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Este documento describe los diferentes recursos estilísticos que un autor puede emplear en un texto para darle belleza y expresividad. Se clasifican en tres grandes grupos: recursos fónicos, semánticos y sintácticos. Entre los recursos fónicos se encuentran la aliteración, onomatopeya, paronomasia y palíndromo. Analizar estos recursos es importante para comprender plenamente cualquier tipo de texto, no solo los literarios.
Este documento describe los diferentes recursos estilísticos que un autor puede emplear en un texto para darle belleza y expresividad. Se clasifican en tres grandes grupos: recursos fónicos, semánticos y sintácticos. Entre los recursos fónicos se encuentran la aliteración, onomatopeya, paronomasia y palíndromo. Analizar estos recursos es importante para comprender plenamente cualquier tipo de texto, no solo los literarios.
Este documento describe los diferentes recursos estilísticos que un autor puede emplear en un texto para darle belleza y expresividad. Se clasifican en tres grandes grupos: recursos fónicos, semánticos y sintácticos. Entre los recursos fónicos se encuentran la aliteración, onomatopeya, paronomasia y palíndromo. Analizar estos recursos es importante para comprender plenamente cualquier tipo de texto, no solo los literarios.
Es un recurso estilístico cualquier modificación que realiza el emisor de
un mensaje de uso común a los constituyentes lingüísticos de tal mensaje para incrementar su expresividad de forma que tal texto, transformado en literario, impresione la imaginación o la memoria del lector o receptor del mismo; la literatura viene a constituir así una especie de “tratamiento de belleza” que recibe el significado y el significante del signo literario para asegurar su perduración en el tiempo y en la psicología humana, de forma que pueda recordarse con facilidad su forma o su efecto, bien por su abundancia de repeticiones o ritmos, bien por su abundancia en asombro o extrañeza. Estos dos últimos elementos, la repetición y la alienación, son los dos elementos que en proporción variable se presentan en todo lenguaje literario y constituyen las referencias fundamentales a que puede reducirse todo recurso estilístico: recurrencia y/o diferencia. Mediante operaciones de adición de elementos verbales (adiectio), supresión (detractio), transposición (transmutatio) y sustitución (inmutatio) en la lengua de uso común se crea el lenguaje ‘estilizado’ o literario.
Este tratamiento estético, esta función que Jakobson ha
denominado poética del lenguaje literario y que llama la atención sobre la forma misma del mensaje de forma que cause placer y estructure fuertemente el interior de una cláusula literaria para hacerla durar en el tiempo protegida por su belleza, a pesar de su falta esencial de utilidad pragmática en el momento de elocución, constituye lo que llamamos literatura. Sin embargo, de la misma manera que una receta de cocina no constituye arte, pero sí lo es un plato cocinado según dicha fórmula, porque la receta no causa placer estético, la literatura no es en sí misma un conjunto de procedimientos estilísticos, sino el efecto humano o la huella sensible que produce en las percepciones, experiencias y vida de un individuo. La poesía muy rítmica y repetitiva suele ser propia de la inspiración popular: reúne a la gente para que asuma una tradición recurrente, rememorial. La poesía en la que abunda el otro elemento de extrañeza o alienación, por el contrario, resulta mistérica y aísla al poeta de la sociedad, es una tendencia aristocrática y cortesana que puede representar por ejemplo un Góngora o un Quevedo.
Se suelen clasificar los recursos estilísticos en tres grandes grupos:
recursos fónicos, semánticos y sintácticos, pero esta denominación, aunque es la que voy a seguir, es problemática en cuanto que muchos de los efectos aquí reproducidos son mixtos y difícilmente pueden clasificarse en un solo lugar. Más atinada me parece, por ejemplo, la clasificación semiótica de Miguel Ángel Garrido:
LICENCIAS:
Transgresiones de una norma lingüística que no vuelven el enunciado
ininteligible como si fueran contra reglas fundamentales del código.
En cuanto a la relación significante/significado, tenemos licencias
poéticas como sinalefa, dialefa, sinéresis y diéresis, y metaplasmos como aféresis, síncopa, apócope (versos de cabo roto, por ejemplo), prótesis, epéntesis y paragoge; también la aliteración, onomatopeya y armonía imitativa, acróstico, anagrama, palíndromo, quiasmo, retruécano, calambur, paronomasia y similicadencia.
En cuanto a la sintaxis: elipsis, braquilogía, zeúgma, dilogía, reticencia,
interrupción e hipérbaton.
