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REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

REVISTA
DE

ARCHIVOS
BIBLIOTECAS
Y MUSEOS
(CUARTA ÉPOCA. AÑO H)

TOMO L I V MADRID - 19^8 NtfM V


ESTADESi EVARISTO SAN MIGUEL, 8.
ROLLOS PROCESALES DE PAPEL
POR FILEMON ARRIBAS

Conocida con el nombre de rollo una de las formas en que


conservaban los documentos, conviene desde el primer momen-
to recordar la diferencia ya señalada por los diplomatistas entre
aquellos instrumentos constituidos por una sola pieza, por lo
general de pergamino, y otros integrados por diferentes piezas
cosidas o pegadas para formar un todo único.
Los primeros, aunque en su origen fuesen rollos, pueden ser
considerados o no como tales, ya que en la actualidad su modo
de conservación depende del gusto o del sistema empleado en
el archivo donde se custodian. Así, mientras Paoli cita como
ejemplos de rollos una bula de Benedicto XIY de 5 de julio de
1743, cuyas dimensiones son 0,89 por 0,62 metros y otra de
Clemente XIII, de 28 de enero de 1772, de 0,84 por 0,70 me-
tros, ambas en el Archivio,di Stato di Firenze (1), en.muchos
de nuestros depósitos se hallan documentos en ima sola pieza
de análogas o mayores dimensiones, que se coiiservan doblados
o extendidos, pero no en su forma primitiva (2).

(1) CESASE PAOLI : Diplomática. Nueva edizione aggiomata da G. C. Bascapé.


Fireose, 1942; pág. 244.
(2) CitUBOs aqiii aIgnno« de los eonaervado* «n «1 Archivo General de Si>
manca»: Bida de Urbano VI, de 1 de jnnio de 1381; 758 mm. alto por, 936 mm.
ancho (PatrMiato Real: 414); Carta de Enrique Vil de Inlaterra aobre eí matri-
monio <j«2 Príncipe de Gales con doña Catalina de Aragón. Schene, 18 julio 1497:
770 X 980 mm. (Patronato Real: 53-3). Tradado autoritado del $e$wmento de
doña Beatrix de Aragón, reina de Hungría, uío 1518; 918 x 642 mm. (Patronato
Real: 29-4). Traslado autorizado de ¡a renuncia de Francisco I de Francia al de.
recho que pretendía a los Estados de Ñapóles, Milán, Genova y Asti, año 1529:
651 X 847 mm. (Patronato Real: 42-1). Bula de Clemente VIH concediendo a
V BEVISTA DE ABCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Por ello estimamos que la denominación de rollo puede ser


aplicada en sentido restringido a aquellos documentos de di-
mensiones no proporcionadas, es decir, una de las cuales es ex-
cesiva en comparación con la segunda, llámese aquélla ancho,
si el documento está escrito en múltiples columnas en el sentido
de la menor dimensión, o largo, si en una sola columna en el
de la dimensión mayor.
Estos rollos de pergamino de varias piezas unidas fueron
muy frecuentes en los tiempos medievales, de modo que sin
esfuerzo alguno podrían mencionarse aquí abundantes ejemplos
tomados de la bibliografía sobre la materia, pero por caer fuera
de nuestro propósito nos limitaremos a citar entre los extran-
jeros el famosísimo proceso de los Templarios, compuesto por
cuarenta y cinco pieles que tienen en total 22 metros y 20 cen-
tímetros de largo (3).
También en España se utilizaron los rollos, de los cuales
han sido reseñados y estudiados, entre otros, los siguientes de
pergamino.
Los opistógrafos del monasterio de Ripoll, en el cual se
conservaban antes de 1835 tres de ellos conteniendo las encícli-
cas funerarias de los abades Seniofred (1008), Oliva (1046) v
Bemat (1102) (4).
El que contiene «La serie de los reyes de Aragón y condes
de Barcelona», del Museo Arqueológico de Tarragona lo fué
por don Elias Tormo en su libro. Las viejas series icónicas de
los reyes de España (5). Está formado por cuatro tiras y tiene
3,50 metros de largo y 23 centímetros de ancho, atribuyéndose
al reinado de Martín el Humano. En 1941 fué restaurado en
el laboratorio de la Biblioteca Central de la Diputación de Ca-

Feüpe ni la investidura del reino de Ñápales, de 28 de agosto de 1599; 693 + 88


por 958 mm. (Patronato Real: 42-34). R<uificación por Jacobo VI de Inglaterra de
la paz con Felipe lll, 'WestmínBter, 19 agosto 1604. Son tre& hojas de pergamino
de 794 X 855 mm., unidas solamente por el eordón del sello pendiente. (Patro-
nato Real: 55-38). Ratificación por el emperador Maximiliano de la Liga de Cam-
bray contra Venecia, Bruselas, 5 febrero 1508. Son tres hojas de i>ergamino pega-
das con nn largo total d e . 1,890 metros por 614 tma. de ancho, qne forman tm
verdadero roUo y hoy se conservan plegadas.
(3) A. GIBY: Manuel de Diptomatique.—Varis^ 1925; pág. 496.
(4) NicoLAV D'OLWEB : Introducción ai estudio de la literatura caudana. En
«Estadio», tomo IX (1915), núm. 25, pág. 14.
(5) Pág. 59.
BOLLOS raOCESALES DB PAPEL

taluña de los muchos desperfectos sufridos durante la guerra


de Liberación (6). ''
José María Lacarra, en Anuario de historia del Derecho es-
pañol (7) estudió otros dos que contienen el Fuero de Estella
y un proyecto de reforma del mismo Fuero, ambos del Archivo
Municipal de dicha población. El primero del siglo XII está in-
tegrado por ocho Hojas que forman una tira de 4,22 metros de
largo por 35 centímetros de ancho, advirtiéndose la falta de dúe
bojas (aproximadamente un metro) con el principio del texto.
El segundo, del siglo Xíll, lo forman trece hojas unidas que
constituyen una tira de 7,52 metros de largo por 36 centímetros
úe ancho.
El uso del papel como materia escriptoria no desterró él de
los rollos, si bien la facilidad de aquél para doblarse y rasgarse
liizo que su conservación ofreciese mayores inconvenientes.
Los paleógrafos españoles del siglo XVIII nos dan noticias
^e dos de ellos, con cuyo motivo exponen sus respectivas opi-
niones, que resultan contradictorias, sobre su utilización.
El P. Burriel ha mantenido, gracias a las suyas, el conoci-
miento de un rollo que poseía, de 1409, procedente de Ajofrin
{Toledo), y. que contenía un testimonio dado por el notario
Antonio Sánchez de los requerimientos hechos por Juan Gon-
zález, cerero, contra ciertos carniceros del derecho que perte-
necía a la capilla del rey don Sancho lY, del almojarifazgo de
la carne de Toledo (8). Estaba escrito en tres pliegos de papel
y un trozo de otro, cosidos a la larga, escritos por un solo lado»
y con la firma y rúbrica del notario en las uniones por el
<lorso.
Este fué, según el autor, el procedimiento ordinario de es-
cribir los procesos judiciales y escrituras de contrato demasiado
largas, habiendo alguno de aquellos de treinta y de mayor nú-
mero de varas de largo; hasta que en el sínodo de Alcalá,
de 1379, fué prohibido por don Pedro Tenorio, arzobispo dé
Toledo, para sus tribunales eclesiásticos, prohibición que en el
(6) Anuario de lo Biblioteca Cena-al de ta Diputación de Cataluña corres-
pondiente a 1941, pág. 58.
(7) Tomo IV (1927); pág. 404.
(8) ESTEBAN DE TESREBOS y PANDO : PaUmgrafia española.—Madrid, 1758;
pág. 55 a 57.
8 REVIST4 BE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSGOS

reinado de Juan II —continúa afirmando— se extendió a los


escribanos seglares, como consecuencia de lo cual hasta los pri*
vilegíos rodados comenzaron a escribirse en forma de cua-
dernos.
El P. Andrés Merino, al explicar la lámina 29, número 3,
de su Escuela de leer letras cursivas antiguas y modernas, dice
estar tomada de una escritura de donación que hicieron Pedro
Fernández de Fita y CataUna Ruiz, vecinos de Talavera, año
1434, a las monjas y abadesa de las Huelgas de Burgos, de to-
dos sus bienes y rentas que tenían en esta ciudad, la cual estaba
escrita en papel cortado en forma de cintas de ocho ded<«B de
ancho (unos 16 centímetros), y expone su criterio: «Así es-
cribieron a lo largo sola una cara hasta concluir la escritura,
cosiendo unas tirap con otras, que al cabo venían a formar una
faxa de tres, quatro, seis o siete varas, y este gasto se observa
desde el año 1420 en adelante hasta fin de este si^o, no en to-
das, sino en algunas escrituras, y regularmente, en las qne se
hallan hechas en papel» (9). '
Como puede apreciarse, ambos autores señalan una misma
época, pero mientras el primero la fija como fin del uso de los
rollos, él segando la indica como principio. Ahora, bien, a tra-
vés de los textos legales medievales y del reinado de los Reyes
Católicos, en todos los cuales se hallan tantos y tan interesantes
datos para la Diplomática castellana, encontramos noticias qae
comprudian la veracidad del aserto de Merino y la falta de fun-
damento de Burriel en lo referente al desuso de los rollos por
los escribanos civiles.
En efecto, sin remontamos a fechas anteriores, una dispo-
sición de Alfonso XI dada en la era 1412 (año 1374) sobre los
derechos que los escribanos habían de llevar, recogida en las
Ordenanzas de Montalvo, libro 2, título X V m , ley 12, que tra-
ta del mismo asunto, estableció lo siguiente.- «cOú^osi, por los
procesos de los pleitos, por cada palmo tres dineros. Y por pre-
sentación de la demanda o de la procuración, o de instmmento,
o de otras escripturas qualesquiera que sean [sic] de poner en
los procesos, por cada uno tres dineros. Y si la escriviesen en

(9) Pig. 281.


ROIXOS PKOGKSALES VB PAPEL V

el proceso, que pague por cada palmo tres dineros; y de las


presentaciones de los testigos, por cada un testigo dos dineros^
e si se escribiese su dicho, que tome assi como del processo a
palmos» (10).
Este hecho de fijar como unidad escrituraria el palmo es
prueba evidente de que a fines del siglo XIV los procesos se
escribían en hoja? de papel unidas, constituyendo una sola pie-
za que era necesario medir mediante una unidad corriente de
longitud, dato que corrobora la noticia de Terreros referente
precisamente a la misma época.
¥ si contra el testimonio de la ley antes citada se alegase
por demasiado propalado, que Montalvo recogió bastantes dis-
posiciones ya desusadas en su tiempo, aduciremos una serie de
textos del siglo XV que demuestran indirectamente la utiliza-
ción durante todo él de los roUos procesales al admitir la tira
como unidad justipreciativa.
El rey Juan II, en unas Cortes reunidas en Segovia en 1433,
citadas y recordadas en las de Madrigal de 1476, había orde-
nado los derechos que podían llevar entre otros oficiales, los es-
cribanos de la Audiencia.
Aunque no se conoce el texto completo de las declaratorias
de dichas Cortes (11), las citadas Ordenanzas de Montalvo han
conservado entre sus leyes lo tocante a aquellos escribanos, al-
gunos de cuyos derechos eran: «cPor cada tira de lo que fuere
signado o por registro que en el quedare, veynte e quatro di-
neros d'esta moneda e no mas.» «De las tiras de lo procesado y
de los traslados de las escrituras, de cada tira veynte y quatro
dineros.» Y junto a esta tarifa por tiras se fija otra por pliegos
para las cartas de receptoría y ejecutorias como cualquier otra
tanto en lo civil como en lo criminal (12).
De semejante forma se tasaron los derechos de los escribanos
de las audiencias de los alcaldes, aunque reducidos ea. la
cuantía (13).
(10) ALFONSO DÍAZ DE MONTALTO: Ordenanxaa Reales de Castilla, en «Los Có-
digos eipafioles concordados y anotados». S^Konda edicita.—Madrid, 1872><.t,
tomo VI, pág. 341.
(11) No figura en la colección de Cortea de lo» antiguos remos de León y Cas-
tOUt, pnblieadas por la R««l Acadeoiia de la Sittoria.—Madrid, 1863.
(12) Libro 2, título 6, leye» 2, 3 y 5.
(13) Libro 2; título 6, ley 9.
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Entre los documentos, el más remoto es de 1453. Trátase de


unas ordenanzas de los escríbanos de Medina del Campo que
posteriormente fueron aprobadas por la Reina Católica en Ya-
Iladolid, a 30 de enero de 1481, y confirmadas más tarde por
provisión firmada de don Femando de Córdoba, conde de Cabra,
apoderado y gobernador del reino en Valladolid, a 27 de febrero
de 1500 (14).
En ellas, como en todas las que a continuación mencionare-
mos, los actos administrativos se tasan bien por un tanto alzado
fijo, bien en relación a la cuantía del capital a que se refiere el
documento; v. gr.: las escrituras de testamento. f
Al primer grupo pertenece la presentación de testigos a ra-
zón de un maravedí, cantidad que se acrecienta con «cdose dine-
ros de cada tira del dicho», es decir, de la declaración.
Además de esta apreciación del trabajo de los escribanos por
«tiras» de lo escrito, aparece más adelante lo relativo a los tras-
lados de procesos: «cSacanse los procesos de esta forma asy en
lo cryminal como en lo qivil. Aquel que apela ha de sacar todo
el progeso e pagar los abtos d'él e más en lo civil a dose dineros
por cada tira de lo procesado e en lo cryminal doblado e por
cada tira veynte e quatro dineros.»
Y semejantemente se tasa en doce maravedís el traslado de
cualquier escritura, pero «sy es prolixa hanse de ver las tyras».
De estos aranceles deducimos que los procesos y algunas es-
crituras de extenso texto se escribían en forma de rollo, no sólo
a mediados del siglo, sino en su segunda mitad, ya que no otra
cosa supone la aprobación por Doña Isabel del cómputo de dere-
chos tomando como unidad lo escrito en una tira.
Comprueban esta afirmación los acuerdos de las Cortes de
Madrigal de 1476 y los documentos que después se citarán.
En efecto, en las mencionadas Cortes, los procuradores pre-
sentaron una petición reclamando sobre los daños y agravios cau-
sados por los oficiales de Corte con la cobranza de derechos des-
orbitados no autorizados por las leyes, ya que las ordenanzas
hechas anteriormente por Juan II en las Cortes de Segovia de
1433, a que nos hemos referido, habían sido vulneradas.
Los Reyes Católicos, conociendo que la petición era justa y
(14) A. G. S. Registro General del SeUo: H-l.SOO-S.
BOLLOS PBOCESALES DE PAPEL 11

«u provisión muy necesaria, de acuerdo con el Consejo Real, ha-


l)ían hecho nuevas ordenanzas, que se publicaron en dichas
Cortes, y atañían a los siguientes oficios: oficiales del sueldo,
tierras y acostamientos, mercedes, quitaciones, rentas, escriba*
nía de rentas, relaciones, mayordomo mayor, chanciller, nota-
rio, escribanos de contadores, confirmaciones dé privilegios, re>
gistrador, secretarios, escribanos de cámara, sello, alguaciles y
concertadores y escribanos de confirmaciones (15).
En ellas no se detallan concretamente los derechos que de-
bían cobrar los escribanos; pero, refiriéndose a los de cámara,
se dispone que llevasen, en la generalidad de autos y diligencias,
«tanta contia de maravedís como está hordenado e dispíjesto por
las dichas hordenangas fechas por el dicho sennor rey don Juan,
nuestro padre, en las Cortes de Segovia, que lieven los escriba-
nos de la nuestra Audiencia», manteniendo y validando de este
modo la percepción por tiras.
Los documentos aludidos son:
1." Una provisión del Consejo Real (secretario Luis del
Castillo) aprobando los aranceles de las justicias y oficiales de
Carmona, dada en Valladolid a 28 de octubre de 1488 (16).
2." Provisión de los Reyes Católicos fijando los derechos
que habían de llevar los escribanos del número de Valladolid
-en las causas civiles y criminales y por las e&crituras que ante
ellos pasaren. Nos son conocidos por un traslado autorizado fir-
mado por el escribano Francisco Sánchez de Collados, en Valltf-
dolid, a 4 de junio de 1494, en el cual no se copian las fórmulas
finales del original, por lo que desconocemos su fecha, la cual,
sin embargo, ha de ser anterior a 1492, ya que en la intitulación
no figura el dictado de «Granada» entre los títulos reales (17).
3.° Otra provisión de aquel Consejo (secretario Bartolomé
Ruiz de Castañeda), aprobando los aranceles que habían de lle-
var los escribanos del principado de Asturias, previamente pre-
«entados para ello, dada en Medina del Campo a 10 de mayo
de 1494 (18).

(15) Cortes de León y Castilla, tomo VI, pág. 32.


(16) A. G. S. Diverso* de Castilla: 9-12.
(17) A. G. S. Diversos de Castilla: 9-31.
(18) A. G. S. Diversos de CastiUa: 9-34.
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4." Tabla de los derechos de las justician, alcaldes y otros


oficiales de la villa de Manzanares y su condado, hechas en 1498
por el alcalde Luis Orejón y otras justicias (19).
5.° Aranceles dados a la villa de Aramayona por provisión
de don Femando de Córdoba, conde de Cabra, gobernador del
reino (seCTetario Cristóbal de Vitoria), en Valladolid, a 11 de
enero de 1500 (20).
6." Aranceles dados a la villa de Medinj^ dú Campo por
una provisión análoga a la anterior, en Valladolid, a 18 del mis-
mo mes y año (21).
7." Aranceles para las justicias de la villa de Tordesillas por
otra provisión semejante a las dos anteriores, en Valladolid, a
30 del mes y año dtados (22).
8.° Provisión del Consejo Real (secretario Bartolomé Ruiz
de Castañeda), por la cual se aprueba el arancel que había pre-
sentado la ciudad de Badajoz de los derechos que habían de lle-
var los escribanos, dada en Sevilla a 11 de marzo de 1500 (23).
9." Provisión de la reina Isabel (secretario Miguel Pérez
de Almazán), en la cual se señala arancel a los escribanos de los
alcaldes de Corte, dada en Sevilla a 22 del mismo mes y año de
la anterior (24).
10. Provisión del Consejo Real aprobando el arancel de
derechos de las justicias de Ecija, dada en Sevilla el mismo año,
y aunque no consta en la minuta examinada, suponemos que «n
fecha aproximada a las de las dos anteriores (25).
En todos los aranceles de la serie reseñada, cuando no se
fija castidad determinada, se establecen dos unidades distintas
para la p^cepción de derechos por los escribanos, a saber:
para los procesos de causas civiles y criminales, la tira: para las
esmturas de cará^»r civil de larga extensión, v. gr., los testa-
inentos, la «foja de papel de a quarto de pliego de letra apre-
tada».

(19) A. G. S. Diversos de Castilla: 9-30.


(20) A. 6. S. RegiBtro General del SeUo: 1-1.500-16.
(21) A. 6. S. Registro G^pneral del Sello: 1-1.500-6.
(23). A. G. S. Registro General del Sello: 1.1.500-7.
(23) A. 6. S. Registro General del Sello: III-1.5Q0-11.
(24) A. G. S. Registro General del SeUo: 111-1.500-12.
(25) A. G. S. Diversos de Castilla: 9-14.
ROLLOS PBOCESÁLES DE PAPEL 13

Notemos las siguientes particularidades: En el arancel de


Manzanares se prevé el uso indistinto de letra cortesana o pro-
cesal, pero fija el número de renglones de la segunda y precio
más elevado para la primera: «De cada tira de proceso o de otra
scritura que se diere signada. . que aya en cada plana doze o
treze renglones, seyendo de procesado, y en el renglón cuatro
o ginco partes, de cada tira qu'es quarto de pliego dos marave-
dís e medio e si fuere de apretado syete maravedís e medio.»
En los del principado de Asturias, Badajoz y Ecija se anun-
cia en la parte expositiva de las provisiones el propósito de le-
gislar, de modo general, sobre la materia: «porque nos en-
tendemos de mandar dar forma como e en que manera se han de
llevar los derechos por los oficiales de las ^ibdades e villas e lo-
gares de nuestros regiios», y se consigna la existencia de una ley
reguladora de las palabras que debía contener cada tira de pro-
ceso : «contando que en cada una de las dichas tiras aya de
aver e aya quatrogientas partes como lo manda la ley».
Hemos encontrado otros dos aranceles de la misma época,
en los cuales los derechos se tasan no por tiras, sino por hojas.
Son los fijados por el licenciado Cristóbal^ de Toro, juez de re-
sidencia, a los escribanos de Bilbao, en 15 de junio de 1491 (26)
y los aprobados por el Concejo de Ecija para los de esta ciudad,
en 29 de julio de 1502 (27).
De, todo ello puede sacarse la conclusión de que en la última
década del siglo XV y los dos primeros años del XVI se em-
plearon simultáneamente para los documentos castellanos las
formas de rollo y cuaderno, reservada aquélla casi exclusiva-
mente para los procesos, aunque tampoco en su totalidad, con-
clusión coincidente con la opinión del padre Merino, antes ci-
tada.
Tal uso simultáneo fué causa, sin duda, de que se buscase
una equivalencia para la tasación y cobro de derechos, y así be
ve que las «cOrdenaneas de la Corte y Chancillería de Vallado-

(26) A. G. S. DÍTenog de Castilla: 6>113. «P«>r la foja de proceso sin gygiuur,


que sean qniaze itenglones e cinco partes, dos maravedia de «ada foja.»
(27) A. G. S. Diversos de Castilla: 9-13. aTestimoaio de medio pliego de pa-
peí, ayan ocho nuvaredis.i^Testimonio de pligo de papd ayan doze mamvedis'.
=Después sy mas escriptnra fuere, de cada pligo syete maravedís e que lo» escri*
vanos fagan estoa testimonios qne sean rasonablem«Dte fechos.»
F:ic]KUl;t principal dt; la Bih!intec:t PúMii:;! i.k' NiR'va York.
14 BEVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

lid», dadas en Medina del Campo el 24 de marzo de 1489, dis-


ponen en 8U artículo 49 que se hiciese una información sobre
ello (28), la cual, aprobada por los Reye» Católicos, fué con-
firmada por don Carlos en Molins del Rey el año 1543, pasando
después á la Recopüación, libro 2, título 20, ley 23, en la cual
se especifica que «por cada hoja de medio pliego [una hoja fo-
lio] escrita de ambas partes se cuenten quatro tiras con que en
cada plana de tal hoja hasta treinta y tres renglones y en cada
renglón diez partes» (29), en cuya resolución posiblemente se
inspiró la tabla de derechos de Manzanares al concretar, como
queda dicho, el valor de cccada tira qu'es quarto de pliego».
Pasados dos años del siglo XVI, se hizo realidad el propó-
sito de una legislación general, que quedó integrada por las cua-
tro pragmáticas siguientes, firmadas por Doña Isabel en Alcalá
de Henares.
Sobre el arancel de los escribanos de concejo, el 3 de mar-
zo (30); sobre el arancel de las justicias, el 19 del mismo
mes (31); sobre el arancel de los escribanos del reino, el 7 de

(28) A. G. S. Diversos de Castilla: 1-66. «...otrosí porque a nos e» hecha


Felación que los alcaldes y algnaziles y notarios y relatores y escrivanos assi de
la Audiencia como de Io« otros jndgados de la dicha nuestra corte y chanceUeria
Qevaa derechos demasiados de los que están tassados y otras qnantias llevan como
quieren so color de derechos que no están tassados y ponen por escusa que la»
tassas viejas eran de otra moneda de mayor valor que la que agora corre. £ por-
que <» razón que todos estos derechos sean tassados luego, mandamos que el
nuestro Presid^ite y Oydores se junten luego y ayan información de los derechos
de cada uno de los dichos officiales como lo solían levar y de qué cosas y tassen
esso mesmo los derechos de cada tyra de processado quanto ha de levar d'ella el
escrivano y el relator y quanto» renglones ha de aver en cada tyra y quantas par-
tes y letras en cada renglón. E ávida consideration a los tiempos y al valor de
la monedt hagan tassa de todos los dicho» derechos y esso mesmo de las cosas «iit
que no hallaren tassa antigua que la hagan de nuevo, y hech<i en limpio la em-
bíen firmadk d« sus nombres ante nos dentro de noventa días después que estas
nuestras ordenanzas fueren publicadas en la nuestra Andientia porque no» la
confirmemos e assi confirmada fagan d'ella tres tablas bien escriptas tal la una
como la otra, e sean puestas las dos en las dos sala» de nuestra Andientia « otra
en la sala de los Alcaldes de la cárcel, e sean puestas en ellas las penas qne a
eUos pareciere que se deven ponier contra los quebrantadores d'ellas».
(29) E^ Los Códigos españoles, tomo VIII, pág. 105. Nótese qii« según esta
ley «ida plana había de tener por tanto 330 paÜiras, correspondiendo a cada
tira la mitad, cantidad muy diferente de la exigida a lo» escribanos de Badajos,
diferencia explicable por las nievas tasa» a causa del valor de la mimeda a qne
se retine el texto de la nota anterior.
(30) A. G. S. Registro General del Sdlo: VI-1503. Sobreearu para Jerez de
la Frontera dada en Alcalá el 2 de junio de 1503.
(31) A. G. S. Registro General del Sello: 111-1503. Registro de la original.
ROLLOS PROCESALES DE PAPEL 15

junio (32), y sobre ordenanzas de los escribanos públicos y aran-


cel de las escrituras que ante ellos pasaren, el mismo día 7 de
junio (33), todos ellos del año 1503.
Excepto la segunda, que no contiene nada referente a escri-
banos, todas las disposiciones fueron mencionadas al tratar de
1# letras cortesana y procesal por el padre Burriel, que dio
cuenta de su existencia en forma de sobrecartas originales del
Consejo Real, en los archivos municipales de Toledo y Talavera
de la Reina (34).
Hemos de señalar, por lo que se refiere a la primera, que un
mes antes de su promulgación el Consejo Real babía aprobado
los aranceles de los escribanos d^l Concejo de Valladolid, cuyos
derechos son esencialmente iguales y pueden considerarse, por
tanto, como la primera aplicación de lo que después se ordena-
ría para todo el reino de Castilla (35).
En unas y en otra, salvo las partidas tasadas por un tanto
fijo, se utiliza como módulo la hoja de papel de pliego entero,
de letra cortesana, con 35 renglones en cada plana y 15 parte»
o palabras en cada renglón. Observamos, pues, que el rollo ha
dejado de tener existencia legal y real, puesto que los documen-
tos cobrables por hojas habían de estar escritos necesariamente
en forma de cuaderno.
No obstante, se habla de las tiras como procedimiento anti-
guo o anterior al mencionar los derechos que los escribanos ha-
bían de llevar de «qualquier testimonio» y «del testimonio dé
apelación e de las tiras del proceso [criminal] sy lo sacare syg*
nado Ueve el escñvaño como de suso está dicho en las causas
civiles», es decir, «cá diez maravedís por cada foja de pliego que
diere sygnado» (36).

* * *

(32) A. 6 . S. Registro General del Sello: IX-ISOS. Sobrecarta para Córdoba


dada en Segovia el 4 de septiembre de 1503.
(33) A. 6 . S. Registro General del Sello: IX-1503. Sobrecarta para Badajos
dada en Segovia el 2 de «eptiembne de 1503.
(34) TERREROS: Ob. cU., pág. 34.
(35) A. G. S. Registro General del Sello: II-1503. Dada «a Akalá el 8 de'
fdbrero de 1503.
(36) En los aranceles de los eMiibanos del reino.
16 REVISTA DE ABCHIVOS, BULIOTBCAS Y MUSEOS

. Pocos procesos de esta época han llegado hasta nuestros días.


En el archivo de Simancas se hallan catalogados hasta ciento no-
venta y siete, comprendidos entre 1479 y 1504. muchos de ellos
bástante incompletos, pero todos presentan siie diligencias ori-
ghiales, probanzas de testigos y traslados de escrituras y actua-
ciones escritos en cuadernos de tamaño cuarto, y más común-
fuente folio (37), con la única excepmón que luego se dirá.
Por todo ello creemos curiosa muestra de rollos procesales
los tres que estudiamos a continuación:
, Uno que contiene el pleito tramitado ante el Consejo Real
sobre la construcción de una casa cerca del puente de Espinosa
de los Monteros, que pretendía Femando de Ángulo, y a lo que
se opusieron Lope Gaifina de Porras y otros vecinos de dicha
villa. Sus fechas extremas son 6 de julio de 1479 y 29 de enero
de 1480 (38).
Está constituKio por 22 piezas o documentos de tamaños va-
riables, qué oscilan entre 12,2 y 31 centímetros de. alto, alcan-
zando una largura total de cuatro metros y do¿ castínietros. Es
de notar la ntüizaeión 'de hojas de tamaño folio cortadas al final
de la parte escrita, quitando todo lo que quedaba en blanco,
dando así lugar a hojas de tamiaño cuarto apaisado de diferentes
medidas.
En cuanto al ancho de los documentos, es asimismo muy va-
riado : desde 1S,3 a 31,2 centímetros, 6Íl9Íen puede considerio'-
'se como ancho general el de 22,5 centímetros, o sea, él nonnal
de una hoja folio^ a cuya medida aproximada mtán dobladas las
hojas que exceden de ella.
L«s piezas están Unidas unas á otras mediante unas tiras de
la misma materia: papel doblado para nutyoi consistencia en
forma casi triangular, de modo que un vértice sirve para facili-
tar su intercalación. En las uiiiones de cada dos hojas, al dorso,
hasta la correspondiente a las piezas 13 y 14, una rúbrica del
secretario ante qvuen pasaban las diligencias garantizaba la co-
rrélacióiá de escrituras sin faltas.

(37) A. G. S. Ck>iuejo ReaL


(38) AtaQbe.-^or'ntt caie'iiét«tí8ti«M piídieni eauÜAgMte y co)Acat«e «n k aee-
ción «Consejo Redi», apafeció «a vn legajo de incompletos y resto* db la ttankda
«Cámara de CastiUá»,'sin nnnieraéiin.
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Aspecto Líenei';\l del rnlln d¿l sigbi XV


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LÁMINA ! ! [

Detalle J e l rollü de 1501.


ROLLOS PROCESALES DE PAPEL 17

Pero aun no está completa la descripción.


Como quiera que se trata no de un traslado, sino de un pro-
ceso original, la persona que los unió se encontró con documen-
tos de múltiples características; aparte el tamaño tan vario, unos
eran opistógrafos y otros no, y aunque la mayor parte estaban
escritos en hojas sueltas, dos de ellos constituían otros tantos
cuadernos. Si se hubiera decidido por coser todas las actuacio-
nes por su margen de la izquierda, hubiera formado un proceso
de forma moderna y corriente de cuaderno, pero al seguir el
sistema antiguo juntó al rollo los dos cuadernos citados, unidos
a los documentos anterior y posterior por la última o últimas
hojas, dejando las restantes sueltas para abrirse hacia la izquier-
da después de desarrolladas.
Este es el aspecto que presenta la lámina segunda, que com-
prende las piezas 8 a 14, entre las cuales aparecen los dos cua-
dernos abiertos hacia la izquierda, y la pieza 13 de excesiva an-
chura, abierta hacia la derecha.
A continuación consignamos la descripción de cada documen-
to de los que lo integran:
1. Testimonio firmado y signado por Juan del Corral y
Juan Sánchez de la Peña, escribanos públicos, de la respuesta
dada por el procurador de don Fernando de Ángulo, abad de
Vivanco, a una carta de los Reyes, para ser presentado ante el
Consejo Real. Sin lugar, seis días «del sobredicho mes de julio»
de 1479.—1 hoja de papel tamaño 4.°, 230 x 153 mm.
2. Petición de Fernando del Campillo, procurador de Fer-
nando de Ángulo, «montero de guarda», a la Reina, suplican-
do revocase una carta real dada a petición de Pedro, Lope y
Fernando de Porras, por la cual se prohibía a aquél construir
una casa cerca del puente de la villa de Espinosa de los Monte-
ros. Presentada en el Consejo Real, en Trujillo, a 26 de julio
de 1479.—1 hoja de papel folio: 231 x 223 mm. La diligencia
de presentación se halla al dorso.
3. Petición de Fernando de Porras, por sí y en nombre de
sus hermanos, a los Reyes, solicitando comprobación de los po-
deres de Fernando de Ángulo. Presentada en Trujillo a 29 de
julio de 1479.—1 hoja folio cortado: 205 x 218 mm.
4. Petición de Lope García de Porras y otros vecinos de
18 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Tí MUSEOS

Espinosa de los Monteros a los Reyes, testimoniada por los es-


cribanos Fernando García de Solares y Juan Sánchez de la Peña,
sobre la casa fuerte que el abad de Vivanco construía cerca del
puente de dicha villa. Al dorso, diligencia de presentación, en
Trujillo, a 2 de agosto de 1479.—1 hoja papel folio mayor:
302 X 302 mm., doblado a la derecha, quedando de 224 mm. de
ancho aparente.
5. Petición de Fernando del Campillo respondiendo a otras
peticiones presentadas por Fernando de Porras. Al dorso, a con-
tinuación del texto, diligencia de presentación, en Trujillo, a 4
de agosto de 1479.—1 hoja folio : 305 x 225 mm., escrita por
anverso y reverso.
6. Escrito de Fernando de Espinosa acusando la rebeldía
por falta de presentación de Femando de Porras, y solicitando
la absolución de lo pedido por éste. Presentado en Trujillo a 12
de agosto de 1479.—1 hoja 4.", apaisada : 150 x 220 mm.
7. Escrito de Fernando de Porras replicando a Fernando
de Ángulo e insistiendo en su petición. Al dorso, presentación
en Trujillo, a 18 de agosto de 1479.—1 hoja folio: 288 x 223
milímetros.
8. Escrito de Fernando de Espinosa a la Reina, acusando
la tercera rebeldía de Porras y solicitando que se tenga el pleito
por concluso. Al dorso, presentación en Trujillo, a 18 de agos-
to de 1479.—1 hoja 4.", apaisada: 130 x 225 mm,
9. Escrito de Fernando de Porras y consortes a los Reyes,
solicitando que si ellos «non lo entienden de remediar» remitie-
sen el pleito al Consejo, a la sazón en Medina del Campo, que
estaba bien informado sobre el asunto. Sin fecha.—1 hoja 4.'',
apaisada: 141 x 213 mm.
10. Testimonio firmado y signado por Juan Sánchez de la
Peña de ciertos documentos leídos ante el Concejo de Espinosa
de los Monteros el 11 de julio anterior, relativos a la construc-
ción de la casa del abad de Vivanco. Presentado en Trujillo, a
9 de agosto de 1479.—Cuaderno de tres hojas utilizadas y una
en blanco, de tamaño cuarto, sueltas las dos primeras y cosidas
al rollo la tercera y cuarta. 235 x 155 mm.
11. Escrito de Fernando de Espinosa rebatiendo las peti-
ciones de Porras e insistiendo en las propias, Al dorso, presen-
HOI.LOS PROCESALES DE PAPEL 19

tación en Trujillo, a 19 de agosto de 1479.—1 hoja 4.°, apaisada:


176 X 225 mm.
12. Testimonio firmado y signado por Rodrigo Ortiz, escri-
bano, del requerimiento hecho por Ángulo al Concejo de Es-
pinosa y de la respuesta de éste, manifestando que les placía Ja
edificación de la casa, hechos el once de julio anterior. Al dor-
so de la hoja segunda, presentación en Trujillo, a 19 de agoslo^
de 1479.—Cuaderno de dos hojas, tamaño 4 ", una utilizada y
otra en blanco; ésta sola cosida al rollo. 236 x 155 mm.
13. Sentencia firmada por los del Consejo Real, recibien-
do a prueba a ambas partes. Trujillo, a 15 de septiembre de
1479.—1 hoja folio apaisado: 2 2 3 x 3 1 2 mm., doblada la par-
te de la derecha para quedar de 215 mm. de ancho aparente.
14. Escrito de Fernando de Espinosa solicitando de la Rei-
na carta de receptoría con término suficiente para realizar hu
probanza en el obispado de Burgos. Al dorso, presentación el
22 de septiembre de 1479.—1 hoja 4°, apaisado: 140 x 223 mi-
límetros.
15. Otro escrito del mismo a los Reyes, solicitando prórro-
ga de plazo para hacer la probanza. Al dorso, presentación en
Toledo, a 7 de diciembre de 1479.—1 hoja 4.°, apaisado:
160 X 210 mm.
16. Petición de Pedro y Lope de Porras a los Reyes soli-
citando la publicación de testigos y que se entregasen traslados
de las probanzas a las partes contrarias. Al pie, diligencia de
presentación en Toledo, a 10 de diciembre de 1479.—1 hoja 4.*
apaisado: 159 x 217 mm.
17. Escrito de Fernando de Espinosa contradiciendo la an-
terior petición de Porras, en atención a tener él solicitado en
tiempo y forma debidos cuarto plazo para la probanza. Al pie,
diligencia de presentación y resolución en Toledo, a 15 de di-
ciembre de 1479.—1 hoja 4." apaisado : 122 x 222 mm.
18. Petición de Pedro y Lope de Porras oponiéndose a la
concesión del plazo solicitado por Espinosa e insistiendo en que
se publicasen los testigos. Al pie, presentación en Toledo, a 17
de diciembre de 1479.—1 hoja folio cortado: 198 x 208 mm.
19. Otra petición de los mismos anteriores solicitando la
mencionada publicación por haber expirado el cuarto plazo con-
é
20 REVISTA DE ABCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

cedido. AI pie, presentación en Toledo^ a 15 de enero de 1480.


1 hoja 4.°, apaisado: 123 x 212 mm. .
20. Otra petición de los mismos solicitando prórroga de
tres o cuatro días para alegar contra la probauza de los contra-
rios, por estar ausente su letrado. Al pie, presentación en To-
ledo, a 27 de enero de 1480.—1 hoja folio cortado : 180 x 225
milímetros.
2 1 . Petición de Fernando de Espinosa a los Reyes solici-
tando la absolución de su parte y condena de la contraria. Pre-
sentada en Toledo, a 27 de enero de 1480.—Cuaderno de dos
hojas folio, una utilizada y otra en blanco, por la cual está uni-
do al rollo : 310 x 225 mm.
22. Petición de Pedro de Porras y sus hermanos, solicitan-
do análogamente cumplimiento de justicia. Presentación en To-
ledo, a 29 de enero de 1480,—Cuaderno de do= hojas folio, am-
bas escritas, suelta la primera y unida al rollo la segunda:
310 X 220 mm.
* * *

El segundo de los que nos proponemos estudiar es un proce-


so de pleito promovido por doña Teresa Rodríguez de Maluenda,
viuda de don Pedro Fernández de Torquemada, regidor y ve-
cino que fué de Burgos, actota y damandante, contra Bernar-
díno Jaimes, vecino en otro tiempo de la misma ciudad y a la sa-
zón de Melgar, sobre pago de deuda, ante el Bachiller Juan
Alonso de Toro, alcalde de casa y corte (39).
Está integrado por seis diligencias originales, cinco de ellas
escritas por los procuradores de una u otra parte en tiras de 155
milímetros de ancho, los ocho dedos de ancho aproximado a que
se refiere el P . Merino, con pequeñas variaciones debidas a la
imprecisión del corte y de 450 milímetros de largo total, si bien,
después de descontar los dobleces producidos por el cosido que-
dan de unos 41 a 42 centímetros de largo útil.
Algunas tiras son más cortas por haber sido inutilizada &u
parte final o por haberse terminado el escrito y suprimido el es-
pacio que sobraba en el blanco. Desde luego, consignaremos que

(39) A. G. S. Cámara de Castilla, 148-120.


O
ROLLOS PROCESALES DE PAPEL 21

tales tiras se obtenían doblando el pliego de papel (445 x 310


milímetros) a lo largo para formar dos hojas de 445 por 155 mi-.
límetros, en lugar de doblarse en el sentido de la menor dimen-
sión para formar dos hojas folio de 310 por 225 milímetros.
El sexto documento unido al rollo es una hoja de papel fo-
lio de 225 milímetros de ancho, doblado longitudinalmente para
que quedase al mismo tamaño de los restantes.
Uno a otro están cosidos con cintillas de papel doblado, de
tal modo, que al abrir el proceso las costuras quedan ocultas al
dorso de las uniones. El primer doblez, o sea el que queda al
interior, es de 155 milímetros, pero como los sucesivos van que-
dando algo flojos llega a tener al exterior, o sea cuando el rollo
está totalmente recogido, 220 milímetros.
La descripción de las piezas es la siguiente:
1. Escrito de Pedro Tamayo, procurador de Bernardino
Jaimes, reclamando contra la ejecución efectuada en bienes de
éste. Ocupa cinco tiras, la primera rasgada e incompleta al co-
mienzo, conteniendo actualmente 24 líneas (265 milímeltros
útiles); la segunda, tercera y cuarta, completas, con 38, 35 y 36
líneas respectivamente y la quinta, cortada, con 18 líneas y otra
más de la rúbrica del procurador (213 milímetros útiles).
2. Respuesta al escrito anterior por Pedro de Mijagos, pro-
curador de doña Teresa, solicitando prosiguiese la ejecución y
se hiciese remate de aquellos bienes hasta el pago de la deuda
más las costas. Ocupa otras cinco tiras (números 6 a 10) con 4 3 ,
38, 45, 45 y 17 líneas o renglones de escritura, observándose
que la segunda está algo corta por razón desconocida, y la última,
que tiene además la rúbrica del procurador casi oculta por el
cosido, por ser final de escrito. El largo útil de estas dos es de 357
y 155 milímetros respectivamente.
3. Réplica de Tamayo suplicando no prosiguiese la ejecu-
ción. En cuatro tiras (números 11 a 14), la primera de las cua-
les fué cortada después de tachada e inutilizada la línea 3 1 , te-
niendo por tanto las treinta anteriores más una intercalada con
un largo útil de 320 milímetros; las dos siguientes normales, con
41 y 40 renglones, y la cuarta con sólo 9 líneas y rúbrica del pro-
curador y largo útil de 110 milímetros.
4. Escrito de Mijangos solicitando que se recibiese a prue-
22 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

ba, a los litigantes, en los plazos de la ley. En tres tiras (núme-


.ros 15 a 17), las dos primeras completas con 44 y 43 renglones,
y la tercera, muy pequeña, conteniendo cuatro renglones y fir-
ma del procurador en un largo total de 82 milímetros y útil de
50 milímetros.
5. Petición de Tamayo por la cual niega al doctor Alonso
de Toro la calidad de juez competente para mandar la ejecución
de los bienes de su patrocinado porque dicha actuación había
de solicitarse ante juez del domicilio del reo, que no era la Cor-
te (Burgos) sino Melgar. Ocupa tres tiras (números 18 a 20): la
primera normal de 38 líneas y opistógrafa con una diligencia
actuaría fechada el 27 de julio de 1490 —primera fecha que apa-
rece en el proceso—, igualmente normal la segunda con 41 líneas
y cortada la tercera con 25, mas la rúbrica en un largo total de
339 milímetros y útil de 300
Y 6. Sentencia del juez de la causa por la cual se ordena
recibir a prueba a ambas partes. Escrita, como hemos anticipado,
en una hoja folio de 305 milímetros de alto de los cuales son
útiles 290. Pronunciada el 4 de agosto de 1490, lleva al dorso
las diligencias de notificación a los interesados el mismo día.
En resumen, está formado por veintiuna piezas de papel de
las características expuestas y mide en conjunto siete metros y
ocho centímetros de largo, pudiendo considerarse escrito en los
meses de julio y agosto de 1490.

Hi <( ]|e

El tercero forma parte de una serie de pleitos habidos entre


los vasallos de don Alfonso Fernández de Córdoba, señor de la
Casa de Aguilar, y los de don Diego Fernández de Córdoba, conde
de Cabra, sobre prendas que se tomaban mutuamente, incoados
primeramente por el Licenciado Sebastian de Peralta, juez pes-
quisidor, y después concluidos o incoados de nuevo por el Ba-
chiller Juan Alvarez de Paredes, sucesor de aquél.
Estos pleitos comprenden veintiocho piezas (diligencias, pro-
banzas, traslados de procesos, etc.) de mayo de 1500 a julio
de 1501 y todas ellas están en cuadernos, excepto la de que ahora
tratamos.
ROLLOS PBOCESALES DE PAPEL 23

El rollo está integrado por las diligencias originales del pro-


movido por el Concejo, etc., de la \illa de Cañete, Alonso Ruiz,
Martín Ruiz de Pero Abad y otros vecinos de ella contra el Con-
cejo, etc., de la villa de Baena sobre determinación de los corti-
jos de Arroyuelos, Algarbe, Malagón y otros, todas ellas dentro
del mes de marzo de 1501 (40).
Constituyen uno de u n metro cincuenta y un centímetros de
largo, en dobleces de 24 centímetros, formado por seis docu-
mentos de papel, de ellos tres cuadernos cosidos del mismo modo
que se ha dicho al estudiar el primero, todos los cuales docu-
mentos presentan al dorso, en las uniones, la rúbrica del es-
cribano Luis Fernández de Castro, Claramente se advierte que
le falta alguna o algunas escrituras al principio, pues la primera
conservada mantiene todavía la tira de papel que la unía a la
anterior y al dorso se ve la media firma correspondiente de la
estampada en la unión. Los documentos tercero y cuarto son ver-
daderas tiras de 155 milímertos de ancho, como las estudiadas
en el rollo anterior.
He aquí la descripción de los documentos contenidos en é l :
1. Testimonio dado por Iñigo López de Amilibia de la sus-
titución de Diego de Pareja por el Bachiller Alonso Barba, ambos
procuradores de Baena. Castro el Río, 27 de marzo de 1501.
Una hoja folio: 310 x 220 milímetros. La pieza siguiente va
cosida sobre la parte en blanco de este documento presentando
por tal naotivo u n alto aparente de sólo 220 milímetros.
2. Mandamiento del Dr. Juan de Molina y Juan Alvarez de
Paredes, jueces comisionados, a los Alcaldes ordinarios de la
villa de Luque, para que se examinasen unos testigos de la villa
de Baena. Castro el Río, 27 de marzo de 1501. = Cuaderno de
dos hojas folio : 310 x 225 milímetros. Escritas las planas una
a tres y en blanco la cuatro.
3 y 4. Diligencias sobre la comparecencia de Diego de Pare-
ja en la villa de Luque e incomparecencia de la parte contra-
ria. = Una tira de 435 x 155 milímetros y u n trozo de otra
de 125 X 152 milímetros.
5» Interrogatorio del Conde de Cabra y Concejo de su villa

(40) A. G. S. Consejo Real: 74-1-VIII.


24 REVISTA DE ABCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

de Baena para el pleito que trataban con don Alonso Fernández


de Córdoba, señor de Aguilar, Alonso Ruiz y consortes. Firmado
y rubricado por el escribano Iñigo López. Sin fecha. = Cuaderno
de cuatro hojas folio: 310 x 220. Las tres primeras están suel-
tas y se abren hacia la izquierda; la cuarta, unida al rollo. [En
la lámina III se ven las hojas 3.® y 4.*]
Y 6. Testimonio firmado y signado por Luis Fernández de
Castro, de probanza de testigos presentados poi Diego de Pare-
des en nombre de don Alonso Fernández de Córdoba y su villa
de Baena. Martes 30 de marzo «año susodicho» 1 5 0 1 . = Cua-
derno de 14 hojas 4.°: 220 x 155 milímetros escritas y sueltas
las doce primeras y cosidas al rollo las dos últimas.

* * *

Como apéndice a lo expuesto por no tratarse precisamente


de un rollo procesal, deseamos consignar la existencia en el Ar-
chivo de Simancas de un cuarto rollo de papel, del siglo XVI.
Nos referimos a la petición de los caballeros, cuadrilleros y
vecinos de Valladolid solicitando de la reina doña Juana y del
príncipe don Carlos, en 1517, la concesión de dos procuradores
a Cortes como los tenían los vecinos de Burgos (41),
La solicitud o, mejor dicho, las solicitudes son tantas como
cuadrillas, barrios o parroquias, y las firmas de los correspon-
dientes vecinos fueron estampadas en uno o varios pliegos de
papel de marca mayor de 590 x 430 milímetros, ante la presen-
cia de algún escribano que garantizaba el conocimiento de los
firmantes.
Sólo después de recogidas las firmas, posiblemente antes de
su presentación en la C^rte, surgió el problema de su colección,
prevaleciendo la forma de rollo, para lo cUal se unieron uno a
uno los 21 pliegos resultantes, cosidos con hilo de cáñamo, cons-
tituyendo una tira de doce metros y ciento cuarenta y cinco mi-
límetros de largo por 430 de ancho.
Dada la formación del rollo, observamos que carece de rú-
bricas notariales en las uniones de cada dos hojas, al dorso y, en

(41) A. G. S. Patronato Real. Leg. 70, fol. único.


ROLLOS PROCESALES DE PAPEL 25

cambio, en la diligencia final del cuarto pliego consigna el escri-


bano Juan Nieto que en las espaldas de los cuatro pliegos auto-
rizados por él, había puesto la rúbrica de su nombre, dato que
comprueba la anterior opinión sobre reunión de los pliegos.
La distribución del texto es como sigue:
Hojas 1 a 4. Petición testimoniada por el escribano Juan
Nieto.
Hoja 5. Solicitud de la cuadrilla de «la Costanilla» testi-
moniada por Francisco de Jerez, cuya diligencia termina al dorso.
Hoja 6. Solicitud de la cuadrilla «de Saveo e la Quadra»,
con la diligencia testimonial de Diego Carro finalizando al dorso
de la hoja.
Hoja 7. Id. de «Amales» ante el mismo escribano.
Hojas 8 y 9. Id. de «San Martín e San Benito e San Pedro»
con la garantía de Pedro de Líala.
Hoja 10, Id. «del Ronco» ante Fernando de Béjar, cuya di-
ligencia concluye al dorso.
Hoja 1 1 . Id. «de cal de Francos» ante Antolín de Villa-
rreal.
Hoja 12. Id. «de Reoyo» ante Jerónimo de QuintaniUa.
Hoja 13. Id. «de Rui Hernández» ante Francisco Calde-
rón, que termina su diligencia al dorso.
Hoja 14, Id. «de Santistevan» ante Pedro Copero. Su di-
ligencia de testimonio termina al dorso.
Hoja 15. Id. «de Población» ante Diego de Valdés, que puso
doble diligencia al pie y al dorso.
Hojas 16 a 2 1 . Contienen firmas sin ningún escrito pre-
vio de solicitud, advirtiendo en el dorso de la hoja 17, escrita en
sentido inverso, una petición de «vesynos y moradores» análoga
a las de los anteriores pliegos, pero sin ninguna firma bajo ella,
pudiendo pensarse en u n error de colocación o en u n olvido sal-
vado «a posteriori». Ninguna de estas hojas tiene diligencia de
escribano por lo que asimismo cabe discurrir que falta la últi-
ma de la serie en la cual iría dicha diligencia.
Hoja 22. Petición de los vecinos de Valladolid estantes en
la feria de Medina del Campo, testimoniada por Antonio de
Rojas.
LA G E O G R A F Í A C O N Q U E N S E DEL LIBRO
DE LA CAZA
POR M. C A R D E N A L DE IRACHETA

Dos veces se editó en el siglo XIX el Libro de la Caza, de don


Juan Manuel, En Madrid, 1874, por Gutiérrez de la Vega (Bi-
blioteca Venatoria) y en 1880 por G. Baist, en Halle, Alemania.
La edición de Baist supone un esfuerzo considerable.Con leves
faltas reproduce el texto del célebre manuscrito S-34 de nuestra
Biblioteca Nacional. Ilustró Baist la edición con algunas notas
lexicográficas y críticas. En la edición del Profesor J. M. Cas-
tro y Calvo, que ha visto la luz pública en Barcelona, 1945, se
reproducen las notas, prólogo y apéndices de Baist en un cas-
tellano desgraciamente ininteligible.Y nos ocurre, además, pre-
guntar si en 65 años que han corrido desde la edición de Baist,
no ha habido lugar para corregir los defectos de aquélla. Ya
en 1896, apuntaba don B. Menéndez Pidal el extraordinario in-
terés de los textos de don Juan Manuel. Pero después de Baist,
Graefenberg y Knust —todos ellos germanos— nadie ha puesto
mano cuidadosa e inteligente en la obra del autor del Lucanor.
Aguardamos la edición completa y fiel de sus escritos. Aguarda-
mos un diccionario y una gramática de su rica lengua y un es-
tudio que no sea de vagas generalidades acerca de sus ideas y de
sus valores estéticos.
En años pasados, en la vieja ciudad de Cuenca, hace ya mu-
chos, emprendí en colaboración con mi mujer, Rosario Alcán-
tara Montalbo, la ardua tarea de papeletear la obra de don
28 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Juan Manuel. Me atrevo a ofrecer aquí, ya que la nueva edi-


vión del Libro de la caza nos invita a ello, unas docenas de pa-
peletas en las que se identifican los lugares del obispado de
Cuenca que cita don Juan Manuel. Casi todos están en la lista
que dio Baist, y reproduce con algún error la reciente y arriba
mencionada edición del señor Castro y Calvo : pero casi ninguna
identificó ni autorizó el profesor alemán, para quien sonaron
en su mayoría a cosa desconocida, cuando, a la verdad, no era
obra de romanos hacer este pequeño diccionario geográfico juan-
manuelíno que ahora ofrezco al lector. He de confesar que para
mi mujer y para mí la ocasión fué propicia: vivíamos en plena
tierra de las gargas y las grúas del Libro de la caza y los nom-
bres de las riberas nos eran muchas veces familiares.
El ms. S-34 es una copia de comienzos del siglo XV, bastan-
te descuidada, de otro ms., tal vez el famoso y desconocido de
los frailes predicadores de Peñafiel. No es de extrañar que la»
grafías sean defectuosas y que haya errores evidentes. Es muy
probable que don Juan Manuel ya compusiera sus obras dic-
tándolas, lo que se desprende incluso de algunos pasajes de
las mismas, y muy particularmente en El libro de la caza. Esto,
que ha ocurrido también en la antigüedad, hace que el escriba
yerre al oír mal. ¿No es probable también que las copias de
manuscritos se hayan hecho por el mismo procedimiento, es
decir, dictando? Esto explicaría las equivocaciones, la varia-
ción morfológica de las palabras e incluso ciertas variaciones
de tipo sintáctico. Ya se equivoca el que lee y transcribe. Cuan-
do el que escribe copia al dictado, se suman dos fuentes de
error, o simplemente de transcripción, y las formas que son
familiares se anticipan en la mente del lector o del auditor
para falsear las que verdaderamente están en el manuscrito
modelo, aunque tal vez en desuso al tiempo de hacerse la copia.
Esto ocurre sin duda en el ms. S-34 que contiene las obras de
don Juan Manuel. El mismo Baist ha leído mal alguna vez de-
jándose llevar de las formas corrientes. «Pues es acabado de
contar las cagas erwl Obispado de Cartagena», lee Baist (1),

(1) Castro y Calvo reproduce la leetnra d e Baist,, p . 91, 5. Compárese; «Eíl


a Royo de tres juncos,..», 98. 2 (ed. de Castro y Calvo),
LA GEOGRAFÍA CONQUENSE DEL LIBRO DE LA CAZA 29

donde dice en el ms. S-34: «Pues es acabado de contar las ca-


?as enl' osbispado de Cartagena...» Error de Baist que se expli-
ca fácilmente por la menor frecuencia del empleo del artícu-
lo con aféresis, y ¿qué de particular tiene que el escriba del
ms. S-34 ponga una vez Xuchela, otra Xuela y otra Xuhela
para nombrar al río que hoy decimos Gigüela?
Creemos sinceramente que todo el Libro de la caza, salvo
raras excepciones, podría anotarse satisfactoriamente, si bien,
las graves faltaS; muy abundantes, del copista, plantearán
siempre problemas lingüísticos insolubles.
El Libro de la caza, de don Juan, es un breve tratado del
arte de la caza, que hay que distinguir del arte de venar y del
arte de pescar. Continúa don Juan Manuel, como en general
en toda su obra, la tradición científica y literaria de su tío don
Alfonso el Sabio. Pero este breve tratado de la caza forma so-
lamente una primera parte del libro, la segunda lo iba a constituir
ana descripción geográfica de los lugares más aptos para ejer-
citar en España esa noble recreación. Como el libro ha llegado
a nosotros incompleto, sólo conocemos la descripción de los lu-
gares o cazaderos de los tres obispados de Cartagena, Cuenca
V Sigüenza. Ya en el mismo texto se anuncian todos los demás
que entonces integraban el reino cristiano de Castilla y León.
El método empleado por don Juan Manuel es sencillo: acepta
por comodidad «Et por que fuere más ligero e de entender»
la división en obispados. En cada obispado va enumerando los
cazaderos que él conoce, particularmente los que él personal-
mente ha andado. En el obispado de Cuenca hace la descrip-
ción por riberas, lo cual da un singular interés geográfico y has-
ta científico a su relato. Enumera, en efecto, en este obispado,
las riberas siguiendo un orden perfectamente claro y definido:
comienza por el noroeste de la provincia —sistema hidrográ-
fico del Tajo y del Guadiela— y sigue, describiendo un arco
del Oeste a Este y de Norte a Sur, por Júcar y Gabriel; continúa
cerrando el arco de Este a Oeste, por Záncara y Gigüela, arco
que acaba de cerrar de Sur a Norte, traspasando la divisoria del
Guadiana y de sus afluentes, hasta la del Tajo. De este modo, la
descripción de las riberas que eran cazaderos de ánades, gar-
reas, etc., pone ante la imaginación del lector todo el sistema
30 REVISTA DE ARCHIVOS, RIBLIOTECAS Y MUSEOS

hidrográfico del obispado de Cuenca, sistema que como es sabi-


do ha servido hasta no hace mucho para fundamentar una des-
cripción físicogeográfica de una región, y que aún es pedagó-
gicamente útil.

