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OBRERO Y LA ENCRUCIJADA DE LA IV
INTERNACIONAL
Osvaldo Coggiola
16 de Julio de 2019
https://www.facebook.com/osvaldo.coggiola.9/posts/10162001057190397
¿Se puede saber de dónde sacaron eso? ¿En qué lugar Trotsky recomienda “guante
blanco”, por cualquier motivo que fuese, contra el Caín-Stalin (“¡Abajo la camarilla
del Caín-Stalin!” dice el Programa de Transición, sin agregar nada de tipo “pero
cuidado con fulano o beltrano”, o “tomando la precaución de no hacerle el juego al
imperialismo”)? En su última obra (“En Defensa del Marxismo”, que da su nombre
a la revista del PO) Trotsky cagó a puteadas a los que le recomendaban
“precaución”, que no testimoniase contra Stalin en un tribunal (la “Comisión
Dewey”) compuesto, en buena parte, por norte-americanos, y con sede en los EEUU.
Liborio Justo llegó a acusarlo de ponerse al servicio del imperialismo yanqui, en el
título de un libro suyo, con base en ese y otros hechos (llegó a putear al SWP,
partido trotskista, por solicitar autorización para que los restos de Trotsky fuesen
velados en Nueva York, o sea, que Trotsky sería un agente imperialista post-mortem,
cosa que ni James Bond hubiera conseguido). La suprema estupidez arriba citada
(suprema porque escrita sabiendo lo que Trotsky no supo cabalmente, que la “prisión
de los pueblos” estalinista se irguió sobre decenas de millones de muertos) está en un
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párrafo dedicado, significativamente, al “aparato” del partido (o de los partidos), que
tendrían que ser tratados con “precaución”: “Un aparato (y su ideología) no se crean
de la noche a la mañana, no surgen por la decisión de un grupo, requieren de
condiciones especiales, políticas y materiales. En la supuesta advertencia sobre la
aparición de una ideología de aparato, Altamira no ofrece una caracterización, un
desarrollo, que permitan a la militancia del partido juzgar los alcances de tamaña
afirmación”.
Bueno, en ese caso Trotsky y “los 46” dirigentes bolcheviques (no fue sólo Trotsky,
nunca está demás insistir) no tendrían que haber lanzado públicamente (muy
públicamente) la Oposición (Fracción) de Izquierda, porque tampoco hicieron nada
parecido. Se contrapusieron a una política (conciliación con los kulaki y los nepmen,
la “pequeña y media empresa”, ausencia de un plan de industrialización para
desarrollar las fuerzas productivas y reforzar la base obrera del régimen social y
político) y a los métodos con que se la impulsaba (burocratismo, privilegios de
aparato y ausencia de democracia obrera) propusieron un programa y se lanzaron a
la lucha, sin prejuzgar ni anticipar sus resultados. Las caracterizaciones que
permitieron (nunca definitivamente) “juzgar los alcances de tamañas afirmaciones”
fueron surgiendo en el transcurso de la lucha, que nunca es ciega: la Oposición de
Izquierda es de 1923, “La Revolución Traicionada”, de 1936. En el medio de esas
fechas, Trotsky no se quedó de brazos cruzados (por eso Stalin lo mató, si no lo
hubiera ignorado, como a un intelectual políticamente frustrado).
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larga polémica explícita con la “herencia porista”, en nombre de la autogestión y del
indigenismo. El POR (en 1946) ignoró cualquier supuesta contradicción entre
agitación revolucionaria e intervención electoral.
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entonces qué importancia tiene analizar el estado de situación del movimiento obrero
y su vanguardia (cuya ausencia es) fatalismo y mecanicismo en su concepción más
pura”. Personalismo, fatalismo, mecanicismo, los pecados no terminan: el uso de los
verbos en tiempo pasado pretende extender un certificado de defunción (a la
fracción).
Muy bien, empecemos entonces por recordar los inicios del Manifiesto Comunista:
“Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de
luchas de clases… La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la
sociedad feudal no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho ha sido
crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha,
que han venido a sustituir a las antiguas. Nuestra época, la época de la burguesía, se
caracteriza por haber simplificado estos antagonismos de clase. Hoy, toda la sociedad
tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos enemigos, en
dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado”.
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de los países atrasados puede llegar antes (debido al carácter más agudo de sus
contradicciones materiales) al poder, en relación al de los países avanzados, pero
llegará después al comunismo, en un proceso de alcance mundial, que la revolución
proletaria vinculará cada vez más entre sus partes: “Es que considera usted que
Rusia está bastante madura para una revolución socialista? [...]. Y yo les contestaba
invariablemente: — No, pero sí lo está la economía mundial en su conjunto y, sobre
todo, la europea. ¿La dictadura del proletariado en Rusia nos va a llevar o no al
socialismo? ¿A qué ritmos y con qué etapas? Todo esto depende del futuro de la
economía europea y mundial” (Trotsky).
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sensible, a partir de la asimilación de experiencias y su descripción por medio del
lenguaje, estableciendo intelectualmente tendencias y leyes objetivas (independientes
de la consciencia). Una teoría es un sistema lógico que se establece a partir de
observaciones, axiomas y postulados, y persigue el propósito de afirmar bajo qué
condiciones se llevarán a cabo ciertos supuestos.
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proponía una transformación capitalista y concluyó como una variante del
liberalismo burgués.
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actividades. Pero nuestro Estatuto no habilita tal ‘fracción pública’ por una cuestión
estratégica y no disciplinaria, que tiene que ver con la defensa de la unidad de acción
de Partido. Un principio innegociable, que proyecta al interior de la organización la
defensa del frente único de clase. Por otro lado, la diferencia entre una fracción y
una organización separada es el reconocimiento obligatorio para la fracción del
congreso y el Comité Nacional que el congreso elige, algo que el grupo de Altamira se
ha negado a hacer”.
