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El discipulado en los escritos lucanos

Si preguntamos a una persona de este tiempo «por qué es cristiana»,


podría responder «porque me considero discípulo de Jesús de Nazaret y
seguidor tradición iniciada». El discipulado durante siglos ha sido un modo
de caracterizar el compromiso cristiano, pero puede tener diverso
significado según las personas. Por eso constantemente deben revisarlo a
la luz de las fuentes bíblicas. Los cristianos del siglo XXI no son los
contemporáneos de Jesús de Nazaret. Lo que sabemos de Jesús nos ha
llegado a través de los escritos neotesta-mentarios especialmente los
evangelios. Durante 20 siglos hemos dependido de los testimonios de los
que fueron sus discípulos y propagaron su enseñanza. Además, la fidelidad
a Jesús por parte de los discípulos del siglo XXI debe ser fiel a los retratos
dejados por él en los 4 evangelios y la interpretación de él y su influencia
en otros escritos del NT. Es verdad que los diversos retratos de Jesús
fueron inspirados por el Espíritu Santo, pero fueron formulados pasado más
de una generación después de separarse del primer grupo de sus
discípulos.

El Jesús de los 4 evangelios es diferente. Asimismo, la manera de concebir


el discipulado varía de uno a otro: por eso la propuesta es aproximarnos al
modo como Lucas trazó la fisonomía del discípulo en su evangelio y en los
Hechos. La manera como Lucas trata este argumento es único, porque sólo
él entre los escritores del NT nos ha dejado no sólo un informe del
ministerio de Jesús, sino también un segundo volumen en donde habla de
lo que siguió al ministerio terreno de Jesús. Por eso Lucas habla del
discipulado de modo más desarrollado que los demás evangelistas. Para
ello, me basaré en Josef Fitzmyer, que trata 3 argumentos: 1) Discipulado,
¿fenómeno cristiano?; 2) La imagen lucana de los discípulos históricos de
Jesús; 3) Exigencias lucanas para el compromiso cristiano.

1. ¿El discipulado es un fenómeno cristiano?


Según el lenguaje común, discípulo es el que aprende de un maestro.
Discipulus deriva de discere (=aprender). En sentido secular el término era
muy común en las culturas antiguas, en el ambiente en que se compuso la
Biblia, pero en sentido religioso ‘discípulo’ parece haber tenido un
desarrollo exclusivamente cristiano.
En cada evangelio los seguidores de Jesús son llamados ‘discípulos’
[maqhtai.] el término aparece 73 x en Mateo, 46x en Marcos, 37 en Lucas,
78x en Juan y 28 en Hch. El verbo maqhteuw (=ser o volverse discípulo),
aparece 3x en Mt y una vez en Hch, pero no aparece en ningún otro escrito
del NT. El término maqhtai. es usado además en Hch como una de las
designaciones comunes de los miembros de la comunidad cristiana surgida
después de la resurrección de Jesús. Es usado en los Hechos para los
cristianos que vivían en Jerusalén, en Damasco o Antioquía. Lc es el único
escritor del NT que usa la forma femenina matéthria refiriéndose a Tabita
de Jope, a quien Pedro resucita (Act 9,36). Fuera de los evangelios y los
Hechos el término maqhtai. no aparece nunca en el NT.

Otro dato mucho más sorprendente es que la palabra maqhtej en la LXX


sólo aparece 3 veces: (Jr 13,21; 20,11; 46,9). Y en cada caso aparece una
lectura variante en manuscritos importantes. En otras palabras, su
presencia en la versión de los LXX es muy incierta.
Obviamente había seguidores de los profetas en el AT. Pensemos en los
«hijos de los profetas» (1Re 20,35; 2Re 2,3.5.7.15; 4,1.38; 5,22; 6,1; 9,1);
pero se trata de cofradías de profetas. Pensamos en Eliseo, que estaba
2

dispuesto a seguir a Elías (1Re 10,20), o en Baruc, que fue secretario de


Jeremías. Sin embargo, la relación de estos seguidores con sus jefes nunca
es expresada en términos de «discipulado»; se consideraban, más que
todo, siervos de los profetas. También el sentido religioso de ‘seguir’ o de
‘discipulado’ está prácticamente ausente en el AT. El verbo akoluqein
‘seguir’ aparece en los LXX 13x en total, en sentido totalmente neutro, de
seguir físicamente (Nm 23,20; Rt 1,14; 1Re 16,22; Jdt 12,2; Os 2,5; Is 45,
14; Sir 2), o en sentido de acompañar, como los acólitos (1Sam 25,42; Jdt
15,13) o finalmente en el sentido de obedecer a una persona o a una ley
(Jdt 2,3; 5,7; 2Mac 8,36, pero esto sólo en escritos deuterocanónicos
tardíos). Por eso, se debe decir que el sentido religioso de ‘seguir’ o de
‘discipulado’ está prácticamente fuera del AT. 1

En la sucesiva literatura rabínica (después del 200 d.C.) se encuentra el


término talmîd, ‘discípulo’ usado para designar un seguidor de un rabino.
Este término aparece una sola vez en el AT, en un pasaje que narra que
David organiza a los músicos para el culto del templo (1Cro 25,6s). El
griego de la LXX traduce la expresión con téleion kài manthánonton,
‘profesionales y aprendices’. Se trata de un empleo secular, no tiene nada
que ver con la fidelidad a un maestro religioso. El término
veterotestamentario más cercano a ‘discípulos’ es limmûd, pero presenta
problemas y no es tan segura la traducción ‘discípulos’.