Las fuentes bibliográficas de este diccionario son asequible»


a cualquier fortuna. En Cuenca nos informamos de algunas
personas particulares que tuvieron la bondad de responder a
nuestras encuestas, más particularmente don Juan G. de Agui-
lar, catedrático que fué de Ciencias Naturales en el Instituto
de la ciudad de Cuenca, en cuyo poder estaban muchos pape-
les de D. F . Caballero. Utilizamos también el mapa de la pro-
vincia que publicó el señor Domínguez en 1885, bajo los aus-
LA GEOGRAFÍA CONQUENSE DEL LIBRO DE LA CAZA 31

picios de la Diputación. Los mapas de don Tomás López —1756


y 1768—, «España dividida en provincias» (Madrid, imprenta
Real), 1789. La parte de Cuenca a cargo de don Romualdo de
Tovar). Los conocidos diccionarios de Madoz y Miñano. Las ho-
jas del mapa de España del Instituto Geográfico y algunas otras
publicaciones que se citan en lugar oportuno, particularmente
la de Porreño.
Las citas se hacen sobre la edición de Baist (Halle, 1880),
sólo excepcionalmente sobre la de Castro y Calvo. En alguna
ocasión acudimos directamente al ms. de la Nacional.
Abaudete.—Ahora «Cándete» (Baist). Confina su término
con los de Utiel y Requena. Madoz no cita en su término nin-
gún río ni arroyo, y sí solamente dos fuentes abundantes que
surten de agua al vecindario y se emplean además para el rie-
go, abasteciéndose de ellas igualmente los vecinos de Utiel y
Requena, «...el aRoyo de Ouel nasge sobre abaudete...» 75-19,
[Vide Ouel].
Abencayc.—No Abencaye, como leyó Baist y repite Calvo^
y Castro. «Del puerto de abencayc», 741. Hoy abenzcdd.
Ahzrton.—^Alarcon (Baist). Es Alarcón de las Altas Torres,
sobre el Júcar, que la rodea formando un tajo o foz (hoz). «Enla
foz de alarton...» (Vide Porreño: Reseña del Obispado de
Cuenca, 1622; P o n z : Viaje, IV.)
Albinas.—^Desconocido para Baist, «Etl,aRoyo de tres jun-
tos e albinas», 79-5. Es el actual arroyo de Minas, afluente de
Tres juncos. Señalado al norte del lugar de Tres Juncos en el
mapa topográfico del I. G. y Estadístico, a escala de 1/50.000.
Hoja número 607.
Alcacar.—Baist confunde Alcagar con Alcacer. Es Alcázar
del Rey, part. judicial de Huete, regado por el Riansares «aRo-
yo de riansares deyuso de alcagar ..», 82-8. «Aquí hay un
pozo maravilloso, cuya agua bebida mata al punto las sangui-
juelas, y ansí es frecuentado de gentes que vienen a él de di-
versas partes, y en poniendo el rostro al agua se caen al punto»
(Porreño, obra cit.). En el pequeño mapa de don Tomás Ló-
pez se lee : Alcázar de Huete.
Alcacer.—Vide Alcocer. Baist lo confunde con Alcázar.
Alcamauate.—Baist no distingue entre alcanauate y alcana'
32 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

uant o alcamauate, que son distintos, según áe desprende de la


descripción del texto. «El aRoyo de alcamauate nasge solos
«ubos enla fos del castiello e entra en zancara enel proven-
QÍO», 78-8. Parece que es el río hoy llamado Rus, que nace en
el castillo de Garcimuñoz y desemboca en el Záncara por el Pro-
vencio. Así está señalado en los mapas.
Alcanauant. — Vide A l c a m a u a t e . « a R o y o de alcana-
uant», 78,20.
Alcanauate—^Desconocido de Baist. «...entre el castillo e
alcanauate gerca déla montiella...» 78-24. El Cañavate, villa
del part. de San Clemente. «Por medio de su población lleva
su corriente un arroyo que tiene su nombre» (Madoz). «Cañá-
bate, aquí hay un insigne Santuario de Nuestra Señora, don<J<i
se han obrado grandes milagros.» (Porreño; Reseña.)
Alcantud.—No lo identifica Baist. «El aRoyo de alcantud
nasge enel Rauenco», 73-23. «Enlas lagunas de alcantud», 73-25.
Existe aún este arroyo con el mismo nombre, que toma de la
villa de Alcantud (no lo cita Madoz). «La villa de Alcantud
está situada en la falda de la sierra llamada La Barga. Tiene
u n laguna llena de bascosidad, que arroja en estío un olor fé-
tido, y es causa de una porción de enfermedadees.» (Madoz.)
Alcoger.—Monasterio de San Miguel de (Baist). Existe en
efecto un real Monasterio de religiosas franciscanas, fundado
por don Alonso el Sabio y doña María Guillen de Guzmán, por
los años de 1252, y otro de franciscanos en ruinas. Alcocer es
hoy villa de la provincia de Guadalajara (Madoz). «Hay en
ella dos monasterios: uno de frailes franciscanos, trasladado de
í^tro llamado San Miguel del Monte, donde al presente hay dos
frailes en memoria de haberlo sido y de cosas milagrosas que
en él se han visto; y otro Real de Santa Clara, edificado el
año de 1384» (Porreño: Declaración del mapa del Obispado de
Cuenca. Ms. de la Biblioteca Nacional.)
Alcolea.—Desconocido de Baist. «Desde alcoléa fasta fino-
josa», 77-14. Hoy despoblado cerca de Villa de Cañas (Vidí'
mapa de Domínguez.)
Alconchel.—^No lo identifica Baist: «El aRoyo de alcon-
«hel nasge qerca déla laguna déla celada...» 77,10-23-15.
<c . este es el que salle sobre los olmiellos e va alconchel», 77-23.
LA GEOGRAFÍA CONQUENSE DEL UBBO DE LA CAZA 33

Debe ser el que ñgura en los mapas con el nombre de Nuestra


Señora, que nace por Villar de Cañas y desagua en el Záncara
cerca de Castilnuño. Alconchel es villa del partido de Belmon-
te. Por sus inmediaciones pasa el Záncara.
Aldeuela (S.).—No lo identifica Baist. Despoblado de alde-
huela, término de Tarancón a 1/4 de legua, donde hubo tér-
iJiino.
Algezira.—^Idéntico a Alcira, en la desembocadura del Jú-
car (Baist).
Algibe.—Campos de algibe (Baist). «...enel campo del pe-
•dernoso e del algibe...» 79-10, Vide Puebla del Algibe.
Almarcha.—^Nada dice Baist. «. el aRoyo del almarcha sa-
le del almarcha e entra en xucar después de uzero», 77-29.
Villa del partido de San Clemente. En su término nace el ria-
j;huelo llamado hoy de la Vega, que corre al este a desaguar
en el Jucar (Madoz). En el término de Almarcha está el fa-
moso Pozo Airón (Vide Pozo Airón).
Alualdejo.—Alvaldejo de los Monjes?—(Baist). Se trata sin
duda de Albadalejito, provincia y diócesis de Cuenca, en cuyas
inmediaciones existe una ermita. Está situado cerca del río Júcar
V regado también por el arroyo Chillaron qiie a poca distancia
desagua en el Júcar (Vide Moneda del ojuelo).
Amasa Trigo.—(Campos de). (Baist). «Et por todo ese can-
po de amasa trigo ha muchas grúas...» 84-4. Despoblado que in-
dican los mapas, término de Carrascosa del Campo, partido
de Huete (Vide Castillo).
Almonegir.—^Lo omite Baist. Almonacid del Marquesado,
partido de Belmente. Lo hañan dos arroyos que en tiempo de
lluvias tienen salidas impetuosas (Madoz). «cEl aRoyo que di-
eren de Valde almonegir», 81-7.
Añador.—Desconocido de Baist. Despoblado llamado de
Annador en Villamayor, sobre Gigüela, en él está el puente Da-
ñador. Madoz cita en Villamayor de Santiago (Cuenca) un cas-
tillo llamado Dañador, por el daño, dice, que de él se ha
cía a los enemigos, cce entra en xuchela mucho deyuso de aña-
dor», 81-18.
Arbolete.—^Desconocido de Baist. Arroyo y despoblado en
Alcázar del Rey, partido de Huete. «El aRoyo de arbolete
34 BEVISIA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

nasce sobre arbolete» (Vide además Madoz en Alcázar del


Rey).
Arenas.—Nada indica Baist. Arenas de San Juan, villa del
partido de Daimiel (Ciudad Real), en su término se confundí.'ii
las aguas del Záncara y del Gigüela (Vide Madoz). ccXuela naf-
qe... e entra en gadiana Qerca de arenas...», 84-10.
Balesteros.—Ballesteros (Baits). «...las lagunas de fuentes
e de Balesteros...» 5 75-3. Lagunas en el partido de Cuenca, si-
tuadas en el término del pueblo que las da nombre. «En el ve-
rano se cazan en ellas muchos ánades» (Madoz). «Aquí hay u n a
laguna de gran profundidad abundante en pesca» (Porreiiio r
Declaración... en Vallesteros).
Balmonte de Cuenca.—Belmonte de Cuenca (Baist). «El
aRoyo de Beluis nasge sobre balmonte de cuenta...», 78,3.
Belmonte.—(En Rianzares, dice Baist). «El aRoyo de hue-
les... entra en riausares deyuso de belmonte...», 81-29-82-15.
Es Belmontejo, despoblado junto a Horcajo, en el partido de
Tarancón. «En la confluencia del Bedija con el Rianzares».
Beluis.—Arroyo de (Baist). «El aRoyo de Beluis nasge so-
bre balmonte de cuenta e cae en xucar...», 78-3. En San Lo-
renzo de la Parrilla que tiene un anejo llamado Belmontejo,
existe una ermita de Nuestra Señora de Velvis, edificada por
Velvis de Uncei, rico sarraceno que se convirtió a la fe católi-
ca. La fundación del pueblo se atribuye al tal Velvis. En la
localidad hay varios arroyos que dan al Júcar (Vide Madoz,
XII, 706). Existe un río Belvis que da en el río Marimota.
afluente del Júcar (Vide el mapa de Cuenca por don Ramón
Domínguez, Cuenca, 1885. Vide Mártir Rizo: Historia de
Cuenca.) El Belmontejo que aquí hemos citado es distinto del
despoblado del Horcajo. En la provincia aún hay otro Belmon-
tejo, partido judicial de Cuenca, que no tiene nada que ver coa
los que cita don Juan Manuel.
Bilalua.—^Desconocido de Baist. «El aRoyo de milaua ñas-
qe sobre bilalua e cae en Xucar deyuso de enlid...», 74-7. Vi-
Ualva de la Sierra, a orillas del Júcar, aguas arriba de Cuen-
ca (Vide milaua).
Buenache.—Desconocido de Baist. Buenache de Alarcón,
partido de Motilla del Palancar, Un arroyo que corre hacia el
LA CEOCRAFÚ CONQUENSE DEL LIBBO DE LA CAZA 35

oeste atraviesa la villa [«el aRoyo de] buenache nasge sobre


buenache e entra en Xucar...», 76-8.
Buendía.—Nada indica Baist. Villa en el partido de Huete.
Tiene varias fuentes de aguas medicinales. Conquistada a los
moros el día del Corpus, de ahí el nombre (Madoz, IV. 475).
Burbanos y Buruanos.—Nada en Baist. «...entre palomares
e buruanos cabo un Aroyo, que dizen xuheron...» 44-30. Urba-
no, caserío, en el término de Torrejoncillo del Rey. Allí se
ven ruinas de varias ermitas, entre ellas la de la Virgen de la
Piedad de Urbanos (Noticia en Madoz y en nota ms. de don
Fermín Caballero). La ermita citada está a la derecha del Ci-
güela.
Gabriel.—El río Cabriel afluente del Júcar, al que se une
en Cofrentes, ce. del... cabriel donde nasge fasta do entra en
xucar non ha ninguna buena ca§a», 75-23.
Qafra.—Nada Baist. Zafra, ayuntamiento del partido de
Belmonte. Situado a la margen derecha del Záncara.
Cántente.—Río de (Baist). «el Río de camente», 74-18. Es
uno de los riachuelos que pasan por Cañete. [Probablemente
Canreeíe-Cafiete].
Campos Robres.—(Lagunas de?) (Baist). Camporrobles, en
el partido de Requena. A 20 varas de la villa hay un pozo lla-
mado del Concejo, cuya agua aunque basta, utilizan las ca-
ballerías; junto a él una laguna de aguas llovedizas. «Se tiene
por acreditado por la experiencia que los atacados de la vi-
ruela recobran la salud a las pocas veces que beben en este sitio,
virtud que se atribuye al nitro y otras sales que abundan en la
localidad» (Madoz).
Cañada.—(La?) (Baist). «El aRoyo déla entrada del prior
nasge sobre la cañada cabo la laguna», 81-22, (Vide Entrada del
Prior).
Caraceniella.—Caracenilla (Baist),
Carrascoyo.—Baist duda. Es Carrascosa del Campo, partido
de Huete.
Castiello.—(El), Baist no lo identifica. «El aRoyo de al-
camauate nasge solos cubos en la fos del castiello...» 78-9. Es el
castillo de Garci-Mufioz, partido de San Clemente. Muy famo-
so en nuestra historia medieval. El propio don Juan Manuel fué
36 REVISTA DF. ARCHIVOS, BIBLIÜTECAS Y MUSEOS

sitiado por Alfonso XI en el castillo de Garci-Muñoz, de donde


logró escapar el 30 de junio de 1336.
Castiello.—(El) (cerca de Loranca, Baist). Debe ser el cas-
tillo de Amasa Trigo, que fué de los más famosos de la provin-
cia... «El aRoyo de villalua nasge sobre loranca e cae en la
grant laguna de fuente el pez cabo el castiello», 83-30 (Vide
Villana).
Castiello.—No lo cita Baist. «. .gerca del castiello enel pa-
ramo ay tres a quatro lagunas...», 85,3.
Castilforte.—Castilforte (Baist). «el aRoyo de salmerón
nasge déla una parte sobre castilforte de otra desgende la sie-
rra de sant venito», 91-14. (Ed. Castro y Calvo). Pueblo en
la provincia de Guadalajara, pequeño pero de gran importan-
cia antiguamente, dicen en la localidad.
Castillejo.—Desconocido de Baist. Despoblado a orillas del
Gigüela, jurisdicción de Saelices, partido de Huete, «(entra)
en xuhela sobre castillejo».
Castilnuevo.—^Desconocido de Baist. Debe ser el despobla-
do que señala el mapa de Domínguez con el nombre de Costil'
ñuño, cerca de la desembocadura del arroyo de Nuestra Seño-
ra, partido de Belmonte, «en janeara el castilnueuo», 77-11.
pelada.—(La laguna de, Baist). «...la laguna déla pela-
da», 77-10-25-22.
^esma.—Nada indica Baist. En el dice, de Madoz se habla
de pasada de las minas de Cesma, donde el río Trabanque se
incorpora al Escabas. (Vide Priego). «El aRoyo de Trabanque
nasge en la sierra de menia e cae en escauas cerca de ses-
ma», 74-9.
Congosto.—(El). Nada indica Baist. Es villa del partido de
Belmonte.
Corvera.—Cervera (?) (Baist). Es Cerrera, partido de Bel-
monte, en cuyo término se encuentran dos arroyos que sirven
de desagüe a los terrenos del pueblo, cuyas aguas van a unirse
con las de Belmontejo (Madoz). «El aRoyo de beluis...». «Et
en este aRoyo cae otro que nasge gerca de cervera », 78-7.
Cubos.—(Los). Nada dice Baist. Es dudoso que se refiera
a nombre de lugar. Tal vez a los cubos del Castillo de Garci-
LA GEOGRAFÍA CONQUENSE DEL LIBRO DE LA CAZA 37

Muñoz. «El aRoyo de alcamauate nasge solos cubos en la fes


del Castiello», 78-9.
Cuevas.—(Las). Omitido por Baist. Despoblado en el térmi-
no de MazaruUeque (Vide este nombre), llamado Las Cuevas
de Santiago, que antes fué lugar y en el que hoy sólo existe
una casa. «Et avezes cabo las cuevas fallan y grúas...», 84-24.
Cultera.—Villa de la provincia de Valencia.
Enlid.—Con interrogante en Baist. Es Embid, partido de
Cuenca, a pocos pasos del río Júcar y a dos leguas de la ciudad.
El Pinar de Embid.
Entrada del Prior,—Con interrogante en Baist (arroyo de
la). c(£l aRoyo déla entrada del prior nasge sobre la caña-
da...», 81-21. Es posible que sea un arroyuelo que indica el
mapa de Domínguez con el nombre de Vertientes, que nace al
norte de Saelices y desagua en el Cigüela más arriba de Casti-
llejo. Por estos mismos lugares hay un monte llamado del Prior,
lo que confirma la suposición. La frase de don Juan Manuel ha-
bría que leerla : «El arroyo de la entrada del Prior».
Escauas.—(Río). Esomas? (Baist). Río que nace de los arro-
yos de Valsalobre en el término de Tragacete, riega el de Priego
y se une con el río Trabanque junto a las minas de Cesma.
Esomas.—(Río) Escauas (Baist). Es, en efecto, el Escavas.
(Vide Escauas).
Ferrant Núñez.—Nada en Baist. «de yuso de F e r r a n t
Nz», 84-26.
Finojosa.—(Arroyo del campo de). La Inojosa? (Baist).
La Hinojosa, partido de San Clemente. El único arroyo que
corre por el término es actualmente llamado Cañada de Ne-
grete, que desagua en el Júcar.
Fito.—(Campo del). Nada en Baist. Hito está en el partido
de Belmonte. «...en el canpo de montaluo e del fito», 77-20.
Es villa con ayuntamiento.
Fas del Castiello.—^Interrogante de Baist. La hoz del Cas-
tillo de Garci-Muñoz.
Fuente del Infante García.—Nada Baist. Donde nace el Jú-
car se llama hoy solamente Fuente García. «El aRoyo de Xucar
nasQC enla fuente del infante garcía», 74-25.
Fuente del Pez.—(laguna de). Nada en Baist. Fuente del
38 BEVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Pez, despoblado en el término de Palomares del Campo, parti-


do de Huete cela grant laguna de fuente el pez cabo el castie-
Uo», 83-30. Existe efectivamente en las inmediaciones de Fuen-
te el Pez una gran laguna llamada La Muela del Pulpan, donde
hubo un castillo. Hay la tradición de que esta fuente echaba
peces, lo que hace posible que el agua proceda de la laguna.
Fuente Redonda.—Nada en Baist. Debe ser la fuente de
Pedro Narro, lugar del partido de Tarancón, situado entre los
ríos Bedija y Riausares. Por estos lugares hay una finca llamada
Fuente Redonda, que con la de Torre Lengua, era de recreo
para los caballeros de Santiago.
Fuentes.—(Laguna de). Nada en Baist. «...las lagunas de
fuentes e de balesteros», 75-2-3. Fuentes, v. partido de Cuen-
ca. Hay una laguna a un cuarto de legua de la población, al pa-
recer de aguas fétidas, aunque en nada perjudican a la salud,
según Madoz. En Fuentes hay restos arqueológicos romanos y
un cementerio con orzas funerarias
Gadiana.—Guadiana (Río). (Baist).
Cantara.—V. Záncara (Baist).
Gaseas.—(Arroyo, vaUe, fuente de). Nada en Baist. Villa
del partido de Motilla del Palancar La atraviesa el río Júcar
en dirección sur, y un arroyo y una fuente al norte, muy pró-
ximos a la población (Madoz). «El aRoyo de gaseas nasge sobre
gaseas...», 76-4-5-6.
Guadiela, Guardiella, Guediella.—(río). Guadiella (Baist).
Afluente del Tajo.
Guarda Zahón.—Guadazaón, río que nace en la provincia
de Cuenca, término de Valdemoro, uniéndose al Gabriel »ín
el termina de Enguídanos. Baist deshizo la abreviatura G.*, por
Guarda, pero es Guada. «El aRoyo de Guardagahon nage enla
sierra, . sobre Valdemoro...», 75-8.
Guada Mexu.—No lo conoce Baist. Gu^damenjud, río que
nace en el partido de Cuenca, término de Sotoca, desagua en
el Huete más abajo de Villalba del Rey. «Guada mexu nas<jg
en Villar de Domingo García», 84-28.
Guadiana^—V.: de Gadiana. « ..e cae en guadiana en la
roydera», 76-18.
Guzires.—(Arroyo del). Nada dice Baist. «El aRoyo de gu-
LA GEOGRAFÍA CONQUENSE DEL UBRO DE LA CAZA 39

zires e entra en Xuchela», 81-17. «...mucho deyuso de aña-


dor ..» [Vide Añador].
Haro.—^Interrogante de Baist, Refiere a Villaescusa, Sin em-
bargo, Haro es sierra de este nombre, y aldea del partido de
Belmonte, en el término de Villaescusa de Haro. La baña el
río Záncara. Fué población romana, como lo prueba su antiguo
castillo y las monedas de Octaviano Augusto, que se han halla-
do en este sitio (Madoz). En el siglo XIV aún ViUaescusa le
estaba jurisdiccionalmente sujeta. Toda esta comarca fué, ;in
efecto, poblada en la época romana (Vide Tres Juncos). «El
aRoyo de Villargorzo... entra en zancara deyuso de haro ^erca
del molino blanco», 81-4.
Huélamo.—^Nada en Baist. No figura con este nombre nin-
guno de los tres arroyos que en el término de Huélamo desem-
bocan en el Júcar. A cualquiera de ellos pudo referirse don
Juan Manuel. La línea de castillos Huélamo, Cañete, etc., for-
maron en la Edad Media la frontera aragonesa con Castilla. «El
aRoyo e de huélamo e de Tragacete», 74-15.
Hueles.—Interrogación en Baist. Añade: «Don Juan cons-
truye un castillo en la tierra déla orden de Santiago, cerca de
Velez de orden de Santiago» [Cron. de Alfonso XI, 9 9 ] . Pero
ae trata simplemente de Huelves, partido judicial de Taran-
cón. Baña su término el Riansares. El Huelves es un arroyuelo
que nace más arriba de Rocalem, al este de Huelves, y cerca de
Uclés, cae en el Bedija, que en Belmontejo se une al Riansares
(Vide mapa de don Ramón Domínguez). «El aRoyo de hue-
les nasge en Rosalem», «...en término de hueles ay muchas
grúas», 82-4.
Huepte.—(El río mayor de). Nada Baist. «El río mayor de
huepte nasge enel puerto de Villar del Maestro», 84-6. Es el
río Huete. Huete es la conocida ciudad de ese nombre.
Huerta.—Villarejo Huerta (Baist). Huerta de la Obispa-
lía, en el partido de Cuenca. La baña el Záncara (Vide Vila-
^^jo), «Cantara nasge sobre huerta enel Vilarejo», 76-18.
Jaualera.—Nada Baist. «El aRoyo de Valde jaualera» (Vide
Valde jaualera).
Loranca.—Interrogante en Baist. Loranca del Campo, par-
tido de Huete. «Aquí hay una ermita de Nuestra Señora d*
40 BEVISTA DE ABCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

grande devoción y milagros» (Porreño, 1. c ) . «El arroyo de


villalua nasge sobre loranca», 83-29.
Luedid.—Interrogante en Baist. «Lo más cerca de Lúa-
dids», 74-5. ¿Guadiella? «El arroyo de trabanque nasge enla
Sierra de menia, e cae en escauas cerca de gesma en este arroyo
ay muchas añades e gargas avegades e lo más cerca de lualid».
Llanas.—^Interrogante en Baist. En el término de Priego de
Cuenca hay una vega que se denomina de Llanes y en su final
está la confluencia del Escabas y el Guadiella, pero el arroyo
de Alcantud desemboca en el Guadiella 4 ó 5 kilómetros más
arriba en un punto conocido por El Martinete, por existir allí
(funcionando todavía) un martillo hidráulico para la fabrica-
ción de calderos de cobre. «El aRoyo de Alcantud nasge en el
Reuenco e entra en Guadiella sobre llanas», 73-25.
Mazarauleque.—^Mazarulleque (Baist). Partido de Huete.
Lugar. «El arroyo de Valde jaualera nasge sobre Mazaraule-
que...», 84-21.
Membrellera.—Interrogante en Baist. «El aRoyo de la fuente
de mizoperez nasge sobre la fuente e cae en xuela sobre inen-
brellera», 79-20. [Víde Mizoperes.]
Menella.—(Laguna de la). Nada dice Baist. «...entre Zan-
cara e villar del engina hay una gran laguna. Pero enlas otras
lagunas déla menella», 80-3.
Menia.—(Sierra de la). Nada Baist. «El aRoyo de traban-
que nasge enla sierra de menia», 74-3. [Part. de Priego,]
Mesquites.—(Arroyo?) (Baist). Seguramente el río Grifo
(Vide Talahuela). «El aRoyo de m e s q u i t e s n a s g e s o b r e
el...», 76-15. Está en los mapas. Vide Luis Mediamarca y Soto.
Mapa de la provincia y obispado de Cuenca, Cuenca, 1869. (De-
dicado a la Diputación provincial.)
Milana.—(Arroyo?). Baist. «El aRoyo de Milana nasge so-
bre bilalua .» 74-6. Tal vez el arroyo Mariana que nace ba.--
taíite más arriba de Villalba y cae en Júcar por bajo de Embid.
Tal vez haya que leer Villalva y el texto diga Milaua, como en
el siguiente.
La Milaua.—«El río mayor de huepte nasge enel puerto de
Villar del Maestro e entra en Guadiela sobre la milaua», 103-24.
LA GEOGRAFÍA CONQUENSE DEL UBRO DE LA CAZA 41

(Ed. Castro y Calvo). Es Villalva del Rey, partido de Huel/^.


Este segundo lugar no lo recoge Baist.
Mira.—(Arroyo de). Nada Baist. Mira es villa del partido de
Cañete a orillas del río Moya, que tal vez es el que don Juan
Manuel Uama arroyo de Mira.
Mizoperez.—(Arroyo de la fuente de?). Baist. «Cae en xue-
la», 79-20.
Molina.—En el Guadiela (Baist), «en el arruyuelo que vie-
ne de Molina», 74-18. Hoy existe Millana, confinante con Al-
cocer (Guadalajara).
Molina del Obispo.—(?). Baist. «Desde peña quebrada fas-
ta la molina del obispo que son gerca de oluares», 76-10.
Moneda de Ojuelo.—(?). Baist. El ms. trae moneda muy
claro. «El aRoyo de... que nasge en moneda del ojuelo e cae ^n
xucar gerca de albadalejo délos monges», 74-11. La circunstan-
cia de faltar en el ms. el nombre del arroyo, dificulta la idenli-
ficación. Es muy probable que trate de Noheda en donde nace
un pequeño arroyo que juntamente con los que se originan en
Bascuñana, Fuentes Claras, Novalón y Jábaga, forman el Chi-
llaron que desagua en el Júcar próximo a Albadalejito (Vide
Albadalejo de los Monjes.)
Monreal.—(Arroyo?). (Baist). «El aRoyo de monreal nasge
entre la osa e monreal», 79-5-6. Aparece en el mapa de Do-
mínguez. Término de Belmente. (Vide OSA).
Montalvanejo.—Nada Baist. «...de finojosa a montalvane-
jo», 77-28. Montalbanejo, partido de Belmonte.
Montaluo.—(Laguna y campo de). Baist. Es villa en el par-
tido de Belmonte. Entre este término y el de Hita, hay una la-
guna de invierno de media legua de circunferencia (Madoz),
«en ella se encuentran ánades, flamencos y otras aves acuá-
ticas».
Montiella.—(La). Interrogante de Baist. Es La Motilla, des-
poblado en el partido de San Clemente, término de Honrubia.
«Entre el castiello e alcanauate, ^erca de la montiella», 78-24.
^auafermosa.—^Interrogante de Baist. Navahennosa, despo-
blado, partido de Huete, ter. de Vellisca. «El aRoyo de Rian-
sares nasge en Nauafermosa», 82-10.
Olmiellos.—(Los). Nada dice Baist. Cimillos, despoblado.
'42 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

partido de Belmonte, término de Villar de Cañas. (Vide Madoz


y mapas citados). «El que salle sobre los olmiellos e va alcoa-
chel», 77-23.
Olucares.—(Olivares?). (Baist). Partido de San Clemente,
«desde peña quebrada fasta la molina del obispo que son gerca
de olucares», 76-11.
Osa.—(La). La Osa de la Vega (Baist). En efecto. La Osa
de la Vega, partido de Belmonte, (Vide Madoz y mapas). «El
aRoyo de monreal nasge entre la osa e monreal», 79-6.
Ouel.—(Arroyo?) Baist. «...el aRoyo de ouel nasge sobre
abaudete et fasta en Requena...» Se trata probablemente del
río Oleana o de la Vega, que nace en la provincia de Cuenca,
término de Cándete; se le llama también Magro o de Requena
(Vide Madoz).
Palomares.—^No lo cita Baist. Pero habla de este lugar don
J u a n Manuel «entre palomares e burbanos», en el cap. VIH
(44-29 de la ed. de Baist.). Entre la tierra de Huete y la de
Alarcón. Es Palomares del Campo, partido de Huete «cabo un
aRoyo que dizen xuaron», que es el Jualón, indicado en los
mapas.
Páramo.—«El castillo engima del» (Baist). Partido de San
Clemente.
Paredes.—Diferentes del 86-28 (Baist). «...desde paredes
fasta la aldehuela», 82-12. Aldea del término y jurisdicción de
Alcázar del Rey, propiedad en tiempo de Madoz del señor
marqués de Ariza (partido de Huete).
Parejuela.—Desconocido de Baist. «El aRoyo que pasa por
viana nasge sobre selana e entra en tajo de suso de parejue-
la», 73-10. En mapas y diccionarios se cita Pareja y también
Parejuela, riachuelo, afluente al Tajo. Los mapas lo ponen cerca
de Alcocer. Es posible que a este riachuelo se refiera don Juan
Manuel.
Pedernoso.—(Campo del). Nada en Baist. Lugar del parti-
do de Belmonte. « ..hay muchas lagunas en el campo del pe-
dernoso», 79-10.
Peña Quebrada.—^Interrogante en Baist. Caserío en la ori-
lla del Júcar al norte de Alarcón (Vide Dice, de Madoz y
LA GEOGRAFÍA CONQUENSE DEL LIBRO DE LA CAZA 43

mapa de Domínguez), «en xucar entre la fuente de Gaseas e la


peña quebrada», 76-5.
Pozo Ayrón.—(El?) Baist. «El aRoyo del almarcha sale del
almarcha e entra en xucar deyuso de uzero e pasa ^erca del
pozo ayron», 78-1. Lago en la provincia de Cuenca, partido de
San Clemente. Antiguamente se llamó Villar de Cha, por ha-
llarse en el centro de una heredad perteneciente a ü n moro de
este nombre; no es de mucha extensión, pero sí de una gran
profundidad. Por este país es el coco de los niños y cuando
a una persona se le desea algún mal, suele decírsele: «Hojalá
caigas en el pozo Airón» (Madoz). Es una laguna de agua sala-
da, cuyo fondo no se ha podido averiguar nunca, y que parece
contener siempre la misma cantidad de agua. De ella dice Mu-
ñoz Soliva en su «Historia de Cuenca»: «En la Almarcha está
el pozo Airón, donde Porreño dice que don Vueso ahogó sus
muchas concubinas. Tal es su fama de porfundidad, que pasan-
do de Valencia se llegó a verlo el rey Carlos I» (I. I. pág. 86).
M. Herrero García ha publicado en Hispania una curiosa nota
(Vide Revista Hispania, 1943).
Priego.—(Foz de). Priego en el Guadiela. Es Prisgo de
Cuenca, cabeza de partido judicial.
Provencio.—(El). Nada Baist. Lugar del partido de San
Clemente, «e entra en janeara enel provengio», 78-10.
Puebla de Algibe.—Despoblado en el partido de Belmonte,
a corta distancia de Santa María de los Llanos, «ay muchas la-
gunas enel canpo del pedernoso e del algibe», 79-10. (Vide
Santa María de los Llanos.)
Quero.—Villa del partido de Quintanar (Toledo). En .^u
término hay una gran laguna llamada de Taran, donde afluye
el río Riansares que entra por una reja practicada al efecto al
lado este. La laguna desagua en Gigüela por otra reja practi-
cable. «El aRoyo riansares... entra en xuela deyuso de que-
ro...», 82-11.
Rauenco.—Nada en Baist. El Recuenco, lugar de la provin-
cia de Guadalajara, su término confína con el de Alcantud. En
él se encuentra una fuente tan abundante que da lugar a un
caudaloso arroyo. (Vid. Madoz). «El aRoyo de Alcantud nas^e
enel Rauenco...», 74-24.. «Aquí hay dos hornos de vidrio y una
44 REVISTil DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

ermita de Nuestra Señora de Bienvenida de mucha devoción y


milagros; es famosa la miel de este lugar». (Porreño).
Requena.—^Nada Baist. Es Requena de la provincia de Va-
lencia.
Riansores, Riansares.—Río que pasa por la provincia de
Cuenca y Toledo, Nace al pie de la pequeña sierra donde se
halla la ermita de Nuestra Señora de Riansares, en el partido
judicial de Tarancón. «El aRoyo de riansares nasge en nava-
fermosa», 82-10.
Río Mayor.—^V. Huepte [ed. C. Castro], Es el Huete que
pasa un cuarto de legua de la ciudad y riega la vega, sigue su
cuso hasta Villalva del Rey. Se une luego al Guadiela. «El
río mayor de huepte nas^e enel puerto del Villar», 84-5.
Ro^alem.—Nada indica Baist. Rozalem del Monte, lugar
del partido de Tarancón. Le riega el Bedija. «El aRoyo de hue-
les nasQe sobre Rogalem...», 82-1.
Rus.—(?) Baist. Caserío en las inmediaciones de Villar
de Cantos, a orillas del río del mismo nombre. Provincia de
Cuenca, partido de San Clemente, « d e s d e t o r r a l v a f a s t a
Rus .», 78-18.
Salmerón.—(Arroyo del?) (Baist). Salmerón es pueblo que
linda con Valdeolivas, con Ayuntamiento.
Salmeroncillo Deyuso.—Nada en Baist. Salmeroncillo dp
Abajo, villa con Ayuntamiento, provincia de Cuenca. Confina
con Valdeolivas y Alcocer, la riega el pequeño arroyo Garibay.
(Vide Madoz).
Santa María.—(Del Campo) (Arroyo de). Nada Baist. Santa
María del Campo, partido de San Clemente. El arroyuelo San-
ta María corre de norte a sur y sirve de abrevadero a los gana-
dos a una legua de la desembocadura del Rus. «El aRoyo de
Sancta María del Canpo nasge sobre sancta maria...», 78-19.
Sancta María.—(De los llanos). Según tradición, la funda-
ción de Santa María de los Llanos data de 1290, que varios ve-
cinos del Pueblo de Algibe, se fueron trasladando a él. (Vide
Madoz), «ay muchas lagunas enel canpo del pedemoso e del
algibre», 79-10.
Saz.—No lo cita Baist. Es Villar del Saz, partido de Cuenca.
(Vide Villar del Saz.)
LA GEOGRAFÍA CONQUENSE DEL LIBRO DE LA CAZA 45

Selarm.—(?). Baist. «El aRoyo que pasa por Viana nasge


sobre selana e entra en Tajo», 74-10. Es Solana, caserío o rento
inmediato a Viana. Su término está bañado por el arroyo de
Viana.
Talahuela,—(?). Baist. Despoblado, que antes fué villa,
partido de San Clemente, término de Valverde, le cruza el Jú-
car sobre el que hay un puente en el que todavía en tiempo
de Madoz se pagaba portazgo. Un poco al sur cae al Júcar un
arroyuelo (Vide Mesquites). Remontando este arroyuelo, más
arriba de Valverde hay un despoblado con el nombre de Mes-
quita, que presenta alguna analogía con Mesquites, que cita don
Juan Manuel. «El aRoyo de mesquites... cae eu xucar e cae
deyuso de Talahuela», 76-16.
Tomellosa.—(Arroyo?). Baist. «El aRoyo de Tomellosa nas-
^e y entra en el río mayor deyuso de ferrant nez...», 84-25. Hay
un despoblado de este nombre en el partido de Huete, en las
inmediaciones hay varios arroyos, debe ser el que pasa por
MazaruUeque y nace cerca de las Cuevas de Santiago.
Tordera.—(Arroyo de). Baist. Tordera es caserío en el tér-
mino municipal de Cuenca, comúnmente se dice la Vega de
Tordera, por un pequeño riachuelo. «El aRoyo de Tordera nas-
qe... entra en xucar de yuso de Cuenca», 74-29.
Torralva.—(?). Baist. «...desde Torralva fasta Rus», 78-17.
Torre del Monje.—-(Arroyo de la). Baist. «El aRoyo de la
Torre del Monge nasge sobre Villar de Saz», 77-2-3. Torre del
Monje es u n caserío en el partido de Belmonte, a poca distan-
cia del Congosto. Hoy no existe arroyo t a l ; se ha secado como
tantos otros.
Trabanque.—(Arroyo?). Baist. Río o arroyo de Trabanque,
que nace en la Sierra de los Arcos y desemboca en el Escabas,
a media legua de Priego (Madoz). «El aRoyo de Trabanqne nas-
se en la sierra...», 73-3. El arroyo da nombre a Villaconejos
de Trabanque.
Tragogete.—(Arroyo de). Baist. Pequeño afluente del Jú-
car, que se le une en el término de Huélamo, confinante con el
de la villa de Tragacete, en la Sierra de Cuenca. «El aRoyo
de huelamo e de Tragacete ..», 74-15.
Tres Juncos.—(Arroyo de). Tresjuncos, Baist. Es u n arro-
46 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

yo que pasa por el término de Tresjuncos, en el partido de Bel-


monte. «También en las inmediaciones de la villa de Tresjun-
cos de este mismo Obispado se han descubierto algunos vesti-
gios de población romana, pero ignorándose cuál fuere. En
una ermita que está como medio cuarto de legua de ella en el
lado norte, he visto trozos de ladrillo y ladrillos enteros roma-
nos y argamasa de sus edificios, y unas lápidas y estatuas pe-
queñas de piedra de todo relieve que figuran personajes en há-
bito romano, como están en edificios antiguos de Roma. Quizá
serían dedicaciones sepulcrales.» (Ms. de don Mateo López, que
se conserva en la Biblioteca Nacional, número 18.084. Lo cita
don Fermín Caballero en La imprenta en Cuenca, Cuenca,
1869, y dice que parece copia. Da la sig. ant.*: S-230. Todo el
manuscrito es muy curioso por los datos arqueológicos. Contie-
ne cartas de Floridablanca. El ms. es de fines del siglo XVIH )
Val de Almonecir.—(Arroyo?). Baist. «El arroyo que dizen
de Val de Almonegir», 81-7. (Vide Almonegir.)
Val de Jaualera.—(Arroyo). Baist. «El aroyo de Valde ja-
ualera nasge sobre mazarauleque...», 84-21. Arroyo de Jaba-
lera, pequeño arroyo que nace en el término de Vellisca y des-
pués de cruzar el de Jabalera se incorpora al Gigüela por sie-
rra de Almonacid y de Buendía.
Valdejudíos.—(Arroyo). Baist. Es un arroyuelo en el case-
río de Valdejudíos, en el término de Carrascosa del Campo,
partido de Huete, «El aroyo de Valde Judíos nasge sobre Ca-
rrascoyo», 82-17.
Valdemoro.—(Aldea de?). Baist. Lugar con Ayuntamiento
en el partido de Cañete. Da nombre también a la bella Hoz de
Valdemoro. «Sobre Valde moro...», 75-9-75-11.
Valdeparayso.—Baist. Valparaíso de arriba o de abajo. «El
aroyo de Villar parid naeqe sobre Valde parayso...», 84-6. Par-
tido judicial de Huete. La indicación de Baist es acertada.
Valdequemado o Valquemado.—«De yuso de ferrant nüñez
eneste aroyo fasta Valde Quemado», 84-26.
Valfermoso.—Int. en Baist. Valhermoso, lugar con Ayun-
tamiento a corta distancia de Alarcón. Da nombre a un peque-
ño río que desemboca en el Júcar «El aroyo de Valfermoso
LA GEOGRAFÍA CONQUENSE DEL UBRO DE LA CAZA 47

nasce sobre Valfermoso», 75-80. «El camino que va de Valfer-


moso a Alarton», 76-3.
Vallesensa.—Baist pone Vallescusa en su vocabulario, aun-
que lee Vallesensa. Es Villaescusá de Haro, lugar del partido
de Bebnonte, «entre Vallesensa e el Rio de Zancara», 79-27-1.
Veruto.—No lo dan Baist ni Castro y Calvo, «...el aRoyo de
Salmerón nasge déla una parte sobre Castilforte ela otra despen-
de déla sierra de Sant Venito...», 73-14.
Viana.—«El aRoyo que passa por Viana nasge sobre Sela-
na e entra en Tajo», 73-9. Viana de Mondejar, villa de la pro-
vincia de Guadalajara, está bañada por u n arroyuelo que des-
agua en Tajo. (Madoz.)
Vilarejo.—«Gantara nasge sobre buerta enel Vilarejo», 76-18.
ViUarejo, sobre Huerta, villa del partido de Cuenca, en la mar-
gen del río Záncara.
Villalua.—^Baist. Arroyo de (?). «El aRoyo de Villalua
nasqe sobre loranca», 83-29. Villalba es un despoblado en el
término de Carrascosa del Campo; cerca de él pasa el arroy»
que nace en Loranca y va al Torrejón, y ya con este nombre
pasa por el despoblado de Fuentes del Pez. (Vide Fuente
del Pez.)
Villar de Cantos.—«Entre Volado Rey e Villar de Can-
tos», 79-4. ViUa con Ayuntamiento. Partido de San Clemente»
Villar de Domingo García.—Int. en Baist, Lugar del partido
de Cuenca, «guarda mexu nasge en villar de Domingo Gar-
cía...», 84-29.
Villar del Encina.—Encina (Baist). Villar de la Encina, par-
tido de Belmonte, «entre Záncara e Villar del Engina», 79-29.
Villar del Forno.—Villar del Orno (Baist). Es Villar del
Horno, partido de Cuenca, regado por el Gigüela y otros pe-
queños arroyos. aXuela nasge enla xierra sobre Villar del
Forno».
ViUar del Maestro.—Puerto de (Baist). Villa del partido de
Cuenca, bañado por el Guadiela. «El río mayor de Huepte nas-
ge enel puerto del Villar del Maestro», 84-6.
Villar Pardo.—Int. en Baist. Vide Villar Parid.
Villar Porid.—Identificado con Villar Pardo. (Baist). F í -
llarpando, despoblado de Valparaíso de Abajo (Huete). Por suft
48 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

inmediaciones corre un arroyo que nace sobre Valparaíso y


más abajo recibe el nombre de río Torrejón. «Etl aRoyo de
Villar Parid nasge sobre Valde Parayso», 84-6.
Villar del Puerto.—(?) en Baist. Debe ser Villca- del Águila,
en cuyas inmediaciones nace el río Jualón, partido de Huete.
Villar del Saz.—Villar del Saz de D. Guillen, partido de
Belmonte. «El aRoyo déla Torre el Monge nasge sobre Villar
del Saz», 77-3-5. No es Villar del Saz de Navalón, en la línea
férrea Madrid-Cuenca. Nada en Baist.
Villarzordo.—Arroyo (Baist), «el aRoyo de Villazordo ñas-
qe §erca de Villarzordo. », 81-4-5, Villargordo debe ser un
arroyuelo que nace por Villar de la Encina y desagua en Júcav
por el castillo de Haro. Villarzordo en la Sierra de Haro.
Villaverde.—Lugar en la provincia de Cuenca, partido de
San Clemente, a media legua del Júcar (Madoz), «cae en xucar
sobre villa verde», 784.
Villavieja.—? (Baist). Villas Viejas, aldea a orillas del Gi-
güela, al este de Saelices, bastante al norte del arroyo de Almo-
nacíd. (Vide map. de R. Domínguez.) «El aRoyo que dizen de
Valde Almonegir nasge encima del valle e entra en xuela deyu-
so de villa vieja. .», 81-8.
Volado Rey.—(Vara de Rey.) ? (Baist). En efecto, es Vara
de Rey, en el partido de San Clemente, confinando con Villar
de Cantos, «entre Volado Rey e Villar de Cantos...», 79-3-4.
Voze Gate.—(Laguna de?). Baist. «El aRoyo de monreal
nasge entre la osa e monreal e cae e n l a l a g u n a de Voze
Gate», 79-6. Por aquellos lugares hay una laguna llamada
Manjavacas cerca de Mata del Cuervo, pero no Vozegate.
Uzero.—Baist (?). Ucero, aldea de la provincia de Cuenca,
partido de San Clemente, término de Castillo de Garci-Muñoz
(Dic. de Madoz V. Castillo de Garci-Muñoz). «El aRoyo del
Almarcha sale del Almarcha e entra en xucar deyuso de uze-
ro» ., 77-30.
Xierra.—(No la trae Baist.) Los llamados Altos de Cabrejas.
«Xuela nasge enla xierra sobre Villar del Forno», 84-9.
Xucar.—Río (Baist). El río Júcar.
Xuchela.—Xuela y Suhela. El río Gigüela, afluente del Gua-
diana.
LA GEOGRAFÍA CONQUENSE DEL LIBRO DE LA CAZA 49

Xuheron.—(Arroyo?). (Baist.) «Entre palomares e burua-


ijos cabo un aRoyo que dizen xuheron..,», 44-30. «Xuheron
hasqe sobre Villar del Puerto», 84-4.
Es el Jualón, pequeño río en el partido de H u e t e ; desemboca
en el Gigüela.
Ynieda.—(Baist.) (¿Almorjag de Ymeda.) Es Yémeda, ai-
dea con Ayuntamiento, del partido de Cañete, a corta dis-
tancia del río Guadazaón (Madoz). (Almorjas, Almorjal, es
terreno de plantas barrilleras.) «El aRoyo de Guardagahon
nasge enla sierra, sobr^ Valdemoro... e entra en... deyuso de
ymeda...», 75-10-11.
Ynesta.—Arroyo y villa de (Baist). «El aRoyo de Ynesta no
solía correr por el agua de poco tiempo acá corre fasta en poco
deyuso déla villa de Ynesta», 75-25.
Yniesta es villa del partido de Motilla de Palancar. El
arroyo que cita don Juan Manuel aparece en el mapa de Do-
mínguez con el nombre de Rivera de la Graja.
Záncara, Qáncara.—Río (Baist). «Mas toda Zancara de que
passa gafra fasta que entra en Gadiana.» Nace en el término de
Abra, sitio llamado La Sartenilla, 76-28. En el término de Al-
cázar de San Juau se une al Guadiana, en el de Herencia al Gi-
güela.
EL ARTE MONETARIO EN
LA ESPAÑA M U S U L M A N A
ENSAYO DE TIPOLOGÍA NUMISMÁTICA

POR CASTO M." DEL RIVERQ

La Numismática medieval se halla integrada por dos gran-


des secciones de monedas que corresponden respectivamente a
las naciones cristianas y musulmanas.
Las diferencias esenciales y aun la oposición que en muchos
aspectos presentan estas civilizaciones, tienen una de sus ma-
nifestaciones en que mientras la religión cristiana encontró un
eficaz apostolado en las representaciones artísticas, el mahome-
tismo, por el contrario, en su intransigencia dogmática, adoptó
la tesis iconoclasta y, aunque no tan rigurosamente como se ha
venido suponiendo, desde luego infundió en sus adeptos la re-
pulsión a representar seres animados, especialmente la figura
humana, y si bien determinadas sectas como el sufismo se desen-
tendieron de esta prohibición, los árabes propios y en general
los pueblos carentes de una tradición cultural, entre ellos los afri-
canos, al aferrarse a la doctrina ortodoxa establecieron una li-
mitación en el campo de las artes plásticas que virtualmente que-
daron reducidas a la arquitectura y la decoración lineal o geo-
métrica (labor de lazo) o floral y botánica (ataurique).
Los grabadores de cuños monetarios veían simplificado su
trabajo a estampar en los troqueles las inscripciones religiosas o
personales establecidas, mas su ingenio les llevó a sacar de es-
tos elementos rudimentarios un nuevo factor decorativo: el ca-
ligráfico, produciendo obras muy bellas al introducir otros te-
52 REVISTA 0 E ARCHIVOS, BIBLIOTECAS V MUSEOS

mas de que habremos de tratar más adelante, ya que el objeto


que nos proponemos es resaltar el valor de la moneda musul-
mana como obra artística, aspecto que apenas si ha sido con-
siderado por los tratadistas, más atentos a ver en ellas una
fuente de noticias valiosas para la Historia y la Numismática
misma, prescindiendo de su interés representativo hasta el pun-
to de que casi siempre se omite producirlas por considerarlo in-
necesario. Por ello aspiramos a reparar ese descuido presentan-
do a la contemplación de los estudiosos o aficionados una selec-
ción de tipos ordenados sistemáticamente, representativos no
sólo de la perfección alcanzada por esta manifestación artís-
tica, sino de los diferentes estilos que sucesivamente fueron
apareciendo y de las relaciones que acusan entre los diferentes
países del mundo islámico occidental.
De lo apuntado, se deduce que una clasificación morfoló-
gica de las monedas musulmanas tiene que fundarse en la pa-
leografía, y siguiendo este método habremos de distinguir dos
grupos principales: el de las leyendas en caracteres KÚF,ICOS
y el de las en N E S K H I E S , N E S J I E S o cursivas con otro interme-
dio (a semejanza de lo que sucede en la paleografía latina con
la uncial) que es el KARAMÁTICO.
El alfabeto árabe —más propiamente llamado alefato— aun-
que consta de 28 letras, ofrece una gran variedad de formas,
pues cada una de ellas toma una diferente según el lugar que
ocupa en la palabra: inicial, unida a la siguiente o a la anterior,
o final, dando lugar a 108 caracteres más o menos diferenciados,
siendo de notar la propiedad de algunos caracteres de prolongarse
en sentido vertical u horizontal: el alif, lam, ain, dal, quef, min,
que supieron aprovechar los grabadores para trazar algunas pa-
labras o frases como el nombre Abd-Allah, Hixem, la profesión
de fe, etc., con una gran elegancia.
El alfabeto árabe parece derivar del siriaco y haberse em-
pleado originariamente en la copia del Koran, recibiendo su
nombre, KÚFICO, de la ciudad de Kufa, situada en el Irak, que
fué capital del Califato en tiempo de Meruan (64 de la H.). Su-
frió u n arreglo en tiempo de los Omeyas por u n hábil calígra-
fo llamado Ahmed Yahya Hassan-ibn-Moklah, visir del califa
Almoktader en 390 (933 de C ) , el cual introdujo algunas mo-
El, ARTE MONETARIO EN LA ESPAÑA MUSULMANA 53

dificaciones, y por fin, Yukhut, secretario del califa El Motas-


sem (640 d. 1. H.) le dio su forma definitiva. Esta es la cu-
riosa historia que con su acostumbrada minuciosidad nos han
conservado las crónicas árabes.
La forma sensiblemente cuadrada a que propenden los ca-
caracteres kúficos, con exclusión de las curvas, y el paralelismo
de sus trazos, se prestan mucho a bellas combinaciones y a una
sobria decoración.
El KARAMÁTico a que nos hemos referido como una forma
intermedia entre las dos escrituras básicas del árabe, recibe el
nombre de los karámatas, que fueron quienes lo inventaron y
lo emplearon primeramente tres siglos después del kúfico. Ricard
le denomina ANDALUZ (Pour comprendre l'art árabe..., Hachet-
te, 1924). Sus caracteres inclinados, curvilíneos y contorneados
se prestan a recibir adornos, y en las inscripciones, como las de
Granada, donde tanto abundan, suelen destacar sobre un fondo
de arabescos.
El otro* carácter de escritura, cursivo, llamado también ta>-
lat —el tercero—, fué empleado por los amanuenses y copistas,
de donde lo tomaron los grabadores, que le dieron el nombre de
NESKHi —corriente—, de trazos seguidos y uniformes, con
numerosas ligaduras y enlaces, muy a propósito para estable-
cer combinaciones y lograr efectos atrayentes.
Además, las figuras geométricas, especialmente las basadas
en el cuadrado y el exágono, prolongando sus lados para for-
mar estrellas, ya que la limitación del cospel no permitía los
desarrollos a que llegaron en otras composiciones, fueron uti-
lizados por los grabadores de cuños para decorar con ellos al-
guna de las caras de las monedas o combinarlas con las le-
yendas. •
Como resumen damos el siguiente cuadro tipológico-paleo-
gráfico:
Entilo Omeya.
„,. \ Grupo independiente (•).
Upo kufico / Estilo Fatimí.
» Almorávido.
» Geométrifo.

(*) Comprende las monedas qne se apartan del Esilo omeya corresi>ondientes
al grupo II de loe tres qne establece Prieto, Los Reyes de Taifas... 1926.
54 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

¡ Estilo Almohade primitivo y Hafsi.

»
» Murciano.
Granadino primitivo.
> Estilo Almohade.
Tipo neskhi / „ Merini.
( » Granadino.

* * *

Las primeras tentativas de los califas pari^ emitir moneda


propia, a imitación de los Estados vecinos —Bizancio y Per-
sia—, se redujeron a groseras imitaciones, sin otro elemento
característico que algún nombre o inscripción en árabe; pero,
bajo el califa Abdelmelik (65-66), la moneda árabe encuentra
su fórmula definitiva y totalmente original, consistente en con-
signar en la lA (1), o anverso, la profesión de fe musulmana,
escrita con caracteres kúficos, en tres líneas y en derredor, for-
mando una orla otra leyenda circular con el Bismilahi (2), y en
la HA, o reverso, otra inscripción central, con la sura CXII del
Koran en cuatro líneas, y por leyenda marginal la Misión pro-
fética de Mahoma (LVI-9). Estos son los caracteres de los dirhe-
mes; los dinares, como consecuencia de su módulo menor, pre-
sentan estas leyendas, pero abreviadas y distribuidas de dife-
rente manera. Este tipo numismático es el que recibe el nom-
bre de TIPO OMEYA, por los califas, que le crearon y continua-
ron empleándolo.
En España, los emires emitieron moneda* de oro bajo coa
leyendas latinas y bilingües, hasta que, bajo el califa Yezid II
(101-5), aparecen las primeras monedas, propiamente musul-
manas, con la fecha 102, que continúan acuñándose sin varia-
ción esencial durante todo el tiempo de los emires. Es notable
en estas monedas la regularidad y pureza con que están traza-
das las letras, sin aditamento de ninguna clase, como no sean
unas orlas formadas por circunferencias concéntricas de líneas
gruesas y finas, cadenetas, etc., combinadas de diferentes ma-

(1) Las abreviaturas AI y AII quieren decir I Área y II Área, con que se
expresa lo mismo que Anverso y Reverso; P.f., Profesión de f e ; M.p., Misión
profética.
(2) Invoeación equivalente a «En el nombre del Padre, etc.», de los cris-
tianos, como aparece en el maravedí alfonsí.
EL ARTE MONETARIO E> LA ESPAÑA MUSULMANA 55

ñeras, y varios signos como bucles, círculos, grupos de puntos


que corren por fuera de la leyenda marginal, y también letras
o palabras; pero esto, más adelante, hacia el año 160, en que
también empiezan a aparecer en el campo de la moneda o in-
geridas entre las leyendas estrellas, letras, palabras y otros sig-
nos. También se ha observado que la referida leyenda margi-
nal, que en unos casos sigue una línea sensiblemente circular,
en otros es una quebrada, produciendo un polígono, y en otros,
en fin, es una línea mixta: recta en la parte superior y curva
en el resto, lo que ha hecho pensar si con ello se quiso distin-
guir la ceca de procedencia. De todos estos elementos formó
Codera un interesante cuadro, que es la lámina XXIV de su
Tratado de Nuniismátwa, y asimismo Vives otros más amplios
de los diferentes grupos que establece en su conocida obra Mo-
nedas de las Dinastías Arábigo-Españolas.
Dentro de la persistencia del tipo omeya, que se prolonga
desde el año 102 al 279, a partir de Abderrahmán II se observa
un proceso de decadencia en el trazado de las letras, que apa-
recen inclinadas y faltas de la claridad y nitidez antiguas. Las
reproducciones que damos de un diñar del 104 y de un dirheu
de 135 (fig. 1 y 2-1), correspondientes a los Califatos de Hixem
ben Abdelmelik y de Abul Abbas, así como otros dos, del 153 y
275 (figs. 3 y 4-1), acuñados bajo Abderrahmán I y Abdalah,
más un felús de este último (fig. 23-III), dan perfecta idea de
las condiciones artísticas de esta serie, cuya nota es la monoto-
nía, hija, acaso —como decía un numismático ilustre—, de no
hallarse suficientemente estudiadas las IIAA, por lo que dio co-
mienzo a esta labor que la muerte vino a interrumpir.
A través de las desmembraciones que había sufrido el Ca-
lifato con la formación de varios Estados independientes —Idri-
sitas, Aglabitas, Omeyas de Alandalus—, la unidad espiritual
y religiosa se había mantenido incólume vinculada en los cali-
fas de Bagdad; pero en el siglo X aparecía Obaidallah, di-
ciéndose descendiente de Alí y de Fátima, y se hacía pasar por
el Mahdi prometido, logrando reunir un buen número de
adeptos, derrocaba al último rey de los aglabitas, Zidiat-allah
(909), y diez años después marchaba contra los idrisistas, a
los que sometía, y aun se disponía a hacerse dueño de Egipto,
56 REVISTA DE ABCHIVOS. BIBLIOTECAS Y MUSEOS

lo que si no pudo conseguir, dejó preparado el terreno a sus


sucesores, que fundaron allí el floreciente imperio fatimí. Tal
poderío, y el supuesto legitimismo en que se apoyaba, conduje-
ron a Obaidallah (909-936) a proclamaíse califa, rompiendo con
ello la tradición religiosa y fraccionando el Califato, aconteci-
miento de la mayor trascendencia, especialmente en el mundo
musulmán.
Cuando estos sucesos se producían recaía la sucesión del
trono cordobés en el joven Abderrahmán III (912-961), cuyos
Estados se dilataban por el Mogreb, llegando por el Sur hasta
Fez, y para los cuales representaba una amenaza la vecindad
del nuevo imperio, estimulado también por la prosperidad
de su pueblo, decidió proclamarse califa, y como consecuencia
ordenó que, desde el 16 de enero de año 929, se le diese en
la oración pública y en los actos de ceremonia el nombre de
En-Naser Lidinallah (el que presta su ayuda a la religión de
Dios), tomando también el título de Emir Almuminin (prínci-
pe de los creyentes), y, por consecuencia, usar de una de las
prerrogativas más preciadas inherentes a la plena soberanía,
cual era la emisión de moneda de oro, interrumpida en la Es-
paña musulmana durante el período de los emires omeyas, que,
a pesar de ser independientes en lo político, habían reconocido
la supremacía espiritual del Imán o califa de Bagdad.
Iniciase, pues, una nueva época en la Numismática arábi-
ga con la mención del nombre del Imán y de sus títulos; y tam-
bién con la aparición de los dinares. De modo que la moneda
ofrece desde este momento u n interés mucho mayor por ex-
presar no sólo el nombre del califa, sino también el del Ha-
chib o primer ministro de la lA y el del prefecto de la ceca ei^
la IIA. Con estos elementos formó Vives unos cuadros crono-
lógicos que, aparte u n valor para la Historia, tienen el de su-
plir la fecha, muchas veces perdida por el deterioro de la mo-
neda.
Las leyendas centrales son en la l A la P . f. escrita en tres
líneas, así como la IIA que contiene el nombre de califa, conti-
nuando sin variacÍMi las de las orlas, salvo en lo que se refie-
re a la mención nueva ceca de Medina Azahra.
La historia monetaria de Abderrahmén III, que podría ser
EL ARTE MONETARIO EN LA ESPAÑA MUSULMANA 57

tema de una interesante monografía, descubre en muchos pun-


tos el pensamiento político de este monarca, y es también, bajo
ciertos aspectos, una crónica, pues acontece, por ejemplo, que,
señalando los historiadores la fecha de 16 de enero de 929, se-
gún queda indicado más arriba, como comienzo del Califato
de Córdoba, resulta de las monedas que en 317 ya se consigna
el nombre de Emir Almuminin Abderrahmán y El Imán En-
Naser lidinalah Abderrahmán Emir Almuminin. También más
adelante, para los sucesos de la revolución en Córdoba, etc., son
las monedas preciosos documentos.
Los dinares, aparte las características señaladas, se acomo-
dan a la estructura corriente, a la sazón en los Estados musul-
manes, presentando un cospel bastante grueso y, por consi-
guiente, un módulo reducido (18 a 20 mm.). El primer ejemplar
que conocemos (fig. 5-1) contiene en la HA la M. p . , y a se-
guida el nombre del califa conforme a otros aglabitas; pero
de esa misma fecha hay un dirhem (fíg. 6-1) en que se suprime
la M. p . , quedando solamente el nombre del califa con sus tí-'
tulos, que es la fórmula que en adelante veremos repetida.
Una curiosa excepción representa u n diñar (fig. 8-1) con la
fecha de 334, que ofrece gran semejanza con los dirhemes y
su cospel bastante extendido (24 mm.), en el cual es de notar,
además de la técnica corriente en este tiempo, de que las letras,
especialmente las de trazos altos, presentan un punto en cada
uno de sus extremos en las leyendas centrales, las de las or-
las destacan- de la misma circunferencia que limita el campo de
estas últimas.
Los dirhemes, que, salvo las modificaciones apuntadas en
sus leyendas, mantuvieron los caracteres de la época de los
emires (fig. 7, 12-1), sobresale entre ellos el ejemplar del
año 317, que presenta en la HA (fig. 6-1) una doble orla, con-
forme era uso en los de los califas de Oriente en la lA.
Según queda notado, en el año 336 empezaron las acuña-
ciones en la ceca de Medina Azahra, que continuaron en este
reinado hasta 350. Entretanto, la de Alandalus —que en este
tiempo se cree fuera Córdoba— permaneció inactiva, pues no
figura mención de ella si no es de u n dirhem del año 343 ; pero
Vives, fundado en varios datos, lo considera acuñado en Fez.
58 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

La nueva fábrica marca un estilo especial que pudiera ca-


lificarse de florido, caracterizado por los adornos de ataurique,
más o menos estilizados, con que los grabadores han sabido
amenizar la sobriedad de las inscripciones, a las cuales tam-
bién ha afectado ese aspecto gracioso y animado que embellece
estas obras (fig. 13-1).
La moneda experimenta algunas modificaciones en el reina-
do de Alhakem II, consistentes en uniformar el tamaño o mó-
dulo de las de oro y plata; la separación de las orlas, de las
leyendas centrales por una línea, en ambas caras, en los dina-
res, y solamente en la IIA en los dirhemes, y, por fin, la per-
mutación frecuente de las dos leyendas marginales en el oro
(figs. 1 a 3-II). De modo que puede decirse que, durante este
reinado y el de su sucesor, Hixem II, los cuños de la moneda de
oro y la plata sólo se diferencian en la designación diñar o dir-
hem, que las distingue, y aunque no siempre en la ausencia de la
línea de separación entre la leyenda central y la marginal en es-
tos últimos.
La Ceca de Alandalus, que interrumpió sus labores durante
los años 336 a 364 para que lo hiciera la de Medina Azahra,
volvió a trabajar a partir de esta líltima fecha, y de 381 hay un
dirhem en que se consigna que fué acuñado en Medina Córdoba-
Una particularidad paleográfica se observa en las monedas
de estos califas, consistente en el ensanchamiento de los ápi-
ces de ciertas letras, especialmente el alif y el lam de la P . f. y
del All Imamo con que se los designa, además del esmero y cla-
ridad con que están trazadas las letras, incluso las de las orlas,
en general tan descuidadas, y, en fin, el empleo de ciertos ele-
mentos decorativos, como rosáceas, granadas abiertas, estre-
llas, anillos, que contribuyen a darlas un agradable aspecto.
La revolución de Córdoba a que dio motivo la ambición de
los hijos de Almanzor, que aspiraban a la sucesión de Hixem II,
al desatar las codicias y el choque de intereses encontrados, pro-
dujo la disolución de la gran obra de Abderrahmán. Varios
miembros de la familia omeya desfilaron efímeramente por el
Califato hasta llegar éste a.poder de una nueva dinastía africa-
na, aunque de origen árabe e ilustre, la de los hammudies, tres
de cuyos miembros pugnaron por su restablecimiento, que no
EL ARTE MONETARIO EN LA ESPAÑA MUSULMANA 59

lo lograron, consiguiendo únicamente, apoyados en las tribus


berberiscas que les eran afectas, fundar los reinos de Algeciras,
Málaga y Ceuta, que gobernaron sus descendientes, formando
las respectivas taifas.
La Numismática de estos príncipes es una continuación de
la califal, pero con notas características, como las de consignar
el nombre del príncipe heredero {W'ali yyo-l-adth), y también
ser los primeros —que sepamos— que presentan en sus mone-
das la leyenda central, formando un cuadrado o encerrada den-
tro de él —cosa tan lógica, dado el carácter epigráfico de ésta, y
que tanta fortuna tuvo andando el tiempo, y, como consecuen-
cia, utilizar los segmentos para las leyendas marginales—. Asi-
mismo son de notar cómo aparecen desparramadas en las letras
y en otros lugares del campo y las orlas —cuyas leyendas cortan
o interrumpen a veces— con cierta profusión, diferentes símbo-
los que parecen representar soles y estrellas y otros adornos que
dan a los tipos un carácter pintoresco. Prieto, que con tanto de-
tenimiento estudia esta serie, dice, refiriéndose a las monedas
de Alí Amasir (fig. 7-11), que están muy bien grabadas, es-
pecialmente las de Ceuta, de belleza inconfundible, y con mu-
cha diferencia las mejores de toda la serie Hammudí, pero tam-
poco dejan de ser interesantes las de Alcasim y Yahia.
Aunque, propiamente, la disolución del Califato comienza
al morir Almanzor, a raíz de lo cual se produce la guerra civil
entre los bandos, que se disputan el poder para su candidato
respectivo, se admite como límite cronológico para el arranque
del período de los Taifas el año 1031 (423), en que muere el
último omeya, Hixeem III. Entonces se manifiesta el antagonis
mo de las diferentes razas, que en los distritos donde habita-
ban se alzan bajo el mando de sus caudillos, formándose lo que
se llama los Reinos de Taifas, es decir, Estados independientes.
La decadencia política que caracteriza a este período de di-
solución trasciende a los demás órdenes de la civilización, que
se presenta en plena decadencia, que en el aspecto monetario
se manifiesta en una degeneración tanto en la ley como en ¡a
talla, en la preferencia que se da a las especies inferiores (los
dinarines), como en el grabado de los cuños, en que la imitación
revela una tosquedad y una impericia extraordinarias.
60 REVISTA DE ABCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

No entra en nuestro plan un análisis, ni siquiera sumario, de


esta evolución que corresponderá a un estudio tipológico; por
el contrario, reduciremos el nuestro a algunas series en que el
arte monetario se mantiene con alguna corrección y hasta be-
lleza.
Codera distingue en estas series de Taifas dos secciones, aten-
diendo a las leyendas: monedas en que se consigna el Imam y
monedas en que no se le nombra. Prieto, desde otro punto de
vista —más de acuerdo con el carácter de este trabajo—, es-
tablece tres grupos: 1.", el de las monedas en que se mantiene
el tipo califal, incluso en conservar la mención del califa de Cór-
doba ; 2.°, el en que se omite esta (fecha aproximada, el año 422)
en que las especies antiguas se sustituyen por otras de módulo
menor, tanto en el oro como en la plata, y el 3.°, caracterizado
por la tendencia a restaurar el tipo califal, que se observa a par-
tir del año 435, a la vez en Sevilla, Denia, Zaragoza, Valencia
y Tortosa, mientras en los reinos de Badajoz y Toledo conti-
núan las emisiones conforme al tipo de segundo período.
Los abbaditas de Sevilla lograron a la caída de los califas
hamudies crear un reino floreciente en que procuraron conti-
nuar la tradición cordobesa. El monetario de estos príncipes,
que abraza un período de medio siglo, es muy copioso e intere-
sante también desde el punto de vista histórico; comprende una
larga serie de acuñaciones, entre las que sobresalen los dinares
emitidos no sólo en la ceca sevillana (Alandalus) (figs. 10,
11-11), sino también en las de Córdoba y Murcia, cuyos carac-
teres confirman el que hemos señalado a este foco cultural.
A la serie mallorquína corresponden las monedas de Abdalah
Almortada Aben Aglab (480-486), de u n arte excelente (figu-
ra 16-11), que contrasta con lo imperfecto de su fábrica.
Los reyes de Zaragoza, de la dinastía de los Beni Hud o hu-
didas, llevaron a cabo abundantes acuñaciones, entre las que
algunas de Yusuf Almutamán (474) y de su hijo Ahmed Almos-
tain II (476-500) (figs. 14, 15-11) parecen recordar las de la
época califal; no así los reyes de Toledo, Almamún (435-69) y
Alkadir (478), cuyas monedas (figs. 12, 13-11), muy numero-
sas y variadas, corresponden a un nuevo estilo diferente, muy
dado al exorno.
EL ARTE MONETARIO EN LA ESPAÑA MUSULMANA 61

Los califas fatimitas, dominadores de Egipto y de gran par-


te del África septentrional, dieron a sus monedas un carácter
particular, consistente en reducir las leyendas centrales a una
sola palabra o suprimirlas, sustituyéndolas por un punto o gló-
bulo, y en cambio desarrollarlas en varias zonas concéntricas.
De este estilo hay reminiscencias en las monedas de los ami-
ries de Valencia y Almería, de Abdelaziz Almanzor (442-46)
(fig. 14-III), y también en una serie de dirhemes de Lérida emi-
tidos entre los años 449 y 59 por un rey llamado Abu Ayyub
Suleimán, hijo de Yusüf Almutafir, a quien corresponde el di-
visor que publicamos (fig. 13-III). Por fin, se ha de incluir en
este lugar el quirate anónimo que describe Vives entre los almo-
rávides con el número 2,005, cuya IIA presenta en el centro
una pequeña rosácea, y en torno la leyenda (fig. 15-111).
Entre la venida de Yusuf ben Texufin por primera vez a
España, a la que siguió la batalla de Zalaca en 1086, y la muerte
de Ishac, último príncipe almorávid, después de la toma de Ma-
rruecos por los almohades en 1147, se desarrolla en Alandalus
una cultura que, a pesar de los muchos detractores, ha sido juz-
gada favorablemente por Codera, apoyándose en el estado de
la literatura y en los textos de los historiadores, y por lo que
hace a las artes, si bien es cierto que no nos legaron los almorá-
vides ningún monumento importante como lo hizo el pueblo que
los sustituyó, tenemos una espléndida serie de monedas que
acreditan el buen gusto y la extraordinaria habilidad no sólo de
los grabadores de los cuños o punzones, sino también de los ofi-
cíales encargados de la acuñación, que lo mismo en las piezas
mayores o maravedises que en las diminutas, casi impalpables,
de los últimos divisores del quirate, que pesan 25,12 y 6 cen-
tigramos, obtenían piezas tan perfectas como pudieran salir con
los actuales procedimientos mecánicos.
Un hecho insólito en la Numismática medieval española, que
confirma el alto concepto que de su labor tenían los grabadores
de cuños, se registra en esta serie, y es el aparecer en un derhem
de la Ceca de Jaén la signatura del grabador Saad, escrita en ca-
racteres árabes diminutos, apenas perceptibles, pero no tanto
que escaparan a la sagacidad del consumado maestro don Anto-
nio Vives, al pie de la leyenda central de I A.
62 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIUTECAS Y MUSEOS

Lo dicho explica que bien puede calificarse de Edad de Or>


de la Numismática española ésta del diñar maravedí, pero aun
tiene otro título a ese dictado: la cantidad fabulosa de ejempla-
res que salieron de las diecisiete cecas, que —sin contar las afri-
canas—, funcionaban en España y constituían el orgullo de nues-
tro Museo, antes de que por virtud de la recogida del oro en
octubre de 1936, llevada con rigor inexorable por el gobierno
republicano, se extendiera a ellos también la incautación, mo-
tivando su desaparición, es de desear que sólo temporal.
En el siglo XI se produjeron importantes alteraciones en el
comercio de metales preciosos. Los almorávides, cuyas princi-
pales tribus se hallaban establecidas desde el siglo anterior en el
Sudán, facilitaron la corriente de las caravanas portadoras de
oro a través del Gran Desierto hacia Occidente, lo que determi-
nó una gran afluencia de este metal en nuestra Península, que
vino a ser un emporio, de donde se expedía a los países del
Norte. En cuanto a la plata, como consecuencia de la anarquía
y de las luchas mantenidas por los taifas, habían quedado aban-
donadas las riquísimas y antiguas minas de Murcia y Almería,
al mismo tiempo que las florecientes repúblicas italianas arreba-
taban a los árabes el monopolio del comercio con las escalas de
Levanté, dificultando la importación y encareciéndola. Así se ex-
plica la escasez de las acuñaciones almorávides de plata y lo di-
minuto de sus especies con el quirate y sus cuatro divisores, con
pesos desde 1 gr, a 0,06, que debieron hacerla de un manejo
sumamente incómodo; pero, por otra parte, puso a prueba la
pericia de los monederos, y en cuanto al modo de expresar los
valores respectivos, la necesidad de establecerla por medio de
los tipos fué de este modo, según Vives: Quirate, lA, P . f. y
M. p . ; HA, título y nombre del emir. Medio quirate, lA, ador-
no ; IIA, como el quirate. Cuarto de quirate, lA, como el qui-
rate en dos líneas; IIA, como el quirate. Octavo de quirate, lA.
plana; IIA, como el quirate. Dieziseisabo de quirate, lA, y
IIA, como el anterior.

Los almorávides, o sea, los consagrados a Dios, representa-


ban un movimiento restaurador del Islam que reconocía la su-
premacía del califa de Oriente, y, por consiguiente, sus empe-
EL *RTE MONETARIO EN LA ESPAÑA MUSULMANA 63

radores tomaban únicamente el título de emires, que extendían


su dominación hasta la frontera de Túnez.
La característica de los dinares almorávides consiste en ]a
leyenda central de la IIA, que expresa El Imám/Abd/Allah/
Emir Almumenin y en la lA, la P . f. y a seguida el nombre del
emir, precedido de este título. Las orlas contienen: la primera,
el Bismilahi, y la segunda, la Sura III-79 del Koran. Entre
leyenda central, limitada por una circunferencia, y la orla res-
pectiva se halla un espacio o zona que también se observa en
algunos dirhemes de los amiridas, acuñados en Valencia y Al-
mería.
Como muestra de estos dinares aparecen en las láminas dos
ejemplares: el primero, muy característico, corresponde a Yu-
suf, acuñado en Granada en 493 (fig. l-III). El otro, un ejemplar
excepcional salido de la ceca de Córdoba (fig. 4-III), en el cual se
observa que las letras de la P. f. de la lA se prolongan hacia
arriba para enlazarse tan primorosamente que nos ha parecido
digna de ser ampliada para su mejor apreciación (fig. 4-III bis).
Se trata de u n diñar de Alí del 503.
Un estudio realizado sobre los originales o reproducciones
directas del copioso material que suponen esto» dinares, permi-
tiría establecer las características de muchas cecas almorávides,
confirmando la impresión que suscita una mera ojeada, como le
ocurre a Codera al sentar que los dinares acuñados en Almería
son las monedas más toscas de este período, «distando mucho de
la perfección y elegancia de las otras cecas» (Decadencia y des-
aparición de los almorávides en España, ilustración 52, pági-
na 183).
Pero el mayor interés de esta serie, considerada desde el pun-
to de vista del arte, se encuentra en la moneda argéntea, que
generalmente carece de fechas y, la mayor parte de las veces,
de ceca, y presenta una extraordinaria variedad. Reproducimos
un quirate de Yusuf (fig. 2-III) que da idea del carácter de letra
de este período. A seguida, tres quirates de Alí; los dos de Cór-
doba ofrecen, el primero, el tipo corriente, mientras el segundo
es un ejemplar precioso y de una composición originalísima (figu-
ra 5-III). El tercero corresponde a la ceca de Sevilla (fig. 6-III), y
es sumamente curioso y de difícil lectura —que llevó a cabo Co-
64 BEVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

dera—, porque las leyendas se encuentran en líneas rectas y en


arcos siguiendo distintas direcciones, lo que constituye un ver-
dadero logo grifo.
A pesar de no formar parte del sistema, continuaron acu-
ñándose por tradición dirhemes con el valor de dos quirates y
ley muy baja, pero de un grabado muy elegante y tipos varia-
dísimos. Sirvan de muestra los dos ejemplares que se reprodu-
cen, ambos de Alí. El primero, acuñado en Granada, es no-
table por la pureza del kúfico de las orlas, en la generalidad

Dirhemes reconstituidos de Ali ben Yusu( (cecas de )a¿n a y Murcia h)


y de Mokamed ben Saad de Murcia, c y d.

de los casos tan descuidadas (fig. 9-III); en el segundo se nombra


también a Alí, hijo de Yusuf, y asimismo al príncipe heredero,
Texufin, está acuñado en Jaén en el año 536. Esta notabilísima
pieza (1) es a la que nos hemos referido por la particularidad que
ofrece de llevar la signatura del grabador, Saad, en la parte in-
ferior de la lA. Como puede verse en el dibujo. La decoración
presenta gran semejanza con la del diñar de Córdoba del mismo
emir (figura 4-III).
A los reinados de Texufin y de Ishac pertenecen monedas
de u n grabado muy elegante, especialmente las de plata, con la
particularidad de aparecer en ellas las escrituras cursiva o nesjí,
por lo que las estudiaremos en otra sección.
(1) Lo deteriorado del ejemplar único y su interés tíos mueve a publicar
solamente la reconstitución de esta moneda en el dibujo q u e se incluye, debido
a D . A. Prieto, quien tuvo la amabilidad de facilitárnoslo.
L Á .í» I N A ]

Mo^^:l)AS KOFICAS Dt ESTILO OMT.'^A.—Eniire.s (1-4) y Califas J e Córdnlxi (5-15!

