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Título: La Corte Suprema reafirma las autonomías provinciales en materia electoral
Autor: Amaya, Jorge A.
Publicado en: LA LEY 06/02/2019, 06/02/2019, 5
Cita Online: AR/DOC/189/2019
partido o movimiento mayoritario, pudiera convertirse en una derrota electoral a manos de otro partido con
menos votos, pero más cohesionado en su interior.
Las desventajas apuntadas seguramente han pesado para que el sistema de lemas —que fue en su momento
aplicado por once provincias argentinas— haya sido paulatinamente abandonado, estando actualmente en
vigencia en solo tres provincias (Misiones, Formosa y Santa Cruz) y habiendo sido prohibido por algunas
Constituciones locales como la de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (art. 62); Tucumán (art. 43, inc. 15); y
Santiago del Estero (art. 44, inc. 3º), sin perjuicio de haber sufrido también severos embates judiciales, como los
resueltos por el Alto Tribunal en los precedentes "Partido Demócrata Progresista c. Santa Fe Provincia s/ acción
de inconstitucionalidad (24/06/2013); "Partido Obrero de la Provincia de Formosa c. Formosa Provincia de s/
acción declarativa de inconstitucionalidad" (22/10/2013); y la reciente sentencia que este trabajo analiza.
III. La sentencia de la Corte Suprema y los principios que guían la intervención del Alto Tribunal en
materia electoral
Luego de encuadrar los agravios, la CS comienza recordando y reafirmando principios básicos de nuestro
sistema de organización federal, al afirmar "que las provincias conservan su autonomía absoluta en todo lo
relativo a los poderes no delegados a la Nación, se dan sus propios instituciones y ser rigen por ellas sin
intervención del gobierno federal (arts. 1º, 121 y 122)" (6); y "que el sistema federal no solamente asegura que
las provincias decidan sus regímenes electorales y elijan sus gobernadores, legisladores y demás funcionarios,
sino que también le prohíbe al gobierno central intervenir en aquellos asuntos propios de la autonomía
provincial" (7).
Destaca en forma inmediata que dicha autonomía provincial se encuentra sujeta —por disposición
constitucional— a las condiciones de la garantía federal (art. 5º); de la supremacía constitucional (art. 31) y de la
autonomía municipal (art. 123) (8), que la CS debe resguardar a través de la revisión judicial de las leyes
provinciales con máxima prudencia y excepcionalidad (9).
A continuación, merita una regla de dicho principio de excepcionalidad, al afirmar: "La intervención de este
tribunal debe estar por lo tanto rigurosamente limitada a un evidente y ostensible apartamiento del inequívoco
sentido de las normas de derecho público local del que resulten lesionadas instituciones fundamentales de los
ordenamientos provinciales que hacen a la esencia del sistema representativo republicano que las provincias se
han obligado a asegurar", sosteniendo que ese excepcional supuesto se dio en el recordado precedente "Unión
Cívica Radical de la Provincia de Santiago del Estero" (10).
Sentados estos criterios contextuales, el Alto Tribunal aborda los tres agravios de la actora, para concluir en
el rechazo de todos ellos (11). Sintetizaremos sus argumentos:
a) La discusión es eminentemente provincial y en ese ámbito debe ser resuelta por tratarse del examen de
una ley electoral provincial.
b) No se constata en autos el excepcional supuesto que habilitaría la intervención de la Corte en materia
reservada a las provincias.
c) La interpretación hecha en sede local sobre el art. 114 de la Constitución de la provincia no configura
arbitrariedad, ya que resulta razonable y constituye una línea hermenéutica posible sostener que cuando la
cláusula constitucional ordena que "el Gobernador y el Vice serán elegidos directamente por el pueblo de la
provincia a simple pluralidad de sufragios" puede referirse a candidatos o partidos políticos, pues la
Constitución local establece la centralidad de los partidos políticos en la vida pública y política de la provincia
(agravios 1° y 3°).
d) De la lectura conjunta de la Constitución provincial, la Ley de Lemas y la de Partidos Políticos
Provinciales y Municipales se desprende que prácticamente no hay posibilidad de presentar un candidato que no
sea por intermedio de un partido político. El sistema electoral y de partidos adoptado por la provincia debe
entenderse como una elección institucional que puso los partidos como canales de la expresión política
democrática.
