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Las

7
Bienaventuranzas
Apocalipsis
Marcelo J. Solís M.

TÍTULO DE LA OBRA: Las 7 Bienaventuranzas del


Apocalipsis.

Serie 7 de 7

Copyright © 2018 por Marcelo J. Solís M.

Auto-publicación: Por McSolís ®

Email: marcelosolis_2000yahoo.com

San Salvador, El Salvador. C. A.

Las citas bíblicas que se usan en esta obra son de Reina Valera
95 ® de © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995.

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, ya sea


electrónica, mecánica, por fotocopia, en audio o por cualquier
otro medio, sin el permiso previo y por escrito del autor.

Primera edición, 2018.

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Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

Contenido
Palabras Introductorias …………………. 05

Primera Bienaventuranza ………………. 06


BIENAVENTURADO el que lee,
los que oyen y los que guardan
las palabras del Apocalipsis ………..…………………….. 07

Segunda Bienaventuranza ……………… 24


“BIENAVENTURADOS de aquí en adelante
los muertos que mueren en el Señor” ……………….. 25

Tercera Bienaventuranza ………………. 42


BIENAVENTURADO el que vela
y guarda sus vestiduras ……………………………………. 43

Cuarta Bienaventuranza ………………… 54


BIENAVENTURADOS los que son
llamados a la cena de las bodas del Cordero ………. 55

Quinta Bienaventuranza ………………… 88


BIENAVENTURADO y santo el que
tiene parte en la primera resurrección ………………. 89

Sexta Bienaventuranza …………………..106


BIENAVENTURADO el que guarda
las palabras del Apocalipsis …………………………….. 107

Séptima Bienaventuranza ……………… 116


BIENAVENTURADOS los que lavan
sus ropas y guardan sus mandamientos ……………..117

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Marcelo J. Solís M.

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Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

Palabras Introductorias

L
AS SAGRADAS ESCRITURAS están cargadas de
bendiciones y bienaventuranzas, así mismo como
de promesas. Y en el Apocalipsis encontramos las
únicas siete bienaventuranzas con un significativo valor
para el pueblo de Dios en esta etapa de la historia
profética.
Cada bienaventuranza apocalíptica contiene un
mensaje de esperanza y aliento al sufrido pueblo santo
de Dios que con el correr del tiempo se ha tenido que
enfrentar a distintos embates contra las fuerzas del mal.
Pero Dios, quien nunca ha abandonado a su iglesia, le
infunde un mensaje de fortaleza y lo motiva a perseverar
hasta el mismo fin. Esta debe ser la meta de todo hijo de
Dios: perseverar hasta el fin en el amor y en la
obediencia de la verdad.
En LAS SIETE BIENAVENTURANZAS DEL
APOCALIPSIS usted encontrará puntos doctrinales,
proféticos y así mismo como alentadoras promesas de
parte del que “es, del que era y del que ha de venir”; de
parte del que de sí mismo dice: “Yo soy el Alfa y la
Omega; el Principio y el Fin”.
Mi oración y deseo es que esta obra sea de mucha
bendición para la vida espiritual de cada lector y, sobre
todo, lograr la victoria al final del conflicto de los siglos.
Autor.

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Marcelo J. Solís M.

“Bienaventurado el que lee, y los


que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas en
ella escrita; porque el tiempo está
cerca” (Apocalipsis 1:3)

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Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

BIENAVENTURADO
el que lee, los que oyen y los
que guardan las palabras del
Apocalipsis

I
niciaremos un hermoso recorrido apocalíptico
concentrados en las únicas siete
bienaventuranzas que contiene el último libro
de la Biblia, es decir, el Apocalipsis. Son
bienaventuranzas consoladoras, llenas de vida y de
promesas maravillosas para fortalecer la fe de los
verdaderos hijos de Dios. Puesto que su propósito
ha sido ese mismo, a lo largo de la historia
profética.
Es importante que recordemos, en
contraposición, el Apocalipsis no solo contiene
estas siete bienaventuranzas; también habla de los
ayes para los que no obedecen la Palabra de Dios. Y
aunque esto es cierto, en esta obra nos
concentraremos únicamente en las siete
bienaventuranzas. Suficientes, para evitar los ayes
del Apocalipsis.
Esto no significa –de ningún modo– que
debamos ignorar voluntariamente todo el
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Marcelo J. Solís M.

contenido del libro profético. De hecho, para


comprender estas siete bienaventuranzas debemos
analizarlas desde la perspectiva del cuadro
completo de las profecías apocalípticas. Esto, nos
permitirá hacer un recorrido por todo el
Apocalipsis y del resto de las Sagradas Escrituras.
Aunque no pretendo ser exhausto con este estudio,
pero sí me permitiré enfocar aquellos elementos
prácticos concernientes al Plan de Salvación de
Jesucristo para con su pueblo de los últimos
tiempos, porque –indiscutiblemente– el fin se
acerca.

Una bienaventuranza
es una bendición
Sí, es una bendición divina. Dios está más
interesado en que tu vida sea una vida llena de
bendiciones y no de maldiciones. Y para iniciar una
vida bendecida, debe serlo mediante la Palabra de
Dios.
El Apocalipsis es un libro de bendiciones
para los hijos de Dios, pero al mismo tiempo,
describe las maldiciones para quienes rehúsen
creer en Jesucristo y guardar sus mandamientos.
La primera bienaventuranza se propone
esto. Estimula a que las personas lean la Biblia y en
especial, el Apocalipsis. También motiva a que las
palabras proféticas de Dios sean escuchadas con
oídos de fe para poderlas guardar.
La Biblia, como Palabra de Dios, alumbra el
alma e ilumina el sendero de la vida. Una persona
8
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

que lee con devoción la Palabra de Dios, es alguien


que camina en luz, no en tinieblas. Y caminar en
luz, en sí mismo, ya es una bendición, es decir, una
bienaventuranza.
El Apocalipsis, como parte de la Palabra de
Dios, y a su vez, como “la revelación de Jesucristo”
ofrece las más preciosas bienaventuranzas a sus
lectores, oidores y a todo aquel que guarde en su
corazón estas palabras proféticas. Por eso, para
entrar en mayor profundidad, revisemos a
continuación cada frase de la primera
bienaventuranza, ya que cada una de ellas tiene un
significativo valor para lo que deseamos lograr
como objetivo en este pequeño libro.

“Bienaventurado el que lee”


Se nos ha dicho acerca de los beneficios de la
lectura. Sabemos, nos proporciona información,
nos saca de la ignorancia, estimula el pensamiento,
desarrolla la mente, agudiza la inteligencia y
fortalece la fe.
Note que esta bienaventuranza, proclama la
bendición en singular, para quien lee. Lo que
sucede es que, cuando Juan escribió el Apocalipsis,
fue escrito con propósitos de que se leyera en medio
de la congregación, así que, mientras el mensajero
lo leía, la congregación escuchaba.
Eso era así, porque no todos los cristianos
poseían una copia del Apocalipsis. Pero ahora, que
todos y cada uno de nosotros la tenemos, estamos

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Marcelo J. Solís M.

invitados a leer este maravilloso libro. Y más aún, a


leer toda la Biblia.
No hay excusa para quien posee una Biblia.
Si sabes leer, puedes hacerlo; y si puedes leer, estás
obligado si es que deseas alcanzar la primera
bendición del Apocalipsis.
Te invito a que leas este maravilloso libro. ¿Y
por qué no?, también te invito a leer toda la Biblia
en un año, aprovechando que estamos iniciándolo.
Lee unos tres capítulos de las Escrituras cada día, y
verás que al final del año habrás terminado de
leerla toda. Pero si cada día dedicas a leer un solo
capítulo del Apocalipsis, te aseguro que en menos
de un mes habrás leído todo este libro profético.
Quizá te estés diciendo en este momento que
el Apocalipsis es un libro difícil para comprender.
Bueno, es cierto. Pero esto no debe desanimarte. El
Apocalipsis nadie lo entiende ni lo entenderá si no
lo lee. La clave para poderlo comprender inicia con
la lectura. Pero con una lectura espiritual, mediante
la intervención de la iluminación divina.
Es por eso que Elena G. de White escribió:
“Ante semejante testimonio de la Inspiración,
¿cómo se atreven los hombres enseñar que el
Apocalipsis es un misterio fuera del alcance de la
inteligencia humana? Es un misterio revelado,
un libro abierto. El estudio del Apocalipsis nos
lleva a las profecías de Daniel, y ambos libros
contienen enseñanzas de suma importancia,
dadas por Dios a los hombres, acerca de los
acontecimientos que han de desarrollarse al fin
10
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis
de la historia de este mundo” (Conflicto de los
siglos, p. 340).

Léelo una primera vez, y luego intenta leerlo


la segunda de manera más reflexiva; y puedes
hacerlo muchas veces más y, te darás cuenta de que
poco a poco Dios te irá dando luz para comprender
esta maravillosa “revelación de Jesucristo”.
Al final, verás cómo Dios te bendecirá y tu
vida espiritual crecerá; al fin y al cabo, esto es lo que
más vale. Esto es lo que Dios se ha propuesto. De
esta manera el Señor quiere bendecirte.
De hecho, solo quienes lo lean con ansias de
aprender y de ser iluminados por el Espíritu Santo,
se convertirán en sabios, y como sabios,
“resplandecerán como el resplandor del
firmamento” (Daniel 12:3).
Personalmente considero a las profecías del
Apocalipsis como una continuación del libro de
Daniel, de hecho, Daniel es un libro de profecías
apocalípticas. Y su interrelación con el Apocalipsis
es incuestionable y no se puede separar el uno del
otro, si deseáramos una comprensión limpia del
texto bíblico.
En aquellos tiempos, cuando el profeta
Daniel recibió aquellas visiones que lo dejaron
perplejo y perturbado por no comprender todas las
cosas, Dios mismo se aseguró de que el profeta no
siguiera así, sino que muriera tranquilo, porque
Dios, en el último tiempo, suscitará hombres y
mujeres “entendidos” que “resplandecerán como el
resplandor del firmamento” (Daniel 12: 3).
11
Marcelo J. Solís M.

Dios le dijo: “Pero tú, Daniel, cierra las


palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin.
Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se
aumentará” (Daniel 12: 4).
Sin embargo, Daniel menciona solo dos
partes de su profecía que quedan selladas hasta el
tiempo del fin: Primero, la profecía de los 1260
días/años de 12:7-9; 7:25, y segundo, la profecía de
los 2300 días/años en Daniel 8: 14, 26. Ambas
profecías figuran en Apocalipsis 11-14 después de la
apertura del librito de Apocalipsis 10.
Es interesante notar que mientras que a
Daniel se le dijo que sellara el libro hasta el tiempo
del fin (Daniel 12:4), a Juan se le dijo “No selles las
palabras de la profecía de este libro, porque el
tiempo está cerca” (Apocalipsis 22: 10).
Partiendo de esto, podemos decir con
seguridad de que Apocalipsis es un libro abierto
para todo el que quiera leerlo y comprenderlo bajo
la dirección iluminadora del Espíritu de los
profetas. Este es un argumento esencial para saber
por qué lo debemos leer ahora.
“A San Juan le fueron descubiertos cuadros de la
experiencia de la iglesia que resultaban de
interés profundo y conmovedor. Vio las
circunstancias, los peligros, las luchas y la
liberación final del pueblo de Dios. Consigna los
mensajes finales que han de hacer madurar la
mies de la tierra, ya sea en gavillas para el
granero celestial, o en manojos para los fuegos
de la destrucción. Le fueron revelados asuntos de
suma importancia, especialmente para la última
12
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis
iglesia, con el objeto de que los que se volviesen
del error a la verdad pudiesen ser instruidos con
respecto a los peligros y luchas que les
esperaban. Nadie necesita estar a oscuras en lo
que concierne a lo que ha de acontecer en la
tierra” (El conflicto de los siglos, p. 340).

Si retomamos esta exhortación, debemos


estar seguros de que El Apocalipsis debe ser leído
por la iglesia de los últimos tiempos, es decir, por
nosotros. Su mensaje, como lo dice el párrafo
anterior, “hará madurar la mies de la tierra”.
Necesitamos, por tanto, leerlo, conocerlo para
poder proclamarlo al mundo. Y entonces, estar
listos para el gran día de la cosecha de Dios.
Una cuidadosa lectura del Apocalipsis nos
dará la bendición, no únicamente del conocimiento
de los acontecimientos presentes o venideros, sino
que fortalecerá nuestra confianza en la Mano
divina que sostiene el universo y gobierna sobre el
tiempo y las profecías. Dios, es el que declara “el fin
desde el principio, y desde la antigüedad cosas aún
no hechas” (Isaías 46: 10). Su plan, aunque
intervengan las manos humanas y mentes finitas,
prevalecerá. Nada desviará el curso del
cumplimiento de las palabras proféticas. Dios es
soberano. ¡Amén!

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Marcelo J. Solís M.

Bienaventurados “los que


oyen las palabras de esta profecía”
Es así como se alimenta la fe de todo hijo de Dios.
Pablo escribió:
“Así que la fe es por el oír, y el oír,
por la Palabra de Dios”
(Romanos 10: 17 RV95).
Amados hermanos y queridos jóvenes
lectores. Esta declaración es muy importante.
Escuchar atentamente la Palabra de Dios,
proporciona fe.
Una vida llena de fe es lo que más
necesitamos ahora, ya que vivimos en un mundo
tan materialista y secularizado. Necesitamos fe
para orar más; para aferrarnos a la mano del
Todopoderoso; para depender más de Dios y
menos del hombre.
Pero, ¿cómo podemos tener más fe?
¡Escuchando la Palabra de Dios! Pero si la dejamos
de escuchar, nos alcanzará la tentación hasta
hacernos caer en el pecado. Cuando Eva pecó, pecó
porque dejó de escuchar la voz de Dios, y empezó a
escuchar la voz de la serpiente.
En este mundo, saber elegir lo que
escuchamos es muy importante. Si escuchas la voz
de la serpiente, perderás tu fe en Dios. “… Y todo lo
que no proviene de fe, es pecado” (Romanos 14: 13
ú. p).

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Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

En la primera bienaventuranza se nos invita


a escuchar a Dios. Se nos promete una bendición
especial si escuchamos la voz divina. Hay una
bendición para todos los que escuchen, no a
cualquiera, sino a “las palabras de esta profecía”.
No nos confundamos, “las palabras de esta
profecía” son las palabras de Dios. Otras palabras
que no procedan de Dios pueden desbaratar los
propósitos divinos para con nosotros.
Escuchar “las palabras de esta profecía” es
una necesidad capital, porque se trata de las
profecías que a nuestra vista se están cumpliendo.
Muchos, al ver los acontecimientos actuales,
no poseen fe en Dios, porque nunca leyeron, ni
tampoco escucharon “las palabras de esta
profecía”. Explican los acontecimientos de manera
científica y con pura explicación humanista, pero
no ven la mano de Dios interviniendo en los
asuntos de los hombres.
El Dios del cielo está actuando en todos los
sucesos de la tierra. La mano divina es la que dirige
a las manos humanas, aún la de los inconversos,
porque los propósitos de Dios llegarán a su
cumplimiento; crean los hombres en Dios o no
crean, Dios está dentro de todo el acontecer de
nuestro mundo. Él dice: “Mi plan permanecerá y
haré todo lo que quiero… Oídme, duros de corazón,
los que estáis lejos de la justicia: ‘Haré que se
acerque mi justicia; no se alejará, y mi salvación no
se detendrá. Pondré salvación en Sion y mi gloria
en Israel’” (Isaías 46: 10 úp., y versículos 12, 13).

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Marcelo J. Solís M.

Y, ¡qué maravilloso es ver el cumplimiento


de las profecías que estamos escuchando del
Apocalipsis!
Aunque nuestra fe no es por lo que vemos,
sino por lo que escuchamos, y lo que escuchamos
es la Palabra profética de Dios, pero al ver
cumplirse las profecías de nuestro Señor, esto nos
reconforta y fortalece nuestra convicción de que
Dios está dirigiendo todo el acontecer del mundo.
Entonces, la bendición que alcanzan todos
los que “escuchan las palabras de esta profecía” es
fe, confianza y fortaleza. Al mismo tiempo,
consolación y la seguridad maravillosa de que Dios
sigue con la mano al timón, es decir, de que Dios
sigue dirigiendo nuestra historia y nuestro mundo.
Él no ha perdido los estribos, ni los perderá.
Y si Dios sigue al control del mundo, que lindo es
pensar en que también Dios está dirigiendo tu vida.
Él está al control de todo. Dios está contigo para
fortalecerte. ¡Amén!
Aunque los acontecimientos del mundo sean
dramáticos y terribles, Dios sigue al control.
Aunque en tu vida haya una tempestad de
problemas y dificultades, Dios sigue al control de
todo. Sólo ten fe. Los propósitos de Dios para tu
vida, ciertamente se cumplirán. El Señor quiere
elevarte a otra dimensión de fe. A una convicción
inquebrantable de su constante presencia.

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Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

Bienaventurados los que


“guardan las cosas en
ella escritas”
Para poder guardar las Escrituras, primero
tenemos que leerlas y al menos escucharlas. Nadie
puede obedecer la Palabra de Dios sin esto primero.
Por eso el Señor nos ha enviado escrito el mensaje
del Apocalipsis, y también nos ha hablado de
diferentes maneras. La voz profética sigue
sonando, prestémosle mucha atención para
poderla guardar.
Guardarla, es lo mismo que ponerla en
práctica. Poner en práctica la Palabra de Dios es el
testimonio más poderoso de que verdaderamente
tenemos fe en Él y en su Palabra.
Tristemente vivimos en una era en la que
muchas personas que profesan ser cristianas no
practican el cristianismo. Algunos consideran que
llevar al terreno de la práctica la fe es una especie
de fanatismo pasado de moda. Muchos quieren
llevar el nombre de Cristo pero no hacer las obras
de Cristo.
El mundo carece de cristianos que
practiquen verdaderamente la Palabra de Dios. Los
que practican la Palabra de Dios están escasos; en
peligro de extinción. Pero no se extinguirán.
Porque, aunque sean pocos, el Apocalipsis habla
que éstos existirán hasta el mismo fin de los
tiempos. Por eso dice:

17
Marcelo J. Solís M.

“Aquí está la paciencia de los santos, los


que guardan los mandamientos de Dios y
la fe de Jesús” (Apocalipsis 14: 12).
En cierta ocasión, Jesús ilustró la bendición
de poner en práctica sus palabras mediante la
siguiente parábola que registra Mateo 7: 24-25:
24 "A cualquiera, pues, que me oye estas
palabras y las pone en práctica, lo compararé
a un hombre prudente que edificó su casa sobre
la roca.
25 Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron
vientos y golpearon contra aquella casa; pero
no cayó, porque estaba cimentada sobre la
roca.

