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ARISTÓTELES Y SU ESCUELA 91

ejemplo Aristóteles, Teofrasto, Aristoxeno y Dicearco. E l acceso


a la escuela es asimismo totalmente libre.
Pero existe una profunda diferencia entre el proyecto al que
VI. ARISTÓTELES Y SU ESCUELA
apunta la escuela de Aristóteles y el proye c:to �!atónico . La
.
escuela de Platón tiene esencialmente una fmahdad política,
aun si en ella se lleva a cabo una intensa actividad de investi­
LA FORMA DE VIDA "TEORÉTICA"
1 gación matemática y de discusión filosófica. Platón considera
! La repres entaci ón que solem os tener de la filosofía de que basta ser filósofo para poder dirigir la ciudad; a sus ?JOS,_
Aris­ hay pues unidad entre filosofía y política. Por el contrano, la
tóteles parece contradecir por completo la tesis funda
mental escuela de Aristóteles, como bien lo señaló R . Bodéüs,4 no
que defendemos en esta obra y según la cual la filoso
fía fue prepara más que para la vida filosófica. La enseñanza prácti­
concebida por los antiguos como un modo de vida. En
no podem os negar que Aristóteles afirma con énfasi s
efecto,
que el
ca y política se dirigirá a un público más vasto, a hom res
.

saber más elevado es el elegido en función de él mismo políticos, exteriores a la escuela, pero que desean mstrmrse
, por sobre la mejor manera de organizar la ciudad. En efecto,
tanto aparentemente sin ningu na relación con el modo
de
'' vida de aquel que sabe.1 Aristóteles distingue entre la felicidad que el hombre puede
Sin embargo, esta afirmación debe ser situada en el marco encontrar en la vida política, en la vida activa (es la dicha que
general de la representación que Aristóteles tiene de los proporciona la práctica de la virtud en la ciudad), Y el goce
modos filosófico que corresponde a la theoria , es decir, a un tipo de
de vida y que revela el objetivo que asigna a la escue
la que vida consagrada por completo a la actividad del entendi­
funda. Vimos que fue miem bro de la Academia de
Platón du­ miento.s A los ojos de Aristóteles, la felicidad política y práctica
rante 20 años, lo que indica que participó duran
te much o no es más que secundaria.6 De hecho, la dicha filosófica se
t iempo en el modo de vida platón ico. Es poco proba
ble que, encuentra en la "vida según el entendimiento" ,1 que se sitúa en
cuand o en 3 3 5 fundó en Atena s su propia escue la
filosó fica, la excelencia y la virtud más elevada del hombre, correspon­
cuya actividad se ejercía en el marco del
gimn asio llamado el
L iceo, no lo haya influi do el mode lo de la Acade diendo a su parte más alta, la mente, y sustraída de los incon­
mia, aun si venientes que conlleva la vida activa. No está sometida a las
desea ba propo ner a su escuela fines difere
ntes de los de la de
Platón.
' intermitencias de la acción, ni produce lasitud. Brinda place­
Descu bri mos en el origen de la escuela de res maravillosos, no mezclados con el dolor o con la impureza
Aristóteles, como
en el de la Acade mia, el mism o deseo de crear y que son estables y sólidos. Estos placeres son además mayo­
una institución res para aquellos que alcanzan la verdad y la realidad que
d u rad era . 2 El nomb ramie nto del sucesor
de Aristóteles se
hace por e l e c c i ó n y también sabemos que
uno de los miem ­ · 4 R. Bodéüs, Le Philosophe et la cité. Recherches sur les rappo:ts e� tre morale
b ros de l a escud a se encargaba de la admin
istración material et politique dans la pensée d'Aristote, París, 1 982 p. 1 ! 1 ; G. B1en, �as The?,­
:
de la i ns t i t u c i ú n , lo q u e hace suponer cierta rie-Praxis Problem und die politische Philosoph1e be1 Plato und Anstoteles ,
vida en común.3
A l i gu a l que c 1 1 l a Acade mia, hay dos tipos de miem Philosophisches Jahrbuch, t. 76, 1 968- 1 969, pp. 264-3 � 4. �

bros: los ' Aristóteles, PoUtica , vn, 2, 1 324 a 30; M.-Ch. �ataill�rd, � ;:-,tructure de la
a n t i guo s , q u e part i ci p a n en la enseñanza,
y los jóvenes, y hay, doctrine aristotélicienne des vertus éthiques, tes1s, Umvers1dad d � Pans _ IV­
como en la Acade m i a , cierta igualdad entre los antigu Sorbona, p. 348, que distingue en el fondo �;es g��dos éticos _ �n �nstóteles: el
os, por "hombre medio" el "hombre bello y bueno y el contemplativo ; P. Demont,
1 Aristóteles, Mt•tafi.,ico . 1, IJH2 " 1 5 .
:
LA cité grecque a chaique et c/assique et l'idéal de tranquilité, París, 1990, p. 349;
2 J. P. Lyneh, A ristotll' \ Se/too/, p. 68-1 05. G. G. Rodier, Études de philosophie grecque, París, 1 926, p. 2 1 5 .
3 Diógenes Laereio, Vido dt• los filrísofós, v, 4 . 6 Aristóteles, Ética a Nicómaco, x , 1 1 78 a 9.
1 Ética a Nicómaco, x, 1 1 77 a 1 2-1 1 78 a 6.

