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B I O G R A F Í A B Í B L I C A Moisés

Moisés es una figura importante para las religiones Abrahámicas, donde se le venera
como profeta, legislador y líder espiritual. Es un hebreo que creció como un príncipe
egipcio. En hebreo su nombre es Moshé (‫ֹשה‬ ֶׁ ‫)מ‬.5 También llamado Moshe Rabbenu en
hebreo (‫ֹשה‬ ֶׁ ‫רבֵּ נּו מ‬,ַ lit. "Moisés nuestro Maestro"), es el profeta más importante en
el judaísmo. También es un profeta importante en el cristianismo, el islamy el bahaísmo y
otras religiones abrahámicas.

Moisés se hallan en las Sagradas Escrituras del monoteísmo (Torá, Antiguo


Testamento, Corán). Para el judaísmo, Moisés es el hombre encomendado por Dios para
liberar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y conducir el Éxodohacia la Tierra
prometida, siendo por ello el primer profeta y legislador de Israel. Según la tradición
bíblica, Moisés era descendiente de Leví, transmitió la Ley al pueblo hebreo y sentó las
bases para el sacerdocio y el culto israelita.La tradición judeocristiana atribuye a Moisés la
autoría de los cinco primeros libros bíblicos (Pentateuco).6En cuanto a evidencia material
extra-bíblica acerca de Moisés, los arqueólogos carecen de ella.
Poco antes del nacimiento de Moisés, el faraón había ordenado dar muerte a todos los
varones hebreos recién nacidos. Para salvar a su hijo, su madre le colocó en una cesta de
papiro que echó al Nilo, episodio que fue observado por su hermana Miriam (Éx.2:4;
Nu.26:59). Fue rescatado por la hija del faraón, que crió al niño como si fuera suyo.

Moisés mató a un egipcio que a su vez había asesinado a un hebreo, por lo que hubo de
huir de Egipto. En el exilio, Moisés fue pastor toda su vida. A los 80 años, Jehová, se le
apareció en una zarza ardiente y le ordenó volver a Egipto y salvar a su pueblo de la
esclavitud. Una vez hecho esto, debía guiarlos hacia la tierra de Canaán, donde debían
instalarse de forma permanente. Para ayudarle en el proyecto, Jehová otorgó a Moisés el
poder de realizar milagros.
Moisés se presentó ante el faraón junto con su hermano Aarón, pero a pesar de los
milagros realizados azotando a los egipcios con una serie de plagas—, el faraón se negó a
liberar al pueblo hebreo. Al final, aceptó que Moisés condujera a los hebreos fuera de
Egipto, camino de Canaán. Al aproximarse al Mar Rojo, un ejército egipcio enviado por el
faraón se les aproximó. Moisés extendió su brazo, dividiendo el mar y formando murallas
de agua a derecha e izquierda. Los hebreos cruzaron el tramo, pero cuando los egipcios
intentaron seguirles, las murallas de agua cayeron sobre ellos y los ahogaron.

Al llegar al pie del monte Sinaí, en la península homónima, Moisés subió a la cima para
hablar con Jehová. Estuvo con él por 40 días y 40 noches y recibió dos tablas de piedra en
las que estaban escritos los Diez Mandamientos.

Tras 40 años de travesía del desierto bajo la dirección de Moisés, periodo signado por
diversas tribulaciones como terremotos, plagas, incendios, sequías y guerras con los
pueblos nativos de Palestina, los hebreos llegaron al fin a Canaán. Jehová permitió a
Moisés divisar la Tierra Prometida, desde la cima del monte Nebó, y después de esta
visión murió. Sin embargo, ya había entregado el liderazgo del pueblo a Josué. Aunque es
difícil precisar las fechas de nacimiento y muerte de Moisés, numerosos especialistas
contemporáneos aseguran que el éxodo tuvo lugar en el siglo XIII a.C.

Moisés se le menciona con frecuencia en el N.T. como en la transfiguración de Cristo,


Moisés representa a la Ley (Mt. 17,3). El papel que desempeñó en el A.T. es reseñado en
la Epístola a los Hebreos, comparándolo con el de Cristo (Heb. 3:1-6). También se le
menciona en el Evangelio de San Juan, de nuevo para destacar el papel de Cristo (Jn.1:17)
como refrendo de lo anunciado en las Escrituras.

También el islam, que le llama Musa, le venera.


El éxodo

Moisés se presentó ante el faraón junto con su hermano Aarón, pero a pesar de los
milagros realizados -como convertir en sangre las aguas del Nilo y azotar a los egipcios con
una serie de plagas-, el faraón se negó a liberar al pueblo hebreo. Al final, aceptó que
Moisés condujera a los hebreos fuera de Egipto, camino de Canaán. Al aproximarse al Mar
Rojo, un ejército egipcio enviado por el faraón se les aproximó. Moisés extendió su brazo,
dividiendo el mar y formando murallas de agua a derecha e izquierda. Los hebreos
cruzaron el tramo, pero cuando los egipcios intentaron seguirles, las murallas de agua
cayeron sobre ellos y los ahogaron. Al llegar al pie del monte Sinaí, en la península
homónima, Moisés subió a la cima para hablar con Dios. Estuvo con la divinidad 40 días y
40 noches y recibió dos tablas de piedra en las que estaban escritos los Diez
Mandamientos, que a partir de entonces constituyeron las leyes fundamentales de los
hebreos. Tras 40 años de travesía del desierto bajo la dirección de Moisés, periodo
signado por diversas tribulaciones como terremotos, plagas, incendios, sequías y guerras
con los pueblos nativos de Palestina, los hebreos llegaron al fin a Canaán. Dios permitió a
Moisés divisar la Tierra Prometida, desde la cima del monte Nebó (hoy Jordania), y
después de esta visión murió. Sin embargo, ya había entregado el liderazgo del pueblo a
Josué. Aunque es difícil precisar las fechas de nacimiento y muerte de Moisés, numerosos
especialistas contemporáneos aseguran que el éxodo tuvo lugar en el siglo XIII a.C.

El Pentateuco

Además de ser uno de los líderes nacionales y legisladores más famosos de la historia,
Moisés fue quizá el autor de los cinco primeros libros del Antiguo Testamento,
denominados en su conjunto Pentateuco, así como de otras partes del Antiguo
Testamento, incluyendo quizá el Libro de Job. Sin embargo, la opinión casi unánime de los
especialistas es que estos libros son la obra combinada de numerosos autores.
En el cristianismo

Moisés es un personaje bien conocido en el cristianismo, y se le menciona con frecuencia


en el Nuevo Testamento. En la transfiguración de Cristo, Moisés representa a la Ley (Mt.
17,3). El papel que desempeñó en el Antiguo Testamento es reseñado en la Epístola a los
hebreos, comparándolo con el de Cristo (Heb. 3,1-6). También se le menciona en el
Evangelio de San Juan, de nuevo para destacar el papel de Cristo (Jn. 1,17) como refrendo
de lo anunciado en las Escrituras.

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