Por lo que toca a semántica: epíteto, sinquisis o mixtura verborum,
equívoco o antanaclasis, sinonimia etábole o expolición, histerología, paradiástole, oxímoron, sinécdoque, metonimia, metáfora, alusión, metalepsis, paradoja y perífrasis. En cuanto a la relación signo/referente, preterición, permisión, ironía, sarcasmo, asteísmo, hipérbole, lítote, plural de modestia o asociación, dubitación, anacoenosis o comunicación, concesión e interrogación.
INTENSIFICACIONES.
Cuando no se transgrede la norma lingüística, pero podemos distinguir
elementos del enunciado como especialmente significativos a causa de su insistente reiteración o por cualquier otro motivo, nos hallamos ante el segundo gran grupo de las figuras, las intensificaciones.
En cuanto a relación significante/significado, anáfora, epífora o
En cuanto a sintaxis, asíndeton, polisíndeton, sujeción, dialogismo
(estilo directo, indirecto, sermocinación o idolopeya), exclamación, apóstrofe.
En cuanto a semántica, expolición, símil, antítesis, anticipación o
prolepsis, coreección, gradación (ascendente o descendente), suspensión.
Relación signo/referente: descripción o écfrasis (prosopografía, etopeya,
pragmatografía, cronografía, topografía), enumeración, sinatroísmo o congeries, sentencia, epifonema.
Por otra parte, los recursos estilísticos se clasifican también
habitualmente por la intencionalidad de los mismos, como recursos de logos, de ethos o de pathos. Los recursos de logos apelan a la razón del hombre (entimema, silogismo, sorites, etiología, razonamiento, antipófora, apofasis, contrario, expeditio, posapódosis, proecthesis); los del ethos apelan a la credibilidad (anamnesis, litotes, paronomasia), y los del pathos a los sentimientos y pasiones comunes, a las respuestas emocionales (apóstrofe, adynaton, aposiopesis, conduplicación, epanortosis, epímone, ominatio o presagio, sinonimia, perclusio, deesis, descripción).
Recursos fónicos
A la hora de analizar un texto, una de las cuestiones ineludibles que debemos
abordar es la localización de aquellos recursos estilísticos que el autor ha empleado al elaborar el texto con el fin de dar belleza y expresividad al mensaje, causar extrañeza en el lector, crear un estilo propio que le diferencie del resto de autores, etc.
Normalmente buscamos estos recursos en los textos literarios, y, especialmente,
en la poesía, ya que en estos se da esencial importancia a la forma que presenta el texto. Pero, no debemos olvidar, que los recursos estilísticos también están presentes en otros tipos de textos como los periodísticos, en los que muchas veces el autor es un escritor reconocido y quiere dejar patente su estilo literario, o los publicitarios, que buscan sorprenden y captar al receptor con todos los medios disponibles a su alcance, entre ellos los recursos estilísticos propios del lenguaje literario. Por ello, debemos estar atentos al realizar un comentario de cualquier tipo de texto, no solo si nos enfrentamos a un texto literario, y señalar todos aquellos recursos literarios que localicemos. Con el objetivo de establecer una metodología clara que nos ayude a dar coherencia a nuestro comentario de texto y atendiendo a los distintos niveles del lenguaje podemos clasificar estos recursos de la siguiente manera: recursos fónicos, recursos léxico-semánticos y recursos morfosintácticos. Esta clasificación nos permitirá saber qué figuras retóricas intervienen en cada nivel y, además, nos ayudará a obtener un comentario de texto bien estructurado y ordenado. Aquí, vamos a centrarnos exclusivamente en los recursos fónicos que podemos encontrar en un texto. Estos recursos son aquellos en los que el autor juega con los sonidos de la lengua para conseguir un fin estético y podemos citar los siguientes: la aliteración, la onomatopeya, la paronomasia y el palíndromo. A continuación, explicaremos brevemente y de forma sencilla en qué consiste cada uno de estos recursos fónicos.
La aliteración es básicamente la repetición de un sonido (uno o varios fonemas)
con el objetivo de expresar un concepto o crear una sensación. La onomatopeya consiste en la reproducción de sonidos de la naturaleza o de la realidad por medio del lenguaje. La paronomasia es la repetición de palabras que presentan un sonido parecido y un significado distinto. Podemos definir el palíndromo como aquella palabra o frase que se lee igual de izquierda a derecha, que de derecha a izquierda. Una vez revisados los recursos estilísticos pertenecientes al nivel fónico, debemos recordar que en los textos poéticos debemos efectuar además un análisis métrico en el que tendremos que señalar el ritmo, la rima, la medida de los versos, el tipo de estrofa que ha empleado el autor, tipos de versos que aparecen en la composición poética, las pausas y encabalgamientos. Así, finalmente, habremos completado en nuestro comentario de texto todo aquello que aparece en el nivel fónico y pasaremos a localizar otros recursos literarios que intervienen en el nivel léxico-semántico y en el morfosintáctico.