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Universidad Central del Ecuador

Formación Económica Social de América Latina

Nombre: Indira Haro Ruiz

Curso: Tercer Semestre Política

Fecha: 23/Julio/2019

El Zapatismo

En enero de 1994, miles de indígenas y algunos mestizos de diversas regiones de


Chiapas se alzaron en armas para exigir el gobierno de México "libertad, democracia,
justicia y paz", así nace el Ejército Zapatista de Liberación Nacional de rechazar al
sistema político neo liberal que México vivía y también rechazaban todo proyecto de
modernización que el gobierno ofrezca. El EZLN exigía reivindicar las propiedades sobre
las tierras que habían sido arrebatadas a la comunidad indígena y campesina. El zapatismo
fue el movimiento que mejor expresó la lucha por la tierra y que le dio un sentido social
a la Revolución Mexicana, pues sin él, es probable que no hubiera sido revolución, sino
una transformación política o un cambio de gobierno. Los zapatistas creen en una
existencia colectiva y en la democracia participativa mientras rechazan el capitalismo y
la globalización. Curiosamente en uno de sus primeros manifiestos se declaraba que la
gente tenía derecho a resistir las acciones injustas perpetradas por el EZLN, algo inaudito
en cualquier grupo revolucionario.

Orígenes

Para comprender al Zapatismo es necesario comprender el contexto en el que se


desarrolló. En Chiapas y otras regiones indígenas en México, la situación para las mujeres
no era del todo compasiva ni humana. Según las reglas tradicionales de la sociedad, las
mujeres todavía eran consideradas inferiores a los hombres en sus vidas. Sus padres y
entonces sus esposos tenían control absoluto sobre sus vidas y sobre ellas mismas. Con
estos problemas en mente, las mujeres de Chiapas habían sido integradas en La
Revolución para luchar por los derechos de su comunidad indígena pero también por sus
propios derechos.
Como una manera de luchar contra la represión de los derechos de las mujeres, el
EZLN o Ejercito Zapatistas de Liberación Nacional creó la Ley Revolucionaria de
Mujeres. La Revolución Zapatista de Chiapas, México no es solamente una lucha para
autonomía y reforma agraria luchada por los hombres de la comunidad. Más bien, la
revolución social ha sido una oportunidad para las mujeres marginadas de estas
comunidades para empezar sus propias luchas por la justicia y la igualdad.

Los orígenes político-militares del Ejército Zapatista de Liberación Nacional se


encuentran en las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), una organización clandestina
formada a finales de los años sesenta en el norte de México, que, inspiradas en la
revolución cubana, organizaron una lucha guerrillera con el fin de lograr la construcción
del socialismo en México. Sin embargo, las FLN fueron prácticamente aniquiladas por el
gobierno federal a principios de los setenta. Sus sobrevivientes lograron reorganizarse e
instalarse en 1983 en Chiapas, particularmente en los Altos, el Norte y la Selva
Lacandona, persiguiendo los mismos objetivos. Para alcanzarlos, formaron el EZLN y
una base social que lo sostuviera.

En efecto, las “bases de apoyo zapatistas” no son otra cosa que el conjunto de
comunidades y grupos indígenas civiles que, en su momento, aceptaron colaborar en el
proyecto revolucionario insurgente. En la selva, su historia es la misma que la de los ex
peones acasillados, quienes, tras abandonar o ser expulsados de las fincas desde mediados
de los treinta del siglo XX y en adelante, empezaron a colonizar este territorio formando
ejidos. A partir de entonces, éstos serían el centro de su vida social, religiosa, económica
y política, que a lo largo de varias décadas fueron construyendo identidades e intereses
comunes, así como lazos de cooperación regionales gracias a su participación en la
pastoral y catequesis de la diócesis de San Cristóbal de las Casas y a la formación de
organizaciones campesinas independientes. Algunas de estas comunidades indígenas
empezaron a sentir insatisfacción y frustración con los resultados obtenidos hasta
entonces por la lucha política independiente, de modo que encontraron en la oferta del
EZLN una vía inédita y acaso exitosa para alcanzar su “liberación definitiva”. Por esta
razón, se incorporaron a la guerrilla como sus “bases de apoyo”.

Hay que destacar cinco formas de cooperación de los campesinos indígenas zapatistas
con el EZLN:

1. Salvaguardar la clandestinidad de los insurgentes.


2. Reclutar nuevos combatientes.

3. Garantizar bastimentos para sostener a los guerrilleros.

4. Participar en movilizaciones de protesta.

5. Realizar trabajos colectivos de infraestructura y servicios comunitarios.

Estas funciones, evidentemente, han variado en el tiempo después de la


desmovilización de la guerrilla a principios de la década pasada, estrechan los lazos de
solidaridad comunitaria, incrementan la integración social y afianzan una “identidad
zapatista”.

En las comunidades zapatistas los “promotores” de educación y salud revisten gran


importancia para la vida colectiva, en general, y para el mantenimiento de la identidad
zapatista y la continuación de la resistencia, en particular. En cada comunidad su número
varía entre cuatro y seis personas, tanto hombres como mujeres, para cada promoción, los
cuales son “nombrados” por la comunidad. A falta de servicios médicos locales, el
promotor de salud se encarga de la prevención de enfermedades y el cuidado de la salud.
Por su parte, el promotor de educación enseña a los niños zapatistas a leer, escribir y
realizar operaciones matemáticas básicas. También instruyen a los niños en historia
patria, “vida y medio ambiente” e “integración”. En esta última área recae
primordialmente la formación de la “identidad zapatista” de los infantes, pues se trata de
un espacio de información propagandística a favor del movimiento.

Finalmente, existen también los “colectivos”, cooperativas de trabajo cuyos productos


(agropecuarios) y servicios (cajas de ahorro, energía eléctrica, abarrotes, etc.) se destinan
al beneficio y disfrute exclusivo de los campesinos rebeldes. El EZLN y las bases de
apoyo se vinculan entre sí a través de los “responsables” de la comunidad y de la región,
quienes son las autoridades civiles y militares más importantes en los niveles local y
regional. El “responsable de la comunidad” organiza las reuniones locales y el trabajo de
recolección del bastimento enviado a los campamentos insurgentes, así como la operación
de los “colectivos”; además, vigila y controla a la comunidad con el fin de mantenerla
cohesionada. La posición inmediata superior a la del “responsable” comunitario es la del
“mando militar regional”. Todos ellos en su conjunto conforman el Comité Clandestino
Regional, cuyas tareas son de orden político: oreactores y procesos que resultan en la
construcción de una identidad política. La importancia de la incursión del movimiento
zapatista en el escenario político reside en que pone de manifiesto el agotamiento del
modelo democrático actual al servicio del régimen capitalista de acumulación y negación
de la diferencia.

Fuentes:

Esther Miranda. (2017). El movimiento zapatista: la lucha contra el neoliberalismo


mundial. 2019, de E O M Sitio web: https://elordenmundial.com/el-movimiento-
zapatista/

Estrada Saavedra, Marco, “El levantamiento zapatista de 1994”, Arqueología


Mexicana núm. 111, pp. 60-33.

TeleSur. (2016). EL LEVANTAMIENTO ZAPATISTA DE 1994. 2019, de TeleSur Sitio


web: https://www.telesurtv.net/telesuragenda/22-anos-del-Ejercito-Zapatista-20141225-
0008.html

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