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ARISTÓTELES Y SU ESCUELA 93
92 LA FILOSOFÍA COMO MODO DE VIDA
inherente a la
para los que aún la buscan. Asegura la independencia con la vida del espíritu correspon de a la paradoja
el Banquete de
respecto al otro en la medida, precisa Aristóteles, en que por noció n de sabiduría, opuesta a la filosofía, en
estad o divi­
otra parte se está seguro de una independencia con respecto a Plató n. En él la sabid uría se descr ibía como un
sin embargo el
las cosas materiales. Aquel que se consagra a la actividad del no, por consiguiente inasequible al homb re y
duda , Aris­
espíritu no depende más que de sí m ismo; su actividad será filó-sofo, el que ama la sabiduría, la desea ba. Sin
inasequible, y
quizás mejor si tiene colaboradores, pero cuanto más sabio tóteles no afirma que esta vida del espíritu sea
ella, sino que
sea, más podrá estar solo. La vida conforme al espíritu no busca que debamos contentarnos con progresar hacia
en la medi da
co mo resultado más que ella misma, es pues amada por sí reconoce que no podemos alcanzarla "más que
distancia que
_
� 1sma, es para sí misma su propio fin y, se podría decir, su pro­ de lo posible",10 es decir, toma ndo en cuenta la
fo del sabio ;
pia recompensa. separ a al homb re de Dios y, direm os, al filóso
que en escasos
La vida conforme al espíritu brinda también la ausencia de también admite que no podemos alcanzarla más
comprender lo
perturbaciones. Al practicar las virtudes morales nos encon­ mom entos . Cuan do Aristóteles 1 1 desea hacer
ero, el Pen­
tramos en plena lucha contra las pasiones, pero también contra que puede ser el modo de vida del princ ipio prim
o de los astros y
muchas preocupaciones materiales: para actuar en la ciudad samiento, del que están suspendidos el mund
] su actividad es
hay que intervenir en las luchas políticas; para ayudar a los el de la naturaleza sublunar, declara que "[ . . .
es de realizar
demás es necesario tener dinero; para practicar la valentía como la más perfecta que nosotros somos capac
re en tal esta­
hay �� e ir a 1� guerra . Por �l contr�rio, la vida filosófica no pue­ por un breve intervalo de tiemp o; él está siemp
de vlVlrse mas que en el tiempo hbre, mediante el desprendi­ do, algo que para nosotros es imposible" .
soberana.
_
miento de las preocupaciones materiales. Para Dios el acto de contemplación es la beatitud
o de goce com­
Esta forma de vida representa la forma más elevada de la "Si pues Dios está perpetuamente en un estad
encontrarnos,
fel icicl �ld humana, pero al mismo tiempo podemos decir que parable con aquel en el que a veces nos sucede
se halla en un estad o de goce aún ma­
L� s t a d tcha es sobrehumana:8 "el hombre no viviría de esta eso es admi rable ; y si
ma nera en cuanto hombre, sino en cuanto que hay algo divino yor, eso es todavía más marav illoso ."
fica y de la
L'n l�l" o Así, el punt o culm inant e de la felici dad filosó
decir , la conte mpla ción del Intelecto
Pa ra � loja que corresponde a la idea paradójica y enigmática actividad del espíritu, es
al homb re más que en raros mom en­
q u e Anstút elcs tiene del intelecto y del espíritu: el intelecto es divin o, no es accesible
huma na es no pode r estar
lo ntús L'Sl'ttcial en el hombre y, al mismo tiempo, es algo divi- tos, pues lo propio de la cond ición
el resto del
supo ne que,
1 1 0 q t Il' L's t ú en e� hombre, de tal manera que aquello que lo conti nuam ente en acció n. 1 2 Lo que
con esta felici dad infer ior,
t rasl· t e n d e c o n s l t l uye su verdadera personalidad, como si su
_
tiempo, el filósofo debe conte ntars e
en la activ idad
l'Sl'IIL"Í<I c o n s i s t i L· ra en estar por encima de sí mismo:9 "La que cons iste en buscar. Hay diversos grados
nwt_t ll' l'S n u e s t ro yo en la medida en que representa lo que de theoria.
fía consiste
d ec t d l' y lo q t tl' es ntcjor" . Resulta que entonces, para Aristótele s, la filoso
respe cto es importante
. C o�no l ' t l P l a t ó n , la elección filosófica conduce así al yo en un modo de vida "teorético " . A este
t nd t_ � I d u ; t l '.' su perarse en un yo superior, a elevarse a un punto
"teór ico". "Teór ico" es una palabra
no confundir "teorético" con
n grieg o, pero que nunc a menc iona
de vtsta l l t t i Vl'rsal y t ras c en dente. que en efecto tiene un orige
tro que no era filosó -
En c i n t o i
Sl' I t t i ( o, en Aristóteles, esta paradoja inherente a Aristóteles, y que significab a, en un regis

R Ética a Ni('(illtat·o, x, t t 77 h 27 ·y De la generación de los animales ' IX' 737 10 Ética a Nicómaco, x, 1 1 77 b 33.
a 9-10. 11 Metafísica , x n , 7 , 1 072 b 1 4 y 25.
9 Ética a Nicrí111aco, x, l t 7H a 2 . 1 2 Ética a Nicómaco, x, 1 1 75 a 4 y 26.
94 LA FILOSOFÍA COM O MOD O DE
VIDA ARISTÓTELES Y SU ESCUELA 95
fico, "1?, que se refiere a las procesio
nes" . En el lenguaje mo­
dern o, teón. co, se opone a "práctic en desear el conocimiento por sí mismo sin perseguir ningún
. o", es decir, lo que es abs­
tracto, especulativo , por oposición a lo que se refiere a otro interés particular y egoísta que sería ajeno al conoci­
� la acción miento. Es una ética del desinterés y de la objetividad.

