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COYUNTURA

LA CRISIS POLITICA
EN COLOMBIA:
ALTERNATIVAS
Y FRUSTRACIONES
Francisco Leal Buitrago

I. La Violencia como expresión ron al peligro del establecimiento de un régimen

de las crisis políticas corporativo y falangista, cuestiones que fueron


solucionadas por el bipartidismo cor. la entroniza­

El experimento de la "Revolución en Marcha" del ción en 1953 de un gobierno militar. La Violencia

primer gobierno del presidente López Pumarejo fue revivida por la arrogancia militar, y se fusionó

(1934-1938) dejó en entredicho el problema polí­ al riesgo de permanencia del general Rojas Pinilla

tico mayor de ese entonces, debido a la feroz reac­ en el poder, problemas que se zanjaron con el

ción que desató su proyecto reformista. El gran Frente Civil, la transacción del año de gobierno de

atraso productivo y mercantil de una sociedad la Junta Militar y el gran proyecto de solución del

predominantemente agraria estaba sustentado en Frente Nacional a partir de 1958. La última etapa

la preeminencia de una clase terrateniente que de la Violencia, convertida en acción de bandole­

dominaba la escena política. Esta clase supo cana­ ros por la desconexión explícita que de ella hizo

lizar la reacción al reformismo para conservar su el bipartidismo frentenacionalista, tuvo finalmen­

gran poder oligárquico aglutinador frente a las te su solución hacia el año 65 con el exterminio mi­

emergentes burguesías comercial e industrial y a litar de sus cabecillas. De esta manera, las suce­

las demás transformaciones de la estructura de sivas pacificaciones transitorias sirvieron para

clases en el seno de la sociedad colombiana. Allí materializar soluciones a crisis sucesivas que se

radica uno de los factores más sobresalientes que identificaron con multifacéticas expresiones de

configuraron el conflictivo proceso político que se violencia. En 1965 se cerró este capítulo, con la

inició durante la segunda administración de Ló­ solución definitiva a la manifestación común a to­

pez Pumarejo (1942-1945) y que desembocó en dos ellos: la mediación de la violencia por parte

los veinte años de la etapa histórica nacional cono­ del bipartidismo.

cida como la Violencia.


El proyecto político del Frente Nacional recogió
Entre 1946 y 1965 fueron percibidas varias crisis el viejo y álgido problema agrario y lo integró den­
políticas interconectadas y superpuestas, y se pu­ tro de sus programas de transformación. Sin em­
sieron en marcha varias soluciones encadenadas a bargo, este problema había sufrido un vuelco ge­
las crisis. La Violencia y el movimiento guerrillero neral, principalmente por el advenimiento de una
que inicialmente canalizó el bipartidismo se suma­ compleja organización capitalista dependiente.

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que modernizó el país sin alterar los parámetros y cobertura del bipartidismo. No hay duda de que
básicos del poder político y de la concentración existe una enorme diferencia entre el antiguo sec­
del poder económico. Esta rígida estructura del tarismo de partido, ligado a la imprescindible ma­
poder fue la que inhibió el refórmismo social del trícula de todos los colombianos al liberalismo o al
Frente Nacional, no solamente en cuanto al pro­ conservatismo hasta los años cincuenta, y la prag­
blema rural con la reforma Agraria, sino también mática militancia partidista de quienes están vin­
en problemas relacionados con otros sectores de culados actualmente al Estado y el desdén con que
la sociedad. En el fondo, el proyecto transforma­ muchos grupos miran hoy en día al bipartidismo.
dor se quedó únicamente en el plano político, En menos de treinta años es sorprendente la
cuyo nuevo régimen alteró de raíz la racionalidad transformación ocurrida entre el papel preponde­
anterior de los gobiernos hegemónicos de partido, rante que cumplían en todos los órdenes de la vida
para que entrara el bipartidismo a compartir he- social los partidos tradicionales, y el forzado ca­
gemónicamente la administración del Estado. rácter protagónico que hoy rebuscan éstos en la
Esta incapacidad reformista, que rubricaba el tra­ vida nacional. Esta despolitización del bipartidis­
dicional conservadurismo político nacional por lo mo ha sido la materia prima básica que ha deter­
menos desde el proyecto de la Regeneración, fue minado relativamente el transcurso político na­
el que proyectó bien pronto una nueva violencia, cional de los últimos veinte años por lo menos.
como síndrome colombiano de expresión de las
crisis políticas. Con la disminución de la presencia del bipartidis­
mo en el contexto político se produjo un despla­
La preeminencia del bipartidismo en el panorama zamiento progresivo de las relaciones de poder
nacional y la característica de gobiernos hegemó­
mediadas por los partidos, en busca de mediacio­
nicos de partido del régimen político configuraron nes alternativas. Surgieron, así, movimientos disi­
la violencia estructural como manifestación de las dentes e intentos de constitución de numerosos
crisis políticas, con la apariencia de ser ante todo partidos, dentro de una amplia gama ideológica.
un enfrentamiento entre las dos colectividades. El El Movimiento Revolucionario Liberal, MRL, la
proyecto político del Frente Nacional formuló la Alianza Nacional Popular, ANAPO, y todas las
pacificación como meta principal y la convivencia expresiones de una nueva izquierda con preten­
bipartidista como su solución. De esta manera, se
siones de constituirse en partidos, son ejemplos
planteó la solución de una multifacética conse­
destacados de tal tendencia. Pero la respuesta de
cuencia que era la violencia, pero se dejaron de
la organización política subsidiaria de las institu­
lado los factores de crisis no resueltos totalmente, ciones del Estado, es decir, el régimen político,
como el problema agrario, la concentración del
fue contundente. Se generó un bloqueo, bien di­
ingreso y la estructura oligárquica del poder. Por versificado en sus métodos, a casi todas las formas
ello se solucionó la mediación que el bipartidismo emergentes de participación política. Todo aque­
había ejercido sobre la violencia y se eliminaron llo que no pasara por el cedazo del bipartidismo
los reductos que de ella había heredado el Frente recibía un tratamiento sistemático, sutil o desca­
Nacional. Pero los factores de crisis se regene­ rado, de anulación.
raron, en la medida que fracasaron los esporádi­
cos intentos reformistas que, como la reforma
Sin embargo, ello no fue obstáculo para que conti­
agraria, se estrellaron contra la rigidez de la or­
nuara el proceso de debilitamiento del bipartidis­
ganización política. Paralelamente apareció un
mo, solamente que su resultado fue la dispersión
nuevo tipo de violencia, liberada del bipartidismo
política. Aparte de la cuantiosa ciudadanía que se
y condimentada con los efectos secundarios de la despreocupó de la política, numerosas expresio­
emergente organización política. A partir de allí,
nes de la lucha continuaron porfiando bajo los pa­
fue gestándose una nueva crisis, con la particu­ rámetros políticos formalmente permitidos. Pero
laridad de que escapaba del control tradicional también fueron muchas las manifestaciones que
del régimen e integraba nuevos elementos pro­ se entroncaron en la ilegalidad, obligadas por las
pios de la condición dependiente de una sociedad circunstancias de acoso del régimen, de estímulo
capitalista. de la naciente Revolución Cubana y de frustra­
ción por la crisis económica. La herencia de la vio­
II. Los efectos secundarios del Frente lencia con sus guerrillas partidistas fue un ejemplo

Nacional histórico para la formación de guerrillas radicali­


zadas: FARC, ELN, EPL, M-19 y todas las siglas y
Quizás el subproducto más reconocido e impor­ nombres suficientemente conocidos desfilaron
tante del Frente Nacional sea la pérdida de fuerza poco a poco por la portada de una vieja pero re­

