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TRABAJO INDEPENDIENTE

Pablo Daniel Aguirre Guerra

La educación y enseñanza durante años ha sido la piedra angular de la evolución de la


sociedad. Sin embargo, ésta misma se ha visto afectada y atenuada por un mal desarrollo de
la conciencia y el método como se ha venido desarrollando su qué hacer. Se ha buscado cada
vez métodos y pedagogías que nutran y enriquezcan la labor de los educadores y favorezcan
la empatía hacia el alumnado. Si bien esto ha llevado a una mejor interacción y aprendizaje
el punto de inflexión se encuentra en el enfoque que se le ha dado.
Se ha optado por desarrollar un sistema de enseñanza aplicable a cada foco de alumnado de
forma colectiva, sin entrar a individualizar el ser humano con cada una de sus diferencias y
características que lo hacen único y con esto, se obvia que estas mismas diferencias
establecen dificultades y fortalezas diversas para afrontar una misma situación.
Gracias a esta falencia se llega a evaluar o cuestionar la capacidad de cada individuo para
afrontar una situación determinada de forma tal que sólo un camino es aceptable, no se da
lugar al aprendizaje que en su forma y su ser cada individuo puede lograr; instruirse de una
forma casi obligada, para resolver cada problemática de una misma forma, priva de las
mismas enseñanza que cada alumno y ser en su forma física, emocional y mental puede
lograr.

Evaluar la capacidad específica del ser humano para resolver enigmas o ecuaciones no debe
estar condicionado a un “Procedimiento a seguir” y más aún tomando como referencia
fundamental que el aprendizaje es solo en su mínima expresión la resolución de los mismos.
Debido a esta arcaica y rudimentaria forma de enseñanza muchos estudiantes terminan
fracasando y señalados de ostentar una capacidad inferior frente a sus homólogos cuando en
realidad se le está evaluando desde sus capacidades menos desarrolladas. Cabe destacar que
el desarrollo de la primera infancia, crecimiento y desarrollo marcan cuáles características se
desarrollan a mayor medida y esto es variable a cada persona. Por esta razón, no se puede
enseñar a correr, saltar o arrastrarse siguiendo un mismo patrón aplicado a una sociedad
donde cada ser posee una capacidad de aprendizaje variable, directamente ligado a su
desarrollo personal.

Las vivencias y recuerdos, emociones y miedos entre otros, deben ser elementos
fundamentales a la hora de abordar una enseñanza la cual claramente debe ser permeable a
cada una de estas variables en cada persona. Además, teniendo en cuenta que la enseñanza y
el aprendizaje van siempre de la mano y son caminos de ambos sentidos donde uno puede
reemplazar en cualquier momento la función del otro, el docente o preparador debe
desarrollar y aprender la capacidad de instruirse de los mismos comportamientos y
emociones de su pupilo todo esto en aras de enseñar de acuerdo a las características de cada
individuo.

La consideración de que todos deben aprender del mismo método solo para alcanzar un
objetivo es la frontera que no permite avanzar más allá de lo ya alcanzado. Las millones de
oportunidades que cada individuo puede desarrollar a partir de su propia fundamentación y
formación se ven coartadas para seguir un modelo de educación cada vez más sesgado y
específico, dejando de lado la innovación y la imaginación con todo lo que ambas pueden
lograr.

Si se logra establecer una enseñanza humana, basada en el conocimiento e interacción mutua,


donde se conocen las características de cada ser y con esto se fortalecen las dificultades y se
potencian las cualidades positivas se llegará a desarrollar personas humanas e íntegras, con
un entendimiento de su entorno y sociedad, capaz de enfrentarse a las diversas situaciones de
la cotidianidad y que pueda así mismo impartir el conocimiento de acuerdo a las
características de sus pares.

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