1
y a l ? concre�o. �dremos pue s, en
esta perspectiva, opo ner
i un discurso filos ofic o puramente
prac t"Icad a Y �I�I. teórico a una vida filosófi ca
' d �- Mas el propio Aristóteles sólo
emp lea la Los DIFERENTES NIVELES DE LA VIDA "rEORÉTICA"
palabra "teoretico y la utili za para
: designar, por una parte,
el modo de c�n ocim � ento cuyo obje
tivo es el saber por el
s �ber y no un fin extenor a él mism ¿Cómo concebir esta vida conforme al espíritu? ¿Es necesa­
_ o, y, por la otra, el estilo de
VI �a que consiste en consagrar su vida a este modo rio, como lo hace I. Düring,15 definirla como una vida de sabio?
de conoci­
�ue�to.. En este último sentido, "teorético" no se opone a "prác­
Si consideramos las actividades de rigor en la escuela de Aris­
t� co ; �Icho de otra manera, "teorétic tóteles, es muy cierto que nos veremos obligados a reconocer
_ o" puede aplicarse a una
fiios ofia practica da, vivid a, activa' que brinda felic que la vida filosófica se presenta con los rasgos de lo que se
. i' dad . Ans-
t o, te1es lo dIce .
exp 1,Icitamente: I J
·
podría llamar una gran empresa científica. En esta perspecti­
va, Aristóteles revela ser un gran organizador de la investi­
�a v_ida práctica n o s e dirige necesariamente hacia el otro, como gación.16 La escuela de Aristóteles se consagra a una inmensa
o pien san algu nos, Y no sólo son "prá ctico s" búsqueda de información en todos los campos. Se reúne todo
�uc ��unt�n � resultados �ue serán producto los pens amie ntos tipo de datos históricos (por ejemplo la lista de los vencedores
r
,..
r a�tlc as . , aun much� mas , las actividades
del actuar, pues son
del espíritu (theoriai) en los juegos píticos), sociológicos (las constituciones de las
.Y as _ es que
reAe xwn tiene n su fin en sf mi'sma s Y son desarro- diferentes ciudades), psicológicos o filosóficos (las opiniones
11 auas
. 1 con miras a ellas mismas . . .

de los antiguos pensadores). Se recogen también incontables
observaciones zoológicas o botánicas. Esta tradición seguirá
E n l a s siguientes líneas, Aris
tóteles d a a entender que el m - siendo honrada, a lo largo de los tiempos, en la escuela aris­
d e l o de esta acci ón contem
plat
. iva es el propio Dio s y e1 um �- totélica. Pero estos materiales no están destinados a satisfa­
vt•rso, . que no eJercen nmg .
. una acción dirigida hacia el exte . o cer una vana curiosidad, pues el investigador aristotélico no
s u J o q u e s e tom an a sí mis
A q l l f a p a rece , de nuevo,
mos como objeto de su acc
que el mod elo de un con ocim ient
: :�� es un simple coleccionista de hechos. 1 7 Éstos no son reunidos
más que para permitir comparaciones y analogías, instaurar
q � u · no hu sc a co o met a o
� más que a sí mis mo es el Intelect una clasificación de los fenómenos, entrever sus causas, en
�I IVI. IH�, ¡•] p�� sam iento que se piensa, o
estrecha colaboración entre la observación y el razonamiento,
que no tiene ni otro ob­
JCII� 1 1 1 ol m 1 m que él mismo, y que no se interesa en otra cosa. en la que, además, dice Aristóteles, hay que confiar más,_en la
J.. n e s t a pers pectiva, la filo sofí a "teo .
.1 1 U. l po rética" es al mism o observación de los hechos que en los razonamientos, y en
l l l l a é: t l Cí.l . Así com o la pra
� .
xis virtuosa consiste en n estos últimos sólo en la medida en que concuerdan con los
el�g ' " ('t � l.l l o f i n más _ que la
.
de h1e1 1 S l l l busc a r nmgún
virtud, l4 en querer ser un hom br
otro interés parti'cular, d e 1 a mism ·
� hechos observados. 18
Es pues indiscutible que, para Aristóteles, la vida del espí-
ma . ne., ra 1 a ¡mrn . a
. . .,· t eo ré tica (es el pro pio
Ari'stóte1 es quien nos
·

InCi ta a <� l rew rno s a u t i l i zar esta


fórmula al parecer paradó 'i- 15 l. Düring, Aristoteles, Heidelberg,
1966, p. 472.
ca) con s t s l e t' l l no e l eg. ir com o �
fin más que el conocimiento,
· · 16 Cf W. Jaeger, Aristotle, Oxford University Press, 1 967 ( 1 " ed., 1934), cap.
XIII, "The Organization of Research"; l. Düring, Aristóteles, pp. 524 y ss.
13 Política , VIl, l, X , 1 1 2 .� h . 1 7 L. Bourgey, Observation et expérience chez Aristote, París, 1955, pp. 69
14 Ética a NiCiilllam, V I , 1 1 44 a l il. y SS.
18 De la generación de los animales, 760 b 30.
--