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mozada forma de hacer política. En síntesis, el cionalismo partidista atomizó la capacidad de
proceso de crecimiento del número de expresio­ brindar beneficios por parte del Estado, afectan­
nes políticas que se ubicaron fuera del campo de do la eficacia de las políticas de planificación y
mediación del régimen nunca se detuvo. Se com­ facilitando una visión de utilidad privada de las
binaron caprichosamente acciones legales, ilega­ decisiones políticas.
les y subversivas para enfrentarse a la camisa de
fuerza del bipartidismo, que trató, por todos los El legado ideológico del formalismo jurídico co­
medios a su alcance, de monopolizar la práctica lombiano, uno de cuyos contenidos es la legitima­
política de la sociedad. ción política por la vía electoral, fue el gran motor
de este complejo sistema de organización pública.
El Frente Nacional coincidió con la necesidad de El sentido de la autoridad legítima debe contar
expansión del Estado Institucional, imperativo con la bendición electoral, sin que importen los
propio de una organización capitalista dependien­ medios para que se logre. En tales circunstancias,
te que se afianzaba. Esta necesidad coincidía con un capital electoral constituye la base primordial
la urgencia del régimen de fortalecer las institu­ para disponer de cualquier iniciativa política; es la
ciones del Estado, para contrarrestar el debilita­ llave que abre todas las puertas de la administra­
miento ideológico y de cobertura de un bipartidis­ ción pública. El problema para la llamada “clase
mo que constituía su esencia misma. Comenzó, política” consiste, entonces, en conseguir y man­
así, no solamente un proceso de creación de diver­ tener un capital electoral, lo que llevó al biparti­
sas instituciones oficiales, sino también de contro­ dismo a la utilización para el efecto de los recursos
les, directos o indirectos, de los recursos disponi­ estatales a su disposición. De tal manera, prácti­
bles en la sociedad. Naturalmente, la constante camente toda decisión política tiene el sello de
expansión presupuestal del Estado fue una resul­ una especie de “acumulación de capital electoral”
tante obligada del proceso. A partir de allí, la ad­ como objetivo, con el agravante que el costo eco­
ministración pública tuvo a su disposición un nú­ nómico de esta “acumulación” es cada vez mayor,
mero creciente de recursos y controles, con la ca­ por razón de la competencia de un faccionalismo
racterística especial que la prioridad de su utiliza­ partidista en expansión. En aparente paradoja, a
ción tendió a adecuarse a las necesidad de sosteni­ medida que han crecido los recursos a disposición
miento del bipartidismo. de la administración política, éstos se han tornado
insuficientes para alimentar la reproducción del
No obstante, el problema no consistió únicamente régimen. Por una parte, al Estado institucional se
en el hecho que el inventario político del Estado le dificulta cada vez más contrarrestar la tendencia
estuviese ante todo al servicio de la oxigenación ya señalada de marginamiento de las relaciones
permanente de los dos partidos tradicionales. Al políticas del campo de mediación del régimen bi­
respecto, podría pensarse que emergía un Estado partidista. Por otra, el Estado institucional ha ve­
institucional fuerte, cuya administración mono- nido en retroceso en su capacidad de redistribuir
pólica se ponía al servicio del liberalismo y el con- el ingreso nacional. Ambas limitaciones han traí­
servatismo, cuestión ya de por sí bastante delica­ do como consecuencia el afán de consecución de
da. Pero este aparente fortalecimiento no ocurrió. nuevos recursos para el Estado y su transforma­
La dinámica del ejercicio político colocó a las re­ ción en una especie de botín, en el que no sola­
laciones de clientela en el eje de la vida política mente está presente el objetivo señalado de acu­
absorbida por el régimen. No se trataba solamen­ mulación de capital electoral, sino que contiene
te de que permaneciesen estas viejas prácticas. Se también un germen de ineficiencia burocrática y
trataba, ante todo, de que conformaban el arma­ otro de corrupción administrativa.
zón que guiaba al resto de relaciones políticas ad­
ministradas por el bipartidismo, cuya consecuen­
cia fue una tendencia a la privatización de sus be­
III. La crisis del régimen político
neficios. Se generó, así, un Estado institucional
bipartidista
cOn gran capacidad de movilización de recursos
económicos y de todo tipo, pero con una privati­ Los parámetros que permiten definir la presente
zación inmediata de los beneficios obtenidos por crisis del régimen político vigente pueden sinteti­
su utilización; un Estado institucional política­ zarse en los dos fenómenos principales que surgie­
mente débil, con una paradójica necesidad de so­ ron de la puesta en marcha del proyecto frentena-
cialización. Esta situación mostró mayor notorie­ cionalista y que fueron explicados en el título an­
dad, en la medida que la pérdida de presencia del terior. El primero de ellos se refiere a que el siste­
bipartidismo estimuló su fragmentación. El fac- ma político que administran los gobiernos del bi-

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partidismo no posee control ni mediación sobre última tiene un trasfondo mucho más profundo y
gran parte de las expresiones de poder existentes se refiere al cuestionamiento popular de las nor­
en la sociedad colombiana. En este caso, no sola­ mas básicas establecidas para los procesos de pro­
mente se tienen en mente las actividades subversi­ ducción económica. Indudablemente que aquí no
vas como la guerrilla, que son bien numerosas, radica el problema y su confusión puede originar
sino también expresiones como los paros cívicos y planteamientos políticos totalmente errados. Por
todos aquellos procesos políticos que se han sali- > ejemplo, una apreciación de crisis de dominación
do de las manos de los partidos tradicionales. Hay puede equivaler a definir la situación social como
que tener en cuenta que aún existe una identidad prerrevolucionaria, ya que la revolución es la res­
entre el régimen y el bipartidismo que mantiene el puesta de solución a este tipo de crisis. Tal parece
monopolio de su administración. que la evaluación política que hacen los grupos
guerrilleros frecuentemente cae en esta trampa,
El segundo de los fenómenos ya explicados señala lo que refuerza su posición militarista. Por su par­
que a pesar de la gran capacidad que tienen las ins­ te, la crisis de legitimidad es solamente parte de lo
tituciones del estado de movilizar y controlar re­ que podría ser una crisis de hegemonía: el debili­
cursos de todo orden, el beneficio inmediato de su tamiento de la credibilidad en el régimen político.
utilización tiende a ser privado. En otras palabras,
hay un debilitamiento del Estado por insuficiencia Pero el problema de fondo de la larga permanen­
en la obvia socialización que deben tener los bene­ cia de una situación determinada por una crisis de
ficios colectivos que definen una de sus funciones legitimidad es el deterioro que provoca en el con­
básicas. Las relaciones sociales que comandan junto de la sociedad. Este deterioro podría con­
este fenómeno constituyen la intrincada red social verger en una crisis de dominación, aunque las
del clientelismo, como medio articulador del sis­ probabilidades son remotas. Lo que sí es suficien­
tema político. temente claro es el efecto de descomposición so­
cial que ha inducido la indefinición de la crisis de
A partir de estos dos fenómenos se ha desarrolla­ legitimidad del régimen. Es una situación de pro­
do un complejo sistema de consecuencias que cu­ gresivo encadenamiento de fenómenos que cada
bre prácticamente todos los aspectos destacados vez son más difíciles de relacionar con las causas
de la vida nacional. Quizás la determinación más macro-políticas primarias que identifican la natu­
visible sea la significativa disminución de la credi­ raleza de la crisis. Por ejemplo, por su carácter
bilidad social que tiene el régimen como conjun­ claramente político, el común desinterés por los
to, o sea, lo que puede denominarse crisis de legi­ partidos políticos, excepto cuando se trata de de­
timidad. Esta pérdida de confianza de la sociedad rivar de ellos un beneficio directo generalmente
civil en el régimen bipartidista está emparentada inmediato, la incredulidad en los planteamientos
con la crisis de los partidos tradicionales sin ser y aún en las medidas del gobierno, el abandono
exactamente lo mismo. La debilidad muy variable político de la justicia y su consecuente inoperan-
de cada partido naturalmente refuerza la crisis cia son, entre otros, fenómenos destacados que
de legitimidad, puesto que al fin y al cabo son los pueden relacionarse sin dificultad con la crisis de
dos partidos el soporte del régimen. Pero lo que legitimidad del régimen. Pero no es fácil ligar con
en el fondo se cuestiona son las reglas del juego ella, por su aparente falta de relación con la políti­
político que éstos administran mancomunada- ca, aspectos como la relativa generalización de la
mente. De ahí que se le vea poco futuro a proyec­ delincuencia común y la inseguridad que de ella se
tos políticos que se apoyen en una revitalización deriva, o la formación de guardias pretorianas
del bipartidismo. para la defensa de los poderosos o de ejércitos pri­
vados para la seguridad de residencias, oficinas
El hecho de que esté en entredicho social la credi­ particulares y hasta dependencias del Estado.
bilidad del régimen no significa que éste se vaya a Tampoco es fácil vincular la pérdida de espíritu
derrumbar. Aquí operan mecanismos de defensa cívico de la sociedad civil, o la ausencia de ética en
como los que alimentan su misma reproducción. las relaciones económicas, o la misma agresividad
Muestra de ello es el ya señalado legalismo jurídi­ ciudadana, con la persistencia de una crisis políti­
co , cuyo papel de legitimador formal, por ejemplo ca. Todas estas manifestaciones de descomposi­
en el plano electoral, conforma uno de los puntos ción social son las que a diario se acrecientan en el
de apoyo de su continuidad. Así mismo, es tam­ “normal” transcurrir de casi todos los estratos y
bién conveniente indicar que la presencia de una clases sociales del país, debido a que las institucio­
crisis de legitimidad no implica que exista una cri­ nes del Estado no poseen la capacidad instrumen­
sis de hegemonía o una crisis de dominación. Esta tal y ética para prevenir que ello ocurra.