e) Ergo, no resulta posible tener acreditado la violación del art. 5º de la CN, vinculándose la cuestión
exclusivamente con normas de derecho público local (agravios 1º y 3º).
f) El agravio articulado alrededor de la violación del derecho al sufragio igualitario fue planteado vagamente
y sin consistencia (volveremos sobre el tema posteriormente) (agravio 2º).
g) Los agravios constituyen meras disidencias con lo resuelto por los tribunales locales y no pueden
prosperar de conformidad con el estándar de arbitrariedad fijado hace más de cincuenta años por la Corte en su
doctrina del caso "Estrada, Eugenio" (12).
h) Las razones dadas por la Corte para rechazar la demanda, no "salvan la baja calidad institucional
reprochada al sistema de lemas o de doble voto simultáneo" (13), correspondiendo "que las legislaturas evalúen
su idoneidad como instrumentos para captar lo más fielmente posible la voluntad popular" (14).
i) "Que un sistema electoral sea inconveniente no lo transforma en inconstitucional (...) el acierto o error, el
mérito o la conveniencia de las soluciones legislativas, no son puntos que pertenezcan a la revisión de la
constitucionalidad de las leyes" (15).
j) Los principios que guían la intervención del tribunal en materia electoral son:
a) Prohibición de intervenir en la forma en que las provincias organizan su vida autónoma.
b) La autonomía provincial debe sujetarse al aseguramiento del sistema representativo republicano.
c) La intervención de la Corte Suprema se limita a aquellos casos en que se da un evidente apartamiento de
las normas de derecho público local o cuando se viola el sistema representativo republicano.
d) Constituyen principios a destacar en el caso el respeto de la voluntad mayoritaria, la estabilidad de las
reglas, el federalismo y la garantía que tiene el ciudadano a un rango de opciones electorales suficientemente
amplio, pero también claro y organizado (16).
e) La regla que establece la Constitución Nacional por la cual las provincias se dan sus propias instituciones
y se rigen por ellas sin intervención del gobierno federal se traduce en la presente controversia en el respeto a la
manera en que la justicia provincial interpretó las normas locales aplicables.
IV. Representación, sistemas electorales, libertad e igualdad de voto
Como vimos, la Corte Suprema desecha el agravio relacionado con la violación del derecho a la igualdad de
voto por haber sido articulado vagamente. Afirma que la recurrente no ensayó un argumento que explicara de
qué modo la Ley de Lemas "se erige en un desconocimiento de la garantía de igualdad de voto" (17) .
El planteo en cuanto a que el sistema de lemas redirige los votos hacia otro candidato distinto del elegido
reposa en la premisa de que el valor que expresa un voto es la inequívoca voluntad sobre un candidato y no
sobre otro dentro del mismo partido, pero esa premisa —como vimos en este comentario— es una de las
posibles y no la única, y reenvía el tema a sede local.
Asimismo, la CS sostiene que la Ley de Lemas no necesariamente podría verse como un redireccionamiento
de sufragios, sino también como un cálculo escalonado, que en el primer cómputo se identificaría al partido más
votado y en el segundo al candidato más votado dentro de ese partido.
Finalmente, el Alto Tribunal sostiene que el apelante "no acreditó cómo la garantía de la igualdad de voto se
ve directamente afectada si un sufragio por un elector a un candidato es computado por otro del mismo lema,
cuando esa posibilidad rige ex ante para todos quienes participan en la votación" (18).
Ensayemos algunas reflexiones e interrogantes respecto de la relación entre representación, sistemas
electorales, libertad, e igualdad de voto, con la lógica limitación que nos impone el comentario.
Por medio del verbo "representar" (19) se designa aquella acción consistente en hacer presente algo ausente
a través de la presencia de una entidad sensible distinta de aquella que se representa.
Todo acto representativo supone una constante tensión entre contrarios, presencia y ausencia, pues aquí se
realiza la paradoja de poder predicar simultáneamente ambas cualidades de una misma entidad (20).