97
ARISTÓTELES Y SU ESCUELA
LA FILOSOFÍA COMO MODO DE VIDA
no ofrecen un aspe cto
�itu c�nsiste, en gran medida, en observar, en investigar y en A decir verdad, algu nos de estos seres
agra dabl e; sin embargo, la Natu ralez
a que los fabricó con arte
eflexwnar a�erca de estas observaciones. Pero esta actividad procura placeres inde cible s a quienes,
cuando los cont emp lan,
s� ?ace con cierta intención, que podríamos atrevemos a de­
t
fos de raza . Y además, sería
pueden conocer las causas y son filóso
que enco ntrár amo s placer en cont em­
fimr como una pasión casi religiosa por la realidad, en todos poco razonable y absurdo
ue en ellos capt ásem os al
sus aspectos, ya sean modestos o sublimes, porque en todo se plar las imág enes de esos seres , porq
escu ltor o del pinto r que
encuentra un sello de lo divino. Nada es más instructivo a este mism o tiem po el arte, por ejem plo del
aisla damente elaborados por
respecto que las primeras páginas del tratado de Aristóteles los fabricó, pero que, al examinarlos
1, i Las partes de los animales, 1 9 en el que presenta al mismo tiem � la Naturaleza, no experime ntára mos una alegría aún mayor ante

��
pode mos comprender sus
esta cont emp lació n, por lo men os si
po los c pos Y las motivaciones de la investigación. Tras a una repu gnan cia puer il
.

haber dtstmgu do, en las cosas naturales, entre las que, no
caus as. No hay pues que aban dona rse
haci a el estud io de los anim ales men
os nobl es. Pues en todas las
engendradas e mcorruptibles, existen para toda la eternidad , villo so. Hay que reco rdar
� � obra s de la Natu ralez a hay algo mara
Y l s ue están sometidas a la generación y a la destrucción Herá clito ante visitantes extran­
: las pala bras que prof irió, se dice,
Anstoteles opon e los medios que tenemos para conocerlas r, se detu viero n al verlo calen- ·

. jeros, quienes, en el momento de entra


efect o, a entra r sin temor di­
En lo que se refiere a las sustancias eternas , es decir, a los tarse frente a su fogón; los invitó, en
s en la cocin a. Del mism o mod o
astros Y a las esferas celestes, nuestros conocimientos son ciénd oles que tamb ién hay diose

m y escasos a pesar del gran deseo que tenemos de conocerlas ' se debe abordar sin asco el exam en de
cada animal con la convic­
parte de naturaleza y de be-
mientras que en lo que se refiere a las sustancias perecederas ción de que cada uno lleva a cabo su

que est n a nuestro alcance, disponemos de muchos datos : lleza.
Y la razon por la que Aristóteles invita a consagrarse al estudio
� ?
de est s os campos de la realidad es el placer que procura su
En este texto entrevemos las profundas tendencias que ani­
man la vida según el espíritu, el modo de vida teorético. Si
conoctm1ento: 2o
sentimos alegría al conocer tanto los astros como los seres de
la naturaleza sublunar, es porque en ellos encontramos, di­
Los dos estudios tienen cada uno su atract1'vo · En lo que se ref'¡ere
a ¡ os seres eternos, a pesar de que sólo los palpamos poco sin recta o indirectamente, una huella de la realidad que nos
en � hargo, t! ebido a la excelencia de ese conocimiento ' nos br nd a Í ·
atrae de manera irresistible, el principio primero, que mue­
m ; � s <�kgna 4uc la que podríamos obtener de la s cosas que estan a
_ ve todas las cosas, dice Aristóteles/' como el objeto de su amor
n u e s t ro a l ca nce, · 1 de 1as per-
así como la visión fug¡' t1' va y parcia mueve al amante. A eso se debe que los astros y las esferas
son.¡s
. . . .un . ,tt!as
. nos da más alegría que la obse rvacwn precisa de
· ' ·
celestes, que son ellos mismos principios de atracción, nos
1\Hichas ot r•.� s cosas, por grandes que sean. Pero por otro lado, en producen tanto placer cuando los observamos como la visión
lo q t ll' Sl' rd 1 en: a la certeza y la amplitud de los conocim1' en tos, 1a fugitiva e imprecisa de la persona amada. En cuanto al estu­
· • nna
l' l� · l1 l' ¡ as cosas terrestres tiene la ventaja.
dio de la naturaleza, nos proporciona placer en la medida en