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En la anterior lista de fenómenos comunes, deri­ neficiados difícilmente podrían cuestionarlo. No
vados directa o indirectamente de la persistencia se reconocía la extrema dificultad de ingreso al
de la crisis, no se ha mencionado el problema del campo político establecido por el régimen cuando
narcotráfico, que también tiene sus nexos con el no se esgrimía cualquier rótulo que cupiera den­
asunto central que se debate. Dentro de lo apreta­ tro del bipartidismo. Es decir, no se aceptaban el
do de esta exposición es necesario consignar al derecho y la necesidad de sectores en expansión
respecto unas ideas. Actualmente, casi ya no se de buscar alternativas por fuera del monopolio
cuestiona la inducción que este problema tuvo que de hecho continuaban ejerciendo los partidos
desde el exterior, concretamente desde los Esta­ tradicionales una vez que se inició el “desmonte”
dos Unidos, tanto en el plano del consumo como formal del Frente Nacional. La apatía y despoliti­
en el de su política oficial. Sin embargo, esta in­ zación de la sociedad civil pasaba desapercibida.
ducción no hubiese llegado a los niveles en que se Los altos índices de abstención electoral no eran
encuentra, sin la ayuda de ciertas condiciones in­ motivo de preocupación, excepto cuando dismi­
ternas. La ubicación geográfica estratégica del nuían tímidamente en ciertas coyunturas, como la
país, pero sobre todo la polarización económica de las elecciones de 1970, para alterar el resultado
de la sociedad colombiana entre la opulencia y la predeterminado por las decisiones políticas. En
miseria popular configuraron el medio adecuado consecuencia, la legitimación formal electoral sa­
para el desarrollo del narcotráfico, así como lo ha tisfacía a quienes se sentían dueños del destino
sido para ciertas causas de la misma crisis, como político del país. Sencillamente, todos los proble­
las altas restricciones a la participación social, mas que se identificaban desde fuera del régi­
económica y política. En este ambiente estructu­ men, se consideraban como costos normales de la
ralmente conservador, en el que la crisis política democracia.
llegó a identificarse con sus consecuencias de des­
composición social, el surgimiento de banderas Por otra parte, la gran crisis económica que se ini­
políticas moralistas fue bastante lógico. Natural­ ció a fines de la pasada década y que hizo más visi­
mente, uno de los blancos más fáciles de señalar bles los problemas sociales y políticos, se veía
en tales circunstancias fue el narcotráfico, máxi­ como un mal venido de afuera del país, similar a la
me con los antecedentes inmediatos de la ma­ calificación de “importada” de la ideología comu­
rihuana. De ahí en adelante, “el país” conoce la nista que, según los apologistas del sistema, crea­
triste historia de quien cae en la arena movediza y ba artificialmente dificultades y dañaba la imagen
a medida que aumenta sus esfuerzos por escapar, colombiana. El régimen político bipartidista ope­
resulta más firmemente atrapado. No ha habido, raba como un gigantesco ghetto, a espaldas de la
con escasa excepciones, nadie que mire el proble­ gestión y desarrollo de grandes procesos sociales y
ma desde el punto de vista político. Si acaso, con políticos. Inclusive, las coyunturas de crisis eco­
la doble moral con que se han caracterizado mu­ nómicas siempre estuvieron amortiguadas o con­
chas declaraciones y actuaciones públicas, se trarrestadas por el azar de las heladas cafeteras en
acepta, se tolera y se disimula el asunto, gracias a Brasil, o por la llamada economía subterránea del
los beneficios económicos que arrastra, desde los contrabando, la marihuana y la cocaína. La “eco­
privados hasta los de las finanzas públicas. Sin nomía del rebusque”, o sector informal como se le
duda alguna, el narcotráfico es un problema po­ conoce elegantemente, completaba el cuadro que
lítico que se entrelaza, hoy más que nunca, con maquillaba el buen transcurrir colombiano, según
la crisis del régimen bipartidista. percepción de quienes se consideraban como la
clase dirigente nacional.

IV. La crisis política que se cuestiona No obstante todo lo que se ha reseñado sumaria­
mente, es posible afirmar que el proceso de toma
Hasta hace relativamente pocos años, la “clase de conciencia oficial de que “algo” andaba mal se
política” no aceptaba la existencia de una crisis inició de manera muy difusa y desigual en el seno
política en el país, en parte porque la situación ha­ del régimen político desde hace ya varios años.
bitual de crisis sucesivas durante largos años pro­ Quizás fue la institución militar la que comenzó el
yectó una actidud de cinismo en los grupos de la proceso. Su confrontación temprana con la sub­
dirigencia nacional, y en parte porque la sociedad versión, subversión derivada en gran medida del
no había alcanzado los niveles de deterioro que se bloqueo frentenacionalista a la participación po­
experimentan últimamente. El Frente Nacional lítica fuera del bipartidismo, la hizo especialmen­
era percibido por su carácter bienhechor, sobre te sensible a los problemas. Aunque los militares
todo si se tiene en cuenta que los directamente be­ entendían la significación del caldo de cultivo de

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la miseria social causada por la ya reconocida cepcionalidad posible en una democracia como la
concentración extrema del ingreso y la riqueza na­ colombiana. En esta forma mecánica se constitu­
cionales, su concepción ideológica daba prioridad yó el modelo represivo turbayista, con todas sus
al comunismo foráneo como el causante de todos características conocidas y desconocidas. La re­
los males de la patria. De ahí la exigencia militar sultante fue su fracaso como solución, no obstante
al presidente López de aumentar la represión, a haya todavía quienes aseguren que el problema
raíz del paro nacional de septiembre de 1977. consistió en la insuficiencia de las medidas aplica­
Pero la respuesta a tal exigencia solamente se con­ das. Con esta lógica, mientras no se extermine la
cretó recién comenzado el gobierno siguiente, el subversión, y su definición es bien ambigua y am­
del presidente Turbay Ayala. bivalente, no se erradicarán los males del país.