El sentido de que puede afirmarse de algo que está presente y ausente al mismo tiempo, ha de buscarse en el
hecho de que representar es una actividad humana definida por un inherente factor creencial. La contradicción
entre presencia y ausencia se supera si, y solo si, existe una creencia común que afirme que "A" puede hacerse
presente a través de "B", aunque literalmente esté ausente.
O sea que para que el proceso representativo sea posible es preciso que se ajuste a un conjunto de códigos y
reglas comunes a los sujetos en él implicados, conforme a los cuales la presencia de la entidad representante se
reputa que incorpora la entidad ausente representada (21).
El sufragio ha sido el instrumento jurídico (la regla axiológica que conlleva la creencia colectiva) que ha
permitido sostener la ficción representativa.
Desde que el Tribunal Supremo de Estados Unidos consideró que "el derecho de voto es el derecho político
fundamental porque garantiza todos los demás derechos" (22), su desarrollo como derecho, con las
características que hoy posee (universal, igual, personal, secreto, etc.), ha intentado acotar lo más posible dicha
ficción, procurando la relación más directa y efectiva posible entre el voto del elector y el resultado de la
elección, en reaseguro del principio democrático constitutivo de soberanía popular.
Por consiguiente, en un sistema democrático el voto es un "derecho fundamental" de raíz individual y
jerarquía institucional; un poder reconocido por el ordenamiento a los individuos para que intervengan en la
adopción de las decisiones políticas y en la formación de las normas a través de las que se expresa la voluntad
popular.
Desde una perspectiva jurídica, además de la participación efectiva lo que importa es la garantía de la
misma, que se construye a partir de normas que aseguren el derecho a decidir, así como la libertad y la igualdad
de la decisión.
El componente de derecho significa que ese poder de decisión que se confiere al individuo es un fin en sí
mismo, garantizando la posibilidad de participar y, sobre todo, que la decisión tenga consecuencias jurídicas
debiendo imponerse como resultado con la mayor correspondencia posible con la voluntad manifestada por el
pueblo (principio de soberanía).
En suma, el derecho fundamental de voto es un derecho subjetivo (no pierde esta característica si
adicionamos la de deber), un apoderamiento jurídico (contenido del derecho) que la Constitución atribuye a un
sujeto para que pueda defender, asegurar o ejercer determinadas expectativas de participación política (objeto
del derecho).
El ámbito garantizado por el derecho de voto lo constituyen los arts. 1º y 22 (sistema de gobierno
representativo, republicano y federal), 37 (Derechos políticos); 38 (partidos políticos), 39 (iniciativa popular) y
40 (consulta popular) CN; art. 21, DUDH; art. 25, PIDCP; y art. 23, CADH. Es, en síntesis, la reglamentación
de la autodeterminación política de los individuos que están sujetos a un determinado sistema jurídico.
De los enunciados constitucionales resulta que el sufragio no se limita a la elección o a la votación, no se
agota en la libertad misma (el acto de votar), sino que se dirige a que la voluntad de los individuos se convierta
en voluntad del Estado. De esta manera, el voto permite la realización de los valores y los principios del
ordenamiento relacionados con la democracia: la libertad, la igualdad y el pluralismo político.
a) Sirve a la libertad porque se concibe como la expresión, manifestada de manera autónoma, voluntaria e
intransferible de la opción personal sobre el modo en que debe desarrollarse la ordenación política del sistema
social;
b) a la igualdad porque se atribuye el mismo valor a todos los actos de participación, como consecuencia del
idéntico valor de todas las opciones,
c) lo que a su vez tiene relación directa con el pluralismo político, como la garantía de la existencia de
distintas maneras de entender la organización del poder político dentro de la sociedad y la atribución a todas
ellas de similares posibilidades de realización práctica.
El principio una persona-un voto constituye la base misma de la igualdad entre los ciudadanos en el
transcurso de todo proceso electoral y se expande a la posibilidad no sólo de elegir a los responsables del
ejercicio público, sino también de ser electo para desempeñar alguna responsabilidad de ese mismo carácter.
La igualdad del voto implica que la influencia del sufragio de todos los electores es igual, y no debe ser
diferenciada en razón de propiedad, ingresos, capacidad impositiva, educación, religión, sexo u orientación
política. El principio de sufragio igual (un hombre-un voto-igual valor) es relevante también para la
organización de las elecciones, especialmente en el ámbito de la distribución de las circunscripciones y los
sistemas electorales.