Los evangelistas hablan de los ‘discípulos de los fariseos’ (Mc 2,18; Mt


22,16; Lc 5,33) y también de discípulos de Juan Bautista (Mc 2,18; 6,29; Mt
9,14; 11,2; 14,12). Eso podría hacer pensar que al menos los fariseos
contaban con seguidores que se adherían a sus enseñanzas
fundamentales. Pero la primera referencia a esos discípulos se encuentra
en Mc 2,18, un escrito cristiano. No hay modo de saber si esa expresión no
era otra cosa que un modo típico en que los cristianos se referían a los
discípulos del fariseísmo. Lo mismo se tendría que decir para los
«discípulos de Juan el Bautista» (Mc 2,18; 6,29; Mt 9,14; 11,2; 14,12).

Si se considera el abundante uso de maqhtej en los evangelios y en los


Hechos en confrontación con la documentación judío-palestina, se
comienza a entender que el discipulado en sentido religioso es
probablemente un fenómeno típicamente cristiano. ¿Pero cómo
surgió?, ¿bajo qué influencia?

A partir del siglo V a.C. en adelante hay referencias a discípulos de los


famosos maestros griegos, de los sofistas, estoicos, de Pitágoras, de
Epicuro, etc. En estas escuelas filosóficas griegas, la relación maestro-
discípulo se desarrolló no sólo en el sentido de imitación del maestro, sino
también en el sentido de veneración de él, al parecer con acentos cuasi-
religiosos. Además, la relación maestro-discípulo existía también en
algunas religiones mistéricas del mundo grecorromano. En esos
movimientos el iniciado necesitaba del maestro que lo introdujera en los
misterios del dios y en los cultos, de modo que llegara a ser un miembro
de la sociedad congregada en torno a ese mismo dios. Estrictamente
conectado a esta relación en el mundo helenístico estaba el principio de la
tradición, que miraba a la continuación y difusión de la enseñanza del
maestro.
1
En el AT existe la expresión hebrea hälak ´aHarë, (andar detrás de, caminar en pos de),
que suena parecido al sentido neotestamentario de ‘seguir’. Pero hay que decir que,
aunque expresa adhesión: ‘seguir a Dios/al Señor’ (Dt 1,36; 1Re 14,28; 2Re 23,3), no
obstante tiene otras connotaciones. Esta expresión indica idolatría, cuando el objeto del
seguimiento son otros dioses.
3

Al parecer la influencia helenística se hace sentir en el modo como los


evangelistas pintan la relación de Jesús con sus discípulos. Esa relación se
encuentra claramente en los evangelios y en los Hechos. Obras que fueron
compuestas fuera de Palestina. Este influjo se nota también más tarde
entre los rabbi y el talmîd, en la tradición rabínica posterior; pero es
totalmente posible que la relación se haya desarrollado bajo la misma
influencia helenística.

Por tanto, si por una parte es posible remitir, como trasfondo palestinense
y judaico para el vínculo que unía a Jesús con sus discípulos, a la relación
entre Elías y Eliseo en 1Re 19,20, o entre un profeta y sus seguidores, sin
embargo en lo referente a ese vinculo expresado en términos de
‘discipulado’, es mejor mirar al mundo helenístico contemporáneo a Jesús.
Por esa razón, es posible que el sentido religioso específico del discipulado,
que se encuentra expresado en los evangelios y en los Hechos, se deba a
un fenómeno típicamente cristiano de la relación entre Jesús y sus
discípulos.

2. Cómo presenta Lucas a los primeros discípulos de Jesús


Lucas depende en muchos aspectos de Marcos cuando presenta a Jesús
congregando a los discípulos en torno a sí. Como en Marcos, el Jesús
lucano está continuamente rodeado de sus discípulos, que él llamó para
que estuvieran con él y para enviarlos a predicar el evangelio (Lc 6,13; 9,1-
6). Ellos son testigos de sus obras admirables y poderosas (Lc 4,31-44).
Como en Marcos, a los discípulos se les concede el privilegio de recibir
instrucciones exclusivas (Lc 8,9-10). Pero más específicamente, Lucas
utiliza su amplio relato de itinerario (9,51–19,27) como período en que
Jesús instruye a sus discípulos desde Galilea, quienes con el tiempo
llegarán a ser los «testigos escogidos por Dios» (Hch 10,41), que «dan
testimonio de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén»
(10,39), empezando por Galilea (10,37). Estos discípulos no comprenden
los terribles anuncios de lo que le espera a Jesús en Jerusalén mientras van
de camino (Lc 9,45), pero los tolera y no obstante les encarga administrar
su bondad –como en el evangelio de Marcos– a las multitudes, en la
multiplicación de los panes (Lc 9,16).