N'riTA. — nifiouU.idcs i'.i iiniíii lipiiyr.ificu í,il>lif;;iii. o ri'tiiicir L'II los Kríil'^ifl'-'^ ' I l;nu>ifin di' l:is niiiiifily-
riípriiíhiiidiif-, lo i]U(! ]i;ilJrá do tC'LiLT K-U f u c n ^ i el kcifir, y;i Í[IIL- elmúcliilo ik' i'll;is rcpri^sr-iilLi im c i i r i k t n r
CSfII::l!ll. ( N . lii' l;i R,'l . . ' '
L ÁMIW A II

MONEDAS KÚFICAS DE ESTILO OMEYA.—Califato (1-9). Taifas (10, 11, 14, 16).
Grupo independiente {12, 13)-
LAM rNA I [ !

MONEDAS KIJFICAS.—Estilo almorávide {l-io). Eütilo fiitinii (13-15). Estilo


geométrico (16-24).
L Á .M [ N A IV

íí^
> - • ' • .

-^'UiKi**''^

MONííDAS KARA,^1ÁTICA.S V MIS KJII KS. - -Grupo llihrklo {I-5). Grupü


ciü]i ;iliiiii ruvide (6). Pft cursor es d í l wtiln uimoluide (7-9). Rstiln ;
r i i n ü t i v u o hiifsí (S, 10, i.í, 15). Estiln ;iim(i!i:idc; ¡ 1 ! . 12. 14), E
riiidino ( 1 6 - i y j .
?

f
I
»-
§

Fig. 3.-Fragniento de un ladrillo grueso con un arrugamiento artificial de su superficie lograda, al parecer, mecánicamente
con un rodillo

en
«0
66 REVISTA DE ARCHIVOS, BIHLIOTECAS Y MUSEOS

a los cuales se desarrollan, enlazándose, unas graciosas curvas


(fig. 17-III); otra monedita del mismo príncipe e igual valor pre-
senta una flor cruciforme, compuesta de puntos y líneas curvas
(figura 19-III). A Isha pertenecen un medio quirate, en cuya lA
se representa una composición helicoidal, a que sirven de cen-
tros varios puntos (fig. 18-III), y también un cuarto de quirate,
con un tema cruciforme, encerrado en una orla formada por cua-
tro lóbulos, y en la HA, los títulos y el nombre del emir, bajo un
arco de tres lóbulos (fig. 16-III).
La decoración poligonal o de lazo, que tanta importancia ad-
quirió en manos de los artífices árabes, cuyas obras son tan ad-
miradas, y estudiados los principios en que se fundan, fué tam-
bién aplicada a las monedas en las formas elementales que per-
mitía su reducido espacio. Un medio quirate anónimo, clasifica-
do como almorávide, presenta un pentágono estrellado y una
leyenda religiosa en la IIA (fig. 20-III). El Sello de Salomón,
nombre que se da a la estrella de seis puntas, aparece en un
dirhem que Vives clasifica como de Moizo-daula, de Lérida a Tor-
tosa, y al describirla (loe. cit. núm. 1.392) dice que en los seg-
mentos de la estrella de seis puntas encierra la leyenda de las
áreas, en la primera, la P . f., y en la segunda, el nombre del
rey. Prieto se limita a clasificarla como de Yala, rey de Tortosa
(fig. 23-111), de quien se conocen monedas del año 450, que
tomó el título de Seifalmila y posteriormente el de Moizoddaula,
con que figura en la moneda y consigna la leyenda, pero omi-
te, como en los demás casos, toda otra indicación, así como re-
producirla en las láminas. En los triángulos que forman los ex-
tremos de la estrella, así como en el campo, se advierten otras
pequeñítas. El ejemplar, como puede verse, está muy deterio-
rado, pero tiene interés. También aparece esta estrella en un me-
dio quirate de Alí y Texufín y en otro de Mohamed ben Saad de
Murcia (fig. 21-III).
La estrella de ocho puntas aparece como adorno secundario
en un felús en que se menciona a un Hosain ben Asim que, por
figurar en dirhemes del emir Abdallah (275-300), se coloca en-
tre las monedas de este príncipe (fig. 22-111). El gusto por esta
composición se manifiesta en la Numismática de los reyes d e
Murcia, que nos ofrece un precioso dirhem (fig. 24-III) de Mo-
EL AHTE MONETAHIO EN LA ESPAÑA MUSULMANA 65

La decadencia que se cernía sobre los dominadores africanos


fué aprovechada por varios príncipes y caudillos españoles en su
rebeldía contra aquéllos, constituyendo focos de resistencia en
diferentes regiones y acuñando monedas en algunas que forman
el segundo período de la Numismática de los Taifas. Uno de
ellos fué Córdoba, donde se alzó Mohamed ben Hamdín, quien
emitió magníficos dinares y también quirates (fig. 3-IV) en que
figura con el título de Almanzor.
Murcia fué el primer Estado, el más importante, en este pe-
ríodo, que absorbió a todos los demás bajo cl gobierno de la di-
nastía de los Beni Hud, el tercero de ios cuales, Mohamed ben
Saad, en su largo reinado (542-67), emitió en sus cecas de Mur-
cia y de Valencia una considerable cantidad de monedas de oro
y también de plata muy artísticas y variadas, de tipo completa-
mente almorávid (fig. l l - I I I ) . También en Mallorca, en los años
565 y 67, se hicieron acuñaciones áureas (fig. 12-III) que en nada
desmerecen de sus coetáneas.
Por fin, dado su carácter artístico, se incluye en esta sección
un quirate del primer califa almohade Abdelmumen) (figu-
ra lO-III), correspondiente a los primeros años de su gobierno,
anterior a la fijación del tipo monetario de su dinastía.
Los entalladores de cuños, como ya se dejó advertido, no
contentos con haber creado un elemento decorativo con la es-
critura arábiga, aplicaron a la moneda otros exornos como los
que le ofrecían las combinaciones lineales y geométricas, con-
siguiendo formar caprichosos dibujos que, aunque supeditados
al elemento paleo^ráfico, que hemos aceptado como dominante,
bien merecen que se forme de ellos un grupo ciertamente poco
numeroso, pero interesante. Estos dibujos son de dos clases: los
formados por líneas curvas y los que se componen de rectas, o
ssan, poligonales o labor de lazo. Aunque estos recursos se prac-
ticaron de antiguo, pues aparecen en feluses de emirato cordo-
bés y también por alguno de los taifas, donde adquiere mayor
extensión es entre los almorávides, en cuyo monetario encon-
tramos primorosos ejemplares.
Con decoración curvilínea hay un medio quirate con los nom-
bres de Alí y el príncipe Texafíu, que en la lA representa una a
modo de rosácea, formada por cuatro puntos en cruz, en torno
68 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

pecies en la plata eran el dirhem de 1,50, correspondiente al


doble quirate almorávide de 2 grs. y el medio dirhem de 0,75 grs.
Las leyendas varían también, pero la principal diferencia se en-
cuentra en las de la HA —las de la I siguen siendo religiosas—, en
que después de la mención del Mahadi Imán del pueblo se con-
signa el nombre del califa entre una serie de nombres de sus
antecesores, si bien el lugar propio del que emite la moneda
son los segmentos de la IIA. La fecha desaparece, y la ceca, si
se menciona, es al fin de la leyenda central, en caracteres di-
minutos.
Pero la mayor novedad que se advierte en esta serie es la
forma cuadrada que se da a los dirhemes, y en las doblas,
también cuadradas, pero inscritas en un círculo, de modo que
las leyendas marginales desaparecen para dar lugar a las de
los segmentos. Esta curiosa disposición tenía antecedentes en
las monedas de los hamudies (fig. 7-IV), y también aparece en
un quirate de Abu Alkasin de Mértola.
Abdelmumen, fundador del imperio almohade, tiene mucha
variedad de monedas: al principio admite la forma del quirat?
almorávid (fig. lO-III), aunque con sus leyendas propias; des-
pués, con la forma del cuadrado inscrito, emite medios dinares
kúficos (fig. 9-IV), hasta que, al fin, adopta el tipo de moneda
propio, original y muy bello, cuya disposición es las inscripcio-
nes —en caracteres karamáticos— centrales en tres líneas, ence-
rradas en un cuadrado compuesto por dos lineas algo separadas, y
entre ellas otra de puntos, muy cerca de la exterior; esto, para
los dinares (fig. 10-IV) y medios, únicas especies áureas que acu-
ñó. La ceca se expresa entre las dos líneas del recuadro, en la
parte superior o inferior. Los dirhemes (fig. 8-IV), son semejan-
tes, pero las leyendas varían. Yusuf, el hijo y sucesor de Abdel-
mumen, modificó este tipo; pero, en cambio, Abu Zacaria Ya-
hia, el fundador del reino de Túnez y de la dinastía Hafsi, al
rebelarse contra el califa Idris I, pretendiendo ser el verdadero
continuador de la obra de Abdelmumen, quiso reforzar su tesis
copiando en sus monedas las de éste, de modo que este tipo re-
cibe el nombre de hafsi frente al adoptado por Yusuf, que es el
que se denomina almohade.
Cuando Mohamed ben Alahmar se levantó contra la autori-
EL AKTE MONETARIO EN LA ESPAÑA MUSULMANA 69

dad de los califas almohades, luchando también con el rey de


Murcia, y creó el reino de Granada, procuró la protección de
los Hafsies de Túnez, y como prenda de gratitud y acatamiento
acuñó sus doblas conforme al tipo de éstos y lo mismo hizo su
hijo y sucesor Mohamed II (fig. 15-IV), en el cual concluye
este estilo, en la serie granadina.
El reino de Murcia bajo el gobierno de Mohamed Almota-
waquil consiguió mantenerse independiente de los almohades,
y aunque adoptó las novedades monetarias d j éstos acuñando
doblas y dirhemes (fig. 6-IV) con sus divisores respectivos en las
cecas de la capital y en las de Córdoba, Sevilla, Málaga y Játi-
va a que se extendían sus dominios, no siguió las nuevas for-
mas del cuadrado, continuando las de los almorávides, si bien
empleando la letra karamática para las leyendas, así como tam-
bién su hijo y sucesor Alwatsek.
El empleo de la escritura nesjí, iniciado en las monedas
de Texufín y de su sucesor Ischak, así como en las de sus con-
temporáneos Aben Wazir de Córdoba (fig. 3-IV) y en la anó-
nima de Badajoz (fig. 5-IV), se generaliza con carácter exclusivo
en las de Abu Yacub Yusuf, de quien la moneda almohade re-
cibe la pauta mantenida durante esta dinastía y transmitida a
otros estados que le siguieron en África y España.
La característica del nuevo estilo en el ore es el recuadro
que encierra la leyenda central y está formado por dos líneas
bastante juntas para no dejar espacio a la de puntos intermedia
del tipo original, que es el de las monedas de Abdelmumen: di-
chas leyendas constan de cinco o seis líneas, conteniendo la lA
las oraciones que comienzan por el Bismilahi y a seguida otras
oraciones usuales cuyo orden se ha observado que cambia se-
gún el reinado. La IIA de igual número de líneas que la I con-
tiene la invocación seguida del nombre del califa y de su ascen-
dencia, que se vuelven a inscribir en los segmentos (fig. 12-IV).
Los dinares, llamados también medias doblas, sólo tienen cua-
tro líneas (fig. 11-IV), y tres los cuartos de dobla (fig. 13-IV), y
los dirhemes (fig. 14-IV) y medios, siempre cuadrados, contienen
sólo oraciones que no varían, careciendo de indicaciones perso-
nales, por lo que es imposible determinar el tiempo de su acuña-
70 REVISTA DE ARCHIVOS, UIBLIOTECAS ¥ MUSEUS

ción, aunque sí suelen llevar el nombre de alguna de las veinte


cecas que trabajaron durante este período.
A partir de la victoria de las Navas, en que sufrió tan im-
portante derrota el Miramomelin de nuestras .Crónicas, Maha-
med, cuarto califa almohade, el poder de éstos declina rápida-
mente en España, donde se producen importantes levantamien-
tos, sobre todo en Murcia y Granada, y también en África, -^l
de Mohamed Abdelhac de la tribu de los merinies, que al fin
lograron después de la toma de Marraques (668-1269) destruir
el imperio almohade y sucederle, de modo que el emir de los
Benimerines Abu Yacub ben Abdelhac realizaba en 1273 la
primera expedición a la Península, en cuyos asuntos procura-
ban intervenir, pero únicamente lo consiguieron por interme-
dio de los granadinos sin lograr afianzarse.
La Numismática del reino de Granada a partir de Moha-
med IV no es más que una prolongación de la almohade en
cuanto a los caracteres extrínsecos. Las doblas desenvuelvo!
las leyendas centrales en cinco o seis líneas: en la lA van las
religiosas—distintas de las acostumbradas—y en la II los nom-
bres del emir, por quien se emiten, y de su ascendencia conclu-
\endo con el gentilicio Ben Nasar. En los segmentos es constan-
te el lema de la dinastía: ííYno [hay] vencedor sino AlUth»,
repetido en cada uno, y desde Mohamed V, en los de la lA
«.acuñado en la ceca de Medina de Granaday) y también en casos
singularísimos de Almería o Ceuta, como aparece en la de Mo-
hamed X (1444-53) (fig. 16-IV).
Las vicisitudes por que atravesó este reino se reflejan de
diferentes modos en su numerario, lo mismo en las alteracio-
nes en la ley o título que desciende y en los últimos tiempos se
hacen de cobre en vez de oro, que en el grabado de la letra
superior en claridad y limpieza al que les sirviera de modelo—y
€on mucho al de los benimerines—pero siempre plano y falto
de elegancia, aunque de un trazado correcto y minucioso.
Los dirhemes, siempre cuadrados y con las leyendas ritua-
les, ofrecen además de la mención de las cecas de la capital las
de Málaga y Guadix, y también un tipo nuevo y gracioso con el
lema o mote de los Nazaritas dentro de un losanje y en los can-
tones gar- na-ta y un adorno, en la IIA (fig. 18-IV).
EL ABTE MONETARIO EN LA ESPAÑA MUSULMANA 71

Cierra esta sección una preciosa dobla de Mohamed XI, más


conocido por Boabdil (fig. 19-IV), y a la vez la Numismática ará-
bigoespañola que en los ocho siglos de la dominación de este
pueblo produjo una de las series más numerosas, ricas e intere-
santes, como ha podido apreciarse en el breve examen que he-
mos hecho, considerándola tan sólo desde el punto de vista del
arte.
Madrid, 20 de enero de 1948.

ELENCO CRONOLÓGICO DE LAS MONEDAS REPRODUCIDAS EN LAS LÁMINAS.


E L LUGAR EN QUE SE HALLA CADA UNA SE INDICA EN LOS NÚMEROS ENTRE
PARÉNTESIS
Yezid I, diñar, año 104 (l-I)
Meruán I I , dirhem, año 129 (2-1)
Abderrahmán I , dirhem,, a. 153 (3-1)
Abdallah, dirhem, año 275 (4-1)
Abdallah, felú&. (23-III)
Abderrahmán I I I , diñar, año 317 (5-1)
Abderrahmán I I I , dirhem, año 317 (6-1)
Abderrahmán I I I , dirhem, año 321 (7-1)
Abderrahmán I I I , dirhem, año 326 (12-1)
Abdierrahmán I I I , diñar, año 331 (9-1)
Abderrahmán I I I , dinarín, a. 333 (H-I)
Abderrahmán I I I , diñar, año 334 (8-1)
Abderrahm^án I I I , diñar, año 336 (13-1)
Abderrahmán I I I , dirhem, año 337 (14-1)
Abderrahmán I I I , diñar, año 337 (lO-I)
Abderrahmán I I I , dirhem, año 337? (15-1)
Alhakem I I , diñar, año 364 (2-II)
Alhakem I I , dinarín, año 363 (l-H)
Alhakem I I , dirhem, año 351 (3-11)
Hixem I I , dirhem, año 367, gran módulo, acuñación
«special (5-II)
Hixem I I , diñar, año 368 (4-11)
Hixem I I , diñar, año 391 (6-11)
Alí Annasir ben Hamud, dirhem, año 407 (7-II)
Alí ben Hamud, dirhem, año 407 (8-II)
Aloasim Almamún, dirhem, año 410 (7-IV)
Yahia ben Alí, dirhem, año 419 (9-II)
Almotamid de Sevilla, dinarín', sin año (11-11)
Almotamid de Sevilla, diñar, año 468 (10-11)
Abdelaziz Ahnansur de Valencia, dirhem, año 446... (14-III)
Yahia Almamún d e Toledo, dinarín, sin año (12-11)
Yahia Almamún de Toledo, dirhem, año 467 (13-11)
72 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Ynsuf Almutamán de Zaragoza, dirhem, año 474 (14-11)


Ahmed Almostain de Zaragoza, dirhem, año 499? (15-11)
Yusuf Almotafar de Lérida, medio dirhem, año ? (13-III)
Moizo-Dauláh de Lérida y Tortosa, dirhem, sin año. . (22-III)
Mobaxir de Mallorca, dirhem, año 489 (16-11)
Yusuf beu Texufín, diñar, año 497 (l-III)
Ynsuf ben Texufín, quirate, sin año (2-111)
Yusuf ben Texufín, con Aü, quirate de Córdoba, sin
año (3-III)
Alí ben Yusuf, diñar, año 503 y ampliación de la lA. (4 y 4 bis-III)
Alí ben Yusuf, quirate de Córdoba, sin año (5-III)
Alí ben Yusuf, quirate de Sevilla (6-111)
Alí ben Yusuf, dirhem de Granada, año 520 (8-111)
AL' ben Yusuf, quirate de Córdoba, año 502 (9-III)
Alí ben Yusuf, quirate de Sevilla, sin año (lO-III)
Alí ben Yusuf, con Texufín, medio quirate (16-111)
Texufín ben Alí, medio quirate (17-III)
Texufín ben Alí, quirate (2-IV)
Ischak ben Alí, medio quirate (18-III)
Ischak ben Alí, cuarto de quirate (19-III)
Anónima almorávide, quirate (15-111)
Anónima almorávide, quirate (20-III)
Abu Ibrahim Ishak de Mallorca, diñar, año 565 (ll-III)
Mohamed ben Saad de Murcia, diñar, año 543 (12-111)
Mohamed ben Saad de Murcia, diñar, año 544 (1-IV)
Mohamed ben Saad de Murcia, dirhem, sin año (24-III)
Mohamed ben Saad de Murcia, medio quirate (21-111)
Aben Wazir de Córdoba, quirate (3-IV)
Aben Melek de Mértola, quirate (4-IV)
Anónima almorávide de Badajoz , (5-IV)
Abdelmumen ben Alí, quirate de estilo almorávide... (lO-III)
Abdelmumen ben Alí, dirhem de estilo almohade pri-
mitivo (8-IV)
Abdelmumen ben Alí, semidobla de estilo almohade
primitivo (10-IV)
Abdelmumen ben Alí semidobla kúfica (9-IV)
Abu Yacub Yusuf, cuarto de dobla (13-IV)
Abu Yacub Yusuf, semidobla (11-IV)
Abu Yusuf Yacub, dobla (12-lV)
Anónimo almohade, dirhem (14-IV)
Alwatsc de Murcia, dirhem (6-IV)
Mohamed I I de Granada, dobla (15-IV)
Mohamed X de Granada, dobla (ló-IV)
Mohamed XI de Granada, dobla (19-IV)
Anónimo granadino, medio dirhem (17-IV)
Anónimo granadino, medio dirhem (]8-IV>
O R Í G E N E S Y O R G A N I Z A C I Ó N DEL
S A N T O O F I C I O EN P O R T U G A L
POR MIGUEL DE LA PINTA LLÓRENTE, O. S. A.

Con reiterada frecuencia se registran entre los protocolos


inquisitoriales del Santo Oficio de España referencias más o
menos interesantes sobre la Inquisición portuguesa. La docu-
mentación se refiere de ordinario o a intercambios de presos o
a detenciones de judíos significados y peligrosos que habían lo-
¿.rado alcanzar la raya fronteriza, burlando las cautelas y pro-
visiones inquisitoriales. Las referencias son múltiples y ofrecen
un interés indiscutible y flagrante. La aportación nacional a es-
tos temas es nula y bien merecen un detenido y concienzudo
estudio las relaciones entre las juderías hispanoportuguesas. Una
densa población judaica motivó que casi siempre estuviese con-
sagrado el Santo Oficio de Portugal a intervenciones inquisito-
riales contra familias judías. Magníficamente cumplió en el país
trmano su misión, acompañando sus oficios con un gran semi-
llo de cordura, tolerancia y energía que favorecieron la unidad
espiritual del país, saliendo adelante entre las pasiones y diis-
cordancias religiosas que amenazaban entonce? a todos los paí-
ses, y ya sabemos con qué trágicas características, según nos di-
cen las experiencias históricas.
Ya es sabido que el año 1536 confirmaba la Inquisición de
Portugal el Pontífice Paulo III. Los historiadores portugueses
han reseñado con más o menos amplitud los fundamentos his-
tóricos de aquella famosa institución nacional, siempre expuesta
74 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS ¥ MUSEOS

a los rigores de las censuras más malévolas y tendenciosas. Los


mejores criterios han reaccionado, sin embargo. No puede se-
guir afirmándose, como indicaba el consejero Ayres de Orne-
las, que la historia de Portugal es una historia de reaccionarios
V fanáticos. Que don Juan se solaza contemplando los hachones
fúnebres del Santo Oficio y las hogueras inquisitoriales, o que
Portugal oscila con precisión astronómica entre los jesuítas y los
jueces inquisitoriales. Las mejores tradiciones simultanean, sin
embargo, con el desenvolvimiento del Santo Oficio en las tierras
portuguesas, y nadie pregunta, como escribió Antonio Sardinha,
si Camoens fué jesuíta o inquisidor.
Herborizando en la selva enmarañada de una documenta-
ción muy aprovechable para la historia del siglo XVI, en su as-
pecto eclesiástico, hemos topado con una pieza singular reco-
gida por los inquisidores. Se trata desde luego de un traslado
del original, y se intitula así:
«Vida y trauaxos de Juan Pérez Sahabedra, por cuia yn-
dustria se metió la Inquisición en Portugal, cosa tan ynportan-
te al seruicio de Nuestro Señor y bien de aquellos Reynos, y que
nadie havia podido hazer».
Se dice el autor Juan Pérez Saavedra, hijo del capitán Pé-
rez Saavedra y de doña Ana de Guzmán, y hermano de Juan
Pérez de Saavedra, veinticuatro de Jaén y de Córdoba. Se trata
de una relación autobiográfica donde el autor narra sus andanzas
y aventuras del corte más audaz. Hombre habilísimo en imitar
firmas, «el mexor escrivano de todas letras de nuestro tiempo»
anda de trapisonda en trapisonda, falsificando cédulas para poder
vivir y atender sus necesidades. Pero no contento con la vida co-
rriente y moliente, y para perderse «quise criar alas, y éstas
que fuesen coloradas, usurpándolas a nuestra Madre la Iglesia
santísima; y para esto haviendo trazado conmigo mismo las jo-
yas, plata y litera, coches y carroza, que para la Majestad de vn
Cardenal heran necesarias, di la traza, hice misibas de Su Ma-
jestad», y con el hábito de Cardenal y un Breve falsificado de
la Silla Apostólica, penetra en Portugal, instituyendo el Santo
Oficio, hasta que por fin es descubierta la traza y el falsificador.
El episodio y la historieta no pueden ser más pintorescos. ¿Era
el autor un perturbado, un megalómano, o un ejemplar curio-
ORGANIZACIÓN DEL SANTO OFICIO EN PORTUGAL 75

-SO del retablo de la picaresca? No cursó en las Universidades


clásicas de la fullería y de la vida jacaresca. Las excelencias de
su ingenio y su destreza de gran pendolista le llevan de aventu-
ra en aventura y le arrastran por la vía delictivi'. Pero sobrepasa
toda originalidad la ocurrencia extraña y verdaderamente extra-
ordinaria de mixtificar su personalidad en la persona y andula-
rios de un Cardenal romano, atreviéndose a ejercer funciones
de inquisidor en el reino de Portugal. Como decimos, se trata
de una copia del original que debía conservarse, y quizá se con-
serve aún, en la librería de San Lorenzo de El Escorial. El lance
es de tal magnitud, y la narración tan sabrosa que bien merece
?fí reproduzca íntegra en estas páginas:
((Yo fui tenido por el mexor escriuano de todas letras de
nuestro tiempo; y en casos de hacer y granar sigillos, mediano
inxenio; y faltándome el padre, víneme a la corte contra la
voluntad de mi madre, donde por el habilidad de la pluma, mu-
chos señores deseauan seruirse de m i ; y yo como mis pensa-
mientos arduos me hazían guerra deseaua hazer cosas que fues-
sen algo más que vso común de los hombres: y para esto de-
seando hauer en mi poder las firmas de los Oidores del Consejo
Real y de Ordenes, me pareció aproposito entrar y asentar por
escriuiente del Fiscal, que se Uamaua el doctor De la Torre, en
(.uia casa, y del licenciado Polanco, vbe en mi poder las firmas
dichas, las quales traía siempre en mi pecho, como joya rrica
en vn pergamino, a manera de nomina; y deseoso de poner en
orden cosas nuebas, estando en casa del doctoi Alderete, vino
vna muxer de Villanueva de los Ynfantes, que pedia la muerte
de su marido que ciertos contrarios suyos le auian dado, y
como era pobre, sus negocios iban de mal en peor. La compa-
sión que la tube yo fue grande, y asi por esto como por parecei-
me me tardaua, quise hazer aquí el primer modelo en que yo
conociese como bolauan mis auilidades, y en que paraba esta
labor. Al principio hice la primera prouisión de mi mano, y la
di a la muxer dicha, quedando de concierto me escriuiese cii
que paraban sus negocios. Auisome que fue mi prouisión tan
bien receñida, y mexor que si fuera de los del Real Conxejo
(que por tal la tenia la buena müxer), a quien se hizo por entíj-
ro satisfación de sus agrauios, con qu« quedo satisfecha.
76 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

))Yo muy ufano por esto, parecióme que ya podia volar se-
guro, y que no era justo seruir a nadie, di conmigo en Toledo,
en donde vbe a las manos dos mili y seiscientos ducados cobra-
dos en virtud de vna póliza, que me dieran diez mili, si tantos
rezara. Con esta cantidad me puse en orden, y di buelta a la
Corte con pensamientos muy rrealgados. Yo deseaua hauer a
las manos y tener en las vñas las firmas del Cesar Carlos quinto,
y de su hijo don Phelippe, y tal maña me di; que no se me es-
caparon ellas, y las formas de sus letras y notas.
»Con esto el coragon reuentaba por verse con vna cruz en-
cima, pareciendome la traian otros con menob partes que y o ;
y por salir desta congoxa, acorde en buena coiuntura de con-
trahazer vna misiua de Su Majestad para el Conxejo de Horde-
nes, la qual contenia se me diese luego el hauito de Santiago,
junto con vna encomienda de tres mili y mas de renta, los
quales cobre diez y siete años, y me cobrara toda mi vida, si
mi suerte no me llenara de aquel sosiego a negocios mas granes.
»Heranme las cosas tan fáciles que el día que me bestí el ha-
bito de Cardenal en Seuilla, di esta encomienda a un mayordo-
mo, y la poseia con voluntad de Su Majestad, como después
que yo fui preso la concedió Paulo terzero de la manera que
esta oy día, diciendo que esto fue proueido de la mano maior,
que quiso decir que fue prouision diuina, y de mano de Nues-
tro Señor; y de la manera que sucedió la entrada en el Reyno de
Portugal, y se planto en el la santa Inquisición, daré ragon aqui
a todos.
»Para perderme quise criar alas, y estas que fuesen colora-
das, vsurpandolas a nuestra Madre la Iglesia santísima; y para
esto hauíendo trazado conmigo mismo las joyas, plata y litera,
coches y carroza, que para la majestad de vn Cardenal heran
necesarias, di la traga, hice misibas de Su Majestad, por las
quales en diferentes partes y de diferentes depósitos cobre dos
mili y quinientos ducados, sin que criatura humana perdiese
vn maravedí tan sólo, sino solo Su Majestad, porque los reca-
dos que les dexaba a los depositarios heran recluidos de los re-
ceptores en quentas, y pasados en ellas las cantidades dichas,
y con esto me fui a Sevilla, en donde di quenta de mis intentos
a mi maiordomo y secretario, a los quales con juramento y voto-
ORCANIZACIÓN DEL SANIO OFICIO EN PORTUGAL 77

solemne prometí que si por acaso, por mis pecados yo pere-


ciese, no por mi serian descubiertos. Con esto y con dadiuas y
buenas obras los tenia tan de parte, que si quisera reboluer f 1
mundo, me ajTidaran: y asi quando me prendió el Marques de
Barcarrota, pensando que era italiano, y como me conociese, y
supiese quien era, compadecióse de mi, y le peso de hauernie
preso, y sucedió de mis criados lo que adelante diré.
»Yo salia de Portugal, y tope en el Algarue con vn teatiuo, el
primero que hauia visto en mi vida, porque entonzes Paulo
terzero hauia fundado su borden, al qual oy u n sermón el día
de San Andrés, y pareciéndome bien su doctrina, conbidele a
comer, y tubele algunos dias en mi compañía; y tratándole
diuersisímas cosas, admirándose de mi abilídad y pluma, mostró-
me vn Breué que traía para fundar vna casa de su Orden en
Portugal; y díxome que se olgaria mucho que este Breue, que
hera del Annulo Piscatoris, que como trataua de el solo, que
tratase asimismo de su compañero, el qual tomándole yo, saque
vn trasumpto acondicionado aproposito de ambos a dos; y vis •
tos a los padres tan contentos, decláreles mi deseo, que era ser
participante, y parte para meter a la Inquisición en Portugal,
y que si para esto se hallase medio tendrían todo el dinero que
fuese necesario, y las firmas del Emperador ^ principes; y que
yo hauia cursado en Roma, y que de alia abria las que vbiese me-
nester, con solo verlas en mi poder y presencia para poder con-
trahacerlas, que cierto en el mundo no podiades hallar otro hom-
bre como yo para vn negocio tan arduo por los muchos que an
pasado por mi mano en la Curia Romana; y asi para lo que que-
réis seria necesario viniese de Roma vn Cardenal con su Bulla
de Legado a la tere, teniendo las veces del Sumo Pontífice; y
hauia de traer amen de la mísiua del Papa, otra del Empera-
dor, que pidiese y requiriese lo mismo al Rey de Portugal, y
aun con todo eso, dudo se efectué este negocio-, que en si tiene
gran dificultad; yo le rrogue me diese el orden de esta Bulla y
carta del Emperador.
))Todo lo hicimos a osadas, que sin duda engañara con ella
al Datario; con todo me parti, y de mis teatiuo-, y me fui a otro
pueblo del Algarbe, que se llama Tavira, y alli quebré los sigi-
los, y los hice pendientes, como hera necesario, sin que a mis
78 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

recados les faltase c o s a ; y p a r a p r u e b a de las Bullas, llegada


que fui a Aiamonte, primer lugar de Castilla, supe estaua alli
vn prouincial de San Francisco, cuia llegada de Roma era muí
fresca, y su experiencia en negocios de aquella Corte. Me fui a
el, y hauiendole visitado, le suplique que me oiese en secreto.
HÍ50I0, y yo le dije: «Padre mió, sabrá V. P. que algunas le-
guas de aquí me tope en vn camino quatro o cinco hombres que
corrían la posta juntos, y cerca de - donde les tope halle vna
scriptura de pergamino, la qual vengo a mostrar a V. P . para
que me diga que cosa e s ; protesto que si fuera cosa ynportan-
te, aunque sepa gastar cinquenta ni cien piezas de horo, tomare
la posta tras ellos, y darles he su escriptura»; y como la yba le-
yendo hacia vnos gestos y visajes y meneos, como quien se ad-
mira de la fuerga del la Bulla; y asi, buelto a mi, me dixo:
«Por cierto, Señor, esta es vna Bulla, la mas copiosa, y de mas
fuerza, y mas justa que Nuestro mui Santo Padre a despacha-
do, ni despachara, y V. M. hará mui gran seruicio a Nuestro
Señor en licuarla a su dueño, que es vn Cardenal que no viene
a otra cosa de Roma, sino a meter la Inquisición en Portugal,
cosa que tanto an deseado los Pontifices y los Reinos de Castilla,
y asta aora no han podido salir con ello; y este Cardenal es mo-
zo, y trae orden en esa Bulla de correr la posta asta Sevilla, h>
mas encubierto que pueda, y alli ordene su casa y vaia al nego-
cio dicho a Portugal, y seria gran lastima se le perdiese la
Bulla.»
»Yo con esto me vine a Sevilla, el mas contento de la tie-
rra, y auidos los dineros, como arriba dixe, luego mi maiordomo
y mi secretario, y yo, tratamos de poner en orden la vajilla, li-
tera, y carroza y plata para la capilla de la Inquisición, y ellos
y yo nos comunicauamos estando en diuersas partes y posada-<,
y asi íveya yo lo que se hiba haziendo, y daba para todo la tra-
za, como mexor me parecia.
»Y después de todo junto embie al maiordomo a Granada,^
y al secretario embie a Córdoba para que juntasen los criados
aproposito para seruir a vn Cardenal que venia de Roma a Por-
tugal, y asi juntaron en Sevilla, Córdoba y Granada, ciento y
veinte y seis personas, y los truxeron a Sevilla; y juntaron tam-
bién la capilla, y a todos los hiba yo reconociendo y mirando
ORGANIZACIÓN DEL SANTO OFICIO EN PORTUGAL 7^

«I eran aproposito, y p a r a esto me Jos pasaba mi maiordotno )


secretario por mi posada uno a uno, y yo después me informaba
de dónde heran, sus nombres e inclinaciones; y como ya esta-
ua todo a punto, dixeles que se saliesen coft toda la casa y arreos
y que dixesen a la gente que me hiban a esperar a Badaxoz; y
que pasasen aquella noche a quatro leguas de allí; y yo tomaría
la posta; y aria que venia de Roma, corriéndola, y que en lle-
gando que llegase, el maiordomo y secretario me abrazasen, co-
mo que conocia que hera yo su amo, y revereciandome como a tal
persona, porque así lo hiciesen los demás criados, y asi se oi-
garon todos de mi llegada. Y asi estube aquella noche, y luego
el siguiente dia me partí para Sevilla, donde fui receñido de
eclesiásticos y seglares con grande onrra, y del licenciado Ter-
mino, Provisor, que era en aquel tiempo. Me aposento en las
casas arzobispales, donde estube diez y ocho días o veinte, re-
creado y visitado de toda la gente ilustre; y asi aquellos días
que estube fueron muí frecuentadas las casas arzobispales, y
yo mui seruido y regalado de todos, y como el mienbro de mis
negocios era el dinero, porque no faltase, y mi casa andubiese
con la abundancia que era justo, embie a llamar a los albaceas
del Marques de Tarifa, a quienes presente vnas cédulas, las
quales daban razón de como el Marques auia quedado deuien-
do en Roma treze mili ducados. Su maiordomo afirmaua que
aquella firma y letra heran de su amo, mas que el auia siem-
pre acompañado al Marques desde que salió de España, en Yta-
lia y Hierusalem hasta que bolbio a su casa, y nunca tubo no-
ticia de aquella deuda, mas yo comencé a fulminar contra qua-
tro albaceas vna excomunión y otra hasta que me dieron mis
treze mili ducados, como a todos es notorio.
»Con esto sali de Sevilla, camino de Badaxoz, y entre en
Llerena, que ai Inquisición, y el inquisidor me recibió con
grande aplauso y reverencia, y hauiendome aposentado, le dixe
que quería visitar el Officío, lo qual hice tomando bastante pla-
tica, y luego me pareció seria aproposito Henar conmigo tres
inquisidores, los quales nombre, que son los que ay oy, en par-
ticular que son el licenciado Pedro Albarez Bezerra, y Luis
de Cárdenas. Desde allí fui a Badaxoz, donde despache a mi
secretario con las letras al Rey de Portugal, don Juan terzero.
80 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

el qual sauiendo el caso se quedo con tan eslraña admiración


espantado, y fueron tantas las cosas que hizo, porque sin auer-
le dado parte se fue a meter en su Reino vn tribunal como el
de la Inquisición, que mi secretario temió grandemente, y asi
dio la buelta para mi, sin aguardar respuesta del dicho Rey, y
venia tan acobardado y medroso, que me hizo reir su temor.
Yo le dixe tantas cosas, que ya me temia mas a mi que al Rey, y
aunque con lágrimas me pedia que mudase parezer, porque sin
duda de la indignación de aquel principe no podia resultar otra
cosa sino nuestra total ruina. Yo me enoxe mucho, y le dixe
palabras tan enoxadas, ásperas y terribles, que se allano, viese
yo lo que queria que el hiciese, que tanbien sabia el auenturar
como y o ; mándele se boluiese al Rey con la breuedad posible,
y no mostrase pusilanimidad, ni que auia salido de la Corte,
antes tornase al punto a hablar al Rey: «Que manda V. A. que
haga, o que acuerdo se a tomado, porque el legado mi amo tiene
vn bien, y es que como es mozo, asi como corrió la posta de
Roma a España, la correrá de España a Roma, y dará la res-
puesta de V. A. a Nuestro Santo Padre.» El secretario lo hizo,
y tornó al Rey, y dixo como yo lo hordene, ablando al Rey con
mucha prudencia y mansedumbre, diciendole que mirase que
hera negocio guiado de la mano de Dios para bien de todo aquel
Reyno; y que si Su Altera le estorbaua hera dar mucho que de-
cir a toda la República christiana, y siendo vn principe christia-
nisimo, antes auia de abrazar la santa Inquisición, que es ampa-
ro de la fe y crisol en que se apura y se agota la escoria de los
malos. Con esto el Rey me escriuio vna carta comedidissima y
llena de fauores, pidiéndome en ella holgase detener mi ida a
su Corte, siquiera veinte dias, para en ellos comunicar y tomar
acuerdo en negocio tan grane. Yo considere que este tiempo
que se me pedia, aunque fuesen por el aire, hera ymposible
yr y benir a Roma, y por no disgustar al Rey, concedí lo que
se me pedia de su parte, y asi Dios que lo guiaba, al cauo de
los veinte dias, me embio cierto Duque por Embaxador, y des-
pués de grandes comedimientos y cortesias me hizo entrar ,rn
el Reyno, y me lleuo a la ciudad de los Yelbes, tres leguas de
Badaxoz, en donde fui reciuido con el aplauso que merecían
las personas tales. Allí mé dieron el beneplácito del Rey para
ORGANIZACIÓN DEL SANTO OFICIO EN PORTUGAL 81

que exercitara mi ofizio, y en todo hiziese mi voluntad, y que


si me parezia llegarme a su Corte a uerme con el, que holgaría
mucho dello; porque el podia seruir de aconsexarme y guiarme
en lo necesario y buen suceso de mi negocio. Yo en esto mostré
mucho regozixo, estimando, como era razón, aquella voluntad,
y asi encamine luego a uerme con el Rey, de quien y de ¿u
Corte fue Sahabedra tratado y seruido con la mayor pompa,
alegria y gusto que se puede imaxinar. Gaste en la corte tres
meses, tratando grauisimos negocios, y dando en el mió tal tra-
za, que en otros tres meses visite todo el Reyno, asente las au-
diencias que me parezio, conozi de muchos y grandes delitos,
setencie a muchos a fuego, otros a sambenitos, galeras y agotes,
con la mayor rectitud y justicia que pude, arrimándome siem-
pre mas a la misericordia^ que a la crueldad. Mas como el santo
Euangelio no puede mentir, y dize «nihil ocultum quod non
reveletur», yo auia cobrado por amigo vn vicario de Mera, a
quien tenia obligado con muchas y mui buenas obras. Por pa-
gármelas en la moneda que lo hazen los ingratos, este, pue^,
fue mi Judas, y combidandome a vna caza, dia señalado de San
Ildefonso, y diziendo que porque no pisasen en los panes la
gente mucha de a caballo de mi compañia, los hecho por otro
camino, y a mi metido en mi litera, como paxaro en jaula, me
Ueuo por vna senda a dar al rio que parte a Castilla de Portu-
gal, y el Marques de Billanueua de Barcarrota, con quien se
hauia tratado mi prisión, paso el rio con gran tropel de xente
de a pie y de a caballo, y me prendió, a quien como a caballero
me descubrí, y el se me ofrezio y aficionó extrañamente, pe-
sándole arto de auerme preso. Con esto yo tube ocasión de sal-
bar mi xente, que eran más de ciento y cinquenta criados, di-
ziendole al Marques que sin duda, si hauia en lo hecho culpa,
yo solo la tenía, y ellos estañan salbos, porque sin duda me te-
nian por todos por certísimo Cardenal y Legado, como lo auia
entendido el señor Rey de Portugal, y questo conozeria ser cla-
ro, pues avnque me ueiau preso, no solo no huían, antes acudie-
ron todos adonde yo estaña, no imaxinando mal ninguno. Com-
benciose el Marques, y asi no se les hizo molestia ninguna, an-
tes auiendome visitado se fue cada vno adonde mexor le pare-
ció. En este medio me llenaron a Badaxoz en donde antes auia
82 BEVISTA DE ARCHIVOS. BIBLIOTECAS Y MUSEOS

estado quatro dias esperando entrar en Portugal; de alli me


llenaron a Madrid, donde estaña la Corte de Castilla, y me en-
tregaron a don Juan Tavera, Cardenal y Arzobispo de Toledo,
e Inquisidor maior y gouernador de España, el qual imbió mi
proceso a Paulo terzero, que tenia a la sazón la Silla de San
Pedro, y también se le embiaron los demás procesos que yo auia
hecho, asi de relapsos como de reconciliados penitentes; y con-
siderado Nuestro Santo Padre el hecho juzgo hauer sido bor-
den y traza divina, como yo mismo lo creo; y asi mando Su
Santidad se me diese vna penitencia piadosa, y si de mi ao
tubiese el Cardenal entendido que hiria a la Corte Romana, que
deseaua mucho verme, que en todo casso me llenasen a su pre-
sencia.
»Visto los del Consexo Real que el arzobispo con este man-
dato trataua de librarme, creiendo lo hacian por las muchas jo-
yas y preseas que me tomaron quando me prendieron, pidieron
y requirieron al Cardenal que me entregase a los Alcaldes del
crimen y su judicatura, porque se procediese contra mi, di-
ciendo que hauia robado a los depósitos de los Reynos tres mi-
llones de moneda con firmas falsas, y como el Cardenal fuese
gouernador de España, me dixo consolándome: «No temas,
Sahabedra, que también alia iré yo, sobre-juez por el caso de
la iglesia, que asta aqui aueis estado»; y asi el propio truxo vn
Rreve papal para que yo pudiese elexir jueces, como fuesen
hombres de tales letras y conciencia, como para tal caso se re-
quería.
»Yo visto quanto bien me hacia y me hauia echo el Car-
denal, y la voluntad que me tenia, y la que los del Consejo te-
nían de darme la muerte, no quise fuese otro mi juez, el qual
.me rogo, como me lo podia mandar, que elixiese mas algún
fraile o clérigo, y a este baria que piadosamente me sentenciase,
pues tenia entendida la voluntad de Su Santidad, y asi, como
yo no quisese que otro ninguno fuese mi juez, elexi al doctor
Arias, inquisidor de Llerena, el qual me condeno a diez años
de galeras, con requerimiento del Consejo, que no pudiese es-
criuir, so pena de la vida.
»Entre en vna galera a seruir mi oficio, acompañado de vna
zamarra de sauial. hauito bien diferente de la grana y purpura.
ORGANIZACIÓN DEL SANTO OFICIO EN PORTUGAL 83

Ensaios son de esta vida. Estube en galeras por mis pecados


diez y ocho años, padeciendo en ellos vna muerte civil, hasta
que aora plugo a Nuestro Señor que Paulo quarto dio vn Breue
para los inquisidores que me sacasen de galeras. En el puerto
de Santa Maria le imbio el obispo de Tarracona a Seüilla, y de
alli se imbio al arzobispo que lo tratase con Su Majestad, <^'l
qual mando se me licuase a su presencia, y después mando que
me soltasen, y anisaban que me mandaua su Majestad, que no
parase en cauo alguno hasta llegar a sus reales pies. Yo lo cum-
plí sin poner excusa. Parlamos muchos ratos Su Majestad y yo,
y después me hizo muchas mercedes, las quales dixe a V. S. en
Seuilla» (1).

II

En pleno siglo XVII encontramos constituido el Santo Ofi-


cio de Portugal. Había tres Inquisiciones: en Lisboa, en Coim-
bra y en Ebora. El distrito de la Inquisición de Lisboa incluía
el arzobispado de dicha ciudad, el obispado de la Guarda, el de
Leiria y, allende el mar, las islas de Madera, Brasil, Angola,
Santo Tomé y la Mina. La Inquisición de Coimbra se extendía
al obispado de esta ciudad, al de Viseo, Lamego, Oporto, Mi-
randa y el arzobispado de Braga. La Inquisición de Evora
abarcaba su arzobispado, el obispado de Yelbes, el de Porta-
legre, y el de los Algarbes. En Goa, cabeza de la India Orien-
tal, había también Inquisición, y su distrito incluía todo lo que
se llamaba India Oriental.
Cada Inquisición contaba tres inquisidores, un promo-
tor fiscal y cuatro notarios. Los diputados variaban en número.

(1) Se refiere a don Diego Pardo de Travera.—Vide A. H. N. Inquisición, 129.


El texto transcrito ya lo he dado a conocer. Me ha parecido oportuno reproducir-
lo por sa interés, además de la conveniencia de formar parte de este trabajo.
El episodio es cierto y rigurosamente histórico; pero, no obstante, ha de pre-
cisarse lo siguiente: Saavedra asegura que llevaba una comisión reservada para la
Inquisición portuguesa, es decir, que supone la existencia de los tribunales inqui-
sitoriales en aquellas tierras. Llórente escribió : «El Papa expidió en 23 de mar-
zo de 1536 la bula, que es considerada como fundación del Santo Oficio en Por-
tugal», y, aludiendo a Saavedra, consignaba : «Así comenzó la Inquisición de Por-
tugal, cuatro^ años antes de que Saavedra entrase...» La no referencia sobre esto»
textos' serviría para una desorientación lamentable e imperdonable.
84 HtVISTA Dli ARCHIVOS, BIBLIÜTÜCAS V MUSEOS

Cuando menos cada Tribunal tenía cuatro. Su voto era decisivo


como el de los inquisidores, pero no asistían en la Inquisición
sin orden expresa del inquisidor general o do los inquisidores
que necesitaban de su concurso. El número de «calificadores»
tampoco era fijo, como acontecía en la Inquisición castellana,
pero siempre se procuraba escoger los religiosos de las distin-
tas Ordenes de mejor vida y mayores letras. No se daba en Por-
tugal, como entre nosotros, relator, y solamente «relataba» A
inquisidor de turno.
Los inquisidores tenían un salario de quinientos cruzados
de plata, y de propina en tiempo de auto de fe, poco más de
quinientos reales. El promotor tres mil reales. Los notarios mil
cada uno, y las ganancias de sus escrituras. Los diputados ordi-
narios, mil reales. Los extraordinarios, o ningún salario, o qui-
nientos reales, según el parecer del inquisidor general. Los ca-
lificadores carecían de sueldo, y no estaban exceptuados de las
obligaciones y cargas de su religión.
Moraban de ordinario los inquisidores portugueses en las
casas de la Inquisición, y guardaban celosamente sus entradas
y salidas por no dar que murmurar a los judíos que vivían cer-
ca del Tribunal. Los inquisidores eran clérigos presbíteros, v
para ser admitidos al cargo, se hacía información rigurosa «de
genere, et de moribus, et de vita», información que debía ser
aprobada por el Consejo General, que la examinaba con rigor.
En las cárceles secretas había un alcalde que vivía en aquel
departamento y tenía la responsabilidad de los presos. Le ayu-
daban cuatro guardas, que también vivían dentro de las cár-
celes. Además las cárceles tenían un despensero, a cuya cuenta
corría la provisión de los presos
Estos tenían dos abogados para las defensas de sus causas.
Había también dos agentes encargados de avisar a los testigos
V de cumplir las diligencias ordenadas por los inquisidores res-
pecto a los presos. El alguacil encargado de las detenciones y
de otras pesquisas, se servía de tres hombres que le acompaña-
ban en sus comisiones y actividades Solía contar, además, cada
Inquisición, con dos médicos, un cirujano y un barbero.
Las cárceles secretas de la Inquisición de Lisboa tenían cua-
tro departamentos: dos de hombres y dos de mujeres. Los ano-
ORGANIZACIÓN DEL SANTO OFICIO EN PORTUGAL 85

sentos eran, más o menos, de la hechura y medida, capaces para


tres o cuatro personas, como en muchas cárceles de la Penínsu-
la. Algunas de estas celdas penitenciales poseían una reja de ma-
dera por donde se servía la comida a los presos, sin necesidad
de abrir la puerta. De la cocina se encargaban las personas de
más confianza de entre los presos, sirviéndoles todo lo nece-
sario.
En la comida de los presos se guardó este orden hasta el
año 1638. Preguntaba el alcaide a cada preso lo que quería,
pero por resultar esto en ocasiones muy molesto y de mucho
regalo para gente presa, se redujo a repartir raciones igua-
les —costumbre conventual—, según el dinero que estaba asig-
nado a cada preso para comida y cena.
El alcaide contaba con un salario de trescientos reales, más
los provechos y comisiones y las mercedes que hacía el inqui-
sidor general todos los años, que eran bastante considerables.
Los f a r d a s recibían cien reales, un vestido cada año y calza-
do todos los meses. El portero percibía quinientos reales y los
provechos. El despensero, doscientos reales. Lo mismo los
agentes, más las propinas. Los abogados carecían de paga, aun-
que tenían ciertas remuneraciones, Al alguacil se entregaban
quinientos reales. A sus acompañantes, cien reales y vivienda
en el Oficio. La misma cantidad se pagaba al cirujano y al albéi-
tar. Lo mismo que con los inquisidores para su entrada y ser-
vicio en los tribunales, precedía una seria investigación cede
genere, moribus et vita», tanto más rigurosa cuanto que en ellos
—dice la relación anónima— está más arriesgado el secreto, que
es el alma de la Inquisición.
La pieza del tormento estaba apartada en el interior de las
casas de la Inquisición para poderse guardar enteramente el se-
creto de lo allí acaecido El tormento usado en Lisboa era la
cuerda y el potro, aunque este último sólo se administraba a los
enfermos y delicados que no podían sufrir y tolerar el de cuer-
da, porque la experiencia tenía advertido a los inquisidores que
muy pocos confesaban en el potro.
Uno de los guardas le daba, asistiéndole los compañeros, /
estando siempre presentes en el acto un inquisidor, un diputa-
do, un médico y un cirujano, que regulaban el tormento.
86 REVISTA l)i¡ ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Otra cárcel era la de la «penitencia», porque casi sólo en-


traban en ella los que salían penitenciados por la Inquisición.
Los presos no estaban cerrados en los aposentos: andaban li-
bremente por los corredores y disfrutaban de capilla y de cate-
quesis.
La sala del despacho ordinario no tenía dosel. Allí se reunían
los inquisidores y diputados, sentándose por antigüedad, y al
inquisidor más antiguo tocaba la disposición del gobierno ordi-
nario. Junto al «despacho» solía encontrarse la llamada del «se-
creto», que tenía tres llaves: una la conservaba el promotor y
las otras los dos notarios más antiguos. En este «secreto» se con-
servaban todos los procesos seguidos en aquellas Inquisiciones,
con los documentos y papeles de más importancia. En la sala
del «secreto» se congregaban el promotor y los notarios, mientras
los inquisidores despachaban, y desde allí acudían a la audien-
cia inquisitorial siempre que se requerían sus servicios. En "I
«secreto», cada inquisidor poseía su escritorio cerrado, donde
guardaban los libros de presos y la documentación, que no po-
dían sacar fuera de la morada donde el Tribunal funcionaba.
Todos los días se despachaba en la Inquisición portuguesa.
En el estío, por las mañanas, desde las siete hasta las diez; por
las tardes, desde las tres hasta las seis. En invierno, desde las
ocho hasta las once, por la mañana, y desde las dos hasta las cin-
co por la tarde. Pero en tiempo de lo que se llamaba «despacho
final», para tratar de algún auto de fe, no existían horas limi-
tadas.
Todas las mañanas, antes de entrar al despacho, se celebraba
una misa en la capilla de la Inquisición, y se exigía la asisten-
cia a ella, a lo menos al inquisidor más antiguo, con los oficiales
del Tribunal. Acabada la misa, entraban los inquisidores en la
«audiencia» y, todos reunidos, se rezaba la oración del Espíritu
Santo. Se mandaba después llamar al alcaide de las cárceles in-
(fuisitoriales, preguntándole si había novedad de que advertir o
si algún preso solicitaba audiencia. En caso afirmativo, el preso
era inmediatamente escuchado por los inquisidores, pues la ex-
periencia enseñó que las dilaciones podían dar lugar al cambio
de parecer del recluso en la confesión de sus culpas.
Cuando había mucho trabajo en la Inquisición, era repartido
ORGAMZACIÓN DEL SANIO OFICIO EN POBTUCAL 87

entre los dos inquisidores más modernos, cada uno en una sala,
con el notario correspondiente. Allí acudían los presos llamados,
celebrándose las sesiones y demás diligencias procesales. Los pre-
sos eran acompañados a la sala por el alcaide con un guarda, y
se hincaban de rodillas basta que se les mandaba levantar y sen-
tar en un banquillo pequeño.
Hasta la primera mitad del siglo XVII fué estilo y costumbre
que empezando un inquisidor la causa de un preso la continuase
hasta rematarla sin intervención de algún otro inquisidor. Pero,
hallando los inquisidores portugueses graves y serias dificultades
en este procedimiento, ya en contra, ya en favor de los reos, se
ordenó que procesasen todos los inquisidores, procediendo cada
uno según lo establecido.
Como de ordinario el trato más frecuente de los inquisido-
res era con gente judía, para evitar murmuraciones y falsos tes-
timonios, ningún inquisidor portugués hablaba con preso judío
o le tomaba confesión sin la asistencia de un notario.
Cada inquisidor poseía un libro donde se consignaban los
nombres de los presos por orden alfabético, el día de ingreso en
la prisión, las diligencias instruidas y todo lo demás concernien-
te a los reos, en evitación de dilaciones en los despachos. Termi-
nada la jornada diaria, cerraban los inquisidores su libro en el
escritorio del secreto, y se reunían, cambiando sus impresiones
sobre los negocios y causas tratados.
La experiencia del Santo Oficio de Portugal hizo que, al
igual del de Castilla, no se acostumbrase a tener solo mucho
tiempo a un reo en la prisión. Se solían juntar tres o cuatro si
no eran parientes, conocidos o de la misma naturaleza. Los bi-
gamos, hechiceros y sodomitas se ponían entre los judíos, evi-
tando toda comunicación con ellos. Muchas veces se juntaba en
la prisión con los reos negativos y contumaces u n preso confi-
tente para ver de reducirlos con el ejemplo a la verdad y reco-
nocimiento de sus culpas. Se prohibía, como entre nosotros, el
trato y las conversaciones entre presos de diferentes celdas, por
los inconvenientes que solían seguirse. Si alguno delinquía por
vez primera era reprendido y, reincidiendo, lo mandaban azotar
por los corredores de la cárcel. La prisión de los reos era decre-
tada por los inquisidores de los distritos. Tratándose de perso-
88 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

lias de calidad o de acusados por un solo testigo, nunca se decre-


taban las prisiones sin la aprobación del Consejo Supremo.
En la primera sesión con los reos se trataba de su genealo-
gía. Se pasaba luego al porqué de su prisión. Si era por hereje,
se le decía «por culpas que ha cometido contra nuestra santa
fe»; si por judío, se le avisaba «por culpas contra nuestra san-
ta fe, en observancia de la ley de Moisés»; si por proposiciones
que no fuesen fundamentalmente heréticas, se le indicaba «por
culpas tocantes a nuestra fe» ; si por hechicero, «por supersti-
ciones en contra de nuestra fe». Al final se les amonestaba para
que tratasen de confesar la verdad de sus culpas. La segunda
audiencia «in genere» se preguntaba al detenido si ha incurrido
en las culpas en que incurren los observantes de la ley mosaica.
Ante la negación del preso, se le volvía a amonestar para que
confesase sus errores. La tercera sesión, llamada «in specie»,
tenía sumo interés. En ella se le enumeraba lab culpas que ha-
bía contra él y se volvía a insistir en la necesidad de que decla-
rase sus pecados. Perseverando en su negación, el promotor fis-
cal leía la acusación en presencia del reo y de los inquisidores,
y en caso de querer defenderse, se le proporcionaba uno de los
dos abogados del Santo Oficio, dándoles, además, una copia de
la acusación fiscal y papel blanco si lo pidiere, pero rubricado
para que fuese devuelto. La prueba de la defensa, aunque so-
lía ser bonísima, no disimulaba las culpas de judaismo, porque
los judíos más celosos en la observancia de la ley de Moisés eran
los mejores cumplidores de las prácticas cristianas, atendiendo
en el exterior a todas nuestras ceremonias y obligaciones, sir-
viendo, incluso, para alejar toda sospecha de ser judaizantes a
las cofradías del Santísimo y otras asociaciones con grandes dis-
pendios de sus haciendas. Continuando los reos en su contuma-
cia, pedían las acusaciones, de que eran testificados, y los dichos
de los testigos. Nunca se declaraban los nombres de los testifi-
cantes, ni a los cómplices en el delito. Se les manifestaba, más
o menos, el tiempo cierto. Nunca se les nombraba el lugar don-
de el delito fué cometido. Y en caso de querer tachar a los tes-
tigos, se les entregaba copia de las declaraciones de éstos para
que, con su abogado, pudieran defenderse.
Un capítulo curioso se refiere a la visita de cárceles por ios
ORGANIZACIÓN DEL SANTO OFICIO EN PORTUGAL 89

inquisidores. Tenían obligación de visitar las cárceles todos los


meses. Los dos inquisidores de visita eran acompañados por un
notario y el alcaide de las cárceles. Abierta la primera puerta
del recinto donde moraban los presos, el alcaide se retiraba. Eran
los detenidos interrogados solícitamente por los inquisidores s¡
tenían queja del alcaide, de los guardas o de alguna otra per-
sona; si se remediaban sus necesidades en el vestido o calzado.
Las respuestas de los presos se escribían por el notario, apun-
tándose las necesidades del preso para remediarlas con toda bre-
vedad y prontitud.
Sin licencia del inquisidor general y su Consejo, nunca se
procedía por los inquisidores a lo que se llamaba «despacho
final» para verificar el auto de fe. Había de consultarse con
el inquisidor general, presentando una detallada relación de los
presos de la cárcel, anotando escrupulosamente las acusaciones
puestas contra ellos y notificando el estado de sus procesos. Acep-
tada la consulta y vista en Consejo, se procedía por el inquisidor
general. Para este «despacho final» se reunían los inquisidores,
los diputados, el ordinario del lugar o su, sustituto en día y hora
señalados, ordinariamente por las tardes, pues las mañanas r,e
reservaban para las cosas del tormento y otras diligencias secun-
darias.
Juntos cinco votos, se despachaba el proceso. Rezada la ora-
ción del Espíritu Santo, era leído por un inquisidor. Los dipu-
tados iban escribiendo lo esencial de la lectura: si el reo era
negativo, los testigos, las tachas puestas contra ellos, lo probado
en las recusaciones y en la defensa si se trata de un confitente,
las testificaciones de los testigos para ver si se ajustaban con la
prueba de la justicia y todas las incidencias que agravasen o dis-
minuyesen la culpa. Considerado todo el proceso, antes de ser
votado se recibía al reo en la audiencia, y puesto de rodillas -e
le comunicaba que todos los presentes iban a despachar la cau-
sa; si tenía que advertir algo de su justicia, que lo manifestase.
En caso de ser negativo se le exhortaba para que tratase de des-
cargar su conciencia para la salvación de su alma. Si pedía en-
tonces misericordia y estaba dispuesto a confesar, pasaba a otra
audiencia, donde era escuchado por un inquisidor, no votándosc
por entonces el proceso. Lo mismo acontecía con los «diminu-
^ü BEVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

tos» que deseaban ampliar sus declaraciones. Pero si el reo ad-


vertía sólo de palabra de su justicia, no manifestando cosa que
pudiera escribirse, en este caso se le mandaba salir de la au-
diencia, volviendo el inquisidor a relatar el proceso, y manifes-
tando su voto. Le seguía el diputado más moderno; luego los
otros, según su antigüedad, empezando siempre, como se ha di-
cho, por los más modernos. Después de votado y hecho el asien-
to, era firmado por todos los votantes, acabándose así las causas
inquisitoriales. Los procesos de los convictos y relajados a la jus-
ticia seglar se enviaban al Consejo, desde los Tribunales de la
Inquisición, para verse en apelación, y en las causas sobre las
que había empate, decidía también en ellas el Consejo Supremo.
Aunque en materia de testigos se probaba eT crimen con tes-
tigos singulares, el insigne portugués Pedro Barbosa admitió la
costumbre de que tres testigos singulares hacían uno legal. Se
procedía en esto con tal circunspección que, teniendo un reo
negativo, gran número de testigos contra sí, si no disfrutaban de
crédito conocido, no se juzgaba el reo como convicto.
Con los reos negativos o diminutos, cuyos procesos se encon-
traban ya despachados y confirmados por el Consejo, se habían
los inquisidores así. Se llamaba a cada uno de por sí a la au-
diencia. Se les avisaba que estaban convictos de herejía y rela-
jados al brazo seglar, y que de no confesar sus culpas en el tér-
mino de quince días escucharían su sentencia en el auto de fe.
Si el reo era «confitente diminuto», se le indicaba que estaba
juzgado por impenitente, fautor y encubridor de herejes, y,
como tal, relajado a la justicia, y que de no ampliar y perfeccio-
nar sus confesiones con muestras de verdadera penitencia, en el
mismo espacio de quince días se le leería también la sentencia
en el tablado del auto de fe. Persistiendo unos y otros en su
obstinación hasta el viernes antecedente al domingo en que se
había de celebrar el auto de fe, nuevamente se les conmina-
ba por medio de un notario que acudía a la cárcel. Este les de-
jaba allí un religioso para tratar los negocios del alma, atándo-
les antes un guarda las manos. Confesando el reo sus culpas
después de atado, tenía pena de azotes y se le mandaba a galeras.
A los negativos y no convictos o diminutos se les leía en la
ORGANIZACIÓN DEL S A M O OFICIO EN POUXUGAL 91

- idiencia la sentencia del tormento- Con lo que resultaba ,^e


procedía en la causa hasta votarla en definitiva,
El orden guardado en la celebración del auto de fe era el
siguiente: Todos los reos salían de la Inquisición, hasta el lugar
del cadalso, en forma de procesión. Los hombres delante, con
sotanas largas de bayeta y vela amarilla en la mano. Las muje-
res a continuación, con ropas de bayeta negra. Acompañaba a
cada penitenciado un familiar nombrado por los inquisidores.
Sólo los confitentes, que abjuraban en forma, llevaban sambe-
nitos. Los negativos, hasta el tercer día, llevaban una zamarra
«on llamas de fuego. Los relajados, las misma zamarra y su re-
trato con las clásicas llamas. Si los reos eran dogmatizantes o
rabinos, se les ponían corozas en la cabeza. Los relajados mar-
chaban separados de los demás, y delante de ellos iba una ima-
gen de Nuestro Señor Jesucristo crucificado, que se llevaba con
mucho respeto. Llegados los reos al tablado, salían del Tribunal
los inquisidores en sus muías, y los oficiales del Santo Oficio, de-
lante de ellos, a caballo. En Lisboa seguían a los inquisidores
los señores del Consejo, y el inquisidor general caminaba en
medio de los dos consejeros más antiguos, acompañado de toda
la nobleza lisboeta.
Ocupaban los reos en el tablado el lugar más eminente para
que pudieran ser vistos de todas las partes, y se sentaban por
su orden, acompañados de los familiares. Se levantaban dos al-
tares : uno, arrimado a la pared, con su dosel, y en él se colo-
caba el santo Cristo; otro, en medio del tablado, adornado con
cruz, misal y candelabros, donde se hacían las abjuraciones.
Sentado el señor inquisidor general, se tenía el sermón. Des-
pués se leía el edicto general del Santo Oficio, y a continuación
se iban leyendo, en voz alta e inteligible, las culpas de los peni-
tenciados, siguiendo inmediatamente las abjuraciones, repitien-
do cada penitente lo leído por el lector desde el pulpito. Ab-
sueltos, se pasaba a leer las culpas de los relajados. Si'entre ellos
había algún sacerdote, un obispo, en el mismo tablado, lo de-
gradaba de sus órdenes, entregándole después, con los demás,
a la justicia seglar. Celebrándose el auto en Lisboa, el alcalde
de Corte más antiguo, por medio de sus oficiales, se hacía cargo
de los relajados, y, llegándose al sitio de los inquisidores, les en-
92 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

tregaba en pliego cerrado unas cuartillas donde se consignaban


los delitos de todos. A mediados del siglo XVII, en Lisboa, sa-
lía el regidor acompañado de los ministros de la justicia, oido-
res, alcaldes de Corte, alguaciles y escribanos. Se dirigían a ia
sala llamada de «cuentas», y allí, en forma de- Tribunal, pre-
guntaba sobre las personalidades de los reos para identificarlos
y ver si eran las mismas a quienes tocaba las sentencias de la
Inquisición. El regidor trataba también de indagar la ley profe-
sada por los reos y en qué Credo deseaban morir, para escoger,
según las respuestas, la forma de suplicio a que tenían que ser
sometidos. Acaeció en Lisboa que, estando tres reos negativos
convictos, llegando a esta pregunta del regidor, dijeron que
creían en la ley mosaica y en ella querían morir, y asi les que-
maron vivos. La muerte corriente era la de garrote. Se hacían
luego cenizas de los cuerpos y se embargaban los bienes para
el Fisco Real. Al acercarse los reos al suplicio, se les vestían al-
bas blancas.
Si el auto se celebraba en Evora o en Coimbra, se encargaba
de todo un oidor de la Chancillería de Lisboa u Oporto, nom-
brado y aprobado por el rey. De orden de Su Majestad, llamaba
a cinco corregidores o jueces letrados de las ciudades o villas
más cercanas, y con ellos asistía en el cadalso. Recibía el oidor
las sentencias dadas contra los relajados en la forma antes dicha,
y los reos eran llevados a la casa de la audiencia, adonde se rea-
lizaban las mismas diligencias con que procedía el regidor de
Lisboa.
Celebrado el auto, los penitenciados volvían a la Inquisición.
Al día siguiente asistían en la audiencia y el inquisidor más an-
tiguo les exhortaba a cumplir bien la penitencia. Se les daba un
religioso docto para instruirles en la fe y recibir los Sacramen-
tos, habiendo de ir todos los días festivos a la Parroquia de ^a
Inquisición, con sus sambenitos, a oír misa y sermón. Después les
señalaban los inquisidores por cárcel, la ciudad donde residía el
Santo Oficio o sus mismos lugares, con la obligación de asistir
a la misa mayor de su Parroquia con sambenito también, y el
que le llevaba perpetuo, sin remisión. Por gracia especial
del Consejo, podía levantársele la pena del sambenito, pero de
ninguna manera podría redimirle el reo con dineros. En la im-
OHCANIZACIÓN DEL SANTO OFICIO EN PORTUGAL 93

posición de los sambenitos a los confitentes no se seguía norma


fija. A unos se los quitaban en el mismo auto de fe; a otros se
los daban a arbitrio; a otros, dilatado; a otros, perpetuo; a
otros, perpetuo sin remisión, y las cárceles de la misma manera.
He querido condensar en este pequeño trabajo toda la orga-
nización inquisitorial de Portugal. Fundamentalmente, apenas
si hay diferencias dignas de contraste con nuestra Inquisición.
Presiden las diligencias procesales las mismas instrucciones que
en Castilla, con levísimas diferencias de formas que no hace al
caso señalar. Baste este (cconspectus generalis» de la Inquisición
portuguesa, que tanto y tan bien colaboró en la labor de salvar
la ortodoxia peninsular.