Desde "Baker v. Carr" (23) y "Reynolds v. Sims" (24), la Corte Suprema de los Estados Unidos se atribuyó
la capacidad de fijar los procedimientos de atribución de representación y configuración de los órganos del
poder político, tutelando mediante el control de constitucionalidad, la legitimidad de los procesos electorales. En
ambos casos de revisión de sistemas electorales su preocupación se centró en el principio de igualdad de voto.
En el primero se alegó que la distribución de distritos electorales establecida por la Constitución local y, con
ello, la distribución de escaños en la Cámara Baja de la legislatura estatal favorecía a los electores rurales frente
a los electores urbanos, lo que constituiría una infracción del principio de igual protección de las leyes (equal
protection of laws) establecido en la Enmienda XIV de la Constitución Federal. En el segundo, se eliminó la
desigualdad numérica en el Senado estatal —con base en el principio una persona un voto— que generaba el
sistema electoral articulado sobre la base de la distribución poblacional. En ambos casos se trataba de sistemas
electorales estatales.
V. Interrogantes finales
Celebramos que la Corte Suprema venga transitando sostenidamente y con firmeza la consolidación del
principio de las autonomías provinciales en temas electorales, ingresando en el control de constitucionalidad
solo en casos marcadamente excepcionales, como ella misma destaca. Sin perjuicio de ello, en el caso de autos,
dejamos flotando algunos interrogantes.
Si la igualdad del sufragio se caracteriza hoy por atribuir el mismo valor a todos los actos de participación
como consecuencia del idéntico valor de todas las opciones:
¿No tensiona esta igualdad y la naturaleza personal e intransferible del sufragio un sistema electoral que no
garantiza de inicio al elector el valor que tendrá finalmente en el escrutinio la opción por la cual optó? ¿Queda
suplida la objeción de igualdad por el hecho de saber de inicio que su voto podría sumarse al candidato más
votado dentro del lema?
¿No desnaturaliza la libertad de voto un sistema electoral que dispone finalmente del voto sin
consentimiento expreso del elector? ¿Puede considerarse consentimiento autónomo y voluntario el
re-direccionamiento de votos hacia un candidato no votado?
¿No desnaturaliza la ficción representativa?: Vote a "A" que terminó siendo "X".
¿Hubiera votado a "A" sabiendo previamente que terminaría gobernando "X"?
¿Se adecuan resultados de esta naturaleza al principio de soberanía popular?
El bloque de constitucionalidad federal argentino establece las características del sufragio (art. 37, CN; art.
23, CADH; art. 25, PIDCP) y el art. 27, CADH, inc. 2º complementa el art. 23, CADH estableciendo que la
suspensión de garantías por los Estados miembros en casos de emergencia no podrá afectar —entre otros— los
derechos políticos, reforzando de esta manera la importancia que estos tienen dentro de la estructura normativa
internacional.
A la luz —principalmente— de los arts. 14 y 28, CN; y 23, inc. 2º de la CADH, la ley puede reglamentar el
ejercicio del sufragio activo y pasivo "exclusivamente por razones de edad, nacionalidad, residencia, idioma,
instrucción, capacidad civil o mental, o condena por juez competente, en proceso penal".
Y si a su vez el art. 29 de la CADH establece pautas de interpretación de los derechos de la CADH
indicando que ninguna disposición de la convención puede ser interpretada en el sentido de permitir a los
Estados partes, grupo o persona, suprimir el goce y ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en la
Convención o limitarlos en mayor medida que la prevista en ella.
(20) A esta característica se la denomina gráficamente la paradoja de la representación. Cfr. PITKIN H.,
"The paradox of representation", Representation, Pennock, J. R. y Chapman, J. W. (eds.), Atherton Press, Nueva
York, 1968.
(21) AMAYA, Jorge A., ob. cit., ps. 138 y ss.
(22) Corte Suprema EE.UU., 10/05/1886, "Yick Wo v. Hopkins", 118 US 356.
(23) 369 US 186 (1962).
(24) 377 US 553 (1964).