Hay diferencias en el tratamiento de los discípulos históricos de Jesús por


parte de Mateo y por parte de Lucas. Las diferencias más notables son
seis:
 El Jesús lucano envía a predicar y a sanar no sólo a los 12 (9,1-6),
como en Mc 6,6b-13, sino también a otros 70(72) (10,1-16), y al
final del encargo les declara solemnemente a estos 72: «El que a
vosotros escucha, a mí me escucha, y el que a vosotros rechaza, a
mí me rechaza; y el que a mí me rechaza, rechaza al que me envió.»
(10,16). Esta afirmación expresa claramente la intimidad de la
relación entre los discípulos y Jesús, de la cual Lucas es consciente.
 Lucas no sigue a Marcos, cuando relata abruptamente después del
bautismo y las tentaciones la llamada de Jesús a sus discípulos sin
dar ninguna explicación de por qué lo siguieron (cf. Mc 1,16-20).
Lucas en cambio con el refinamiento de un narrador de novelas,
cuenta ante todo algunos aspectos del ministerio de Jesús después
de su bautismo, su genealogía y las tentaciones del demonio. En el
cap. 4 Lucas presenta a Jesús que enseña, predica en la sinagoga de
Nazaret y cura a un endemoniado y a la suegra de Simón (4,1-44). El
último versículo dice como epílogo: «Y predicaba en las sinagogas de
4

Judea.» Después de este período de ministerio, Lucas presenta la


llamada de Simón, Santiago y Juan (5,1-11). Lucas transpuso Mc
1,16-20 a un momento más avanzado del ministerio de Jesús y lo
fundió con la tradición que está en el evangelio de Juan, la de la
pesca milagrosa (21,1-11). El motivo se ve claramente: Lucas quiere
ofrecer un trasfondo psicológico y alguna explicación del
comportamiento de estos pescadores que abandonan el oficio y la
casa para seguir a Jesús, que enseña y sana. Anticipando un poco el
ministerio de Jesús, Lucas prepara hábilmente al lector para la
llamada de los primeros discípulos. Lc 5,11 concluye: «Y después de
traer las barcas a tierra, dejándolo todo, le siguieron.» El
seguimiento está arraigado en la iniciativa e invitación de Jesús que
sutilmente está implicado en Lc 5,10b: «de ahora en adelante seréis
pescadores de hombres», contrastando con el llamado explícito en
Mc 1,17: «Seguidme, y yo haré que seáis pescadores de hombres».
Aunque la vocación está expresada como seguimiento, como en el
relato de Elías y Eliseo, aún no se expresa en términos de
discipulado.
 El Jesús lucano llama a un nuevo discípulo en 5,27-28. se trata de
Leví: le dice “sígueme” y él se levante y lo sigue. También en este
caso la llamada está expresada en términos de seguimiento. Pero de
pronto en el un banquete que Leví ofrece en honor de Jesús, se usa
por primera vez el término maqhtai para indicar a los
discípulos (5,30). Aquí se empieza a ver la influencia de la
terminología griega en la exposición lucana, porque cuando Lc
escribe su evangelio y Hechos (80-85 d.C.) esta palabra ya se ha
vuelto corriente para designar al cristiano seguidor de Jesús.
 En el cap. 6, de gran importancia para la imagen del discípulo en Lc,
Jesús escoge a los doce. Como es típico de Lucas, él presenta a Jesús
en oración, durante la noche antes de llamar a los discípulos, y el
relato prosigue: «escogió a doce de ellos y los llamó apóstoles»
(6,13). Sólo Lucas tiene esta expresión «y los llamó apóstoles». En el
NT en general ‘apóstol’ es un título atribuido no sólo a los 12, sino a
otros ‘enviados’ a cumplir una misión 2. En cambio Lucas identifica
aquí a los 12 con los apóstoles y viceversa. Esta identificación
se repite al inicio de los Hechos, cuando Pedro se levanta para
controlar el procedimiento de la elección del reemplazo de Judas el
día de Pentecostés. Pero a pesar de la preocupación de Lucas de
identificar a los 12 con los apóstoles, él no insiste después en este
dato. Después de haberse presentado a los hebreos reunidos en
Jerusalén el día de Pentecostés y de haber adoptado las medidas
adecuadas para reestructurar la comunidad de Jerusalén imponiendo
las manos a los 7 elegidos para servir las mesas (Hch 6,2-6) los 12
desaparecen de la escena. El sorteo usado para reemplazar a Judas
no es usado de nuevo a la muerte de Santiago, muerto a espada por
Herodes Agripa (Hch 12,2). Nuevamente serán nombrados en el
llamado Concilio de Jerusalén (Hch 15) y sus decisiones son
aprobadas (Hch 16,1), pero luego desaparecen de la narración
lucana.
 Aunque todos los evangelistas narran la triple negación de Pedro,
sólo Lucas habla de Jesús, que en la última cena, ora por Pedro:
«Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos
como a trigo; pero yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú,
2
(p.ej., se da este título a Bernabé y a Saulo, Hch 14,4.14; a Matías implícitamente en Hch
1,26; quizás a Junia y Andrónico en Rom 16,7 según la interpretación del v.7b, etc.)
5

