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1.

La astronomía en la antigua Grecia


1.1 Introducción
La Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.) acabó con la prosperidad de la civilización griega,
una de las más extraordinarias de la Antigüedad. El desarrollo del mundo griego en el siglo V
a.C. no solo se manifestó a nivel militar o político, sino que también influyó en el mundo de las
ciencias. Durante varios siglos, mientras se construían espléndidos templos y estatuas, se
ensalzaban las obras de los dioses y los hombres en la literatura, y surcaban los mares cientos
de barcos con fines militares o comerciales, algunas personas hicieron avanzar el campo de la
astronomía en la Antigua Grecia. Miraron hacia el cielo y empezaron a hacerse preguntas acerca
del universo y el papel que el ser humano tenía en él.
1.2 El inicio de la astronomía en la antigua Grecia
En el siglo VI a.C., los primeros filósofos griegos elaboraron diversas teorías sobre la forma de
la Tierra y su lugar en el universo. El periplo intelectual que llevó a los griegos a pasar de una
visión poética y divina del universo a una concepción matemática y racional no fue nada fácil.
No obstante, la civilización griega no fue la primera en desarrollar el pensamiento astronómico.
En Babilonia, por ejemplo, se llevaba a cabo un inventario de fenómenos astronómicos (como
los eclipses, por ejemplo) desde el 1600 a.C.
El paso de la visión poética o religiosa del mundo a su concepción científica y racional, abierta
a la observación y explicación de los hechos, fue protagonizada por los llamados filósofos
presocráticos. Se llama así a un conjunto de pensadores griegos anteriores a Sócrates y sus
discípulos que vivieron entre los siglos VI y V a.C., mayoritariamente en Jonia, en Asia Menor.
1.3 Tales de Mileto y Anaximandro
Tales de Mileto, considerado como el primer filósofo de la Historia occidental, nació en torno
al 624 a.C. en la ciudad de Mileto. Tales afirmaba que la Tierra flotaba en el agua, teoría que
no difería mucho de las que sostenían los astrónomos de otras civilizaciones, como la egipcia o
la babilónica. Sin embargo, esta teoría tenía un gran punto débil: si la Tierra necesitaba el apoyo
físico del agua para sostenerse en el universo, ¿dónde se apoyaba el agua?
En esta misma contradicción cayeron otros filósofos contemporáneos, como Anaxímenes, que
creía que se sostenía en el aire, o Jenófanes, que pensaba que la Tierra era maciza hasta ocupar
todos los espacios. No obstante, más allá de esta teoría, Tales de Mileto ha pasado a la Historia
también por el teorema matemático que lleva su nombre y por haber predicho con éxito un
eclipse de sol en el 585 a.C.
Fue Anaximandro de Mileto, discípulo de Tales, el primero en superar el problema del apoyo
de la Tierra. En su teoría propuso que estaba suspendida en el centro del universo, e inmóvil
gracias a su perfecto equilibrio y homogeneidad. Anaximandro pensaba que la Tierra era como
una sección de una columna de piedra, de tal modo que su altura era un tercio de su anchura, y
los hombres habitaban en la cara superior. Asimismo, este presocrático afirmaba que el mundo
se había originado a partir de una esfera de fuego en torno a la Tierra, que al romperse había
formado el Sol, la Luna y las estrellas.
1.4 Pitágoras y la escuela pitagórica
Pitágoras de Samos, uno de los pensadores presocráticos más influyentes, nació en la isla de
Samos en el 569 a.C. La escuela pitagórica fundada por este filósofo adoptó desde el principio
dos ideas de sus predecesores presocráticos: la de la Tierra como una superficie redondeada de
Anaximandro, y la de las estrellas fijas sujetas a una esfera de cristal celeste de Anaxímenes.
Partiendo de esta base, los pitagóricos creían que el universo era una esfera que giraba en torno
a un eje cuyo polo visible era la constelación de la Osa Menor. Asimismo, Pitágoras afirmaba
que la Tierra era una esfera que se encontraba en el centro del universo.