Pero también ilustró, en los dos versículos


siguientes, el destino de quien no pone en práctica
las palabras divinas:
26 Pero a cualquiera que me oye estas palabras
y no las practica, lo compararé a un hombre
insensato que edificó su casa sobre la arena.
27 Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron
vientos y dieron con ímpetu contra aquella
casa; y cayó, y fue grande su ruina".
Se puede contemplar claramente la
bendición y la maldición. La bendición para quien
cumple la Palabra de Dios; y la maldición para
quien no la pone en práctica. No basta con
escucharla, sino que debemos practicarla también.
La adversidad siempre azotará como una
tempestad. A todos, tanto a los hombres y mujeres
de fe como a los que no poseen fe. Las dificultades
de esta vida y las tentaciones siempre amenazarán
18
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

a los habitantes de esta tierra. La tempestad


siempre dará con ímpetu contra todos, contra los
que practican la Palabra de Dios como contra los
que no la practican. Pero la Biblia dice que solo
quienes la practican, no caerán. En cambio, quien
no pone en práctica la Palabra del Señor, caerá, y
su ruina será grande.
Y más aún, presta atención a las siguientes
palabras registradas en Levítico 26: 14-16:
“14 "Pero si no me escucháis ni cumplís todos
estos mandamientos,
15 si despreciáis mis preceptos y vuestra alma
menosprecia mis estatutos, si no ponéis en
práctica todos mis mandamientos e invalidáis
mi pacto,
16 yo también haré con vosotros esto: enviaré
sobre vosotros terror, extenuación y calentura,
que consuman los ojos y atormenten el alma.
Sembraréis en vano vuestra semilla, pues
vuestros enemigos la comerán”.
Entonces, debes preguntarte como algunas
personas preguntaron a Jesús hace muchos siglos:
“¿Qué debemos hacer para poner en práctica
las obras de Dios?” –De inmediato el Señor les
respondió: “Esta es la obra de Dios, que creáis en el
que Él ha enviado” (Juan 6: 28-29).
Si crees en Cristo, cumplirás con su Palabra,
porque se necesita fe para practicar lo que Dios ha
dicho. Pero sin fe, es imposible poner en práctica la
Palabra de Dios. Y como consecuencia, vendrá una
grande ruina.

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Marcelo J. Solís M.

Dios no quiere eso para ti. Él quiere


bendecirte. Dios quiere bendecirnos a todos. Por
eso dice: Bienaventurados los que “guardan las
cosas en ella escritas”. Hay una bendición especial
en guardar las palabras santas: a saber, la de estar
firme aun cuando azote con ímpetu la tempestad.
Dios lo ha prometido, y lo cumplirá.
¿Quiénes no recibirán la bendición de la
primera bienaventuranza del Apocalipsis?
Para contestar esta inquietante pregunta, prefiero
citar nuevamente a Elena G. de White:
“El profeta dice: ‘Bienaventurado el que lee’:
Hay quienes no quieren leer; la bendición no es
para ellos. ‘Y los que oyen’: Hay algunos,
también, que se niegan a oír cualquier cosa
relativa a las profecías; la bendición no es
tampoco para esa clase de personas. ‘Y guardan
las cosas en ellas escritas’: Muchos se niegan a
tomar en cuenta las amonestaciones e
instrucciones contenidas en el Apocalipsis.
Ninguno de ellos tiene derecho a la bendición
prometida. Todos los que ridiculizan los
argumentos de la profecía y se mofan de los
símbolos dados solemnemente en ella, todos los
que se niegan a reformar sus vidas y a
prepararse para la venida del Hijo del hombre,
no serán bendecidos” (El Conflicto de los siglos,
p. 340).

“Porque el tiempo está cerca”


El fin de los tiempos se nos avecina. Estamos
viviendo en los últimos días de la historia de este

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Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

mundo. El fin del mundo está cerca. Y es


precisamente en esta época en la que necesitamos
las siete bendiciones del Apocalipsis.
Estas bienaventuranzas son una protección
contra todos los peligros de nuestro mundo actual.
El mundo está infectado de tantas maldades. La
violencia y el terror han invadido a nuestra
civilización. Enfermedades, plagas y calamidades
están causando tanto pánico en el corazón de la
humanidad al punto de que los hombres
desfallecen.
Los recursos naturales están languideciendo
paulatinamente y, las aguas y el aire cada vez están
más contaminados. La flora y la fauna están casi
agonizando y la maldad de los hombres va
aceleradamente en aumento.
La pobreza y la injusticia son cada vez más
marcadas y dejan cicatrices imborrables en la
historia de nuestro mundo. Pareciera que todo está
trastornado. Los hombres se matan entre sí y las
familias se desintegran dramáticamente. Cada día
hay más viudas y huérfanos hasta de padres vivos;
la lujuria y el pecado imperan en los pensamientos
continuamente de las personas. Estamos en un
momento de crisis de valores; vivimos en la agonía
de nuestro mundo. Estamos en el umbral de los
tiempos.
Por eso, necesitamos leer, escuchar y
guardar las palabras de esta profecía, “porque el
tiempo está cerca”. ¿Cuál tiempo? El tiempo del
cumplimiento de todas estas cosas; el tiempo del
21
Marcelo J. Solís M.

fin del mundo, el tiempo de la Segunda Venida de


Jesús.
Definitivamente, la aguja del reloj profético
marca que ya el tiempo está llegando a su final. Los
acontecimientos finales serán rápidos y
dramáticos. Nosotros, debemos estar listos para
entonces recibir el galardón prometido.
Pronto llegará el fin del tiempo de gracia.
“Y me dijo: ‘No selles las palabras de la profecía
de este libro, porque el tiempo está cerca. El que
es injusto, sea injusto todavía; el que es impuro,
sea impuro todavía, y el que es santo,
santifíquese más todavía. ¡Vengo pronto!, y mi
galardón conmigo, para recompensar a cada
uno según sea su obra’” (Apocalipsis 22: 10-12).

También, la gran crisis final está a las


puertas. El gran tiempo de angustia se nos avecina.
El profeta Daniel lo describe con las siguientes
palabras:
“Y será tiempo de angustia, cual nunca fue
desde que hubo gente hasta entonces; pero en
aquel tiempo será librado tu pueblo, todos los
que se hallen escritos en el libro” (Daniel 12:2).

Y cuando este mundo no sea ya más, y llegue


el final de los tiempos, los bienaventurados hijos
del reino, “resplandecerán como el resplandor del
firmamento; y los que enseñan la justicia a la
multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”
(Daniel 12: 3).

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Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

“Bienaventurado el que lee y los que


oyen las palabras de esta profecía, y
guardan las cosas en ella escritas,
porque el tiempo está cerca”
(Apocalipsis 1:3).

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Marcelo J. Solís M.

“Oí una voz que desde el cielo me


decía: Escribe: Bienaventurados
de aquí en adelante los muertos
que mueren en el Señor. Sí, dice
el Espíritu, descansarán de sus
trabajos, porque sus obras con
ellos siguen” (Apocalipsis 14: 13).

24
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

“BIENAVENTURADOS
de aquí en adelante los
muertos que mueren
en el Señor”

E esta bienaventuranza es muy especial para


mí. Le antecede el imperativo: “¡Escribe!”.
Como quien quiere decirnos que es tan
importante que merece ser escrita para ser
recordada, y no olvidada. Tiene un significado
trascendental para nuestro tiempo y para la iglesia,
que ha estado proclamando el mensaje de los tres
ángeles de Apocalipsis catorce.
Nótese que esta bienaventuranza está ubicada
inmediatamente después del mensaje del tercer
ángel. Y el elemento temporal que posee es muy
importante. Nos ubica en un tiempo y describe a los
bienaventurados que son desde cierta época en
adelante: “de aquí en adelante”.
De hecho, desde ese espacio de tiempo, los que
alcanzan esta bendición son sólo “los muertos que
mueren en el Señor”. No son cualquier tipo de
muerto, sino sólo los que en vida aceptaron a Cristo
en su corazón y creyeron en los tres mensajes

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Marcelo J. Solís M.

evangélicos de los versículos que le anteceden. O


dicho de una forma más sencilla y clara, son los que
murieron en el Señor Jesús, creyendo y
proclamando el mensaje de los tres ángeles de
Apocalipsis 14:6-12. De hecho, el versículo doce
hace un énfasis marcado sobre la identidad del
pueblo de Dios de los últimos tiempos: “Aquí está
la perseverancia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús”
(Apocalipsis 14: 12).

“Bienaventurados de
aquí en adelante”
Ahora se nos presenta la bienaventuranza en un
plural abarcante. Porque se refiere a todos los que
mueren en el Señor “de aquí en adelante”. Pero nos
preguntamos, ¿en qué momento se puede ubicar el
“aquí”?, y luego, ¿cuánto abarca el “en adelante”?
Como ya se mencionaba anteriormente, esta
bendición contiene un elemento temporal. Está
ubicada en un período en el que se puede señalar
que “los muertos que mueren en el Señor” son
aquellos que cuando estaban vivos creyeron en el
mensaje que proclamaron los tres ángeles de
Apocalipsis catorce.
El mensaje del tercer ángel
en la historia adventista:
Con respecto al mensaje del tercer ángel, Elena de
White, escribió:

26
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis
“Este mensaje abarca los dos mensajes
precedentes, se lo presenta como si fuese
pronunciado a gran voz, es decir, con el poder del
Espíritu Santo. Ahora están en juego todas las
cosas. Debe darse la mayor importancia al
mensaje del tercer ángel. Es un asunto de vida o
muerte. La impresión que produzca este mensaje
será proporcional con el fervor y la solemnidad
con los cuales sea proclamado” (MS 16, 1900).

Y dos años después, escribió:


“El mensaje del tercer ángel aumenta en
importancia a medida que nos acercamos a la
terminación de la historia de esta tierra” (MS 135,
1902).

Nos preguntamos: ¿cuándo se inició a


proclamar el mensaje del tercer ángel? Por lo que
conocemos en nuestra historia, la Iglesia
Adventista del Séptimo Día empezó a proclamar
este mensaje a partir de 1844. El mensaje del tercer
ángel se ha enviado al mundo para advertir a los
hombres contra la recepción de la marca de la
bestia o de su imagen en sus frentes o en sus manos.
Este mensaje, desde 1844, ha sido proclamado,
revelando el verdadero día de reposo del cuarto
mandamiento y mostrando que en la Palabra de
Dios no hay ningún fundamento para la
observancia del domingo.
Nosotros creemos que el movimiento
adventista es el cumplimiento de los mensajes de
los tres ángeles de Apocalipsis 14: 6-12, y que como
resultado está surgiendo el “resto” de los “santos”

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Marcelo J. Solís M.

que “guardan los mandamientos de Dios”. Por el


mensaje que se proclama, se hace una invitación a
todos los hombres y mujeres de todo el mundo, a
unirse a este movimiento profético.
Entonces, podemos deducir, con todo lo dicho
anteriormente, que el “de aquí en adelante” tiene
su punto de partida desde cuando se inició a
predicar el mensaje del tercer ángel en 1844.

La resurrección especial
Pero, ¿por qué estos muertos en el Señor reciben
esta bienaventuranza y no los demás muertos en el
Señor? Acerca de ellos, leemos en El Conflicto de
los siglos que, en ocasión del tiempo de la
liberación del pueblo de Dios, que también es
descrita por Daniel 12: 1, precisamente poco antes
de la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo,
ocurrirá una resurrección especial. Pero, mejor los
invito a que leamos cómo lo describe Elena G. de
White:
«Los sepulcros se abren y “muchos de los que
duermen en el polvo de la tierra serán
despertados, unos para vida eterna, y otros para
vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12: 2).
Todos los que murieron en la fe del mensaje del
tercer ángel, salen glorificados de la tumba, para
oír el pacto de paz que Dios hace con los que
guardaron su ley. “Los que le traspasaron”
(Apocalipsis 1: 7), los que se mofaron y se rieron
de la agonía de Cristo y los enemigos más
acérrimos de su verdad y de su pueblo, son
resucitados para contemplarlo en su gloria y
para ver el honor con que serán recompensados
28
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis
los fieles y obedientes» (El Conflicto de los siglos,
p. 661. Edición del 2010).

Como se puede observar, esta resurrección es


especial, no se refiere a la general. El profeta Daniel
menciona que los que se levantarán del polvo de la
tierra serán “muchos”; no habla de “todos”. En
cambio, tanto Jesús como Pablo, al igual que otros
escritores bíblicos (cf. Juan 5: 28-29) hablaron de
la resurrección general, la cual ocurrirá en ocasión
de la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo.
Y utilizan las palabras: “los” y “todos los que están
en los sepulcros”. Evidentemente se refieren a
“todos” los muertos.
Acerca de la resurrección especial, la Biblia
registra que ya ha sucedido que el Señor resucitó
muertos, actos que podrían clasificarse como
evidencias de que el Señor puede ejecutar una
resurrección especial en el último tiempo también.
Esta obra, la de resucitar muertos, sólo Dios la
puede hacer, porque Satanás no puede crear vida ni
resucitar muertos.
Fue nuestro Señor Jesucristo, que con el poder
de su fuerza, resucitó a Lázaro (cf. Juan 11),
también resucitó a la hija de Jairo y al hijo de la
viuda de Naín (ver Lucas 8: 40-56; 7: 11-17).
La misma muerte y resurrección de Jesús obró
poderosamente –un milagro– a favor de muchos
santos que habían muerto. Las Escrituras nos
dicen: “Pero Jesús, habiendo otra vez clamado a
gran voz, entregó el espíritu. Entonces el velo del
templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra
29
Marcelo J. Solís M.

tembló, las rocas se partieron, los sepulcros se


abrieron y muchos cuerpos de santos que habían
dormido, se levantaron; y después que él resucitó,
salieron de los sepulcros, entraron en la Santa
Ciudad y aparecieron a muchos” (Mateo 27: 50-
53). Acá vemos otra resurrección especial en las
Sagradas Escrituras.

La resurrección general
Aunque a continuación haré mención brevemente
de la resurrección general, más adelante,
específicamente en la bienaventuranza número
cinco ahondaré en este tema tan importante de las
Escrituras.
La Biblia es clara al describirnos la
resurrección general de los muertos en Cristo. Será
en la misma ocasión cuando nuestro Señor venga
en las nubes de los cielos.
Sobre la resurrección general, Jesús dijo:
“No os asombréis de esto, porque llegará la hora
cuando todos los que están en los sepulcros oirán
su voz; y los que hicieron lo bueno saldrán a
resurrección de vida; pero los que hicieron lo
malo, a resurrección de condenación” (Juan 5: 28,
29).

Por su parte, Pablo escribió:


“El Señor mismo, con voz de mando, con voz de
arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del
cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán
primero” (1 Tesalonicenses 4: 16).

30
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

Los bienaventurados del Apocalipsis 14: 13 no


son “todos” los muertos en Cristo, sino los
“muchos” muertos que mueren en el Señor a partir
de 1844.
Obsérvese que el versículo 12 describe el estilo
de vida de los santos de Dios con las siguientes
palabras:
“Aquí está la perseverancia de los santos, los que
guardan los mandamientos de Dios y la fe de
Jesús”.

Esto nos indica que los bienaventurados


muertos que mueren en el Señor son personas que
creyeron y practicaron este estilo de vida. Una vida
en conformidad con los Diez Mandamientos de
Dios y que vivían por la fe de Jesucristo. También
se los presenta como personas perseverantes y
pacientes. Puesto que algunos de ellos vivirán, tal
como lo profetizó Daniel, en “tiempos de angustia,
cual nunca fue desde que hubo gente hasta
entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu
pueblo, todos los que se hallen inscritos en el libro”
(Daniel 12: 1).

“Los muertos que


mueren en el Señor”
Los tales mueren en el Señor; mueren en la causa
de Cristo, en estado de unión con Cristo; los tales
son hallados en Cristo cuando les llega la muerte.
La muerte no los sorprende, porque vivieron
preparados ante la presencia de Dios. Sus vidas
fueron un testimonio viviente de que sí se puede

31
Marcelo J. Solís M.

permanecer en Cristo hasta el fin de sus vidas


terrenas.
Para alcanzar esta bienaventuranza, no
basta con morir después de 1844, sino morir en el
Señor. Pero para morir en el Señor, es necesario,
ahora, vivir en Él. Esto es, una vida de fe y
obediencia; una vida santa y dedicada en vivo
servicio al Dios viviente. Porque es mejor morir en
Cristo que vivir sin Él.

“Sí, dice el Espíritu”


El Espíritu Santo dice un “SÍ”, reconfirmando la
bienaventuranza de ellos. “Sí, dice el Espíritu”.
Es una afirmación divina de la tercera Persona
de la Deidad. Dios mismo lo reafirma porque esto
es verdad. El testimonio del Espíritu lo asegura y
atestigua. Y si el Espíritu lo dice, entonces es
verdad, porque Él es el “Espíritu de verdad” –dijo
Jesús– “él os guiará a toda la verdad, porque no
hablará por su propia cuenta, sino que hablará
todo lo que oiga y os hará saber las cosas que
habrán de venir” (Juan 16: 13).
Cuando el Espíritu habla debemos escucharlo;
cuando el Espíritu afirma algo es porque es una
verdad trascendental. El Espíritu es el Maestro que
nos guía al conocimiento de toda la verdad
concerniente a “las cosas que habrán de venir”. Es
el Espíritu de los profetas. Es el Espíritu de la
profecía. Es la voz de Dios. Escuchemos su voz,
prestémosle mucha atención y creamos en el
Espíritu de Dios.
32
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

“Descansarán de sus trabajos”


Estos muertos en Cristo son bienaventurados, no
porque ya estén gozando vida eterna en el cielo,
sino porque ahora están descansando “de sus
trabajos”.
Nos podemos preguntar, ¿y de qué trabajos
descansan ahora? Bien, no hay trabajo más sublime
que el trabajo en la obra de Dios. Estas personas
vivieron una vida activa y dinámica en la obra de la
evangelización. Proclamaron el mensaje de los tres
ángeles de Apocalipsis 14:6-12; son esas personas
que dedicaron su vida al servicio entregado al
Señor en la gran causa de ganar almas para Cristo.
Estos santos, en su vida comprendieron y
pusieron en práctica las palabras de la Biblia
cuando nos exhorta:
“Todo lo que te venga a mano para hacer, hazlo
según tus fuerzas, porque en el seol, a donde vas,
no hay obra, ni trabajo ni ciencia ni sabiduría”
(Eclesiastés 9: 10).

Ellos sabían que su actividad en la obra de Dios


caducaría con su vida terrenal. Al morir dejaron de
actuar. Porque los muertos están en un estado de
completa inconciencia.
Una vez más se nos confirma en la Palabra de
Dios el verdadero estado de los difuntos. Los
muertos no están vivos, ellos están muertos,
descansando el sueño de la muerte, dormidos,
esperando el momento de su resurrección por la
gracia y el poder de Jesús, nuestro Salvador.
33
Marcelo J. Solís M.

Simbólicamente se dice de ellos:


“Entonces se les dieron vestiduras blancas y se les
dijo que descansaran todavía un poco de tiempo,
hasta que se completara el número de sus
consiervos y sus hermanos que también habían de
ser muertos como ellos” (Apocalipsis 6: 11).