una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos.» (Lc 22,31-
32). Así atenúa Lucas un poco el escándalo de la negación de Pedro.
Él no puede desconocerlo; así Lucas hace de Pedro un discípulo a
favor de quien Jesús piensa interceder de modo especial ante el
Padre. Él confía a Pedro específicamente el papel de fortalecer a los
otros discípulos.
 Lucas se aparta de la tradición de Marcos que narra el abandono de
los discípulos a Jesús cuando fue arrestado en el monte de los olivos.
Marcos dice: «todos lo abandonaron y huyeron» (14,50). Por eso,
para reforzar en el lector el sentido de este abandono total, añade la
escena del joven que ‘seguía’ a Jesús vestido sólo con una sábana y
que capturado soltó la sábana y huyó desnudo (Mc 14,51-52). Este
gesto expresa simbólicamente el abandono total de Jesús por parte
de los que se consideraban sus seguidores. Lucas en cambio no dice
nada de eso. Lucas llega a incluir a los mismos discípulos junto a las
‘mujeres de Galilea’, en el grupo que asiste a la crucifixión de Jesús:
«Pero todos los que lo conocían a él (pa,ntej oi` gnwstoi. auvtw/|) y
las mujeres que le habían acompañado desde Galilea, estaban a
cierta distancia viendo estas cosas.» (Lc 23,49). En estos detalles del
relato lucano es posible descubrir la generación tardía de los
discípulos cristianos interesados en reinterpretar el gran escándalo
de la defección de los primeros discípulos en el momento de su
arresto. Lucas trata de endulzar esta píldora tan amarga que Marcos
menciona descarnadamente.

Encones, son estos seis detalles los que diferencian el retrato del discípulo
de Lucas del retrato de Marcos. Hay otra escena en el inicio de Hechos: al
final del evangelio, el resucitado ordena «a los 11 y a los que estaban con
ellos» (24,33) que sean «testigos de todas estas cosas» (24,48). Además
les dice que esperen en Jerusalén la «promesa de mi Padre» (24,49), que
en Hch 1,4-5 es explicada como efusión del Espíritu Santo sobre ellos.
Luego, siempre en los Hechos, se nos informa que los 11 estaban reunidos
en una habitación superior, en espera y dedicados a la oración, con un solo
corazón y una sola alma «junto con las mujeres y con María la Madre de
Jesús, y con los hermanos de él» (1,14). Este es el cuadro de la primera
comunidad creyente, que Lucas nos dice que estaba compuesta por 120
personas (Hch 1,15). Para Lucas este es el núcleo originario de la
comunidad cristiana. Pasará todavía un poco de tiempo antes de que se
nos diga que «en Antioquia los discípulos por primera vez fueron llamados
cristianos» (Hch 11,26).

Hasta aquí lo referente al cuadro lucano de los primeros discípulos de


Jesús. Jesús ha terminado su misión terrena y ahora la comunidad cristiana
inicia su existencia bajo la guía del Espíritu, predicando y desarrollando
una actividad misionera. Esto nos lleva a nuestro tercer argumento.

3. Las exigencias del compromiso cristiano según Lucas


Los escritos de Lucas no se deben leer solamente desde el punto de vista
de lo que nos pueden decir sobre el Jesús histórico y sus discípulos, sino
también con la conciencia de que Lucas ha coloreado su cuadro de los
discípulos con trazos didácticos. En Lc 1,4, Lc afirma su objetivo de escribir
una obra en 2 volúmenes para que Teófilo, y otros como él, puedan darse
cuenta de la «solidez de las enseñanzas recibidas». Lucas habla de
precisamente de aspháleia, (seguridad, garantía), palabra puesta en
posición enfática al final del largo período inicial que constituye el prólogo,
para dar expresión clara a un aspecto preciso de la enseñanza de la
6