A pesar de sus aciertos, basados en la deducción a partir de la observación del cielo, algunos
pitagóricos también tenían teorías más rocambolescas. El matemático Filolao, nacido en torno
al 470 a.C., aseguraba que la Tierra y el resto de astros giraban en torno a un fuego central al
que llamaba «Trono de Zeus» o «Atalaya de Zeus». Asimismo, afirmaba que existía un planeta
igual a la Tierra, pero que era invisible para nosotros porque estaba ocultado siempre por el Sol.
1.5 Aristóteles, Arquímedes y Aristarco
En el siglo V a.C. llegaron al mundo griego los conocimientos astronómicos de Babilonia,
mucho más avanzados que los de Grecia. A partir de este momento, se aceleró el ritmo de los
descubrimientos científicos que permitieron ir elaborando nuevas y más sofisticadas teorías
sobre el Universo. A mediados del siglo IV a.C., Aristóteles apoyaba la teoría según la cual la
Tierra era una esfera y el Sol y las estrellas giraban en torno a ella. También suponía que los
cálculos de los matemáticos y astrónomos para medir la circunferencia de la Tierra, en los que
afirmaban que medía 72000 kilómetros, casi el doble de la cifra correcta, eran bastante exactos.
Ya en el siglo III a.C., Arquímedes, el célebre matemático y astrónomo nacido en Sicilia en el
287 a.C., se hacía eco de las teorías postuladas décadas antes por Aristarco de Samos. La gran
importancia de este astrónomo radica en que fue el primer científico conocido de la Historia
que propuso un modelo heliocéntrico del Universo. Para Aristarco, todos los planetas, incluida
la Tierra, giraban alrededor del Sol, que estaba inmóvil en el centro del Universo. Asimismo,
también fue el primero en afirmar que la Tierra giraba sobre su propio eje.
Desgraciadamente, la visionaria teoría heliocéntrica de Aristarco de Samos quedó totalmente
en el olvido durante siglos. Los científicos griegos y romanos posteriores prefirieron adoptar
modelos geocéntricos del Universo como el de Ptolomeo, que sería el que dominaría sobre
todos los demás durante toda la Edad Media. No sería hasta la Edad Moderna, con la llegada
de Nicolás Copérnico y Galileo Galilei, cuando el gran estancamiento medieval se rompería y
la astronomía llegaría a una nueva etapa de descubrimientos.

griego a la biología
La biología se ha desarrollado a lo largo del tiempo gracias a los aportes de notables
investigadores que dedicaron su vida al estudio de la naturaleza. Entre los más destacados se
encuentran los filósofos griegos Anaximandro y Aristóteles. Este último fue el más grande
naturalista de la Antigüedad, estudió y describió más de 500 especies animales; estableció la
primera clasificación de los organismos que no fue superada hasta el siglo XVIII por Carl Linné.
Se considera a Aristóteles como uno de los primeros biólogos, dado que se dio a la tarea de
clasificar unas 500 especies de peces, entre otros animales. Sistematizó el reino vegetal
dividiéndolo en dos grandes grupos:
Generación espontánea
La Generación espontánea es una teoría sobre el origen de la vida. Aristóteles propuso el origen
espontáneo de peces e insectos a partir del rocío, la humedad y el sudor. Explicó que se
originaban gracias a una interacción de fuerzas capaces de dar vida a lo que no la tenía con la
materia no viva. A esta fuerza se le llamó entelequia.
La teoría se mantuvo durante muchos años; Johann B. van Helmont en 1667, la mejoró y la
estudió.
La teoría de la generación espontánea en los términos que fue planteada por Aristóteles fue
refutada por un experimento del químico Louis Pasteur.
Anaximandro
El filósofo griego Anaximandro (610-546 a.C.) sostuvo que el mundo no fue creado
repentinamente, y que los vertebrados, incluidos los seres humanos, descendían de los peces.
Contrariamente, para Platón (427-347 a.C.), las cosas y los seres vivos respondían a una idea o
esencia inmutable, como las sombras que pueden producir en el fondo de una caverna objetos
que están en un mundo inaccesible fuera de ella. Su discípulo Aristóteles (384-322 a.C.), en
cambio, más que en reflexionar sobre esencias invariables, se interesó por clasificar a los
organismos vivos. Los organizó en forma ascendente, del más simple al más complejo, como
sobre una escalera en la que cada peldaño estuviera ocupado por uno, pero su scala naturae (en
la denominación de sus traductores al latín) era inmutable: no admitía cambios en los
organismos ni movilidad.
