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DENUNCIAN SERIA IRREGULARIDAD.

RECUSAN CON CAUSA A LOS


PERITOS DESIGNADOS. SE SUSPENDAN TAREAS PERICIALES HASTA
TANTO SE RESUELVA LA RECUSACION.-

Señor Juez:

María Inés IMPERIALE y Germán GOMEZ, por nuestro propio


derecho, con domicilio real en la Comuna Rural de Carrenleufú, Provincia de Chubut, con
el patrocinio letrado del Dr. Ricardo Tomás GEROSA LEWIS, abogado inscripto en la
Matricula del Colegio Publico de Abogados de la Circunscripción Judicial de Esquel al T.
I, f’ 39, bajo n E 38, IVA RESPONSABLE INSCRIPTO, CUIT n 20-22868973-5,
manteniendo el domicilio constituido en la Avda. Ameghino 1.001 de esta ciudad de
Esquel, a V.S. nos presentamos y respetuosamente decimos:

Que venimos a poner en conocimiento del juez de la causa una seria


irregularidad que contamina la garantía de imparcialidad que debe tener todo proceso y que
determina que deba separarse a los peritos designados oportunamente, lo que así se solicita.

Tal irregularidad ocurrió el día viernes 5 de noviembre de 2010


luego de la realización de la pericia celebrada en la localidad de Carrenleufú.

Luego de haberse efectuado la recorrida dispuesta por V.S. y de


haberse tomado todas las medidas respectivas, el perito de esta parte (Lino Pizzolón)
continuó por sí mismo recorriendo el lugar y tomando otros datos que consideraba
importantes para la correcta dilucidación de esta causa.

Después de ello, se dispuso a regresar a buscar su camioneta. Para


ello debió ingresar al predio de la Comuna Rural de Carrenleufú. Y allí, para su total
sorpresa, pudo ver que todos los peritos designados (Stronatti, Pentreath, Cerrucci y
Cladera) estaban comiendo un suculento asado con los consultores técnicos de la Provincia
del Chubut, con los abogados de la contraria, con el representante legal de Eko Plant, y con
los funcionarios municipales de Carrelelfú, en el quincho de tal comuna, hablando sobre las
bondades del rafting y haciendo planes de visitas turísticas para el verano.

Pero eso no fue todo. Porque luego de ello los peritos habrían sido
llevados por las autoridades comunales –con vehículos aparentemente oficiales- a ver la
“pasarela” que cruza el Río Carrenleufú y que une a la República Argentina con la hermana
República de Chile.

Y como si lo expuesto fuese poco, el consultor técnico de nuestra


parte también pudo escuchar, a través de las conversaciones realizadas, que los peritos
oficiales designados habían concurrido el día anterior a la planta de tratamientos de
líquidos cloacales de la ciudad de Esquel, teniendo una “visita guiada” a cargo del Sr.
Daniel Gonzalez, quien los aleccionó de las “bondades del sistema”.

Es sabido, en este sentido, que la independencia y objetividad de los


peritos es imprescindible por la función que cumplen en el proceso, a saber, la de aportar
unos conocimientos especializados no poseídos por el Tribunal, al objeto de una más
acertada valoración de la controversia.
Por eso, precisamente, la ley busca la imparcialidad del perito, y para
ello requiere de él no sólo que actúe de una forma objetiva sino que también
demuestre tal imparcialidad.
En este sentido, la Ley de Ética Pública dispone claramente que la
“transparencia pública” (“ser transparentes, ser Chubut”) es un valor que hace a la esencia
del sistema, y que todo servidor público debe actuar en forma tal que su conducta pueda
admitir el examen público más minucioso (art. 4º, inciso g.) de la anterior Ley 4.816).
La fórmula es vieja pero útil: “no sólo hay que serlo sino que
parecerlo”. Y, en este sentido, la conducta y actitud asumida por los peritos oficiales
designados, lejos de poder pasar ese “examen minucioso”, crean dudas –importantes dudas-
que autorizan a solicitar –como lo haremos más adelante- la recusación por temor de
parcialidad.
Es que el hecho de haber aceptado compartir un asado junto con
todos los representantes (abogados y peritos) de la contraria y las autoridades de una de las
partes demandadas (totalmente pago), sin presencia de esta parte, como así también haber
hecho planes de visitas al lugar para vacacionar; haber concurrido el día anterior a una
“visita guiada” por personal de Eko Plant y haber aceptado ser transportados hasta la
pasarela por los funcionarios comunales constituye una clara violación a los deberes éticos
y, repito, han creado un manto de dudas para esta parte que no se pueden aceptar.
Hay que recordar, nuevamente, la Ley de Ética Pública: “todo
funcionario debe observar frente al público en el servicio o fuera de él, una conducta
correcta, digna y decorosa, acorde con su jerarquía y función, evitando conductas que
puedan socavar la confianza del público en la integridad del funcionario y de la institución
a la que sirve” (art. 13).
Y es más: las conductas, cargas y responsabilidades que en forma
taxativa se describen en ella no deben entenderse como negación de otras que nacen del
principio de la soberanía del pueblo, la forma republicana de gobierno y la necesidad cívica
de preservar la ética y transparencia en todas sus formas.