comunidad cristiana en los días de Lucas. Reconectando los argumentos


que piensa tratar en sus comienzos, Lucas subraya la solidez de la
instrucción catequética impartida por la y en la primera comunidad
cristiana. Lucas muestra que lo que la comunidad de discípulos enseñaba
estaba arraigado en las enseñanzas de Jesús. Ahora bien, sus primeros
discípulos eran considerados maestros, y Jesús como maestro era el objeto
de la predicación de los discípulos. En consecuencia, debemos tratar de
sacar del relato lucano los detalles que expresan la naturaleza de la
relación de los discípulos o seguidores de Jesús, ya que esos detalles
caracterizan las exigencias que se imponen a los cristianos
contemporáneos de Lucas y a los cristianos de todas las generaciones.
Preguntarse por las exigencias a las que debe responder todo cristiano
según Lucas, no es sino otro modo de interrogarse sobre el modo como
Lucas ve que todos los seguidores de Jesús reaccionan ante su mensaje
evangélico; se trata de aquellos cristianos a quienes los primeros
discípulos y sus sucesores les han llevado la palabra de Dios, que se
volvieron testigos de Cristo resucitado. Según Lucas, ¿cómo se debe
reaccionar ante el desafío y la provocación de la palabra de Cristo?

Antes de responder a esa pregunta, hay que hacer algunas observaciones


introductorias sobre un problema general presente en las páginas lucanas,
que tiene que ver con la cuestión del compromiso cristiano. Se refiere a la
escatología lucana. Se dice con frecuencia que Lucas ha trasladado el
acento, en el mensaje de Jesús, del esjaton al semeron, del final al hoy. Ya
que el interés de los cristianos no estaba ya concentrado en la parusía
inminente, Lucas prestó más atención que los otros evangelistas a la
reacción cotidiana de la gente a la predicación de los discípulos escogidos
y enviados como testigos a proclamar en nombre de Jesús el perdón de los
pecados. Lucas no ha eliminado de su historia toda atención a la
parusía (cf. Hch 1,11), sino que la ha puesto en segundo plano. Su
esbozo de la primera comunidad en Hechos presenta, en términos un tanto
idílicos la difusión de la palabra en Jerusalén hasta los confines de la tierra.
Esta perspectiva geográfica de Lucas está conectada con un sentido de la
historia que atenúa de algún modo la espera de la parusía inminente,
como se encuentra en otros escritores del NT. Lucas lo hizo para que su
exposición sirviera mejor a un interés parenético.

Dado ese traslado de acento en los escritos lucanos, que revela un interés
cotidiano por el discipulado, las exigencias que deben empeñar a un
cristiano se pueden sintetizar en tres voces principales según la
perspectiva de Lucas:
 La reacción esperada por los hombres al kerigma cristiano.
Ante el kerigma cristiano los discípulos deben responder con la fe, el
arrepentimiento, la conversión y el bautismo.
- La fe: en Hch 16,31 Lucas presenta a Pablo diciendo al
carcelero de Filipos: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú
y tu familia”. Ahí está expresada claramente la relación fe-
salvación; para los discípulos la fe es el único camino de
salvación. Más aún, en la parábola del sembrador, “los
discípulos son los que escuchan la palabra y la ponen en
práctica con un corazón noble y generoso; estos producen
fruto con su perseverancia” (Lc 8,15). Esa fe implica la
escucha de la palabra proclamada, empeño y disponibilidad
(“corazón noble y generoso”) y una perseverancia que no
sufre desarraigo, ni apostasía, ni distracciones mundanas.
Para Lucas, “la fe” significa a veces la misma vida cristiana,
7

o incluso el cristianismo: muchos de los sacerdotes (judíos)