Esas vestiduras blancas es un símbolo de la


justicia (condición de un justo a la vista de Dios)
que viene de Cristo. Por eso se nos dice en
Apocalipsis 3: 4-5:
“Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no
han manchado sus vestiduras y andarán conmigo
en vestiduras blancas, porque son dignas. El
vencedor será vestido de vestiduras blancas, y no
borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré
su nombre delante de mi Padre y delante de sus
ángeles”.

El hecho de haber conservado sus vestiduras


sin mancha es un significado de que permanecieron
fieles al Señor. Porque prefirieron la muerte, que
fallarle a Dios (cf. Apoc. 12:11). Su amor y fidelidad
al Señor fue más fuerte –
literalmente– que la muerte.

“Sus obras con ellos siguen”


Aunque ellos murieron, sus obras continúan,
porque el alcance del trabajo misionero trasciende
el tiempo y las generaciones.
Ya han pasado muchos años desde 1844, y las
obras de los fieles misioneros de esa época siguen
con nosotros. Y es posible, si nos tocara morir
34
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

también a nosotros y si pasaran muchos años más,


aunque vayamos al descanso, nuestras obras
continuarán.
“Sus obras” –que es la obra de Dios– “con ellos
siguen”. Evidentemente, tenemos esparcido el
Evangelio eterno por todas partes del mundo,
gracias a la labor de estos fieles portaestandartes de
la verdad presente. Gozamos de un templo y de la
presencia de la iglesia del Señor en muchas partes
de todo el mundo, porque la obra de nuestros
pioneros, aunque ahora descansan de sus trabajos,
“con ellos siguen”.
Las malas obras son despreciables y pronto la
gente las olvidará. Pero las buenas obras, y la
mejor, la de salvar un alma para Cristo, tienen eco
de vida eterna en la eternidad. De esta forma se
puede inmortalizar la memoria de un hijo de Dios.
Pero esto no es lo más importante, sino que su
nombre esté escrito en el Libro de la Vida y que
Dios reciba la gloria, la honra y el honor.

Nos conviene vivir en estrecha


comunión con Dios
Pronto llegará un gran tiempo de angustia, pero el
pueblo de Dios permanecerá firme y leal en medio
de las turbulentas olas de violencia que anegarán la
tierra. El desenlace del gran conflicto es inminente.
El fin viene pronto. Y a medida que se acerca ese
tiempo de angustia, los fieles hijos de Dios avanzan
en la gran obra de proclamación del mensaje del
tercer ángel. Es la última amonestación de amor
que el mundo entero ha de escuchar. El mundo
35
Marcelo J. Solís M.

necesita este mensaje. Es la proclamación que


madurará la mies para la gran cosecha.
Un consejo inspirado nos dice:
“Lo mejor que podemos hacer es estar en estrecha
comunión con Dios, y si él quiere permitir que
seamos mártires por causa de la verdad, esto
puede ser el medio de traer a muchos otros a la
verdad” (3 MS 480, 1886).

La proclamación del mensaje del tercer ángel


siempre irá precedida de los mensajes maravillosos
del primero y del segundo ángel. Uno va tras el
otro, ambos tienen un enlace y una continuidad en
la experiencia de la salvación y santificación. Su
propósito es preparar al pueblo de Dios para el
encuentro del Señor en gloria y majestad, y para
poder entrar “por las puertas en la ciudad amada”.
Mientras tanto, nos conviene vivir en santidad
y comunión con Dios. Caminando con Dios como lo
hizo Noé en aquella perversa generación, y fue
encontrado justo delante del Señor. Nos conviene
así como Enoc caminó con Dios, hasta que el Señor
se lo llevó. De igual forma, muy pronto se cumplirá
la promesa maravillosa, de ser recibidos por el
Padre celestial en las moradas celestiales con
palabras de bienvenidas y la corona de la vida
eterna. ¡Jesús volverá pronto para llevarnos con él!
¡Amén!

“¡Bienaventurados los que de aquí en


adelante mueren en el Señor!”

36
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

UN TIEMPO A SOLAS CON DIOS


UNA BIENAVENTURANZA
ESPECIAL
(Aporte del hermano O. Pacheco)
—Usado con permiso—

“Bienaventurados de aquí en adelante los


muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el
Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque
sus obras con ellos siguen”
(Apocalipsis 14:13).
Todos conocemos que la Palabra de Dios habla de
dos resurrecciones generales (Juan 5:28,29). La
primera, es una resurrección de justos durante la
segunda venida de Cristo (1 Tesalonicenses
4:15,16). Y la segunda, es una resurrección de los
impíos después del milenio, es decir en la tercera
venida de Cristo (Apocalipsis 20:4-6). Sin embargo
en Daniel 12:1,2 se menciona una resurrección que
no encaja en ninguna de las dos resurrecciones
anteriores, notemos el pasaje en cuestión: “En
aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe
que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será
tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo
gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será
libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos
en el libro. Y muchos de los que duermen en el
polvo de la tierra serán despertados, unos para vida
eterna, y otros para vergüenza y confusión
perpetua.” (Daniel 12:1,2). Dicha cita bíblica hace
referencia a una resurrección especial de justos e
impíos por las siguientes razones: (1) Ocurre

37
Marcelo J. Solís M.

durante el “tiempo de angustia, cual nunca fue


desde que hubo gente hasta entonces”, el cual es un
evento anterior a la segunda venida de Cristo, (2)
El pasaje dice que “muchos de los que duermen en
el polvo de la tierra serán despertados”, nótese que
no son todos sino muchos, esto significa que esta es
una resurrección de un grupo específico o especial,
(3) Salvos y perdidos son resucitados al mismo
tiempo, por lo tanto este evento no puede hacer
referencia a la resurrección general de justos (que
se dará en la segunda venida de Cristo) o la
resurrección general de impíos (que se dará al final
de los mil años en la tercera venida de Cristo).
Como verás hay dos grupos de personas que se
levantarán del sepulcro en esta resurrección
especial: justos e impíos.
¿Quiénes son los impíos que resucitarán en
la resurrección especial?
La Biblia y el Espíritu de Profecía identifican 4
categorías:
(1) Los judíos que no le aceptaron en su primera
venida: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los
profetas, y apedreas a los que te son enviados!
¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la
gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no
quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta.
Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta
que digáis: Bendito el que viene en el nombre del
Señor” (Mateo 23:37-39).
(2) Los líderes religiosos judíos que fueron
directamente responsables de la muerte de Cristo:
"Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo,
que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado

38
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las


nubes del cielo" (Mateo 26:64).
(3) Los líderes políticos y soldados romanos que
fueron directamente responsables de la crucifixión
de Cristo: "He aquí que viene con las nubes, y todo
ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los
linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí,
amén." (Apocalipsis 1:7).
(4) “Los enemigos más acérrimos de su verdad y de
su pueblo, son resucitados para mirarle en su gloria
y para ver el honor con que serán recompensados
los fieles y obedientes.” (El Conflicto de los Siglos,
Pág. 621).
¿Quiénes son los justos que resucitarán en
la resurrección especial?
Bajo el contexto de la proclamación del mensaje de
los tres ángeles en 1844, el profeta Juan escribe:
“Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que
mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de
sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”
(Apocalipsis 14:13).
El pasaje menciona que hay una bienaventuranza
para aquellos justos que son llamados al descanso
después de la proclamación del mensaje de los tres
ángeles y que hayan vivido a la luz de la verdad
presente para el tiempo del fin.
Esta bienaventuranza es la misma que se encuentra
en Daniel 12:12.
¿En qué consiste esa bienaventuranza?
¿Cuál es ese regalo especial que Dios les
tiene preparado a su remanente especial?
La mensajera del Señor responde:

39
Marcelo J. Solís M.

“Todos los que murieron en la fe del mensaje del


tercer ángel, salen glorificados de la tumba, para
oír el pacto de paz que Dios hace con los que
guardaron su ley.” (El Conflicto de los Siglos, pág.
621).
¡Qué hermosa promesa la que Dios ha dado a su
pueblo! Piensa por un momento en todos aquellos
familiares y amigos que la muerte te arrebato y
mientras estaban con vida conocieron y vivieron
fielmente el mensaje adventista, si somos parte de
la última generación de justos tendremos la
oportunidad de verles de nuevo para recibir
juntamente con nosotros el galardón de la vida
eterna. Personalmente he perdidos a hermanos
muy queridos en la fe que dejaron huella en mi
vida, hermanos cuyas palabras y ejemplo dieron
inspiración y aliento a mi corazón, hermanos cuyas
vidas eran un sermón sazonado con la gracia de
Cristo, me alegra saber que Dios tiene preparado
algo especial para ellos. La resurrección especial es
una de las siete bienaventuranzas más interesantes
del Apocalipsis. Tan grande es el amor que Dios
tiene por su pueblo remanente que no permitirá
que ninguno que haya conocido y vivido a la luz del
mensaje de los tres ángeles resucite en la
resurrección general de los justos, ellos tendrán el
privilegio de resucitar antes para contemplar la
venida de Cristo de principio a fin ¡Qué Dios nos
ayude, en caso que seamos llamados a descansar
antes de la segunda venida de Cristo, a ser parte de
esos “muchos… que duermen en el polvo de la
tierra” que “serán despertados… para vida eterna”
y en caso que estemos vivos para el retorno de
nuestro Salvador que nos dé la oportunidad de
tener ese reencuentro con nuestro hermanos y
amigos en la fe!
40
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

41
Marcelo J. Solís M.

“Yo vengo como ladrón.


Bienaventurado el que vela y
guarda sus vestiduras, no sea que
ande desnudo y vean su
vergüenza”
(Apocalipsis 16: 15).

42
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

BIENAVENTURADO
el que vela y guarda sus
vestiduras

H emos llegado a la tercera bienaventuranza.


Hasta aquí hemos visto que Dios está
interesado en bendecir a sus hijos fieles. Por
esta razón, las bienaventuranzas son un medio para
motivarlos y para que reciban las bendiciones
prometidas en ellas. Contienen mensajes
significativos, profundidad doctrinal y una riqueza
devocional.
Esta tercera bienaventuranza, al igual que la
primera, está expresada en un singular muy
especial, y es porque Dios desea que cada uno
reciba este mensaje de manera personal.

“Yo vengo como ladrón”


Apocalipsis 16: 15 inicia con una ferviente
aseveración de la Segunda Venida de Cristo. Se
trata de una venida súbita, por eso usa la frase:
“como ladrón”.
No importa en qué momento de la historia
profética usted considere que se cumple esta

43
Marcelo J. Solís M.

bienaventuranza, pero una cosa sí es cierta y no se


puede negar: Cristo Jesús volverá por segunda vez
a esta tierra. Él vendrá un día; día que no tengo en
mente, porque “en cuanto al día y la hora” de su
venida, “nadie lo sabe”. Solamente Dios. Es por eso
que me declaro un completo ignorante ante el
momento majestuoso de la Segunda Venida de
Jesús. Personalmente, yo creo en la inminencia de
la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo.
En cuanto a la Segunda Venida, las
Escrituras Sagradas nos informan que será “en
poder y gran gloria” (Mateo 24: 30). Distinto a su
primera venida a este mundo. Por eso, leemos en
Hebreos 9: 28 las siguientes palabras:
“Así también Cristo fue ofrecido una sola vez
para llevar los pecados de muchos; y aparecerá
por segunda vez, sin relación con el pecado, para
salvar a los que lo esperan”.

Observemos que, cuando Jesús vino por


primera vez a esta tierra vino como un niño
indefenso, encarnado y tomando sobre sí el pecado
de todos nosotros. Vino como el Siervo sufriente y
como Varón de dolores.
En su Segunda Venida, vendrá como un
Guerrero victorioso, “como el Rey de reyes, y Señor
de señores”.
En su primera venida vino a salvar a todos
los pecadores; en su segunda venida, salvará
únicamente a los que lo esperan ansiosamente. En
su primera venida, ofreció su vida “para llevar los
pecados de muchos”; en su segunda venida,
44
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

aparecerá para decretar juicio y condena contra los


pecadores que no se arrepientan.

“Bienaventurado el que vela


y guarda sus vestiduras”
Esta bienaventuranza es pronunciada por el mismo
Jesucristo después de proclamar que vendrá como
ladrón.
Si observamos detenidamente, esta
bienaventuranza la encontramos como un
paréntesis entre las siete postreras plagas.
Específicamente, el paréntesis se lo ubica en la
sexta plaga, la cual caerá sobre el río Éufrates cuyas
aguas se secarán. El escritor del Apocalipsis lo
expresa de la siguiente manera:
“El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río
Éufrates, y el agua de éste se secó para preparar
el camino de los reyes del oriente. Vi salir de la
boca del dragón, de la boca de la bestia y de la
boca del falso profeta, tres espíritus inmundos
semejantes a ranas. Son espíritus de demonios,
que hacen señales y van a los reyes de la tierra en
todo el mundo para reunirlos para la batalla de
aquel gran día del Dios Todopoderoso”
(Apocalipsis 16: 12-14).

Nótese que está hablando de una batalla de


dimensiones internacionales. Por tanto, estamos
hablando de un tiempo de crisis mundial, de guerra
y de zozobras.
Pero en medio de la descripción de angustia,
el Señor pronuncia esta bienaventuranza con el

45
Marcelo J. Solís M.

propósito de dar un rayo de luz y esperanza a su


pueblo fiel. Aunque el mundo entero se volcará
contra Dios y su pueblo, en la tierra seguirá
existiendo para entonces un pueblo
bienaventurado que continuará predicando el
mensaje del advenimiento de Jesucristo hasta el
cumplimiento del mismo magno suceso.
Los hombres vivirán angustiados por las
calamidades de la tierra. Sus corazones estarán
desfallecientes. Pero en ese tiempo,
lamentablemente, el período de gracia ya se habrá
acabo. Por eso, no se arrepentirán de sus pecados.
Sin embargo, como una luz en medio de la
oscuridad, estarán los fieles del Señor, firmes y con
la inquebrantable fe de Jesús, porque serán fieles a
los mandamientos del Señor.
Mientras que los impíos, ni siquiera estén
pensando ni mucho menos esperando el fin del
mundo, éste los sobrecogerá como un lazo. Serán
sorprendidos por la misma presencia majestuosa
del Rey de reyes y Señor de señores. Allí los
magnates de la tierra temblarán ante su presencia
y sus corazones se derretirán del miedo ante la
majestad del cielo. En cambio, la Palabra de Dios
describe una bendición especial para el pueblo que
sí espera a su Dios, con las siguientes palabras de
oro:
“Yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que
vela y guarda sus vestiduras, no sea que ande
desnudo y vean su vergüenza” (Apocalipsis 16:
15).

46
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

En esta bienaventuranza se nos dan dos


exhortaciones importantes que a continuación
analizaremos.

“Bienaventurado el que vela”


Esto es estar vigilando; permanecer en un estado
constante de sobriedad espiritual y estar alertas.
Cuando Jesús oraba en el Getsemaní,
exhortó a sus discípulos a velar y a orar para no
entrar en tentaciones. Es preferible no entrar en
tentaciones que ser tentados. Aunque la tentación
no es pecado, pero representa un gran peligro para
cada hijo de Dios.
También, velar significa vivir en expectativa
del glorioso acontecimiento de la venida del Señor.
Es vivir esperando a Jesús. Es esperar al Rey que es
nuestro Dios. ¡Cuidado perdemos la esperanza de
su venida! Asegurémonos que nuestro corazón
palpite de gozo porque vivimos esperando a
nuestro Salvador. Jesús muy pronto va a venir al
mundo con gran poder. La promesa de su venida se
cumplirá. Porque el que ha de venir, vendrá, y no
tardará.
Con esto, se puede asegurar que quien vive
velando, vive esperando a su Señor. Y vivir
esperando a Jesús es ser un auténtico adventista.
“Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en
que el Hijo del hombre ha de venir” (Mateo 25:
13).

47
Marcelo J. Solís M.

Este es un velar de permanecer despiertos y


sobrios espiritualmente en todo tiempo. Mirar y
discernir los peligros espirituales para apartarnos
de ellos. Es prevenir la tentación y huir del pecado.
Es no tentar al tentador para que nos tiente. Es vivir
en santidad y obediencia al Señor Jesús. Es
prepararnos constantemente para el encuentro con
nuestro Señor Jesucristo. Esto, para mí, significa
“velar”.

“Bienaventurado… el que
guarda su vestidura”
Cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador,
somos despojados del viejo hombre de pecado y de
la ropa de nuestra propia justicia, la cual es como
trapos de inmundicia.
Tenemos una ropa santa y limpia. Porque
hemos sido lavados en la sangre del Cordero de
Dios. Esto es bueno, pero lo mejor es permanecer
limpios.
Quienes alcanzan esta bienaventuranza son
los que además de velar, guardan su vestidura para
no ensuciarla ni contaminarla con la fea mancha
del pecado y de la impiedad. Son aquellas personas
que se cuidan de esta perversa generación.
“Muchos son llamados,
pero pocos escogidos”
En la parábola de la fiesta de bodas, los primeros
invitados no entraron porque no eran dignos. Por
eso el rey dijo a sus siervos: “La boda a la verdad

48
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

está preparada, pero los que fueron invitados no


eran dignos” (Mateo 22: 8).
El evangelio de Jesucristo es maravilloso.
Mediante él, Dios invita y llama a todos los
pecadores para venir a Él. Pero aquellos, que no
están dispuestos a renunciar a su orgullo; que no
desean ser limpiados y purificados por la sangre
preciosa del Cordero; que no se quieren despojar
del viejo hombre de pecado ni de sus ropas de
inmundicia, “no son dignos”. Seguirán con sus
harapos pecaminosos e indignos.
Entran al reino de la gracia del Señor
únicamente aquellos que reciben la ropa de la
justicia de Cristo. Esto es, entrar al pueblo de Dios;
aceptar el “evangelio eterno” (Apocalipsis 14: 6) en
sus corazones. Es recibir a Cristo y vivir en Él. “De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; todas son hechas
nuevas” (2 Corintios 5: 17).
Mateo 22: 11 y 12 nos sigue diciendo:
“Cuando entró el rey para ver a los invitados, vio
allí a un hombre que no estaba vestido de boda, y
le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí sin estar
vestido de boda? Pero él guardó silencio”.

Es muy posible que en nuestra iglesia se


bautice alguien sin dejar de ser el mismo de ayer,
sin haber experimentado un cambio de corazón. Es
posible que haya entrado a las filas del Señor un
enemigo asolapado. Es probable que dentro de las
bodas del Hijo del Rey de la parábola, no exista
uno, sino muchos que no están con las vestiduras
49
Marcelo J. Solís M.

correctas. “Pues muchos son llamados, pero pocos


escogidos” (Mateo 22: 14).
Apreciado hermano y amigo, si tú decides
entrar a las bodas mediante la fe, asegúrate no
hacerlo con tus propias ropas, es decir, con tu
propia justicia. Déjate cobijar con la gracia de
Cristo. El Señor quiere transformarte en un
auténtico hijo de Dios. Cristo te aconseja que de Él
compres, además del oro puro y del colirio,
“vestiduras blancas, para que no se descubra la
vergüenza de tu desnudez” (Apocalipsis 3: 18). Y
una vez teniéndola, entonces, es muy importante
que guardes tus “vestiduras”. Es decir, que te
guardes de no mancharte con el espíritu inicuo que
opera en esta generación adúltera y pecadora.
Seguramente vas a tener muchas
tentaciones más en tu vida. Algunas tan fuertes que
parecerán irresistibles. Los dardos del enemigo son
tan ponzoñosos que de ser posible, usará incluso a
nuestros seres queridos para ensuciar nuestras
vestiduras de justicia.
Pero tú, no apartes la mirada del Cordero de
Dios, que murió para librarte del pecado y de su
condenación.
Jesucristo, con su vida venció las
tentaciones del diablo, con su muerte venció al
pecado, y con su resurrección venció a la muerte.
De modo que, Cristo es el vencedor de todo y sobre
todos.