que descubrimos en ella un arte divino. El artista no hace
A g u n os , ro n t i nú� Aristóteles, dirán quizás que para estu­ más que imitar el arte de la naturaleza y, en cierto sentido, el
·
- l 1,,
d l.t - n;� t u.r;�leza v1va hay que dedicarse a realidades despre­ arte humano no es más que un caso particular del arte funda­
.
c i a b l e s . A n s t ó l l· l es contesta a este escrúpulo evocando de mental y original perteneciente a la naturaleza. Por eso la be­
nuevo l'l pl;t l'l'l ' de la contemplación: lleza natural es superior a toda belleza artística. Pero, se dirá,
�: Las partes d,• /o.l ll l t i l lttllcs, 644 b 22 y ss. ..
hay cosas repulsivas. Sí, pero, ¿no se vuelven bellas para
Las pal'll'.l dt• lo.' tl t l l t twles, 644b 3 1 . Véase, para este texto la t du c1on
� 5
y Ias notas de .l . - M . l .l' Blond, A rista/e, philosophe de la vi� ' Pa��s ' 94 ' 21 Metafísica, xn, 1 072 b 4.
pp. l 1 6 y SS.
98 LA FILO SOFÍA COMO MODO
DE VIDA ARIST ÓTELES Y SU ESCUELA 99
nos otros cua ndo el arte las imit
a?22 Si nos com placem os al
ver 1� reproducción que hace el arti estrecho lazo entre conocimiento y afectividad se expresa en
�� �
u siva s, e debe a que adm iram
sta de las cosas feas y re­
os el arte con el que las
la fórmula de la Metafísica:26 "Lo supremo deseable y lo su­
Imitó . Sen alem os de pas o que es premo inteligible se confunden". De nuevo, el estilo de vida
precisamente en la épo ca
helenística, que se inicia en tiem teorético revela su dimensión ética. Si el filósofo se complace
pos de Aristóteles cua ndo el
arte griego se vuelve real ista , rep en el conocimiento de los seres es porque finalmente no desea
resentando tem ;s vulgares , sino aquello que lo conduce a lo supremo deseable. Podría­
personajes de clase inferior o todo
tipo de animales .23 Pero, si mos expresar esta idea citando la observación de Kant:27
en esa s obras de arte goz amo s obs
ervando la hab ilid ad del "Interesarse al punto por las bellezas de la naturaleza [ . . . ]
arti sta, ¿po r qué no adm irar en la
� realidad de sus produccio­ siempre es indicio de un alma buena". La razón de ello, dice

ne la habilidad de la naturaleza,
sobre todo porque es del in­ Kant, es que esta alma goza no sólo de la forma del ser na u­
ten or de donde hac e crecer a los
seres vivos, que es en cierto ,,
ral, sino de su existencia, "sin la intervención del atractivo
mod o un arte inm ane nte ? Nos com 1"
placeremos estu dian do sensual o de un fin que él mismo le atribuiría" . El gozo que se
todas las obras de la naturaleza
si buscamos su intención la
' tiene de las bellezas de la naturaleza es, en cierto modo, pa­
_r �
finalidad que persiguió su acción.
� �
Se ún ristóteles, presentimos así radójicamente, un interés desinteresado. En la pers e tiva
� .
sencia diVI a. Es el sentido de la fras
en la naturaleza una pre­ aristotélica, esta indiferencia corresponde al desprendimiento
��
Lo xtranJeros que llegan a visi
e de Heráclito que evoca.
tar al filósofo esperan ser
de sí mismo por medio del cual el individuo se eleva al nivel
del espíritu, del intelecto, que es su verdadero yo, y torna con­
recibidos en la habitación principa
l, en la que se encuentra el ' ,)
ciencia de la atracción que sobre él ejerce el principio supre­
hog ar de la cas a en que arde el
fuego en hon or de Hes tia, mo, supremo deseable y supremo inteligible.
pero Heráclito los invita a acercar
? �
p ue:') t do fu go es divino. Esto
se a la estufa de la cocina 24
significa que lo sagrado ya o �
¿ Podemos, en definitiva, definir la vida "teorética" como
una "vida de sabio"? Considero, por mi parte, que la noción
se h m 1 t a a Ciertos lugare
s, como el altar de Hes tia, sino que
t oda la rea lida d físi ca, la de "sabio" en su sentido moderno es demasiado limitada para
totalidad del universo es sag rad
Los s e r es más mo des tos tien a. abarcar actividades tan diversas como la redacción del catálo­
en su par te de maravilloso, su
part e de divino. go de los vencedores en los juegos píticos y la reflexión acerca
Dec ía m os , a pro pós ito del ser en tanto ser, la observación de los animales y la de­
de Platón, 25 que el con ocim
s i. e m pre se enl aza con el iento mostración de la existencia de un principio primero del mo­
deseo y la afectivi dad . Podemos
volve · a dec irlo con resp vimiento del universo. Es difícil considerar actividad de "sa­
� ecto a Aristóteles . El plac que
expe n m en ta en la contem er se bio" a una actividad del espíritu que, según Aristóteles, es
plación de los seres es el que se sien
a l con t e m pla r al ser amado. te análoga, en ciertos instantes privilegiados, a la actividad
Para el filósofo, todo ser es bell
por que sa be s i t u arlo en la o del principio primero, que es Pensamiento del Pensamiento.
d
leza .Y l'l m o v i m iento gen
perspectiva del plan de la Natura
eral y jerarqu izado de todo el uni
­
­ Ya vimos2 s la manera en que Aristóteles intenta hacer com­
prender lo que puede ser la beatitud del pensamiento divino
z:n ?
vers o h a c i a el prin cipi o que
es lo supremo des eab le. Est e comparándola con lo que experimenta, en raros oment s,
el intelecto humano. En efecto, parece que la beatitud del In­
2 1 Poética , 1 4411 h 1 O.
2·1 J . Onia ns, Arl mu/ 71wuKht telecto humano llega a su punto más elevado cuando, en ciertos
in the Helle nistic Age. The Gree
350-50 IIC, Lon dn�s . 1 'J7'J, p.
29; relación entre la filosofía y
k World View momentos, piensa, con una intuición indivisible, la indivisi-
24 L. Roh n l , " 1 1 <1 ra el arte helenístico.
cl i k a son fourneau ", en L. Ribert Scripta Min ora
pp. 6 1 -73. ' • 26 Meta{fsica, xn, 1 072 a 26 y ss.
25 e¡: supra, pp. 112-ll.t 21 Critica del juicio, § 42.
2s Cf
pp. 92-93.
1 00 LA FILOSOFÍ A COMO MODO DE VIDA ARISTÓTELES Y SU ESCUELA 101