se sometieron “a la fe” (Hch 6,7); los ‘creyentes’ y los que
“llegaron a la fe” son otras expresiones para referirse a los
cristianos (Hch 2,44; 4,4.32, etc.)en una ocasión Lucas
conecta la ‘fe’ con la ‘justificación’ hablando de Pablo que
predica en la sinagoga de Antioquía de Pisidia (Hch 13,38-
39). Este es el único pasaje en un escrito lucano donde se
conecta la fe con la justificación. Mucho más frecuente
en Lucas es la conexión fe-salvación: “tu fe te ha
salvado” (Lc 7,50; 8,48; cf. Hch 14,9).
- Arrepentimiento y conversión: otra expresión de Lucas para
describir la reacción ideal del discípulo ante la proclamación
de Cristo es “arrepentimiento y conversión”. Metanoia
significa literalmente ‘cambio de mente’, pero en el NT ella
connota casi siempre una conversión religiosa del pecado,
un nuevo comienzo en la conducta moral, un
‘arrepentimiento’. La conversión (epistrophé) está ligada
estrechamente al arrepentimiento, equivale a decir un
volverse por parte del ser humano a Dios (del paganismo o
de una conducta pecaminosa). Así en Hch 26,20 Pablo habla
de su experiencia en Damasco y de su vocación a predicar a
los judíos en Damasco y en Jerusalén y también a los
paganos “para que se arrepientan y vuelvan a Dios y hagan
obras dignas de penitencia”. Tanto la conversión como el
arrepentimiento, dos aspectos de una misma realidad
complementan la fe para Lucas y son dones de Dios (Hch
18,27). Lucas no llega nunca a hablar del discípulo cristiano
a quien el Espíritu habilita para vivir santamente, como lo
hace Pablo. Pero el arrepentimiento y el perdón de los
pecados están ligados entre sí en el encargo comunitario de
Cristo resucitado a los once enviados a dar testimonio de él
predicando su nombre (Lc 24,47; cf. Hch 5,31). Así el
arrepentimiento y la conversión expresan en síntesis
otra reacción de los discípulos s la proclamación del
perdón.
- El bautismo: la fe, el arrepentimiento y la conversión
conducen al bautismo del discípulo. Como en el caso de
Pablo, antes que él, para Lucas esta primordial exigencia
cristiana introduce al nuevo creyente y convertido en la
comunidad. El neoconverso debe no sólo creer en Jesucristo
y en su papel dentro del plan de salvación de Dios, sino que
debe también ser bautizado en su nombre. Este rito no
es jamás descrito por Lucas. No se dice nunca que provenga
de una praxis del mismo Jesús; ni figura en el solemne
encargo dado por Cristo resucitado a los once en Lc 24 (a
diferencia de Mt 28,19 y Mc 16,16). Pero Lucas se preocupa
de distinguir e bautismo cristiano del de Juan Bautista,
sabiendo que el primero es relación con el Espíritu, mientras
el segundo no lo es: “arrepentíos, y que cada uno se haga
bautizar en el nombre de Jesucristo, para recibir el don del
Espíritu Santo”. Con estas palabras termina Pedro el
discurso el día de Pentecostés (Hch 2,38). Son 3 los textos
que mencionan el bautismo en Hechos: 1) En 8,16 algunos
samaritanos bautizados por Felipe ‘en el nombre del Señor’,
aún no han recibido el Espíritu; para esto son enviados
Pedro y Juan por los apóstoles de Jerusalén a Samaría. 2) En
8

10,44-48 el Espíritu desciende sobre Cornelio y sobre su


vivienda pagana, mientras todavía Pedro le está hablando;
por tanto, Pedro ordena que todos sean bautizados en el
nombre de Jesucristo. 3) En 19,1-6 Pablo, a su llegada a
Éfeso, encuentra discípulos (al parecer neófitos cristianos)
que sólo han recibido el bautismo de Juan y no saben nada
del Espíritu. También ellos son bautizados en el nombre de
Jesús y reciben el Espíritu Santo, mientras Pablo les impone
las manos.
No obstante los intentos de leer estos tres textos como base
para diversos sacramentos (bautismo y confirmación), o
como fundamento para dos tipos de bautismo cristiano en la
iglesia de los orígenes (bautismo en Cristo y bautismo en el
Espíritu), esos intentos no dan razón de la perspectiva ni de
la intención de Lucas. Para Lucas, la recepción del Espíritu
por parte de discípulos cristianos es de suprema
importancia. Él menciona dicha recepción antes del acto del
bautismo no sólo en el caso de la familia de Cornelio (Hch
10), sino también en el caso del mismo Pablo (Hch 9,17-18).
Además, resalta la recepción del Espíritu Santo como
modo de incorporar a los convertidos a la comunidad
de los discípulos. El Espíritu es el don prometido por el
Padre a la Iglesia, particularmente a través de los doce o de
algunos de ellos (p.ej.: Pedro y Juan (Hch 8) o Pedro (Hch
10), o sus delegados (p.ej.: Pablo, Hch 19). En Hechos el
grupo de los discípulos se convierte en la Iglesia
institucional guiada por el Espíritu.
Estas tres realidades entonces constituyen para
Lucas la respuesta fundamental de un discípulo al
kerigma cristiano; la fe, el arrepentimiento y a
conversión, el bautismo.

 Las exigencias de la vida cristiana: a estos 3 elementos


fundamentales Lucas añade exigencias adicionales destinadas a
determinar la vida y la conducta cristiana, entre las que
mencionamos cuatro: el seguimiento de Jesús, el testimonio, la
oración y el uso correcto de los bienes materiales.

- El seguimiento de Jesús: aunque el ‘seguir’ no es sino un


modo de designar el discipulado, en los escritos lucanos el
seguimiento tiene un matiz particular. Los dos libros de
Lucas están dominados por una perspectiva geográfica, que
tiene como punto de partida a Jerusalén. En el evangelio,
Lucas presenta a Jesús de viaje, por un camino sin desvíos
desde Galilea hasta Jerusalén. En esta ciudad tiene lugar el
éxodos de Jesús, su paso al Padre a través de la pasión,
muerte y resurrección. En los Hechos, Jerusalén se convierte
en el lugar desde donde se debe llevar la palabra por sus
testigos a toda Judea y Samaria y hasta los confines de la
tierra (1,8; cf. Lc 24,47). En sintonía con esta perspectiva, el
discípulo cristiano –según Lucas- debe seguir a Jesús por el
camino construido por él. Así, aunque asume el ‘sígueme’
de Marcos de la llamada a los discípulos, ahora esta llamada
y este desafío asumen las características de la perspectiva
geográfica de sus escritos. Los discípulos no sólo deben
seguir a Jesús, sino que están llamados a seguir sus huellas.
9