50
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

Conclusión:
Cristo muy pronto volverá. Preparémonos para no
ser sorprendidos. Su glorioso advenimiento es el
más maravilloso y espectacular evento de toda la
historia del universo. ¡Oh!, ¡cuánto anhelo verlo
pronto! ¿Y usted?
Dios quiere que vivamos en un constante
velar para no ser sorprendidos, sino para irnos con
Él en su Segunda Venida. El enemigo está
dispuesto a desviarnos del propósito de Dios.
Acatemos las palabras del Salvador: “Velad y orad
para que no entréis en tentación”.
También, el Señor estará satisfecho con
nosotros si guardamos limpias nuestras vestiduras.
Él no quiere que nos quedemos desnudos, o sea,
que perdamos nuestra vestidura y se vea nuestra
vergüenza.

Por eso nos dice:


“Bienaventurado el que vela y guarda sus
vestiduras, no sea que ande desnudo y vean tu
vergüenza”.

No necesitamos desprendernos de las ropas de


justicia. Necesitamos ser cubiertos con la sangre
del Cordero. Necesitamos su manto de justicia;
necesitamos ser revestidos de Cristo, justicia
nuestra.
Es el ropaje del cielo con el cual debemos
cubrir nuestra vida para poder resistir a las
tentaciones fieras del enemigo de las almas. Sólo
51
Marcelo J. Solís M.

mediante la justicia de nuestro amante Salvador


podremos resistir al enemigo, permanecer alertas,
velando y orando para no entrar ni caer en
tentaciones. Dios quiere darnos la victoria en el
poderoso nombre de Jesús, su Hijo. ¡Amén!

52
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

53
Marcelo J. Solís M.

El ángel me dijo: Escribe:


“Bienaventurados los que son
llamados a la cena de las bodas
del Cordero”. Y me dijo: “Estas
son palabras verdaderas de Dios”
(Apocalipsis 19: 9)

54
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

BIENAVENTURADOS
Los que son llamados a la
cena de las bodas del
Cordero

I vitación divina que enternece el alma. Es


maravilloso notar cómo Dios mismo está
interesado en compartir su gozo y su felicidad
con sus hijos. Él desea una celebración de su
victoria ganada en la cruz. Es la celebración de las
bodas del Cordero de Dios “que fue inmolado y
vivió”. Se celebra la gran victoria de la redención de
la humanidad.

“El ángel me dijo: Escribe”


Esta vez Dios manda a un mensajero para darle
instrucción al profeta. Le dijo: “Escribe”. Lo que
está a punto de dictarle es de capital importancia.
Se trata de una bendición especial porque se refiere
directamente a la celebración de la victoria
definitiva del Redentor.
Ahora, veamos un asunto de importancia
máxima: Si hay “llamados” a la cena de las bodas
del Cordero, entonces deben haber siervos de Dios
que extiendan este llamado.

55
Marcelo J. Solís M.

Sobre este punto, Elena G. de White


escribió:
“El solemne y sagrado mensaje de amonestación
debe proclamarse en los territorios más difíciles y
en las ciudades más pecaminosas, en todo lugar
donde todavía no haya brillado la luz del gran
triple mensaje de Apocalipsis 14. Cada uno ha de
oír la última invitación a la cena de bodas del
Cordero” -Obreros evangélicos, sec. 1, p. 27
(1915).

Invitar a otros a la cena de las bodas del


Cordero es una solemne responsabilidad que
tenemos los que conocemos el mensaje de
salvación. La gente necesita conocer esta
invitación. El mundo necesita escuchar el llamado
que Dios hace a los pecadores para arrepentirse y
ser perdonados. Jesús quiere salvar a la humanidad
caída de su deplorable situación. El Cordero murió
por todos los pecadores. Él es “el Cordero de Dios
que quita el pecado del mundo” (Juan 1: 29).
Se nos pregunta:
“¿Dónde estarán los hombres y mujeres que
saldrán a predicar el evangelio confiando
plenamente en Dios y listos para actuar con
firmeza? Dios hace este llamamiento: «Hijo, ve
hoy a trabajar en mi viña» (Mateo 21: 28, RV60)…
“Dios llama a obreros consagrados que sean leales
a él; obreros humildes que comprendan la
necesidad de predicar y que no retrocedan, sino
que cada día realicen fielmente su tarea
dependiendo de la ayuda y el poder de Dios en

56
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis
cada emergencia que surja” –El Evangelismo, p.
20.

Una razón poderosa por la que debemos estar


extendiendo este llamado, es porque quienes lo
escuchen y lo acepten serán bendecidos con las
palabras apocalípticas: “Bienaventurados los que
son llamados…”.

La cena de las bodas del Cordero


“La cena de las bodas del Cordero” ya da por
sentado de que “las bodas” se han efectuado. La
ceremonia de bodas se celebra en el Templo
celestial. La cena se celebrará en ocasión de la
Segunda Venida de Cristo.
Para tener un amplio concepto de la fiesta de
bodas, deseo invitarlo a usted a leer la parábola del
Señor, en Mateo 22: 1-14.
“Jesús volvió a hablarles en parábolas, y les dijo:
«El reino de los cielos es semejante a un rey que
hizo una fiesta de bodas para su hijo. Y envió el rey
a sus siervos para convocar a los invitados a la
fiesta de bodas, pero éstos no quisieron asistir.
Volvió el rey a enviar a sus siervos, y les dijo:
“Díganles a los invitados que ya he preparado el
banquete; que he matado mis toros y animales
engordados, y que todo está dispuesto. Que
vengan a la fiesta”. Pero los invitados no hicieron
caso. Uno de ellos se fue a su labranza, otro a sus
negocios, y otros más agarraron a los siervos, los
maltrataron y los mataron. Cuando el rey supo
esto, se enojó; así que envió a sus ejércitos,
destruyó a aquellos homicidas, y quemó su
ciudad. Entonces dijo a sus siervos: “La fiesta de
57
Marcelo J. Solís M.

bodas ya está preparada, pero los que fueron


invitados no eran dignos de asistir. Por tanto,
vayan a las encrucijadas de los caminos, e inviten
a la fiesta de bodas a todos los que encuentren”.
Los siervos salieron por los caminos y juntaron a
todos los que encontraron, lo mismo malos que
buenos, y la fiesta de bodas se llenó de invitados.
Cuando el rey entró para ver a los invitados y se
encontró con uno que no estaba vestido para la
boda, le dijo: “Amigo, ¿cómo fue que entraste
aquí, sin estar vestido para la boda?” Y aquel
enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían:
“Aten a este de pies y manos, y échenlo de aquí, a
las tinieblas de afuera. ¡Allá habrá llantos y
rechinar de dientes!” Porque son muchos los
llamados, pero pocos los escogidos.»

Es muy interesante notar que esta parábola es


escatológica. Contiene los elementos misio-lógicos
y también hace un marcado énfasis en la necesidad
de asistir a las fiestas de las bodas con las ropas
adecuadas.
El Apocalipsis habla de la cena de las bodas
del Cordero. La ceremonia de bodas se empezó a
realizar cuando Cristo inició su obra sumo-
sacerdotal en el Santuario celestial (en el 1844 d.
C.). Desde entonces se invita a los hijos de Dios a
acercarse al trono de la gracia por la fe y lavar sus
pecados en la sangre del Cordero. Porque “La
sangre de Jesucristo… nos limpia de todo pecado”
(1 Juan 1: 7, ú. p.).

58
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

“La fiesta de bodas


ya está preparada”
Notemos los siguientes elementos: Primeramente
el rey preparó la fiesta de las bodas. Esta
preparación es la que Jesús prometió en Juan 14: 1-
3. Cuando Jesús dijo a sus discípulos que se iría al
cielo, era a fin de preparar las moradas celestiales
para su pueblo. Él dijo que hay “muchas moradas”
para nosotros. Hay suficientes moradas para los
invitados (cf. Juan 14: 1-3). El Señor, a estas
alturas, ya terminó de prepararnos esas moradas
celestiales. Mientras tanto, el pueblo de Dios debe
prepararse para el día más venturoso de la
humanidad: para la Segunda Venida de nuestro
Señor Jesucristo.
Los siervos llevan la invitación
El otro elemento que esta parábola destaca es que
el rey envió a sus siervos a hacer la invitación. Y así
es, en esta última etapa de la historia de la
humanidad en esta tierra, Dios está enviando a sus
siervos por todo el mundo a predicar el Evangelio
del reino. La iglesia es la depositaria de la verdad,
pero a su vez es la que Dios ha elegido para
anunciar “el evangelio eterno” a todos los
habitantes de la tierra.
Mala actitud de los invitados
El tercer detalle que encontramos en esta parábola
es que los invitados originalmente tomaron con
muy mala actitud la invitación del Señor. La
rechazaron la primera vez. El Señor extendió su
59
Marcelo J. Solís M.

misericordia en insistir nuevamente con la


invitación. Dios volvió a enviar a sus siervos
(llámense profetas, pastores y maestros).
Finalmente los maltrataron, los golpearon y los
mataron.
Esto me hace pensar en que Dios envió sus
mensajeros (profetas) a Israel. Para invitarlos a las
bodas. Pero ellos rechazaron el mensaje de
invitación y a sus mensajeros. Jesús dijo:
“¡Jerusalén, Jerusalén. Que matas a los profetas y
apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces
quise juntar a tus hijos, como junta la gallina a sus
polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!” (Mateo
23: 37).

Ahora, el Señor sigue enviando a su iglesia a


cumplir la misión. Es la última invitación que Dios
hace a través de la proclamación del triple mensaje
angelical de Apocalipsis 14: 6-12.
El primer mensajero representado por un ángel
es quien marca la pauta. Éste, lleva en su mano el
“evangelio eterno para predicarlo a los moradores
de la tierra, a toda nación, tribu, pueblo y lengua”
(cf. Apocalipsis 14: 6).
¿Qué es lo que posee la iglesia? “El evangelio
eterno”.
¿Para qué la iglesia posee el evangelio eterno?
“Para predicarlo a todas las naciones de la tierra”.
¿Quién debe proclamar el evangelio eterno en
esta última generación? “La iglesia es la depositaria

60
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

de la verdad”, y por tanto la que debe proclamar


este mensaje tan solemne al mundo entero.
“Los adventistas del séptimo día han sido
elegidos por Dios como pueblo particular,
separado del mundo. Con el gran instrumento de
la verdad, los ha sacado de la cantera del mundo
y los ha relacionado consigo. Ha hecho de ellos
representantes suyos, y los ha llamado a ser sus
embajadores durante esta última fase de la obra
de salvación. Les ha encargado que proclamen al
mundo la mayor suma de verdad que se haya
confiado alguna vez a seres mortales, las
advertencias más solemnes y terribles que Dios
haya enviado alguna vez a los hombres” (Joyas
de los testimonios, tomo 3, p. 140).

Se trata de la última invitación a un mundo


que perece. También es la última advertencia a un
mundo en rebelión. La voluntad de Dios es que
llegue a todo el mundo esta invitación antes de que
se cierre el tiempo de la gracia. “Porque el tiempo
está cerca”, dice el profeta en Apocalipsis 1: 3.
Por otro lado, no es que sea pesimista. Pero
pese a la invitación final, los invitados, según la
parábola no sólo harán caso omiso a la invitación,
sino que también rechazarán a los mensajeros
(siervos) y los maltratarán y los matarán. ¿No se
predice acaso acá un tiempo de persecución o
tribulación contra los proclamadores de la verdad?
Al mismo tiempo, se habla de un decreto de muerte
por parte de estos homicidas que no eran dignos de
la invitación del Rey.

61
Marcelo J. Solís M.

La señora Elena G. de White, escribió:


«Aquellos que vivan durante los últimos días de la
historia de esta tierra, sabrán lo que significa ser
perseguidos por causa de la verdad. La injusticia
prevalecerá en los tribunales. Los jueces se
negarán a escuchar las razones de los que son
leales a los mandamientos de Dios, porque saben
que los argumentos a favor del cuarto
mandamiento son irrefutables. Dirán: “tenemos
una ley, y por nuestra ley debe morir”. Para ellos
la ley de Dios no significa nada. “Nuestra ley” es
suprema para ellos. Aquellos que respeten esta ley
humana serán favorecidos, pero no se les
mostrará ningún favor a los que no se inclinen
ante el ídolo del [falso] día de reposo.» (The Signs
of the Times, 26 de mayo de 1898).
«Satanás tiene un millar de ataques disfrazados
que serán lanzados contra el pueblo leal a Dios,
que guarda los mandamientos de Dios, para
obligarlos a violar su conciencia» (Carta 30ª,
1892).

Ropas dignas de bodas


En su última advertencia, Dios insiste en llamar y
traer a todos a sí mismo para que entren a las bodas
de su Hijo. Se trata de la última generación. No son
simplemente invitados, sino más bien los traídos.
Todos están siendo traídos a la fiesta de bodas. Dios
hace su obra; la iglesia también.
Pero, es necesario que todos entren con
ropas dignas. Nadie que no se vista la ropa de bodas
podrá permanecer en ella. Será echado afuera, a las
tinieblas. Y allí sí será el lloro y el crujir de dientes.
62
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

Pongámonos las ropas limpias y


resplandecientes de la Justicia de Dios.

Un juicio investigador
«Cuando el rey entró para ver a los invitados y se
encontró con uno que no estaba vestido para la
boda, le dijo: “Amigo, ¿cómo fue que entraste
aquí, sin estar vestido para la boda?” Y aquel
enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían:
“Aten a este de pies y manos, y échenlo de aquí, a
las tinieblas de afuera. ¡Allá habrá llantos y
rechinar de dientes!” Porque son muchos los
llamados, pero pocos los escogidos.» (Mateo 22:
11-14).

Al momento de entrar los que fueron


llamados a las bodas, se efectúa un juicio
investigador. A la iglesia del Señor están entrando
muchas personas, “buenas y malas”; “convertidas e
inconversos”. Muchos entran a la boda por la fe
mediante la gracia de Cristo, pero otros, jugando
con la gracia, entran sin haberse puesto la ropa de
justicia que es por la fe. Sin embargo, en el juicio
investigativo se descubrirá quién tiene las
vestiduras dignas y quién no.
Se hace, a través de esto, un llamado a la
iglesia actual, a que nos pongamos las ropas de
justicia. No solo es el atuendo necesario para entrar
y permanecer en el templo celestial por la fe (las
bodas) sino también es un requisito indispensable
para poder asistir a “la cena de las bodas del
Cordero”.

63
Marcelo J. Solís M.

Alabemos al Señor con las palabras que


registra el profeta Isaías en el capítulo sesenta y
uno y versículo diez:
«En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma
se alegrará en mi Dios, porque me vistió con
vestiduras de salvación, me rodeó de manto de
justicia, como a novio me atavió y como a novia
adornada con sus joyas» (Isaías 61: 10).

El Señor dice:
«Así mimo vestiré de salvación a sus sacerdotes y
sus santos darán voces de júbilo» (Salmo 132: 16).

Job testifica:
«Iba yo vestido de justicia, cubierto con ella; como
manto y diadema era mi rectitud» (Job 29: 14).

Por su parte, en el Nuevo Testamento, Pablo


exhorta a los cristianos, diciendo:
«Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la
verdad, vestidos con la coraza de la justicia y
calzado los pies con el celo por anunciar el
evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo
de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de
fuego del maligno. Tomad el yelmo de la
salvación, y la espada del Espíritu, que es la
palabra de Dios» (Efesios 6: 14-17).

También, a los Tesalonicenses les escribió:


«Pero nosotros, que somos del día, seamos
sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de la fe
y del amor, y con la esperanza de la salvación
como casco» (1 Tesalonicenses 5: 8).

64
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

Ahora, observemos cómo lo describe Juan en


el Apocalipsis:
“Y oí como la voz de una gran multitud, como el
estruendo de muchas aguas y como la voz de
grandes truenos, que decía: «¡Aleluya!, porque el
Señor, nuestro Dios Todopoderoso, reina.
Gocémonos, alegrémonos y démosle gloria,
porque han llegado las bodas del Cordero y su
esposa se ha preparado. Y a ella se le han
concedido que se vista de lino fino, limpio y
resplandeciente». (El lino fino representa las
acciones justas de los santos)” (Apocalipsis 19: 6-
8).

Sobre el lino fino, que la nota entre paréntesis


dice que representa las acciones justas de los
santos, citemos lo siguiente:
Sobre Babilonia, se sabe que no todo es malo
en ella. Tiene un sincronismo de cosas buenas con
malas, de mentiras con verdades. Por eso se dice de
ella que posee “lino fino” en Apocalipsis 18: 12, 16.
También, en Apocalipsis 19: 14 se habla de los
ejércitos del cielo, es decir, los ángeles están
“vestidos de lino”, pero no fino, sino “finísimo,
blanco y limpio”. Dado a que sus acciones están
limpias de contaminación del egoísmo y pecado
porque son los mensajeros del Señor, son “los
ejércitos celestiales”.
Sobre los siete ángeles que salieron del
templo celestial para derramar las siete plagas
postreras, se dice que estaban “vestidos de lino

65
Marcelo J. Solís M.

limpio y resplandeciente y ceñidos alrededor del


pecho con cintos de oro” (Apocalipsis 15: 6).
Sobre las leyes del templo dadas al profeta
Ezequiel se dijo acerca de los que ministrarían en
las puertas del atrio y dentro de la casa:
«Cuando entren por las puertas del atrio interior,
se vestirán con vestiduras de lino, no llevarán
sobre ellos cosas de lana cuando ministren en las
puertas del atrio y dentro de la casa» (Ezequiel 44:
17).

Como observamos, en las Escrituras, el vestir


con este atuendo (lino fino) es muy importante
para la obra que Dios requiere en este tiempo
(tiempo del juicio investigador).
Durante este período del Juicio Investigador,
los siervos de Dios están buscando esas almas que
están pereciendo sin Dios y sin esperanza.
Cristo es la solución de todos tus problemas.
Confía en él. El Señor ha mandado siervos suyos a
buscarte para ser alcanzado con su gracia salvadora
y que seas rescatado de la vana manera de vivir
según el mundo, para que entres al reino de la
gracia. Cristo quiere que te tornes victorioso en su
nombre en esta lucha contra el pecado. Él ha
prometido: “El vencedor será vestido de vestiduras
blancas…” (Apocalipsis 3: 5).
Debes acercarte a Jesús, y comprar de Él, sin
dinero, por su gracia, esas “vestiduras blancas para
vestirte, para que no se descubra la vergüenza de tu
desnudez” (Apocalipsis 3: 18).
66
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

Si deseas ser encontrado entre los redimidos


y si anhelas ser contado entre aquella gran multitud
que no se puede contar, debes vestirte tus ropas
blancas, porque sobre ellos, Juan, en Apocalipsis 7:
9, en símbolo de victoria sobre el pecado; y en
victoria sobre la bestia y su imagen, dice:
«Después de esto miré, y vi una gran multitud, la
cual nadie podía contar, de todas las naciones,
tribus, pueblos y lenguas. Estaban delante del
trono y en la presencia del Cordero, vestidos de
ropas blancas y con palmas en sus manos».