bilidad de la beatitud divina.29 No hay nada más lejano de la Para explicar este fenómeno, e s necesario, primero, ubicar
teoría que lo teorético, es decir, la contemplación. la enseñanza del filósofo en el marco de la escuela de la que
Más que de vida de sabio, habría pues que hablar de "vida es inseparable. Al igual que Sócrates, que Platón, lo que de­
ejercitándose en la sabiduría" , de vida "filo-sófica", en la me­ sea, ante todo, es formar discípulos. Su enseñanza oral y su
dida en que la sabiduría representa para Aristóteles la perfec­ obra escrita se dirigen siempre a un auditorio determinado.
ción de la theoria . Para él, el intelecto humano dista mucho La mayor parte de sus tratados, salvo quizás los de moral y de
de poseer esta perfección; sólo en ciertos momentos se acerca política, que sin duda iban destinados a un público más vas­
a ella. La vida teorética consta de múltiples niveles jerarqui­ to, son eco de lecciones orales que impartió en su escuela.
zados, del más modesto al más elevado, y además el propio Por otra parte, entre estas obras, muchas no constituyen ver­
Aristóteles, como ya lo vimos, al hablar de la felicidad de la daderas unidades, por ejemplo la Metafísica o el tratado Del
theoria, considera que la dicha de quien busca es inferior a cielo , sino que son la reunión artificial de escritos correspon­
la de quien sabe. El elogio que hace Aristóteles de la vida dientes a cursos dictados en momentos muy distintos. Fueron
conforme al espíritu es al mismo tiempo la descripción de un los sucesores de Aristóteles, y sobre todo sus comentadores,32
tipo de vida en efecto practicado por él mismo y por los quienes llevaron a cabo estos agrupamientos e interpretaron
miembros de su escuela, y un programa ideal, un proyecto, su obra, como si fuera la exposición teórica de un sistema de
una invitación a elevarse por grados hacia un estado, la sa­ explicación de toda la realidad.
biduría, que es más divino que humano:30 "Sólo Dios puede Cuando Aristóteles dicta un curso no se trata, como lo
gozar de ese privilegio". señaló con mucha precisión R. Bodéüs33 "de un 'curso' en el
sentido moderno del término, curso al que asistirían alumnos
interesados en tomar nota del pensamiento del maestro, con
LOS LÍMITES DEL DISCURSO FILOSÓFICO
vistas a Dios sabrá qué estudio posterior" . No se trata de "in­
formar'', de trasegar en el cerebro de sus oyentes cierto conte­
Las obras de Aristóteles son fruto de la actividad teorética del nido teórico, sino "de formarlos", y también de llevar a cabo
filósofo y de su escuela. Pero el discurso filosófico aristotélico una indagación común: esto es la vida teorética. Aristóteles
desconcierta al lector moderno, no sólo por su concisión a espera de sus auditores una discusión, una reacción, un juicio,
menudo desesperante, sino sobre todo por la incertidumbre de su una crítica .34 La enseñanza se conserva siempre fundamen­
pensamiento, acerca de los puntos más importantes de su doc­ talmente como un diálogo. Los textos de Aristóteles, tal cua­
trina, por ejemplo la teoría del intelecto. En ellas no encon­ les llegaron a nosotros, son notas de preparación para cursos, a
tramos una exposición exhaustiva y coherente de teorías que las cuales se suman las correcciones y modificaciones del pro­
constituirían las diferentes partes del sistema de Aristóteles.31 pio Aristóteles u originadas por sus discusiones con los demás
1 ' Me taflsica , xn, 1 07 5 a S. "¿Y así como se encuentra e n ciertos momentos
nl iembros de la escuela. y estos cursos están destinados ante
el entendimiento humano, o incluso el de los compuestos (pues no alcanza todo a familiarizar a los discípulos con los métodos de pen­
su bien en esta parte o en esta otra, sino que alcanza su bien supremo, que es
distinto de él, en un todo completo), así se encuentra el pensamiento mismo
.amiento. A los ojos de Platón, el ejercicio del diálogo era más
de sí mismo por toda la eternidad? " Véase también Teofrasto, Metafísica, 9 b I mportante qu e los resultados obtenidos en dicho ejercicio.
1 5 , trad. J. Tricot: "Lo que quizás sea más cierto es que la contemplación de Asi mismo, para Aristóteles, la discusión de los problemas es
este tipo de Realidades se hace por medio de la razón misma, que al punto
las capta y en t ra como en contacto con ellas, lo que explica que no pued;�
u R. Bodéüs, Le Philosophe et la cité, p. 2 6.
haber ningún error con respecto a ellas".
u R. Bodéüs, ibid. , p. 1 62.
J o Metaj(sica, 1, YR2 h 30.
•• R. Bodéüs, p. 1 62, se basa para afirmar esto en el capítulo inicial de la
31 l. Dü ri ng , Arislátdes, pp. 29-30.
ltlil'u u Nicómaco, en el que el oyente parece un juez, 1 094 b 27 y ss.
......