III

Es sabido cómo expulsados los judíos de Castilla por los Re-


yes Católicos, buscaron asilo en tierras portuguesas. En tiempos
del rey Don Juar'. II, se los obliga a trasladarse a Berbería, so
pena de quedar cautivos en el reino Prefirieroi' muchos hebreos
la servidumbre en Portugal antes de lanzarse a correr el albur
de una aventura peligrosa a través de los mares, y se acomoda-
ron como esclavos judíos con caballeros portugueses, tomando
así los apellidos campanudos de los mejores linajes de aquella
tierra. Sucedió a Don Juan II el rey Don Manuel, quien, juz-
gando peligrosa aquella compañía, decretó el destierro de los
hebreos, ordenandp que, de negarse a abandonar el suelo por-
tugués, se les cogiesen los hijos para que fueran bautizados.
Cuentan los documentos de la época que las familias judias ma-
taban a sus hijos antes de que pudieran cristianizarse. Admira-
do de esta actitud el rey de Portugal, los apretó, poniéndolos en
la disyuntiva de salir del reino o de bautizarse. Con esta orden,
mirando su conveniencia, se bautizaron todos, y quedaron es-
parcidos por aquella tierra.
Era innegable la falsedad de la conversión de los núcleos is-
raelitas portugueses. Constaba, primero, porque mataban a sus
liijos antes de verlos bautizados. Se bautizaron cuando los for-
zaron a salir del reino. Cuando recibieron el bautismo, se puso
94 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

la condición de que, por espacio de veinte años, no se inquiriría


sobre la observancia de su ley. En los primeros principios de su
cristianismo, los judíos hicieron diligencias para salir a las con-
quistas coloniales portuguesas, adonde, con la falta de inquisi-
dores, pudieran vivir dentro de sus prácticas religiosas, sin
miedo al castigo. Así vemos cómo la población judía embarca
para la India, Brasil, Angola y ríos de Guinea. Informado el
rey Don Sebastián, en el año 1567, del proselitismo judaico en
aquellas tierras, prohibió su salida de Portugal, impidiéndoles
la venta de sus haciendas. Revocada esta ley por el mismo mo-
narca portugués, la confirmaba Don Felipe II el año 1587, man-
dando se cumpliese lo en ella contenido. Don Felipe III los con-
cedía otra vez, en 1601, la licencia negada por su padre, aunquo
volvía a decretarse en el año 1610, partiendo con este motivo
camino de Holanda más de dos mil familias judías españolas,
solicitando y consiguiendo de las autoridades holandesas la fa-
cultad de tener sinagogas mientras ingresaban con sus activida-
des mercantiles en la Compañía Oriental.
En un espacio de cien años vemos cómo los judíos llegan a
pedir cuatro perdones generales, y concediéndoles uno, en «1
año 1604, Don Felipe III, y la Inquisición tres edictos de gracia
(perdonaban la pena y la culpa, confesándolo judicialmente),
apenas si los utilizaron, prefiriendo sufrir trabajos y ausentarse
de Portugal antes que confesar ser crimen la vigencia de las prác-
ticas mosaicas. El afán de huir del reino fué tal, que hubo Don
Felipe III de mandar se custodiasen las rayas fronterizas para
evitar las evasiones judías.
Consta también la unanimidad de sentires entre la pobla-
ción judía portuguesa. Todos ellos se unían para su conserva-
ción y defensa, pidiendo a los monarcas no se confiscasen sus
bienes por el crimen de la apostasía, que los relapsos no fuesen
relajados a la justicia real, que los confitentes se quemasen to-
dos o se desterrasen del reino, ya que no fuesen quemados los
ctdeminutos confitentes». Acudían con sus limosnas a los peni-
tenciados por el Santo Oficio, señalando las pensiones mayores
a los contumaces en la confesión y a los que llevaban insignias
de fuego, pues, entre ellos, llevar sambenitos se consideraba ho-
nor y estimación, buscando a estos penitenciados para casarles
ORGANIZACIÓN DEL SANTO OFICIO EN PORTUGAL 95

con sus hijas, y observando en la celebración de los matrimonios


las leyes y disposiciones del Deuteronomio.
Fué corriente y admitido en Europa que los judíos portugue-
ses eran fieles observantes de las leyes judías. La tradición mo-
saica se transmitía celosamente de padres a hijos y de abuelos a
nietos. Saliendo del reino judaizaban en las sinagogas, llegando
a ser sus rabinos. Las sinagogas, esparcidas por Europa, África
y Asia, estaban henchidas por la judería portuguesa; hablaban
su lengua y se daban a conocer entre los demás en las famosas
sinagogas de Pisa, Ferrara, Liorna y Venecia, donde eran muy
bien recibidos los judíos portugueses, asistiendo en ellas como
públicos judaizantes con los clásicos bonetes colorados.
Las cárceles inquisitoriales estuvieron siempre abarrotadas de
judíos relapsos. En el siglo XVII no había prisiones libres del
Santo Oficio en Coimbra, Puerto, Braga, Lamego, Verganza, Evo-
ra, Santarén, Guimaraes y Montemayor el Viejo y el Nuevo,
siendo multiplicadísimos los autos de fe. Cada Inquisición ce-
lebraba uno todos los años, y en Coimbra sucedió celebrarse dos
un día tras otro, por pasar de ciento los penitenciados que sa-
lieron en cada uno, entrando en ellos, catedráticos, canónigos,
presbíteros, curas de almas, vicarios generales, frailes, monjas,
caballeros de hábito, y sin él, emparentados con lo más granado
de la aristocracia portuguesa. Fueron muchos los ensambeni-
tados y quemados, contándose entre estos últimos un fraile fran-
ciscano descalzo, confitente pertinaz hasta la «última boquedaw,
según consignan las Relaciones de la época.
Convencidos los inquisidores portugueses y los letrados más
insignes, por la constante experiencia, de la inutilidad de todos
los castigos y sanciones impuestos a los judíos, y de que a pesar
de llenar las iglesias, seguían idolatrando, no convirtiéndose nin-
gún confitente de corazón sino taedio carceris, resultando una
inmensa mayoría profitentes ocultos de la ley de Moisés, repre-
sentaron repetidas veces a Su Majestad la conveniencia de echar-
les del Reino. He aquí una consulta del Consejo de Portugal
a 17 de enero de 1619.

«Señor
Los inquisidores de la ciudad de Coimbra y su distrito embia-
96 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

mos a V. M. la Relación inclusa de las personasi que salieron sn


el auto de la fe que se celebro en aquella ciudad el noviembre
pasado, algunas de las quales abian sido presos en la ciudad de
Oporto, y con esta ocasión el Inquisidor General escriuio a V. M.
que sin ningún escrúpulo afirmaua que todo Portugal en materia
de judaismo estaña contaminado, y que conuenia aplicar reme-
dio pronto para que aquellos Reynos de V. M. no tubiesen los
castigos que merecían tantas heregias, porque el judaismo era
mucho, y los sacrilegios ynfinitos; canónigos presos, frayles hui-
dos y quatro monjas reclusas en las cárceles del Santo Oficio, y
que pudiera decir a V. M muchas cosas, que las impiden las la-
grimas, boluiendo a acordar a V. M. acauando de celebrar el sa-
crificio de la misa, que es necesario remedio breue, en que mues-
tre V. M. 'Sü pecho chatólico, reformando estos males, porque
no ay Reyno sin fe y buenas costumbres, y que a V, M. le con-
biene no solo tener vasallos, sino buenos vasallos, como lo dicen
los santos, y que postrado a los pies de V. M. dice lo que siente
y lo que piensa a muchos tiempos.
»Y porque vno de los medios más adequados para lo que tanto
importa al seruicio de Dios y de V. M. se juzga que sería deste-
rrar a los christianos nuebos, que siendo presos por el Santo Ofi-
cio fuesen condenados a perdimiento de las haciendas para el fis-
co. Pues yendo pobres no podían ayudar a los enemigos de V. M.
con los gruesos caudales que tienen, como agora lo hacen, se es-
criuio al Marqués de Alenquer, Virrey de aquel Reyno, qiie de
parte de V. M. encargase al Obispo, Inquisidor General, que
tratase este punto con los del Consejo General del Santo Ofi-
cio, y el modo con que se podía executar, para que ponderado
todo, consultassen a V. M. por orden del mismo Virrey lo que
se le ofreciese y cómo se satisfaga a esta diligencia, que debe
ser con toda la breuedad, dirá el Consejo a V M. lo que dello
ubiere resultado, y le pareciere más acertado, y Mendo de la
Mota propone en su voto, que está bien considerado, y que ten-
drá entonces más propio lugar.
»Y porque en Portugal se hace aora visita general de este San-
to Oficio, de que se tiene sacado notable fruto, porque se an
preso muchos christianos nuebos, y particularmente en la ciudad
del Porto, donde también fueron presas dos monjas de la Orden
OBGAKIZACIÓM DEL SANIO OFICIO EN PORTUGAL 97

de San Francisco, y otras dos de San Bernardo; y en Cohimbra


dos canónigos de aquella yglesia, de los quales es vno Fernando
Diaz de la Silua, que vino de Roma, proüeydo en vna canongía
de aquella cliatcdral, y por instancias, que por parte de Su San-
tidad hizo el Nuncio, en su fauor, permitió V. M. que se le die-
sse la possesión, prendiéndose también en Lisboa Marcial Mu-
ñoz, y su hermano, que era juez appostólico, de que todo se
muestra lo poco que se puede fiar de cualquiera persona de aque-
lla nación, en esta corte viuen muchos della, naturales de Portu-
gal, que por no ser conocidos se presume con fundamento que
tienen precissa necesidad de ser visitados por la Inquisición,
acuerda el Consejo a V. M. que deue mandar órdenes al Consejo
General del Santo Oficio destos Reynos, que trate de hacerlos
visitar. Mendo de la Mota acrecienta que siendo 4a principal obli-
gación de V. M. limpiar sus Reynos de toda especie de heregía
y infidelidad, y tiniendo mostrado la experiencia por tan largo
discurso del tiempo quántos males tiene causados en los Reynos
de Portugal la perfidia judaica que se entiende ser vna de las dos
causas principales, porque Dios le tiene dados tan granes casti-
gos, le parece que tiene V. M. obligación en ley diuina y natural,
mandar desterrar de sus Reynos y señoríos todos aquellos qu3
fueren declarados por herejes, o abjviraren de behementes sos-
pechosos en la f e ; y que assí lo debe V. M mandar executar
luego en los que an salido en este auto de la fe en Coimbra, y en
todos los demás que fueren condenados y declarados de aquí ade-
lante por herejes, porque de lo contrario se sigue estar siempre
viua la semilla del judaismo, conque se aumenta y conserua, y
que además de la purega de la Religión, a que V. M. como Rey
está obligado, y los grandes y continuos sacrilegios que esta gente
comete, profanando los sacramentos, considerar que, por si solo
vastauan para mouer el chatólico, y real ánimo de V. M. ; y ava
en ragon de la conseruación natural, lo deuía V. M. ordenar
assi, porque no puede de dejar destar expuestc a muchos peli-
gros el Reyno que tiene dentro de sus venas humor tan pestilente,
y de que nacerán tan crueles enemigos, como son los que engen-
dra la diferencia de la Religión, y que no podrá ser de ningún
inconueniente passarse esta gente a otros Reynos estranjeros,
porque como se le confisca la hazienda por el crimen de la her¿-
98 BEVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

jia, queda tan pobre y mezquina, que en ninguna parte puede


dar cuidado, antes por este modo yrá V. M. limpiando sus Rey-
nos poco a poco sin hacer ningún mouimiento en ellos, hasta que
Dios sea seruido de descubrir otro camino para limpiarlos de todo
punto.» A esta consulta respondió Su Majestad con el siguiente
decreto:
«En una consulta del Consejo de Portugal de 17 de henero
de 1619 se trata de los de la nación hebrea que ay en aquel Rey-
no, con ocasión del auto de la Inquisición que se hizo el año antes
en Coimbra, y vno de los puntos desta consulta es que conbendrla
desterrar no solo a los que fueron declarados y condenados por
herejes, sino también a los que ubieren abjurado de vehementi,
y se entienda que a esta segunda calidad de gente no se le con-
fiscan los vienes por el Santo Oficio. Avíseme el Consejo qué opi-
nión tiene quanto a esto, y si abrían de ser desterrados del Reyno,
aun en caso que no se les confiscase los bienes, pues en él serla
forzoso que saliendo del Reyno sacassen también sus bienes,
cossa en que parece ay rabones para reparar, no siendo este
remedio obligatorio y necesario en conciencia, que siéndolo, cla-
ro está que se a de vencer qualquiera ynconueniente que se pu-
diera representar. En otro de los puntos trata el Consejo de Por-
tugal que conuendría vissitar expresamente todos los de la nación
que de aquel Reyno ubiessen pasado a los de Castilla, y para ha-
cer esta vissita es necesario que el Inquisidor General o Consejo
de la Inquisición de Portugal embie vna lista de los christianos
nuebos de aquel Reyno, que andan por Castilla, y si alguno de-
Uos tiene sobre si causas de particular sospecha, en materia de
la fe, lo apunten en la margen, y se me ymbiarán las cartas para
el Inquisidor General de Portugal, en la forma y por la bía que
se suele, para que yo las firme, y en lo demás que contiene Ja
consulta quedo mirando para responder a ella. El Rey.»
No viendo remedio alguno, los prelados portugueses se jun-
taron en Tomar el año 1628, reuniendo allí a las personas más
doctas y calificadas. En aquella asamblea se determinaron las
proposiciones siguientes que habían de presentarse al Monar-
ca. En primer lugar, se solicitaba y pretendía la expulsión de
le gente hebrea, en vista de que fallaban todos los remedios apli-
cados. Esta expulsión se limitaba a los judíos contumaces sobre
ORGANIZACIÓN DEL SANTO OFICIO EN PORTUGAL 99

los que no había esperanza de conversión, y que constituían,


por ende, la fuente del judaismo. Se recuerda por los obispos
portugueses la justicia punitiva que se reconoce en el rey, y que
en este caso no sólo era vindicativa, sino medicinal, recomen-
dando a Su Majestad la expulsión de los cristianos nuevos del
Reino y de las colonias, confiscando sus bienes, excepción hecha
de aquellos en cuya ascendencia no constase nota de judaismo.
«En respecto de los otros que pueden quedar en el Reyno por no
ser enteros, mas medios, o que tengan vn quarto, o otra parte de
la nación, y por poderse prouablemente esperar que mediante
el fauor diuino, ajoidados de la buena sangre, con que están mez-
clados, y libres de los enteros, que son los más perjudiciales
maestros, se podían reciuir a la santa fe y perseuerar en ella,
puede y debe Su Majestad hacer ley los que de aqui adelante
abjuraren en forma el judaismo, o lo ubieren abjurado
hasta aqui, por constar ya de su perfidia y apostasia, y ser du-
dosa su conversión, y muy probable el daño y perjuycio que de
su compañía y comunicación puede resultar, sean otros deste^
rrados de estos Reynos y siis conquistas, y que los maridos y mu-
geres de los que assi abjuraren, o ayan abjurado, sean también
desterrados, si tubieren hasta vn quarto de la nación, y los hi-
xos e hixas que en su poder fueren criados mayores de siete años
de hedad, y los nietos y nietas de los tales confitentes, teniendo
otrosí hasta un quarto de la nación.» Su Majestad podía conceder
un plazo prudencial de un año o más tiempo para que pudieran
salir del Reino, autorizándoles vender sus haciendas y llevarse
el fruto de ellas, exceptuando joyas, oro y plata, guardándose
las cautelas necesarias para no perjudicar al fisco y corona real.
Una de las resoluciones más importantes de la Asamblea
portuguesa se refería a los matrimonios, dificultando los en-
tronques y alianzas. Reza así: «Y que para atajarse a la perjudi-
cial propagación del judaismo, por casamientos con christianos
viexos, inficionándose la sangre buena con la erejia y aposta-
sia, y deslustrándose la nobleza del Reyno, puede y deue Su Ma-
jestad hacer ley en que proyba que a ninguna persona de la na-
ción, casado con otra christiana vieja, no se pueda dar más dote
que hasta dos mili cruzados, y sean nuUas las dotaciones de ma-
yor cuantía, y se aplique el exceso al fisco, y a qualquiera del
100 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

pueblo que lo denunciare, y que los christianos viejos que poi-


casamientos se mezclaren con christianos nuebos, no tengan fue-
ro en la cassa real, ni prebilegios, ni honrras, ni oficios públicos.)?
Consistieron las últimas disposiciones sn solicitar de la Si-
lla Apostólica un motu propio «de plenitudinc potestatis», es-
tableciendo que los judíos no pudieran ser proveídos en digni-
dades, no sólo eclesiásticas: canonicatos, catedrales y colegiales,
como ya estaba determinado por Pío V; Clemente VIH y Paulo V,
sino de cualquiera beneficios. Se consigna qut se guarden las
ídoables costumbres», pedidas siempre en las Cortes por los tres
Estados, de que los judíos no pudieran tener dignidades seglares
ni oficios en la Monarquía. Se les debe excluii de todo trato y
comercio, sobre todo en lo que toca a las rentas reales, y que
óstas podrían encabezarse en los pueblos, como las sisas.
Al memorial presentado por los prelados portugueses, ase-
sorándose el Monarca español de sus mejores consejeros, res-
pondió por partes. A la petición de destierro general de los
«christianos nuebos enteros, exceptos aquellos en cuya ascenden-
cia no ubiese defecto», cree el rey oportuno suspender tal deci-
sión. La razón era obvia en un país como Portugal, donde la Co-
rona había recibido continuamente favores de los sectores ju-
díos. Por eso, el Rey consignaba «haber los señores Reyes, mis
antecesores y yo receñido de algunos dellos seruicios, por los
quales también les e hecho y hago mercedes y fañores, no sólo
para gratificar y mostrar mi ánimo a aquellos a quien las hago,
sino también para mouer los otros con este exemplo y dispen-
sación de leyes, a que se hagan capaces de este mismo favor.» En
el negocio de los confesos, el rey mostraba su conformidad con
los inquisidores y obispos. Determina sean desterrados del
Reino todos los confesos con sus mujeres e hijos, exceptuando a
los menores de catorce años para que se criasen «sin noticia de los
hierros de sus padres». Iguales penas se establecen para los ve-
hementemente sospechosos, conforme a las calidades de sus pro-
cesos. Sin embargo, si por las circunstancias de su confesión cre-
yeran los inquisidores deber ser algunos exceptuados, así se pro-
cedería, dando cuenta al rey. En la cantidad de la dote «mando
—dice la Resolución Real— que las dichas dotes de las hijas de
los christianos nuebos que casaran con hijos de caualleros, no ex-
ORGANIZACIÓN DEL SANTO OFICIO EN PORTUGAL 101

cedan de dos mili crugados; y excediendo, qualquiera persona del


pueblo lo pueda acusar ante nuestras justicias, y la mital del
dicho exceso sea para el acusador y la otra mitad para mi Fisco
y Cámara Real, quedando las leyes hechas en este punto en
fauor de la noblega en su fuerga y vigor.» El Rey asentía
también a la inhabilitación de cargos eclesiásticos, indicando a
los obispos la conveniencia de representar a Su Santidad la im-
portancia de las leyes dadas con este fin por sus predecesores. En
el capítulo de los oficios y honras, se juzga se observen tan anti-
guas observancias, pero dispensando a los judíos beneméritos.
En el negocio de las rentas reales «se responderá a los prelados
que tocando este punto a los pueblos, ellos no tratan del, ni ee
ofrece a lo que se contiene en este número, y así no hay lugar
de tratar esto, y así en esta conformidad se hagan los despachos
necesarios».
Para impedir estas órdenes, o al menos dilatar su ejecución,
entregaron los judíos al Monarca ochenta mil ducados, alcan-
zando licencias de poder ausentarse del Reino sin condición nin-
guna. Más de cinco mil familias se trasladaron a Castilla, fuera
de las gentes vagabundas y errátiles. En todos los poblados es-
pañoles abundan los judíos portugueses. Eran ricos, y como no se
les conocía, vivían con amplia libertad y abandono, libres de
procesos y castigos.
Los judíos portugueses mudaron de patria pero no de ley.
El autor de esta exposición sobre el judaismo portugués, se la-
menta de los males sobrevenidos por no haberse decretado la ex-
pulsión. Así nos refiere las palabras dichas poi el Papa Alejan-
dro III al conocer cómo el rey Don Manuel obligó a los hebreos
a bautizarse : «zelum laudamus, factum vero condemnamus». El
rey Don Juan II —dice— que recibió a los judíos, empezó a
sentir la mano de la Providencia con la muerte del Príncipe, su
único heredero, Don Manuel, con la muerte de la Reina e hijos,
y después con la pérdida de Don Sebastián, hasta llegar a la re-
belión. Insiste el expositor en la utilidad de la expulsión, con-
siderando los daños espirituales que se traducen providen-
cialmente en temporales.
Se les acusaba, además, de trasladar fondos al extranjero.
En 1601, pidiendo un perdón general, confesaron en el me-
102 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

morial presentado a Su Majestad ía salida de ochenta y tres mi-


llones. Juan Núñez Correa que repartió entre ellos trescientos
mil ducados, lo verificó a razón de setenta y cinco millones de
oro. «Estos tienen odio a los vasallos de Su Majestad por buenos
christianos y fieles castellanos. Estos por la correspondencia que
suelen tener en todas las partes del mundo, son los que dan y
pueden dar los auisos a los enemigos de la Corona. Estos insi-
nuándoles de Portugal con qualquiera libertad, nada dejarán de
intentar por conseguirla. Estos van hundiendo a toda España con
casamientos, y mezclando la nobleza della, con esta mala sangre.
Estos después de haber profanado los hábitos de Portugal, pro-
fanan los de Castilla, trayéndolos en los pechos indignamente.
Estos abiendo entrado en estos Reynos, con la ropa en el hombro,
están dueños absolutos de toda la hacienda dellos. Estos disfrutan
las Rentas Reales dos y tres años, y luego quiebran con ellas,
y con las haciendas de los pobres vasallos. Estos de 20 años a
esta parte ninguno a dado quentas de la hazienda real con fini-
quito, como consta de la Contaduría. Estos habiendo alguna re-
belión, siendo los que tienen más poder, y los ánimos dañador,,
por portugueses y judíos, serán los primeros que la fomenten
y ayuden».
Así termina el anónimo autor de esta interesantísima Rela-
ción sobre el judaismo portugués (1).

(1) A. H. N. Inq. Lib. 1.265. «Verdades catholicas contra ficciones judaycas


de la gente de la nación hebrea.» Conf. etiam A. H. N. Inq. Lib. 294.
VARIEDADES
UNAS MUESTRAS CURIOSAS DE
ICONOGRAFÍA REGIA ESCOCESA

POR ELENA PAEZ

Son muchas las curiosidades bibliográficas que, sin aparente im-


portancia, están custodiadas en nuestra Biblioteca Nacional, y que
se ponen de manifiesto al estudiar con im poco de cuidado sus ricos
fondos. En ellos se descubren en seguida libros sin duda raros, pu€s
no consta su existencia en las más ricas bibliotecas extranjeras ni son
mencionados en los catálogos y repertorios de más frecuente consulta.
He podido comprobar esto a cada paso, en lo referente a libros
ilustrados, al estudiar las colecciones de retratos de nuestra Sección
de Estampas y del Depósito general, mientras entresacaba aquellos
que me han interesado para incorporarlos al Catálogo de retratos de
personajes in.glese>s, hoy en prensa.
Entre ellos hay ejemplares que parece no existen ni en la Biblio-
teca del British Museum ni en la Nacional de París, en sus respecti-
vos Gabinetes de Estampas. Tal es el que motiva estas observaciones
y del cual trataremos en seguida.
Pero antes nos vamos a ocupar de otro que consideramos su an-
tecesor e inspirador sin duda, sí reseñado en el British Museum «Ca-
talogue of Printed Books», tomo 25, col. 29, se titula : Inscriptiones
Historicae Regum Scotorum. Joh. Jonstono Ahredonense Scoto Autha-
re. Additae sunt icones omnium regum nobilis Familiae Stleivartonim in
Olere sculptae. Amsteldami, excudebat Cornelius Claessonius Andrea»
Hartio, hibUopoloe Edemburgetisi Anno 1602. 6 hojs. + 60 pági-
nas + 10 láms. 21 cms. Perg. Procede de la Biblioteca Real.
Las diez láminas contenidas en el mismo, objeto de nuestro estu-
dio, son los retratos de los reyes de Escocia, Roberto II, Roberto III,
Jacobo I, Jacobo 11, Jacobo III, Jacobo IV, Jacobo V, María, Jaco-
bo VI y su mujer la reina Ana; en ellos, esos personajes están represen-
tados de medio cuerpo, enmarcados en óvalo que va inscrito en un rec-
tángulo con adornos en las enjutas; cada uno lleva al pie una inscrip-
IPÓ REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS V MUSEOS

ción latina horizontal con su nombre, el ordinal corresepondiente y el ti-


tulo Rex Scotorum; las planchas miden aproximadamente 127 x 165 mi-
límetros; sobre su huella y sus lados derecho e izquierdo una sencilla
greca la recuadra; en la parte inferior se repite en latín el nombre
del rey, acompañado ahora de la fecha del nacimiento; un distico la-
tino completa el conjunto de la hoja (véase lámina 1.^).
En las páginas previas de texto se pueden ver ampliadas las le-
yendas o composiciones métricas referentes a cada personaje retratado
y a otros muchos de los que no hay iconografía: sobre estos textos
volveremos más adelante (véase lámina 2.*).
Pasemos ahora a la obra que hemos calificado de rara por no cons-
tar en el Gabinete de Estampas del British Museum en forma de tal
colección de retratos, pues de los diez de que se compone, sólo el de
la reina Ana, mujer de Jacobo VI, está incluido en el «Catalogue of
Engraved British Portraits», by Freeman O'Donoghue, y esto como lá-
mina suelta, es decii, que al no indicar la obra a que pertenece —como
es costumbre en tal autor —hace suponer que la desconoce y, además,
no está reseñada en el conjunto de obras de donde proceden los retra-
tos que forman el Catálogo cuando no son originariamente láminas
sueltas. Pues bien, esta obra, titulada Vera Descriprio Augu//stissimae
Stewai^rum, familiae in amplissimo Scoñae regno Unía liter & jure
seccedentium, vna cum veris ip&orum iconi/¡bus in aere ad vivum ex-
culptis, contenido todo ello en una lámina, especie de portada, tiene
al fin, al pie de la plancha del retrato de la reina Ana (único incluido
en eJ O'D) el pie de imprenta : «Amseerodami, sunvptibus Andreae Hart
Bibhiopolae Edimburgertsis//Cum Previlegio regiae Maiestatisy). Cons-
ta de una lámina como portada (véase lámina 3.") y diez retratos; su
tamaño 29 cms. Es libro muy bien grabado y nuestro ejemplar en un
perfecto estado de conservación.
Cuidadosamente estudiado, nos demuestra lo poco que tiene de
original, porque tanto los retratos —excepto dos— como los versos que
figuran al pie de cada uno de ellos, están tomados de las citadas Ins-
criptiones de Jonston, Pero unaa cuantas particularidades lo hacen
sumamente interesante. La portada es una bonita lámina que tiene en
el centro el escudo de Escocia con el león rampante rodeado del co-
llar de la Orden de San Andrés del Cardo y sostenido por dos unicor-
nios que llevan sendas banderas de Escocia y de Jacobo VI. Sobre el
escudo, yelmo coronado, y, sentado sobre éste, león con corona em-
puñando el cetro y la espada. En una cinta, Inde/1fence. Sobre la hue-
lia de la plancha, el título de la obra en cuatro líneas latinas.
Constituyen el cuerpo de la obra los diez retratos de los reyes que
se han enumerado en la de Jonston, y de los cuales ocho están toma-
dos, sin duda, de ella, pues son las mismas planchas y, además de ser
muy semejantes las grecas que los enmarcan, los versos latinos que van
debajo de cada retrato proceden del texto de las Inscriptíones, unas
veces debidos al ingenio de Jonston y otras al de Malvinus. Ello basta
ICONOGHAríA RECIA ESCOCESA 107

para considerarlos dependientes de los de Jonston (véanse láminas 1,


4, 5 y 6). •
Ahora bien, el verdadero interés de la comparación entre estas dos
obras estriba en sus diferencias. Se manifiestan palpables en los re-
tratos de Jacebo VI y de su m^ujer, la reina Ana. Los que figuran en
las Inscriptipnes, seguramente reproducen originales muy anteriores
a 1602, fecha de la obra, pues los tipos son más arcaicos y estereoti-
pados que los de Vera Descriptio, más realistas y sin duda de mejor fac-
tura (véase láminas 7, 8, 9 y 10).
Nada hemos dicho todavía de la fecha no explícita en Vera Des-
criptio, pero fácilmente se puede deducir por las siguientes considera-
ciones : la obra de Jonston tiene clara la de 1602; la otra que estudia-
mos debe ser posterior, porque estando ambas en estrecha relación,
ya que de las dos, una copia o reproduce en un todo la mayor parte de
los retratos de la otra. Vera Descriptio, en los dos que son distintos,
es de factura mucho más moderna, luego debe sei posterior a 1602.
Pero el hecho de que Jacobo figure todavía como VI rey de Escocia y
lo mismo Ana su mujer, nos obliga a no poder pasar del año 1603, <'n
que a la muerte de Isabel, ocurrida en marzo de este año, fueron pro-
clamados reyes de Inglaterra y que como tales ostentan este título en to-
dos los retratos posteriores a esa fecha.
Este de Vera Descriptio debe, pues, ser 1603, año en que, segura-
mente para conmemorar el magno acontecimiento de la unión de las
dos coronas en el hijo de la desdichada María, tal vez A. Hart man-
dase hacer este compendio iconográfico de los Estuardos como reyes
todavía exclusivamente escoceses. Así se justifica el que los retratos
de Jacobo VI y Ana, únicos diferentes en las dos colecciones, presen-
ten en Vera Descriptio aspecto menos arcaico que los de Inscriptio-
n^s. En éstas, Jacobo está representado con sombrero, capa forrada de
piel, gola y las manos puestas sobre u n cojín. En V^ra Descriptio, fi-
gura descubierto, con armadura y banda atravesada; igualmente el de
su mujer Ana; por la forma de los brazos y manos y atuendo del traje,
es más antiguo el de la obra de Jonston. Pero la moda de sus ropas es
la misma e idénticos los versos que figuran al pie de sus respectivos
retratos. Sólo los que acompañan al retrato de Jacobo VI aparecen ori-
ginales en Vera Descriptio. En fin, debe consignarse que esta obra figura
reseñada en el «Catalogue of Printed Books» del British Museum,
pero el ejemplar carece d e portada (véase vol. 48, col. 86, Stuart).
Por todo lo dicho podemos afirmar que poseemos, entre otras mu-
chas obras de carácter raro y sin que hasta ahora se haya destacado
su valor, una con peculiaridades dignas de mencionarse; y que es
siempre aventurado juzgar una obra y declararla como igual a otra
por sólo una rápida ojeada, ya que el atento estudio de lag mismas nos
puede llevar a encontrar detalles diferenciales tan sustantivos como
los reseñados en las precedentes líneas.
^^^^^'i^^':^^m
'^S;S^Í¿Ér^í¿b^S¿r¿S
Ncf modiis.H¡iicarq;fijJii.'qnimjs¡iigcnii¡jusíjiíIanf/
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;itP.cx adií infílií, Sed A' hoc miicriudus j inarniis
FiliusaJvcrih,qi]0í1¡lairaiiicp.i[rciii. p.opí
Lv T) 1 r iiiliuin.inis iH'vi V i > E F F £ R Í F.iii,
Muimacciiajitiiprxcipitiicgr.iilu.

< ^ i icgis inimariíiti Rcgni Rcgifiji nUnitiij


lUnaymanstuiiiulüjiriltUfaiaijLmc.
Vii.niirrcJiícipciicrc. Ali jicHinu pclhi ._
PttJit jdLiljin):,gcnlqiCtui:niaiiüü.

^:^¿^¿^^^ s^ES^sia^^^^^^^
lACOBVS IV. REX CV.

Tft t s T t A fjiagertiíiiseenltoT-ii;,férreagcílst
Ü.ilrc.i.ííha'chiítijsitiínionirncntaiuí,
MJ^ ítc APIS Aii|;l.iiüiiirilijljm¡5. HiiicAnglicifccptri
DebcmurtifiB Si, XTE I A C O D E tiiis.
Paxi'cuiiisrcJitji:pleno B O N A C O P I A coriiUj
Eib;,iiidiiniadipir.iiisaiiHrcaiudar;i\'ct,
H,iirrii5adarmavociri,viii S O R S iiividjrchus,
Tucd:nibi ^fimnnuniL^ut^iicruk-siiuimum. •Ad Eiíl.'
nc>sproccriim,Paii¡A:q, (imuiraTcropiimtisuni done ¡11
Sortcniunr,l-ÍL. V Siirsicmpcf acerba twnis! non ce m
<Tüod[laniinisoiIÍlií;iüiiSorr..T:quafmilct, in Anclií»
Alo-
Impcnj finesulciimuiradaie[.
__ TACQBVS • m-f¡¡fli.fX<'.'^-- SeoTOfiVM.
D C s t K E Pyramidiim molcs,« Maulblía •Decor- '
l^CniJ--: ni.- AiuCli'ifí.r^ft. Sollicirus + \\iaiiiiii iutrigcic ,id [Uniuluin.' Jure ta\ít
Illiini Fain.i \Q\\UIÍ lace dicumíüra Olympo —. tiundunl
tomper-
MmeíL
HJ lACO-
2]

Retrato de J;icobü II [.—Jimston: hisciipiioHes. Páginii dé /iiscriplioiu's. —Los vcrso^. figuran ;il pie de los
retriitos de Jiicobo III y Jacobo IV en KÍTJ descriptio.
VERA DESCRIPTIO AVGV:
ílillima; Stcwartorum familia-.in anipliilimo Scotiircgno Linia-
litcrfiejure fucccdirnrium,vnacum vcrisiplbium iconi*
busina-TcadviviuHcicuIptis.

íá

Licúbuj llI./lfínoChi'ilt-i^.So.
Qui Icgis immancm Rcgni Rcgifqi ruinam,
lILicrymans tumulctriftiatacagcmc.
Vna lorie dúo pcricrL*. Ali(^cllini:i pclL?
5J'crilitaiiuIaírix,gcnrt^:crut:mdduo.

Pul'íiulu líe K../-LÍ dcsrriptio. Reíi'iit'i IÍL' J í i c i h " 11! en VO-J di-siriptio.
,fa^gíí^ÍÍ:-S^á§gí;^g=iiSa^E?¿ga.^S

n !

fatólas IV. AnmOm^. ;^j7.


Define ryramidummolcs.aíMaufolt-a
lAcoiixs, ¡íi\ . REX . rroroHVM , Snüicitu.svacuumruTrigcrcadtumuIum.
IlliiniFamnvclicnslatccÍRumfon^iOlj-mpo
í i finú.S' nnTÍtií,piircÍíparKci>ibus,aIto AEquiLProiumulamaximusorbiscrit-
Pc¿lotr,i."C'"llliis,inifcriok.]i giavi!, .

Retrato ile J a c u b n I V.~Junslnn: ¡n^-cripliüticí,. Kiítratu d t JuLi.ibn IV \iw Vera Jcsiripliv.


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Fullífti'iScocolidi.T.T.iai.i poly.
Ixoricurrucilüpili vosI-itoLnishoiiotc,
ILt 110V115 Eois i .IK'IILT cük :igni<;
Kon rcmcrc ¡.lofl tot LTd^iui.i fidcra furgic
Qü¡Bvaia3itinJíj'ruJi;ii;mi:iuii-ü|>cs rerpctuuinScocisnuntiaiiH'^ciicm.
Ki

Retrato de Jucobn VI.-—-Jonstün: luscriptioHe>.. Ketriitit de Jiicubíi VI (.-n Vera drsfriplio.


i!a^s^síss?¿sa^s?^iJ^s;ssiíi t.

ArtnaKtgina.fdiii FredtrUifccunüf^icii memortx Rtlis DríW//.


Formn.inimis^niavis.&prolc.&I'-cgc marico
Fclu: idcs nicririi rej^na l>cata tuis.
AH"S r I R U D " M T, luiiij-iibus AndrcTT H.i" 1;I1I1III[MJ1Z Iduibuir

[ ',' • rríjLM A , n!iimi',3iavit,5;¡niülc,& Rege marico


i-'du j tlci niciitjs icgiia bcaia mis.

tj:

Kuinitu í.k 1:L RUÍIKI Aii;i cu Kcnt disiiiplio.


H c t r n t i i lio ln Rk.'Í!Ki A n a . - . I n i í s l o n : !¡¡.•^i-riplií'in-s.
BibüiiíecíL del RL-UÍ Monastcirio du Muiilserriií.
Entriuhi piincip;il.

Bibliotecii del Real Munusterio dü Müntserrat.


Sala ^Selecta:..
FUEROS DE PUEBLA DE ALCOCER Y YÉBENES

POR E M I L I O S A E Z

Puebla de Alcocer y Yébenes formaban parte, en la Edad Media,


de la extensa región conocida con el n o m b r e d e «montes d e Toledo».
Pertenecía esta región, en virtud de diferentes títulos, al arzobispo
de Toledo don Rodrigo y a su Cabildo, quienes la cambiaron a Fer-
tiando III por la aldea de Añover de Tajo, y los derechos, a excep-
cttón de los reales, que pudieran corresponder al Rey Santo en la
ciudad de Baza, aún en manos enemigas, y en sus lugares, aldeas y
castillos, con la condición de que el arzobispo la conquistase, y de
no hacerlo no pudiera pedir compensación alguna. La escritura de
cambio fué firmada por el rey, en Valladolid, el día 20 de abril
de 1243. Tres años más tarde, el 4 de enero de 1246, teniendo Fer-
nando III necesidad de allegar recursos para sus conquistas, vendió
a Toledo la tierra con el señorío y jurisdicción, mero y mixto impe-
i"io, de los citados montes, sus villas, castillos y lugares, por la cre-
cida suma de 45.000 itaaravedíes alfonsíes. Un historiador toledano
dice que «para juntar la enorme cantidad indicada, los toledanos
dieron su vajilla y alhajas, y las señoras se desprendieron de sus zar-
cillos, anillos y dijes de valor; siendo también fama, que por algunos
nieses estuvieron consagradas a labores de su sexo, hasta completar
con su producto el precio de la venta» (1).
Puebla de Alcocer fué separada de la jurisdicción de Toledo, con
otras cuatro villas, a mediados del siglo XV (2), y entregada por
Juan II al maestre de la Orden de Alcántara, don Gutierre de Soto-
mayor; y poco después, el mismo rey hizo merced de dichas villas
al citado maestre, concediéndolas a él y a sus sucesores por juro de

(1) ANTONIO MAHTÍN CAMERO : Historia de la ciudad de Toledo. Sus claros


varones y monumentos -Toledo, 1862, pág. 730. (Nota.—Sobre todo lo dicho
arriba véase esta obra, págs. 729-730, nota 7.)
(2) Madoz dice que el privilegio fué expedido por Juan I I en Arévalo e l 7
d e abril d e 1445 (Diccionario Geográfico, «. v.).
1 10 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

heredad, en recompensa de los servicios que le había hecho. La ciu-


dad de Toledo se opuso a esta donación y pleiteó largamente con el
duque de Béjar, descendiente del maestre, consiguiendo después de
más de cien años varias sentencias en su favor y k recuperación del
señorío en los montes de Toledo (3). Más tarde fué Puebla de Alco-
cer cabeza del vizcondado de su nombre, incorporado luego a la casa
de Osuna (4). En la actualidad es villa con Ayuntsmiento en la pro-
vincia d e Badajoz, y cabeza del partido judicial de su nombre.
Yébenes es ahora villa con Ayuntamiento en la provincia de To-
ledo, y partido judicial de Orgaz; y está formada —dice Madoz— por
dos «barrios separados p o r una sola calle, y que fueron dos pueblos
distintos hasta el nuevo régimen constitucional, denominándose Yé-
benes de Toledo el barrio más alto o del norte por corresponder
a la jurisdicción de aquella ciudad, y Yébenes de San Juan el más
bajo, o del sur, que pertenecía al gran priorato de Alcázar de San
Juan» (5).
Los fueros que publicamos, interesantes para el estudio d e la re-
población hecha por el Municipio de Toledo en los montes de su
nombre, se conservan en un manuscrito de ordenanzas antiguas (si-
glo XV), que se guarda en el Archivo Municipal de Toledo (6). De
ambos hay copia en manuscritos d e la Biblioteca de Palacio (7). En
la transcripción he respetado el texto original, salvo ligeras modifica-
cionea (8).

(3) Sobre todo ello véase: FRANCISCO DE PISA : Descripción de la imperial


ciudad de Toledo—^Toledo, 1617, fols. 56 v.^-SS v.°
(4) MADOZ : Loe. cit.—Sobre el aspecto artístico-arqneológico d e Puebla d e
Alcocer.—Véase : JOSÉ RAMÓN MÉLIDA : Catálogo Monumental de España. Provin-
cia de Badajoz. I I . Texto.—Madrid, 1926, p á g . 383 y S5.
(5) MADOZ : Ob. cit., s. v.—No h e podido encontrar noticias d e l Yébenes de
San Juan en e l excelente trabajo de J . Delaville Le R o u l x : Les archives de l'ordre
de l'Hópital dans la Péninsule ibérique, «Nouvelles Archives des Missions Scien-
tifiquesB, París, IV, 1893.—Sobre el aspecto artístico y arqueológico d e esta villa
véase Conde d e Cedillo: Catálogo Monumental de la provincia de Toledo. Letras
N a Z, fols. 278-281 (Ms. en el Instituto Diego d e Velázquez).
(6) Vitrina. Se trata d e u n códice del siglo XV encuadernado en piel, con
grabados mudejares sobre tabla; de él haré una descripción detallada en la edi-
ción que preparo d e las Ordenanzas antiguas de Toledo. Debo agradecer a mi gran
amigo don Clemente Falencia, archivero municipal, las facilidades- que me dio
para su consulta.
(7) Fuero de Puebla de Alcocer; Ms. 697 (VIII-Y-1). Colección de Fueros, V,
fol. 419. Fuero de Yébenes: Ms. 698 (VIII-Y-1). Colección de Fueros, V I , fols.
530-536.
(8) Las modalidades de la transcripción son las siguientes: 1.° La u con va-
lor d e consonante se ha transcrito p o r v, y viceversa; la v con valor vocálico p o r u.
2.° La y en lugar de i se ha transcrito de este último modo. 3." La r mayúscula al
principio d e palabra se transcribe p o r r sencilla, y en medio d e palabra p o r r r do-
ble. La rr en medio de palabra, ante n, p o r r sencilla. 4." Se han separado las
palabras unidas indebidamente y se han unido las separadas q u e debían e s u r l o .
5." Las mayúsculas y minúsculas y la puntuación se emplean con arreglo a la or-
tografía moderna. 6.° La conjunción copulativa abreviada se h a transcrito p o r e .
FUEROS DE PUEBLA DE ALCOCER Y YEBENES lli

1290, marzo, 18 ó 19.

El Concejo de Toledo confirma y am\plíai a Puebla de Alcocer el fue-


ro otorgado a sus moradores en 2 de febrero dt¡ 1288.

(Fols. 5 r.-6 v.°)

«Este es traslado de una carta de previllejo el qual dio Toledo a


la Puebla de Alcocer, del qual su tenor es este que se sigue:
«Sepan quantos esta carta vieren commo nos los alcaUdes e el al-
guazil e los ornes buenos de la muy noble gibdat de Toledo vimos
carta de un previllejo que ante nos mostraron los vecinos de la Pue-
bla de Alcocer, fecha en esta manera:
»En el nonbre de Dios, amen. Sepan quantos esta carta vieren
como nos los alcalldes e el alguazil e los cavalleroa e los omes buenos
d¡e la muy noble gibdat de Toledo damos e otorgamos a todos los po-
bladores que agora son e a todos los que veman a la Puebla que es
e dizen de Alcocer que non pechen moneda, esto desde el día que ve-
niere a poblar fasta seis annos conplidos, e si ant« de los seis annos
ee quisieren ir dende que pechen por lo que han morado segunt pe-
charen después de los seis annos conplidos. E mandamos quel con-
gejo e los omes buenos de la Puebla que sean alcalldes quales omes
entendieren que sean para alcalldes e para alguazil e que nos lo en-
bien dezir e nos confirmarlos hemos, si entendiéremos que son para
ello, e si non mandaremos lo que tovieremos por bien, e los que falla-
remos que son para ello que lo sean todavía mientra que obraren
bien por ello. E niandamos que ninguno, maguer sea vezino de To-
ledo o de otro lugar cualquier que parare sennal al vezino de la
dicha Puebla por ante alcallde de Toledo o por ante nuestros fieles,
quel non vaya a ella, mas que judguen ante sus alcalldes de y del
dicho su lugar primeramente; e si alguna de las. partes se agraviare
del juizio que alia diere, que tome aleada para ante los nuestros fie-
les de [5 v.°] Toledo, e los alcalldes que emplazaren anteUos las
partes que parescan a diez e ocho dias en Toledo ante los fieles,
e que ninguno non se pueda al^ar si non de veinte maravedís arri-
ba, e el que se algare e non veniere: e el otro veniere ante los^
fieles, quel agraviado quel peche doze maravedís, por la. carrera
de la moneda de la guerra. E mandamos que si alguno fuere pre-
so por algún fecho <iue faga, que sea bien recabdado e que sea todo
el fecho escripto e que lo envíen a los nuestros fieles a Toledo e
que fagan del aquello que ellos mandaren, e ante no sean osados
de fazer y ninguna cosa, e si alguno fiziere alguna cosa por que aya
de pechar oaloima alguna mandamos que se parta desta guisa: que
112 REVISTA DE ARCHIVOS, BIRLIOTECAS Y MUSEOS

sea el tercio del sennorio, e el otro tercio de los alcalldes e el algua-


zil de y del lugar e el otro tercio del querelloso. E mandamos que
todos los pobladores que y venieren poblar que sean tenudos de plan-
tar vinnas desta guisa: el que oviere valia de cincuenta maravedís
que ponga m.edia aran^ada de vinna e el que oviere valia de veinte
maravedís que ponga una quarta. E mandamos que después de los
aeis anuos conplidos que pechen márfaga a Toledo e que paguen
desta guisa : el que oviere valía de veinte maravedís que peche una
quarta, e dende ayuso non peche nada nín dende arriba por quanto
quier que aya demás, e lo non queremos de vos y otro pecho nin pe-
dido ninguno. E mandamos quel que oviere cavallo de silla de valia
de veinte maravedís de la vieja moneda que non peche nada mientra
lo toviere. E mandamos que todos los ballesteros que tengan balles-
tas enderegadas todavía que non paguen nada. E mandamos que cada
qual que non saliere a apellido, quando se fiziere, que peche ^ínco
maravedís de [6 r.] los de la guerra, si le fuere provado con dos
testigos, e si non ge lo pudiere provar, que jure que non lo oyó nin
ge lo dixieron e non peche nada. Todo aquel que metiere mano para
otro peche la calonna que fuere fecha por Toledo, tanbien esta ca-
lonna como todas las otras que acaes^ieren, e mandamos que estas
calonnas que se partan segunt las dichas posturas. E mandamos que
níngunt vezíno de la Puebla que non pueda vender ninguna cosa de
lo que oviere a cavaUero nín a escudero nin a duenna nín a clérigo
nín a omme de orden ninguno, si non a pechero commo el, e si lo
vendiere que non vala. E otrosí mandamos que si acaes^iere cavaUero
o escudero de Toledo o alcaide de Qijara que ay menester ayuda del
congejo de la Puebla de Toledo, que vayan con el e que se- cunpla
el fecho de Toledo en guisa que por ellos non mengüe nada, e el que
lo supiere que fuere llamado e non y fuere que peche la calonna
segiuit dize de suso. E mandamos que estas calonnas que nos las re-
cabden los alcaldes e el alguazil de y. del lugar e non otro ninguno,
e que recudan con todo a los nuestros fieles de Toledo o a quien ellos
mandaren. E mandamos mas, que toda cosa que los ornes buenos de
la Puebla entendieren que es pro del pueblo, por quel lugar se po-
blara mejor e valdrá mas, que lo fagan e nos que lo tenemos por
bien. E mandamos que se non tome portadgo algtmo en la Puebla
por fijara nin por otro ningunt lugar de ninguna cosa, salvo ende
del ganado de los merclianes de fuera. Otrosí, mandamos que todas
calonnas que se fizieren en la Puebla e entre todas sus labores, que
todas sean de la Puebla segúnt las otras susodichas. E por que esto
sea mas firme e non venga en dubda mandamos sellar esta carta con
los sellos de los alcalldes e del alguazil de Toledo. Fecha la carta
dos días de febrero, era [6 v."] de mili e trezientos e veinte e seis
annos. Yo Ferrant Martínez la fiz.
»Et nos los alcaldes e el alguazil e los cavalleros e los ornes bue-
nos sobredichos, otorgamos la carta sobredicha deste previllejo e
FUEROS DE PUEBLA DE ALCOCER Y Y É B E N E S 113

oonfirmamosla e mandamos que sea tenudo e guardado en todo É>e-


gunt dize asi commo sobredicho es, pero establecemos e mandamos
mas, que todos los pobladores que venieren que sean tenudos de
plantar majuelo desta guisa: el que oviere valia de veinte maravedís
de la vieja moneda, que ponga media arangada de vinna; e el que
oviere valia de cincuenta maravedis desta moneda, que ponga una
arancjada del dia que y veniere a dos annos, e si lo non fizieren asi
que pechen: el que oviere de poner la media arangada, quinze
maravedís; e el que oviere deponer una arangada treinta mara-
vedís de la moneda de la guerra, e todavía que lo fagan. E por que
esto sea firme e non venga en dubda, mandamosles dar esta carta
sellada con los sellos de los alcalldes e el alguazil de Toledo. Fe-
cha la carta diez e ocho días de margo, era de mili e trezientos e
veinte e ocho annos. Después que la era desta carta fue fecha, nos
los alcalldes e el alguazil e los cavalleros e los ornes buenos de la
dicha (jibdat de Toledo, por ruego que nos fizieron los alcalldes e el
alguazil e los otros ommes buenos de la Puebla de Alcocer e por que
s.ea mas guardado el lugar e se pare mejor e bivan y los ohies mas
en paz e por que sean mejor guardados todos los derechos del lugar
e el derecho de Toledo, con plazer e consentimiento de los ornes
buenos dichos de la Puebla esíables^emos e mandamos que sean teni-
das e guardadas todas las cosas que les dimos escripto en una carta
sellada con los sellos de los alcalldes e del alguazil la qual fue fecha
en diez e nueve días andados de margo, era de mili e trezientos <'
veinte e ocho annos.»

1371, mayo, 1,

Fuero concedido a las pobladores de Yéhenes por el Concejo de To-


ledo, aclarando y ampliando el otorgado por privilegio de 24 de
septiembre de 1258.

(Fols. 6 v.°.-9 Y.")

«Este es traslado de una carta de previllejo el qual dio Toledo H


Yebenes, del qual su tenor es este que se sigue :
[7 r.] »Este es traslado de una carta de previllejo escripta en
pargamino e sellada con tres sellos de gera con cuerdas de s-eda col-
gados, de la qual dicha carta es su tenor della este que se sigue:
»Sepan quantos esta carta vieren commo nos los alcalldes e el al-
guazil e los cavalleros e los ornes buenos de Toledo, estando ayun-
tados en la Eglesia Catredal de Santa María de Toledo por conbite
de los nuestros fieles, segunt que lo avernos de uso e de costunbre,
] 14 REVISTA » B ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Otorgamos que porque vos el concejo e los ornes buenos de Yevenes,


nuestro lugar, nuestros vasallos, nos pedistes merced diziendo en com-
ino aviades previllejo de Toledo que vos fue dado en razón de la po-
blagion a que fuera poblado el dicho nuestro lugar, el qual previllejo
vos fue dado sellado con los nuestros sellos de los alcalldes e el al-
guazil, commo sienpre fue e es costumbre de Toledo, el qual pares-
ge que fue fecho en veinte e quatro dias del mes de setienbre, era de
mili e dozientos e noventa e seis annos, e eran alcaldes mayores de
Toledo a esa sazón don Gargi Yanes e don Gonzalo Yanes e algua-
zil mayor Ferrant Gudiel, del qual previllejo nos fue mostrado el
traslado firmado, e por quanto por el páresela que era muy antiguo
e las razones del non eran tan declaradas commo cunple e otrosí por-
que entendimos que cunple annader en el algima cosa porque cunple
asi a nuestro servicio e a pro del dicho concejo del dicho nuestro
lugar, mandamoslo fazer e declarar en la maneía que aqui d i r á :
Primeramente por vos fazer bien e merced, así a los que agora y
sodes poblados en el dicho nuestro lugar de Yevenes como a los
que y poblaren de aqui adelante, otorgamos vos que vos el concejo
del dicho lugar que escojades e fagades dos alcalldes e un alguazil,
cada anno, de los mejores omes, dende que lo sean por nos, e si por
aventura non vos avínierdes en los fazer, que lo fagades saber a los
nuestros fieles por que ellos con acuerdos de omes buenos [7 v.°>] del
dicho nuestro lugar fagan alcalldes e alguazil quales entendieren que
serán para ello. Otrosí, todo omme morador en Yevenes que oviere
contía de quarenta maravedís o mas, que peche cada anno a nos tres
maravedís; e el que oviere contía de veinte maravedís que peche
quinze dineros, e sí fuere pastor o collago o quintero de algunt ve-
zino dende seiendo su paniguado que non peche este pecho; e que
los alcalldes que fueren de cada anno en el dicho lugar sean tenudos
de lo coger e lo den a los nuestros fieles o a quien les enviaremos
mandar. Otrosí, el vezino del dicho lugar que toviere cavallo de
silla que vala fasta contia de dozientos maravedís e dende arriba, que
sea escusado de pecho. Otrosí, qualquíer que veniere a poblar al di-
cho lugar de nuevo, que sea escusado de pecho de lo que a nos per-
tenesge por diez annos e que a la sazón que y veniere a poblar, que
los alcalldes que y fueren a esa sazón que res^iban destos átales que
así venieren a poblar de nuevo fiadores contiosos e abonados que plan-
ten en termino del dicho nuestro lugar dos aran<^adas de vinna del
día que venieren fasta dos annos, e si lo non fizíeren así que pechen
en pena.para nos dozientos maravedís e todavía que sea tenudo de
plantar la dicha vinna; e otrosi, que fagan e cimplan e sean tenudos
de fazer e conplir todo lo que los otros vezinos del dicho lugar son
tenudos, segunt su poder; e si los alcalldes non recibieren los dichos
fiadores, commo dicho es, que ellos sean tenudos de pagar e conplir
por ellos todo lo que dicho es. E cualquier que cayere en calonna o
fíziere otro malfecho alguno, si el alguazil del dicho lugar lo quisiere
FUEROS DE PUEBLA OE ALCOCER Y Y É B E N E S 1 15

y prender e se le defendiere, queriéndolo prender, que todos los ve-


zinog del dicho lugar que el llamare para esto sean tenudos de ir con
el a lo ayudar e a conplir su oficio, e quantos asi fueren llamados e
non quisieren ir con el que peche cada uno dellos por cada vegada
seis maravedís, provandolo que lo llamo o que oyó la voz del apellido
e non quiso ir alia, [8 r.] e si ge lo non podiere provar cada uno dellos
sea quito por su jura. Otrosi, mandamos que los alcalldes del dicho
lugar que libren los pleitos que antellos acaesgieren fasta en contia
de ginquenta maravedís e non mas, e si contra el que judgare pidiete
vista que ge lo vean con omes buenos del lugar, que sean tenudos los
alcalldes de ge lo veer e las partes que finquen por ello, e la parte
que por eUo non estoviere que peche seis maravedís e finque por ello,
e que estos dichos seis maravedís que se partan por tercios en esta
manera: que ayamos nos el un tercio, e los alcalldes del lugar el otro
tercio e el querelloso el otro tercio; e de ginquenta maravedís arri-
ba, si alguno quisiere apellar que pueda apellar para ante los nuestros
fieles e los alcalldes sean tenudos de le otorgar el apelación, e sí los
otros fieles fallaren que non judgaron bien, libren ellos el pleito com-
mo fallaren por fuero e por derecho e el vencido pague las costas. E
ningún vezíno del dicho lugar non sea osado de lo emplazar a otro
vezino del dicho lugar para ante los dichos fieles si non fuere por
apelación e algada, commo dicho es, e el que lo fíziere peche por
cada vegada a los dichos alcalldes del dicho lugar doze maravedís e
al que asi enplazaren quel peche todo quanto danno e menoscabo le
veniere por la dicha razón. Otrosi, mandamos que cualquier vezino
del dicho lugar que fuere contioso en contia de la demanda que le
demandaren, quier sea de calonna o de otra cosa qualquier, que non
seta tenudo de dar fiadores; e el que non fuere contioso de la de-
manda quel fiziere, dando fiador contioso non sea preso por la dicha
razón. Otrosi, todo vezino o morador del dicho lugar pueda fazer de
lo suyo lo que quisiere, también en vender commo en comprar e •-«
enpennar e canbiar a omme llano labrador tal commo el, que faga
e cunpla lo que dicho es segunt el mesmo, e que non venda nin ena-
gene cosa de lo que [8 v.*^] oviere a cavallero nin a duenna nin a don-
zella nin a escudero nin a ningunt vezino de Toledo, nin a clérigo nin
a omme de orden nin de religión, nin a judio nin a moro, salvo a
omme llano labrador tal commo el, que more en el dicho lugar, que
faga e cunpla lo que dicho es, e si lo vendiere a qualquier de los que
dichos son, si non a omüie llano labrador commo dicho es, quel que
lo conprare que lo pierda e sea nuestro para fazer dello lo que fuere
nuestra merged, e el que ge lo vendiere que peche a nos en pena al
tantos maravedís commo fuere la valia dello. Otrosi, mandamos que
todos los ordenamientos quel concejo e oficiales del dicho lugar orde-
naren que sea a pro del concejo, que valan e sean firmes todavía non
seiendo contra los nuestros derechos nin contra parte dellos, e si lo fizie»
ren contra los nuestros derechos e rentas que non valan. Otrosi, qual-
1 Io BEVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

quíer que cayere en calonnia o en omeziilo por matar a otro, que se par-
ta el dicho omeziilo e calonna en esta manera : que sea para nos el ter-
QLO, e el tercio para los alcalldes e el aJguazil del dicho lugar e el otro
tergio para el querelloso. E mandamos que todas las calopnnias que v
acaesgieren que sean libradas segunt fuero de Toledo, e otorgamos vos
fuero en todos los pleitos e demandas e calopnnias e para todas las
otras cosas que entre vos acaesgieren que sean libradas por el fuero de
Toledo. Otrosi, todo omme que matare a otro que sea dado por ene-
migo de los parientes fasta en quarto grado, e aquellos nuestros fieles
fagan sobre ello justicia aquella que fallaren por fuero e por derecho,
e que salga de la tierra por ginco annos e que non entre en termino
del dicho lugar por el dicho tienpo, e si provado fuere que entro en el
termino, que peche por cada vegada [9 r.] setenta e dos maravedis, e
todo omme que lo acogiere en su casa que peche por cada vez otros
setenta e dos maravedis, provandogelo con dos testigos, e si non ge lo
pudiere provar que se salve por su j u r a ; e estos dichos maravedís
d e las calonnas que acaesgieren en este dicho caso, que sea el tercio
para nos, e otro tergio del concejo del dicho lugar e el otro ter-
cio del querelloso. E mandamos que todas estas cosas sobre dichas e
cada una dellas que en esta nuestra carta se contienen, que sean fir-
mes e valederas para sienpre jamas, e si el previllejo sobredicho que
fuere dado al dicho congejo primeramente de la dicha población
pareagiere en qualquier manera e tienpo, o traslado del signado o
ñrfmado o en otra manera qualquier, que non vale nin faga fe en
nmgunt tienpo, que nos lo damos por roto e por ninguno e non que-
remos que vala sinon esta nuestra carta que agora vos damos en 'a
dicha razón. E por que esto sea firme e gierto mandamos vos dar esta
carta nuestra sellada con los nuestros sellos de los alcalldes e el algua-
zil de ^era colgados, commo sienpre fue e es uso e costunbre de To-
ledo; la carta leida dadgela. Dada en Toledo primero dia de mayo,
era de mili e quatrogientos e nueve aimos.
«Fecho sacado fue este traslado de la dicha carta original en Ye-
venes, diez e seis dias del mes de enero, anno del Na&simiento de
nuestro Salvador Ihesu Christo de mili e quatrogientos e diez e seis
annos. Testigos que fueron presentes e lo vieron e oyeron leer e con-
certar con la dicha carta original, onde fue sacado, Juan Garfia, escri-
vano, e Juan Martin, vezinos de Yevenes e otros. E yo Pero Gomes, es-
erivano publico en el dicho lugar de Yevenes, en la parle de la muy
noble gibdat de Toledo, fui presente a todo lo que sobredicho es, en
uno con los dichos testigos, e vi e lei la dicha carta oreginal onde
rste traslado fue sacado e lo concerté con ella ante los [9 v.°l dich'ís
testigoe, e es, gierto; el qual dicho traslado va escripto en im pligo
de un pedaco de papel e cosido con una nagia de papel en las junta-
duras, en las espaldas firmado de mi nombre e su testigo e fiz aqui
este mió signo atal en testimonio de verdat.»
EL MUSEO BIOGRÁFICO Y ANECDÓTICO

POR J. M.' ORDOÑEZ BOADA

Muohog años hace que nos ocurrió la idea (jue vamos a exponer,
pero el convencimiento de que una gestión particular estaría irremi-
eiblemente condenada al fracaso nos hizo desistir de todo conato de
iniciativa. La feliz resurrección de nuestra revista ofrece ahora opor-
tunidad favorable para explicar el intento, porque la mera aparición
de éste en tan prestigiosas páginas, ha de investirle de una autoridad,
siquiera sea prestada y de reflejo, que nunca podría lograr la voz ais-
lada y desconocida.
Se trata de la creación de un nuevo Museo que provisionalmente
designamos con el indicado título. Desde luego, los calificativos em-
pleados no expresan exactamente el concepto, aunque sí los princi-
pales aspectos del mismo; pero como, de momento, sólo se pretende
esbozar la idea, no vale la pena de acometer una investigación filoló-
gica para deducir el título más apropiado.
EÍ museo cuya implantación propugnamos vendría a llenar una
función de trascendencia histórica y artística, más con vista al futuro
que al pasado. El imaginado museo se destinaría a recoger y conservar
objetos dignos de tal consideración, que hubiesen pertenecido a per-
sonalidades eminentes en las ciencias, artes o literatura o a ciudadanos
ejemplares que hubieran merecido la admiración y la gratitud de la
Patria por servicios señalados en la paz o en la guerra, la política, Ja
economía, la beneficencia o en cualquier otro campo de importancia
social y patriótica. La paleta del pintor, la pluma del poeta, las espá-
tidas y cinceles del escultor, la espada del héroe, retratos, autógrafos,
bocetos, borradores, libros, trajes, uniformes, títulos, diplomas, etc.,
etcétera, tendrían lugar apropiado en el nuevo museo, sólo para este fin
instituido.
El interés de la colección no hay que encarecerlo. Solamente una
de las modalidades, la de los retratos, bastaría para justificar la crea-
ción del Centro. Este cuidaría de obtener los de las personalidades
118 REVISTA ÜE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

ilustres y, con el tiempo, quedaría formado el museo iconográfico es-


paño!, que buena falta hace.
Decimos que su misión se cumpliría mejor en el porvenir que para
el pasado porque tales recuerdos se han perdido en su mayoría, otros
se conservan diseminados en museos especiales que no querrían ce-
derlos y muchos subsisten aún en poder de las familias, pero en trance
de pérdida inminente, no porque sus poseedores no estimen sus te-
soros afectivos tradicionales, sino porque las exigencias de la vida mo-
derna, la falta de espacio en los hogares, los inevitables desplazamientos
y, sobre todo, la división del patrimonio entre diversos herederos y la
desaparición total de éstos cuando Ja línea directa se extingue, son
causas suficientes para que se pierdan esos recuerdos o, por lo menos,
para que su significación histórica quede olvidada, pu-esto que, ge-
neralmente, su autenticidad sólo consta en la tradición oral de las fa-
milias. Y esta tradición suele conservarse incólume de padre» a hijos,
firmemente asentada en ed culto del antepasado ilustre, pero cuando
el apellido desaparece y la sucesión de] linaje pasa a una rama cola-
teral y, con más razón, a una de afinidad, es muy difícil la conserva-
ción de objetos que no tienen i>ara sus nuevos poseedores el interés de
las cosas hogareñas y familiares.
La persistencia del recuerdo humano es una fragilísima flor de es-
carcha y la ansiada (para el que la ansie) inmortalidad, se reduce, jn
el mejor de los casos, a una lápida que nadie lee o a un bronce que
nadie mira. Esto, para los contados que llegan al bronce o al mármol.
El transcurso de brevísimos años basta para borrar la memoria de los
seres, sin rastro ni vestigio alguno, como el vaho en el espejo. ¿Quién
no ha encontrado en un viejo álbum de retratos, procedente de sus pa-
dres o abuelos, una fotografía amarillenta con una efigie totalínente
desconocida? Y se trata de un lapso de setenta, sesenta o cincuenta
años no más, y bastó tan corto tiempo para que el recuerdo de una per-
sona que estuvo unida con lazos de afecto al hogar se haya disipado
enteramente para la tercera y aun para la segunda generación.
En circunstancias favorables, las mismas familias han comprendi-
d o la conveniencia de poner en condiciones de seguridad sus caros re-
euerdos, al amparo de instituciones permanentes. No faltan casos ais-
lados y plausibles. En la Biblioteca Nacional están los muebles del des-
pacho de don .luán Eugenio Hartzenbusch y otros objetos suyos; en
el Museo Romántico hay otros de Larra; no hace mucho se cedieron
al Ayuntamiento de Madrid los de Mesonero Romanos, lotes todos de
conjunto y volutnen, y en lo referente a objetos sueltos, son miuchoa
los que existen en diversos museos y colecciones. Pero no hay duda
die que deben quedar innumerables cosas interesantes en poder de las
familias y que en afinidad de casos, éstas no han cedido sus recuerdos
porque no sabían a quién hacerlo, porque ignoraban a quién podrían
interesar o porque temían, con harto fundamento, que su sacrificio no
fuera, por parte de los donatarios, estimado en forma que redundase
EL MUSEO BIOCRAFICO y ANECDÓTICO 119

en prestigio y decoro de la venerada memoria. Y en lo referente a los


cesionarios hay que reconocer que el donativo pudiera, a veces, cons-
tituir un verdadero y engorroso obstáculo. Conocemos casos curiosos
y un tanto cómicos que desentonarían en la REVISTA DE ARCHIVOS,
siempre austera y supercientifica, que ignora la sonrisa.
Todos estos inconvenientes desaparecerían si existiese u n museo
dedicado única y exclusivamente a la colección de tales efectos. Es de
creer que las familias se apresurarían a cederlos a una institución que
los conservaría con esmero y los exhibiría en forma decorosa, propia
para halagar la natural vanidad gentilicia. Claro es que otros pa-
rientes, en uso de su perfecto derecho, no querrían desprenderse, ni
a titulo de depósito, de sus objetos, pero no creemos aventurado el
afirmar que, a medida que el museo «se popularizase, iría arraigándose
la costumbre de las cesiones voluntarias.
Por eso decimos que la eficacia del museo sería más para el por-
venir que para el pasado. De ahora en adelante el Centro cuidaría de
la obtención de los objetos dignos de memoria cuando la ocasión
llegas?.
Tal vez extrañará la idea de un museo integrado por documentos
(en el más amplio sentido de la palabra) a los que no prestigia la
antigüedad más o menos remota; el concepto común de museo encie-
rra, para muchos, el de cierta perspectiva histórica, sin considerar que
ésta se logra por sí sola, merced a la incesante huida del tiempo. El
vino bueno mejora con los años, pero, naturalmente, hay que partir
del nuevo y prepararlo y envasarlo adecuadamente para que lo nuevo
y de escaso valor se haga añejo y de elevado precio.
Esto que parece tan obvio no es comprendido siempre, y no sólo
por el vulgo, sino tampoco por personas instruidas. Lo contemporá-
neo sólo suele merecer un magnífico desdén cuando su utüidad actual
cesa o la moda lo arrincona. El proceso es curioso; el objeto pasado
de moda viene a ser desdeñado o destruido; es el período de la anti-
gualla; transcurren sesenta o setenta años y aquel objeto comienza a
recuperar su prestigio y la antigualla preterida se convierte en anti-
güedad codiciada. Resucitamos lo isabelino y vamos empezando coa
la Regencia. Todos esos quinqués que ahora se quitan de las manos
los hemos visto arrumbados por los desvanes cuando se generalizó el
uso de la luz eléctrica, !a fines del pasado siglo.
No hay, pues, que despreciar nunca lo actual y menos cuando va
vinculado a personalidades de relieve, aunque así no se comprenda
por algunos o por muchos.
Edificante es el caso que vamos a referir. Pocos meses después de
la implantación de la República en España, tuvimos ocasión de visitar
el Palacio Real, entonces en manos de un organismo protector del Pa-
trimonio nacional o cosa parecida. Nos acompañaba persona inteli-
gente y de gran preparación cultural. Al fin de la visita hubimos de
preguntar por las habitaciones de la última Real Familia, que no nos
120 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

habían mostrado, y con estupefacción escuchamos de labios del docto


cicerone, que como el moblaje de dichas cámaras «era moderno y sin
valor histórico, se había destruido».
Criterio peregrino, que de haberse seguido siempre por las gene-
raciones pasadas nos hubiera dejado sin documentación alguna. Si
cada generación hubiese destruido lo coetáneo «por no tener valor his-
tórico» ¿cómo hubieran llegado hasta nosotros esos valores tan posi-
tivos hoy?
Pues no lo entendían así aquellos cultos señores. Y aunque en este
caso concreto no sería temerario cargar la destrucción a la cuenta de
tm cerril sectarismo político, el mero hecho de que, para justificarlo,
se invocara la «modernidad» de lo destruido, viene a confirmar el
arraigo que en el asentimiento común tiene la idea de que lo moderno
carece de valor^ que su conservación no interesa y que su eliminación
no es siquiera pecado venial.
Por el contrario, si lo contemporáneo digno de respeto se hubiera
respetado siempre, contaríamos hoy con un acervo valiosísimo de recuer-
dos históricos, arqueológicos y biográficos. Si algún amigo d^ Cer-
vantes hubiese conservado el tintero de loza o de plomo que utilizó
para escribir sus postreras líneas, puesto ya eJ pie en el estribo, es in-
dudable que tal objeto, en su tiempo, hubiera despertado un interés
muy restringido o nulo, pero el transcurso de los siglos, si hubiese
llegado hasta nosotros, lo habría convertido en una reliquia inesti-
mable.
En cuanto a la realización práctica del proyecto no creemos ofrez-
ca dificultades. insuperables ni grandes dispendios presupuestario».
Adquisición de un local, que pudiera y debiera sei uno de los pocos
edificios que aun quedan en Madrid, una de esas casas-palacios de tan
bella y noble estructura, designadas despectivamente con el nombre de
caserones, que cada día se van derribando sin duelo para sustituirlas
con repulsivas colmenas de cartón; un director y un secretario del
Cuerpo facultativo, dos auxiliares del mismo y el personal subalterno
necesario, sería bastante para la incipiente institución. Y, sobre todo,
si puede ser (que sí puede), nada de Patronato u otro de esos orga-
nismos nominalmente directivos que ahora están de moda. Un director
con IA máxima responsabilidad, con la más probada, comprobada y
aquilatada competencia, pero con completa autonomía, sin más auto-
ridades superiores que las jerárquicas de su Cuerpo; un funcionario
que pudiera poner todo su celo y su interés personal en la obra sin
temor de que el mérito de su exclusivo trabajo fuera compartido o
quedara en el anónimo absoluto (1).