El gobierno del presidente López tuvo gran signi­ El fracasado modelo represivo del gobierno del
ficación para el desenvolvimiento del proceso que presidente Turbay, que constituyó el primer expe­
llevó al reconocimiento de la crisis y a la búsqueda rimento de solución de la actual crisis política na­
de posibles soluciones. La candidatura presiden­ cional, condicionó el derrotero político subsi­
cial de López fue la gran esperanza para compen­ guiente. Quizás la influencia mayor fue la gesta­
sar las frustraciones de quienes aún creían en un ción de un proceso social de reconocimiento del
reformismo dirigido desde las toldas de la tradi­ carácter político de la crisis. La despolitización
ción bipartidista. Así lo presagiaban sus antece­ provocada por el Frente Nacional en amplios sec­
dentes de crítico del Frente Nacional desde el tores de la sociedad colombiana tuvo un período
MRL y el carácter del futuro gobierno que iniciaba de contención. A pesar de la alta dosis represiva
el desmonte del monopolio bipartidista. No obs­ durante los gobiernos anteriores, su acentuamien-
tante, las ejecutorias del cuatrenio 1974-1978 aca­ to desde septiembre del 78 sirvió para aclarar en
baron con tal esperanza y ratificaron la posición muchos grupos sociales que el problema no radi­
de los grupos que se habían ubicado por fuera de caba únicamente en la subversión. Más importan­
la cobertura del régimen. Los problemas sociales te aún, mostró que se habían atacado sus conse­
y políticos que se generaron durante este gobier­ cuencias pero no sus causas. Por tal razón, no fue
no fueron los que aceleraron la preocupación de la accidental que en la campaña del 82 triunfara el
institución militar con la violencia, fenómeno que candidato que mostraba una imagen diferente de
se colocaba de nuevo como la expresión más visi­ la represiva. Además, uno de los puntales ideoló­
ble de las crisis. A partir de allí, se desató la diná­ gicos de la competencia electoral fue la bandera
mica que condujo a la formación del primer pro­ de la paz. Naturalmente que la represión siempre
yecto político que pretendió solucionar, por la lí­ ha sido justificada con el objetivo de la paz, pero
nea política de menor esfuerzo, un problema per­ lo esperado en ese entonces era la aparición de un
cibido de manera por demás confusa. Así comen­ medio diferente, de algo distinto a la fuerza para
zó un gobierno, el del presidente Turbay, volcado buscar la paz. De ahí que se pueda afirmar que el
hacia la represión, con el fin de eliminar de una agotamiento del modelo represivo, como primer
vez por todas las supuestas raíces de los males de experimento nacional de solución de la crisis, con­
la patria: la violencia y la ideología comunista. dicionó altamente el transcurrir político inmedia­
to. Ante todo, obligó al reconocimiento social del
Para el gobierno del liberal Turbay Ayala, la per­ problema, lo que permitió la formulación del se­
cepción de la crisis era muy sencilla, como sencillo gundo de los proyectos de solución, ya con con­
pero brutal fue el intento de solución. Sin duda, ciencia de su carácter político, aunque sin mucha
fue una tenue apreciación política del problema. claridad sobre su definición.
Ante todo, éste era catalogado como administra­
tivo y técnico; un problema de necesidad de orden
y organización: dados los males de toda nación fa­
V. Betancur y la repolitización del país
talmente subdesarrollada, el comunismo y la sub­
versión internacionales aprovechaban la situación Si durante el gobierno del presidente Turbay la
para crear focos de violencia y alterar el orden despolitización gestada por el régimen del Frente
público. Aunque la institución militar había lu­ Nacional se estancó, durante el gobierno del pre­
chado denodadamente por erradicar el mal, inclu­ sidente Betancur se inició una repolitización del
so con medios excepcionales como el estado de si­ país. Por vez primera, desde la época de la Vio­
tio casi permanente desde 1947, su función no ha­ lencia, un gobierno reconocía el carácter político
bía sido suficiente. En consecuencia, era necesa­ de fenómenos que habían sido tratados hasta ese
rio un Estatuto de Seguridad, es decir, toda la ex- entonces como administrativos, técnicos, buro-

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créticos o, a lo sumo, con un tono político de tinte mostrarse poderoso, con la conveniencia que para
clientelista. A las guerrillas, tradicional problema el mismo fin distintas fuerzas dejaban traslucir.
considerado de desorden público, se les dió un es­ Este fue el caso de las FARC, que deseaban man­
tatus claramente político. Otro tanto se hizo con tenerse en tregua, y de la UP, que dependía en su
problemas sociales, como el desempleo. Incluso, existencia de la misma. La situación ambivalente
la baja representatividad del bipartidismo inició el de confrontación de fuerzas políticas tuvo su de­
tránsito hacia su calificación como problema. El senlace en noviembre del 85 con el trágico y cono­
comportamiento gubernamental fue consecuente cido episodio del Palacio de Justicia. El perfil po­
desde un comienzo con esta perspectiva, articu­ lítico del Ejecutivo descendió a partir de allí a su
lando el conjunto de políticas con un gran objeti­ más bajo nivel, arrastrando consigo gran parte del
vo general: la pacificación del país. Sin embargo, prestigio de la figura presidencial, que no pudo
la figura presidencial logró mantenerse estratégi­ conservar la asepsia que había construido. Indu­
camente por encima de los procedimientos, como dablemente, el segundo experimento de solución
árbitro que juzgaba el comportamiento adecuado de la crisis nacional había fracasado.
de un complicado y esquivo aparataje político en­
cargado de buscar la paz: el Congreso con la apro­ Las consecuencias políticas de este proyecto fue­
bación de una Ley de Amnistía proveniente de un ron dicididamente mayores que en el caso del go­
proyecto de la oposición y con evasivas perma­ bierno que le antecedió. La repolitización social
nentes a su compromiso reformista, los dos parti­ determinó la formación de una mayor conciencia
dos tradicionales con titubeos e indecisiones pro­ política, pero de una conciencia que refleja las
longadas frente a su responsabilidad en beneficio grandes contradicciones existentes entre las múl­
de la paz, la rama judicial como rueda suelta y des­ tiples percepciones del común problema de la paz.
protegida del Estado, el ministerio público libran­ Naturalmente, esta situación sirvió de motor
do una lucha solitaria y poco comprendida, y, fi­ ideológico de los conflictos que se desataron
nalmente, las numerosas comisiones de paz, veri­ abiertamente desde mediados del año 85. Pero lo
ficación y demás títulos, sin autoridad real, su­ más complicado fue la resultante final del fenóme­
puestamente representativas de una sociedad civil no: la polarización de las fuerzas políticas. Ya en
expectante y desorientada. Todo esto conforma­ ciertos momentos críticos de la coyuntura se ha­
ba la síntesis de una parafernalia oficializada que bía observado un tanto esta tendencia, por ejem­
veía prevenidamente la lucha de dos gladiadores plo, en el caso de la acusación del Procurador a al­
que pretendían ser independientes: fuerzas arma­ gunos elementos militares y de la policía implica­
das y guerrilla, entrecruzados extrañamente con dos en las actividades paramilitares del MAS. En
un nuevo poder estimulado desde fuera y dentro ese entonces, se formaron dos grandes polos de
del país: el narcotráfico. opinión: uno de los militares y otro del Procura­
dor, hasta que, finalmente, el Presidente Betan­
La repolitización del país durante los agitados cur, apoyado en su estrategia de árbitro del objeti­
cuatro años del gobierno Betancur fue un proceso vo pacificador, apaciguó el conflicto. No obstan­
bastante complicado. La paz como objetivo fue lo te, la polarización política continuó su curso, has­
único claro para todo mundo. Pero la paz como ta que, finalmente, con el episodio del Palacio de
significado absorbió todas las definiciones posi­ Justicia quedó establecida: todas las “fuerzas vi­
bles, en concordancia con los diferentes niveles de vas” a favor de la paz, pero unas en defensa de los
conciencia y de intereses políticos de grupos, cla­ métodos de diálogo y otras en busca de una solu­
ses, estamentos e instituciones de la sociedad. To­ ción de “mano dura”. Surgió, así, la opción políti­
dos deseaban la paz, pero una paz a su acomodo. ca del polo militar, como artífice obvio de la solu­
Este símbolo logró disimular por buen tiempo las ción de fuerza. Esta situación quedó posterior­
contradicciones existentes y la ausencia de una mente congelada, aunque constituye una peligro­
clara dirección gubernamental, hasta que por fin sa reserva dentro del convulsionado ambiente
estalló su contenido a partir de la mitad del año 85 nacional.
con el rompimiento de la tregua con el M-19. De
ahí en adelante, el Ejecutivo perdió gran parte de En el campo guerrillero las consecuencias del mo­
la fuerza que había logrado conservar del inmenso delo Betancur fueron destacadas. Su legitimidad,
capital político recibido en sus comienzos. El bi­ es decir, la credibilidad pública de la lucha arma­
partidismo, las guerrillas, la fuerza armada, el da, sufrió un descalabro. La generosa ley de Am­
Congreso y otros poderes menores comenzaron a nistía, sumada a las tardías, improvisadas y débi­
esgrimir sin disimulos sus respectivos intereses, les respuestas políticas de las guerrillas las coloca­
frente a un gobierno que conjugaba su afán de ron en entredicho, como faltas de sinceridad ante