Señalo concretamente, entonces, que la conducta asumida por los


peritos oficiales y explicadas anteriormente, han socavado la confianza que tenía esta parte
sobre su imparcialidad y generan un “temor de parcialidad” que justifica su apartamiento.
Además, la imparcialidad hoy en día se define como “neutralidad”, y
este concepto se define también en relación con la ausencia de conocimientos previos sobre
el caso.
Lo expuesto, pues, autoriza la recusación que deduciremos
seguidamente, toda vez que existe razones que son adecuadas para justificar la
desconfianza sobre la imparcialidad de los expertos.
Es que, como bien lo señaló la Corte en el célebre caso “Llerena”,
“no se exige que él realmente sea parcial, alcanza con que pueda introducirse la sospecha
de ello según una valoración razonable” (ver, también, ROXIN, Claus: “Derecho Procesal
Penal”, trad. Córdoba, Gabriela y Pastor, Daniel, Editores del Puerto, Bs.As., 2000, pág
42/3).-

***

En función de todo lo expuesto y ejerciendo nuestro derecho de defensa de


raigambre constitucional, venimos a recusar con causa a la totalidad de los peritos oficiales
designados en autos y que participaron del reconocimiento judicial en Carrenleufú el día 5
de noviembre de 2010.
Las circunstancias que motivan este pedido han sido detalladas
anteriormente, las cuales generan un marco de sospecha y un temor de parcialidad más que
suficiente para que se haga lugar a la recusación deducida.
Consideramos, como ya dijimos, que los motivos apuntados son causas
graves que determinan la necesidad de que los referidos peritos no intervengan en este
juicio.
Y destacamos, al respecto, que si bien el hecho citado no queda
comprendido en ninguna de las causales previstas por el art. 17 del CPCC (aunque sí en el
art. 77, inc. 5 del C.P.P.), ello jamás puede ser óbice para negar la petición, dada la índole
de las garantías constitucionales en juego.

Es que, como bien lo ha señalado la Corte Suprema de Justicia de la Nación:

“Corresponde dejar sin efecto la sentencia que desestimó el incidente de


recusación con causa deducido por la parte demandada y su letrado, pues más allá de la
índole aparentemente procesal del tema resuelto, median causas graves que inciden
en menoscabo del servicio de administración de justicia y requieren que su amparo
llegue en la oportunidad en que surge y se invoca la cuestión constitucional. Ello, así,
pues las circunstancias que motivaron el hecho... y la actitud de quienes
protagonizaron el incidente, debieron ser valoradas para evitar que la garantía del
debido proceso, en la cual la imparcialidad del juzgador es condición necesaria,
pudiera verse lesionada con el mantenimiento de condiciones adversas para el
correcto ejercicio del derecho de defensa” (CSJN, Irusta, Felipe c/. Esuco SA y otra,
18/sept/1984, en El Derecho en disco láser, Record Lógico 171384).
El fallo citado es aplicable, “mutatis mutandi”, al caso que nos ocupa. Por lo
tanto, la lectura de la ley (y el Código Procesal lo es) debe hacerse “desde la Constitución”.
Y por eso, repetimos, si bien es cierto que la causal invocada no está contemplada por el
Código Procesal Civil y Comercial como motivo válido de recusación (aunque sí por el
Código Procesal Penal, lo que una vez más refuerza las razones que señalamos), ello de
ninguna manera puede servir para denegar nuestra solicitud.

Es que, como bien se ha señalado, “dado que derecho procesal no es más


que la reformulación o reglamentación del derecho constitucional, es obvio que el
legislador, al dictar la ley procesal, debe atenerse a los principios rectores establecidos en la
Constitución Nacional… En este sentido, debemos destacar, en primer término, que la
regulación de los motivos de apartamiento …es reglamentación de cláusulas
constitucionales y de las contenidas en el derecho internacional sobre la materia. Por esta
razón, el legislador no puede decidir libremente qué motivos fundan el apartamiento, a
través de una enumeración cerrada y taxativa de causales que facultan a las partes a
solicitar el apartamiento…”. (conf. BOVINO, Alberto: “Imparcialidad de los jueces y
causales de recusación no escritas en el nuevo Código Procesal Penal de la Nación”, L.L.
1993-E-566).