Para entrar a las bodas se requieren esas


ropas blancas que es la justicia de Cristo. Dejar que
sea la justicia celestial que cubra nuestra vida es lo
mismo que ser “justificados por la fe mediante su
gracia” y vivir en la obediencia de los
mandamientos de Dios por la fe de Jesús.

Las diez vírgenes y las


bodas del Cordero
Muchas veces he leído la parábola de las diez
vírgenes y cada vez encuentro elementos
importantes que apuntan al Juicio Investigador de
Apocalipsis 14: 6, 7.
Jesús relató esta parábola para ilustrar
realidades celestiales con elementos terrenales, y
dijo:
«Entonces el reino de los cielos será semejante a diez
vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a
recibir al novio. Cinco de ellas eran prudentes y cinco
insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas,

67
Marcelo J. Solís M.

no tomaron consigo aceite; Pero las prudentes


tomaron aceites en sus vasijas, juntamente con sus
lámparas. Como el novio tardaba, cabecearon todas
y se durmieron. Y a la media noche se oyó un clamor:
“¡Aquí viene el novio, salid a recibirlo!” Entonces
todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron
sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las
prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, porque
nuestras lámparas se apagan”. Pero las prudentes
respondieron diciendo: “Para que no nos falte a
nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden y
comprad para vosotras mismas”. Pero mientras ellas
iban a comprar, llegó el novio; y las que estaban
preparadas entraron con él a la boda, y se cerró a
puerta. Después llegaron también las otras vírgenes,
diciendo: “¡Señor, Señor, ábrenos!” Pero él,
respondiendo, dijo: “De cierto os digo que no os
conozco”. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la
hora en que el Hijo del hombre ha de venir» (Mateo
25: 1-13).

Sabiduría versus insensatez


“El reino de los cielos será semejante a diez
vírgenes…” Las diez vírgenes representan o se las
compara con el Reino de los cielos. Por lo tanto, sin
importar de qué naturaleza sean las diez, se habla
dentro de un contexto cristiano o de creyentes. Por
lo cual, se puede asegurar de que estas diez
doncellas es una representación de dos tipos de
creyentes. ¿Y por qué dos tipos de creyentes?
Porque el Maestro dijo que “cinco de ellas eran
prudentes y cinco insensatas” (Mateo 25: 2).
La sabiduría no es compatible con la
insensatez. Por lo cual está claramente distinguido
68
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

que ambos grupos de doncellas eran incompatibles.


Aunque ambos grupos tenían el mismo propósito,
pero con diferente actitud.
Por un lado, las insensatas no fueron
previsoras. “Tomando sus lámparas, no tomaron
consigo aceite” (ver. 3).
Pensemos en el significado espiritual
de estos elementos: La lámpara es un símbolo
de la Palabra de Dios. El salmista escribió:
“Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a
mi camino” (Salmo 119: 105). Y el aceite, por su
parte, es un símbolo del Espíritu Santo.
Combustible para que la lámpara permanezca
encendida. Y si su antorcha está flamante, la
lámpara siempre iluminará. Pues, el acto de
iluminar o dar luz, es un símbolo de sabiduría,
conocimiento y discernimiento. Y es que –como lo
dijo Pablo– “las cosas espirituales, se disciernen
espiritualmente”. La luz también es un símbolo de
Jesucristo. Acerca de sí mismo, dijo: “Yo soy la luz
del mundo”. Es que Jesucristo es “la Palabra
encarnada”. Y también “es la luz que alumbra a
todo hombre”.
Existen muchos cristianos que van a sus
casas de cultos, o sea, a las iglesias donde se
congregan, llevan sus Biblias, pero no conocen
mucho de la Palabra de Dios. No la leen. Abren sus
páginas generalmente sólo cuando se las cita el
predicador a la hora del culto, pero después de eso
no la estudian ni profundizan en ella. Este tipo de
cristianos no tienen conocimiento suficiente como

69
Marcelo J. Solís M.

para ayudar a otros mediante la explicación de las


Escrituras. Es como si su luz fuera tenue u oscura
aún. Tampoco practican la oración personal. Por lo
general oran solo en las reuniones de su iglesia,
pero después, no. Por consiguiente, carecen de la
presencia del Espíritu Santo en sus vidas. Eso
explica su estado anímico espiritual y su desgano
en las cosas de Dios. Casi nunca desean estar en la
obra de Dios. Tienen un tipo de religión muy
acomodada y tranquila. No salen de su zona de
confort. Se sienten bien como están y ya se
acomodaron a ese estilo de vida mediocre. Este tipo
de personas son las que están representadas por las
cinco vírgenes insensatas.
“Pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas,
juntamente con sus lámparas” (Mateo 25:4).

Las cinco vírgenes sensatas, sabias o


prudentes representan a aquellos cristianos
sinceros y fervientes. Toman el aceite en sus vasijas
juntamente con sus lámparas. Son previsoras.
Toman decisiones sabias y piensan en su
preparación para el futuro. Claro, aunque las cinco
vírgenes insensatas también esperaban al novio, las
sabias también lo esperaban. La diferencia era que
las primeras lo esperaban sin preparación
adecuada. Es decir, ellas creían que lo estaban
esperando. Pero las del segundo grupo esperaban
al novio y se prepararon para continuar con sus
lámparas encendidas hasta su venida.
En esta parábola encontramos que las diez
vírgenes “salieron a recibir al novio”, es decir, que
lo esperaban, pero como ya dijimos, no todas se
70
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

habían preparado adecuadamente. Implícitamente


esto nos comunica la realidad de la necesidad
nuestra de una preparación adecuada previa al
advenimiento de Jesucristo.
Mientras esperaban la llegada del novio,
hubo una demora, y “como el novio tardaba,
cabecearon todas y se durmieron” (Mateo 25: 5).
La cuestión aquí no es la tardanza en sí
misma, sino la falta de preparación de las necias,
que no tuvieron en cuenta la posibilidad de una
tardanza. Esto es una explicación de lo que significa
“velar”, como lo son también las siguientes dos
parábolas.
Sin embargo, hay una realidad innegable en
nuestro tiempo, la iglesia pareciera estar dormida
ante la aparente demora de la segunda venida de
nuestro Señor Jesucristo. Pero, algo tendrá que
ocurrir para que despierte de su soñolienta
condición espiritual. Sólo Dios lo sabe y creo que
sólo Dios lo puede hacer. El Señor intervendrá con
su Santo Espíritu en el corazón de sus siervos.
Las diez vírgenes esperaban al novio. Las
diez vírgenes, ante la demora, cabecearon y se
durmieron. Pero sólo cinco de ellas, se habían
preparado con suficiente aceite de modo que sus
lámparas no se les apagaran en el momento más
oportuno. Podían repetir las palabras de Cantar de
los Cantares 5: 2, confiadamente: “Yo dormía, pero
mi corazón velaba”, porque sus lámparas siempre
permanecieron encendidas. Su aceite era
abundante. Esto significa “velar”.
71
Marcelo J. Solís M.

Mientras las lámparas contengan el aceite


suficiente habrá luz permanentemente. Una vida
con luz vence todas las tinieblas. Una persona llena
del Espíritu Santo tendrá luz en su interior. El
Espíritu es quien le enseñará todas las cosas, y esto
es lo que la hace más sabia.
En cambio, una persona sin el Espíritu
Santo, no tendrá la luz suficiente como para
conocer la verdad de todas las cosas. Porque “Las
cosas espirituales se disciernen espiritualmente”.
Esta es la razón por la cual, en la parábola, las cinco
vírgenes insensatas se perdieron entrar con el
novio a las bodas.

La venida del novio según


Elena G. de White
“Y a la media noche se oyó un clamor: ¡Aquí
viene el novio, salid a recibirlo!” (Mateo 25: 6).

Acerca de esta parábola, podemos leer


muchas interpretaciones. Sin embargo, me gusta la
forma cómo lo explica la señora Elena G. de White
en su libro El Conflicto de los Siglos.
La venida de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote
al lugar santísimo para la purificación del
santuario, de la que se habla en Daniel 8:14; la
venida del Hijo del hombre al lugar donde está el
Anciano de días, tal como está presentada en
Daniel 7:13; y la venida del Señor a su templo,
predicha por Malaquías (3: 1), son descripciones
del mismo acontecimiento representado también
por la venida del Esposo a las bodas, descrita por

72
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis
Cristo en la parábola de las diez vírgenes, según
Mateo 25.
En el verano y otoño de 1844 fue hecha esta
proclamación: “¡He aquí que viene el Esposo!” Se
conocieron entonces las dos clases de personas
representadas por las vírgenes prudentes y fatuas:
la una que esperaba con regocijo la aparición del
Señor y se había estado preparando
diligentemente para ir a su encuentro; la otra que,
presa del temor y obrando por impulso, se había
dado por satisfecha con una teoría de la verdad,
pero estaba destituida de la gracia de Dios. En la
parábola, cuando vino el Esposo, “las que estaban
preparadas entraron con él a las bodas”. La venida
del Esposo, presentada aquí, se verifica antes de la
boda. La boda representa el acto de ser investido
Cristo de la dignidad de Rey. La ciudad santa, la
nueva Jerusalén, que es la capital del reino y lo
representa, se llama “la novia, la esposa del
Cordero”. El ángel dijo a San Juan: “Ven acá; te
mostraré la novia, la esposa del cordero”. “Me
llevó en el Espíritu”, agrega el profeta, “y me
mostró la santa ciudad de Jerusalén,
descendiendo del cielo, desde Dios”. Apocalipsis
21:9, 10 (VM). Salta pues a la vista que la Esposa
representa la ciudad santa, y las vírgenes que
van al encuentro del Esposo representan a la
iglesia. En el Apocalipsis, el pueblo de Dios lo
constituyen los invitados a la cena de las bodas.
Apocalipsis 19:9. Si son los invitados, no pueden
representar también a la esposa. Cristo, según el
profeta Daniel, recibirá del Anciano de días en el
cielo “el dominio, y la gloria, y el reino”, recibirá la
nueva Jerusalén, la capital de su reino, “preparada
como una novia engalanada para su esposo”.
Daniel 7:14; Apocalipsis 21:2 (VM). Después de
73
Marcelo J. Solís M.

recibir el reino, vendrá en su gloria, como Rey de


reyes y Señor de señores, para redimir a los suyos,
que “se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob”,
en su reino (Mateo 8:11; Lucas 22:30), para
participar de la cena de las bodas del Cordero.
La proclamación: “¡He aquí que viene el Esposo!”
en el verano de 1844, indujo a miles de personas a
esperar el advenimiento inmediato del Señor. En
el tiempo señalado, vino el Esposo, no a la tierra,
como el pueblo lo esperaba, sino hasta donde
estaba el Anciano de días en el cielo, a las bodas;
es decir, a recibir su reino. “Las que estaban
preparadas entraron con él a las bodas; y fue
cerrada la puerta”. No iban a asistir en persona a
las bodas, ya que estas se verifican en el cielo
mientras que ellas están en la tierra. Los
discípulos de Cristo han de esperar “a su Señor,
cuando haya de volver de las bodas”. Lucas 12:36
(VM). Pero deben comprender su obra, y seguirle
por fe mientras entra en la presencia de Dios. En
este sentido es en el que se dice que ellos van con
él a las bodas.
Según la parábola, fueron las que tenían aceite en
sus vasos con sus lámparas quienes entraron a las
bodas. Los que, junto con el conocimiento de la
verdad de las Escrituras, tenían el Espíritu y la
gracia de Dios, y que en la noche de su amarga
prueba habían esperado con paciencia,
escudriñando la Biblia en busca de más luz,
fueron los que reconocieron la verdad referente
al santuario en el cielo y al cambio de ministerio
del Salvador, y por fe le siguieron en su obra en
el santuario celestial. Y todos los que por el
testimonio de las Escrituras aceptan las mismas
verdades, siguiendo por fe a Cristo mientras se
74
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis
presenta ante Dios para efectuar la última obra de
mediación y para recibir su reino a la conclusión
de esta, todos esos están representados como si
entraran en las bodas. (El Conflicto de los Siglos,
pp.422-423, todos los énfasis han sido añadidos).

Se puede visualizar perfectamente lo que


significa esta parábola y sus implicaciones
espirituales y trascendentales para el pueblo de
Dios de estos tiempos.
El grito de medianoche, o como lo conocemos
mejor, el clamor de medianoche, no es más que la
proclamación de la segunda venida de Jesús a esta
tierra, según lo anunciaban los milleritas de
entonces para el 22 de octubre de 1844. Sin
embargo, esta venida, aunque se cumplió
realmente en esa fecha, no se refería a un adviento
a la tierra, sino al lugar santísimo del Santuario
celestial, tal como lo vio el profeta Daniel en el
capítulo 7. Se trata de la misma venida que describe
Malaquías 3: 1 de la siguiente manera:
“Yo envío mi mensajero para que prepare el
camino delante de mí. Y vendrá súbitamente a su
Templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el
ángel del pacto”.

Esta venida súbita al Templo se cumple en el


sentido de que el pueblo de Dios esperaba la
Segunda Venida de Cristo a la tierra, y no al Templo
celestial en 1844. Pero el Señor “vino hasta el
Anciano de días” en esa fecha y no a la tierra. Nadie
esperaba la venida del Hijo del hombre al Santuario
celestial. Nadie estaba pensando en eso. Sino que
todos creían que vendría a purificar la tierra,
75
Marcelo J. Solís M.

cuando en realidad él empezó su obra de


purificación del Santuario celestial.
Se puede observar también, que la novia con
quien se casaría el novio de la parábola es la Nueva
Jerusalén, y sus invitados a las bodas representan a
la iglesia. Las bodas representa la entronización de
Cristo al lugar santísimo del Santuario que está en
el cielo para recibir el reino de la ciudad amada, la
Nueva Jerusalén; para recibir “dominio, gloria y
reino, para que todos los pueblos, naciones y
lenguas lo sirvieran; su dominio es dominio eterno,
que nunca pasará; y su reino es uno que nunca será
destruido” (Daniel 7: 14).
Y las vírgenes sabias son todos aquellos fieles
hijos de Dios, llenos del Espíritu Santo, que por la
gracia del Señor, escudriñaron las Escrituras y
llegaron a la comprensión sincera del Ministerio
Sacerdotal de Cristo en su Santuario Celestial. Por
la fe, estas personas, entraron con el Novio a las
Bodas. Fue después de entrar a las bodas que “se
cerró la puerta”. Este elemento es clave acá.
Nosotros los adventistas del séptimo día sabemos
que la puerta abierta que se nos presenta en el
Apocalipsis 3: 8 representa la puerta del lugar
santísimo abierta, que en cierto modo es la
oportunidad de acceso libre a la salvación por
gracia. Dicho de otro modo, es el tiempo de la
gracia para todas las personas. Sin embargo, como
también sabemos, vendrá un el día en que llegue el
fin del tiempo de la gracia, y la puerta se cerrará.
Esto ocurrirá, precisamente antes de la Segunda
Venida de nuestro Señor Jesucristo en gloria y en
76
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

majestad a esta tierra. Por lo tanto, esto puede


decirnos mucho en cuanto a la venida del novio de
la parábola de Mateo 25. No es la Segunda Venida
a la tierra. Es la Venida del Señor a su Templo
celestial.

¿Qué opina la señora de White


sobre la parábola de las
bodas de Mateo 22?
En la parábola del capítulo 22 de San Mateo, se
emplea la misma figura de las bodas y se ve a las
claras que el juicio investigador se realiza antes de
las bodas. Antes de verificarse estas entra el Rey
para ver a los huéspedes, y cerciorarse de que
todos llevan las vestiduras de boda, el manto
inmaculado del carácter, lavado y emblanquecido
en la sangre del Cordero. Mateo 22:11; Apocalipsis
7:14. Al que se le encuentra sin traje conveniente,
se le expulsa, pero todos los que al ser examinados
resultan tener las vestiduras de bodas, son
aceptados por Dios y juzgados dignos de
participar en su reino y de sentarse en su trono.
Esta tarea de examinar los caracteres y de
determinar los que están preparados para el reino
de Dios es la del juicio investigador, la obra final
que se lleva a cabo en el santuario celestial.
Cuando haya terminado este examen, cuando se
haya fallado respecto de los que en todos los siglos
han profesado ser discípulos de Cristo, entonces y
no antes habrá terminado el tiempo de gracia, y
será cerrada la puerta de misericordia. Así que las
palabras: “Las que estaban preparadas entraron
con él a las bodas, y fue cerrada la puerta”, nos
conducen a través del ministerio final del
77
Marcelo J. Solís M.

Salvador, hasta el momento en que quedará


terminada la gran obra de la salvación del
hombre.
En el servicio del santuario terrenal que, como ya
lo vimos, es una figura del servicio que se efectúa
en el santuario celestial, cuando el sumo sacerdote
entraba el día de la expiación en el lugar santísimo
terminaba el servicio del primer departamento.
Dios mandó: “No ha de haber hombre alguno en
el tabernáculo de reunión cuando él entrare para
hacer expiación dentro del santuario, hasta que
salga”. Levítico 16:17 (VM). Así que cuando Cristo
entró en el lugar santísimo para consumar la obra
final de la expiación, cesó su ministerio en el
primer departamento. Pero cuando terminó el
servicio que se realizaba en el primer
departamento, se inició el ministerio en el
segundo departamento. Cuando en el servicio
típico el sumo sacerdote salía del lugar santo el día
de la expiación, se presentaba ante Dios, para
ofrecer la sangre de la víctima ofrecida por el
pecado de todos los israelitas que se arrepentían
verdaderamente. Así también Cristo solo había
terminado una parte de su obra como intercesor
nuestro para empezar otra, y sigue aun ofreciendo
su sangre ante el Padre en favor de los pecadores.
Este asunto no lo entendieron los adventistas de
1844. Después que transcurriera la fecha en que
se esperaba al Salvador, siguieron creyendo que
su venida estaba cercana; sostenían que habían
llegado a una crisis importante y que había cesado
la obra de Cristo como intercesor del hombre ante
Dios. Les parecía que la Biblia enseñaba que el
tiempo de gracia concedido al hombre terminaría
poco antes de la venida misma del Señor en las
78
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis
nubes del cielo. Eso parecía desprenderse de los
pasajes bíblicos que indican un tiempo en que los
hombres buscarán, golpearán y llamarán a la
puerta de la misericordia, sin que esta se abra. Y
se preguntaban si la fecha en que habían estado
esperando la venida de Cristo no señalaba más
bien el comienzo de ese período que debía
preceder inmediatamente a su venida. Habiendo
proclamado la proximidad del juicio,
consideraban que habían terminado su labor para
el mundo, y no sentían más la obligación de
trabajar por la salvación de los pecadores, en tanto
que las mofas atrevidas y blasfemas de los impíos
les parecían una evidencia adicional de que el
Espíritu de Dios se había retirado de los que
rechazaran su misericordia. Todo esto les
confirmaba en la creencia de que el tiempo de
gracia había terminado, o, como decían ellos
entonces, que “la puerta de la misericordia estaba
cerrada”.
Pero una luz más viva surgió del estudio de la
cuestión del santuario. Vieron entonces que
tenían razón al creer que el fin de los 2.300 días,
en 1844, había marcado una crisis importante.
Pero si bien era cierto que se había cerrado la
puerta de esperanza y de gracia por la cual los
hombres habían encontrado durante mil
ochocientos años acceso a Dios, otra puerta se les
abría, y el perdón de los pecados era ofrecido a los
hombres por la intercesión de Cristo en el lugar
santísimo. Una parte de su obra había terminado
tan solo para dar lugar a otra. Había aún una
“puerta abierta” para entrar en el santuario
celestial donde Cristo oficiaba en favor del
pecador.