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la “magnanimidad” gubernamental. Esta visión rentes causas, hay una tendencia de organización
se reforzó ante la “opinión pública”, a raíz del local, siempre con un trasfondo, implícito o ex­
rompimiento de la tregua por parte de varios gru­ plícito, de tipo político desligado del bipartidis-
pos guerrilleros que se unieron con los que nunca mo. El asunto hace parte del fenómeno ya señala­
la aceptaron, para formar la Coordinadora Nacio­ do de salida del campo de mediación del régimen,
nal Guerrillera. Quedó establecido, así, una espe­ de gran número de relaciones políticas. Movi­
cie de desarme político de la guerrilla, que, a su mientos sociales en general, paros cívicos y un
vez, legitimaba y justificaba ante la sociedad civil buen número de organizaciones con diversas ca­
la actividad represiva militar. El militarismo, de racterizaciones conforman un mundo celular que
parte y parte, fue el corolario que ensombreció el ha llegado hasta constituir principios de coordina­
proceso de paz y facilitó el desenlace de la toma ción nacional. La elección popular de alcaldes y
del Palacio de Justicia. las reformas de descentralización municipal, úni­
cas medidas concretas derivadas de toda la expec­
Por otro lado, las FARC, aunque lentamente, su­ tativa reformista que surgió con Betancur, se arti­
pieron responder de manera más política al go­ culan con el proceso anterior como acicate que le
bierno. No solamente suscribieron de primeros proporciona mayor dinámica.
los acuerdos de tregua, sino que apoyaron un mo­
vimiento político nuevo, la Unión Patriótica, UP. Para rematar esta breve visión de lo que fue el se­
Es más, se mantuvieron y se mantienen inestable­ gundo proyecto de solución de la crisis del régi­
mente en la tregua, y su movimiento civil, con el men bipartidista, es conveniente mencionar un
apoyo del Partido Comunista, se presentó a las úl­ par de condicionamientos de tipo económico que
timas elecciones y ascendió en el campo político vivió este experimento. En primer término, el fac­
institucional con una representación formal. Este tor de crisis económica fue una constante impor­
ha sido, indudablemente, el resultado positivo tante durante el gobierno del presidente Betan­
más concreto del experimento Betancur. Ade­ cur. Sin duda, este hecho limitó las posibilidades
más, sirvió para debilitar la posición militarista de de asignación de recursos que pudiesen haber ac­
la Coordinadora Guerrillera y la tendencia de po­ tivado el proceso de paz. No obstante, los factores
larización política en la sociedad colombiana. estructurales presentes en el régimen, como el ya
mencionado de acumulación de capital electoral
Como última consecuencia política destacada privado, dejan dudas sobre la viabilidad de un re-
cabe mencionar la reubicación de las fuerzas de iz­ formismo apoyado en una política nacional de re­
quierda en el país. La nueva izquierda, nacida en distribución del ingreso. Además, el reformismo
la década de los años sesenta como subproducto del gobierno Betancur estuvo limitado claramen­
del Frente Nacional, experimentó un proceso de te a una normatividad política que excluyó lo di­
“aterrizaje”. El idealismo, el dogmatismo y la fal­ rectamente social.
ta de percepción de la realidad nacional, caracte­
rísticas presentes en la corta historia de las innu­ En segundo término, es importante hacer referen­
merables pretensiones de constituir partidos en la cia a la política económica. Esta fue, sin duda,
nueva izquierda, prácticamente desaparecieron. bastante heterogénea e, inclusive, contradictoria
Asimismo, a la par con una mayor dispersión po­ en muchos aspectos. Aparte de ello, no tuvo una
lítica, estas fuerzas fueron las mayores defensoras constante dirección presidencial, como fue el caso
de la paz. Incluso, hubo deslindes en sus antiguas de la político, sino, más bien, una delegación de
simpatías con la guerrilla, y muchas figuras de la “carta blanca” a los tres ministros de hacienda que
izquierda se matricularon o por lo menos conge­ hubo. La única uniformidad observada fue la rela­
niaron con los sectores liberales que consideraban cionada con la crisis del sector financiero que se
más democráticos, como el Lopismo y el Nuevo presentó en los comienzos del período. La políti­
Liberalismo, con la esperanza de constituirse en ca observada fue siempre de beneficio del conjun­
la intelligentsia que guiara la reconstitución demo­ to, sin excluir siquiera el caso del Grupo Granco-
crática del partido liberal. La situación de atomi­ lombiano. No parece que haya habido en toda la
zación y aparente desaparición de la nueva iz­ historia política del país una situación similar de
quierda abrió, posiblemente, nuevas perspectivas subsidio del Estado a la empresa privada, en la
de reorganización de las fuerzas democráticas de que se socializaran inmensas pérdidas, generadas
izquierda en el inmediato futuro. Lo acontecido casi siempre por las prácticas especulativas que se
con la nueva izquierda se complementó con un establecieron en los altos círculos económicos pri­
proceso lento pero constante que se ha gestado en vados. Esta política fue más aberrante si se tiene
muchos sectores populares, en el que, por dife­ en cuenta la limitación de recursos del Estado en