Por lo tanto, y aunque el Código Procesal Civil y Comercial no contemple la


situación enunciada como causal específica de recusación (como lo hace el Código
Procesal Penal), los jueces deben velar por el derecho de defensa de las partes y por el
principio de imparcialidad. Y por eso debe adoptar los medios necesarios para hacer
efectivo el mismo (args. Arts. 10 y 21 de la Const. Provincial), ya sea “abriendo” las
causales que posibilitan la recusación cuando hay (como en este caso) motivos fundados, o
declarando la inconstitucionalidad de cualquier norma que vulnere –repito- el derecho de
defensa de mi parte o el derecho al debido proceso (arg. Art. 10 de la Const. Prov.).

Lo que se pretende, en definitiva, es que quede asegurada la objetividad de


la actividad jurisdiccional, y si bien es cierto que como todo derecho el mismo es
susceptible de reglamentación (art. art. 28 C.N.), también es verdad que tal reglamentación
no puede ir más allá de lo que sus objetivos exigen, ni llegar a la supresión, alteración,
desconocimiento o destrucción del derecho que reglamenta.
En el tema que nos ocupa (la recusación de los peritos), la reglamentación
no puede eliminar ningún motivo o mácula de sospecha que recaiga sobre ellos, porque de
lo contrario la misma se tornaría irrazonable y afectaría el derecho de defensa de mi parte y
la garantía de imparcialidad y debido proceso.
Por lo tanto, y como bien lo señala BOVINO (que si bien se refiere a las
causales de recusación en materia penal, sus enseñanzas también pueden traspolarse al
proceso civil y a los amparos), “la enumeración de los motivos de apartamiento cumple con
la función de brindar celeridad al trámite de la recusación en los casos previstos, pero no
impide que se puedan alegar motivos distintos que claramente afecten la posibilidad de
someter el caso a un tribunal imparcial... Aún cuando el CPP reglamenta defectuosamente
la garantía analizada, nuestro ordenamiento jurídico positivo brinda la solución para
los casos en que se sospeche la parcialidad de un juez. La aplicación de las garantías
constitucionales y de las disposiciones de los pactos internacionales citados subsanan
la errónea decisión del legislador y permiten solicitar y decidir el apartamiento de un
juez en aquellos supuestos no previstos en el art. 55 del CPP en los cuales pueda
temerse, de modo razonable, la afectación de una garantía básica propia de un estado
de derecho” (BOVINO, Alberto: “Imparcialidad de los jueces y causales de
recusación no escritas en el nuevo Código Procesal Penal de la Nación”, L.L. 1993-E-
566).

Y esta posición es también desarrollada en forma magnífica por MAIER,


uno de los tratadistas más importantes del Derecho Procesal Penal, quien señala que “se
debe reconocer, por una parte, que son aquellos interesados en el resultado del
procedimiento, cuyos intereses quedarán comprometidos en la sentencia, quienes, en
primer lugar, sufren el temor de parcialidad que funda el apartamiento de los jueces, y, por
otra parte, que ninguna regulación abstracta puede abarcar todos los motivos posibles que,
en los casos futuros, pueden fundar, concretamente, la sospecha de parcialidad de un juez.
Es por ello que resulta razonable permitir a quienes pueden recusar, invocar y
demostrar otro motivo que funde seriamente el temor de parcialidad en el caso
concreto. De allí que las reglas sobre el apartamiento de los jueces no deben funcionar
como cláusula de las facultades de los intervinientes en el procedimiento (reglamento
taxativo), sino en el sentido de facilitar, para esos casos, el ejercicio efectivo de la
facultad de apartar a un juez, sin perjuicio de que el interesado pueda demostrar su
temor razonable por la posible parcialidad de un juez, apoyado en razones analógicas
que fundan seriamente su pretensión”. (MAIER, “Derecho Procesal Penal
Argentino”, 1b, Fundamentos, pág. 487).

A todo evento, y en función de lo expresado anteriormente (en el sentido de


que una enumeración cerrada de las causales de recusación viola abiertamente la garantía
de imparcialidad de los peritos), planteamos –por los motivos expuestos infra- la
inconstitucionalidad cualquier norma de la Ley de Amparo y/o del Código Procesal Civil y
Comercial de cuya interpretación se consagre la limitación de las causales de recusación.

Para el supuesto de que V.S. no aceptare los motivos expuestos, ofrecemos


la siguiente prueba:

a.) TESTIMONIAL:

1.) Lino PIZZOLÓN, técnico, domiciliado en la calle


Molinari nº 655 de Esquel.
2.) Juan Esteban RIMOLDI, abogado, domiciliado en la
Avda. Alvear nº 313 de Esquel.
3.) Daniel GONZALEZ, representante de Eko Plant,
domiciliado en esta ciudad de Esquel.

En virtud de todo lo expuesto, y en aras de una correcta defensa de los


derechos de nuestra parte, pedimos expresamente que se suspenda la realización de la
pericia que se encuentra pendiente de producción hasta tanto se resuelva la presente
recusación.

Tener presente lo expuesto y proveer de conformidad que,

será JUSTICIA.-

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