79
Marcelo J. Solís M.

Entonces comprendieron la aplicación de las


palabras que Cristo dirigió en el Apocalipsis a la
iglesia correspondiente al tiempo en que ellos
mismos vivían: “Estas cosas dice el que es santo,
el que es veraz, el que tiene la llave de David, el
que abre, y ninguno cierra, y cierra, y ninguno
abre: Yo conozco tus obras: he aquí he puesto
delante de ti una puerta abierta, la cual nadie
podrá cerrar”. Apocalipsis 3:7, 8 (VM).
Son los que por fe siguen a Jesús en su gran obra
de expiación, quienes reciben los beneficios de su
mediación por ellos, mientras que a los que
rechazan la luz que pone a la vista este ministerio,
no les beneficia. Los judíos que rechazaron la luz
concedida en el tiempo del primer advenimiento
de Cristo, y se negaron a creer en él como Salvador
del mundo, no podían ser perdonados por
intermedio de él. Cuando en la ascensión Jesús
entró por su propia sangre en el santuario celestial
para derramar sobre sus discípulos las
bendiciones de su mediación, los judíos fueron
dejados en oscuridad completa y siguieron con sus
sacrificios y ofrendas inútiles. Había cesado el
ministerio de símbolos y sombras. La puerta por
la cual los hombres habían encontrado antes
acceso cerca de Dios, no estaba más abierta. Los
judíos se habían negado a buscarle de la sola
manera en que podía ser encontrado entonces,
por el sacerdocio en el santuario del cielo. No
encontraban por consiguiente comunión con
Dios. La puerta estaba cerrada para ellos. No
conocían a Cristo como verdadero sacrificio y
único mediador ante Dios; de ahí que no pudiesen
recibir los beneficios de su mediación.

80
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis
La condición de los judíos incrédulos ilustra el
estado de los indiferentes e incrédulos entre los
profesos cristianos, que desconocen
voluntariamente la obra de nuestro
misericordioso Sumo Sacerdote. En el servicio
típico, cuando el sumo sacerdote entraba en el
lugar santísimo, todos los hijos de Israel debían
reunirse cerca del santuario y humillar sus almas
del modo más solemne ante Dios, a fin de recibir
el perdón de sus pecados y no ser separados de la
congregación. ¡Cuánto más esencial es que en
nuestra época antitípica de la expiación
comprendamos la obra de nuestro Sumo
Sacerdote, y sepamos qué deberes nos incumben!
Los hombres no pueden rechazar impunemente
los avisos que Dios les envía en su misericordia.
Un mensaje fue enviado del cielo al mundo en
tiempo de Noé, y la salvación de los hombres
dependía de la manera en que aceptaran ese
mensaje. Por el hecho de que ella había rechazado
la amonestación, el Espíritu de Dios se retiró de la
raza pecadora que pereció en las aguas del diluvio.
En tiempo de Abraham la misericordia dejó de
alegar con los culpables vecinos de Sodoma, y
todos, excepto Lot con su mujer y dos hijas, fueron
consumidos por el fuego que descendió del cielo.
Otro tanto sucedió en días de Cristo. El Hijo de
Dios declaró a los judíos incrédulos de aquella
generación: “He aquí vuestra casa os es dejada
desierta”. Mateo 23:38. Considerando los últimos
días, el mismo Poder Infinito declara respecto de
los que “no recibieron el amor de la verdad para
ser salvos”: “Por lo tanto, les envía Dios operación
de error, para que crean a la mentira; para que
sean condenados todos los que no creyeron a la
verdad, antes consintieron a la iniquidad”. 2
81
Marcelo J. Solís M.

Tesalonicenses 2:10-12. A medida que se rechazan


las enseñanzas de su Palabra, Dios retira su
Espíritu y deja a los hombres en brazos del engaño
que tanto les gusta.
Pero Cristo intercede aún por el hombre, y se
otorgará luz a los que la buscan. Aunque esto no
lo comprendieron al principio los adventistas, les
resultó claro después, a medida que los pasajes
bíblicos que definen la verdadera posición de ellos
empezaron a hacerse inteligibles.
Cuando pasó la fecha fijada para 1844, hubo un
tiempo de gran prueba para los que conservaban
aún la fe adventista. Su único alivio en lo
concerniente a determinar su verdadera
situación, fue la luz que dirigió su espíritu hacia el
santuario celestial. Algunos dejaron de creer en la
manera en que habían calculado antes los
períodos proféticos, y atribuyeron a factores
humanos o satánicos la poderosa influencia del
Espíritu Santo que había acompañado al
movimiento adventista. Otros creyeron
firmemente que el Señor los había conducido en
su vida pasada; y mientras esperaban, velaban y
oraban para conocer la voluntad de Dios, llegaron
a comprender que su gran Sumo Sacerdote había
empezado a desempeñar otro ministerio y,
siguiéndole con fe, fueron inducidos a ver además
la obra final de la iglesia. Obtuvieron un
conocimiento más claro de los mensajes de los
primeros ángeles, y quedaron preparados para
recibir y dar al mundo la solemne amonestación
del tercer ángel de Apocalipsis 14. (El Conflicto de
los Siglos, pp. 423-426).

82
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

No puedo decir nada más que ¡Gloria a Dios!


El Señor todo lo tiene preparado. Esto es parte del
gran plan de salvación.
Ahora, me gustaría que volvamos a la
bienaventuranza de nuestro estudio:
El ángel me dijo: Escribe: “Bienaventurados los
que son llamados a la cena de las bodas del
Cordero”. Y me dijo: “Estas son palabras
verdaderas de Dios” (Apocalipsis 19: 9)

Entonces, para poder asistir “a la cena de las


bodas del Cordero” es menester antes entrar por la
fe a las bodas. Es decir, tenemos que pasar por la
experiencia del Ministerio de Cristo en su
Santuario, para estar listos y participar de la cena
de las bodas.
Con palabras claras y sencillas, el Señor nos
dice en Apocalipsis 3: 20:
«Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz
y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él
conmigo».

En otros pasajes del Nuevo Testamento (NT),


la posición de Cristo a la puerta habla de la
proximidad de su regreso.
“Tened vuestra cintura ceñida y vuestras
lámparas encendidas; sed semejantes a hombres
que aguardan a que su Señor regrese de las bodas,
para que, cuando llegue y llame, le abran
enseguida. Bienaventurados aquellos siervos a los
cuales su Señor, cuando venga, halle velando; de
cierto os digo que se ceñirá y hará que se sienten a
83
Marcelo J. Solís M.

la mesa y vendrá a servirles. Y aunque venga a la


segunda vigilia o a la tercera vigilia, si los halla
velando, bienaventurados son aquellos siervos.
(Lucas 12: 35-38).

Ahora, me pregunto, ¿qué significa tener


“vuestra cintura ceñida y vuestras lámparas
encendidas”? Significa con un cinto, que impedía
que las largas ropas flotantes de la época
estorbaban al trabajar. Entonces tener ceñidas las
cinturas significa estar trabajando en la obra de
Dios. Las lámparas encendidas no es otra cosa más
que dejarse iluminar por la Palabra de Dios todo el
tiempo. Esto es velar. Trabajar en su obra y esperar
la Segunda Venida gloriosa y en majestad de
nuestro Rey mientras seguimos estudiando y
predicando la Palabra de Dios y de esta manera
iluminando al mundo con la verdad del evangelio
eterno.
Sobre la cercanía de la Segunda Venida, en
Mateo 24: 33 y 44 también leemos:
«Así también vosotros, cuando veáis todas estas
cosas, conoced que está cerca, a las puertas… Por
tanto, también vosotros estad preparados, porque
el Hijo del hombre vendrá a la hora que no
pensáis».

De la misma forma, estas palabras se


registran en Marcos 13: 29: «Así también vosotros,
cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que
está cerca, a las puertas». Por su parte, Santiago 5:
9, dice: «el Juez ya está delante de la puerta». Sí. El
Señor está a la puerta. Mientras tanto, llama al
arrepentimiento de nuestros pecados. A su
84
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

Segunda Venida, quiere servirnos a la mesa y


sentarnos a cenar con él.
Esa cena maravillosa es la más significativa de
todas las cenas, porque es la cena de las bodas del
Cordero de Dios.
¿Estarás allí? Dios te está invitando ahora.
Prepárate para entrar allí y disfrutar del manjar
celestial.

Y me dijo: “Estas son palabras


verdaderas de Dios”
(Apocalipsis 19: 9).

Ante semejante declaración divina, Juan tuvo


una reacción de querer adorar al mensajero
celestial, pero el ángel le dijo:
«¡Mira, no lo hagas! Yo soy consiervo tuyo y
de tus hermanos que mantienen el testimonio de
Jesús. ¡Adora a Dios!» —fue la exhortación del
ángel— Y Juan explica entre paréntesis: «(El
testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía)»
(Apocalipsis 19: 10).
¡Sí! ¡Adoremos a Dios!
Este es un llamado que se hace una y muchas
veces más en el Apocalipsis, porque lo contrario, si

85
Marcelo J. Solís M.

no adoras a Dios, terminarás adorando a la bestia


que se describe en el capítulo 13.
Por eso se dice que:
«Se le permitió infundir aliento a la imagen de
la bestia, para que la imagen hablara e hiciera
matar a todo el que no la adorara» (Apocalipsis 13:
15). Ya antes, en el versículo 8 se dijo de esta
adoración: «La adoraron todos los habitantes de la
tierra cuyos nombres no estaban escritos desde el
principio del mundo en el libro de la vida del
Cordero que fue inmolado».
Nuestro mensaje debe mantener la tónica
celestial y no bajar la guardia, dando la última
advertencia al mundo entero:
«Si alguno adora a la bestia y a su imagen y recibe
la marca en su frente o en su mano, él también
beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido
vaciado puro en el cáliz de su ira; y será
atormentado con fuego y azufre delante de los
santos ángeles y del Cordero. El humo de su
tormento sube por los siglos de los siglos. No
tienen reposo de día ni de noche los que adoran a
la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la
marca de su nombre» (Apocalipsis 14: 9-11).

El llamado de Dios es:


«Adorad a Aquel que hizo el cielo y la tierra,
el mar y las fuentes de las aguas» (14: 7 ú. p.).

86
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

87
Marcelo J. Solís M.

“Bienaventurado y santo el que


tiene parte en la primera
resurrección; la segunda muerte
no tiene poder sobre estos, sino
que serán sacerdotes de Dios y de
Cristo y reinarán con él mil años”
(Apocalipsis 20: 6).

88
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

BIENAVENTURADO
y santo el que tiene parte en
la primera resurrección

E STA BIENAVENTURANZA es una


verdadera joya; es una maravillosa promesa
esperanzadora para el pueblo de Dios. Para
los enlutados; para los cristianos de todos los
tiempos que han sido separados de sus seres
queridos por causa de la muerte. Pues se les
promete no morir por segunda vez, antes bien, se
les da la seguridad de reinar con Cristo en el cielo
por mil años.
La primera resurrección es únicamente para
los muertos en Cristo. La segunda resurrección es
para quienes en vida despreciaron la gracia
redentora de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Hay una bendición especial para quienes
participen de la primera resurrección.
«En la primera resurrección todos surgen dotados
de lozanía inmortal; pero en la segunda son
visibles en todos las señales de la maldición.
Todos surgen de sus tumbas como descendieron a
ella. Los que vivieron antes del diluvio, surgen con
su estatura gigantesca más de dos veces el tamaño
de los que ahora viven en la tierra, y bien
89
Marcelo J. Solís M.

proporcionados. Las generaciones posteriores al


diluvio disminuyeron en estatura» (Spiritual
Gifts, tomo 3, pp. 84-85).

Si esto es así, entonces merece la pena


analizar a profundidad la primera resurrección.

La Primera Resurrección
Se trata de la resurrección general de los difuntos
que descansan en Cristo Jesús. Sobre esta primera
resurrección, podemos leer en el Nuevo
Testamento la promesa consoladora de la
resurrección de los hijos de Dios que descendieron
al sepulcro creyendo en su Salvador Jesucristo.
«Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis
acerca de los que duermen, para que no os
entristezcáis como los que no tienen esperanza.
Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así
también traerá Dios con Jesús a los que
durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en
palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que
habremos quedado hasta la venida del Señor, no
precederemos a los que durmieron. Porque el
Señor mismo con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del
cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con
ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire,
y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto,
alentaos los unos a los otros con estas palabras»
(1 Tesalonicenses 4: 13-18).

En estas palabras se pueden observar cuatro


cosas fundamentalmente importantes: (1) se da la
90
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

gloriosa esperanza de la resurrección de los


muertos cristianos, (2) las circunstancias de la
resurrección, (3) la traslación de los justos vivos y
de los resucitados y (4) todos los creyentes deben
consolarse mutuamente con esta seguridad.
(1) Se da la gloriosa esperanza
de la resurrección de los
muertos cristianos
La base para tener esta esperanza está fundada en
la misma resurrección de nuestro Señor
Jesucristo. Jesús, con su muerte venció al pecado,
y con su resurrección venció a la muerte.
La muerte entró al mundo por el pecado de
Adán, pero la vida eterna la trajo Cristo mediante
su victoria sobre la muerte. «Y el postrer enemigo
que será destruido es la muerte», a favor de todos
los hijos de Dios. Porque él dice que no quiere “la
muerte del que muere” (1 Corintios 15; 26 y
Ezequiel 18: 32). Jehová, «destruirá a la muerte
para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda
lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de
su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha
dicho» (Isaías 25: 8).
Sobre sí mismo, el Señor le aseguró a Marta, la
hermana de Lázaro: «Jesús le dijo: “Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque
esté muerto, vivirá”» (Juan 11: 26). «En él estaba
la vida, y la vida era la luz de los hombres» (Juan
1: 4). La vida de Cristo no era prestada. “En él
estaba la vida”. Se refiere a la vida eterna, la vida
que es exclusiva propiedad de Dios. Sobre nuestra
91
Marcelo J. Solís M.

vida física, es algo que hemos recibido cada


individuo. No es eterna ni inmortal, pues Dios la
toma de nuevo, siendo él el Dador de la vida. Y la
vida eterna sólo se la puede poseer a través de
Cristo. La resurrección para la vida eterna no es un
premio, es un obsequio de Dios; es la dádiva
gratuita de Dios para quien crea en Cristo como su
Salvador personal. «Porque la paga del pecado es
muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús, Señor nuestro» (Romanos 6: 23).
Así que, la resurrección de los justos y fieles es
una esperanza consoladora “para que no os
entristezcáis como los que no tienen esperanza” (1
Tesalonicenses 4: 13). Es por eso que, los hijos de
Dios cuentan con un poderoso recurso para
enfrentar el frío valle de la muerte: «Aunque ande
en valle de sombra de muerte, no temeré mal
alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu
cayado me infundirán aliento» (Salmo 23: 4).
(2) las circunstancias de
la resurrección
Es una circunstancia escatológica. La resurrección
de los justos de Dios no ocurrirá sino hasta que
Cristo vuelva en gloria y en majestad. «Porque el
Señor mismo con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del
cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero»
(1 Tesalonicenses 4: 16).
«Cuando Cristo venga para reunir consigo a los
que le han sido fieles, resonará la última trompeta
y toda la tierra la oirá, desde la cumbre desde las

92
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis
más altas montañas hasta las más bajas
depresiones de las minas más profundas. Los
muertos justos oirán el sonido de la última
trompeta, y saldrán de sus tumbas para ser
revestidos de inmortalidad y para encontrarse con
su Señor» (Special Testimonies, Serie B, N° 2, p.
24).

Por eso, leemos —en el Antiguo Testamento—


las inspiradas palabras de Dios por medio del
profeta Isaías: “Tus muertos vivirán; sus
cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad,
moradores del polvo!, porque tu rocío es cual rocío
de hortalizas, y la tierra dará sus muertos” (Isaías
26: 19, el énfasis ha sido añadido).
«El Dador de la vida reunirá en la primera
resurrección a su posesión comprada, y hasta que
llegue esa hora triunfante, cuando suene la última
trompeta y el inmenso ejército surja para victoria
eterna, cada santo que duerme será conservado
con seguridad, y será guardado como una joya
preciosa a la que Dios conoce por nombre.
Mediante el poder del Salvador que estuvo en ellos
mientras vivían y porque fueron participantes de
la naturaleza divina, son sacados de entre los
muertos» (Carta 65a, 1894).

La teoría de que los muertos buenos ya viven


en un mundo mejor no es verdadera. Ellos
resucitarán para vida eterna en ocasión del
advenimiento de nuestro Señor Jesucristo. El
apóstol San Pablo, escribió:
“He aquí os digo un misterio: No todos
dormiremos, pero todos seremos transformados,
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos; a la
93
Marcelo J. Solís M.

final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los


muertos serán resucitados incorruptibles, y
nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:
51-52).

Nuestro amante Salvador Jesucristo murió


por nuestros pecados, mas no se quedó en la
tumba. Él resucitó y rompió las cadenas del
sepulcro después de yacer allí tres días. Es por eso
que se deja oír su victoriosa voz, al decirnos:
“estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los
siglos”. Él pronto volverá, haciendo sonar su
triunfante voz de arcángel y trompeta de Dios.
¿Cómo te estás preparando para ese glorioso
acontecimiento? Si tuviéramos que caer muertos
ahora, ¿estaremos listos como para ir al descanso
con la esperanza de la resurrección para vida
eterna?
El Dador de la vida volverá pronto para
resucitar a sus hijos que hoy descansan en el
sepulcro. El Cristo glorioso y resucitado volverá
para romper las cadenas de la tumba y derrotar
para siempre a la muerte y al sepulcro. Liberará a
los cautivos y proclamará: “Sorbida es la muerte en
victoria”. Cristo es la resurrección y la vida eterna.
Entonces, se presentará la hueste resucitada
delante de Él. Sus últimos pensamientos fueron de
la muerte y sus funestas angustias. Pero ahora,
proclaman: “¿Dónde está muerte tu aguijón?
¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” Al despertar,
todo dolor, enfermedad y sufrimientos habrán
desaparecido para siempre.