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momentos de crisis y la publicitada política refor­ yecte una solución, aunque hay creciente preocu­
mista, indispensable en una sociedad distinguida pación por encontrarla. Como puede apreciarse,
por los desequilibrios y las desigualdades sociales. entonces, tal parece que la influencia del modelo
No cabe duda que aquí se plantea una discusión de solución política del gobierno Betancur sobre
de doble moral, puesto que fue el gobierno Betan- la conducta futura se extendió a muchos sectores
cur el que enarboló la bandera moralista que sola­ de la sociedad, entre los cuales el más destacado
mente había esgrimido el Nuevo Liberalismo. El es el propio gobierno que se inauguró en agosto de
rigor moral se aplicó, al menos retóricamente y 1986, luego de un espectacular triunfo electoral.
con discutibles resultados positivos, especialmen­
te en el caso del narcotráfico. Este es un tópico El tercer modelo de solución de la crisis política,

muy importante que ha venido encadenado en su el del gobierno Barco, está basado en dos pilares

condicionamiento a través de los sucesivos mode­ fundamentales que son complementarios: poruña

los de solución de la crisis política del régimen, parte, una ruptura con la herencia frentenaciona-

hasta colocarse en el primer plano de los proble­ lista que abolió las posibilidades de oposición ins­

mas por resolver. Faltaría ver si su manejo políti­ titucional; por otra, una reconstitución del proce­

co ha sido adecuado y si el embrollo a que ha llega­ so de paz con el mote de “Rehabilitación, Norma­

do forma parte de la condición de dependencia ex­ lización y Reconciliación”. El primero de estos

terna de la sociedad nacional. dos pilares, el “esquema gobierno-oposición”


como lo denomina el gobierno, busca la institucio-
nalización de los conflictos sociales y políticos,
VI. La indefinición política con el fin de que puedan ser manejados por el ré­
gimen. Todo el consenso que genere un gobierno
El proceso de repolitización ocurrido durante la popular y reformista, como postuló ser el actual,
administración Betancur tuvo el claro subproduc­ se ubicaría dentro y alrededor de un partido de
to de la aceptación por todo el mundo de la exis­ gobierno, en este caso el liberal. Por su parte, la
tencia de una crisis política. Hay consenso nacio­ oposición se alinearía con el partido conservador,
nal sobre la necesidad de hacer “algo” al respecto, que temporalmente aceptó el reto con la fórmula
pero algo de gran importancia y significación. No de la “oposición reflexiva”, y con otros movimien­
obstante, existen dos problemas mayores sobre el tos y partidos, de los cuales el único existente es la
particular. El primero tiene que ver con la multi­ Unión Patriótica. Aquí se pretende que todo el
plicidad de consideraciones sobre la definición del cúmulo de expresiones políticas que se sitúan ac­
asunto, que van desde la ya mencionada inculpa­ tualmente al margen del régimen se integren a
ción al comunismo y al terrorismo internaciona­ éste, con la inclusión pacífica hasta del movimien­
les, o a la figura del expresidente Betancur por ha­ to guerrillero. El modelo gobiernista, que obede­
berse inventado los problemas, hasta las más disí­ ce a la teoría institucional-funcional del conflicto,
miles apreciaciones, como la pereza e indisciplina supone que los partidos tradicionales poseen sufi­
tradicionales de los colombianos, la mala fe de los ciente fortaleza como para reconstruir el régimen
políticos y hasta de los colombianos, la burocrati- bipartidista, con la variante de la integración bajo
zación del Estado, el exceso de libertades y el de­ su comando de todos los conflictos nacionales ca­
sorden, la falta de un gobierno de mano dura y la nalizados por una oposición institucionalizada.
impunidad. Estas y otras muchas consideraciones Sin embargo, es bastante dudoso que a estas altu­
se esgrimen a diario en diversos círculos sociales ras del desarrollo histórico colombiano sea posi­
sin que se vea ninguna tendencia de acuerdo sobre ble una revitalización del bipartidismo, puesto
el tema. Cuando mucho se aceptan todas las razo­ que es poco factible que se integren fuerzas políti­
nes y se coloca el asunto como una mezcla compli­ cas díscolas como subsidiarias de un sistema que
cada de un poco de todo. El segundo de los pro­ las indujo por la necesidad creciente de rechazar­
blemas mayores sobre la crisis se refiere a que en lo. Además, existe una suposición agazapada en
los niveles directivos del país, tanto en lo político el contenido del “esquema”, que es un intento de
como en lo económico, no hay ninguna definición frenar el proceso de repolitización gestado duran­
sobre lo que debe hacerse. Existen muchas dudas te el gobierno anterior, ante la creencia que sólo
sobre los diagnósticos generales, aunque cual­ una especie de centrismo ideológico es susceptible
quier dirigente puede'enunciar cantidad de fallas de institucionalizar, y ¿qué mejor para ello que el
importantes, y una gran falta de seguridad sobre tantas veces proclamado centrismo del bipartidis­
la acción política que convendría seguir. Hay mo? Se postula, y ha habido afirmaciones al res­
acuerdo sobre el carácter político del problema, pecto, que la lucha de clases únicamente se pre­
pero no aparece diseño coherente alguno que pro­ senta cuando hay enfrentamiento ideológico en­