102 LA FILOSOFÍA COMO MODO DE VIDA ARISTÓ TELES Y SU ESCUELA 1 03

finalmente más formadora que su solución. En sus cursos su objeto.J7 Luego se requiere de una lenta asimilación, c�paz
muestra de manera ejemplar por medio de qué procedimien­ de crear en el alma una disposición permanente, un habttus:
to de pensamiento, de qué método, se deben investigar las "Los principiantes de una ciencia ensartan frases, pero no
causas de los fenómenos en todos los campos de la realidad. saben lo que dicen, pues hay que asimilarlo y esto requiere
Le gusta abordar el mismo problema desde diferentes ángu­ tiempo".38
los, partiendo de distintos puntos de arranque. Al igual que para Platón,39 el verdadero saber, a los ojos de
Nadie fue más consciente que Aristóteles de los límites del Aristóteles, sólo nace de una larga frecuentación con los
discurso filosófico, como instrumento del conocimiento.Js Sus conceptos, los métodos, y también con los hechos observados.
límites le llegan en primer lugar de la realidad misma. Todo lo Es necesario experimentar largo tiempo las cosas para cono­
que es sencillo es inexpresable con el lenguaje. La capacidad cerlas, para familiarizarse tanto con las leyes generales de la
discursiva del lenguaje no puede expresar sino lo compuesto, naturaleza como con las necesidades racionales o los procedi­
lo que se puede dividir sucesivamente en partes. Pero el len­ mientos del intelecto. Sin este esfuerzo personal, el oyente no
guaje nada puede decir de los indivisibles, por ejemplo del asimilará los discursos y éstos serán inútiles para él.
punto en el orden de la cantidad; a lo sumo puede hacerlo Esto es aún más cierto en el orden práctico, en el que se tra­
de manera negativa, negando su contrario. Cuando se trata de ta ya no sólo de saber, sino de practicar y de ejercer la virtud.
sustancias simples, como el Intelecto primero, que es el prin­ Los discursos filosóficos no bastan para que uno se vuelva
cipio del movimiento de todas las cosas, el discurso no puede virtuoso.4o Hay dos categorías de oyentes. Los primeros ya
expresar su esencia, sino sólo describir sus efectos o proceder tienen predisposiciones naturales a la virtud, o recibieron una
por comparación con la actividad de nuestro propio intelecto. buena educación. A ellos, los discursos morales pueden series
Sólo en raros momentos le es posible al intelecto humano ele­ útiles: los ayudarán a transformar sus virtudes naturales, o
varse a la intuición no discursiva e instantánea de esta reali­ adquiridas por el hábito, en virtudes conscientes y acom­
dad, en la medida en que puede imitar en cierta manera la pañadas de prudencia.41 En este caso podemos decir, en cierto
indivisibilidad del Intelecto divino.36 sentido, que no se predica más que a conversos. Los segundos
Los límites del discurso proceden también de su incapaci­ son esclavos de sus pasiones, y en este caso el discurso moral
dad para transmitir, por sí solo, a su auditor el saber y con no tendrá ninguna influencia sobre ellos:42 "Quien es propen­
mayor razón la convicción. El discurso no puede influir, en so a obedecer a sus pasiones escuchará en vano y sin prove­
forma independiente, sobre el auditor, si carece de la colabo­ cho, pues además el fin no es el conocimiento sino la acción".
ración de éste. Para este tipo de auditores, se necesitará, pues, algo más que
Ya en el orden teorético, no basta con escuchar un discur­ discursos para formarlos en la virtud: "Es necesario trabajar
so, ni siquiera con repetirlo, para saber, es decir, para acceder mucho tiempo por medio del hábito al alma del oyente de
a la verdad y a la realidad. Primero es necesario, para com­ manera que ejerza bien sus atractivos y sus repulsiones, al igual
prender el discurso, que el auditor ya tenga cierta experiencia que se voltea la tierra que debe alimentar las semillas".
de aquello de lo que habla el discurso, cierta familiaridad con Este trabajo de educación, Aristóteles considera que es la
ciudad la que debe llevarlo a cabo mediante la coacción de
·1 1
R. Bodé iis, ihit!, pp. 1 87 y ss.
. 36 q p. l .H , 1 1 . 1 ; e( P: Aubenque, "La pensée du simple
dans la Métaphy­
37 Ética a Nicómaco, VI, 1 142 a 1 2 y s.; cf R. Bodéüs, ibid., p. 1 90 .
38 Ética a Nicómaco, VI, 1 147 a 2 1 -22.
szque (Z: 1 7 y (-) , 1 0) , en Études sur la Métaphysique d'Aristot
e, ed. P. Auben­ 3Y Carta VII, 341 c.
qu� , Pa•;�s, 1 979, p p . 69-80; Th. de Koninck, "La
noesis et l'indivisible selon 40 Ética a Nicómaco, x, 1 1 79 b 4-5.
Anstote , en La Naissanct' t!e la raison en Grece,
mayo de 1 987, ed. J .-r. Malléi, París, 1 990, pp.
Acles du Congres de Nice, ., Cf M.-Ch. Bataillard (mencionado antes en la p. 9 1 , n. S), pp. 355-356.
2 1 5-228. 42 Cf R. Bodéüs, op. cit. , pp. 1 85 - 1 86.
-