Iniciando su ‘itinerario’ (Lc 9,51), tres seguidores


potenciales dicen que están dispuestos a seguir a Jesús
mientras va de camino (9,57-62). Así, para Lucas el
discipulado cristiano no es solamente aceptación de la
enseñanza del maestro, sino una identificación de la
persona con el modo de vivir del maestro y con su
destino, un seguimiento que implica intimidad e imitación.
Las condiciones de ese seguimiento están expresadas con
claridad. Inmediatamente después del primer anuncio de la
pasión (9,22), el Jesús lucano proclama: «Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada
día y sígame» (9,23). Aunque toma la sentencia de Marcos
(8,34), Lucas la modifica significativamente, añadiendo
‘cada día’. El Jesús lucano invita a negarse a sí mismo,
a cargar la propia cruz cotidiana y a seguir cada día
las pisadas del maestro.
Para Lucas la salvación misma es ‘el camino’ (he hodós)
revelado; ella consiste no sólo en una manifestación de
poder mediante curaciones y exorcismos. Todo esto puede
referirse a la salvación, pero debe ser considerado parte de
un modelo, la realización del plan del Padre en el que Lucas
piensa en términos de hodós. Lucas desarrolla toda una
serie de motivos sobre este término. Jesús ha entrado en
este ‘camino’ (éisodos) (Hch 13,24); lo recorre (porétesthai,
passim); y va hacia su término (éxodos, el paso al Padre, Lc
9,31). Esta idea de la salvación como un ‘camino’ lleva a
veces, en los Hechos, a definir a la comunidad cristiana
como ‘el camino’ (9,2; 19,8.23; 22,4; 24,14.22), una
designación primitiva o una expresión originaria para indicar
a la comunidad organizada de discípulos, que finalmente
será llamada “Iglesia”. Así, los discípulos deben caminar
a lo largo de ese ‘camino’ siguiendo las pisadas del
Salvador.
- El testimonio: el discípulo cristiano vive para dar testimonio
de Cristo resucitado y de su enseñanza. Tal testimonio se
convierte en motivo central en los Hechos de los Apóstoles
(cf. 10,39-42). Ese testimonio realiza un papel importante en
los inicios de los Hechos, cuando Matías es elegido para
tomar el puesto de Judas entre los doce; este número debía
ser restaurado para la proclamación inicial de la palabra a
los judíos reunidos en Jerusalén el día de Pentecostés. El
escogido debía ser uno de los testigos de Cristo resucitado
(1,22). También Pablo, que no era uno de los doce y que no
había estado con Jesús durante su ministerio terreno, es
descrito por Lucas como un testigo de Cristo (22,15; 26,16).
Así, el motivo se convierte en marca de la vida de todo
discípulo cristiano, en cada – el discípulo cristiano es un
testigo de Cristo resucitado.
- La oración: otro aspecto importante del discipulado cristiano
en Lucas es la comunión continua con Dios. Lucas siempre
se preocupa por subrayar la importancia de la
oración en el evangelio y en los Hechos. El Jesús lucano
no sólo es modelo de oración, sino que enseña a los
discípulos a orar e inculca la necesidad de la oración
siempre y sin cansarse (18,1). Cuando los 72 son enviados,
ellos no sólo deben predicar y sanar, sino también ‘orar’
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para que el dueño de la mies envíe obreros (10,2). La