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tre la izquierda y la derecha. Es decir, se busca que se inauguró el gobierno. Al respecto, es im­
continuar con la exclusión de la confrontación de portante recordar que el capital más susceptible
ideas dentro del régimen y se desconoce la exis­ de rápida valorización es el político, pero también
tencia permanente de la lucha de clases en las so­ es el más sensible a la des valorización. De agosto
ciedades y la posibilidad de institucionalizarla a diciembre del pasado año 86, el gobierno sola­
democrática y civilizadamente. Por último, se po­ mente defendió y sacó adelante una reforma tri­
dría pensar que la elección popular de alcaldes butaria dudosamente redistributiva del ingreso.
constituye una posible entrada para la integración Ya en este año, al borde del límite de las faculta­
de nuevas fuerzas al sistema. Esto es cierto como des otorgadas, el gobierno expidió una tímida
posibilidad. No obstante, el régimen ha dado sufi­ norma de reorganización administrativa que for­
cientes muestras de desconfianza en esta Ley para talece la célula municipal. Tal medida representa
que se pueda pensar que desaparezca el bloqueo la continuidad de la Reforma Constitucional so­
que está dando a tal entrada. El narcotráfico, la bre elección popular de alcaldes y de las leyes des-
guerrilla, el clientelismo, la ignorancia popular y centralizadoras promovidas por el anterior go­
muchas otras razones más se han esgrimido como bierno. De resto, no ha habido intención de lla­
crítica desde dentro del régimen a la única refor­ mamiento a sesiones extraordinarias al Congreso
ma potencialmente democrática aprobada en mu­ para discutir los numerosos proyectos de reforma
chos años. existentes, quizás por razones políticas de escasa
monta. En estas circunstancias, es difícil pensar
El otro pilar del actual experimento de solución que el capital político de que pueda disponer el
de la crisis es la continuación del proceso de paz gobierno en el futuro, alcance para adelantar el
gestado durante el gobierno anterior, pero con un reformismo necesario para cumplir con los objeti­
ropaje lo más cambiado posible. Se supone que vos que encierra el poco claro tercer experimento
solamente con la pretendida despolitización es de solución de la crisis.
posible alcanzar la paz. Por ello, la renuencia a re­
tomar el diálogo con las fuerzas existentes fuera El segundo problema del experimento que vale la
de la institucionalidad que, según los teóricos del pena consignar es el relacionado con la dinámica
modelo, fue la causa principal de la repolitización misma de la rehabilitación. La “erradicación de la
y. por lo tanto, alimento de la lucha de clases. La pobreza absoluta” no deja de ser una consigna de­
manera de tratar el problema, entonces, es qui­ magógica, por más buenas intenciones que se ten­
tándole el piso social, el caldo de cultivo, a la in­ gan. No existen los recursos de capital suficientes
conformidad. La erradicación de la “pobreza ab­ para adelantar los planes de inversión ya anuncia­
soluta” dejaría sin fundamento a la protesta, dos. Aun suponiendo que el gobierno los consiga,
puesto que la miseria constituye su apoyo. Aquí, con infraestructura sólo se consigue un mayor de­
casi que se podría concluir que las ideas de iz­ sarrollo económico: modernización, disminución
quierda sólo son posibles de gestar con los estó­ temporal del desempleo rampante y, quizás, cier­
magos vacíos. De todas maneras, la fórmula de la tas mejoras en las condiciones de vida de muchos
“rehabilitación” social con inversión oficial masi­ de los que nada tienen. Pero de ahí a pensar que se
va es el prerrequisito dentro del experimento para está atacando el problema estructural de la extre­
que haya “normalización”, y solamente dentro de ma concentración del ingreso y la riqueza nacio­
tal normalidad desideologizada es posible alcan­ nales, hay un abismo. Con voluntad política para
zar la anhelada “reconciliación”. ¿Cuánto tiempo adelantar reformas redistributivas del ingreso no
habría que esperar para que los colombianos se son absolutamente indispensables grandes recur­
reconcilien? sos de capital. El indicador de lo acontecido con la
reforma tributaria da la tónica de los intereses que
El proyecto político del gobierno presenta varios se mueven para definir el nivel de voluntad políti­
problemas adicionales, de los cuales cabe señalar ca que permite el régimen. El problema no consis­
dos. En primer término, se indica el problema del te únicamente en lo que se quiere, sino también en
tiempo, de la oportunidad política. A pesar del lo que se puede y, cabría agregar, en el momento
decidido mandato político que significó el gran ca­ en que conviene hacerlo.
pital electoral alcanzado en mayo de 1986 por el
presidente Barco y a pesar de su aparente conven­ Para cerrar la argumentación sobre las perspecti­
cimiento de la necesidad de continuar con tesón vas que se aprecian del tercer intento de solución a
en la búsqueda de una solución a la reconocida cri­ la crisis política es necesario retomar la idea con
sis política nacional, da la impresión de que sólo que se inició este subtítulo: la diversidad de opi­
comenzaron a plantearse los problemas una vez niones sobre el diagnóstico de la crisis y la falta de

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segundad sobre sus fórmulas de solución. En Turbay hubo apoyo de muchos sectores dominan­
efecto, es incuestionable la enorme gama de opi­ tes, de clases medias y del bipartidismo, pero un
niones sobre lo que acontece en Colombia y la di­ heterogéneo rechazo popular. En el del presiden­
ficultad de precisarlas y sintetizarlas. Por su parte, te Betancur se manifestó un repudio casi unánime
poca duda existe sobre la desconfianza que des­ de las clases dominantes, no existió el apoyo del
piertan no solamente las medidas que adelanta el bipartidismo y solamente se sostuvo, dando tum­
gobierno, sino ante todo su proyecto político glo­ bos, gracias al espontáneo y variable apoyo de
bal. El común de las gentes no tiene ningún con­ sectores populares y de clases medias totalmente
tacto con el modelo; únicamente sufren los multi- carentes de una dirección política. En el actual ex­
facéticos efectos negativos de la crisis. Las clases perimento gubernamental hay un desganado apo­
dominantes no quieren entender qué es lo que yo del bipartidismo y otras fuerzas menores, sim­
pasa y no desean comprometerse en forma alguna plemente por ausencia de otra alternativa; los sec­
con los esfuerzos del gobierno; solamente les inte­ tores populares se encuentran al margen del pro­
resa su seguridad económica y física inmediata. ceso, aunque se pregone que son el objeto del pro­
Las clases medias son el centro mismo de la confu­ yecto, y los grupos y clases dominantes franca­
sión en el diagnóstico^ en las soluciones de la cri­ mente miran como ajenas las medidas de un go­
sis. Las guerrillas han retornado a su dispersión bierno sin clara identidad de dirección. Las fuer­
tradicional y poco esfuerzo hacen para pensar en zas dominantes y otras más se hallan a la expecta­
términos francamente políticos. El partido con­ tiva de los resultados del proceso, quizás a la espe­
servador duda de su propia oposición. El partido ra de construir un proyecto que surja de la alterna­
liberal confiesa en secreto su temor por un even­ tiva militar, cuyo carácter en forma alguna podría
tual fracaso del gobierno. Y, finalmente, el mismo tener el sello político de lo nacional. Un proyecto
gobierno comienza a perder confianza en sus eje­ político nacional tiene que movilizar, con rumbo
cutorias y trata de remendar sobre la marcha su claro, fuerzas suficientes para arrastrar una ten­
destino. Esto, sin tener en cuenta las discordan­ dencia de consenso y para contrarrestar con deci­
cias que se ven dentro del aparato de gobierno y la sión los poderes reacios que seguramente se sien­
posición prevenida de los militares desde el mis­ tan afectados por la concepción y por las medidas
mo mes de mayo cuando se gestó el gobierno, po­ diseñadas. Esta es la base de la fuerza política que
sición que ha ratificado la continuidad de su exclu­ se requiere para la solución de un problema de la
siva política bélica de pacificación. magnitud del que se vive.

El proyecto político que tienda a solucionar la ac­


VII. Las perspectivas políticas tual crisis de legitimidad del régimen bipartidis­
ta no requiere que sea revolucionario. Las revolu­
El problema de la crisis del régimen bipartidista ciones se han gestado generalmente a partir de
no puede limitarse al reconocimiento de su carác­ crisis de dominación en los sistemas sociales. Lo
ter político, aunque ello es fundamental y ya se ha que sí debe contener necesariamente el proyecto
avanzado al respecto. El problema requiere una político de solución es un cambio del régimen que
solución que es más difícil de alcanzar a medida se cuestiona. Adicionalmente, se debe plantear
que se profundizan y diversifican los fenómenos un reformismo lo suficientemente profundo como
que se derivan de la situación política. La solución para inhibir la pronta reproducción de una nueva
tiene que provenir necesariamente de una con­ crisis dentro de otro contexto político. En otras
cepción política global, de un proyecto político palabras, las reformas no deben ser solamente de
nacional, con toda la voluntad y decisión políticas las reglas del juego político, sino también de di­
que este concepto significa. La única manera de versas relaciones sociales. Desde el punto de vis­
evitar que un proyecto político se traduzca en una ta de un análisis académico-político, a continua­
“colcha de retazos” y que cada funcionario inter­ ción se enuncian tres bloques de factores estruc­
prete el quehacer según su iniciativa ideológica, turales que alimentan la crisis, enfrentados a una
como ha acontecido hasta ahora, es con la fuerza serie de obstáculos para removerlos. El primer
que solamente puede proporcionarle el carácter bloque refleja la esencia del actual régimen políti­
nacional. En las circunstancias del momento, los co. Los otros dos, el núcleo de los lastres que re­
proyectos que se creen ño pueden provenir de teo­ quieren un reformismo social. Este balance per­
rías materializadas a espaldas de la necesaria for­ mite vislumbrar, dentro del carácter de primera
mación de una voluntad popular, así tengan la aproximación que representa este ensayo, la di­
bendición del bipartidismo que, para el caso, ha rección de las perspectivas políticas para el inme­
demostrado ser insuficiente. En el experimento diato futuro.