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con mayúscula, como Dios), ni por “violar el centralismo democrático” (una
acusación que nadie hubiera entendido, ni siquiera los bolcheviques), sino por
“carneros” (esa la entendió todo el mundo). El CC bolchevique no acogió la
propuesta de Lenin, por consideraciones de naturaleza política, no estatutaria.
La historia del movimiento obrero moderno (sin la cual la cuestión del partido ni
siquiera se plantearía) es la de la lucha por sus reivindicaciones básicas y su
agrupamiento social y político independiente, contra la burguesía y en pro de la
conquista del poder político. Esa lucha se procesó a través del enfrentamiento entre
fracciones, desde sus inicios. Fue la lucha entre Enragés, Égaux y Amis du Peuple, en
la Revolución Francesa. La lucha entre alas en la London Corresponding Society, a
finales del siglo XVIII, en medio y después de las primeras grandes huelgas obreras,
que se prolongaron en la lucha entre partidarios de la fuerza o del ejemplo moral en
el movimiento “cartista”. La lucha entre blanquistas, comunistas y las diversas
variantes del socialismo utópico o filantrópico-cristiano (que estaba presente en la
Liga de los Comunistas, a través de Wilhelm Weitling) en las revoluciones de 1848,
de la que da cuenta el capítulo final del Manifiesto Comunista (que critica sin
concesiones diversas variantes del socialismo), un documento que testimonia la
avanzada lucha de fracciones que ya existía en el movimiento obrero y revolucionario.
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La lucha más que pública entre marxistas y bakuninistas en la Asociación
Internacional de los Trabajadores (I Internacional).
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Permítaseme plantear otro elemento, que a nuestro juicio estuvo y está en el
centro de la crisis del trabajo latinoamericano, pero con proyecciones mayores. La
organización brasileña (no es preciso subrayar la importancia del Brasil,
objetivamente y por su papel – vía gobiernos del PT – en la evolución y el
“imaginario” de la izquierda mundial) se retiró de la CRCI inmediatamente después
de su fundación, con pretextos formales que no soportaban cualquier análisis
(pretendía ser “sección simpatizante”, esto, es, conservar el sello e impedir cualquier
trabajo de la CRCI en el país, sin contribuir política, organizativa o financieramente
con ella). Esa retirada coincidió con el incremento cualitativo de sus financiamientos
estatales, que ya eran importantes, administrados por una fundación privada
bautizada con el apellido de su capo indiscutido (¿alguien dijo algo sobre
personalismo?), no dejando dudas acerca de quién manda y administra la guita.
“Causa Operária” (PCO) inició una trayectoria política aberrante, transformándose
en un satélite político cada vez más acentuado de los gobiernos petistas (llegando a
defender sus ajustes antiobreros) y del chavismo, y multiplicando las provocaciones
contra el PO (que ni vale la pena mencionar o relatar).
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dirección, el PO habría conocido un largo desarrollo autoritario (“personalista”) /
sectario, que encontró sus límites en la conquista de posiciones en el movimiento
sindical y social y también en el parlamento, que Stefanoni detalla con bastante
cuidado, lo que lo puso frente a obligaciones de gestión (parlamentarias y de planes
sociales). Le llegó, así, la transición hacia la “edad de la razón”, que no sería otra que
la razón “realista” del propio Stefanoni, transformada en razón mayoritaria en el
propio PO. Vale, en fin, por las informaciones para los poco informados.
Las organizaciones de la CRCI (EEK, DIP, PT), así como grupos en otros países
(como la LPS, Luta Pelo Socialismo, del Brasil), se pronunciaron rápidamente en la
actual crisis, buscando naturalmente evitar la escisión del PO y ofreciendo su
disponibilidad para actuar como instancia conciliadora. Está planteado ir más
adelante: la crisis en el PO debe abrir un debate internacional y replantear las
condiciones de la lucha por la refundación o reconstrucción de la IV Internacional.
Frente al conjunto de las organizaciones nacionales o corrientes internacionales que se
reclaman del marxismo, la CRCI conquistó un lugar objetivo: definió un programa,
aprobó diversos documentos acerca de la lucha de clases mundial, definiendo las
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tareas de la vanguardia revolucionaria, intervino en procesos decisivos de lucha
(experimentando inclusive, como registramos arriba, retrocesos), evitó el sectarismo
autoproclamado tanto como la disolución del marxismo y de la posición clasista en
posiciones y políticas democratizantes y/o identitarias, que conducen hacia la
integración al Estado, pues éste las absorbió, frecuentemente en el marco de políticas
superexplotadoras y represivas. Formuló las condiciones para integrar la lucha contra
la opresión étnica, sexual o generacional al combate de todos los explotados contra el
imperialismo y el gran capital. Y nunca declaró que, realizando todo eso, había
resuelto, siquiera en parte, los problemas de la estructuración política de la
vanguardia obrera y combativa, sino apenas abierto un camino a ser recorrido en el
marco de “la democracia revolucionaria de la vanguardia proletaria”.
Para la CRCI, sus secciones y simpatizantes, así como para toda la izquierda
clasista que comprende el alcance de esta crisis y de lo que está en juego en
Argentina, está planteada la defensa del derecho de la oposición del PO a constituirse
en fracción pública, la organización de un debate internacional, y profundizar las
iniciativas y los medios de reagrupamiento de la vanguardia revolucionaria en todos
los continentes.
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