(1) No ignoramos que estas últimas palabras desentonan en el ambiente ac-


tual, tan favorable al régimen tutelar, llamémosle así, pero sea lícito a u n viejo
archivero, bibliotecario y arqueólogo volver por los fueros de su profesión a la
que ha servido oscuramente, con nula competencia y escasa fortuna, pero con
El MUSEO BIOGRÁFICO Y ANECDÓTICO 121

El pretendido Museo Biográfico, o como quiera titulársele, haría po-


sible el legado a las generaciones futuras de infinidad de recuerdos
valiosos, cuyo interés abarca la gama variadísima que va desde el ob-
jeto de mera curiosidad a la reliquia veneranda, que hoy se pierden
por no existir una institución especialmente dedicada a reunirlos y
conservarlos. Ofrecemos el proyecto al limo. Sr. Director General de
Bellas Artes y a nuestro querido amigo, el Inspector General de Mu-
seos Arqueológicos, no dudando que ambas personalidades, cuyos emi-
nentes servicios e iniciativas en pro de la conservación y conocimiento
de los valores históricos y artísticos españoles, son de dominio pú-
blico, querrán acoger con simpatía la idea y mejorarla con su supe-
rior competencia, haciendo abstracción del modesto origen de la
misma.
«Por nascer del espino...»

incondicional dilección durante largos lustros, y proclamar su fe en la eficiencia


del Cuerpo y su convicción de que éste n o necesita tutores para andar solo y
cumplir generosa y eficazmente su deber, sin que nadie le empuje ni nadie le
mediatice. Porque al famoso y necio remoquete de «callada profesión» hay que
oponer que muchas veces es «callada» porque no puede hablar. No es la primera
ni la segunda vez que el que esto escribe ha elevado su desautorizada voz en el
mismo sentido. Hasta ahora nadie la escuchó. «E pur, si muove».
LA BIBLIOTECA A M E R I C A N I S T A
] O H N C Á R T E R B R O W N

POR WILLIAN L. FICHTER

Debemos a la gentileza de nuestro querido colega


cubano, don Fermín Peraza, ilustre bibliotecario de
la nación hernuma, las gestiones oportunas para re-
cabar del doctor Fichter autorización para reprodu-
cir su interesante trabajo, publicado anteriormente en
el Boletín del Anuario Bibliográfico Cubano.

ORIGEN T DESARHOLL'O

La Biblioteca John Cárter Brown, que se considera hoy día, si no


por su tamaño por su calidad, como una de las colecciones más impor-
tantes del mundo en materia de obras relacionadas con la historia de
América, tuvo su origen hace más de un siglo como una biblioteca parti-
cular. Trae sus comienzos desde 1845 ó 1846, cuando John Cárter
Brown, miembro de una distinguida familia de Providence —familia
que ha dado su nombre también a la Universidad de Brown— se dedicó
seriamente a reunir una colección de libros raros y antiguos relativos
al descubrimiento y colonización de América. Entre los primeros libros
que adquirió figuran obras tan notables como la Epístola de Colón,
en varias ediciones de 1493 y 1494, las Rela<¡ionm de Cortés, también
«n ediciones antiguas, la Historia de las Indias de Oviedo, el arte df
navegar de Medina, la Suma de Geografía de Fernández de Enciso, y la
R^ación. y comentarios de Núñez Cabeza de Vaca. Compró, asimismo,
entonces y después, obras fundamentales para la historia de las colonias^
inglesas y francesas, pero ya con los títulos mencionados se ve que des-
de el principio prestó la debida atención a las grandes empresas lle-
vadas a cabo por españoles y portugueses. Fué tanto el afán con que
John Cárter Brown prosiguió sus labores de bibliófilo y americanista,
que durante los años transcurridos hasta su muerte en 1874. logró for-
124 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

mar una colección de unos 7.000 libros, todos anteriores a 1801, término
que había establecido el Sr. Brown para sus adquisiciones. A su muerte
Ja colección pasó a posesión de su viuda, quien en 1898 hizo donación
de aquélla a su hijo, John Nicholas Brown. Mientras tanto, la colec-
ción había crecido y se había dado a conocer no sólo en el resto de los
Estados Unidos, sino también en el extranjero, debido en gran parle a
la publicación de sus catálogos y a la mención de algunos de sus tesoros
en obras de erudición. Apenas la hubo heredado John Nicholas Brown
cuando, movido de un laudable y liberal impulso, decidió conver-
tirla en una institución de carácter semipúblico. Desgraciadamente el
nuevo dueño murió poco después, pero no por eso resultó fallido su
generoso proyecto, y en 1901 el dominio de la biblioteca fué transfe-
rido a la Universidad de Browm. En 1904 la biblioteca fué instalada en
I ,™°®*' y °"^^o edificio que ha venido ocupando después, y se abrió
al público el 17 de mayo del mismo año. Contaba la Biblioteca John
Cárter Brown entonces con unos 12.000 libros y manuscritos. Bajo la
sabia dirección de un comité de administración y de los sucesivos direc-
tores, ha aumentado grandemente el número de libros y manuscritos,
hasta el punto de poseer la Biblioteca actualmente unas 25.000 obras,
en 30.000 volúmenes. A éstos hay que añadir las fotocopias en película
de 2.376 libros raros de la gran colección de José Toribio Medina, en
Santiago, cuyas fotocopias se adquirieron en 1943 mediante una sub-
vención de la Fundación Rockefeller. Al mismo tiempo se ha venido
ampliando los servicios ofrecidos al público y a eruditos e investigado-
res, con la publicación de un nuevo catálogo y de monografías y fac-
símiles, y, sobre todo, con la reproducción fotostática o en película de
35 mm. («microfilm») de libros y manuscritos para bibliotecas e indi-
viduos interesados. Estos y otros progresos realizados por la Biblioteca,
se deben en alto grado a los incansables esfuerzos de su distinguido
director, Dr. Lawrence C. Wroth, quien ha estado a la cabeza de eUa
desde 1923. Al reunir las observaciones que siguen, acerca de los ma-
tjeriales hispánicos e hispanoamericanos de la biblioteca, me he ser-
vido del libro reciente del Dr. Wroth, The First Century of the John
Cárter Brown Librar y (1946).

MATERIALES RELACPOIVADOS CON LA AMÉRICA LATINA

Es conveniente empezar nuestro análisis con la mención de obras


que constituyeron el fondo de conocimientos científicos y geográficos
de la edad inmediatamente anterior al descubrimiento de Américn.
La Biblioteca John Cárter Brown posee muchas obras d e esta clase,
por ejemplo, las obras astronómicas y geográficas de Ptolomeo, Es-
trabón, Pomponio Mela, Sacrobosco, Fierre d'Ailly y otros. Como es
bien sabido, algunas de estas obras ejercieron una influencia directa
en los conceptos geográficos de Colón.
LA BIBLIOTECA AMERICANISTA 125

Considerando luego el período de los descubrimientos y conquis-


tas, encontramos en la Biblioteca unas 300 obras •—relaciones, histo-
rias, etc., etc.— que tratan de estos hechos. Deber: mencionarse pri-
mero las siete ediciones de la famosa Epístola de Colón. Hay además
las relaciones de Vespucio, Pedro Mártir, Enciso, Oviedo, Valdés y
otros, que narran los sucesos de los viajes y exploraciones de Colón,
los Cabot, Magallanes, Ponce de León, Cortés, Pizarro, Hernando de
Soto, Núñez Cabeza de Vaca y otros navegantes y conquistadores.
Es muy rica también la colección de libros de la segunda mitad
del siglo XVI —^historias, crónicas, etc.—. La Biblioteca John Cár-
ter Brown posee 37 de las 44 ediciones conocidas de la Hi&toria de las
Indias de López de Gomara, y 12 de las 13 ediciones conocidas de la
Historia general de Antonio Herrera. Hay, además, poemas narra-
tivos sobre las conquistas, relaciones de misioneros, códigos de leyes,
historias de los aborígenes, obras científicas sobre fauna y flora y
sobre medicinas y especias, tratados geográficos, revisiones de obras
antiguas sobre geografía y diversas ciencias, y manuales de navega-
ción. Una parte importantísima de esta colección son los mapas, tan-
to manuscritos como impresos, de diferentes regiones de América. Es-
tudiándolos se echa de ver los adelantos que se hicieron entonces en
el conocimiento de las tierras del Nuevo Mundo.
No carecerán de interés unos cálculos estadísticos sobre los mate-
riales impresos de la Biblioteca John Cárter Brown relativos a la Amé-
rica latina. La Biblioteca posee:
2.900 obras en español que tratan exclusiva o principalmente de la América
latina.
2.100 obras de la misma índole, en otros idiomas.
5.000 obras en diferentes idiomas, que tratan en parte de la América Latina.

10.000 obras en total.

Más de una tercera parte, pues, de los libros de la Biblioteca John


Cárter Brown se relacionan más o menos directamente con la historia
de la América latina.
Tampoco dejará de tener interés el hecho de que la gran mayoría
de los 2.900 libros en español fueron impresos en América. Dividién-
dolos en los tres grupos siguientes, vemos que :
1.450 se imprimieron en !a Nueva España, o sea, Méjico.
418 se imprimieron en el Perú.
43 se imprimieron en otros paises de la América latina.

Unos 1.900 libros, pues, de la Biblioteca John Cárter Brown, todos


anteriores a 1801, salieron de prensas lalinoamericí.nas.
Entre los más importantes de estos libros de origen latinoamerica-
no, hay que contar 73 obras impresas en la ciudad de Méjico entre
1544 y 1600. Como la primera de estas fechas indica, la Biblioteca
126 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

posee un ejemplar de la Doctrina breve del obispo Zumánaga, la


obra más antigua que se conserva de la primera imprenta del Nuevo
Mundo, establecida en 1539. Estos 73 libros del período de los incu»
nables americanos representa más de un 31 por 100 de los 232 títulos
de ese período registrados por Medina en su obra La imprenta en
México, y se cree que esa cantidad es mayor que la de ninguna otra
biblioteca pública o privada de Europa o América
De los 28 títulos citados por Medina en La imprenta en Lima para
los años 1584-1603 —los primeros veinte años en la historia de la im-
prenta en dicha ciudad y por consiguiente de la de Suramérica— la
Biblioteca John Cárter Brown posee 15, y a demás, cuatro impresos
del mismo período, desconocidos por Medina. Uno de éstos es el ejem-
plar único de la obra más antigua impresa en Suramérica, la Pragmá-
tica Sobre los diez días del año (Lima, 1584), el decreto virreinal que
hizo efectiva en el Perú la bula de Gregorio XIII para instituir el ca-
lendario hoy en uso.
Además de la grande e imponente colección de libros relacionados
con las colonias españolas en América, hay en la Biblioteca otra.no
menos importante para la historia de la colonización del Brasil por
los portugueses. La obra más antigua de la colección es la copia im-
presa, de alrededor de 1512, de la célebre bula de demarcación, dada
por Alejandro VI para establecer la línea divisoria entre las posesio-
nes españolas y portuguesas del Nuevo Mundo, y que precedió al tra-
tado firmado por los españoles y portugueses en Tordesillas en 1494.
Sin citar más títulos, podemos damos cuenta del valor de la colección
al ver que de las 940 obras impresas anteriores a 1800 que registra
Rodríguez en su Bibliotheca Brasiliense, unas 500, o sea un 53 por
100, se hallan en la Biblioteca John Cárter Brown.
Existen, además, en ésta, colecciones de libros relacionados con la
historia de las ex-posesiones españolas que hoy día forman parte de
los Estados Unidos, es decir, la Florida y varios Estados del oeste y
suroeste del país. Hay entre otras cosas material sobre las explora-
ciones llevadas a cabo por Cortés, Cabeza de Vaca. Espejo y Corona-
do ; las conquistas de Juan de Oñate y Diego de Vargas en NUPAo
Méjico; y las labores de los padres misioneros Benavides, Pérez y Ju-
nípero Serra, en Nuevo Méjico, Arizona y California.
Las actividades colonizadoras y civilizadoras de España y Portugal
se ven reflejadas también en múltiples libros y manuscritos de la Bi-
blioteca John Cárter Brown que tocan asuntos tan variados como sor.
los idiomas indígenas de América, la historia y doctrina de la Iglesia
católica, mapas, viajes, economía, ciencias y leyes y gobierno. Eche-
mos ahora una mirada rápida a cada uno de estos grupos.
Idiomas indígenas.—Han entrado en la Biblioteca desde su fun-
dación libros y manuscritos relacionados con las lenguas aborígenes
de América: gramáticas, vocabularios y textos. Tales obras, que se
lucieron en la época colonial principalmente para uso de misioneros.
L4 BIBLIOTECA AMEBICANISTA 127

forman una de las colecciones más valiosas de la Biblioteca. Da una


idea de su valor el hecho de figurar en ella 32 de los 49 títulos y edi-
ciones anteriores a 1801 citados en la Bibliografía de Zi's lenguas que-
chua y aymará de José Toribio Medina. Uno de los tesoros de la co-
lección es el famosísimo Diccionario MomhMaya, obra manuscrita del
siglo XVI. Hay también varias obras sobre las lenguas del Paraguay,
impresas allí en las misiones de los jesuítas, y diversos diccionarios,
gramáticas y textos, manuscritos en su mayor parte, de las lengua-
náhuatl, zapoteca, matlatzinca, tarasca y zoque de Méjico y del ca-
chiquel de Guatemala. Se puede apreciar el valoi y extensión de la
parte impresa de la colección al saber que 143 do las 211 ediciones
anteriores a 1801 incluidas en la Bibliografía española de lenguas i«-
digerías de América de Vinaza, o sea un 68 por 100 del total, se ha-
llan en la Biblioteca John Cárter Brown.
Historia eclesiástica.—^La -Biblioteca posee una gran cantidad de
libros y documentos relativos a la historia de la Iglesia católica en
los países americanos de habla española y de habla portuguesa. Entre
otras cosas encontramos: crónicas y relaciones de jesuítas, francisca-
nos, agustinos, dominicos y de otras órdenes religiosas; libros litua-
le, o de oficios en honor de santos venerados en ciertas localidades;
biografías religiosas y actas de sínodos. Entre los manuscritos los hay
tan notables como el documento, firmado por el obispo Znmárraga,
en que se proclamaba el establecimiento del arzobispado dé Méjico,
y varios códices de obras escritas por los padres Las Casas, Ah^nso de
la Veracruz, Diego de Basalenque y otras figuras destacadas de la
Iglesia católica en la Nueva España.
Mapas.—^De la colección muy numerosa de mapas que se conser-
van en la" Biblioteca, forman naturalmente una parte esencial los de
la América española y portuguesa. Se encuentra aquí el denominado
generalmente con el nombre de Ramusio, de 1534. uno de los prime-
ros mapas impresos en que figura el nombre del P e n i . Tampoco fal-
tan los atlas, con planos portulanos, de Maggiolo y de Agnese, tan im-
portantes para el estudio d e la geografía d e Hispanoamérica. La colec-
ción de ediciones de la Geografía de Ptolomeo, de gran interés tam-
bién por sus mapas, comprende los siglos XV a XVIII y es una de las
tres o cuatro colecciones más grandes del mundo, faltando solamente
dos de las cuarenta y seis ediciones impresas antes de 1801. Entre las
adquisiciones recientes hay una gran carta del mar Caribe, hecha por
un oficial de la marina española en el siglo XVTII, y un tomo manus-
crito, también del XVIII, de derroteros para uso de navegantes por
el mismo mar de las Antillas.
Relaciones de viajes.—La Biblioteca posee unas mil relaciones de
viajes americanos anteriores a 1800, entre las cuales figuran las de mu-
chos exploradores y conquistadores españoles y portugueses. Obras fun-
damentales de esta colección, en cuanto a Hispanoamérica, son: el
Librean de tiuta la novigatione de re de Spagnu (Venecia, 1504), plagio
128 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

de la •descripción de Pedro Mártir, entonces todavía inédita, de los


tres primeros viajes de Colón; otro libro italiano, Paesi nQvantente
retrovati (1507), que reproduce la materia del Libretto citado y aña-
de relaciones de los viajes marítimos de portugueses por la costa de
África y a la India; la Epístola de Colón ya mencionada; y la rela-
ción del tercer viaje de Vespucio, en 11 ediciones.
Economía.—Unos 5.000 de los libros de la Biblioteca guardan re-
lación más o menos «strecha con la historia económica de Europa y
América. Entre los 10.000 que posee aquélla relacionados con la Amé-
rica latina, encontramos innumerables que tienen puntos de contac-
to con la vida económica de las colonias. Algunos tratan, por ejem-
plo, de la explotación de las minas de plata; otros de la exporta-
ción de ésta a España. Otros versan sobre la protección de los indíge-
nas en el laboreo de minas, la venta ilegal de plata a otros países, la
industria azucarera (en especial la de las Antillas), el cultivo y co-
mercio del tabaco, y otros muchos asuntos. En fin, en la Biblioteca
John Cárter Browu hay un tesoro riquísimo de materiales tocantes
no solamente a la historia militar, administrativa, poh'íica, etc. de
América, sino también, y en alto grado, a su historia económica.
Ciencias.—Aimque menos numerosa, no menos importante es ía
colección de libros en el campo de las ciencias. El descubrimiento de
América dio grandes impulsos al desarrollo y perfeccionamiento de
la ciencia de la navegación, y como consecuencia se inventaron nuevos
instrumentos y nuevos métodos, que luego fueron utilizados por los
autores de manuales de navegación. Ya hemos mencionado el Arte
de navegar de Medina y la Sumta de geografía de Enciso —dos de los
primeros libros adquiridos por John Cárter Brown. Podemos agre-
gar ahora algunas otras obras de esta clase, de gran importancia, como
son las Longitudines de Alonso de la Veracruz, el Breve compendia}
del la Sphera y de la arte de navegar de Martín Cortés, y el Traüado
de esphera (Sevilla, 1535) y Tratado de sphera (Lisboa, 1537) de los
lusitanos Francisco de Faleiro y Pedro Nunes, respectivamente. Estos
y otros ilustres cosmógrafos y miatemáticos de la época de los descu-
brimientos y la colonización están representados en la Biblioteca
John Cárter Brown. La misma época vio la publicación en España de
bastantes obras sobre la historia natural de América. Sólo nos fijare-
mos de paso en dos o tres títulos de los más notables, representados
también en la Biblioteca, a saber: La historia natural y moral de las
IndicRs (1590) de Acosta, la célebre obra del Dr. Monardes, Dos li-
bros... de todas las cosas que traen de nuestras Indias occidentales
(Sevilla, 1565), y La historia de las plantas de la Nueva España del
doctor Francisco Hernández. De esta última obra hay en la Biblioteca
un compendio manuscrito en latíii, hecho por otro eminente natura-
lista del siglo XVI, Dr. Antonio Nardo, y asimismo im ejemplar de
la traducción al español de dicho compendio, titulada Quatro libros
de la naturaleza, publicada en Méjico en 1615. Es este un ejemplo
LA BIBLIOTECA AMERICANISTA 129

entre bastantes que pudieran citarse de obras de carácter científico


-—manuales de navegación, de medicina, etc.— que ae publicaron en
América, sobre todo en la Nueva España, desde mediados del si-
glo XVI. La Biblioteca tiene varias de ellas, mereciendo especial men-
ción el primer tratado de física compuesto e impreso en el Nuevo
Mundo, la Phisica Speciüaño de Alonso de la Veracruz (Méjico, 1557).
La Biblioteca posee también un' número considerable de las obras
más importantes publicadas en América en los siglos XVII y XVIII
sobre historia natural, medicina, navegación, astronomía, matemáti-
cas, metalurgia y otras ciencias puras y aplicadas.
Material legislativo y jurídico—Otra de las colecciones principa-
les de la Biblioteca John Cárter Brown es la relacionada con la legis-
lación vigente en la América latina durante el período colonial, tan-
to la eclesiástica como la civil. Se hallan aquí no solamente obras de
fondo como Las déte partidas y varios papeles oficiales, sino también
gran número de tomos de leyes y ordenanzas acordadas en diversas
ocasiones en las Cortes de Toledo, Valladolid, Madrid y Segovia. Hay
también varias obras manuscritas basadas en el derecho canónico, sien-
do digno de mención un autógrafo del obispo fra^ Bartolomé de las
Casas. En el terreno de la legislación civil encontramos cosas tan im-
portantes como las Pragmáticas llamadas de Juan Ranu'rez, publicadas
en 1503, en las que por primera vez se dan leyes referentes a la vida
en América, o las famosas Leyes y ordenanzas nuevanvente hechas del
reinado de Carlos V. Hay también colecciones de leyes de diferentes
épocas, como las Provisiones de Diego de Encinas (Madrid 1596). No
se debe omitir mención tampoco de las Provisiones cédulas. Instruc-
ciones de, su Magestad de Vasco de Puga, publicadas en Méjico en
1563, que constituyen el primer código impreso de] derecho civil de
la Nueva España. Y no olvidemos, finalmente, los centenares de orde-
nanzas y cédulas, reales o virreinales, tocantes a toda clase de activi-
dades económicas, políticas y sociales de la vida colonial.
Manuscritos.-—En lo expuesto hasta aquí he alrdido varias veces a
obras manuscritas. Aunque el principal objeto del fundador de la Bi-
blioteca y de sus dueños y directores sucesivos ha sido el de reunir una
colección de obras impresas, no por eso han dejado de adquirir en
muchas ocasiones manuscritos que tuvieran algún interés o importan-
cia. Hoy día, el número de manuscritos existentes en la- Biblioteca es
bastante crecido, y los relacionados con la América' latina forman,
desde luego, ima parte muy importante de la colección. Además de los
manuscritos mencionados arriba hay, para citar algunos ejemplos más,
la famosa relación del fundador de Quebec, Samuel de Champlain,
ilustrada con preciosas pinturas en acuarela, de un viaje que hizo por
las Antillas en 1599-1601; una colección muy grande de declaraciones
juradas de unos 1.500 novicios franciscanos en Méjico; una colección
de documentos relativos a asuntos políticos y administrativos en Mé-
jico del período 1588 a 1745; un tomo de reales cédulas referentes a
130 REVISIii DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

cuestiones áe Hacienda de la Nueva España, de diferentes fechas, entre


1522 y 1584; varias crónicas eclesiásticas mejicanas; un resumen del
Libro de privilegios de Colón, contemporáneo del original; una copia
antigua del diario de Hernán Cortés de la expedición que hizo a Hon-
duras en 1524; un libro manuscrito azteca, ilustrado con dibujos en
colores, de mediados del siglo X V I ; una copia manuscrita, del XVII,
de la Historia de las Indias ¿el padre Las Casas; y el Diario del pa-
dre Pedro Font, que relata los sucesos de la expedición española que
en 1776 fundó la ciudad de San Francisco de California.
Bibliografía—En una biblioteca tan bien organizada como la John
Cárter Brown no podía faltar una sección bibliográfica. Ein efecto, ve-
mos que aquélla posee, sin contar sus ficheros especiales de diferentes
materias, unos 4.000 libros y artículos de carácter o interés bibliográ-
fico —bibliografías, monografías sobre libros o autores individuales,
etcétera—, que facilitan grandemente el trabajo del personal de la Bi-
blioteca y de las personas que la visitan para continuar en ella sus in-
vestigaciones.
LA BIBLIOTECA DEL MONASTERIO DE MONTSERRAT

POR D O M A . M. OLIVAR
Bibliotecario de Montserrat

Aunque la Biblioteca del Monasterio de Montserrat tenga, como


siempre ha tenido, carácter puramente privado, esto es, no sea bi-
blioteca pública, sino que esté reservada al uso particular de los
monjes benedictinos que desde casi mil años son custodios de este
santuario, no puedo menos de acceder con mucho gusto a la invita-
ción que por parte de la dirección de la REVISTA DE ARCHIVOS,
BIBLIOTECAS Y MUSEOS se me ha hecho de redactar este breve
artículo informatÍA'O, que siempre podrá ser de alguna utilidad. Cree-
ré haber cumplido mi cometido, si doy, aunque tenga que ser muy
conciso, un resumen de la historia de la Biblioteca de Montserrat
desde sus tiempos más remotos, explicando su evolución y su nueva
creación, su estado actual, la disposición de los departamentos, la
clasificación y la distribución de los libros; su cont^^nido, en general,
según sus secciones y colecciones; las secciones anejas; los catálogos
y la organización actual; y, finalmente, de sus labores y de los actos
que en ella van realizándose.

* * *

Un monasterio benedictino sin libros no sería benedictino; no


estaría en condiciones de practicar la Regla de San Benito, en la que
en diversos lugares aparecen los libros como jugando un papel esen-
cial en la vida de los monjes. Montserrat, pues, desde que fué con-
vertido, en los primeros años del siglo XI, de ermita en cenobio
benedictino, tuvo su pequeña biblioteca indispensable. Siendo en este
tiempo todavía un monasterio adolescente y pobre, recibía los libros
prestados de su abadía madre, Ripoll, aquel centro de cultura que
con los 250 códices que poseía en este tiempo, custodiaba dentro de
sus muros la biblioteca mayor de la Península ibérica. Por suerte,,
ha llegado hasta nosotros una lista de los libros que Ripoll tenía pres-
f
132 REVISTA DE ARCHIVOS, BIDLIÜTECAS Y MUSEOS

tados a Montserrat. Dom Benito Ribas, archivero que fué de Mont-


serrat a finales del siglo XVIII, entre muchos trabajos que realizo
en el monasterio de RipoU, copió un notable catálogo de libros de
la Biblioteca de este monasterio, catálogo cuya letra decía ser del
siglo XI. El catálogo de que nos habla el P . Ribas no ha sido encon-
trado por los modernos investigadores, pero sí se ha conservado 6u
copia. Es el ms. 12-27-4, E 122 de la Academia de la Historia. Hacia
el final, bajo el epígrafe In Monteserrato, significando con esto los
libros que se hallaban en Montserrat (1) se lee una corta, pero inte-
resante lista de libros (2).
No constituye esta breve lista el único documento referente a la
•existencia de libros en el siglo XI en Montserrat. Se tienen noticias
de otros libros de la naciente biblioteca montserratina en el mismo
siglo; por lo menos estamos enterados de la donación que el clérigo
Amat hizo al monasterio de un Officiarium y de un Anf phonarium
cum rosponsoriis (3). El cod. 193 de Ripoll (Barcelona, Archivo de
la Corona de Aragón), del s. XI-XII, nos ofrece el primer testimonio
de la existencia de un Scriptorium en el monasterio, hacia 1100, y,
con ello, de la labor bibliográfica de los monjes, labor que habrá de
continuarse siempre en aumento constante, hasta convertirse el Scrip-
torium en imprenta ya a finales del siglo XV (4), y la producción li-
teraria de los monjes llegar a su mayor esplendor en el siglo XVI (5).
El único producto cierto que hava llegado hasta nosotros del antiguo
Scriptorium montserratino, es ár llamado Llibre Vermdl, escrito por
diversas manos del siglo XIV, |de contenido misceláneo, interesante
especialmente para la historia de la música y de Montserrat (6). De
tamaño de in-íolio, está bellamjente ejecutado, y sus bellas miniatu-
ras dan priieba de la preocupación artística de los monjes copistas.
A mediados del siglo XV la actividad del Scriptorium llega a su
punto culminante. Los reyes aragoneses encargan transcripciones de
libros, los monjes emprenden viajes literarios (7). Pero pronto había

(V) Véase la conferencia impresa de DOM ANSELMO M . ALBABEDA : El JÁibre a


Montserrat (del segle XI al segle XX).—Montserrat, 1931, pág. 12 ss.
(2) R. BEBR : Di> HandfchrifKn des Klosters Santa María de Ripoll (Sitzungs-
berichte der kais. Akad. der Wi.ssenschaflen in Wien. Philos.-hist. Klasse. 155. B . ,
3. Abhandlung).—^Vieiia, 1907, p . 109. Del mismo a u t o r : Handschriftenschiilxc
Spani«n.s.—Viena, 1894. 412 y 413.
(3) DoM ALBAREDA, 1. c, p. 19.
(4) DOM AI.BAREDA : «La impremía a Montserrat». E n : Analecla Montserra-
lensia, vol. II, 1918. 12-166.
(5) El misino a u t o r : «Bibliografía deis Monjos de Montserrat en el segle XVI».
E n : Analecta Montserratensia, vol. VII, 1928, 11-302. Recoge todas las obras co-
nocidas de los monjes de este siglo, y sus reediciones en los tiempos posteriores.
(6) El «Llibre Vermell» está deserito en Analecta Montserratensia, vol. I,
1917, 2-9 (es el ms. 1.^. Cf. en el mismo vol. I de Analerla. 201-2?5. «Textos ea-
talans del Llibre Vermell», 100-192; DOM GREGORIO M . S U Ñ O L : «Els cants deis
nostres romeusí).
(7> ALBAREDA ; «El Llibre a Montserrat», p . 25 s.
LA BIBLIOTECA DEL MONASTERIO DE MONTSERRAT 133

de disminuir la actividad de los monjes copistas. En 1498 se fundaba


la imprenta, bajo la dirección del maestro Juan Luschner (8). La
historia de la imprenta en Montserrat se divide en dos etapas, que se
sucedieron con muy poco espacio de tiempo, en el paso del siglo XV
al X V I ; etapas breves, por cierto, formando solamente un conjunto
de diecisiete meses de actividad tipográfica, pero durante las cuales
salieron de la tipografía montserratina 7.691 volúmenes impresos.
Después la imprenta desaparece para no volver a resucitar hasta nues-
tro siglo XX.
La actividad tipográfica, la labor intelectual de los monjes y su
amor al libro hacen suponer la existencia de una biblioteca conside-
rable entre los peñascos de Montserrat. Desgraciadamente, el incen-
dio del monasterio por las tropas napoleónicas en 1811 destruyó o
disperso los libros y los manuscritos. El viaje literario, del padre Vi-
llanueva (vol, VI); los apuntes del padre Benito Ribas al padre Pas-
cual (9) y al padre Méndez (10); las citaciones que hacen en sus
obras los antiguos mcnjes montserratinos; algún que otro libro que
lleva indicaciones expresa?, permitían, hasta ahora, conjeturar algo
sobre el contenido de la biblioteca, impresa y manuscrita antes de la
destrucción de los franceses (11). Ss creía hasta ahora que los libros
que de esta destrucción se habían salvado eran muy pocos, casi nin-
guno. Un catálogo que acaba de descubrirse nos da la lista (incomple-
ta) de los libros existentes inmediatamente antes de la desgracia de
1811. La publicación de este catálogo, mejor dicho, lista de libros,
contenida en una relación de viaje del año 1799, está en preparación.
Ella pondrá en claro que algunos de los manusciútos actualmente con-
servados en el monasterio formaban parte de la antigua biblioteca.
Además, recientes sondeos practicados en los archivos barceloneses
lian llevado a la convicción de que en ellos se esconden parte de los
antiguos documentos montserratinos. Sólo será posible llegar en este
punto a resultados satisfactorios a medida que el material acumulado
en estos depósitos de Barcelona vaya siendo clasificado y analizado.
El hecho es que, después de 1811 y de 1844, terminada la exclaus-
tración, Montserrat había perdido todos sus libros y manuscritos. Al-

(8) ALBAREDA : «La impremía a Montserrat», en 1. c. F . VINDEL : «El arte ti-


pográfico en Cataluña durante el íiglo XV». Madrid, 1945, p . 215 ss. J. RuBto :
«HulHes incunables de Montíerral». en Analecla MonlscrraU-mUí, IV, 1920-1921.
263-277.
(9) Biblioteca (í<> Catahiña, ms. 729: «Monunienta Scirae Cathaloniae Anií-
quitatis», vol. I I I .
(10) En su Tipournfía.
( l l t Ai.i!ARF.!)A: «El IJibre a Monlscrral», p . 41. Del mismo a u t o r : «L'Arxui
antic de Montserrat.» E n : Analecla Montserralensic, vol. I I I , 1919, 11-216.—R.
B E E R : «Handschriflensehülze Spaniens», p. 357 -s. D ' A i ó s , R. : «Alfíuns ma-
nufcrits d e I'antiga liiblioteoa Montserratina». E n : Aiml. Monis., vol. 1. 1917,
234 y sig. (del ms. 13.464 <!<? la Uibl. Nae. de Madrid; apuntamientos del P . Jai-
me Caresmar). *
134 BEVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

gunos de los pocos manuscritos de la antigua biblioteca, de que se


«abía el paradero, así como algunos incunables salidos de la vieja
imprenta, tuvieron que ser comprados. Lentamente fueron llenándo-
se los armarios nuevamente instalados y, en 1900. la biblioteca con-
taba imos 15.000 volúmenes, en su mayor parte libros sin valor, que
más tarde fueron vendidos o destruidos. Dios ayudó en la reorgani-
zación de la biblioteca. Más que reorganización deberíamos decir
nueva creación. Esta »e debió al interés incansable del recientemente
fallecido abad Dom Antonio M. Marcet y de su bibliotecario,
Dom Antonio M. Tobella. En el transcurso de unos veinte años, sobre
todo durante el decenio 1920-1930, los libros afluyeron en cantidades
considerables, subiendo su número a unos 200.000, que son los que
actualmente contiene la biblioteca. Este rápido crecimiento obligó a
la construcción de nuevos locales, realizada en 1925 por el arquitecto
señor Puig y Cadafalch, teniendo que ser los locales ampliados en
1941. Los monjes han querido perpetuar la memoria del mérito del
reverendísimo abad Marcet, colocando en 1941, con ocasión de la
inauguración de las salas más recientes de la biblioteca, en la en-
trada de la misma, un obelisco de piedra de la montaña con la si-
guiente inscripción :

BIBLIOTHECA MAXIMVM BENEDICTINI COENOBII ORNAMENTVM


ANTONII ABBATIS STVDIO CENTVM QVIIVQVAGINTA MILLIBVS
VOLVMINVM AVCTA
CLAVSTRALIVM VT IN VERITATIS INDAGINE PARCERETUR DISCVRSIBVS
MVNIMENTVM ITAQUE EXTARET MONASTICAE STABILITATIS

* * *

La biblioteca consta actualmente de los siguientes departamentos :


Departamento A, que ocupa las tres alas del claustro, frente a la Ba-
sílica, en el segundo piso del monasterio, sobre los museos. Este de-
partamento comprende la sala de lectura, la sección de los catálogos,
las oficinas y la sala selecta, donde se conservan los manuscritos, los
incunables y los libros raros. La sala de lectura contiene las obras de
consulta : enciclopedias, léxicos, diccionarios y la* grandes coleccio-
nes, habiendo sido destinados recientemente los últimos armarios a
contener la sección de Orientalística y parte de Bíblica, por ser estas
materias una de las especializaciones más particulares de los monjes
de Montserrat. La sala de lectura está unida con la del catálogo por
medio del vestíbulo de la biblioteca. Prescindiendo de un armario
con el que empieza la sección de Genealogía y Heráldica, y de otro
destinado a encuademaciones artísticas, la mayor parte de los libros
que en el vestíbulo se guardan la forman grandes colecciones de clá-
sicos, griegos y latinos, los cuales, como fácilmente podemos obser-
var por los catálogos medievales que han llegado hasta nosotros, han
LA BIBLIOTECA DEL MONASTERIO DE MONTSERRAT 135

tenido una preferencia en las bibliotecas de los antiguos monasterios.


La aala de los catálogos contiene las secciones de Genealogía, Herál-
dica y Numismática, Paleografía, Bibliografía e Historia del libro
(una d© las secciones más completas de la biblioteca), Arqueología y
Arte. La sala selecta, como ya se ha dicho, está integrada por el fon-
do de manuscritos, incunables y libros raros del siglo XVI. Los ma-
nuscritos están divididos en los latinos (en número de 1.030, com-
prendidos los de lengua vulgar neolatina) y los orientales (148: si-
riacos, persas, árabes y hebreos) (12). La selecta aventaja a las de-
más salas de la biblioteca por la presentación lujosa de sus armarios,
por más que toda la biblioteca pretenda tener un aspecto artístico en
su arquitectura y mueblaje. Dos grandes mesas-vitrinas ocupan el me-
dio de la selecta, destinadas a la exposiciones de libros manuscritos.
El departamento B es la sala central, de nueve metros de ancha
por 24 de larga, coronada por ima galería (departamento C) y reci-
biendo luz cenital. Igual que los restantes departamentos, sus arma-
rios son de m^adera; pero, a diferencia del A, el departamento B no
está emparquetado, sino que tiene el suelo recubierto de linoleum.
Integran este departamento las siguientes secciones: Liturgia y Ar-
queología cristiana. Teología dogmática y Sagrada Escritura (parte).
Filosofía e historia de la Filosofía, Historia de las religiones. Historia
eclesiástica. Patrología, Literatura medieval. Música (parte de esta •
sección se conserva en la Escuela de Música), Hagiografía, Ordenes
religiosas, Monástica (13). Contiene, además, parte de la sección de
grabados (14). La galería C, continuada por un apéndice formado por
una sala octogonal, dentro del campanario gótico del monasterio, con-
tiene las secciones de Filología clásica grecolatina. Filología oriental.
Literatura catalana, demás españolas y modernas e Historia general
de la Literatura. La sala octogonal, suplemento a estas secciones,
comprende, además, una sección especial de antiguos libros españoles
d e Ascética y Mística de los siglos XVI al XVIII.
Adosado a la sala central por la parte Norte, hay el departamento
D. Sus secciones son: Historia antigua y civil, política de España, de
Cataluña, Baleares, Aragón y Valencia; de Francia, Inglaterra, Ale-
mania, América y otros países; Geografía universal y particular;

(12) Lo» manuscritos de música se conservan en los archivos de la Escuela de


Música de la Escolania de Montserrat. Una descripción detallada de los 72 pri-
meros mss. de la Biblioteca la da Dom A. M. Albareda en Analecta Monts., vo-
lumen I, 3-99.
(13) Parte de los libros de Sagrada Escritura, Liturgia y Monástica se hallan
en las salas de estudio destinadas a estas especializaciones: Scriptoria, Los Scrip-
loria están situados en el mismo piso de la galería C, junto a ella. En la sección
de Monástica destácase la colección de «Reglas de San Benito». Cf. Dom A. M. Al-
bareda, «Bibliografía de la Regla Benedictina».—Montserrat, 1933.
(14) «La colección de gozos» («goigs»), integrada por unos 25.000 números', y
«tras colecciones (ex libris, aleluyas, etc.) se guardan en departamentos especia-
les fuera del recinto de la biblioteca.
136 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

viajes. Derecho civil y eclesiástico, Teología moral. Sociología, As-


cética y Mística; Homilética, Mariología, Ciencias Exactas y Natu-
rales, sirviendo los ültimos armarios de suplemento a la sala de re-
vistas.
La sala de revistas, dividida en dos departamentos, se halla para-
lela a la sala del catálogo, entre ésta y la fachada del monasterio.
Además de las revistas se guardan en ella parte dé las colecciones pe-
liódicas o aperiódicas.
Un gran departamento especial, F, que se encuentra sobre la sala
de revistas, está exclusivamente reservado para las bolsas de cartón
en número de 2.350, que contienen tesis doctorales, folletos, impresos
delgados y sin encuadernar, etc. Este departamento da acceso al de-
pósito de libros no catalogados.
Anejos a la biblioteca, aunque sin formar propiamente parte de
ella, hay el Archivo (15); la imprenta, con el taller de encuadema-
ción, y los laboratorios de litografía y fotografía. El piso inferior
a la biblioteca está ocupado por la pinacoteca y por los museos: el
bíblico, el egiptológico y el montserratino. La colección numismática
del monasterio (un catálogo parcial está para entregarse a la impren-
ta) está dividida en dos secciones: la de las monedas relacionadas con
la Historia bíblica y la de las demás monedas antiguas y modernas.
La primera de estas secciones se conserva en el Museo Bíblico.

$ H: 4:

Hasta 1943, los lectores disponían únicamente de un catálogo de


autores. En dicho año se comenzó la redacción de un nuevo catálogo
de materias y autores, conjuntamente, en fichas mecanografiadas, com-
prendiéndose en este nuevo catálogo enciclopédico cada artículo de
revista o componente de las obras misceláneas. Discutióse, en ocasión
de empezar el nuevo catálogo, la posible reordenación de la.bibliote-
ca por el sistema decimal, pero se abandonó esta idea por el hecho
de que de haberla seguido hubiesen surgido dificultades, principal-
mente en cuanto a la bella presentación de los armarios. Vióso, en ''I
parecer de los monjes, la tendencia a no considerar una biblioteca,
por lo menos una biblioteca monástica, como un mero depósito de
libros, sino a conservar eJ concepto antiguo, según e] cual Ja bibliote-
ca debe ser la sala de estudio ambientada y acogedora.
El año pasado de 1947 terminóse la nueva ordenación y numera-
ción definitiva de los manuscritos. Existe un catálogo sucinto del con-
tenido de los mismos; acaso algiín día me atreva a publicar una lista

(151 El documento más' antigno que posee el Archivo está fechado del
año 862. Solamente se han catalogado hasta el presente 2.500 pergaminos, referen-
tes a monasterios catalanes.
LA BIBLIOTECA DEL MONASTEBIO BE MONTSERRAT 137

provisional, por más que ella no pueda ofrecer, en general, cosas de


exqesivo interés a los investigadores.
El personal de la biblioteca consta del primer bibliotecario o di-
rector y de cuatro subbibliotecarios, sin contar los otros miembros
de la Comunidad que trabajan en la ordenación o catalogación de los
libros. A uno de los subbibliotecarios incumbe la dirección, del nuevo
catálogo en curso de redacción; a otro, de dar cuenta semanalmente,
antes de la conferencia para la que se reúne la Comunidad cada
jueves, de los libros y de los números de revista que van ingresando.
Estos libros y revistas, antes de ser colocados en sus respectivas sec-
ciones, quedan expuestos públicamente, durante una semana, para
que la Comunidad pueda libremente hojearlos; pero los libros no
quedan propiamente a la disposición de los lectores, sino una vez ob-
tenido el número de catalogación (16).
Se ha dicho ya que la biblioteca tiene carácter privado. Esto ex-
plica que no esté organizado un servicio de préstamo exterior. Para
los monjes es libre no solamente el acceso a la biblioteca en cualquier
momento, sino que pueden extraer los libros (excepto las obras que
más se consultan, señaladas con etiqueta verde), a condición de llenar
una ficha especial impresa, indicando en ella la fecha de la extrac-
ción del libro, el autor y el título de la obra, firmando la ficha y de-
jándola en una bolsa o sobre de cartón.

* * *

Las actividades culturales de la biblioteca, aparte de las publica-


ciones, se resumen en las exposiciones y en las conferencias que en
ella tienen lugar. Seis son las exposiciones que últimamente se han
abierto en la sala selecta. En agosto de 1946 tuvo lugar la exposición
bibliográfica asuncionista con ocasión de la celebración de la Sema-
na Mariológica en Montserrat. En septiembre del mismo año se inau-
guró la exposición Torras i Bages, con motivo del primer centenario
del nacimiento del ilustre obispo de Vich. En el mes de diciembre
hubo una exposición de diplomas y documentos relativos a la Historia
monástica española. En marzo de 1947 tuvo lugar una gran exposición
bibliográfica benedictina, motivada por la celebración del XIV cen-
tenario de la muerte de San Benito; la exposición ocupó todo el de-
partamento A, con la selecta, y se distribuyó en las siguientes seccio-
nes: A : 1, Montecassino; 2, Francia; 3, Bélgica; 4, España; 5,
Alemania; 6, Inglaterra; 6b, Italia; 7, Obras bíblicas. B : 1, Edi-

(16) Además del ex libris, recibe cada volumen el sello de la biblioteca,


una etiqueta cuadrada en la parte interior de la cubierta posterior y otra redonda
en el lomo con la signatura, en las que va indicado la sala, el armario, el for-
mato aproximado del libro, y el número concreto del volumen.
138 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

clones de la Regla benedictina (latín); 2, Traducciones de la Regla;


3, Versiones españolas de la misma; 4, Comentarios; 5, Ediciones
de los Diálogos de San Gregorio Papa (Libro I I : Vita Benedicti);
6, Obras de antiguos monjes de Montserrat; 7, Iconografía benedic-
tina. C : 1, Incunables de la Regla de San Benito; 2, Demás vitrinas:
•códices y documentos manuscritos relativos a los benedictinos. Ha-
bía, además, dos salas dedicadas a los libros publicados por los mon-
jes de la Congregación de San Mauro. En abril de 1947, al inaugurar-
se el nuevo trono de la imagen de la Santísima Virgen, se celebró la
exposición del antiguo libro montserratino.
En cuanto a las conferencias, doy la lista de algunos de los títulos
que puedan ser más sugestivos de las conferencias dadas durante los
dos últimos años: «Cosme de Montserrat, bibliotecario del Papa Ca-
lixto III», por Dom Anselmo M. Albareda; «Historia de la construc-
ción de los edificios de Montserrat», por Dom R. Sans; «La literatu-
ra helenístico-judía y el II Libro de los Macabeos», por Dom P . Be-
Uet; «La cuestión bíblica en el Concilio de Trento», por el mismo;
«Sobre algunos manuscritos de la biblioteca de Montserrat, de interés
para Montserrat y para los benedictinos», por ídem; «La tesis de
Doms y de Krempel sobre el fin primario del matrimonio», por Dom. P .
U. Farré; «El género literario del Libro de los Jueces», por Dom R.
Díaz-Carbonell; «Las tradiciones valoradas como fuente de revelación
y como fuente histórica de argumentación», por Dom E. Llopart;
«El obispo Torras i Bages y Montserrat», por Dom 'A. Olivar; «La
música en el Concilio de Trento», por el doctor don Higinio Anglés;
«Niger puerulus» en la literatura cristiana antigua», por Dom A. Oli-
var; «Modicissima aqua» : interpretación histórica del Canon 814,
por Dom G. Camps); «Dom Gregorio M. Suñol», por Dom. G. Es-
trada ; «Observaciones sobre agonía y muerte en la literatura anti-
gua. Lectura de sermones en la Iglesia primitiva», por Dom A. Oli-
var; «Munuscula amicitiae» en las epístolas medievales, por Dom B.
Simeón; «La vocación monástica de San Pedro Orséolo», por Dom P .
U. F a r r é ; «Estada de Domingo de Betanzos y de Domingo de Soto en
Montserrat», por Dom P . Bellet; «San Benito y Santo Tomás», por
Dom P . Gassó; «Dom Morin y Dom Butler sobre la oración men-
tal según San Benito», por Dom E. R i u ; «Qué importancia tienen
los cantos del Llibre Vermell de Montserrat para conocer el canto
popular y la danza sagrada del siglo XIV en Europa», por el doctor
don Higinio Anglés; «Significación de Claudio de Turín en el Rena-
cimiento carolingio», por Dom P . Bellet; «La protohistoria de
Montserrat», por Don) A. Mundo; «El Corpus de Berlín», por
Dom A. Olivar; «Colores, aromas y utilidades de las flores», por
Dom A. F . Marcet; «Félix Mendelssohn-Bartholdry», por Dom D. Pu-
j o l ; «Sobre la autenticidad de algunas obras de S. Beda», por Dom
R. Díaz-Carbonell.
Por lo que se refiere a las publicaciones, bastará indicar aquí las
LA BIBLIOTECA DEL MONASTERIO DE MONTSERRAT 139

<íolecciones publicadas: La Biblia (v€r8Íón catalana de los textos ori-


ginales, comentario e ilustración): aparecidos 13 vols. Grumátxas
orientales (6 vols.). Analecta Montserratensia (7 vols.). Catalonia Mo-
nástica (2 vols.). Biblioteca Monástica (10 vols.). Mistics de Mont-
serraie (5 vols.). Mestres de VEscoUmía de Momserrat: Obras musica-
les de los monjes de Montserrat, 1500-1800, editadas por primera vez
(5 vols.). Biblioteca Litúrgica (de divulgación: 8 volúmenes hasta
ahora publicados).

Montserrat, enero de 1948.


LA BIBLIOTECA PUBLICA DE NUEVA YORK

POR PAUL D. GREEN

, Debidamente autorizados, nos es gra-


to publicar la traducción española del
articulo aparecido en la revista norte-
americana Tink, febrero 1948.

Los funcionarios de la Biblioteca Pública de Nueva York reciben


toda clase de preguntas por correo, por teléfono o por el consultante
en persona. Todas se contestan, con tal que la información sea real-
mente útil y la respuesta no ofrezca gran dificultad, porque entre
los muros de granito de la Biblioteca se contienen, prácticamente,
cuantos conocimientos puedan necesitarse. Los amables bibliotecarios
gustan de sacar a la gente de apuros. Solamente se dan de lado, des-
de hace años, las consultas acerca de ortografía, porque en aquella
época escaseaba el tiempo y las preguntas eran cada vez más abun-
dantes; también han suspendido la información sobre temas grama-
ticales y números de teléfono. Pero contestarán a toda otra clase de
preguntas, en cualquiera de las lenguas vivas, y hasta el swahili, es-
quimal, inglés básico o esperanto. Todo el personal sabe hablar por
lo menos uno de los idiomas modernos y hay un poliglota que posee
nueve.
Para auxiliarse en la respuesta a las preguntas que son unas tres
mil al día, los bibliotecarios tienen en el salón de catálogos unos es-
tantes con libros de consulta rápida que les proporcionan la infor-
mación requerida o les indican dónde pueden encontrarla. Son dic-
cionarios en inglés o en idioma extranjeros, enciclopedias, atlas, di-
rectoriofc de periódicos americanos, direcciones de personas y enti-
dades útiles, los catálogos Sears Roebuck y Montf^omery Ward (am-
bos referentes a órdenes comerciales por correo), una colección de
recorte» de la revista THQ New York^r y una lista de Escuelas espe-
ciales ds toda clase redactada por un antiguo empleado durante su
estancia en el hospital de Okinawa.
No es extraño que tanta gente acuda a la Biblioteca para la ob-
142 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

tención del dato difícil que necesita, porque es el más copioso y


siempre renovado arsenal de conocimientos que el público pueda uti-
lizar. Alineados en sus anaqueles, que forman más de ochenta millas
de estanterías, hay más de 4.200.000 volúmenes, en 3.000 idiomas.
Para hacer un inventario de este tesoro de la inteligencia, en el su-
puesto de invertir cinco segundos en la escritura de autor y título,
trabajando ocho horas diarias y cinco días a la semana, se necesita-
rían más de dos años <3e labor. En números redondos, son 4.000.000
de personas al año las que usan de las facilidader- de la Biblioteca
(11.000 cada día, poco más o menos); en 1947 la concurrencia ha
aumentado en un 20 por 100 más que el año más concurrido de los
anteriores. El público frecuenta la Biblioteca no sólo para obtener
el libro que ha de leer en casa, o para la búsqueda de antecedentes y
datos, sino también para visitar las salas de exposiciones de arte,
seguir cursos sobre asuntos varios, escuchar las discusiones de los
centros de controversia libre o leer las partituras originales de casi
todas las composiciones musicales de todos los tiempos.
Entre las muchas colecciones especiales de ia Biblioteca exislc
una famosa serie de libros de cocina publicados en el siglo XVII,
otra de conocidas novelas a diez centavos, millares de títulos sobre ni-
gromancia, una sección de libros raros que contiene inapreciables
tesoros bibliográficos, como la edición en dos volúmenes de la Biblia
de Gutenberg, valorada en 200.000 dólares y los manuscritos origi-
nales de varias obras clásicas, como el Tamerlane, de Poe, y el Con-
neticut Yankec, de Mark Twain. Para la lectura ordinaria la Biblio-
teca recibe cada mes 10.000 revistas publicadas en los Estados Unidos
y en el extranjero, las cuales se conservan; también pueden obte-
nerse copias en microfilm de todos los periódicos de Nueva York
desda 1800.
La Biblioteca Pública de Nueva York ocupa uno de los más nom-
brados parajes del mundo, sitio que en otro tiempo fué indicado
como propio para la Casa de la Ciudad. En calidad de lugar famoso
mundial, está en el mismo orden que el Capitolio de Washington, la
torre inclinada de Pisa, la torre Eiffel, el monumento a Washington
y la estatua de la Libertad. Los graves, solemnes y regios leones da
su escalinata son el fondo favorito de miles de fotógrafos, y mucha
gente, durante las tres últimas décadas, ha hallado en su firme lomo
de granito un magnífico punto de vista para presenciar los desfiles.
Los visitantes de la Biblioteca pertenecen a toda la gama de pue-
blos del mtmdo por su nacionalidad, edad y posición social, p í t i m a -
mente, el grupo de las Naciones Unidas es el más señalado entre la
multitud de lectores, estudiantes, ex soldados, comerciantes, escrito-
res y demás que frecuentan la Biblioteca. Cierto día, hace poco, con-
tamos entre los concurrentes a un característico hindú, con su tur-
bante, un secretario chino, de faz suave y típicas vestiduras, un apa-
cible delegado egipcio con su fez rojo y un miembro de la delegación
LA BIBLIOTECA PUBLICA DE NUEVA YORK 143

de Liberia, con brillante atavío. Se interesaban por la literatura de


sus países o por obras relativas a América.
Los libros de utilidad directa y personal constituyen la principal
demanda en nuestros días. Casi todos los negocios, profesiones, idio-
mas y ciencias pueden aprenderse asistiendo a este vasto emporio del
saber. Hay quien afirma que en los libros de la Biblioteca ha apren-
dido a hacer crochet, a practicar el tatuaje, a criar patos de Pekin o
a cebar animales. Otros estudian taquigrafía, o cómo desmontar un
automóvil o construir un modelo de barco. Siguen en la preferencia
popular los libros sobre la salud mental, psiquiatría y psicología
práctica, lógico resultado de los trastornos emocionales de la guerra
y de la inseguridad de la vida en la época atómica. El tercer lugar
de los pedidos lo ocupan los libros de arte, de música y de oficios, lo
cual parece ser otra reacción contra el régimen severo de los tiem-
pos bélicos y un intento de suavizar la tensión de la postguerra por
medio del trabajo recreativo.
El funcionamiento de un instituto tan gigantesco requiere una
perfecta organización, semejante a la de una gran compañía o explo-
tación industrial. Cerca de 1.700 empleados sirven la Biblioteca. La
administración empieza en la planta baja; en la sala de distribución
de la que salen diariamente de cuatro a aiete toneladas de im-
presos; continúa en el departamento de compras, el de catalogación,
encuademación, imprenta, papeletas, máquinas, carpintería, foto-
grafía, depósitos y oficinas administrativas. El departamento de dis-
tribución recibe todo el nuevo material que entra en el edificio y en
él se ofrecen los libros recientes populares para su aprobación o com-
pra con destino a las sesenta y cinco sucursales y subfiliales en Man-
hattan, Bronx y Richmond, los tres grandes núcleos urbanos de la
ciudad de Nueva York servidos por la Biblioteca. Varias de estas su-
cursales están especializadas en colecciones de determinados idiomas
extranjeros, todavía más amplias que las de la Biblioteca central, y
que se han formado a causa de la composición del vecindario. La
sucursal de Webster, por ejemplo, posee la más extensa colección d e
literatura checoslovaca de las que existen fuera de este país, mientras
que la de Yorkville está repleta de obras alemanas, y aun existen
otras colecciones especiales en español, polaco, francés y noruego.
El servicio y fomento del préstamo de libros populares a domicilio,
sección circulante, está a cargo del departamento de Pedido, que re-
cibe alrededor de 1.500 volúmenes al día. Se lee cada título, se revisa
por tin ^inpleado y se pone a disposición de las sucursales que vienen
semanalmente a hacer sus peticiones. Una corporación privada con
recursos procedentes de un capital de fundación y de filántropos par-
ticulares costea los gastos de la Biblioteca, incluso la compra de li-
bros nuevos. La ciudad de Nueva York paga los de las Bibliotecas
circulantes, muchas de cuyas instalaciones se construyeron con un
espléndido donativo del conocido y gran filántropo Andrew Camegie.
144 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

La Biblioteca pública de Nueva York íué edificada por la ciudad.


Su solar estuvo ocupado primitivamente por un depósito de agua
que surtió a toda la población desde 1848 a 1897 Los trabajos para
remover aquella montaña de ladrillo y mampostería empezaron en
1899, y cuatro años después ^ constituyó la sociedad para la cons-
trucción de la Biblioteca. Esta se formó, como consta en la inscrip-
ción de la fachada principal, con los fondos de la Biblioteca Astor,
266.147 volúmenes, y los de la Biblioteca Lenox que cedió 86.000.
Durante muchos años, estas dos Bibliotecas, instaladas en edificios
muy distantes, fueron los únicos medios que Nueva York tuvo para
saciar el ansia de saber del público.
Mucho tiempo se sintió la necesidad de una Biblioteca central y
la de una fuente de conocimientos expansiva y flexible que pudiera
utilizar el lector después de las horas de trabajo y en los domingos;
finalmente, la ciudíid acordó la construcción del presente edificio.
Desde que se abrió al público la Biblioteca, las horas de servicio
son de nueve de la mañana a diez de la noche: los días festivos,
de una de la tarde a diez de la noche. Las facilidades para la lectura
se han incrementado por las donaciones cuantiosa.', de varios biblió-
filos, que de esta manera han contribuido a formar una de las. más
grandes bibliotecas del mundo.
EL IV CONGRESO ARQUEOLÓGICO
DEL S U D E S T E ESPAÑOL
POR ANTONIO BELTRAN

La antigua Ilici, que conserva aún los sedimentos de todas las


culturas hispánicas de la antigüedad, en el montículo de La Alcudia,
próximo a Elche, ha sido escenario y testigo de las sesiones del
IV Congreso del sudeste. En marcha progresiva, con la ayuda de las
autoridades y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, es-
tas reuniones alcanzan un éxito tan grande que sientan, por descon-
tado, el que en su día alcanzarán los Congresos Nacionales de Ar-
queología.
La organización estuvo patrocinada por el Excmo. Sr. Ministro
de Educación Nacional, el Almirante Basterreche y las autoridades
regionales, provinciales y locales, además del Instituto Velázquez de
Arte y Arqueología.
Las tareas se desarrollaron entre los días 16 a 19 de mayo, cele-
brándose siete sesiones ordinarias, cuatro conferencias, dos excursio-
nes, la consiguiente sesión de conclusiones y las solemnes de apertu-
ra y clausura, presididas, respectivamente, por los Excmos. Sres.
Almirante Basterreche y Marqués de Lozoya, director general de Be-
llas Artes.
En total, presentaron su inscripción 214 congresistas, que aporta-
ron 67 trabajos científicos, cifra no alcanzada hasta la fecha en estos
Congresos.
Las ponencias y comunicaciones fueron agrupadas por orden cro-
nológico de materias; gran número de los inscritos pertenece al
Cuerpo de Archivos o desempeña la dirección de un Museo; así los
señores Sánchez Jiménez (Albacete), Visedo (Alcoy), Albert y Belda
(Alicante), Cuadrado (Almería), Corominas (Bañólas), Almagro
(Barcelona), Palol (Gerona), Maluquer y Serra Rafols (Barcelona),
Beltrán (Cartagena), Santos (Córdoba), Ramos Folqués (Elche), Maná
(Ibiza), Esteve (Jerez), Caro Baroja, Fernández Aviles, Guillen, Gal-
ván, Ceballos, Martínez Munilla (Madrid), Sobejano (Murcia), Vi-
laseca (Reus), Más (Sabadell), Fernández Chioarro (Sevilla), Apráiz
10
144 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

La Biblioteca pública de Nueva York fué edificada por la ciudad.