1 04 LA FILO SOFÍA COM O MOD


O DE VIDA

s � s leyes y la coerción. El papel


del hom bre polí tico y del le­
gisl ado r es, por tanto, vela r por
la virtud de sus con ciu­
dad a� os, y así por su felic idad
, organizando por una parte

1
una cmdad en que, en efecto, los
ciudadanos podrán ser educa­
�os de manera que se vuelvan virt VII. LAS ESCUELAS HELENÍSTICAS
uosos, y por la otra al garan­
tizar en el seno de la ciudad Ia pos
ibilidad del tiempo libre que
per mit irá a los filósofos acc ede
r a la vida teorétic a. Por eso
Aristóteles no pien sa en fundar CARACTERÍSTICAS GENERALES
una moral individual sin re­
lación con la ciud ad,4 3 sino que
en la Ética a Nicómaco se di­
rige a los hom bres polí tico s y a El periodo helenístico
los legi sladores par a formar
su juic io, describiéndoles los dife
rentes aspectos de la virtud
y de la felic idad del hom bre , a Tradicionalmente, la palabra "helenístico" designa el periodo
fin de que puedan legi slar de
tal mod o que den a los ciudada de la historia griega que abarca de Alejandro Magno, el Ma­
nos la posibilidad de practicar
la vida virt uos a o, a ciertos priv cedonio, hasta el Imperio romano, por tanto de finales del si­
Como lo dice excelentemente R.
ileg iado s, la vida filo sófi ca.
Bod éüs ,44 la finalida d de las

glo IV a.C. a finales del siglo r a.C. Graci �s a a extra�rdin�ria
Éticas y de la Polftica apu expedición de Alejandro, quien extendera la mfluencia gnega
nta a "un objetivo más allá del sabe
no sólo se trata de "exponer en r"; desde Egipto hasta Samarcanda y Tashkent y también hasta el
un discurso la verdad acerca
de un cierto núm ero de cuestiones Indo, se inaugura una nueva época de la historia unive�sal.
particulares", sino además,
al mis mo tiem po, de con trib uir Podemos decir que Grecia empieza entonces a descubnr la
a la perfección del dev enir
hum ano . inmensidad del mundo. Es el principio de intensos intercam­
Aris tóte les, al igual que Pla tón bios comerciales, no sólo con Asia central, sino también con
, cifra en los pol ític os su
esperanza de transformar la ciud China y África, pero asimismo con la Europa occidental. Las
ad y los hom bres . Pero Platón
con side ,·aba que los propios filó tradiciones, las religiones, las ideas, las culturas se mezclan,
sofos debían ser los políticos
que l leva ran a cab o esta obr y este encuentro dejaría un sello indeleble en la �ultura de
a. Les proponía pues una elección
de vida y una form ación O ccidente. Al morir Alejandro, sus generales se disputan su
que harían de ellos al mismo
con t c m plat .vos y hombres de acc tiempo inmenso imperio. Estas luchas acaban en la formación de tres
ión, saber y virtud implicán­
dos l' m u t u a m ent e. Para grandes reinos, reunidos en torno a tres capitales: Pella en
Aris tóte les, en cam bio , la acti .
d l'l fi lóso fo en la ciud ad vida d Macedonia, que ejercía su autoridad sobre Macedoma y Gre­
debe lim itarse a formar el juic
io de cia; Alejandría en Egipto, y Antioquía en Siri � , en dond � la
los pol ít icos : por su parte,
estos últimos habrán de ac.tua
son a l m e n t l', por medio de r per­ dinastía de los Seléucidas reina no sólo en el Asia Menor, smo
su legislación, para velar por la
t u d m ora l dl� los ciudada vir­ también en Babilonia. A ello hay que agregar el reino de Pér­
nos . El filósofo, por su parte, eleg ·gamo y el reino griego de Bactriana, que se e tiende has�a el
11 1 a v 1. d a con sag rad a a la irá
� investigación desinteresada, al _x
d iO Y a la c o n t e m p lac i ón estu ­ Indo. Se h a convenido en considerar como fmal del penodo
y, es nec esa rio reconocerlo, ind
,

p e n d i l' n l l' d l' los a je t reos e­ helenístico el suicidio de Cleopatra, reina de Egipto, en el año
de la vida pol ític a. La filo sof
p u �s, pa ra A rist úld es, com ía es 30 a.C., tras la victoria en Accio del futuro emperador Au­
o para Platón, al mismo tiempo
esti lo de v 1. d a y 1 1 1 1 11 1 odo un gusto. Desde fines del siglo m a.C., los romanos habían entrado
de discurso.
en contacto con el mundo griego y descubierto poco a poco la
filosofía. En nuestra exposición a veces habremos de hacer
43 e¡: R. Bouéi is. "fl. , ·lt . . p. 22'i;
l. Diiring, Aristótele s, p. 435. referencia a filósofos que vivieron durante el Imperio romano,
44 R. Bodéiis, OJI. cit.
después del año 30 a . C., porque nos permiten conocer don 1 -

J OS

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