Si bien la concepción de Aristóteles, casi siempre unida a la idea cristiana de la Creación,
dominó el pensamiento científico durante siglos, la noción de Anaximandro de que las especies
sufren cambios constituye el corazón de la teoría evolutiva moderna.
2. BIOLOGIA EN LA ANTIGUA GRECIA
Los filósofos presocráticos se hicieron muchas preguntas sobre la vida, si bien produjeron poco
conocimiento sistemático en torno a temas específicamente biológicos; no obstante, los intentos
de los atomistas para explicar la vida en términos puramente físicos aparecerán recurrentemente
a lo largo de toda la historia de la biología. Sin embargo, las teorías médicas de Hipócrates y
sus discípulos, especialmente el humorismo, tuvieron un gran impacto.
El filósofo Aristóteles fue el estudioso del mundo orgánico más influyente de la Antigüedad.
Aunque sus primeros trabajos en la filosofía natural fueron especulativos, las escrituras
biológicas posteriores de Aristóteles eran más empíricas, centrándose en la causalidad biológica
y la diversidad de la vida. Hizo innumerables observaciones de la naturaleza, sobre todo sobre
los hábitos y los atributos de las plantas y animales de su alrededor, con una especial atención
a la categorización. En total Aristóteles clasificó 540 especies de animales y diseccionó al
menos 50. Creía que los objetivos intelectuales y las causas formales dirigían todos los procesos
naturales.
Aristóteles y casi todos los eruditos occidentales posteriores a él hasta el siglo XVIII, creían
que las criaturas se organizaban en una escala graduada de perfección que se eleva desde las
plantas hasta los humanos: la scala naturae (escala natural) o cadena de los seres. El sucesor de
Aristóteles en el Liceo, Teofrasto, escribió una serie de libros sobre la botánica (De historia
plantarum), que sobrevivió como la contribución más importante de la Antigüedad a la botánica
hasta la Edad Media. Muchos de los nombres de Teofrasto sobreviven en la actualidad, como
carpos para la fruta, y pericarpio para la parte del fruto que recubre su semilla. Dioscórides
escribió una pionera farmacopea enciclopédica, De materia medica, que incorporaba
descripciones de unas 600 plantas y sus usos en la medicina. Plinio el Viejo también fue
reconocido por su conocimiento de las plantas y la naturaleza con obras como Naturalis historia,
y fue un prolífico compilador de descripciones zoológicas.
Algunos eruditos del período helenístico bajo la Dinastía Ptolemaica (en especial Herófilo de
Calcedonia y Erasístrato) corrigieron el trabajo fisiológico de Aristóteles, realizando incluso
disecciones y vivisecciones. Galeno de Pérgamo se convirtió en la autoridad más importante en
medicina y anatomía. Aunque algunos atomistas antiguos como Lucrecio desafiaran el punto
de vista teleológico aristotélico de que todos los aspectos de la vida son el resultado de un
diseño u objetivo, la teleología y la teología natural permanecerían en el centro del pensamiento
biológico hasta los siglos XVIII y XIX. Ernst Mayr manifestó que «Nada realmente importante
pasó en la biología después de Lucrecio y Galeno hasta el Renacimiento». Las ideas de las
tradiciones griegas sobre la historia natural y la medicina sobrevivieron, y por lo general no
fueron cuestionadas en la Europa medieval.
BIBLIOGRAFÍA
BARCELÓ, P. (2001): Breve historia de Grecia y Roma. Alianza, Madrid.
CÁNFORA, L. (2003): Aproximación a la historia griega. Alianza, Madrid.
GÓMEZ ESPELOSÍN, F. (2001): Historia de la Grecia antigua. Akal, Madrid.
LANE, R. (2008): El mundo clásico. La epopeya de Grecia y Roma. Crítica, Barcelona.
ORTIZ, P. (2018): «La Tierra vista por los griegos», en Historia National Geographic, nº 170,
pp. 52-65.
POMEROY, S. [et.al.] (2012): La antigua Grecia. Historia política, social y cultural. Crítica,
Barcelona.

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