Su solar estuvo ocupado primitivamente por un depósito de agua
que surtió a toda la población desde 1848 a 1897 Los trabajos para
remover aquella montaña de ladrillo y mampostería empezaron en
1899. y cuatro años después sie constituyó la sociedad para la cons-
trucción de la Biblioteca. Esta se formó, como consta en la inscrip-
ción de la fachada principal, con los fondos de la Biblioteca Astor,
266.147 volúmenes, y los de la Biblioteca Lenox que cedió 86.000.
Durante muchos años, estas dos Bibliotecas, instaladas en edificios
muy distantes, fueron los únicos medios que Nueva York tuvo para
saciar el ansia de saber del público.
Mucho tiempo se sintió la necesidad de una Biblioteca central y
la de una fuente de conocimientos expansiva y flexible que pudiera
utilizar el lector después de las horas de trabajo y en los domingos;
finalmente, la ciudad acordó la construcción del presente edificio.
Desde que se abrió al público la Biblioteca, las horas de servicio
son de nueve de la mañana a diez de la noche; los días festivos,
de una de la tarde a diez de la noche. Las facilidades para la lectura
se han incrementado por las donaciones cuantiosas de varios biblió-
filos, que de esta manera han contribuido a formar una de las más
«rrandes bibliotecas del mundo.
I-LU-hiui;i pritícipíil de l;i Biblitítocii Pi'i!.ilit.-;i IIL' Nueva York.
Aspecto de ki s:iUi general de IcLliir;i de hi BilMiotei-a Pública de Niiev;i Yorl:.
EL IV CONGRESO ARQUEOLÓGICO
DEL S U D E S T E ESPAÑOL

POR A N T O N I O BELTRA N

La antigua Ilici, que conaerva aun los sedimentos de todas las


culturas hispánicas de la antigüedad, en el montículo de La Alcudia,
próximo a Elche, lia sido escenario y testigo de las sesiones del
IV Congreso del sudeste. En marcha progresiva, con la ayuda de las
autoridades y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, es-
tas reuniones alcanzan un éxito tan grande que sientan, por descon-
tado, el que en su día alcanzarán los Congresos ISacionales de Ar-
queología.
La organización estuvo patrocinada por el Excmo. Sr. Ministro
de Educación Nacional, el Almirante Basterreche y las autoridades
regionales, provinciales y locales, ademis del Instituto Velázquez de
Arte y Arqueología.
Las tareas se desarrollaron entre los días 16 a 19 de mayo, cele-
brándose sietft sesiones ordinarias, cuatro conferencias, dos excursio-
nes, la consiguiente sesión de conclusiones y las solemnes de apertu-
ra y clausura, presididas, respectivamente, por los Excmos. Sres.
Almirante Basterreche y Marqués de Lozoya, director general de Be-
llas Artes.
En total, presentaron su inscripción 214 congresistas, que aporta-
ron 67 trahajos científicos, cifra no alcanzada ha&ta la fecha en estos
Congresos.
Las ponencias y comunicaciones fueron agrupadas por orden cro-
nológico de materias; gran número de los inscritos pertenece al
Cuerpo de Archivos o desempeña la dirección de un Museo; así los
señores Sánchez Jiménez (Albacete), Visedo (Alcoy), Alhert y Belda
(Alicante), Cuadrado (Almería), Corominas (Bañólas), Almagro
(Barcelona), Palol (Gerona), Maluquer y Serra Kafols (Barcelona),
Beltrán (Cartagena), Santos (Córdoba), Ramos Folqués (Elche), Maná
(Ibiza), Esteve (Jerez), Caro Baroja, Fernández Aviles, Guillen, Gal-
ván, Ceballos, Martínez Munilla (Madrid), Sobejano (Mmx:ia), Vi-
laseca (Reua), Más (Sabadell), Fernández Chicarrn (Sevilla), Apráiz
10
I4& BCV15TA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

(Soria), Tarradell (Tetuán), Ballesteros (Valencia), Bellrán Vilíi-


grasa (Sagunto). Y al frente •de todos ellos el inspector general de
Museos, señor Navascués, y el director del Museo Arqueológico JVa-
ciotud, señor Taracena.
En el grupo de trabajos de Cuestiones generales y Prehistoria me-
recen mención los siguientes trabajos : «Treinta años de excavacionts
en Levante: resultados, fallos y perspectivas», del Dr. Pericol, de
Barcelona, conferencia inaugural del Congreso, de interés excepcio-
nal, porque pone al día todoa los problemas, algunos gravísimos y Je
difícil solución, de la arqueología levantina, desde el Pirineo hasta
Andalucía, El Dr. Castillo, de Barcelona, planteó en una ponencia
cJos inconvenientes del sistema actual de excavüciones arqueológi-
cas», que tras laboriosa discusión y numerosas enmiendas fué acepta-
da por el Congreso; don Miguel TarradeU, de Tetuán, expuso ima
«visión arqueológica de Marruecos» y el Congreso acordó dirigirse a
la Alta Comisaría para felicitarle por su meritoria labor en defensa
de la Arqueología marroquí; don F . Rusell Cortez, de Oporto, resu-
mió «sus excavaciones en la región del Duero», en ima interesante
comunicación; finalmente, el señor Jáuregui y Gil Delgado, de El
Ferrol, analizó la ainfluencia de los vientos y corrientes de la cuen-
ca occidental del Mediterráneo, en la historia primitiva».
Temas puramente prehistóricos fueron desarrollados por el doctor
Pericot, de Barcelona, que analizó las sugestivas cuestiones desperta-
das en el Solutrense y las nuevas aportaciones del Ateriense; don
F. Jordá, de Valencia, hizo im brillante estudio del paleolítico le-
vantino; los señores Díaz de Villegas, Jiménez Navarro (de Madrid)
y Louis, de Montpellier, trataron de temas relativos al arte rupestre:
don E. Serra Rafols, de La Laguna, ha remitido un estudio sobre
las asas-vertederas canarias- Digna de consideración especial es la
comunicación del doctor Arnal, de Treviera, sobre «la influencia ibé-
rica en el sur de Francia durante la época de los dólmenee», que dio
origen a interesantes discusiones acerca del origen de la cultura me-
galítica, en las que intervinieron loa señores Pericot, Castillo y Al-
magro. El señor Santos Jener, de Córdoba, comunicó tma noticia
sobre insculturas labradas en un dolmen cordobés cosa muy curiosa,
pues este tipo de manifestaciones se considera exclusivo de la región
atlántica; los señores Pairó y Bañón, trataron de datos inéditos en
la arqueología de Potrias y Elche; el P , Hernández, mandó algunas
notas sobre la cerámica de la Gran Canaria y, finalmente, don Fer-
nando Rusell Cortez leyó su comunicación sobre (dnfluencias alme-
rienses en la región del vino de Oporto».
Sobre el tema Cultura ibérica^ impuesto por el Congreso, versa-
ron numerosos trabajos. Entre ellos citamos el del señor Fernández
de Aviles (Madrid), sobre una piedra decorada con espirales, del Mu-
seo de Ampurias, estableciendo interesantes referencias a la cuestión
céltica e ibérica; don Francisco Figucras Pacheco trató de los alfa-
t i IV COPiCRESO AaQi:E01.ÓCICO ftEL SUDESTE ESPAÑOL 147

res y barros del sudaste; doña Encarnación Cabré de los discos-cora-


za; el señor Crespo dio a conocer el poblado inédito de Caslillico de
Jas Peñas (Murcia). Interés especial tuvo el estudio del señor Cuadra-
do, de Vülarreal de Álava, acerca de los arreos de montar de los ex-
votos del santuario del Cigarralejo, Muía (Murcia), por él excavado;
don Pío Beltrán Villagiasa, de Valencia, realizo una intervención
?obre loa alfabetos ibéricos y la cuestión del vasco-iberismo, provo-
cando numerosas intervenciones y llegándose a Ja concJusión de que
Jos datos que la arqueología proporciona alientan extraowlinariamen-
te la tesis enunciada y los puntos de contacto entre el vasco y el ibé-
rico; de cuestiones numismáticas trataron el señor Sánchez Jiménez,
de Albacete, que dio a conocer un tetradracma púnico, inédito, del
Llano de Ja Consolación, y el señor Beltrán Martínez, de Cartagena,
[jara tratar de explicar el sorprendente hiatus de acuñaciones en Car-
tílago Nova durante la época ibérica. Cuestiones de piástica de esíe
|ieríodo en relación con los famosos hallazgos de Entremont, fueron
desarrolladas por el señor Benoil, de Marsella. Cuestiones de textos
y antecedentes ofrecieron las comunicaciones de lo? señores Fktcher,
Primitivo Gómez, de Valencia; Maluqu^r de Motes, de Barcelona, y
Ijafuente Vidal, de Alicante. La cerámica il>érica.. problema de los
más apasionantes que esta cultura plantea, fué tratí'do por don Isidro
Ballester, de Valencia (tiestos de Covalia); don Luis Monteagudo, de
Santiago de Compostela, con unas acertadas sugerencias sobre el ori-
gen de la cerámica ibérica partiendo de las u m a s catalanas; valiosí-
sima fué la aportación del profesor Jannoray, de Montpellier, que
explicó sus excavaciones en Ensereunne y las influencias ee^pañolas en
el sur de Francia; y la del profesor Almagro, d¿ Barcelona, que s&
refirió a la cerámica de Ampurias. A consecuencia de las dos últi-
mas intervenciones se revisó críticamente todo el cuadro cultural es-
pañol de la Edad •del Hierro y de las colonizaciones. La antropología
ibérica fué tratada magistralmente por el señor Hoyos Sáinz en su
comxmicacion «Los iberos: su origen levantino y sus derivaciones
andaluza y |ragonesa».
Acerca de temas no ibéricos de la Edad del Hierro, trataron eí
profesor Almagro en su conferencia «Ligures en. España»; la cultura
de los castros fué estudiada por ¡os señores Monteegudo, de Santiago,
que expuso una personal manera de sistematizar numéricamente la
arqueología castreña: Cardozo, de Guimaraes, que trató del arte or-
namental de los castros, y el P. Halhay, de Lisboa («Urna soleina de
porta zoomorfica da Citania de Sanfins)>),
La cultura romana fué ampliamente discutida en diversos aspec-
tos ; sobre ella explicaron sus conferencias don Blas Taracena, de
Aladrid («Fortiñcaciones romanas en España»), y don Antonio Gar-
cía y Bellido, de Madrid («El culto de Mitrhas en la Península ibéri-
ca»). En las comimicaciones, don Antonio Beltrán, de Cartagena, ex-
puso los restos del culto de la diosa Salud en Cartagena y Elche; ti-
148 BEVIST*. DE ARCHJVOS, BIBLIOTECAS 1 MUSEOS

señor Espín, de Lorca, comunicó el hallazgo -de la necrópolis roma-


na en esta ciudad; don Luis Más, de Sabadell, trató de la identifi-
cación de la «Arragona» de Jos vasos apolinares; numerosos miem-
bros del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia
trataron de materiales levantinos romanos; sarcófagos (señoritas Cue-
ves, Beltrán, Cortés); mosaicos (señorita García de Cáceres); los lla-
mados osculatorios (señoritas Adell y Ros); la llamada «patena» de
Beas (Jaén) (señores Aulet y Arnau); epigrafía (señoritas Estevan y
Aranda) y elementos decorativos (señorita Alcañiz). Acerca de cerá-
mica estampada paleocristiana disertó el señor Palol (Gerona), y so-
bre cuestiones marineras en relación con la conquista romana de Car-
tagena, el señor Jáuregui, de El Ferrol. Dentro del conjunto de co-
mimicaciones dexlioadas a la cultura romana de España, merecieron
especial interés por parte del Congreso, la del doctor Sclilunk, «El
taller de sarcófagos de Tarragona», la del señor Ramos Folqués, so-
bre un tesoro de anillos, monedas y otros materiales descubierto re-
cientemente en La Alcudia de Elcbe, y la del señor Beltrán Martínez,
acerca de la topografía de la romana Carthago Nova.
De temas visigodos se ocujiaron el señor Raymond Lantier,t de Pri-
rís («Le cimitiere wisigotliique d'Estagel et les cimitieres wisigotlii-
t|ues de Gaule et d'Espagne»); la señorita Vicenl, de Valencia («Ha-
llazgos visigodos en Valencia») y el señor Gutiérrez. Palacios, de Avi-
la («Pizarras con escrituras»).
Los congresistas tuvieron ocasión de visitar los yacimientos j r -
<|ueológicos próximos a Alicante y a Elche. En ima de las excur^^Jo-
nes, el señor Jáuregui disertó acerca de las posibilidades marineras
del puerto de la Albufereta, que conserva todavía un dique de con-
tención, la vía romana contigua y otros restos; el vecino poblado del
Toaal de Manises fué explicado por sus excavadores señores Figueras
Pacheco y Lafuente Vidal, quienes mostraron la necrópolis, las mu-
rallas y la ciudad. En Alicante se visitó el Museo Arqueológico, ge-
nerosamente fundado por la Diputación Provincial, que contiene co-
lecciones valiosísimas, explicadas por el director del centjo, P . Belda,
Junto a Elche, los señores Schlunk y Ramos í'olqués desarrolla-
ron ante Jos congresistas toda la vida de la primitiva Ilici, que aquí es-
tuvo asentada. Se examinaron diferentes restos, una villa romana y la
basílica o sinagoga, con mosaico importantísimo; en uno de los tajos
de excavación se mostró la superposición de niveles ibérico, púnico y
romano.
Todos los trabajos presentados serán publicados en la «Crónica
del IV Congreso», que fué acuerdo unánime dedicar al llorado ar-
queólogo don Juan Cabré.
Este seco y esquemático resumen no puede reflejar claramente
el entusiasmo de las jomadas vividas en Elche, tal vez en uno de lo^
decisivos acontecimientos de la Arqueología española.
SERVICIO DE CAMBIO INTERNACIONAL

RESUMEN E S T A D Í S T I C O DE 1947

Consideramos de interés dar a conocer la» cifras que, durante ci


pasado año, han alcanzado los servicios de importación y exporta-
ción del Cambio Internacional de Publicaciones, reglamentado por
el Convenio de Bruselas de 15 de marzo de 1886 y hoy a t^rgo de la
Junta de Adquisición y Distribución de Publicaciones.
Las mayores facilidades en los transportes, las nuevas medidas adop-
tadas por la Jefatura del servicio en orden a una mayor rapidez y
agilidad en las expediciones, la utilización del correo como medio
de comunicación, -en lugar del embalaje en cajas, cuya salida del p<íiís-
requiere el cumplimiento de trámites burocráticos prolijos y opera-
ciones dilatorias, han hecho que la comunicación con los países ex-
tranjeros sea más constante y que las publicaciones españolas acogi-
das al servicio hayan podido llegar a los más apartados lugares de la
tierra.
Comparando cuantitativamente las cifras de 1946 con las de 1947
se observa a primera vista una notable disminución del volumen J e
publicaciones canjeada». Los paquetes importados en 1946 fueron
25.606, en tanto que los de 1947 sólo alcanzan la cifra de 10.562. Ello
necesita una explicación:
Las expediciones recibidas en 1946 contenían las publicaciones de
bastantes años anteriores que estaban detenidas y acumuladas en las
oficinas de cambio de los países de procedencia durante los seis años
de la segxmda guerra mundial. Singularmente, en los Estados Unidos
de América del Aborte, al fin de las hostilidades, en los depósitos de
la Smithsonian Institution de Washington D. C. se habían ido almace-
nando miles de toneladas de papel que hubo que dar salida de pronto»
cuando dicha organización americana pudo disponer de los medios
adecuados de transporte. Con referencia a Ef^paña., todas las publica-
ciones detenidas durante la guerra fueron enviada» en una únic^ ex-
pedición que constaba de 19.596 publicaciones.
En 1947, el volumeix absoluto es menor en la importación, pero
las publicaciones recibidas y distribm'das se refieren ya a períodos
IDO REVISTI DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

n o r m a l e s y corrientes. E u este a ñ o se lia p o d i d o n o r m a l i z a r el c a m b i o


con países d e l Occidente y d*l norte de E u r o p a . Con excepción d e
F r a n c i a , coa quien todavía no se h a r e a n u d a d o eí servicio, y d e los
paísos situado» m á s allá d e l telón d e acero (excepto Bulgaria, y Clie-
<;o8lovaquia), todos los d e m á s países europeos y algunos asiáticos v
.«urafricanos reciben y envían publicaciones objeto d e l c a m b i o oficial.
Si, en i m p o r t a c i ó n , el volumen d e operaciones es absolutamente
m e n o r q u e en 1946, la exportación h a a u m e n t a d o consíderablemenLe,
a u n q u e , desde luego, n o son satisfactorias todavía las cifras q u e se h a n
alcanzado.
E n 1946 se e x p o r t a r o n 914 p a q u e t e s d e publicaciones oficiales es-
luiñolas, en t a n t o que e n 1947 h a n sido 2.143. Este a u m e n t o obedece
en p r i m e r l u g a r , a q u e varios centros españoles q u e a n t e r i o r m e n t e ve-
rificaban el c a m b i o d e sus publicaciones p a r t i c u l a r m e n t e se h a n aco-
gido a las facilidades que presta el servicio oficial, destacándose p o t
el volumen y calidad de las o b r a s canjeadas, las secciones d e p u b l i -
caciones d e los Ministerios d e Agricultura y T r a b a j o , confiándose eu
q u e los restantes centros oficiales que envían las suyas al e x t r a n j e r o
p r i v a d a m e n t e opten p o r verificar el canje a través d e l organismo
oficial.
H e uquí las cifras estadísticas d e l servicio :

I M P O R T A C I Ó N

D u r a n t e el año 1947 se h a n verificado las importaciones siguientees :

Expedición
número Cajas Paijuetes

De Portugal 1.126 2
De Dinamarca 1.127
De Suiza 1.128 1
De Estados Uiiidos 1.129-3« 57
De China 1.131
1-131 15
De Suiza 1.132 I
De Suiza - •• • 1.133 2
De Bélgica 1.134
1-134 10
De Nomega 1.135 3
De Estados Unidos l.]36 20

TOTAt Rf.CfBIDO 86
86 30
SERVICIO DE CAMBIO INTERNACIUNAL 151

Estas expediciones se han distribuido en la siguiente forma :

Paquíles

Albacete.—Biblioteca Pública 2
Almería.—Estación de Fitopatología Agrícola 5
Almería.—Doctor Mendizábal ,, , . 1
Aranjuez.—Estación d e Horticultura y Jardinería 8
Barcelona.-—Academia de Bellas Artes 14(1
Barcelona.—Academia de Ciencias y Artes .. 114
Barcelona.—Academia d e Ciencias Médicas 4
Barcelona,—Banco de la Propiedad . 1
Barcelona.—Biblioteca Balmes 6
Barcelona.—Biblioteca Central 126
Barcelona.—Ai-ociación Catalana Historia Natural 3
Barcelona.—Cámara de Comercio y Navegación ... 6
Barcelona.—Centro Excursionista d e Catalana 2
Barcelona.—Consulado de los R'tados Unidos 2
Barcelona.—Consulado Suizo ,. ... 1
Barcelona.—Escuela Superior de Agricultura -. 29
Barcelona.—Estación d e Patología Vegetal 1
Barcelona.—Facultad de Medicina 6
Barcelona.—Doctor Fontsere 1
Barcelona.—«Ibérica» 8
Barcelona.—Institución Catalana d e Historia Natural 68
Barcelona,—Instituto Agrícola Catalán de San Isidro fi
Barcelona.—Instituto Antituberculoso 3
Barcelona.—Instituto Botánico .. 9
Barcelona.—Instituto d e Estudios Catalanes' ... • ... 24
Barcelona.—Instituto Municipal d e Ciencias Naturales 42
Barcelona.—Instituto de Orienlación Profesional ^
Barcelona.—Laboratorio Biológico 1
Barcelona.—Doctor Márgalos 1
Barcelona.—Medicina Clínica 14
Barcelona.—Monasterio de Montserrat ... 2
Barcelona.—Museo Arqueológico 7
Barcelona.—Museo d e Bellas Artes ... , 1
Barcelona.—Museo d e Ciencias' Naturales 15
Barcelona.—Museos Municipales' . . .. 2
Barcelona.—Observatorio Fabra y
Barcelona.—Revista Electrotécnica 2
Barcelona.—Revista Ibérica 1
Barcelona.—Revista de Psicología y Pedagogía 13
Barcelona.—Servicio Meteorológico de Cataluña 7
Barcelona.—Sociedad Astronómica de España y América 1
Barcelona.—Sociedad Azamon 2
Barcelona.—Sociedad del Fomento de Trabajo Nacional 12
Barcelona.—Señor Suro» 1
Barcelona.—Trafcajo Nacional 19
Barcelona.—Universidad 51
Barcelona,—Doctor Zariquiey 1
Bilbao.—Escuela de Artes y Oficios • - 2
Bilbao.—Universidad Comercial Deusto 2
Burgos.—Colegio Maxico 2

Suma y sigue 789


152 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Paquetes

Sutna anterior 789


Cádiz.—Academia Hispano-Americana de Ciencias 1
Cartagena.—Museo Arqueológico 2
Castellón.—Sociídad Castellonensa de Cultora 2
Córdoba.—Academia d e Ciencias y Bellas Letras 9
Córdoba.'—Escuela Superior d e Veterinaria 4
El Escorial,—Biblioteca del Monasterio 5
Gerona.—Cámara de Comercio e Industria ,,, 14
Gerona.—Jardín Botánico 1
Gijón.—Colegio d e la Inmaculada 1
Gijón.—Colegio d e la Purísima Concepción 1
Granada.—Instituto Nacional de Parasitología 2
Granada.—Obra Misional de Orí ente , , . .. 4
Granada.—Observatorio de la Cartuja 9
Granada.—Revista Mensual 8
Granada.—Universidad 15
La Coruña.—Academia Gallega 3
La Comña,—Boletín de la Academia Gallega 5
La Coruña.—-Estación de Fitopatología Agrícola 1
La Coruña.—Universidad I
La Laguna.—Centro Meteorológico de Canarias ' 3
Madrid.—Academia de Bellas Artes de San Fernando 3
Madrid.—Academia de Ciencias Exactas 209
Madrid.—Academia de Ciencias. Morales 9
Madrid.—Academia Española 29
Madrid.—Academia de la Historia 49
Madrid.—Academia Nacional de Medicina 17
Madrid.—Archivo del Ayuntamiento 1
Madrid.—Archivo Hispano-Americano 5
Madrid.—Biblioteca Municipal 2
Madrid.—.JBibüoteca Nacional 4.697
Madrid.—Biblioteca del Palacio Nacional fr
Madrid,—Doctor Buslinza 1
Madrid.—Cámara de Comercio 1
Madrid.—Cámara Oñcial de Industrias' 2
Madrid.—Señor Cantos 1
Madrid.—Casa Americana 3-
Madrid.—Centro Técnico de Farmacobiología 2
Madrid.—Señor Cifuenies 8
Madrid.-—Colegio d e Nuestra Señora del Recuerdo 2
Madrid .—Comisión Permanente d« Faros 8
Madrid.—Consejo Oceanográñco , 2
Madrid.—Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1.419
Madrid.—Cortes Españolas 13
Madrid.—Delegación suiza 9
Madrid.—Dirección General d e Bellas' Arles 3
Madrid.—Dirección General de Caza y Pesca 28
Madrid.—Dirección General de Estadística 49
Madrid.—Dirección General de Montes II
Madrid.—Dirección General d e Sanidad 19
Madrid.—Dirección General de Telecomunicación 27
Madrid.—El Economista 1
Suma y sigue ... ... 7.516
SERVICIO DE CAMBIO INTEENACIOKAL Í53-

Paquetes

Snma anterior 7.516


Madrid.—Embajada de lr>s Estados Unidos 55
Madrid.—E&cuela de Estudios árabes 1
Madrid.—Escuela de Ingemero& d e Camrnog 7
Madrid.—Escuela de Ingenieros de Minas 9
Madrid.—Estación Central de Fitopatología Agritola 13
Madrid.—Estación de Patología Vegetal 4
Madrid,—Facultad de Medicina 1
Madrid .—Doctor Garrido ... 1
Madrid.—Señor Gómez Menor 1
Madíd.—Hemeroteca Mimicipal 274
Madrid.—Ingeniería y Constrnccíón 9
Madrid.—Instituto d e Biología Animal 14
Madrid.—Institut» «Diego de Velázquez» 5
Madrid.—InEtilnto Español de Entomología 2
Madrid.—Instituto Español d e Oceanografía 46
Madrid.—Instituto Forestal 1
Madrid.—Instituto Geográfico y Catastral 7ft
Madrid.—Instituto Geológico y Minero de España 188
Madrid.—Instituto Nafitmal d e Investigacione» Agronómicas 49
Madrid.—Instituto Narional de Previsión 17
Madrid.—Instituto Tetánico de Farmaeobiología 1
Madrid.—Jardín Botánico J
Madrid.—Laboratorio de Ensayo de Materiales 21
Madrid.—^Señor Martínez Santa Olalla 4
Madrid.^-«Magisterio español ... 1
Madrid.—Ministerio d e Agrienllnra 13-
Madrid.—^Ministerio de Asuntos Exteriores 2
Madrid.—Ministerio de Educación Nacional 43
Madrid.—Ministerio de la Gobernación 40
Madrid.—^Minisierio de Hacienda 35
Madrid.—Ministerio d e Justicia 4
Madrid.—^Ministerio de Trabajo 27
Madrid.—Museo de América 3
Madrid.—Museo Arqueológico Nacional 11
Madrid.—Museo d e Arte Moderno 3
Madrid.—Museo de Ciencias Naturales 1I#
Madrid.—Museo Nacional d e Artes Decorativas 1
Madrid.—Museo Nacional de Pintura y Escultura 5
Madrid.—Observatorio Astronómico 21
Madrid.—Ordenación del Transporte 1
Madrid.—Señor Rafols , 2
Madrid.—Registro de la Propiedad Inteleclnal 2
Madrid.—Revista de Archivos y Bibliotecas 1
Madrid.—Revista Clínica Española 2
Madrid.—Revista Económica 2
Madrid.—Revista Española de Cirugía - ^
Madrid.—Revista de Estudios Políticos 5
Madrid.—i?et-ísto General de Marina 5
Madrid.—Revista Matemática Híspann-Americana 10
Medrid.—Revista Moneda y Crédito 1
Madrid.—Revista de Sanidad e Higiene 9

Suma y sigue' 8.683


]54 REVISTA BE ARCHIVOS, ItlHLIOTECAS Y MUSEOS

Paquetes

Suma rnierior 8,683


M a d r i d . ^ i c m a n a Médica 4
Madrid.—Servicio Meteorológico 22
Madrid.^Servicio Nacional del Trigo 5
Madrid.—Sindicaro Español Universitario 5
Madrid.—Sociedad Anónima Azamón 7
Madrid.—Sociedad Espatíola d e Antropología
3Iadrid.—Sociedad Española de Construcciones Navales
Madrid.—Sociedad Española d e Física y Qaímica 48
Madrid.—^Sociedad Española de Historia Ñalaral 77
Madrid.—Real Sociedad Geográfica
Madrid,—Talayera, 6eñur
Madrid.—^Taraccna, señor
Madrid.—Torres, «eñor
Madrid.—^Tribunal de Menores
Madrid.—Señor Torroja Méndez
Madrid.—UUoa, señor
Madrid.—Universidad Central 919
Madrid,—Vera, eeñor
Málaga.—-Barbián, eeñor
Málaga.—Estación Sismológica y Climatológica
Mallorca.—Colón, eeñor
Mnrcía.—Observatorio Meteorológico -.
Oviedo.—Servicio Agronómico Provincial
Oviedo.—Universidad
Palma de Mallorca.—Señor Gittes
Palmas, Las.—Mus«o d e Antropología
Palmas, Las.—Servicio Agronómico Nacional
Palmas, Las.—Señor Solomayor
Pamplona.—Servicio Agronómico Provincial
Salamanca.—Biblioteca Universitaria
Salamanca.—Facultad de Medicina
Salamanca.—Inspector Provincial de Sanidad
Salamanca.—Universidad 4
SabadcU.—Museo de la Ciudad 2
San Femando.—Observatorio de la Marina 36
Santa Isabel.—Servicio Agronómico del Golfo d e Guinea 4
San Sebastian.—Servicio Agronómico Provincial 1
San Sebastian.—Sociedad de Estudios Vascos 2
Santander,—Delegación de Pesca Región Canlábrics 5
Santander.—Servicio Agronómico Provincial 1
Santiago de Compostela.—Academia d e Ciencias y Artes 15
Santiago de Compostela.—Facultad d e Medicina.— 1
Santiago d e Compostela.—Seminario d e Estadios Gallegos 11
Santiago d e Compostela.—Universidad 21
Sevilla.—Archivo General de Indias 41
Sevilla.—Archivo Hispalense 5
SeviUa.—Claseen, doctor 47
Sevilla.—Consulado Americano 2
Sevilla.—Consulado de Suiza 1
Sevilla.—Esencia de Estudios Hispano-Americanos 13
Sevilla.—Facultad de Medicina 1

Suma y sigue 10.093


SERVICIO 1>E CAMltlO INTERNACIONAL 155

Payuetcs

Suma Ulterior 10.093


Sevilla.—Insiituio Hispano-Cubano 7
Sevilla,—Instituto de Investigaciones Anatómit-js ]
Sevilla.—Museo de Bellas Artes 1
Sevilla,—Rodríguez Borbolla, señor , 1
Sevilla.—Universidad 60
Soria,—^Scrvicio Agronómico Nacional ]
Sueca.—Laboratorio Experimental del Arroz 1
Tarragona.—Saltos del Ebro 2
Tortosa.—Estación Olivera Cervantes , 1
Tortosa.—Observatorio del Ebro 55
Valdepeñas.—^Estación d e Viticultura 1
Valencia.—Cánovas, señor 1
Valencia.^—Crónica Médica Valenciana 15
Valencia.—Ediciones «Anales» 1
Valencia.—Estación Naranjera de Levante 1
Valencia.—Facultad de Medicina ... ^ 17
Valencia.—Instituto General y Técnico 19
Valencia.—Instituto de Medicina Experimental 12
Valencia.—Instituto Nacional de Segunda Enseñanza 5
Valencia.—Museo de BeUas Artes 1
Valencia.—Observatorio Astronómico 1
Valencia.—Revista de Higiene y Tuberculosis 1
Valencia.—Universidad 9
Valladolid.—Revista Ceres 1
Valladolid.-"¿Colegío de los Agustinos 7
Valladolid.—Colegio de San José ... 3
Valladolid.—Museo Arqueológico . . 2
Valladolid.—Museo Nacional de Escultura 1
Valladolid.—Seminario de Estudios Intemacionalee 5
Valladolid.—Univ-ersidad 7
Vigo.—Biblioteca García-Barbón 2
Vigo.—Caja de Ahorros 1
Vigo.—Colegio del Sagrado Corazón • 2
Vigo.—Masso hermanos 5
ViUanneva y Geltrú.—Museo Balaguer 2
Vitoria.—Caja d e Ahorros 1
Vitoria.—Servicio Agronómico Provincial 1
Zaragoza.—Academia de Ciencias Exactas 23
Zarazoza.—Caja d e Ahorros 1
Zaragoza.—Colegio del Salvador 39
Zaragoza.—Escuela Superior de Veterinaria 2
Zaragoza.—Sociedad Aragonesa Ciencias Naturales 1
Zaragoza.—Sociedad Entomológica de España 25
Zaragoza.—Sociedad Ibérica de Ciencia» 51
Zaragoza.—Universidad ^^

SUMA TOTAL 10.562


156 BEVIST4 DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

E X P O R T A C I Ó N

E l s e r v i c i o d e e x p o r t a c i ó n se h a r e a l i z a d o c o n l o s p a q u e t e s e n v i a -
d o s a ia J u n t a p o r l o s s i g u i e n t e s o r g a n i s m o s :
Paquetes

Academia de Ciencias Bjcactas, Físicas y Naturales 67


Academia de Ciencias Morales y Políticas 74
Archivo Histórico Nacional 3
Biblioteca Nacional 209
Biblioteca Universitaria. Madrid 21
Dirección General de Estadística 2
Inltituto de Biología Animal 94
Instituto de Cultura Hispánica 2
Instituto Geográfico y Catastral 9
Instituto Geológico y Minero de España 194
Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas 30
Junta de Intercambio 196
Ministerio de Agricultura 149
Ministerio de Educación Nacional 4
Ministerio de Trabajo 663
Revista Montes 10
Observatorio de la Cartuja 69
Patronato de Lecturas para el Marino 19
Puerto y ría d« Aviles .; 3
Radio Nacional de España 16
Revista Las Ciencias 11
Revista espiritual P. P. Carmelitas 19
Servicio Meteorológico Nacional 9
Sociedad Española de Historia Natural 54
Sociedad Geográfica 43
Universidad de Granada 178

TOTAL DE PAQUETES 2.148

E s t o s e n v í o s s e h a n d i s t r i b u i d o e n la s i g u i e n t e forma:
Paquete»

Expedición número 33 para el Vaticano 3


» » 34 » Argentina 87
» » 35 » Portugal 40
» » 36 » Estados Unidos 52
» » 37 » Brasil 15
» B 38 » Colombia 16
» » 39 » Cuba 15
» » 40 B Chile 18
» » 41 » Perú 10
B >) 42 » Uruguay 11

Suma y sigue 267


SERVICIO DE CAMBIO INTERNACIONAL 157

Paquetes

Suma anterior 267


Expedición número 43 para Suiza 8
44 » Suecia 15
45 » Canadá 5
46 » Holanda 11
47 » Turquía 4
48 » Méjico 22
49 » Italia 41
50 » Holanda 1
51 » Bélgica 26
52 M Venezuela 44
53 » Argentina 82
54 » Uruguay 15
55 n Portugal 35
56 » Colombia 17
57 « Cuba 13
58 » Costa Rica 5
59 » Perú 12
60 )) Estados Unidos 76
61 » Ecuador 17
62 » Brasil 17
63 » Bolivia 7
64 « Canadá 9
65 » Chile 7
66 » Guatemala 19
» » 67 » Méjico 40
» » 68 » Panamá 7
69 » Nicaragua 7
70 » Honduras- ... • 7
71 » Puerto Rico 3
72 » Inglaterra 85
73 » Argentina 67
74 » Estados Unidos 89
75 » Canadá 5
76 » Bolivia 4
77 » Colombia 10
78 » Chile 5
79 » Ecuador 4
80 » República Dominicana 29
81 « Venezuela 8
82 » Portugal 23
83 » Uruguay 12
84 » Méjico 10
85 » Salvador 8
86 » Perú 8
87 » Brasil 13
88 » Guatemala 2
89 » Paraguay 5
90 » Italia 48
91 » Suiza 28
92 » Suecia 16
93 » Bélgica 17

Suma y sigue 1.335


158 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Paquetes

Suma anterior 1.335


Expedición número 94 para Holanda 11
» » 95 » Nueva Zelanda 11
» » 96 B Estados Unidos 151
» » 97 B Argentina 43
» » 98 B Portugal 19
» » 99 » Méjico 8
» » 100 B Inglaterra 39
» » 101 B Canadá 10
» » 102 B Brasil 9
» » 103 » Colombia 10
» » 104 » Chile 12
» » 105 B Australia 7
» » 106 B Cuba 9
» B 107 B Perú 8
» B 108 B Uruguay 9
» B 109 » Venezuela 6
B B 110 B Congo Belga 1
» B 111 B Angola 1
» B 112 » Líbano 1
» B 113 B Nueva Zelanda 1
» B 114 B Monaco 2
» B 115 B Samoa 1
» B 116 B Noruega 31
» B 117 B Suiza 12
» » 118 » Méjico 24
» B 119 B Argentina 49
» B 120 B Vaticano 10
» B 121 B Estados Unidos 72
» B 122 » Bélgica 46
» » 123 B Finlandia 24
» B 124 B Inglaterra 21
» B 125 B Italia 52
» B 126 B Canadá 10
» B 127 B Ecuador 12
» B 128 B Austria 14
» B 129 B Irlanda 8
» » 130 B Holanda 10
» B 131 B Uruguay 7
» B 132 B Portugal 10
» B 133 » Brasil 18
» B 134 » Colombia 9

TOTAL DE PAQUETES 2.143


N O T I C I A S
IMPORTANTE ACUERDO SOBRE LA REVISTA DE ARCHIVOS,
BIBLIOTECAS Y MUSEOS

La Junta Consultiva del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliote-


carios y Arqueólogos, ha acordado acceder a la solicitud que le diri-
ge el recientemente creado Instituto «Nicolás Antonio», del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, domiciliado en la Biblioteca
Nacional e integrado por funcionarios del Cuerpo Facultativo, que
ante la necesidad de dar cauce, en una publicación periódica, a sus tra-
bajos de Biblioteconomía y Bibliografía, propuso a la Junta su cola-
boiación técnica y económica para la redacción y sostenimiento de la
REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS ; teniendo en cuenta la
conveniencia de incrementar su acción cultural con el mayor número
posible de aportaciones científicas, realizadas por los compañeros del
Cuerpo, así como la de evitar la duplicidad de revistas de un inism.o
contenido, redactadas por personas de la misma Corporación y la ma-
yor facilidad que ello prestaría a su desenvolvimiento económico, acep-
tando la colaboración propuesta, acordó :
Que la revista continúe publicándose como órgano de expresión del
Cuerpo Facultativo y esté regida por la Junta técnica, dirigida por su
presidiente y domiciliada en la Biblioteca Nacional.
Que se constituya xm Consejo de redacción que presidirá el presi-
dente de la Junta, y será integrado por tres miembros de la misma,
tres del Instituto «Nicolás Antonio» que pertenezcan al Cuerpo Facul-
tativo y un secretario, que será el actual redactor-jefe de la revista.
Que la Junta Consultiva continúe siendo la administradora de la re-
vista, pero pasando su distribución al Instituto «Nicolás Antonio», del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, por las mayores fa-
cilidades que ello representa para la difusión de la revista fuera de
España.
Y, por último, que al pie de la primera página de la cubierta ac-
tual se inserte: «Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Ins-
tituto Nicolás Antonio de Bibliografía», y en el centro de su cuarta
página el escudo de dicho Consejo. El resto de la publicación queda-
rá como hasta ahora ha venido publicándose, si bien a partir del nú-
mero próximo comenzaremos a dar una sección bibliográfica del ex-
tranjero, lo más amplia que las circunstancias nos permitan.
162 REVISTA DE ARCHIVOS. BIBLIOTECAS Y MUSEOS

EL NUEVO DIRECTOR DE LA BIBLOTECA NACIONAL

Por decreto del Ministerio de Educación Nacional de 27 de febre-


ro de 148, fué nombrado director de la Biblioteca Nacional el cate-
drático de Literatura de la Universidad de Sevilla, don Luis Moralfs
Oliver, de cuyo cargo tomó posesión oficial el día 7 de abril último, al
mismo tiempo que el señor presidente y demás miembros diel Patrona-
to designado para regir este Centro.
Durante el acto el excelentísimo señor ministro, después de evocar
la figura del anterior director don Miguel Artigas, y de exponer su
gratitud al señor Fernández Victorio por haber regido con tanta abne-
gación y acierto interinamente la Biblioteca durante varios años, así
como a los componentes del antiguo Patronato, dedicó una palabra»
de bienvenida a los miembros del que ahora se constituye, resaltando
los méritos de cada uno de ellos.
El señor Morales Oliver, con la sencillez y modestia que le carac-
terizan, pronunció un bello discurso de gratitud y de recuerdo para
sus maestros y amigos, y bosquejó lo que debe ser, a su juicio, la Bi-
blioteca Nacional: conservadora del tesoro bibliográfico; difusora de
amor y respeto al libro, para que la vieja ciencia se convierta en cien-
cia nueva. Elogió al Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios, donde tie-
ne tantos amigos, al que llamaría alma, mejor que cuerpo, y, por úl-
timo, habló del millón y pico de amigos que son para él los libros
que constituyen el depósito de la Biblioteca Nacional, a los que todo»
«hemos de ser fieles».

Bien conocida es de todos la formación científica de don Luis Mo-


rales Oliver desde que salió de las aulas universitarias.
Nació en Pasajes de San Pedro (Guipúzcoa), la patria d e Blas d e
Lezo, el día 1.° de abril de 1895. Hizo sus primeros estudios con los
agustinos y después en el Instituto de Segunda Enseñanza de Huelva.
En la Universidad Central cursó la carrera de Filosofía y Letras (Sec-
ción de Letras), distinguiéndose en todas las disciplinas y siendo uno
de los discípulos predilectos del sabio filólogo fallecido don Jiilio Ce-
jador Franca y del ilustre catedrático don Andrés Ovejero, a la vez que
se captaba la «impatía y el respeto de los compañeros por la ayuda des-
interesada que les prestaba y por su modestia y laboriosidad. Se doc-
toró en esta misma Universidad con una magnífica tesis sobre Arias
Montano.
Pensionado por la Junta para ampliación de estudios viátó París,
Bruselas, Amberes y Roma, en cuyos puntos trabajó con provecho so-
bre Arias Montano.
Sucesivamente fué encargado de curso, auxiliar y encargado de cur-
NOTICIAS 163

SOS especiales de Literatura en la Faculta-d de Filosofía y Letras de la


Central, en donde explicó también Bibliografía y Catalogación duran'
te varios cursos.
Desempeña desde haoe varios años, a partir de 1939, el cargo dé
vocal censor de la Junta de Intercambio y Adquisición de Libros para
Bibliotecas.
Al crearse la Escuela de Librería de la Cámara del Libro se le nom-
bró profesor de Bibliografía y Catalogación, enseñanzas que explicó
varios años.
Formó parte varias veces del Tribunal calificador de los concursos
bibliográficos de la Biblioteca Nacional.
En 1940 ganó, por oposición, la cátedra de Lengua y Literatura
españolas de la Universidad de Sevilla, que viene desempeñando des-
de entonces. Ha sido decano de la Facultad de Filosofía y Letras de
esta Universidad y ha dirigido la Sección de Literatura de la Escuela
de Estudios Hispanoamericanos.
En 1946 formó parte de la Misión cultural que, presidida por el
señor marqués de Lozoya, fué al Salvador con motivo del IV Cente-
nario de la fundación de la ciudad, y dio conferencias en esta repúbli-
ca y en Nicaragua, Cuba, Santo Domingo e Isla Trinidad.
En 1947 fué enviado por el Instituto de Cultura Hispánica y la
Junta de Relaciones Culturales para dar conferencias en Chile y Ar-
gentina.
Es autor de numerosas publicaciones y conferencias sobre Arias
Montano. En el año de su centenario publicó en la «Colección Hispa-
nia» la obra titulada Arias Monff^no y Iq, política de FtUpa 11 «n los
Paíjses Bajos. La Academia Bibliográfica Mariana de Lérida, le premió
la biografía de Arias Montano y publicó, además, en la Revista de Es-
tudios Extremeños un trabajo sobre la bibliografía de este autor. To-
dos estos estudios le han dado ocasión para reu'nir gran número de
datos, que son base para una obra más extensa sobre el insigne poli
grafo que tiene en preparación. También de este tema se han deri-
vado otros trabajos, como el de la leyenda «del hombre que perdió su
sombra».
Pronunció en la Universidad de Sevilla un discurso de apertura so-
bre el tema «Tratamientos y cortesías en la época de Arias Montano».
Ha dado numerosísimas conferencias en todos los países america-
nos que visitó y en sus principales universidades; en el centenario de
San Juan de la Cruz; en la inauguración de la Biblioteca Universita-
ria de Sevilla, hablando sobre Nebrija, y con motivo de su centena-
rio, etc., etc., dejando excelente recuerdo de todas ellas. Se ha espe-
cializado en los estudios sobre Mística y Ascética.
Es académico de número de la Real Academia Sevillana de Bue-
nas Letras, donde leyó el discurso de ingreso sobre «La leyenda de
Arias Montano». También es correspondiente de las Academias de la
Historia de Managua y de Granada de Nicaragua. Tiene la Encomien-
161 KEVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

da, con placa, de Alfonso el Sabio y la Encomieaida, de númei'O, de


Isabel la Católica.
La REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS saluda al nuevo
director y le ofrece el testimonio de su colaboración entusiasta.

EL NUEVO PATRONATO DE LA BIBLIOTECA NACIONAL

Por Decreto de 9 de enero del año corriente fué designado para la


presidencia del Patronato de nuestro primer centro bibliográfico el
ilustre escritor don José Martínez Ruiz, «Azorín».
Por Decreto posterior de 27 de febrero fué renovado totalmente di-
cho Patronato, quedando constituido de la forma siguiente:
Presidenta: Don José Martínez Ruiz, «Azorín».
Vicepresidente 1.°: Don Rafael Sánchez Mazas.
Vicepresidente 2.": El director de la Biblioteca Nacional, don
Luis Morales Oliver.
Tesorero: Don Agustín González de Amezúa y Mayo.
Vocales repre^entaíivos: Por la Universidad de Madrid, don José
Ferrandis Torres; por el Instituto de España, don Armando Cotare-
lo Valledor, y por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
don Luis Ortiz Muñoz.
Vocales de libre designación: Don Ángel González Palencia; don
José Rújula Ochotorena, marqués de Ciadoncha; don Nicolás Bena-
vides Moro, don Amadeo Tortajada Ferrandis, don Benito Sánchez
Alonso, Fray Justo Pérez de Urbel, don Ciríaco Pérez Bustamante y
don Pedro Laín Entralgo.
Al saludar con todo respeto a tan alta representación de la Nacio-
nal, hacemos votos porque el paso de tan ilustres personalidades por
la casa matriz de todos Jos archiveros y bibliotecarios quede señala-
do en la historia de la misma con el trazo del éxito más rotundo, en
su importante y delicada labor. Por su parte, la REVISTA DE AR-
CHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS pone a disposición del men-
cionado Patronato, y personalmente de cada uno de sus ilustres miem-
bros, «stas páginas, para todo lo que tienda al engrandecimiento y
mejora de los servicios culturales que la nación tiene encomendadrs
al Cuerpo facultativo.
Especialmente nos sentimos satisfechos de que para la prcsideii-
<"ia baya sido designada la venerable y gloriosa figura del español
que más ha amado los viejos libros: «Azorin».
-NOTICIAS 165

BIBIJOGRAFIAS DE ARCHIVEROS, BIBLIOTECARIOS Y


ARQUEÓLOGOS

DON JOSÉ DE LA TOKRE Y DEL CERRO

TSacJó tn Córdoba el 21 de mayo de 1876. Cursó sus estudios eii el


Instituto de segujida enseñanza de dicha ciudad, en la Escuela Supe-
rior de Diplomática y en la Universidad Central; y después de prestar
servicio durante algunos años en el Archivo y Biblioteca Municipales
de Córdoba, ingresó por oposición en el Cuerpo Facultativo de Ar-
chivero?, Bibliotecarios y Arqueólogos, en el mes de febrero de 1904,
siendo destinado al Archivo de la Delegación de Hacienda de Málaga,
desde donde se le trasladó, en julio del siguiente año, al Museo Ar-
queológico Nacional. De Madrid pasó al Archivo General de Indias
de Sevilla en abril de 1907, y unos tres años más larde, en diciembre
de 1909, al Archivo de la Delegación de Hacienda de Córdoba, en el
que, sin interrupción, estuvo prestando sus servicios como jefe del
mismo hasta el 14 de diciembre de 1940. Desde esta fecha hasta el
día de su jubilación, 20 de mayo de 1946, ha desempeñado la direc-
ción de la Biblioteca Pública Provincial de Córdoba, y en distinta*
ocasiones ha dirigido el Museo Arqueológico de la ciudad.
Entre otros servicios jjrestados por don José de la Torre como
funcionario del Cuerpo, deben señalarse las visitas de inspección «e
los Archivos municipales, parroquiales, notariales y otros de la ca-
pital y pueblos más importantes de la provincia de Córdoba, reali-
zadas durante los años 1923 y 1929: en total, unos ochenta Archi-
vos, de las que rindió los oportunos y muy detallados informes. Por
orden fecha 11 de enero de 1932 fué designado para organizar el Ar-
chivo Histárico de la misma, en cuya misión tropezó con dificulta-
des insuperables, por no disponer de locales adecuados, ni dje ca-
pacidad suficiente; pero al menos se hizo cargo, de hecho, del Ar-
chivo de Protocolos de la capital.
Durante el período julio de 1936 a marzo de 1939, desempeñó el
cargo de secretario de la Subcomisión de la Junta Conservadora del
Tesoro Artístico, sustituida luego por la Junta de Cultura Histórica y
del Tesoro Artístico, de cuyos trabajo? rindió una extensa Memoria,
fechada el 30 de julio de 1938. También organizó en el Palacio Epis-
copal el Museo y depósito de las imágenes, cuadros y demás objetos
del culto salvados del desastre revolucionario.
Es académico numerario de la Real Academia de Ciencias, Bellas
Letras y Nobles Artes de Córdoba, en la que ha desempeñado el car-
go de secretario durante varios años, y correspondiente de la Real
Academia de la Historia, Real Academia de Bellas Artes y Ciencias
Históricas de Toledo, Real Academia de Buenas Letras de Barcelona,
156 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

•diel Archaeologisches Instituí del Deutschen Reisches de Berlín, de


la yVcademia Chilena de la Hisíoria y de la Academia Colombiana de
Historia.
Desde el año 1929 colabora en las tareas del Instituto Hispano-
Cubano de Historia de América, al que tiene remitidas notas biográ-
ficas, fichas y copias de documentos referentes a unos cuantos cente-
nares de cordobeses, de los que intervinieron en los descubrimientos,
conquista y colonización de las Indias.
Ei Municipio dp Santa Fe de Bogotá le ha concedido reciente-
mente la Medalla de Plata de la Ciudad por sus investigaciones acer-
ca del Adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada, natural de Córdoba,
descubridor y conquistador del Nuevo Reino de Granada, hoy Repú-
blica de Colombia, y fmidador de la capital de la misma. El acto de
entrega de tal condecoración por el limo. Sr. D. Guillermo Hernán-
dez de Alba, cónsul general de Colombia en España, comisionado
para dicho efecto, tuvo lugar en el Salón de Sesiones del Excmo.
Ayuntamiento de Córdoba el lunes, 22 de marzo del corriente año.
PUBLICACIONES.—La mayor parte de ellas han visto la luz en el
Boletín de la Real Academia de Ciencins, Bellas Idtras y Nobles Ar-
tes de Córdoba. Son las siguientes:
1.—«Aras o altares taurobólicos», Córdoba, 1921.
2.—«El Museo Arqueológico», Córdoba, 1921.
3.—«Descubrimientos arqueológicos en Córdoba», Madrid, 1921.
4.—«El puente romano de Córdoba», Córdoba, 1922.
5.—«La familia de Miguel de Cervantes Saavedra. Apuntes ge-
nealógicos y biográficos fundamentados en documentos
cordobeses», Córdoba, 1923.
6.—«El Alcázar de los Reyes Cristianos», Córdoba, 1924.
7.—«Cinco documentos cervantinos», Córdoba, 1925. (Con ellos
se establece la verdadera ascendencia fraterna, cordobesa,
de Miguel de Cervantes Saavedra.
8.—«La casa donde nació don Luis de Góngora y Argote», Cór-
doba, 1927.
9.-^Documentos gongorinos», Córdoba, 1927,
10.-—«La mezquita-catedral», Madrid, 1926.
11.—«La industria de la seda en Córdoba». En colaboración con
don José María Rey Díaz, cronista de la ciudad. Premio
primero del tema cuarto del Concurso nacional de 1928,
establecido por Ja Comisaría Regia de la Seda.—Cór-
doba, 1930.
12.—«De otros tiempos. Cómo se solucionaba una huelga de cam-
pesinos en el siglo XVI», Córdoba, 1931.
13.—«Fernando de las Infantas. Músico y teólogo», Córdoba, 1931.
14.—«La capilla de Garcilaso de la Vega, el Inca», Córdoba, 1932.
15.—«Beatriz Enriquez de Harana y Cristóbal Colón. Estudio y
documentos», Madrid, 1933.
NOTICIAS 167

16.—«Cordobeses que intervinieron en el descubrimiento, con-


quista y colonización del Perú», Córdoba, 1933.
17.—«El inca Garcilaso de la V^ga. Estudio v documentos», Ma-
drid, 1935.
18.—«Gonzalo Jiménez de Quesada», Bogotá, 1936.
19.—«Una gesta cordobesa. El descubrimiento y la conquista del
Nuevo Reino de Granada», Córdoba, 1936.
20.—«Los fundadores de las Córdobas de América», Córdoba, 1941.
21.—«Don Lope de Sosa», Córdoba, 1944.
22.—«El renegado cordobés Solimán del Pozo y la batalla de Al-
cazarquivir», Córdoba, 1945.
23.—«Los jardines y la huerta del Alcázar. Su historia», Cór-
doba, 1946.
24.—«El Instituto Daza de Valdés», Madrid, 1946.
25.—«Hernán Gómez de Castillejo», Bogotá, 1947.
Para publicarse en breve:
1.—«La familia del Adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada».
Biografía, árboles genealógicos y copias de 169 documentos
inéditos.
2.—«Juan Tafur. De los fundadores d« Bogotá».
3.—«Gonzalo de Cervantes Saavedra. Poeta, amigo y compañero
de armas de Miguel de Cervantes».
4.—«Tomás Gutiérrez de Castro. El farandulero y posadero amigo
y protector de Miguel de Cervantes».

NECROLOGÍAS

FEDERICO RUIZ MORCUENDE


A poco de iniciarse el año en curso se extinguió la vida de nuestro
inolvidable compañero el ilustrísimo señor don Federico Ruiz Mor-
cuente, jefe del archivo y biblioteca del Ministerio de Asuntos Ex-
teriores. Con él ha perdido el Cuerpo a una de las figuras más presti-
giosas, tanto por su acusada personalidad como por los resultados ob-
tenidos con su esfuerzo y trabajos, reveladores de su acendrado amor
y culto a la profesión elegida.
Una grave lesión cardíaca, consecuencia de un proceso bronquial
antiguo, nos arrebató al llorado amigo y compañero cuando su madu-
rez, su formación humanística y su cultura literaria nos prometían la
continuación ininterrumpida de sus publicaciones.
Confortado con los Auxilios Espirituales, descansó en el Señor el
168 BEVISIt DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

23 de enero. Al sepelio, presidido po reí excelentísimo señor ministro


de Asuntos Exteriores, ilustrísimo señor director general de Archivos
y Bibliotecas, autoridades académicas y la familia del finado, asistió
una nutrida representación corporativa y numerosos amigos. La Re-
vista renueva ante su distinguida familia la expresión del dolor senti-
do con la desaparición del ilustre camarada.

BREVES APUNTES BIO-BIBLIOGRÁPICOS

Nació Federico Ruiz Morcuende en Toledo el 17 d e julio de 1890.


Cursó la sección de Lenguas y Literatura en la Facultad de Filosofía
y Letras d e la Universidad Central, con tal aprovechamiento y deci-
dida vocación, que el maestro de investigadores, don Ramón Menén-
dez Pidal le eligió entre otros varios para colaborar en eL Centro de
Estudios Históricos, desde su fundación, en el año 1910, permane-
ciendo en él hasta el 1.° de octubre de 1927.
Por R. O. de 26 de julio de 1913, y en virtud de oposición ,ingresa
en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólo-
gos, con destino en el archivo de la Delegación de Hacienda de Bur-
gos. Ya -en esta fecha, bajo la suprema dirección del señor Menéndez
Pidal, había realizado los trabajos siguientes:
«Transcripción y estudio del códice X-J-6 de la Biblioteca de El
Escorial», que contiene la Crónica de veinte reyeis de España.
«Transcripción y estudio del Libro die Ahfxandrey), códice de JH
Biblioteca Nacional de Madrid.
«Impresión de documentos lingüísticos de los siglos XII al XV.
Glosario y gramática de los mismos.»
«Lecciones de conversación en castellano en lob cursos de verano
para extranjeros», organizado por la Junta de Ampliación de Es-
tudios.
«Investigaciones de laboratorio sobre fonética experimental y otros
varios, especialmente paleográficos.»
En 1915 pasa a prestar sus servicios a la Biblioteca Nacional, don-
de, en 1930, el nuevo Patronato le nombra secretario. Permanece en
este puesto durante dos años, al cabo de los cuales es trasladado en co-
misión al archivo del Ministerio de Estado, y al mes es elevado a la Je-
fatura de dicho Centro, en el que despliega tal actividad y eficiencia
que en 1934 y 35 recibe sendas condecoraciones oficiales. Con el mis-
mo ritmo, sin desmayos, actúa durante el período bélico, y en 1942
se le otorga la encomienda con placa de la Orden de Isabel la Cató-
lica, y en 1943 la encomienda de número de la Orden del Mérito Civil,
Estaba en posesión de los títulos de maestro superior, académico
de la Real Academia de Estudios Históricos de Valladolid y de la de
Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Explicó un curso de
literatura española en la Universidad de Cambridge (1927-28) y pro-
NOTICIAS • 169

nuncio varias conferencias sobre esta materia en las Universida<]fs


de Oxford y Ixindres.
Las más importantes obras de Ruiz Morcuendie son :
a) Ediciones criticas de :
Francisco de Rojaa: Teatro.—Madlrid, 1917. (Volumen 35 de
«Clásicos Castellanos».)
Castillo Solórzano: La Garduña de Sevilla.—Madrid, 1922. (Vo-
lumen 42, id. id.)
Moratín: Teaitro.—Madriú, 1924. (Volumen 58, id. id.)
Pigafetta: Primer viaje en torno del Globo.—Madrid, 1922.
La Condamine: Viaje a la América m^eridional.—Madrid, 1922.
Ti moneda : El Patrañuelo.
b) Estudios sobre:
La novela picaresca.—Madrid, 1922.
iVoías del lenguaje popular madrileño.—Madrid, 1925.
Moratín, dibujante.—Madrid, 1926.
c) De amena literatura :
Del amor, de la vida y de la gloria. Poemas.—Madrid, 1911.
El amor ronda en Palacio. Zarzuela. (Estrenada en el teatro Cal-
derón dei Madrid.) 1932.
d) Erudición:
Catálogo de la Biblioteca del Ministerio de Asuntos Exteriores.—
Madrid, 1941.
Vocabulario de Moraíín.—Madrid, 1945, dos vols. (Obra premia-
da por la Real Academia Española.)
En la actualidad trabajaba en ima Historia del Real Alcázar, lle-
vando muy adelantado su trabajo y el acopio de documentación en
distintos archivos, especialmente en el del Palacio Nacional, La muer-
te ha venido a truncar una vida que aun prometía frutos sazonados
y una interesante obra que sería de desear encontrase su continuador.

EL P . MATEO DEL ÁLAMO

El día 13 de septiembre de 1947, moría en el Monasterio de Silos,


el que durante 52 años fué su bibliotecario modelo, el erudito P . be-
nedictino £r. Mateo del Álamo.
Su vida cronológica no tiene fechas destacadas. Nacido a la som-
bra del Monasterio, en el vecino pueblo de Santibáñez del Val el 21
de septiembre de 1878, a los 12 años ingresa en la escuela monástica
del miaño. En 1896 hace su profesión religiosa y seis años más tarde
es ordenado sacerdote. Desde entonces su vida transcurre íntegra en
170 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS V MUSEOS

la intimidad, del claustro. Las horas se deslizan rápidas, repartidas


«ntre la biblioteca, el coro y la celda. Es un monje en el niás genuino
sentido de la palabra. Excepción hecha de ima pequeña excursión a
Francia y una visita a Barcelona, no ha salido nunca de los alrededo-
res de Silos. Gracias a esta estabilidad y a una constancia envidiable
para el trabajo, ha logrado adquirir una serie de conocimientos uni-
versales que le han grangeado el título de «eruditoj) y le ha permitido
dirigir con competencia clases tan diversas como las Matemáticas, el
Latín, la Literatura, la Patrología, el Derecho canónico, la Moral y c]
Dogma. En 1914 fué encargado de regentar la parroquia de Santo Do-
mingo de Silos y en su desempeño puso el P . Matee todo el cuidado y
el celo que le distinguía.
pero su característica, su vicio, su única pasión, la constituía el li-
bro. Esta pasión fué la causa de que apenas profeso fuera nombrado
bibliotecario, cargo que desempeñó con entusiasmo creciente hasta el
último día. Cuando él tomó posesión, la biblioteca apenas contaba
12.000 volúmenes. Hoy cuenta ya con 50.000 de los que gran parte se
deben a su actividad. Fuera de este trabajo de adquisición, ha realiza-
do una ingente labor de catalogación y ordenación. De cada libro ha
secado tres fíchas; una que ha colocado en el catálogo general en vm
orden riguroso, otra que ha trasladado a su libro de cuentas y una ter-
cera que ha grabado en su memoria. Todos los monjes tienen derecho a
usar de estos tres ficheros, y nosotros sabíamos por experiencia que el
más rápido, el más práctico y sobre todo el más orientador, era el ter-
cero. Siempre le hallábamos dispuesto al sacrificio de sus gustos, con
tal de poder ser de alguna utilidad al que consultaba. Tenía la intui-
ción del libro; una sola mirada al índice le bastaba con frecuencia
para juagar de su contenido y nosotros podíamos comprobar que rara
vez se equivocaba. En la biblioteca de Silos no se extinguirá nunca su
memoria. Es raro el libro que no tiene vestigios de su letra. Será un
índice, una nota marginal, una corrección, una cita, un apéndice
Leía siempre con el lapicero en la mano y gozaba cuando encontraba
algo que corregir o anotar.
Era además encuaderndor y en este aspecto ha desarrollado tam-
bién una labor que hoy nos abruma al considerarla en su conjunto.
Sólo de revistas ha encuadernado en tela o en cartulina más diez
mil volúmenes. Sufría cuando veía sufrir a los libros, y no habrá mu-
chos en los anaqueles de la biblioteca que no hayan recibido una ca-
ricia de su mano, o no hayan tenido que soportar el mal olor de su en-
grudo o de su cola.
Con paciencia verdaderamente benedictina ha ido reuniendo día
tras día una colección numerosísima (pasan de 25.000) de postales ar-
tísticas. En su afán de instruir y de formar ambiente artístico, había
ideado tm medio ingenioso. En un cuadro convenientemente preparado
iba haciendo desfilar diariamente los tesoros de su variada colección.
Nosotros le llamábamos humorísticamente «el panóptico» o «el cine
N O T I C I A S 171

<le los monjes» y él gozaba oyendo nuestros comentarios, como íi se


tratara de un artista novel en su primera exposición.
No ha escrito mucho para el público y de esto una gran parte bajo
<'1 humilde anonimato; pero con una caridad y un desprendimiento
verdaderamente desinteresado ha prestado sus nota? a los sabios, ha
contestado a las consultas que de todos los sectores del mundo cieiiií-
fico recibía y ha tratado, por todos los medios de orientar y alentar todo
intento de conquista espiritual. Y todo por amor a la ciencia.. Mu-
chos sabios le deben una solución acertada, un dato interesante, una
nota curiosa, imposible de hallar en otra parte y el mismo P . Serrano
no se recataba en decir, que sin su ayuda no hubiera escrito lo mejor
de sus obras.
No puede, sin embargo, decirse que ha escrito poco, pues si qui-
siéramos solamente citar los títulos de sus folletos o artículos necesi-
taríamos muchas páginas.
En el Boletín, de Santo Domingo de Silos dirigió la «Sección del
Purgatorio», en los años que median entre 1902 y 1910. Al mismo
tiempo publicaba en la misma revista diversos artículos sobre te-
mas variados, tales como: «El taumaturgo español y redentor de
cautivos, Santo Domingo de Silos», tomo III, p . 98-101; 262-270.
Instrucciones sobre el año litúrgico, tomo IV, pág. 69-71 y sig.,
números de los años 1902, 1903 y 1904; La coronfidórt de los reyes,
svgún el Pontifical Romano y los usos de España, tomo IV, pág.
277-283, 326-333; El Código de Derecho canónico y la Orden bene-
dictina, tomo XX, 1918, pág. 407-410; etc., etc.
Entre los año« 1905-1917 sd encargó del consultorio litúrgico,
canónico y de Derecho civil en la Revista Eclesiástica de Valladolid.
Entre los artículos que escribió con este motivo merecen destacarse
los siguientes:
La Semana Santa en Jerusalén a mediados del siglo IV, según
el relato de la española Eteria, tomo XX, 1907, pág. 202-208.
La reforma del Breviario, tomo XXX, 1912, pág. 49-57, 76-88
y siguientes.
La reforma de la fecha para la celebración de la Pascua, t. XXXIIl,
1918, pág. 268-273.
Cooperó en el Diccionario Espasa con la búsqueda y redacción
de las palabras litúrgicas y monásticas comprendidas entre los to-
mos 18-28 y 49-70, correspondientes a las letras E-H y R-Z.
Su artículo sobre la Congregación de Valladolid, publicado ron
este motivo es lo más completo que se ha escrito sobre este tema
hasta nuestro.s días. El solo ocupa 60 apretadas páginas del tonío 66.
En 1930 se asomó al extranjero con la publicación de interesantísi-
mos artículos en el Dictionnaire d'Histoire Ecclesiastique et Géo-
graphie y en el Dictionnaire de Spiritualité. Colaboró también en
la Revue d'Histoire con artículos originales y la crónica bibliográ-
fica española. En el tomo XXXIV, fase. 4. de dicha revista publicó
172 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

€H 1938 un artículo titulado La regle de Saint Binoit éclairée par


sa source, Ub regle da Maitre, en el que pretendía probar, apoyán-
dose en el lenguaje, en las prescripciones disciplinarias y litúrgi-
cas, y sobre todo en el examen paralelo de los textos, que San Be-
nito es posterior al Maestro y le sigue en la composición de su regla.
En el mismo número apareció ya una enérgica contrarréplica del
padre J. Pérez de Urbel, preludio de las agitadas controversias, so-
bre las que no se ha dicho aún la última palabra. En 1942 publicó
el P . Mateo un nuevo artículo sobre este tema titulado: Nouveaux
éclaircissements sur te maitre et Saint Benoit, txi que insistía con
nuevos argumentos sobre su primera idea.
Otro de sus artículos originales e interesantes, es el que con el
título. El comma Joaneo publicó en Estudios BíbUcos, tomo I I , 1943.
En él trata de investigar la autenticidad del célebre texto: «Tres
sunt qui testimonium dent in coelo, etc....», que actualmiente. lee-
mos en el capítulo V, v. 7-8 de la Epístola I de San Juan, y des-
pués de estudiarlo detenidamente a la luz de los manuscritos y de
la tradición, llega a la conclusión de que «exegética, documental Ü
históricamente es imposible, a nuestro juicio, defender su autenti-
cidad».
Hemos espigado algo de lo que el P . Mateo nos ha dejado im-
preso. Mucho más, sin comparación, es lo que tiene inédito. En-
tre los papeles que nos ha legado, merece especial mención una
colección completísima de notas sobre los monasterios españoles y
la bibliografía de los monjes de la Congregación de Valladolid. Es
un monumento digno de la laboriosidad del P . Mateo. Su htmiildad
le hizo creer que una pluma mejor cortada que la suya, sacaría
mayor partido de aquellas notas, pero no podía m.eno8 de recono-
cer que en ellas se encontraba lo mejor y más completo que sobre
este tema se ha publicado hasta nuestros días.
Su muerte fué un vivo reflejo de su carácter y d e eu vida. Reci-
bió el Sacramento de la Extremaunción con la sonrisa en los labios,
porque le hacía gracia la vela que| por el calor estaba notable-
mente torcida.
Días antes de su muerte nos pedía que cuidáramos mucho de sus
notas, y nos indicaba el lugar quie podrían ocupar en el Archivo del
Monasterio, y todavía, unas horas antes, aprovechando «na breve
salida del hermano enfermero, se sentaba de nuevo en su mesa de
trabajo para tomar un apunte y preparar un nuevo trabajo.—J. D.
DE CUESTA, O. S. B.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
ADICIONES A LA BIBLIOGRAFÍA CERVANTINA
El Patronato nacional del IV centenario del nacimiento de Cervantes adver-
tía muy oportunamente que la mejor colaboración que podría prestarse a los
trabajos de la misma era corregir y ampliar el Catálogo de la Exposición, cele-
brada en nuestra Biblioteca Nacional (1). Y como suscribimos por entero el cri-
terio de que toda tarea bibliográfica debe ser estimada siempre, no como obra
perfecta y acabada, sino provisional y perfectible, nos hemos permitido y cuidado,
en nuestro constante manejo de publicaciones y revistas extranjeras, de anotar la
copiosa bibliografía de tema hispánico aparecida durante estos últimos años de
anormalidad. Con ello esperamos ir llenando en lo posible el tremendo vacío que
existe en nuestra información bibliográfica desde 1936 hasta el fin de la segunda
guerra mundial, sobre todo de aquellos temas que interesan directamente a la
Historia, la Literatura y, en general, la cultura hispánica. Tal información bi-
bliográfica resalta, en efecto, una contribnción asimismo provisional a la ya publica-
da, y se refiere, naturalmente, a aquellas obras cuya existencia ha llegado a nues-
tro conocimiento de una u otra manera, generalmente tomada de fuentes direc-
tas, como son boletines, anales, revistas universitarias, etc., que han llegado a
España a través del Servicio de Cambio Internacional para ser distribuidos en
centros culturales y docentes españoles.
El deseo de no demorar la publicación de estas notas, con el fin de ponerlos
rápidamente en manos de los investigadores, sin esjjerar a ulteriores mejoras y
ampliaciones, nos estimula a utilizar las páginas de nuestra querida REVISTA DE
ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS, donde. Dios mediante, se irá dando a cono-
cer la copiosa producción extranjera sobre temas españoles, signo inequívoco del
interés que siempre ha despertado la cultura hispánica entre los estudiosos de
todo el mundo. Hoy comenzamos por dar, como decíamos al principio de estas
líneas, una pe<jueña ampliación de la bibliografía cervantina reciente, poco o
nada conocida en España todavía, a causa de la deficiencia de los medios de co-
municación material y espiritual que «nfre el mundo de la posguerra :

* * *

AcMURY VALENZUELA, Darío: «Una incógnita del Quijote: «dnelos y quebran-


tos». Revista de las Indt<u, núms. 97 (77-101) y 98, 193-222.

