal»; 18 de
considera que la teoría de KAUFMANN es demasiado restringida, afirmando que en de 1984 (Pte.: Vivas); 10 de junio de 1985 (Pte.: Vivas); 15 de abril de 1988
los supuestos de autodominio la seguridad del autor de que no se producirá el re­ Bacigalupo): «índole del culpable»; 9 de febrero y 20 de septiembre de 1989

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putar hechos subJetivamente, no de analizar personalidades. Por
ello, como ya se ha señalado anteriormente, teorías como las hipo­ NOTAS DE DERECHO PENAL

téticas del. consentimiento ni siquiera sirven como teorías indica­


doras de la existenci¡:¡.. o inexistencia de dolo. Tampoco se puede
admitir como in,dicador. del dolo la valoración del fin que persiga DELINCUENCIA·INFORMATICA:

el autor (229). LA NUEVA CRIMINALIDAD DE FIN DE SIGLO

ALBERTO GALLARDO RUEDA


Profesor de Derecho Penal del Instituto de Criminologfa
de lá Uní'versido.d Complutense de Madrid

SUMARIO: 1. Delito informático. Perspectiva jurídica: 1. Perspectiva


jurídica. 2. Panorama legislativo. 3. El nuevo Código Penal. 4. Di­
rectiva europea sobre el delito informático. S. Impacto econó­
mico y social de la piratería informática. 6. Normativa legal. 7. El
derecho a la intirriidad.-I1. Tip.ología y perfil del delincuente in­
formático: 1. Policía especializada.-ill. Conclusión. .

1. DELITO INFORMATICO. PERSPECTIVA JURIDICA

El constante e imparable avance de las nuevas tecnologias in­


formáticas y su, cada vez mayor, utilización en todos los ámbitos
de la sociedad, suponen un factor positivo que determina, sin
duda alguna, el progreso de la Humanidad, posibilitando, incluso,
la ejecución de un elevado número de completas tareas que, de
otra manera, serían de difícil o imposible realización. No obstante,
junto a esta faceta existe otra de carácter negativo, relativa·al uso
que, con finalidades delictivas, se hace de la informática.

1. PERSPECTIVA JURÍDICA

Antes de pasar revista a los aspectos jurídicos de la materia


(Pte.: Móner), utilizando la misma expresión; 18 de abril de 1989 (Pte.: Puerta que nos ocupa, es indispensable proceder a una delimitación de lo
Luis).
En el mismo sentido crítico del texto, CORCOY BlDASOLO (nota 55), p. 45; GIM­ que se denomina como «delito informático».
BERNAT ORDEIG: ADP, 90, p. 428, que argumenta que, «en definitiva, lo que hace el Con arreglo al anterior Código Penal y de forma muy esquemá­
Tribunal Supremo 'cuando argumenta con la previa «conducción por la vida» del tica, podria decirse que, dentro del género del delito informático,
sujeto es abandonar un Derecho penal de hecho para entrar de lleno en uno de quedaban comprendidos los ataques que se producían contra el
autor incompatible con los más elementales. principios del Estado de Derecho»;
GRACIA. MARTíN (nota 55), 138/53 Y ss.; JORGE BARREIRO (nota 210), p. 392; PRlTT­
derecho a la intimidad, las infracciones a la propiedad intelectual
WITZ: StV; 89, p. 124; Sn.VA SÁNCHEZ: ADP, 87, p. 659; ZUGALOtA EspINAR.: ADP, 86, a través de la protección de los derechos de autor, las falsedades
pp. 421 Y s. documentales, el sabotaje informático tipificado como delitos y
(229) Criterio propuesto, entre otros, por SCHÜNEMANN (nota 13), p. 272 Y daño y otros estragos y la categoría amplia de los fraudes informá­
(nota 63), p. 17:
ticos, entendidos como ilícitos patrimoniales que se producen me­
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