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El primer bloque de factores se sitúa en las institu­ tica, es decir, una mayor participación ciudadana.
ciones del Estado que se encuentran al servicio in­ El mesianismo, el autoritarismo y el exclusivismo
mediato de intereses particulares, sin que medie constituyen la trilogía que ha regido el tono elitis­
antes un principio de beneficio social. No sola­ ta que han encerrado las prácticas políticas tradi­
mente el plano electoral, aunque éste da la tónica, cionales en Colombia, desde la extrema derecha
sino también el lucro fácil, la corrupción adminis­ hasta la extrema izquierda.
trativa y los privilegios gremiales son componen­
Los obstáculos a la remoción de este bloque son
tes de la “privatización” en que se halla el Estado.
Aquí no existe necesidad alguna de reducción del innumerables, pues de lo que se trata es de rom­

radio de acción estatal, como propugna la moda per con la estructura de un capitalismo espolia-

de aquellos a quienes no les conviene la fortaleza dor, voraz e improductivo y de frenar la tendencia

del Estado o no quieren entender la esencia de de concentración del ingreso. Se trata, también,

la crisis. El problema se reduce a comprender que de crear una dinámica productiva, apoyada en la

el Estado es débil, a pesar de su capacidad de mo­ formación de un verdadero mercado interno; de

vilización de recursos, y que es necesario un cam­ eliminar el capital ocioso y de trancar la tenden­

bio cualitativo que lo proyecte hacia el beneficio cia especulativa en desmedro de la producción.

colectivo. Por eso, los obstáculos se ubican en la mayor parte


de los grupos poderosos y su neutralización no
Frente a este lastre estructural, el obstáculo ma­ puede ser distinta a la política. Sería tan fácil crear
yor de su remoción lo constituye la organización una conciencia social en los grupos eventualmente
del bipartidismo en su papel de administrador mo- beneficiarios, comQ difícil, pero no imposible, lo­
nopólico de las instituciones del Estado. No son grarlo en los que en apariencia saldrían perjudica­
los partidos como tales, sino su imbricación fun­ dos. Una nueva conciencia empresarial debería
cional con las heterogéneas prácticas clientelistas reemplazar el actual ambiente seudoempresarial
lo que determina su particular forma de reproduc­ de lucro fácil sin responsabilidad de creación de
ción. Aquí se podría alegar que el esquema actual valor. Pero hay un freno a tal ideal, situado en el
de gobierno-oposición configura un principio de estado en que se encuentra el desarrollo mismo
remoción de este obstáculo. Ello seria aceptable, del capitalismo. En efecto, las tendencias de con­
si el experimento no tuviera en su trasfondo una centración del “capitalismo salvaje” han penetra­
base de reconstitución del bipartidismo y la conti­ do todo el sistema mundial, con diferentes grados
nuidad del clientelismo con beneficio en primer en los niveles nacionales. Sin embargo, no es utó­
término para el partido de gobierno. Es un cam­ pico pensar en un deslinde de los procesos produc­
bio importante pero de mecánica, y sin la trascen­ tivos articulados estructuralmente al sistema glo­
dencia de variación cualitativa hacia una proyec­ bal universal, de aquellos que no se conectan con
ción que incluya los sectores externos al régimen. éste para definir las decisiones de su dirección.
Solamente así sería factible un comienzo de “des­ Habría que contar con estos últimos y con los de
monte” del clientelismo como columna vertebral carácter más doméstico, para involucrarlos en una
de la reproducción del sistema. movilización, teniendo en cuenta que los procesos
productivos no son cosas sino expresiones econó­
El segundo bloque de factores estructurales que micas de grupos y clases sociales.
alimenta la crisis es la bien apuntalada concentra­
ción del ingreso y la riqueza nacionales. La redis­ Finalmente, el tercer bloque de factores que ali­
tribución económica no exige inversiones, aunque menta la crisis de legitimidad del régimen biparti­
su acción no puede hacerse a costa de un estaca- dista es el anquilosamiento en que se encuentran
miento del crecimiento. Es una medida eminente­ los parámetros de propiedad del suelo y de distri­
mente política, que requiere una voluntad en tal bución de sus beneficios. Esto que hace varias dé­
sentido, gran rapidez en su implementación y un cadas se hubiera definido como la necesidad de
respaldo de poder que sólo puede provenir de los una reforma agraria, se ha trocado en algo bien
sectores sociales que se beneficien, a través de for­ complejo. El país no solamente se ha urbanizado,
mas de organización sustentadas en la moviliza­ sino que su antiguo carácter agrario se ha tornado
ción. Las condiciones de apoyo y movilización po­ también industrial, mercantil y diversificado en
lítica efectiva deben partir de los mismos postula­ varias formas de organización económico-social.
dos ideológicos de la redistribución económica. Al típico problema agrario se ha sumado el pro­
Estos principios que apuntan a la implementación blema urbano y otros fundamentales, como el de
de una democracia social no pueden desligarse de distribución de bienes y servicios. Inclusive, el
los que identifican la democracia puramente polí­ problema agrario requiere definiciones regionales

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particulares articuladas entre sí. Pero el común
denominador de los problemas rural y urbano es
la distribución del suelo, la normatividad de su
propiedad y la forma como se proyectan los bene­
ficios obtenidos de su explotación económica. Re­
mover este bloque es fundamental, puesto que es
el complemento de la redistribución económica
mencionada anteriormente. No solamente debe
servir para reafirmar las políticas redistributivas,
sino, ante todo, para frenar estructuralmente la
tendencia nacional de concentración del ingreso y
la riqueza.

Las perspectivas de rectificación de este lastre son


bien difíciles. La tendencia histórica del reformis-
mo social en Colombia es su misma inexistencia,
dado el bloqueo de los pocos intentos que se han
hecho. En ese aspecto, se han complementado los
intereses de los grupos dominantes con los de la
“clase política”. Junto con las medidas necesarias
para la eliminación de los dos bloques anteriores,
este último también requiere de la fuerza política
de la sociedad civil. Es a partir de las organizacio­
nes que allí existen que se puede pensar en am­
pliar el camino de la democracia, tanto política
como social. Alimentar la democracia desde arri­
ba, desde las instituciones del Estado y con la ini­
ciativa de los grupos dominantes, es una utopía.
Sus decisiones deben ser el producto de las presio­
nes políticas organizadas que nazcan de la socie­
dad civil. Afortunadamente, ya hay bastante con­
ciencia de ello, apoyada en los experimentos de
organización social que han emergido sobre todo
durante la última década de vida nacional. La vio­
lencia ha cumplido un papel funcional en tal senti­
do, puesto que ha servido de estímulo para este
principio de solución. Sucesivas violencias que
han sido la forma principal de expresión de las cri­
sis políticas, por razón de ser productos de un sis­

tema social que las reproduce, finalmente contri­


buyen a gestar su solución en el seno de su propio
medio. El hecho de que la antigua violencia, iden­
tificada casi totalmente como política, se haya tro­
cado en buena medida en violencia social, ha
inducido una preocupación colectiva por su solu­
ción. Esta formación de conciencia debe consti­
tuirse en el principio de transformación de la es­
tructura social y de solución de la crisis política.

Fraadsco Leal Buitrago, politòlogo, investigador del Instituto de Es­


tudios Políticos y Relaciones Internacionales.
Augusto Rendón (colombiano) “El último halón” - Aguafuerte (1977)

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