(1) Catálogo de la Primera Exposición bibliográfica cervantina. Biblioteca Na-


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BOSCH-GIMPERA ( P . ) : El poblamiento antiguo y la formación de


los pueblos de España. Imprenta Universitaria. México, 1944. 23,5
centímetros. XXIX + 421 páginas + 2 hojas + láminas 1-71 -!-
12 mapas.
He aquí una nueva obra de este gran prehistoriador que considera-
mos indispensable para obtener una visión clara, conjunta y total de
los avances y resuhados obtenidos, así como de los problemas que to-
davía suscita la prehistoria española.
¿Podría interpretarse este libro como una «segunda edición» de su
Etnología de la Península Ibérica (Barcelona, 1932)?; sí y no. Admiti-
mos, en efecto, que toca los mismos temas ya tratados anteriormente.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 179

aunque ahora prolonga el análisis <le la formación de los pueblos hís-


panos hasta llegar a la Edad Moderna; pero habremos de convenir
también en que se aparta casi completamente del estudio intrínseco de
los materiales prehistóricos descubiertos, con la finalidad de ahondar
más en el examen de los problemas que aquéllos acarrean, convirtién-
dose de este modo en obra de crítica prehistórica. De paso revisa toda
la bibliografía de España y del extranjero (abrumadora, por cierto,
aunque más completa ésta que aquélla) referente o relacionada con
nuestros hallazgos y con los movimientos étnicos que afectaron a la
Península hispánica en los tiempos pretéritos.
Por lo expuesto podemos manifestar que la Etnología no ha que-
dado arrinconada —continuando como obra insustituible de consul-
ta—, cabiéndole a El poblamiento antiguo el honor de ser también im-
prescindible a título de apéndice de la anterior.
Dadas la naturaleza y extensión de la obra, ni siquiera intentamos
hacer una síntesis de los temas tratados, ciñéndonos, por el contrario,
a aquellos puntos que juzgamos de mayor interés, bien por solucionar
escollos anteriores, bien al mostramos tendencias opuestas o diferen-
tts a las que actualmente se aceptan en España.
Tema apasionante y muy discutible todavía e* el de la simultanei-
dad de los períodos prehistóricos y la sucesión de las glaciaciones. Le-
jos de facilitarse su comprensión por nuevas investigaciones parece
que cada vez se embrolla más, no encontrando do? autores que estén
concordes. Bosch sitúa en el interglaciar Günz-Mindel el chelense y el
clactoniense I de San Isidro; en el Mindel-Riss, el acheulense antiguo
y clactoniense I I ; en el Riss-Würm, el acheulense medio, superior y
final, así como el clactoniense III. Con el inicio de la cuarta glacia-
ción, würmiense, aparecen las culturas musteriense y sbaikiense.
Dividido el matritense en tres etapas, manifiesta que el primero
ofrece influencias sbaikienses (puntas tenuifoliadas). aterienses (raspa-
dores pedunculados de doble muesca) y auriñaci«nse8 (hojas de dorso
rebajado); el segundo, infiltraciones aterienses (pedicelo destacado,
por dos muescas), del auriñaciense medio (raspadores aquillados) y
del solutrense primitivo (retoque típico, hoja de sauce), siendo el ter-
cero de carácter solutrense (pimtas tenuifoliadas do laurel y de sauce^
con retoques típicos). En cuanto al solutrense, lo cree originado en
Hungría y Polonia (1). Al tratar del magdaleniense insiste en que pre-
senta peculiaridades de expansión semejantes a las de la cultura an-
terior, es decir, que no puede hablarse de etapa uniforme, sino que es
propia, casi únicamente, del Occidente europeo, pues otros países
muestran una evolución de culturas anteriores: grimaldiense, en Ita-

(1) Pericot mantiene la idea de que nos vino de África. Esta teoría, mantenida
en diversas publicaciones, aparece últimamente en Cova del Parpallo. I. Estado
actual de los estudios sobre la cueva del Parpallo (Public, núm. 6 de trabajos va-
rios del S. I . P.—Valencia, 1947; pág. 33).
180 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

lia (grávettiense); atlilietise, en Crimea y Palestina (anriñaciense me-


dio), etc.
Acerca del sugestivo tema de las pinturas parietales, cree que las
levantinas y africanas fueron una manifestación posterior a las cantá-
bricas «naturalistas», avmque influidas por éstas, debiéndose su trans-
formación en estilq «expresionista» a las corrientes capsienses de flnes
del paleolítico. Desde ahora pueden distinguirse ya en la Península
dos grupos étnicos que serán fundamentales: el franco-cantábrico y el
levantino-meridional, éste con predominio de capsienses.
Novedad importante respecto de su Etnología es la inclusión de
-diversas culturas portuguesas que marcan perfectamente todo el trán-
sito del paleolítico al neolítico (intervalo mesolítico), correspondiendo
dicha evolución a los portadores del capsiense final. El primer estadio
lo ocupa la estación de Amoreira, en Muge, con niicrolitos semejantes
al sauveterriense francés; es contemporáneo del asturiense y niaglemo-
siense (6800-5000). Arruda marca el segundo con trapecios también
sauveterrienses; es sincrónico al primer erteboeliense y Siegunda fase
del asturiense (5000-4000). Finalmente, Vale das Lages, en que ya apa-
rece un hacha pulimentada; dicha etapa es simultánea a la solidifica-
ción de los concheros asturienses, del segundo erteboeliense y del tar-
denoisiense avanzado de Bélgica y Holanda. En otro yacimiento se-
mejante, Alemquer, hay microlitos y cerámica.
Desde el neolítico continúa Bosch con los círculos «clásicos» esta-
blecidos por él para España, suponiendo que la cultura de fe cmvas
es propiamente capsiense, a cuyo pueblo debemos la última evolu-
ción del arte pictórico, de «expresionista» a «esquemático». Su cerá-
mica puede ser con relieves (Norte y Nordeste) o de incisiones (Cen-
tro, Sur y Oeste), señalando los Montes Ibéricos dicha divisoria. Gru-
pos particulares son los de Tartareu, de la decoración cardial (Mont-
serrat, Bocairente, Vélez Rubio), semejante a la de Marruecos y Ar-
gelia, y del vaso campaniforme, quizás los tres contemporáneos; res-
pecto de la exportación de este último a Europa, niega toda emigra-
ción, suponiendo un intercambio de tribu a tribu.
En la cultura de Almería ve una infiltración camita, en este caso
la primera ibera, producida por agricultores y mineros miuy relacio-
nados con el círculo sahariense, como se aprecia en la cerámica lisa
(s€m.ejante a la predinástica egipcia del merimdiense y badariense)
y en la abundancia de puntas de flecha. Nuestro autor no cree posible
—en contra de Vaufrey— una relación en África entre el sahariense
y el neolítico de tradición capsiense, al considerar In diferencia de ma-
teriales típicos, diferenciación que debió originarse en el paleolítico :
por un lado, sbaikio-ateriense y oraniense; por otrc, capsiense.
La culminación de esta cultura, venida del África Menor, está re-
presentada por Los Millares, que Bosch fecha entre 2300 y 2100. Sus
pobladores eran dolicoc^falos bereberes saharianos. No podemos acep-
NOTAS BIBLIOGBAFICAS 18Í

tar que los alm€rienses fueran tributarios de Portugal en el arte cons-


tructivo megalítico (2).
Defiende Bosch —en contra de Childe— que Alcalar y Los Milla-
res son posteriores a la culminación artística en España del vaso cam-
paniforme, pues el período de éste, coetáneo de aquéllas, es el terce-
ro. Tampoco acepta que la introducción en Portugal de las plaquitas
de pizarra, ídolos y decoraciones antropomorfas se deba a los caj)-
sienses, sino a un estadio posterior que estaría en relación con el Egip-
to predinástico a través de numerosas etapas.
En el círculo pirenaico señala una amalgama de materiales, debi-
dos a las aportaciones de los pueblos próximos, como la cerámica de
cuerdas (propia del círculo nórdico), que llega hasta Castellón, y los
cuchillos de silex opalino, que aparecen en Cataluña. Cronología:
Desde antes de 2500 a 1900; en Cataluña, además, un período quinto
sin material lítico y con cerámica argárica.
En la Edad del Bronce, «la población indígena de la Península pa-
rece estabilizarse». El período de transición lo sitúa entre 2100 y 1900.
El poblado de El Argar cae en la etapa Ib (1900-1600); El Argar II
oscila entre 1400 y 1200; en esta fase se incluye Fuente Álamo, que
ofrece espadas por vez primera.
Quizá la parte más interesante de la obra es la que trata de las in-
vasiones célticas, al considerar las novedades que proporciona respec-
to de la Etnología. Sabido es que en ésta la penetración de urTienfel-
der, en Cataluña, la hacía oscilar entre 1000 y 600, dejando para el
siglo VI la restante de cempsos, sefes, beribraces y germanos, que nos-
parecía no concordaba realmente ni con las noticias desprendidas del
periplo ni con los hallazgos arqueológicos de cerámica excisa.
Ahora, prescindiendo de los urnenfelder (900-650), entre los que
también incluye, a título de acompañantes, los beribraces, fija una
segunda oleada, hacia 700, de hallstátticos del Bajo Rhin, con varias
ramas en España : una, al Ebro (El Redal, Roquizal del Rullo), in-
filtrándose entre los iberos del Bajo Aragón, que ya habían expulsa-
do (?) a los wrnen/e/rfer; otra a la meseta, que desarrolla la cultura
arcaizante hallstáttica (?) de Las Cogotas I, Entre ellos se contarían los
berones (Rioja) y pelendones (Alto Duero), a juzgar por los morrillos
del Roquizal, la cerámica excisa y la pintura del Bajo Aragón, acaso
en relación con la hallstáttica —período C— de Niedermockstadt (3).

(2) Anteriormente a la cultura de Almería, el neolítico peninsular es muy po-


bre, por lo que hemos de suponer que de ese foco o de algún otro de la misma
época irradiasen a la Península los nuevos adelantos, entre ellos la técnica me-
galítica. Véase, a este respecto: Martínez Santa-Olalla (J.) : Esquema paletnoló-
gico de la Península Hispánica (Corona de Estudios...—^Madrid, 1941; pág. 141).
(3) Precisa consignarse que Taracena ya fijó la entrada de Pelendonfs y Berones
hacia el 900, suponiendo El Redal de hacia 800 {La antigua población de la Rioja:
en A. E. Arq., 1941; pág. 157).
Almagro opina que los hallazgos de técnica excisa en España, pueden fijarse
182 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Los invasores de la Meseta son empujados, después, por sus seguido-


r e s : cempsos, gei-manos, cimbrios y eburonrs, todos ellos proceden-
tes de Westfalia, echados por los germanos de la cultura de Harps-
tedt. El hecho aquí no es posterior a 650.
Fija una tercera oleada hacia 600 —Hallstatt D (4)—, originada
en el Rhin, Hesse y Turingia. A España llegan Jungones, nemetales,
turodi-turones y lemavi-lemovices. La cuarta y última es la de los bel-
gas, que debió, originarse en el siglo VI y acabar aquí hacia 570, pues
no tiene elementos de La Teñe. Estaba integrada por suessiones, au-
trigones, origeviones, caristios, nerviones (éstos quizá germanos), ve-
liocasses, belovacos (vascones, vacoeos o arevacos, belos) y titos.
En cuanto a los lusitanos y lusones, ahora acepta Bosch la opinión
de los prehistoriadores portugueses, quienes los califican de indígenas
hispánicos.
El estudio de la arqueología peninsular, desde la colonización grie-
ga, también es de gran interés. Bosch sitúa en la primera época la
Bicha de Balazote •—según García y Bellido, del siglo IV (5)—, león
de Bocairente, esfinges de Salobral y cabeza de Redován, de infiuen-
cias minorasiáticas de Lidia (6).
En la cerámica «ibérica» es en donde Bosch msntiene con más fir-
meza sus puntos de vista anteriores, y así insiste en que la de Levante
debió originarse en el siglo V, naciendo la del Sureste por imitación
de la griega en la transición del tipo orientalizante al arcaico. Sitúa
los vasos con guerreros, de Oliva, entre 400 y 375, así como el de dan-
zantes y otros de Liria hacia 350, rebajando la fecha de algunos de
esta localidad hasta el año 250.
Probablemente, la nota de más interés respecto de la venerable
Emiporion sea el estudio, por el momento, de sus murallas, las cuales
ccmuestran una técnica muy arcaica, no pudiendo ser su fecha inicial
muy distante de 535» (7). Añade Bosch que la fecha del periplo depen-
de, quizá, de la fundación de Ampurias y no ésta de aquél. Teniendo

desde 800, es decir, desde el Hallstatt B, período que todavía cae en Europa en la
Edad del Bronce (La cerámica excisa de la Primera Edad del Hierro de la Pen-
ínsula Ibérica; en Ampurias, I. 1939; pág. 138).
Respecto de Las Cogotas I disentimos en cuanto a la cerámica. Allí aparece
una variedad de tradición eneolítica (decoración «campaniforme») y otra, excisa,
acaso en relación con la respectiva de Alsacia, anterior al Hallstatt-Hierro.
(4) Creemos sería conveniente denominar «Hallstatt» únicamente a los perío-
dos «C» y «D», pues si admitimos que dicha cultura significa la introducción del
hierro en la Europa Central, no podemos aceptar de ningún modo un Hallstatt
«A» y «B» que sólo ofrecen bronce y caen por tanto en la Edad de este nombre.
(5) La Bicha de Balazote (A. E . Arq., 1931; pág. 248).
(6) Acerca de la opinión de García Bellido sobre estas piezas, véanse : Algu-
nos problemas de arte y cronología ibéricos y De escultura ibérica. Algunos pro-
blemas de arte y cronología (A. E. Arq., 1943; págs. 78 y 272).
(7) Esta apreciación ya la sostuvimos nosotros en Ampurias. Sus murallas:
aparejos y cronología (Memoria inédita compuesta con motivo del Cursillo d e Pre-
historia celebrado en Ampurias' en 1947).
NOTAS BiBLIOCRÁFICAS 1 ?3

•en cuenta que el origen de la ciudad acaso sea anterior al supuesto


—^según se desprende de hallazgos últimamente verificados (8)—, re-
sultaría que el citado periplo no podría ser posterior al siglo VII an-
tes de Jesucristo.
Terminaremos manifestando que las ilustraciones son deficientes en
•cuanto a presentación, con excepción de los mapas; en uno de ellos,
el referente a «La colonización griega», advertimos que los nombres de
Emporion y Rhode aparecen trastocados.—OCTAVIO G I L FARRÉS.

GUTIÉRREZ DEL ARROYO DE VÁZQUEZ DE PARGA (Consu?-


lo): Privilegios reales de la Orden de Santiago en la Edad Media.
Catálogo de la serie existente en el Archivo Histórico Nacional.
(Madrid, s. a.)
El rico tesoro documental de nuestro Archivo Histórico Nacional
ha suministrado el material para que una inteligente medievalista,
compañera del mismo, haya redactado, bajo el patrocinio de la Junta
técnica de Archivos, Bibliotecas y Museos, un catálogo, precioso por
la calidad de los documentos catalogados, otorgados por reyes o prín-
cipes de sangre real, desde la fundación de la Orden hasta la muerte
de Fernando el Católico, e interesantísimo por el gran valor histórico
de todos ellos.
La obra comienza por un capítulo dedicado al eétudio de los archi-
vos de la Orden de Santiago. Minucioso y útilísimo para el estudio de
la Archivología española, dedica preferente atención al archivo de
Uclés. En nada se diferenciaba este archivo, en sus orígenes, de lo que
eran, en los siglos XII y XIII, los depósitos documentales de otros
países europeos: era un armario donde se guardaban pergaminos y
escrituras de interés y emplazado en el thesoro del castillo. Desde el
siglo XIV recibe la habitación donde se conserva este armario el nom-
bre de Cámara de los Privilegios, y su cuidado está encargado a un
comendador que, en cada una de las visitas, se obligaba, con su per-
sona y bienes, a guardar y conservar toda la documentación a él enco-
mendada y —-prohibición sabia y digna de imitación— no permitir
que saliera ningún pergamino de la Cámara a no sei copia debidamen-
te autorizada, ni dejar entrar a nadie en la misma sin estar él pre-
sente. En el siglo XV los documíntos se guardaban bajo llave, en gran-
des cofres herrados, pero hasta 1505 no se encuentra una disposición
real sobre el archivo de Uclés: una provisión de Femando el Católico,
que organiza y crea el Archivo General de la Orden de Santiago; man-
da que se construya una buena cámara y, en ella, un «archivo de ma-
dera, en el que se pongan por orden en sus cajones», privilegios, es-
crituras v libros, y nonibra para que se encargue de él a Diego de To-

(8) Véase : Gil Farrés (O.) : Cursillo de Prehistoria y Arqueología en Am-


parias (Rev. Arch., Bibl. y Mus., 1947; núm. 2 ; pág. 395\
184 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

rremocha, que «€8 persona hábil e tiene mucha noticia e experiencia


de las dichas escrituras»; tanto la Cámara de los Privilegios como el
archivo, tendrían dos llaves distintas, una de las cuales estaría en po-
der de Diego de Torremocha y la otra la tendría el Comendador de la
Cámara de los Privilegios, así, cuando uno hubiera de entrar en el ar-
chivo o en la cámara necesitaba de la presencia del otro y los dos eran
responsables de la custodia de los documentos. En 1508, Torremocha
había redactado un inventario del archivo y clasificado los docu-
mentos por Encomiendas. Después de su gran labor, admirable para el
tiempo, el archivo quedó instalado y catalogado y permaneció, pue-
de decirse que inmutable, durante los siglos XVI y XVII. En 1721 fué
encargado de la reorganización del archivo el ilustre historiador don
Luis de Salazar y Castro, Comendador de Zorita y Procurador General
de la Orden de Calatrava. Pero tanto este proyecto como los de 1743
y 1751 no pasaron de eso, sin ponerse en ejecución. Por fin, entre 1789
y 1791, se realizó una nueva ordenación, se hicieron obras de reforma
en el archivo y se construyó la hermosa serie de cajones que aun se
conserva en el Archivo Histórico JNacional, todo gracias al cuidado del
archivero don Juan Antonio Fernández, luego Obispo de Canarias,
que trabajando con paciencia infatigable, catalogó y revisó todas las
escrituras del archivo. Por las leyes de desamortización pasó el fondo
documental de Uclés a la Real Academia de la Historia y de ésta al
Archivo Histórico Nacional.
Menos importantes que el de Uclés y con su mismo final, son los de
San Marcos de León, que sólo fué inventariado en el siglo XVIII, y el
pequeño de Sancti Espíritus, de Salamanca.
El capítulo I I €8 un índice cronológico de los Grandes Maestres
de la Orden, copiosa y eruditamente anotado.
El III trata de las Encomiendas y Bienes de la Orden de Santiago.
Y el IV, en fin, es el catálogo, propiamente dicho, de los Privile-
gios Reales, desde el concedido el año 1030 por el Rey Femando I de
Castilla y de León, al convento de Sancti Spiritus, de Salamanca, ha-
ciéndole donación de los castillos de Atalaya y Palomera, hasta el que
hace el número 908, y es una orden de Fernando V (Medina del Cam-
po, 28 de marzo de 1515) a los visitadores de la Orden de Santiago.
Además de las copiosas notas eruditas a que he aludido y de otras
muchas de carácter bibliográfico, avaloran la obra los comentarios y
acotaciones a los documentos sobre su estado de conservación, su ca-
rácter de letra, observaciones sobre los sellos pendientes, etc., etc.
Un corto número de facsímiles, fotocopias bien seleccionadas entre
los principales documentos, ilustran el interesante volumen, a cuyo fi-
nal se encuentra un útilísimo índice de cosas notables, entre las cuales
figuran los nombres de numerosos usos medievales, principalmente los
impuestos, que forman u n curiosísimo glosario y que ha de ser apre-
ciado en su gran valor por todos cuantos nos interesamos por la Histo-
ria de la Edad Media.—E. S. A.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 155-

SIMON DÍAZ (José): El Artista (Madrid, 1835-1836). Madrid. Insti-


tuto «Nicolás Antonio», del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas. [Blass], 1946, 167 págs. + 1 hoj. + 51 láms., 24.5 cms.
(Colección de índices de publicaciones periódicas, I).

A la constante inquietud bibliográfica y erudita de don Joaquín de


Entrambasaguas se debe también la dirección de esta útilísima «Colec-
ción de índices de publicaciones periódicas», que inicia con el de El
Artista don José Simón Díaz. Por lo que ya nos presenta este primero,
promete ser la «Colección» citada un completo acierto y un logro
feliz.
Tan interesantes como desconocidas, incluso para investigadores y
estudiosos, son muchas revistas españolas. La imposibilidad material
de consultarlas con frecuencia, lo incompleto de ciertas colecciones
periódicas y lo difícil de recordar y aun de recoger con orden artículos
y grabados que constituyen un acervo histórico, artístico y literario
importantísimo, cuyo valor crece con los años, dan a esta «Colección»
un mérito bibliográfico inapreciable. Dentro de algún tiempo, cuando
hayan aparecido los «índices» ya anunciados por el Consejo Superior
de Investigaciones Científicas y varios más que suponemos han de pu-
blicarse, contaremos con nuevos y excelentes instrumentos bibliográfi-
cos, que no sólo ampliarán, sino posibiltarán asimismo, numerosos tra-
bajos de investigación histórica y literaria.
El nombre El Artista, ha servido de título a diversas publicaciones.
Pero superior a todas ella e inconfundible, fué ésta que nos ocupa.
Vio la luz por vez primera el 4 de enero de 1835 y fué apareciendo en
domingos sucesivos hasta quince meses más tarde. El carácter de esta
breve, aunque interesantísima publicación, quedaba definido en ;;!
«Prospecto» que sus redactores pusieron al frente del primier número:
«No tratará El Artista —decían— de asuntos políticos, sino en cuanto
éstos tengan relación inmediata con la historia de las bellas artes... E!
objeto da este periódico no es otro que el de hacer populares entre los
españoles los nombres de muchos grandes ingenios, gloria de nuestra
patria...»
Dos jóvenes —ambos habían nacido en 1815— fundan EL Artista :
Eugenio de Ochoa, poco antes discípulo de don Alberto Lista, luego
consagrado ya como escritor y bibliófilo, director de la Biblioteca Na-
cional y director general de Instrucción Pública, quien tuvo a su car-
go la parte literaria de la revista; el otro, el gran Federico de Madra-
zo —cuyo apellido basta ya para recordar a una ilustre dinastía de
artistas— llevó la dirección de la parte artística y compuso él mismo la
mayoría de las ilustraciones. Junto a estos dos nombres prestigiosos
se; agruparon como colaboradores otros jóvenes, ya consagrados unos,
promesas auténticas por aquel entonces los otros: Espronceda (que en
386 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

las columnas de El Artista dio a conocer su famosa «Canción del Pi-


rata»), Zorrilla, Pastor Díaz, Bennúdez de Castro, García y Tassara. .
También aparecen otras firmas, como las de «Fernán Caballero», San-
tiago de Masamáu, Valentín Carderera, Usoz del Río y Leopoldo Au-
gusto Cueto. Entre los ilustradores, además de Madrazo, hay que con-
tar a otros excelentes dibujantes: los españoles Carlos Luis de Ribe-
ra, Abrial y Aranda y los extranjeros Asselinau, Feillet, Blanchard y
Palmiaroli.
El nivel de El Artista —que estudió por vez primera entre nuestras
revistas las obras y los temas artísticos y literarios antiguos y moder-
nos—• es de gran altura. Predominaba en él el tono doctrinal en los ar-
tículos literarios —debidos casi todos a Ochoa—. los que vienen a
precisar la corriente romántica; así, unas veces se revalorizaba lo me-
dieval; otras, algunas figuras del Siglo de Oro, como Lope de Vega o
Calderón; y, en cuanto a la actualidad literaria de aquel tiempo, ya se
•comentaba el estreno del «Don Alvaro», del Duque de Rivas, ya —mi-
rando hacia el exterior— se insertaban traducciones de Hugo, Byron,
Irving o Dumas. Sin embargo, como observa atinadamente Simón
Diaz, «la admiración hacia lo extranjero no es tan considerable ni tan
incondicionada como suele darse a entender».
La música y el arte dramático merecieron la mayor atención por
parte de los redactores de El Artista; algo menos, la pintura y la his-
toria. En cambio, tuvo preferente acogida la parte gráfica en la compo-
sición de la revista. Excelentes y merecedoras de recuerdo son las ilus-
traciones (96 en total) aparecidas en El Artiáta, y de las que el Sr. Si-
món Díaz reproduce más de la mitad con verdadero acierto selectivo.
Estampas, retratos —casi todos debidos a Madrazo—, ilustraciones de
carácter fantástico, o satírico algunas, bien pueden parangonarse, en
general, con los mejores trabajos literarios insertos en las mismas pá-
ginas de esta publicación.
Don José Simón Díaz, con exacto concepto de lo que debe ser una
obra bibliográfica de esta índole, no ha escatimado el esfuerzo y ha
insertado, para el mejor conocimiento de los principales redactores de
El Artista (además de una bibliografía), documento? autógrafos de al-
gunos de ellos, como José, Pedro y Federico de Madrazo, Cecilia Bohl
de Faber, Julián Romea, Juan Nicasio Gallego y Valentín Carderera.
El trabajo que reseñamos tiene marcado carácter antológico, ya
que selecciona e inserta el autor los mejores artículos y da de otros una
somera, pero necesaria, indicación de contenido. Los nombres de los
articulistas y los anónimos se ordenan alfabétioamtnte. Al final, inserta
un índice de estampas y otros auxiliares —de gran utilidad todos ellos—
de personas, lugares, títulos, materias y primeros versos. Las 51 es-
tampas reproducidas cierran, con una nota de gráfica belleza, el in-
terés de estas páginas.
El Sr. Simón Díaz ha conseguido realizar con éxito una labor tan
ingrata como ésta y con ella ha iniciado muy acertadamente esta inte-
NOTAS BIBLIOGEAFICAS 187

resante y necesaria «Colección de índices de publicaciones periódicas»,


dirigida por el señor Entrambasaguas.—JosÉ ANTONIO PÉREZ-RIOJA.

SIMÓN DÍAZ (José): El Alba (Madrid, 1838-1839). Madrid. Instituto


«]\icolás Antonio», del Consejo Superior de Investigaciones Cien-
tíficas. [Blass]. 1946, 1 lám. + XXI + 53 pags. + 1 h o j . 24,5 cms.
(Colección de índices de publicaciones periódicas, III).
«La necesidad y utilidad de poseer una serie de índices de las re-
vistas más importantes y famosas ha sido unánimente sentida desde
que se inició esta «Colección», pero no pueden olvidarse las publica-
ciones de vida efímera, en cuyas páginas olvidadas aparecieron traba-
jos de autores prestigiosos»—, dice el señor Simón Díaz al comienzo de
la introducción.
Dentro de este segundo grupo se debe situar El Alba, «periódico de
Literatura y Artes», como rezaba en su portada, y tan raro hoy, que
no sólo no consta en el «Catálogo de las Publicaciones periódicas ma-
drileñas existentes en la Hemeroteca Municipal de Madrid, 1661-1930»,
aparecido en 1933, sino que, por otra parte, el señor Simón Díaz ha te-
nido que valerse para componer este índice, de dos colecciones in-
completas existentes en nuestra Biblioteca Nacional.
Dos meses duró la vida de El Alba, del que llegaron a publicarse
nueve números. El primero apareció el 2 de diciembre de 1838, y ya
anunciaba El Partarama la muerte de su colega el 7 de febrero de 1839.
Como en alguna otra revista de la época romántica {No me olvidi s,
por ejemplo) las palabras iniciales de una poesía inserta en el primer
número originan el título de El Alba. Fundaron y dirigieron esta re-
vista Ensebio Asquerino y Agustín de Alfaro. Colaboraron también en
ella, Basilio Sebastián Castellanos, Rodríguez Rubí, Campoamor, Ve-
larde, Alonso, González Bravo y Hartzenbusch. Su interés era pu-
ramente literario. Publicó poesías, cuentos, novelas, noticias de escri-
tores famosos, estudios doctrinales e históricos, artículos de costum-
bres, criticas teatrales... Salvo algunas viñetas, no aparecieron ilus-
traciones en las columnas de El Alba.
La brevedad de esta publicación ha permitido al señor Simón Díaz
no sólo hacer una amplia eintología, sino reproducir textualemente la
casi totalidad de su contenido. De lo que debemos congratulamos, ya
que la rareza de esta colección periódica reclama una reconstitución
que evite con el tiempo su desaparición u olvido completos. Se trata,
pues, de una acertada y necesaria exhumación literaria.
Como en los índices de El Artista o el Semanario Pintoresco Es-
pañol —también debidos al esfuerzo bibliográfico del señor Simón
Díaz—, inserta en éste el autor documentos autógrafos de los princi-
pales colaboradores de El Alba y, al final, unos índices auxiliares, muy
útiles, de personas, lugares, materias y primeros versos.—JOSÉ A N -
TONIO PÉREZ-RIOJA.
188 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

EXPOSICIÓN DE LIBROS ESPAÑOLES SOBRE HISTORIA DE


ÁFRICA. Madrid : organizada por la Dirección General de
Manuecos y Colonias y por el Instituto de Estudios Africanos. Ca-
tálogo redactado por la Sección de Ordenación bibUográficA [Don
Florentino Zamora Lucas y Don Eduardo Ponce de León Freyre}
del / . N. L. E. [Instituto Nacional del Libro Español].—Madrid.—
[Gráficas González].—1947.—99 págs.—25 cms.—Cartul.

La Exposición a que la portada se refiere no abarca todos los impre-


sos que hubieran podido reunirse acerca del continente africano. Sus
organizadores, bien a pesar de sus mejores proposites, redujeron és-
tos a las más destacadas manifestaciones de esa copiosa bibliografía, a
través de las cuales se observa y admira, como uno de los más persua-
sivos y alentadores exponentes de nuestra fecunda acción civilizadora
en el mundo, la saludable e intensa misión que, en el curso de los
siglos, realizó España entre los diferentes pueblos indígenas de allen-
de el Estrecho.
No obstante la forzosa limitación indicada, exhibiéronse 458 obras
relativas a tan sugestivo tema, procedentes, en su máxima parte, de
dos bibliotecas: la Nacional y la die la Dirección Geaeral de Marrue-
cos y Colonias. El Catálogo que nos las presentan —^modelo en lo téc-
nico de este linaje de publicaciones— las describí; con estricta suje-
ción a las vigentes instrucciones catalográficas oficiales y las ordena
alfabéticamente por autores o por títulos, en su caso, dentro de estas
secciones: a) África antigua; fe) África medieval; c) Siglo X V I ;
d) Siglo X V I I ; e) Siglo X V H I ; f) Siglo X I X ; g) Siglo XX; h) His-
toria general; i) Monografías.
Huelga añadir que, a pesar de sus reducidas páginas, se trata de
una considerable aportación de escogidas fuentes a ios estudios afri-
canos, muy útil como orientación y guía para cuantos deseen iniciar-
se o profundizar en ellos.—G. REGINO DE ASAIZA.

MARTÍNEZ H E R A S (Anastasio): P . Serafín de Ausejo, O. F. M.


Cap. Reseña bibliográfica de las obras imprems del Beato Diego
José de Cádiz (1743-1801). Prólogo del Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr.
Balbino Santos y Olivera, Obispo de Málaga y Arzobispo pre-
conizado de Granada."—Madrid.—Instituto Nacional del libro Es-
pañol.—[Al fin: Gráficas González].—1947.—LII +329 pág. + 1
hoj.—24,5 cm.—Cartul.—Grab. en la por. e interoal.

Tiene razón el culto e insigne prologuista. El autor «ha prestado


con esta publicación un excelente servicio a la literatura y crítica as-
cética, como también a la causa de la devoción, del conocimiento y de
la glorificación de nuestro Beato». Ella, en efecto, constituye la más
completa y acabada bibliografía de las obras del preclaro capuchina
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS ISI^

y de las referentes a él conocidas hasta la fecha, tanto por el número


de las que recoge y describe como por las ^tinadas apreciaciones crí-
ticas sobre los problemas, todos de sumo interés, que el estudio de
las mimas plantea : sus atribuciones, su originalidad, el año de su im-
presión, la valoración de su contenido y tantas otras de parecida na-
turaleza.
En cuanto a su aportación, quizá no se haya agotado la consulta
de los catálogos y de los repertorios bibliográficos, ni tal vez la inves-
tigación en las bibliotecas públicas y privadas, incluso las conventua-
ies; pero, amén de que ello es achaque de los trabajos de esta ín-
dole, en los que nunca se escribe la última palabra, no cabe regatear
al autor el aplauso —que aquí le tributamos muy complacidos— por
su culta y fervorosa diligencia, reflejada en todas las páginas de su obra.
Merced a ella, ha podido brindar a los estudiosos en general, y particu-
laimcnte a los admiradores del fogoso apóstol de Andalucía y de Es-
paña en el siglo XVIII, un total de 290 ediciones diferentes de las pro-
ducciones del mismo, desde la titulada Afecto» de un pecador arre-
pentido, impresa el año 1776 en Barcelona, hasta las Curtas espiritua-
Itís que salieron de las prensas madrileñas en 1945 Ordénalas en tres
partes: a) Obras impresas en vida del Beato; 6) Ediciones posterio-
res a su muerte, acaecida en 1801; c) Ediciones de fecha desconocida :
Siglo XVIII. Siglos XIX y XX
A ellas hay que sumar las que se reseñan en seis nutridos y bien
dispuestos apéndices, todos de carácter bibliográfico, que las comple-
tan : o) Relaciones de la época sobre su predicación, su muerte y sus
escritos; b) Oraciones fúnebres; c) Proceso de beatificación; d) Bio-
grafías ; e) Publicaciones con motivo de la beatificación, centenarios,
etcétera, y estudios sobre temas particulares; /) Novenas y triduos en
honor deí Beato. Nótese que en clips nos da cuenta de 107 impresos
con sus diversas ediciones e incluidos los arículos de marcado interés
publicados en revistas, lo que eleva a 397 el número de fichas o pa-
peletas minuciosamjente desarrolladas.
Tal es la obra. Y aquí hubiera terminado esta reseña si no consi-
derásemos oportuno salir al paso, con una breve apostilla, a cierto dó-
mine infatuado que, refiriéndose a ella, afirmaba en tono campanudo
desde las columnas de un periódico sevíDano : (csu autor figurará en-
tre los más competentes bibliógrafos contemporáneos, aunque no siem-
pre, y esn esto le alabo el gusto, se haya ceñido a las normas oficiales
para la descripción de los impresos». Y ¿a qué responde esta ociosa
e impertinente observación? ¡Como no obedezca al atrevimiento que
haya podido inspirarle la crasa ignorancia del asunto, revelada en esa»
líneas!. . Sería digresión excesiva la defensa aquí de las vigentes Ins-
trucciones para la redacción del Catálogo alfabético de autores y obras
anónimas de las Biblioteicas públicas del Estado, en las que se ha
recogido la fecunda tradición bibliográfica nacional y la experiencia,
ya dilatada, de un Cuerpo facultativo especializado, al punto de que.
190 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

pese a todos los Zoilos de guardarropía, aumenta de día en día el nú-


mero de los cultivadores, más o menos profanos, de estas disciplinas
que acuden a ellas y aun las practican en las bibliotecas mencionadas.
La indicación que rechazamos es, además de ociosa e impertinente,
en todos los sentidos inoportuna, pues se da el caso de que uno tfe
los méritos de la obra juzgada estriba, cabalmente, en haberse aco-
modado en lo fundamental a dichas normas. El espíritu de las mis-
mas se mantiene a través de todas sus páginas, a pesar de ciertas adi-
ciones que sustancialmente no la contradicen: la distribución tipo-
gráfica de las portadas, la medida en milímetros de la caja o compo-
sición del texto y otras de menos bulto que el autor ha estimado con-
venientes para dar una idea más precisa de los folletos y libros que
describe.
El P . Fray Serafín de Ausejo tiene serenidad de juicio e ilustra-
ción más que sobradas para discernir entre los gustos que merecen
aplauso y los que son acreedores a... otra cosa. Y sepa que por esto
y, sobre todo, por los notorios aciertos que hemos señalado arriba,
no vacilamos en considerarle como «uno de los más competentes bi-
bliógrafos contemporáneos», al que animamos desde aquí a continuar
por el camino tan afortunadamente comenzado. Y aún más. Bastaría
para reputarlo como tal su detenido y jugoso estudio preliminar so-
bre el beato Diego José de Cádiz, en el que tan sagazmente diserta
sobre la índole y las características de la bibliografía concerniente al
mismo, el contenido y la significación de sus obras, la relación de las
perdidas y de las apócrifas, los motivos y los modos de escribir que
tuvo, así como el origen, los criterios y el método del libro a que se
refiere.—G. REGIA-O DE ASAIZA.

PONCE DE LEÓN Y FREYRE (Eduardo): Instituto Nacional del


Libro Español. Bibliografía complementaria de Cervantes, por
Eduardo Ponce de León, bibliotecario.—Madrid, Gráficas Gonzá-
lez,—1947.—31 pág. 24 cm.—Cartul.—Texto a 2 c o l . ^ G r a h , interc.
Es tirada aparte de la revista «Bibliografía Hispánica», 1947, agos-
to-septiembre, núm. 8-9, págs. 571-597.

Hace ya casi cinco lustros un culto y laborioso funcionario téc-


nico —don Manuel M. Martín del Río y Rico— publicó una de las
más completas y mejor logradas producciones sobre las obras del
Príncipe de nuestros Ingenios: el Catálogo bibliográfico de la Sec-
ción de, Cervantes Je la Biblioteca Nacional. Y ahora, uno de sus
compañeros más doctos, queriendo aportar su valioso concurso al
homenaje universal en honor del glorioso alcalaíno, ofrece en estas
páginas el fruto de su diligencia bibliográfica referente a los impresos
del mismo o a los que guardan relación directa con él, publicados
dentro y fuera de nuestro país, desde 1931 hasta nuestros días, a
manera de continuación o suplemento de la obra antes citada.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 191'

JNos describe en ellas, con la exactitud y precisión a q u e nos tiene


a c o s t u m b r a d o s , 338 folletos y libros de la índole expresada, q u e or-
dena e n estas secciones: 1." O b r a s c o m p l e t a s ; 2." E l Quijote; 3.* E n -
t r e m e s e s ; 4." Novelas e j e m p l a r e s ; 5." O b r a s m e n o r e s , p o r t í t u l o s ;
6." Extracto d e o b r a s c e r v a n t i n a s ; 7." Miscelánea.—G. R E G I N O DE,
ASAIZA.

O L I V E S C A N A L S ( S a n t i a g o ) : Consejo S u p e r i o r d e Investigaciones
Científicas. I n s t i t u t o A n t o n i o d e N e b r i j a . Bergnes de las Casas,
helenista y editor (1801-1879), por , con u n prólogo d e Jor-
ge R u b i o y B a l a g u e r . — B a r c e l o n a , Escuela d e Filología [ C l a r a s ó ] ,
1947.—XLI + 2 7 9 p á g . + 4 lám.—22 c m . — C a r t u l . — G r a b . i n t e r c a L
PUBLICACIONES DE LA E S C U E L A DE FILOLOGÍA DI: BARCELOIVA. Filo-
logía clÁsica, t o m o V .

Queda fuera del á m b i t o d e nuestra Revista el contenido d e esta


o b r a — d e n s o , original, interesante— en lo q u e a t a ñ e a la vida d e
Bergnes, « p e n e t r a d a d e u n ideal deísta y filantrópico, q u e le acerca
a los medios protestantes», como escribe el a u t o r , y «más concreta-
mente a los c u á q u e r o s » , según aclara el prologuista, a p o y a d o e n el
fidedigno testimonio d e su ilustre p a d r e . E l que desee conocer los
vigorosos trazos d e la p e r s o n a l i d a d del h u m a n i s t a barcelonés y e l in-
flujo q u e ejerció en su época sobre el m o v i m i e n t o literario de Cata-
l u ñ a ganará m u c h o leyendo el texto y el p r ó l o g o d e este l i b r o , u n o
d e los m á s a f o r t u n a d a m e n t e logrados e n este género d e producciones.
Nosotros ceñiremos la referencia al aspecto q u e p a r t i c u l a r y espe-
cíficamente n o s interesa a q u í : el bibliográfico. Ocupa los dos ú l t i m o s
capítulos de la o b r a , páginas 111 a 258. E n ellos, después d e presen-
t a m o s a l profesor y académico d e la Ciudad Condal c o m o e d i t o r , y d e
referirnos con todos sus p o r m e n o r e s loa p l a n e s q u e acarició, los fines
que se p r o p u s o y las actividades q u e desarrolló e n este r e s p e c t o , se
nos d a u n catálogo exhaustivo — e n c u a n t o p u e d e serlo t r a t á n d o s e d e
esta clase d e p u b l i c a c i o n e s — d e los libros y folletos relacionados con
el m i s m o . E n t r a n en este copioso acervo : a) Los que e d i t ó , p e r o n o
i m p r i m i ó é l ; fe) Los q u e editó e i m p r i m i ó ; c) Los que i m p r i m i ó y
n o e d i t ó ; d) Los que i m p r i m i ó , t r a d u j o o a d a p t ó ; p e r o n o editó n i
i m p r i m i ó p o r su cuenta.
V a n o r d e n a d o s cronológicamente, esto es, según fueron aparecien-
d o , a n o referirse a una o b r a d e varios volúmenes, e n cuyo caso s<'
registran éstos a continuación del p r i m e r o , cualesquiera que fueren
los años d e su i m p r e s i ó n ; recoge e n el m i s m o n ú m e r o las diversas
ediciones, a u n q u e se p u b l i c a r a n e n fechas distintas, a m e n o s q u e d i -
fieran m u c h o d e las p r i m e r a s sus p a r t i c u l a r i d a d e s y características;
t r a n s c r i b e í n t e g r a m e n t e las p o r t a d a s y a u n a ñ a d e , m u c h a s veces,
los d a t o s interesantes que sólo figuran e n la c u b i e r t a ; mantiene-
192 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

las grafías originales, hasta las mayiJsculas y los acentos, e incluso


la distribución tipográfica de las portadas, a fin de que las fichas sean
reflejo fiel de la estructura gráfica del impreso catalogado; consigna,
siempre que lo ha podido averiguar, el precio original de la obra,
así como los datos que, a su juicio, tengan importancia biblicgrá-
fica o literaria, e indica la biblioteca, sea pública, sea privada, en
la que ha visto el ejemplar que describe y, cuardo esto no, da la
referencia de la fuente que le ha servido para la redacción de Ja co-
rrespondiente cédula o papeleta. Y dentro de esia reseña tan com-
pleta y minuciosa, procura resolver los muchos v no fáciles ¡)roble-
mas que plantea un estudio de este empeño, más teniendo en cuenta
lo misceláneo o lo enciclopédico de su contenido; problemas que no
conciernen exclusivamente a lo que pudiéramos denominar técnica
bibliográfica —atribuciones dudosas, fijación de años discutibles, <íe<-
terminación de criptónimos, seudónimos o anagramas, participación
de coautores y otras de parecido tenor—, sino a cuanto afecta a la
historia interna de algunas publicaciones, especialmente periódicas!,
esto es, a sus antecedentes, a su origen y desarrollo, a sus fuentes in-
formativas, a su dirección y a sus colaboraciones.
Así, reúne doscientas sesenta y siete fichas, ilustradas a menudo
con la reproducción fotográfica de las principales o de las más carac-
terísticas portadas. El lector se dará idea exacta de lo que esta apor-
tación representa si a lo expuesto añade lo vasto y heterogéneo de
esta producción, toda vez que Bergnes se propuso desarrollar —y en
cuanto pudo logró realizarlo— un programa de divulgación de la
cultura general. La relación de las obras que salieron de sus prensas,
más con el aditamento de sus escogidos grabados, sirve mucho para
conocer el adelanto editorial de Cataluña en dicho período —-1830 a
1875— y aun para justipreciar su cooperación al movimiento román-
tico de su literatura. Aunque —bueno será advertirlo— si fué un edi-
tor romúnñco, según calificación de Olives Ganáis—que no vamos
a discutir ahora— se debió no tanto a su vocación y a sus tendencias
personales como a las circunstancias que lo rodearon y al ambiente
en que se desenvolvieron sus actividades. Leyendo con atención crítica
este catálogo nos inclinamos a suscribir la certera observación de Ru-
bio y Balaguer, cuyo prólogo es pieza indispensable para la más aca-
bada inteligencia de esta bibliografía: «Bergnes resultó un editor
romántico, más bien por la época ein que vivió y por los gustos diel
público y la competencia editorial que hubo d e tener len cuenta, que
por haber querido actuar como propulsor deliberado del movimiento
en su fase más apasionada y antitradicional». Ello hubiera ido con-
tra su formación intelectual y hasta contra sti mismo tempera-
mento.—G. REGINO DE ASAIZA.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 193

Adqmsicioncs del Mustxi Arqueológico Nacional (1940-1945). Cuerpo


Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos.—Madrid,
Aldus, 1947; 262 pág. + 119 lám., 24 x 17 cm.

Bajo los auspicios del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Biblio-


tecarios y Arqueólogos y completando la serie de adquisiciones co-
menzada por don José Ramón Mélida en 1916, y continuada después
por don Francisco Alvarez Osorio, ha sido publicado este volumen
que nos ocupa, el cual aporta las novedades ingresadas en el Museo
Arqueológico Nacional, esta vez con la garantía de su actual director
don Blas Taracena Aguirre. Así como las adquisiciones de Mélida
constituyeron una obra personal, hacemos constai con satisfacción
que siguiendo el derrotero más científico de la especialización, los
restos arqueológicos estudiados en las «Adquisiciones 1940-5» consti-
tuyen un trabajo de colaboración entre los diferentes miembros con-
servadores del Museo.
El libro, dividido en tres secciones, comprende en sus dos prime-
ras, la Prehistoria y Antigüedad y las edades Media y Moderna. La
tercera está constituida por las piezas numismáticas. Dentro de cada
una de ellas, las diferentes piezas aparecen por orden cronológico.
El Paleolítico, el Neolítico y la Edad del Bronce son clasificados
por el señor O. Gil Farrés; de las adquisiciones más importantes,
procedentes de las colecciones Rotondo, Vilanova. Velasco, Cazurro,
Gámez Vera, Motos, fondos antiguos del Museo Antropológico, o por
compra directa, destacan las hachas de San Isidro que abarcan desde
el chelense al musteriense iberomaui itano; el hacha neolítica de Vi-
llaviciosa de Odón con su grabado de guerrero de época romana; los
ídolos-placa portuguses; el material de la Cueva de la Pastora y los
vasos argáricos de Monachil y Vélez Blanco. Del hacha de Mirantes
de Luna (León) con apéndices curvos laterales no se conocen todavía
ejemplares paralelos en Europa.
La Edad del Hierro ha aumentado su material con diversas colec-
ciones. La cerámica procede en gran parte de Azaila y Cardeñosa.
Son también muy interesantes: el ídolo de Carabias y las fíbulas his-
pánicas de Paredes de Nava; así como el hacha-martillo ds j)Í2dra de
Almodóvar del Campo, posiblemente relacionada con los «Germani»
de Plinio (iii, 25), y que determinaría un movimiento de pueblos
desde Dinamarca. Como trueque con el Museo del Louvre, y de esta
edad, el conocido thymiaterion de Calaoeite, de la primera mitad del
siglo V ; dos fragmentos de la diadema de los albiones de Ribadeo,
fechada por el señor Taracena hacia el siglo III a. C. y la serie de
esculturas ibéricas e hispanorromanas, entre las que se encuentran
destacadas por el señor F . de Aviles, las cabezas de Redován (Alican<
te), inspiradas en modelos arcaicos —de las mejores y más antiguas
13
194 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

obras ibéricas—; la esfinge de Agost; la serie escultórica de Osviaa


y los relieves del monumento Triunfal de César.
Los objetos extraídos por las campañas oficiales en la necrópolis
de La Osera, cuyo conjunto es de excepcional importancia en el ciclo
cultural de la segunda Edad del Hierro céltica, fueron clasiícados
por don Juan Cabré Aguiló, así como los tesoros de plata de Salva-
cañete y Abenjibre, adquiridos por compra. Además del brillante
conjunto de vasos de Archena, en el que F. de Aviles registra una
serie inédita, debemos hacer mención de 350 exvotos ibéricos proce-
dentes probablemente de Despeñaperros y depositados por el Servi-
cio del P . A. N., que han venido a incrementar la ya rica colección
del Museo. Como ejemplares sueltos de gran valor citaremos el exvoto
céltico de Adaegina de Zafrilla de Malpartida (Cáceres), y un askos
canosino, estudiados ambos por el señor V. de Parga; y el conjunto
céltico de Paredes de Nava, por el señor Taracena.
Del mismo lugar, pero de época romana, es un pequeño tesoro de
joyas de oro, del que, juntamente con los objetos de la necrópolis
de la vaccea Pallantia, da dettallada relación don Blas Taracena. De
este segundo estudio, forzosamente tipológico, ya que las excavacio-
nes no fueron desgraciadamente científicas y cuyos ajuares alcanzan
desde la guerra celtibérica hasta el 457 d. C , merece citarse la cerá-
mica, especialmente la «sigillata», las figuritas de barro tipo «Cerro
Muriano», las copas aretinas de la oficina de Publius Comelius, los
fragmentos de hueso con relieves correspondientes a un estilo artís-
tico de fines del siglo III y la conocida cabeza femenil constantiniana.
Bastante anterior a esta última es el busto del personaje topado de
Alboraya que, según F . de Aviles, puede ser datado en los tiempos
de Adriano.
Instalados en el patio romano del Museo, en espera de ser abierto
al público, se encuentran los mosaicos geométricos de Hellín, Clunia
y Cuevas, de Soria, y los figurados de Liria y Arróniz, El «de los me-
ses y de las estaciones» die Hellín, el más beUo de la Península, h a
sido donado generosamente al Estado por el señor Garaulet. Como
complemento de esta breve descripción de los restos arqueológicos
romanos, citaremos dos interesantes lápidas sepulcrales de Jaén y
Torremejía, registradas por V. de Parga.
Las famosas joyas del tesoro de Guarrazar se han aumentado con
la corona de Recesvinto y cinco votivas más, por cambio con el Mu-
seo de Cluny. De estos períodos, visigodo y paleocristiano, el «tenan-
te» de altar de Salamanca de la segunda mitad del siglo VII y algu-
nas joyas bajorromanas de varias procedencias constituyen con lo de
de Cluny el núcleo más importante del estudio del señor Camps Ca-
zorla. Corre a cargo del mismo la descripción de los ingresos perte-
necientes a la época árabe: los lotes de cerámica de Medina Azzahra
y La Alcazaba; un ciervo de bronce dorado y damasquinado, obra
cordobesa para un surtidor, del siglo X ; y el brazo de cruz proce-
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS IQS»

eional de marfil que parece corresponder con los fragmentos mozára-


bes existentes en el Louvre. La señorita M. L. Galván Cabrerizo pre-
senta los tejidos de los siglos XIII y XIV, depositados por la Comi-
saría General del P . A. N . ; una hermosa bandeja de azófar de un
metro de diámetro, ejemplar linico en el mundo por su tamaño y
decoración, quizá de Mosul; un brocal morisco de Córdoba de la mis-
ma época; una escarcela del siglo XIII y un anillo con zafiro del tc-
sorillo de Pamplona, ejemplares, los dos últimos, rarísimos y de gran
valor arqueológico.
El señor Camps aporta el estudio, en los restos románicos, de un
fragmento de plaqueta de marfil del arca de San Felices de San Mi-
llán de la Cogolla con relieves referentes al milagro de las bodas de
Ciiná, un arco de paso, formado por cuatro columnas con capite-
les de la primera mitad del siglo XII, que será instalado en la Sala
románica. Procede de San Pedro de las Dueñas. De la segunda mitad
del mismo siglo hay un crucifijo de madera policromada, rarísimo
ejemplar de factura castellana que la señorita L. de Ceballos Escale-
ra presenta, así como una serie de esculturas góticas de los si-
glos XIII y XIV.
El señor V. de Parga expone, además, una cruz gótica de proceden-
cia desconocida, fechable hacia el final del XV y un aguamanil litúr-
gico de origen flamenco o alemán.
De la Edad Moderna y por la señorita M. L. Herrera Escudero
se detallan: un plato italiano de mayólica, un paño de azulejos de
Talavera de finales del XVI, los bustos policromados en cerámica de
la segunda época de Alcora, un cuadro de mosaico con los desposo-
rios místicos de Santa Catalina y la colección Pérez Bueno de vidrios
de los siglos XVII-XVIII, con excelentes ejemplares de Castril y La
Granja. Otras piezas de interés, como bargueños, espadas, camafeos y
entalles, lienzos decorativos, tallas, bordados y altorrelieves, que n o
especificamos por no alargar demasiado esta síntesis. Son, asimismo,
objeto de detenido estudio por los conservadores ya citados.
Finalmente figura la tercera sección de Numismática—, extraor-
dinariamente enriquecida. La señorita Clarisa Millán ha tenido a su
cargo la clasificación de los ejemplares, entne los que descuellan, jun-
tamente con los áureos romanos y bizantinos, la matriz del sello del
Concejo de Cuéllar, del siglo XIV, y Ja donación de don Leopoldo
Dangers, de la época visigoda.
El volumen aporta la lista de donantes y depositarios de las co-
lecciones y la de colaboradores que bajo la dirección del señor Tara-
cena han venido a realizar «Adquisiciones», que constituirá fuente
obligada de consulta para cuantos trabajos de investigación se hagan
en el futuro sobre el material aquí clasificado.
Felicitamos al Patronato del Museo, al Cuerpo de Archiveros, Bi-
bliotecarios y Arqueólogos y a los miembros que han intervenido, y
terminando, no podeitíos por menos de recordar emocionadamente a
196 REVISTA ÜE ARCHIVOS, BIBUOTKCAS Y MUSEOS

don Juan Cabré Aguiló, que no ha podido ver impresas las líneas
que escribió para este volumen.—Luis FERNÁNDEZ F U S T E » .

El nLlibre Blcnch» de Sames Creus (Cartulario del siglo XII). Edi-


ción a cargo de Federico Udina Martorell.—Barcelona, 1947.
L i l i + 450 pág.

Con la edición del Cartulario de Santes Creus, don Federico Udi-


na, vioedireclor del Archivo de la Corona de Aragón y profesor de
la Universidad barcelonesa, brinda a los medievalistas un notable re-
pertorio documental, de indiscutible interés para el conocimiento de
los diversos aspectos de la historia catalana alto-medieval y de sus
instituciones sociales, económicas y jurídicas. En poco tiempo, la la-
bor de la Escuela de Estudios Medievales, en su Sección de Barcelo-
na, a cuyas publicaciones pertenece la que comentamos, h a hecho po-
sible la utilización de un caudal diplomático hasta ahora práctica-
mente inasequible. Los Cartularios que periódicamente ha ido —y
sigue— dando a luz, forman ya una serie apreciable, tanto por su
volumen como por su cuidada elaboración, que viene a enmendar el
incomprensible retraso en la publicación de los Cartularios catalanes
respecto de los de las otras regiones hispánicas. El «Llibre Blanch»
•de Sanies Creus se sitúa con pleno derecho en la línea marcada por
los anteriores publicados.
Pero, a diferencia de éstos («Liber Feudorum», Cartulario de San
Cugat), el nuestro se trata de un Cartulario de menores proporciones
con un ámbito cronológico más reducido (fundamentalmente el si-
glo XII) y reflejando asimismo un clima histórico netamente dife-
renciado del de aquéllos. La documentación reunida en el presente
Cartulario, como la de los de Poblet (uno de ellos publicado ya en
1938), deja entrever el ambiente histórico e institucional de la Cata-
luña Nueva, de las zonas conquistadas tardíamente, y cuya repobla-
ción y reorganización se hizo bajo orientaciones y moldes distintos
-de los de la vieja marca hispánica. La introducción, amplia y docu-
mentada, que el señor Udina ha puesto al frente de la obra, destaca
con nitidiez estos aspectos, y a la luz d e los mismos documentos pre-
senta el desarrollo de estas campañas finales de reconquista del Cam-
j)0 de Tarragona, Priorato y Bajo Ebro, la repoblación de sus prin-
cipales centros, y algunos rasgos de su estructureción social. Igual-
mente, con la clasificación que hace de los documentos según su eseu-
cia jurídica (vid. en pág. XVII-XVIII de la mentada introducción)
adelanta la labor de conocimiento de las instituciones jurídicas, espe-
cialmente de Derecho privado, que es dable entresacar del texto de
]o8 diplomas.
El «Llibre de Blanch», cartulario redactado a finea del X I I (con-
jeturalmente entre 1194 y 1213), y actualmente conservado en la Bi-
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 197

blioteca Provincial de Tarragona, constituye el núcleo fundamental


del Corpus cuya publicación nos ocupa y al que da su título. Pero a los
<locumentos del mismo, el señor Üdina ha tenido el buen acierto,
siguiendo un uso en buena hora introducido, de agregar aquellos
otros jírocedentes del mismo monasterio y conservados en otros fon-
dos (casi todos en el Archivo Histórico Nacional), correspndientes al
mismo ámbito cronológico. El resultado ha sido acrecentar el núcleo
propio del Cartulario con cerca de un centenar más de documentos,
que arrojan un total de cerca de 400, desde el siglo X al XIII, aunque
en su gran mayoría (364) correspondan al siglo XII, según ya se ha
dicho. Buen número de ellos constituyen escritura-^ condales y reales
(sobre todo de Alfonso el Casto), pero la gran mayoría son documen-
tos particulares en que es parte el monasterio o que se refieren a bie-
nes o derechos que pasaron al mismo, de privilegios y franquicias re-
cibidos de los soberanos. La formación del patrimonio del mismo,
merced a donaciones de magnates y particulares, adquisiciones onero-
sas, su conservación y explotación mediante establecimientos arren-
daticios, etc., son aspectos fácilmente colegibles de la tntraña de este
diplomatario.
La edición del mismo satisface cum]>lidamente las exigencias de la
crítica y erudición. En sus páginas introductorias se recogen aparte
los aspectos ya aludidos; las indispensables indicaciones sobre las ca-
racterísticas internas y externas del Cartulario y de la documentación
adicional; la fundación y evolución del cenobio de Santes Creus y sus
relaciones ccn el de Poblet; el marco histórico en que debe situarse
la documentación, etc. Los documentos son publicados siguiendo un
orden rigurosamente cronológico, encabezando el texto de cada una
con una breve pero expresiva rúbrica sobre su contenido, acompañada
de la fecha debidamente reducida y de la indicación de la procdeu-
cia originaria, publicación, etc., del respectivo diploma. Completan
la edición unos cuidadosos y prolijos índices cronológicos, topográfi-
cos y onomásticos que desbrozan el camino de la utilización de los
textos y que pueden presentarse ciertamente como modelo para este
tipo de ediciones documentales, en las que con frecuencia no se atien-
de a la satisfacción de tal necesidad.—JosÉ MARÍA FONT R I U S .

ANCLES (Higinio): Consejo Superior de Investigaciones Científicas.


Instituto Español de Musicología: Catálogo musical de la Biblio-
teca Nacional de Madrid, por , pbro.. Director del Institu-
to Español de Musicología, y José Subirá, Secretario del mismo
Instituto. [Con la colaboración, en cuanto a la ordenación de los
índices, del R. P . José Antonio [de] Donostia, O. F . M. Cap., y
D. Francisco Baldelló.—Barcelona.—Al fin : Talleres de la Impren-
ta-Escuela de la Casa Provincial de Caridad).—1946.—1 vol.—24
cm.—Cartul.—CONTIENE: I. Manuscritos.—XVIII pág.+ 1 h o j . +
198 REVISTA BE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

490 p á g . + 1 hoj.+iacs. I . XXVII en 14 h o j . + 1 hoj.—CATÁLOGOS


DE LA MÚSICA ANTICUA CONSERVADA EN EsPAÑA.

El decreto fundacional del Instituto, nombrado en la precedente


descripción bibliográfica, asigna al mismo, como función primaria, dos
actividades estrechamente relacionadas entre s í : a) Inventariar la Mú-
sica histórica conservada en nuestro país; fe) Editar los oportunos ca-
tálogos para que los amantes y los cultivadores de este arte, nacionales
y extranjeros, sepan cuál es nuestra riqueza en él, el lugar donde ac-
tualmente se encuentra y cómo pueden, si les place, consultar sus
fondos.
Fiel a este capital e ímprobo cometido, ha iniciado sus tareas edi-
toriales por nuestra Biblioteca Nacional, «el centro oficial más impor-
tante del Estado, donde se atesoran tantos monumentos de la cultura
hispánica», según atinadamente se consigna en los preliminares de la
obra que ligeramente reseñamos.
Este primer volumen de la bibliografía musical española describe
245 manuscritos de la índole y procedencia mencionadas y apunta la
indicación precisa de las fuentes de conocimiento relativas a cada uno
de ellos.
'No consideramos preciso valorar aquí una obra que garantizan la
autoridad y la competencia de los que la han redactado. El lector es-
pecializado en estas materias lo apreciará en lo que significa y repre-
senta como aportación inestimable a las mismas sabiendo que trata de
las que se agrupan y estudian en las siguientes secciones: I. «Música
vísigodomozárabe».—II. «Canto gregoriano».—III. «Teóricos medieva-
les».—IV. «Polifonía del Ars.aatiquay>.—V. «Monodia cortesana me-
dieval».—VI. «Teóricos musicales (siglos XVI-XX)».—VII. «Polifonía
sagrada ; a) Misas, motetes, etc.; b) Villancicos y tonos».—^VIII. «Po-
lifonía profana».—^IX. «Música instrumental: a) Orgánica; fe) Para
clave; c) Para salterio; d) Vihuela; e) Arpa; f) Guitarra; g) Música
para violín; /i) Pífanos y tambores».—^X. «Música teatral: a) Operas;
b) Cantatas a solo, arietes, airs franceses, modínhfs portuguesas;
c) Tonadillas escénicas; d) Seguidillas, tiranas, boleras».—^XI. «Melo-
días de danza».—XII. «Varia.» Esta bibliografía —que, según se de-
duce de su descripción, va debidamente ilustrada— lleva tres índices:
a) El de equivalencias; fe) El de nombres y de materias; c) El de textos.
El resumen precedente y la reconocida solvencia de sus autores dan
-a este volumen —el primero de la serie de Catálogos de la Música na-
cional que se nos promete— una importancia verdaderamente excep-
cional y nos relevan de todos los elogios que en estricta justicia me-
rece. Saludemos con albricias su aparición y hagamos votos por que
llegue a cima feliz la plausible empresa que él inicia.—G. RECIÑO DE
ASAIZA.
NOTAS BIBLIOCBAFICAS 199

AYUNTAMIENTO DE BALAGUER. Memoria de la gestión munici-


pal de 1940-45, con un apéndice que contiene la serie ordenada de
los documentos de su archivo, arreglado por el Rvdo, fray Pedro
Sanahuja, O. F . M. Balaguer, 1946.

Reiteradamente ha sido ponderado el interés que encierran los ar-


chivos municipales y la conveniencia de la ordenación y catalogación
de sus fondos en vistas a su utilización por los investigadores. Pero no
son muchos los municipios que hayan llevado a cabo esta labor, im-
pulsada de nuevo por las recientes disposiciones de la Dirección Ge-
neral de Administración Local, encaminadas a este efecto. Por esto
nos place dar cabida aquí a la justa mención del Ayuntamiento de la
ciudad de Balaguer (provincia de Lérida), que en la Memoria de la
gestión municipal del último quinquenio adjunta a modo de apéndice
unas referencias inventaríales de algunos fondos de su archivo históri-
•co, a saber: un índice general del contenido del Libro Verde (si-
glo XVII-XX) y, lo que es de más interés, un catálogo completo y muy
prolijo de las series de pergaminos, divididos en dos grupos: a) Per-
gaminos que contienen privilegios, y b) Pergaminos diversos. Consta
el primer grupo de 68 piezas, que abarcan cronológicamente desde
1211 a 1664, y contienen interesantes concesiones de los condes de
Urgel, reyes de Aragón y otros actos de gran trascendencia, no sólo para
la Historia e instituciones locales (régimen municipal, vida económi-
ca, etc.), sino para la historia general (sitio de Balaguer por don Fer-
nando de Antequera en la reducción del conde de Urgel, etc.). El se-
gundo grupo viene integrado por 238 pergaminos, que se extienden
cronológicamente desde 1155 a 1719, muchos de ellos de interés no in-
ferior a los primeros, hallando numerosas disposiciones sobre la re-
población e inicios de la vida ciudadana y sobre el desenvolvimiento
de la misma a través de los siglos medios y modernos.
La redacción de este catálogo de pergaminos, hecha cuidadosamen-
te y con una prolijidad estimable por lo que afecta al contenido de
cada pieza, se debe al eminente historiador franciscano padre Pedro
Sanahuja, profundo conocedor de los archivos ilerdenses y que ya con
anterioridad había llevado a cabo personalmente la ordenación del
archivo de Balaguer.
Lamentamos tan sólo que no haya completado su labor con la rese-
ña de las restantes piezas del rico archivo de Balaguer: el Libro de
privilegios, el llamado De juramentos, cuyos contenidos documentales
bien merecen parangonarse con las series de pergaminos sueltos.—
J . M., F.-R.
200 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Hibiiography of Historical Ifritings published in Grt-at Britain and the


Empire 1940-1945, by Soms B. Frewer, M. A. Oxford. Basil Black-
well. 1947. XX + 346 págs. 4." Tela.