94
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

Recibirán el último toque de inmortalidad y


junto con todos los justos vivos, ascenderán a las
moradas celestiales para encontrarse con su Señor
y Salvador. Se abrirán las puertas de la ciudad
amada de par en par, y entrarán por ellas todos
aquellos santos victoriosos que han lavado sus
ropas y las han emblanquecido en la sangre del
Cordero que estuvo muerto y vivió.
Recibirán sus coronas de oro, la corona de la
vida eterna. Y postrados a los pies del Redentor, lo
adorarán reverentemente y con gran gozo en sus
almas. Entonarán un cántico triunfal en perfecta
armonía y grande júbilo. El nombre de Dios será
glorificado. Dirán: “El Cordero que fue inmolado,
es digno de toda alabanza”. Ellos sabrán que Dios
ha hecho nuevas todas las cosas, y que el dolor, la
muerte y el sufrimiento se habrán desvanecido para
siempre.
(3) La traslación de los justos vivos
y de los resucitados
Algunos sectores cristianos han opinado que este
traslado ocurrirá repentina y súbitamente. Es
decir, “en un abrir y cerrar de ojos”. Pero en
realidad, para ser honesto con usted, las Escrituras
no nos hablan de una traslación de esa manera. La
Biblia habla de una transformación instantánea,
pero no de una traslación.
«He aquí, os digo un misterio: no todos
dormiremos; pero todos seremos transformados,
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la
final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los

95
Marcelo J. Solís M.

muertos serán resucitados incorruptibles, y


nosotros seremos transformados. Porque es
necesario que esto corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se vista de
inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya
vestido de incorrupción, y esto mortal se haya
vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la
palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en
victoria» (1 Corintios 15: 51-54).

La Biblia presenta ese momento glorioso


como una victoria divina porque el Señor Jesús
aparecerá en los cielos sobre las nubes con poder y
grande gloria. Vendrá acompañado de sus santos
ángeles para reunir a todos sus elegidos de los
cuatro vientos del cielo, desde un extremo de la
tierra hasta el otro. Ese día, mientras él aparezca en
el cielo, todos los linajes de la tierra lo verán y se
lamentarán ante el horror de su adviento. Porque
ese día será de terror y espanto para los impíos; día
ardiente del Señor para quienes rechazaron la
gracia en el tiempo de salvación. Pero el pueblo de
Dios estará contento y entonará un cántico de
victoria.
«Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro
Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es
Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y
nos alegraremos en su salvación» (Isaías 25: 9).

En ese día solemne, será vencida


—eternamente— la muerte, porque al mundo de
muerte vendrá el Dador de la vida para otorgar vida
sin fin a sus redimidos. Y los justos que no
conocerán la muerte, serán trasladados junto con
los justos resucitados a las moradas eternas de
96
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

salvación con un cuerpo glorificado e inmortal. El


día de la gran victoria habrá llegado para los
redimidos de Jesús. Sus cánticos de alabanzas a
Dios y de triunfo se entonarán y se harán oír por las
bóvedas celestes y juntos con los adoradores
celestiales, las huestes de redimidos del Señor
alabarán a su Salvador.
(4) Todos los creyentes deben
consolarse mutuamente con
esta seguridad
Ningún creyente en el Señor debe desesperar ante
la oscura realidad de la muerte. Cuando un hijo de
Dios va al descanso, debe entenderse que es un
descanso temporal, «Yo sé que mi Redentor
hasta cuando el Señor vive. Y al fin se levantará
venga a despertar a sus sobre el polvo; y después
hijos. Esto ocurrirá en de deshecha ésta mi piel,
la mañana gloriosa de en mi carne he de ver a mi
Dios» (Job 19: 25, 26).
la resurrección. Y los
justos del Señor se levantarán en victoria en la
primera resurrección. Éstos no sufrirán daño de la
segunda muerte, pues resucitarán para vida eterna
por el poder de Dios.
Esta es la esperanza de consolación y fortaleza
espiritual para los que confían en el Señor
Todopoderoso. Esta esperanza renueva nuestras
fuerzas y nos motiva a perseverar en la fe de Jesús
hasta el mismo fin.
El Señor vendrá en las nubes y “todo ojo lo
verá” (Apocalipsis 1: 7). Y sus santos redimidos que

97
Marcelo J. Solís M.

han descendido al descanso saldrán a resurrección


de vida eterna para la gloria de Dios.
No te angusties, apreciado amigo lector, aun
si has atravesado el dolor de despedirte de un ser
querido, o vives la angustia porque tienes algún
familiar cercano a ti casi agonizando. Asegúrate
que esa persona acepte a Jesús en su corazón y que
crea en su Salvador. Porque si tuviese que morir,
pues no será eternamente. Porque «tus muertos
vivirán; sus cadáveres resucitarán» (Isaías 26: 19).
Sin embargo, por el momento, estos hijos de
Dios deben descansar por un poco de tiempo en sus
sepulcros, mientras pasa la tormenta. Por eso el
Señor dice: «Anda, pueblo mío, entra en tus
aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un
poquito, por un momento, en tanto que pasa la
indignación» (Isaías 26: 20).
Cuando Job sufría la desgracia, la
enfermedad y la miseria, le parecía que se iba a
morir, sin embargo, ni el dolor, ni la enfermedad,
«Y se dirá en aquel día:
ni la desgracia y ni la
He aquí, éste es nuestro muerte misma fue causa
Dios, le hemos esperado, alguna para dejar de
y nos salvará; éste es confiar en el Dador de la
Jehová a quien hemos vida. Él dijo: «Yo sé que
esperado, nos gozaremos
y nos alegraremos en su
mi Redentor vive. Y al
salvación» (Isaías 25: 9). fin se levantará sobre el
polvo; y después de
deshecha ésta mi piel, en mi carne he de ver a mi
Dios» (Job 19: 25, 26). Ésta fue la expresión
máxima de la fe y la confianza de Job en Dios. Así

98
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

mismo, nosotros, los hijos de Dios, debemos


expresar nuestra fe y confianza en nuestro
Redentor, aun cuando atravesemos por el valle de
la muerte. Cristo es la solución al problema de la
muerte. Recibamos esta promesa como
consolación y fortaleza de parte de Dios, y lo mejor
aún, que podemos contar con la presencia del
Espíritu Santo, el Consolador.

“Y reinarán con él mil años”


“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la
primera resurrección; la segunda muerte no tiene
poder sobre estos, sino que serán sacerdotes de
Dios y de Cristo y reinarán con él mil años”
(Apocalipsis 20: 6).

Esto requiere una explicación más detallada. En


primer lugar, hablemos del milenio de Apocalipsis
20 como un puente entre las dos resurrecciones.
Dicho de otro modo, los mil años se inician a contar
en ocasión de la Segunda Venida y cuando ocurra
la resurrección de los justos para vida eterna. En
ese entonces, los hijos de Dios, tanto los
resucitados justos como los santos de los últimos
días que no conocerán muerte, ascenderán al cielo
a reinar con Cristo durante los mil años.
Los redimidos «serán sacerdotes de Dios y
de Cristo y reinarán con él mil años» —es lo dicho
por las Escrituras. Esto de ser hechos sacerdotes ya
viene de aceptar la experiencia de la expiación
realizada por el Cordero de Dios y de aceptar la
obra de intercesión de Cristo en su santuario. Por
eso, en Apocalipsis se nos dice: «Al que nos ama,
99
Marcelo J. Solís M.

nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre y


nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre, a él
sea gloria e imperio por los siglos de los siglos.
Amén» (1: 5-6).
Ahora, para comprender mejor esto,
obsérvese la escena solemne de adoración de
Apocalipsis 5, cuando el Cordero tomó el librito
sellado de la mano del que estaba sentado en el
trono celestial:
«Cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres
vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron
delante del Cordero. Todos tenían arpas y copas
llenas de incienso, que son las oraciones de los
santos. Y cantaban un cántico nuevo, diciendo:
“Digno eres de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has
redimido para Dios, de todo linaje, lengua, pueblo
y nación; nos has hecho para nuestro Dios un
reino y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra»
(Apocalipsis 5: 8, 9).

Se puede observar que en estos últimos


versículos se profetiza, incluso, el reino eterno de
Dios y de sus redimidos sobre la tierra. En el 1: 5, 6
solo dice “nos hizo reyes y sacerdotes”, pero no
especifica dónde reinarán los redimidos, pero el
Apocalipsis 20 dice que los redimidos del Señor
reinarán en el cielo por mil años.
Para entonces, la tierra habrá quedado
destruida y vacía completamente. Ningún ser
humano estará vivo sobre la faz de la tierra. Y bajo
cadenas de circunstancias, estará Satanás en la
tierra atado por ese mismo período. El diablo y sus
100
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

demonios no tendrán a nadie a quien tentar.


Algunos le llaman a este período —al milenio— las
vacaciones del diablo.
Sin embargo:
«Cuando los mil años se cumplan, Satanás será
suelto de su prisión y saldrá a engañar a las
naciones que están en los cuatro ángulos de la
tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la
batalla. Su número es como la arena del mar»
(Apocalipsis 20: 7, 8).

Esto implica que, como en el versículo 5, los


impíos muertos resucitarán por el mismo tiempo,
al cumplirse los mil años, serán engañados por el
archienemigo de Dios y serán reunidos en una
rebelión unificada y organizada contra Dios (véase
Ezequiel 38 y 39).
En los capítulos 38 y 39 de Ezequiel vemos
una sola unidad literaria, y esto es sólo un
paréntesis de lo que estamos hablando. Contienen
una profecía sobre Gog, en la tierra de Magog. El
mensaje principal es evidente para el profeta
veterotestamentario: en el futuro (38: 8, 16) Gog
lanzará, desde el lejano norte (38: 6, 15; 39: 2),
junto con sus aliados (38: 2-8), una campaña hostil
contra Israel después del regreso de los judíos
desde el cautiverio asiro-babilónico (38: 8, 12; 39:
23, 25, 27, 28) cuando estén habitando
tranquilamente en su propia tierra (38: 8, 14; 39:
26). Entonces el juicio de Dios (38: 18-22; 39: 2-7,
17-20) destruirá a Gog y a sus confederados sobre
los montes de Israel (39: 4, 15), de modo que Israel

101
Marcelo J. Solís M.

(39: 7, 22, 28) y todas las naciones sabrán que


Jehová es Dios (38: 16, 23; 39: 6, 7, 13; 21, 28) y su
santidad quedará reivindicada (38: 16, 23; 39: 7,
27).
Gog, enemigo misterioso de Dios y de su
pueblo, cuya identidad se deja a oscuras,
probablemente a propósito. Sin embargo, el ataque
contra Gog y su derrota y la de sus aliados aquí
predichos jamás tuvieron lugar en la historia, aun
cuando pudieron haber ocurrido bajo distintas
circunstancias. Pero esta situación histórica
potencial sirve como símbolo prefigurativo (tipo)
para un triple cumplimiento: (1) en Cristo, (2) en la
iglesia, y (3) en el tiempo del fin.
(1) En Cristo: se cumple en principio en su vida,
como representante o personificación de
Israel; Éxodo 4: 22; Isaías 49: 1-7; 52: 13-53:
12; Hechos 8: 30-35. Los ejércitos de “Gog y
Magog”, por así decir, se reunieron para
destruirlo (Hechos 4: 25-27).pero Dios
intervino en favor de su Cristo y lo levantó de
los muertos (Hechos 2: 24, 32).
(2) En la iglesia: se cumplió en múltiples
situaciones análogas, en principio, en el
verdadero Israel (el conjunto de judíos y
gentiles creyentes). Lo que le ocurrió a
Jesucristo también lo experimentó su pueblo.
Todo ataque contra la iglesia de Dios, el pueblo
de su pacto, es un ataque contra Dios mismo,
porque Jesús se identifica íntimamente con sus
seguidores que manifiestan la fe de Abraham
(Zacarías 2: 8; Mateo 25: 40, 45). La
102
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

conspiración en última instancia recae contra


los fieles seguidores de Dios que responden con
obediencia a él y a su ley.
Estos dos primeros cumplimientos lo son solo
en principio, y no incluyen un cumplimiento
particular escatológico o apocalíptico al fin del
tiempo; más bien conducen a éste último. El
tercer cumplimiento es el primario, o pleno.
(3) En el tiempo del fin: según el Apocalipsis, esta
profecía tiene un cumplimiento concreto, tanto
en el momento de la segunda venida de Cristo
como al fin del milenio. Jesucristo es el
vencedor en esta guerra final (Apocalipsis 17:
14), y puede participar en su victoria todo aquel
que opta por él, que se identifica con él y se
pone de su parte (Apocalipsis 3: 20, 21; 12: 10,
11; 16: 15).
Cuando los mil años se cumplan, y Satanás se
organice con toda su confederación para la última
batalla, lucharán contra Dios y contra su santa
ciudad celestial, sabiendo que en medio de ella está
el árbol de la vida, y engañará a sus impíos
seguidores, insinuándoles que al destruir la santa
ciudad se posesionarían del árbol de la vida y
comer así de su fruto para vivir para siempre. Pero
las palabras proféticas dicen: «Subieron por la
anchura de la tierra y rodearon el campamento de
los santos y la ciudad amada; pero de Dios
descendió fuego del cielo y los consumió. Y el
diablo, que los engañaba, fue lanzado en el lago de
fuego y de azufre donde estaban la bestia y el falso
profeta; y serán atormentados día y noche por los
siglos de los siglos» (Apocalipsis 20: 9-10).
103
Marcelo J. Solís M.

Sobre ese lago de fuego y de azufre, leemos en


el Apocalipsis mismo:
«La muerte y el Hades fueron lanzados al lago de
fuego. Esta es a muerte segunda. El que no se halló
inscrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago
de fuego» (Apocalipsis 20: 14, 15).

La muerte y el Hades lanzados al lago de fuego


es un lenguaje figurativo que se utiliza en esta
porción profética. La Biblia nos dice que después
de todo esto ya no habrá más muerte ni sepulcro (1
Corintios 15: 54, 55). Realmente, la figura usada
acá representa a “la muerte segunda”, la que sigue
a la resurrección al final del milenio, y constituye
la penalidad permanente del pecado, que es la
eterna exclusión de la presencia de Dios (2
Tesalonicenses 1: 9). Los salvos están exento de
esta pena (Apocalipsis 20: 6, 15).
El tema del milenio, no culmina en el 20: 15,
sino más bien en el 21:1-8, para introducir la visión
de la nueva Jerusalén (21: 9-22: 5).
¿Cómo, entonces, termina el tema del milenio?
Termina con las siguientes palabras del vidente de
Patmos:
«Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra habían
pasado y el mar ya no existía más. Y yo, Juan, vi la
santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del
cielo, de parte de Dios, ataviada como una esposa
hermoseada para su esposo. Y oí una gran voz del
cielo que decía: “El tabernáculo de Dios está ahora
con los hombres. Él morará con ellos, ellos serán

104
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis
su pueblo y Dios mismo estará con ellos como su
Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de
ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más
llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras
cosas ya pasaron”. El que estaba sentado en el
trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas”. Me
dijo: “Escribe, porque estas palabras son fieles y
verdaderas”. Y me dijo: “Hecho está. Yo soy el Alfa
y la Omega, el principio y el fin. Al que tiene sed,
le daré gratuitamente de la fuente del agua de la
vida. El vencedor heredará todas las cosas, y yo
seré su Dios y él será mi hijo. Pero los cobardes e
incrédulos, los abominables y homicidas, los
fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los
mentirosos, tendrán su parte en el lago que arde
con fuego y azufre, que es la muerte segunda”»
(Apocalipsis 21: 1-8).

Por eso, esta bienaventuranza nos dice:


“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la
primera resurrección; la segunda muerte no tiene
poder sobre estos, sino que serán sacerdotes de
Dios y de Cristo y reinarán con él mil años”
(Apocalipsis 20: 6).

105
Marcelo J. Solís M.

“¡Vengo pronto! Bienaventurado


el que guarda las palabras de la
profecía de este libro”
(Apocalipsis 22:7)

106
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

BIENAVENTURADO
el que guarda las palabras
del Apocalipsis

L A PRIMERA es muy parecida a esta sexta


bienaventuranza apocalíptica. Lo único que
ya no se incluyen los primeros dos elementos
iniciales de la primera. Porque a esta altura, se da
por sentado que los lectores ya han leído y
escuchado las palabras de la profecía de este libro.
Ahora sólo nos queda “guardarlas” (ver Apocalipsis
1: 3).
Leer el Apocalipsis es fácil; escucharlo, es
mucho más. Sin embargo, guardar las palabras de
la profecía de este libro requiere mucho más
esfuerzo y disciplina.