parábola del amigo inoportuno (11,5-8) está seguida del
dicho sobre la eficacia de la oración (11,9-13). En los Hechos
la primera comunidad, en espera de la promesa del Padre,
está en oración (1,14). Pedro y Juan suben al templo a orar a
la hora de nona (3,1) y cuando los siete son elegidos para
servir a la mesa, eso sucede para permitir que los 12 se
dediquen “a la oración y al ministerio de la palabra” (6,4).
Dos rasgos de la piedad hebrea son adoptados por los
discípulos cristianos: la oración y la limosna, y para Lucas,
las dos se elevan a Dios como un memorial (4,24-30),
cuando la comunidad suplica a Dios mismo a favor de Pedro
y de Juan que han sido arrestados y a los que les han
prohibido seguir hablando en nombre de Jesús, etc. En todo
eso se nota el interés de Lucas de conectar la
actividad ministerial de los discípulos con la
necesidad de una continua comunión con Dios.
- El uso correcto de los bienes materiales: ningún otro
escritor del NT, con excepción quizás del autor de la
carta de Santiago, habla en términos tan claros y
perentorios de la necesidad de que los discípulos de
Jesús usen correctamente de los bienes materiales.
Más que ningún otro evangelista, Lucas conserva dichos de
Jesús sobre este argumento, o pone en labios del mismo
Jesús afirmaciones sobre la riqueza, el dinero y los bienes
materiales en general. Además, en Hechos, Lucas traza un
cuadro ideal de la primera comunidad cristiana de origen
judío en Jerusalén, caracterizada por bienes en común y por
el compartir las riquezas y posesiones, y esto como modelo
para la comunidad de su tiempo. Claramente, Lucas no está
satisfecho del modo como algunos discípulos cristianos de
su época usan los bienes.
El contraste entre ricos y pobre emerge con
frecuencia en Lucas; p.ej., en el Magnificat de María
(1,53), en la instrucción de Juan Bautista a la multitud
(3,11.14), en la interpretación de Jesús de Is 61,1-2, en el
discurso de la sinagoga de Nazaret (4,18), en la primera
bienaventuranza y el primer “ay de vosotros” (6,20.24), en
el relato de Lázaro y el rico epulón (16,19-31), y en la
amonestación de Jesús de invitar a los pobres a almorzar, en
lugar de los ricos que podrían corresponder (14,13).
En el material lucano se descubre una doble actitud hacia
los bienes de este mundo: 1) Una actitud moderada, en la
que Jesús invita a usar los bienes con prudencia para asistir
a los seres humanos que son menos afortunados (6,30;
16,1-8a); 2) Una actitud radical, que recomienda la
renuncia total a todos los bienes: “Quien no renuncia a
todas sus posesiones no puede ser discípulo mío” (14,33).
No es posible servir a Dios y al dinero (16,13). Para Lucas no
se trata simplemente de poseedores y pobres, ya que existe
una dimensión escatológica respecto de este tema, que está
expresada con mucha claridad por la primera
bienaventuranza y el primer ay (6,20.24), además de eso,
por el Magníficat. El poseer más o menos bienes
materiales simboliza en un último análisis un aspecto
importante de la respuesta interior del discípulo a la
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llamada de Dios y a su visita del pueblo mediante el


ministerio de Jesús. Es muy fácil que los bienes
materiales se interpongan como obstáculo sobre el
camino de una respuesta adecuada y Lucas apremia
para que eso no suceda.
- Aspectos comunitarios de la vida cristiana: finalmente,
volvemos a la dimensión eclesial del discipulado cristiano,
un argumento ya tocado de paso algunas veces. Esa
dimensión está muy bien expresada en uno de los sumarios
más importantes (cf. Hch 2,42-47). Esa koinonía se
convertirá en ekklesía; pero no está designada con este
nombre en el estadio inicial de la comunidad, tal como está
descrito en Hch 2. Nadie sabe cuánto duró esta forma ideal
de vida comunitaria; después el cap. 5 nos habla del
escándalo de Ananías y Safira.
Por tanto, con el inicio de los hechos de Pablo (8,1) la
comunidad de discípulos es conocida como ‘Iglesia’ y será
llamada así hasta el final de la obra. Ekklesía es un término
significativo, ya que es usado en sentido religioso y deriva
de la versión de los LXX, donde designa a los israelitas en
sus asambleas religiosas y cultuales en el desierto del Sinaí
(Dt 23,2; Jue 20,2; cf. Hch 7,38). Etimológicamente, el
nombre subraya el aspecto de “llamados” propio de los que
pertenecen a la comunidad cristiana. Juntos, los discípulos
llegan a ser pueblo de Dios, el Israel reconstruido, llamados
a un destino que ellos siguen compartiendo juntos mientras
la palabra del Señor es llevada de Jerusalén hasta los
confines de la tierra. Aunque Lucas no piense nunca en la
Iglesia como ‘cuerpo de Cristo’ (idea típicamente paulina),
sin embargo, la Iglesia es para él una realidad en que se
comparte el Espíritu de Dios. La Iglesia es para Lucas la
comunidad cristiana guiada por el Espíritu; mediante ella es
comunicado y derramado el Espíritu, y obra en nombre de
Jesús, quien dio inicio al movimiento e inició la relación
maestro-discípulo, que es la base de todo eso. A Lucas le
urge enseñar a los discípulos de su generación, hacia el final
del s.I d.C., que Jesús está presente en medio de ellos de
dos maneras: en la promesa del Padre (el Espíritu
derramado de lo alto) mediada por la comunidad, y en la
fracción del pan. A esta se hace referencia en el pasaje de
los discípulos de Emaús, cuyo punto culminante es el
reconocimiento del Señor en la fracción del pan (Lc 24,35).
En efecto, el punto principal relativo a la Iglesia es que ella
es el cuerpo de los discípulos, cuya fidelidad a Jesús se
manifiesta cada día. Y se manifiesta además a través de los
siglos, de ahí en adelante, porque la Iglesia es el lugar
donde se experimenta la promesa del Padre y donde se
celebra la fracción del pan.
Estas ideas de Lucas sobre el discipulado pueden ayudar
también a los cristianos del s. XXI a juzgar y reconstruir su
fidelidad a Jesús. En efecto, las ideas de Lucas sobre este
argumento constituyen una parte importante de las raíces
bíblicas del discipulado cristiano.

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