Con sujeción como modelo a la International Bibtiography of His-


torical Sciences, ha elaborado el autor esta rica e indispensable biblio-
grafía selecta para el estudio de la historia del pueblo británico y del
Commonwealth. No sólo incluye los libros, sino también los artículos
aparecidos en un conjunto de ochenta y una revistas enumeradas en
uno de sus útilísimos índices. No sigue en la ordenación del texto el
sistema decimal, sino un orden sui geriieris probablemente elaborado
con un criterio más práctico que científico ante el conjunto de los ma-
teriales obtenidos, con lo cual su consulta obliga a examinar atenta-
mente su clasificación, y carece, por ello, de las facilidades que el sis-
tema C. D. ofrece por su carácter internacional a los cada día en ma-
yor número iniciados en él. En cambio, reconocemos que las descrip-
ciones bibliográficas están hechas con sumo rigor técnico, y en su ma-
yoría aparecen enriquecidas con citas referentes a los juicios críticos
publicados sobre ellas en otras revistas científicas. Se describen, en
suma, 5.315 trabajos. Además del índice de revistas citado, dispone de]
de materias y del de autores.
El autor, superintendente de la Rhodes House Library de Oxford,
ha puesto a disposición de los estudiosos un eficaz instrumento de tra-
bajo y demostrado ampliamente su pericia en la materia. La sección
británica del Comité Internacional para el estudio de las Ciencias his-
tóricas ha editado la obra con estrecha sujeción a sus elevados fines.—
J. L. V.

A. L. A. Ridí.s for FUing Catnlog Cards, Prepared by a Special Coni-


mitlc. SopJiie K. Hiss Chairman. American Library Association.
Chicago. III. 1942. V I I I + 109 págs. 4.° Tela.

El origen de estas reglas para la ordenación alfabética de los catá-


logos, especialmente el de Diccionario, está en las que Cutter publicó
bajo el título de Rulos for a printed dictionary catalogue en 1876, d e
las que en 1904 se publicó la cuarta edición, mejorada con una serie
de modificaciones impuestas por la práctica de un lado y de otro por
los principios desarrollados por los tratadistas más-, acreditados de la
bibliología. El valor más destacado de estas reglas reside, aparte de los
jírincipios de que parte, enteramente aceptables dentro de las condi-
ciones propias del idioma inglés, de su alfabeto y de sus reglas foné-
ticas, en su intento de unificar los criterios y opiriones, pues lo que
no puede mantenerse es que en cada Biblioteca ocupe una misma obra
un lugar diferente, toda vez que ello equivale a que una mayoría de
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 201

lectores no las encuentre p o r venir a c o s t u m b r a d o s a p r o c u r a r l a s en


u n lugar diferente. E n u n a biblioteca se p u e d e seguir el sistema d e
o r d e n a r , p a l a b r a p o r p a l a b r a , y d e n t r o d e éstas, letra p o r l e t r a , como
indican estas reglas :

New Amsterdam.
SNew England.
INew iowes for oíd.
ÍVewinan.

O bien se p u e d e seguir e l sistema d e o r d e n a r , letra por l e t r a , áin


tener presentes las p a l a b r a s , así, p o r e j e m p l o :

New Amsterdam.
Newark.
New England.
Newman.
New iowes for oíd, como establecen otras.

C u a l q u i e r a d e los dos sistemas p u e d e d e f e n d e r s e ; lo que no d e b e


admitirse es que en cada Biblioteca se siga u n sistema d i s t i n t o , p u e s
d e n o darse c u e n t a d e ello, e l lector acostumbrado a consultar catá-
logos ordenados a t e n o r d e las reglas a que obedece el p r i m e r o d e ios
ejemplos citados, n o h a l l a r í a p r o b a b l e m e n t e la obra New iawets for
oíd, p o r a p a r e c e r fuera d e l lugar en q u e , d e o r d i n a r i o , la h u b i e r a
e n c o n t r a d o , y n o c a b e olvidar que las Bibliotecas se h a n de organizar
e n interés y servicio d e los lectores.
Las reglas d e la A. L. A. son, d e o r d i n a r i o , más uniform.es que
las n u e s t r a s ; tienen menos excepciones a cada n o r m a general. Así,
p o r e j e m p l o , al t r a t a r d e los artículos y preposiciones q u e anteceden
a los apellidos, establecen en su a p a r t a d o n ú m . 13 que los n o m b r e s
con u n prefijo se o r d e n e n como si fueran u n a sola p a l a b r a , m i e n t r a s
q u e e n las españolas se da u n a regla p a r a sada i d i o m a a p r o x i m a d a -
m e n t e , y se le d e d i c a n d e l 66 a l 74, o sean, nueve artículos o reglas.
La mayoría d e las reglas son parecidas o iguales a las nuestras,
p o r lo que sería m u y fácil tarea llegar a la unificación o normaliza-
ción d e las instrucciones d e catalogación y ordenación p a r a todos los
países. T a l d e b e ser la p r i n c i p a l tarea, a n u e s t r o j u i c i o , d e los Con-
gresos Internacionales d e Bibliotecarios. P a r a facilitar la labor d e
éstos d e b e r í a n ponerse d e acuerdo los países d e u n m i s m o idioma, p r i -
m e r o ; nosotros con los h i s p a n o a m e r i c a n o s , e t c . , y después resolver
las diferencias entre representantes d e éstos, para a p r o b a r l a s , en fin,
e n sesiones plenariag del Congreso.—J. L. V.
202 REVIST4 DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

MONTERO DÍAZ (Samiago): Introducción ai estudio de la Edad


Media. Murcia. Imprenta Sucesores de Nogués. 1948. 311 páginas.

El cultísimo catedrático de Historia Universal antigua de la Fa-


cultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid y antiguo
<!atedrático de las Universidades de Santiago y Murcia, don Santiago
Montero Díaz, nos ofrece en este magnífico estudio de Introducción n
la Historia una obra logradísimia y de una profundidad de concepta y
perfección técnica que demuestran bien a las claras su extraordinario
valer y confirman mía vez más, si ello es posible, el gran prestigio de
que goza.
En 1936, la Universidad de Murcia publicó un.» bajo el título de
Introducción al estudio de la Edad Media universal, que se encontra-
ba totalmente agotada.
En esta nueva obra se amplía grandemente la materia, magistral-
mente tratada en dos estudios más, «orientados hacia el tema medie-
val» ; profundiza el uno «en la génesis de la Edad Media», y el se-
gundo del «Mundo Moderno» (introducción).
En siete capítulos, consagrados a la Antigüedad y Medievo (pági-
nas 3-88), se afronta el estudio de los conceptos de Historia Universal,
Antigüedad y Edad Media, Prehistoria, Oriente, Grecia, Roma y Edad
Moderna, en una síntesis vigorosísima y con una claridad de concep-
tos que demuestran en su autor un conocimiento consumado de los
temas que aborda, y todos ellos enmarcados por un conocimiento am-
plísimo de las Filologías griega y romana, logrado por el manejo di-
recto de las fuentes.
Se pasa luego (págs. 89-219) al estudio propiamente dicho de la
Edad Media universal bajo los distintos aspectos de enfoque, como
Occidente, Bizaucio, Islán, Asia Central, Extremo Oriente, etc., con-
tinuando luego con los estudios sobre Edad Media y ReHacimienlo
(págs. 223-233) y Renacimiento y Baja Edad Medía (págs. 234-261).
Termina la obra con los estudios «El Mundo al despuntar la Edad
Moderna» (págs. 262-264), «Los límites cronológicos del Mundo Mo-
derno» (págs 274-292) y «La Edad Moderna en la conciencia europea»
(el humanismo, la ilustración, etc.) (págs. 293-307).
' Como se puede apreciar claramente por el enunciado somero de
las principales cuestiones tratadas en esta magnífica obra, se trata de
una verdadera introducción al estudio de la Historia, no en la Edad
Media, según parece desprenderse de su título, sino en toda su am-
plitud, en el orden de simultaneidades espaciales y eje cronológico de
sucesiones.
Obra maestra en su género, el rigor de la investigación histórica
y la perfección técnica en todo momento acusan al antiguo facultativo
de Archivos, Bibliotecas y Museos. Nada falta y nada sobra también
«n todos los problemas que se abordan, por lo cual no podemos por
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 203

menos -de sentimos satisfechos de su aparición y felicitar al doctor


Montero Díaz.
Es esta una nueva muestra de su gran capacidad científica, llamada
a prestar tan valiosos servicios a la actual generación universitaria y
a todo aquel que (con mayor o menor profundidad) se entregue al es-
tudio de los perennes problemas que plantea la investigación históri-
ca.—RAMÓN F . POUSA.

SÁNCHEZ ALONSO (Benito): Historia de la Historiografía españo-


la. I. Hasta la publicación de la crónica de Ocampo (...-1543).
Segunda edición, revisada y añadida. Madrid. Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, [Imp. Suces. J. Sánchez Ocaña y Cía.].
1947, X + 474 págs. + 2 hoj. 21 cms.

Cuando apareció la primera edición de la Historia de la Historiogra-


fía española. I, la crítica aprobó y elogió justamente esta importante
obra del señor Sánchez Alonso. Aquellos juicios de plumas más auto-
rizadas están todavía tan recientes que hacen innecesario sumar ahora
el nuestro.
Por ello, sin tratar del valor de conjunto de esta obra, sólo preten-
demos destacar las ediciones y mejoras de que ha sido objeto la se-
gunda edición.
De otra parte, el autor es sobradamente conocido en el campo de
la investigación histórico-bibliográfica y su mejor elogio es el de no
neceaitar adjetivos.
La presente edición mantiene el mismo orden y exacta distribu-
ción tipográfica que la primera. A simple vista, en una ojeada super-
ficial, ambas pueden parecer idénticas, ya que concurre la circunstan-
cia de tener las dos igual número de páginas, por haberse «mpleado en
la segunda un cuerpo de letra más pequeño. Pero, un análisis detenido
permite conocer las diversas correcciones y adiciones efectuadas.
Al comienzo de! prólogo, aunque el propio señor Sánchez Alonso
reconoce que el corto tiempo transcurrido entre ambas ediciones y la
aprobación por la crítica de la primera hacían innecesaria una verda-
dera refundición, «no faltan nunca en la primera tentativa —dice—
descuidos y omisiones, que el autor anhela subsanar lo antes posible».
Varias monografías y diversos artículos aparecidos en el lapso de
tiempo comprendido entre 1941 y 1947 han determinado, por otra par-
te, al autor a la revisión de algunos capítulos o párrafos y al incre-
mento de otros.
Eii cuanto a los historiadores musulmanes se recogen en esta edi-
ción los nombres de Isa Benhamed Arrazí, hijo de] homónimo famo-
s o ; de Abenabilfayad, Abenazzubair y Abenadarí, no estudiados en
la primera. De nuestra historiografía propiamente dicha, recoge aho-
ra la «Crónica Profética», de autor anónimo; el «Dietari del Antich
204 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

ConseJI Ba2-€pIonÍM, registro oficial en que se anotaban los hechos de la


ciudad condal, de indudable interés como fuente; y las también anó-
nimas «G€nealogia deis líeys Daragó e de Navarra e Comptes de Bar-
chinona», la «Brevis Historia Monasterii Rivipullensis» y Ja ((Histo-
ria de la Poncella de Francia», fabulosa narración de las hazañas de
Juana de Arco, aparecida en Sevilla el año 1512, da una noticia más ex-
tensa de don Lope Barrientos, figura de relieve en e! siglo XV —Obis-
po, catedrático y político—, quien en el aspecto histórico arregló la
obra de Pedro Carrillo de Huete, y se ocupa asimismo de cierto Alonso
de Maldonado, colegial de la Universidad de Salamanca —según se
cree— y autor de una biografía titulada Hechos de don Alonso de
Monroy, clavero y maestre tí'e la orden de AlcániXtra.
tín el capítulo V, se añade un párrafo (págs. 361-363) breve, aun-
que interesante : ctLa teoría sobre la Historia». En este páixafo se es-
tudia la figura de Luis Vives, quien, al decir del señor Sánchez Alonso,
((tuvo un genial concepto de la Historia, y, como consecuencia, de Jo
mucho que faltaba a los escritos históricos corrientes para ser verda-
deramente eficientes. También compuso varios —agrega—, pero, en ge-
neral, con finalidad ajena a la propiamente narrativa, y lo que es en él
más valioso está en el terreno de la teoría». El autor considera a Vives
como ((un temprano defensor de la necesidad de cultivar con preferen-
cia lo que hoy llamamos la historia interna», llegando a esa consecuen-
cia ((por el carácter acusadamente docente que a la Historia asigna,
sobre todo como formadora de estadistas y, en general, de cuantos han
de intervenir en la historia de los pueblos». Transcribimos las prece-
dentes palabras para destacar el interés que tienen las dos nuevas pá-
ginas dedicadas por el señor Sánchez Alonso al estudio de Vives en el
aspecto histórico.
Señalemos, por último, que ajearte de otras correcciones y adicio-
nes, ha sido considerablemente aumentada la útilísima bibliografía ci-
tada (íin extenso», a lo largo de la obra.—JOSÉ ANTONIO PÉREZ-RIOJA.

GONZÁLEZ FALENCIA (Ángel): Gonzalo Pérez, secretario de Feli-


pe II. Premio Raimundo Lulio 1945. Sánchez Ocaña. Madrid, 1946.
668 págs. f." 2 vols. Instituto Jerónimo Zurita.

La historia, como género literario, tiene también sus reacciones,


cuyo análisis a fondo requeriría un estudio más detenido. Baste con-
signar la actual tendencia hacia la biografía, mitad historia, mitad fic-
ción, que llamamos biografía novelada. Las ventajas extemas de acep-
tación, divulgación y aun mejoramiento literario, no son bastantes pa-
ra compensar los destrozos inferidos por esta modalidad literaria a la
verdad histórica objetiva, fuera de la cual no hay verdad posible.
Siempre hay tiempo para interpretaciones brillantes a base de apre-
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 2Q5

ciaciones subjetivas, veneno con el que el gran público se solaza de ma-


nera alarmante en esta época de psicoanálisis superado, lo mismo que
ayer hasta los selectos ingerían entre muchas verdades la pócima de
fábulas milagreras o de especies tendenciosas que inficionaban hasta
las fuentes más autorizadas y genuinas. Caso ejemplar de este espe-
jismo o de atracción, lo tenemos en las fatídicas estrellas rectoras de
la vida de Gonzalo Pérez y de su hijo Antonio, las cuales de tal mane-
ra influyeron la una sobre la otra, que la mayoría de los autores, a
fuerza de manejar el mismo apellido y sin penetrar en el meollo de la
verdad, muy otra de los supuestos gratuitos, extendieron hasta el pa-
dre las imputaciones únicamente achacables al hijo, y sobre éste hicie-
lon pesar las nebulosidades de su origen ilegítimo como punto de par-
tida para explicar actuaciones con las que no tenían más nexo ni rela-
ción que el viajero con el vehículo. «Engendro de las relaciones del
arcediano Gonzalo Pérez, con una mujer casada, María de Tobar» es
la definición que de Antonio Pérez da Ludwig Pfandl en la página 522
de su Felipe II, resumiendo en cierta manera esta teoría acerca del
hijo y de su progenitor.
Como un muro indestructible de contención se alza contra la co-
rriente devastadora del buen sentido y de la honradez biográfica, el
libro Gonzalo Pérez. Indudablemente que hubiera tenido mayor éxito
entre el gran público siguiendo el primer criterio de pirotecnia de
imágenes y fantasías, de agudezas y sutiles hipótesis. A ello se presta-
ba una vida como la de Gonzalo Pérez, tipo curioso de sucesor de se-
cretarios, secretario de oficio, forjador de secretarios y heredado por
secretarios, en cadena sin interrupción; viajero de casi toda Europa;
testigo presencial de los principales y más brillantes acontecimientos
de su época, no sólo de la corte española, sino también de las extran-
jeras ; poseedor de los secretos más íntimos de la diplomacia; corres-
ponsal de literatos del renombre y altura de Pedro Aretino, de Hurta-
do de Mendoza, de Pedro Bembo, de Bernardo Taso, Luca Contile, etc.,
Arcediano de Sepúlveda, Abad de Burgo Hondo y aspirante al capelo
cardenalicio; mecenas de Blasco de Garay, de Páez de Castro y de
Juan Verzosa con-otros muchos más; escritor, bibliófilo y, en una pa-
labra, renacentista en el mejor sentido del vocablo, con raigambre en
las homéricas fuentes del Parnaso, y sin los amargos resabios de am-
bicione* e intrigas tan propias de su tiempo. Perc no aconteció así
por fortuna para la investigación. Quien, en colaboración con don Eu-
genio Melé, produjo un modelo de biografía literaria tan perfecto
como Don Diego Hurtado de Mendoza, o solo, El Arzobispo don Rai-
mundo y la Escuela de Traductores de Toledo, o los laureados traba-
jos La censura gubernativa en España, y El sevillano don Juan Curiel,
juez de imprentas, tem'a que hacer honor a su magisterio tantas veces
acreditado en la formación inconfundible, maciza, pulcra y amorosa-
mente cuidada, de quienes —aunque después hayan derivado por de-
rroteros más en consonancia con sus aficiones y gustos particulares—
206 REVISTA DE ABCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

no pueden negar la procedencia da su personalidad literaria ni la raiz


de donde arrancan las ramas que producen sus actuales frutos.
Con criterio muy diferente al de otra obra cualquiera, dentro del mis-
mo género, hay que estudiar el Gonzalo Pérez. Un total de 668 pá-
ginas hacen estos dos volúmenes, el primero con LXXXV capítulos,
y 150 documentos inéditos —unos extractados y otros completos—.
Pero lo mismo hubiera podido el libro rebasar en sus páginas la cifra
de mil. Con revestir de brillante ropaje el sintético esquema de esta
biografía, con resolverla siquiera al modo que hizo con la de Don Diego
Hurtado de Mendoza, sin ir más lejos, tendríamos, por decirlo así,
casi agotado el tema en dos gruesos volúmenes. Mas entonces habría-
mos despojado a esta obra de una de las principales características de
las producciones de los maestros: la fecundidad. Es decir que cuando
se da un tema agotado en un libro, ya no sirve éste para otra cosa que
para repetirlo en formas más o menos variadas. Siendo esto indicio de
tenaz constancia en el trabajo, lo es también de avara codicia, que no
permite a los otros participar siquiera de las migi:jas del espléndido
festín de sus investigaciones, en las cuales, si son de buena ley, siem-
pre queda un margen aprovechable para los novicios o aves de menos
altura. Sirvan a modo de ejemplos, en general, los capítulos LXXX
y LXXXIII, donde se trata de la librería de Gonzalo Pérez y de la
traducción de la Odisea, respectivamente. Sobre unos cimientos de só-
lida objetividad —otra de las características más salientes de la pro-
ducción del señor González Pelencia, y en especial de esta obra—
construye dos cuerpos de edificio, en los cuales, posteriores estudiosos
podían hacer gala de sus investigaciones y hallazgos, exornando con
sus aportaciones, la traza escueta, severa y rectilínea de este experto
roturador de archivos, a quien hay que añadirle un sexto sentido que
lo guía por entre las enmarañadas selvas de los documentos sin perder-
se en el oscuro boscaje.
Así, los documentos embrionarios acerca de la biblioteca d e Gon-
zalo Pérez, abren un horizonte susceptible de ampliación, por ejem-
plo, con las dos cartas que tocantes a ella se conservan en la Sección
de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, con los siguientes epígrafes:
«Carta del Maestro Jerónimo de Gracian dando su parecer sobre el re-
conocimiento de unos libros para que S. M. los hiciese comprar o se
desengañasen no siendo a propósito, escrita en Odón, a 19 de sep-
tiembre de 1571» y «Otra de Andrés de Bobadilla escrita al Sec.° Ant."
Gracian, añadiendo algunas circunstancias para conocer la verdad de
los libros objeto d<^ la carta anterior. En 19 de septiembre de 1571».
Otro tanto se puede afirmar del capítulo LXXXIII del que no es
posible separar ni el que le precede ni el que le sigue. Los tres están
relacionados con la traducción de la OdiseO), de la cual decía el Abate
Serrano en sus Poesías (Foliño, 1788):
Venit ad Hesperiam, dum fluctibus errat ülys^s
Nunc Ídem, Hesperio gaudet ore loqui.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 207

La escrupulosa bibliografía de la Ulyxea, las sugerencias acerca de


la fortuna de esta traducción y su valor como elemento eficaz para la
introducción del verso libre en nuestra poética, y, sobre todo, el plan-
teamiento del problema de si la Odisea fué traducida directamente
de.1 griego o mediante otra versión latina, son otros tantos caminos que
se nos abren en el Gonzalo Pérez, y que, alargados un poco más, tal
vez desmbocarían en interesantes estudios de tipo monográfico que son
los que más se necesitan para acabar de dar a conocer a nuestros autores
del siglo XVI. Los primeros jalones están puestos por mano maestra;
falta sólo completar la obra en sus últimas consecuencias y derivacio-
nes, incumbiendo esta tarea principalmente a los que comienzan a su-
bir por la espinosa y empinada cuesta de la investigación.
Réstanos analizar por último, un detalle que afecta por igual a la
obra y al autor, o mejor aun, que nos descubre a éste por medio de
aquélla, conforme a las palabras del Evangelio : «Por sus frutos los
conoceréis». Es la madurez: jugosa, entonada y apacible madurez.
Toda la discreta comprensión, otorgada únicamente a la experiencia
de los años; toda la geométrica regularidad científica, resultante ex-
clusivo de la repetición diaria de una misma tarea; toda la habilidad
en manejar las velas de estas naves que son los libros, rumbo hacia
la fama; toda la resignada paciencia del sabio alquimista que no pre-
cipita la reacción d t sus preparados, y los deja cumplir reposadamen-
te sus períodos biológicos hasta que alcanzan el momento oportuno
de su manifestación, resplandecen en el Gonzalo Pérez con innegable
prestancia. Estos asuntos, que pudiéramos llamar explosivos en manos
de jóvenes, se dulcifican y hacen maleables cuando, como ahora, su in-
térprete sabe mantenerse en el análisis del complejo humano en el de-
bido terreno de operador con elementos positivos, que por estar tan le-
janos de su verdadero ambiente y tan definidos en los documentos,
no admiten tercedura ni desfiguraciones a base de imponderables su-
puestos, ni de actuales módulos y criterios literarios.
Y no es que el autor adopte postura de sabio deshumanizado. Nada
m.ás lejos de su temperamento y conducta. La emocionada y temblo-
rosamente enternecida ofrenda «A la buena memoria de mi hijo Ja-
vier», es la ejecutoria de un corazón paternal, cuyos latidos se acom-
pasan al ritmo ineludible de la vida. La mano de Dios desgaja de este
árbol, por un lado, una rama de su corazón, mientras él, por otro, se
reproduce con fortaleza de creyente en otros frutos de inteligencia,
añadiendo simultáneamente un nuevo laurel a su corona de padre la-
borioso y un título más a la interminable lista de su labor literaria.
A la cifra de 320 suben los títulos de sus producciones, según en las
últimas páginas del libro se hace constar. Ellas son la confirmación
más irrefutable de cuanto en estas líneas se ha dicho. Fecundidad, ob-
jetividad y madurez podría ser el justo lema para el hombre y para su
obra. De ella no es más que una ligera muestra el libro que nos ocupa.
Por esto resulta un poco arbitrario juzgarla aisladamente de la totali-
208 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

dad, imponente desfile de los más lieterógenos personajes, santos, sa-


bios, jueces, picaros, impresores, políticos, obispos, monjes, guerre-
ros, poetas, novelistas, médicos y reyes nacionales y extranjeros, ára-
bes y mozárabes, judíos y cristianos... en cuyo cielo constelado de nom-
bres, Gonzalo Pérez no es más que una estrella entre las muchas <}ue
aun quedan por descubrir.—JosÉ LÓPEZ DE TORO.

RIVERA MANESCAU (SATUKNIIVO) : Tradiciones universitarias.


(Historias y fantasías).—Valladolid, 1948. 241 págs., 22 cm., 4."

El autor de este libro tiene bien demostrada su sólida preparación


en los campos de la Historia y de la Arqueología con numerosos tra-
bajos que le acreditan como erudito investigador.
En esta obra que dedica a los estudiantes de la Universidad <!••
Valladolid, de la cual es profesor, ha utilizado hechos históricos ga-
lanamente adornados con la belleza de la leyenda, porque como dice
él mismo, h a preferido «hacer un libro de solaz, con las verdades
encontradas en sus más puras fuentes».
Sobre el andamiaje de hechos reales extraídos de los archivos, iia
construido en prosa castellana sugestiva e interesante un hermoso
arco triunfal de la Universidad de Valladolid, y a través de las veinte
narraciones, que son como otros tantos motivos decorativos de este
monumento, logra plenamente su propósito de grabar de modo inde-
leble en el corazón de los estudiantes de la Universidad del Pisiierga
el pasado lleno de grandeza de aquella Universidad, y a través de los
siglos hace pasar ante los ojos del lector hechos y personas que nos
hablan de la alegre y digna vida universitaria y del prestigio que al-
canzaron algunos d e los que en aquellas aulas modelaron su corazón y
supieron hacer honor a las enseñanzas que en ella recibieron, desde
los destacados puestos que ocuparon o a través de muy notables obras
de su ingenio.
Encierra este notable libro un detalle sentimental de gran delica-
deza. Cada una de las veinte narraciones está dedicada a un amigo del
autor, y la primera de ellas, como era natural y lógico, al excelen-
tísimo señor rector magnífico de la Universidad vallisoletana. Además,
al frente de las mismas figuran sendos dibujos a pluma alusivos a
su contenido, al igual que los que ilustran cada una de estas na-
rraciones.
Ni la vieja amistad fraguada en nuestros años jóvenes, ni el com-
pañerismo bien entendido que me une con este insigne archivero,
bibliotecario y arqueólogo, ni el hecho de haber sido elegido por el
autor entre sus amigos para dedicarme una de estas historias, me
permiten acentuar los elogios muy merecidos, como corresponde al
valor literario y científico del libro. Solamente diré que su acierto
ha sido pleno y que el interés de la narración atrae tan gratamente
fOTAS BIBLIOGRÁFICAS 209

que insensiblemente pasan las páginas una tras otra, hasta llegar a la
últuua, sencillamente pren<lidos en la atracción de los asuntos y en el
ropaje que los adorna,—^B.

ESDAILE, ARUNDELL: The Brítísh Museum Library,—hondón.


George Alien and Unwin Ltd., 1946. 388 pág., 20 cm. 8.°

No solamente es el British Museum. visita casi obligada para cuan-


tos viajeros llegan a Inglaterra y motivo de veneración para los estu-
diosos extranjeros, sino que especialmente para los bibliotecarios han
sido durante muchos años las famosas colecciones de su biblioteca el
símbolo de la riqueza bibliográfica y su organización y catalogación
un modelo de perfección y eficacia.
Como dice en su introducción sir Frederic G. Kenyon, director y
bibliotecario jefe que fué del British Museimi, la magnitud inmensa
de este centro y la complicada variedad de sus colecciones han sido
graves inconvenientes para conseguir la publicación de una obra ge-
neral' que abarque la totalidad de sus Departamentos. Ahora Mr. Es-
daile ha redactado una obra completa de la historia de la biblioteca,
esto es, de los Departamentos de impresos y de manuscritos que en
la pasada centuria y gracias al celo y desvelos de Panizzi en el m-
cremento de los impresos y de Thompson en el de los manuscritos, al-
canzaron la destacada posición que ocupan dentro del Museo Bri-
tánico.
El autor de este interesante libro que fué bibliotecario del De-
partamente de impresos, y en el momento de la publicación de esta
obra, secretario en la Administración general del Museo, dice en el
prefacio que su propósito no ha sido hacer una historia y descripción
del British Museum. Su aspiración, menos ambiciosa, se ha limitado
a ofrecer en forma interesante y en reducidos límites lo que está dis-
perso en gran número de libros y periódicos para que sirva como in-
formación y al mismo tiempo para poner de manifiesto la verdadera
significación de sus notabilísimas colecciones bibliográficas.
Para ello se ha limitado sólo a la Biblioteca, esto es, a sus tres
departamentos: libros impresos, manuscritos, y libros y manuscri-
tos orientales, dejando aparte las estampas y dibujos. Para completar
la obra serían necesarios dos volúmenes más, relativo uno a las anti-
güedades y el otro a las colecciones de Historia Natural que ahora
constituyen la institución llamada comúnmente Museo de Historia
Natural.
En dos partes se divide la presente o b r a : histórica la primera y
descriptiva de las colecciones y sus catálogos, la segunda. A través
de los nueve capítulos de la primera parte podemos seguir todo el
desarrollo del British Museum desde el acta de su fundación en 1753,
hasta los años anteriores a la pasada guerra mundial.
14
210 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

En los tres capítulos de la parte segunda se nos da a conocer el ori-


gen, contenido y los catálogos correspondientes a cada una de las
colecciones que forman el departamento de impresos, el de manus-
critos y el de los impresos y manuscritos orientales. De extraordinario
interés debe conceptuarse este notabilísimo trabajo para conocer de
modo sumario, cual corresponde a una guía, el interés y valor extra-
ordinario que encierran las riquísimas colecciones de manuscritos y de
impresos que forman esa maravillosa biblioteca, orgullo de Europa
que es el Museo Británico. Pero si es interesante saber cómo pasaron
a formar parte de ella tan valiosas colecciones, lo es mucho más esa
información que nos facilita conocer cómo puede alcanzarse el deta-
lle de su contenido. La amplia relación de catálogos, índices, guías y
otras publicaciones son para el estudioso un elemento de trabajo in-
estimable.
Termina este libro con unos apéndices en los que el autor da cuen-
ta brevemente, entre otras cosas, de las primitivas normas de la Sala
de lectura, de la encuademación, clasificación de los libros impresos
y de la reproducción fotográfica.
Y como final un completísimo índice de personas, asuntos y lu-
gares.
Por creerlo de interés, se reseñan a. continuación los títulos de
los capítulos que forman esta obra, pues su sola enumeración estamos
seguros que dará al lector una idea más completa del extraordinario
interés de este libro que las breves líneas precedentes: I. La funda-
ción; I I . El edificio Montagu y los primeros quince años; lU. Vino
nuevo y un viejo envase (comprende los cambios operados después de
1799, desarrollo, reorganización, publicaciones, bibliotecarios nota-
bles, la sala de lectura, la anexión de la Biblioteca Real y el nuevo
edificio 1815-52). IV. Dos consultas públicas. Desarrollo y disensip'
nea (1835-50); V. La sala de lectura y el depósito metálico, Panizzi^
bibliotecario principal (1851-66); VI. Intermiedio: Winter Jones, bi-
bliotecario principal (1866-79); VII. Bond, bibliotecario principal.
La impresión del catálogo general (1879-88); VIII. Maunde Thomp-
son: director y bibliotecario principal (1888-1911); IX. Los últimos
treinta años.
La parte segunda, titulada: Las colecciones y sus catálogos cons-
ta de tres capítulos y unos apéndices. El primero de los capítulos
está dedicado a los libros impresos y da a conocer el contenido de
cada una de sus numerosas colecciones y sus inventarios, catálogos y
guías respectivas. El segimdo desarrolla, en la misma forma, el con-
tenido del departamento de manuscritos y el tercero nos da a conocer
las colecciones orientales, tanto de libros impresos como de manus-
critos.
En los apéndices se contienen noticias sobre el personal, reglamen-
tos y servicios.
Esta obra de Mr. Esdaile, como sus otras publicaciones: Librarles
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 211

of the World y A Student's Manual of BibUography es un modelo de


precisión y de claridad en la exposición y en el desarrollo de su intere-
sante contenido. La lectura de este libro nos permite no sólo conocer de
un modo claro y ordenado la interesante evolución de la primera bi-
blioteca del Imperio británica, sino que, en su segunda parte, ofrece
al estudioso una visión esquemática, pero completa, de sus riquísimas
y variadas colecciones y facilita en cada caso los resortes que le permi-
tirán obtener un conocimiento más detallado y completo de su riquí-
simo contenido.—B.

SANABRE (José): Los archivos eclesiásticos de la diócesis de Barce-


lona. I, El archivo diocesano. Barcelona, 1947, 172 págs. + 10 lá-
minas, 25 cm., 4.°

La bárbara y sistemática destrucción de nuestros templos y de otros


edificios religiosos durante los años en que una parte de nuestra Pa-
tria estuvo avasallada por las hordas que se llamaron del Frente Po-
pular, ha dejado huellas, en los archivos eclesiásticos principalmen-
te, perdiéndose para nuestra Historia copiosas series documentales de
excepcional interés que celosamente guardaban en sus archivos: ca-
tedrales, monasterios y otros institutos religiosos.
En el Palacio Episcopal de Barcelona estaba instalado el Archivo
Diocesano o de la Curia, fundado en el siglo XIV por el obispo Pong
de Gualba, que adoptó para la Curia de su diócesis análogos proce-
dimientos a los empleados en la Curia Real de Aragón y en la Pon-
tificia de Roma, iniciándose por él los libros registro de Colacionum^
Communium, Visitas pastorales y los de Ordenes.
Otras series se iniciaron durante los siglos XIV al X V I I ; pero,
por lo que nos cuenta el archivero Campillo, no fueron muy favora-
bles para el archivo los últimos años de este siglo, a juzgar por el
estado de abandono en que encontró aquellas series de Registros. Po-
siblemente será exacta esta noticia si tenemos presente que, durante
el siglo XVII, y en los primeros años del siglo XVIII, los efectos de
las guerras se dejarían sentir en el buen orden de dicho archivo; pero
si tenemos en cuenta que no más allá de los últimos años del si-
glo XVI, en los decretos de las Visitas pastorales, se dieron numerosas
instrucciones para la formación y custodia de los archivos parroquia-
les, no es de sospechar que los obispos descuidasen la atención debida
a su propio archivo. Además es muy frecuente, la experiencia noa
lo ha demostrado, que, por lo general, algunos archiveros presentan
con el más terrible aspecto el estado de los archivos para resaltar más
su labor.
El siglo XVIII, tan fecundo en notables organizadores de Archivos,
nos ofrece en este de Barcelona los nombres de dos archiveros insig-
nes y beneméritos: Antonio Campillo y el padre Caresmar. Durante
212 REVISTA UE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

cincuenta y siete años vivió entregado Campillo a su fecunda labor de


organización, redacción de índices y al incremento de las series del
archivo.
Contemporáneo es el padre Caresmar del obispo Gavino de Va-
lladares, uno de los prelados barceloneses que más se interesó por su
archivo y por los demás de su diócesis, ordenando hacer inventarios
áe los archivos parroquiales que se entregaron en el de la Curia, he-
cho afortunado que nos permite conocer hoy los documentos que en
las parroquias se conservaban y que la revolución de 1936 destruyó
en su mayor parte.
Iniciativa es de este obispo ordenar al padre Caresmar que copia-
se todos los documentos en pergamino o en papel del Archivo de la
Mensa Episcopal.
Y así continúa refiriéndose en la introducción de esta obra la his-
toria del origen y vicisitudes del archivo, con interesantes datos sobre
los saqueos de que fué objeto durante los años 1936-1939 y su recu-
peración, hasta que se instaló en sus actuales locales del Palacio Epis-
copal, donde los libros y legajos ocupan dieciséis habitaciones con
más de 2.000 metros de estantería, conservándose los pergaminos en
u n mueble a propósito.
En cuatro partes se divide la presente obra: I, «Introducción e
historial»; I I , «Series del archivo diocesano»; I I I , «Documentación
de otras instituciones incorporadas al archivo diocesano»; TV, «índi-
ces y apéndices».
En 1932, el Revdo. José Sanabre, después de seis años de labor
al frente de este archivo, inició en Reseña Eclesiástica, de Barcelona,
ima serie de artículos con el título de Giúa del Archivo Diocesano,
con el fin de dar a conocer a los visitantes e investigadores los fondos
principales del archivo. Reunidos más tarde en vm volumen estos tra-
bajos, la edición, íntegra, desapareció en el asalto de las turbas al
Palacio Episcopal en 1936.
No pretende el archivero diocesano con esta publicación ofrecer
u n inventario del archivo, sino, sencillamente, facilitar al investiga-
dor una visión rápida y general de las series documentales que guar-
da el archivo, indicándole con exactitud y claridad el índice o inven-
tario que le proporcionará una más detallada información sobre el
asunto que le interesa. Y en verdad que éste es el concepto exacto de
lo que debe ser una Guía, y este objetivo lo llena con toda perfección
y claridad la obra que reseñamos, pues, con más o menos extensión,
da a conocer el contenido y carácter de los dociunentos que integran
las distintas series y, al mismo tiempo, el estado en que se encuen-
tran y los índices que nos facilitarán su estudio.
Merece los más justos elogios el Rvdo. José Sanabre, y puede estar
seguro que su obra llena cumplidamente su propósito de que «este
instrumento de trabajo aumente y anime a los estudiosos a consultar
los fondos de este archivo».
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 213

El ejemplo desearíamos que pronto fuese imitado y seguido por


todas las diócesis. Es fmidamenial para la seguridad, conservación y
estudio de los interesantes fondos históricos, que por fortuna aun se
conservan en muchas de ellas, reunirlos en un buen local de la capital
de la diócesis, donde deben ser bien instalados y donde, sin duda
alguna, además de gozar de una más amplia seguridad, podrán ser de
mayor utilidad para los investigadores y estudiosos de nuestra His-
toria.
Estamos seguros que, por parte del Ministerio de Educación Na-
cional y de su Dii-ección General de Archivos y Bibliotecas, no falta-
rán ayudas materiales y colaboraciones para la creación de estos ar-
fJiivos y para la publicación de sus índices y catálogos.—B.

VAL, MARÍA ASUNCIÓN D E L ; Catálogo de la exposición de libros


españoles sobre Geografía y viajes en África.—Madrid, 1948. Di-
rección General de Marruecos y Colonias. Instituto de Estudias
Africanos [C. S. I. C . ] .
Recientemente, la Dirección General de Marruecos y Colonias, a
cuyo frente se halla el ilustre general Díaz de Villegas, ha organizado
esta exposición de «Libros españoles sobre Geografía y viajes en Áfri-
ca», que pone de manifiesto una vez más el interés que en todo mo-
mento han despertado los problemas de nuestro inmediato continente
en España. A través de las páginas de este bien compuesto catálogo
—debido a nuestra compañera, señorita del Val— y de sus 575 títulos,
se echa de ver cómo los españoles han sentido la atracción africana,
unas veces con afanes científicos, otras de manera romántica y aventu-
rera. No sólo han sido Stanley, Schweinfurth, Janz Voogt, Metthew»
etcétera, los que se han internado por selvas y desiertos, sino que
buen número de compatriotas nuestros, como el célebre Ali Bey —^uno
de los espíritus aventureros y sagaces—, Iradier, Ahorques de Sos-
ten, etc., han contribuido con su esfuerzo a ensanchar el área de co-
nocimientos de los territorios del continente negro, de sus gentes y
recursos.
El Catálogo representa un esfuerzo considerable para la bibliogra-
fía temática, puesto que para su redacción se han consultado directa-
mente —aparte una copiosa relación de obras— los fondos de más de
50 bibliotecas españolas, las más importantes del país— y se halla su
materia distribuida en los siguientes apartados: Obras generales: Afri-
ca del Norte, excepto Marruecos.—Marruecos en general y Marruecos
francés.—Marruecos español, plazas de soberanía y Tánger.—África
Occidental.—África Española en conjunto.—Otras colonias del África
Occidental.—África Oriental.—África Central.—África del Sur,—Ex-
ploradores españoles del siglo 'XIX.—Expediciones a Guinea.—Revistas
y publicaciones periódicas y viajes en África.
Felicitamos a la autora de esta exposición y de su Catálogo, que
214 REVISTA ÜE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

como se indica en el prólogo, «tien-de a culminar un día, como meta


final, €U otro Catálogo tan amplio como sea posible, del «Libro espa-
ñol en África».—F. T.

J. LLADO Y FERRAGUT : El Archivo de la Real y Pontificia Univer-


sidad Literaria y estudio general lidiano del antiguo reino de Ma-
llorca. Con un prólogo del P . Miguel Batllori, S. I.—^Palma de Ma-
llorca.—Imp. Vda. F . Ferrer, 1946. VIH + 78 pág. + 3 hoj.
+ XIV pág.

La bibliografía de nuestra archivística acaba de enriquecerse con


una muy interesante monografía que nos llega de Baleares, y que
demuestra cómo los espíritus afinados y entusiastas de nuestras pasa-
das glorias no se han extinguido, afortunadamente. Trátase de un
muy minucioso y bien ordenado catálogo de los papeles del famoso
Estudio luliano de Mallorca, tan fuertemente vinculado a la historia
de la Universidad balear. Como ya se indica en el prólogo que el
padre Batllori (S, I.) pone a la obra del profesor Liado: aSiendo tan
alto el interés —a la vez regional y europeo— de la Real y Pontificia
Universidad luliana de MaUorca, era muy de lamentar la falta de una
monografía completa que nos revelase la historia viva de sus hombres
y de sus ideas. Pero tal estudio no podía emprenderse mientras no se
tuviera el viejo archivo ordenado y catalogado convenientemente.»
Y en efecto: el catedrático señor O a d ó , en los horas que le han
ido dejando libres sus tareas docentes, en estos tres últimos años, ha
logrado componer dicho catálogo con un criterio lógico, reuniendo las
materias de la forma siguiente :
Sección 1.'.—Formación, organización y funcionamiento. Matrí-
cula y cuentas. Aprobaciones de cursos y colaciones de grados.
Sección 2.*—Jesuítas (Mandas Pías, Sacristía de Montesión y Con-
gregación del Espíritu Santo).
Como se puede observar, el contenido del citado archivo es intere-
aante, porque viene a completar una laguna en la historia de nuestras
Universidades locales, que tanta influencia desarrollaron en la cultura
española de la gran época, y esperamos que tras el arreglo y catalo-
gación de este depósito, el señor Liado acometa la historia de ins-
titución tan famosa como El estudio luliano y la Universidad tnallor-
quina.—F. T.
SECCIÓN OFICIAL - LEGISLACIÓN
Con fecha 2 áe enero de 1948 se cretario del Archivo de la Corona d e
han expedido por el Excmo. Sr. Mi- Aragón (con fecha 19 de enero, O. M.).
nistro de Educación Nacional los ei- D.'' María Asunción Mendoza Lassa-
gnientes nombramientos : He, secretaria del Archivo General do
Simancas.
BIBLIOTECA NACIONAL
DECRETO DE 9 DE ENERO DE 1 9 «
D. Pedro Longás Bartibás, Jefe de POR EL QUE SE DETERMINAN LAS
la Seeción de Manuscritos.
F A C U L T A D E S Y ATRIBUCIONES
D.* Inés González Torreblanca, Jefe
de la Sección de Revistas. DEL PATRONATO DE LA B I B U O -
D . Vicente Navarro-Reverter y Pas- TECA NACIONAL
cual, Jefe de la Sección de Varios.
D." Elena Páez Rios, Jefe de la Sec- Para dar cumplimiento a lo estable-
ción de Bellas Artes. cido en el artículo 40 del Decreto do 24
D.* Mercedes Castro Jarrin, Jefe de de julio de 1947,
la Sala de Estudio y Depósito de Li- A propuesta del Ministro de Educa-
bros. ción Nacional y previa deliberación del
D. Antonio Sánchez Fernández, Jefe Consejo de Ministros,
de la Sección de Clasificación.
DISPONGO :
ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL
Articulo primero.—El Patronato pre-
D. Gerardo Núñez Clemente, vice- venido en el artículo cuarenta del De-
director del mismo. creto de 24 de julio de 1947 tendrá por
D. Eugenio Sarrablo Aguareles, secre- misión :
tario id. a) Fomentar en todos sus aspecto»
el desarrollo de la Biblioteca Nacional,
en especial cuanto se refiere al estable-
MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL cimiento de nuevos servicios y al me-
joramiento de los actuales, de acuerdo
D. Emilio Camps Cazorla, secretario con el Director de la Biblioteca, al cual
del mismo. corresponde su ordenación e inspec-
ción.
OTROS NOMBRAMIENTOS b) Contribuir con su iniciativa y ase-
soramiento a mejorar las instalaciones,
D. José María de la Peña y de la Cá- a incrementar sus fondos y a comple-
mara, vicedirector del Archivo General tar las colecciones, por medio de ad-
de Indias. quisiciones, y estimulando los depósi-
D. Diego Bermúdez Camacho, secre- tos, donaciones y legados de los parti-
tario del mismo Archivo. culares y de las Corporaciones de toda
D. Francisco Sevillano Colom, se- clase.
218 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS 1' MUSEOS

c) Favorecer y extender la comuni- b) El producto de la venta de sus


cación de la Biblioteca Nacional con publicaciones y de las editadas por la
las demás de España y del extranjero Biblioteca y por los Patronatos ante-
y mantener la categoría internacional riores.
que le corresponde por su antigüedad c) El importe de las entradas con mo-
y valiosos fondos bibliográficos, tivo de exposiciones u otros actos col-
d) Promover y sufragar la edición de turalee.
aqueUas publicaciones que proponga el d) Las herencias, legados y donacio-
Director, o que se acuerde por el Pa- nes.
tronato, y organizar exposiciones, con- e) Cualquier otro recurso autorizado
ferencias y concursos en relación con por el Ministerio de Educación Nacional
la Biblioteca y sus fines. a propuesta del Patronato.
e) Informar en los casos de vacante Artículo cuarto.—Corresponde al Pa-
en la Biblioteca Nacional, cuando asi lo tronato administrar libremente sus re-
disponga la legislación del Cuerpo de cursos propios, sin otras limitaciones
Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólo- qae las especialmente contenidas en es-
gos, y de acuerdo con l o preceptuado te Decreto y las de carácter general que
-en el apartado a) del artículo segundo se deriven de la legislación de Hacienda.
del Decreto de 26 de mayo de 1943. En la confección de su presupuesto
f) Intervenir en todo l o que se refiere anual, el Patronato, a propuesta del Di-
a la adquisición, enajenación y actos de rector, consignará a su disposición la
gestión, de cualquier especie, de los cantidad necesaria para las atenciones
bienes que formen o deban formar par- ordinarias de la Biblioteca y para el
te del Patrimonio de la Biblioteca Na- buen funcionamiento de sus servicios.
•cional, a reserva de la aprobación del Artículo quinto.—^En el primer tri-
Ministerio de Educación Nacional. mestre de cada año, el Presidente del
Patronato enviará al Director general de
g) Emitir informe en todas las ma- Archivos y Bibliotecas una Memoria de
terias que especialmente le estén afec- la labor desarrollada durante el año an-
tadas por virtud de este Decreto, y en terior.
todos los asuntos que le sean sometidos Articulo sexto.—^Eü Patronato cele-
por el Ministerio de Educación Na- brará sesiones ordinarias, con la periof-
-cional. dicidad que se acuerde en sn Reglamen-
Artículo segundo.—^El Patronato esta-, to, y las extraordinarias que convoque
rá constituido por un Presidente, un el Presidente o que soliciten dos o más
Vicepresidente primero, un Vicepresi- de sus miembros.
dente segundo, un Tesorero, ocho Vo- Artículo séptimo.—La representación
cales, nombrados por Decreto entre de la Biblioteca Nacional y de su Pa-
aquellas personas que más se hayan dis- tronato ante los Tribunales y en todos
tinguido por su competencia en mate- los actos de la vida civil corresponde al
ria bibliográfica o por su prestigio cul- Presidente, el cual, y para estos efec-
tural, y, además, por un representante tos, estará revestido de la delegación per-
de cada una de las siguientes entidades: manente de los poderes de dicho Patro-
Universidad de Madrid, Instituto de Es- nato y del especial del Estado.
paña y Consejo Superior de Investiga-
ciones Científicas propuestos al Minis- Para el ejercicio de sus funcione» se
terio por dichas Corporaciones. considerará domiciliado al Patronato en
la Biblioteca Nacional.
El Director de la Biblioteca Nacional Artículo Octavo.—Para la más rápida
será Vicepresidente segundo, y ejerce- y eficaz gestión de los astutos que por
rá las funciones de Secretario el de la el presente Decreto le quedan someti-
Biblioteca Nacional. dos, el Patronato podrá designar de sn
Artículo tercero.—Los recursos pro- seno una Comisión ejecutiva, presidida
pios del Patronato de la Biblioteca Na- por el Presidente o uno de los Vicepre-
cional serán : sidentes, y sin perjuicio de que sus
a) Las cantidades que se consignen acuerdos sean sometidos al pleno del
a sn nombre y la» destinadas a la Biblio- Patronato en los caso» y en la forma
teca en los presupuestos del Estado. que determine el Reglamento.
LEGISLACIÓN 219

Artículo noveno.—En el término de Vicepresidente primero, don Rafael


tres meses, a partir de la constitución Sánchez Mazas.
del Patronato, éste someterá a la apro- Vicepresidente segundo, el Director de
bación del Ministro de Educación Na- la Biblioteca Nacional, don Luis Mora-
cional el proyecto de su Reglamento de les Oliver.
régimen interior. Tesorero, don Agustín González Ame-
Artículo décimo.—El Ministro de Edu- zúa y Mayo.
cación Nacional queda facultado para Vocales representativos: Por la Uni-
dictar las disposiciones que sean preci- versidad de Madrid, don José Ferrandis
sas para la ejecución de este Decreto. Torres; por el Instituto de España, don
Articulo once. — Quedan derogados Armando Cotarelo Valledor, y por el
todos cuantos preceptos ee opongan a Consejo Superior de Investigaciones
lo establecido en l«s articnlos anteriores. Científicas, don Luis Ortiz Muñoz.
Asi l o dispongo por e l presente De- Vocales de libre designación: Don
creto, dado en Madrid a 9 de enero Ángel González Palencia, don José Rú-
do 1948.—FRANCISCO FRANCO.—El Minie- jula Ochotorena, Marqués de Ciadon-
tro de Educación Nacional, José Ibáiíez cha; don Nicolás Benavides Moro, don
Martín. Amadeo Tortajada Ferrandis, don Be-
nito Sánchez Alonso, Fray Justo Pérez
de Urbel, don Ciríaco Pérez Bustaman
DECRETO DE 9 DE ENERO DE 1948 te y don Pedro Laín Entralgo.
Así lo dispongo por el presente De-
De conformidad con lo dispuesto en creto, dado en Madrid a 27 de febrero
el articulo 40 del Decreto sobre Orde- de 1948.—FRANCISCO FRANCO.—El Minis-
nación de los Archivos y Bibliotecas tro de Educación Nacional, José Ibáñez
y del Tesoro Histórico-Documental y Martín.
Bibliográfico, de 20 de julio de 1947, a
propuesta del Ministro de Educación
Nacional, y previa deliberación del Con- DECRETO DE 27 DE FEBRERO
eejo de Ministros, nombro Presidente DE 1948
del Patronato de la Biblioteca Nacional
a don José Martiuez Ruiz. De conformidad con lo establecido en
Así la dispongo por el presente De- el artículo 39 del Decreto sobre Orde-
creto, dado en Madrid a 9 de enero nación de los Archivos y Bibliotecas y
de 1948.—FRANCISCO FRANCO.—El Minis- del Tesoro Histórico Documental y Bi-
tro de Educación Nacional, José Ibáñez bliográfico, de 24 de julio de 1947, a
Martín. propuesta del Ministro de Educación Na-
cional, y previa deliberación del Con-
sejo de Ministros, nombro Director de
DECRETO DE 27 DE FEBRERO la Biblioteca Nacional a don Luis Mo-
rales Oliver.
DE 1948
Así lo dispongo por el presente De-
De conformidad con lo establecido^ en creto, dado en Madrid a 27 de febrero
el artículo segundo del Decreto de 9 de de 1948.—FRANCISCO FRANCO.—El Minis-
enero de 1948, y designado por otro De- tro de Educación Nacional, José Ibáñez
creto de la misma fecha el Presidente Martin,
<|el Patronato de la Biblioteca Nacio-
nal,
ORDEN DE 5 DE FEBRERO DE 1948,
Previa deliberación del Consejo de
Ministros, y a propuesta del de Educa- POR LA QUE SE RESUELVE EL CON-
ción Nacional, CURSO ENTRE DIPUTACIONES PRO-
VINCIALES
DISPONGO :
limo. Sr.: Vista la propuesta formu-
Artículo único.—^El Patronato de la lada por el Jurado calificador del con-
Biblioteca Nacional quedará constituido curso anunciado por Orden de 18 de
por los señores siguientes: abril del pasado año (Boletín Oficial
220 REVISTA DE ABCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

del Estado del 29), entre Diputaciones ORDEN DE 13 DE ABRIL DE 1948,


Provinciales, para la concesión p o r la POR LA QUE SE ABRE CONCURSO
Junta d e Intercambio y Adquisición de
E N T R E DIPUTACIONES PROVINCIA-
Libros y Revistas para Bibliotecas Pú-
blicas (hoy Junta de Adquisición y Dis- LES PARA ASPIRAR A UNA DE LAS
tribución de Publicaciones) de cuatro DOS DOTACIONES DE 100.000 PESE-
dotaciones de 100.000 pesetas cada una, TAS CADA UNA, DESTINADAS A
en libros y revistas para la creación de CREAR Y SOSTENER BIBLIOTECAS
Organizaciones Bíbliotecarias provincia-
les; EN LOS AYUNTAMIENTOS DE SU
Resultando que entre las cinco Dipu- DEMARCACIÓN
tacionesi que han presentado proyectos,
las de Soria, Logroiío, Zaragoza y Má- l i m o . S r . : Está bien patente el rápido
laga, las considera el Jurado calificador y fecundo desarrollo de las Bibliotecas
con mérito para obtener las expresadas públicas y municipales a través de lo»
dotaciones, por adaptarse a las condi- Centros Coordinadores de Bibliotecas
ciones exigidas en el concurso, así como qne, con positivo éxito y alentadores re-
por especificar las aportaciones econó- sultados, vienen funcionando ya en va-
micas y la aceptación por aquéllas de las rias provincias españolas. No solamente
directrices d« la política Bibliotecaria de es el contacto próximo y casi constante
este Departamento, y la subordinación que el Bibliotecario Director del Centro
de sus normas e inspección; mantiene con sus filiales y que sirve de
estímulo y orientación a los nuevos En-
Resultando que también propone el
cargados d e estas' pequeñas Bibliotecas
J u r a d o calificador la concesión de una
establecidas en los pueblos, sino que las
quinta dotación de 100.000 pesetas, en
Diputaciones, a las que hasta ahora se
libros y revistas, a la Diputación Provin-
les ha concedido esta distinción, con-
cial de León, por considerar que es dig-
vencidas de la trascendente importancia
n o d e apoyo el proyecto que presenta,
de este servicio bibliotecario, vienen
qne trata de crear una Organización Bi-
prestándole toda clase de asistencias y
bliotecaria, aneja a otra, de carácter
ayudas para su mejor desarrollo.
histórico y cultural, con propósitos in-
vestigadores provinciales que exceden de En su virtud, y en cumplimiento de
los que de momento animan la política lo ordenado en el articulo 47 del Decre-
d e este Ministerio en la materia; to de 24 de julio d e 1947,
Este Ministerio ha tenido a bien dis-
Considerando que, además de las^cua-
poner :
tro dotaciones anunciadas que se otor-
Primero.—Como en años anteriores,
gan por la Junta de Adquisición y Dis-
se abre concurso entre todas las Diputa-
tribución de Publicaciones, está en con-
ciones provinciales españolas que n o tu-
diciones para conceder también la quinta vieren establecidas Bibliotecas en los
dotación de 100.000 pesetas a la Dipu- municipios de su respectivo territorio,
tación Provincial de León, con cargo a su propio presupuesto o al
Este Ministerio ba tenido a bien apro- de la Junta de Adquisición y Distribu-
bar la propuesta formulad? por el Ju- ción de Publicaciones, para aspirar a
rado calificador, y disponer que por la una de las dos dotaciones de 100.000 pe-
Junta de Adquisición y Distribución de setas cada una que se conceden para el
Publicaciones se concedan, en libros y establecimiento de otras Organizaciones
revistas, cinco dotaciones de 100.000 pe- provinciales destinadas a crear y soste-
setas cada una, a las Diputaciones Pro- ner Bibliotecas en los Ayuntamientos de
vinciales de Soria, Logroño, Zaragoza, su demarcación.
Málaga y León. Segundo.—Dichas dos dotaciones ee
Lo .digo a V. I. para su conocimiento otorgan coii cargo al presupuesto d e la
y demás efectos. Junta de Adquisición y Distribución de
Dios guarde a V . I . muchos años. publicaciones, y se concederán, precisa-
Madrid, 5 de febrero de 194S.—lbáñez mente en libros y revistas por la mencio-
Martin.—limo. Sr. Director general de nada cuantía, a las dos Diputaciones
Archivos y Bibliotecas. provinciales qiie presenten los dos mejo-
LEGISLACIÓN 221

res proyectos de organización, insulación Madrid, IS d e abril d e 1948.—/6áñcz


y eostenimiento de tales Organizaciones Martín.—limo. Sr. Director general de
bibliotecarias. Archivos y Bibliotecas.
Tercero.—Estos proyectos serán trami-
tados por los respectivos Patronatos pro-
vinciales para el fom«nto de Archivos y ORDEN DE 14 DE ABRIL DE 1948,
Bibliotecas informados por su Secretario, POR LA QUE SE ANUNCIA CONCUR-
con el visto bueno de su Presidente y re- SO PARA LA CONCESIÓN DE VA-
mitidos a la Dirección General de Archi- RIOS PREMIOS CON MOTIVO D E
vos y Bibliotecas antes del 30 de septiem-
bre del presente año. LA «FIESTA DE LIBRO», Y SE DAN
Cuarto.—Una Comisión de técnicos, NORMAS PARA LA CELEBRACIÓN
nombrada por la Dirección General de DE LA MISMA
Archivos y Bibliotecas, examinará los
proyectos recibidos y elevará a este Mi- limo. S r . : Como en años anteriores,
nisterio la correspondiente propuesta de al llegar la fecha del 23 de abril debe
concesión de dotaciones. celebrarse en toda España la «Fiesta del
Quinto.—Las organizaciones biblioteca- Libro», en cumplimiento del Real De-
rias establecidas con arreglo a esta Or- creto de 6 de febrero de 1936, que la
den quedarán bajo la protección de la estableció para glorificar la memoria in-
Junta de Adquisición y distribución de mortal de Cervantes y, al mismo tiem-
Publicaciones y sometidas a la Inspección po, exaltar los eternos valores del libro
General de Bibliotecas, la cual podrá de- español y la misión trascendental d e las
legar esta fvmcióm en la expresada Junta. Bibliotecas. Para su conmemoración.
Estarán dirigidas en cada capital de Este Ministerio ha dispuesto:
provincia por el Director de la Bibliote- Artículo único.—El día 23 d e los co-
ca Pública correspondiente o por el fun- rrientes se celebrará en toda España la
cionario facultativo que designe la Di- «Fiesta del Libro Español», con arre-
rección General de Archivos y Bibliote- glo a las normas contenidas en los apar-
cas. Anualmente, en el presupuesto de tados a) y b) de la Orden ministerial de
la Junta de Adquisición y Distribución 14 de abril de 1947 (Boletín Oficial del
de Publicaciones se consignarán canti- Estado del día 17).
dades para el incremento de las Organi- a) Con motivo de esta Fiesta, el Mi-
zaciones así creadas, en cuantía que es- nisterio de Educación Nacional conce-
té en relación con la colaboración que derá los siguientes p r e m i o s :
en su presupuesto consigne la Corpora-
1." U n o de 500 pesetas, para u n ar-
ción provincial respectiva.
ticulo periodístico, con el siguiente te-
Sexto.—^En la redacción de los corres- ma : «Bibliotecas infantiles», que ee ha-
pondientes proyectos se tenderá prefe- ya publicado en cualquier periódico de
rentemente a dotar de Bibliotecas los España desde el día d e la aparición de
municipios que sean cabeza de partido esta Orden ministerial en el Boletín Ofi-
o tengan una población de hecho supe- cial del Estado hasta treinta días des-
rior a 10.000 habitantes, y ee fijará el pués.
plazo en el cual las Corporaciones pro- 2." U n o de mil pesetas, y u n accésit
vinciales se comprometen a crear dichas de 500, para dos composiciones poéticas
Bibliotecas. en honor de San Benito, glorioso fun-
Séptimo.—Las Corporaciones provin- dador de las Bibliotecas monásticas me-
ciales premiadas, de acuerdo con la Jun- dievales.
ta de Adquisición y Distribución de pu- 3." Uno d e 4.000 peseUs, para la
blicaciones propondrán a la aprobación mejor colección d e artículos publicados
d« la Dirección General de Archivos y en la Prensa de España sobre temas re-
Bibliotecas los requisitos para el nom- lativos a Bibliotecas y a su función ao-
bramiento del personal dependiente de d a l , moral y educativa.
ella. Las condiciones y plazos para la con-
Lo digo a V. I . para su conocimiento cesión de estos premios serán los si-
y demás efectos. guientes :
Dios guarde a V. I. muchos años. I,* Los concursantes- que aspiren al
222 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

primero de los premios entregarán en el cuestaciones públicas el día que cada


Registro General del Ministerio nn ejem- uno de ellos acuerde, con el fin de re-
plar del periódico en el cual se haya caudar fondos con destino a las atencio-
publicado el artículo, en sobre cerrado, nes de los mismos.
dirigido al Ihno. Sr. Director general c) Los Directores de Centros Coordi-
de Archivos y Bibliotecas, con la indi- nadores de Bibliotecas propondrán a esa
cación exterior: «Para el concurso do Dirección General la Biblioteca de su
la Fiesta del Libro. Premio 1.°» El pla- respectiva demarcación que más se haya
zo terminará diez días después de la fe- distinguido por su labor durante el año
cha tope señalada para la publicación anterior, para concederles premios en
en los periódicos. libros.
2.° Las poesías que se presenten para d) Los citados Directores comunica-
el premio eegundo se encabezarán con rán a las Juntas de las Bibliotecas pú-
un lema y se presentarán en el Regis- blicas municipales de ellos dependien-
tro General del Ministerio hasta el día tes que conmemoren la «Fiesta del Li-
10 de mayo próximo, en sobre lacrado, bro» mediante cooiferencias divulgadoras
dirigido al limo. Sr. Director general de la misión de la Biblioteca.
de Archivos y Bibliotecas, con la si- e) Los Directores y Encargados de
guiente indicación exterior: «Para el las Bibliotecas públicas del «Servicio Na-
concurso de la Fiesta del Libro. Tema cional de Lectura» concederán un libro
segundo.» En sobre aparte, con igual di- como premio al lector que más se haya
rección e indicación, se escribirá el le- distinguido en el buen uso de la Biblio-
ma, y en su interior figurará una instan- teca.
cia de presentación al concurso, en la f) Por el Instituto Nacional del Li-
cual conste el nombre, apellidos y do- bro Español se señalará la fecha para la
micilio del autor, juntamente con la in- venta de los libros con el descuento del
dicación del lema con el cual haya fir- diez por ciento sobre su precio ordi-
mado su trabajo. nario.
3.* Las colecciones de artículos pe- Lo que digo a V. I. para su conoci-
riodísticos que aspiren al tercero de los miento y demás efectos.
premios se reniitirán, debidamente co- Dios guarde a V. L muchos años.
leccionados y acompañados de una ins- Madrid, 14 de abril de 1948.—Ibáñez
tancia de su autor, al Ministerio de Edu- Martín.—Ihno. Sr. Director general de
cación Nacional hasta el 31 de octubre Archivos y Bibliotecas.
próximo.
4.* Terminados los plazos estableci- ORDEN DE 14 DE ABRIL DE 1948 POR
dos, la Dirección General de Archivos
y Bibliotecas designará las personas en- LA QUE SE CREAN LAS BIBLIOTE-
cargadas de discernir la concesión de CAS PUBLICAS MUNICIPALES QUE
los premios, y su fallo se hará público SE MENCIONAN PARA CONMEMO-
en el Boletín Oficial del Estado, RAR LA FIESTA DEL U B R O EN EL
Los trabajos que resulten premiados PRESENTE AÑO
pasarán a ser propiedad de este Minis-
terio. Los restantes podrán ser recogi- limo. Sr.: A propuesta de la Direc-
dos por sus autores o por personas de- ción General de Archivos y Bibliotecas,
bidamente autorizadas, dentro de un y previo informe favorable de la Junta
plazo de treinta días después de la pu- de Adquisición y Distribución de Pu-
blicación de los fallos en el Boletín Ofi- blicaciones,
cial del Estado. Pasado este plazo, po- Este Ministerio, en cumplimiento de
drá el Ministerio disponer de aquellos lo establecido en el Decreto de 24 de ju-
que no fueren recogidos. lio de 1947 sobre el Servicio Nacional de
b) Los Patronatos provinciales de Ar- Lectura y para conmemorar en este año
chivos, Bibliotecas y Museos, asistidos la Fiesta del Libro, ha tenido a bien
por el personal docente, el Director de disponer:
la Biblioteca Pública y con la colabora- Articulo único.—a) Se crean las Bi-
ción de los Organismos que estimen con- bliotecas públicas municipales de Car-
venientes, pueden organizar fiestas o cagente (Valeiicia), Celanova (Orense),
L E G I S L A C I Ó N 223

Don Benito (Badajoz), La Guardia (To- TES DEL CENTRO COORDINADOR


ledo), Línea de la Concepción (Cádiz), DE BIBLIOTECAS DE OVIEDO, SE
Llanos de Aridane (Tenerife), Manises CREAN LAS BIBLIOTECAS DE LUAR-
(Valencia), Palomares del Río (Sevilla) CA Y CUDILLERO
y San Adrián (Navarra).
b) Dependientes del Centro Coordi- Ihno. Sr.: A propuesta de esa Direc-
nador de Bibliotecas de Burgos, se crean ción General y de conformidad con la
las de Arija, Castrojeriz, Miranda de Junta de adquisición y distribución de
Ebro y Pradoluengo; y en dependencia publicaciones.
con el Centro Coordinador de Bibliotecas Este Ministerio, en cumplimiento de
de Huelva, las de barrio de las Colonias lo establecido en el Decreto de 24 de ju-
(en la capital). Calañas y Nerva. lio de 1947 sobre el «Servicio de Lectu-
Todas estas Bibliotecas pertenecientes ra», y para conmemorar en este año la
al Servicio Nacional de Lectura, gozarán Fiesta del Libro, ha tenido a bien crear
de los beneficios que este Ministerio con- dependientes del Centro Coordinador de
cede a las de su clase a través de la Jun- Bibliotecas de Oviedo, las Bibliotecas
ta de Adquisición y Distribución de Pu- municipales de Lnarca y Cudillero, las;
blicaciones. cuales gozarán de todos los beneficios
Lo digo a V. I. para su conocimiento que este Ministerio concede a todas las
y demás efectos. Bibliotecas del «Servicio Nacional de
Dios guarde a V. I. muchos años. Lectura», a través de la Junta de ad-
Madrid, 14 de abril de 1948.— Ibáñez quisición y distribución de publicaciones.
Martin.—limo. Sr. Director general de Lo digo a V. I. para sn conocimiento y
Archivos y Bibliotecas'. demás efectos.
Dios guarde a V. I. muchos añoe.
ORDEN DE 23 DE ABRIL DE 1948 Madrid, 23 de abril de 1948.—/6áñc*
POR LA QUE, CON MOTIVO DE LA Martí».—limo. Sr. Director general de
FIESTA DEL LIBRO Y DEPENDIEN- Archivos y Bibliotecas.

MOVIMIENTO DE PERSONAL DURANTE ENERO-ABRIL

Cuerpo Facultativo REINGRESOS

JUBILACIONES Don Isaac Soler Langa, 9 de enero-


de 1948.
Ninguna.
Cuerpo Auxiliar
FALLECIMIENTOS
REINGRESOS
Don Federico Ruiz Morcuende, jefe Don Pedro Virgili Roig, 26 de eoero'
del Archivo del Ministerio de Asuntos de 1948.
Exteriores, 23 d« enero do 1948.
EXCEDENCIAS
EXCEDENCIAS
Doña María Dolores de Onís Almar-
Ninguna. za, 12 de febrero de 1948.

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