Guarda las palabras


Esto implica un cristianismo práctico. La teoría
tuvo su lugar, en el momento de leer y de escuchar.
Pero ha llegado la hora de poner en práctica todo lo
leído y escuchado por parte de los fieles de Dios.
En cierta y en repetidas ocasiones me he
encontrado con muchas personas que me han
dicho que nadie puede guardar la Palabra de Dios
107
Marcelo J. Solís M.

ni mucho menos los Diez Mandamientos. Sin


embargo, esta es una falsa aseveración. La Biblia
habla de una iglesia fiel a los mandamientos de
Dios y a su palabra que permanecerá firme hasta la
consumación de los tiempos en la segunda venida
de nuestro Señor Jesucristo.
A continuación, haremos un recorrido por
todo el libro del Apocalipsis para comprobar la
existencia de una iglesia fiel a Dios, a su Palabra y a
sus mandamientos.
En primer término, Juan presenta en la
primera bienaventuranza la existencia de personas
fieles que leen y escuchan y que también guardan
las palabras de esta profecía, y “guardan las cosas
en ella escritas, porque el tiempo está cerca”
(Apocalipsis 1: 3).
El mismo Juan, se presenta como un
prisionero en la isla de Patmos por su fidelidad a la
Palabra “de Dios y del testimonio de Jesucristo” (1:
9). Lo que implica, que él, y muchos cristianos más
que sufrieron la misma suerte de prisión y exilio,
eran personas fieles a los principios del Evangelio.
En el mensaje a las siete iglesias los capítulos
2 y 3 del Apocalipsis presentan a la iglesia en sus
distintos periodos históricos-proféticos como una
iglesia fiel a la Palabra de Dios a pesar de las
circunstancias deplorables de la apostasía que
entró a la iglesia al transcurrir el tiempo. Sin
embargo, Dios siempre tuvo a un remanente fiel. A
la iglesia de Éfesos se le admira por su
perseverancia (2: 2), a la iglesia de Esmirna se le
108
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

motiva a permanecer “fiel hasta la muerte” (2: 10),


a la iglesia de Pérgamo Cristo la elogia por retener
su nombre y por no haber negado su fe en el Señor
de la gloria (2: 13), a la iglesia de Tiatira se la elogia
por sus buenas “obras”, amor, fe, servicio y
perseverancia (2: 19), a Sardis, a pesar del período
de oscurantismo y apostasía, se le dijo: “Pero tienes
unas pocas personas en Sardis que no han
manchado sus vestiduras, y andarán conmigo en
vestiduras blancas, porque son dignas” (3: 4), a la
iglesia de Filadelfia se la elogia con las siguientes
palabras: “aunque tienes poca fuerza, has guardado
mi palabra y no has negado mi nombre” (3: 8), y
finalmente, a Laodicea se le aconseja: “Por tanto,
yo te aconsejo que compres de mí oro refinado en
el fuego para que seas rico, y vestiduras blancas
para vestirte, para que no se descubra la vergüenza
de tu desnudez. Y unge tus ojos con colirio para que
veas” (3: 18).
En Apocalipsis 4 y 5 encontramos la
adoración de los seres celestiales, y finalmente de
los redimidos y de toda la creación a Dios. Pues, en
realidad, la adoración al Creador y Redentor
implica lealtad a sus mandamientos.
Nuevamente, el capítulo 6 de Apocalipsis
presenta a la iglesia fiel del Señor atravesar
distintos períodos históricos-proféticos, pero que a
pesar de todo, se mantiene un remanente de Dios
fiel a su Palabra y a sus mandamientos. Entre ellos
vemos a la iglesia representada su lealtad y pureza
doctrinal con la figura de un caballo blanco que es
cabalgada por el mismo Jesucristo, el jinete
109
Marcelo J. Solís M.

victorioso. En la apertura del quinto sello, Juan


tiene una visión de las “almas de los que habían
muerto por causa de la Palabra de Dios y del
testimonio que tenían” (6: 9).
En el capítulo 7 encontramos a los fieles
siervos de Dios recibiendo el sello del Dios viviente
en sus frentes (7: 3) y finalmente presentados como
una gran multitud con vestiduras blancas y
victoriosos delante del trono de nuestro Dios
sirviéndole día y noche en su templo (vv. 14, 15).
En Apocalipsis 8 se presentan los santos de
Dios como fieles y perseverantes en la oración (8:
4). Y en el capítulo 9, que forma parte de la misma
sección de este libro, se presenta la protección de
Dios sobre los hijos del Señor que tuviesen el sello
del Dios vivo en sus frentes (9: 4).
En el capítulo 10 se puede contemplar a una
iglesia fiel misionera proclamando nuevamente las
verdades del evangelio de Jesucristo a “muchos
pueblos, naciones, lenguas y reyes” (10: 11). Los dos
testigos del capítulo 11 no son más que la
representación misma de la Palabra de Dios que a
través de su remanente fiel darían testimonio en el
momento más oscuro de la fría Edad Media y en el
período de la gran tribulación de los 1200 años de
persecución contra la iglesia del Señor.
Nótese que en el capítulo 12 se presenta la
iglesia verdadera de Dios bajo la figura de una
mujer pura vestida del sol con la luna debajo de sus
pies. Finalmente, en este capítulo se identifica al
verdadero remanente final de Dios como “los que
110
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

guardan los mandamientos de Dios y tienen el


testimonio de Jesucristo” (12: 17).
En contraste con el pueblo fiel de Dios, el
capítulo 13 presenta a los infieles adorando a la
bestia y a su imagen (13: 8, 15). Pero en el capítulo
14 se presenta al verdadero pueblo de Dios como
los 144 mil sellados que “no se contaminaron con
mujeres, porque son vírgenes. Son los que siguen al
Cordero por dondequiera que va… En sus bocas no
fue hallada mentira, pues son sin mancha delante
del trono de Dios” (Apocalipsis 14: 4, 5).
Posteriormente, los fieles de Dios se presentan
claramente como lo describe el versículo 12:
“Aquí está la perseverancia de los santos, los que
guardan los mandamientos de Dios y a fe de
Jesús”.

En el capítulo 15 se presentan los fieles del


Señor como “los que habían alcanzado la victoria
sobre la bestia y su imagen, sobre su marca y el
número de su nombre, de pie sobre el mar de
vidrio, con las arpas de Dios” (15: 2). Nótese que en
el capítulo 12 se dijo de estos santos victoriosos que
son los que han vencido al dragón “por medio de la
sangre del Cordero, y de la palabra del testimonio
de ellos, que menospreciaron sus vidas hasta la
muerte” (12: 11).
En el capítulo 16 se menciona tácitamente la
protección de Dios sobre los fieles que no
recibieron la marca de la bestia y que no adoraron
a su imagen. Es la protección divina de las copa de
la ira de Dios. Las copas de la ira de Dios serán
111
Marcelo J. Solís M.

derramadas sobre los opositores de Dios. Es


precisamente en este capítulo en donde se registra
la tercera de las siete bienaventuranzas: “Yo vengo
como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda
sus vestiduras, no sea que ande desnudo y vean su
vergüenza” (16: 15).
En el capítulo 17 encontramos la
condenación de la gran Babilonia, a la cual Juan vio
“ebria de la sangre de todos los santos y de la sangre
de los mártires de Jesús” (v. 6). Razón por la cual el
profeta se asombró con gran asombro. Luego, en el
versículo 14 se registran a los santos victoriosos que
está de parte de Jesucristo como los que son
“llamados, elegidos y fieles”.
En el capítulo 18 del Apocalipsis el Señor,
ante la inminente caída de Babilonia, llama a un
pueblo que aún está allí para unirse al redil o al
remanente de Dios. Por eso dice Juan: “Y oí otra
voz del cielo que decía: «¡Salid de ella, pueblo mío,
para que no participéis de sus pecados ni recibáis
parte de sus plagas!»” (v. 4). Es importante
observar que el principal motivo del castigo de
Babilonia es la forma en que trataba al pueblo santo
de Dios (véase 6: 10; 17: 6; 19: 2).
En el capítulo 19 encontramos las alabanzas
en el cielo. Mediante la figura de la esposa del
Cordero, se dice que ella estaba vestida de lino fino,
limpio y resplandeciente, y en un paréntesis,
explica: “El lino fino representa las acciones justas
de los santos” (v. 8). Y seguidamente vemos en el
versículo 9 la cuarta bienaventuranza: «El ángel me

112
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

dijo: “Bienaventurados los que son llamados a la


cena de las bodas del Cordero”. Y me dijo: “Estas
son palabras verdaderas de Dios”».
En el capítulo 20 encontramos a todos los
fieles del Señor como facultados de juzgar a los
impíos durante el milenio.
Juan dice:
“Vi las almas de los decapitados por causa del
testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los
que no habían adorado a la bestia ni a su imagen,
ni recibieron la marca en sus frentes; y vivieron y
reinaron con Cristo mil años” (20: 4).

En la visión del cielo nuevo y de la nueva


tierra, Juan dice que “enjugará Dios todas las
lágrimas de los ojos de ellos; y ya no habrá más
muerte, ni habrá más llanto, ni dolor, porque las
primeras cosas ya pasaron” (21: 4). Al parecer, en
este versículo, se indica que los fieles de Dios
habrían tenido que sufrir el dolor y la muerte física
misma por algún tiempo, y ahora que Dios los
resucita en la primera resurrección, les concede el
honor de participar en el juicio de los impíos para
que el nombre de Dios sea vindicado. Recuperarse
del pasado puede llevarse algún tiempo.
Ahora, considere que los redimidos se
presentarán como o describe Juan en estos
versículos:
«Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá
más sobre ellos, ni calor alguno, porque el
Cordero que está en medio del trono los
pastoreará y los guiará a fuentes de aguas vivas. Y
113
Marcelo J. Solís M.

Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos»


(Apocalipsis 7: 16-17).

Y finalmente, en el 22, el Apocalipsis


presenta las dos últimas bienaventuranzas y en
ambas se dan indicios de la existencia de un pueblo
fiel de Dios hasta el último día hasta el fin del
mundo (ver 22: 7, 14). En la bienaventuranza del
versículo 7 se nos amonesta a guardar “las palabras
de la profecía de este libro” (v. 7). Y en la última
bienaventuranza se da la promesa de si lavásemos
nuestras ropas en la sangre del Cordero, se nos
concederá el “derecho al árbol de la vida, y para
entrar por las puertas en la ciudad” (v. 14). En
contraste, se les negará la entrada a los infieles y
desobedientes a la ley de Dios. Por eso dice el libro
sagrado:
“Pero los perros estarán afuera, y los hechiceros,
los fornicarios, los homicidas, los idólatras y todo
aquel que ama y practica la mentira” (v. 15).

Como podemos ver, en todo el Apocalipsis


está presente el remanente fiel de Dios. Y eso de
que no existe nadie que pueda guardar las Palabras
y los mandamientos de Dios no es otra cosa más
que una de las últimas tretas de Satanás. Esto es
para infundir desconfianza y aversión contra la
Santa Ley de Dios.

La necesidad de obediencia
Vivimos en una era desobediente e impía. Los
terribles y más grandes juicios de Dios están por
caer sobre un mundo impenitente. Pero para estar

114
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

bajo la protección divina, es necesario confiar en el


Señor someternos a él en obediencia de amor.
No necesitamos vivir como vivimos.
Necesitamos mejorar y crecer siempre. Esta es una
forma de preparación para la crisis final. Y más
aún, necesitamos obedecer a Dios por nuestro
propio bien, y de esta manera estaremos
obedeciendo el mandamiento: “amarás a tu
prójimo como a ti mismo”.
Dios quiere un cristianismo práctico de
nuestra parte. No porque Dios lo necesite; él lo
requiere para nuestro propio bien. Por su gracia se
ha propuesto transformar nuestro carácter de
gloria en gloria y que experimentemos un
crecimiento espiritual hasta alcanzar la plenitud
según el ideal de Dios.
Es muy lamentable mencionar que existen
muchas personas que profesan fe en Jesús, pero
que no están dispuestas a obedecer a Dios sus
mandamientos. No guardan las palabras de Dios ni
ponen en práctica los principios eternos, antes
bien, se complacen en la maldad y en la rebelión
contra la Ley de Dios. Por su parte, Jesús nos dice:
«Si me amáis, guardad mis mandamientos» (Juan
14: 15). Te invito a que guardes la Palabra divina en
tu corazón y la pongas en práctica para la gloria de
Dios.
¡Maranatha! Jesús pronto volverá. Esta es la
razón primordial por la que debemos guardar las
palabras de la profecía del Apocalipsis.

115
Marcelo J. Solís M.

“Bienaventurados los que lavan


sus ropas para tener derecho al
árbol de la vida y para entrar por
las puertas ciudad”
(Apocalipsis 22: 14)

116
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

BIENAVENTURADOS
los que lavan sus ropas y
guardan sus mandamientos

I NDISCUTIBLEMENTE ES una necesidad


espiritual que merece ser atendida con suma
urgencia. Las vestiduras, el alma, la conciencia
y aún más, el cuerpo y la mente misma de muchas
personas se encuentran en un estado en el que
necesitan de la lavandería celestial. Todos los
pecadores necesitamos ser lavados y
emblanquecidos por la gracia de nuestro Señor
Jesucristo.

¿Los que lavan sus ropas o


guardar los mandamientos?
En griego, hoi plynontes tas stolas, o según otras
antiguas copias manuscritas, «los que guardan sus
mandamientos» (RVA), hoi poiountes tas stolas.
Ambas expresiones armonizan con el contexto y
con la enseñanza de Juan en otros pasajes. La
obediencia de Cristo acreditada a nuestro favor es
nuestro derecho al cielo, pero su obediencia
también se nos imparte para adecuarnos a la vida
del cielo. Esto último se simboliza con el acto de
lavar nuestras ropas (Apocalipsis 7: 14) y purificar
117
Marcelo J. Solís M.

nuestra conducta (1 Juan 3: 3), para lo cual nos


guiamos por los Diez Mandamientos de Dios
(Apocalipsis 21: 17; 14: 12; Juan 15: 10; 1 Juan 2: 3,
6).

Hablemos de lavar las ropas


Este es un acto de fe. Se trata de lavar la conciencia
en la sangre del Cordero, que es Cristo.
Refiriéndose a Jesucristo, desde el inicio, el
Apocalipsis dice que Él es el que “nos ama, nos ha
lavado de nuestros pecados con su sangre y nos
hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre, a él sea
gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”
(Apocalipsis 1: 5, 6).
La sangre de Cristo es eficaz. «Pero si
andamos en luz, como él está en luz, tenemos
comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo,
su Hijo, nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1: 7).
Elena G. de White, escribió en 1894:
«Gracias a Dios porque Aquel que derramó su
sangre por nosotros vive para suplicar mediante
ella, vive para interceder por cada alma que lo
recibe. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel
y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1: 9). La
sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado.
Ella habla mejor que la sangre de Abel porque
Cristo siempre vive para interceder por nosotros.
Necesitamos siempre tener en cuenta la eficacia
de la sangre de Jesús. Nuestra esperanza consiste
en posesionarnos por fe viviente de esa sangre que
limpia la vida y sostiene la vida. Necesitamos
118
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis
aumentar nuestro aprecio de su valor inestimable,
pues tiene significado para nosotros solamente si
por fe pedimos su virtud y mantenemos la
conciencia limpia y paz con Dios.
Esto es presentando como la sangre que perdona,
inseparablemente relacionada con la resurrección
y la vida de nuestro Redentor, ilustrada por la
corriente que siempre fluye procedente del trono
de Dios, el agua del río de la vida» (Carta 87,
1894).

Sin derramamiento de sangre no hay


remisión de pecados. Cristo era el Cordero de Dios
que quita el pecado de muchos. Él fue inmolado
desde la fundación del mundo. Pedro dice que “fue
destinado desde antes de la creación del mundo” (1
Pedro 1: 20). En la antigüedad, el sistema de
sacrificio judío apuntaba al sacrificio del Hijo de
Dios. Pues, la sangre de Cristo, “el cual mediante el
Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a
Dios, limpiará vuestras conciencias de obras
muertas para que sirváis al Dios vivo” (Hebreo 9:
14). Esa sangre es más cara que el oro y la plata; es
la “sangre preciosa de Jesucristo, como de un
cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro
1: 19). Sin lugar a dudas, necesitamos ser lavados y
emblanquecidos en con esa preciosísima sangre
divina para ser rescatados de nuestra vana manera
de vivir y así estar aptos para heredar las riquezas
eternas que Él nos ha prometido. Pues hemos sido
comprados con su sangre para salvación nuestra y
para la gloria de Dios.

119
Marcelo J. Solís M.

Hablemos de guardar los


mandamientos de Dios
Cuando hayamos recibido la justificación por la fe
mediante la gracia de nuestro Señor Jesucristo, y la
eterna redención por medio de su sangre
preciosísima, ahora nos resta vivir en santidad y en
obediencia a la santa ley de nuestro Dios.
Es muy significativo el hecho de que
Apocalipsis 22: 15 dice que a la ciudad santa, a la
nueva Jerusalén, no entrarán ni los perros
(metáfora muy desfavorable en la antigüedad para
indica a una persona vil y despreciable Deut. 23: 17-
18; Mateo 15: 26-27; Fil. 3: 2), tampoco entrarán los
hechiceros, ni los fornicarios, ni los homicidas, ni
los idólatras ni tampoco los que aman y practican
la mentira. En otras palabras, esas personas se
clasifican como desobedientes a la Santa Ley de
Dios. Por consiguiente, el contexto nos indica que
los redimidos que entren por las puertas en la
ciudad y coman del fruto del árbol de la vida serán
únicamente las personas que “guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús”
(Apocalipsis 14: 12).
La obediencia a los mandamientos de Dios
no confiere salvación, sino la sangre de Cristo. Pero
la obediencia por fe mantiene la verdadera
perseverancia en la fe de Jesús.
Por lo cual, es necesario obedecer a Dios,
antes que a los hombres. Debemos obedecer a
nuestro Padre celestial, no para ser salvos ni para
ser sus hijos, sino porque somos sus hijos y porque
120
Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

somos salvos mediante la gracia redentora de su


Hijo amado, Jesucristo.
El punto es que mediante la obediencia es
como se demuestra el verdadero amor al Padre
celestial. Y es mediante una entrega completa y
sumisión a la voluntad del Omnipotente es como
ejercemos una fe verdadera. Humillándonos ante
su presencia y confesando nuestros pecados y al
mismo tiempo recibiendo a Cristo en el corazón es
como obtendremos eterna redención por su gracia.
El sacrificio de Cristo está en directa
conexión con su adviento. Su redención en su
sangre está en armonía con nuestra santificación
en obediencia por la obra del Espíritu Santo. Así
mismo, el lavar nuestras ropas tiene relación con
mantenerlas limpias mediante una vida de
santificación en la obediencia de la verdad, también
el derecho de entrar por las puertas en la ciudad
amada está en conexión directa con el privilegio
que tendremos de comer del árbol de la vida. En
realidad todo es un solo conjunto en el gran plan de
salvación. Nada debe estar desligado de nada. El
plan de Dios es perfecto.
Porque “de la manera en que está
establecido para los hombres que mueran una sola
vez, y después de esto el juicio, así también Cristo
fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de
muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación
con el pecado, para salvar a los que lo esperan”
(Hebreos 9: 27-28). Lo cual implica que esperar a
Jesús lavar tus pecados en la sangre del Cordero,

121
Marcelo J. Solís M.

porque cuando Él aparezca en gloria y en majestad,


vendrá sin relación alguna con el pecado.
«No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene
gran recompensa, pues os es necesaria la
paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad
de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un
poco y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas
el justo vivirá por la fe; pero si retrocede, no
agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los
que retroceden para perdición, sino de los que
tienen fe para preservación del alma» (Hebreos
10: 35-39).

Hermanos y amigos míos, “teniendo un gran


Sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con
corazón sincero, en plena certidumbre de fe,
purificados los corazones de mala conciencia, y
lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos
firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra
esperanza, porque fiel es el que prometió” (Hebreos
10: 21-23). Humildemente les pido, en el nombre
de nuestro amante Salvador Jesucristo, busquemos
a Dios de todo corazón y mantengamos firme la
esperanza en su venida. Pronto llegaremos al hogar
celestial y comeremos del fruto del árbol de la vida
y el nombre de Dios será glorificado en nosotros. Y
no olvides, Él te ha llamado para que seas
BIENAVENTURADO.
¡Cristo viene! ¡Prepárate!

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Las Siete Bienaventuranzas del Apocalipsis

Serie 7 de 7
1. 7 Promesas del Apocalipsis
2. Las 7 Bienaventuranzas del
Apocalipsis
3. 7 Semblanzas de Jesús en el
Apocalipsis
4. Las 7 Iglesias del Apocalipsis
5. Los 7 Sellos del Apocalipsis
6. Las 7 Plagas del Apocalipsis
7. Las 7 Trompetas del Apocalipsis.

“La gracia de nuestro Señor


Jesucristo sea con todos vosotros.
Amén” (Apocalipsis 22: 21).

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Marcelo J. Solís M.

Si usted desea hacer sus pedidos de los otros 6 volúmenes de


la Serie 7 de 7, puede escribir su solicitud al siguiente e-mail:
marcelosolis_2000@yahoo.com

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